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Hace algunos años apareció un libro que todos los músicos deberían leer. Es ante todo
el relato minucioso, documentado, exacto del lugar que ocuparon la música y los
músicos en el campo de concentración de Terezín, en Bohemia.
Se alcanzó el colmo del disinulo cuando, en el transcurso del verano de 1944, los nazis
utilizaron esas manifestaciones culturales para engañar a la comunidad internacional a propósito de
la suerte de los judíos en los campos de concentración. En tonces se rodó una película, El Führer
regala una ciudad a los judíos, y se organizó una visita de la Cruz Roja internacional. Se
torzó a los detenidosa que interpretaran música sobre un esccnario al airc libre montado al ser
vicio de la causa. En esa ocasión se represcntó una ópera para niños, “Brun dibar.' Brundibar
presenta a un músico callejero que, furioso porque los niños acuden a cantar en su
perímetro, les roba sus ganancias. Será perse guido por todo el barrio, los niños
incluidos. Las representaciones fueron interrumpidas en noviembre de 1944, al
ser deportados a Auschwitz la mayor parte de los músicos y los niños. ¿Eran
los nazis ladrones de música?
El juicio radical sostenido por Adorno, que parcce partir en dos la historia cultural de
Europa y acusar de ilegitimicdad su porvenir artistico, debe scr discutido e
interpretado a la luz de esta constatación: se hizo música -de la buena - ,se crearon obras
culturales en medio de la inmundicia.
Según los programas de conciertos ofrecidos en el curso de los cuatro años de Terezín,
Mozart fue el compositor más interpretado. Mozart en el campo de concentración?
da pequeña música nocturna» en el imperio silencioso de «Nochey niebla
» ? No se puede entender esta disonancia sin resolución posible más quea
condición de plantear con toda precisión cada uno de sus términos: la música,
el campo de concentración, el lugar de la una en el interior del otro.
Hacer
musica era el medio, para los músicos deportados, de ser algo diferente
gue numeros tatuados, cabezas rapadas, uniformes idénticos. Era recuperar
la humanidad de la que habían sido excluidos. Si no hubieran tocado
música, su destino no sólo se habría abreviado algunos días o semanas,
sino que su sentido se habría alterado, pues habría dado la razón a los que
les negaban un rostro humano. El arte sobrevivió en los lugares de exter minio,
y ayudó a sobrevivir a los artistas y a aquellos a los que se dirigía.