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OFRENDA PREHISPANICA

INTEGRANTES: JORGE GARITA BADILLO


MATERIA: GEOGRAFIA
MAESTRA: KAREN MALAGON ARANDA
CENTRO EDUCATIVO TLALOCAN
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El día de muertos es una combinación muy compleja y apasionante de elementos
prehispánicos y cristianos.

La tradición narra que en el Día de muertos los difuntos regresan al mundo de los vivos,
iluminados en su camino por las veladoras que les prenden sus familiares. Acuden a sus
hogares para degustar sus platillos favoritos depositados en una ofrenda.

“El día de muertos es una combinación muy compleja y apasionante de elementos


prehispánicos y cristianos”, afirmó en entrevista Pablo Escalante Gonzalbo, investigador
del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

El componente indígena del culto a los muertos en México tiene que ver con la ofrenda, la
manera como se presenta y la composición misma. Por ejemplo, todos los elementos
relacionados con los aromas como las flores, la comida: el mole, el mezcal, la fruta, entre
otros, son prehispánicos.

En la concepción prehispánica lo sobrenatural es lo volátil y por tanto los aromas son


accesibles a esas almas. Los colores de la ofrenda están relacionados con los aromas y
forman parte de lo presentado al alma del difunto, para que llegue y comparta, consuma y
conviva con sus descendientes que lo esperan.

En la cultura cristiana europea occidental tenemos los panteones con las flores. De hecho,
los esqueletos bailarines, popularizados por José Guadalupe Posada, tienen que ver más con
la tradición medieval europea cristiana que con la indígena, que proviene de la Danza
Macabra, donde se explica una muerte burlona, alegre y chocarrera.

Finalmente, el colorido forma parte de una clave estética de una preferencia cultural que
enmarca a un pueblo entero. “Quizás vemos ciertos colores y los relacionamos con Oaxaca,
la India o hasta Africa”.

Hay una cultura del color en Mesoamérica que trasciende la época de la conquista. Por
ejemplo, los verdes brillantes de las plumas fueron fundamentales para los indígenas antes
de la conquista y a lo largo de la época colonial.

Igualmente, el cempasúchil, una flor importante prehispánica sigue ligada a la festividad y


a la ofrenda de muertos.

El Día de Muertos como lo conocemos actualmente es una tradición que surge a partir del
mestizaje, es decir, de la mezcla del culto a la muerte que tenían los indígenas y la religión
católica.
¿Cómo era el Día de Muertos prehispánico? ¿Había altares u ofrendas mexicas?
Te compartimos algunos datos clave sobre la forma en que los antiguos mexicanos
conmemoraban la muerte:
Para los mexicas, cultura dominante en Mesoamérica cuando llegaron los españoles, la
muerte era el comienzo de un viaje hacia un lugar llamado Mictlán, el reino de los muertos
o inframundo.
Pero antes de llegar al Mictlán, el alma se tenía que desprender del cuerpo. Tlaltecuhtli era
la diosa de la Tierra que se encargaba de devorar los cadáveres; de acuerdo al mito azteca,
tras devorar los cuerpos, esta deidad paría las almas, las cuales podían iniciar así su camino
hacia el Mictlán. 
Las almas de los difuntos viajaban durante cuatro días para llegar al Mictlán, donde se
encontraban con Mictlantecuhtli, señor de los muertos o Dios de la Muerte.
Tras llegar al Mictlán, las almas eran enviadas a una de las nueve regiones donde
permanecían un periodo de prueba que duraba cuatro años, antes de llegar a la morada de
su eterno descanso, conocida como “obsidiana de los muertos”.

El destino del alma del muerto estaba determinado de acuerdo al tipo de muerte. 

Los que morían ahogados iban al Tlalocan o paraíso de Tláloc.

Los niños muertos iban a un lugar llamado Chichihuacuauhco, donde había un árbol de
cuyas ramas goteaba leche para que no pasaran hambre. 
La muerte más deseada por los antiguos mexicanos era en combate o en sacrificio, pues
quienes morían así iban al Omeyocan o paraíso del Sol, y tras cuatro años regresaban a la
vida en forma de colibrí. Además de los guerreros, este destino privilegiado tras la muerte
era para las mujeres muertas en parto.

Los antiguos mexicanos no realizaban altares u ofrendas como los que conocemos
actualmente y que forman parte del festejo del Día de Muertos. 

Las ofrendas formaban parte más bien del rito funerario; es decir, no se colocaban en una
fecha especial después de la muerte de la persona, sino formaban parte de su entierro. 

Al difunto lo enterraban con joyas y ropajes, con vasijas con alimentos, agua, y otros
elementos que podrían servirle al ánima en su camino al Mictlán. Los cadáveres también
eran enterrados con perros que servían de guían para el viaje al inframundo; y, en el caso de
los gobernantes o personajes de clases privilegiadas, se les enterraba con sus esclavos para
que lo acompañaran en su camino.

Las semillas simbolizan para el estado de Morelos y para todo el país un elemento de unión
e identidad. Las semillas que emanan de la tierra nos dan alimento y nos llenan de vida; el
maíz, el arroz, el frijol… Si eres mexicano indudablemente has comido alguna de estas
semillas.

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