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1322. DOLO Y  MALA  FE


El dolo es una forma de la mala fe. Para determinar el concepto de ésta, preferible es aclarar 
su antítesis, la buena fe. Se distinguen dos especies: la buena fe objetiva y la subjetiva.
Buena fe objetiva o buena fe-lealtad es justamente el leal comportamiento que se tiene en las
relaciones con los demás. A ella se refiere el Código Civil cuando prescribe que los contratos
deben cumplirse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino
a todas las cosas que emanan de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre
pertenecen a ella (art. 1546).
La buena fe subjetiva o buena fe-creencia es la convicción o creencia firme de que se actúa
conforme a la ley cuando, en realidad, no es así por encontrarse la persona en un estado de
ignorancia, o tener un erróneo conocimiento, creencia u opinión acerca de una determinada
situación jurídica.
El Código considera la buena fe en sentido subjetivo o buena fe-creencia, entre otros casos,
en la posesión, que es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño, y dice,
que “la buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa (que se posee) por 
medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio. Un justo error en materia de hecho no se
opone a la buena fe. Pero el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe,
que no admite prueba en contrario” (art. 706). Y así como el dolo no se presume, tampoco la mala
fe. Textualmente el Código Civil declara que “la buena fe se presume, excepto en los casos en que
la ley establece la presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse” (art. 707).
La disposición recién transcrita sobre la presunción de buena fe, aunque se encuentra ubicada
en el título “De la posesión”, se ha entendido que es una norma general; así lo revelan los términos
amplios y comprensivos en que está redactada, y porque sería absurdo presumir la buena fe sólo
en la posesión y no en otras instituciones, siempre que especial y formalmente la ley no establezca
lo contrario.32 El carácter general o especial de una norma depende de su propia naturaleza y no
de su ubicación en una ley o en un Código. La jurisprudencia ha aplicado la regla de la presunción
de buena fe contenida en el artículo 707 del Código Civil hasta en materia de Derecho de Familia,
concretamente en el matrimonio putativo.33
En consecuencia, la presunción de buena fe, en los términos en que está concebida en la
mencionada disposición, se aplica no sólo tratándose de la buena fe en sentido subjetivo, sino
también respecto de la buena fe en sentido objetivo, y cabe en todos los casos en que la ley no
disponga lo contrario.

1323. EL FRAUDE
Debe distinguirse el dolo del fraude. Este último ha sido definido como el malicioso y desleal
obrar en perjuicio ajeno en el cual asoma, agravada, la figura de la mala fe en sentido objetivo. No
es, sin embargo, una especie de dolo en el sentido de vicio del consentimiento y menos una forma
de simulación.
Se trata de maniobras o actos realizados con la intención de herir los derechos o intereses
ajenos.
Ejemplo de fraude es el del deudor que oculta bienes para escapar a la acción de los
acreedores que pretenden pagarse con la venta de aquéllos. Otro ejemplo es el de la persona que
se presenta al juez, acompañada de testigos, para poner por escrito un testamento verbal que la
favorece y que el difunto jamás otorgó, perjudicando con la maniobra al fisco al cual le
correspondería la herencia por no tener el supuesto testador cónyuge sobreviviente ni parientes
que lo pudieran suceder intestadamente.34
La lesión

1324. NOCIONES GENERALES
GENERALES
Los contratos onerosos son aquellos que tienen por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno a beneficio del otro (artículo 1440). Ejemplo: la compraventa, el
arrendamiento, etc.

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Los contratos onerosos se subdividen en conmutativos y aleatorios. Los primeros son aquellos
en que cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo
que la otra parte debe dar o hacer a su vez. Los segundos son los contratos en que el equivalente
consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida (artículo 1441).
En los contratos conmutativos la extensión de las prestaciones que se deben las partes es
inmediatamente cierta y cada una de ellas puede apreciar desde luego el beneficio o la pérdida que
le causa el contrato. En los contratos aleatorios, por el contrario, la prestación debida por una de
las partes depende de un acontecimiento incierto que hace imposible dicha avaluación hasta que el
acontecimiento se realice.
Ahora bien, la lesión es el perjuicio que una parte experimenta cuando, en un contrato
conmutativo, recibe de la otra un valor inferior al de la prestación que suministra.
El perjuicio nace, pues, de la desigualdad de los valores de las prestaciones de un contratante
y otro.

1324-A. FUNDAMENTO
La lesión, cuando reviste caracteres graves, cuando es enorme, reclama una sanción en
nombre de la equidad que, conforme a la etimología de la palabra, consiste en la igualdad de trato.
Los más débiles deben ser protegidos contra los más ávidos y astutos, para así nivelar las
desigualdades.35 bis

DERECHO?
1325. ¿QUÉ CLASE DE VICIO  ES LA LESIÓN  DENTRO DE NUESTRO D
Algunos autores y maestros consideran que la lesión, dentro de nuestro Derecho, es, como en
otras legislaciones, un vicio subjetivo, un vicio del consentimiento, porque, afirman, quien sufre
lesión con el acto que celebra o ejecuta es por presión de las circunstancias, como en el caso del
préstamo con intereses usurarios o en el caso del que ofrece una gran suma de dinero para que le
salven la vida; o por influencia de un mal cálculo que provoca error en su voluntad, como sucede
con la compra de un terreno en el cual el comprador cree personalmente que hallará algún tesoro;
o por influencia del ascendiente que ejerce la persona con quien se contrata, que más o menos
inconscientemente la empuja a celebrar el acto desventajoso (situación especialmente
contemplada en el Derecho inglés); o, en general, por cualquiera otra causa que se traduce en una
presión de la voluntad que no entrañe jurídicamente error, dolo o fuerza.
Otros, por el contrario, creen que la lesión es, en nuestro Derecho, como en el francés, un
simple vicio objetivo del acto, predominando el elemento material del perjuicio experimentado. De
acuerdo con esta concepción, la lesión “funciona matemáticamente, mecánicamente, desde el
momento que las condiciones requeridas por la ley se encuentran reunidas, y con abstracción de
toda consideración derivada de la mentalidad de los contratantes, del fin perseguido por ellos”.36
Para aseverar que nuestra legislación considera la lesión como un vicio objetivo, se fundan en
las razones siguientes.
1) La historia de la ley. En efecto, el Proyecto de 1853, en su artículo 1629 enumeraba la
lesión entre los vicios del consentimiento; su posterior supresión estaría demostrando claramente
la intención del legislador de no considerarla entre ellos.
2) La naturaleza de la sanción. La sanción de los vicios del consentimiento es la nulidad del
acto; la sanción de la lesión, en cambio, es varia y tiende a evitar el perjuicio de la parte lesionada.
Y cuando en la lesión se concede la acción rescisoria, como en la compraventa, no conduce
necesariamente, como en los vicios del consentimiento, a la anulación del acto, pues la parte
beneficiada con la lesión podría purgarla completando la prestación deficiente en la forma prevista
por la ley.
La acción rescisoria de la lesión es, pues, de una naturaleza especial. Por eso la Corte de
Apelaciones de Santiago ha declarado que la acción rescisoria por lesión enorme no se rige por los
artículos 1682 y siguientes del título XX, del libro IV del Código Civil, sino por las disposiciones del
párrafo 13 del título XXIII del mismo libro, porque no nace de ningún vicio proveniente de la
incapacidad de los contratantes, de error o de dolo (Gaceta, de 1879, sentencia 1925, p. 1346).

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Por nuestra parte, también creemos que la lesión constituye en nuestro Derecho un vicio
objetivo, ya que para sancionarlo basta con demostrar la desproporción de las prestaciones
señaladas en la ley.
Sólo en la rescisión de la aceptación de una asignación hereditaria esto se altera, porque hay
que demostrar: primero, que se sufrió lesión grave, y segundo, que esta lesión se produjo “a virtud
de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptar la asignación”. Y
esto se explica por el carácter mismo de las asignaciones testamentarias, cuya aceptación
significa, a veces, un riesgo en el resultado económico final, del cual no puede formarse idea la
persona al ignorar esas disposiciones testamentarias. Por lo demás, como veremos más adelante,
la lesión en la aceptación de asignaciones testamentarias no es un caso de lesión en sentido
técnico.

1325-A. CASOS  EN QUE LA LESIÓN  VICIA EL ACTO


La lesión vicia el acto, dentro de nuestro Derecho, sólo en casos especiales y determinados.
Estos casos son los siguientes.
1) Compraventa. “El vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la
mitad del justo precio de la cosa que se vende; y el comprador sufre a su vez lesión enorme
cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella. El
 justo precio se refiere al tiempo del contrato” (artículo 1889). No hay lugar a la acción rescisoria por 
lesión enorme en las ventas de bienes muebles, ni en las que se hubieren hecho por el ministerio
de la justicia (artículo 1891), ni en las compraventas y permutas de una concesión minera o de una
cuota o una parte material de ella (Código de Minería de 1983, art. 170).
“El comprador contra quien se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio consentir en ella o
completar el justo precio con deducción de una décima parte, y el vendedor, en el mismo caso,
podrá a su arbitrio consentir en la rescisión o restituir el exceso del precio recibido sobre el justo
precio aumentado en una décima parte” (artículo 1890, inciso 1º).
2) Permuta. Se aplican las mismas reglas de la compraventa. “Las disposiciones relativas a la
compraventa, dice el artículo 1900, se aplicarán a la permutación en todo lo que no se opongan a
la naturaleza de ese contrato; cada permutante será considerado como vendedor de la cosa que
da, y el justo precio de ella a la fecha del contrato se mirará como el precio que paga por lo que
recibe en cambio”.
3) Aceptación de una asignación hereditaria. Según el artículo 1234, la aceptación puede
rescindirse en el caso de lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía
noticia al tiempo de aceptarla. Se entiende por lesión grave, dice el último inciso del precepto, la
que disminuye el valor total de la asignación en más de la mitad. El redactor afirma que éste no es
un caso de lesión en sentido técnico, sino de perjuicio a consecuencia de la ignorancia, del error,
que jurídicamente comprende a ésta. Y como no es imputable a la persona que acepta la
asignación, el legislador, por razón de justicia, le permite “rescindir” la aceptación.
4) Partición de bienes. “Las particiones –dice el artículo 1348– se anulan o se rescinden de la
misma manera y según las mismas reglas que los contratos. La rescisión por causa de lesión se
concede al que ha sido perjudicado en más de la mitad de su cuota”.
5) Mutuo. “El interés convencional –dice el Código Civil en el artículo 2206 (colocado en el
título “Del mutuo”)– no tiene más límites que los que fueren designados por ley especial; salvo que,
no limitándolo la ley, exceda en una mitad al que se probare haber sido interés corriente al tiempo
de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés corriente”.
La Ley Nº 18.010, de 27 de junio de 1981, sobre Operaciones de Crédito y Otras Obligaciones
de Dinero, modificada por la Ley Nº 19.528, de 4 de noviembre de 1997, señala que “interés
corriente es el interés promedio cobrado por los Bancos y las sociedades financieras establecidos
en Chile en las operaciones que realicen en el país, con excepción de ciertas operaciones en que
no existe límite de interés, que son las siguientes: a) las operaciones de crédito de dinero que se
pacten con instituciones o empresas bancarias o financieras, extranjeras o internacionales; b) las
que se pacten o expresen en moneda extranjera para operaciones de comercio exterior; c) las
operaciones que el Banco Central de Chile efectúe con las instituciones financieras, y d) aquellas
en que el deudor sea un banco o una sociedad financiera (arts. 5º y 6º). Corresponde a la

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Superintendencia de Bancos e Instituciones financieras determinar las tasas de interés corriente...


(art. 6º, inc. 1º).
No puede estipularse un interés que exceda en más de un cincuenta por ciento al corriente
que rija al momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de
interés se denomina interés máximo convencional”. (artículo 6º, inciso final).
Es importante subrayar que se aplica el interés corriente en todos los casos en que las leyes u
otras disposiciones se refieren al interés legal o al máximo bancario (art. 19).
6) La anticresis. El artículo 2443 establece para el contrato de anticresis una lesión análoga a
la del mutuo: los intereses que estipularen las partes están sujetos en el caso de lesión enorme a la
misma reducción que en el caso del mutuo.
7) Cláusula penal. “Cuando por el pacto principal –dice el artículo 1544– una de las partes se
obligó a pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por la otra debe prestarse, y
la pena consiste asimismo en el pago de una cantidad determinada, podrá pedirse que se rebaje
de la segunda todo lo que exceda al duplo de la primera, incluyéndose ésta en él. La disposición
anterior no se aplica al mutuo ni a las obligaciones de valor inapreciable o indeterminado. En el
primero se podrá rebajar la pena en lo que exceda al máximum de interés que es permitido
estipular. En las segundas se deja a la prudencia del juez moderarla, cuando atendidas las
circunstancias pareciere enorme”.

1326. SANCIÓN  DE LA LESIÓN


Como ya quedó de manifiesto en nuestro Derecho, como en el francés, la sanción de la lesión
no es siempre la misma. A veces, puede comportar la nulidad del acto, de la cual puede librarse el
ganancioso, en ciertos casos, completando la prestación deficiente en los términos señalados por 
la ley, cual ocurre en la compraventa (artículo 1890). En otras ocasiones la sanción de la lesión es
la reducción de la estipulación lesiva a términos razonables, como sucede en el mutuo o en la
cláusula penal.
En general, puede decirse que la sanción de la lesión es la nulidad del acto en que incide o la
reducción de la desproporción de las prestaciones.

1327. TENDENCIA  DE LAS LEGISLACIONES MODERNAS EN CUANTO A LA LESIÓN


El Código Civil Alemán (artículo 138), el Código Federal Suizo de las Obligaciones (artículo
21) y otros modernos, han construido una teoría de la lesión que reposa en amplias bases, a la
cual han dado una extensión considerable y al mismo tiempo un carácter subjetivo bastante
pronunciado: todas las convenciones pueden caer a causa del desequilibrio lesivo, pero sólo
cuando una de las partes ha explotado intencionalmente la necesidad, los apuros, la ligereza o
inexperiencia del otro contratante. Si bien es cierto que la teoría de la lesión presenta al mismo
tiempo un carácter subjetivo y económico (desproporción anormal, chocante, entre las prestaciones
correspondientes), en estos países la intención de explotar es la base de la acción de nulidad o
rescisión; la lesión es cuestión de móviles. Nótese que el carácter subjetivo de la lesión en estas
legislaciones no dice relación con el hecho de sufrir la víctima una presión en la voluntad, lo que
significaría un vicio del consentimiento, sino que se refiere a la intención de explotar de la parte que
gana con la lesión.
Cabe observar que el Código Civil Alemán se coloca en un punto de vista que le es peculiar:
para él el acto lesivo es un acto contrario a las buenas costumbres (artículo 138), de manera que
es absolutamente nulo y no tan sólo rescindible o anulable.37

1328. RESOLUCIÓN DEL CONTRATO POR EXCESIVA  ONEROSIDAD  SOBREVINIENTE


SOBREVINIENTE
En Derecho Internacional Público existe la llamada cláusula rebus sic stantibus que se reputa
sobreentendida en los tratados permanentes, y según la cual una convención sólo sigue en
vigencia mientras el estado de cosas existente en el momento en que se concertó no sufra
modificaciones esenciales. En algunos países se extiende al derecho privado esta cláusula,
cuando por acontecimientos extraños, posteriores a la celebración del acto por las partes, una de

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