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HISTORIA DE LA ETIMOLOGÍA

Etimología del término etimología, procede del latín clásico


ĕtymŏlŏgĭa, ae, con el significado de: ‘el origen de una palabra, su
etimología. y ĕtymŏlŏgĭcē, ēs era como los romanos llamaban a la
ciencia o el estudio de la etimología.
La etimología moderna nació en el siglo XIX, junto con la visión que
hoy en día tenemos de la lingüística, pero sus raíces datan de la
Antigüedad misma. Filósofos griegos antiguos como Platón (c. 427-
347 a. C.) se interesaron en sus obras por el origen de las palabras de
su idioma, y poetas como Píndaro (c. 538-438 a. C.) o el romano
Plutarco (c. 46-c.120 d. C.) crearon sus propias etimologías ficcionales
con fines poéticos o lúdicos.
Primeros intentos de explicar el origen de las palabras
Los antecedentes más antiguos que se conocen sobre la intención de
explicar el origen de las palabras se remontan acaso a gramáticos y
estudiosos del lenguaje en India, que intentaron analizar entre los
siglos V-II a. C. el sánscrito, una lengua indoirania indoeuropea, cuyos
orígenes se remontan al segundo milenio a. C., y que evolucionó
gradualmente dando lugar a idiomas como el hindi, urdu, bengalí,
punyabí, maratí y otros hablados en India y Pakistán. Del mismo
modo que el latín vulgar (también lengua indoeuropea, pero de la
rama itálica) terminó por originar las lenguas romances después de la
caída del Imperio romano (s. V d. C.), como el español, portugués,
italiano, rumano, portugués, siciliano, gallego, sardo, occitano,
sefardí, normando, etc. Los antecedentes greco-romanos
En Grecia, el poeta Píndaro (h. 518-438 a. C.) y siglos después el
historiador Plutarco (h. 50-127 d. C.) hicieron algunos comentarios
etimológicos en sus escritos. El ilustre filósofo griego Platón en su
diálogo Crátilo, escrito hacia el año 360 a. C., dedica casi la mitad de
la obra a discutir las etimologías del nombre de personajes o
antroponimias.
En tiempos de la Antigüedad Clásica greco-romana, entre los siglos V
a. C.-II d. C., la etimología hacía referencia al significado de las
palabras, después, a sus historias. Posteriormente, las etimologías
clásicas cristianas y paganas fundamentaban sus explicaciones en
alegorías y conjeturas, con la ausencia de registros históricos y
método científico para analizar adecuadamente las cosas, hasta que
esta disciplina o área del conocimiento cayó en el desprestigio por
casi 1000 años, a tal grado, que algunos llegaron a decir que las
etimologías eran cosa sencilla, con la ayuda del latín y algo de
ingenio. Fue más o menos a mediados del siglo XVII que la etimología
se consideró como una rama de la lingüística que trataba el origen y
la evolución de las palabras; pero desde el siglo XV se intentó hacer
un registro de la historia particular de cada palabra.
Las palabras cambian a través de los siglos
Puesto que la etimología es la historia de los cambios que tienen las
palabras a través de su evolución, su existencia carecería de sentido
si los vocablos no se transformaran, pero resulta que sí sucede, del
mismo modo que pasa en los seres vivos, las estrellas, planetas,
sociedades, el conocimiento, la ciencia, la tecnología y así
sucesivamente.
Las palabras cambian en todas partes, siempre y de muchas maneras.
Pero hay dos cosas muy relevantes: (1) Cada idioma toma en
préstamo palabras de otras lenguas, como sucedió al latín que tomó
muchas palabras del griego, pero también sucedió lo inverso; lo que
provoca deshacerse de algunas palabras nativas o restringir su uso.
(2) Aun sin préstamos cada lenguaje tiende a cambiar la forma de sus
palabras y a modificar su significado y pronunciación.
¿Qué es la etimología? I
La etimología es una rama de la lingüística que se ocupa del estudio
del origen de las palabras, así como de sus cambios a lo largo de la
historia de la lengua (su derivación). La etimología de una palabra da
cuenta de dónde proviene y de cómo se incorporó al idioma, así
como su cronología de cambios y adaptaciones, especialmente
cuando provienen de otros idiomas o de lenguas muertas
(generalmente el latín y el griego antiguo).
También hubo importantes tratados medievales sobre del origen de
las palabras, como es el caso de Isidoro de Sevilla (c. 556-636) y su
célebre Etymologiae (alrededor del año 630). Sin embargo, recién en
la época moderna se constituyó una ciencia etimológica, siguiendo
un método científico, organizado y comparativo para su estudio.
La etimología, de esta manera, no sólo satisface la curiosidad
respecto al origen de una palabra, es decir, en donde figuran sus
raíces y qué significaba inicialmente, sino que también señala una
cronología o historia de la palabra, que refleja en gran medida la
historia del idioma al que pertenece.
Al mismo tiempo, además, contribuye a una comprensión más plena
de cómo opera el idioma, lo cual repercute en una mejor ortografía y
un más amplio vocabulario.
¿Qué es la etimología? II
La Etimología es la rama de la lingüística encargada de estudiar y
descifrar las palabras. La etimología tiene la difícil tarea de encontrar
el significado, razón de ser, forma de expresarse y adaptación a las
diferentes culturas.
La etimología se orienta como propósito, la distribución de palabras
alrededor del mundo, dando claros conceptos de estas y explicando
el cómo aplicarlas. En ciertos casos, las palabras pueden tener
diferentes significados, dependiendo de la cultura que la acoja
La etimología también se encarga del control y disciplina de los
modismos, los cuales no son más que deformaciones del lenguaje
claro y comprensible con fines de comodidad o flojera. Existen países
donde se ha dañado tanto el idioma que en ciertas oportunidades
resulta un poco engorroso traducir alguna oración, gracias al
modismo empleado.
El estudio de la etimología es muy importante en materias en las que
se busca la mejor comprensión de textos, el conocimiento adquirido
al estudiar la procedencia de una palabra es tan sutil. Que la simple
representación de una idea puede generar más concepto y estructura
a las causas a las que se les busca consecuencias.
¿Qué es la etimología? III
Del latín etymologia, que a su vez tiene su origen en un vocablo
griego, la etimología es una especialidad lingüística que estudia el
origen de las palabras al considerar su existencia, significación y
forma.

En concreto, la etimología analiza cómo una palabra se incorpora a


un idioma, cuál es su fuente y cómo varían sus formas y significados
con el paso del tiempo. La lingüística comparativa permite
reconstruir la historia de aquellas lenguas antiguas que no dejaron
registros directos, como textos escritos, por ejemplo. La etimología,
en estos casos, se basa en los conocimientos aportados por la
lingüística comparativa para inferir cuestiones relacionadas al
vocabulario.
Al estudiar la etimología, es posible aumentar la comprensión sobre
el significado preciso de las palabras, ampliar nuestro vocabulario y
perfeccionar la ortografía. Es importante tener en cuenta que las
lenguas viven una inevitable evolución, lo que desemboca en que las
palabras sufran modificaciones y se adapten a cada momento
histórico en el que son utilizadas; cabe señalar que estos cambios no
siempre son positivos o constructivos. El significado que tenía una
palabra hace un siglo puede ser muy diferente del que posee
actualmente, y lo mismo puede ocurrir en el futuro, hasta que el
término, por determinadas razones, deje de ser considerado vigente
o necesario para la comunicación.
Importancia y uso de las etimologías
Las etimologías constituyen un apoyo muy importante ya que para
comprender palabras técnicas y científicas es dispensable el
conocimiento de las raíces que las forman. En el castellano es muy
importante la etimología, puesto que es uno de los idiomas más
amplios, los significados de las palabras varían según los contextos.
Para entender en que momentos utilizar desde letras,
comprenderlas, crear frases u oraciones, se recurre a la etimología,
para conocer la raíz y los usos efectivos. La etimología sirve para la
comprensión de las palabras, para la creación de oraciones, así como
para el buen uso de las reglas gramaticales que permiten una buena
transmisión de los mensajes.
• Satisface la curiosidad de todo hombre medianamente culto.
• Sirve para definir los objetos e ideas que de ellos tenemos.
• Conocida la etimología se sabrá descifrar su valor y significado
literal o absoluto.
• Sirve para determinar la sinonimia, o sea el significado entre dos
voces sinónimas.
• Sirve también para formar correctamente las voces derivadas y
compuestas.
• Es un gran auxiliar de la memoria.
• Enseña a distinguir las palabras llamadas nuevas o neologismos.
• Nos ayudan a fijar nuestra ortografía y evitar mutilaciones.
• Investiga el origen de cada palabra
LENGUAS ROMANCES
Las lenguas romances son la familia de lenguas más habladas del
mundo de donde salen tres de los idiomas más practicados: español,
portugués y francés. A raíz de aquí también surgen otras menos
practicadas pero muy extendidas como el rumano, el italiano o
incluso el propio catalán.
Estas lenguas romances son habladas por más de 700 millones de
personas en todo el mundo, ya que muchas son heredadas de estas
lenguas latinas que se desarrollaron a partir del latín en Europa
occidental y meridional alrededor del siglo VII.
Este latín original fue evolucionando según cada territorio creando
idiomas propios por toda Europa de los que hoy somos herederos. En
cada territorio fueron surgiendo condiciones específicas que hicieron
que el original latín fuera cambiando, creando dialectos por todo el
continente.
En la actualidad, a pesar de que es complicado cuantificar cuántas
lenguas latinas existen vivas ahora mismo, se tiene constancia de
unas 44 que se practican en partes del mundo. Las más conocidas el
español con 330 millones de hispanohablantes repartidos por los
cinco continentes.
A nuestro idioma le sigue el portugués que, aunque es hablado
mayormente en dos países, Portugal y Brasil, es practicado por unos
200 millones de personas.
Por debajo de estas dos grandes lenguas latinas estarían el francés
con, aproximadamente, 76 millones de hablantes, el italiano con 64
millones o el rumano con 25 millones de hablantes en todo el
mundo.
A raíz de estas lenguas más practicadas, después resulta difícil saber
cuántos millones de personas practican otras lenguas menos
conocidas a nivel global como podría ser el catalán o el gallego, el
siciliano, el napolitano o el haitiano creollo.
Además, existen otras lenguas latinas que se han conservado a pesar
de estar en verdadero peligro de extinción por estar reservadas ya en
pequeños núcleos de población que poco a poco dejan de practicar.
Es el caso del asturleonés, el corso, el romanche, el isturroumano
que cuenta con unos 1.000 hablantes o el gallurés.
ORIGEN DEL ESPAÑOL
El español es una lengua romance, es decir, tiene sus orígenes en el latín que,
con el Imperio Romano, abarcó gran parte de Europa, África y Asia; y, como
toda lengua, fue evolucionando a través de los siglos. Es así como en España
se formaron diferentes dialectos en cada región hasta que lentamente el
castellano, que tuvo su cuna en Castilla, fue ganando la supremacía sobre los
demás dialectos. Al conformarse España como nación, se reconoció a este
idioma como español, denominación que predomina en nuestros días.
Tras la caída del imperio romano, en el siglo V, la influencia del latín culto fue
disminuyendo poco a poco entre la gente, pues además ya se hablaba un
latín vulgar, es decir, diferente en fonética, sintaxis y léxico. En este contexto
donde surgen las deformaciones del latín, nace el “romance castellano”,
típico de la región que dio origen al Reino de Castilla y que se expandió por
toda la península durante la Edad Media.
Es ahí donde surgió la primera versión del español o castellano, que
inicialmente tenía no solo una influencia del latín vulgar, sino que también
tenía vocablos provenientes del griego, celta y germánico. Más adelante, en
el siglo VII, la invasión de los musulmanes hace que se formen dos zonas bien
diferenciadas. En Al Andalus se hablarán los dialectos romances englobados
en el término mozárabe neoárabe, además de las lenguas de la minoría
extranjera invasora árabe y bereber, mientras que en la zona en que se
forman los reinos cristianos, desde pocos años después del inicio de la
dominación musulmana, comenzó una evolución divergente en la que surgen
las modalidades romances catalana, aragonesa, astur y gallegoportuguesa,
además de la castellana que sería dominante entre la población de la
península.
Pero la creación de un idioma español estándar, basado en el dialecto
castellano, comenzó en el año 1200 con el rey Alfonso X. Él y su corte de
eruditos adoptaron la ciudad de Toledo como la base de sus actividades. Ahí,
se escribieron obras originales en castellano y tradujeron historias, crónicas y
obras científicas, jurídicas y literarias de otros idiomas (principalmente de
latín, griego y árabe). Este esfuerzo histórico de traducción fue un vehículo
importantísimo para la diseminación del conocimiento en la Europa
occidental antigua. Alfonso X también adoptó el castellano para el trabajo
administrativo y todos los documentos y decretos oficiales.
Durante el reinado de los monarcas católicos Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón, el dialecto castellano de España ganó amplia aceptación tras
completar la Reconquista de España en 1492, donde hicieron del castellano
el idioma oficial en su reino. En ese mismo año, apareció un libro muy
importante: “Grammatica” de Antonio de Nebrija, ya que fue el primer
tratado para estudiar e intentar definir la gramática de un idioma europeo.
Todo esto hizo que el idioma resultante fuera un idioma híbrido, ya que el
castellano tomó muchas palabras del mozárabe, y se calcula que el español
moderno cuenta con aproximadamente 4.000 palabras con raíces árabes.
En la actualidad, el idioma español se extiende por todo el planeta, siendo
una lengua que hoy hablan más de 490 millones de personas, como lengua
nativa, segunda y extranjera. Es la segunda lengua del mundo por número de
hablantes nativos y el segundo idioma de comunicación internacional. Una
lengua universal, multicultural y en constante evolución, que, sin lugar a
duda, se convertirá en un referente para la comunicación global.
ALFABETO GRIEGO Y ABECEDARIO LATINO
ALFABETO GRIEGO:
El alfabeto griego deriva de una variante del fenicio, introducido en
Grecia alrededor del siglo IX a. C., por comerciantes de esa
nacionalidad. El fenicio, como los alfabetos semíticos posteriores, no
tenía signos para marcar las vocales; para solventar el problema los
griegos adaptaron algunos signos que en fenicio indicaban aspiración
para representar las vocales. Este aporte se considera fundamental
pues la mayoría de los alfabetos que incluyen signos vocálicos se
derivan de esta aportación original griega. Además de las vocales, el
griego añadió tres letras nuevas al final del alfabeto: φ, χ, y ψ para
representar sonidos que no existían en fenicio.
Ya en época clásica algunas letras desaparecieron del alfabeto; la
digamma, que adaptaba la vav fenicia, se utilizaba sólo en algunos
dialectos occidentales, y desapareció antes del período clásico; la san,
homófona con sigma, fue desplazada por ésta última; la qoppa, una
adaptación de la kof fenicia cuyo sonido no existía en el griego.
Variantes de algunos alfabetos griegos arcaicos
(eubeo, jónico, ateniense y corintio)
comparadas con la forma clásica.
No todas las ciudades adaptaron el alfabeto fenicio en el mismo
momento ni del mismo modo. Originariamente existieron variantes
del alfabeto griego, siendo las más importantes la occidental
(calcídica) y la oriental (jónica). En el año 403 a. C. Atenas adoptó la
variante oriental y, dada su importancia política y cultural, se impuso
poco después a las demás formas del alfabeto. Ya para esta época el
griego había adoptado la escritura de izquierda a derecha, mientras
que originalmente se había empleado para ello el bustrofedon (la
alternancia de líneas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda,
invirtiendo todos los caracteres en el proceso).
Pero los griegos no solo adoptaron el alfabeto, sino que también lo
difundieron hasta convertirse en la fuente de todas las formas de
escritura modernas de Europa. De la variante occidental del alfabeto
griego procede el alfabeto etrusco y de este el alfabeto latino,
mientras que de la variante oriental procede el alfabeto cirílico y el
gótico entre otros.
Las letras digamma, qoppa, y sampi se utilizaron en la época arcaica
(siglos VII y VI a. C.) en algunos dialectos, pero pronto dejaron de
formar parte del alfabeto griego común, aunque no del sistema de
numeración jónico, con los valores numéricos correspondientes a su
posición original.
ABECEDARIO LATINO:
El alfabeto latino tiene su origen en el alfabeto etrusco que a su vez
fue desarrollado a partir de las letras del alfabeto griego.
Concretamente de una variante del alfabeto griego en una colonia
griega situada al sur de Italia que fue adquirida en el siglo VII a.C.
Por tanto, a pesar de la creencia extendida de que fueron los
romanos quienes lo inventaron, no fue así. Sin embargo, los romanos
lo utilizaron como base para crear su escritura.
Durante la época el Imperio Romano, el alfabeto latino se fue
extendiendo por toda la península itálica alrededor del
Mediterráneo. Sin embargo, era en la parte occidental donde más se
utilizaba el latín. Ya en la Edad Media, los dialectos del latín vulgar
fueron evolucionando hacia las lenguas romances como l francés,
italiano, español, portugués o rumano entre otras.
En un principio, en el alfabeto romano o latino antiguo se empleaba
una dirección de escritura de derecha a izquierda. Solamente se
utilizaban las letras mayúsculas. Los signos ortográficos o la
separación de palabras se fueron incorporando de forma muy
paulatina.
En la versión arcaica del alfabeto latino, solamente existían 20 letras:
• A, B, C, D, E, F, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X
En un principio no había distinción entre la U y la V, de modo que
solo existía la V. Tampoco existían la letra G y la letra Z
En la versión clásica del alfabeto latino, tras el siglo III d.C el alfabeto
latino constaría de 23 letras:
• A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X, Y, Z
En esta versión se incluyeron la G y la Z. Sin embargo, aún faltarían
tres letras más que se incluirían posteriormente: la J, la U y la W. El
alfabeto latino quedaría completo, con las 26 letras actuales, en el
siglo XVIII.
CORRESPONDENCIA ALFABÉTICA
La escritura alfabética es un mecanismo en el que los símbolos
pueden ser usados para representar todos los tipos de sonido
individuales de un idioma. Un alfabeto es un conjunto de símbolos
escritos donde cada uno representa un solo tipo de sonido o
fonema.
No todos los idiomas tienen una forma escrita e incluso entre las
culturas que cuentan con una forma de escritura bien establecida,
hay un gran número de personas que no son capaces de emplear
el sistema.
Los primeros sistemas de escritura corresponden a lenguas
semíticas como el árabe y el hebreo.
Las palabras escritas en estas lenguas consisten en gran medida a
la asociación de diferentes símbolos para representar sonidos
consonantes, los cuales, al combinarse con los sonidos vocálicos,
que deben ser proporcionados por el lector, permiten definir
vocablos de uso común.
Este tipo de sistema de escritura suele ser llamado alfabeto
consonantal. La versión temprana de la escritura alfabética
semítica se origina en el sistema de escritura de los fenicios, que
es la fuente básica de la mayoría de los otros alfabetos que se
encuentran en el mundo.
Los griegos perfeccionaron el proceso de alfabetización,
adicionando símbolos separados para representar los sonidos de
las vocales como entidades distintas, y así se creó un nuevo
sistema que incluía vocales.
Este cambio añadió símbolos distintos para cada sonido de vocal,
por ejemplo, el sonido ‘alfa’, para acompañar a los símbolos ya
existentes para sonidos consonánticos, por ejemplo, el sonido
‘beta’, originando la escritura alfabética.
De hecho, para algunos autores el origen del alfabeto moderno
corresponde a los griegos, quienes transformaron el sistema
netamente silábico de los fenicios para crear un sistema de
escritura en el que existe una asociación de cada sonido con un
símbolo.
Este alfabeto revisado pasó de los griegos al resto de Europa
Occidental a través de los romanos y en el camino sufrió varias
modificaciones para adaptarse a las necesidades de las diferentes
lenguas habladas en el continente.
Como resultado, se emplea el alfabeto romano como el sistema de
escritura utilizado para el idioma español. Otra línea de desarrollo
que adoptó el mismo sistema básico de escritura griega fue Europa
Oriental, en donde se hablaban lenguas eslavas.
La versión modificada es denominada alfabeto cirílico, en honor a
San Cirilo, un misionero cristiano del siglo IX cuyo papel fue
determinante en el desarrollo de este sistema. El alfabeto cirílico
representa la base del sistema de escritura usado hoy en Rusia.
ACENTUACIÓN GRIEGA Y LATINA
Acentuación griega:
Originalmente el acento griego era tonal y no intensivo. Esto significa que
la sílaba sobre la que iba el acento sufría un incremento de la tonalidad
musical y no un incremento de la intensidad en su pronunciación.
El acento griego es de naturaleza musical. Consiste en una elevación del
tono no acompañada de ningún refuerzo o intensidad especial. La sílaba
tónica se eleva una quinta por encima de las átonas.
Aunque existe un solo acento, se utilizan tres signos (introducidos por
Aristófanes de Bizancio en el S. III a. C.) para notarlo:
1. Agudo (´). Se coloca sobre vocales largas o breves y puede aparecer en
cualquiera de las tres últimas sílabas.
2. Grave (`). Es un acento de frase, no de palabra, que se coloca en la
última sílaba. Es una variante del agudo. La regla es la siguiente: cualquier
palabra que lleve acento agudo en la última sílaba lo cambia en grave a lo
largo de la frase, a no ser que le siga una enclítica o un signo de
puntuación.
3. Circunflejo (`). Es igual a la suma del agudo más el grave (´ + ` = `). Es,
pues, un acento de dos tiempos que sólo puede colocarse sobre vocales
largas y diptongos, en la última o en la penúltima sílaba el acento
circunflejo comporta una elevación (el primer tiempo) y un descenso (el
segundo tiempo).

ACENTUACION LATINA:
La lengua latina conocía por una parte la oposición de cantidad vocálica,
es decir, la oposición entre vocales largas y breves; y por otra, un acento
que era de naturaleza musical dependía en su colocación de la estructura
cuantitativa de las sílabas de la palabra y fonológicamente era irrelevante,
ya que por sí solo no distinguía palabras iguales.
La acentuación de las palabras latinas se ajusta a la llamada ley de las tres
sílabas: Toda palabra polisílaba acentuada tiene acento principal sobre la
penúltima sílaba, si ésta es larga; si es breve, sobre la antepenúltima. Las
palabras bisílabas se acentuarán sobre la penúltima sílaba. La acentuación
latina es distinta de la nuestra. Consiste, no en una mayor intensidad de voz
de la sílaba acentuada, sino en una elevación del tono, como una nota más
aguda. Todas las palabras latinas, excepción hecha de las proclíticas y de las
enclíticas (ejemplo: -que «y»; -ve «o»; -ne «acaso»; y a veces -cum «con»),
tienen acento intensivo, que no se representa gráficamente. La posición del
acento se rige por las normas siguientes:
• Los monosílabos tónicos son agudos (ops, pons, urbs, sal), pero
existen muchos monosílabos en latín que son átonos, tales como las
preposiciones y las conjunciones, y que, por tanto, necesitan
apoyarse en la palabra siguiente (las proclíticas) o en la palabra
anterior (las enclíticas) para poder ser pronunciadas, como por
ejemplo ad oram (ad, una preposición, es átona, por lo que necesita
apoyarse en el sustantivo oram, que lleva el acento en la primera
sílaba, resultando la secuencia *adoram) o cantatque (-que es un
conjunción copulativa átona que se apoya en cantat para ser
pronunciada y se escribe añadida a ella, como cualquier enclítica; la
secuencia resulta *cantatque).
• Son llanas siempre las palabras bisílabas: causa, Roma, poena, geltus.
También son llanas las trisílabas o polisílabas cuya penúltima sílaba
es larga: inimicus, frumentum, Europa, magister, incautus.
• Son esdrújulas las palabras cuya penúltima sílaba es breve: solidus,
fabula, gloria, statua.

CLASIFICACIÓN GENEALÓGICA DE LAS LENGUAS


La clasificación genealógica toma en cuenta el origen de las lenguas.
Agrupa las lenguas derivadas de una misma, llamada madre. Las
lenguas que se asemejan forman una familia lingüística. Distinguimos
en todo el mundo las siguientes familias:

SEMITICA: antiguo airio, palestino, hebreo, fenicio, arameo y árabe.


Carecen del género neutro y del articulo indefinido CAMÍTICA:
egipcio, copto, etiopie, libio, libio bereber.
carecen del género neutro

AMERICANA: tarasco, zapoteca, náhuatl, maya, inca, etc.

HIPERBOREA: hablada en las regiones árticas..Hiperbórea era una


región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al
norte de Tracia. Su nombre (griego: Hyper Boreas, «más allá del
norte»)? deriva precisamente de que se creía que el dios-viento
Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más
al norte de este reino, en el país de Hiperbórea.

URALOALTAICA: fines, estonio, turco, tarataro, carelio

CAUCASIVA: vasco, etrusco

DRAVIDICA: tamil y lenguas habladas por pueblos de raza negra que


habitan el sureste de la india

AUSTRALIANA: Australia

MALAYOPOLINESICA: himalayo, tagalo. hawaiano, fidjiano, samoano,


formosano, carolines, salomones. Las lenguas malayopolinesias son
un subgrupo de lenguas de la familia austronesia. El subgrupo está
muy expandido por las islas del sudeste asiático y el Pacífico, con
algunos miembros hablados en el Asia continental. El malgache,
hablado en Madagascar, es una excepción.

Las lenguas malayopolinesias tienden a la reduplicación (repetición


de una palabra aparte de ella) para expresar el plural y tienen una
entropía baja, es decir, los textos son bastante repetitivos en cuanto
a la frecuencia de los sonidos. La mayoría no posee grupos de
consonantes (como [str] o [mpl]) y tiene un número de vocales
pequeño, siendo cinco lo más común.

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