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PANORÁMICAS

Italia ha sido desde siempre una de las plazas fuertes


para el cine. Con la participación de actores como Laura
Antonelli o Lando Buzzanca, las películas italianas de
los setenta contribuyeron, en gran manera, al erotismo
en el cine. He aquí, pues, un texto dedicado a la
picaresca italiana.
Giancarlo Cappello

BELLAS,
GUAPOS Y
CORNUDOS:
la picaresca
italiana de los
54
años setenta
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PANORÁMICAS

Avere vent´anni.

Lo mejor del Plan Marshall para los vez más pragmática. Estamos ante a mil la línea de producción mien-
italianos fue ese aire renovador que un cine juguetón, de provocaciones, tras tiene sexo con Michele, ya que
!"#$%&%'() %*)%#! % ) )(+&%,%-.)/%&% que exponía una sexualidad libre y por un micrófono se cuelan frases
lo Marilyn Monroe en La comezón dispuesta a abrirse paso en los pre- del tipo ¡más rápido!, ¡más fuerte!,
del séptimo año, hizo que las faldas dios de la estricta moral católica. ¡no pares!, que son asumidas como
alborotaran la pantalla. Se trata de Sus historias son delirantes, bufas, órdenes por los operarios que aca-
una picaresca que bajo el rótulo de empeñadas en parodiar las asepsias ban exhaustos y con sobrestock.
“comedia erótica italiana” se hizo sociales y religiosas. Tal es el caso
de Homo eroticus –Supermacho, Siguiendo la pauta de la comedia
popular en Francia, España y hasta
en algunas traducciones–, el éxito fundada por Age & Scarpelli, las
en el Japón, donde actores insignia
de 1971 de Marco Vicario, donde historias de este corte reproducen
como Lando Buzzanca y Laura An-
Buzzanca interpreta a Michele, un una Italia provinciana pese al apa-
tonelli se convirtieron en estrellas
siciliano que llega a Bérgamo para rente desarrollo, donde los pecados
casi nacionales.
trabajar en casa de un hombre adi- de la burguesía se mantienen en se-
El tránsito de país agrícola a pi- nerado cuya esposa se obsesiona creto mientras exhiben sus mejores
vote industrial trajo consigo un con él al enterarse de que tiene tri- modos y afeites, y donde la sátira
cambio en los modos y costumbres forquismo, es decir, tres testículos roza el paroxismo. De esta época
que estuvo azuzado por el juego de que hacen que su miembro viril sea se ha dicho que el “aggiornamen-
poderes entre una burguesía con- enorme. Memorable la escena en la to” del Concilio Vaticano II de 1965
servadora y una clase obrera cada fábrica de tejidos, donde Carla pone –que tuvo entre sus ejes la renova-

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En la segunda mitad
de los setenta,
ya entronizada
Laura Antonelli
como bomba sexy,
carnal y terrena,
muy distinta de
otras bellezas
como la Loren o la
El mirlo macho. Lollobrigida, las
historias se tornan
ción moral de la vida cristiana– ope- Pasquale Festa Campanile (1971).
ró como una ascesis imprescindible, Niccoló Vivaldi –otra vez Buzzanca– más voyeuristas,
pero lo cierto es que fue un elemento es un mediocrísimo violoncelista de
de contexto más, ya que las historias la Arena de Verona, ignorado hasta marcadas por el
de este cuño resultan concomitantes por sus compañeros de orquesta que
con la caótica vida política, la co- nunca recuerdan su nombre. Un día diálogo picante, las
rrupción institucional, la violencia descubre que su esposa es una mujer
callejera y la lucha armada de gru- deseada por todos y se valdrá de su jergas prostibularias
pos extremistas que marcaron la belleza para ser alguien y escapar de
Italia de ese entonces. su frustración. El sexo en estas his- y el doble sentido.
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Quizá por estar envuelta en los pa-
los deseos de un país que estaba su-
ños de la picaresca, de este cine no Salvatore Samperi, y Brucia ragaz-
friendo cambios profundos.
se ha ponderado su crítica honesta zo, brucia (¡Arde, muchacho!), de Di
y brutal. Piénsese, por ejemplo, en Si tiramos del hilo de la madeja, Leo, ambas de 1968, son las pelícu-
otro referente del género como Il probablemente coincidiremos en que las que abren los fuegos del erotismo
merlo maschio (El mirlo macho), de Grazie zia (Maliciosamente tuyo), de al presentarlo como algo que existe,

EL EROTISMO SEGÚN TINTO BRASS


José Carlos Cabrejo

Muchos recuerdan a Tinto Brass (1933) como el director tante, muchas de las
de Calígula (1979), aquella cinta con un Malcolm Mc- mujeres de su obra,
Dowell que interpretaba al perverso emperador roma- a diferencia de lo que
no. Sin el consentimiento del director, la película fue ocurre con varias del
!01)+!%*)%2( )3+! %"!3(!435'6! 7%8)3!%)#%3)&#29&*!3%2+&- cine XXX, no son pu-
liano es poseedor de una obra entregada al erotismo que ros objetos colocados
+3& 62)(*)%&-.)#%'#:)7 a merced de embestidas
Varias de sus películas más famosas se alojan en las masculinas. Son chicas que
fronteras entre el softcore y el hardcore, muestras de viven su sexualidad con una libertad hasta perversa.
falos y vaginas en planos de detalle, por medio de ro- Ahí está la carnosa Deborah Caprioglio de Los burde-
6) %6& 2%"!3(!435'6! 7%;2(*&(%6!(%#!%)<"#=62+!7%>%#&%?)9/% les de Paprika (1991), que disfruta hasta con humor el
están dotadas de una composición erotizante, con en- sexo con amantes pasajeros o con los clientes que tiene
cuadres que realzan pechos y traseros con vitalidad ce- como prostituta; la sugerente y blonda Katarina Vasilis-
lebratoria. Pocos cineastas como él han logrado mostrar sa de El hombre que mira (1994) –adaptación de la obra
las curvas femeninas con tal encanto lascivo. No obs- homónima de Alberto Moravia– que mientras tiene

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que ocurre y forma parte del drama levisión y en videotape. Muchos de costume y La ripetente fa l’occhietto
de la vida. Luego, el gran suceso de sus actores, actrices y directores su- al preside, respectivamente, dos pe-
Pasolini y su Decamerón contagia- pieron también dar la talla en roles lículas que compendian los persona-
ron a la movida de la mejor tradición y proyectos de carácter, como Lino jes, los escenarios, los códigos lin-
licenciosa de Aretino, con ribetes A&('/% A!:0!#!% ,% #& % ) "#B(*2*& % güísticos, las expectativas de género
moralizantes que atemperaban su Edwige Fenech, Lilli Carati (que jun- y los tratamientos estilísticos propios
exhibición. Pero en la segunda mitad to a Gloria Guida interpretó en 1978 de estas historias. Luego vendría
de los setenta, ya entronizada Laura Avere vent’anni, una película que otro tipo de erotismo y sensualidad,
Antonelli como bomba sexy, carnal y es casi Thelma & Louise) y la propia difícil de precisar, cercano y distante
terrena, muy distinta de otras belle- Antonelli, que siempre competirá a la vez de los excesos y las escenas
con Rita Hayworth al momento de
zas como la Loren o la Lollobrigida, explícitas, una vertiente polémica
deshacerse de una prenda femenina.
las historias se tornan más voyeris- que tiene como mayor exponente a
tas, marcadas por el diálogo picante, El canto de cisne ocurrió a inicios Tinto Brass, que después de su famo-
las humoradas subidas de tono, las de los años ochenta, cuando Taran- so Calígula%*)%'() %*)%#! % )+)(+&%) %
jergas prostibularias y el doble sen- tini y Laurenti, dos de los más des- tenido como como machista, sexópa-
tido. Piénsese en Il vizio di famiglia tacados directores, ofrecieron La ta, erotómano y director de culto a la
(El vicio de familia), de Mariano poliziotta della squadra del buon vez. Pero esa es otra historia.
Laurenti (1975), que narra la historia
de Giacomo, un joven ambicioso y
pobretón que se hace pasar por em-
pleado afeminado para satisfacer los
deseos de una condesa.
Pese a lo que pueda sugerir este
elenco de características, la comme-
diaccia jamás perdió la dignidad ni
tocó los fondos de la vulgaridad. Le
hubiera resultado imposible, ya que
más allá de los desnudos y las ropas
ligeras fue en esencia el esfuerzo
casi naif de una Italia que pugnaba
por superar el provincianismo que
siempre criticó. La mejor prueba de
ello es que este cine pícaro sucumbió
abatido por el ascenso avasallante
del porno, cada vez mejor instalado
Decamerón.
en cines, en cadenas privadas de te-

relaciones sexuales con su esposo recuerda cuando fue a veces exhibido con la gallardía del tremolar de una
penetrada sorpresivamente, el día de su boda religiosa, bandera. Como ya hemos expresado en otro lugar, ‘la
por su suegro, poseedor de un inmenso miembro viril; o !"#$%$#&"'()*(+,'*$%-./',$,()%-)0% 0/)%1)2(#$3.0$-
la calurosa y espigada Yuliya Mayarchuk de Trasgredire ble a todo su cine a partir de La llave secreta práctica-
(2000), que alterna su vida lúbricamente entre relacio- mente sin excepciones) es la línea curva, abominador
nes con su pareja masculina y con otras féminas. Brass de las líneas rectas: senos redondeados, traseros
abovedados, imágenes de la luna, ventanales ovoides
Por ello, muchos de los hombres del cine de Brass apa- &")%#)4)5$,%0.6%*")#3.6%-)6,"-.678%9$#$%:',(.%;#$66%)0%
recen sometidos ante un poder femenino candente y ju- cuerpo femenino no deja de ser un cofre por abrir, un
guetón. Ramón Freixas resume muy bien en su libro El secreto por desvelar, y esa revelación de la privacidad
sexo en el cine y el cine de sexo el estilo visual del director &")%,.6%),6)<$%3)0=*"0$%(#$6%3)0=*"0$%",$%!0.#' *$*'+,%
de Salón Kitty (1976): del estatuto del observador ante la magnitud de lo ex-
hibido gracias a su privilegiado punto de mira (Bassa
En un modo cuasimodernista, Tinto Brass es un apa- y Freixas 2000: 76).
sionado de las líneas curvas, y no nos referimos (úni-
camente) a las muy generosas de sus actrices, pues Esperemos a ver qué nos depara la próxima película de
también en los muebles, en las formas, hasta en los este maestro del erotismo, llamada Chi ha ucciso Caligola?
encuadres, los óvalos y las concavidades –y hasta
convexidades– imponen su dictado. Una doctrina que Bibliografía
impulsa sus más constitucionales artículos en el can- Bassa, J. y R. Freixas (2000). El sexo en el cine y el cine de sexo.
to a la mujer libre. Y a su culo, mimado con cariño y Barcelona: Paidós.

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