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1.

COSTA RICA
El oficio de la Dirección del Archivo Nacional pareciera desprenderse que tanto los
datos de censos anteriores a la promulgación de la Constitución Política como de la
Ley General de Estadística no están cubiertos ni por el derecho fundamental a la
autodeterminación informativa ni por el secreto estadístico. Caso contrario, se estaría
dando efecto retroactivo tanto a la norma constitucional como a la referida Ley.

Uno de los valores fundamentales del ordenamiento jurídico es la seguridad


jurídica. En efecto, la jurisprudencia de la Sala Constitucional ha recogido la
seguridad como valor fundamental del Estado Social de Derecho (así, en resoluciones
N°s. 5402- 94, 169-95 y 4192-95, entre otras). Y esa caracterización no es de extrañar,
ya que la seguridad jurídica es una conditio sine qua non para el logro de otros valores
constitucionales:
“En el Estado de Derecho la seguridad jurídica asume unos perfiles definidos como:
presupuesto del Derecho, pero no de cualquier forma de legalidad positiva, sino de
aquella que dimana de los derechos fundamentales, es decir, los que fundamentan el
entero orden constitucional; y, función del Derecho que ‘asegura’ la realización de
las libertades. Con ello, la seguridad jurídica no sólo se inmuniza frente al riesgo de
su manipulación, sino que se convierte en un valor jurídico ineludible para el logro
de los restantes valores constitucionales.”, A, PÉREZ LUÑO: La Seguridad Jurídica,
Barcelona, Editorial Ariel S.A., 1991, p.20.

Del principio de seguridad se derivan distintos corolarios. Entre ellos, la claridad y


no confusión normativa, la publicidad de las normas y sobre todo la irretroactividad
de estas. El Derecho debe promover la certeza y ésta se afecta cuando la norma es
confusa, impide al administrado conocer a qué debe atenerse o bien, si se le aplica
retroactivamente incidiendo sobre situaciones consolidadas. La Sala Constitucional
ha indicado al respecto:

“La seguridad jurídica...es la situación del sujeto del individuo como sujeto activo y
pasivo de relaciones sociales, que sabiendo o pudiendo saber cuáles son las normas
jurídicas vigentes, tiene fundamentales expectativas de que ellas se cumplan. Ese
valor jurídico pretende dar certeza contra las modificaciones del Derecho, procura
evitar la incertidumbre del Derecho vigente, es decir, las modificaciones jurídicas
arbitrarias, realizadas sin previo estudio y consulta...” (Sala Constitucional,
resolución N° 8390-97 de 16:21 hrs. del 9 de diciembre de 1997).

El principio no postula la intangibilidad del ordenamiento, pero sí que las


modificaciones no sean brutales ni retroactivas, se adopten en su caso medidas
transitorias que permitan la evolución de la legislación en un marco de certeza para
los destinatarios. Diversos mecanismos procuran su salvaguardia, entre ellos el
principio de irretroactividad de las normas jurídicas.
El principio general en materia de aplicación de las normas jurídicas es que la norma
jurídica se aplica hacia el futuro, cuando se produce el presupuesto de hecho previsto
por la norma. Empero, la norma puede comprender hechos producidos con
anterioridad a su eficacia hechos acaecidos durante su vigencia y hechos producidos
con posterioridad a su vigencia. En el primer caso, se produce una situación de
retroactividad, en el segundo de irretroactividad y el tercero determina la ultractividad
de la norma. Interesa aquí la retroactividad.
La retroactividad se presenta cuando una norma jurídica nueva pretende
invadir el dominio de aplicación de la anterior, aplicándose a hechos que se
han producido antes de su entrada en vigor. Por el contrario, la
irretroactividad implica que la ley nueva se ajuste a su período de vigencia, de
modo que solo se aplique a los hechos que se produzcan tras su entrada en
vigor, pero no a los anteriores, que habían surgido bajo el dominio de la ley
derogada. De allí que para establecer si una norma es retroactiva debe
establecerse si su aplicación es hacia el futuro o bien, si pretende incidir en
hechos o situaciones ya acontecidos o, en su caso, en curso de ejecución.

El principio de irretroactividad de las normas jurídicas tiene en Costa Rica


valor constitucional. Dispone el artículo 34 de la Carta Política:
“A ninguna ley se le dará efecto retroactivo en perjuicio de persona, o de
sus derechos patrimoniales adquiridos o de situaciones jurídicas
consolidadas”.

Ahora bien, no toda situación de irretroactividad está prohibida. La


Constitución prohíbe dar efecto retroactivo a las normas cuando esta retroactividad
produce perjuicio a una persona, afecta sus derechos patrimoniales adquiridos o
situaciones jurídicas consolidadas. A contrario sensu, la norma jurídica puede ser
retroactiva cuando beneficia a una persona, sin perjudicar a terceros. En ese sentido,
la norma tributaria o penal que establezca una situación más favorable para el
contribuyente o para los imputados puede ser retroactiva.

Si bien el Texto Constitucional se refiere a las leyes, es claro que la prohibición


se extiende a toda norma jurídica, particularmente a los reglamentos. El punto es si
también se aplica a las normas constitucionales. Ergo, si una norma constitucional
puede ser retroactiva y, por ende, afectar hechos acaecidos con posterioridad a su
vigencia.
LA RETROACTIVIDAD EN COSTA RICA El artículo 34 de la constitución vigente
señala: ¨A ninguna ley se le dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna, o
de sus derechos patrimoniales adquiridos o de situaciones jurídicas consolidadas¨.
2. CUBA
En sede de Derecho Civil la solución más utilizada lo es la irretroactividad de la
norma jurídica según se aduce por el artículo 61 de la Constitución cubana que refleja
el principio contrario como regla para las normas penales pero, en cambio, “Las
demás leyes no tienen efecto retroactivo a menos que en las mismas se disponga lo
contrario por razón del interés social o utilidad pública”. En tal sentido, el artículo 7
del Código Civil reafirma el principio de irretroactividad, al formular que “Las leyes
civiles no tienen efecto retroactivo, a menos que en ellas se disponga lo contrario por
razones de interés social o utilidad social”. Así, la irretroactividad de la norma civil,
admite, aunque como excepción, supuestos concretos de casos de retroactividad de
dicha norma. Por ello se aduce y, con razón, que la irretroactividad como principio,
hay que entenderlo en un sentido subsidiario, o sea, sólo encontrará aplicación cuando
la ley nueva nada haya establecido sobre su posible efecto retroactivo, si bien un
pronunciamiento en este sentido, tendría carácter excepcional.
Este criterio, como sostienen Díez-Picazo y Gullón, general y subsidiario de la
irretroactividad, puede considerarse como el criterio más justo y acorde con las
exigencias de la seguridad jurídica, al respetar el poder del legislador para ordenar la
aplicación de la norma al pasado, siempre dentro de los límites que establecen la
Constitución y el Código Civil4
. A tal fin, tanto la Carta Magna como el Código Civil, ponen como valladar a la
aplicación, con carácter retroactivo de las normas jurídicas civiles, el criterio de
utilidad e interés social, en franca armonía con el principio de seguridad jurídica, una
de cuyas expresiones más elocuentes lo es la irretroactividad de la norma jurídica,
nada más justo que si la seguridad comporta la certidumbre del Derecho que resulta
aplicable, nada más adecuado entonces que el Derecho a aplicar a un acto jurídico sea
el que, en consecuencia, esté vigente al momento en que fue realizado tal acto.
Controvertido también ha resultado el determinar si ese “disponer lo contrario”
respecto de la norma jurídica en cuestión a que aducen, tanto la Carta Magna como
el Código Civil, ha de ser expreso o tácito. Si bien, la propia doctrina que ha estudiado
el tema en España, e incluso la jurisprudencia, han dado cabida a una retroactividad
tácita, cuando así se infiera del spíritu y finalidad de la norma en cuestión, la obviedad
del subjetivismo y arbitrariedad que ello conllevaría pondría en alerta máxima el
principio de seguridad jurídica, al poder resultar quebrantados los derechos
adquiridos al amparo del acto ejecutado, vigente la norma anterior. Por ello se
considera más atinado el exigir que la aplicación retroactiva de una norma civil, sólo
operaría cuando el legislador de la nueva norma así lo haya establecido expresamente,
sin necesidad de interpretaciones que puedan conmocionar la estabilidad del
ordenamiento jurídico.
En relación con la aplicación retroactiva de las normas jurídicas civiles, ello supone
que la ley nueva se va a aplicar a hechos o actos jurídicos realizados o situaciones
jurídicas creadas bajo el imperio de la ley antigua. Empero, tal aplicación permite una
gradación, así:
a) Retroactividad de grado máximo: opera cuando la ley nueva se aplica a la
relación o situación básica, creada bajo el imperio de la ley antigua, y en cuanto a
todos sus efectos, ya consumados o no consumados, v. gr. intereses ya pagados.
b) Retroactividad de grado medio: en este caso la nueva ley se aplica a las
situaciones creadas bajo el imperio de la ley antigua, pero sólo en cuanto a los efectos
nacidos con anterioridad, que aún no se hayan consumado o agotado, v. gr.
Disposiciones Transitorias Cuarta6 , Quinta7 y Sexta8 del Código Civil.

c) Retroactividad de grado mínimo: la ley nueva se aplica a las situaciones jurídicas


creadas bajo el imperio de la ley antigua, pero sólo respecto de los efectos futuros, o
sea, de los efectos que se produzcan con posterioridad a la entrada en vigor, v. gr.,
Disposición Transitoria Primera del Código Civil9 .

Especial detenimiento merece la intelección del sentido de la Disposición Transitoria


Quinta del vigente Código Civil cubano que ofrece en la aplicación del Derecho
sucesorio cubano particulares ribetes. Como se acaba de exponer, el legislador de
1987 se afilió en este orden a la tesis de la retroactividad de grado medio, pues los
efectos jurídicos de los testamentos otorgados, vigente el Código Civil español de
1889, hecho extensivo a Cuba, conservan su validez, siempre y cuando no se opongan
a lo previsto en el Código Civil cubano, lo que se refuerza por la Disposición
Transitoria Sexta que hace que las sucesiones abiertas al amparo del Código
abrogado, deferidas, pero aun no adjudicadas, se tramiten por las normas del nuevo
Código Civil, lo cual da al traste con toda lógica jurídica y con la posición adoptada
por la mayoría de los códigos civiles y leyes especiales en materia sucesoria, que
garantizan los derechos adquiridos a la muerte del causante, teniendo en cuenta que
en los ordenamientos que se inscriben en el sistema romano-francés, prevalece el
criterio tempus regit actum, a cuyo tenor la ley de la sucesión, es la vigente, no al
momento de la adjudicación, sino al momento de la apertura de la sucesión, que se
hace coincidir con el de la muerte. A fin de cuentas, la aceptación tiene en estos
ordenamientos jurídicos efectos ex tunc, como vía de justificar que entre causante y
causahabiente no hay solución de continuidad, el segundo es el alter ego del primero,
posición animista que se defendía en tiempos del Derecho romano.
3. PUERTO RICO
En el ordenamiento jurídico de Puerto Rico rige, como regla general y en virtud del
Art. 3 del Código Civil, el principio de la irretroactividad de las leyes. Este precepto,
según la jurisprudencia del Tribunal Supremo, no es absoluto. Así surge del texto del
propio artículo, que establece que "las leyes no tendrán efecto retroactivo, si no
dispusieren expresamente lo contrario. En ningún caso podrá el efecto retroactivo de
una ley perjudicar los derechos adquiridos al amparo de una legislación anterior". No
obstante, en ocasiones, el legislador solamente puede alcanzar la transformación de
situaciones jurídicas indeseables disponiendo el alcance retroactivo de determinadas
leyes. De otra forma, la sociedad estaría atada a perpetuidad a normas que impiden
su desarrollo

La ley penal aplicable es la vigente al momento de la comisión de los hechos.


La ley penal tiene efecto retroactivo en lo que favorezca a la persona imputada de
delito. En consecuencia, se aplican las siguientes normas:
 Si la ley vigente al tiempo de cometerse el delito es distinta de la que exista al
procesar al imputado o al imponerle la sentencia, se aplicará siempre la ley
más benigna.

 (b) Si durante el término en que la persona está cumpliendo la sentencia entra


en vigor una ley más benigna en cuanto a la pena o al modo de ejecutarla, se
aplicará retroactivamente.

 (c) Si durante el término en que la persona está cumpliendo la sentencia entra


en vigor una ley que suprime el delito, o el Tribunal Supremo emite una
decisión que despenalice el hecho, la pena quedará extinguida y la persona
liberada, de estar recluida o en restricción de libertad.

En estos casos los efectos de la nueva ley o de la decisión judicial operarán de pleno
derecho.

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