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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

DE LOS LLANOS OCCIDENTALES


EZEQUIEL ZAMORA
NÚCLEO GUASDUALITO
SUBPROGRAMA DE ESTUDIOS AVANZADOS
DOCTORADO EN EDUCACIÓN.

Pedagogía crítica y la metateoría en educación.

Doctorante: Omar José Pérez Pastran


C.I. 12.196.325
Tutor: Dr. Juan Carlos Suarez

A lo largo del último siglo, la humanidad ha sufrido más cambios que a través de
toda su historia, donde se establecen criterios según la ciencia y en la actualidad en el
que el hombre vive inmerso siendo este un mundo globalizado, marcado por el
crecimiento acelerado, y que se encuentra regido por la lógica del liberalismo
económico y político. Al respecto, surgen diferentes condiciones del accionar
humano donde se requiere de un análisis holístico y donde el fenómeno de la
globalización también ha influido en las formas de organización, tanto del planeta en
sí, como de sus recursos, apoyándose, para ello, en una visión neoliberal, que ha
alterado, a su vez, las formas de organización de toda la civilización. Esto va a
generar la creación de nuevos espacios y formas de acción política, como actividad
contrahegemónica, es de aquí de donde van a surgir los movimientos sociales, y las
corrientes de rebelión contra el sistema y los gobiernos.

Ahora bien, volteando la mirada hacia atrás, se obtiene antecedentes de una visión
elemental de lo que genera las teorías expuestas por Henry Giroux sobre la pedagogía
crítica donde se señala su doble significación. La primera es tomada a partir de
algunos de los conceptos teóricos expuestos por miembros de la Escuela de Frankfurt
y en la segunda, se ve al concepto de teoría crítica en su función de “transformación y
emancipación social”. Dando el valor de las teorías de la escuela de Frankfurt para la
creación de una teoría y prácticas educativas enfocadas hacia la resistencia. A todo
ello se le suma los aportes:

De los grandes pedagogos que representaron el movimiento denominado


la Escuela Nueva o Activa, a saber, Ovide Decroly, John Dewey, Edgar
Claparède, Jean Piaget, William Kilpatrick, Roger Cousinet, Célestin
Freinet, entre otros, quienes desarrollaron teorías pedagógicas, que se
contraponían a la educación tradicional (Olmos, 2008: 159).
En razón a lo anteriormente citado, se establece claramente que a través de tantos
enunciados y estudios de la raíz y el génesis de la pedagogía crítica donde a su vez
posee naciente desde la misma teoría critica en donde Habermas lógicamente hace
posible esencia de la Escuela de Frankfurt, Alemania y Michel Foucault de Francia
son parte de ese pensamiento. En la Escuela de Frankfurt inspirada en la crítica de
Marx y en Francia el caso de Foucault inspirado en la crítica de Nietzsche. Ahora
bien, desde el punto de vista epistemológico, Habermas señala que la investigación
cualquiera que sea su comprensión de lo que es la investigación científica obedece a
algún interés. Famosas son las críticas de Habermas al positivismo que alega
neutralidad y objetividad. Por su parte, Foucault afirma que en la cultura moderna
subyace como verdad fundamental la exclusión y desde ahí fundamenta el saber y
ordena espacial y temporalmente todas las cosas. Por supuesto, existen diversos
científicos y críticos que han manejado todo lo referente a la teórica crítica y por ende
su puesto en la pedagogía crítica como tal.

Al respecto, al indicar diferentes concepciones teóricas referentes al pensamiento


crítico, sobre la “Pedagogía Critica y educación superior” (Ordoñez, 2002: 185).

La Pedagogía Crítica no es una escuela pedagógica, ni solamente una


teoría, sino fundamentalmente una actitud mucho más amplia, fruto de
nuestra época y de nuestra cultura, frente a la realidad creada por la
modernidad. Por eso, el pensamiento crítico tiene diferentes expresiones y
se ha generalizado en todo el mundo. La pedagogía crítica es solamente
una de sus expresiones. (Ordoñez, 2002: 185).
Según el escrito “Pedagogía didáctica: Desde una perspectiva crítica” (Ortega; López
y Tamayo, 2013), la pedagogía crítica vista por McLaren, está directamente
relacionada con la praxis, donde permite ver las diferentes relaciones de poder:
interna y externamente de las escuelas, sobresaliendo la lucha por la libertad del ser a
través de su razón, lo cual es un acto de democracia.

De esta forma, la práctica pedagógica, según Giroux (2003), es una construcción


mediada por la subjetividad, la experiencia y el conocimiento disciplinar, en donde
influyen los intereses políticos y culturales, identificados de la misma manera por
Freire (2005), donde el educando debe ser reconocido como sujeto histórico-cultural
desmitificando al maestro como sujeto educador. De la misma manera, la adquisición
de conocimiento es una de las consecuencias de la interacción social, de manera que
es una actividad que no es individual sino social, en donde este conocimiento
depende de manera elevada de la cultura, contexto y costumbres, entre otros
(McLaren, 1984, p. 267).

En opinión a lo antes expresado, resulta evidente que la pedagogía crítica supone un


crecimiento personal de educadores y educandos; no es puro formalismo o activismo
con acciones sin sentidos, sino que supone un accionar reflexivo y transformador,
siendo esperanzadora en tanto brinda la posibilidad de construcción de un mundo
nuevo, luego de reconocerlo dentro de cada contexto y con respeto a las tradiciones
culturales. En muchos países de América Latina, la educación popular se ha
diseminado y está logrando espacios cada vez más diversos en tanto supone una
pedagogía crítica con énfasis en la participación, una participación real, cuyos
principios sean tener parte, tomar parte y formar parte. Se está superando aquella
tradición educativa que supone que el profesor es el que tiene el conocimiento y se lo
brinda a los alumnos, y que estos lo asimilan como una verdad dada a la que no
critican.

Al mismo tiempo, se define la Pedagogía Crítica como

Un abordaje emancipador de la formación para entender y resolver los


problemas relacionados con la práctica pedagógica, mediante la
investigación, la reflexión crítica y toma de conciencia orientada a
transformar la praxis, “donde la verdad se pone en tela de juicio en el
ámbito de la práctica no de la teoría” (Grundy, 1998, p.215).
Es necesario dejar en claro aspectos donde la pedagogía critica evoluciona siempre
constituyendo un movimiento que describe, explica, orienta la comprensión de la
formación del ser humano, objeto de la pedagogía, sobre la base de investigaciones
coherentes, sólidas, como respuesta a los desequilibrios en la teoría y práctica
pedagógica, siendo sus aportaciones referentes que crean y recrean una nueva visión
del pensar y hacer educativo, respecto de las tradiciones que atraviesan la formación
docente, desde sus orígenes y que permanecen institucionalizadas actualmente. Dicha
visión, concibe la enseñanza como el proceso dirigido a la formación del hombre
transformador de la realidad, atento a las situaciones de la escuela y de la sociedad,
partícipe en la construcción de su sociedad, su cultura, su historia, a partir de la
crítica, la dialéctica, la reflexión y la dialógica del proceso formativo.

Así mismo, Freire (1998), expresa que existe un inacabamiento del ser humano.
Donde se le ve como la utopía, el ideal de la formación del ser humano, como la
reflexión sobre la educación, donde se establece una dialéctica entre lo empírico y la
reflexión, asumiendo la pedagogía como una práctica social con fines éticos, lo cual
implica la presencia de una teleología y una axiología, dirigida al autodesarrollo del
ser humano.

En otro orden de ideas, para dar cabida a un análisis que requiere interpretación
donde la educación se ve envuelta colocando como punto de partida el contexto,
cultural, ideológico y políticosocial del ser humano actual, aun cuando lo que englobe
este contexto sea una crisis, donde no importa porque el mismo ser humano es quien
se encarga de rehacer ese contexto dentro del sentido donde él también es quien
renueva, redimensiona, redibuja, transforma, reconstruye y de construye ese mundo
siendo posible a través de múltiples factores y proceso de formación y cambios.
Donde se da cabida para hablar de la metatoría en la educación, aunque para ser
preciso se debe abordar primeramente el termino o etimología naciente por
especialidad, se presenta el uso del término meta que el (Diccionario de Filosofía;
288), le presenta como proveniente del “(griego meta: después, detrás, y griego
theoria: observación, examen, investigación): teoría cuyo objeto de estudio es otra
teoría”.

Esta aclaratoria de orden etimológico ósea la lingüística histórica trata de expresar el


significado original de las palabras, su evolución y sus posibles cambios, en la cual el
vocabulario cotidiano o simple podría interpretar la metateoria como aquél saber que
se produce posteriormente a la observación detallada y sistematizada. Es por ello, que
la metateoría obtiene una tarea donde permite y pretende expresar las estructuras
profundas de diversas ciencias que representen y coexistan en el mundo de la
educación, donde lo indispensable sea sin lugar a dudas, la reflexión crítica.

A todo lo demás, se debe partir de un término que defina primero que nada la teoría
siendo Gómez (2017), que lo define de una manera práctica, como, la teoría es un
planteamiento sobre qué causa qué y por qué, y bajo qué circunstancias. Logrando así
surgir el constructo referencial teórico de la metatoría siendo:

Presuposiciones que proporcionan perspectivas generales o modos de ver


basados en supuestos acerca de la naturaleza de la realidad y los seres
humanos “ontología”, la naturaleza del conocimiento “epistemología”, los
propósitos de la teoría y la investigación “teleología”; valores y ética
“axiología”; y la naturaleza del poder “ideología” (Brenda, 1999: 95).
En todo el caso visto, la metateoría es un supradiscurso, un discurso sobre otro
discurso previo, y es un medio para obtener una comprensión más profunda de la
teoría, surgiendo del estudio meticuloso de los planteamientos de otros teóricos, con
vistas a identificar clases de teorías o planteamientos teóricos que pudieran llevar a
una taxonomía de los mismos. Se sobreentiende que la razón de ser de una metateoría
son las limitaciones de las teorías para alcanzar a entender por sí solas los fenómenos
de los que se ocupan.

Por lo tanto, al hablar de metateoría no es hablar del individualismo metodológico,


sino de reflexiones múltiples interpretaciones que van más allá de la teoría que se
aborda (Gómez). Mismas reflexiones que debe adquirir el proceso educativo, y es
que, en el contexto educativo es necesario llevar el espíritu que impulse el área del
conocimiento donde se reflexione acerca de una comprensión como resultado de la
misma ciencia. Por consiguiente, la metateoria es la trascendencia de las teorías
científicas de un área del saber en particular para la presentación de una propuesta
que abarque de manera reflexiva los enfoques y metodologías de análisis hasta el
momento existentes, permitiendo la generación de nuevo conocimiento.

Por lo tanto, en “Metateoría de la Educación como meditación filosófica: Sentidos e


importancia” (Oliva, 2008: 31).

Para incursionar en la metateoría referente al campo de la educación es


necesario llevar la impronta del espíritu que debe animar a los pensadores
de esta área del conocimiento. Este espíritu implica la creación de una
praxis educativa producto del esfuerzo, de la inteligencia y la imaginación
para alcanzar cierto tipo de conocimiento que haga comprender mejor y a
nivel más profundo y revelador, asimismo, que permita descubrir algo
que no era explícito y manifiesto en el campo de la educación. Esto es el
espíritu metateórico de la educación (Oliva, 2008: 31).
Ahora bien, para el educador, es de suma importancia no solo conocer sino
comprender y lograr un análisis del proceso educativo desde su quehacer docente,
pero más aún para los estudiantes que buscan su cualificación y perfeccionamiento, a
partir del proceso de formación académica donde se viva en una realidad social
diversa, compleja y difusa, que amerite una transformación en el quehacer educativo,
donde el sujeto docente debe estar inmerso en un proceso permanente de
investigación, experimentación, comunicación y reflexión compartida que no sólo le
permita afrontar la incertidumbre propia de estos tiempo, sino también, develar,
analizar e interpretar los hechos sociales, políticos y educativos que conforman un
entramado de redes complejas de elementos intersubjetivos, subjetivos y objetivos.
Pues, no se puede comprenderse un fenómeno educativo sin entender las
interpretaciones subjetivas de quienes de una u otra forma lo viven.

A todo lo anteriormente argumentado, se logra hacer referente donde la educación


obedece a una pluralidad de sentidos y el educador es articulador entre lo universal y
lo singular, de ahí pues, se puede argumentar que ver la educación desde un carácter
intempestivo, donde incluye o implica una actitud crítica de la racionalidad, ni
renovadora de los diversos idealismos y sistemas de representaciones tanto en lo
social e imaginario que se constituyen como ideas de fuerzas para la dominación, no
como una educación del saber sino de vida. Iluminar la existencia; generar
autoconciencia; educar en lucidez, construir nexos de sentido con un mundo en
creciente y llevar a plenitud la vida educando emancipadamente.

Por otro lado, se considera apropiado reflexionar sobre el reconocimiento del reto
para dar respuesta a una demanda de sobre manera en todo el proceso educativo
actual, observando holísticamente el enervo de aprender que en esta nueva etapa de la
humanidad se está suponiendo una oportunidad para la revalorización del papel de la
educación. En este sentido, existe un pensamiento transcomplejo que ofrece un marco
creador de nuevas formas de sentir, pensar y actuar que orienten el conocimiento de
la realidad. Siendo este pensamiento crítico donde atraiga hábitos y rutinas
generadoras donde la metateoria venga al rescate de las propias teorías
fundamentadas y, donde se comience a elaborar en si el rescate de la educación
formadoras y el quehacer educativo.

A manera de corolario, se le denota diferentes sentidos en distintos constructos


teóricos donde prevalece la lógica fundamentada logrando imbricar dos teóricos
importantes dentro del proceso educativo lo cual es la pedagogía crítica y la
metateoría en la educación, una educación que debe ser promotora de procesos tanto
holísticos, axiológicos y que extrapole dilucidadamente el propósito del verdadero
educador donde sea su punto de partida la metateoria aun a sabiendas que posee una
carga de subjetividad donde se establece que se complementa con la objetividad de la
misma teoría critica. Esperando en sí, que se asuma en todo el proceso educacional el
auge del contenido moral donde parte como punto de vista histórico y social, como
una serie de normas para el accionar del ser humano.
Referencias.

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. Buenos aires: Siglo XXI.

Giroux, H. (2003). Pedagogía y política de la esperanza. Teoría, Cultura y


enseñanza. Buenos Aires: Amorrortu editores.

McLaren, P. (1984). La vida en las escuelas: una introducción a la pedagogía crítica


en los fundamentos de la educación. México D.F.: Siglo XXI.

Ortega, P. & Otros. (2013). Pedagogía y didáctica: Desde una perspectiva crítica.
Bogotá.

O. Razinkov, Diccionario de Filosofía, Cuarta Edición ed., Moscú: Progreso, 1984.

Ramírez, R. (2008). La pedagogía crítica: Una manera ética de generar procesos


educativos. Folios, 108-119.

Revista Educación (2002) Pedagogía crítica y educación superior [En línea]


disponible en <https://www.redalyc.org/pdf/440/44026218.pdf> [consulta: 15
mayo 2022].

Revista de Filosofía y Socio Política de la Educación (2008) Metateoría de la


Educación como meditación filosófica: Sentidos e importancia [En línea]
disponibleen:///D:/Users/10/Downloads/
DialnetMetateoriaDeLaEducacionComoMeditacionFilosofica-
2785457%20(1).pdf> [consulta: 15 mayo 2022].

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