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U.A.G.R.M. F.C.E.A.F.

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TEMA I

LA CONDUCTA SOCIAL

Debemos darnos cuenta de lo importante que son los demás para nosotros. Vivimos
inmersos en un tejido de relaciones sociales desde que damos los buenos días a nuestros
familiares o compañeros de trabajo hasta que, en la cena, comentamos lo más saliente de
la jornada.

¿A qué se debe esta fuerte vinculación a los otros? ¿Por qué no podemos vivir solos?
Simplemente, porque somos sociables.

LA SOCIABILIDAD

La sociabilidad es una necesidad que impulsa al hombre a vivir en sociedad, a gustar de


la vida en común, a huir del aislamiento. La experiencia nos muestra que la sociabilidad
también es propia de los animales. Estamos acostumbrados a ver bandadas de pájaros
cada primavera; sabemos que los peces viven en manadas y las ovejas en rebaños.
Entonces, los animales también son sociables.

La psicología comparada trata de establecer posibles conexiones entre las conductas


humana y animal. El descubrimiento de aspectos comunes en la vida social de las dos
especies nos puede ayudar a situar la conducta humana en el marco del reino animal, al
mismo tiempo que a encontrar pautas básicas de nuestra conducta, tal vez manifestadas
en los animales de un modo más simple.

Los animales necesitan estar juntos. Cuando un mono queda rezagado del grupo,
comienza a chillar y a correr en todas direcciones, expresando así su necesidad de estar
con los otros.
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Excepcionalmente se encuentran animales que, como el tigre, parecen gustar de la


soledad. Pero su alejamiento es pasajero y está supeditado a un objetivo necesario: la caza
por sorpresa de sus víctimas.

Es así que la vida de grupo no es nunca un simple estar juntos. Conduce inevitablemente
a hacer cosas juntos. Si observamos una familia de patos, comprobamos que van juntos
a todas partes. Se bañan en comunidad y, al salir del agua, se alisan el plumaje, uno al
lado del otro. Acostumbran a reunirse para dormir. Incluso podemos notar que caminan
al mismo ritmo.

En una vida tan similar, juega un papel importante la imitación, sobre todo en algunas
especies. Cuando una oveja se desvía del rebaño, las demás tienden a seguirla.

También es sorprendente la complicada especialización en la tarea que existe en una


colmena o en un termitero. Por ejemplo, cada casta de abejas tiene una función distinta.
La reina preside la colmena, los zánganos o machos se encargan de fecundarla, miles de
obreras especializadas se reparten la tarea. La especialización en las diversas funciones
no afecta únicamente a los llamados “insectos sociales”. También podemos observarla en
otras especies, aunque de modo menos acusado. Entre los peces cíclicos, por ejemplo, se
turnan el macho y la hembra para guardar a sus crías. En los grupos de monos, los machos
jóvenes exploran el terreno y dan la alerta inmediatamente al descubrir un enemigo. Y se
podrían citar otros muchos ejemplos.

SEMEJANZAS DE LA CONDUCTA SOCIAL ANIMAL Y HUMANA.

Igual que los animales, los hombres desean estar juntos. Por ello construyen poblados y
ciudades. Si en ocasiones renuncian a la vida en común es sólo temporalmente y en
función de objetivos superiores. El astronauta que explora el espacio ansía regresar con
sus semejantes. Asimismo, los científicos procuran programar los viajes espaciales en
grupos de dos o tres.
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Si no es agradable realizar un viaje en solitario, como ya vimos, es porque tenemos


tendencia a hacer las cosas juntas. Actividades triviales como comer o trabajar con otros,
crean a la larga, fuertes lazos afectivos y desarrollan hábitos comunes. Se trata de una
imitación inconsciente. Pensemos en esos matrimonios que, después de largos años de
convivencia, llega a parecerse incluso en los gestos o el modo de hablar.

La división del trabajo uno de los rasgos distintivos de la vida moderna, nos recuerda
inevitablemente la especialización en la tarea que encontramos en los animales. En el
hogar, un matrimonio se reparte el quehacer doméstico; en la fábrica, cada obrero está
especializado en un trabajo muy concreto.

DIFERENCIAS DE LA CONDUCTA SOCIAL ANIMAL Y HUMANA.

La sociabilidad humana posee características únicas que la distinguen inequívocamente


de las comunidades animales:

- El lenguaje, en forma de símbolos o palabras que representan a cosas. El uso del


lenguaje ha hecho posible la elaboración común de la cultura.

- El trabajo creativo, que cristaliza en los inventos realizados a través de un progreso


incesante y culmina en la moderna tecnología. Como contrapartida, no han
evolucionado las tareas de los animales, debido a la rigidez pétrea de sus instintos.
Las abejas de hoy construyen sus panales exactamente igual que en la época de los
faraones.

- La Cultura, que no comprende solamente los conocimientos teóricos acumulados por


el hombre siglo tras siglo, sino, sobre todo, el conjunto de creencias, valores,
instituciones y costumbres de un pueblo. La humanidad constituye un mosaico de las
culturas más diversas. Un caso insólito en el reino animal.

- Los impulsos o motivos sociales, son en su mayoría genuinamente humanos.


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EVOLUCIÓN DE LA SOCIABILIDAD

La sociabilidad es una constante humana en el curso de todas las edades. Nuestra vida
bien puede llamarse convivencia puesto que desde que nacemos hasta el momento de la
muerte estamos conviviendo al lado de nuestros semejantes.

El niño no puede estar solo

El niño, desde los primeros meses, desea estar en compañía de los demás. Cuando se lo
deja solo, llora a gritos, y si se le hace alguna caricia, sonríe. A veces el bebé balbucea
para atraer la atención de los adultos. A medida que va creciendo, la privación de su
relación con los demás se convierte en el peor castigo. Así lo han entendido los profesores
que acostumbran a poner a los alumnos cara a la pared, o los padres que una tarde le
prohíben salir de casa.

Hay circunstancias que la carencia de contacto social en la primera infancia ha tenido


consecuencias irreparables. Nos referiremos a un caso muy singular y a otro que se repite
con frecuencia en nuestros días.

k. Davis describe el caso de Anna, una niña ilegítima que fue aislada en una recóndita
habitación. Se le daba tan sólo comida suficiente para continuar viviendo. Al ser
descubierta a la edad de seis años no sabía caminar, ni hablar, ni hacer cosa alguna que
mostrase inteligencia pues su cerebro por faltarle el estímulo de la vida social, apenas
había desarrollado sus posibilidades. La niña murió cuatro años después.

El joven descubre a los demás

Hasta la adolescencia el niño ha vivido circunscrito a su familia y apenas ha desarrollado


su sociabilidad con otros niños, que no pasan de ser simples compañeros de escuela o
juego. Entonces hace un descubrimiento transcendental: que los demás son seres
independientes de él y con una individualidad similar a la suya como “otros yo”. A partir
de ahora, se hacen posibles las relaciones interpersonales en toda su profundidad.
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La amistad juvenil se va desarrollando desde el narcisismo, que hace ver al compañero


como un espejo idealizado de sí mismo, hasta la aceptación del amigo tal cual es. De un
modo parecido, el despertar del instinto sexual contribuye a sacarle de sí mismo. El amor
idealista, “platónico”, va evolucionando hacia un sentimiento cada vez más realista y
concreto.

Adultos privados del contacto con otros

¿Cómo castiga la sociedad a los delincuentes? No los tortura con sufrimientos físicos ni
los hace pasar hambre o frío (aunque en ocasiones se dé esto también). Sencillamente, los
priva del contacto con los demás. Las cárceles norteamericanas más modernamente
acondicionadas de ninguna manera compensan con la separación de familiares y amigos.

El aislamiento es un severo castigo en todos los aspectos: lo mismo a nivel individual que
en el plano social. Cuando estamos enfadados con alguien le negamos el saludo. Quien
es considerado enemigo de una nación es condenado al destierro. Recordemos que cuando
la Organización de Estados Americanos tomó la decisión de castigar a Fidel Castro, aisló
a Cuba del continente.

Grupos de quince a cuarenta hombres pasan muchos meses aislados en habitaciones


cerradas, realizando monótonas mediciones atmosféricas. El distanciamiento de la
civilización, la falta de estímulos sensoriales, y la pobreza de relaciones sociales
desencadenan una serie de trastornos. Se pierde el sueño y el apetito; son frecuentes los
estados de depresión, angustia e irritabilidad.

No son menores los estragos que provoca el aislamiento en los ancianos. Estos hombres,
que frecuentemente han perdido a su esposa y a los mejores amigos, en raras ocasiones
reciben todo el afecto que necesitan. La soledad es el drama de la última etapa de su vida.

VENTAJAS DE LA SOCIABILIDAD

La decisiva importancia que adquiere la sociabilidad en el hombre nos hace pensar en las
ventajas que deben impulsarle a ella. Señalemos las principales.
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Satisfacer las necesidades primarias

Incluimos aquí aquellos impulsos que poseemos en común con los animales y cuya
satisfacción es imprescindible para la supervivencia individual de la especie.

Gracias a un complejo sistema de trabajo en cooperación llegan a nuestro alcance toda


clase de alimentos y vestidos. Si buscamos vivienda, podemos adquirir un piso dotado de
toda clase de comodidades. Por otra parte, la sociedad ha satisfecho en todas las épocas
la necesidad humana de defensa. Desde las primitivas ciudades amuralladas hasta los
actuales refugios atómicos.

El antropólogo Malinowski, indicó que, en el origen de la sociabilidad, el hombre busca


pareja y funda una familia. Así comienza a habituarse a la vida en común y gradualmente
irá extendiendo los lazos familiares a otras personas.

Compartir la cultura

El hecho de pertenecer a un pueblo determinado nos concede el derecho a participar de


la riqueza cultural atesorada por ese grupo. El tiempo durante el cual el niño va asimilando
la cultura –a través de la familia y la escuela principalmente– se llama proceso de
socialización.

Gracias a este importante proceso, el individuo queda capacitado para abrirse camino y
resolver sus propios problemas dentro de la sociedad.

Satisfacer los motivos sociales

Aquí nos referimos a las necesidades sociales, tan importantes como las primarias o
fisiológicas.

LOS MOTIVOS SOCIALES

Los motivos sociales, a diferencia de los fisiológicos, que son innatos, se adquieren
durante ese prolongado período en que el niño va aprendiendo las pautas básicas
culturales, se va socializando. Sin establecer orden de prioridad, vamos a referirnos a
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cuatro motivos o necesidades sociales: afiliación, poder, éxito y altruismo. Son


especialmente significativos en nuestra cultura occidental.

Necesidad de afiliación

Se apoya este impulso en la tendencia humana a la sociabilidad. Al integrarse una persona


en un agrupamiento, se trasciende a sí mismo, se prolonga en él. De este modo, obtiene
el ser humano apoyo mutuo y reconocimiento de sus cualidades personales. La fuerza de
la necesidad de afiliación se descubre especialmente cuando se advierten las graves
consecuencias que acarrea su frustración: el aislamiento puede trastornar la mente, la
soledad es uno de los más graves problemas de nuestro tiempo.

Hay circunstancias en las que se acentúa nuestra afición a asociarnos y reunirnos con
otros, especialmente cuando deseamos reducir la angustia que sentimos, o bien
autoevaluar nuestras emociones.

¿Por qué tendemos a autoevaluarnos? Porque sólo comparándonos con los demás
(comparación social), que van a atravesar la misma situación, puede el individuo evaluar
sus propias reacciones y calcular en qué medida su temor es adecuado o no.

Necesidad de poder

La autoafirmación se observa en toda clase de vertebrados en forma de “jerarquía de


dominación”, que contribuye vitalmente a la organización de cada grupo de animales. En
una banda de cinco gallinas, existe una “jerarquía del picoteo”, puesto que cualquier
gallina ocupa una posición determinada y puede picotear a las que ocupan un rango
inferior, pero nunca a las de posición superior. En algunas especies, hay un macho
dominante que lleva a cabo todas las relaciones sexuales.

Necesidad de tener éxito (necesidad de logro)

¿Se esfuerza usted tenazmente para triunfar en su trabajo?, ¿posee un elevado nivel de
aspiraciones?, ¿es usted de los que no se desalientan, sino que más bien se crece ante las
dificultades?, ¿trata de vivir en constante renovación para no quedarse rezagado? Si ha
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respondido afirmativamente a estas preguntas, usted posee una notable necesidad de


logro.

Podemos preguntarnos si existe conexión entre la necesidad de logro y los motivos


sociales anteriores. Se ha comprobado que los sujetos dotados de alta motivación hacia el
éxito tienden a ver las relaciones sociales como algo que interfiere sus aspiraciones y
suelen considerar a los otros como instrumentos para conseguir sus propios fines. Por otra
parte, un aumento de éxito suele traducirse en un incremento de poder, y viceversa.

Un impulso directamente relacionado con la necesidad de logro es la tendencia


adquisitiva, es decir, el deseo de acumular y poseer bienes materiales por sí mismos, más
que por cubrir las necesidades primarias. El nivel económico alcanzado es considerado
como uno de los principales indicadores del éxito obtenido y se correlaciona tanto con el
nivel cultural como con la clase social a la que se pertenece. Durante el proceso de
socialización se inculca a los niños europeos y norteamericanos que deben prepararse
para triunfar en la vida y “ganar mucho dinero”.

Altruismo

¿Es el hombre occidental capaz de sacrificarse por los demás sin esperar recompensa a
cambio? Intentar responder a esta apasionante cuestión equivale a plantear la posibilidad
de la conducta altruista.

L. Mann, un investigador de la conducta social, se refiere primeramente al altruismo por


reciprocidad, que consiste básicamente en ayudar a los que nos han ayudado. No se trata
de altruismo puro y desinteresado, sino de agradecimiento tal vez fundado en la esperanza
de otras ayudas en el futuro. Mann, también habla, de un altruismo más depurado que se
manifiesta en la responsabilidad social, o sea, en el auxilio espontáneo prestado a un
accidentado en la carretera o en la calle.
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ASPECTOS BASICOS DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Las relaciones interpersonales tienen unas características muy concretas que delimitan los
conceptos que en ella se involucran.

1. INTERACCIÓN SOCIAL

Cuando hablamos de interacción social, hacemos referencia a la relación recíproca que


existe entre la conducta de dos o más individuos. En otras palabras, se trata de constatar
cómo la conducta de un sujeto está condicionada por la presencia y actuación de otros
semejantes.

1.1.Rasgos de la interacción.

a. La interacción como fenómeno espacio – temporal

La interacción ocurre siempre en un espacio y en un tiempo determinado. En el primer


caso, puede tener lugar cara a cara, como sucede al charlar con un amigo, o a distancia,
cuando existe una separación física entre los sujetos.

En el plano temporal, podemos distinguir interacciones que, por su carácter de a largo


plazo o a corto plazo, ofrecen interesantes aspectos distintivos. Probablemente hemos
quedado sorprendidos alguna vez del alto grado con que nos hemos sincerado a un amigo
fugaz, por ejemplo, a un pasajero vecino en el tren –a quien antes no conocíamos– con el
cual hemos pasado la noche hablando. Sin embargo, son las interacciones más duraderas
las que presentan características psicológicas más marcadas. Entonces se crea una
interdependencia de conducta tal que nos hace incluso adivinar cuáles serán las reacciones
de nuestros semejantes, según el juicio que de ellos nos hemos formado.

b. Estructura y funciones de la interacción

En casa, no tenemos vergüenza en colocar los pies encima de un sillón, si estamos en un


grupo de amigos sentimos dificultad en hacerlo, y en el trabajo, ante un cliente
desconocido, en absoluto nos atreveremos a adoptar esta “incorrecta” postura.
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Jeanne Watson ha observado que en los tres ambientes mencionados –familiar, social y
laboral– optamos por formas distintas de conducta, más o menos formales.

La interacción presenta una estructura formal si se desarrolla en términos de relaciones


pautadas –como las reglas de educación o las costumbres de un lugar – establecidas por
la sociedad. Por el contrario, en la estructura informal, la interacción es más espontánea,
más improvisada, jugando un papel mayor las disposiciones individuales del sujeto. Es el
caso de dos niños que juegan. ¿Qué funciones cumple la interacción si queremos
comprender la necesidad que tenemos de ella?

Ante todo, la interacción nos socializa, es decir, nos inserta en la sociedad, inculcándonos
aquellas características generales que compartimos con los demás miembros de la
comunidad. También notamos que el primer contacto con otros influye decisivamente en
la formación y desarrollo de la personalidad del individuo.

Concretamente, el concepto de sí mismo que tiene una persona depende en general de las
interacciones con otros, especialmente del juicio que se forman de él y de las expectativas
consiguientes. El mayor sabio del mundo se creería necio si así lo consideraran los demás.

Por último, la interacción reduce la ansiedad. Este mismo efecto fue igualmente
observado en la segunda guerra mundial, en Londres, ya que los niños alejados de los
suyos experimentaban mucha mayor tensión psíquica al ser evacuados de la ciudad que
los que salían en compañía de su familia.

2. INFLUENCIA SOCIAL

Es un hecho de la vida cotidiana que la presencia de otros modifica nuestra conducta.


Únicamente en un ascensor vacío nos recostamos contra la pared o bostezamos.
Asimismo, la actitud que adoptamos ante una película, por ejemplo, está afectada por el
hecho de que el cine esté repleto o medio vacío.
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Podemos preguntarnos en este momento: ¿A qué se debe esta influencia social?, ¿por qué
nos preocupa tanto la opinión ajena? Ya hemos insinuado antes la contestación: la manera
de las opiniones de los demás constituye el material con que esculpimos la estatua de
nuestro auto concepto. Por eso buscamos incesantemente la aprobación del prójimo y
tememos al fantasma de la desaprobación. De ahí que procuremos ser amables cuando
nos presentan a alguien y ocultemos cuidadosamente nuestros defectos.

3. LA ATRACCIÓN INTERPERSONAL

Contemplemos de cerca este interesante aspecto de las relaciones interpersonales que


constituye la base de la amistad. Cotidianamente podemos advertir que nos sentimos
atraídos o repelidos hacia diversos tipos de personas. ¿Por qué preferimos a unas personas
mejor que a otras?, ¿qué factores determinan nuestras preferencias o repulsiones? Los
principales estudios en torno al tema han insistido en cuatro criterios de atracción:
proximidad, semejanza, complementariedad e intercambio social.

Es evidente que la cercanía aumenta la probabilidad de interacción. Al incrementarse


ésta, tenderá a crecer también la atracción interpersonal, en igualdad de circunstancias.
Hacemos hincapié en esto último porque si concurre alguna circunstancia –por ejemplo
la competencia entre dos vecinos– la proximidad puede producir el efecto contrario, o
sea, repulsión.

QUÉ ES LA PSICOLOGIA SOCIAL

Habiendo comprendido los conceptos básicos de la conducta social y el proceso de


socialización podemos comprender la diferencia de la Psicología Social y la Sociología.
Ambas so ciencias que estudian una ciencia de la conducta humana desde un aspecto
distinto.
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La Psicología se interesa por la conducta individual, la Sociología por la conducta grupal,


resultante de los agrupamientos que forman los hombres al vivir en sociedad. La
Psicología social, en cambio, es como puente tendido entre ambas ciencias, que se
propone estudiar la interacción del individuo y la sociedad, y más concretamente las
relaciones interpersonales.

Su esencia, como subrayo G. Allport, es “comprender y explicar cómo la presencia real,


imaginada o implícita, de otros seres humanos influye en el pensamiento, el sentimiento
y la conducta de los individuos”.

En síntesis, la Psicología social es el estudio científico de la conducta interpersonal.

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