Está en la página 1de 2

Son las cuatro y cuarenta de la tarde y el bus que me llevará a mi nuevo destino emprende

su viaje, he dejado la brisa cálida y marina de esta ciudad costera para adentrarme en las
gélidas aguas de una ciudad apresurada y gris; llevo el corazón destruido, pero ni una pizca
de remordimiento, frente a este nuevo mundo de posibilidades.

Escribo para ti, día y noche, sin ningún temor o reserva, como si fueses un diario, en el
cuál deposito las confidencias de esta basura existencial. Posiblemente no leas todas
estas palabras febriles que te comparto y precisamente por eso lo hago, cuando reconoces
todo perdidamente caótico el temor del vacío impulsa tu temeridad , y simplemente decides
saltar. Y aunque conozco perfectamente el resultado de intentar estas maniobras, la
necesidad de encontrarme de frente con mi caos, me extiende una invitación a tus
infiernos; mis predecesoras ya han escrito antes, palabras más dulces, elocuentes y
amorosas, sin embargo, para ti no ha sido suficiente; Aún así, poco o nada me importa tu
pasado, y posiblemente un poco menos tu presente, te necesito por una extraña razón que
aún desconozco y que me es imposible de explicar aún con los silogismos más elaborados.
No estoy enamorada, un ser como yo es incapaz de sentir amor, de hecho, me defiendo de
la vida, buscando constantemente mecanismos de autodestrucción, me pesa la existencia,
pero, sé que aún puedo soportar un poco más este dolor; El vértigo que me producen tus
ambivalencias se ha convertido en una droga, dámela lentamente, un poco de placebo para
atizar la llama de esta mierda que tenemos y que no llegará a ningún lado.
Siempre me jacté de ser una mujer que no se involucraba mucho sentimentalmente, o eso
me decía, quizás era una forma de canalizar toda la tragedia familiar que me rodeaba en ese
momento, ya sabes, debes ser fuerte o por lo menos parecerlo, sin embargo, las pocas
veces que de verdad me interesó alguien sufrí terriblemente; cuando Martha se fue, quedé
congelada en mitad de la calle, como si un rayo me hubiese partido por la mitad en una
fracción de segundo; No pude llorar, nunca pude hacerlo, las lágrimas se me quedaron en la
mitad del pecho y a veces me impedían respirar; hasta que un día me desperté y ella se
había ido, y yo continué mi vida como si todo, como si nada. Después me volví adicta al
caos y conocí a Billie, una tarde de martes en la plazoleta de la universidad, mientras
fumaba; y reconocí que sería el elemento perfecto para lograr mis objetivos; reconozco que
llegué a pensar que lo quería, sin embargo, soy un ser incapaz de amar a otro ser humano
como lo dije anteriormente, solo soy fiel a esta necesidad de autodestrucción; y la encontré
en él a los seis meses de haberlo conocido. Te cuento todas estas cosas para
contextualizarte, porque te reconozco perdido y dueño de mi caos.
No diré cursilerías como: tu eres diferente y por ti cambié, y aunque en este momento creo
quererte de verdad, soy consciente de que no podré hacerlo nunca; y lo que creo amor no
es más que una adicción al dolor, y tu me das de eso bastante, quizá por ello no puedo
dejarte, y esos son los hilos que me atan a ti. contigo el nivel se elevó, lo que me produjiste
fue tan visceral que creí que iba a morir, te metiste en la mitad de mis huesos y dolías, te
volviste humo y nublabas mis ojos, la tierra debajo de mis pies giraba y yo, tuve que
sostenerme contra las barandas de las escaleras de la estación, vomité, quizás como un
mecanismo para sacarte, pero fue infructuoso, ahí seguías, y al llegar a casa esa noche de
lunes, esta pasión que me consumía por dentro se volvió hoguera y ardí como producto de
la fiebre, lloré toda una noche hasta quedarme dormida, preguntándome una y otra vez
¿ qué me hizo falta? Y descubrí que al irte me liberabas, pero, no sentí paz porque amé tus
cadenas. En este punto, sé que no regresaré a ti, ese lunes de agosto murió en mi corazón
cualquier esperanza agónica que habitase los pasillos de este corazón atormentado; sin
embargo, aún espero, posiblemente porque anhelo encontrar al final de este camino la
respuesta al interrogante ¿ Soy realmente capaz de amar?

También podría gustarte