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Las primeras preguntas que nos formulamos corresponde a la teoría de la devolución. ¿Por
qué devolvemos? ¿Para qué devolvemos? Otros interrogantes se corresponden a la técnica de
devolución: ¿Cómo se hace la devolución? ¿Cuándo? ¿A quiénes?
En pacientes adolescentes: son válidas todas las razones invocadas a niños. Pero debemos
enfatizar aún más el punto 4; en el que hablamos de la condición de tercero excluido a que
sometemos al niño si no le devolvemos información a él y, si a sus padres. Si solamente
hacemos devolución a los padres y solo con ellos fijamos el contrato, tratamos al adolescente
como alguien cuya opinión no interesa y al estando en condiciones de participar en el proceso,
le negamos tal posibilidad.
La entrevista devolutiva no tiene por qué ser una. El psicólogo debe estar preparado para la
aparición de emociones polares dado que en toda entrevista surgen sentimientos reparatorios
al mismo tiempo que envidia y celos hasta el psicólogo, movilizados por la culpa de hacer
consiente todo aquello que no han podido reparar y aun sienten destruido. Todo proceso
psicodiagnóstico moviliza en el paciente y los padres fuertes ansiedades depresivas y
paranoides. El interjuego de ambas depende del tipo de relación establecida con el hijo. El
psicólogo debe actuar como catalizador y contiene de todo este complejo sistema tensional.
En algunos pacientes la culpa persecutoria los lleva a defenderse psicopáticamente de la
integración de lo sano y lo enfermo, lo manifiesto y lo latente, lo reparador y lo destructivo.
Disocian y proyectan evacuativamente en el psicólogo los aspectos negativos que luego no
pueden reintroyectar.
Devolución a adultos
Podemos agregar que en la entrevista con el adulto debe prevalecer la comunicación verbal
sobre la paraverbal. Si prevalece el material preverbal podemos ratificar el diagnostico de
mecanismo muy regresivos. Es importante incluir con claridad todos los aspectos infantiles que
tolere.