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¿El cuerpo y los sentidos fuera de la cultura o, la muerte de los seres humanos?

The body and the senses beyond culture or the death of human beings?
En esta lectura, el autor propone un ejercicio reflexivo en torno al desconocimiento de la
cultura occidental, relacionado con las múltiples posibilidades del cuerpo, como contexto
complejo conformado por territorios.
La mayoría de aprendizajes que se adquieren a lo largo del desarrollo de la vida humana
(caminar, hablar, movilizarse con equilibrio, etc.), según autores, son de carácter implícito,
es decir, no se fundamentan a través de marcos teóricos ni conceptualizaciones, sino que,
surgen de procesos como la imitación y adaptación a situaciones cotidianas y al medio en el
que se desenvuelven las diferentes etapas de la vida.
Michelle Serres indicó que el ser humano contemporáneo es definido como un adicto (Ad:
abrazar o adherirse – dictüm: texto); es decir, los occidentales se caracterizan según dicho
autor por ser adictos a acudir y enaltecer a los textos y a las palabras, para construir y
representar la realidad que los constituye, lo que deja de lado otros medios de expresión
como la pintura, el movimiento articular y otras expresiones artísticas y, asimismo, a los
cinco sentidos (vista, tacto, olfato, gusto y piel), al no considerarse desde ese punto de vista
como, participantes sistémicos de la construcción de la percepción de la realidad.
El mismo autor refiere que, esta adicción del ser humano es muy grave, por cuanto favorece
el autodesconocimiento de su realidad, de sus sentidos y expresiones artísticas, lo que causa
su desaparición, lo que causa el descenso de los individuos al infiero, espacio en donde se
entra sin cuerpo y sin olor, evento que se supedita estrechamente con una cultura que olvida
el cuerpo y lo entierra en un campo de insensibilidad, permeada por un mundo sin gracia, al
distar de tener oportunidades de tener experiencias valiosas.
Siguiendo esta línea de argumentación, Serres en su obra Los cinco sentidos, propone una
renuncia al saber contemporáneo, por motivo de que este es uno de los principales agentes
que inciden en el desfiguramiento de los seres humanos y en la cimentación de sus
objetivos de vida, lo que puede afectar los procesos formativos de futuras generaciones,
ante la incapacidad de oír, ver, visitar, gustar, oler, percibir el mundo.
A raíz de la problemática que expuso el autor, se hace necesario resucitar a cada instante,
porque se pierde la memoria de los cuerpos y de los sentidos que lo constituyen, lo que
resulta en un mal vivir.
Apoyando estas ideas, Breton mencionó que un enfermo es una persona que ha perdido las
sendas, la armonía, el orden y la belleza, es decir, la paz interior, el equilibrio y su lugar en
el universo, lo que causa que se pierda el gusto por la vida y el mundo; gusto que proviene
de las interacciones sensoriales. Esto, a la luz de la realidad contemporánea, indica que la
percepción invalidada por la incapacidad de sentir y disfrutar experiencias a través de los
sentidos.
Diversos autores consideran que a pesar de que los seres humanos sean multi-sensoriales,
en la gran mayoría de escenarios se usan las palabras y el oído para comunicarse; es decir,
se ha reprimido la mayoría de sentidos a favor de la escucha. Sin embargo, aunque eso es
cierto, también se indica que la mayoría de la comunicación es no verbal, y esta acompaña
y dota de sentido a las palabras que se profesan, vislumbrando así la abstracción y
abandono del cuerpo y a las experiencias que se pueden tener a partir del mismo.
Por otra parte, se establece que, el conocimiento ha sido impartido desde un dogma
religioso: los Dioses hablan y los humanos lo escuchan: la educación hoy en día, ya sea que
se trate de educación científica experimental o científica social, no usa los canales
científicos de la experiencia, sino el único canal auditivo del dogma, lo que limita al
discurso científico y lo convierte en una creencia para los sujetos, desarticulándolos de su
contexto y desincorporándolos de su existencia, de su lugar en el mundo y de la
oportunidad de vivir en él.
Michelle Serres y André Breton expresan ideas conexas a cómo el cuerpo y cada uno de sus
sentidos básicos conforman la razón de ser y la naturaleza de los seres humanos y son
absolutamente imperativos, para generar un equilibrio entre lo que se siente y lo que se vive
en la cotidianidad: comodidad, placer, dolor, malestar, saciedad, tensión, descanso, ruido;
imagen corporal, como sentido interno propioceptivo que se autoescucha.
Respecto al sentido de la vista, mencionan que, abrir los ojos es nacer a la luz del mundo; la
mirada es atenta, inagotable, aparente, contemplativa y permite adquirir un grado de
sensibilidad que permea numerosas experiencias emocionales sobre la forma en la que se
entiende y ve el mundo; sobre el sentido de la escucha, se dice que este es el sentido en el
que se origina una proyección de poder de transformación de lo real, tras el anunciamiento
de palabras que tienen el poder de forjar relaciones, intenciones y conocimientos de los
sujetos; en cuanto al tacto, se considera que este está denigrado por los invasivos modelos
visuales y racionales de occidente, lo que materializa distancias, alejamientos y alteraciones
que influyen en la solidez y tangibilidad de las cosas, interviniendo así en el movimiento,
goce del mundo y de la vida misma, por lo que debe hacerse que los individuos toquen el
mundo y lo sientan con la tema de sus dedos.
Del olfato, se sabe que este sentido, además de ser negado por el hombre moderno, permite
establecer una relación con el mundo por la huella viva de emoción, evocación e
imaginación que posibilita la identificación de ambientes, dimensiones y tobos que brindan
información a los sujetos y, por tanto, conciencia de nuestra riqueza olfativa y de sus
posibilidades festivas, evolutivas y adaptativas, debe generar un cambio en las prácticas
educativas adictas al texto para proponer en ellas la educación de este sentido fundamental
para la supervivencia y para la felicidad humana.
Finalmente, el sentido del gusto, según lo que expresan los autores, es sumamente
importante porque saborear es incorporar al cuerpo parte del mundo, transformándonos, es
juzgar la calidad de la existencia, la sensualidad habitual, el tono de mi relación con el
mundo, el placer de vivir que puedo sentir, el gusto de vivir, de amar, de experimentar, es
construir la propia identidad.
Por todo lo que se mencionó, los autores consideran que hay que modificar las prácticas
educativas y hacerlas más sensibles a las necesidades actuales: brindar oportunidades de
saborear y entender el mundo, a través del renacer de los sentidos y de la adquisición de
conocimientos a partir de los mismos.

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