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Análisis del Capítulo 9: Reflexión preliminar. Intelectuales y profesionistas.

Distinguir y precisar. La competencia profesional.


El deber consiste en la obligación impuesta al sujeto libre de “usar su libertad de un
modo determinado”, es el valor humano de toda actividad que responde a exigencias
concretas del bien común. El estado o vocación es la modalidad particular de la vida de
cualquier hombre. Frente a los grandes problemas humanos se alinean dos grandes grupos
de salvamento: los técnicos y los intelectuales. Estos términos no se oponen, sino que se
complementan mutuamente. Todo trabajo es un compromiso que grava la libertad con una
dosis de deber proporcional al carácter de la actividad.
Pensar es descubrir la lógica de la realidad y obrar en consecuencia; aun cuando la
obra nace de un pensamiento sereno y desinteresado cuesta fatiga, paciencia y sacrificio.
Pensar es traducir experiencia.
Las promociones y títulos universitarios clausuran la vida del estudiante como discípulo,
y lo someten a las exigencias del bien común; es el momento en el cual la sociedad comienza
a informarse acerca de su competencia. La competencia debe significar en la conciencia del
profesionista una colaboración dinámica y permanente de todo su ser, en toda su dimensión
física y espiritual, con una tendencia hacia le bien común.

Análisis del Capítulo 10: La competencia Intelectual. Competencia técnica y


humanística. Factores que la determinan. Relieves metodológicos. Relieve
deontológico.
La competencia intelectual se refiere a la posesión de la ciencia (constituyen el
elemento mayoritario y prevalente de la educación científica y tecnológica) y la sabiduría (las
otras formas del saber humano que son el elemento esencial de la educación humanística).
Éstas deben poseer una dosis de valor informativo y formativo para que se pueda respetar las
leyes de la naturaleza intelectual. La ciencia influye en la claridad mental y en el rigor
intelectual del joven, también induce al alumno a verdaderos sentimientos de moderación y
humildad.
La idoneidad intelectual de un profesionista comprende la ciencia (el conocimiento
teórico y sistemático de las ciencias respectivas) y la experiencia o arte (aplicación práctica
de esos conocimientos al caso concreto). A esto se le conoce como competencia técnica.
La competencia humanística entendemos que es la “formación humana” en la
Educación universitaria. Sin una discreta competencia humanística, queda desintegrada la
tetralogía universitaria, cuyos elementos son: técnico, deontológico, humanístico y social. Para
que la ciencia se transforma en cultura y sustraiga al profesionista del perpetuo infantilismo
que hace peligroso el manejo de sus instrumentos, es necesario educarlo como hombre,
dotándolo de una mínima competencia humanística.
Hay un solo protagonista de la competencia intelectual: la inteligencia. Se necesitan
tres cosas para lograr la inteligencia: trabajo (porque no se da ni la ciencia ni la experiencia
espontánea), esfuerzo (porque nadie aprende nada que valga la pena por solo talento) y
método.

Elaborar un mapa conceptual del contenido de los 2 capítulos analizados.

Referencias bibliográficas
• Menéndez, A. (2000). Reflexión preliminar. Intelectuales y profesionistas. Distinguir y
precisar. La competencia profesional. En Ética Profesional (281). México: Herrero
Hermanos.
• Menéndez, A. (2000). La competencia Intelectual. Competencia técnica y humanística.
Factores que la determinan. Relieves metodológicos. Relieve deontológico. En Ética
Profesional (281). México: Herrero Hermanos.

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