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Este mismo concepto está presente también en los Padres, que con el término
«economía» indican el conjunto de las disposiciones divinas, decididas en la eternidad y
realizadas en el tiempo con vistas a la salvación del hombre. La expresión «economía
salvífica" subyace a la concepción particular neotestamentaria del tiempo, entendido como
movimiento que se extiende de la promesa al cumplimiento, de un cumplimento ya
comenzado a su manifestación definitiva.
Los textos del Vaticano II utilizan con frecuencia y de varias maneras esta expresión. Por
ejemplo la Constitución dogmática Dei Verbum recuerda que "esta economía de la
revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente vinculados entre sí, de forma
que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la
doctrina y la realidad significadas por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman
las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas» (n. 2).
M. Semeraro
Será de estos trechos paulinos sobre los que los Padres de la Iglesia se basarán para
explicitar por primera vez la doctrina sobre la Economía de la Salvación[9].
Esta afirmación es, en el fondo, una profesión de fe que explica el modo en que Dios
llevó a cabo la redención del género humano. Es, nada más y nada menos, que la
entrada en la historia de la segunda persona de la Trinidad; o sea la redención.
Pregunta:
En muchos escritos de la iglesia católica se utiliza el término ‘Economía de
la Salvación‘. Soy economista y, sin embargo, no le encuentro sentido al
término economía cuando se habla de salvación. Podría explicármelo?
Saludos y que Dios lo bendiga.
Respuesta:
Estimado:
Por “economía de la salvación” se entiende un régimen o el conjunto de todo lo
dispuesto por Dios en orden a la salvación de los hombres, y la administración que
de los bienes espirituales y de la gracia ha confiado en su Iglesia (se habla de
“economía sacramental”, que consiste en la dispensación de los sacramentos. “La
Tradición común de Oriente y Occidente llama ‘la Economía sacramental’; ésta
consiste en la comunicación (o ‘dispensación’) de los frutos del misterio pascual de
Cristo en la celebración de la liturgia ‘sacramental’ de la Iglesia.” (CIC, 1076). Es
el Plan (Providencia) y la ejecución del mismo, que Dios dispuso para nuestra
salvación. “Tal es el Misterio de Cristo, revelado y realizado en la historia según un
plan, una ‘disposición’ sabiamente ordenada que san Pablo llama ‘la Economía del
Misterio’ y que la tradición patrística llamará ‘la Economía del Verbo encarnado’ o
‘la Economía de la salvación’. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1062). “Economía
del Verbo Encarnado”, es la Economía bajo el régimen de la gracia, bajo la
administración de Cristo, por decir así. “La Promesa hecha a Abraham inaugura la
Economía de la Salvación, al final de la cual el Hijo mismo asumirá ‘la imagen’ y la
restaurará en ‘la semejanza’ con el Padre volviéndole a dar la Gloria, el Espíritu
‘que da la Vida’. (Catecismo de la Iglesia Católica, 705).
Así, ‘el fin principal de la economía antigua era preparar la venida de Cristo,
redentor universal’ (Catecismo de la Iglesia Católica, 122); y la Virgen maría
participa en la economía del Nuevo Testamento: ‘Esta maternidad de María
perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio
fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la
realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a
los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con
su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna… Por eso la Santísima
Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro,
Mediadora’ (CIC, 969). Esta Economía o designio de salvación, será conocida por
todos en el Juicio Final: “Entonces El pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo,
su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido
último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y
comprenderemos los caminos admirables por los que su Providencia habrá
conducido todas las cosas a su fin último. El Juicio final revelará que la justicia de
Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es
más fuerte que la muerte.” (CIC, 1041).
Le recomiendo, en general, la Segunda Parte del Catecismo de la Iglesia Católica
en la que se desarrolla esta economía en cada uno de los sacramentos de la
Iglesia.
P. Jon M. de Arza, IVE
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