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CAPÍTULO 1

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Psicología Social de la Salud
Objetivos de aprendizaje
Al finalizar este capítulo usted deberá ser capaz
de:
1. Definir el concepto de salud en el siglo XXI.
2. Argumentar sobre la posición de que la salud es meramente "ausencia de
enfermedad".
3. Conocer y describir los cambios en el concepto de salud y en las causas de
mortalidad y morbilidad del siglo xx.
4. Describir, comparar y evaluar las características más relevantes de los con-
ceptos bio-médico y bio-psico-social de la salud.
5. Definir la Psicología de la Salud.
6. Definir y describir los campos de la Medicina Comportamental, la Psicología
Médica, la Medicina Psicosomática y la Psicología Clínica, y su relación con la
Psicología de la Salud.
7. Describir la evolución, estado actual y futuro de la Psicología de la Salud, como
campo de aplicación de la psicología al campo de la salud.
8. Describir las aportaciones de la Psicología Social de la Salud al campo de la
Psicología de la salud, resaltando y analizando las más relevantes.

1.1. Comportamiento y salud


La definición de salud más convencional y más clásica se entendía como "ausencia de
enfermedad", quizá porque es más fácil comprender la "enfermedad", que se asocia a
sensaciones como el malestar, el dolor, la incomodidad, la fiebre, la hemorragia, etc.,
claramente perceptibles, y que tienen una implicación directa en la capacidad funcional
de la persona y de la
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sociedad misma. Por el contrario, el estado de salud pasa inadvertido. Este concepto está
ligado, pues, a parámetros biológicos, en la medida en que el propio concepto medad lo
está, al ser entendida como alteración anatómica o fisiológica, manifestada por
disfunciones en los parámetros "normales". Ese concepto de "enfermedad" se enmarca en
el denominado modelo "biomédico". En ese modelo, la enfermedad se expresa mediante
síntomas que son el resultado de un trastorno biológico, lo que implica que la intervención
terapéutica se basará en la "reparación" también biológica, a fin de eliminar la causa
patológica (León y Medina, 2002; León, Medina, Barriga, Ballesteros y Herrera, 2004).
La salud es "lo normal" frente a la "anormalidad" de la enfermedad. El propio Diccionario
de la Lengua Española define la salud como "el estado en el que el ser orgánico ejerce
normalmente todas sus funciones". Sin embargo, en la medida en que se introduce el
concepto de "normalidad", el significado de la "ausencia de enfermedad" puede variar de
un contexto socio-cultural a otro, e incluso de una persona a otra; y lo mismo ocurre, por
tanto, con el concepto de salud. Hay una íntima relación entre los conceptos de salud y
enfermedad y el de "normalidad". Ya hemos visto que incluso desde un punto de vista
puramente biológico, la enfermedad y la salud se definen aludiendo a los "parámetros
normales”. Pero, al igual que la salud, la normalidad no se define sólo estadísticamente,
sino que se establece también socio-culturalmente. Es difícil, por tanto, trazar el límite
entre lo normal y lo patológico, de una manera absoluta.
Personas diferentes pueden otorgar un valor diferente a la salud, con relación a otras
preocupaciones en sus vidas. Incluso la misma persona puede otorgar valores diferentes
a su salud en diferentes momentos de su vida. Lo mismo se puede decir de las sociedades.
Como valor social y acontecimiento vivido por una persona integrada en un grupo
sociocultural, la salud está determinada por las percepciones y metas compartidas de ese
grupo, tanto en el significado que puedan tener los términos salud y enfermedad como en
los modos de comportarse ante ambas. La salud y la enfermedad son, en definitiva,
construcciones sociales. Por eso, el concepto de salud ha ido cambiando a lo largo de los
siglos, incorporando no sólo el marco de referencia biológico, sino también el psicológico
y el social. En 1948, en el preámbulo del acta de Constitución de la Organización Mundial
de la Salud, se definía la salud como "el estado de absoluto bienestar físico, mental y
social y no la mera ausencia de enfermedad". No se va a entrar en consideraciones críticas
de esa definición, que, por otro lado, ya se han hecho desde muchos puntos de vista. Sólo
vale la pena señalar que lo que la OMS intentaba con ella era fijar un horizonte, hacer una
declaración de principios, y no establecer una definición operacional. Al mismo tiempo,
por primera vez, se reconocían explícitamente como componentes de la salud dos áreas
relevantes del ser humano: la psicológica y la social, que se sumaban a la biológica, para
posibilitar un concepto "integral" de salud, que más tarde ha constituido el centro del
denominado "modelo biopsicosocial" (Gil, 2007).
Este concepto de salud es el que, al menos formalmente, ha inspirado la concepción de la
sanidad actual, y formó el espíritu de la reforma sanitaria en España, aunque no se refleje,
de hecho, en las actuaciones concretas del sistema de cuidado de la salud que se pretende
establecer a través del Sistema Nacional de Salud.
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Para concretar, la salud se entiende hoy como "el nivel más alto posible de bienestar
físico, psicológico y social, y de capacidad funcional, que permitan los factores sociales
en los que vive inmerso el individuo y la colectividad" (Salleras, 1985). Y desde un punto
de vista más funcional la salud se entiende como la capacidad para desenvolverse de
manera autónoma o el estado de capacidad óptima de una persona para ocuparse de sus
asuntos individuales y sociales (Colvez y Blanchet, 1981). Lo relevante de este nuevo de
salud es la aceptación de que en el estado de salud están implicados factores concepto
personales, grupales, sociales y culturales que son determinantes, tanto en el origen como
el mantenimiento, evolución y pronóstico del proceso de enfermar (Rodríguez-Marín,
Pastor y López, 1988).
Por lo demás, la aparición del nuevo concepto de salud se vio facilitado por diversos
factores: el aumento de las tasas de morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas
frente a las infecciosas y los hallazgos epidemiológicos acerca del origen multicausal de
estas enfermedades, que ponen de relieve la importancia de los comportamientos en su
etiología. En todas ellas es evidente la implicación de factores comportamentales,
ambientales y sociales, además de los puramente biológicos. Así, por ejemplo, la
conducta alimentaria, el hábito de fumar, de consumir alcohol, o fármacos, la falta de
ejercicio físico, etc., son comportamientos que tienen que ver directamente con el estado
de salud/enfermedad de la Ello permite hablar de comportamientos de riesgo frente a
poblaciones de riesgo, e inferir el papel de la psicología en general, y de la psicología
social en particular, como ciencia que estudia el comportamiento social, en el campo de
la salud.
persona.
Sin embargo, y como ya hemos indicado, el modelo biomédico, con referencia casi
exclusiva a los factores biológicos, sigue prácticamente vigente. La práctica del cuidado
de salud se considera todavía como una tecnología aplicada (Nishler, 1981). El cuidado
y el tratamiento se estructuran en términos de criterios técnicos; se atiende sólo a los
aspectos físicos, biológicos o fisiológicos, pero se descuidan, en cambio, los aspectos
psicosociales que inevitablemente concurren en cualquier problema de salud; se considera
al individuo como la unidad de análisis, y, en el contexto estrictamente individual, a la
enfermedad como una alteración anatómica y/o fisiológica, que se manifiesta en
disfunciones de los parámetros "normales" (Catalano, 1979).
Esa primacía de los aspectos orgánicos y biotécnicos se ha reflejado claramente en el
campo de la política sanitaria. Con frecuencia, parece que la meta general sea
fundamentalmente asegurar la distribución equitativa de los recursos técnicos más
modernos a todos los sectores de la población. Sin embargo, las cuestiones de educación
para la salud, de prevención de la enfermedad, de salud ambiental y de promoción de la
salud, en general, reciben menos atención (Nishler, 1981). Así pues, aunque formalmente
se defienda un concepto integral de salud, en la práctica la aceptación del modelo
biológico genera un sistema sanitario pasivo, caracterizado por actitudes de "espera", en
el que únicamente se interviene a nivel curativo, una vez la salud ya está más o menos
deteriorada, dejando a un lado los contextos ambientales y los comportamentales (Costa
y López, 1986).
Pero, ciertamente, los sistemas sanitarios han fracasado al actuar desde una concepción
restrictiva y fuera del contexto social de la enfermedad. Así, además de la constatación
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del papel del comportamiento en la etiología y desarrollo de las enfermedades de
morbilidad y mortalidad más altas actualmente (cáncer, sida, cardiovasculares, entre
otras), existen aspectos como el acceso diferencial a los servicios sanitarios en función de
la posición social (León, Barriga, Rodríguez-Marín y Gómez, 1990), la prestación de los
servicios de salud, el descenso de la calidad asistencial y el incremento de los costes, que
pasan por una reorganización de los recursos disponibles, por un cambio del modo de
prestar los servicios y por una educación del usuario (Rodríguez-Marín, 1991). Como
señala Jesús de Miguel, "más recursos no significan un acceso mejor a esos recursos
sanitarios y, a su vez, el acceso no supone una utilización racional de los recursos" (De
Miguel, 1983: 21). Por otra parte, existen intereses económicos en torno a la enfermedad
(que no a la salud), derivados y al mismo tiempo potenciadores de la situación sanitaria
expuesta. Esos intereses se concretan en lo que algunos autores señalan como la "gran
industria de la enfermedad" (empresas farmacéuticas y de alta tecnología médica) (San
Martín y Pastor, 1984; Costa y López, 1986). El sistema de asistencia sanitaria, aunque
proclama teóricamente la importancia de las dimensiones psicológica y social en la salud,
se organiza operativamente sobre la base de un concepto puramente biológico de la
enfermedad y su consideración biomédica, apoyándose sobre todo en la especialización
técnica y en la asistencia hospitalaria.
Naturalmente, el concepto clásico de salud como ausencia de enfermedad, en función de
parámetros biológicos, se explica, entre otras razones porque, sin duda, la mayoría de las
lesiones y enfermedades tienen una "reparación" bioquímica o quirúrgica y, aunque cada
vez menos, es más fácil (pero bastante más caro) reparar que prevenir. Es cierto que está
ampliamente asumido el dicho "es mejor prevenir que curar", pero no lo es menos que el
sistema sanitario no da muchas oportunidades a la prevención. De hecho, es un sistema
reactivo y escasamente proactivo. Es muy difícil obtener asistencia en el sistema sanitario
si uno acude a él sin que le aqueje un problema "orgánico", o un obvio trastorno mental.
El sistema no está preparado para ofrecer de una manera ordinaria servicios preventivos
o de promoción de la salud.
En cualquier caso, a lo largo del siglo XXI, las cosas han cambiado de forma significativa.
Las enfermedades infecciosas no son ya la primera causa de enfermedad y muerte, puesto
que han ocupado enfermedades que están vinculadas al comportamiento insalubre de las
personas; el incremento de los costes sanitarios ha resaltado la importancia de la
prevención de la educación para la salud; ha aparecido un concepto "positivo" de la salud,
más próximo al de calidad de vida, o de bienestar positivo, poniendo entre paréntesis el
modelo biomédico precedente y promoviendo su sustitución por el modelo denominado
bio-psico-social que, por otra parte, como se ha apuntado, ya había sido proclamado
"avant la lettre" por la definición de salud de la OMS en su acta constituyente (Brannon
y Feist, 2000). Esa nueva consideración de la salud en el marco de un paradigma holista
o integral, cuyos aspectos más significativos pueden ser:
1. La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que ha de ser entendida de una
forma más positiva, como un proceso por el cual el hombre desarrolla al máximo sus
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capacidades actuales y potenciales, tendiendo a la plenitud de su autorrealización como
entidad personal y como entidad social (San Martín, 1985).
2. El concepto de salud es un concepto dinámico y cambiante, cuyo contenido varía en
función de las condiciones históricas, culturales y sociales de la comunidad lo formula
y/o que lo acepta (De Miguel, 1985).
que
3. La salud es un derecho de la persona como tal y como miembro de la comunidad, pero
además, es una responsabilidad personal que debe ser fomentada y promocionada por la
sociedad y sus instituciones (Font, 1976). En consecuencia, hay que promover igualmente
en el individuo la autoresponsabilidad para defender, mantener y mejorar su salud,
fomentando la mayor autonomía posible respecto del sistema sanitario (Barriga, 1988).
4. La prevención de la enfermedad y la promoción de la salud son tareas interdisciplinares
que exigen la coordinación de las aportaciones científico-técnicas de distintos tipos de
profesionales.
5. La salud es un problema social y un problema político, cuyo planteamiento y solución
pasa, necesariamente, por la participación activa y solidaria de la comunidad (Font, 1976).
Los riesgos para la salud se asocian claramente a factores sociales. Así, el componente
étnico constituye un factor fundamental en la esperanza de vida y en la causa de la muerte;
las diferencias de clase social son también importantes en la predicción de los riesgos
para la salud; la pobreza es un factor relevante en la tasa de enfermedad y en la reducción
de la esperanza de vida; y el nivel de educación también predice significativamente el
estado de salud de las personas. El bajo nivel educativo está asociado a comportamientos
insalubres (Brannon y Feist, 2000).
Todo lo expuesto implica directamente a la psicología social en las cuestiones de salud.
La importancia de las variables comportamentales y psicosociales fundamenta la
exigencia de que los psicólogos sociales estudien estos temas que son relevantes en el
desarrollo de las técnicas de prevención de la enfermedad y de promoción de la salud. El
papel de los factores psicosociales en la salud no se reduce a su implicación en la etiología
de las enfermedades físicas, sino que se extiende a su tratamiento, rehabilitación y
consecuencias sintomáticas (siendo muchas veces los responsables de la mejoría o
empeoramiento de una situación aguda o crónica), a la prevención de la enfermedad y a
la promoción de conductas saludables (Rodríguez-Marín, 1991).
Tanto la relevancia de los factores psicosociales en la salud como el papel de la psicología
social en su análisis se ven claramente en los objetivos formulados por la OMS en su
programa Salud para Todos en el año 2000, que reflejan el concepto integral de salud y
constituyen metas específicas, mundialmente aceptadas y recogidas en las políticas
sanitarias de los diferentes países.
En España, la Ley General de Sanidad (LGS) supuso un intento de reforma sanitaria
basada en cinco principios, de acuerdo con las directrices de la OMS: salud para todos, la
salud como concepto integral, participación comunitaria, educación sanitaria y derechos
de los usuarios. Según Mansilla (1984), el concepto de salud integral incluye aspectos
curativos,
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de promoción de la salud, prevención de la enfermedad y rehabilitación social, y todos
ellos están recogidos en la LGS. Si se acepta que los medios y actuaciones del sistema
sanitario deben orientarse prioritariamente a la promoción de la salud, a la educación
sanitaria, a la prevención de la enfermedad y a la rehabilitación funcional y reinserción
social del paciente, además de garantizar la asistencia sanitaria en todos los casos de
pérdida de salud (arts. 3, 6 y 18), es fácil inferir la relevancia de la Psicología como ciencia
del comportamiento para conseguir un correcto desarrollo de la ley (Rodríguez-Marín,
1988).
En 1978, la Conferencia de Alma-Ata (resolución 30.43) determinaba la necesidad de que
todos los ciudadanos del mundo tuvieran en el año 2000 "un estado de bienestar que les
permitiera vivir una vida social y económica productiva", lo que dio lugar a la
formulación de una política sanitaria común para la región europea en 1980, y a la
adopción por los países miembros de los objetivos de "Salud Para Todos" en la Asamblea
Regional de 1984 (EUR/RC 34/7). La nueva concepción de salud, reflejada en esos
objetivos, mostró el cambio en la filosofía de la OMS, que preconiza una nueva práctica
del cuidado de salud, con énfasis en la prevención y promoción, y en la atención a factores
que van más allá de lo puramente biológico. Algunas de las categorías, en las que se
incluyen los diferentes objetivos, muestran claramente ese énfasis. Por ejemplo, los
primeros objetivos, incluidos en las categorías de "Igualdad ante la salud" y de "Añadir
vida a los años", reflejan directamente el concepto integral de salud, por cuanto exigen la
mejora de condiciones no sólo físicas, sino también sociales y económicas. Y esa mejora
pasa por asegurar a todos los ciudadanos las condiciones fundamentales para la salud,
reducir los riesgos asociados al estilo de vida, mejorar los aspectos sanitarios de las
condiciones de vida y de trabajo, y proporcionar acceso a la Atención Primaria de Salud
a toda la población (Cancillo, 1993). De igual modo, la importancia de los factores socio-
comportamentales es evidente en los objetivos incluidos en la categoría "Añadir salud a
la vida", que pretenden, entre otras cosas, disminuir la mortalidad por aquellas causas o
enfermedades más frecuentes, como el cáncer, las enfermedades del aparato circulatorio
y los accidentes, mediante la creación de programas que consideren dichas causas o los
factores que modifican esas enfermedades (programas de estilo de vida, de control de
factores cancerígenos, de detección precoz, etc.). Por su parte, la categoría "Estilos de
vida que llevan a la salud" incluye objetivos claramente comportamentales al proponer la
adopción de comportamientos saludables por parte de la población, como medio para
conservar y mejorar su salud. Por ejemplo, algunas de las metas proponen la instauración
o aumento de comportamientos relacionados con la dieta y actividad física; otras
proponen la disminución de comportamientos perjudiciales como el consumo de alcohol,
tabaco, drogas, fármacos, etc. Los enunciados de tales objetivos aluden directamente a
factores como el "afrontamiento del estrés", la "conducción agresiva", la "violencia
injustificada" y las "motivaciones para adquirir y mantener la salud". Esta categoría
incluye igualmente objetivos de puesta en marcha de programas educativos y de
utilización de las redes naturales de apoyo social para conseguir la instauración de
comportamientos saludables.
En suma, el análisis de los objetivos del programa "Salud para Todos" pone de relieve la
atención que hoy se otorga a los factores comportamentales y sociales en el concepto de
salud/enfermedad.
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Es importante señalar, tal como ha hecho Gil (2007), que los factores psicosociales no
sólo son relevantes en el concepto mismo de salud y su vivencia, sino en la tarea misma
del cuidado de Salud. La práctica médica y el sistema sanitario están altamente influidos
por los factores psicosociales. La respuesta del profesional sanitario ante la queja
expresada por el paciente puede ser muy variada, en función del entorno, tanto en el que
representa el sistema en el que se produce la interacción, como el entorno en el que
adquirió su entrenamiento profesional y que modeló su manera de hacer y las actitudes
con las que se enfrenta a los problemas de Salud que trata (Gil, 2007: 258-265).

1.2. La Psicología de la Salud


La aceptación del concepto integral de salud, con la inclusión de tres marcos de
referencia, el biológico, el psicológico y el social, lleva consigo la exigencia de la
aplicación integrada de los conocimientos derivados de cada una de las partes
componentes del modelo, para resolver problemas de salud, para mantenerla o para
promocionarla. Por tanto es necesaria la apelación a las ciencias del comportamiento.
Así, la relevancia de las variables comportamentales y psicosociales en importantes
problemas de salud cada día más evidente y la aparición de un nuevo concepto de salud
en el que se integran tales variables para dar cuenta de sus mutuas interacciones,
establecieron el escenario para que los psicólogos estudiaran estas cuestiones y les
proporcionaron también un papel en el desarrollo de las técnicas para la prevención de la
enfermedad y la pro- moción de la salud (Krantz, Grunberg y Baum, 1985). Esta idea de
salud integral se ha visto reflejada en un número creciente de conexiones entre la
medicina y las ciencias del comportamiento.
De hecho, uno de los primeros acercamientos al tema de la salud-enfermedad desde esa
perspectiva lo constituyó la "Medicina Comportamental". Su conceptualización definitiva
nació en la Conferencia de Yale sobre Medicina Comportamental, en 1977, y en la
reunión del Grupo de Investigación en Medicina Comportamental (Academia Nacional
de la Ciencia de EE UU), en abril de 1978, donde se definió como
el campo interdisciplinar referido al desarrollo e integración de los conocimientos y
técnicas de las ciencias biomédicas y de la conducta relevantes para la salud y la
enfermedad, y a la aplicación de esos conocimientos y técnicas a la prevención,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación (Schwartz y Weiss, 1978: 250).
El término de "medicina comportamental" se entendía, pues, como un amplio campo
interdisciplinar de investigación, educación y práctica, referido a la salud/enfermedad
físicas, que amalgama elementos provenientes de las ciencias del comportamiento, tales
como la psicología y la sociología médica, o la antropología, y de la educación sanitaria,
pero también de la epidemiología, fisiología, farmacología, nutrición, neuroanatomía,
endocrinología, inmunología, odontología, medicina interna, enfermería, trabajo social y
salud pública,
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entre otras, para colaborar en el cuidado de la salud y en el tratamiento y prevención de


la enfermedad (Taylor, 1986).

En ese marco, la Psicología de la Salud apareció como un área más específica que subrayó
el papel primario de la psicología como ciencia y como profesión en el campo de la
medicina comportamental, y que se definió como

el conjunto de contribuciones científicas, educativas y profesionales que las diferentes


disciplinas psicológicas hacen a la promoción y mantenimiento de la salud, a la
prevención y tratamiento de la enfermedad, a la identificación de los correlatos
etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas, a la
mejora del sistema sanitario y a la formación de una política sanitaria (Matarazzo, 1980:
815).

Aunque, como puede verse, ambas definiciones, la de Psicología de la Salud y la de


Medicina Comportamental, contienen un conjunto de términos comunes (prevención,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación), lo que caracteriza a la Psicología de la Salud
es su atención preferente hacia la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud
a través del cambio de conducta en direcciones de mejora de la salud. Además, mientras
que la "medicina comportamental" es considerada como un campo interdisciplinar que
reúne los conocimientos comportamentales y biomédicos relevantes para la salud y la
enfermedad (Schwartz y Weiss, 1978; Miller 1983), la "Psicología de la Salud" se refiere
al papel de la psicología en este dominio (Krantz, Grunberg y Baum, 1985; Rodríguez-
Marín, 1988; Strauss, 2002).

Por su parte, Stone (1979) considera la Psicología de la Salud como cualquier aplicación
científica o profesional de conceptos o métodos psicológicos, a todos los problemas
propios del campo de la salud, no sólo en relación al sistema de cuidado de salud, sino
también al sistema de salud pública, educación para la salud, planificación de salud,
financiación, legislación, etc. (Stone, 1979, 1988). De igual modo, para Johnston (1990),
la Psicología de la Salud es la aplicación de la Psicología al estudio de los procesos
comportamentales implicados en la salud, enfermedad y cuidado de salud. Taylor (1995)
considera la Psicología de la Salud como el campo de la psicología dedicado al
conocimiento de las influencias psicológicas sobre cómo la gente permanece sana, por
qué enferma y cómo responde durante su enfermedad. Así mismo, Holtzman (1988), en
el documento Psychology and Health elaborado en 1986 para la OMS, afirma que la
Psicología de la Salud "se nutre de los conocimientos, métodos de investigación y técnicas
de evaluación e intervención de la Psicología científica y, potenciando y apoyándose en
los recursos comunitarios, los aplica a la prevención y al tratamiento de la enfermedad,
así como a la promoción y al mantenimiento de la salud".

Así pues, los psicólogos de la salud contribuyen con su trabajo al campo de la medicina
comportamental, como lo pueden hacer médicos, personal de enfermería, trabajadores
sociales, y miembros de todas aquellas otras disciplinas que han elegido practicar,
enseñar, investigar o desarrollar políticas relativas a la integración de las ciencias
biomédicas y comportamentales relevantes para la salud y la enfermedad (Belar Wilson
y Hughes, 1987).

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Por otro lado, y respecto a otros campos aplicados de la Psicología que tienen que ver con
la salud, es su especial referencia al campo de la salud física lo que proporciona otra de
las características diferenciales a la Psicología de la Salud.

En suma, la Psicología de la Salud define un campo de aplicación de la Psicología al


marco de la salud, se nutre de una amplia gama de teorías y métodos de muchas
disciplinas psicológicas básicas y delimita un área de práctica profesional. Lo que hace a
los psicólogos de la salud diferentes de otros psicólogos es su compromiso primordial con
los problemas del campo de la salud y su conocimiento de las personas, contextos y
problemas del sistema sanitario (Stone, Cohen y Adler, 1979; Adler, Cohen y Stoner,
1979). Cualquier actividad de la psicología relativa a cualquier aspecto de la salud y la
enfermedad física, el sistema sanitario o la formación de políticas sanitarias se considera
dentro del campo de la psicología de la salud, y todas las actividades de las diversas
disciplinas básicas psicológicas, tales como psicología básica, psicología evolutiva,
psicología del aprendizaje, psicobiología, psicología cognitiva, psicología social,
psicología de la personalidad, etc., deben ser tomadas en cuenta cuando se trabaja en el
campo de la Psicología de la Salud. La Psicología de la salud debe ser capaz de integrar
datos de las diferentes disciplinas psicológicas cuando se plantea todas estas cuestiones
(Rodríguez-Marín, 1991).

Concebida y denominada como tal, la Psicología de la Salud surgió en la década de los


setenta y experimentó un rápido crecimiento en la medida en que los diferentes programas
de investigación básica fueron demostrando la conexión entre procesos psicosociales,
comportamentales y cambios fisiológicos, y fue aumentando nuestra comprensión de
tales procesos y de los procesos psicofisiológicos. Como resultado de esos esfuerzos
científicos, se ha podido establecer una base sólida que permite evaluar e intentar cambiar
procesos psicosociales y comportamentales centrados en la salud (Johnston, 1990).

Desde su aparición en Estados Unidos, en los últimos años de la década de los setenta, la
Psicología de la Salud rápidamente se constituyó como un área de la psicología aplicada,
estableciendo su propia división (la División 38) dentro de la APA (American
Psycological Association) en 1980, su propia revista, Health Psychology, cuyo primer
número apareció en el invierno de 1982, y un conjunto de directrices para la formación
de especialistas (Stone, 1983). En Europa, se fueron constituyendo secciones de
Psicología de la Salud en casi todas las Sociedades de Psicología, científicas o
profesionales, como la Sociedad Británica de Psicología, la Sociedad Holandesa de
Psicología, la Sociedad Danesa de Psicología, etc.; o grupos de trabajo, como en la
European Federation of Professional Psychologist Association (EFPPA), y en nuestro
Colegio Oficial de Psicólogos (vocalía de Psicología de la Salud); o fueron apareciendo
sociedades científicas en ese campo, como es el caso de la Sociedad Española de
Psicología de la Salud, Sociedad Valenciana de Psicología de la Salud o la Sociedad para
el Estudio de la Psicología Clínica y de la Salud, en España (Rodríguez-Marín, 1991;
2002).

Además, este campo de trabajo ha reunido a investigadores y practicantes de una amplia


variedad de especialidades psicológicas, cuya característica distintiva es su consideración
del sistema sanitario como "entorno de trabajo", en términos de Newell y Simon (1963).
La Psicología de la Salud no sólo dirige su atención al individuo cuya salud está en
cuestión,

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sino al "conjunto complejo de instituciones y fuerzas dentro de las cuales se persigue la


salud" (Stone, 1983: 2).

La definición de Matarazzo (aceptada por las asociaciones de Psicología de la Salud


norteamericana y europeas) implica una serie de elementos que resumen el concepto
actual de Psicología de la Salud, y que la mayoría de los autores suelen recoger en sus
diferentes conceptualizaciones (Johnston, 1990):

1. La Psicología de la Salud es una rama de la Psicología, mientras que la Medicina


Comportamental es el campo interdisciplinar donde los psicólogos de la salud juegan un
papel determinado junto con otros profesionales (León, Fernández, Martínez y Barriga,
1987; Stone, 1979, 1990, 1991; Rodríguez-Marín, 1988, 1991). 2. La Psicología de la
Salud es un campo de aplicación de la Psicología. Todas las disciplinas psicológicas
pueden aplicarse en el campo de la salud y ninguna de ellas puede, ni debe, erigirse como
única y fundamental en cuanto a su intervención en los temas de salud. Todas pueden
ofrecer conocimientos teóricos y apoyo metodológico para encontrar soluciones a
problemas específicos de salud (Stone, 1979). En el campo de actuación conformado por
la Psicología de la Salud se integran conceptualizaciones y datos provenientes de las
diversas disciplinas psicológicas: psicobiología, aprendizaje, personalidad, cognitiva,
social, etc. (Fernández Ballesteros y Carrobles, 1988; Rodríguez-Marín, 1988, 1991).

3. La Psicología de la Salud estudia la conducta de las personas tanto sanas como


enfermas. Esto implica una aproximación "positiva" a la salud, y claramente incluye su
promoción así como la prevención de la enfermedad y su tratamiento (Rodríguez-Marín,
1991). El concepto de salud integral, dentro del marco biopsicosocial, ofrece la estructura
teórica básica de la Psicología de la Salud al asumir que los factores que considera están
presentes en todas las fases de la salud, del cuidado de salud y de la enfermedad.

4. La Psicología de la Salud estudia también las conductas de todas aquellas personas y


organizaciones implicadas en el cuidado de la salud o que pueden influir en la misma
(médicos, enfermos, políticos, etc.). Así, la Psicología de la Salud no sólo se centra en las
cuestiones de salud del individuo, sino también en el "complejo conjunto de instituciones
y fuerzas dentro de las cuales se persigue la salud" (Stone, 1983). la
5. La Psicología de la Salud se centra en la salud/enfermedad física más que mental.

que en

Finalmente, para acabar de perfilar el concepto de Psicología de la Salud, es interesante


cotejarla con otras aplicaciones de la Psicología en el campo de la salud, que han sido de
aparición previa y que persisten en paralelo.

En primer lugar, la Psicología Clínica ha tratado y trata con la salud, aunque al ocuparse
de lo psicopatológico lo hace dentro de un marco más restringido como es el de la
enfermedad mental, centrándose en el diagnóstico, en la curación y en la intervención
individual (Pérez, 1991; Rodríguez-Marín, 1991; Santacreu, 1991). Sin embargo, una
parte de la Psicología

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Clínica se ha orientado hacia el trabajo con los problemas cognitivos y emocionales de


las personas físicamente enfermas contribuyendo a la Psicología de la Salud sobre todo
con aportaciones técnicas y centrándose en la utilización del método clínico en el
tratamiento de los problemas de salud.

En segundo lugar, la preocupación por el papel que juegan los factores psicológicos en
etiología de la enfermedad física es antigua (Kaplan, 1985) y constituye el objeto de la
Medicina Psicosomática. El término fue acuñado en 1918 para referirse al papel de los
conflictos internos como causa de enfermedad física (Wittkower, 1974). "Esta nueva
rama de la medicina se desarrolló como una reacción contra la medicina biológica y
supuso un esfuerzo científico para estudiar algunas ideas que tenían su origen en la
prehistoria, en el folklore y en la observación empírica." Con dos características en su
primer momento: las enfermedades psicosomáticas se percibían de forma diferente a las
enfermedades restantes y las explicaciones psicosomáticas estaban muy mediatizadas por
el psicoanálisis freudiano. Durante los años veinte, en Alemania, se realizaron muchos
trabajos aplicando las teorías psicoanalíticas a la comprensión de ciertas enfermedades
físicas, a las que se denominaba "enfermedades psicosomáticas". Se entendía que la
enfermedad sin causa orgánica conocida era el resultado de los conflictos internos no
resueltos del sujeto. Esta perspectiva se expandió después por Europa y Estados Unidos.
El incremento del rigor metodológico mostró que las relaciones eran más amplias y de
tinte menos simbólico (Stone, 1991). Actualmente, aunque el término persiste, su
significado ha evolucionado. La Medicina Psicosomática sigue centrando su interés en
aquellas enfermedades sin causa física conocida, pero asume que las causas psicológicas
no son conflictos inconscientes, sino factores valorables como estrés, características de
personalidad, falta de habilidades comportamentales, etc., que pueden ejercer una
influencia nociva en determinados sistemas orgánicos. Así pues, la Medicina
Psicosomática actual puede quedar incluida perfectamente en la Psicología de la Salud
como marco más amplio de aplicación.

En tercer lugar, otro concepto relacionado con la Psicología de la Salud es el de Psicología


Médica, que presenta usos diferentes. En Gran Bretaña ha sido sinónimo de Psiquiatría.
Sin embargo, en gran parte de Europa y Latinoamérica, se ha referido a los aspectos
psicológicos de las interacciones curativas que se establecen entre los médicos y sus
enfermos. Por otro lado, la mayor parte de lo publicado en las últimas décadas se refiere
a aspectos de la enseñanza de la Psicología a estudiantes de medicina y a profesionales
de la salud, subrayando la perspectiva humanista y holista de los problemas de las
personas enfermas (Lobo, 1986). Estos aspectos de la aplicación al ámbito de la salud han
sido asumidos actualmente por la Psicología de la Salud.

En suma, la Psicología de la Salud constituye un área de aplicación de la psicología al


marco de la salud, que estudia los factores emocionales, cognitivos y comportamentales
asociados a la salud y enfermedad físicas de los individuos, integrando las aportaciones
de las diferentes disciplinas psicológicas, y colabora en el diseño y aplicación de
programas de intervención individuales, grupales y comunitarios, para la promoción de
la salud, la prevención, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad y para conseguir
una buena calidad de vida del enfermo.

25

La Psicología de la Salud es la aplicación de la Psicología al cuidado de la Salud, funda-


mentalmente procurando que las personas se mantengan sanas, en lugar de esperar a
tratarlas una vez que hayan caído enfermas. La Psicología contribuye a ello, por ejemplo,
mediante técnicas para modificar comportamientos insalubres implicados en la génesis
de enfermedades crónicas, técnicas de reducción del estrés o del dolor, incrementando el
cumplimiento de las recomendaciones terapéuticas, educando a los pacientes a "vivir con
su enfermedad" (Brannon y Feist, 2000; Marks et al., 1998).

1.3. La Psicología Social de la Salud


Si la Psicología de la Salud es la aplicación de la Psicología científica a los problemas de
la salud, la Psicología Social de la Salud es la aplicación específica de los conocimientos
y técnicas de la Psicología Social a la comprensión de tales problemas, y al diseño y
puesta en práctica de programas de intervención en ese marco. La esencia de la aportación
psicosocial es el análisis de todas las posibles interacciones implicadas en el proceso de
enfermedad (Morales, 1985).

Efectivamente, la Psicología Social estudia la conducta humana en interacción con el


medio ambiente social (bien el formado por otras personas, bien el medio físico, el
cultural, etc.). Así, al aplicar la Psicología Social al campo de la salud, nos interesará el
estudio de la conducta de salud/enfermedad en interacción con otras personas o,
igualmente, con productos de la conducta humana, técnicas diagnósticas y de
intervención que tengan un impacto estresante, organizaciones de cuidado de salud etc.
Todas las actividades implicadas en el concepto de Psicología de la Salud (promoción de
salud, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad, además de
la mejora del sistema de cuidado de salud y de la formación de políticas de salud) son
resultado de las interacciones entre los profesionales y los usuarios del sistema de salud,
y se desarrollan en dicha interacción. La conducta relacionada con la salud y la
enfermedad se aprende o se realiza en un contexto social, por lo que "un abordaje
psicológico puramente individual probablemente sólo ofrecería una perspectiva muy
limitada de las relaciones entre conducta y enfermedad" (Rodríguez-Marín, Martínez y
Valcárcel, 1990).

Por otro lado, como ya se ha señalado, el contexto sociocultural determina las actitudes y
comportamientos del individuo en relación a la salud y a la enfermedad, al dar contenido
a los propios conceptos de salud y de enfermedad. Es el contexto sociocultural el que
diseña el papel social de enfermo y el que, incluso, determina muchas veces la aparición
de "problemas" nuevos como la hiperactividad, la creciente medicalización del embarazo
y parto, y epidemias "funcionales", como la de dolor crónico ocurrida en Australia en la
década de los ochenta, etc. Así mismo, es el contexto social el que asigna un contenido
"estigmatizante" a determinadas enfermedades, como pudieron ser en su momento la
lepra, el cáncer ahora lo es el sida; y el que puede establecer la "bondad" de determinadas
causas para otras tantas enfermedades. Así, parece que, actualmente, en medios urbanos,
el estrés, "los nervios", la tensión, etc., son los causantes de muchos problemas de salud
y, además “no está mal visto".

26

Por el contrario, en algunos medios rurales no es improbable, incluso hoy, que aparezcan
explicaciones como "castigo de Dios" ante una determinada enfermedad.

Así pues, la influencia del contexto social, y más concretamente de los grupos sociales,
se puede determinar, entre otras, en las siguientes áreas (Huici, 1985):

1. Las teorías, definiciones o interpretaciones de la enfermedad (que pueden influir en la


mejor o peor utilización de los servicios retrasando el acudir a ellos o potenciando su uso
indiscriminado, afectando al cumplimiento de las prescripciones, al uso de medicinas
alternativas o de procedimientos populares, a la automedicación, peor actitud hacia los
servicios de salud, etc.). Así, por ejemplo, la familia como "unidad básica de
comportamientos de enfermedad y salud", interviene en la interpretación de los síntomas
del enfermo, en el consejo y prescripción de determinados tratamientos, apoya o no la
automedicación así como la decisión de buscar ayuda profesional y el cumplimiento de
un tratamiento, influye en el seguimiento de prácticas preventivas y, la mayoría de las
veces, es parte fundamental del propio tratamiento. 2. La expresión de síntomas (por
ejemplo, las manifestaciones de dolor están claramente influidas por las pautas de
conducta aprobadas por el grupo social, en el sentido de permitir o no la expresión de las
mismas e influyendo en la tolerancia o resistencia al dolor y otros síntomas).

3. Las conductas orientadas a la salud.

4. Las relaciones entre profesional de la salud y enfermo, determinadas por las demandas
de rol de cada uno de los participantes, establecidas por el grupo profesional, cultural,
religioso, etc., y en las que los intereses y formas de evaluar de cada una de las partes
pueden ser diferentes.

5. Los hábitos saludables, que son desarrollados y mantenidos por las influencias sociales
y culturales que derivan de la familia y de la sociedad. En este sentido, actualmente se ha
producido un importante cambio de actitudes sociales respecto a la conveniencia de una
dieta sana, del ejercicio regular, abandono del tabaco, conductas de seguridad vial, etc.
(Rodríguez-Marín, 1991).

En suma, la conducta del hombre sano y la conducta del hombre enfermo no pueden
comprenderse si se las separa de su contexto social. El hombre vive formando parte de
grupos y define su realidad personal por referencia a condicionantes de tipo social. Aún
más, los servicios sanitarios (promotores, preventivos, curativos y rehabilitadores) se
integran en organizaciones que se ajustan a determinados procesos sociales. El
conocimiento de todos estos aspectos nos permite una mejor comprensión de los mismos
y nos proporciona herramientas para facilitar la interacción del usuario con la
organización sanitaria (Barriga, León, Martínez y Rodríguez-Marín, 1990).

Sin embargo, en muchos casos es difícil, o no resulta pertinente, separar la aportación de


la Psicología Social de la de otras disciplinas en el análisis de los comportamientos de
salud/enfermedad, o de los diferentes problemas de salud. En muchas ocasiones, los
resultados obtenidos a través de una línea de investigación, aportan datos válidos para
cada uno

27

de los objetivos de la Psicología de la Salud, aunando las perspectivas de las diferentes


disciplinas. Por ejemplo, la investigación desarrollada en torno a las relaciones entre
estrés y enfermedad física ha generado diferentes resultados interesantes para: motivar y
fundamentar el desarrollo de estrategias de prevención y de promoción, teniendo en
cuenta los factores psicológicos y sus consecuencias; comprender mejor los antecedentes
psicológicos de múltiples patologías; generar más investigación y técnicas de
intervención como tratamientos coadyuvantes y "preventivos" en la evolución de las
enfermedades agudas y crónicas, etc. (Innes, 1981). En el mismo sentido, los hallazgos
obtenidos desde el modelo de creencias de salud aportan conocimientos para comprender
tanto conductas de enfermedad como también conductas de salud, y para comprender
tanto los factores relevantes en el cambio conductual como en la adaptación a la
enfermedad crónica, etc.

Por otro lado, dado que la Psicología de la Salud integra las aportaciones de las diferentes
áreas de la Psicología, en muchos casos podría ser artificial aislar contribuciones
concretas. Por ejemplo, la Psicología de la Salud ha dedicado una parte de su esfuerzo a
investigar distintas variables que intervienen en la intención, inicio y mantenimiento de
conductas saludables, o en el abandono de hábitos perjudiciales. Gran parte de los
resultados se han conseguido desde la investigación en Psicología Social aplicada a ese
problema. Sin embargo, no es la única disciplina que ha efectuado su aportación. Los
cambios de conducta son producto de muchos factores que tienen que ver con el
aprendizaje, con las variables biológicas de la persona, con la motivación, etc.
Naturalmente, el hecho de que el cambio de conducta no se produzca en el "vacío social"
(Tajfel, 1984), y que éste sea el marco general en el que considerar las diferentes
aportaciones, es en sí mismo un factor que contribuye a la dificultad de separar todos esos
factores de los factores situacionales y ambientales. El cambio de conducta no es sólo una
destreza personal, sino el resultado de la interacción entre la persona (con su estructura
biológica y psicológica) y su entorno social (Spacapan, 1987b; Maes, 1991).

En cualquier caso, las aportaciones producidas en el seno de la Psicología de la Salud


desde la Psicología Social han servido y sirven para avanzar en objetivos de promoción
y mantenimiento de la salud, prevención y atención a la enfermedad, mejora del sistema
sanitario y participación en las políticas sanitarias.
1.4. Campos de estudio de la Psicología Social de la Salud
Como ya hemos indicado, la aportación de la Psicología Social a la Psicología de la Salud
se produce, por así decir, en todas las líneas, sin embargo, y como es natural, cabe resaltar
algunos campos en los que esa aportación es particularmente interesante (Rodríguez-
Marín, 1998).

1.4.1. La Promoción de la salud y la Prevención de la enfermedad

El comportamiento preventivo es el que tiene como objetivo la disminución de la


incidencia de enfermedades (prevención primaria), intenta disminuir la prevalencia,
acortando el

28

período de duración de las mismas (prevención secundaria) o intenta disminuir las


secuelas y complicaciones de la enfermedad (prevención terciaria) (Costa y López, 1986).
Mientras que la prevención es un concepto relacionado con la enfermedad, la promoción
es un concepto relacionado con la salud y más amplio que el de prevención, ya que
implica no sólo la protección y el mantenimiento de la salud, sino también la promoción
del óptimo estado vital físico, mental y social de la persona y de la comunidad (Maes,
1991; Salleras, 1985). La promoción de la salud supone, pues, la instauración y
mantenimiento de comportamientos no sólo saludables, sino potenciadores de las
capacidades funcionales, físicas, psicológicas y sociales de la persona. La promoción de
salud se lleva a cabo básicamente mediante la educación sanitaria, que representa "una
acción ejercida sobre los individuos para llevarles a modificar sus comportamientos, a fin
de que adquieran y conserven hábitos de salud sanos, aprendan a usar juiciosamente los
servicios de salud que tienen a su disposición y estén capacitados para tomar, individual
o colectivamente, las decisiones que implican la mejora de su estado de salud y el
saneamiento del medio en que viven (OMS, 1969).

Naturalmente, la promoción de la salud no coincide exactamente con la educación


sanitaria. La consecución de los objetivos mencionados puede llevarse a cabo por
procedimientos que tienen que ver más con el "márketing social", que con la educación.
La creciente integración de las estrategias del márketing y las de la modificación de
conducta constituyen una gran promesa de reducción de problemas de salud originados
por estilos de vida insalubres. La aplicación de una tecnología conjunta procedente del
márketing y de la modificación de conducta a los comportamientos relacionados con la
salud abre un campo de estudio y aplicación de dimensiones insospechadas.

En cualquier caso, los programas de promoción y prevención sanitarias se pueden realizar


con enfoques individuales, grupales o comunitarios (Spacapan y Oskamp, 1987), e
incluyen desde campañas en los medios de comunicación hasta intervenciones directas,
personales. Además, se emplean intervenciones unidimensionales y multidimensionales,
dependiendo de si pretendemos producir cambios en una o varias conductas de riesgo o
de salud simultáneamente.

En este campo, la Psicología de la Salud, y particularmente la Psicología Social de la


Salud, ha estudiado, en primer lugar, factores por los que los individuos se mantienen
saludables, o que favorecen las conductas sanas, y los factores por los que se adoptan
conductas y hábitos de riesgo o perjudiciales. En segundo lugar, se ha ocupado de los
aspectos psicosociales que hay que tomar en cuenta en los distintos programas de
promoción (incremento de hábitos saludables) y prevención (reducción de conductas de
riesgo), y de los factores que determinan la participación en el desarrollo de dichos
programas.

Así, por ejemplo, la Psicología Social aporta el estudio de los factores psicosociales que
intervienen en la etiología de problemas de salud: estudia cómo el sistema sociocultural
afecta a la salud y enfermedad a través de los estilos de vida imperantes, y sobre todo de
las actitudes de la población (Barriga et al., 1990; León et al., 1987; Rodríguez-Marín,
1991); o el modo en que la desigual distribución de recursos sanitarios genera problemas
de salud por la simple desigualdad de acceso a los medios del sistema de cuidado de salud
(Blanco y León, 1990).

29

La Psicología Social participa igualmente en el diseño, planificación y evaluación de


programas dirigidos a reducir o eliminar los factores ambientales que tengan efectos
negativos sobre la salud, así como en el diseño de estrategias psicosociales para el
aumento de la calidad de vida de los ciudadanos (León et al., 1987; Barriga et al., 1990).
Además, aporta conocimientos útiles provenientes de la aplicación de la teoría de la
comunicación persuasiva, los principios del aprendizaje social, teorías sobre la formación
y cambio de actitudes y teorías de la atribución, en el diseño de campañas para la
prevención de la enfermedad y para la promoción de hábitos y estilos de vida saludables
(León et al., 1987).

1.4.2. Proceso de enfermedad

La Psicología de la Salud se ocupa de determinar los factores psicosociales asociados al


padecimiento de una enfermedad en cada una de sus fases (etiología, diagnóstico,
tratamiento y rehabilitación, si es preciso), y de aplicar tratamientos coadyuvantes o
sustitutivos de los tratamientos médicos, mejorando así las condiciones de curación,
rehabilitación y adaptación a la enfermedad. La Psicología Social contribuye también en
este campo estudiando la percepción de los síntomas por parte de los pacientes; la
construcción social de la enfermedad y de la salud en nuestra cultura; los efectos de las
actitudes de los profesionales de la salud sobre el diagnóstico, tratamiento y proceso
rehabilitador, así como de las actitudes de los enfermos y sus familias acerca de estos
mismos procesos. Así mismo, se ocupa de determinar los factores psicosociales que
promueven, mantienen o agravan el proceso de enfermedad, partiendo de la teoría del rol,
las investigaciones sobre comunicación, las teorías de la reactancia e indefensión, el
estudio de los procesos de aprendizaje social, las teorías de la atribución y de la disonancia
cognitiva, y la investigación sobre estrés, afrontamiento y apoyo social.

Sobre esas mismas bases, la Psicología Social participa en el desarrollo de procedimientos


terapéuticos para intervenir en el impacto psicosocial de la hospitalización, mejorar la
adaptación psicosocial a la enfermedad y sus estrategias de afrontamiento, mejorar el
ajuste y la adaptación del enfermo crónico en el medio socioprofesional, diseñar
intervenciones psicosociales en la preparación de enfermos quirúrgicos y mejorar el
entorno social de los enfermos en situación terminal (Rodríguez-Marín, 1986; Barriga et
al., 1990).

Uno de los principales ejemplos de la aplicación de los tópicos tradicionales de la


Psicología Social de a la salud es el estudio de los efectos negativos del hospital como
marco tratamiento (Rodríguez-Marín, 1986). En el marco de la atención hospitalaria, la
perspectiva psicosocial juega un papel claramente relevante. El ingreso en una estructura
organizativa como el hospital genera en el paciente un conjunto de problemas con los que
tendrá que aprender a manejarse. Uno de los más importantes es el impacto estresante del
ingreso hospitalario, que se añade al de la propia enfermedad. Al ser hospitalizado, el
enfermo es sometido a cambios culturales no deseados ni comprendidos, en el seno de un
ordenamiento institucional nuevo, que además percibe como hostil. Debe asumir normas,
valores, creencias y símbolos que pueden ser incongruentes con lo que ha aprendido
anteriormente. El

30

paciente hospitalizado tiene que llevar a la práctica el papel de enfermo, y aprender y


representar el papel, todavía más específico, de "enfermo hospitalizado". Por otro lado,
las interacciones entre el personal hospitalario y el enfermo pueden constituir una fuente
de estrés, tanto por cantidad como por calidad. Por último, la hospitalización también
introduce factores estresantes, desde fenómenos de disonancia cognitiva, hasta otros de
conductas de reactancia o de desamparo que el paciente desarrolla en tal situación
(Rodríguez-Marín, 1986). Se ha estudiado la relevancia de diferentes factores
(predictibilidad de los acontecimientos, sentimientos de pérdida de control, realismo de
las expectativas previas, etc.) para disminuir el impacto negativo de estresores en marcos
institucionales (Rodríguez-Marín, 1986). La acción del psicólogo social en el marco
hospitalario vendría enmarcada en lo que se ha denominado el "programa de
humanización de la asistencia hospitalaria" cuyos objetivos son claramente psicosociales
(Rodríguez-Marín, 1986; Rodríguez-Marín, López-Roig y Pastor, 1992).

En la intervención comunitaria, la Psicología Social juega un papel relevante en el diseño


y aplicación de programas dirigidos, por ejemplo, a aumentar las donaciones de órganos,
o a estimular la participación en campañas de detección precoz del cáncer. Además, la
utilización de recursos de la comunidad se ve facilitada por el estudio del funcionamiento
de los grupos y otros recursos de apoyo social ante enfermedades y discapacidades
crónicas. En este sentido, contribuye a la dinamización de equipos de autoayuda y equipos
de apoyo, se preocupa del uso de las redes de apoyo social como estrategia de generación
de bienestar psicológico y social, y se preocupa igualmente del uso de criterios de calidad
de vida en el tratamiento de enfermos crónicos.

Finalmente, sobre la base de la teoría del rol, de la teoría de la influencia social y del
estudio de los procesos de comunicación, la Psicología Social permite el estudio de la
relación entre el profesional de la salud y el enfermo, a lo largo del proceso de
enfermedad. De este estudio se puede derivar el establecimiento de objetivos dirigidos a
la mejora de la calidad asistencial, el cumplimiento de prescripciones y la realización de
conductas de autocuidado adecuadas.
1.4.3. Conducta de enfermedad y de salud

En nuestros comportamientos los hay que contribuyen a que enfermemos, a los que se
denomina "conductas patógenas" o "insalubres" y otros que contribuyen a mantener o
promocionar nuestra salud o a prevenir que enfermemos, a los que denominamos
"conductas inmunógenas" o "conductas saludables".

Podemos distinguir además los comportamientos que las personas ejecutan cuando
experimentan síntomas de enfermedad, a los que denominamos "conductas de
enfermedad" (como, por ejemplo, buscar ayuda médica). Taylor (1990) distinguió entre
conducta de enfermedad y enfermedad. La primera se refiere a las etapas que etapas que
las personas pasan cuando creen que están experimentando síntomas de enfermedad
(como ir al médico, tomar la baja laboral, etc.), mientras que la enfermedad en sí misma
implica una patología documentada.

31

Cuadro 1.1. Conductas inmunógenas (Matarazzo, 1980)

1. Dormir siete u ocho horas cada noche.

2. Desayunar todos los días.

3. Hacer tres comidas al día sin picar entre comidas.

4. Mantener el peso corporal dentro de los límites normales.

5. Practicar metódica y sistemáticamente ejercicio físico activo.

6. No beber alcohol o hacerlo moderadamente.

7. No fumar.

8. Buscar la atención sanitaria.

9. Adherirse a los regímenes y tratamientos médicos.

10. Comportamientos de seguridad y de mejora del medio ambiente.

Esta distinción es importante porque las conductas de enfermedad no necesariamente


implican patología subyacente, y las trayectorias psicológica y biológica responsables
para los dos tipos de resultados son, con frecuencia, totalmente diferentes (Cohen, 1988).

Se consideran conductas de enfermedad todas aquellas acciones que afectan al significado


social y personal de los síntomas, de la enfermedad, de las discapacidades y sus
consecuencias (Mechanic, 1977), y todas aquellas acciones que la persona lleva a cabo
para resolver su problema de salud o aliviar sus síntomas. Se incluyen aquí, por tanto,
acciones tales como el reconocimiento de síntomas, la búsqueda de ayuda, el uso de
servicios médicos, el cumplimiento de prescripciones terapéuticas, la actividad
rehabilitadora, la asunción de determinadas conductas de "rol" en determinadas
situaciones, las respuestas de afrontamiento ante la enfermedad, etc. Este conjunto de
respuestas expresa cómo se adapta una persona a la experiencia de un problema de salud
y a la de asumir y representar el papel de "persona enferma" (DiMatteo y Hays, 1981;
Wortman, 1984). Así, la forma en que una persona responde a la amenaza de la
enfermedad aguda, o a las demandas de una enfermedad crónica, puede ser un
determinante importante de su curso y del cuidado médico que se recibe.

La representación del rol de enfermo incluye comportamientos de cumplimiento de las


prescripciones terapéuticas y de afrontamiento de la enfermedad, que se relacionan, a su
vez, con los mecanismos y problemas de adaptación a la misma (Stone, 1979; Rodríguez-
Marín, 1991).

1.4.4. Relaciones entre el profesional de salud y el enfermo

El tema de la comunicación entre paciente y profesional sanitario es uno de los campos


de trabajo relevantes en la Psicología de la Salud y en el que la aportación de la psicología
social es central. El análisis de la estructura y dinámica del proceso de comunicación, y
de los factores que lo facilitan u obstaculizan, es una cuestión que debe considerarse
fundamentalmente desde la Psicología Social, en el marco específico de la interacción
profesional sanitario-enfermo (Morales, 1985).

32

Toda relación terapéutica implica un proceso de influencia interpersonal. Desde este


punto de partida, la investigación psicosocial sobre la conformidad y la obediencia a la
autoridad (Milgram, 1974; Stone, 1979) y los modelos de las bases de poder social
(Raven, 1988) han ayudado también a la comprensión del incumplimiento de las
prescripciones y regímenes terapéuticos por parte de los enfermos (Harrison, Caplan,
French y Wellons, 1982).

La investigación en el campo del cumplimiento de prescripciones reveló, en su día, una


alta tasa de incumplimiento (15-93%) (DiMatteo, 1979). Los intentos de aclarar las causas
de este fenómeno (con el objetivo de evitar las consecuencias potencialmente
perjudiciales) no se ven facilitados en principio por el etiquetaje del problema:
“incumplimiento”. Este término refleja que el problema está en un fallo por parte del
paciente. La Psicología Social, sin embargo, ha subrayado la importancia y la complejidad
de las relaciones entre el médico y su enfermo, demostrando que el "cumplimiento" se
incrementa drásticamente cuando aumenta la satisfacción del paciente con un trato
amigable y cálido con su médico, con consultas o sesiones informativas, y cuando se le
da feedback (Stone, 1979; Spacapan, 1987a).

Por otro lado, y desde la teoría de la comunicación, la Psicología Social ha colaborado en


el diseño y puesta en práctica de programas para la mejora de la relación profesional-
enfermo, en términos de aumento de satisfacción y eficacia. Por ejemplo, se sabe que
cuanto más específico sea el mensaje, cuanto mejor se concreten las instrucciones
respecto a cómo, cuándo y dónde actuar, mayor es la probabilidad de que resulte eficaz,
y de que se mantenga a largo plazo (Leventhal, 1970; Taylor, 1986). En el ámbito del
cambio del comportamiento, se ha demostrado que saber cómo cambiar parece ser incluso
más importante que saber qué cambiar, fundamentalmente porque los planes específicos
de acción también estimulan sentimientos de competencia y autoeficacia (Leventhal y
Hirschman, 1982; Maes, 1991).

1.4.5. Mejora del sistema de cuidado de salud y política sanitaria

Uno de los campos de actuación más recientes de la Psicología Social de la Salud es su


participación en la mejora de la eficacia y eficiencia del sistema sanitario. Los objetivos
referidos a obtener una mayor calidad de vida se concretan aquí en conseguir la mejora
de la calidad de la asistencia sanitaria. Para mejorar la calidad asistencial, la Psicología
Social aporta su arsenal metodológico y conceptual para el análisis y modificación de las
actitudes de la población y de los profesionales sanitarios, respecto a los servicios de
salud. En segundo lugar, ofrece el estudio de cómo los mecanismos de influencia social,
junto con el sistema sociocultural, inciden en los estilos de vida y en el uso de los servicios
sanitarios. Estos análisis pueden permitir diseños de programas encaminados a generar
actitudes favorables hacia el uso racional de los servicios sanitarios (Barriga et al., 1990;
Mira, Buil, Vitaller, Herrero, y Rodríguez-Marín, 1997; Mira, Lorenzo, Pérez-Jover y
Rodríguez-Marín, 2006).

La calidad asistencial hace referencia también, a la mejora de las relaciones


interpersonales de los usuarios con los profesionales de la salud, al aumento de la
competencia social

33

de dichos profesionales, así como de su satisfacción profesional (Rodríguez-Marín, Mira


Aranaz y Vitaller, 1992). La Psicología Social aporta, en este caso, las técnicas de entrena
miento en habilidades sociales y programas de manejo del estrés para el personal de salud
(León et al., 1987; Barriga et al., 1990), técnicas de coordinación y funcionamiento del
equipo sanitario y técnicas de organización y aprovechamiento de recursos (León et al.,
1987; Barriga et al., 1990; Rodríguez-Marín, 1991). Facilitar la comunicación de los
profesionales con los enfermos y familiares permite conseguir la implicación en su
tratamiento y cuidado. Además, ofrece posibilidades de controlar las dificultades que
puedan surgir en la aplicación del programa terapéutico y mejorar su evaluación. Por su
parte, la mejora de la coordinación entre los miembros del equipo de salud optimiza su
funcionamiento. Por ello, se puede considerar a la Psicología Social como ciencia
relevante para conseguir el aumento de la calidad del sistema de salud (Rodríguez-Marín,
1991).

Por otro lado, la política sanitaria pretende la gestión y aprovechamiento de recursos


humanos e institucionales en el sistema de prestación de servicios de cuidado de la salud.
Por ello, la mejora del sistema de cuidado de salud, es uno de los elementos para
considerar dentro de la formulación de políticas en materia de salud. Sin embargo, su
campo actuación es mucho más amplio e incluye objetivos de márketing y organización
sanitaria, así como la formulación de directrices generales para cada ámbito de
intervención en salud. La Psicología Social participa en el estudio de necesidades de la
población, con el fin de establecer prioridades y de integrarlas con las políticas de salud.
Así mismo colabora en la implantación de los programas propuestos y en su difusión a
través de los medios de comunicación social. Finalmente, otro de sus focos de interés lo
constituye el estudio del impacto de las nuevas tecnologías tanto en el nivel de salud como
en su cuidado.
Resumen del capítulo
La definición de salud más convencional y más clásica ha sido, durante años, "ausencia
de enfermedad", dentro del denominado modelo "biomédico". Esta concepción implica
también que la salud es "lo normal", frente a la "anormalidad" de enfermedad; pero la
normalidad no se define sólo estadísticamente, sino también socio-culturalmente; de
forma que personas diferentes pueden otorgar un valor diferente a la salud, con relación
a temas vitales. El concepto actual de salud tiene su origen en 1948, en el Congreso de
Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que definió la salud como "el estado
de absoluto bienestar físico, mental y social y no la mera ausencia de enfermedad". Este
nuevo concepto de salud implicaba que la salud ha de ser entendida de una forma positiva,
como un proceso por el cual el hombre desarrolla al máximo sus capacidades actuales y
potenciales; como un concepto dinámico y cambiante; como un derecho de la persona
como tal y como miembro de la comunidad; como una responsabilidad personal; como el
resultado de la intervención de las aportaciones científico-técnicas de distintos tipos de
profesionales; y como un problema social y político.

34

La Psicología de la Salud se definió como "el conjunto de contribuciones científicas,


educativas y profesionales que las diferentes disciplinas psicológicas hacen a la
promoción y mantenimiento de la salud, a la prevención y tratamiento de la enfermedad,
a la identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad
y las disfunciones relacionadas, a la mejora del sistema sanitario y a la formación de una
política sanitaria". Por tanto, la Psicología de la Salud define un campo de aplicación de
la Psicología al marco de la salud, se nutre de una amplia gama de teorías y métodos de
muchas disciplinas psicológicas básicas y delimita un área de práctica profesional. Lo que
hace a los psicólogos de la salud diferentes de otros psicólogos es su compromiso
primordial con los problemas del campo de la salud y su conocimiento de las personas,
contextos, y problemas del sistema sanitario.

La Psicología Social de la Salud es la aplicación específica de los conocimientos y


técnicas de la Psicología Social a la comprensión de los problemas de la salud, y al diseño
y puesta en práctica de programas de intervención, centrándose en las interacciones
sociales implicadas en ellos. Todas las actividades implicadas en el contexto de la Salud
son resultado de las interacciones entre los profesionales y los usuarios del sistema de
salud, y se desarrollan en dicha interacción, y por ello son objeto del interés de la
Psicología Social de la Salud. El contexto sociocultural determina las actitudes y
comportamientos del individuo en relación a la salud y a la enfermedad, al dar contenido
a los propios conceptos de salud y de enfermedad; diseña el papel social de enfermo, y el
del profesional sanitario, e, incluso, determina muchas veces la aparición de "problemas
de salud nuevos". Los cinco campos de trabajo más importantes de la Psicología Social
de la Salud son:

1. La Promoción de la salud y la Prevención de la enfermedad: El comportamiento


preventivo es el que tiene como objetivo la disminución de la incidencia de enfermedades
(prevención primaria), intenta disminuir la prevalencia, acortando el período de duración
de las enfermedades (prevención secundaria) o intenta disminuir las secuelas y
complicaciones de la enfermedad (prevención terciaria). La promoción implica no sólo la
protección y el mantenimiento de la salud, sino también la promoción del óptimo estado
vital físico, mental y social de la persona y de la comunidad.

2. Proceso de enfermedad. La Psicología de la Salud estudia los factores psicosociales


asociados a las fases del padecimiento de la enfermedad; los posibles tratamientos
coadyuvantes o sustitutivos de los tratamientos médicos; estudia la percepción de los
síntomas por parte de los pacientes; la construcción social de la enfermedad y de la salud
en nuestra cultura; los efectos de las actitudes de los profesionales de la salud sobre el
diagnóstico, tratamiento y proceso rehabilitador, así como de las actitudes de los

35

enfermos y sus familias acerca de estos mismos procesos; los factores psicosociales que
promueven, mantienen o agravan el proceso de enfermedad; y la investigación sobre
estrés, afrontamiento y apoyo social. 3. Conducta de enfermedad y de salud. Conductas
de enfermedad son las acciones que afectan al significado social y personal de los
síntomas, de la enfermedad, de las discapacidades y sus consecuencias y las acciones que
la persona lleva a cabo para resolver sus problemas de salud. La representación del rol de
enfermo incluye comportamientos de cumplimiento de las prescripciones terapéuticas y
de afrontamiento de la enfermedad, que se relacionan, a su vez, con los mecanismos y
problemas de adaptación a la misma.

4. Relaciones entre el profesional de salud y el enfermo. La Psicología Social estudia la


estructura y dinámica del proceso de comunicación, en el marco específico de la
interacción profesional sanitario-enfermo como un proceso de influencia interpersonal.
Por otro lado, colabora en el diseño y puesta en práctica de programas para la mejora de
la relación profesional-enfermo.

5. Mejora del sistema de cuidado de salud y política sanitaria. Para mejorar la calidad
asistencial, la Psicología Social estudia las actitudes de la población y de los profesionales
sanitarios, respecto a los servicios de salud; cómo inciden los mecanismos de influencia
social, junto con el sistema sociocultural en los estilos de vida y en el uso de los servicios
sanitarios.

En definitiva, la Psicología Social contribuye al establecimiento de bases que posibiliten


una política sanitaria eficiente.

Glosario

Enfermedad: alteración más o menos grave de la salud.

Enfermedades Psicosomáticas: enfermedades sin causa física conocida, en las que el


individuo experimenta o expresa estados psicológicos como síntomas somáticos.
Estigmatizante: objeto, situación con contendidos negativos que puede perjudicar la
integración de un individuo en la sociedad.

Medicina Comportamental: campo interdisciplinar que integra las técnicas de las


ciencias biomédicas y de la conducta relevantes para la salud y la enfermedad, y que
aplica esas técnicas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
Prevalencia: proporción de personas que sufren una enfermedad con respecto al total de
la población en estudio.

Prevención de la salud: evitación o control de factores de riesgo.

Promoción de la Salud: protección y mantenimiento de la salud, con el objetivo de que


el individuo obtenga un estado óptimo de bienestar.

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Psicología de la Salud: conjunto de conocimientos comportamentales y biomédicos


relevantes para explicar los procesos de salud, enfermedad y cuidados de salud.
Psicología Social de la Salud: aplicación específica de los conocimientos y técnicas de la
Psicología Social a la comprensión de los problemas de salud, y al diseño y puesta en
práctica de programas de intervención en ese marco.

Salud: estado completo de bienestar biológico, psicológico y social de un individuo que


le permite integrarse en la sociedad.

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