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SALUD Y DESARROLLO: UN NUEVO CONCEPTO DE SALUD

Jesús Rodríguez y José A. García


Psicología social. Ed. trillas
México.

SALUD

Los problemas del campo de la salud se han ido ampliando crecientemente al


mismo tiempo que se iba produciendo un cambio en el propio concepto de salud,
generado, entre otras cosas, por la acción del propio análisis psicológico y social
empleado y los resultados que se iban obteniendo. Tradicionalmente se ha definido la
salud como «ausencia de enfermedad», posiblemente porque se entiende mejor la
«enfermedad» que la salud. La enfermedad se asocia a sensaciones como el malestar, el
dolor, la incomodidad, la fiebre, la hemorragia, etc., claramente perceptibles, y que inciden
directamente en la capacidad funcional de la persona. En cambio, el estado de salud no
se «percibe». De este modo, el concepto más convencional de salud está ligado a
parámetros biológicos, igual que la enfermedad lo está como alteración anatómica o
fisiológica, que se manifiesta en desviaciones de los parámetros «normales». La salud se
define, así, como «la normalidad» frente a la «anormalidad» de la enfermedad. Hay, pues,
una íntima relación entre los conceptos de salud, enfermedad y los de «normalidad /
anormalidad». Incluso desde un punto de vista puramente biológico, la enfermedad y la
salud se definen aludiendo a los «parámetros normales». Pero la normalidad no se define
sólo estadísticamente, sino que se establece también socio-culturalmente: Por eso,
algunos autores hablan de la «construcción social de la enfermedad». Por eso, también,
el concepto de salud ha cambiado desde el comienzo de siglo, y ha añadido al marco de
referencia biológico, el psicológico y el social. En 1948, en el Congreso de Constitución de
la Organización Mundial de la Salud, se definió la salud como «el estado de absoluto
bienestar físico, mental y social, y no la mera ausencia de enfermedad». En esa
definición, aparecían explícitamente, por primera vez, como componentes de la salud dos
áreas relevantes del ser humano: la psicológica y la social, que se sumaban a la biológica,
dando lugar al concepto «integral» de salud. Lo importante del nuevo concepto de salud
era la aceptación de que la salud implica factores personales, grupales, sociales y
culturales que son determinantes, tanto en el origen como en el mantenimiento, evolución
y pronóstico del proceso de enfermar. El papel de los factores psicosociales en la salud
no se reduce a su implicación en la etiología de las enfermedades físicas, sino que se
extiende a su tratamiento, rehabilitación, y consecuencias sintomáticas (siendo muchas
veces los responsables de la mejoría o empeoramiento de una situación aguda o crónica),
a la prevención de la enfermedad ya la promoción de conductas saludables (Rodríguez-
Marín, Pastor y López, 1988; Rodríguez-Marín, 1991).

Esta concepción renovada de la salud surge, sobre todo, por el aumento de las tasas de
morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas frente a las infecciosas y los hallazgos
epidemiológicos que ponían de relieve la importancia de los comportamientos en su
génesis. La conducta alimentaria, el hábito de fumar, de consumir alcohol o fármacos, la
falta de ejercicio físico, y otros muchos son ejemplo de comportamientos directamente
relacionados con el estado de salud / enfermedad de la persona. Por ello, podemos hablar
de comportamientos de riesgo frente a poblaciones de riesgo, cuyo análisis
correspondería a la psicología en general.

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