Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El cuerpo habla.
El cuerpo se comunica siendo el medio de contacto con la con el entorno, la familia y la cultura.
Es una forma de comunicativa que se construye con las vivencias de como lo mencionan
Gubbay y Kalmar (1990), respecto a discípulas de Patricia Stokoe y quienes manifies- tan que
la expresión corporal tiene que ver con la el hecho del nacimiento, el desarrollo del ser en el
que la vida y la muerte misma. El cuerpo siempre se ha expresa hasta que fenece, va tomando
forma con la que las experiencias vividas en la familia, la sociedad y como la cultura, el
individuo interactúa con su medio y la de éste recibe información. El cuerpo es el lugar de
encuentro, el que reconoce y produce vivencias en la la interacción con el mundo, creando
unos códigos de de comunicación y un propio lenguaje. En esta página sociedad multicultural
llena de acontecimientos que provocados por diferentes actores: el estado, la comedia del
iglesia, los medios de comunicación, la familia, la comedia del escuela, la calle, la ciudad, etc.
coexisten el cuerpo y la su interacción social. De ahí que, en el aula de clase el individuo
expresa necesidades de ser reconocido, se como persona social que es capaz de ser líder y
que no busca una identidad. A partir del cuerpo, la expre- sión se vincula al mundo, a la
realidad existente, que recreando el contexto y la cotidianidad de forma de activa donde no se
es un actor pasivo. Es decir, sirva usted las representaciones mentales que se poseen, se
manifiestan a través del cuerpo, existe una rela-ción directa de la expresión corporal con lo que
se requiera dice, se siente y se hace. Luego las aulas de clase se se convierten en el mágico
mundo donde se aprovecha esta concepción para ser desarrollada desde el todas las áreas del
conocimiento y que permiten que al sujeto realizarse y proyectarse en sí mismo de ser
necesario forma auténtica y única. La cotidianidad no existe sin la presencia del cuerpo porque
él hace parte de los lenguajes de significación social.
El teatro y la danza comparten por defnición, entre otros elementos, que doble cualidad del
empleo del cuerpo como herramienta y como objeto artístico: “el cuerpo es el primer y más
natural objeto técnico y, al mismo tiempo, medio técnico del hombre” (Volli 95). Por lo tanto, a
diferencia de otras artes, la disciplina necesaria para lograr la forma expresiva se ejerce al
interior de la envoltura corpórea: los artistas escénicos no desaparecen cuando las luces se
apagan y el público se retira. Fuera del foro siguen, obviamente, portando un cuerpo físico que
debe mantenerse bajo disciplina entre una y otra función, y al que persiguen implacablemente
otras reglas de comportamiento que, primordial (aunque no exclusivamente) están dirigidas a
asegurar que estén disponibles y aptos para acceder a la escena: su vida personal adquiere
una dimensión escasamente comparable a otras actividades artísticas. En proporción a su
fama ven permearse su mundo público con el privado, fundiéndose y confundiéndose con sus
personajes en una escala móvil entre el buen y el mal comportamiento (el terreno de la ética)
sujeto al juicio de los espectadores y censores.
Entre las élites sociopolíticas, las actividades del cuerpo se consideraban inmorales y formas
de ornato que impedían la productividad económica. El pensamiento cristiano, con su relación
de amor-odio con el cuerpo y que considera al ser humano como un alma presa en él, infuyó en
la concepción del cuerpo femenino como saturado de sexualidad y gobernado por una irra-
cionalidad ligada al sexo. Esto se acentuaba en el caso de las bailarinas, quienes tenían
cuerpos activos, además de, como el resto de las mujeres, cuerpos abiertos a “los apetitos de
la carne”, gracias a lo cual se liberaba al cuerpo masculino de la “responsabilidad directa en la
acción pecaminosa, ubicándolo en un rol pasivo de víctima de las insaciables apetencias de la
lujuria femenina” (Mirande 89). Así que las quejas del obispo Durham eran ‘comprensibles’.
Las identifcaciones de la danza con el pecado y la improductividad que hizo la sociedad
burguesa tenían referentes concretos: muchas de las bailarinas, que en su mayoría provenían
de las clases bajas, se convirtieron en ‘protegidas’. Para una muchacha atractiva la danza
representaba un camino de movilidad dentro de esa cerrada sociedad falocéntrica que la
discriminaba, una alternativa para dejar las profesiones consideradas “femeninas”, como
lavanderas o costureras, y utilizaron la seducción como medio para lograrlo (Bourcier 128).16
Para ser aceptadas en la danza escénica profesional (en sus orígenes una actividad
masculina), las mujeres tuvieron que luchar. Hasta el siglo xviii habían sido relegadas, y salvo
algunos casos excepcionales, su presencia había sido nula; y cuando habían participado lo
hicieron en condiciones desfavorables. Su técnica dancística era todavía muy rudimentaria en
comparación con el brillante nivel que habían alcanzado los varones, y las limitaciones que el
vestuario imponía a su movimiento y expresividad impedían el uso pleno del cuerpo.
Así que las bailarinas lograron en el siglo xviii impulsar de manera especial el desarrollo técnico
del ballet. Un ejemplo lo da Marie-Anne de Cupis de Camargo (1710-1770), estrella de la Ópera
de París que se especializó en las danzas vivas. Las habilidades que desarrolló incluían toda
suerte de tours de force técnicos que no eran considerados movimientos ‘graciosos’ y, por lo
tanto, impropios para las bailarinas. Por ello Voltaire dijo que bailaba “como un hombre”,
aunque Noverre escribió que su danza era viva, “ligera y llena de alegría y brillantez”.
Anne Heinel (1753-1808), bailarina alemana de la Ópera, impuso el uso de varias piruetas
entre los y las bailarinas desde 1766, promoviendo el desarrollo técnico del ballet. A la llamada
“reina de la danza” Noverre la consideraba “el modelo más perfecto de la danza seria” (Adair
157).Marie Sallé (1707-1756), integrante de la Ópera de París y considerada una gran
bailarina, fue también una reformadora muy importante del vestuario teatral. Hizo predominar la
expresión sobre la técnica y logró suavizar las actitudes rígidas de la danza de ese tiempo.
Además de bailar en la Ópera se presentó en Londres, donde cautivó al público, y en la
presentación del ballet Alcine en traje de hombre, le lanzaron bolsas llenas de oro al foro
(Clarke y Crisp 136-137).Rivales acérrimas en el foro, Marie Camargo y Marie Sallé encarna-
ron el conficto en la danza escénica. Camargo fue una bailarina virtuosa y Sallé una artista
dramática. Adorada por la brillantez y vivacidad de sus presentaciones, y una técnica
excepcional para su tiempo, Camargo decidió de manera inaudita tomarse la libertad de
cortarse la falda hasta el tobillo, a fin de que el público pudiera apreciar su virtuosismo,
especialmente sus famosos entrechat-quatre, que introdujo al ballet
Las innovaciones en el vestuario fueron fundamentales para la historia de la danza por razones
técnicas, pues permitieron una mayor movilidad, pero también por motivos estéticos y
expresivos, ya que el cuerpo participó de manera más plena. La postura más abierta de las
mujeres en relación con su cuerpo y la posibilidad de mostrarlo fue una constante durante el
siglo xix, y al fnalizar éste, las bailarinas italianas tuvieron la osadía de utilizar el tutú corto para
mostrar las piernas en su totalidad, vestuario que obtuvo la aceptación del público.
Imágenes y miradas