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Universidad Popular Autónoma de

Veracruz

Materia: Diversidad Cultural del estado

Unidad 1: La diversidad como debate


contemporáneo

Alumno: René Palomares Álvarez

Lic. Joan Alonzo Martínez Uscanga

Grupo: 102

Licenciatura en Ingeniería Industrial


Indice
Introducción ............................................................................................................................. 1
1 Globalización, diversidad e identidad cultural. ........................................................................ 2
1.1 Globalización cultural .......................................................................................................... 2
1.2 Diversidad e identidad cultural ........................................................................................... 2
2 Identidad, exclusión y racismo ........................................................................................... 3
2.1 Identidad ............................................................................................................................. 4
2.2 Exclusión. ............................................................................................................................. 5
2.3 Racismo ............................................................................................................................... 5
3. Diversidad cultural, educación y problemas sociales .............................................................. 8
3.1 Diversidad cultural .................................................................................................................... 8
3.2 Educación ................................................................................................................................ 11
3.3 Problemas sociales .................................................................................................................. 11
4. Perspectivas y retos de la diversidad cultural en América Latina ........................................... 17
5. Bibliografía ......................................................................................................................... 22
Introducción

En este tema explicaremos sobre la diversidad cultural como debate


contemporáneo, que es lo que está pasando en nuestro país y en el mundo, que
nos afecta, cuales son las consecuencias de la globalización, que es, como está
cambiando al mundo, a quienes beneficia y a quienes perjudica y que repercusiones
tiene en nuestras vidas, como es que la tecnología que cada día avanza más es la
que ayuda a que este proceso sea más efectivo en la globalización.

Otro tema es la identidad, exclusión y racismo: reflexiones teóricas y sobre México;


en este tema se abordara la identidad de las personas como un conjunto de valores,
tradiciones, creencias y costumbres, como ha cambiado a lo largo de la historia
nuestra identidad y ya no estamos adoptando el modelo de nuestra cultura de origen
si no el modelo que ha traído la globalización y como el gobierno debería hacer
medidas para preservar y promover la cultura, ya que México es uno de los países
más ricos en cultura y es por eso por lo que debe resaltar. La exclusión como acción
de marginar (voluntaria o involuntariamente) a las personas, racismo como forma
de discriminación de las personas. Estos son algunos problemas que afecta a los
pueblos más pobre por decir así, en este caso se tratan de las diferentes etnias que
existen en nuestro país que son las más propensas a sufrir la discriminación, la
exclusión ha hecho que las personas de los pueblos estén marginadas y no puedan
dar a conocer sus costumbres y tradiciones.

La diversidad cultural, educación y problema sociales, la diversidad ha traído formas


que influyen en la sociedad ha hecho que se presente más formas y estilos de vida
en la sociedad y que se modernicen las personas , la educación y los problemas
sociales que hay en nuestro país como son la obesidad, los suicidios y otros
problemas que nos están afectando cada vez más, están haciendo que la población
estudiantil se desinteresen por las escuelas y quieran entrar al sector productivo
aunque sabemos que nuestro país no está en las mejores condiciones.

La perspectiva y retos de la diversidad cultural en América latina esto es como


vemos la diversidad cultural en América latina ya que somos unos de los países que
está adoptando otro modelos, y desde nuestro punto de vista esta cambiado por las
tecnologías, y que debemos hacer para la sustentabilidad ya que la globalización
está provocando serios cambios aunque esto es un proceso que está en continuo
movimiento no se puede cambiar pero si podemos hacer cosas para preservar
nuestra identidad de nuestras culturas y hacer frente a los retos de la diversidad
cultural.

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1 Globalización, diversidad e identidad cultural.

1.1 Globalización cultural

El término "globalización" ha adquirido una fuerte carga emotiva. Algunos


consideran que la globalización es un proceso beneficioso -una clave para el
desarrollo económico futuro en el mundo, a la vez que inevitable e irreversible-.
Otros la ven con hostilidad, incluso temor, debido a que consideran que suscita una
mayor desigualdad dentro de cada país y entre los distintos países, amenaza el
empleo y las condiciones de vida y obstaculiza el progreso social.

En el Informe de la Comisión Mundial sobre Cultura y Desarrollo, presidida por el


antiguo Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar y auspiciada
por la UNESCO: "Se está desarrollando en nuestros tiempos una cultura cívica
global, una cultura que contiene nuevos elementos que deberán ser incorporados
en una nueva ética global”. La idea de los derechos humanos, el principio de la
legitimidad, la transparencia y la ética emergente basada en la evidencia y las
pruebas, son los principales puntos a ser considerados. “Hoy en día, la idea de los
derechos humanos, aunque todavía cuestionada por gobiernos recalcitrantes, es
una regla de conducta política firmemente enclavada y tendrá que ser una piedra
angular de toda ética global". El informe arguye claramente que un desarrollo,
divorciado de su contexto humano o cultural, constituye un crecimiento sin alma.
Esto significa que la cultura no puede ser reducida en última instancia a una posición
secundaria como mero promotor del crecimiento económico. Continúa diciendo que
"los gobiernos no pueden determinar la cultura de un pueblo: en efecto, aquéllos
están parcialmente determinados por ella". Por lo antes expuesto se pueden
distinguir, de manera muy general, dos dimensiones de la idea popular de
globalización cultural. En primer lugar, sigue existiendo la fuerte idea de la
modernización cultural, un proceso que defiende la idea de que las culturas deben
modernizarse. En segundo lugar, existe la idea del desarrollo hacia una "cultura
mundial" cosmopolita. Ambos procesos manifiestan una visión determinista o
pasiva. Por esta razón, opiniones más recientes sobre globalización cultural se
refieren a dos procesos complementarios: uno que visualiza los procesos de cambio
cultural en los niveles globales, y otro que considera el nivel local. Este último
proceso es a menudo designado bajo el nombre de localización cultural. Con el
concepto de localización cultural nos referimos básicamente al hecho de que los
procesos de cambio cultural y los flujos de conocimiento, cultura o información
deben ser interpretados y analizados en un contexto local en lugar de tratar de
ubicarlos directamente en un contexto global. El flujo puede tener un carácter global,
pero las interpretaciones de estos flujos son, en primer lugar, locales.

1.2 Diversidad e identidad cultural

La globalización fragmentada del sistema-mundo pone en debate las


potencialidades de la diversidad cultural y de las identidades como recurso humano
de la sabiduría acumulada, el necesario respeto mutuo por expresiones culturales

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no compartidas, el sentido histórico de la continuidad cultural; así como su valor
económico y patrimonial. Sin embargo, la salvaguardia de la diversidad cultural y el
reconocimiento de las identidades culturales se relacionan con temas abordados
reiteradamente por los estudios antropológicos como las sucesivas aproximaciones
a lo identificado como supuestos «universales culturales» y las relaciones de
convivencia entre grupos humanos con diversas expresiones culturales; también
identificado como interculturalidad y multiculturalismo, con una rica y contradictoria
gama interpretativa, que podría sintetizarse en la propuesta de la cultura como
«manera de vivir juntos» o en la actitud hegemónica galopante de «divide y
vencerás», para garantizar las distancias entre unas expresiones culturales
dominantes y otras desfavorecidas, especialmente entre las personas portadoras
de estas expresiones. En un orden general, permite caracterizar el debate
antropológico sobre la interculturalidad y el multiculturalismo como recurso
epistemológico para identificar los discursos hegemónicos y contrahegemónicos
que impiden o facilitan la salvaguardia de la diversidad cultural, las identidades
culturales y el derecho de muy variados grupos humanos a coexistir en espacios
comunes.

2 Identidad, exclusión y racismo


Una cantidad considerable de ciudadanos del mundo hablamos hoy insistentemente
acerca de la necesidad de erradicar de manera consciente y activa la exclusión, la
discriminación, la intolerancia o el racismo. Haremos hincapié especial en el último
de ellos: el racismo o la discriminación racial. De tal modo, partimos aun si no
estamos plenamente conscientes de ello de un reconocimiento previo de que todos
los habitantes de nuestro planeta tenemos un valor (no una esencia o una identidad)
igual como seres humanos. Sin embargo, por más llano que parezca, este
reconocimiento engendra susceptibilidades y paradojas de primera magnitud.
Susceptibilidades porque toca aspectos puntillosos de la sensibilidad de individuos,
grupos, colectividades, sociedades o naciones (o ambas). Aspectos como la sangre;
los antepasados o los orígenes; la pertenencia; la identidad personal y la identidad
colectiva, en las que se hallan presentes pequeñeces como la Historia y la memoria
colectivas, la religión, las tradiciones y costumbres, el color de la piel, el arte culinario
o la lengua y, finalmente, la(s) manera(s) de ver, de sentir y de enfrentar a los otros:
los diferentes. Paradojas porque al hablar de derechos iguales nos enfrascamos en
una contradicción central: aquella entre el universalismo que concierne a los seres
humanos y el universalismo que concierne a las culturas.
Si observamos con cuidado estas susceptibilidades y paradojas, podemos apreciar
lo complejo del fenómeno. En el presente trabajo se intentará realizar una
aproximación a él; el punto de partida será una reflexión inicial acerca del concepto
de identidad como el vehículo teórico-metodológico más pertinente para abordar el
análisis de intolerancias, discriminaciones y racismos de diversos tipos. En un
segundo momento se abordarán de manera breve los mecanismos básicos de la
intolerancia, cuna del racismo. ¿Hasta qué punto, plantea una de las preguntas
analíticas centrales de este artículo, son tales mecanismos evitables o inevitables,

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normales o anormales? La respuesta a tal pregunta permitirá introducir el tema
central, el racismo, desde diversos ángulos.
2.1 Identidad
La identidad es la percepción colectiva de un nosotros relativamente homogéneo (el
grupo visto desde dentro) por oposición a los otros (el grupo de fuera), en función
del reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos compartidos que funcionan
también como signos y emblemas, así como de una memoria colectiva común. Tal
percepción colectiva es a la vez tangible e intangible. Está compuesta de lo
imperceptible por lo que se echan a andar los mecanismos de la significación que
le son propios a la memoria colectiva de una colectividad humana. Sea cual fuere
esta colectividad, sus miembros comparten un territorio, una historia y una cultura
específicos, que los hacen sentirse idénticos (así: entrecomillado). Tal sentimiento,
dicha certeza de su calidad de idénticos, funciona como una especie de argamasa
invisible que aglutina puntualmente y da coherencia a la vida de los pueblos; les
despierta el sentimiento de pertenencia y el de diferencia respecto de los otros para
que, a su vez, ésos los reconozcan diferentes.
Ningún grupo humano se auto percibe y se autodefine más que por oposición a la
manera como percibe y define a otro grupo humano, al que considera diferente de
sí. Vista en este sentido, la identidad no es un absoluto previamente determinado
por el origen y la pertenencia puramente étnica, situado más allá de la conciencia y
de la voluntad de los hombres. Más bien es una realidad social marcada por
profundos imperativos: el territorial, el económico, el de clase, el político, el
institucional, el de la recreación y reelaboración constantes de la memoria e historia
grupales, así como el de la asunción de la propia cultura.
La Historia confiere al conjunto [al grupo] la inmortalidad por sucesión; el nivel de lo
trascendente; lo recubierto de grandeza cósmica; lo sagrado; lo religioso; lo que
llega a convertirse en la ideología más poderosa. Aquello por lo que los simples
mortales se hallan dispuestos a inmolarse y, tristemente, están dispuestos también
a matar

La identidad colectiva (de la que la identidad individual no está más que


parcialmente exenta) es entonces una construcción social, una manera de
representarse, de darle significación al nosotros. Es una idea en la cabeza y un
sentimiento en las tripas de muchos que se viven como idénticos. Sin embargo, no
es una simple idea, sino al revés: es una idea por la que, simplemente podemos dar
la vida y quitársela a otros. Se entiende entonces por qué, cuando uno analiza las
relaciones o los conflictos entre grupos socioculturales llamados conflictos
interculturales o interétnicos, uno de los vehículos privilegiados del análisis es la
construcción identidad, que no existe sin su contraparte: la construcción de la
otredad.

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2.2 Exclusión.
Desde la perspectiva de la identidad como construcción social históricamente
determinada, podemos aproximarnos al racismo desde su origen: la intolerancia y
la exclusión. Si definimos la exclusión como la negación sistemática, en la Historia,
de la idea y de la práctica a ella asociada, de que los otros son simplemente otros,
veremos que se trata de un fenómeno mucho más universal de lo que se admite.
Parecen ser universales: la aparente incapacidad de constituirse uno mismo sin
excluir al otro, y la aparente incapacidad de excluir al otro, sin desvalorizarlo y,
finalmente, sin odiarlo. No obstante, esa manera de representarse al otro tiene su
historia. En el tiempo humano de cuyo andar no hay historia registrada, existe sólo
un nosotros y nuestro proceso de autoafirmación. Posteriormente, las comunidades
humanas encuentran a los otros y, a partir de ahí, hacen frente a tres posibilidades:
considerar a las instituciones de esos otros como superiores; considerarlas como
iguales o equivalentes; o considerarlas como inferiores
Es poco frecuente que una sociedad instituida quiera desaparecer bajo el
reconocimiento de que la otra es mejor. ¿Y por qué ha sido esto así? Porque en
general se ha equiparado iguales e indiferenciados o, por el contrario, diferentes e
incomparables. Es decir, se ha dicho que si éstos son iguales a nosotros y nosotros
somos iguales a ellos, entonces no hay razón para que tengamos costumbres
distintas. La indiferenciación es vivida como la pérdida de la propia identidad;
entraña la indiferencia, la no diferencia, y ello conduce a que se pierda la razón de
ser de las propias costumbres. La consecuencia de no aceptarlo es evidentemente
que no se quiere ver a los otros como eso: simplemente como otros. En otras
palabras, no podemos dejar de verlos como aquellos con quienes debemos
compararnos. No obstante, ¿por qué esto? ¿Por qué no podemos dejar de
compararlos? ¿Por qué no simplemente los aceptamos? Porque tendríamos que
proceder a hacer algo que a lo largo de la Historia ha resultado excepcionalmente
difícil: tolerar en ellos costumbres que para nosotros son abominación.
2.3 Racismo
Lo primero que resulta indispensable apuntar es que la discusión sobre estos temas
requiere de una visión histórica sobre ellos. La raza y la etnicidad no son términos
que tengan referentes fijos; hemos de verlos dentro del contexto de la historia de
las ideas y colocarlos al mismo tiempo dentro del contexto de las prácticas: se trata
de dos contextos que se autodeterminan constantemente.
1. La raza
En la actualidad, muchos biólogos, genetistas y antropólogos físicos han
llegado a la conclusión de que, desde el punto de vista biológico, las razas
no existen. En otras palabras, no hay duda de que hay variaciones genéticas;
pero es muy difícil partir de un gen o de un grupo de genes y trazar una línea
alrededor de su distribución en el espacio de tal modo que podamos definir
los límites de una raza. Las agrupaciones humanas en términos de blancos
o negros no pueden por ello ser marcadas o establecidas en términos
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genéticos de ninguna manera que sea mínimamente clara o precisa. Por otra
parte, la mayoría de los psicólogos coinciden en que los seres humanos
somos en promedio muy parecidos en términos de nuestras capacidades y
nuestras limitaciones mentales; que si bien hay variaciones entre unos y
otros, éstas no son tan significativas como para poder correlacionarlas con
categorías tales como negros, amerindios, blancos o asiáticos.
A partir de los recientes descubrimientos del año 2000 en torno al genoma
humano, hoy sabemos que, desde el punto de vista genético, los más de 6
000 millones de seres humanos que habitamos este planeta somos
(independientemente de nuestro color de piel y origen geográfico) en 99.9%
iguales; mientras que las diferencias entre nosotros se hallan sólo contenidas
en 0.1% de nuestro genoma. En 99.9% de nuestras similitudes genéticas
residen características tan fundamentales como que todos tenemos
estómago, piel, un hemisferio izquierdo y un hemisferio derecho en el
cerebro, órganos genitales ya sean masculinos o femeninos (esta diferencia
se halla codificada en nuestro ADN en forma de cromosomas y hormonas),
o lengua y orejas. En 0.1% del código del nuestro ADN se alojan las
diferencias, sí; pero no por ser cuantitativamente ínfimas debemos anularlas.
Se hallan contenidas en algunos rasgos visibles que marcan diferencias
entre los seres humanos, como el color de la piel o la forma de los ojos o de
los labios. También residen en algunos rasgos no visibles; por ejemplo, la
propensión que muestra un grupo humano, que ha tendido a mezclarse poco
con otros, a tener cierto tipo de factor Rh o a ser afectado con más facilidad
por cierta índole de enfermedades y no por otras. Este descubrimiento
reciente es sin duda apenas la punta del iceberg de descubrimientos por venir
que nos abrirán cada vez más los ojos acerca del peso que tiene la genética
en nuestras diferencias. No obstante, a pesar de ser la punta del iceberg es
ya importante, porque sí nos permite contestar a quienes han basado la
discriminación racial en supuestas profundas diferencias genéticas; que las
que hay no son de magnitud tal que permitan justificar el que se finque en la
genética la idea que un grupo tenga acerca de otro grupo como inferior,
incapaz, lento, sucio, ladrón, sin alma, sin sentimientos, sin iniciativa propia,
hecho para trabajar como los animales, y así por el estilo.
Priva por lo tanto un acuerdo bastante generalizado entre los científicos
naturalistas y sociales en el sentido de que las razas no son sino
construcciones sociales. En otras palabras, al igual que la identidad, la raza
es entonces una idea. Sin embargo, nuevamente (como en el caso de la
identidad), afirmar esto no es sinónimo de decir la idea de raza es meramente
una idea; o, en otras palabras, es algo que no tiene importancia en la
realidad. Por el contrario, como muchas otras ideas, resulta que la idea de
raza tiene un enorme peso en la realidad porque las personas que creen en
ella se comportan como si las razas realmente existieran; por ello, las

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transforman en categorías sociales dotadas de un gran poder: en realidades
sociales sumamente significativas.
No obstante, entonces ¿Qué clase de construcciones sociales son las razas?
Una respuesta muy común a esta pregunta (incluso entre los científicos
sociales) asume que existe algo como el crudo hecho de la diferencia
fenotípica; es decir: la existencia de las disparidades entre las distintas
apariencias físicas de la gente. O sea, pese a que reconocen que las razas
no existen como entidades biológicas, genéticas, objetivas, tratan de
reconstruir un fundamento objetivo que les permita reconocer la existencia
de distinciones raciales, como si éstas estuvieran basadas en el fenotipo.
Sin embargo, esto es falso porque de hecho sólo ciertas variaciones
fenotípicas conforman categorías e ideologías raciales y las que cuentan han
surgido a lo largo de la Historia. En otras palabras, las razas, las categorías
raciales y las ideologías raciales son las que elaboran construcciones
sociales recurriendo a los aspectos particulares de la variación fenotípica que
fueron transformados en significantes vitales de la diferencia durante los
encuentros coloniales europeos con otras culturas
2. La etnicidad
El término etnicidad es un concepto que ha sido frecuentemente usado en
lugar del de raza, ya sea porque el solo uso de la palabra raza ha sido
considerado per se cómo un propagador del racismo al entrañar que desde
el punto de vista biológico las razas en efecto existen.
Podemos argüir entonces que la etnicidad es también una construcción
social; pero, entonces, ¿dónde reside específicamente (si es que reside en
algún lado) la especificidad de la etnicidad? El consenso general es que la
etnicidad se refiere a diferencias culturales; mientras que, como lo vimos
líneas antes, dícese de la raza que ésta se refiere a las diferencias
fenotípicas.
No obstante, la diferencia cultural se extiende a lo largo y ancho del espacio
geográfico. La gente usa su localización, o más bien su supuesto origen, para
hablar de la diferencia y de la igualdad. ¿De dónde eres? constituye por tanto
la pregunta étnica por excelencia.
Claro que no todas las diferencias objetivas en cuanto a localización son
importantes en términos de las percepciones de la gente acerca de la
diferencia geográfica. Sin embargo, la perspectiva geográfica, la
construcción de una geografía cultural, ayuda mucho a explicar qué entiende
la gente por diferencias étnicas, y por qué la etnicidad parece haberse
convertido en un fenómeno común e importante en el mundo moderno, en el
que personas provenientes de diferentes lugares situados dentro de sus
propias geografías culturales se han estado interrelacionando con intensidad
cada vez mayor, por lo que conforman así periodos en los que se da una
intensa redefinición de las fronteras y de las colectividades sociales. En
resumen, de la misma manera que ocurre con la raza, la etnicidad y las

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categorizaciones étnicas son parte de una historia específica. No obstante,
la raza y la etnicidad son conceptos distintos, aunque con frecuencia
estrechamente relacionados, en especial dentro de las sociedades coloniales
o en las sociedades con un pasado colonial. Las dos son construcciones
sociales, pero construcciones sociales distintas. La primera es una
construcción social basada en ideas acerca de la diferencia innata, que se
fueron forjando como elementos centrales en el establecimiento de la
diferencia durante los encuentros coloniales con otros pueblos. La segunda
es una construcción social basada en una noción específica de la
diferenciación cultural construida sobre la noción de lugar de origen, en la
que las relaciones sociales responden antes que nada a diferencias
geográficas, espacialmente determinadas. Así pues, queda claro que las
identificaciones raciales y étnicas se traslapan tanto en la teoría como en la
práctica. Sin embargo, la distinción establecida líneas antes entre las dos
debe respetarse, aunque el término raza suene mal y esté cargado de una
historia abominable. Reemplazar esos términos de esa manera (lo cual
ocurre con mucha frecuencia en América Latina, y en México en particular)
entraña negar el papel específico desempeñado en la Historia por las
identificaciones raciales o por los diversos tipos de discriminación en ellas
basados. Y, a su vez, negar esto equivale a borrar la historia particular por
medio de la cual tales identificaciones llegan a adquirir la fuerza que tienen,
al invocar (como lo hacen) una larga historia de encuentros coloniales,
esclavitud, discriminación, resistencia y demás. Ahora bien, con este
argumento no se trata de sostener otro que sería absurdo y vulgarizaría la
concepción aquí defendida según el cual las historias de las relaciones
interétnicas no pueden ser largas y conflictivas: conflictos lingüísticos,
conflictos por el territorio, pugnas por el poder dentro de una nación, y así por
el estilo. Se trata solamente de destacar la historia del racismo llamándola
por su nombre. Se trata de dar a su densidad histórica el peso que merece.

3. Diversidad cultural, educación y problemas sociales


El fenómeno de la globalización permite a los seres humanos reconocerse cada día
más como diversos. En la “aldea global” las diferentes culturas se aproximan, y
personas de distintas formas de vida forman parte de un paisaje crecientemente
cercano. Pero, desde cierto punto de vista, la diversidad se presenta como un
problema, bien porque la globalización es vista como amenaza a la conservación
de valores culturales sostenidos por culturas ancestrales, o bien, porque la inclusión
de las diferencias en la convivencia social plantea un desafío más complejo a las
naciones en materia de desarrollo.
3.1 Diversidad cultural
Diversidad cultural es la variedad de culturas que existen en la humanidad, las
cuales se distinguen entre sí a través de un conjunto de expresiones que le son
propias.

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El concepto de diversidad cultural actúa también como un principio de apertura y
tolerancia entre etnias, lenguas, religiones, valores, cosmovisiones, etc. Es decir,
un principio de apertura al contacto entre culturas sin que ninguna de ellas
presuponga superioridad sobre la otra.

La diversidad cultural es consecuencia de procesos históricos, políticos, sociales y


económicos que han estimulado diferentes respuestas de adaptación por parte de
los pueblos. Dichos procesos se hacen más complejos cuando se dan encuentros
entre culturas, lo que conlleva siempre algún tipo de transformación.

La UNESCO promovió la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural en el


año 2001, que amplía la posibilidad de crear políticas culturales nacionales e
internacionales en esta materia. Asimismo, estableció el 21 de mayo como Día
Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo.
En la actualidad, la diversidad cultural es una realidad fácil de constatar en la
mayoría de las sociedades por efecto de la globalización. Sin embargo, es cierto
que en algunos países se expresa de una manera más evidente.

Son ejemplos de diversidad cultural los siguientes:


• Latinoamérica: las culturas urbanas de habla hispana (que son dominantes
y están marcadas por la occidentalización) coexisten junto a 522 pueblos
indígenas de diferentes lenguas.
• India: en este país existen 22 idiomas nativos legalmente reconocidos, que
junto a las lenguas no oficiales suman 415. Asimismo, se registra una gran
diversidad religiosa: hinduismo (religión dominante), islamismo y
cristianismo.
• China: en China se hablan 235 lenguas diferentes, lo que representa el
mismo número de culturas distintas coexistiendo en el territorio nacional.
La diversidad cultural se expresa en todos los elementos que permiten caracterizar
a cada cultura de manera específica. Asimismo, se percibe desde el momento en
que las diferentes culturas tienen conocimiento la una de la otra.
Así las cosas, la diversidad cultural se expresa en elementos como:
• El idioma y los dialectos
• La religión
• El sistema de valores
• La gastronomía
• La literatura (oral o escrita)
• La vestimenta y el calzado
• La música
• Las artes plásticas
• Las danzas y bailes
• El sentido estético
• La expresión corporal
• La sexualidad

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• Los utensilios
• La arquitectura
• El deporte
• Los juegos
• Las fiestas
• El orden político
• El orden económico
• La organización social
• La distribución del trabajo
La diversidad cultural es reconocida por la UNESCO como una fuente de
«intercambios, innovación y creatividad» que permite el desarrollo de la sociedad
en su conjunto. Por ende, la diferencia adquiere una valoración positiva, y se
opone a las pretensiones de constituir sociedades homogéneas.

Hoy por hoy, se ha demostrado la importancia de la diversidad cultural y su


reconocimiento en tanto que:

• constituye un valor patrimonial de la humanidad;


• promueve el pluralismo cultural;
• es fuente de creatividad;
• estimula el desarrollo;
• está amparada por los derechos humanos;
• es un derecho cultural;
• permite que las diferentes culturas sean accesibles a todos;
• promueve la integración del sector público, el privado y la sociedad civil en
materia de políticas culturales.
Por ende, la importancia de la diversidad cultural como principio reside en que
fomenta el respeto por la Otredad. Esto facilita el intercambio de conocimientos y
de valores, tales como la tolerancia, la comprensión y la convivencia entre
culturas.

La diversidad cultural y la interculturalidad son conceptos estrechamente


relacionados, pero no son equivalentes. La diversidad cultural se refiere al
reconocimiento de la diferencia cultural, su legitimidad y dignidad.

La interculturalidad se refiere al proceso mediante el cual culturas claramente


diferenciadas que comparten un territorio realizan intercambios culturales entre sí.
Es decir, se refiere al modo en que se relacionan, dialogan y se influyen
mutuamente, manteniendo sus rasgos diferenciadores.

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3.2 Educación
La educación en su vínculo con la cultura y la interculturalidad, en el presente son
conceptualizaciones en construcción, asimismo las nociones de diversidad e
inclusión forman parte del debate actual, tanto en el ámbito académico, como en el
marco de la política pública. La educación es un proceso humano y por lo tanto, un
hecho social, el debate se ubica al respecto de concepciones que conciben a la
educación como: transmisión, orientada hacia la reproducción del principio
organizador de la sociedad, en esta perspectiva la noción de la realidad es
fragmentada y estática; la transformación, es una concepción que reconoce la
transmisión, pero también la define como una práctica necesaria para el cambio
social. Estas nociones establecen a la educación como un proceso comunicativo,
que implica relaciones sociales entre sujetos en contextos diversos; bajo situaciones
de intercambio y de modificaciones recíprocas, estas relaciones están permeadas
por la tensión y el conflicto.
La concepción que orienta a la educación como tarea de Estado, asume una visión
de la realidad con objetivos determinados, que no siempre ofrecen respuestas a las
necesidades y expectativas de sujetos y grupos sociales en contextos
multiculturales. En esta dimensión, la educación y la institución escolar se
convierten en el locus de la disputa. La diversidad sociocultural se manifiesta en la
escuela y el aula, en estos espacios emergen diferencias que generan
enfrentamientos entre los diversos actores que participan del proceso educativo que
derivan en situaciones de tensión. El imperativo actual es establecer la plataforma
conceptual que sustente el análisis de los protocolos interculturales para la atención
de la diversidad en la educación. Esta disertación se deriva de un proyecto de
investigación en curso que tiene el propósito de aproximarse al marco conceptual
referente a: la educación, la diversidad cultural, la interculturalidad y la inclusión,
todas estas nociones polisémicas y en debate permanente. Este es el fundamento
para proyectar la atención de la diversidad en la educación, en el contexto de la
política actual y la práctica educativa para la convivencia
3.3 Problemas sociales
De acuerdo con una de las definiciones clásicas un problema social es "una
condición que afecta a un número significativamente considerable de personas, de
un modo considerado inconveniente y que según se cree debe corregirse mediante
la acción social colectiva.
• Primero "una condición que afecta a un número significativo de personas".
Esta dimensión es la que la caracteriza como problema social y la distingue
de los problemas individuales y de los problemas grupales. El planteo de la
condición lleva a preguntarnos qué actores que padecen la situación, quienes
la denuncian y cuales tienen algún interés en que la condición no se
modifique.
• Segundo "De maneras consideradas indeseables". Esta condición debe ser
considerada perjudicial "para un número considerable de personas" que
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puesto en otros términos y significando otras tradiciones técnicas al respecto
se puede plantear como una significativa discrepancia entre en un estándar
de deseabilidad y al guna situación real observada como problemática.
• Tercero “la creencia en que es posible la solución mediante la acción
colectiva”. Se plantea que se debe visualizar algún tipo de conocimiento
tecnológico disponible que permita formular un conjunto de propuestas de
solución alternativas, que probablemente encarnarán las visiones, creencias
e intereses de los diversos actores involucrados.
Cualquier situación de discriminación racial, religiosa o sexual es considerada
un problema social, en tanto cuanto en esa sociedad tiene suficiente
predicamento una visión en la cual todas las personas tengan igual oportunidad,
independientemente de la raza a la que pertenezcan, la religión que profesen o
no profesen y su sexo.
Los problemas sociales se ven modificados en el tiempo, sea porque los
estándares de deseabilidad sean más exigentes por un crecimiento de la
conciencia colectiva o a la inversa porque una política deliberada o no reduzca
las aspiraciones y expectativas.
La dinámica de los problemas sociales puede mostrar transformaciones
positivas de las condiciones indeseables o las mismas pueden sufrir un deterioro
que agudice el problema.
Aquello que en un momento pudo no ser considerado un problema lo puede ser
más adelante, como sería el caso de la igualdad de oportunidades laborales para
varones y mujeres si observamos la evolución del tema a partir de comienzo de
este siglo, y así se podrían citar problemas que dejan de serlo y otros que
aparecen por la modificación de algunos de los términos de la relación estándar
de deseabilidad y condición de la realidad observada.
Ninguna sociedad posee ni la capacidad ni los recursos para atender
omnímodamente todas las necesidades y demandas de sus integrantes... solo
algunas son problema tizadas, en el sentido que ciertas clases fracciones de
clase, organizaciones, grupos o incluso individuos estratégicamente situados
creen que puede y debe hacerse "algo al respecto" y están en condiciones de
promover su incorporación a la agenda de problemas socialmente vigentes.
Llamamos "cuestiones" a estos asuntos (necesidades, demandas) socialmente
problematizados.
Toda cuestión atraviesa un ciclo vital que se extiende desde su problematización
social hasta su resolución. Durante su existencia, diversos actores se ubican a
favor o en contra del surgimiento de la cuestión; toman posición frente a la
misma.

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Una cuestión social se caracteriza por capturar la atención de la población;
tienen prensa y es noticia; generando preocupación pública y controversia, a
veces lleva a la acción colectiva.
Para que un problema se convierta en una cuestión social generalmente ocurre
una secuencia que se podría caracterizar de la siguiente manera:
En primera instancia ocurre una redefinición de la situación. Ello implica que las
dificultades que se percibían aisladamente son redefinidas como problemas
compartidos, que son ocasionados por la acción o inacción de grupos sociales;
es decir que se los suele ver como series faltas a la justicia.
En un segundo momento el descontento se focaliza en algunos aspectos
salientes de la problemática y en algunos puntos de la solución.
En tercer lugar se logra capturar la atención pública, generalmente a través de
los medios masivos de comunicación, mostrando la importancia o dramaticidad
del problema.
En cuarto lugar se forman grupos de presión que se estructuran y organizan para
superar la indiferencia y la oposición; en muchos casos, estos grupos se
convierten en movimientos sociales.
Cuando la tercera etapa está en vías de pasar a la última mencionada es que se
puede decir que un problema se ha convertido en una cuestión socialmente
problematizada para la cual comenzará el debate respecto al tipo de política
social a formular y a los programas y proyectos a desarrollarse para la
superación, el control o la minimización de los efectos negativos que se desea
controlar.
Es muy probable que los problemas sociales que se convierten en cuestiones
socialmente problematizadas para las cuales se formulen políticas, sigan un
proceso o ciclo que pase por un período de gran creatividad y desarrollo, luego
por un proceso de creciente institucionalización-profesionalización, para
posteriormente entrar en una etapa de burocratización, clientelismo reducido y
rutinización.
A modo de síntesis podemos decir que no todo problema social se convierte en
una cuestión socialmente problematizada, así como tampoco toda cuestión
socialmente problematizada se traduce en una política social con una definición
de objetivos, un sistema legal, una estructura organizativa y un conjunto de
mecanismos y dispositivos que establezcan con claridad los estímulos y
desestímulos necesarios para inducir los comportamientos deseados y una clara
evaluación de efectos. Por lo tanto es muy posible que exista un sinnúmero de
problemas sociales, quizá muy importantes a los cuales no se les presta
atención.

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Para que los problemas sociales atraigan la atención de un número significativo
de personas, algo especial debe ocurrir, sea esto una catástrofe (como los
problemas de las centrales atómicas), el surgimiento de un movimiento social
que articule la demanda de los grupos que padecen, la situación problemática o
cualquier otro evento que conmueva la opinión pública.
Bajo el nombre de problemas sociales se pueden ubicar un sinnúmero de
situaciones de las más diversas, como pueden ser entre otras, pobreza,
desempleo, violencia familiar, drogadicción, crimen, relocalización forzosa,
analfabetismo, explotación laboral, alienación, abandono de menores, tortura,
déficit habitacional, desnutrición infantil, etc.
Esta lista puede convertirse en voluminosa y no sabríamos con seguridad qué
tienen en común si no hiciéramos un esfuerzo por intentar, en primer lugar un
esquema clasificatorio.
Definir una política social requiere también el abordaje, a partir de una tipología
tan compleja como la realidad misma de los problemas sociales, sean estos
percibidos o no como cuestiones sociales relevantes por el conjunto de la
comunidad.
En este sentido, cabe considerar que no siempre los niveles de conciencia
política y comunitaria sobre la problemática social se corresponden con la
verdadera incidencia del tema. Existen cuestiones socialmente relevantes,
porque cuentan con una alta preocupación social y con el accionar de diversas
formas de presión, sobre las estructuras decisionales y otras, igualmente
importantes, que están marginadas de la preocupación colectiva.
Así por ejemplo, la baja cobertura de las jubilaciones y pensiones asume la
dimensión de una cuestión social relevante y no lo es, la minusvaloración del
anciano en la sociedad y su creciente exclusión del medio familiar.
En este marco, una tipología de los problemas sociales puede formularse en los
siguientes términos:
• CARENCIALIDAD
Por problemas sociales de carencialidad estamos definiendo a todas
aquellas situaciones de insuficiencia de satisfactores de necesidades que
pongan en peligro la supervivencia del ser humano, a corto o mediano
plazo, o que produzcan un condición orgánica de deterioro que afecte las
posibilidades de un desempeño auto válido.
En este conjunto de problemas se suele incluir las necesidades de
alimentación, vivienda, vestimenta, atención de la salud, etc.. Como en la
mayoría de los tipos de problemas sociales, los de carencialidad no
necesariamente presentan una situación de congruencia sino que por el
contrario, se presentan en configuraciones multidimensionales no

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azarosas, en las que por lo tanto se pueden delinear diversos perfiles de
carencialidad, dependiendo de las situaciones contextúales, los
desarrollos históricos específicos y las estrategias de supervivencia de
los actores que padecen el tipo de configuración de carencialidad y la de
aquellos que más se benefician con la misma.
• VULNERABILIDAD
Por problemas de vulnerabilidad estamos haciendo referencia a aquellas
situaciones de riesgo potencial al que pueden verse expuestos diversos
incumbentes de roles críticos, que, por razones de cambios en el -ciclo
vital o de cambios tecnológicos de la naturaleza del proceso de e trabajo,
o de cambios recurrentes en los ciclos de la naturaleza, pueden cambiar
sus condiciones de vida, convirtiéndolas en más desfavorables.
En ese sentido problemas relacionados al ciclo vital podrían ser la
situación de menores abandonados, como la de los ancianos que, de ser
auto válidos, incrementan progresivamente la posibilidad de adquirir
crecientes grados de minusvalidez. Los cambios tecnológicos pueden ser
generadores de problemas típicos del desempleo tecnológico, ciertos
roles ocupacionales están más asociados a serios accidentes de trabajo
o de precariedad en materia de higiene laboral. Los cambios recurrentes
de la naturaleza pueden generar problemas vinculados a catástrofes,
como las inundaciones, terremotos, ciclones, etc. El tabaquismo o el
alcoholismo es fuente de vulnerabilidad potencial, al igual que todos los
otros problemas señalados, en tanto y en cuanto puedan poner en peligro
las bases de supervivencia física, social o cultural.
• PARTICIPACION SOCIAL
Nos estamos refiriendo a problemas sociales referidos a la modalidad e
intensidad de la participación considerada indeseable. La problemática en
cuestión se plantea en relación a la naturaleza de la trama de relaciones
sociales y a las estructuras vinculares que afectan las necesidades de
sociabilidad consideradas deseables por un número significativo de
personas en un momento dado. El tema dominante es el de la exclusión,
la integración forzosa o el de la pseudo participación o el aislamiento o la
marginación social. Varios problemas sociales son vinculables directa o
indirectamente, como pueden ser: los problemas de discriminación social
de los más diversos grupos o categorías sociales, sea por roles sexuales
(como el caso de la mujer), sea el de grupos étnicos, religiosos,
ocupacionales, etc. Los problemas de aislamiento, como el de los
ancianos que ven debilitarse crecientemente sus tramas vinculares, los
exconvictos o de cualquier otro grupo socialmente estigmatizado. Ej:
enfermos de SIDA y otras enfermedades. Los problemas de participación
forzosa, como aquellos vinculables a sistemas de organización laboral de
tipo plantacional, o la vinculación a sistemas de privilegio que vulneran
elementales principios de equidad o formas de participación en

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instituciones totales, como los institutos de menores y sus consecuentes
formas de institucionalización, que dificultan formas de inserción laboral y
familiar adultas, etc.
• PROBLEMAS SOCIALES VINCULADOS A LA IDENTIDAD
El concepto de identidad es elusivo y difícil de definir, a pesar de ser
frecuentemente mencionado para referirse a una situación que se
considera comprensible por sí misma. No obstante, los elementos más
distintivos son, por un lado, los de unidad y continuidad histórica. Como
problema social, no es de aquellos que sean más frecuentemente
tratados en la litera tura, pero no por ello carecen de existencia y tienen
consecuencias extremadamente perjudiciales para los grupos que han
sido objeto de diversas formas de expropiación de la misma. Este grupo
de problemas sociales tiene relación con temas como el desarraigo* de
grupos migrantes, el impacto de los grandes emprendimientos sobre los
grupos poblaciones y las consiguientes relocalizaciones poblacionales, o
los problemas de aculturación forzosa ejercida por mayorías sobre
minorías o por grupos más poderosos sobre grupos con mucho menor
poder relativo. Pero también tiene que ver con situaciones familiares por
ejemplo cuando en una sociedad la tasa de separaciones y de
constitución de nuevas parejas se incrementa notablemente aparece el
tema de "los tuyos, los míos y los hijos nuestros" es otra forma de
manifestación de los problemas vinculados a la identidad.
• CALIDAD DE VIDA El tema de la calidad de vida comienza a plantearse
de una manera más que simple, haciendo referencia básica de la
superación de la esfera cuantitativa de las necesidades humanas. No es
el tema del quantum de satisfactores o de los medios para adquirir los
satisfactores que superen la línea de la pobreza en cada una de las
necesidades básicas. ¿Qué es aquello diferente? No está claramente
especificado si de lo que se trata es de una composición adecuada y
armónica de estos satisfactores, o si está predicando algunas otras
dimensiones. Como rasgos, que a mi juicio están detrás de diversas
concepciones de calidad de vida, pueden encontrarse los siguientes:
1. La posibilidad de elegir alternativas que incluyan:
a) Un componente de actividades intrínsecamente gratificantes en los
diversos planos de la vida laboral y extralaboral.
b) Poder elegir ambientes y condiciones de trabajo y vida familiar a
escala de las opciones valorativas.
c) La capacidad de captar el significado de las acciones en que se va
involucrando.
d) La capacidad de poder influir en los aspectos más significativos de
las situaciones en que los diversos actores se van involucrando.
2. Otra dimensión muy relacionada a la anterior, es la posibilidad de no sólo
afirmar su individualidad sino de expresar su personalidad; se caracteriza por

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un retomo sobre sí mismo y una revaluación de sí, y no una aceptación de
conformidad social.
3. Creatividad, que supone una apertura al cambio y a un comportamiento
espontáneo y expresivo y menos determinado por reglas de conducta.
Evidentemente, no se trata de una definición conceptual, sino la presentación
de algunas dimensiones y subdimensiones que pueden estar comprendidas
dentro de este tipo de necesidades. ¿Existen problemas sociales asociados
al tema de calidad de vida? Muy probablemente no se lo considere como una
cuestión socialmente problematizada; difícilmente de manera consciente,
explícita, se formulen demandas en torno a necesidades de esta naturaleza,
ni se articulen movimientos sociales, ni se formulen políticas o problemas
sociales. No obstante los movimientos ecologistas, los problemas de
insatisfacción con las condiciones de trabajo y muchas formas de
manifestarse la insatisfacción laboral, no sólo hacen referencia a los
problemas de desempleo y bajos salarios, sino con temas más vinculados a
la problemática de las diversas formas de alienación. Los problemas sociales
vinculados a la familia, no sólo se refieren a la violencia familiar, al abuso de
menores. Quizá muchos problemas de salud mental estén asociados a la
restricción de alternativas de expresión de la personalidad y a profundas
insatisfacciones con los estilos de vida homogeneizantes, que se expresan
tanto en las instituciones educativas como laborales, políticas, etc.

4. Perspectivas y retos de la diversidad cultural en América Latina

La finalidad de este tema es brindar un panorama de lo que nos depara el siglo XXI
como sociedad integradora. Se trata de abordar el proceso de formación de una
sola nación, la latinoamericana. Trataremos de descubrir nuestras características,
nuestra identidad, como una sola nación, globalizada, como una mezcla de etnias y
razas que nos unen como latinos.

Hay tanto potencial, diversidad cultural, étnica, económica y social en nuestra


región, que debemos vivir como seres integrados hacia un fin común que es la
preservación de nuestros límites territoriales, especies, tradiciones y costumbres
como una sola comunidad .

América latina es un verdadero reto, es un reto que verdaderamente debe


integrarse, es un reto el asumir que todos los pueblos entiendan y comprendan la
concepción de la unión en un pueblo organizado y amenazado por la concepción
global y de mercado con unos cuantos capitales; se trata de asumir un reto que nos
fortalezca, que nos una como un ente solidario, humano, estrecho y capaz de
conservarse sin ser distorsionado.

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Es un ejercicio de conciencia, un desafío para promover vínculos de unidad, de
protección, de ejecución y control para preservar y blindar nuestros orígenes a lo
largo del continente.

Una lucha constante provocada por nosotros. Es una lucha contra la revolución de
la información, de la tecnología, del status. Una lucha contra los bombardeos de
medios masivos de información, contra el consumo y la superioridad económica,
donde el único fin es el individualismo y ser superiores a los demás; ahí el reto en
nuestro siglo se trata de no dejar de tener apertura pero sin perder nuestros valores,
nuestras creencias y nuestra identidad.

Partiendo de la anterior reflexión, se espera que el contenido aquí presentado


estimule una profunda reflexión y genere nuevas perspectivas en nuestro proceso
integrador para preservar nuestras ideologías.

El término nación fue acuñado en Europa, siendo la edad media. Más que tener un
fin político o económico, aludía al origen de las personas y de los pueblos. Entre los
efectos de la cristiandad y la revolución francesa, surge y se asume el concepto de
soberanía nacional el cual demarca territorios políticos, así como la soberanía de
los reyes. Es ahí cuando se comienza a dividir la ideología de los ciudadanos.

De alguna manera en el viejo mundo, se dio este fenómeno que fusionó al Estado
con la nación. Un proceso histórico, de muchos años y procesos jurídicos donde se
fueron ajustando las naciones para ir concibiendo un proceso sociocultural. En
cambio en América latina, fue el resultado de luchas por caudillos, líderes, o de las
divisiones por poder en muchos lugares del continente.

En América latina, antes de fincar adecuadamente el concepto de nación, decidimos


crear el Estado, y eso permeó de tal manera que no tuvimos cimientos sólidos, los
cuales perduran hasta nuestros días.

Como continente, somos una definición muy compleja, donde se manifiestan por
igual las diversidades entre pueblos como las similitudes. Por ello se da, ese
divisionismo por regiones donde nadie quiere asumir o aceptar que invariablemente
tenemos que unificarnos por el bien común.

Nuestro nombre a través de la historia no han sido uno, sino más bien, nos han
bautizado en un sinfín de ocasiones por las grandes potencias. Nos han codiciado
más que valorar lo nuestro. Fuimos nombrados como “Las indias”, “el nuevo
mundo”, “las américas” y como Latinoamérica. Todas esas dominaciones dadas por
imperios que requerían de nuestras tierras para su subsistencia y cuotas de poder.

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El término “América latina”, merece una mención especial ya que es el más utilizado.
Viene de la expansión capitalista de Francia ya que ellos necesitaban de nuestras
materias primas, economía y mercados para seguir prosperando.

Y aunque el término tenga antecedentes de ser acuñado por otras naciones, a


nosotros nos corresponde darle identidad y significado. Si quienes nos bautizaron
con diversos nombres lo hicieron para cumplir un fin, nosotros debemos darle un
significado de unión para unificarnos como un solo pueblo.

Se trata como lo concebía Simón Bolívar: “la patria es América”.


Desafortunadamente nuestra propia diversidad, hizo que prevalecieran los
separatismos, que dejáramos predominar a las clases dominantes, que como todos
los líderes con hambre de poder, veían con recelo y desacuerdo el proyecto
bolivariano. Se dio pues, prioridad a los reinados locales.

Pese que llevamos aproximadamente siglo y medio desde aquellos esfuerzos


idealistas, siendo individualistas y sin dejarnos de tropezar en proyectos
nacionalistas excluyentes, nuestras raíces son las que nos tienen vigentes y con
una realidad profunda.

Mirando hacia el futuro, es donde más debemos fincar nuestra identidad y unidad
para llegar con firmeza hacia un destino común. Siempre nos hemos quedado como
una promesa, sin esfuerzos tangibles para lograr un éxito común. Debemos
cimentarnos y apoyarnos en nuestro pasado, para integrarnos como una entidad
sociopolítica integrada.

Se puede construir una identidad y una comunidad sin perder nuestros rasgos
diversos y comunes. Se trata de tener un compromiso de autenticidad, sin perpetrar
a los demás, lo que fuimos, somos y podemos llegar a ser como comunidad
homogénea; se trata de ser verdaderos, no una copia del viejo mundo, de ser
cabalmente nosotros mismos, se trata de crear un consenso entre nuestras ideas y
nuestros valores. Dejar de ser promesa para ser realidad, para encontrar nuestro
destino, nuestra plenitud como hombres, familias, gobiernos, naciones, como uno
solo.

Verdaderamente creyendo en nosotros y nuestras comunidades, es como podemos


conservar nuestra autenticidad, dejar de ser colonizados para tener una liberación.
Es partir de nuestra esencia y nuestros orígenes como podemos construir, dejando
de ser una promesa, para convertirnos en un verdadero proyecto histórico.

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Hay que partir por conocernos. Lo que fuimos, somos y lo que deseamos ser. Se
trata de analizar nuestras características considerando que provenimos del
mestizaje. Es darse cuenta de que tenemos una mezcla cultural, de artes de ciencia,
para poder comprender nuestras potencialidades y seamos conscientes que
tenemos mucho motivos de orgullo para el mundo.

En cierta medida, también es importante revalorizar nuestros antecedentes


indígenas y no solo los criollos, no avergonzarse, sino hacerlo un reto, si es gracias
a ellos que nos hemos levantado y sostenido como continente.

No se trata de construir América latina como una cohesión de mercados, sino como
un proyecto político integrador, con profundas raíces democráticas, cimentada en
los valores, la solidaridad y la pluriculturalidad en nuestros pueblos. Volver a ser un
encuentro de esperanza, con personalidad propia, con originalidad, con nuestro
mestizaje.

Se debe intentar robustecer nuestras raíces, y a la vez, integrarnos a los mercados


globales, con una homogenización cultural que no permita perder nuestra identidad.
La reafirmación de la identidad cultural, corren peligro ante las amenazas
tecnológicas por la incapacidad de crear mecanismos que impongan
primordialmente al ser humano y sus valores como centro de todo.

No ser una identidad heredada pero olvidada, no tener deseos de contar con una
cultura aspiracional anglosajona si tenemos mayor identidad cultural que ellos. Hay
que articular valores comunes, etnias y religiones, para cohesionarnos
adecuadamente.

En México, por el año de 1982, durante la conferencia mundial sobre políticas


culturales, se dio la llamada “Declaración de México”, donde se redefinió el termino
cultural y con aceptación mundial, como “el conjunto de los rasgos distintivos,
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o
un grupo social. Ello engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida,
los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones
y las creencias”.

También la “Declaración de México”, proclamó los derechos de cada pueblo, nación


y comunidad para tener identidad cultural, porque son valores únicos e
irremplazables, ya que las expresiones de cada pueblo es lo que los hace estar
presentes en todo el mundo. La identidad cultural es la que le da libertad a todos los
pueblos, y la invasión o el olvido aspiracional es lo que hace que se pierda su
identidad.

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La identidad cultural tampoco significa promover olvidar o confrontar con otras
culturas, sino más bien compartir entre si para intercambiar, enriquecer y seguir
existiendo. Se trata de crear un pluralismo cultural, con múltiples manifestaciones
por nuestro propio origen. Se trata de preservar un ideal, además del respeto.

Nosotros como latinos, hemos sido muy propensos a la negación, marginación y al


desprecio de nuestros antecedentes indígenas, siendo que son el origen de nuestra
identidad contemporánea.

El nuevo modelo de consumo americano fracciona, rompe y corrompe la identidad


de nuestro pueblo. Sin embargo, se llega a construir un verdadero diálogo que sea
igualitario pese a ser pluricultural, se puede aportar una sensibilidad propia, una
identidad cultural histórica y alegre de lo que somos.

La integración de esta utopía requiere dejar de ser un discurso para convertirse en


una realidad. Es un desafío verdadero para nuestros pueblos, y a la vez necesario
para evitar la extinción contra la consolidación de grandes bloques económicos. La
integración es la mejor herramienta para evitar ser desaparecidos por esos bloques.

Sin unión y sin integración, será fácil para las grandes potencias. En nuestro caso,
para Estados Unidos. No se debe permitir una absorción cultural, que trasgreda
nuestra identidad plena. Es tener voz como pueblo unificado.

Esto nos daría fortaleza para los asuntos económicos, para los tratados, permitiría
que muchas naciones dejaran de ser un pueblo débil cuya única alternativa es
adherirse a las decisiones de unos cuantos. Habría naciones unidas, por la lengua,
objetivos y destinos compartidos.

La palabra clave es integración. Integración primero de un proyecto interno de


nación de desarrollo autónomo, y a su vez; integrarlo a un proyecto latinoamericano
basado en los proyectos nacionales.

Hay que cohesionar esfuerzos económicos, políticos y sociales para edificar un


proyecto latino que unifique y dignifique en este siglo a nuestros países. Hay que
partir de un verdadero proceso democrático, representativo, participativo e
igualitario y con un amplio sentido de justicia social.

Si no contamos con instituciones formadoras y concientizadoras, difícilmente se


llegará a buen puerto en la perspectiva que nos depara. Se trata de integrarnos
primeramente como individuos a través de la conciencia y de valores éticos.

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Después hay que fomentar la convivencia, social, racial y cultural, para lograr una
convicción integradora.

Hay que concientizar y promover el estímulo por el conocimiento de los pueblos


hermanos, así como implementar materias de estudio en las instituciones
educativas de todos los niveles que promuevan, el intercambio cultural y los
beneficios de constituirnos como una unidad cultural enriquecedora.

Es darnos cuenta de que a través de la integración, pese a que pueda ser un


proceso largo, complejo, cansado y aparentemente sin rumbo, lo que va a permitir
el verdadero desarrollo y preservación de las manifestaciones culturales de América
Latina.

No todos las naciones se logran cohesionar y tener el mismo desarrollo a la par de


otros, cada país tiene sus diferencias raciales, culturales y muros mentales, lo que
es importante es evitar que esas diferencias sigan dividiendo; hay que derribar
cualquier muro que permita la desigualdad, a través de una integración económica,
filosófica y cultural, la cual no nos permita renunciar a nuestros sueños como
individuos, como pueblos y como nación.

El raciocinio en el hombre nos da la capacidad de elegir, de saber, de decidir. Por


eso podemos obtener conocimiento, solo hay que elegirlo y llevarlo a cabo en
beneficio de las necesidades de nuestro entorno a través de la voluntad.

Tanto en casa, la escuela o nuestra zona de trabajo o convivencia, siempre hay


posibilidades de observar, ayudar y manifestarse en forma positiva. A las personas
que son mayores o con más experiencia hay que pedirles que nos ayuden a
despertar nuestra conciencia, a ser responsables y llevar acciones que nos permitan
crecer, ser más juiciosos, propositivos y con apertura a recibir información para
encontrarnos en nuestra propia búsqueda.

Y pese a que este trabajo documental no puede centrarse en dar definiciones por el
aspecto crítico que representa, así como por su complejidad, si brinda los cimientos
y los cuestionamientos básicos del hombre a través del pensamiento, la conducta,
transformaciones y demás aspectos hacia lo más importante que tenemos: la vida
y como vivirla.

5. Bibliografía
Pasquel, R. (2022). Perspectivas y desafíos de la diversidad cultural en América
latina. Recuperado el 17 de septiembre de 2022, de

22
https://rafaelpasquel.com/2017/04/21/perspectivas-y-retos-de-la-diversidad-
cultural-en-america-latina/
Wade, Peter. 1997. Race and Ethnicity in Latin America. Londres/ Chicago, Illinois:
Pluto Press
Appelbaum, N. (2007). Raza y nación en la América Latina moderna (1ra
ed.). Chapel Hill, Carolina del Norte: Prensa de la Universidad de Carolina del Norte.
Van den Berghe, P. (1971). Problemas raciales (3ª ed.). México: Fondo de cultura
económica.

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