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La educación colonial
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Los conquistadores crearon instituciones responsables de transmitir los saberes y valores que
garantizaran la reproducción de la cultura europea. Así, la implantación de universidades se
hizo siguiendo las tradiciones del viejo mundo, sin efectuar adecuaciones significativas a la
realidad americana.
Otra perspectiva agrega que, antes y durante el proceso de trasplante cultural, se produjo el
exterminio de cientos de miles de hombres y mujeres pertenecientes a las culturas amerindias
y, con ellos, la desaparición de una cosmología del mundo, los pueblos de América
desarrollaron complejos dispositivos para la transmisión cultural que fueron atacados,
perseguidos y desmantelados por los españoles. En suma: las estrategias de trasplante y
exterminio no son necesariamente opuestas; ambas pueden ser abordadas como producto de
un complejo proceso de imposiciones, negociaciones, intercambios y traducciones culturales
que, por una parte, favoreció la construcción de una nueva hegemonía cultural sobre el
territorio americano y, por la otra, desató uno de los genocidios más terribles de la historia.
IMPOSICIÓN Y MEZTIZAJE: Otra versión de la Conquista señaló que lo que tuvo lugar
durante aquel proceso fue la imposición “en bloque” de la cultura europea. Desde esta
perspectiva, se postulaba que todos los conquistadores entraron en contacto con los
conquistados entraron en contacto con los conquistados de un modo semejante, los animaban
los mismos propósitos y perseguían las mismas finalidades.
Para imponerse, la matriz cultural hispánica debió efectuar reajustes frente a las
características del legado cultural amerindio. El contacto entre universos culturales
desencadenó un mestizaje entre seres, saberes e imaginarios de cuatro continentes: Europa,
América, África y Asia. Su persistencia puede notarse en un registro tan variado como lo es
el lenguaje.
Aunque la imposición cultural existió, no debemos perder de vista que las formas de
resistencia que desarrollaron los pueblos americanos produjeron novedades que estaban fuera
del proyecto social concebido por el español.
Con el transcurso del tiempo los sentidos asociados a la educación se fueron complejizando y
se tornaron cada vez más heterogéneos. Esto se debió fundamentalmente a tres razones: En
primer lugar, el proceso de evangelización no sólo conllevó la conversión a una religión
monoteísta, además, exigió la incorporación de ciertos principios de orden, moralidad y
respeto. En segundo lugar, a lo largo del período colonial se sucedieron tres estrategias que
expresaron proyectos pedagógicos y culturales divergentes: el promovido por el humanismo
renacentista (s. XV-XVI) expresado en las posiciones de Bartolomé de las Casas, Vasco de
Quiroga y Pedro de Gante; la estrategia inquisitorial, propia de la contrarreforma, expresada
en los sucesivos autos de fe, las encomiendas y las acciones militares de Hernán Cortés y
Francisco Pizarro. (s XV-XVII) y, finalmente, el proyecto ilustrado, alentado por un espíritu
modernizador y desarrollado en el marco de las reformas borbónicas (s.XVIII).
Esas tres tendencias promovieron diferentes tipos de vínculos pedagógicos con los indígenas
y con los criollos.
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a. Escuelas de primeras letras: Hasta la ascensión de los Borbones e España (inicio del s.
VXIII) las escuelas elementales no ocuparon un lugar de privilegio entre las preocupaciones
de la administración colonial.
La creación de la escuela podía tener tres orígenes: por medio del impulso de la autoridad
eclesiástica o de una orden religiosa; por la voluntad de los gobernadores o del municipio, o
podía ser propuesta por particulares. En las escuelas de primeras letras fundadas por el
municipio, éste establecía las condiciones y los precios de la enseñanza. En las escuelas
creadas por las órdenes, la impronta que aquella adquiría estaba dada por la congregación
religiosa que la dirigía. En cambio, los particulares que querían abrir una escuela debían
dirigirse al Cabildo para que se los autorizase.
Hacia fines de siglo XVIII, estas escuelas de primeras letras de la campaña bonaerense eran
edificaciones de paredes de adobe, techos de paja y pisos de tierra. Las escuelas tenían
pizarras de distintos tamaños, los bancos y asientos de los alumnos solían ser de madera de
pino. Colgados de la pared podían encontrarse alfabetos y la imagen de algún santo, junto con
palmetas de diferentes tamaños (utilizadas para los castigos); también cajones con arena y sus
correspondientes alisadores. Podía haber algunos textos, de formato pequeño y grandes
caracteres, catecismos, silabarios, tratados de obligaciones del hombre, catones y algo de
papel. Por lo general, las escuelas estaban ubicadas cerca de la iglesia o la plaza del pueblo y
en muchos casos, eran construcciones frágiles.
En la mayoría de estas escuelas, los maestros fueron sacerdotes. La educación estaba más
cerca de ser un privilegio al que solo accedían los niños de los sectores acomodados. En la
posibilidad de asistir o no a la escuela se cristalizaba la desigualdad jurídica: los negros.
Mulatos y esclavos tenían prohibido el acceso.
b. Colegios Jesuitas: En los colegios se dictaban los estudios preparatorios que tenía como
finalidad formar a los alumnos para su desempeño universitario. Estos estudios se impartían
en las aulas de gramática o latinidad y filosofía; se inspiraban en el modelo pedagógico
desarrollado por loa jesuitas: La RATIO STUDIORUM.
La Ratio fue el plan oficial de estudios elaborado en Roma por los jesuitas para ser aplicado
en todos los colegios de la compañía y garantizar cierta homogeneidad en todas sus
instituciones.
El sistema de enseñanza jesuita compaginaba varios niveles de aprendizaje: el 1er nivel que
comprendía el curso de gramática, que incluía la enseñanza de la retórica y se desarrollaba en
2 años. Su aprendizaje era consideraba central porque definía si un joven tenía la posibilidad
o no de continuar estudios superiores. En el segundo nivel se impartía el curso de
humanidades, cuyo objetivo era instruir a los alumnos en las letras, a partir de lecturas de
dificultad creciente en las obras clásicas. El curso tenía como propósito dotar a los alumnos
de un latín refinado y transmitirles una cultura vasta y erudita, al tiempo que se le impartía los
rudimentos de retórica.
La universidad, gobernada por la compañía de Jesús, incorporó desde sus inicios el modelo
clásico de la universidad medieval tardía y el método escolástico. Las clases se impartían en
latín, razón por la cual era requisito indispensable estudiar gramática (En 1768, tras la
expulsión de los jesuitas, la universidad pasó a estar a cargo de la orden franciscana)
d. Hospicios: En muchísimos casos, los niños que no habían asistido a una escuela de
primeras letras, se insertaban directamente al mundo del trabajo.
La fundación de los hospicios y las Casas de Niños Expósitos tuvo lugar durante fines del
siglo XVIII y principios de siglo XIX. En la Buenos Aires virreinal, el estado de gravedad y
abandono de los niños expósitos fue objeto de atención. La situación de los niños recrudecía
en las ciudades, donde las condiciones sanitarias eran mortales. A ello se le sumaba que estas
ciudades recién hacia mediados del siglo XVIII lograron tener una provisión de alimentos
razonable, siendo los niños las primeras víctimas de la desnutrición. Muchos eran
abandonados por sus padres en las calles y algunos de ellos se convirtieron en víctimas de los
perros cimarrones que acechaban la ciudad.
¿Cómo se colocaba a estos niños en estos hospicios? Para garantizar el anonimato y procurar
que el abandono no se realizara en plena calle, fue necesaria la adaptación de un dispositivo:
el torno. Este consistía en un cilindro ahuecado que giraba sobre su eje, comunicando el
interior, generalmente un convento, con la calle.
Muchos niños eran puestos por el alcalde y un juez de menores bajo la tutela de un maestro
artesano “para que no se pierdan”. Colocar al niño bajo la tutela de un artesano establecía que
el vínculo celebrado entre un artesano y un aprendiz era un contrato privado entre las partes.
En los contratos de aprendizaje, la transmisión del saber ocupó un lugar central, enfatizando
que la educación fuese con “toda la perfección que le alcancen sus entendimientos sin reserva
de cosa alguna de lo que sea a él perteneciente”. En algunos contratos se estipulaba que el
maestro debía proceder a corregir prudente y modestamente sin exigirlos, y en caso de que
maltratase a alguno, ello resultaba motivo suficiente para que le fuera retirado de su cuidado.
e. Talleres: La formación de los aprendices de oficios mecánicos fue el otro camino posible
para el tránsito hacia la vida adulta. La historia del aprendiz está ligada a un sector específico
de la economía colonial urbana: el artesanado. Herreros, sastres y zapateros, entre otros, se
asentaron en las ciudades coloniales llevando consigo los secretos de las técnicas y los
saberes propios de sus oficios. Bajo su cuidado, un gran número de niños y jóvenes de
diversas procedencias se incorporaron al trabajo en el taller, vinculados a un contrato laboral
y pedagógico cuyo objetivo final consistía en transformarse en maestros artesanos.
Colocar a los niños bajo la tutela de un artesano estuvo regulado por un conjunto de
disposiciones que variaban según las tradiciones a las que adscribían las organizaciones
gremiales. En el virreinato de Rio de la Plata se establecía que el vínculo celebrado entre un
artesano y un aprendiz era un contrato privado entre las partes, permitiendo acuerdos más
flexibles sobre los asuntos que concernían a la formación. Ello implicaba por ejemplo, que
los contratos variasen entre un artesano y otro. Los aspectos fundamentales que requerían un
acuerdo previo eran: el tiempo de formación, la provisión de la vivienda, el vestido y la
alimentación del aprendiz, los cuidados en caso de que se enfermase y la responsabilidad ante
la huida del hogar del maestro.
La edad de acceso era variable, como lo eran también el origen y la condición social de los
aprendices. En algunos casos se trataba de esclavos cuyo patrón buscaba afianzarlos en el
manejo de un oficio para luego venderlos con un valor agregado. En otros se trataba de hijos
de artesanos. Finalmente podían ser los mismos niños expósitos.
f. Misiones jesuíticas: Los jesuitas fueron los principales responsables de la educación de los
indígenas en las misiones jesuíticas.
El celo puesto por los jesuitas, en la tarea evangelizadora, la capacidad de establecer alianzas
con los líderes indígenas y la destreza para desarrollar y transmitir saberes técnicos son
algunas de las razones que explican su crecimiento y expansión.
La misión jesuítica presentaba una estructura urbana emplaza en torno a una gran plaza
central, alrededor de la cual se ubicaban los principales edificios: la iglesia, la casa de los
misioneros, la escuela y los talleres artesanales.
Los niños que guaraníes vivían en las reducciones asistían cotidianamente a la escuela de
primeras letras, estrictamente divididos por sexo, donde un misionero les enseñaba a leer,
escribir, contar y a cantar en guaraní, español y latín. También se educaba en las danzas y la
música. En algunas misiones, sólo los hijos de los caciques y de los miembros de la tribu que
ocupaban un lugar en el cabildo podían asistir a la escuela. El resto de los niños acompañaban
a sus padres a trabajar los campos.