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El estímulo de luz que viene del mundo exterior es recibido por el sistema visual en la retina
de nuestros ojos. En la retina existen minúsculas células visuales, llamadas
fotorreceptoras o receptoras de luz, especializadas en detectar las longitudes de onda
procedentes de nuestro entorno (15.000 por milímetro cuadrado).
Estas células, recogen las diferentes partes del espectro de luz solar y las transforman en
impulsos eléctricos, que son enviados al cerebro a través de los nervios ópticos, siendo
éstos los encargados de crear la sensación de color. En la retina humana, existen 2
categorías principales de células fotorreceptoras, encargadas de captar la luz, estas son:
los conos presentes en la retina central, aportan una visión detallada y son los
responsables de discernir una enorme gama de colores, aproximadamente 7 millones de
colores diferentes. La mayor parte de estos conos, entre 6 y 7 millones, se encuentran en la
mácula, dentro de esta área existe una zona llamada fóvea o fóvea centralis donde se
concentra la mayor parte de los conos y es la zona que nos provee la mayor nitidez. Según
la zona del espectro donde estas células son más eficientes, se las puede clasificar en
conos de onda corta (que corresponden al color azul, 430nm), media (que corresponden al
color azul, 530nm) y larga (que corresponden al color rojo, 560nm). Y los bastones
encontrados en la retina periférica, capaces de la visión en blanco y negro, detectan el
movimiento y de la vista nocturna, no aportan a la visión de los colores y cuya función está
más relacionada a la visión en condiciones de baja intensidad luminosa, tienen su mayor
eficiencia hacia los 510nm. Cuando la luz llega a la retina, se produce la excitación de las
células fotorreceptoras, las cuales convierten estos estímulos luminosos en impulsos
eléctricos que se transmiten al cerebro a través de la vía óptica. Así, el color que
percibimos, se debe a un proceso que involucra a los distintos fotorreceptores, la absorción
de luz visible de cada uno de ellos, la transmisión de la señal al cerebro y la interpretación
cerebral de estos estímulos.
EXPLORACIÓN EXTERNA
La exploración inicia desde que el paciente entra al consultorio en un ambiente con
adecuada iluminación. Mediante la inspección preliminar se pueden obtener datos sobre
actitud, expresión facial, visión útil, marcha, simetría facial, desarrollo cráneo-facial, posición
de la cabeza, alteraciones cutáneas, masas tumorales, características de los anexos
oculares (pestañas y cejas), párpados, órbitas, glándula lagrimal, posición ocular,
movimientos oculares y algunas alteraciones de superficie y segmento anterior como
conjuntiva, córnea, iris, pupila, esclera y epiesclera.
-Órbita
Es importante distinguir lesiones orbitarias de las periorbitarias e intraoculares. Asimismo,
es necesario observar integridad, simetría facial, motilidad ocular, distancia entre ambas
órbitas, distancia intercantal, distancia interpupilar, búsqueda intencionada de
desplazamiento ocular en relación a la órbita (proptosis, enoftalmos), palpación para
determinar la presencia de alguna masa, defecto óseo, crepitación o pulsación y
auscultación con estetoscopio para detectar lesiones vasculares. Para completar la
exploración de la órbita son de gran utilidad los estudios de gabinete (ultrasonido,
radiografía, tomografía axial computarizada y resonancia magnética).
Para esto se puede realizar la exoftalmometría, la cual es una medición de la posición del
globo ocular en relación a la órbita, permite detectar desplazamientos anteroposteriores del
ojo como exoftalmos (protrusión) o enoftalmos (hundimiento). Esto se realiza mediante un
exoftalmómetro de Hertel que mide la distancia a la que se encuentra la córnea en relación
con el reborde orbitario bitemporal. Lo normal es un valor de 17 a 21mm o una diferencia
entre ambos ojos menor de 2 mm.
-Cejas
Es recomendable analizar cabeza, cuerpo y cola de la ceja, además de observar integridad,
simetría, forma, posición, configuración, movilidad, implantación, coloración y presencia de
lesiones dérmicas.
-Párpados
Es necesario observar los siguientes aspectos: integridad, simetría, forma, coloración,
aspecto cutáneo, lesiones o masas y malformaciones. Debe además describirse posición,
su relación con respecto al globo ocular y al limbo esclerocorneal y realizar medidas para,
de forma objetiva, valorar la función.
Para la evaluación de los párpados debemos tener en cuenta:
1. La medición de la fisura palpebral en el cual se hace una medición de la longitud
horizontal del párpado (distancia de canto interno a externo) la cual varía entre 25 y
30 milímetros.
2. La posición normal del borde libre del párpado debe ser 1 a 2 mm por debajo del
limbo córneo-escleral superior y justo a nivel del limbo inferior. Por lo regular, el
canto externo es 1 a 2 mm más alto que el canto interno.
3. Margen palpebral: Debe ir en contacto con el globo ocular. A éste debe explorársele
4. la integridad de las lamelas anterior (piel a la línea gris) y posterior (línea gris a
conjuntiva tarsal), el contorno y posición del mismo; así como la unión mucocutánea,
los orificios de salida de las glándulas de meibomio y características de las
pestañas.
5. Función: es importante evaluar la función, para lo cual es necesario medir apertura
palpebral, altura del surco palpebral, función elevadora, distancia del reflejo pupila-
margen, músculos accesorios, prueba de tracción palpebral, cierre palpebral y
fenómeno de Bell.
DIBUJO: Mediciones palpebrales: a) fisura palpebral;
b) apertura palpebral;
c) reflejo pupila-margen inferior;
d) reflejo pupila-margen superior;
e) canto interno localizado 2 mm inferior al canto externo.
-Pestañas
Observar implantación, tamaño, número, sentido de crecimiento, orientación y color.
-Glándula lagrimal: Ocupa la zona temporal superior de la órbita y consta de dos porciones
de las cuales la única que puede visualizarse a la exploración es la porción palpebral de
aspecto lobulado y blanquecino. Debe evaluarse la posición, consistencia, coloración,
tamaño y presencia de tumoración.
-Puntos lagrimales
Los puntos lagrimales se encuentran en el tercio interno de ambos párpados y constituyen
el inicio de la vía lagrimal. Se requiere explorar características, permeabilidad y posición de
puntos lagrimales (superior e inferior) los cuales deben orientarse hacia la superficie ocular
y contactar entre ellos para una adecuada función de bombeo, de lo contrario aparecerá
lagrimeo. En caso de impermeabilidad ésta condicionaría epífora.
-Vía lagrimal
Es la vía principal de eliminación de la lágrima para determinar su buen estado deben
considerarse las siguientes pruebas:
1. Menisco lagrimal: Proporciona información de la cantidad de película lagrimal
mediante la medición del menisco que se forma sobre el borde del párpado inferior,
por lo regular debe ser de 1 mm. Su incremento indica hiperproducción de lágrima o
déficit en la eliminación de la misma y su decremento, una insuficiente producción.
2. Saco lagrimal: Inspección y palpación del saco lagrimal (localizado inferior al canto
medial a nivel de la fosa lagrimal) para descartar la presencia de material retenido
dentro del saco, de tumoraciones o hallazgos cutáneos indicativos de inflamación.
Debe realizarse expresión del saco en busca de retención de material mucoso o
mucopurulento, el reflujo de éste es indicativo de obstrucción baja de la vía lagrimal.
3. Prueba de aclaramiento de colorante (Jones): Mediante la aplicación de fluoresceína
en el fondo de saco, se tiñe la película lagrimal con lo que se buscan: a) observar la
desaparición del menisco lagrimal teñido con este colorante en un tiempo de 5 min y
b) la recuperación de este colorante a nivel del meato nasal inferior mediante la
colocación de un hisopo.
4. Irrigación de la vía lagrimal: Ésta evalúa la permeabilidad de la vía lagrimal en su
totalidad mediante la canalización de la vía lagrimal alta, instilando solución salina
por los conductos superior e inferior (figura 4-7). En caso de una adecuada
permeabilidad el paciente notará la presencia de esta solución en nasofaringe, de lo
contrario se observará reflujo de la misma.
-Película lagrimal
Se evalúan sus características, presencia de detritus, la calidad y cantidad de producción, lo
cual se realiza mediante:
1. Menisco lagrimal: proporciona información acerca de la cantidad, su decremento
indica una insuficiente producción de lágrima o bien, una eliminación deficiente.
2. Tiempo de ruptura de película lagrimal: mediante la aplicación de fluoresceína en el
fondo de saco se tiñe la lágrima que mediante un filtro azul cobalto la hace visible.
Debe medirse el tiempo que tarda en romperse (aparición de un defecto en la
película lagrimal) a partir del último parpadeo, para ello es necesario indicarle al
paciente que mantenga el párpado abierto. El valor normal de esta prueba debe ser
mayor a 10 segundos.
3. Schirmer: Esta prueba evalúa la cantidad de producción lagrimal mediante la
colocación de una tira de papel filtro en el fondo de saco inferior, la cual se
impregnará de lágrima; la cantidad producida estará indicada por la medición en
milímetros de la tira de papel. La prueba determina la producción basal y refleja de la
lágrima y tiene tres variantes: 1) sin instilación de gotas anestésicas, valorando así la
producción refleja; 2) con instilación de éstas demostrando la producción basal y; 3)
mediante estimulación nasal que evidencia la producción refleja. Resulta normal una
impregnación de 10 mm en 5 minutos para valorar la respuesta basal de 15 mm en 5
minutos para la refleja.