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INTRODUCCIÓN
Este milagro de demostró la autoridad de Jesús sobre la naturaleza y mostró su poder para proveer a los
necesitados. Sin embargo, como con todos los milagros de Jesús, este hecho puede ser entendido a un
nivel más profundo.
Esta pesca milagrosa ilustra un aspecto clave en el ministerio de Jesús: Su llamado, cuando es
obedecido, lo cambia todo. De ahí en adelante las prioridades de los pescadores cambiaron, y las cosas
que una vez parecieron importantes (los peces, los barcos, sus medios de vida) ya no lo parecían tanto.
El Libro de Amos utiliza una metáfora de la pesca para referirse a la sentencia de Israel: La nación de
Israel sería atrapada como los peces y arreada hacia el exilio (Amós 4:2)
Jesús, sin embargo, utilizó la pesca para simbolizar el acto de recoger discípulos para su reino, dándole a
la metáfora un significado totalmente opuesto.
Los pescadores al igual que muchos otros que experimentaron los milagros de Jesús, nunca más serían
los mismos. Veamos algunos detalles:
Las barcas vacías.
Me llama mucho la atención donde dice que Jesús vio dos barcas en la playa que evidentemente estaban
vacías, sin uso. Obviamente la función de las barcas era navegar sobre el agua y estos pescadores las
usaban para ganarse la vida, pero en esta ocasión estaban “en la playa”, es decir, vacías.
Yo me pregunto, ¿cuántos hombres y mujeres están vacíos por dentro? No están ejerciendo su
misión ni el plan que Dios tiene para ellos, porque se sienten vacíos; hay tantas personas hoy que desean
encontrar la verdadera felicidad, pero se encuentran vacías; han probado una y otra cosa tratando de
llenar el vacío.
Ciertamente todos necesitamos el amor mutuo de unos con otros, pero en realidad el único que puede
llenar verdaderamente el vacío del alma es Jesucristo, el Salvador del Mundo.
Las cosas materiales, los apetitos carnales, te darán un poco de satisfacción por un rato, pero nada más.
El discípulo de Cristo, un pescador de hombre entiende que Jesús es quien llena su vida.
Vayan mar adentro
Luego le dice que la lleve a la parte más honda del lago. Simón Pedro alega que han estado trabajando
toda la noche y no han logrado conseguir nada.
¿Cuántos se encuentran hoy en la misma situación, de haber trabajado hasta cansarse sin
conseguir nada concreto? Jesús viene a los pescadores que estaban tristes, agobiados, cansados porque
habían trabajado en vano. Pero al escuchar las palabras del Maestro, Simón Pedro obedece: “Ya que tú
lo dices, vamos a la parte más honda a tirar las redes.”
El Señor nos llama a no vivir en la superficie, a no quedarnos a la orilla del lago, sino a adentrarnos mar
adentro en la vida del espíritu, dejando que Dios ilumine nuestra vida
Ir mar dentro implica, esfuerzo, salir de la comodidad de “la orilla”, adentrarse en el mar, donde hay
riesgos, hay dificultades, pero ahí está la pesca. Sólo los discípulos bogan mar a dentro para convertirse
en pescadores de hombres.
¿Cómo pescar en tanto mar sin peces, en medio de tanta oscuridad con tan pocas luces, en medio
de tantas voces? ¿Cómo lanzar nuestras redes antiguas, ya dos veces milenarias, en un mar cada
vez más vacío de valores superiores, de pensamientos profundos, de proyectos solidarios?
La posmodernidad ha llegado. Estamos sumidos en la “sociedad líquida,” “civilización del
espectáculo,” donde casi todo se vuelve cada vez más relativo, más efímero, menos convincente y
menos convocante. Donde lo que no se nombra en los medios masivos de comunicación, no existe.
Como aquel mar sin peces, vivimos cada vez más en una “era del vacío,” aunque brille en sus
espectáculos. El pasado no importa. El futuro, menos. Lo que importa es el aquí y el ahora. Claro, si no
hay pasado, no hay de qué arrepentirse. Y si no importa el futuro, para qué preocuparse.
Ahí está el milagro de la pesca. Vs. 6-7
¿Y nosotros/as? ¿Nos quedaremos de brazos cruzados ante tanto vacío de horizontes, resignados ante
una sociedad que parece cada vez más replegada sobre sí misma, extraviada en sus laberintos de
injusticia y de conflictos de clase, de género, de raza, de culturas, de estilos de vida? ¿O saldremos de
nuevo hacia “aguas más profundas”? Allí donde el mundo muestra su rostro más oscuro, donde hay más
soledad, desesperanza, necesidad, abandono, pobreza, marginación y exclusión.
Y aquí podemos ver los pasos para convertirse en pescador de hombres.
MIREMOS LA PESCA
Cuando te has encontrado con Jesús, El te llama a unirte a Él en su misión de rescatar a otros.
Vivimos rodeados de personas que se están ahogando en un mar de desesperación, de pecado, de vicios,
de perdición; personas que viven separadas de Dios.
Si tú has conocido a Cristo, ahora tienes una misión. Has sido llamado a unirte a Jesús en lo que El vino a
hacer: a rescatar de la humanidad perdida un pueblo para sí mismo. Simón y sus compañeros oyeron muy
bien el llamado; ellos lo dejaron todo para seguir a Jesús.
¿Y qué vas a dejar tú? Dice la Escritura al final: “Lo dejaron todo y se fueron con Jesús.” El Señor
quiere preguntarte: “¿Qué vas a dejar hoy? Deja tu rencor, tu desconfianza, tus temores, tu pecado.”
Porque cuando se ha tenido una experiencia de esa índole con Dios, no puedes seguir siendo el mismo.
Hoy el Señor nos pide dejar algo. ¿Qué vamos a dejar, para poder seguir a Jesús? ¿Nuestro egoísmo?
¿Nuestras adicciones? ¿El orgullo? Dios quiere que dejemos aquello que nos impide seguir al Maestro.
Tú sabrás en tu corazón lo que tienes que dejar hoy para seguir a Jesús.
¿Tu comodidad? Es hora de ser útil para el reino de los cielos.
Este es el llamado de Cristo: mírale a Él, mírate a ti mismo y mira la pesca. ¿Qué decisión debes tomar
hoy?