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Cuando se trata de formalizar un acuerdo de manera legal es muy normal que la gente se

pregunte qué es un contrato electrónico. Este acuerdo es un convenio entre varias


partes. No se trata de contratos que estipulan la duración de una membresía, sino de
contratos tradicionales. La gran diferencia es que estos se formalizan por medios
electrónicos, como su propio nombre indica. Mediante este acuerdo legal, las partes
firmantes, de mutua voluntad, adquieren obligaciones legítimas cuyo cumplimiento
pueden exigir ambas partes.

¿Cómo funcionan los contratos electrónicos?

Tal y como se ha indicado, los contratos electrónicos son contratos tradicionales. No


constituyen, en sí mismos, un tipo de contrato diferente. Sin embargo, es útil conocerlos,
pues su legitimación funciona de manera diferente al acuerdo habitual. Por ejemplo,
mediante este tipo de convenio ninguna de las partes debe estar presente en el momento
de la firma. Es decir, no es necesaria la presencia física simultánea, sino que se puede
realizar desde otros lugares gracias a mecanismos telemáticos.

Tipos de contratos electrónicos

Varios son los tipos de contrato electrónico que podemos encontrar en la actualidad.
Estos se pueden clasificar en función de diversas cuestiones. Por ejemplo, podemos
encontrar diferentes contratos dependiendo de la forma en la que se lleva a cabo el
acuerdo, de la emisión de las declaraciones de las partes, de quiénes son dichas partes,
de cómo se lleva a cabo el pago y de cuál es el objeto del contrato.

Clasificación por forma

1. Contrato electrónico directo:

La primera de estas clasificaciones viene dada por la forma en la que se ejecuta el


contrato. Se trata de la compra de productos que pueden ser encontrados, adquiridos,
pagados y entregados de manera totalmente online. Hablamos, por ejemplo, de la compra
en línea de bienes como la música, los videojuegos, el cine, la televisión en streaming o
los programas informáticos. Dichos bienes se pueden disfrutar de manera directa, e
inmediata, accediendo a la plataforma digital preferente.

2. Contrato electrónico indirecto:

En este tipo de contrato de comercio electrónico el producto no puede ser disfrutado


directamente en el momento de la compra. El producto o servicio es encontrado en la red
y la formalización del acuerdo se produce también online, incluso, en ocasiones, el pago
del mismo también tiene lugar de manera virtual. Sin embargo, para finalizar la
transacción es necesario el envío físico del producto o la prestación física del
servicio. Un ejemplo de este tipo de contratos es la adquisición de productos a través de
un comercio electrónico (libros, ropa, zapatos, discos de música o productos varios), la
contratación de servicios o, incluso, de viajes.
Clasificación por la emisión de las declaraciones

3. Contrato electrónico puro:

El tercer tipo de contrato se puede organizar dentro de la clasificación en función de cómo


están emitidas las declaraciones de las partes. En este contrato las manifestaciones de
voluntad de los firmantes se realizan de manera electrónica, íntegramente. Por ejemplo, la
aceptación de la política de privacidad o la contratación a través de una página web.

4. Contrato electrónico mixto:

En contraposición al contrato electrónico puro, y también dentro de la clasificación por


emisión de las declaraciones de las partes, se puede encontrar este tipo de acuerdo. El
contrato electrónico mixto requiere de métodos electrónicos, pero también de métodos
tradicionales para manifestar voluntades. Por ejemplo, la necesidad de enviar por correo
ordinario contratos o documentos firmados.

Clasificación por los sujetos

5. Contrato electrónico de consumo:

Se puede hablar de un contrato de consumo cuando al menos una de las partes es un


consumidor del producto o servicio. Por ejemplo, en la contratación de viajes.

6. Contrato electrónico mercantil:

Por el contrario, en el contrato mercantil todas las partes contratantes son empresas;
como cuando se contrata la iluminación para un espectáculo de un teatro.

Clasificación por la forma de pago

7. Contrato electrónico con pago electrónico:

Solo son válidos en contratos que impliquen una transacción económica, lógicamente. Se
trata de acuerdos que son abonados por métodos electrónicos, como una tarjeta de
crédito, transferencias entre bancos o dinero virtual.

8. Contrato electrónico con pago tradicional:

El pago se realiza de manera física mediante efectivo, contra reembolso o, también, con
cheque bancario.
Clasificación por el objeto del contrato

9. Contrato electrónico de entrega:

La última de las clasificaciones diferencia entre lo que se vende. Los contratos de entrega
son los referidos a un producto. Pueden ser inmediatos o diferidos, dependiendo de
cuándo se reciba dicho producto.

10. Contrato electrónico de prestación:

Los contratos de prestación hacen referencia a un servicio. No hay bienes referidos en el


contrato. También pueden ser instantáneos o diferidos.

El tipo de contrato electrónico depende de muchos factores. Sin embargo, lo que se debe
tener claro es que este siempre se realiza de manera electrónica y que no requiere la
presencia de las partes.

Contratos digitales: definición y características


Un contrato es una negociación y formalización de unas condiciones particulares entre
dos o más partes. Cuando hablamos de contratos digitales , este proceso tiene lugar a
través de un protocolo informático. Pero, ¿cómo funciona y qué problemas puede
acarrear?

En qué consisten los contratos digitales

Los contratos digitales o smart contracts son programas informáticos que se encargan, sin
intermediarios, de facilitar, de verificar y del cumplimiento de la negociación en sí. Todo
ello sin una cláusula contractual tal y como la conocemos.

La finalidad de los contratos digitales o inteligentes es que personas desconocidas


puedan hacer negocios entre sí. Pero sin la presencia del intermediario de confianza que
mencionábamos. Se utilizan en Internet con un software que permite automatizar la mayor
parte del proceso.

Hablamos de un script modular y autónomo que puede repetirse y que se ejecuta en


un blockchain dentro de una dirección específica. Al completarse el evento del contrato, la
transacción se envía a la dirección y se ejecutan los códigos o cláusulas con los datos
que se han enviado.

Gracias a este sistema, ambas partes pueden visualizar la misma información. De esta
manera, se soluciona el problema de la desconfianza, al no ser posible falsificar el
contenido de la transacción en este sistema. Cabe decir que aunque no existan
intermediarios, los contratos legales no sustituyen al sistema legal actual. Se trata de una
evolución del mismo para adaptarse a las nuevas tecnologías y la era digital.

Cómo formalizar los contratos digitales

Para que una relación entre dos o más partes pueda formalizarse, es posible utilizar el
contrato tradicional o también aquellos que son enviados por emails, que son los que aquí
nos conciernen. Así viene reflejado en el propio Código Civil, donde el artículo 1262
establece que una oferta es válida cuando es aceptada. También la Ley de Servicios de la
Sociedad de la Información (LSSI) valida los envíos por email y los contratos digitales por
correo electrónico.

En la actualidad, el medio más utilizado para la formalización de los contratos digitales es


la firma electrónica o digital. No obstante, aunque esta no es indispensable para que el
contrato sea válido, ofrece una mayor seguridad y protección.

El requisito para las firmas digitales es que venga avalada por un certificado digital que
emite una entidad autorizada. Esta es la encargada de generar la presunción de autoría y
la integridad. Un ejemplo de estas entidades es Signaturit, que se encarga del envío y la
firma de documentos a través de cualquier dispositivo electrónico, con validez legal y en
un entorno seguro.

El reto de los contratos digitales

Uno de los problemas que plantean los contratos digitales es el de la responsabilidad.


Cuando la relación contractual o los pagos se realizan sin entidades intermediarias, no
existe una figura legal a la que dirigirse. Es el caso de los servicios P2P o Peer to Peer,
en el que los usuarios negocian directamente entre ellos.

De cara al futuro, será necesario adoptar nuevas formas contractuales que permitan
solucionar los posibles problemas jurídicos que puedan surgir en los contratos
digitales. En definitiva, la normativa tendrá que adaptarse para poder tutelar las
relaciones jurídicas que se deriven.

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