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Jhon Freddy Medina Cuervo

Informe de Lectura
El Sacerdocio de la Nueva Alianza

III Anuncio profético del nuevo Sacerdocio en los Escritos del Antiguo Testamento
Hay algunos ejes conductores: la Alianza, el Servicio (siervo de Dios), la Misión, el pastoreo y el Mesías
Sacerdote. «No se puede perder de vista la unidad de la historia salvífica para ver la relación entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento. Por eso hay que estudiar el sacerdocio "levítico" como figura (sombra)
del sacerdocio de Cristo. La historia de la salvación nos manifiesta a Dios Salvador en diálogo con el
hombre, con quien entabla una alianza o pacto de amor que se sella con sangre de sacrificios (a la manera
de los pactos beduinos) (Gén. c. 15) ».
Desde la Alianza del Sinaí a la promesa de la Nueva Alianza
Una de las tareas sacerdotales, además de los sacrificios y el culto, es la custodia y defensa de la alianza,
así como del arca de la alianza. Más aún, ésta, durante la peregrinación por el desierto hacia la tierra
prometida, es llevada en hombros de levitas. Función Por otra parte, el sacerdocio levítico se
caracterizaba por ser una de mediación, cuya acción más importante era la realización de los sacrificios,
El sacrificio era una especie de presencialización o memorial de la alianza. Esta función mediadora y
cultual obligaba a los levitas a guardar unos preceptos minuciosos de purificación: se les pedía y exigía
una santidad ritual y moral (Cf. Lev. 21,6).
Durante los duros años del desierto y luego durante la estadía en la tierra prometida, el pueblo sucumbió
en no pocas ocasiones en la tentación de la alianza original con Dios. Esta «YO SOY TÚ DIOS Y TÚ
ERES MI PUEBLO»- marcaba la permanencia de ambos, dado el vínculo indisoluble que conllevaba la
alianza. Por eso, cada vez que el pueblo la rompía, sin dejar de pagar sus consecuencias, era recuperada
por el mismo Dios. Por el amor a su pueblo no lo dejaba abandonado, a pesar de las pruebas y castigos
que sufría. Pero también encontramos una dimensión prefigurativa : el pueblo de Dios, el de la Alianza,
es un pueblo sacerdotal: «Y seréis vosotros para mí un reino sacerdotal y nación santa» (Ex. 19,6).
Los profetas, en el tiempo, al anunciar la centralidad de la alianza avizoraron. los tiempos de una nueva
alianza que iba a ser escrita no en piedra sino en el corazón.
El anuncio de la Nueva Alianza hace entender que habrá quien la custodie como los sacerdotes del
Antiguo Testamento. No en vano, posteriormente, el Mesías se va a convertir en el MINISTRO DE LA
NUEVA ALIANZA, en el SACERDOTE DE LA NUEVA ALIANZA. Esta va a ser sellada por la sangre
del Cordero, la Víctima del Sacrificio de la «nueva y eterna alianza», que, precisamente es el mismo
Sacerdote quien la sella, la custodia y la mantiene en el tiempo y en el espacio de la humanidad.
El Siervo de Yahveh
«El texto de Isaías 43 (el Siervo de Yahveh) viene a resumir la tradición sacerdotal y la profética en la
persona del Mesías. Carga responsablemente con las miserias de la humanidad (Ez. 4,4-8). Dando su
propia vida, reconcilia a los hombres con Dios mucho más que los sacrificios expiatorios de la Antigua
Ley, incluyendo también la mediación de la plegaria»
El profeta muestra al Siervo en su condición de doliente y de despreciado, en cuya condición se realiza la
liberación del pueblo y la restauración de la alianza.
Pablo en Filipenses hará una descripción del Siervo de Yahveh al referirse 8 la kénosis: ésta -vaciamiento,
humillación está relacionada con la glorificación, ya que el «siervo» es «imagen» del Padre Dios.
«Comparando la carta a los Filipenses (Flp. 2,6-11) con el texto del lavatorio de los pies (Jn. 13,1-15) y
con Isaías 53, encontramos los mismos datos sacerdotales: despojo (encarnación), humillación (cruz),
exaltación (resurrección), sumisión del universo a Cristo. Es una encarnación redentora que deja intacta la
realidad divina de Cristo Hijo de Dios, quien, “siendo rico, se hizo pobre”».
Feuillet va a insistir en la dimensión sacerdotal-sacrificial del Siervo de Yahveh como un adelanto
profético al culto nuevo que propondrá el Mesías Salvador. De hecho, el cuarto poema del Siervo de
Yahveh anuncia un sacrificio personal (Cf. Is. 52,13-53,12): Este Siervo va a aceptar ser solidario con el
pueblo, el cual ha sufrido la dominación y opresión del pecado; así se avizora la expiación y el perdón de
parte de Dios. El Siervo va a ser tratado como un delincuente malhechor y, aunque condenado a una
muerte ignominiosa, no va a desfallecer en su misión. Su sacrificio va a resultar fuente de salvación.
El Ungido para la Misión. El Mesías Sacerdote.
«El verdadero culto es el de la fidelidad interior a la alianza. La idea del Mesías rey y sacerdote va
desarrollándose, a veces hasta prevalecer el aspecto sacerdotal (v.gr., en Qumrán). No es de extrañar,
puesto que, como se ha indicado anteriormente, el pacto o la alianza había convertido al pueblo en pueblo
sacerdotal (Ex. 19,6; Is 61,6; 2 Mac. 2,175)»
Desde este horizonte podemos asumir una realidad profética: Dios elige a un pueblo para que fuera
preparando la llegada del «Mesías» (ungido), quien sería sacerdote, profeta y rey. Entonces, el sacerdocio
será una «epifanía» del amor de Dios que salva a su pueblo, cuyo punto culminante será la Nueva Alianza
realizada en Cristo, Sacerdote, profeta y rey. Sellará esa Nueva Alianza sangre del Cordero, esto es, de
Cristo”, La «sacerdotalidad» del Mesías bien es anunciada en 1 Sam. 2,35, cuando el Señor dice que hará
surgir un sacerdote fiel a su servicio y que actuará según su propio corazón.
Después del Exilio, el sacerdocio va a ocupar un puesto muy importante en la reconstrucción del pueblo y
del Templo. Con la caída de la monarquía y el largo Exilio, con el énfasis que se puso en el nuevo
Templo en la segunda parte de Ezequiel (40,1-47,12), creció la importancia del sacerdocio en Israel
Durante la reconstrucción posterior al Exilio, el sumo sacerdote ocupó un papel predominante y llegó a
ser considerado como el líder propio del pueblo, Ñ El sacerdocio fue restaurado en todo su esplendor.
Incluso llegó a ocupar un puesto de «maestro» y se le reconocía como lleno de la sabiduría para
interpretar y guardar la Ley de Moisés.
El Pastor bueno de Israel
El símbolo del pastor expresa cómo Dios se ha involucrado en la historia de su pueblo, ya que hace lo
mismo que quien tiene a su cargo un rebaño: se inserta en la realidad histórica, conoce a sus ovejas, las
defiende y les brinda protección. Las ovejas, es decir el pueblo de Dios, hallará así en su pastor Yahveh
un pastor bueno y preocupado por ellas. «Es una figura anunciada en el Antiguo Testamento. Dios tiene
compasión de su pueblo porque lo encuentra como rebaño sin pastor (Cf. Núm. 27,17; Zac. 10,2 Por eso,
Dios mismo será el pastor (Cf. Ez 34,1-31; Is. 40,11). La promesa del Mesías se encuadra en este
contexto de un futuro pastor: “Os daré pastores segun mi corazón” (Jer. 3,15)».
Melquisedec
En el Antiguo Testamento, a manera de anuncio profético, se encuentra la figura de un Sumo Sacerdote,
MELQUISEDEC. Puede resultar desconcertante esta figura que sólo aparece mencionado dos veces en el
Antiguo Testamento: Gn 14, 18-20 y Salmo 110, 4: «Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del
Dros Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de
los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altsiumo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio
Abram los diezmos de todo». Salmo 110 versículo 4: «Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres
sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec».
El sacerdocio en los tiempos de Jesús y de los primeros cristianos
El sacerdocio del pueblo de Israel era hereditario. Si bien tenía una importancia para lo relativo al culto,
poco a poco se va afirmando la influencia del sacerdocio en el pueblo, así como la de la jerarquía de
sacerdotes que llegó a tener poder y autoridad. Por ejemplo, luego del Exilio, son los sacerdotes quienes
tratan de organizar al pueblo, sobre todo en torno a la imagen y figura central del Templo, el cual debía
ser reconstruido.
Según testimonios de algunos escritos del NT, además de recibir una especie de «ordenación» y de ataviar
las vestiduras sacerdotales, quienes ejercían el sacerdocio estaban habilitados para ofrecer sacrificios (Cf.
Heb, 10,11) y algunos ritos en el templo (Cf. Mt. 8,4; Le. 17,14). Su servicio se hacía sólo en el templo de
Jerusalén. No tenían la tarea de enseñar ni en el templo ni en las sinagogas u otros lugares de reunión de
los judíos; esta tarea la realizaban los «maestros de la ley» y los «escribas»,
En los tiempos de Jesús, se había constituido una especie de aristocracia sacerdotal: sin descartar a los
que, por herencia eran sacerdotes, había algunos que ocupaban un puesto principal y hasta de dirección: el
Sumo SACERDOTE, el COMANDANTE DEL TEMPLO (el sacerdote con mayor rango, luego del
Sumo Sacerdote)”, los SACERDOTES TESOREROS o ECÓNOMOS (gizbarim)” y los SACERDOTES
VIGILANTES. A todos prácticamente se les exigía residir en Jerusalén para poder cumplir
adecuadamente sus cargos. El SUMO SACERDOTE era la cabeza visible de la comunidad judía dentro y
fuera de Jerusalén: era el responsable del Templo y presidía el Gran Consejo o Sanedrín. Des, unos pocos
años antes de Cristo, su designación se hacía por parte de la procuradora romana.
«El privilegio más importante consistía en que era el único mor que podía entrar en el Sancta sanctorum
un día al año. La triple entrad, al Sancta sanctorum el día de la expiación significaba la entrada ante la
entrada a la presencia de Dios, lo cual se traducía en especiales manifestaciones de Dios, con las que era
honrado el Sumo Sacerdote»”.
Podemos ver cómo en la época de Jesús, el sacerdocio se había reducido al Templo. Había adquirido una
dimensión política como para garantizar k supervivencia del pueblo de Israel oprimido por el dominio
romano. De allí que no solo escaseaba la literatura sacerdotal, sino que también se le consideraba con un
papel político y de defensa de los intereses de la aristocracia laica y sacerdotal. Quizás este hecho nos
permite entender por qué, aunque hay todo un vocabulario teológico-sacerdotal en los escritos del NT,
sobre todo en los evangelios y Pablo, nunca se mencione a Jesús como sacerdote. Sólo desde la Carta a
los hebreos se introducirá un sensible y radical cambio en este sentido. Sin embargo, como vimos
anteriormente, ya se vislumbra un anuncio profético nuevo Sacerdocio de la Nueva Alianza, el cual será
asumido por Jesús.
IV Jesús sumo y eterno sacerdotal: El nuevo Sacerdote
Elementos introductorios
Sacerdote es el «hombre de lo sagrado» que mantiene la mediación entre los suyos y la divinidad. Para
ello, realiza los actos de culto, principalmente de carácter sacrificial, eleva plegarias y emite oráculos. En
no pocos casos, los sacerdotes ocupan un puesto principal en la sociedad y ejercen diversos tipos de
autoridad.
En el caso del pueblo de Israel, el sacerdocio tiene una especial referencia, a la Alianza, con la cual el
pueblo es elegido como pertenencia de Dios y es conducido hacia una tierra prometida, símbolo de la
Salvación futura.
Jesús va a ser reconocido como Sumo y Eterno sacerdote de la Nueva Alianza.
Sin embargo, hay que tener muy presente la concepción sacerdotal de Antiguo Testamento, unida directa
e irrenunciablemente a la Alianza. «El sacerdocio de Jesús, aunque radicalmente nuevo respecto
veterotestamentario, no puede ser comprendido al margen de la lógica de la alianza y de las expectativas
suscitadas por la promesa y la esperanza que articula la historia de la salvación desde sus orígenes».
La reflexión teológica acerca del Sacerdocio de Jesús, va a tomar esta} referencia a la Alianza, sobre todo
porque la va a profundizar en la perspectiva de la Nueva y definitiva Alianza, así como la idea de
mediación.
«¿Cómo debe entenderse el sacerdocio de Cristo desde el punto de vista histórico-salvífico? En el centro
mismo del orden de la salvación se encuentra el sacerdocio, que Dios instituyó primero proféticamente en
Israel, para luego consumarlo de forma renovada, en toda su plenitud y profundidad, en Jesucristo.
El sacerdocio de Cristo realiza aquello que se perseguía mediante el sacerdocio del Antiguo Testamento
en su esencia más íntima. El sacerdocio experimenta en Jesucristo una profundización, renovación y
consumación.
1.2 Titulo de «Sacerdote»: para la Identidad y Misión de Jesús
Se requiere prestar atención a la identidad de Jesucristo unida a su misión. Ambas realidades son
inseparables y es lo que va a permitir, ciertamente conseguir la síntesis teológico-cristológica acerca del
sacerdocio de Jesucristo.
Es la lógica de la misión salvífica de Jesús la que nos hará acceder a su identidad sacerdotal, como
mediador de la nueva Alianza, como sacerdote que ofrece un nuevo sacrificio, cuya víctima es El mismo.
Esto nos permitirá ver a Jesús, el Hombre y el Dios, como sacerdote sumo y eterno. Lo es desde la
eternidad, por ser Hijo del Padre, aunque lo concretiza en la historia humana desde el momento de su
encarnación. Ya desde la eternidad es mediador por los seres humanos, lo actualiza con el misterio de la
redención.
« Tanto la identidad como la misión de Jesús están marcadas por una misma realidad: la salvación de la
humanidad prometida por Dios Padre a los inicios de la historia de salvación, anunciada y
vislumbrada por los profetas y esperada por la humanidad misma. Por eso, ambas, identidad y misión,
deben ser vistas desde. tres puntos de vista.

 Un primero es su relación con la Trinidad.


 su relación: con la humanidad;
 relación con la Nueva Alianza.
Esas relaciones hablan de Jesús, mediador, realizador de una misión que constituirá la Nueva Alianza y
que será sellada por su sangre derramada con sentido sacrificial.
Jesús es el «consagrado» del Padre en el Espíritu Santo. De hecho, en la plenitud de los tiempos, el Verbo
eterno del Padre hecho hombre llegó a ser sacerdote. Es un hecho único e irrepetible, que ocupa el centro
y culmen de la salvación. Todos gracias al Espíritu Santo.
En la vida intratrinitaria, el Espíritu Santo es el Amor del Padre y del Hijo. Su característica personal e
inconfundible está en el unir a las otras dos personas sin confundirlas. Todo en la comunión del amor. Lo
mismo sucede en la acción del Espíritu Santo en la economía de la salvación: La unión del Verbo con la
carne humana y la distinción del Uno y de la otra. Es el principio de la unidad de la encarnación; así el
espíritu en su doble dimensión «teológico-trinitaria» y «salvífico-cristológica» es el punto central de la
arquitectura divina.
Por eso, «Al construirse sacerdote y mediador entre Dios y los hombres, desde el seno materno de María,
por obra del Espíritu Santo el sacerdocio redentor del Verbo encarnado se convierte en la obra más grande
en la historia de la salvación y fuente de toda gracia»)
Cristo ha Sido consagrado y enviado al mundo en la fuerza vivificante del Espíritu (Cf. Lc. 1,35). El
Nuevo Testamento reconoce a Jesús como Cristo, es decir «ungido». Hay un reconocimiento de esta
consagración. unción-misión en el episodio del Bautismo de Jesús. El Espíritu Santo está presente en el
evento de la redención. Lo está al consagrar a Jesús como sacerdote y Cristo. El misterio de la redención
está lleno del Espíritu Santo. Jesús ha ejercido su sacerdocio en el Espíritu Santo para la salvación del
mundo.
Cristo-mediador está en el centro de su teología. Inspirado en Pablo reconoce en Cristo, cabeza de la
humanidad, a la cabeza de la Iglesia.
El hombre Jesucristo es, pues, el representante de toda la humanidad. En él se cumple la redención de
toda la humanidad. Parece como si Cristo, por el mero hecho de asumir nuestra naturaleza, la hubiera
transformado en la suya propia ¿Cómo explicar semejante intercambio? Agustín responde
invariablemente porque Cristo, al tomar nuestra naturaleza, se convierte en nuestra cabeza»
Esa alianza es eterna. El sacerdocio de Cristo no se acaba o culmina en la Cruz. Luego de su
Resurrección, continúa su obra de mediación y de propiciación
1.3 Ministerio pre-pascual
En el Nuevo Testamento no aparece, hasta la Carta a los Hebreos, una mención de Jesús como Sacerdote.
Más aún ni siquiera El mismo se autodenomina «sacerdote». Esto podría llamar la atención, ya que
posteriormente, por la influencia de la carta a los Hebreos, se hará toda una sistematización de la figura
sacerdotal de Jesús.
Pablo no hablará de Jesucristo como sacerdote, aunque sí lo reconoce como «mediador» (Cf, A 'Tim.).
Sin embargo al hablar de la muerte de Jesucristo usa términos sacerdotales tomados incluso del
vocabulario levítico: sacrificio, cordero pascual, servidor de Dios, reconciliación. San Pedro empleará
también algunos términos sacrificiales: sacrificio del Siervo de Dios (Hich.3,13.26), cordero pascual (1
Pe. 1,19), sangre redentora de Cristo (1 Pe. 1,2.19). Juan presenta de manera explicita la sangre de Cristo
como purificadora de nuestros pecados (1 Jn. 1,7). En el Apocalipsis se dibuja a Cristo revestido con
vestidos Sacerdotales (Apoc,5,989). En Jn. 17,19 aparece la «victimación» de Cristo por nuestra
santificación1.

1.4 Desde la Pascua


La Pascua habla de la glorificación de Jesús, el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas. Desde este
horizonte post-pascual todas las interrogantes acerca del misterio de Jesús comienzan a desvelarse de una
manera impresionante. No deja de haber interrogantes. Pero el desarrollo post-pascual de la fe en Jesús
nos va a introducir en el mundo maravilloso de aquellos que supieron ir sacando de ese misterio las luces
para conocerlo mejor y asumirlo con fe y compromiso evangelizador. La figura sacerdotal de Jesús va a
ser conocida y profundizada a partir de la revelación.
«La realidad sacerdotal de Cristo no es una idea abstracta y fría. Fue el centro de las catequesis y de la fe
de las primeras generaciones cristianas. El breve cronista del martirio de san Policarpo de Esmirna no se
olvidó de legarnos la última oración del discípulo de san Juan: "Yo te alabo por todas las cosas, te
bendigo y te glorifico por mediación del eterno y celeste Sumo Sacerdote Jesucristo; Cristo Sacerdote
daba sentido a su vida y a su martirio"».

2. Novedad del sacerdocio de Jesucristo


Nos encontramos, pues ante una nueva concepción del sacerdocio y que, según nos señala Vanhoye,
debemos denominarlo «sacerdocio de la Nueva Alianza». Así es sugerido en el relato de la Última Cena
(Cf. Lc. 22,20; 1 Cor. 11,25); así lo define Heb. 9,15: Cristo es un sacerdote de una nueva especie, ya que
es «mediador de una Nueva Alianza» 115,
¿Dónde encontramos la novedad del Sacerdocio de Jesucristo? En cierto modo ya lo hemos venido
vislumbrando: en la insistencia en un modo diverso de la mediación, en la nueva idea de santificación, en
la identificación entre víctima ofrenda y sacerdote (contenido de la ofrenda) y la apertura a una novedosa
forma de participación en el sacerdocio de Cristo.
2.1 Una nueva concepción de sacerdocio
En la carta a los Hebreos (3,1) se nos invita a reconocer al Cristo como el verdadero y único «sumo
Sacerdote de la fe que profesamos». Con esta confesión y afirmación, llegamos a confirmar que se trata
de una nueva concepción acerca del sacerdocio, el nuevo, el de Cristo
Hay una unión entre la alianza (nueva) y el mediador (de esa alianza).
El sacerdocio levítico apuntaba más hacia el culto divino, con el privilegio de honrar a Dios por medio de
los sacrificios. El Sumo Sacerdote, apenas podía acercarse una vez al año al Santuario, como ya lo hemos
indicado con anterioridad. Jesús se presenta, ahora, con toda sencillez como «aquel que sirve» (Cf. Lc.
22,27), capaz de lavar los pies a sus discípulos'.
Al instituir la Eucaristía, Jesús da a conocer una doble relación: con Dios, su Padre, al pronunciar la
acción de gracias; y con sus discípulos, a quienes da su cuerpo y su sangre. Ha puesto mucho énfasis en
esta segunda relación. De modo análogo, el autor de la Carta a los hebreos sustituye la visión unilateral
del sacerdocio, propia del Antiguo Testamento, con una perspectiva bilateral.
El Antiguo Testamento, la preocupación era la relación del sacerdote con Dios y la nueva perspectiva
apunta hacia la solidaridad del sacerdote con sus hermanos.

2.2 Novedad en la ofrenda sacerdotal.


la ofrenda de Cristo tiene un valor mayor, un valor perfecto por su ofrecimiento al Padre, se ha abierto a
la acción de Dios con amor reconocerte y perfecta, que se convierte en fuente de salvación.
Cristo no era solamente una víctima agradable a Dios, si, que era al mismo tiempo sacerdote pleno,
porque tenía en su corazón toda fuerza generosa de la caridad divina derramada sobre El del Espíritu
Santo.
En ese ofrecimiento personal de Cristo se puede percibir una sorprendente unión entre docilidad hacia
Dios y la solidaridad con los pecadores; es decir, en esta unidad podemos ver la fuente de un nuevo
dinamismo de salvación que desemboca en la reconciliación y la restauración de la comunión entre Dios
y la humanidad.
2.3 Identidad propia del nuevo Sacerdote
Siempre teniendo en cuenta lo hasta ahora expuesto y en el marco de la cristología sacerdotal, podemos
encontrarnos con dos aspectos fundamentales que definen la identidad sacerdotal de Cristo, Heb. 2,17 nos
lo presenta así: Jesús «debía hacerse en todo igual a sus hermanos, para llegar a ser sumo sacerdote
misericordioso y digno de fe». Se vuelven a poner de relieve dos elementos importantes: uno el de la
solidaridad con los hombres, sus hermanos, y su condición de sumo sacerdote (que en Heb. 5,.l volverá a
encontrarse al definirse la acción de dicho Sumo Sacerdote). Estas dos condiciones esenciales introducen
sendos elementos característicos de su identidad. La solidaridad sacerdotal de Jesús (sumo sacerdote) se
muestra porque es «misericordioso» y «digno de fe».
3. El título sacerdotal de Jesucristo.
La Cristología sacerdotal otorga a Jesucristo el título de SUMO y ETERNO SACERDOTE, para lo cual
se basa en lo propuesto por el autor de la Carta a los Hebreos, la tradición bíblica y la Tradición de la
Iglesia. Todo ello siempre es vista al cumplimiento de la promesa de salvación. Así, Jesús es reconocido
comi mediador de la nueva alianza: para ello posee, como bien lo hemos visto, da características
interrelacionadas e inseparables: es sacerdote y es víctima.
Etapas del ejercicio y constitución de su sacerdocio.

 Su Encarnación
 El Bautismo de Jesús
 La Inmolación en la Cruz
 La Glorificación
 En el Cielo
 Pentecostés.
 Presencia en la Iglesia peregrina
4. la acción sacerdotal de Jesucristo
4,1 una Nueva Alianza:
La Nueva Alianza es la misma salvación. La Nueva Alianza supone un nuevo, pero definitivo, inicio: el
de los tiempos de plenitud escatológica, el de la Iglesia peregrina hacia la total, perfección en el encuentro
con Dios. «La nueva alianza dará comienzo con el perdón de las culpas y pecados del pueblo. Sin la
recreación de los corazones, sin la purificación del interior, el nuevo intento de Dios volvería a fracasar.
No basta una purificación exterior o ritual, sino que es necesaria una transformación del corazón, para dar
respuesta a la oferta de la alianza»
5. Cualidades del sacerdocio de Jesucristo.

 Sacerdocio perfecto
 Sacerdote y victima
 Sacerdote eterno
 Sacerdocio Santo
 Sacerdocio Eficaz
 Sacerdocio Universal

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