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Son las 7 de la mañana y me despierto para hacer el primero de los 2 viajes que tendría que

hacer a la ciudad. A la hora de entrar a trabajar y a la hora de salir. El resto del día no tendría
que hacer nada, pero me gusta esto de dar vueltas. Los únicos que se toman el colectivo para
andar por el pueblo son 2 hombres bien rubios que hablan medio raro y se sientan al fondo, el
peluquero dice que son espías y siempre me pregunta de qué hablan, pero yo soy medio sordo.
Mi trabajo ni es nada especial, hasta algo aburrido. No hay mucha gente en el pueblo entonces
lo único que hago es llevar y traer a las mismas 10 personas todos los días. No lo dejo porque es
lo que hacia mi padre y antes del mi abuelo.
Una vez hable con le intendente sobre dejar el colectivo, venderlo a alguien mas joven que
quiera hacer esto. Me respondió raro, lo vi un poco tenso, pero no me llamo demasiado la
atención. Pero desde ese día todas las mañanas viene a hablarme el comisario para
convencerme de no vender el colectivo.
El problema y por lo que escribo esto es para pedirles ayuda, la semana pasada me empezó a
fallar el motor, yo sé que tendría que haber llamado al intendente que siempre me lo lleva a
arreglar él. Pero esa tarde era la hora de salir de las oficinas entonces abrí para ver si podía
arreglarlo, y encontré una caja marón y cuando me fijé que había estaba lleno de plata y
remedios.
Ahí me calló la ficha las meriendas que me daba la farmacéutica y esos lugares raros para cargar
nafta, no eran una casualidad. Me fui directo a la comisaria donde encontré a su aprendiz, no es
muy querido en el pueblo viene de la ciudad y me parece un poco raro, pero a pesar de eso
buena gente. No estaba muy convencida de decirle entonces pregunté por el comisario me dijo
q no iba venir por unas horas asique decidí que me lo iba a llevar, no podía hacer otra cosa si
alguien llegaba a encontrar con esas cosas pasaría el resto de mi vida en prisión
Llegamos bastante rápido, nadie llegó a ver nada. Abrí y le mostré lo que había, se quedó duro y
no dijo nada por unos segundos. Después empezó a revisar los frascos, contó la plata y por
último me miró y, como yo ya dije no era el mas rápido, me pregunto si esas cosas eran mías.
Agarramos la caja y nos volvimos a la comisaría. Aunque no estábamos haciendo nada mal,
pero me sentía como un mafioso, y a pesar de no ser muy religioso, me sentí un poco mal de
andar con todas esas cosas y saludarlo.
Estábamos llegando a la puerta y vi en la otra cuadra a la dueña del hostel, no me sorprendería
que ella sea parte de esto, es imposible que viva de esas 3 piezas que tiene ¿Cuánta gente va a
visitar este pueblo y cuánto pueden pagar? Entramos vimos al comisario y le contamos todo.
Continuara…

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