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Cierre/conclusión
En los tres ejemplos anteriores que se han presentado, se pueden observar
adolescentes que han tomado decisiones que les pone en riesgo, los tres
ejemplos tienen en común que viven situaciones de incomprensión en su contexto,
donde son señalados por características de su propia persona y que les hace
sentir que nos son aceptados, sobre todo en su grupo social primario, que es la
familia.
De manera que existe esa necesidad fundamental para el ser humano y de
mayor importancia en la etapa de la adolescencia, fuera de éste círculo primario
han encontrado algunos adolescentes la sensación que son incluidos y vistos en
grupos sociales de iguales pero que les incitan a acciones que les ponen en
riesgo, que en conjunto a sentirse admitidos y no juzgados, se añade la adrenalina
por llevar a cabo actos no permitidos y en secreto, por lo que lo siguen realizando
y en algunos casos provoca adicciones.
Las conductas impulsivas, les han puesto en estás situaciones pero éstas
han estado presentes y alimentadas por las formas de trato que reciben de los
adultos y cuidadores, no desde la intención de causar daños si no de las carencias
de conocer en el momento la forma más adecuada de tratar a los adolescentes y
de comprender la situación en la que se encuentran
Si todos los seres humanos pasamos por esta etapa y la vivimos, se podría
poner la cuestión del por qué al ser adultos no se es capaz de tener empatía con
quienes están transitando por esta etapa y se les trata de una forma en la que no
se le puede ayudar del todo y por el contrario se orillan a la toma de decisiones
impulsivas.
Pero es que probablemente, el ser humano se encuentra centrado en la
etapa en la que vive y el rol que le toca jugar en la sociedad, en el caso de los
padres y cuidadores, es el cumplir con la responsabilidad de guiar a los hijos en
desarrollo y en ese intento puede estar presente de forma mayor las emociones
que se viven al ver qué las técnicas aplicadas no funcionan como se quiere y
pueden llegar a ser demasiado autoritarios o bien caer en la permisibilidad.
En cuanto a recordar cómo cada quien vive la adolescencia y ponerse en el
lugar de quien la está experimentando, pudiera ser algo inútil, pues cada ser
humano es único y diferente entre los demás, de forma que, cómo ha vivido cada
quien la adolescencia ha sido de una forma totalmente distinta y con percepciones
desde otros puntos.
Es necesario entonces, el conocer de manera objetiva lo que pasa en la
adolescencia y lo que compone la personalidad del ser humano para lograr llegar
a tener la empatía adecuada que se necesita para orientar al adolescente, tanto
para el desarrollo de las habilidades que llevan al uso del razonamiento por sobre
las emociones y los impulsos, así como con ello la toma de decisiones que le
ayuden a orientarse hacia la planificación y el cumplimiento de un proyecto de vida
completo como persona individual y autónoma.
En diversas ocasiones se escuchan a padres de familia expresar que están
desesperados por tener un hijo adolescente, desde esa expresión puede ya ser
algo que afecte al adolescente pues al tender a generalizar y engrandecer aún
más las situaciones que se le presentan, esto puede afectar al auto concepto que
se forma en él y con ello el autoestima, quizá el dejar de ver a la adolescencia
como algo alienado a la humanidad, como una rareza o algo patológico, ayudaría
a abrir la mente de quienes ya han pasado por esta etapa y que conviven ahora
con adolescentes.
El paso de la adolescencia es algo crucial y que depende de cómo se viva,
será la influencia positiva o negativa que tenga el individuo para auto percibirse,
aceptarse y tener una integridad en su persona, puede ser la relación entre lo que
se percibe desde la parte externa y visible del adolescente y aquello que no se
palpa como lo es la psique, sea lo que hace que no se tenga la paciencia y la
consciencia del proceso interno de desarrollo que se tiene, sólo se ve a una
persona con características físicas más parecidas a las de un adulto y se exigen
conductas que inmediatamente parezca de adulto.
Basta quizá con concientizar a los cuidadores de adolescentes, para que
puedan tener empatía con ellos, además de que se tenga presente lo importante
que es el conocer la naturalidad de la impulsividad en esta etapa pero también el
cuidado basto que se debe tener pues ésta impulsividad natural y debería
superarse mayormente, puede llevar también a conductas muy riesgosas que al
inicio pueden no ser detectadas y que es necesario se observen a tiempo para su
intervención y que esto no traiga consecuencias catastróficas.
Si bien, los errores en la vida también llevan al aprendizaje, es
responsabilidad de los adultos el cuidar que los errores no les pongan en riesgos
altos, que puedan aprender en experiencias de otros que ya han vivido la etapa y
que el conjunto de todo esto les ayude a la adquisición de más herramientas para
una conducta responsable consigo mismo y con quien les rodea.
Un adolescente que puede vivir de manera positiva la etapa y que tiene el
apoyo de quienes le rodean, puede ayudar a que sea un adulto equilibrado,
consciente e íntegro en su persona a diferencia de quienes se encuentran
rodeados de personas y situaciones que no les ayudan a verse a sí mismos, que
pueden llegar a sufrir las consecuencias de sus actos de una forma perjudicial y
mermar la estabilidad de su vida o incluso llevarles a la muerte a edades cortas.
Además de informarse para la guía adecuada a los adolescentes, también
puede ayudar para entender la propia transición por ésta misma etapa de vida.
Referencias
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