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Las fobias son miedos. La psiquiatría clasifica las fobias, según el objeto que
aparentemente provoca el miedo: claustrofobia: miedo a los espacios cerrados,
hidrofobia: miedo al agua. Se trata de un miedo exagerado frente a algo que
habitualmente no nos provoca ningún temor. Para el psicoanálisis lo importante
no es tanto el tipo de fobia o el objeto frente al que se produce el miedo sino
todo el mecanismo implicado en la enfermedad.
Las fobias clásicas, podríamos llamarlas así: fobia a las arañas, a los ratones, a
las serpientes, a las tormentas, a la noche o a la oscuridad. Cosas que a todos
nos intranquilizan un poco. O aquellas fobias que aparecen después de un
accidente: por ejemplo, fobia a conducir después de haber tenido un accidente
de coche, son más del orden de la histeria. El sentimiento predominante en la
histeria es el asco. Por eso algunas personas, cuando se les preguntan por la
fobia, dicen que es asco, por ejemplo: la fobia a las arañas, o a las cucarachas,
como asco a las arañas o a las cucarachas.
Las otras fobias, a objetos inhabituales: por ejemplo, a los caballos, a los
ascensores, a los transportes: el avión, por ejemplo, son verdaderas fobias, no
son histerias.
El miedo de las fobias nos parece irracional: ¿por qué tener miedo a los
ascensores?, si no pueden hacerte nada. Si te quedas encerrado, llamas al
timbre y te sacan, son frases que se le dicen al que tiene fobia a los
ascensores para convencerle de la irracionabilidad de su miedo. La clave está
en que el miedo no es a los ascensores, se ha producido un desplazamiento
del miedo, que inicialmente era a otro objeto, a los ascensores.
El objeto de la fobia de los niños es muy frecuente que sea un animal: miedo a
los perros, a los lobos, a los leones. Esto es porque para los niños es menor la
distancia entre los animales y los hombres, para ellos es más fácil tomar a un
animal para representar a un humano. Hay muchas frases que equiparan a los
animales con el hombre, cuando llamamos a alguien animal, o cuando le
decimos: no seas burro, o te estás poniendo como una vaca, o como una foca,
o estás fuerte como un toro...En todas esas frases, equiparamos al hombre con
un animal, no es tan raro que el niño haga lo mismo en la fobia.
Además en todos ellos está en juego el miedo a ser mordido o comido por el
animal objeto de la fobia.
Las fobias pueden ser muy incapacitantes para el que las padece: a veces no
puede salir de casa, no puede trabajar para ganarse su sustento, de tal manera
que queda en total dependencia económica. Los fóbicos cada vez limitan más
su actividad cotidiana, para evitar el contacto con el objeto fóbico desarrollan
todo una serie de conductas de evitación o precaución que los va encerrando
dentro de una muralla cada vez más limitada. Por ejemplo, en la agorafobia, y
en muchas otras fobias, terminan sin poder salir de casa o necesitan una
persona que les acompañe a cualquier sitio, a la cual se la conoce como
acompañante fóbico.
Las fobias son uno de los trastornos psíquicos más frecuentes. El fóbico en
general tiene miedo a las personas, evita el contacto con los otros, lo cual limita
su vida social de manera muy importante.