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EL SISTEMA AMERICANO

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN............................................................................................................

EL SISTEMA AMERICANO..............................................................................................

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS...........................................................................................

2. LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS................................................


2.1. Los Derechos Tutelados Por La Convención..............................................................................
2.2. Obligación de Respetar los Derechos........................................................................................
2.2.1. El respeto de los derechos...................................................................................................
2.2.2. La garantía de los derechos.................................................................................................
2.2.3. La obligación del Estado de asegurar el pleno goce y ejercicio de los derechos................
2.2.4. El deber de proteger a las personas frente amenazas de agentes privados o públicos
en el goce de sus derechos..............................................................................................................................
2.2.5. Adoptar medidas de prevención general frente a casos de violaciones graves de
derechos 16

3. PROTOCOLO DE SAN SALVADOR...................................................................................


3.1. ¿Qué es el protocolo de san salvador?......................................................................................
3.2. ¿Cuál ha sido el desarrollo del procedimiento de seguimiento al Protocolo?..........................
3.3. ¿Por qué un sistema de indicadores de progreso?...................................................................
3.4. ¿Cuáles son los últimos acontecimientos con respecto al desarrollo de los indicadores?.......
3.5. ¿Por qué es necesario tomar medidas en este momento?.......................................................
3.6. Determinar una estrategia hacia su Gobierno..........................................................................
3.7. Razones de su Gobierno para aprobar los indicadores.............................................................

4. LAS OBLIGACIONES DE RESPETO Y GARANTÍA EN LOS SISTEMAS DE PROTECCIÓN DE


DERECHOS HUMANOS: SIMILITUDES Y DIFERENCIAS........................................................................
4.1. El Sistema Universal vis-à-vis el SIDH........................................................................................
4.2. El Sistema Europeo vis-à-vis el SIDH..........................................................................................
4.3. El Sistema Africano vis-à-vis el SIDH..........................................................................................

CONCLUSIONES..........................................................................................................
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BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................

INTRODUCCIÓN

Acompañando la evolución del derecho surgido al final de la 2ª. Guerra Mundial, con

expresión general en la Declaración de San Francisco - 1945 – América Latina comenzó ya en

1945 un proceso similar; que culminó en 1948 en Bogotá, en la Declaración de Derechos y

Deberes de las Estados, así como disposiciones complementarias de la Carta Fundamental de

la O.E.A.

La declaración inicial implicó la decisión de no crear un mecanismo internacional para

la protección de los Derechos.

En 1959 en Santiago de Chile se decidió establecer una Comisión Interamericana

cuyos miembros eran elegidos por el Consejo de la OEA, para velar por el respeto de los

Derechos Humanos (DD.HH.) y servir como asesor sobre ello a la O.E.A.

Ella procedió así en 10 años a la Convención Americana sobre DD.HH. (San José

Costa Rica 1969), que entró en vigor en 1978, en la que se creó asimismo la Corte

Interamericana.

El sistema americano de derechos humanos, están conformados por distintas

relaciones como la Comisión Interamericana de DD.HH, La Corte Interamericana de

Derechos Humanos, como tambien el mismo convención americana de derechos humanos, es

en el cual nos dan a conocer los derechos protegidos del hombre para su desarrollo de cada

estado dentro de su territorio con la relación de sus constituciones.

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EL SISTEMA AMERICANO

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

El Partido Liberal y un número de líderes políticos incluyendo a Henry Clay, John C.

Calhoun y John Quincy Adams propusieron un plan para fortalecer y unificar la nación que

incluía aranceles elevados, mantener los precios de la tierra pública elevados para generar

ingresos, creación de un banco nacional y el desarrollo de obras públicas. Clay utilizó por

primera vez el término Sistema americano en 1824 aunque había estado trabajando en sus

detalles muchos años antes.

Tanto el Sur como el Oeste de EE.UU. se oponían porque estas regiones exportaban

productos agrícolas y no querían pagar más caros los productos manufacturados que

necesitaban.

El Congreso aprobó algunas medidas de este plan. El Segundo Banco de los Estados

Unidos fue reconstituido en 1816 por 20 años y los aranceles elevados se mantuvieron desde

los días de Hamilton hasta 1832. Sin embargo, el sistema nacional de obras públicas nunca

fue financiado adecuadamente, debido en parte, a envidias entre facciones y disputas

constitucionales sobre esos gastos

El Sistema Interamericano para la Protección de los Derechos Humanos se caracteriza

por su doble estructura institucional, una que deriva de la Carta de la Organización de los

Estados Americanos y la otra, de la entrada en vigor de la Convención sobre Derechos

Humanos.

El Sistema americano tiene su origen en el Congreso de Panamá de 1826 en donde

Simón Bolívar solicitó el estudio de la posibilidad de una confederación de Estados

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Latinoamericanos. El Congreso de Panamá fue el precursor de una serie de reuniones

regionales para consolidar la defensa recíproca y otras formas de cooperación.

De manera que la codificación del Derecho Interamericano lo podemos ubicar a partir

del Congreso de Panamá en 1826 y los futuros congresos de los años 1847, 1861, 1867 y 1873

que influyen con sus principios en el desarrollo del derecho interamericano. Con el desarrollo

periódico de las Conferencias a partir de 1889 y hasta 1954 se consolidan algunos de los

ideales de Simón Bolívar sobre unidad y cooperación en América, fortaleciendo el desarrollo

del derecho interamericano.

Sobre la búsqueda de criterios de neutralidad, seguridad y solidaridad, se van

construyendo a través de las reuniones de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores los

antecedentes de la Organización de Estados Americanos (OEA), llevadas a cabo en Panamá

1939, Habana 1940 y Río de Janeiro 1942. Por encargo de la Resolución IX de la Conferencia

Interamericana para los Problemas de la Guerra y de la Paz, se pide la redacción de un

anteproyecto de Pacto Constitutivo destinado a mejorar y fortalecer el sistema interamericano

y fijando la fecha de mayo de 1945 para su redacción final y junto a otros documentos

símbolo de base para la redacción de la Carta de la Organización de los Estados Americanos,

el Tratado Americano de Soluciones Pacificas, la Carta Institucional Americana de Garantías

Sociales, y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, quedando luego

de varias reformas, constituida la OEA por una Asamblea General, la Reunión de Consulta de

Ministros de Relaciones Exteriores, los Consejos, el Comité Jurídico Interamericano, la

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Secretaría General, las Conferencias

Especializadas y los Organismos Especializados.

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El sistema americano de derechos humanos tiene como norma originaria la

Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre adoptada el 30 de abril de 1948,

en donde se establece una serie de derechos (civiles y políticos, económicos, sociales y

culturales) en los Artículos 1° a 27 y de los Artículos 29 a 38, que establece una lista de

Deberes del Hombre, complementándose esta Declaración con la Carta Internacional

Americana de Garantías Sociales, adoptada en Bogotá en 1948.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José, es un

Tratado Internacional para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades

Fundamentales, adoptada en el año 1950 y que entró en vigencia en el año 1953, considerada

pieza fundamental del sistema regional de derechos humanos a la que se han adherido 25

Estados. Así en el continente americano coexisten dos sistemas diferentes de promoción y

protección de Derechos Humanos: uno para los Estados que son parte de la Convención

Americana y otro para aquellos que no lo son, y es la Comisión Interamericana la que actúa

en ambos sistemas, conformando la última pieza del sistema americano de protección de los

derechos humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuya existencia está

prevista por la Convención de San José. (Marif Jean B., 1994).

En su estructura, tiene un preambulo y tres partes, y éstas, a su vez, se subdividen en

11 capítulos con un total de 82 artículos. La primera parte de la Convención es porción

sustantiva, la segunda es función procesal, denominada medios de Protección, que establece la

organización, funciones, jurisdicción y procedimientos de los dos órganos de promoción y

protección de los derechos humanos establecidos por la Convención: la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En el

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Sistema Interamericano estas dos fuentes: la Carta y la Convención establecen obligaciones

yuxtapuestas estableciéndose así una especial diferencia con el Sistema Europeo.

De esta manera, el propósito de la Conferencia Interamericana especializada sobre

Derechos Humanos celebrada en San José, Costa Rica, del 7 al 22 de noviembre de 1969, fue

el de considerar y resolver acerca de una Convención Interamericana sobre la observancia y

protección de los derechos humanos entre los Estados miembros de la Organización, OEA,

con 32 Estados miembros, de los cuales 17 se han convertido en Estados parte de la

Convención.

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2. LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Los Estados Americanos signatarios de la presente Convención, Reafirmando su

propósito de consolidar en este Continente, dentro del cuadro de las instituciones

democráticas, un régimen de libertad personal y de justicia social, fundado en el respeto de los

derechos esenciales del hombre.

 Reconociendo que los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser

nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos de la persona

humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza convencional

coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados americanos.

 Considerando que estos principios han sido consagrados en la Carta de la

Organización de los Estados Americanos, en la Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombre y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han sido

reafirmados y desarrollados en otros instrumentos internacionales, tanto de ámbito universal

como regional.

 Reiterando que, con arreglo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos,

sólo puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento del temor y de la miseria, si se

crean condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y

culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos, y

 Considerando que la Tercera Conferencia Interamericana Extraordinaria (Buenos

Aires, 1967) aprobó la incorporación a la propia Carta de la Organización de normas más

amplias sobre derechos económicos, sociales y educacionales y resolvió que una convención

interamericana sobre derechos humanos determinara la estructura, competencia y

procedimiento de los órganos encargados de esa materia

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2.1. Los Derechos Tutelados Por La Convención

El estudio de la Convención Americana de Derechos Humanos nos ubica en el campo

de protección de los derechos humanos.

La Convención establece en su artículo 1 una obligación de los Estados de «respetar

los derechos y libertades reconocidos en ella» y de «garantizar su libre y pleno ejercicio a toda

persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivo de raza, color;

sexo, idioma, religión, opciones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,

posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social». Esta obligación general se

refiere, en realidad, sólo a los derechos civiles y Políticos, y no a los económicos, sociales y

culturales. (Convención, Art. 26).

Asimismo el Art. 2 establece: Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados

en el articulo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter,

los Estados partes se comprometen a adoptar; con arreglo a sus procedimientos

constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro

carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.

El Art. 2 de la Convención es interpretado en el sentido de que recoge una «regla

básica del Derecho internacional, según el cual todo Estado parte en un tratado tiene el deber

jurídico de adoptar las medidas necesarias para cumplir con sus obligaciones conforme al

tratado».

El juez Gros Espiell, por su parte, expresó que la obligación del Art. 2 es «una

obligación adicional que se suma a la impuesta por el Art. 1 de la Convención»; la obligación

complementa, pero de ninguna manera sustituye, la obligación general y no condicionada del

Art. 1.

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La Convención tutela los siguientes derechos civiles y políticos: la personalidad

jurídica (Art. 3); derecho a la vida (Art. 4); derecho a la integridad personal (Art. 5);

prohibición de la esclavitud y servidumbre (Art. 6); derecho a la libertad personal (Art. 7);

garantías judiciales (Art. 8); principio de legalidad y retroactividad (Art. 9); derecho a

indemnización (Art. 10), Protección de la honra y de la dignidad (Art. 11); libertad de

conciencia y de religión (Art. 12); libertad de pensamiento y de expresión (Art. 13); derecho

de rectificación o respuesta (Art. 14); derecho de reunión (Art. 15); libertad de asociación

(Art. 16); protección a la familia (Art. 17); derecho al nombre (Art. 18); derecho del niño

(Art. 19); derecho a la nacionalidad (Art., 20); derecho a la propiedad privada (Art. 21);

derecho de circulación y de residencia (Art. 22); derechos políticos (Art. 23); igualdad ante la

ley (Art. 24); y protección judicial (Art. 25).

Su restricción regulada

La Convención Americana, al igual que otros tratados de la misma naturaleza, permite

a los Estados a restringir los derechos al regularlos, pero les señala el marco dentro del cual

pueden ejercer esta facultad.

El artículo 30 de la Convención señala:

«Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta Convención, al goce y ejercicio de

los derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser aplicadas sino conforme a

las leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido

establecidas».

La Corte Interamericana ha interpretado «el interés general» como «el bien común», el

que seria un «elemento integrante del orden público del Estado democrático». El fin principal

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de este último sería «la protección de los derechos esenciales del hombre y la creación de

circunstancias que le permitan progresar espiritual y materialmente y alcanzar la felicidad».

La restricción temporal de derechos

La Convención permite a los Estados partes restringir temporalmente algunos

derechos humanos bajo circunstancias especificas. Esta disposición fue y aun es una

disposición clave para muchos Estados latinoamericanos.

El Art. 27 de la Convención dispone:

1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la

independencia o seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la

medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspenden las

obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean

incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no

entrañen discriminación alguna fundada en motivos de raza, color; sexo, idioma, religión u

origen social.

2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados

en los siguientes artículos: 3 (Derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica); 4

(Derecho a la Vida); 5 Derecho a la integridad personal); 6 (Prohibición de la esclavitud y

servidumbre); 9 (Principio de legalidad y retroactividad); 12 (Libertad de conciencia y de

religión); 17 (Protección de la familia); 18 (Derecho al nombre); 19 (Derechos del niño); 20

(Derecho a la nacionalidad) y 23 (Derechos políticos), ni de las garantías judiciales

indispensables para la protección de tales derechos.

La Corte Interamericana fue requerida por la Comisión para que diera su opinión

respecto de si el recurso de habeas corpus, consagrado por los Art. 7.6 y 25.1 de la

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Convención podía ser suspendido durante un estado de emergencia. Y allí la Corte expresó en

primer lugar que por «las garantías judiciales indispensables» para la protección de los

derechos no susceptibles de suspensión, debe entenderse «aquellos procedimientos judiciales

que ordinariamente son idóneos para garantizar la plenitud del ejercicio de los derechos y

libertades a que se refiere (el Art. 27) y cuya supresión o limitación pondría en peligro esa

plenitud» (el habeas corpus bajo suspensión de garantías). La Corte, subraya también, que el

carácter judicial de tales medios «implica la intervención de un órgano judicial independiente

e imparcial, apto para determinar la legalidad de las actuaciones que se cumplan dentro del

estado de excepción». Con respecto al habeas corpus mismo, la Corte manifestó que es

esencial la función que cumple el habeas corpus como medio para controlar el respeto a la

vida e integridad de la persona, para impedir su desaparición o la indeterminación de su lugar

de detención, así como para protegerla contra la tortura u otros tratos o penas crueles,

inhumanos o degradantes.

Una conclusión importante de la Corte fue la de ligar de manera inseparable el

concepto de Estado de derecho, el principio de legalidad y las instituciones democráticas,

expresando que ni aun en un estado de emergencia ellos pueden ser suspendidos.

La Corte expresa que el Art. 8 de la convención consagra el llamado «debido proceso

legal», que «abarca las condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de

aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial». Este «debido

proceso legal» debe entenderse como aplicable, en lo esencial, a todas las garantías judiciales,

aun durante un estado de emergencia.

La Corte recuerda que, además de las garantías mencionadas, existen otras que se

desprenden del Art. 29, que son las derivadas de la forma democrática de gobierno. Estas

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garantías no implican solamente, una determinada organización política contra la cual es

ilegítimo atender sino la necesidad de que ella esté amparada por las garantías judiciales que

resulten indispensables, de manera que se preserve el Estado de derecho.

La Corte concluye declarando, por unanimidad, que la expresión «garantías judiciales

indispensables» del Art. 27.2 incluye:

El habeas corpus, el amparo o cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o

tribunales competentes, destinado a garantizar los derechos que no son susceptibles de

suspensión en situaciones de emergencia.

Aquellos procedimientos judiciales, inherentes a la forma democrática de gobierno,

previstos en el derecho interno de los Estados partes como idóneos para garantizar la plenitud

del ejercicio de los derechos mencionados el Art. 27.2 y cuya supresión o limitación importe

la indefensión de los derechos, y los principios del debido proceso legal, dentro de cuyo

marco deben ejercitarse dichas garantías.

2.2. Obligación de Respetar los Derechos

 1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y

libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que

esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,

idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,

posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

 2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano.

2.2.1. El respeto de los derechos

La obligación de respeto consiste en cumplir directamente con la norma establecida,

ya sea absteniéndose de actuar o dando una prestación. Lo anterior debido a que el ejercicio

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de la función pública tiene límites que derivan de que los derechos humanos son atributos

inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superiores al poder del Estado. Gros

Espiell define el respeto como “la obligación del Estado y de todos sus agentes, cualquiera

que sea su carácter o condición, de no violar, directa ni indirectamente, por acciones u

omisiones, los derechos y libertades reconocidos en la Convención”.

2.2.2. La garantía de los derechos

La obligación de garantía implica el deber de los Estados de organizar todo el aparato

gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el

ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre

y pleno ejercicio de los derechos humanos. Gros Espiell establece que esta obligación

“supone el deber de impedir o hacer todo lo racionalmente posible para impedir que se violen

los derechos humanos de las personas sometidas a la jurisdicción del Estado por parte de

cualquier persona, pública o privada, individual o colectiva, física o jurídica”

2.2.3. La obligación del Estado de asegurar el pleno goce y ejercicio de los derechos

Las medidas para asegurar el goce y ejercicio de los derechos son medidas positivas

que pueden ser generales o especiales. Las medidas generales están dirigidas a toda la

población y se encuentran en relación con la obligación de asegurar la vigencia de las normas

internacionales en el ámbito interno. Desde esa perspectiva, la primera obligación del Estado

es la de asegurarse que las normas internacionales operen dentro de su jurisdicción,

correspondiendo al Estado y no al derecho internacional decidir el modo más conveniente

para cumplir con ello; sea a través de la incorporación directa de dichas normas, o a través de

normas internas que las reproduzcan.

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2.2.4. El deber de proteger a las personas frente amenazas de agentes privados o

públicos en el goce de sus derechos

El Estado debe adoptar medidas adecuadas, sean normativas u organizacionales, para

enfrentar casos de amenazas a los derechos garantizados internacionalmente. En este sentido,

para que el Estado se vea obligado a adoptar estas medidas, deberá estarse ante una amenaza

seria del derecho y la medida de protección deberá ser proporcional a la amenaza seria de

lesionar el derecho. La obligación de protección no se cumple solo con la adopción de

medidas genéricas, sino que se requieren medidas particulares referidas a la concreta situación

del titular de derechos.

2.2.5. Adoptar medidas de prevención general frente a casos de violaciones graves de

derechos

En caso de que se produzcan violaciones graves a derechos humanos, estos hechos

deben ser efectivamente investigados y los responsables deben ser sancionados de acuerdo

con la normatividad nacional. La Corte IDH ha sido también consistente en señalar que en los

Estados está el deber jurídico de prevenir, razonablemente, las violaciones a los derechos

humanos, de investigar seriamente, con los medios a su alcance, las violaciones que se hayan

cometido dentro del ámbito de su jurisdicción a fin de identificar a los responsables, así como

de imponer las sanciones pertinentes y de asegurar a la víctima una adecuada reparación.

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3. PROTOCOLO DE SAN SALVADOR

Este documento tiene como objetivo invitar a las ONG a la acción directa con el fin de

asegurar la aprobación de los Indicadores de Progreso para la medición de los derechos

contemplados en el Protocolo de San Salvador en la Asamblea General de la Organización de

los Estados Americanos (OEA) en junio de 2012. Hace más de veinte años, en 1988, los

Estados americanos adoptaron el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre

Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conocido bajo

el nombre de “Protocolo de San Salvador”, el cual debía llenar las falencias que había dejado

la pobre inclusión de los DESC en la Convención Americana. Sin embargo, a la fecha, el

mecanismo fundamental de seguimiento de dicho Protocolo no ha sido activado, pues

depende de que los Estados aprueben la metodología de seguimiento y reporte.

Recientemente, la Asamblea General de la OEA delegó a un grupo de expertos la elaboración

de los “Indicadores de Progreso para la medición de los derechos contemplados en el

Protocolo de San Salvador”, lo que le dio al proyecto un nuevo impulso. Dicho Grupo de

Trabajo (GT), sin tener el apoyo decidido de la Organización, ni fondos específicos, finalizó

los indicadores de un primer agrupamiento para la aprobación de los órganos políticos. La

meta es que estos indicadores sean aprobados en la Asamblea General entre el 8 y el 10 de

junio del presente año, para que finalmente el proceso de seguimiento pueda ser iniciado.

Necesitamos las voces de las organizaciones de la sociedad civil para iniciar este seguimiento

con la aprobación de los Indicadores de Progreso para todos los Estados.

3.1. ¿Qué es el protocolo de san salvador?

El sistema interamericano de derechos humanos tiene hoy en día una enorme

legitimidad dadas sus décadas de trabajo en la protección de derechos y en la sanción de

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algunos de los más graves abusos cometidos por los Estados del hemisferio. La Convención

Americana sobre Derechos Humanos, un tratado directamente vinculante adoptado en 1969,

es su instrumento jurídico más importante. Esta Convención reconoce un amplio catálogo de

derechos humanos, crea la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), y define

las funciones y los procedimientos de la Corte IDH y de la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos (CIDH). A pesar de ser de gran importancia para los derechos humanos,

la Convención dedica solamente un artículo a los derechos económicos, sociales y culturales

(DESC). Con el fin de llenar este vacío, los Estados americanos decidieron adoptar en 1988 el

Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de

Derechos Económicos Sociales y Culturales, conocido como el “Protocolo de San Salvador”

(en adelante el Protocolo), incorporando una lista de DESC en la estructura regional

americana de derechos humanos como los derechos a la sindicalización, la salud, la

alimentación, la educación y al trabajo, entre otros.1 Los Estados vinculados al Protocolo se

comprometen a adoptar las medidas necesarias a fin de lograr la plena efectividad de los

derechos del mismo, y están obligados a presentar informes periódicos sobre el avance en la

aseguración de estos derechos que después serán evaluados por un grupo de trabajo

especializado. Este mecanismo de informes periódicos no está reglamentado en el Protocolo,

y fue necesario un tiempo importante para que los Estados Partes se dieran a esta tarea.

3.2. ¿Cuál ha sido el desarrollo del procedimiento de seguimiento al Protocolo?

Más de diez años después su adopción en 1988, el Protocolo entró en vigor el 16 de

noviembre de 1999. El artículo 19 dispone que los Estados Partes se comprometen a

presentar, de conformidad con lo dispuesto en ese artículo, y por las correspondientes normas

que al efecto deberá elaborar la Asamblea General de la OEA, informes periódicos respecto

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de medidas progresivas que hayan adoptado para asegurar el debido respeto de los derechos

consagrados en el Protocolo. Después más de 15 años perdidos, en 2004, la República

Argentina presentó un proyecto de Resolución a la Asamblea General de la OEA para hacer

realidad el seguimiento al Protocolo.

Como consecuencia, en junio de 2005, los Estados aprobaron las “Normas para la

confección de los informes periódicos previstos en el Protocolo de San Salvador”. Estas

normas establecen además que para lograr el seguimiento al Protocolo, la presentación de los

informes debe ser regida por el principio de progresividad y por un sistema de indiciadores de

progreso. La aprobación de las normas dio un impulso importante al proceso. Sin embargo, la

Asamblea pospuso el inicio del mecanismo hasta tanto no se discutiera y acordara la

composición del Grupo de Trabajo para analizar los informes periódicos de los Estados Partes

del Protocolo, y hasta que no se aprobara por este mismo órgano la batería de indicadores que

guiarían el proceso.

Una vez conformado el Grupo de Trabajo, en junio de 2010, la Asamblea General

aprobó la Resolución AG/ RES 2582 (XL-O/10), en la que se encomendó a este grupo la tarea

de elaborar los Indicadores de Progreso. Para generar dichos indicadores, el GT debía tomar

como base las normas acordadas por la Asamblea General, y el documento de “Lineamientos

para la elaboración de Indicadores de Progreso en materia de derechos económicos, sociales y

culturales”, emitido por la CIDH. Una vez establecidos, el procedimiento señala que los

indicadores deben ser sometidos a consideración y aprobación de la Asamblea General de la

OEA. Solo a partir de esta aprobación empezará a correr el plazo para que los Estados

presenten sus informes.

3.3. ¿Por qué un sistema de indicadores de progreso?

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Las normas señalan que el sistema de Indicadores de Progreso debe permitir

“establecer, con un grado razonable de objetividad, las distancias entre la situación en la

realidad y el estándar o meta deseada”. La inclusión específica de Indicadores de Progreso

(que no se contemplaba inicialmente), aprobada en las normas en 2005, representa una

evolución del Protocolo. Dichos indicadores tienen que incorporar los progresos en la

realización del cumplimiento del Protocolo específicamente, en caso de examinar la calidad

de las políticas públicas de los Estados. “Se debe entonces diferenciar entre progreso

económico y social y el cumplimiento del Protocolo de San Salvador”.Este sistema de

indicadores tiene en cuenta las diferencias importantes entre los Estados americanos como los

diversos grados de desarrollo y, reconociendo esto, comprende el tema de los DESC como un

proceso y no únicamente como una situación.

Además, el sistema de Indicadores de Progreso no solo satisface la supervisión internacional,

sino que también constituye para los Estados y la sociedad civil un instrumento útil para su

propia evaluación en el campo de los derechos económicos sociales y culturales.

3.4. ¿Cuáles son los últimos acontecimientos con respecto al desarrollo de los

indicadores?

En el último año el seguimiento al Protocolo ha logrado avances significativos. El

Grupo de Trabajo se encuentra operando desde marzo de 2010, y está compuesto por una

experta independiente (Laura Pautassi), tres expertos gubernamentales (Flavia Piovesan,

Ramiro Ávila y Paola Buendía), las comisionadas Rose-Marie Belle Antoine (Trinidad y

Tobago) y Rosa Maria Ortiz (Paraguay), designadas recientemente por la CIDH.

A pesar de no contar con mayor apoyo técnico de la Secretaría General de la OEA, y

de no tener un presupuesto propio asignado, el Grupo de Trabajo ha elaborado reglas para su

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funcionamiento y decidió asumir la tarea de elaboración de los indicadores por fases, a partir

de la agrupación de derechos. Desde 2010, el Grupo de Trabajo inició la construcción de los

indicadores del primer agrupamiento de derechos (salud, seguridad social y educación) para

poner en consideración de los órganos políticos.

Una vez terminada la primera etapa del proceso de elaboración de los indicadores, el

GT puso en consideración de los Estados y de la sociedad civil el documento “Indicadores de

Progreso para la medición de los derechos contemplados en el Protocolo de San Salvador”, a

través de un mecanismo abierto de consulta. Durante el periodo asignado, el GT recibió

comentarios y observaciones solamente de cinco Estados Partes: Argentina, Bolivia,

Colombia, Ecuador y Perú.

En contraste, la sociedad civil ha participado intensamente en el desarrollo de los

Indicadores de Progreso del primer agrupamiento de derechos en diferentes estadios del

proceso. Durante el periodo abierto de consulta el Grupo de Trabajo recibió comentarios de,

entre otras, un conjunto de más de trescientas organizaciones sociales y sindicales. Asimismo,

se han pronunciado respecto de los indicadores instituciones internacionales como la Oficina

del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Comisión

Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

A partir de estas observaciones, el GT revisó su primer borrador, el cual fue enviado de nuevo

a los Estados miembros de la OEA. Además, el documento revisado fue presentado por el

Grupo de Trabajo en una reunión técnica convocada por la Comisión de Asuntos Jurídicos

(CAJP) de la OEA, realizada el 27 de octubre de 2011.9 Esta presentación cumplió el

mandato establecido por la Asamblea General en su última reunión, consistente en realizar

una consideración integral del documento de indicadores.

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La reunión contó con la intervención del Secretario General de la OEA, quien enfatizó

la importancia de los indicadores para medir los derechos económicos, sociales y culturales

establecidos por el Protocolo. Además de la presentación técnica de los indicadores por parte

del GT, se realizó un diálogo abierto con los Estados Partes del Protocolo en la cual estos,

mayoritariamente, destacaron la importancia de los indicadores. Una vez finalizada la sesión,

la presidencia de la CAJP otorgó un plazo hasta el 20 de noviembre de 2011 para recibir

comentarios adicionales al documento “Indicadores”. A dicha fecha, el GT no ha recibido

comentarios adicionales por parte de los Estados. Con base en este procedimiento de

consultas, el GT finalizó el documento de los Indicadores de Progreso del primer

agrupamiento de derechos y lo presentó oficialmente a los órganos políticos para que

procedan a su aprobación. En consecuencia, el 8 de marzo del 2012, la República Argentina

presentó al Consejo Permanente de la OEA un proyecto de resolución aprobatoria de los

indicadores.

3.5. ¿Por qué es necesario tomar medidas en este momento?

Entre el 8 y el 10 de junio 2012, los Estados americanos se reunirán en Cochabamba

para la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos. En esta Asamblea

se espera que los Estados aprueben finalmente el documento sobre los Indicadores de

Progreso del primer agrupamiento de derechos. El documento se elevó a consideración de los

Estados en 2011. Este año, después del periodo de consulta abierta, el Grupo de Trabajo

incorporó los comentarios pertinentes a su documento final, lo cual indica que ya solo falta la

aprobación oficial. Los Estados ya han tenido tiempo suficiente para hacer sus comentarios y

no tienen excusa para no aprobar el documento.

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Esta sesión de la Asamblea General es un punto vital en la campaña para el

seguimiento del Protocolo de San Salvador. Si la Asamblea no aprueba los Indicadores del

primer agrupamiento de derechos, es muy posible que el impulso que se ha desarrollado

durante los últimos años de preparación desde el año 2004 se pierda o se estanque. Sin

avances de este tipo, las posibilidades del GT de seguir trabajando son muy poco halagadoras.

Es por ello que decidimos que ya es suficiente la demora del seguimiento al Protocolo

y que ahora es el momento para que las ONG de los Estados americanos tomen medidas a fin

de asegurar el seguimiento a la obligación de los derechos económicos, sociales y culturales

en los Estados americanos. Para que esto ocurra es vital que se adelanten acciones de

incidencia con distintos actores:

- Primero, la meta fundamental es que se aprueben los indicadores en la próxima sesión

de la Asamblea. Para ello es necesario que los Estados respalden el Proyecto de

resolución número CP/ CAJP-3045/12 presentado por Argentina el 8 de marzo al

Consejo Permanente.  

- Segundo, debido a que la Asamblea General toma su decisión basada en el consenso,

es vital que todos los gobiernos apoyen los indicadores. Por esto es necesario trabajar

con los Estados para que den su aprobación al Proyecto de resolución y no se opongan

al proceso.  

- Tercero, es necesario garantizar un mayor y renovado apoyo financiero al Grupo de

Trabajo para la continuidad de sus labores.

- Cuarto, necesitamos que la Secretaría General de la OEA preste un apoyo decidido al

Grupo de Trabajo, y se requiere que la CIDH articule su trabajo con el nuevo rol que

entrará a cumplir el GT.

21
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Para el proceso de reconocimiento y cumplimiento de los derechos económicos,

sociales y culturales es crucial que todos los gobiernos tomen en consideración los

Indicadores de Progreso, garantizar el financiamiento del Grupo de Trabajo, asegurar el

nombramiento de todos sus miembros (titulares y suplentes) y, que los Estados respalden el

proyecto de resolución presentado por Argentina al Consejo Permanente para que sea incluido

en la agenda de la reunión de la Asamblea General de la OEA en julio próximo.

Esta segunda parte incluye preguntas importantes para determinar una estrategia a fin

de garantizar estos acontecimientos, y una lista de razones de su Gobierno para aprobar los

Indicadores de Progreso. Estos recursos deben ser adaptados a las circunstancias únicas y al

contexto del país.

Convocamos a las ONG a tomar medidas para asegurar la aprobación de los

indicadores por parte de sus gobiernos.

3.6. Determinar una estrategia hacia su Gobierno

A fin de determinar la estrategia de aprobación para su país es importante responder a

las siguientes preguntas:  

-¿Cuál es el enfoque general de su Gobierno hacia los derechos económicos, sociales y

culturales?  

-¿Cuál es la posición de su Gobierno frente al Protocolo de San Salvador? ¿Su

Gobierno ya es Estado miembro del Protocolo?  

-¿Cuál es la posición de su Gobierno frente a los Indicadores de Progreso? ¿Cuál fue,

por ejemplo, la posición en la reunión técnica del 27 de octubre de 2011 convocada por la

Comisión de Asuntos Jurídicos?  

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-¿Cuáles son las instituciones responsables de la formulación de la posición del

Gobierno frente a los indicadores?  

-¿Quiénes son los representantes del Gobierno responsable en estas instituciones?

3.7. Razones de su Gobierno para aprobar los indicadores

El documento del Grupo de Trabajo sobre los indicadores es pionero en su

metodología y constituye un avance en el tratamiento de los mismos, ya que suma y

complementa esfuerzos ya realizados en otros foros. La aprobación de los indicadores por los

gobiernos está en consonancia con la decisión unánime de la Asamblea General de hacer

seguimiento al Protocolo a partir de indicadores de progreso, y encargar para ello a un grupo

de trabajo especial y experto. El texto final de los indicadores fue el resultado de los

comentarios y las observaciones de los Estados a través de un mecanismo abierto de consulta

para los mismos. El desarrollo de indicadores presenta un lenguaje común para todos los

Estados Partes y orienta la discusión hacia metas tangibles que cada uno define de acuerdo

con sus capacidades y necesidades, sin ánimo de comparar entre ellos. El Grupo de Trabajo

priorizó y seleccionó indicadores de mayor relevancia regional, lo que permitirá realizar de

mejor forma la evaluación de los Estados en esta materia. La estrategia de cada ONG debe ser

adaptada a las circunstancias únicas y al contexto de su país, y a las posibilidades y

conmociones de cada ONG. Para las ONG que cuentan con un tiempo limitado para dedicarse

a este tema, incluimos una Carta Modelo en el Anexo 2 para enviar a los responsables de su

Gobierno, y les pedimos hacer una llamada al destinatario de la misma para enfatizar la

importancia y la restricción de tiempo para la Asamblea General en junio del presente año.

Queremos invitarlos a tomar medidas hasta agotar los recursos posibles, para así asegurar el

seguimiento a los derechos económicos, sociales y culturales en general, y la campaña para la

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aprobación de los Indicadores del Protocolo de San Salvador en la Asamblea General en julio,

y el financiamiento del Grupo de Trabajo.

4. LAS OBLIGACIONES DE RESPETO Y GARANTÍA EN LOS SISTEMAS DE

PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS: SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

4.1. El Sistema Universal vis-à-vis el SIDH

En lo que respecta al Sistema Universal, en la Observación General N° 3, sobre la

Aplicación del Pacto a Nivel Nacional, el Comité DHONU consideró que en general y dentro

del marco que en él se fija, el artículo 2 del Pacto deja al arbitrio de los Estados partes

interesados la elección del método de aplicación del propio Pacto en sus territorios. En

particular, reconoció que esa aplicación no depende exclusivamente de la promulgación de

disposiciones constitucionales o legislativas, que suelen ser de por sí insuficientes. El Comité

consideró necesario señalar a la atención de los Estados partes el hecho de que la obligación

prevista en el Pacto no se limita al respeto de los derechos humanos, sino que los Estados se

han comprometido también a garantizar que todas las personas sometidas a su jurisdicción

gocen de esos derechos. Este aspecto exige que los Estados partes realicen actividades

concretas para que las personas puedan disfrutar de sus derechos.

El primer intento de clarificar las implicaciones del artículo 2 del PIDCP dio como

resultado una posición muy ambigua. Así en el año 2004, el Comité DHONU emitió su

Observación General n.º 31 –que sustituyó a la Observación General n.º 3, sobre La índole de

la obligación jurídica general impuesta, en donde explicó con mayor profundidad dichas

obligaciones. En esa Observación General, indicó que el párrafo 1 del artículo 2, relativo al

respeto y a la garantía de los derechos reconocidos por el Pacto, produce un efecto inmediato

en todos los Estados partes.156 Además, determinó que la obligación jurídica prescrita en el

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P á g i n a | 25

párrafo 1 del artículo 2 es tanto de carácter negativo como positivo, pues los Estados partes

deben abstenerse de violar los derechos reconocidos por el Pacto y cualesquiera restricciones

a cualquiera de esos derechos debía ser permisible de conformidad con las disposiciones

pertinentes del Pacto.

Adicionalmente, de acuerdo con el Comité DHONU, el artículo 2 impone a los

Estados partes la obligación de adoptar medidas legislativas, judiciales, administrativas,

educativas y de otra índole adecuadas para cumplir sus obligaciones jurídicas. Asimismo, las

obligaciones positivas de los Estados partes de velar por los derechos del Pacto solo se

cumplirán plenamente si los individuos están protegidos por el Estado, no solo contra las

violaciones de los derechos del Pacto por sus agentes, sino también contra los actos cometidos

por personas o entidades privadas que obstaculizarían el disfrute de los derechos del Pacto en

la medida en que son susceptibles de aplicación entre personas o entidades privadas.

Asimismo, se determinó que pueden existir circunstancias en las que la falta de garantía de los

derechos del Pacto, tal como se exige en el artículo 2, produzca violaciones de esos derechos

como resultado de que los Estados partes, permitan o no, que se adopten las medidas

adecuadas o se ejerza la debida diligencia para evitar, castigar, investigar o reparar el daño

causado por actos de personas o entidades privadas.

Por su parte, la CADH siguió una redacción en parte similar a la del artículo 2 del

PIDCP que contempla que “cada uno de los Estados partes en el Pacto se comprometen a

respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos

a su jurisdicción los derechos reconocidos”. Al respecto, entre el Comité DHONU y la Corte

IDH debe establecerse, como punto en común, que la obligación de garantizar es mucho más

amplia que las obligaciones específicas consagradas en otros instrumentos internacionales,

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pues engloban obligaciones de protección, investigación, sanción, reparación, cooperación y,

en general, la adecuación de todo el aparato gubernamental para asegurar el libre y pleno

ejercicio de los derechos humanos. En este sentido, puede afirmarse que “la tipología utilizada

por estos dos órganos es más simple en cuanto a su clasificación, pero mucho más compleja

en cuanto a su contenido, pues sus criterios y jurisprudencia, respectivamente, les ha

permitido precisar y ampliar la limitada redacción del artículo 1.1. de la CADH y el artículo 2

del PIDCP”.

En cuanto a la cláusula de no discriminación, el PIDCP utiliza una nomenclatura

similar a la del artículo 1.1. de la CADH, sin embargo, en lugar de mencionar que dichos

derechos deben ser garantizados “sin discriminación”, menciona que dichos derechos deben

ser garantizados “sin distinción”. Al respecto, el Comité DHONU en su Observación General

n.º 18, ha desarrollado dicha expresión y ha considerado que la no discriminación, junto con

la igualdad ante la ley y la igual protección de la ley sin ninguna discriminación, constituyen

un principio básico y general relativo a la protección de los derechos humanos. Así, el párrafo

1 del artículo 2 del PIDCP establece la obligación de cada Estado parte de respetar y

garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su

jurisdicción, los derechos reconocidos en el Pacto.

4.2. El Sistema Europeo vis-à-vis el SIDH

En el caso del SEDH, el artículo 1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos

expresa que “las Altas Partes Contratantes reconocen a toda persona dependiente de su

jurisdicción los derechos y libertades definidos por el título 1 del presente Convenio”. Tal

como se observa, el Convenio no contempla una fórmula general para expresar de manera

clara las obligaciones de respeto y garantía. De esta forma, en el Convenio se utiliza en el

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P á g i n a | 27

artículo 1º la expresión “los Estados reconocen” mientras que la CADH menciona que los

Estados “se comprometen a respetar los derechos y libertades fundamentales reconocidas en

[la Convención Americana] y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté

sujeta a su jurisdicción”. La redacción de los dos instrumentos coincide en la obligación de

abstención resultante de las expresiones reconocer en el caso de la europea y se comprometen

a respetar en la americana. En cambio, difieren en la obligación de garantizar pues la

Convención Americana hace referencia expresa a esta obligación, que inclusive se especifica

en el artículo 2 del Pacto de San José.162

Así, el artículo 1 del CEDH se centra en la premisa de protección de los derechos

humanos referidas a respetar los derechos y libertades de las personas, en un sentido de

abstención. No obstante, existen referentes interpretativos del TEDH que han asumido y

desarrollado la obligación de garantía.163 En el caso Wenhoff vs. Alemania, el TEDH señaló

que por ser un tratado normativo, se debe “[…] buscar cual es la interpretación más propia

para alcanzar el fin y realizar [su] objeto […] y no en el que daría el alcance más limitado a

los compromisos de las partes”.164 Bajo esta comprensión en el caso Airey vs. Irlanda, el

mismo Tribunal determinó que:

No puede decirse que haya existido una “injerencia” por parte de Irlanda en la vida

privada o familiar[…] la esencia de la reclamación no está en el acto del Estado, sino en una

omisión de este. De cualquier modo, a pesar de que el objeto fundamental del articulo 8 en la

protección del individuo frente a las injerencias arbitrarias de los poderes públicos, no queda

reducido a ese deber de abstención […] junto con ese fundamental aspecto negativo puede

haber deberes positivos inherentes a una protección efectiva de la vida privada y familiar. El

incumplimiento de un deber impuesto por el Convenio en ocasiones implica acciones

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positivas por parte del Estado; en estos casos, el Estado no puede permanecer pasivo y no hay

lugar a distinguir entre actos u omisiones.

En el caso Ártico vs. Italia, se pronunció en similar sentido pues consideró que:

Ciertamente, no cabe imputar a un Estado la responsabilidad de todo incumplimiento

realizado por abogado de oficio, pero en las circunstancias del supuesto incumbía a las

autoridades italianas competentes actuar de manera tendente a garantizar al demandado el

ejercicio efectivo del derecho que ellas habían reconocido.166

Sobre la cláusula de no discriminación, el Convenio Europeo en su artículo 14 –que

hace referencia a la prohibición de discriminación–, establece que “el goce de los derechos y

libertades reconocidos en el presente Convenio ha de ser asegurado sin distinción alguna

[…]”. En el Sistema Europeo, esta disposición tiene un carácter accesorio pero autónomo

pues, desde el punto de vista subjetivo, la prohibición de discriminación que se impone a los

Estados contratantes conlleva el derecho a la no discriminación que se atribuye tanto a

personas físicas como a personas jurídicas. Sumado a lo anterior, cabe precisar que los

Estados, a la luz del artículo 14 del Convenio, se obligan no solo la obligación negativa de no

discriminar sino también la obligación positiva de trato igualitario. Sobre el carácter accesorio

del derecho a la no discriminación, este no puede invocarse aisladamente sino que debe

combinarse siempre con un derecho expresamente reconocido. Por otra parte, respecto al

carácter autónomo, existen algunos indicios sobre dicha concepción, pues no es necesario para

que pueda apreciarse una violación del artículo 14 del Convenio, ni tampoco es necesario que

se haya encontrado violación de la cláusula sustantiva invocada. Así, si el derecho

aisladamente considerado no ha sido vulnerado, se pasa a examinar la queja desde el ángulo

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de la discriminación denunciada, e, inversamente, si se aprecia la violación de derecho

invocado, no suele analizarse bajo la óptica de la igualdad.

En lo concerniente a los sujetos de protección, a diferencia del SIDH, en el Sistema

Europeo la regla es que las personas jurídicas pueden acceder a dicho sistema de protección

de manera autónoma y con ius standi ante al TEDH.

4.3. El Sistema Africano vis-à-vis el SIDH

A diferencia del SIDH, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos,

ha indicado que existen cuatro niveles de obligaciones para los Estados: respetar, proteger,

promover y realizar (hacer efectivos) los derechos. Para la Comisión Africana, el deber de

respetar implica que el Estado se debe de abstener de interferir en el disfrute de todos los

derechos; la obligación de proteger, requiere que el Estado adopte medidas para salvaguardar

los derechos contra las interferencias políticas, económicas y sociales; la de promover, que el

Estado asegure que los individuos estén en condiciones de disfrutar sus derechos mediante la

promoción de la tolerancia, concientizando e incluso estableciendo la infraestructura

necesaria, entre otras iniciativas; y, finalmente, la de realizar los derechos y libertades implica

que el Estado ‘mueva’ su maquinaria para hacer efectiva la realización de los derechos, que

puede consistir en la satisfacción directa de las necesidades básicas.

Sobre la cláusula de no discriminación, la Carta Africana al igual que el PIDCP utiliza

la expresión “sin distinción alguna” en su artículo 2. Dicho artículo, reconoce este derecho

vinculándolo necesariamente al goce de los derechos y de las libertades reconocidas por la

Carta. La disposición es complementada por el artículo 18 (discriminación contra la mujer) y

el artículo 28 (el deber de los individuos de respetar y considerar a sus semejantes sin ninguna

discriminación). Otra particularidad del artículo 2 de la Carta Africana es que incluye, entre

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otros, la no discriminación por motivos étnicos, que no consta en la CADH, lo que en cierta

forma es acorde al contexto africano complementando los dispositivos pertinentes a los

pueblos.

Sobre los sujetos de protección, el Sistema Africano, a diferencia del SIDH, ha

reconocido la protección de derechos de personas jurídicas, por ejemplo, en el caso

Asociación de Abogados vs. Nigeria la comunicación fue llevada por la Organización de

Libertades Civiles (una organización de la sociedad civil de Nigeria), y a lo cual la Comisión

Africana consideró, entre otras, que existía una violación a la libertad de asociación.

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CONCLUSIONES

1) Dentro del campo del Derecho supranacional puede señalarse la creación de una

nueva disciplina, distinta del Derecho procesal internacional tradicional, que puede calificarse

como Derecho procesal supranacional. Ella comprende básicamente el estudio y la

sistematización de la normativa correspondiente no solo de las instituciones de Derecho

internacional clásico, sino también las del derecho comunitario y de la integración económica,

y en forma especial, de las que corresponden al campo de los derechos humanos.

2) Pero el Derecho procesal supranacional abarca, además del estudio de tales normas

instrumentales, el análisis de los procedimientos ante los órganos no jurisdiccionales o para

judiciales supranacionales, como son las Comisiones Europea e Interamericana de Derechos

Humanos, las que cumplen funciones de instrucción de las reclamaciones individuales

susceptibles de someterse a las respectivas Cortes de Derechos Humanos y realizan una labor

de interpretación y aplicación de los respectivos instrumentos, que pueden tener influencia en

el ámbito interno.

3) El sector más dinámico del derecho procesal supranacional es el relativo a la

solución de controversias en materia de derechos humanos. El importante desarrollo que ha

sufrido en las últimas décadas nos permite aludir al denominado Derecho procesal

internacional de los derechos humanos.

4) Las relaciones entre los tribunales nacionales y los supranacionales no pueden

estudiarse ni entenderse cabalmente sin plantear previamente la cuestión de las relaciones

entre el derecho supranacional y el orden jurídico interno. Si bien en este terreno existen

múltiples aspectos y dimensiones, en términos generales puede afirmarse que se advierte

modernamente una vigorosa tendencia a reconocer de manera expresa la superioridad, así sea

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parcial, del derecho internacional general sobre las disposiciones del derecho interno, no sólo

las de carácter convencional incorporadas al derecho nacional, sino inclusive las de carácter

consuetudinario (o generalmente reconocidas), algunas de las cuales han adquirido un carácter

de jus cogens.

5) En el ámbito de la Unión Europea se han establecido disposiciones de una decidida

orientación internacionalista y se reconoce expresa o implícitamente la superioridad del

derecho comunitario sobre el derecho interno, inclusive el derecho constitucional, si

bien en materia de derechos fundamentales ha habido algunas resistencias que se han ido

superando.

6) Por su parte los países latinoamericanos se han mostrado tradicionalmente renuentes

a admitir la superioridad del Derecho internacional en el Derecho interno, debido a las

experiencias históricas derivadas de las intervenciones de las grandes potencias y de laudos

internacionales desfavorables. Recientemente se ha producido un cambio de actitud y se

advierte la tendencia a reconocer cierta preeminencia de las normas supranacionales. Esta

tendencia ha sido mas acentuada en materia de derechos humanos, y así algunos

ordenamientos constitucionales latinoamericanos otorgan expresamente jerarquía de ley

superior; e incluso de rango constitucional, a los tratados sobre derechos humanos que

ratifiquen los respectivos países.

7) Entre los tribunales internacionales cabe citar a la Corte Internacional de Justicia

(La Haya), las Cortes Europea e Interamericana de Derechos humanos (Estraburgo y San José

de Costa Rica, respectivamente). Son tribunales transnacionales el Tribunal de Justicia de la

Unión Europea (Luxemburgo) y el Tribunal Andino (Quito) que sigue el modelo del Tribunal

Europeo.

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8) Junto a los organismos citados se ubican las Comisiones Europea e Interamericana

de Derechos Humanos, el Comité de Ministros del Consejo de Europa, el Comité de Derechos

Humanos de las Naciones Unidas, y otros similares.

9) Teóricamente hay diferencias en la ejecución de las sentencias de los Tribunales

Internacionales y de los transnacionales: los fallos de los primeros son obligatorios, pero es la

ley de cada país quien indica como han de cumplirse internamente. En cambio, las

resoluciones de los segundos, además de ser obligatorias para las partes, son ejecutivos en el

ámbito interno.

10) Así las decisiones de los Tribunales Comunitarios - v. gr. Tribunal Andino – son

obligatorias para los Tribunales internos de los países en lo que se refiere a las normas

comunitarias. Aunque se trate de Tribunales internos de la comunidad ellos no constituyen

una Corte Suprema para los Tribunales nacionales por lo cual no puden revisar o modificar las

resoluciones de estos últimos que tengan carácter interno.

11) Donde se advierte una influencia creciente, directa e indirecta de los Tribunales

Supranacionales sobre los nacionales es en el de la jurisprudencia. Ello es así no solo cuando

los Tribunales nacionales están obligados a seguir los criterios de un Tribunal supranacional

como sucede con los países miembros de la Unión Europea respecto del Tribunal de

Luxemburgo o cuando un país americano incorpora en su Constitución la interpretación de la

Comisión Interamericana, sino también cuando los Tribunales internos adoptan o reciben

dichos criterios y los aplican en sus sentencias internas. La aplicación directa del Pacto de San

José por los jueces de los países signatarios, se ve enriquecida por una jurisprudencia

dinámica de la Corte Interamericana y con las opiniones consultivas de la Comisión, llevando

a una evolución coincidente a nivel continental en el ámbito de los Derechos Humanos.

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BIBLIOGRAFÍA

(s.f.). Obtenido de Protocolo De San Salvador: https://www.derechos.org.ve/project/protocolo-san-

salvador#:~:text=El%20Protocolo%20Adicional%20a%20la,protecci%C3%B3n%20de%20los

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(s.f.). Obtenido de https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2007/5829.pdf

DEPARTAMENTO DE DERECHOS INTERNACIONAL. (02 de Diciembre de 2014). Obtenido de

https://www.oas.org/dil/esp/tratados_b-

32_convencion_americana_sobre_derechos_humanos.htm

HECTOR, F. L. (2004). Instituto Interamericano De Derechos Humanos. Obtenido de

https://www.corteidh.or.cr/tablas/23853.pdf

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