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Todos los judíos que vivan en la ciudad de Kiev y sus alrededores deben reportarse a las 8 de la
mañana del lunes 29 de septiembre de 1941 en la esquina de las calles Melnikovsky y Dokhturov,
cerca del cementerio. Deben llevar consigo sus documentos, dinero, valores, así como ropa
abrigada, ropa interior, etc. Todo judío que no cumpla con estas instrucciones y que sea encontrado
en otra parte será fusilado. Todo civil que entre a las propiedades evacuadas por los judíos o que
sea sorprendido robando, será fusilado.
Los judíos de Kiev creyeron que el edicto era una convocatoria para su evacuación y posterior
liberación, y la mayoría de ellos cumplieron las instrucciones de los nazis. Ese día, los miembros del
ejército alemán confiscaron todos los documentos y posesiones de los judíos de Kiev, los llevaron
por grupos a una barranca en el noroeste de la ciudad conocida como Babi Yar y los fusilaron,
convirtiendo esa cañada en una gigantesca fosa común. Sobre este hecho, uno de los más atroces
de una guerra atroz, el poeta ruso Evgeny Evtushenko, escribió un notable poema titulado,
precisamente, Babi Yar. En el año de 1962, Dmitri Shostakovich utilizó el poema de Evtushenko
como texto para el primer movimiento de su Sinfonía No. 13, Babi Yar, escrita para bajo solista, coro
de bajos y orquesta. Como complemento, el compositor adaptó otros cuatro poemas de Evtushenko
para dar forma a la sinfonía, incluyendo uno, Temores, escrito especialmente por el poeta para la
obra musical. Dada la bien documentada solidaridad de Shostakovich con el pueblo judío en general,
y con los judíos rusos en particular, es lógico que en sus memorias se encuentren varios comentarios
del compositor sobre su Sinfonía No. 13. Escuchemos a Shostakovich:
Antes que nada, uno juzga las acciones, no las palabras. Y respecto a las acciones, hay muchos
ejemplos tristes. No hablaré de otros compositores; que hablen por ellos mismos. Pero mi Sinfonía
No. 13 habla por sí misma. Tuvo un destino infeliz. Me es muy querida, y me duele recordar los feos
intentos de sacar la sinfonía de circulación. A Kruschev le importaba un bledo la música en este
caso; estaba enojado por el poema de Evtushenko. Pero algunos luchadores del frente musical se
pusieron vivos. “Vean, Shostakovich se ha mostrado indigno una vez más. Hay que castigarlo”. Y
comenzó una asquerosa campaña de difamación. Trataron de alejar a todos de mí y de Evtushenko.
Tuvimos tantos problemas con el bajo. Por desgracia, el solista en la Sinfonía No. 13 es un bajo. Uno
tras otros, se alejaron del proyecto. Estaban muy preocupados por su posición y su reputación. Se
comportaron vergonzosamente, muy vergonzosamente. Casi destruyeron el estreno, que ocurrió por
mero accidente.
El poema Babi Yar de Evtushenko, si bien se refería específicamente a la masacre de judíos en Kiev
en 1941, podía leerse por extensión como una potente crítica contra el antisemitismo que caracterizó
al mandato de Stalin en la Unión Soviética y, más aún, como una denuncia de la discriminación
cotidiana contra todo tipo de minorías. En este sentido, Evtushenko estaba reflejando puntualmente
lo ocurrido en Babi Yar, ya que después de masacrar a los judíos en la barranca, los nazis fusilaron
a los gitanos, a los enfermos mentales, a los prisioneros soviéticos y a numerosos civiles. La cuenta
final de esta orgía de sangre rebasó los 100,000 muertos, y hay historiadores que hablan de 150,000.
El poema de Evtushenko ya había sufrido los embates de la censura, y lo mismo ocurrió con la
Sinfonía No. 13 de Shostakovich, cuyo estreno fue pospuesto y bloqueado varias veces por las
autoridades soviéticas. Finalmente, la obra fue estrenada en Moscú el 18 de diciembre de 1962 bajo
la dirección de Kiril Kondrashin. Predeciblemente, la ocasión de este estreno se convirtió en un foro
para la expresión de diversos grados de hostilidad contra el gobierno soviético. Después de su
segunda ejecución, la sinfonía fue prohibida por los censores durante una década. Su primera
interpretación en Occidente ocurrió en 1970, en Filadelfia, bajo la batuta de Eugene Ormandy. La
Sinfonía No. 13, Babi Yar, de Dmitri Shostakovich, es sin duda la más importante, pero no la única
de sus obras en las que el compositor declara abiertamente su posición en contra del antisemitismo
que fue política oficial de la Unión Soviética.
BABI YAR
Yevgeny Yevtushenko
(Traducción de la versión en inglés: Juan Arturo Brennan)
“¡Ya vienen!”