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TEMA 4

I. Intervención judicial en la ejecución de las penas privativas de libertad: el juez


de vigilancia penitenciaria.

La ejecución de la pena es una actividad administrativa porque la estructura,


características y medios del poder judicial no le permiten asumir esta función sin
desnaturalizarse. Ello no quiere decir que la ejecución penitenciaria se abandone a la
discrecionalidad del ejecutivo, porque la “derelictio” o abandono de estas funciones por el
poder judicial seria institucional según el apartado 3º del art. 117 CE, que reserva a los
jueces y tribunales la tarea de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.

El juez de vigilancia penitenciaria es el encargado o garante de la ejecución


penitenciaria, o el árbitro de la relación jurídica penitenciaria, la peculiaridad de la
ejecución penitenciaria exigía un orden especi co ya que las funciones de la autoridad
judicial en la ejecución de la pena no se correspondían con la estructura y funciones de
los órganos jurisdiccionales comunes.

Las funciones de los jueces de vigilancia penitenciaria se encuentran en el art. 94


apartado 1º de la LOPJ y los art. 76 y 77 de la LOGP. Entre ellas podemos destacar:

1. Hacer cumplir la pena impuesta.

2. La salvaguarda de los derechos de los internos.

3. La facultad de proponer a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias elevada


al grado de Secretaria General por el RD 1181/2008 de 11 de julio, cuestiones
diferentes al régimen, tratamiento y organización del servicio penitenciario

Todo esto conlleva la competencia sobre ejecuciones de resolución de sentencias,


propuestas de libertad condicional, recursos sobre sanciones disciplinarias, vistas de
establecimientos y otros contenidos en el párrafo 2º del art. 76 de la LOGP (ley orgánica
general penitenciaria).

El CP de 1995 atribuye nuevas competencias al juez de vigilancia penitenciaria.

- En materia de vigilancia de ejecución de las medidas de seguridad impuestas a


inimputables y semiimputables conforme a los art. 101 y 104.

- Revocar el llamado cumplimiento íntegro de las penas según el art. 78.


La reforma del 2003.

- En primer lugar, atribuye al juez de vigilancia penitenciaria el control de los trabajos en


bene cio de la comunidad.

- En segundo lugar, la LO 15/2003 también le atribuye el abandono de la prisión


preventiva sufrida en otras causas por el penado (apartado 2º del art. 58 del CP)
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- En tercer lugar, también corresponde al juez de vigilancia penitenciaria según la reforma
del 25 de noviembre de 2003, suspender la ejecución de la pena cuando después de la
sentencia se aprecie un trastorno mental grave, así como acordar las medidas de
seguridad (apartado 1º del art. 60 CP)

- Y nalmente, la reforma del 22 de junio de 2010 en la ejecución de la libertad vigilada


posterior a la prision, obliga al juez de vigilancia penitenciaria a elevar una propuesta al
menos anual de mantenimiento, cese, sustitución o suspensión de la medida de libertad
vigilada.

II. Crisis de la pena de prisión.

HENTING señalaba a mediados de los años 50 que la pena de prisión está en crisis
desde hace 150 años. La privación de libertad conlleva la creación de un mundo separado
de la sociedad que se rige por sus propias normas y que origina un sistema de valores
diferente y relativamente autónomo denominado “subcultura carcelaria”.

Por ello ROXIN ha subrayado la paradoja que supone educar para la libertad en situación
de privación de libertad y se han puesto de mani esto los efectos negativos de la
PRiSIONIZACION o interiorización de dichas normas, las psicosis carcelarias y las
consecuencias desocializadoras para los condenados que suponen el efecto contrario al
que se prentendía conseguir.

Hoy se habla de un universal fracaso histórico de la pena privativa de libertad como tal, e
incluso se ha llegado a ver en la prisión una imagen de la sociedad desde el momento en
que la comunidad entera es una gran cárcel (FOUCAULT)

A pesar de su crisis permanente las penas privativas de libertad continúan situándose en


la actualidad en el centro de los sistemas penales de todos los estados; por ello la
posición más realista del momento es la que aspira a que la prisión no produzca la
desocialización del condenado que evita un nuevo delito, pero sin entender supuestos
efectos benefactores.

Pero sobre todo lo que se discute hoy es cuál debe ser la extension mas adecuada de la
pena de prisión.

Así, respecto a las penas largas de privación de libertad se dice:

a. Que resultan inhumanas.

b. Que hacen estériles las supuestas funciones de la pena.

c. Que desocializan al recluso impidiéndole reinsertarse.

d. Que plantean problemas en relación con los derechos de los reclusos y en especial
con la dignidad humana y el libre desarrollo de su personalidad.

A este respecto JESCHECK a rma que todo el encierro superior a 15 años destruye la
personalidad y es por eso inhumano. En de nitiva, la legislación penal española posibilita
la ejecución de penas inhumanas prohibidas por el artículo 15 CE.
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En cuanto a las penas cortas de privación de libertad, considerando como tales las
inferiores a seis meses, según JESCHEK y nuestro código penal hasta octubre de 2004,
criterio que abandona la reforma de 25 de noviembre de 2003 para pasar a los tres
meses; se propone su supresión por qué:

1. Son costosas en su ejecución.

2. No permiten un e caz tratamiento reformador.

3. Constituyen un factor criminógeno.

4. Separan al delincuente de su entorno social.

5. Carecen de efecto preventivo general por su escasa gravedad.

Finalmente, la consideración de la pena como última ratio la defensa del orden social
fundamenta la supresión de las penas cortas de prisión- formas sustitutivas de la
ejecución de las penas privativas de libertad-

III. Substitutivos penales

A. Suspensión

La suspensión (Arts . 80 a 87 del CP) constituye una facultad judicial que solo afecta a las
penas privativas de libertad: prisión, localización permanente y responsabilidad personal
subsidiaria. Respecto a los requisitos necesarios para dejar en suspenso la ejecución de
estas penas, estos son cuatro:

- el criterio básico está representado por la delincuencia primaria, en congruencia con el


fundamento de la suspensión, que se basa en la falta de peligro de unos infractores a
los que se intenta alejar de las consecuencias negativas de la presión. Para estos
efectos, dentro del concepto de delincuentes primarios se incluyen las personas que
cometieron faltas, las condenadas por delitos imprudentes y las que tuvieron, o
deberían tener cancelados sus antecedentes penales. A pesar de que la presunción de
inocencia exige que únicamente se entiende cometido el delito tras sentencia
condenatoria rme, la reforma del 25 de septiembre de 2003 tienen cuenta procesos en
curso para excluir la suspensión.

- En segundo término se requiere, después de la reforma de 2003, "que la pena o penas


impuestas, o la suma de las impuestas, no sea superior a dos años, sin incluir el del
cómputo la derivada del no pago de la multa”, redacción con la que legislador acierta al
asumir la exigencia de que las penas se impongan en la misma sentencia, aunque
sobra parte del redundante inciso nal y falta entre " la " y " derivadas " una referencia a
la responsabilidad personal subsidiaria a la privación de libertad.

- El tercer requisito es la satisfacción de la responsabilidad civil derivada del delito. Pero


dado que, según la STC 14/1988, la suspensión no se puede condicionar al pago de la
responsabilidad civil en el caso de que el penado sea insolvente. El artículo 81.3 prevé
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la excepción de que se declare judicialmente la insolvencia parcial o total del penado,
una vez oídas las víctimas y el ministerio scal.

- Finalmente, en los delitos perseguibles a petición de parte se exige una audiencia


previa del ofendido o de su representante legal

Es lo que se re ere al plazo de suspensión, el Art . 80.2 dispone dos periodos de tres
meses a un año para las penas leves y de dos a cinco años para el resto. La suspensión
estará condicionada a que el reo no delinca en el plazo jado y si la pena suspendida
fuese de prisión el juez podría añadir alguna de las condiciones adicionales contenidas en
el Art . 83, excepto en los casos de violencia sexista, en los que la suspensión siempre se
condicionará a las prohibiciones de acudir a determinados lugares y de aproximarse a la
víctima, así como la participación en programas de diverso género, que entrañan un
automatismo despreciable contrario a la exibilidad de la suspensión, alejamientos
obligatorios de dudosa constitucionalidad por su paternalismo, que puede ofender la
dignidad de la víctima, y programas imperativos que atentan contra la proporcionalidad Y
el fundamento preventivo-especial de la suspensión.

Por otro lado, se revocará la suspensión si el reo delinque en el periodo de prueba, pero
el incumplimiento de las reglas de conducta, salvo que sea reiterado, no lleva
necesariamente a la revocación, pues el juez las podrá sustituir por otras más adecuadas
o prorrogar el plazo de suspensión hasta un máximo de cinco años. Sorprendentemente,
las LO 15/2003 y LO 1/2004 obliga a revocar la suspensión de la prisión en los casos de
violencia sexista ante el incumplimiento de las prohibiciones de acudir a determinados
lugares, acercarse a la víctima o comunicarse con ella y de la participación en programas,
régimen excepcional que incorpora una asimetría en el sistema de revocación y que
elimina la prudencia judicial.

Por último, la revocación de la suspensión entraña la ejecución de la pena, pero se


remitirá la pena una vez superado el plazo de prueba sin incurrir en causas de revocación
(Art . 85).

También existen dos supuestos especiales de suspensión. El primero se re ere a los


penados que sufren enfermedades muy graves con padecimientos incurables y que no
tengan otra pena suspendida por el mismo motivo, para los que el artículo 80.4 permite "
la suspensión de cualquier pena impuesta sin sujeción a requisito alguno ", redacción qué
alude a cualquier que sea su duración y solo excluye los requisitos generales para el la
concesión del Art . 81, pero no a las condiciones de mantenimiento del Art . 83. El
segundo supuesto está constituido por los casos relacionados con la dependencia de
drogas, en los que se exige que haya delincuencia funcional (generada por la necesidad
de seguir consumiendo droga), que la pena no supere los cinco años (duración ampliada
por la LO 15/2003) y que el penado se encuentra deshabituado o sometido a tratamiento.
Si el carácter de habitual ya no impide la suspensión, desde la LO 15/2003, menos aún la
simple reincidencia, muy frecuente de los drogadictos, para los que el plazo de
suspensión se ja entre tres y cinco años. La condición genérica de mantenimiento será
que no delinca en ese periodo y si los condenados estuviesen sometidos a tratamiento se
requeriría demás que no lo abandonen hasta su nalización.
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B. Substitución

El Art . 88.1 del CP concede la facultad judicial de subsistir hasta un año en prisión por multa o
trabajos en bene cio la comunidad, atendiendo a las circunstancias del reo, al hecho, a la
conducta y a la reparación del daño. Excepcionalmente, también se podrá sustituir penas de
prisión que no exceda en los dos años cuando, teniendo en cuenta las circunstancias del hecho y
del culpable, se estime que el cumplimiento de Tales penas va a impedir la prevención y la
reinserción social de este. Por otro lado, los reos habituales no tendrán acceso a este bene cio
pero si los reincidentes. Respecto a los módulos de conversión, cada día de prisión se sustituirá
por dos cuotas de multa o una jornada de trabajo. Además, es posible imponer las reglas de
conducta del Art . 83 mientras dure la sustitución. La LO5/2010 del 22 de junio, también permite
sustituir la prisión que no exceda de los seis meses por localización permanente, a razón de un
día de prisión por otro de localización.

En noviembre de 2003 y en diciembre de 2004 se dispuso para los delitos de violencia sexista la
sustitución de la prisión únicamente por trabajos en bene cio la comunidad, siempre
complementados con programas de reeducación y tratamiento psicológico, prohibiciones de acudir
a determinados lugares, de aproximarse a la víctima y comunicarse con ella. Lo cual constituye
una desproporcionada ampliación de restricciones que obliga a imponer un incomprensible
tratamiento psicológico, incluso a quien de hecho ocasional empuje a su pareja o la amenace
levemente y que contradice el fundamento de la sustitución, pues las prohibiciones obligatorias de
acercamiento se justi can en la protección de la víctima ante un condenado peligroso, pero
entonces resultaría improcedente esta institución, aunque la sustitución de prisión por trabajos
parece, en principio, adecuada para ahorrar un alto coste social de mantener en la cárcel sujetos
que pueden prestar un servicio a la comunidad y a los cuales se aleja de los riesgos de la prisión,
sobre todo, por evitar una multa que también repercute sobre la víctima en los frecuentes
supuestos en que ésta depende económicamente del agresor, a pesar de que la rigidez del
sistema desconozca que existe violencia machista contra mujeres con independencia patrimonial,
casos en los que desaparecería el mencionado inconveniente de la sanción monetaria. La LO
5/2010 añade la posibilidad de sustituir la prisión en la violencia sexista por " localización
permanente en un lugar distinto y separada del domicilio de la víctima “.

En lo que se re ere al quebrantamiento de la pena sustitutiva, provoca el regreso al cumplimiento


de la pena principal, pero descontando el tiempo satisfecho según las reglas de conversión,
aunque el Art . 88.2, reformado en el 2003, olvidó las jornadas de trabajo prestadas, que también
deben computarse, y la LO5/2010 tampoco se acordó de los días de localización cumplidos, que
igualmente serán tenidos en cuenta.

Concluye el Art . 88 con un apartado que prohíbe la sustitución de penas sustitutivas, que fue
cambiando de numeración (de 88.4 88.3) por la LO 15/2003, pero carente ahora de sentido, pues
esa misma reforma eliminó el arresto de n de semana, única pena que funcionaba como sanción
principal y sustitutiva.

Por lo que respecta a los supuestos especiales de sustitución en caso de extranjeros, el Art . 89.1,
después de la LO 11/2003, obliga al juez a sustituir penas privativas de libertad inferiores a seis
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años impuestos son extranjeros sin residencia legal en España por su expulsión de nuestro
territorio, salvo que, tras audiencia con el ministerio scal, el juez, de forma excepcional y
motivada, entienda que el delito justi ca el cumplimiento de la pena en un centro penitenciario
español. También se expulsa a los extranjeros condenados a prisión igual o superior a seis años
cuando cumplan las tres cuartas partes de la pena, lo que constituye un trato discriminatorio,
puesto que en tal situación la forma de proceder debería ser la libertad condicional.

La reforma del 22 de julio de 2010 amplía esta posibilidad, que también se daba en el acceso al
tercer grado, a la prisión inferior a seis años, aunque la sustitución de esta por expulsión recupere
la audiencia del penado, incorpora otra de las partes comparecientes y transforma en excepción la
regla de expulsión.
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