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¿Evangelio completo en
mentes incompletas?,
de Rick M. Nañez
j Por fin un libro que ya hacía mucha falta pero que ha llegado a tiempo,
dada la emergencia de los pentecostales y de los carismáticos en la academia
teológica! Para los laicos en los bancos de las iglesias, quienes forman parte de
estos movimientos, Nañez abre la posibilidad de cultivar la vida de la mente
de una manera que no apague el Espíritu. Es una lectura necesaria para todos
los estudiantes de primer año en las instituciones académicas de pentecostales
y carismáticos.
INCOMPLETAS
COMPLETO
INCOMPLETAS
-
RICK M. NANEZ
Dedicados a la excelencia
La misión de Editorial Vida es proporcionar los recursos
¡necesarios a fin de alcanzar a las personas para Jesucristo
y ayudarlas a crecer en su fe.
06 07 08 09 10 ·:·6 5 4 3 2 1
PREFACIO DE STANLEY M. HORTON................................................... 9
AGRADECIMIENTOS••••••••• ••••••••...••.•••.•••..•••••.•••••••.••••••••.••••••••.••••.•••.••••. 13
INTRODUCCIÓN•••••••••••••••••.•. ••••...••••••••••••••••••••••.••••••••••••••••••••••••••••••••••• 17
PRIMERA PARTE
ANATOMIA DE lA MENTE INCOMPLETA
1. EL CORAZÓN Y lA CABEZA: Lo QUE lA BIBLIA ENSEÑA SOBRE LA MENTE .... 23
capaces de tomar parte en la defensa del evangelio. Las fuerzas enemigas nos
rodean. Este libro le ayudará a encontrar y usar los recursos que Dios nos ha
dado.
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V ivimos un tiempo glorioso en la iglesia. Al creciente mover del Espíritu
Santo en la naciones debemos sumarle nuevas riquezas espirituales que
nos ubican mejor como iglesia en el plan de Dios para esta hora.
Este libro de Rick Nañez contiene una palabra profética para este tiempo, un
mensaje que también late en mi corazón y que resuena como una trompeta
para esta época. Es el llamado de Dios a cultivar el don del intelecto y a apre-
ciarlo como parte esencial de nuestro ser, creado por Dios.
La iglesia está madurando. Jesucristo la sigue edificando tal como dijo que lo
haría. Dios me permite ver en todo lugar, junto a un mover glorioso del Espí-
ritu, nuevos énfasis sobre verdades olvidadas o incomprendidas.
Años atrás, si un joven pentecostal decidía ir a la universidad era, cuando me-
nos, incomprendido por algunos. Hoy la iglesia está involucrada en la educa-
ción. Hemos entendido que necesitamos cristianos llenos del Espíritu Santo y
también sabios en toda sabiduría como lo fueron Pablo, Lucas, Moisés, Daniel,
Salomón, y otros tantos siervos de Dios que encontramos en las Escrituras.
Dios me ha dado el privilegio de llevar adelante un ministerio mundial de avi-
vamiento. Me ha llamado «como un rompe-hielos» a invitar a todo creyente a
volver al primer amor, a dejar la rutina religiosa y ser lleno del Espíritu Santo,
a vivir la gloria del Señor en una experiencia diaria de comunión íntima con el
Espíritu Santo. Y me gozo al ver a las multitudes recibiendo el poder de Dios
y a los pastores recibiendo restauración y aliento. Pero junto a este propósito
trascendente animo a los miles de jóvenes de nuestra iglesia y a los de todo el
mundo, a estudiar y capacitarse.
Nuestra propia congregación, la Iglesia Rey de Reyes, en Buenos Aires, tiene
un colegio primario y secundario bilingüe abierto a la comunidad.
«Nuestro propósito es seguir avivando con pasión los fuegos de Pentecostés
mientras que al mismo tiempo nos esforzamos por cultivar el jardín de nuestra
mente con esmero y persistencia», dice el autor. Y así también lo creo yo.
Ahora mismo me encuentro abocado a la creación de la primera universidad
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
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proximadamente en 1989 comencé a charlar con mentes influyentes de
dentro del movimiento pentecostal y carismático sobre el valor de la vida
de la mente, así como de nuestra falta de discusión sobre este asunto.
Una por una, estas personas compartieron su preocupación por nuestra indife-
rencia y, a veces, antipatía hacia la participación intelectual en la fe·del evan-
gelio completo. Año tras año, yo sentía que el Señor me hablaba al corazón,
empujándome suavemente hacia esa persona que yo debía ser. Sentí, y todavía
siento, profunda humildad al pensar que él me iba a usar a mí para hablar sobre
este asunto tan crítico.
El libro que usted sostiene en sus manos ha sido escrito para profesores,
estudiantes, pastores y laicos. Yo sé que esto abarca mucho, pero me he es-
forzado para que este volumen resulte fácil de leer a tantos como sea posible.
Los eruditos pentecostales carismáticos están progresando en sus varias disci-
plinas, pero parece que existe una brecha en el mercado literario entre los es-
fuerzos académicos y el llamado a la espiritualidad intelectual en el ámbito de
los laicos. Con este libro espero contribuir al cierre de esa brecha. Para poder
hacerlo con éxito, no solo debemos seguir trabajando a un nivel erudito, per-
mitiendo que nuestros hallazgos lleguen a los laicos, sino que debemos poner
en sus manos los medios que les puedan ayudar a encontrarse con el erudito a
mitad del camino. De esta manera, la sanidad de nuestra mente incompleta se
logrará con más rapidez, lo que, a su vez, nos ayudará a convertirnos en lo que
ya confesamos ser: personas del evangelio completo.
Quiero expresar mi agradecimiento a los que han ayudado a que esta
obra sea realidad. Me siento profundamente agradecido por el movimiento
pentecostal-carismático. Sin el amor, la pasión y la dirección de algunos de
sus escogidos siervos, yo estaría todavía deambulando por el laberinto de la
vida, abatido por la congoja, y tratando de atrapar los vientos de un elusivo
llamado en mi vida. Ahí está Bill, un amigo mío del evangelio completo que
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
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Agradecimientos
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arría el año 1985; la ocasión era la reunión anual de campamento de ve-
rano de un líder carismático bien conocido. Yo acababa de conocer perso-
(
nalmente al Señor el mes de agosto del año anterior y había experimen-
tado la plenitud del Espíritu Santo el siguiente mes de noviembre. Durante un
período de diez meses, había estado bajo la enseñanza de varias prominentes
personalidades pentecostales-carismáticas dentro de un radio de varios cientos
de millas de mi pueblo natal, Wichita Falls, en Texas. Me refiero a predicado-
res muy conocidos, como Kenneth Copeland, Oral Roberts, Jimmy Swaggart,
Kenneth Hagin, Bob Tilton, Norvel Hayes y Billy Jo Daugherty. Cada uno
puso un ladrillo en mis cimientos blandos pero crecientes. Aunque mis com-
pañeros de viaje y yo pertenecíamos a una iglesia pentecostal local, una vez
más emprendimos nuestro viaje de fin de semana para obtener más tesoros
espirituales de la enseñanza ungida de un predicador más lleno del Espíritu.
En ese viaje devoré un libro escrito por el hombre a quien íbamos a ver.
Hasta este punto, mi dieta literaria había constado de esos libros que me ha-
bían regalado mis amigos pentecostales y carismáticos en la fe, libros como
They Speak With Other Tongues [Hablan en otras lenguas J, The Late Great
Planet Earth [El gran planeta tierra: difunto J, Angels on Assignment [Ánge-
les con asignaciones], Armageddon 198? [Armagedón 198?], The Miracle of
Seed Faith [El milagro de la fe en la semilla plantadal, 1 Believe in Visions
[Creo en visiones], Pigs in the Parlor [Cerdos en el salón], God' s Formula for
Success and Prosperity [La fórmula de Dios para el éxito y la prosperidad1 y
Understanding the Anointing [Comprendamos la unción]. Una por una, estas
obras me desafiaron y me estimularon en la vida de la fe. Este viaje no era
diferente del resto; ¡yo estaba preparado para recibir un milagro!
Durante esa reunión de hace ya tantos años, sí ocurrió uno de los mila-
gros más grandes de mi vida, pero no en la manera en que yo había anticipado.
Todo comenzó cuando el predicador desafió a los participantes a vaciar la
mente y luchar contra la tentación de pensar en ninguna cosa. Se nos instruyó
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EL CORAZÓN Y LA CABEZA: Lo QUE LA
BIBLIA ENSEÑA SOBRE LA MENTE
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El clero pentecostal estaba lleno de «conocimiento de la cabeza»; no
se le enseñó sobre el Espíritu, y por lo tanto era ignorante, incluso
anti-intelectual, porque la sabiduría de Dios nunca se puede adquirir
por la simple mente «humana».
UNO DE LOS PRIMEROS LíDERES PENTECOSTALES, 191 5
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e hristina, de veintidós años de edad, era una madre de dos niños que se
abría camino en la vida diligentemente. Era activa en los deportes, le en-
cantaba la poesía y era una programadora de computadoras muy empren-
dedora. Su vida era buena, pero en poco tiempo una pesadilla hecha realidad
acabaría con todas sus esperanzas y ambiciones.
Un día antes de una operación para sacarle unas piedras de la vesícula
biliar, Christina tuvo un sueño muy inquietante en el que los miembros de su
cuerpo se negaban a obedecer los mandatos de su mente. Rara y trágicamente,
en un intervalo de veinticuatro horas su visión nocturna se hizo realidad. No
podía pone'rse de pie, las manos se le iban por todos lados, no podía comer, su
postura se hundió y hasta su voz se volvió errática. «Ha sucedido algo horri-
ble», exclamó. «Me siento sin cuerpo». Los miembros del cuerpo de Christina
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
muchos de dentro del cuerpo de Cristo en la América del siglo veintiuno que
luchan por alimentarse a sí mismos, carecen de tono y de flexibilidad en «sus
nervios». Mientras se convalecía mentalmente, las emociones de Christina,
aunque vibrantes, no estaban en comunicación con su cuerpo. De manera muy
similar, cientos de creyentes del evangelio completo sobresalen en los aspec-
tos devocionales, emocionales y experimentales de su fe, pero les falta mucho
en la esfera de la vida de la mente.
Solo por medio de ejercicios mentales continuos y rigorosos Christina,
nuestra debilitada peregrina, pudo progresar, entrenando los miembros de su
cuerpo físico para que volvieran a obedecer los mandatos de su mente. Y será
solo por medio del mismo tipo de doloroso esfuerzo que el movimiento pente-
costal carismático logrará recuperarse de su cómodo pero defectuoso método
para considerar los asuntos que tienen que ver con el intelecto.
LA CABEZA Y EL CORAZÓN
Resulta sorprendente (al menos para este escritor) que a la luz de la generosa
cantidad de enseñanza que encontramos en las Escrituras sobre «la mente», se
haya escrito tan poco sobre este tema, especialmente por autores que se iden-
tifican como del «evangelio completo». Además, en las iglesias pentecostales
y carismáticas he detectado una notable escasez de predicación sobre este y
otros temas relacionados. Aunque los temas como «el bautismo en el Espíritu
Santo», «los dones espirituales», «la guerra espiritual», «la Cena del Señor» y
«las lenguas» se mencionan solo unas cuantas veces en los sesenta y seis libros
de la inspirada revelación de Dios, las iglesias se refieren a ellos con relativa
frecuencia. Sin embargo, la Biblia se refiere muchas veces a los asuntos per-
tinentes al intelecto, pero oímos muy poca enseñanza sobre esos temas. Dejar
a un lado unos a costa de los otros es algo negligente. Pero parece que hemos
dedicado muy poco pensamiento a nuestra negligencia de un tema bíblico tan
importante y central.
Es importante que mantengamos en mente que el creyente del «evange-
lio completo» es alguien que apasionadamente va tras todo el consejo de Dios.
Pero somos tan culpables de ser cristianos a trozos como cualquier otro grupo.
Nos llamamos del «evangelio completo», comparados con los cristianos que a
propósito dejan fuera los aspectos carismáticos de la fe del Nuevo Testamento,
y no obstante le restamos importancia a los aspectos intelectuales de la fe del
Nuevo Testamento. En el análisis final, ¿cuál de las siguientes cosas es peor?
¿Descuidar los relativamente elusivos dones carismáticos que nos visitan solo
bajo la discreción de Dios (1 Co 12:11) o faltar en civilizar y ejercitar activa-
Z6
El corazón y la cabeza: lo que la Biblia enseña sobre la mente
mente Jos dones intelectuales que Dios nos ha dado y que nos siguen a cada
momento de nuestra existencia? Yo sugiero que ninguno es peor que el otro.
Cuando la razón fría rechaza el fuego de la manifiesta presencia de Dios, la
desilusión y el daño suben a la superficie. Asimismo, cuando los carismata
(dones) no están en equilibrio con el buen pensar, seguramente el resultado es
la misma confusión y el mismo daño.
Nuestro temor de que lo que llamamos los asuntos de «la cabeza» (el
intelecto) se mezclen con los «del corazón» (10 espiritual) nos ha cegado a
las directivas de la Biblia sobre amar a Dios con nuestra mente. Entonces, el
primer paso para aclarar este mito es acudir a la Palabra de Dios y examinar
lo que la mente de nuestro Creador dice sobre el asunto. A la luz de esto, co-
menzaremos tratando de determinar cómo es que aquel que los creó usa los
vocablos «cabeza» y «corazón».
LA VENERABLE CABEZA
La idea de que nuestra cabeza es, por naturaleza, un estorbo a la vida espiri-
tual (actividad del corazón) es totalmente ajena al texto de la Palabra de Dios.
Bíblicamente, la cabeza no es considerada como el hogar de la razón impía,
inflexible en oposición al corazón o espíritu, donde tiene lugar la comunión
devocional. Más bien, la cabeza es descrita como un símbolo de prestigio y
respeto. La palabra del Antiguo Testamento ro,sh denota el lugar de ademán.
La cabeza se rasuraba en momentos de aflicción (Ez 7:18) y durante una pro-
mesa (Nm 6:5), y se cubría de ceniza como señal de penitencia (2 S 13:19).
Además, el creyente·del Antiguo '!estamento consideraba que la cabeza era la
fuente de la vida de uno, o que se semejaba a la cabecera de un arroyo o río
(Gn 2:10; Is 1:6). Por último, ro,sh designaba al que ocupaba un puesto de
superioridad (Jue 10:18).2 No parece que Moisés, David, Salomón, Isaías ni
ningún otro de los santos del Antiguo Testamento jamás considerara la cabeza
simplemente como una parte necesaria del cuerpo que está llena de malicia.
En el griego del Nuevo '!estamento, la cabeza (kephale) se reconoce
como un lugar de honor y dignidad (Ap 4:4; 19:12). Al igual que con ro,sh
en el Antiguo Testamento, el Nuevo '!estamento se refiere a kephale como la
parte del ser humano que representa al individuo en su totalidad (Hch 18:1,
4,6). En referencias a 1 Corintios 11:2-15, donde Pablo habla de la cabeza,
la palabra «cabeza» denota la fuente, el origen o aun el soberano de otro. En
íntima relación con este último matiz, Pablo usa la palabra en Efesios 4:15-16
para enfatizar los aspectos de nutrir y dirigir de la dependencia del cristiano
en Jesús como la Cabeza. Finalmente, Cristo como la Cabeza que está sobre
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
EL CORAZÓN PENSADOR
Por supuesto, sería erróneo sugerir que el corazón es simplemente una entidad
pensadora. Vemos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que el
corazón también expresa emoción y posee la capacidad de tener comunión
con su Creador. Y aunque esto es cierto del corazón, también se dice que la
mente tiene la capacidad de gozar de dulce comunión con Dios. Ambas face-
tas human~s se describen como poseedoras de la capacidad de tener amistad
o enemistad con Dios. Incluso el lector informal de la Biblia descubre que el
alma también exhibe voluntad para estar o a favor o en contra de su Creador,
y que el espíritu humano puede alabar y también maldecir a Dios.
Aunque cada una de estas palabras puede conllevar un matiz especial y
parece inclinarse levemente hacia una función particular, la dificultad está en
el hecho de que cada uno de ellos --el alma, el espíritu, la mente y el cora-
zón- se pueden encontrar operando en todas las funciones mencionadas. Eso
es, se dice que los cuatro tienen la capacidad para el pensamiento, la emoción
y la voluntad. Una vez más, la idea de que la mente o la cabeza es racional
e inferior, y que el corazón es emocional y superior es algo folclórico. Para
expresarlo sencillamente, definir las funciones de los componentes internos de
uno no es un asunto tan blanco y negro como afirman algunos.
No estoy sugiriendo que no hay ninguna diferencia entre el corazón, la
cabeza y la mente. Nuestro corazón late en el pecho, pero es el término que
se usa para el centro del ser de la persona. Nuestra cabeza está asentada sobre
los hombros y contiene el cerebro, sin el cual no podemos hablarle a Dios. Y
nuestra mente, dondequiera que esté, de alguna manera usa la enredada mate-
ria gris que se encuentra encasillada en la calavera para poder experimentar a
Dios y su creación. Aunque no lo entendemos todo, de una cosa podemos estar
seguros: ¡la mente sí tiene importancia!
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El coraz6n y la cabeza: Lo que la Biblia enseña sobre la mente
CONCLUSiÓN
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
realidad de que ha sido un número tan escaso el que ha hablado muy claro so-
bre el anti-intelectualismo en los círculos de los llenos del Espíritu, atestiguan
nuestro dilema.
El cristianismo con celo y emoción pero sin conocimiento ni valor inte-
lectual, cabe idealmente en una sociedad como la nuestra, donde lo común es
una vida que no es racional, que se orienta a los sentimientos, que es subjetiva.
Sin embargo, como hijos del reino, Dios nos insta a ser radicalmente distintos
del populacho no regenerado que nos rodea. Debemos reconocer que la razón
y la lógica son dones de Dios; que la mente y el intelecto son, en gran medida,
su imagen en nosotros; y que la ciencia, la educación y las artes ofrecen lo
mejor cuando están bajo el dominio de los que han sido llamados fuera de las
cegadoras garras de una cosmovisión caída. Además, ¿acaso la falsa sabiduría
de esta época presente no despedirá fácilmente la voz de la iglesia si esta no
puede contender por su fe y defenderla y si no es capaz de dar razones supe-
riores por haber puesto su esperanza en la Palabra de Dios y en el Hijo de Dios
(1 P 3:15)?
Pero ¿cómo podemos amar a Dios de esta manera tan crucial con nuestra
mente a menos que nos preparemos? ¿Cómo podemos prepararnos si ni
siquiera entendemos el valor de nuestros dones intelectuales? Las respuestas
están en aceptar que el corazón es el lugar del pensamiento y en evitar que
haya una guerra fundamental entre la mente y el alma ... entre la cabeza y el
corazón. Abordar este vital tema bíblico de cualquier otra manera es hacerlo
de un modo cualquiera y con prejuicio, lo que a su vez es irresponsable y
contraproducente.
Durante demasiado tiempo los pentecostales y los carismáticos han sos-
tenido que los cristianos que verdaderamente creen en la Biblia deben sospe-
char del intelecto. Ya es hora de volver atrás la marea, de prevalecer sobre este
daño que nos hemos causado a nosotros mismos y de descontinuar nuestra
práctica de exportarlo a otras culturas. Las emociones, las experiencias per-
sonales y las «direcciones del Espíritu» tienen su lugar en la vida de la fe; no
obstante, dejar nuestra mente fuera de la mezcla es tener un encuentro con
nuestra propia variedad de «ceguera del cuerpo», como la joven del comienzo
de este capítulo: es una pesadilla que no podemos dejar sin interrumpirla. Así
que nuestro propósito es seguir avivando con pasión los fuegos de Pentecostés
mientras que al mismo tiempo nos esforzamos por cultivar el jardín de nuestra
mente con esmero y persistencia.
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El corazón y la cabeza: Lo que la Biblia enseña sobre la mente
NOTA
1 Olíver Sacks, The Man Who Mistook His Wife for a Hat [El hombre que confundió
a su esposa con un sombrero], Harper Perennial, NY, 1985, pp. 44-5l.
2 G. Bromiley, «Head» [Cabeza ],International Standard Bible Encyclopedia, ed. rev.,
Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1982, 2, pp. 639-40.
3 Joyce Meyer, El campo de batalla de la mente, Editorial Unilit, Miami, FL, 1997,
pp. 86-89.
4 T. Sorg, «Heart» [Corazón], The New International Dictionary of New Testament
Theology, ed. Colín Brown, Zondervan, Grand Rapids, MI, 1976, 2, p. 180; J.
P. Moreland y David M. Ciocchi, Christian Perspective on Being Human [Pers-
pectiva cristiana sobre cómo ser humano], Baker, Grand Rapids, MI, 1993, pp.
34-35.
5 La Escritura menciona las entrañas en varios lugares como conectadas íntimamente
con, o que funcionan como, el corazón o la mente (Sal 7:9-10; 26:2; 73:21; Jer
4:19; 17:10; 20:12; Fíl 1:8; 2:1; Ap 2:23).
6 Marvin Vincent, Word Studies in the New Testament [Estudios sobre palabras en el
Nuevo Thstamento], Hendrickson, Peabody, MA, 1991,4, p. 52; Kenneth Wuest,
Wuest's Word Studies From the Greek New Testament [Estudios de palabras de
West del griego del Nuevo Testamento], Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1973, 1,
p. 238; F. F. Bruce, 1 & 2 Thessalonians [1 y 2 de Tesalonicenses] (WBC 45,
Word, Waco, TX, 1982, p. 130; William Hendrickson, Exposition of 1 and JI The-
ssalonians [Explicación de 1 y 2 de Tesalonicenses], Baker, Grand Rapids, MI,
1979, pp. 141-42; Sorg, «Heart», 2, p. 180; además, Brown incluye en esta obra
por lo menos diez artículos sobre los temas de «Mente», «Corazón», «Cabeza» y
«Comprensión». Donald Guthrie, New Testament Theology [Teología del Nuevo
Testamento], InterVarsity Press, Downers Grave, IL, 1981, pp. 167-71; Walter
Elwell, Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario Evangélico de Teolo-
gía], Baker, Grand Rapids, MI, 2001, pp. 331-32, 527-30; Moreland, Christian
Perspectives, [Perspectivas cristianas] pp. 31-44; A.T. Robertson, Word Pictures
of the New Testament [Imágenes de palabras en el Nuevo Testamento], 4, p. 38.
33
2
LA VIDA DE DIOS EN LA MENTE DE LOS
SERES HUMANOS
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La vida de Dios en la mente de los seres humanos
Así que, ¿cómo nos relacionamos con esto? Por medio de la ciencia mé-
dica, la nutrición y la súplica, hacemos casi todo lo que está dentro de nuestra
capacidad para extender nuestra vida física, apresurándonos a volver a captar
una porción de esas noventa y tres décadas de las que gozó Adán. Por medio
de leer la Escritura, orar, ayunar y adorar, tratamos de recuperar una medida
de esa comunión en el huerto con nuestro Creador, que nuestra cabeza federal
(Adán) perdió en la caída. Pero cuando se trata del intelecto, muchos cre-
yentes pentecostales carismáticos tienden a responder: «Thnga cuidado, pues
[el intelecto] lo puede descarriar». Yo reconozco que enfatizar demasiado el
intelecto a costa de otros ejercicios espirituales actúa en detrimento nuestro;
pero lo mismo es enorgullecernos de nuestra vida devocional, o don espiritual
o acercarnos a la mesa del buffet del restaurante Kentucky Fried Chicken local
con glotonería.
Así que, los que dicen que debemos tener cuidado con nuestro intelecto
por su naturaleza caída reciben un «amén» de este autor. No hay duda de
ello: Nuestro ser completo cayó cuando, en Adán, nos comportamos
irrazonablemente en el huerto, y, por supuesto, esto incluye nuestra mente.
Pero para ser coherentes no podemos discutir en contra del cultivo del intelecto
porque ha caído y al mismo tiempo, mimar, ejercitar, acicalar, medicar,
proteger y orar por la sanidad del cuerpo físico, a pesar de su caída. Eso es
algo fraudulento y sin equilibrio. Sin duda, debemos tratar nuestro carapacho
físico caído con respeto a la luz del hecho. de que somos templo del Espíritu
Santo (1 Co 3:16-17; 6:19). Pero debemos tratar la mente con por lo menos el
mismo respeto, ya que nuestra mente es, en gran parte, ¡la mismísima imagen
de Dios en el hombre! Es importante recordar que nuestro cuerpo o se pudrirá
o será transformado en la venida del Señor, pero también que la transformación
y la renovación de la mente es un proyecto para toda la vida de aquí y de ahora
(Ro 12:2; Col 3:1-10).
Además de la común contradicción mencionada arriba, los creyentes
pentecostales y carismáticos tienden a confundir el asunto todavía más cuan-
do traen a la mezcla los «dones espirituales». Parecemos no tener ningún pro-
blema con aceptar la noción de que Dios puede dar «palabra de sabiduría» o
«palabra de conocimiento», revelando así información sobre la vida ordinaria
de una manera extraordinaria; y esto es bueno. Pero muchos de nosotros pare-
cemos dudar al adoptar la idea de que el cristiano puede glorificar a Dios por
medio del diligente estudio de temas ordinarios o religiosos con el propósito
de dominarlos y compartirlos con otros. Cientos de veces he visto a creyentes
quedar asombrados e impresionados por el que dice tener una «palabra de co-
nocimiento». Sin embargo, cientos de veces he visto a los mismos creyentes
aburridos ante las palabras de conocimiento que se minaron a través de arduo
estudio y oración. ¿Por qué es esto?
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La vida de Dios en la mente de los seres humanos
La Biblia da por sentado que el ser humano es un ser racional, que Dios co-
'munica su voluntad a través del conocimiento y que los seres humanos son
capaces de entender ese conocimiento, aun con una mente caída. Dios espera
que comprendamos, que nos tomemos en serio y que apliquemos sus palabras.
Algunos dicen que el que no es cristiano no puede entender la verdad de Dios.
Pero esto presenta por lo menos tres serios problemas. Primero, ¿cómo puede
.uno que no es creyente convertirse en creyente si no puede sacar sentido del
mandamiento de arrepentirse? Segundo, ¿cómo puede Dios pedirnos cuentas
de la verdad si ni siquiera la podemos entender? Tercero, si los incrédulos
no entendieron a Isaías, a Juan el Bautista, a Jesús, a Pedro y a Pablo, enton-
ces ¿porqué fueron aserrados o crucificados y por qué la cabeza de algunos
fue presentada como trofeo? ¿Fue porque los presentes no podían determinar
exactamente lo que trataban de comunicarles estos profetas, o porque les en-
tendían demasiado bien?
Cuando Adán cayó, lo hizo porque entendía que ya no era huésped en la
casa de Dios sino un fugitivo en la casa del perro (recuerde que en hebreo la
palabra «corazón» es la mente). Adán sabía y entendía los caminos de Dios,
pero se decidió en contra de andar en ellos. Escogió no pensar los pensamien-
tos de Dios. En su lugar, al suprimir la verdad (Ro 1:18,28), voluntariamente
permitió que su mente fuera cegada (2 Co 4:4) y así se hizo enemigo del padre
en su mente (Ro 8:7).
Cuando Dios nos llama a volver a él, declara: «Deje el ... hombre inicuo
sus pensamientos» (Is 55:7, RVR). Al hacerlo así, llama al arrepentimiento a
aquellos cuyo pensamiento se ha vuelto vano (Ro 1:21). La palabra «arrepen-
tirse», en su sentido más estricto, quiere decir cambiar de opinión o pensa-
miento. Por tanto, se dice que el acto de arrepentirnos nos lleva al conocimien-
to de la verdad: nos devuelve a la realidad (2 Ti 2:25). Esto explica por qué a
los que una vez andaban «en la vanidad de su mente)) (Ef 4:17, RVR) se les
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
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La vida de Dios en la mente de los seres humanos
que sabemos para servir a otros, para avanzar el reino de Cristo y para glorifi-
car a nuestro Dios.
, Así que, de nuevo, el contraste no está entre el llamado «conocimiento
de la cabeza» y el «conocimiento de revelación», ni entre la vida intelectual y
la vida espiritual. El contraste más bien está entre el corazón o mente obedien-
te y el corazón o mente desobediente. En la economía de Dios el conocimiento
con acción es lo opuesto al conocimiento sin acción (Mr 4:24) y el conoci-
'miento acompañado del orgullo es la maligna contraparte del conocimiento
con humildad. Sin embargo, al final la suprema disparidad (respecto a nuestro
intelecto) es esta: el uso apasionado, intencional de la mente para el reino y la
gloria de Dios ... j o no!
Resulta interesante el hecho de que muchos personajes bíblicos de in-
fluencia fueran oriundos de ciudades conocidas por su excelencia educacio-
nal e intensidad intelectual. Abraham se crió en Ur de los caldeos, donde en
años recientes se ha desenterrado una de las bibliotecas más grandes de la
antigüedad. Entre los cientos de miles de «libros» (tablas de piedra) que se
encontraron ahí, muchos tienen que ver con el estudio del comercio, gobierno,
medicina, derecho, matemáticas y literatura. Thmbién Daniel, que vivía en
Babilonia, recibió una excelente educación (Dn 1).2
Moisés resultó beneficiado de una extraordinaria preparación académica
en Egipto. Pablo venía de la ciudad donde se encontraba la famosa «Universi-
dad de Thrso», y Apolo se crió bajo la sombra de una de las grandes maravillas
de mundo antiguo, la legendaria biblioteca de Alejandría (Hch 18:24)'. Quizás
sea más que una simple coincidencia que una cuarta parte del Antiguo Testa-
mento fuera escrito por Moisés, de quien se dice que «fue instruido en toda la
sabiduría de los egipcios» (Hch 7:22); mientras que en el Nuevo Testamento,
el «Doctor Lucas» y «Pablo el docto» son autores del cincuenta por ciento de
su contenido total. Con esto en mente, nos volveremos a tres ejemplos bíblicos
principales de hombres que recibieron la ayuda de Dios con un sello de apro-
bación por su excelencia intelectual.
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¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
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La vida de Dios en la mente de los seres humanos
ras. Y al igual que los otros, sobresalía en lo que con frecuencia llamamos
«conocimiento secular». Por supuesto, es evidente que ni la gran sabiduría de
Salomón ni su conocimiento de la Palabra de Dios evitaron que tuviera una
vida de adulterio e idolatría. Y aunque esto es cierto, en sí no quiere decir que
podemos dar el salto espectacular (como muchos lo hacen) de dar a entender
que el conocimiento automáticamente nos aparta de la intimidad con Dios y
de la humildad ante nuestro Dios.
El argumento de que Salomón se apartó del Señor por haber ido tras el
llamado conocimiento secular (como algunos han sugerido) no tiene más peso
que el argumento de que se aventuró a salir de sus raíces espirituales por la
riqueza de su conocimiento acerca de Dios. Ya seamos plomeros, filósofos
o profetas, todos nosotros debemos estar siempre preparados y dispuestos a
tomar parte en -a actuar sobre- la verdad que nos ha sido revelada. De otra
manera, en la búsqueda espiritual, logramos muy poco más que perseguir el
viento. El problema de Salomón no era saber mucho sino no vivir lo suficiente
según lo que sabía.
En 1 de Reyes 4:29 leemos que «Dios le dio a Salomón sabiduría e inteli-
gencia extraordinarias». De nuevo, la sabiduría de Salomón no estaba limitada
al conocimiento llamado «sagrado» (como si se pudiera separar del secular),
sino que abarcaba muchas disciplinas del pensamiento. Parece haber sido un
biólogo experto, científico, zoólogo, botánico, filósofo, poeta, músico, políti-
co y abogado. Sus tratos con delegados extranjeros, su ingenio en los casos
jurídicos, su comprensión de la fauna y la flora, de la ingeniería arquitectural y
su talento artístico lo hacían un hombre renacentista nacido antes de su tiempo
(1 R 3-6; Ec 1-2). Hay poca duda de que Salomón se habría sentido muy a
gusto en compañía de mentes gigantes como Aristóteles, San Agustín, Santo
Tomás de Aquino, Copérnico, Blaise Pascal, Jonathan Edwards, C. S. Lewis y
otros como ellos.
Dios bendijo a Salomón con excelencia intelectual al mismo tiempo que
él se agotaba estudiando y dedicándose a investigar y explorar la sabiduría de
Dios (Ec 1:13; 12:9). El conocimiento que acumuló Salomón no le fue inyec-
tado en la mente al estilo de una inyección soberana, sino que le llegó poco a
poco mientras crecía y aplicaba el intelecto que Dios le había dado (Ec 1:16).
Todo esto era un don del Señor. «El SEÑOR es un Dios que todo lo sabe» (1 S
2:3) y él hizo el mundo según su sabiduría (Sal 104:24; Pr 3:19). Los necios
creen que la sabiduría se adquiere fácilmente (Pr 17:16), pero los sabios bus-
can con pasión el conocimiento de Dios (4:7). Observe también que el Creador
revela sus pensamientos y su sabiduría a los seres humanos (Am 4:13).
41
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
42
La vida de Dios en la mente de los seres humanos
en realidad Dios hizo que los cuatro jóvenes eclipsaran a todos los demás en
todo el reino con su excelencia intelectual:
CONCLUSIÓN
tuales para su gloria. Nuestro Señor nos desafía a todos a ceñirnos los lomos
de nuestra mente (1 P 1:13), nos ordena a todos a amarlo con toda nuestra
mente (Mt 22:37) y promueve el desarrollo de nuestra mente a medida que
llevamos cautivo todo pensamiento por Cristo y su reino (2 Co 10:5).
El señorío no está limitado a la llamada dimensión «religiosa» de nuestra
vida, sino que incluye nuestra lógica, nuestros esfuerzos mentales, nuestros
dones intelectuales y todas las otras empresas del cerebro. Como explica Pablo
claramente en Romanos 12:1, la única respuesta «razonable» a la misericordia
de Dios es ofrecernos a nosotros mismos como sacrificios vivos, y esto abarca
no solo las capacidades carismáticas sino también la capacidad cognitiva, no
solo nuestro cuerpo sino también nuestro cerebro.
Claramente, Dios desea que sus seguidores no solo sean gente de ora-
ción, guardianes de los dones espirituales y adoradores que lo demuestren,
sino también una asamblea de pensadores excelentes. Nada que no sea un
discipulado unificado, entero, servirá para los que están en el servicio del Rey.
Sin embargo, con demasiada frecuencia muchos de nosotros de dentro de la
comunidad pentecostal carismática faltamos en nuestra convicción y pasión
por este método para la vida de la fe. Tendemos a adorar el acto mismo de
adorar, a estar en contra de los sermones detallados, llenos de doctrina, coque-
teamos con un aprecio por la diversión en el santuario y exhibimos señales de
adicción a lo que «se siente bien». Nuestra fascinación por la fama, la novedad
y la moda son indicaciones de que pensar cristianamente no encabeza necesa-
riamente nuestra lista espiritual de deseos.
Yo espero que la clase de información bíblica positiva concerniente al
intelecto que se compartió en este y en el anterior capítulo satisfaga a los que
sospechan de la mente. Pero he aprendido por experiencia que con frecuencia
no es ese el caso. Como ejemplo, un querido amigo mío tiene el incansa-
ble hábito de oír mis argumentos «positivos» y luego simplemente responde,
«Bueno sí, ¿pero qué me dices de donde la Biblia dice ... ?» En vez de tratar
con las pruebas que yo presento, él trata de atraparme dentro de su territorio
sin siquiera reconocer mi evidencia. El sabe que esto me disgusta y por eso
contesta de esta manera mayormente en broma. Sin embargo, he conocido a
cientos de cristianos que sinceramente creen que esta es una manera viable
de responder a aquellos con los que no están de acuerdo. Porque esta es una
maniobra tan común, debemos prestar atención a algunos de los «sí, pero».
44
la vida de Dios en la mente de los seres humanos
... •
NOTAS
•
t J. Goetzmann, «Conversion» [Conversión], en New International Dictionary of New
Testament Theology, 1, p. 355.
2 David Beck, Opening of the American Mind [Apertura de la mente norteamericana],
Baker, Grand Rapids, MI, 1991, pp. 175, 179; A. R. Millard, «Ur», [Ur] ISBE, 4,
pp. 951-52.
45
3
EL APÓSTOL PASLO y SUS VERSÍCULOS
ANTI-INTELECTUALES
------------------------~/>~ -------
Vivimos en uno de los períodos más anti-intelectuales del cristianismo
occidental. O sea, estamos contra la mente; yeso se ha convertido en
una [llamada] virtud entre los cristianos.
R. C. $PROUL, MAESTRO y FILÓSOFO, 1999
L
leno de furia, mi bisabuelo tomó su escopeta belga de dos cañones, marca
T-Baker, y se fue a una ciudad vecina. A la caza de un enemigo implaca-
ble, con una descarga única y humeante entregó el alma a los brazos de su
Creador. El arma que usó en el crimen había permanecido escondida durante
décadas, solo para salir en los años 80 como regalo de mi abuelo para mi papá.
Así, la legendaria saga pasó sin ser desafiada hasta que ....
Un día mi papá recibió una llamada de una pariente muy lejana que es-
taba tratando de ponerse en contacto con los que habían caído muy lejos de su
árbol genealógico. En el curso de la conversación, la mujer le contó a mi papá
que su tía conocía por completo la historia anterior y que su tía era, de hecho,
no solo la hija de nuestro legendario tirador sino que también era la hija de la
víctima. ¿Cómo era posible eso?
Contraria a la comúnmente aceptada crónica del antiguo crimen, la mu-
jer contó el resto de -y la verdad de- la historia. El perpetrador no había
46
El ap6stol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
sido mi bisabuelo después de todo, como yo había creído por tanto tiempo;
más bien, fue el hermano de mi bisabuelo el que había disparado el arma en
ese sofocante ocaso en Texas hace ya tantos años. Y de hecho, él fue el que
disparó la ahora clásica escopeta. En la época en que los tiroteos desde los
vehículos en movimiento no eran comunes, mi tío en tercer grado fue a la casa
de su novia, le pegó un tiro por la velada ventana (hiriéndola solamente) y se
apresuró a confirmar su prematura coartada. En cinco minutos, al darle luz a
la historia de los padres de su tía (la mujer víctima y el hombre perpetrador),
una persona de otra manera perfectamente extraña había logrado desmentir el
mito que se había contado cientos de veces, o por lo menos la versión a la que
nos habíamos acostumbrado oír, compartir y creer.
El poder del mito no se puede medir. A través del tiempo, las almas emprende-
doras se han jugado la vida por la atracción de una Atlántida, por la dote que
se le atribuye a la fuente de la juventud o por la recompensa de un enigmático
El Dorado. El poder del mito ha acabado con imperios adolescentes y ha asig-
nado a multitudes a los campos de muerte de muchos locos. Creer verdades
a medias o medio creer consumadas falsedades ha hipnotizado a naciones,
ha encadenado a la sufrida humanidad con los grillos de la esclavitud y ha
aprisionado la mente de las subculturas que sufren. El movimiento pentecostal
carismático es una de esas subculturas; y un mito al que tendemos a aferrarnos
es el de creer que la Biblia empequeñece las facultades del ser humano para
razonar.
No es tan raro como usted quizás cree que los cristianos no distingan
entre las fábulas y los hechos de la Escritura. Por ejemplo, aunque muchos
creyentes dan por sentado lo contrario, las Escrituras no nos dicen que Dalila
le cortara el pelo a Sansón, que el arca de Noé estaba sobre el monte Ararat,
ni tan siquiera que tres sabios visitaron a Jesús cuando nació. No hay ningún
libro de Revelaciones en la Biblia, Absalón no quedó colgado del árbol por el
pelo y no se nos dice que la «marca» puesta en Caín fuera una señal de juicio o
maldición. Además, Dios no limitó a Noé a meter dos de cada clase de animal
en el arca, ni tampoco indica la Biblia que el dinero sea la raíz de todo mal. A
estas podríamos añadir docenas de otras mentiras que son comúnmente acep-
tadas.
Por supuesto, todos tendemos a creer esta clase de pedazos de infor-
mación flotantes, y se podría decir que hay poco daño al referirse al libro de
Apocalipsis como Revelaciones. Pero son demasiados los que dan un paso
47
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
más y creen conceptos totalmente erróneos que pasan por verdad bíblica. Por
ejemplo, en vez de adoptar la idea bíblica de la «fe», que con mayor frecuencia
indica confianza radical que lleva a la acción, muchos cristianos hablan de la
fe como una vaga idea emocional, que se ha de usar cuando hay poca eviden-
cia para apoyar su caso. Algunos igualan la fe a una fuerza mágica creativa por
medio de la que pueden fabricar todos sus deseos, y luego están los que han
sido llevados a creer que fe es lo mismo que confesar que algo es verdad.
O tome el caso del concepto moderno de «iglesia». En su mayor parte,
cuando pensamos en «iglesia», casi automáticamente concebimos un lugar de
ladrillos y cemento construido para protegernos de la lluvia. En contraste, la
Biblia se refiere a personas cada vez que menciona la palabra. En la enmara-
ñada terminología del cristianismo popular, «adoración» también ha pasado
por una mutación, convirtiéndose en esa parte de la reunión de los santos
cuando las voces suben al acompañamiento de una orquesta o de instrumentos
mecanizados. Como resultado de segregar el concepto bíblico de «reverente
sumisión» (el verdadero significado de «adoración») de nuestra vida diaria,
fracasamos a la hora de integrar el señorío de Cristo dentro de los llamados
deberes mundanos de la vida, al mismo tiempo que glorificamos ese angosto
trozo del «culto en la iglesia» cuando elevamos cantos a Dios. Algunos se re-
fieren al resultado de este falso y turbio modo de pensar como «adoración de
la adoración».!
Podría seguir sobre cómo creemos que el verdadero «compañerismo»
no sucede hasta que se sirve el pastel, y sobre cómo dudamos de si ha habido
«buena predicación» si no ha habido una demostración de gran emoción y vo-
lumen que rompe los tímpanos. Además, cuando como creyentes del evange-
lio completo hablamos de «los dones», casi siempre nos referimos solamente
a los aparatosos y misteriosos dones de palabra extática. ¿Y qué del concepto
bíblico de diezmar, que ha llegado a significar «dar 10 que yo quiera dar»; y
del evangelismo, que ha sido reducido a decirle a un compañero de trabajo sin
salvación que uno va a una buena iglesia donde hay buena predicación y buen
compañerismo?
La noción básica de «misiones» también ha sido atrapada en la misma
red de mala interpretación. En el pensamiento de muchos, uno no está cum-
pliendo con el trabajo misionero a menos que primero haya atravesado un
gran cuerpo de agua. La «oración» se iguala con frecuencia a simplemente
pedir y recibir. «Avivamiento» se ha degenerado a un puñado de reuniones
planeadas con un predicador especial. Y, ser «nacido de nuevo» se equipara
con demasiada frecuencia a citar una corta oración en un altar, apiñado emo-
cionalmente.
Podría seguir citando nuestros torcidos conceptos de lo que son el dis-
cipulado, la santidad, los tiempos finales y así por el estilo. El punto al que
48
El apóstol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
49
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
50
El ap6stol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
51
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
de los escribas, las Escrituras nunca habrían sobrevivido las edades oscuras de
la historia de Israel.
Dios no pone estigma en la sabiduría secular, en la agudeza filosófica,
en la empresa erudita ni en la marcada inteligencia. Pero sí condena el hecho
de confiar para ser salvos en cualquier sistema de creencia aparte de la «fe
en su gracia por medio de la cruz de Cristo». Por esto es por lo que Pablo se
propuso predicar solo este mensaje cuando estaba entre ellos (1 Co 2:2) y es
la razón por la que no usó la forma emocional de persuasión retórica que con
frecuencia utilizaban los predicadores contratados (2:1,4). Pablo se da perfecta
cuenta de que la manipulación psicológica basada en los sentimientos es un
poderoso medio; recuerde que él se crió en Tarso donde las escuelas eran re-
conocidas por su experta preparación en el arte del discurso persuasivo. Pablo
sabía que al seducir emocionadamente a sus oyentes, el poder de su mensaje
se vaciaría.
No es que Pablo esté en contra de la argumentación persuasiva. De he-
cho, cuando Pablo predicó por primera vez en Corinto, se dice que «discutía
en la sinagoga, tratando de persuadir a judíos y a griegos» (Hch 18:4,19). Para
Pablo existe una diferencia considerable entre manipular las mentes con la
técnica y persuadir a las mentes con una defensa razonada. Durante un año y
medio Pablo utilizó esa defensa (18:11) y como resultado, fue testigo de mu-
cho fruto espiritual entre ellos.
Finalmente, según 1 Corintios 1, debemos notar que los milagros también
se cuentan como culpables que pueden estorbar creer en Cristo. Siendo este
el caso, nosotros (especialmente los pentecostales y carismáticos) debemos
mencionar el énfasis de este capítulo con excepcional cuidado. Si el intelecto
(1:19), la erudición (1:20) y la sabiduría (1:21) son en sí un detrimento o un
estorbo al cristianismo, entonces los milagros (1 :22), también resultan indebi-
dos. Pero, por supuesto, Pablo no está proponiendo que estos elementos de la
experiencia humana sean, por naturaleza, dañinos para la espiritualidad. Más
bien, Pablo está tratando de comunicar que todos estos pueden convertirse en
un impedimento para la fe cuando se enfatizan más que la obra de la cruz. Ese
es el centro exacto de su argumento.
Pablo escribe claramente que es tan erróneo que los judíos pongan'su fe
en las señales milagrosas como lo es que los griegos la pongan en su propia
intelectualidad para resolver problemas. Ninguno de los dos puede tomar el
lugar de la revelación de Dios de su Hijo, ni tampoco pueden ofrecer salvación
para el alma. ¡Además, una minuciosa lectura de los Evangelios prueba que
una generación adúltera se tipifica más por el tráfico de milagros que por la
búsqueda de la sabiduría (Mt 12:39; 16:4; Le 11:29)! Al final, no es nunca el
intelecto, los milagros, las cosas materiales ni las obras el blanco de la lista de
tiro de Dios. Más bien, es la confianza que ponemos en estas cosas sobre y en
52
El apóstol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
contra de la gracia de Dios por medio de Cristo lo que nos pone al nivel de tiro
de su celosa ira (l Ca 1:18).
En resumen, los de dentro del movimiento del evangelio completo que
luchan con el anti-intelectualismo harían bien en aprender por lo menos cinco
cosas de esta porción de la Palabra de Dios. (1) El enfoque de 1 Corintios 1 no
está en el carácter negativo del intelecto, del aprender, de los milagros ni de la
filosofía; más bien, se enfoca en el problema de las actitudes erróneas acerca
de estos.
(2) Ya sea que la persona admita que está exigiendo señales milagrosas o
no, hay peligro en vaciar el poder de la cruz en su vida al pedir constantemente
confirmación sobrenatural antes de obedecer la Palabra de Dios. Exigir que
ciertos dones se manifiesten en el culto de la iglesia antes de considerarlo «es-
piritual» también se relaciona íntimamente con exigir «señales milagrosas» (1
Ca 1:22).
(3) Quienes pertenecemos aJ movimiento pentecostaJ carismático tende-
mos a poseer una debilidad que nos hace seguir a las personalidades. Somos
demasiados los que vamos tras el hombre o la mujer de la hora por su simpatía,
su técnica o su aparente éxito exterior. Nuestro Creador declara que esto tam-
bién es mundano.
(4) Debido a que muchos pentecostales han sido testigos del poder mani-
fiesto de Dios de forma extraordinaria, existe la perpetua tentación de pensar
que ya hemos llegado, que nosotros como movimiento somos más espirituales,
o que somos dueños de la verdad y de la experiencia. Debemos tener cuidado de
no poseer una actitud de superioridad, una actitud que dice: «Si tú consigues lo
que yo tengo, tú también puedes pertenecer al pueblo especial de Dios». Pablo
tiene unas cuantas cosas que decir a los que se comportan como si fueran realeza
(gigantes espirituaJes entre enanos religiosos), a los que ya se han hecho reyes (1
Ca 4:8).
(5) Cuando usamos una predicación estridente, superficial y de poca sus-
tancia en vez de una exposición sonora, cuando consideramos que responder
a un llamado al altar es lo mismo que salvación y cuando confiamos en la ma-
nipulación emocional o en la música conmovedora que llena el altar, estamos
en peligro de hacer lo que Pablo se negó a hacer. La «elocuencia y sabiduría»
a las que se refiere en 1 Corintios 2:1 es confianza en la fineza del ambiente
y de las emociones en vez de en el contenido o en la verdad del mensaje de
Cristo.
53
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Al igual que el pasaje que acabamos de tratar, este tiene poco sentido si
no se tiene en cuenta su contexto inmediato. Es aparente que lo que aquí se
enseña tiene algo que ver con el «envanecimiento» o el orgullo en conexión
con la sabiduría, pero la naturaleza de este conocimiento está escondida hasta
que realizamos un examen más profundo. No es posible que el versículo pueda
significar que toda sabiduría produce orgullo. Si este fuera el caso, entonces
saber que el conocimiento envanece haría, por el mismo hecho, culpable a la
persona que reconoce esta verdad. Esto reduce el versículo a pura tontería.
Una vez más, Pablo trata con una actitud hacia la sabiduría, no con la
sabiduría en sí. El Hijo de Dios sabe más que todos los seres terrestres com-
binados (Col 2:3), ¡pero él no se envanece! él sabe física subatómica, cálculo,
las leyes de termodinámica y la anatomía detallada de toda criatura viviente.
Como indica 1 Corintios 8:6, todas estas cosas han venido del Padre a través
del Hijo, todo esto y más, pero él no está envanecido ni lleno de orgullo.
Aun cuando Jesús andaba entre nosotros, él tenía mayor conocimiento
del Padre y de los seres humanos que cualquier otro que viviera antes, durante
o después de su andar como humano. Él era el Pensador de pensadores, el
Lógico de los lógicos y el Intelectual de los intelectuales, pero no estaba en-
vanecido por la sabiduría que poseía. Por supuesto, Jesús tenía una mente no
caída, lo que representaba toda la diferencia en la manera en que manejaba su
sabiduría. Esto es exactamente con lo que Pablo trata en este versículo: animar
a los seguidores de Jesús a manejar la sabiduría de la misma manera que lo
hizo Jesús.
En vez de exhibir en su vida las bienaventuranzas, los corintios son cul-
pables de exhibir malas actitudes; actitudes que claman a gritos: «¡Todo es
acerca de MÍ!» En el caso de 1 Corintios 8, algunos de los creyentes están
comiendo alimentos que ha sido sacrificado a ídolos falsos. Pueden hacerlo
con la conciencia limpia porque poseen el conocimiento de que «un ídolo
no es absolutamente nada» (8:4). Su crimen no está en comer esos alimentos
sino en las actitudes que exhiben, en vez de su capacidad para comer de esos
sacrificios. O sea, algunos de los creyentes más débiles, que no reconocen
esta libertad, están disgustados y confusos por el hecho de que otros se están
tomando la libertad de almorzar en la mesa del ídolo (8:7).
Pablo básicamente vuelve a tocar el problema con el que había tratado en
1 Corintios 1 y con el que tratará en los capítulos 11-14. En el primer pasaje,
54
El ap6stol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
se dirigió a los que decían: «yo conozco a Pedro, tú solo conoces a Pablo»; en
el segundo, se dirige a los que dicen: «no te necesito, tengo suficientes dones
y conocimiento». Pablo les/nos demuestra la falsedad de eso cuando declara:
«Si ... entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento ... pero me
falta el amor, no soy nada» (13:2).
Por medio de Pablo, Dios demuestra su interés por el hecho de que el
ejercicio de la libertad que se toman algunos esté destruyendo la fe de otros
(1 Ca 8:9-11). Él desafía a los creyentes más fuertes a abstenerse de algunos
de sus privilegios para ayudar a los hermanos más débiles (8:13; 10:28-29).
Si los cristianos más fuertes siguen tomando su libertad de acuerdo con el co-
nocimiento que poseen (que los ídolos no son nada), entonces los más débiles
serán tentados a hacer lo que todavía consideran ser pecado (8:10). Pablo les
recuerda a los sabios corintios que Cristo murió por los hermanos débiles y
que entremeterse en su fe es algo serio. Como resultado, los instruye a que
hagan lo que edifica al cuerpo: Amar a los hermanos más débiles, jno dejar
que sean destruidos por lo que tú sabes (8:11)!
En el caso de 1 Corintios 8 la realidad de que «un ídolo no es absoluta-
mente nada» se presenta como algo positivo y como una señal de la madurez
de los corintios (por lo menos en este asunto). Por naturaleza, la sabiduría no
envanece automáticamente al que la posee. Pero si esa sabiduría se usa de un
modo egoísta, entonces se peca. Por el contrario, si los creyentes sabios son
como Cristo, si están dispuestos a humillarse por los demás (Fil 2:5-8), están
dando prueba de que aman a Dios y de que son contados entre los hijos de Dios
(1 Ca 8:3,13).
libros de texto y que se sentaba a los pies de hombres sabios, el episodio en-
tero me pareció un tanto curioso. Además, yo estaba leyendo un libro sobre el
Espíritu Santo, lo que hacía su palabra todavía más irónica.
No puedo contar las veces que el fragmento anterior de la Escritura se
me ha repetido a lo largo de los años. Ser el custodio de una substanciosa
biblioteca personal me ha hecho el blanco principal de los súper espirituales
que parece que nunca encuentran la necesidad de alimentarse de la sabiduría
de los sazonados escritores espirituales de todas las épocas. Por supuesto, me
he dado cuenta de que estos tienden a ser los mismos que sin cansarse ofrecen
su propia variedad de sabiduría.
En cualquier caso, la idea de que «la letra» a la que se refiere Pablo es la
página impresa de los escritos no bíblicos (o bíblicos) es absurda. ¿Es que leer
-con muy poca oración y una falta de comunión con Jesús- puede dismjnuir
el amor que tiene el alma a las cosas de Dios? ¡Claro que sí! Pero tambi~n lo
puede el amor al golf, al dinero, a los deportes, a la fama, al éxito, a la po~ción
y hasta a la familia (Mt 10:37). Pero esto no es todo el asunto con el que trata
Pablo en 2 Corintios 3:6.
La «letra» a la que se refiere Pablo es simplemente la ley del antiguo
pacto (2 Co 3:3,7,14). La leyes la manera en que Dios demuestra al mundo
entero que la humanidad no ha cumplido con esta norma (Ro 3:19). Si alguno
guarda toda la ley pero falta en un solo punto, es culpable de no cumplir con
toda ella (Stg. 2:10). Esta esclavitud, como Pablo la describe en Romanos 7:7-
20, es como andar en una máquina andadora eterna y tortuosa. Solamente pro-
duce agotamiento, tentación, frustración, condenación y maldición. Por tanto,
mientras que «la letra» (la ley) nos hace ver nuestro propio fracaso ante Dios y
nuestra separación de él (muerte, 2 Co 3:7), el Espíritu, que trae justicia como
un don (3:9), ofrece vida (salvación).
Pablo pasa a escribir que el mensaje de Cristo fue el factor liberador de
la vida de los corintios y que, cuando se convirtieron a Cristo (2 Co 3:16), su
mente «embotada» recibió luz (3:14). Como recibieron la verdad del nuevo
pacto, también encontraron el ministerio del Espíritu y, a su vez, recibieron
libertad de la exigente esclavitud de «la letra» (la ley) y del pecado. De ese
modo, Pablo pasa a declarar que donde está el Espíritu del Señor hay «liber-
tad» y hay «vida» (3:6,17).
Sí, Pablo contrasta las «cartas de tinta» con las «cartas escritas en el co-
razón» (Véase 2 CA 3:1-3). La salvación de los corintios fue el resultado del
ministerio de Pablo a ellos. Así que, por medio de este comunicado, Pablo les
recuerda que su nueva libertad -su libertad en el Espíritu- les llegó cuan-
do él predicó a Cristo entre ellos. Hablando por sí mismo y sus compañeros,
afirma: «Ustedes mismos son nuestra carta, escrita en nuestro corazón» (3:2).
Esto es por qué les escribe esta carta de tinta a los corintios.
56
El apóstol Pablo y sus versículos anti-intelectuales
CONCLUSiÓN
Hace años, mientras estaba en una clase dedicada al estudio del Espíritu Santo,
un estudiante dijo algo que se me quedado grabado en la memoria. Este joven
fanático, que se conocía por su apariencia agitada y su elevada sospecha de las
cosas demoníacas, debatía calurosamente con nuestro instructor sobre el uso
de las lenguas en un ambiente corporativo. Este joven místico argüía que no se
debe poner límite en la cantidad de mensajes extáticos que se pueden dar en un
culto de la iglesia. El profesor le hizo ver que Pablo, escribiendo a los corin-
tios, les dijo que solo permitieran que dos --o a lo más tres- congregantes
dieran un mensaje en lenguas en una reunión (1 Co 14:27). Con disgusto en el
rostro y provocación en la voz, el estudiante gritó al maestro: «No me importa
lo que diga Pablo; ¿cómo se le puede decir al Espíritu Santo que se calle?»
Muchos pentecostales y también no pentecostales han usado los pasajes
bíblicos con los que hemos tratado en este capítulo como arietes en contra de
las fortificaciones del intelecto, de la mente, de la lógica, de la filosofía, de la
enseñanza superior, de la hermenéutica, de la apologética, de las ciencias, de
la búsqueda de conocimiento y de la lectura de la gran literatura. Porque las
ideas tienen consecuencias, todos debemos tratar de tener más cuidado cuan-
do interpretamos los llamados «versículos anti-intelectuales». De otro modo,
podríamos encontrarnos pensando lo que el joven en realidad dijo: «No me
importa lo que diga Pablo; no voy a decirles que se callen a mis nociones e
interpretaciones preconcebidas».
NOTAS
1 O. Michel, «Faith» [Fe], New International Dictionary of New Testament Theology,
1, pp. 599-605; Merrill C. Tenney, Pictorial Encyclopedia of the Bible [Enciclo-
pedia pictórica de la Biblia], Zondervan, Grand Rapids, MI, 1976,5, pp. 969-75;
Elwell, Evangelical Dictionary of Biblical Theology [Diccionario Evangélico de
Teología Bíblica], pp. 95-97; Wuest, Word Studies [Estudios de palabras], 3, pp.
109-24; James Hastings, A Dictionary of the Bible [Diccionario de la Biblia],
Hendrickson, Peabody, MA, 1988,2, pp. 412-13.
2 Entre los volúmenes más fascinantes sobre estos temas se encuentran lo siguien-
tes: «The Bible Tells Me So» [La Biblia lo dice], «Offbeat History» [Historia
no convencional], «The 60 Greatest Conspiracies» [Las sesenta conspiraciones
mayores], «Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds» [En-
gaños populares extraordinarios y la locura de las multitudes], «Studies in Con-
temporary Superstitions» [Estudios sobre supersticiones contemporáneas], «The
Dictionary of Misinformation» [Diccionario de la desinformación], «Architects
of Conspiracy» [Arquitectos de conspiración], «Fads, Follies, and Delusions of
57
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
the American People» [Modas pasajeras, locuras y engaños del pueblo norte-
americano], «Legends, Líes, and Cherished Myths of American History» [Le-
yendas, mentiras y mitos apreciados de la historia americana], «The Dark Side of
Church History» [La cara oscura de la hitoría de la iglesia], y «The Rewriting of
America's History» (La reescritura de la historia de América].
ss
4
MATEO, LUCAS y JUAN EN CUANTO A
LOS ASUNTOS DEL INTELECTO
----------.------------~/>~
P
ara 1976, a la edad de doce años, yo ya llevaba cuatro años en el deporte
de carreras de palomas mensajeras. En la primavera de ese año fui ben-
decido con un nuevo amigo. Un bello y prometedor prodigio nació de
mi mejor pareja de palomas. Un día el chiquitín se cayó de su nido y los otros
pájaros de su sección se burlaron de él. Lograron picotearlo tan fuertemente y
por tanto tiempo que le rompieron el suave cráneo, hasta dejarle expuesto el
cerebro. Lo natural, en el competidor mundo de las carreras, era simplemente
59
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
deshacerme del herido pichón, pero no tuve corazón para hacerlo. Además, al
observarlo, creí reconocer algo de grandeza en su carácter.
A base de alimentarlo con la mano y de cierto ungüento misterioso que
supuestamente era milagroso, el chiquitín se recuperó. No tenía muy buena
apariencia, pero se recuperó. A causa de sus heridas perpetradas por la pandi-
lla de pichones, quedó con los ojos sobresalidos, dándole un aspecto grotesco,
con la nariz desfigurada y la cabeza totalmente rapada de toda pluma. Aunque
su número de registro era un imponente «AU - 76-WF - 32», yo afectuosa-
mente lo llamaba «Scrub» (Restregado). Scrub pasó a ganar primeros premios
contra cientos de otros pájaros en las estaciones de carrera de un radio de cien,
doscientas y trescientas millas. Llegó a ganar el apreciado premio «Young-
Bird Hall of Fame» y pasó a ser una sensación entre mis palomas criaderas,
produciendo docenas de grandes ganadores de premios. A la joven edad de
seis años, este apasionado y raro pajarito moteado murió de un tumor en el
cerebro. A primera vista, era solo una imperfecta ave de carrera; pero con
justicia y tiempo, yo reconocí cierta «alteridad» en él. Con un examen más
detenido llegué a ver que era superior, no inferior, al pájaro común. Era una
mente en fuego y no un restregado después de todo.
Mientras que Pablo el apóstol ha sido designado como el astuto erudito
de la tradición del Nuevo Testamento, pocos han acusado a Pedro, a Juan y a
Mateo de poseer poder testudo. A la luz de sus humildes estaturas en su vida
antes de Cristo, algunos que critican la participación racional en los asuntos
del corazón han hecho causa suya incluir al mencionado trío entre los héroes
del anti-intelectualismo: restregados mentales comunes, sin letras y toscos.
A primera vista se podría pensar que eran hombres sin letras, desgarbados
intelectuales que creían que cuanta menos preparación y letras se poseyera,
mayor era el potencial para el poder espiritual y la pureza. Pero al escudriñar
más detenidamente podemos detectar que eran algo más que el anti-intelec-
tual promedio. Como mi amigo pájaro, lo que estos hombres necesitan es una
oportunidad justa para probar que no solo son «mentes en fuego», sino indivi-
duos que promueven lo mismo, ¡y que no son restregados después de todo!
Mateo, el ineducado recaudador de impuestos que escribió que el cielo es-
taba escondido de los «instruidos» (Mt 11:25), fue también el autor del Evange-
lio que dijo que el mayor mandamiento de Dios era amarlo con todo el corazón,
con toda el alma y con toda la mente (22:37). Juan, el «Hijo del trueno», que dijo
que no necesitamos más maestros humanos que nos enseñen (1 Jn 2:27), utilizó
el antiguo concepto filosófico del Logos -Lógica encarnada- para ayudar a
elucidar la deidad de Cristo (Jn 1: 1-18). Y Pedro, el humilde pescador que (junto
con Juan) era considerado un hombre ignorante y sin letras (Hch 4:13), rogó a
sus oyentes que prepararan la mente para entrar en acción (1 P 1:13).
Aunque virtualmente carece de esfuerzo y de dolor -por lo menos mo-
60
Mateo, Lucas y Juan en cuanto a los asuntos del intelecto
61
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
idea de: «¿Cómo es que estos tipos han llegado a saber lo que saben? Ellos
no asistieron a nuestros planteles». Los expertos de la ley se sorprendieron al
enterarse de que estos hombres, que eran laicos, tuvieran tanta autoridad al
hablar de los asuntos de la ley. La palabra griega para «sin estudios» indica
que eran considerados analfabetos en cuanto a la preparación rabínica del día.
La palabra «ignorante» es el término griego idiotes, denotando que estos hom-
bres no tenían ninguna posición oficial; para los «expertos», eran simplemente
civiles.
Lo que sorprendió tanto a los presentes no fue que estos hombres fueran
tan in inteligentes, sino que tuvieran tanto conocimiento y tanta confianza en
ese conocimiento (4:13,29,31). Sería como si los senadores de Atenas que dis-
cutieron con Platón notaran que él no pertenecía a su particular grupo político
pero que era más que capaz de sostenerse en su presencia, y luego recordaran:
ah, claro, ¡él ha pasado tiempo con Sócrates! Por lo menos durante tres años
los apóstoles habían estado con Jesús, en quien residía todo conocimiento.
Jesús, el gran rabí, derramó su vida y su conocimiento en los hombres que
asistían a diario a la Escuela de Cristo.
En ciertos respectos, los apóstoles estaban bien educados, solo que no en
las escuelas particulares a las que habían asistido los ancianos judíos. Simple-
mente considérelo así. Si Pedro y Juan se sentaban bajo la enseñanza de Cristo
al menos durante dos horas al día, en cuarenta y dos meses cada uno habría
acumulado más «horas de clase» que un estudiante de hoy en una universidad
con un plan de cuatro años.
En lo que tocaba a los «expertos», Pedro y Juan eran hombres que no po-
seían calificaciones especiales. No tenían preparación técnica en las complejas
reglas de la ley y sus interpretaciones hechas por los hombres (Mt 15:2,3,6; Mr
7:3,5,8,9,13), pero sí conocían el Antiguo Testamento de cabo a rabo. También
es útil tener en cuenta que eran judíos en una nación judía, predicaban a los
judíos, predicaban «el judío» y debatían con las autoridades judías sobre las
tradiciones y las Escrituras judías. Para los líderes era algo extraño que estos
pescadores estuvieran tan seguros de lo que decían ¡sin haber asistido a sus
escuelas rabínicas judías! Esto muestra que Jesús valora altamente el conoci-
miento, no la ignorancia, y que este conocimiento que se aprende, combinado
con el poder del Espíritu Santo, ofrece un refrescante y revolucionario denue-
do para proclamar el contenido de la Palabra de Dios.
La medida sancionada por Dios para los cristianos no es ignorancia ni
deficiencia a la hora de aprender. Su criterio no es ni la brillantez ni la igno-
rancia, sino el cultivo y el buen uso de la mente que nos ha dado a cada uno.
Tanto Pedro, el tosco pescador, como Pablo, el pulido fariseo anterior, indican
que las mentes agudas son mejores medios en las manos de Dios que las men-
tes apagadas, no desarrolladas (como 1 P 1:13; 2:15; 3:15; 4:7; 2 P 1:5,12-15;
64
Mateo, Lucas y Juan en cuanto a los asuntos del intelecto
3:1,16; y Hch 9:22; 17:2,24-31; 18:4; 19:8-9; 2 Ti 1:7; 2:15; 4:5). Yo creo que
todos sabemos que esto es cierto con respecto a nuestro llamado vocacional
temporal, terrenal. De modo que el presente desafío es aplicarse el mismo
principio a nuestro llamado eterno, celestial.
En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e
instruidos, se las has revelado a los que son como niños». (Mt 11 :25)
¡Ay! Ya no tuve que especular por qué habían gritado «amén» cuando cité 1
Juan 2:27.
Durante mis veinte años de ministerio entre pentecostales y carismáti-
cos, he conocido a cientos de creyentes del evangelio completo que fiel y apa-
sionadamente sondean las páginas de la Biblia. Buscan, contrastan, emparejan
y aplican lo que creen que revelan las Escrituras. En un sentido verdadero,
somos un pueblo que ama y conoce la importancia de la Palabra de Dios. No
obstante, por variadas razones, muchos también tienden a tratar, como a mas-
cotas especiales, esas porciones de la Escritura que parecen poner la intuición
etérea contra la instrucción de proposición. Es el antiguo debate de Biblia
contra Espíritu, doctrina contra experiencia, razón contra revelación, que con
frecuencia se pasa al país del misticismo y racionalismo: una batalla en la que
los participantes se olvidan de que ambos extremos no tienen equilibrio y que
elementos de ambos, lo racional y lo místico, constituyen nuestra composi-
ción.
De mi propio andar espiritual yo he aprendido cuán fácilmente es alistar-
se en la infantería del campo intuitivo, especialmente cuando hemos sido libe-
rados de una dieta de instrucción correcta, pero fría, sin vida; y cuando mentes
organizadas pero no apasionadas nos han informado pero han fracasado en
inspirarnos. Además, cuando hemos experimentado dirección sobrenatural,
«palabras de sabiduría» peculiares pero precisas, confirmación ordenada por
Dios y escalofriante iluminación, las inclinaciones místicas de nuestra psique
comienzan a construir una teología que sugiere que solo recibimos «lo bueno»
directamente del cielo. Si continuamos en esta línea de pensamiento, conec-
tamos las pocas experiencias intuitivas genuinas con otras que son poco más
que ilusiones, formando una regla teológica con las excepciones. Luego nos
hemos propuesto sospechar de los maestros terrenales. Hay mucho más que
eso en ello, pero ofrece una indicación del proceso general y peligroso.
A la luz de lo anterior, parece existir una noción muy difundida de que lo
que Juan está enseñando en este pasaje es que si «tenemos el Espíritu», hemos
de tratar de adquirir información espiritual de Dios sin ninguna mediación
humana. Por supuesto, como pentecostales y carismáticos, estamos persua-
didos de que Dios no solo puede, sino que también nos revela (según su vo-
luntad) conocimiento de otra manera desconocido (1 Ca 12:8). Obviamente,
ese conocimiento debe alinearse, en principio, con su Palabra ya revelada. Sin
embargo, es algo muy distinto dar un paso más y declarar que no necesitamos
que nadie nos enseñe. Pero esto es lo que algunos dicen (y muchos más creen
pero no lo dicen) cuando malinterpretan el texto bajo consideración.
Hay varios puntos principales que son vitales para el propio entendimien-
to de este pasaje de 1 Juan. Primero: cuando las Escrituras indican «nadie»,
«cualquier hombre», «cualquier cosa» o «algo», no lo dicen necesariamente
68
Mateo, Lucas y Juan en cuanto a los asuntos del intelecto
falsos maestros decían que Jesús no era el Cristo (2:22), que no había venido
en la carne (4:3,15) y que ellos no tenían pecado (1:8,10).
No son asuntos circundantes los que se disputan, sino ¡el corazón mismo
del evangelio! Si los cristianos de la época de Juan se rinden al mensaje que
dice que «Jesús no es en realidad el Hijo de Dios», su esperanza para vencer al
mundo y tener vida eterna será destrozada (1 Jn 5:4-5,11-12). A la luz de todo
esto, el Espíritu, por medio de Juan, anuncia que el cuerpo de Cristo no tiene
necesidad de estas enseñanzas supuestamente instructivas pero en realidad he-
réticas de los falsos profetas.
El Espíritu Santo, que mora dentro (Jn 14:16), es sin ninguna duda el
Espíritu de verdad (16:13) y ha traído la verdad a los que bautizó para que
formen parte de su cuerpo. El énfasis en este pasaje está en un depósito de in-
formación que fue enviada por el Espíritu Santo a la mente de los apóstoles y
luego fue distribuida a los creyentes. Él claramente enseña que el mensaje que
habían oído «desde el principio» es a lo que deben afianzarse firmemente (1
Jn 2:24). ¡El depósito de verdad que fue derramado sobre ellos por medio de
la proclamación de los apóstoles (el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios y el
camino a la salvación) ha permanecido en ellos y deben guardarlo con toda su
fuerza! Su bautismo en el cuerpo de Cristo los califica para recibir esa verdad,
pero otros maestros (falsos maestros) están tratando de reemplazar esa verdad
con mentiras.
En vista de esto, Juan les dice que no necesitan a estos maestros. Es algo
como la escena de Corinto (1 Ca 1), donde Pablo ya había predicado el men-
saje de la cruz y los corintios no necesitaban de ninguna «otra» sabiduría; así
también los efesios han recibido la verdad apostólica del evangelio y por tanto
no necesitan de otro «mensaje de salvación», de «otros» llamados apóstoles.
El hecho de que Cristo le haya dado a su cuerpo el don de maestros (Ef
4:11) nos dice que Juan no está tratando de incluir a todos los maestros en
esta advertencia. También, a Timoteo se le mandó a enseñar a otros para que
a su vez enseñen a otros más (2 Ti 2:2) y Pablo mismo enseñó en Corinto du-
rante diez meses (Hch 18:11), como también en Éfeso durante casi tres años
(19:10). Aprender a los pies de otros ha sido el método de esparcir la verdad
de Dios desde que él nos ha confiado esta revelación. Imaginar que Juan en 1
Juan 2 está instruyendo a los creyentes a que eviten a los maestros humanos no
solo descuida el contexto de la enseñanza de Juan, sino que reduce el versículo
a un simple disparate, ¡ya que el mismo Juan era maestro!
CONCLUSiÓN
Aunque hay otros pasajes de la Escritura con los que los creyentes atacan el
anti-intelectualismo, los que tratamos en este y en el anterior capítulo son los
más citados. Mi sincera oración es que los ojos de muchos corazones hayan
70
Mateo, Lucas y Juan en cuanto a los asuntos del intelecto
sido informados, o por lo menos que se haya ofrecido ayuda para algunos que
tratan regularmente con individuos que mantienen un prejuicio contra la men-
te. Si los que guardan prejuicio contra la mente no están dispuestos a recibir
las anteriores exposiciones, entonces se cuestiona si es que serían movidos si
se escribiera:
71
5
Los PRIMEROS PENTECOSTALES y LA VIDA
DE LA MENTE
--------------/~>' --
La educación académica está matando al cristianismo. Yo tenía un tío
que no sabía leer ni escribir, pero se salvó y luego después Dios le
enseñó a leer en las Escrituras. Pero ahora el conocimiento de la cabeza
se mete en la religión ... Cuanta menos educación, más pronto se
puede aceptar la salvación.
UNO DE LOS PRIMEROS PENTECOSTALES, 1908
E
n el siglo 11 a.e. Lucio Apuleyo, oriundo de Numidia, escribió una narra-
ción en prosa que ha probado ser de mucha influencia mucho después de
su muerte. La obra por la que más se recuerda se titula El asno de oro.
En esta alegoría parcialmente autobiográfica, Apuleyo traza la historia de la
metamorfosis de un hombre desde la imagen de un burro ignorante a la de un
hombre.
En los libros 4-6 de esta obra, el autor realiza una crónica de la historia
de «Cupido y Psique». Aquí se dispone a crear una metáfora religiosa, metá-
fora que no solo sirvió para expresar su intención original sino también, en
72
Los primeros pentecostales y la vida de la mente
75
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Dios está tratando de llamar nuestra atención. Está haciendo sonar la alarma
para que después de habernos convertido en un pueblo de ardor y bendición,
no miremos hacia atrás con pesar, al ver que al descuidar la mente, a la larga
quizás hayamos perdido el alma misma de nuestro movimiento.
El movimiento pentecostal carismático es un fenómeno. Como una co-
rriente eclesiástica, este descendiente moderno del Espíritu ha tejido su ca-
mino dentro de la tela de muchas naciones. Su influencia ha ayudado a llenar
el obsesionante vacío espiritual de cientos de millones, trayendo esperanza y
ofreciendo un desagüe por medio del cual se facilita una directa experiencia
con Dios. Su contagioso júbilo y entusiasmada expectación han llegado hasta
lo profundo del sustrato de una humanidad que yacía en un desierto existencial
a consecuencia de dos guerras mundiales.
Sin duda, el movimiento pentecostal carismático está cumpliendo con un
papel decisivo en el rescate de multitudes de entre las frías aguas de la religión
convencional pero con frecuencia sin vida. Personalmente, yo me inclino a
creer que a través de su soberanía, Dios permitió a varios hombres y mujeres
(como los primeros pentecostales) «ver», intuir las corrientes del pensamiento
colectivo y preparar el cambio del mecánico humanismo hacia su gloria. Yo no
sé esto con toda seguridad, pero sí sé que se necesitaba algo bastante parecido
al movimiento pentecostal carismático en el preciso momento en que surgió
en el escenario de la historia.
Cualquier otra cosa que se pueda decir sobre este movimiento, hay algo
seguro: está representando una parte integral como un renacimiento religioso
global contemporáneo. Aunque nuestro movimiento ha luchado con la falta de
equilibrio y' los excesos, y aunque hemos empequeñecido el arte y la impor-
tancia del pensamiento excelente, su mensaje ha sido un soplo de aire fresco
y vivificante para los huesos secos sin esperanza de la modernidad. Por estas
razones lo escojo como mi movimiento, mi hogar. Además, debido a que este
es el medio sagrado particular en el que Dios me ha sembrado, alimentado
y ha hecho uso de mí, que hablo y escribo con un sentido de deber sobre los
elementos de dentro de su composición que a veces estorban la obra de Dios
por medio de él.
sotros], de Frank Sanford, en Lewiston, Maine. Ese nombre lo dice todo. Par-
ham era solamente uno en una larga línea de solitarios que han considerado a
todos los que los han precedido como no confiables en términos de enseñanza
doctrinal y exposición bíblica. ¡Durante cien años (1800-1900), una multitud
de espíritus independientes a los que se le había inyectados una doble dosis de
individualismo contenido en sí mismo se propusieron corregir a todos los que
estaban afianzados en sus costumbres! Cualquiera que fuera lo que Parham
llevara a cabo, era eclipsado con frecuencia por un tono de contradicción de sí
mismo y un aura de superioridad.
El método demasiado simplista de lo que se ha llamado «la Biblia so-
lamentismo» puede sonar como algo noble, pero también tiene resabios de
muchísima espiritualidad, exclusividad e ingenuidad. Es impensable que un
médico moderno descarte todo lo que se ha escrito sobre la práctica de la
medicina durante 2,400 años y se refiera solo a las enseñanzas «puras» de
Hipócrates (460-377 a.c.). Pero este es precisamente el método de muchos de
los pioneros religiosos del mundo: «Lo único que necesitamos es la Biblia y
al Espíritu Santo». Con frecuencia esta ha sido su única declaración de fe, o
sea, solamente hasta que puedan inventar cómo llevar a imprenta los «otros»
credos.
Es cierto que sin las Escrituras y la ayuda del Espíritu estamos doctrinal
y espiritualmente perdidos. No obstante, siempre que se han descuidado la
erudición y la historia, inevitablemente salen a flote cientos de doctrinas con-
tradictorias. El hecho de abstenerse de la llamada empresa académica lleva, en
el mejor de los casos, a volver a inventar la rueda y, en el peor de los casos, a
fundamentos inseguros que cambian con cada corriente de opinión y «direc-
ción especial». Aunque comienzan cumpliendo con el juramento hipocrático
espiritual, la mayoría de los activistas de «la Biblia solamente» delegan en la
hipocresía cuando insisten en que los demás tomen sus interpretaciones como
la única verdad.
Aunque Parham había expresado que la preparación institucional para
el ministerio era un detrimento, no obstante estableció un instituto bíblico. La
«escuela de fe» que había comenzado en octubre de 1900 permaneció solo du-
rante unos meses, cerrándose en la primavera de 1901. Además, él desanimó
a otros de confiar en las palabras de los hombres, sin embargo viajaba mucho
y lejos para poder descubrir las últimas tendencias doctrinales. Y aunque él
creía que la Biblia era el único texto que uno necesita para estudiar, escribió
voluminosos artículos, imprimió folletos, publicó un periódico bisemanal y
escribió por lo menos dos libros. Logró esta apasionada promoción de sus des-
cubrimientos teológicos con la ayuda de una imprenta que convenientemente
guardaba en su hogar en Topeka. 14
79
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
80
Los primeros pentecostales y la vida de la mente
Luego Seymour informa de un joven que hacía poco había sido lleno
del Espíritu Santo y había comenzado a escribir en idiomas extranjeros que
«nunca había aprendido en ninguna escuela»; y que «el Señor ha dado idio-
mas a los ignorantes, griego, latín, hebreo». Asimismo: «No se confundan al
teorizar, sino esperen en Jerusalén ... Él revelará toda la Palabra desde Génesis
hasta Apocalipsis» (énfasis mío). El viejo adagio de «presentarse como un
obrero digno del texto bíblico» recibió un ataque directo. Fue reemplazado
con «solamente esperen, Dios hará el trabajo en su lugar». ¡Por supuesto, esto
resultó muy bien hasta que dos santos fieles reciben dos interpretaciones vas-
tamente distintas de Génesis 1: 1 FO
Durante los tres años siguientes, este tabloide fue enviado a más de
80.000 hogares cada mes. Imagínese la influencia que ejerció en la mente de
los suscriptores. Durante este tiempo en el que se estableció el fundamento
del pentecostalismo, cientos de miles leyeron sobre las maravillosas obras
en la vida de los que asistían a estas reuniones. Su fe fue alentada por las
maravillas descritas y sus esperanzas fueron elevadas porque venía ayuda del
cielo. Por todo esto estamos agradecidos; sin embargo, las multitudes también
fueron expuestas a una mentalidad que engendraba prejuicios contra la impor-
tancia del intelecto y la belleza de la mente. Los efectos se verían, y se ven,
hasta un siglo después.
Una y otra vez, salpicados a través de las páginas de este periódico del
«evangelio completo» hay frutos descarados, además de semillas latentes de
espiritualidad sin mente. Muchos que no tenían «educación escolar» y que «no
aprendieron en libros» fueron nombrados profetas del Señor. Es ciertamente
razonable que Dios puede usar a los que no tienen preparación académica para
expresar su Palabra, pero no se trata de esto. El problema está en el continuo
énfasis del hecho de que los logros espirituales los hacían regularmente los
que carecían de preparación. Una y otra vez se decía que los que verdade-
ramente tenían hambre estaban siendo tocados por el Espíritu, mientras que
los pensadores y los teólogos lo rechazaban. Dicho simplemente, glorificaban
la actividad no cognitiva y criticaban las virtudes intelectuales a través del
incesante matrimonio de dos conceptos: «falta de preparación» y «espirituali-
dad».21
Rara vez, si es que alguna, se encomendaba actividad alguna de la mente,
de estudio o del intelecto. El ministerio médico era considerado como algo
carnal y los libros y sermones escritos por meros hombres eran condenados al
fuego del Día del Juicio. Se decía que en muchas reuniones no había ningu-
na predicación. Pero cuando la había, solo se permitían los mensajes que «el
Señor predicaba». La teología y los credos eran considerados enemigos del
avivamiento; por tanto, cuando la interpretación de la Escritura era necesaria,
solo el Espíritu Santo podía hacerlo Y
82
Los primeros pentecostales y la vida de la mente
Durante las décadas de 1910 y 1920 un número de creyentes «llenos del Es-
·píritu» siguieron castigando los asuntos de la mente. Aunque algunos de los
primeros pentecostales estaban bien preparados, muchos creían que ni la ins-
trucción religiosa ni la secular debería interesar a los «llenos del Espíritu» y
que hasta eran dañinas para la espiritualidad. Varios líderes de la embriónica
iglesia pentecostal denunciaban la participación en la política y en los asuntos
sociales y se manifestaban en contra de las artes y las ciencias.
Algunos hasta consideraban la organización misma como algo anatema.
Vea, por ejemplo, los sentimientos de Frank Bartleman, un líder clave durante
los primeros veinticinco años del movimiento pentecostal: «Se debe decir la
verdad. Al comienzo de su historia, Azusa comenzó a faltar al Señor también.
Dios me mostró un día en que se iban a organizar ... Y así fue, al siguiente día
encontré un rótulo fuera de Azusa».24
Creyendo que las iglesias denominacionales habían caído víctimas del
enemigo, cientos de pentecostales fueron convencidos de que cualquier tipo
de alianza con ellas le reportaría a su reputación un colapso espiritual. Al pre-
guntarle acerca de permanecer en las iglesias denominacionales, E. N. Bell,
primer presidente de las Asambleas de Dios, contestó: «No veo ninguna ma-
nera en que uno pueda ser fiel a Dios ... y al mismo tiempo permanecer en
estas iglesias».25 Unos pocos de entre los importantes del evangelio completo
consideraban que casi todas las iglesias que no eran pentecostales estaban
«en contra de Dios» y eran «anticristianas». Con esto en mente, es fácil ver
83
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
cómo, en los primeros veinte años del movimiento pentecostal, poco se dice
de utilizar los profundos pozos de los tesoros doctrinales del pentecostalismo.
Así que, aunque vemos un caldero de fervor espiritual hirviendo durante estos
años formativos, también podemos detectar una filosofía de coalición que, al
examinarla, tiene resabios de presunción cultural e intolerancia teológica.
Como se comentó brevemente, hacer participar la mente y los esfuerzos
en causas políticas era tan malo como participar en aprender y en organiza-
ciones. Después de hacerse pentecostales, muchos despreciaban toda parti-
cipación política. A. J. Tomlinson, primer supervisor general de la Iglesia de
Dios (Cleveland, Tennessee), al hablar de su conversión dijo: «Yo nunca he
tomado ninguna parte en la política desde entonces, ni he votado»; y continuó:
«Yo solamente votaré por Jesús». En un artículo del Evangelío Pentecostal
de 1922, el presidente de las Asambleas de Dios, W. T. Gaston, afirmó: «Yo
no creo que ningún cristiano está jamás autorizado en la Palabra de Dios para
meter la nariz en la política».26 Me pregunto cómo responderían a esta postura
política los puritanos (en la década de 1620), los padres fundadores (en la de
1770), los abolicionistas (alrededor de 1850) y los activistas de los derechos
civiles (durante el periodo de 1930-1960).
Aparte de la política, parece que había poco, si es que lo había, interés en
los asuntos sociocientíficos principales del día. Recuerde que el movimiento
pentecostal estaba siendo formulado en medio del mismo apogeo que el de-
bate darwiniano (Juicio del Mono de Scopes, 1925); pero es difícil encontrar
a líderes del evangelio completo que trataran persistente y totalmente con el
asunto. Un historiador pentecostal cita el consenso de los primeros pentecos-
tales sobre el asunto cuando escribe: «Había acuerdo en que "Dios no quería
a eruditos ni a personas sabias. Que él no tenía necesidad de la ciencia. Lo
único que quería eran corazones puros"».27 Esto refleja la conducta del mo-
vimiento de santidad de treinta años atrás; pues otro autor dice: «Satisfechos
en su propia mente de que la Biblia era la Palabra de Dios, los de la santidad
mayormente abandonaron la inútil lucha contra la ciencia».28
También existía la sospecha hacia lo que muchos se referían peyorati-
vamente como la «sabiduría de libros~~. Se quejaban de que los que recogían
información con su mera mente humana estaban llenos solo de «conocimiento
de la cabeza», y por tanto habían perdido la influencia de la enseñanza del
Espíritu. Howard Goss, el sucesor de Charles Parham, hizo la siguiente decla-
ración sobre el tema:
menos, ¡de modo que recibieron menos! ¿Por qué? Porque los libros
en sí son solo cosas muertas. 29 (énfasis mío)
CONCLUSiÓN
Así que, este es un breve examen de la vida intelectual de los primeros años
del pentecostalismo. No debemos condenar a esos primeros pioneros pente-
86
Los primeros pentecostales y la vida de la mente
.... ........ J
•
NOTAS
1 Lucio Apuleyo, «Cupido y Psique», en El asno de oro, ed. F. R. B. Godolphin, Creat
Classical Myths [Grandes mitos clásicos], Random House, NY, 1964, pp. 412-
28.
2 Iack Hayford, «A Remedy for Imequilibrio» [Una solución para la falta de equili-
NI, 1966, pp. 77-78; Millard Erickson, Christian The%gy: One-Vo/ume Edition
[Teología cristiana: Edición en un volumen], Baker, MI, Grand Rapids, 1983, p.
836; íb. The Evangelica/ Mind and Heart [La mente y el corazón evangélicos]
Baker, Grand Rapids, MI, 1993, p. 200.
4 Iohn R.W. Stott, Your Mind Matters [Tu mente importa], Inter Varsity Press, Downers
Grove, n, 1972, pp. 6,7,9,10; Michael Green, 1 Believe in the Ho/y Spirit [Creo en
el Espíritu Santo], Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1975,294,208.
5 Mark Noll, The Scandal of the Evangelica/ Mind [El escándalo de la mente evangé-
87
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
en Pentecostals From the Inside Out, 86; William Menzies, «The Movers and
Shakers» [Los que mueven y los que sacuden], en Pentecostals From the lnside
Out, 40; William G. MacDonald, «Pentecostal Theology: A Classical Viewpo-
inÍ» [Teología pentecostal: punto de vista clásico], en Perspectives on the New
Pentecostalism, 69; R. Hollis Gause, «Issues in Pentecostalism» [Asuntos del
pentecostalismo], en Perspectives on the New Pentecostalism, 114; Clark Pin-
nock, "The New Pentecostalism", 185; Gary McGee, Conversación con Del Tarr,
parcialmente citada en el artÍCulo de Tarr titulado «Transcendence, Immanence,
and the Emerging Pentecostal Academy» [Transcendencia, Imanencia y la emer-
gente academia pentecostal], en Pentecostalism in Context: Essays on Honor of
William W. Menzies, ed. Wonsuk Ma y Robert P. Menzies, Sheffield Academic
Press, Sheffield, 1997, p. 204.
12 Claude Kendrick, The Promise Fulfilled [La promesa cumplida], Gospel Publis-
hing House, Springfield, MO, 1961, p. 37; Menzies, Anointed to Serve [Ungidos
para servir], Gospel, Springfield, MO, 1971, p. 85; James Goff Jr., «Questions of
Health and Wealth» [Cuestiones de salud y bienestar], en Pentecostals From rhe
lnside Out, 67.
13 Charles Parham, A Voice Crying in the Wilderness [Voz que clama en el desierto],
Joplin Printing, Baxter Springs, KS, 1944, pp. 15-19; Robert Anderson, Vis ion of
the Disinherited [Visión de los desheredados], Oxford Univ. Press, NY, 1979, p.
58; Sarah Parham, The Life o[ Charles F Parham: Founder o[ the Apostolic Faith
Movement lVida de Charles F. Parham, fundador del movimiento de la fe apostó-
lica], Tri-State Printing, Joplin, MO, 1930, pp. 6-10.
89
Los primeros pentecostales y la vida de la mente
91
8
LA MENTE LLENA DEL ESPÍRITU EN LOS
TIEMPOS MODERNOS
---------~----::_~~> -
Hay una necesidad de que las iglesias pentecostales ... añadan a
nuestro ferviente testimonio de la experiencia ... un esfuerzo intelectual
más determinado para definir nuestra fe. No debemos gozar de una
profunda emoción a costa de un pensamiento poco profundo.
DONOALD GEE, LÍDER PENTECOSTAL, 1 935
E
n el comienzo de la década de 1970 un gran terremoto sacudió el sur de
California. El epicentro estaba cerca del centro de Los Ángeles. A una
corta distancia del epicentro se encontraba una iglesia presbiteriana prísti-
na y recién construida. Después del terremoto, la gente se congregó para ver su
atesorada propiedad y poder determinar cuánto daño había sufrido el edificio,
si es que alguno.
Al llegar a la iglesia, la congregación se quedó admirada y deleitada. Ni
una sola ventana se había rajado y tanto como alcanzaban a ver, la estructura
estaba segura e intacta. Solo para estar seguros llamaron a unos ingenieros
para que examinaran la estructura más meticulosamente. Lo que los inge-
nieros encontraron después de su meticulosa investigación fue que durante
los tumultuosos temblores, el edificio entero se había salido de sus firmes
cimientos. El veredicto llegó: El lugar estaba totalmente inseguro, poniendo
92
La mente llena del Espíritu en los tiempos modernos
94
La mente llena del Espíritu en los tiempos modernos
Donald Gee (1891-1966) era un «vidente» lleno del Espíritu -un ingeniero
escudriñador- de los primeros días de la historia del pentecostalismo. Du-
rante medio siglo Gee viajó por todo el mundo, tanto confirmando el poder
de Dios en el movimiento como también comunicando la necesidad de un
mensaje pentecostal bien equilibrado. Asumió las responsabilidades difíciles
y no populares que frecuentemente van con el territorio profético. Por su amor
hacia el movimiento pentecostal, confrontó sus posibles peligros, poniendo
el dedo en los expuestos nervios de los excesos e inconstancias que, con más
frecuencia que no, acompañan el éxtasis de una fe altamente emocional.
Gee no era de esos monótonos estirados que se asustaban al pensar en la
alabanza demostrativa y que se inquietaban por el fenómeno enviado del cielo.
Sentía fervor por la presencia perceptible de un Dios santo, pero mantenía un
intelecto prendido en fuego, 10 que era una rara combinación entre los rangos
pentecostales carismáticos de ese tiempo. Sobre el tema de la milagrosa inter-
vención de Dios, Gee contendía que la manifestación de las sanidades sobrena-
turales no solo daba vida y encendían nuevas obras de la iglesia sino que eran,
en un sentido real, la vida misma de Cristo que emanaba de las manos y de los
corazones de los miembros de su cuerpo. Sin embargo, dando equilibrio a la
doctrina, reprendía a los que exageraban clamores de sanidad o que negaban el
evidente padecimiento físico de la persona para la supuesta gloria de Dios. 1
Ese mismo equilibrio convincente se puede detectar en todos los dife-
rentes temas sobre los que enseñó. Durante los años de la Segunda Guerra
Mundial apoyó ávidamente la causa de los Aliados, pero advirtió a las masas
pentecostales en contra del error demasiado común de ofrecer una lealtad me-
cánica a la política de nuestro gobierno. «Patriotismo sin pensar», lo llamó
él: una devoción impulsiva basada en la simple emoción. Sobre el fenómeno
de «la unción» y de los dones espirituales, él creía que estas intervenciones
sobrenaturales permitían que los siervos de Dios sobresalieran mucho más de
lo que lograrían sobresalir de otra manera, aun con las mejores capacidades
naturales. Al mismo tiempo, argüía que «el ministerio que Dios ha dado no
debe confundirse con el perezoso y descuidado hábito de algunos predicado-
res que desperdician preciosas horas que deberían pasar en preparación ... ¡Un
verdadero profeta necesita preparación! »2
En medio de abundantes convulsiones culturales y filosóficas, Donald
Gee siguió sosteniendo un estandarte contra las tentadoras tendencias de la
época. Pero después de cincuenta años de observar a su atesorado movimien-
to, a Gee no le impresionó su mejora intelectual. En los años finales de su mi-
nisterio se lamentó por los cientos de creyentes que profesaban ser llenos del
Espíritu pero que desfilaban exhibiéndose como superestrellas espirituales. Se
95
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
SUTILEZAS ANTI-INTELECTUALES
No hay duda de que para el final del ministerio de Gee, el agudo y agresivo
anti-intelectualismo que era tan evidente en nuestros primeros años había sido
desafilado. No obstante, de muchas maneras, el prejuicio continuó manifes-
tándose. Una de las maneras en que esto tuvo lugar fue por medio de la sutil
influencia de la literatura popular. En el limitado espacio siguiente, ofreceré
solo unos cuantos ejemplos de cómo esta presuposición ha manchado la pági-
na impresa y el discurso oral.
Es importante mantener en mente que todas las personalidades que resal-
tamos en los capítulos anteriores, en este capítulo y en los dos que siguen, se
han dirigido a millones, en persona y por imprenta. Esto es significativo y trae
consecuencias colosales. Con frecuencia son los excepcionalmente populares
entre el público cristiano los que suelen promover el prejuicio contra la mente.
Esto, en sí, tiene mayores repercusiones para los que como nosotros son pasto-
res locales, misioneros o hacedores de discípulos. Cuando un libro popular ha
caído de la lista de los éxitos de librería, o cuando el evangelista y su equipo
han dejado las ondas del aire o se ha ido de la ciudad, nos queda la difícil tarea
de pastorear a los que han sido arrastrados por la poderosa voz de un nombre
bien conocido, la voz del que ha sembrado semillas de escepticismo sobre el
valor del intelecto en el corazón de los oyentes o de los lectores.
A principios de los 1940, Carl Brumback escribió una admirable apo-
logética para la experiencia pentecostal, titulada What Meaneth This? [¿Qué
quiere decir esto?]. Su caso a favor de la causa pentecostal contiene muchos
puntos excelentes y persuasivos. Y aunque había, y todavía hay, una necesi-
dad de más obras de esta naturaleza, parece que él promueve en parte una leve
inclinación en contra de la razón que Dios nos ha dado. Por supuesto, siempre
que alguien trata de dirigirse a un tema que ha sido descuidado por mucho
tiempo, corre el riesgo de aparecer sin equilibrio (sin excluir a los presentes).
De nuevo, no es que el libro esté patentemente en contra de la mente; pero
todos conocemos el poder de la sutileza, elusivo pero potencialmente injurio-
SO.6
Es cierto que por medio de su libro (que fue altamente promovido du-
rante tres décadas), el autor demostró que los creyentes de la persuasión pen-
tecostal podían defender el trinitarianismo y la doctrina bíblica de ser llenos
del Espíritu Santo. ¡No obstante, faltó a la hora de ayudar a los pentecostales
97
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
99
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
ticas, sin tener que despertar los fantasmas del anti-intelectualismo del pasado
pentecostal.
A las pocas semanas de haber llegado a Cristo, creyentes bien intencio-
nados comenzaron a enterrarme con sus libros favoritos. En una visita con-
creta al hogar de la «abuela de la iglesia», salí con doce volúmenes livianos,
doblando la cantidad de forraje de evangelio completo que me esperaba en
una tabla fijada en la pared alIado de mi cama. Entre los libros que llegaron
a mi posesión había un delgado folleto escrito en 1970 por Williard Cantelon,
titulado El bautismo del Espíritu Santo. Es simplemente una corta explicación
y defensa de su título. En este folleto la actitud de Cantelon replicaba la de
muchos otros que escribían sobre el mismo tema. Informaba al buscador (de
forma confusa) que «dos facultades, las últimas que se tienen que entregar,
siempre son la mente del hombre y su lengua»lO (¿dónde cabe la voluntad?).
Él iguala la bendición de ser lleno del Espíritu con vaciar la mente, y también
acierta que la debe entregarse, diciendo que activa ni ser
fructífera cmu1llo t~:~:;~III,,¡=:
Como tlllnlJack, C
intelecto». Por fin, ella exclamó: «Eso es lo que espero que te suceda hoya
ti. .. que sin comprender, sin siquiera saber por qué, digas que "sí" a Cristo»
(énfasis mío). 13 j Bienvenido al evangelismo moderno!
Entre los muchos libros que tengo, escritos por creyentes del evangelio
completo, pocos son los que tienen un saborcillo a bullicioso anti-intelectua-
lismo. Pero muchos sutilmente advierten en contra de mezclar los asuntos de
la mente con la experiencia espiritual. Es este constante aluvión de «la mente
no», «la cabeza no», «la lógica no», «el intelecto no», sino «el Espíritu» lo que
ha sembrado profundamente las semillas de este prejuicio en el suelo del alma
llena del Espíritu. Recuerde que Jesús dijo que «sí» al espíritu ya la mente.
Otro ejemplo de este prejuicio intelectual es aparente en un libro que
conseguí pocas semanas antes de escribir este capítulo. El libro es A Touch
of Glory [Un toque de gloria], escrito por Lindell Cooley. Al describir los
«rostros de avivamiento», o sea, a los que asistían a los cultos de la Asamblea
de Dios de Brownsville, en Pensacola, Florida, Cooley distingue entre los que
«parece que tienen hambre de verdad» y los que tienen «rostros intelectua-
les». Ahora, hay gente de aspecto humilde, expresiones preocupadas, rostros
que reflejan desesperación y portes orgullosos, pero no hay categoría para
determinar el intelecto de la persona. Cooley quizás quiere decir que algunos
parecían escépticos, burlones o dudosos. Es desafortunado y extraño que un
alto respeto por el intelecto o una sospecha de engaño se equiparen con una
falta de hambre por las cosas espirituales. Pero esta actitud no es tan rara como
desearíamos que fuera. 14
102
La mente llena del Espíritu en los tiempos modernos
106
La mente llena del Espíritu en los tiempos modernos
Una pequeña minoría de dentro de los círculos de los que son llenos del Es-
píritu promueve un equilibrio entre los aspectos experimentales de la fe y los
aspectos intelectuales. Yo me he topado con, o leído, sobre muchos de los
hombres y mujeres extraordinarios de nuestro movimiento de todo el mundo
que están entre los de vanguardia en los campos académicos, políticos, artísti-
cos y de cambio social. Algunos han vencido desventajas, han ido contra la co-
rriente y, aunque no han sido comprendidos, personalmente han conquistado
las corrientes del anti-intelectualismo. Otros han tenido la suficiente fortuna
de pertenecer a ese diminutivo contingente de dentro de nuestros rangos que
enseña que el discipulado de la mente es una parte integral de la madurez es-
piritual. Pero esto mayormente es la excepción, no la regla.
Hay prominentes líderes pentecostales carismáticos que abogan por un
uso limitado del intelecto en la vida espiritual. Otros rebajan los dones cog-
nitivos al nivel de un enemigo (todos excepto los que sus editores necesitan
para publicar sus libros). Unos pocos señalan la importancia de la mente, pero
son extremadamente intolerantes en la forma en que consideran el tema. Estos
imaginan que la «vida de la mente» está limitada a lo que uno piensa, y no re-
conocen el incalculable valor de vigorizar la vida intelectual en sÍ. Finalmente,
existen los que dan toda clase de definiciones caseras a los elementos que se
relacionan con la mente (razón, lógica, intelecto, etc.), con frecuencia toman-
do prestadas las descripciones y los análisis del mundo no cristiano. Como se
mencionó, estas variaciones del problema pueden desenredar las marañas del
anti-intelectualismo. Además, cuando se cuelan dentro de los rangos de los
laicos, producen tendencias e híbridos todavía más exóticos de esta irracional
especie.
En 1999 yo llevé a cabo tres encuestas sobre «la vida de la mente» para
determinar si lo que yo creía haber percibido constantemente era, de hecho, el
punto de vista que prevalecía. Para la primera encuesta, un total de doscientas
iglesias (desde quince a mil quinientos asistentes) recibieron mi cuestionario.
Lo que yo había descubierto ser verdad en quince años de ministerio fue, hasta
un mayor grado, el caso entre los 1,296 que respondieron (aproximadamente
cuatro por ciento respondieron). Esta encuesta simplemente ofrecía dieciséis
temas. Se les pidió a los participantes que indicaran, en una escala de «dos a
diez», el valor que le daban a los diferentes temas.
El punto fundamental de la encuesta mostró que estos creyentes pen-
tecostales carismáticos consideraban la guerra espiritual, el corazón, la ex-
periencia, las lenguas, la demonología y los dones como los elementos más
valorados. Estos recibieron un promedio de 8.75 en la escala. Al otro extremo,
estaban el intelecto, leer literatura clásica, estudiar historia, la cabeza, la
107
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
CONCLUSiÓN
108
La mente llena del Espíritu en los tiempos modernos
109
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
.." ...... JI •
NOTAS
1 Donald Gee, The Pentecostal Movement: Including the Story ofthe War Yéars (1940-
1947) [El movimiento pentecostal, incluyendo la historia de los años de la Gue-
rra: 1940-1947], Londres, Elim, 1949, p. 33 y 40ss; íb., «nophimos 1 Left Sick»
[El nófimo que dejé enfermo], 8-10 (mi profesor de misiones, el Dr. Charles
Greenaway, me dio esta obra escrita a máquina en hojas sueltas en 1986); íb.,
Concerning Spiritual Gifts [Sobre dones espirituales], Gospel Publishing, Sprin-
gfield, MO, 1994, p. 53.
2 Donald Gee, Ministry Gifts ofChrist [Dones de Cristo para el ministerio], 1930, se-
gún se cita en Pentecostal Experience [Experiencia pentecostal1 de Womack, p.
179; Gee, Concerning Spiritual Gifts [Sobre dones espirituales], p. 13.
3 Donald Gee, Temptations 01 the Spirit-Filled Christ [Tentaciones del cristiano lleno
9 Íbid., p. 344.
10 WilIard Cantelon, The Baptism ofthe Holy Spirit and Speaking with Cod in the Unk-
nown Tongue [El bautismo del Espíritu Santo y cómo hablar con Dios en la lengua
desconocida J, Logos Intemational, Painfield, NJ, 1970, pp. 17, 20, 52, 71.
II Íbid., p. 77.
12 John SherrilI, They Speak With Other Tongues [Hablan con otras lenguas], Spire,
14 Lindell Cooley, A Touch of Clory [Un toque de gloria], Destiny Image, Shippens-
burg, PA, 1997, p. 10.
15 Barry Kosmin y Seymour Lachman, One Nation under Cod [Una nación bajo Dios],
Random House, Westminster, MD, 1993, p. 45; Charles Sykes, Dumbing Down
Our Kids [Entonteciendo a nuestros jóvenes ], (Sí. Martin's, Gordonsville, VA,
1995, p. 121.
16 Para otros resultados relacionados con la teología, doctrina, credos y niveles de
2000).
21 Meyer, El campo de batalla de la mente, pp. 11-12, 86, 89.
2000).
24 Íbid., pp. 90, 92.
111
1
LAS RAÍCES ANTI-INTELECTUALES EN EL
SIGLO DIECINUEVE
----------------------~~~p ------
112
Las raíces anti-intelectuales en el siglo diecinueve
bre las ruinas de la anterior. Megiddo es el tello que controla el pasaje que hay
entre el llano de Sharon y el valle de Jezreel, en la parte norte central de Israel.
Nuestro guía nos explicó que este maravilloso punto de ventaja era uno de los
puntos militares más estratégicos del país y que su alta elevación ofrece una
vista de águila del mismo sitio donde muchos cristianos creen que tendrá lugar
la «última batalla», Armagedón (Ap 16:14-16).
Mientras inspeccionaba la losa cubierta de hierba que estaba abajo, se
me ocurrió que la vista de la que estaba gozando venía directamente de los
pueblos que se habían depositado a sí mismos en la monstruosidad terrenal.
Debajo de mis pies estaban apiñados miles de años de historia, representando
una acumulación de dinastías fallecidas. Por cada uno de los veinte niveles de
civilización, la anterior había funcionado como el cimiento de la próxima y el
ángulo en el que cada generación subsiguiente contemplaba el gran campo de
batalla abajo había sido alterado por las contribuciones del pueblo que la había
antecedido.
Como con Tello Meggido, episodios anteriores de historia ofrecen las
claves ocultas para ver el panorama -las creencias- que poseemos nosotros
los modernos. Cuando se trata de las raíces de la falta de interés por parte del
pentecostalismo por cultivar la vida de la mente, debemos alejarnos mucho del
nivel de sus manifestaciones del siglo veintiuno. No es por casualidad por lo
que este movimiento llegó a la escena de un siglo que todavía estaba sin tocar
(1901) transportando un cargamento entero de bagaje anti-intelectual, que fue
la consecuencia religiosa cultural de las fuerzas ideológicas que se habían
estado introduciendo sin parar por las fronteras del pensamiento americano.
Los primeros creyentes pentecostales poseían un apetito del tamaño de una
pinta por las artes liberales, el método científico y la excelencia intelectual
primordialmente, porque la marca de espiritualidad que los había alimentado
era en sí producto de una disposición nacional que llevaba urdiéndose más de
un siglo.
Por tanto, si queremos identificar y entender las nociones pentecostales
carismáticas sobre la disciplina mental, la participación cultural y el pensa-
miento crítico, debemos excavar la información de las épocas precedentes.
Así como los siglos diecinueve y veinte tienen las llaves que abren los mis-
terios, los infortunios y la magnificencia del siglo veintiuno, la última parte
del siglo dieciocho nos deja ver el apuntalamiento del siglo diecinueve. Si
podemos clasificar algunos de los sedimentos filosóficos que están cimenta-
dos en lo que somos, podemos entender mejor por qué hemos llegado a pensar
de la manera en que pensamos sobre la vida de la mente.
t t3
¿EVANGEUO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
una época en que la idea de libertad y justicia para todos (con la excepción de
los afroamericanos y los americanos nativos), -una época en que la idea de
que todo hombre debe hacer lo que es correcto ante sus propios ojos- se fue
introduciendo en lo profundo del alma de nuestra nación, afectando todos los
aspectos del pensamiento y de la vida.
Ahlstrom escribe que la iglesia de América «llegó a un punto más de-
caído de vitalidad» durante los años 1780-1800 que en cualquier otro tiempo
en la historia del país. 5 Pero si la mente americana estaba impregnada de las
semillas de anti-intelectualismo en los movimientos hacia la autonomía del
anglicanismo (1760-1775) -o sea, si durante el período de gestación de 1775
a 1800 el nuevo americano estaba mal nutrido en un vientre falto de nutrientes
intelectuales- entonces es de esperar que el nacimiento de una cultura ba-
sada en los sentimientos llegara a producirse a la vuelta del siglo. En ciertas
maneras, la nueva república se convirtió en un criadero de retardo intelectual,
una nación donde la historia había comenzado de nuevo, donde la «libertad»
se igualaba con ir en contra de la autoridad y donde sus habitantes se esfor-
zaban por borrar de su memoria el gran valor que una vez se le atribuyera a
la espiritualidad intelectual. Estábamos determinados a compararnos solo con
nosotros mismos: se había levantado una nueva medida.
De ese modo se definieron los márgenes del anti-intelectualismo nacio-
nal, y durante los cien años siguientes (1800-1900), los cristianos de la tra-
dición de avivamiento ampliaron y profundizaron estas brechas invencibles.
Este período fue marcado por una sospecha contra el clérigo cultivado, por
demasiado énfasis en lo que las masas lograrían al combinar su poder y por
una pugna innecesaria entre el hombre común contra el académicamente pre-
parado. Una creciente falta de confianza en la razón, un aumento de interés
en la religión entusiasta, orientada a la emoción y una actitud insurgente hacia
la autoridad tuvieron su parte en la transformación de la mente religiosa del
país. Todos estos elementos combinados crearon una variedad de cristianismo
singular y raramente nueva. Estos fueron los ingredientes explosivos, que, al ser
mezclados y encendidos, prendieron la furia de un infierno anti-intelectual. 6
Mientras que los padres puritanos, Wesley y Edwards, habían tejido concien-
zudamente la «religión del corazón~~ con la mente, muchos de dentro de nues-
tra nación indivisible bajo Dios se sentían con libertad de dividirlas. El siglo
diecinueve conoció a muchos hombres espirituales y muchas mentes intelec-
tuales; sin embargo, descubrir ambos atributos envueltos en la misma piel se
hacía más y más infrecuente. Esto no nos sorprende, considerando que, como
lo dice el historiador George Marsden, «el anti-intelectualismo era un rasgo
del avivamiento americano».9
118
Las raíces anti-intelectuales en el siglo diecinueve
m
NOTAS
1 Sydney Ahlstrom,A Religious History oftheAmericanPeople, 2 vols [Historia religio-
sa del pueblo americano], Image Garden City, NY, 1975, 1, p. 437; Stephen R. Gra-
ham, Cosmos in the Chaos: Philip Schaff's Interpretation of Nineteenth-Century
Religion [El cosmos en el caos: La interpretación de Philip Schaff de la religión del
s. XIX], Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1995; George S. Wood, según se cita en The
Democratization ofAmerican Christianity, ed. Nathan O. Hatch, Yale Univ. Press,
New Haven, cr, 1989, p. 220; W. R. Ward, «The Religion of the People and the
Problem of Control, 1790-1830», en Popular Belief and Practice, ed. G. J. Cuming
y Derek Baker (Cambridge: Cambridge Univ. Press, 1972),237.
2 Ahlstrom, A Religious History, 1, p. 443.
29.
5 Ahlstrom, A Religious History, 1, p. 442
6 Ver Hatch, Democratization; John Woodbridge, Mark Noll y Nathan Hatch, The
122
Las raíces anti-intelectuales en el siglo diecinueve
[Almanaque de 1998 del Nuew York Times], ed. John W. Wright, Penguin Put-
nam, NY, 1997, pp. 264-266.
12 Ver Richard Bushman, Joseph Smith and the Beginnings 01 Mormonism [Joseph
Smith y los comienzos del mormonismo], Univ. ofIllinois Press, Urbana, Illinois,
1984, p. 59.
J3 Timothy Dwight, A Sermon Preached at the Opening 01 the Theologicallnstitution
Presbyterians in the South, ed. Emest T. Thompson (John Knox, Richmond, VA,
1963, 1,pp. 164-165.
123
8
CUATRO GIGANTES DEL EVANGELlCALlSMO
DEL SIGLO DIECINUEVE
----------------------~~~ ------
No hay duda de que la naturaleza del espíritu evangélico en sí hizo
anti-intelectualista el avivamiento evangélico, pero las condiciones
americanas ofrecieron un ambiente particularmente liberador para el
impulso anti-intelectualista.
RICHARD HOFSTADTER, GANADOR DEL PREMIO PULlTZER
124
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
EL CAMBIO DE GUARDIA
PUER CUTWRIIlRT
126
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
Cartwright sugiere que «desde John Wesley hasta el día de hoy», el secreto del
éxito está en un «fuego bautismal del Espíritu Santo ... no en el conocimiento
teológico aprendido».lO Es cierto que Wesley hacía énfasis en el Espíritu que
santifica, preserva y da poder, pero nunca fue a costa del enriquecimiento de la
mente. Wesley era «Wesley» porque abogaba por y representaba ambas cosas:
un bautismo de fuego y,un bautismo de aprender. Sin anchura intelectual, se
crea a un Cartwright, y sin profundidad experimental, se fomenta a un fariseo.
Cuando ambos se descuidan, se tiene a un cristiano nominal que no tiene idea
de por qué cree lo que se le ha dicho que crea. Pero cuando se combinan las
dos dimensiones de la espiritualidad, la experimental y la intelectual, se crea
a un Pablo, San Ambrosio, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Lutero, Cal-
vino, Knox, Wesley o a un Edwards.
Continuando con las memorias de Cartwright, uno encuentra que criti-
ca a los pastores por predicar «sermones preparados» (recordando a Finney),
que se jacta de lo que Dios rindió a través de ministros sin universidades ni
libros (como Seymour más tarde), y que degrada a los pastores que estudiaban
teología con regularidad. Decía que los metodistas que buscaban educación
estaban «imitando como monos al mundo», y dice de sí mismo: «Cuando Dios
me quitó las escamas de los ojos, este pecador pudo ir a predicar directamente,
sin ninguna preparación teológica». En un capítulo más adelante, simplemente
dice: «No condescenderé a parar y decir que soy amigo de aprender. .. ¿Qué
ha hecho el aprendizaje por el mundo?» ¡Él podría haber hallado una respues-
ta apropiada a su pregunta si hubiera ponderado más por qué se llamaba a sí
mismo metodista wesleyano!11
Aparte de la paradoja de que adondequiera que iba vendía libros para
sostener su ministerio, parece que su amor por los libros y su deseo de una
educación mejor eran deprimentes. Pero están esas declaraciones en el pre-
facio de su Autobiografía que muestran al final que él se arrepintió de eso
en cierto modo: «Mi constante convicción es que yo no puedo escribir un
libro que será respetable, o que valiera la pena leer; yo no tengo libros que
me guíen». Después de sesenta y nueve años de desanimar a un ejército de
predicadores de emprender inútiles prácticas, él se lamenta: «Yo tiré mis ma-
nuscritos de diarios a los topos y a los murciélagos. De este acto en mi vida me
he arrepentido profundamente. Si pudiera volver a vivir mi vida ministerial,
mi presente convicción es que mantendría un diario escrupulosamente». Para
esa época él ya había dado rienda suelta ante millones de sus pensamientos
negativos sobre el aprender. 12
Habiendo leído la autobiografía de Cartwright, la recomiendo altamente
a cualquiera que cree que se le hace difícil el ministerio o que está en busca de
una chispa para encender un infierno en su alma por las almas. Los esfuerzos
misioneros de Pedro cambiaron el destino eterno de muchas vidas; sin embar-
128
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
CHIRLES FINNEY
He mencionado que Finney, al igual que Asbury, ni siquiera cabía dentro del
molde del puritanismo intelectual del siglo dieciocho ni del de la mente en pe-
ligro del reavivamiento del siglo diecinueve. Tanto Asbury como Finney veían
a Wesley en sus momentos de necesidad, pero el último era el menos probable
en admitirlo. Asbury trompeteaba el valor de los maestros de los días pasados,
mientras que Finney dijo más de una vez que necesitaba solo de la Biblia y de
la filosofía de su propia mente: «Yo no he leído nada sobre teología excepto mi
Biblia; no tenía ningún lugar adónde ir sino directamente a la Biblia».B
En su perenne clásico, Revivals of Religión [Avivamientos de religión],
Finney habla de su desprecio por el sermón escrito: «La experiencia de cada
año ha madurado la convicción en mi mente, de que el hombre que escribe
menos, puede, si lo desea, pensar más». 14 Finney y Cartwright eran dos de
los críticos más populares y abiertos de los mensajes escritos; no obstante,
resulta extraño que uno puede leer sus protestas en sus Discursos, Memorias
y Autobiografías, respectivamente. Aunque hoy esa costumbre casi no existe
entre los que se llaman a sí mismos del evangelio completo, hacemos bien en
recordar que Lutero, Latimer, Baxter, Chalmers, Payson, Davies y Edwards se
cuentan entre los de las ligas mayores que escribían sus mensajes y luego los
leían desde el púlpito. Los resultados eran profundos; ¡nos referimos a estos
resultados como la Gran Reforma y el Gran Despertar! Por supuesto que no se
encuentra ninguna virtud particular en leer sus sermones, pero tampoco hay
virtud en repetidas generalidades, en triviales monotonías ni en la predicación
emocional novelesca.
Además de la aversión de Finney por los sermones escritos, él detestaba
la mayoría de las obras literarias del día. Lo expresó bruscamente: «Déjeme
visitar su habitación o su salón, o dondequiera que tiene sus libros; ¿Qué hay
ahí? Byron, Scott, Shakespeare y un sin fin de otros burlones y blasfemos».
Quizás un volumen particular que guardo en mi biblioteca habría ayudado a
Finney a rechazar este innecesario prejuicio en contra de Shakespeare. Un li-
bro que circulaba en los días de Finney se titula Shakespeare' s Knowledge and
Use ofthe Bible [Sobre el uso y el conocimiento de la Biblia en Shakespeare).
Es en esencia una defensa de trescientas páginas de la increíble comprensión y
129
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
compromiso que Shakespeare tenía ante las Santas Escrituras. Además, el tes-
tamento de Shakespeare comienza así: «Encomiendo mi alma en las manos de
Dios mi Creador, creyendo por los méritos de Jesucristo, mi Salvador, que soy
hecho partícipe de la vida eterna». Tristemente, cientos de predicadores del
siglo diecinueve daban por sentado que si una obra no era totalmente «evan-
gelio», debía ser antievangelio. Aunque Finney no llegó hasta esto, anduvo
muy cerca. Esta es la herencia que después fue vertida en los movimientos de
la santidad y del pentecostalismo. 15
Uno encuentra múltiples declaraciones anti-intelectuales al leer los es-
critos de Finney. Varios seminarios, preparación teológica, ministros con edu-
cación formal y estudios clásicos fueron añadidos a su lista negra. Al recibir
ser ordenado en la Iglesia Presbiteriana, admitió que nunca había ni siquiera
leído la norma del credo de más influencia para todos los afiliados presbiteria-
nos: la Confesión de Westminster. El ministerio de Charles Finney era verda-
deramente una extraña mezcla de actitudes viejas y nuevas hacia la vida de la
mente. Rechazaba la autoridad de los hombres, pero dirigía el Oberlin Colle-
ge. Les decía a los ministros que tiraran sus notas, pero él publicaba rimeros
de las suyas. Dice no haber tenido ningún lugar adonde ir sino directamente
a la Biblia, pero a veces reconoce haber estudiado diligentemente los escritos
de Wesley. y estaba convencido de que los avivamientos no eran milagros
en absoluto, pero empleaba por tiempo completo a un guerrero de oración (el
Padre Nash) para el propósito de pedir a Dios su manifiesta presencia.
Como se explicó, el anti-intelectualismo no está confinado a flagrantes
comentarios en contra del valor del intelecto; con frecuencia es simplemente
una actitud o modo de pensar. A este respecto es que Finney promovía el anti-
intelectualismo. Su ministerio estaba marcado por un proceder pragmático,
centrado en los asistentes, individualista, en contra de la autoridad. Finney
reforzó la disposición anticlerical, orientada a la emoción de las masas que
confiaban en sí mismas, que, a su vez, engendraban sospecha hacia los que
estudiaban teología, filosofía y las artes. Al final, todo esto tuvo consecuen-
cias para el ministerio evangelístico de Finney, haciéndole volver a examinar
seriamente su método populista. 16
La constante insistencia de Finney de que «un avivamiento no es un
milagro, ni depende de un milagro, en ningún sentido» volvió a perseguirlo.
La predicación altamente emocional a gente altamente emocional, doctrinal-
mente analfabeta produjo una forma más bien rara del cristianismo en Amé-
rica. Finney dijo más tarde que estas masas habían experimentado «arrepen-
timiento y fe temporales», pero que «no lograron permanecer en él» y que
«por supuesto, pronto volverían a su estado anterior».17
Mucho de lo que Finney logró fue de tremendo valor. Aguijoneaba a los
predicadores para que hablaran de una forma recta, transparente y apasionada.
130
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
DWJOIT l. MOODY
132
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
Bun SUNDAY
Hombres como Finney y Moody hicieron mucho bien para el reino de Dios y
para la sociedad americana en general. Rasparon y lucharon por escuelas para
los pobres y para las mujeres. Fueron campeones de la emancipación de los
esclavos y lucharon vigorosamente por la abolición de las bebidas alcohólicas.
También enseñaron a una hueste de agotados peregrinos cómo encontrar la
puerta de otra manera oblicua que lleva al camino estrecho de la vida eterna.
Por su incansable industria en estas áreas estamos agradecidos, pero por su fal-
ta de atención (y a veces aversión) a enseñar a una nación cómo ser cristianos
pensadores, no podemos ser tan caritativos. Como observó T. S. Eliot sobre
el siglo diecinueve, hubo demasiados cristianos que fueron obligados a ser
solamente piadosos, mientras que muy pocos fueron desafiados a «pensar en
categorías cristianas».26 Variados grados de cambio social llegaron de mano de
la iglesia del siglo diecinueve, pero la mayoría parecía satisfecha con la piedad
135
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
CONCLUSiÓN
Las fuerzas llenas del Espíritu de comienzos del siglo veinte se apoderaron
del cristianismo popular de Cartwright, Finney, Moody y Sunday. El histo-
riador Nathan Hatch se fija en que (entre varios otros grupos cristianos de la
136
Cuatro gigantes del evangelicalismo del siglo diecinueve
NOTAS
1 George Marsden, Religion and American Culture [Religión y cultura americana], p.
49; Tim LaHaye, Failh ofOur Founding Fathers [La fe de los padres fundadores],
Wolgemuth y Hyatt, Brentwood, TN, 1987, p. 141; Noll, The Search for Chris-
tian America [La búsqueda de la América cristiana], pp. 75-76.
2 Norman Sykes, Church and State in England in lhe Eighteenth Century [La iglesia
137
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Episcopal hasta 1860], AMS Press, NY, 1928, pp. 5-8, 12.
4 Bela Bates Edwards, de sus Writings [Escritos], Boston, 1853,2, pp. 497-98.
5 Al comparar la disciplinada preparación de los que impulsaron el avivamiento del si-
glo dieciocho en América con los líderes del reavivamiento del siglo diecinueve,
uno se da cuenta de un conspicuo contraste. Mientras que los líderes más promi-
nentes del primer Gran Avivamiento se habían preparado en Yale, Princeton, Dar-
tmouth, Oxford y Edimburgo respectivamente, los que dirigían los avivamientos
del siglo diecinueve pasaron casi por completo de lado esta fase de preparación
ministerial. Esto no significa todo, pero tengo confianza en que pasaremos por
alto significantes implicaciones para el tema a mano si simplemente respondemos
que: «¿Acaso no puede usar Dios a hombres sin títulos?» En otras palabras, no
debemos dar a entender que esta divergencia no significe absolutamente nada.
6 Ahlstrom, A Religious History [Historia religiosa], 1, p. 531; Peter MarshalI y David
Manuel, From Sea to Shining Sea [Del mar al mar brillante], Revell, Thrrytown,
NY, 1986, p. 89.
7 Tipple, Francis Asbury, 90; Charles Ludwig, Francis Asbury: God's Circuit Rider
[Francis Asbury: jinete itinerante de Dios], Mott Media, Milford, MI, 1984, p.
124.
8 Peter Cartwright, The Autobiography of Peter Cartwright [La autobiografía de Peter
Cartwright], 1856, p. 11. Ver MarshalI y Manuel, From Sea to Shining Sea [Del
mar al mar brillante], p. 85.
9 Cartwright, Autobiography, [La autobiografía de ... ] p. 64.
10 Íbid., p. 144.
13 Charles Grandison Finney, Memoirs [Memorias], NY, 1876, pp. 42, 45, 46, 54.
lism [Avivamiento moderno], Ronald Press, NY, 1959, pp. 118-20. Ver sobre
Shakespeare, Charles Wordsworth, On Shakespeare's Knowledge and Use ofthe
Bible [Sobre el uso y el conocimiento de la Biblia en Shakespeare], Smith, Elder,
and Co, Londres, 1864; William Burgess, The Bible in Shakespeare [La Biblia en
Shakesperare], Winona, Chicago, 1903, p. xii.
16 Ver Hatch, Democratization [Democratización], pp. 196-201; Woodbridge, The
Gospel in America [El evangelio en América], pp. 145-46; Hofstadter, Anti-In-
tellectualism [Anti-intelectualismo], pp. 92-94; Marsden, Religion and American
Culture [Religión y cultura americana], pp. 49-55; Y Murray, Revival and Reviva-
lism [Avivamiento y reavivamiento], pp. 223-74. Ver Benjamin B. Warfield, Per-
fectionism [Perfeccionismo], Baker, Grand Rapids, MI, 1981, pp. 2:10, 21-28.
17 Finney, Lectures [Conferencias], p. 27; Warfield, Perfectionism, 2:24.
138, 164-70; Earle E. Cairns, Endless Line 01 Splendor [Línea incesante de es-
plendor], 1)rndale, Wheaton, IL, 1986, p. 194; Hoftstadter, Anti-Intellectualism,
pp. 115, 122; Os Guiness, Fit Bodies Fat Minds [Cuerpos en forma, mentes obe-
sas], Baker, Grand Rapids, 1994, p. 38.
26 T. S. Eliot, Christianity and Culture [Cristianismo y cultura], Harcourt Brace, NY,
1940, p. 22.
27 Elgin Moyer y Earle E. Cairns, Wycliffe Biographical Dictionary 01 the Church
[Las Asambleas ... ], 1, pp. 17,381; Lovett, Black Origins [Orígenes negros ... ], p.
128; Synan, The Holíness-Pentecostal (La santidad pentecostal], pp. 99, 217-18.
139
I
Resulta monstruoso ver un mismo corazón a la vez ser tan sensible ante
las cosas menores y tan extrañamente insensible ante las más grandes.
Es un embrujo incomprensible.
BLAISE PASCAL
mado el tornado más dañino que jamás se haya archivado le dio en el costado
a la ciudad de Texas conocida afectuosamente por más de un siglo como «La
Ciudad de Fe»: Wichita Falls.
Todas las condiciones eran ideales ese día para producir una tormenta
perfecta. La presión barométrica, la humedad atmosférica y la capa superior
de aire frío se juntaron en las afueras de Wichita para producir una enorme
célula de un tamaño sin precedentes, en la que cinco embudos satélites ali-
mentaron al tornado original. Este tornado, que en momentos era de una milla
y media de ancho, era tan bajo y estaba tan cerca del suelo que tenía más an-
chura que altura y por eso muchos se equivocaron y lo tomaron por una simple
tormenta. Hechizó a la Ciudad de Fe con una implacable fuerza de 260 millas
por hora. Permaneció en el suelo durante 47 minutos, destruyendo más de una
quinta parte de nuestra ciudad de 100,000 habitantes, dejando 52 muertos y
1,700 heridos a su malvado paso.
En ese oscuro y notorio día, todo estaba en contra de la ciudad. Vea us-
ted, a lo largo de la frontera entre Texas y Oklahoma se encuentra el legendario
«Callejón de los Tornados», y en el corazón del Callejón de los Tornados está
Wichita FallS (la casa de mi familia se llamaba la «Granja de Caza del Callejón
de los Tornados»). Para colmo de males, la ciudad había mandado a la mayoría
de sus unidades de rescate a otras dos ciudades que ya habían sido devastadas
por otros tornados ese día. Así que sus circunstancias, su posición y todas las
condiciones eran correctas; todo estaba en contra de Wichita. Todo menos una
cosa: recuerde que estamos hablando de «La Ciudad de Fe».
Los wichitanos se irguieron valientes ante la ocasión. La recuperación
fue tan rápida que más de un observador dijo que la recuperación de la ciudad
había sido casi increíble. En menos de dos años de esta tormenta virtualmen-
te apocalíptica, Wichita Falls recibió el AlI-American-City Award de 1981
(Premio para una ciudad totalmente americana). No solo les dio esperanza a
las víctimas de tornados en todas partes, sino que se convirtió en un modelo
internacional para investigación y seguridad contra tornados por la singular
información recopilada después del tornado.
Durante muchos años después de ese día, pequeñas caras -fantasmagó-
ricos recuerdos de los vientos de pesadilla- aparecían en lugares inesperados.
Cientos de caras de relojes eléctricos se habían congelado en el tiempo en el
preciso instante en que la corriente eléctrica fue cortada por la tormenta ase-
sina. Estos relojes permanecían escabullidos con otros artículos en las cajas
de lugares de ventas de segunda mano. Sus miradas vacías y fijas que decían
6:02, 6:03, 6:04 o 6:05 seguían provocando un disturbio en nuestras mentes.
141
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
EL COLAPSO DE LA MENTE
143
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
estas escuelas se interesaban más por «el desarrollo espiritual que por la exce-
lencia académica».2
La historiadora Edith Blumhofer nos informa que en las décadas de 1930
y 1940, la preparación para el ministerio en los institutos bíblicos todavía se
consideraba sospechosa entre muchos de los del evangelio completo. Además,
un alto porcentaje de los que se matriculaban en los institutos bíblicos «no
habían terminado una preparación de escuela secundaria, y algunos ni siquiera
la habían comenzado».3 Como si esta combinación no fuera lo suficientemente
desafiante en sí, había problemas para encontrar a pentecostales preparados
para enseñar en las escuelas. Incluso en fecha tan tardía como 1944 (cuarenta
y tres años después del derramamiento de Topeka), los profesores de nuestros
mejores planteles pentecostales solo poseían un promedio de 3.9 años de edu-
cación después de la escuela superior, y muchos de estos habían sido educados
en institutos bastante parecidos a aquellos en los que enseñaban ahora. 4
De nuevo, no sugiero que la educación institucional superior necesaria-
mente haga o deshaga el ministerio de la persona. Ni tampoco quiero decir
que asistir a establecimientos de aprendizaje superior lo hace a uno estar «a
favor de lo intelectual». Es corriente encontrar fa estudiantes universitarios,
e incluso a profesores, que están a favor de la educación (o quizás sea mejor
decir «a favor de la información»), pero que son anti-intelectuales (aunque yo
creo que es imposible encontrar a una persona que esté en contra de la educa-
ción pero que esté a favor de lo intelectual). De modo que muchos de nuestros
primeros líderes no solo estaban en contra de la educación, sino que también
carecían de educación. Esto, a su vez, dio forma a nuestro movimiento en sus
años embrionarios, alejándolo de un profundo respeto para la vida de la mente
en general. La idea de educar a la persona entera no era ajena para el primer
movimiento pentecostal pero fue severamente disminuida y por eso todavía
experimentamos algunas de sus influencias hoy.
(2) ALGUNAS DE LAS DOCTRINAS A LAS QUE SE ADHIEREN LOS CREYENTES DEL
EVANGELIO COMPLETO OFRECEN OPORTUNIDAD ESPECIAL PARA LA PROMOCIÓN DEL
ANTI-INTELECTUALISMO. Aquí tenemos una lista de algunas creencias que caen
dentro de esta categoría: (a) el bautismo del Espíritu Santo; (b) los dones ver-
bales; (c) el rapto; (d) la santificación; y (e) la teología de altar. A primera
vista, estas creencias pueden parecer bastante separadas de la cuestión que nos
ocupa. Con paciencia, espero que el lector llegue a ver a qué me refiero.
(a) La idea de que un «bautismo por el Espíritu Santo» es un tipo de cura
para todo sigue siendo un tanto común entre nuestra gente, aunque prevalecía
más en el pasado. Algo parecido a esto es aparente en nuestra época formativa
cuando Parham enseñaba que los que eran bautizados con el Espíritu Santo,
marchando en el ejército de Dios de los últimos días, ayudarían al cuerpo
de Cristo a evitar «desperdiciar miles de dólares y con frecuencia su vida en
146
La cultura moderna, el anti-intelectualismo y las creencias pentecostales-
carismáticas
Uno podría pensar que es algo frívolo, o hasta inútil, dedicar muchí-
simo y valioso tiempo a examinar los enredados bejucos de la historia o a
pronosticar las tendencias sociológicas de los variados campos misioneros si
«el conocimiento de revelación~~ cae del cielo como maná. Además, el pueblo
lleno del Espíritu puede ser disuadido de pasar noches para poder analizar
gramáticamente los verbos hebreos o de rebuscar en la hermenéutica difícil si
Dios libremente da sus «dones informativos» del pasado, presente y futuro a
los que son verdaderamente espirituales.
Es la enseñanza de que estos dones sobrepasan el intelecto lo que puede
promover tan fácilmente un prejuicio anti-intelectual. Piense en ello: Es ten-
tador abandonar el ejercicio intelectual meticuloso si Dios se inclina a ofrecer
los misterios más grandes por medio de mentes desligadas. De hecho, la mis-
ma naturaleza de esta provocación se parece a la tentación original, que pro-
metió esclarecimiento, conocimiento y sabiduría sin participar en la escuela de
Dios para aprender durante toda la vida (Gn 3:4-6).
No estoy disputando el hecho de que Dios sea un Dios de revelación so-
brenatural. Él me ha revelado cosas que de otra manera no habría podido des-
cubrir estudiando. Por estos encuentros me siento humillado y agradecido. Sin
embargo, es una tontería suponer que estos dones sobrenaturales de revelación
hacen inservible la vida intelectual. Nadie se atrevería a poner una necesidad
de oxígeno contra una necesidad de agua. Ambos son de tremendo valor, y
el uno sin el otro crea problemas mayores. Cuando se emplea el lenguaje del
pentecostalismo popular, con expresiones como «hablar en el Espíritu» con-
tra «hablar en la carne», o que el conocimiento se filtra por «el corazón» y
no por «la cabeza», todo el asunto de la supremacía del «conocimiento de
revelación» contra el «aprender intelectual» se confunde exponencialmente.
Pero esto parece ser la norma en las mentes de muchos de los del evangelio
completo.
Como ejemplo, considere la siguiente declaración de la cuñada de Char-
les Parham sobre hablar en lenguas. Ella afirmó que «corrientes de risa llega-
ron a mi corazón. Yo ya no podía pensar palabras de alabanza, pues mi mente
estaba sellada».7 En otro lugar, al referirse a su habilidad para predicar profé-
ticamente con la unción, Charles Parham dijo: «Nuestra mente no tomó parte,
nos convertimos en oidores interesados».8 Si este ejemplo parece anticuado,
no tiene más que volver al capítulo 6 o recordar mi ilustración de apertura en
la introducción.
Algunos podrían decir que la Biblia misma usa la terminología anterior.
En 1 Corintios 14 Pablo habla de «orar en lenguas» como orar en espíritu, y se
refiere a «orar con el entendimiento» como orar en el lenguaje aprendido de
los que están presentes. Pero Pablo no pone la mente humana en contra del Es-
píritu de Dios, como algunos suponen. Ni tampoco ni tan siquiera remotamen-
148
La cultura moderna, el anti-intelectualismo y las creencias pentecostales-
carismáticas
te sugiere que hablar en lenguas o cualquiera de los otros dones verbales sean
superiores a hablar en el lenguaje nativo de la persona; en realidad, su énfasis
es totalmente lo opuesto. Promueve el uso de la mente en las demostraciones
públicas de los dones verbales. 9
A veces Dios ha depositado una palabra de sabiduría o palabra de co-
nocimiento en mi mente, dejándome a mí decidir si debo o no compartir esta
infusión sobrenatural con otra persona. Estas son experiencias que humillan,
que a veces disturban, y otras, deleitan. Pero debemos tener cuidado de no
cambiar las reglas por las excepciones. O sea, aunque Dios se llevó a Elías,
no debemos dejar nuestro trabajo y esperar a que llegue una flamante carroza.
De igual manera, no debemos evadir el proceso de estudiar para presentarnos
aprobados simplemente porque Dios puede dar y da «conocimiento de reve-
lación» y discernimiento sobrenatural por medio de sus dones espirituales.
No estamos dispuestos a dejar que un médico trabaje en nosotros si dice ser
dirigido simplemente por conocimiento de revelación; también exigimos que
posea cierto «aprendizaje de libros a la antigua».
Parecemos luchar con la idea de que si algo no es lógico, entonces de-
ber ser ilógico; o que si alguien no es anti-intelectual, entonces debe ser un
racionalista; o que si cierto suceso no es de una naturaleza racional, entonces
por necesidad es irracional. Esta forzada dicotomía ha chapuceado de muchas
maneras nuestro pensamiento sobre el pensar. Pregunta: ¿Es reír y llorar algo
racional, emocional o intuitivo? Parece ser las tres cosas, y ninguna a expensa
de las otras. ¿Nuestra mente es física, espiritual, química o efímera? Parece ser
todo lo anterior y más.
Solo porque algo es físico (que «usa» el cerebro) no indica que no pue-
da ser de una naturaleza inmaterial también. Si lanzamos el brazo frente a
nuestro hijo al meter los frenos mientras conducimos, no podemos decir que
esta acción sea solo física; también tiene que ver con la emoción, con el pen-
samiento y con el instinto. De igual manera, debemos tener cuidado de no
estar tan prontos a discutir que como los dones espirituales y otras actividades
espirituales no son completamente racionales, no deben ser racionales en ab-
soluto. Hay mucho trabajo por hacer en esta área de concentración para poder
ayudarnos a pensar mejor sobre las dimensiones espirituales e intelectuales de
nuestro andar por fe, especialmente en el área de los dones verbales.
A los cinco dones verbales se les puede añadir nuestro método a veces
confuso y el entendimiento de revelación, inspiración e iluminación. Tenemos
una tendencia a yuxtaponer las tres en una mezcla de arreglos. Añada a esto
«los dones» y conseguimos una interesante mezcla que, de nuevo, se inclina
fuertemente a disminuir el intelecto. A veces creo que Platón es más respetado
que el apóstol Pablo. ¿Cómo? En Fedro, de Platón, él habla de la dignidad de
la «divina locura», en la que el estado dado por los dioses, entusiasmado de
149
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
t 51
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
CONCLUSiÓN
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NOTAS
1 En las décadas de 1940 y 1950, C. S. Lewis comenzó a poner en alerta al mundo
occidental sobre su desastre intelectual: que su alma moría. Otros vieron la cala-
midad: Solzhenitsyn, Carl F. Henry y hasta la Madre Teresa. En la década de 1960
Richard Hofstadter presentó Anti-Intellectualism in American Lile [Antiintelec-
tualismo en la vida americana], y en la de 1970, John Stott publicó Your Mind
Matters [Tu mente es importante]. La década de 1980 trajo The Great Evangelical
Disaster [El gran desastre evangélico], de Francis Schaffer y Closing the Ameri-
can Mind [La mente americana se cierra], de Allan Bloom. Yen la de 1990 Mark
Noll escribió Scandal 01 the Evangelical Mind [Escándalo de la mente evangéli-
ca] y John Armstrong editó un volumen titulado The Coming Evangelical Crisis
[La inminente crisis evangélica].
2 Menzies, Anointed to Serve, [Unigido para servir], p. 355.
solo un veinte por ciento, comparado con el sesenta por ciento de entre todos los
demás clérigos americanos. La misma encuesta dice que mientras que un treinta
y tres por ciento de los predicadores no pentecostales se había graduado de la
universidad y pasó al seminario, solo un cinco por ciento de los líderes pente-
costales de esa época podía decir lo mismo. Además, se debe observar que esta
información compara a los líderes pentecostales más prominentes de la época con
el predicador protestante promedio. Si estas estadísticas son tan siquiera aproxi-
madas, aportan significancia al tema de este capítulo.
5 Parham, A Voice Crying in the Wilderness [Voz que clama en el desierto], p. 28.
7 Parham, The Life ofCharles F Parham [Vida de Charles F. Parham], pp. 60-61.
8 Parham, Voice [Voz], p. 3I.
9 Solo es necesario ver las palabras y frases clave para determinar el punto principal
das], 914, p. 2.
l2 DeArteaga, Quenching the Spirit [Contristar el espíritu], p. 104; ver también Men-
mol, p. 69. Para un breve pero intenso estudio sobre la teología del altar o del sur-
gimiento del llamado al altar, ver lain Murray, The Invitation System [El sistema
de invitación], Banner ofTruth, Carlisle, PA, 1967.
154
10
LA ANATOMíA DEL ANTI-
INTELECTUALISMO
----:::::::>~ ~--
U
na mujer que había comenzado hacía poco tiempo a asistir a nuestra igle-
sia se puso de pie, caminó hasta la plataforma y comenzó a hablarle a la
congregación, -al menos parecía que estaba hablando--. Al terminar la
música, me di cuenta de que aunque la mujer movía los labios, no hacía nin-
gún ruido. Al peguntarle qué hacía, me contestó: «Estoy dando una profecía
en silencio. Solo los que tienen oídos para oír pueden oír lo que el Espíritu está
diciendo». Yo sí recibí el mensaje. ¡Muy claramente! Pero no tenía nada que
ver con lo que ella creía y esperaba estar comunicando. En su propia mente,
ella estaba compartiendo exactamente lo que creía que Dios quería que com-
partiera. Pero con la confusa manera en que compartía su «don», de hecho no
estaba impartiendo ningún mensaje. Como la cita bíblica mencionada arriba,
sus notas no se distinguían, su sonido no era claro, su llamado a la batalla no
se entendió.
Al llegar a este punto en este libro necesito hacer una pausa momentánea
y ponderar dos preguntas: ¿He tocado una nota clara -he dado una imagen
clara- de lo que es el anti-intelectualismo? Y ¿ha oído el lector -el oyen-
te- un llamado claro? Si el lector no ha recibido mi mensaje, entonces ¿quién
155
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
estará listo para la batalla? Antes de pasar a la segunda parte de este libro, don-
de investigamos las disciplinas que pueden ayudar al movimiento pentecostal
carismático a reforzar la vida de la mente, quiero estar seguro de que no se me
ha malentendido. Es importante tener un firme entendimiento de los matices
del anti-intelectualismo, como también poder determinar si hemos tratado de
escapar y no comprender sus definiciones.
Hace muchos años, cuando mi familia y yo íbamos a salir del pueblo por
una semana, les di instrucciones a dos amigos míos para que cuidaran de mis
palomas. Cuando regresé, lo que contemplé parecía una escena de una película
de Alfred Hitchcock. Luego noté que los recipientes de agua estaban llenos de
polvo y que el recipiente donde la comida estaba guardada, seguía lleno hasta
el tope. ¡Horror de horrores, mis pájaros de sangre pura habían sido obligados
a un ayuno de una semana! Ambos amigos habían asentido con la cabeza
cuando yo les di las instrucciones sobre cómo cuidar de los pájaros, pero cada
uno pensó que yo le hablaba al otro.
¿Cuántas veces nos hemos sentado en el banco, hemos oído un mensaje
penetrante, y con sencillez y presunción hemos desviado las flechas de verdad
hacia nuestro cónyuge, hacia nuestro hijo o hacia la hermana Fulana? Yo soy
así y usted es así, puesto que todos somos hijos de Adán. Es necesario poseer
transparencia espiritual y humildad como la de Cristo para acercarse al pastor
después del culto y decirle: «Usted estaba hablando de mí. No me gusta, pero
es la verdad. Quiero asumir mi responsabilidad. ¿Me podría ayudar?» ¡Es un
día feliz cuando el clérigo oye estas palabras! Pero esos días son pocos y es-
casos porque nuestra naturaleza es tal que cada uno supone que el predicador
está hablando de otro.
En todos mis años de hablar sobre la importancia de la vida de la mente y
sobre el problema de las actitudes anti-intelectuales, nunca me ha dicho nadie:
«Yo soy anti-intelectual», o «Yo creo que la educación es del diablo». ¡Nunca!
Cierto es que para muchos es fácil mezclar el intelecto con el Espíritu. Pero
¿qué de los cientos a los que he oído hacer comentarios cortantes en contra de
la mente? Estos de cierta manera se imaginan que yo hablaba de otros creyen-
tes al referirme a los que tienen tendencias anti-intelectuales.
¿Por qué es esto? Creo que la respuesta está en el hecho de que ningu-
no de nosotros quiere ser conocido como alguien con prejuicios, pues eso es
exactamente lo que es el anti-intelectualismo. A la luz de esto, encuentro ne-
cesario profundizar un poco más en los tonos y matices del prejuicio en contra
del intelecto. En los capítulos anteriores he ofrecido evidencia con anécdotas;
ahora voy a examinar la naturaleza misma del problema.
156
La anatomía del anti-intelectualismo
157
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Naturalmente, nos es difícil comprender los matices del prejuicio hasta que
nosotros mismos recibimos su venenosa mordida. Cuando yo era niño, tenía
un tío que, por el hecho de que mi madre provenía de la Alemania destrozada
por la guerra de Hitler, se divertía llamándome «Nazi~~. Y, con un apellido
como «Nañez», no era poco común que los chicos de mi bus escolar hicieran
chistes sobre los «espaldas mojadas» y los hispanos. Por cierta razón, cuando
158
La anatomía del anti-intelectualismo
mi tío o los chicos del bus decían que solo estaban bromeando, yo no podía
creerles.
Como cristiano, pastor, misionero y seminarista yo, al igual que muchos
de ustedes, he sido el blanco de declaraciones con prejuicio que tienen que ver
con todo esto. Cuando los críticos que no conocen nuestro estado espiritual o
profesional en la vida degradan a los del campo religioso derechista, atacan a
los predicadores avarientos o envilecen los estudios teológicos posgraduados,
reconocemos la descarada navaja del prejuicio, no importa cómo la disfracen
o la expliquen. Sin importar 10 que diga la persona después de estas declara-
ciones, es bastante difícil ignorar los comentarios hechos en esta vena.
Además, está ese mundo entero de prejuicio que los pentecostales cono-
cen muy bien. Probablemente todos sentimos el tormento de las nociones pre-
concebidas y las palabras injustas sobre los «costales santos» que se cuelgan
de los candelabros, que hablan en jeringonza y que sostienen serpientes con
las manos. Somos sensibles a la más mínima traza de intolerancia cuando el
blanco es algo muy querido para nosotros. Nuestra primera impresión, cuando
somos ridiculizados, no es que los críticos posean una pequeña medida de
amor hacia el pentecostalismo ni que es más probable que tengan buenas ra-
zones para su aparente odio hacia nuestro movimiento. ¡Más bien, 10 primero
que pensamos es que no nos han dado una oportunidad razonable, que han
sido mal informados, que ignoran nuestras creencias, que están predispuestos,
que en realidad se han creído una mentira! Equivocar un prejuicio no es tan
fácil como puede parecer al principio.
Además, nosotros como pentecostales y carismáticos estamos prontos a
detectar el prejuicio del escéptico cuando avanza en la forma del antisobrena-
turalismo.
En todas esas ocasiones, usted podría preguntarse por qué la persona es quis-
quillosa o al parecer antiexperiencia, pero de una cosa usted está seguro: Está
recelosa de unirse a su entusiasmo y quizás es plenamente antagonista hacia el
tema. La persona puede decir que no tiene antipatía hacia el pentecostalismo,
pero si lo primero que le sale de la boca sobre el tema es algo negativo, ¿qué
otra cosa podemos pensar?
Hace tiempo tuve un vecino que guardaba una profunda antipatía contra
los extranjeros (todos menos los noruegos; su madre era de Noruega). Siempre
que yo mencionaba a alguna persona afroamericana, asiática o de Oriente Me-
dio, se le enrojecía la cara al mismo tiempo que expresaba profundo desprecio.
Un día le pregunté por qué tenía tanto prejuicio. En respuesta, exhibió toda
clase de gimnasia lingüística para tratar de convencerme de que él no tenía
prejuicios. Al final, dijo que no estaba en contra de los extranjeros, ¡simple-
mente era que no quería vivir cerca de ellos!
Es como una persona que pone en práctica el nepotismo y dice: «Yo no
soy nepotista, es solo que los únicos trabajadores cualificados de mi ciudad
tienen mi mismo apellido». O qué del chauvinista que declara: «Yo no tengo
prejuicios contra las mujeres, creo que todo hombre debe ser dueño de una».
¡Lo que quiero decir es que ya admita o no la gente ser chauvinista, nepotista,
antisemita, antipentecostal o anti-intelectual, de la abundancia del corazón ha-
bla su boca!
160
La anatomía del anti-intelectualismo
al mal camino» y un escéptico del intelecto que dice: «Sí, un método intelec-
tual de la fe lo llevará al mal camino»?
Cuando alguien se apasiona por un tema, no se queda sentado sin ha-
cer nada al presentársele una oportunidad para expresar su pasión. Esta es
exactamente la razón por la que tantos creyentes llenos del Espíritu (y evan-
gélicos) están preparados para trabar combate cuando se menciona la im-
portancia de la vida de la mente. Tienen prejuicio en contra de lo que ellos
consideran ser un enemigo de la fe. Creen tener la responsabilidad espiritual
de mantener el intelecto en su debido lugar: en el atrio exterior, donde los
extranjeros se mezclan con los de menos fe.
Son numerosas las maneras en que algunos de los nuestros representan el
intelecto como un villano. Los hay que tienen reacciones de reflejo rotuliano
ante la palabra «intelecto», como si la palabra en sí fuera causa para lanzar el
guante. Los hay que leen con voracidad, pero hablan de los peligros de leer.
Se pueden sentir justificados en su ataque porque lo único que han leído son
libros con los que estaban de acuerdo. Algunos tienen educación universitaria,
pero ponen en guardia a los que buscan «demasiada educación», sea lo que
sea esto. Y los hay que enseñan -incluso profesores- cuyo punto de vista es
estrecho y que simplemente adoctrinan a sus alumnos.
Lo que necesitamos entender es que las actitudes anti-intelectuales no
se limitan a los que tienen poca educación formal. Si consideramos el pro-
blema de esta manera, entonces todos podemos decir que no tenemos este
prejuicio; que es lo que muchos parecen decir. Algunos dicen cosas como:
«El pastor Smith no es anti-intelectual, pues asistió al instituto bíblico»;
«Clara no es anti-intelectual, es maestra de escuela»; o «¿Roberto? Él no
está en contra del intelecto, siempre lo veo leyendo}}.
Yo he conocido a hombres que dicen que aman a su madre, a su esposa
y a sus hijas, pero que se aprovechan de toda oportunidad para hablar de las
mujeres como objetos sexuales o ciudadanas de segunda clase creadas para
doblarles la ropa interior y hacerles la comida. He conocido a hombres de ne-
gocios que les dan trabajo a minorías, pero a quienes les gusta contar chistes
sobre esas mismas minorías, que por lo regular las presentan como personas
ignorantes y perezosas. ¿Y qué de algunos que contribuyen a la caridad pero
que siempre hablan con desprecio de los pobres, y al mismo tiempo, sus po-
bres padres desempeñaron tres trabajos cada uno para poder pagarles sus estu-
dios de derecho? Recuerde, se dice que hasta Hitler pudo haber tenido sangre
judía.
La idea central es que el prejuicio viene en todas las medidas y estilos; y
para que alguien lo exhiba no es necesario que evite contacto con o que se nie-
gue a usar aquello contra lo que tiene el prejuicio. Por tanto, la persona puede
decir que no tiene prejuicio, o el creyente puede decir que no es anti-intelec-
161
¿EVANGElIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
tual; pero cuando oímos la válvula de presión de su corazón -la boca- sa-
bemos que no es así. Podríamos preguntarnos cómo puede ser esto. Hay tantas
razones por las que la persona tiene prejuicio, tantas como hay personas con
prejuicios.
para impresionar a sus vecinos, alquilar más vídeos para su placer en mirarlos,
ver la bola de fútbol ser lanzada por todos lados por gente que nunca conoce-
rán, o ir de pesca una vez más antes que llegue el frío.
Con frecuencia, nuestro pragmatismo rápidamente se degenera en he-
donismo, materialismo o pereza. Como alguien que salió bastante mal en su
primer semestre de universidad y que luchó durante muchos años para lograr
comprensión en la lectura, yo entiendo demasiado bien la batalla de mantener
alejada toda distracción para poder preparar la mente y cultivar el intelecto. El
hombre que es demasiado perezoso como para tomar un trabajo de un día cri-
ticará al que se prepara para forjar una carrera. Con frecuencia el que arguye
en contra del cacumen intelectual es culpable de lo mismo.
Aunque quiero tener extremo cuidado con la manera en que expreso este
punto, creo que es una consideración viable. Quizás algunos albergan antipa-
tía en contra de la vida de la mente por la influencia del enemigo. ¿Es posible?
Como pentecostales y carismáticos, somos muy aficionados a la idea de que
los demonios o los malos espíritus influyen en las tendencias sociales, la pro-
paganda religiosa y los pensamientos de los individuos, ¿no es cierto?
Si la persona niega que Jesús sea el Hijo de Dios, considerándolo un
mentiroso, sin timidez atribuimos este punto de vista a Satanás. Si la persona
cree que puede vivir en adulterio y servir a Cristo también, no somos lentos en
pensar que el padre de la mentira ha infiltrado el juicio de esta persona. Ade-
más, he oído decir en muchas ocasiones que los que se niegan a creer que los
dones espirituales apostólicos son para hoy han sido cegados por el enemigo.
¿Por qué pensamos así? Simplemente porque creemos que las Escrituras en-
señan que Jesús es el Hijo de Dios, que el adulterio es pecado y que los dones
son para hoy.
Las Escrituras enseñan que debemos ser astutos como serpientes, pre-
parar nuestra mente para la acción, amar a Dios con toda nuestra mente, bus-
car entendimiento, forjar doctrina, prepararnos para poder dar buena razón de
nuestra fe, argüir, debatir y ofrecer pruebas a los perdidos. Si estas son verda-
des de Dios, y con todo, los creyentes luchan contra ellas cuando salen en con-
versación, entonces ¿es posible que el enemigo de nuestra alma esté tratando
de mantenernos alejados de estas verdades? Como ya mencioné al comienzo
de este libro, si nuestra mente es la imagen de Dios en nosotros pero todavía
consideramos nuestra cabeza/mente como enemiga de nuestro( a) corazón/fe,
entonces estamos pecando cuando tenemos prejuicios en contra de las cosas
intelectuales.
Por supuesto, siempre está la pregunta sobre los que no pueden ser «inte-
lectuales», los que no tienen capacidad mental para sondear las profundidades
de la apologética suposicional de Van Til o para argüir sobre la significancia
escatológica de la literatura apocalíptica judía según la escatología realizada
163
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
de Pablo. Por favor, tenga en cuenta que este libro no es sobre cómo hacernos
«intelectuales», sino sobre no guardar actitudes anti-intelectuales en nuestro
corazón y sobre desposar la vida de la mente con la vida del Espíritu.
Segundo, cualquiera que hace la pregunta sobre los que son incapaces de
estudiar en serio, por lo regular no cree tener capacidades mentales limitadas.
La mayoría usa esto para justificarse a sí mismo, como los que dicen: «A mí
se me hace difícil aceptar el juicio de Dios sobre los que no son salvos. ¿Y qué
de los pobres impíos que nunca han oído?» ¡Si de verdad se interesaran por los
impíos, entregarían su vida a Cristo y se irían de misioneros a vivir entre las
masas que están sin evangelizar!
Tercero, si Dios nos manda a todos a amarlo con toda nuestra mente,
entonces tenemos que arreglar el asunto con Dios. Sin duda, Dios no espera lo
imposible. Él no diría que los inválidos son «peores que los incrédulos» solo
porque no tienen trabajo. No condenaría a una mujer estéril por no poder ser
fructífera y multiplicarse. Ni criticaría a una víctima de un accidente dañada
del cerebro por no hacerse neurocirujano.
De la misma manera, Dios nos ha creado a todos con diferentes niveles
de capacidad intelectual. Él solo espera que nosotros usemos lo mejor que
podamos lo que nos ha dado. Ahora, debemos tener cuidado cuando estemos
ante Dios y le digamos que hemos estirado nuestra capacidad. Él podría recor-
darnos a Milton y a Homero, pues ambos estaban ciegos cuando escribieron
sus respectivas obras magnas, a Beethoven, que escribió su Quinta Sinfonía
cuando estaba casi sordo, al hombre sin piernas que escaló el Everest; o a al-
guien como mi suegro, ¡que cocinaba, conducía, estableció su propio negocio
y dirigió la alabanza de una iglesia pentecostal durante muchos años, aunque
estuvo confinado a una silla de ruedas por medio siglo!
Yo sinceramente me debo plantear esta pregunta: «¿Estoy preparándome
para defender mi fe, explicar mi doctrina, comprender a mi vecino y luchar
por el cambio cultural leyendo extensamente, aprendiendo a usar buena lógica
y alimentándome de las grandes mentes de la antigüedad?» Si así lo hago,
entonces voy en camino de amar a Dios con la mente y, por tanto, lo estoy
complaciendo al obedecer su llamado y su mandamiento. Para los que están
preparando su mente para la acción y a los que no lo están haciendo pero que
añoran afilar su hierro intelectual, nos volvemos ahora a algunos de los instru-
mentos que pueden ayudarnos en ese significante y estimulante proceso.
164
SE811DI PARTE
MUNICIONES PARA
lA MENTE
DEL EVANGELIO
COMPLETO
11
EL FINO ARTE DE PENSAR: RAZÓN y
LÓGICA
--------~-~~. ------
Debemos usar nuestra mejor razón para saber cuáles son las verdaderas
Escrituras canónigas, para expandir el texto, para traducirlo fielmente,
para reunir justas y certeras inferencias de lo que acierta la Escritura;
para aplicar en asuntos de doctrina y adoración.
RICHARD BAXTER, LÍDER PURITANO
FE Y RAZÓN
brazos de Dios, lo hice por fe. Eso es, fe en que él me amaba, fe en que me
perdonó, fe en que él no me torcería el cuello, fe en que él era fiel a lo que
había prometido. Fe, en el sentido bíblico, es fe en o fe en que. Cualquier
cosa que no sea eso es simplemente sentimentalismo, superstición, misticis-
mo o ilusiones, que, en el análisis final, no es pensar.
Ahora, para los que pudieran decir que la razón es nuestro todo, es im-
portante señalar que, por sí sola, la razón humana nunca puede encontrar el
camino al cielo. Uno no puede subir gradualmente la escalera de la sabiduría
y lograr descubrir la puerta del reino, y por medio de persistentes golpes inte-
lectuales, romper la barrera entre los pensamientos humanos acerca de Dios
y los pensamientos de Dios revelados a los humanos. Sin el precioso don de
Dios de la revelación escrita de sí mismo, nosotros como humanos, por medio
de la razón, nunca habríamos conocido nuestra condición espiritual ni la cura
de Dios para esa condición.
Al contrario de eso, muchos confunden el racionalismo con la razón.
Mientras que racionalismo es un sistema de creencias que sugiere que no hay
ninguna cosa como revelación, la razón es algo que Dios da. De ese modo,
la respuesta al racionalismo no es irracionalidad, el antídoto para el anti-in-
telectualismo no es intelectualismo, y de ninguna manera es el misticismo la
solución para el mal uso de la razón. La invitación de Dios todavía está en pie:
«Vengan, pongamos las cosas en claro» (Is 1:18); su llamado todavía resuena
«ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo ... que es su culto racional [logikosJ»
(Ro 12: 1, transcripción personal); y su mandamiento todavía es contemporá-
neo: «Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de
la esperanza que hay en ustedes» (1 P 3:15).
RAZÓN¡ FE Y SENTIMIENTOS
o que el problema es raro en nuestros rangos, o que está propagado pero que
es insignificante. Si esto es ciertamente lo que estamos declarando, entonces
probablemente necesitamos más ayuda de lo que yo he sospechado.
Misticismo es generalmente esa manera de juzgar la verdad y la realidad
por la que los sentimientos, impresiones y experiencias personales formulan
la manera en que uno ve la vida y dictan las decisiones. Los que ven su vida
espiritual de esta manera con frecuencia dicen que «saben lo que saben», y así
se colocan más allá del escrutinio de la razón y del buen consejo. Aun cuando
la «verdad» que reciben no llega a suceder, tienden a racionalizar por qué no
sucedió, o alteran su «verdad» para que pueda caber lo que sí ha sucedido.
Según ellos, la impresión que interceptan es autoritativa porque ha venido de
dentro; y como ha venido de dentro, debe haber sido el Espíritu Santo; y como
fue el Espíritu Santo, la voz no puede mentir. Este tipo de razonamiento cir-
cular no solamente daña los testimonios del cristiano sino que causa multitud
de dolor de corazón para amigos, familia y congregaciones que son rehenes de
dicha tontería.
Probablemente todos nosotros recordamos numerosos incidentes raros
que hemos observado como resultado de cuestionables fuertes impresiones,
direcciones personales y voces internas. El punto al que quiero llegar no es
inundar al lector con ejemplos, sino simplemente aludir al tipo de locura que
puede resultar de deshacernos de la razón. Me recuerda a un hombre que per-
dió su trabajo con buen sueldo porque «sabía» que debía hablar en lenguas
frente a sus compañeros de trabajo que no eran cristianos. Su única defensa
era que no podía decir a Dios que se callara. Dios ha sido culpado por chismes,
avaricia, pereza, fornicación y un sin fin de otras actividades, en nombre de
«ser dirigido» y en la ausencia de usar la razón.
Ni tampoco podemos olvidar a las multitudes de los que tienen fuertes
sentimientos hacia cierta iglesia, solo para faltar en participar para así, muy
convenientemente, poder «sentirse dirigidos» a escapar de ella e irse a otra
congregación después de solamente pocas semanas. ¿O qué de los muchos
pastores víctimas que han recibido el voto de la congregación? La voz demo-
crática y la voz del Espíritu dijeron «sí» al candidato, pero apenas semanas o
meses después el mismo Espíritu está diciendo a los mismos demócratas que
ese no es su hombre. Todos cometemos errores, pero llamémoslos lo que son.
Usted y yo sabemos que la lista puede seguir y seguir ...
a su cuerpo y que una genuina dirección personal es uno de los métodos por
los que Dios dirige a sus hijos. Si la persona apaga el poder y la presencia del
Espíritu Santo al ser demasiado crítico, inevitablemente se perderá de algunos
de los sucesos especiales en los que Dios desea que participe. Algo anda mal
con nosotros si no nos alegramos al pensar en ser dirigidos por el Espíritu
de Dios. Sin embargo, también hay algo malo si descartamos nuestra mente,
confundiendo toda potente emoción interna con la voz de Dios y de ese modo
basamos nuestro sistema de creencias en los portentos (reales o imaginarios).
Ciertamente, debemos acoger las ocurrencias inusuales, pero debemos
creen solo lo que se enseña claramente en la Escritura. ¡Debemos probar todo
espíritu, probar todas las cosas y de todos modos evitar ser extraños solo para
ser extraños, porque con mayor frecuencia esto es simplemente orgullo! Es
necesario que tengamos cuidado de no seguir todas las unciones internas
(¡especialmente cuando nos servimos de ellas!), de no resolvernos a buscar
señales y prodigios y de no echar fuera la lógica y la razón como si fueran
enemigas de lo sobrenatural.
Los dos grandes límites entre los que debemos tratar de operar son los de
apagar al Espíritu en un extremo y el del sensacionalismo en el otro. Parece
como que siempre hay una multitud con la mente cerrada que automática-
mente grita: «mala jugada» cuando se supone algo fuera del alcance de su
experiencia personal. Luego están los que siempre están apoyando la manifes-
tación más nueva y más extraña. Ya sea que seamos culpables de credulidad
debido a nuestro temor de apagar al Espíritu, o que erremos al verdaderamente
apagar al Espíritu por temor a la presunción, debemos tratar de conocer nues-
tras propias debilidades y tendencias para poder dar equilibrio a nuestra vida
espiritual. Si no estamos dispuestos a aceptar otros puntos de vista y si no
somos sinceros con respecto a nuestros propios prejuicios, nunca podremos
esperar encontrar ese equilibrio.
Mucho se podría, y es necesario, decir sobre la mente pentecostal-caris-
mática. Hay una vasta cantidad de trabajo por hacer para poder ayudar adecua-
damente al pueblo del evangelio completo a vivir una vida totalmente cons-
ciente y examinada en medio de nuestra engañosa y perpleja sociedad. Uno
de los primeros pasos hacia esta meta es simplemente ayudar a nuestro pueblo
a ver que la razón y la fe no son enemigas mortales. Segundo, los que se ad-
hieren a nuestro movimiento necesitan confinar sus convicciones doctrinales
dentro del campo de la explícita enseñanza bíblica. Tercero, estamos obligados
a enfatizar, a aprender ya enseñar el valor y el arte de la lógica.
171
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
LA LÓGICA DE DIOS
Los que son devotos a Cristo con frecuencia tratan la lógica como a una hijas-
tra rebelde. Pero al igual que muchos de los otros temas tratados en este libro,
la lógica también debe ser promovida, especialmente por los soldados de la
cruz. Los que están interesados en la verdad ciertamente necesitan interesarse
por el buen pensamiento, y los que saben que sus pensamientos acerca de
Dios, las Escrituras y la vida son de suma significancia, deben estar íntima-
mente familiarizados con la lógica. Los creyentes que supuestamente se opo-
nen a la idea de mezclar la lógica con el cristianismo cometen por lo menos
uno de dos errores.
Primero, cuando los llamados antagonistas hablan contra la lógica, ine-
vitablemente dan razones o argumentos del por qué consideran la lógica peli-
grosa para la persona de fe. Por supuesto, quieren que el oyente acepte lo que
ellos dicen ser lógico. De esta manera, revelan que para poder presentar su
caso, deben utilizar lo mismo que presumen rechazar. El segundo error está
íntimamente unido al anterior; este es errar por definición. Esas personas defi-
nen la lógica como una facultad caída que yace más allá de poder ser reparada,
o dicen que la lógica es el arte de disculpar lo sobrenatural dando explicacio-
nes. Ahora razonemos juntos y veamos por qué la lógica es en realidad amiga
nuestra.
La lógica, tal y como la define el diccionario Webster, es «la ciencia de
los principios formales de razonamiento». En pocas palabras, la lógica es el
estudio o la práctica de pensar correctamente. La lógica es seguir reglas de
pensamiento y de realidad para poder llegar a conclusiones legítimas. Es el
proceso de poner en orden los pensamientos de uno. La lógica es lo opuesto
al pensamiento confuso y a las explicaciones dislocadas. Su uso apropiado
revela incoherencias, destruye el prejuicio y desenreda los asuntos complejos.
Cuando la lógica se aplica a la ciencia, a la política, a la religión, al arte, a la
música, a la filosofía, a los asuntos morales o a cualquier otra disciplina, no
solo examina el método que uno usa para juzgar los hechos, sino que también
prueba cada eslabón de la cadena de la argumentación y su relación entre sí.
De esta manera, la lógica representa la parte de un policía que sopla el silbato
cuando se viola una de las leyes del razonamiento correcto. A la luz del hecho
de que todos piensan, y dando por sentado de que todos quieren pensar correc-
tamente, el ejercicio de la lógica es de extrema importancia. Al menos así lo
creían los primeros padres de la iglesia, los eruditos medievales, los reforma-
dores, los puritanos y las grandes figuras del Gran Despertar. ¡Hasta el gran
Wesley enseñaba lógica en Oxford y escribió un libro de 247 páginas sobre la
razón!2
172
El fino arte de pensar: Razón y lógica
Hacía solamente tres años que yo había conocido al Señor cuando tuve la for-
tuna de toparme con una polvorienta copia de The Intellectual Life [La vida
intelectual], de A. G. Sertillanges, un perenne clásico entre las mentes pensa-
tivas. A través de toda esta mina de oro cerebral, el autor despierta, provoca
e inspira a las almas aventureras a que le presten su mente a Cristo para el
trabajo de él. Al hacerlo, él menciona el llamado a ocuparnos con «la Lógica
viviente». Explica que este es el principio de participar apasionadamente en
el desarrollo del intelecto durante toda la vida, donde la mente humana, la
radical exploración intelectual y la mente de Dios se reúnen en el santuario de
la verdad. 5
Si deseamos pensar como Cristo sobre las cosas creadas y eternas, de-
bemos andar en la Lógica viviente para que el Verbo viviente pueda obrar a
través de nosotros. Para pensar correctamente, debemos poder detectar cuando
173
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
174
El fino arte de pensar: Razón y lógica
175
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
que los peligros del mal pensamiento prevalecen ha mantenido a las masas
bajo el cautiverio de puntos de vista superficiales sobre muchos temas impor-
tantes. En particular, nosotros como cristianos debemos interesarnos mucho
por el proceso por el que llegamos a aceptar algo como cierto o falso. Además,
como agentes de la verdad y embajadores de Cristo, debemos saber cómo di-
suadir mejor a los perdidos de sus puntos de vista erróneos y desastrosos sobre
la vida y la eternidad. Cuando sepamos esto, estaremos preparados para unir-
nos a gente como Pablo, que «refutaba vigorosamente», «discutía ... tratando
de convencerlos» (Hch 18:28; 19:8-9) para la gloria de Dios.
CONCLUSiÓN
En sus epístolas a los creyentes de Corinto llenos del Espíritu, Pablo desafió
a los lectores a l1evar cautivo todo pensamiento hasta que estuviera en línea
con la verdad de Cristo (2 CA 10:4-5). También les ordenó que fueran mejores
pensadores, escribiéndoles: «no sean niños en el modo de pensar ... pero adul-
tos en su modo de pensar» (1 Ca 14:20). Al seguir estas directivas nosotros,
como hijos de Dios llenos del Espíritu de los tiempos modernos, podemos
hacernos muy adeptos en ser más listos que Satanás en sus maquinaciones
z1ógicas (2 Ca 2: 11). Y a medida que fortificamos nuestra aptitud para el buen
pensar, magnificaremos la imagen de Dios en nosotros, dándole gloria al que
ha enviado a su único Hijo, Jesús -el Lagos viviente- a nuestra vida. Si
hay una habitación principal en esta tierra para las leyes de la lógica y para el
excelente razonamiento, seguramente es en el corazón de los que son llamados
por su nombre.
......'IIT EUd
111·''136 TI ....
NOTAS
1 Joyce Meyer, El campo de batalla de la mente, p. 91.
2 John Wesley, The Works of John Wesley [Obras de John Wesley], Baker, Grand
111
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
3 Gordon H. Clark, Logic [Lógica], ltinity Foundation, Jefferson, MD, 1988, pp. 117-
3I.
4 Atenágoras, Ante-Nicene Fathers [Padres antenicenos], ed. Schaff ed., 2, p. 133; Ire-
neo, Ante-Nicene Fathers, [Padres antenicenos l, ed. Schaff, 1, p. 400; Orígenes,
Ante-Nicene Fathers [Padres antenicenosl, ed. Schaff, 9, pp. 319-20.
5 A. G. Sertillanges, The Intellectual Lite: lts Spirit, Conditions and Methods [La vida
178
12
MOLDEEMOS LA MENTE HUMANA:
EDUCACIÓN
Y
a hace varias décadas que la educación ha sido atacada en el foro de
la cultura popular. Desde las telenovelas que representan al profesional
como un sabiondo intelectual abstracto, hasta canciones populares que
representan el aprender como algo impráctico y peligroso, las opiniones de las
masas respecto al alto conocimiento han sido expresadas. Por ejemplo, tome
un canto popular de los 1960, que todavía lo tocan todos los días las emisoras
«nostálgicas». El artista orgullosamente proclama que él no sabe mucho de
geografía, de álgebra, de historia, de biología, etc., pero lo que sí sabe es que
ama a su chica y que es amado por ella. Su sinopsis de la vida es «que sería un
mundo maravilloso)) si todos fueran como él.! A principios de los 1980, en un
gran éxito de grabación de Pink Floyd que luego fue una película, el mensaje
repetitivo es: «No necesitamos educación, no necesitamos control del pensa-
miento)) y luego: «Maestros, dejen en paz a esos chicos)). 2
179
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
180
Moldeemos la mente humana: Educación
181
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Al meternos en el siglo n, y más allá, vemos que las figuras principales del
cristianismo no solo leían ampliamente sino que buscaban apasionadamente
educación en todo nivel. Muchos de los primeros padres de la iglesia fueron
hombres de notable preparación y pensadores del más alto orden. Eso quiere
decir que no solo poseían voluminosas porciones de información sino que en-
tendían algo de la naturaleza de juntar y unir todas esas porciones.
Estos gigantes de la fe asieron el hecho de que toda verdad es verdad de
Dios, dándose cuenta de que el cristianismo tenía poderosas implicaciones no
solo para una vida religiosa estrechamente definida, sino para toda la vida,
especialmente la vida de la mente. Para ellos, Jesús era la Lógica Eterna, que
unía todas las astillas de la realidad que se había fragmentado y esparcido por
causa de la caída. Este punto de vista les permitía ver el mérito en lo que de
otra manera se podría llamar aprendizaje «secular».
A medida que estos santos mentores enseñaban a una miríada de con-
vertidos de la primera era cristiana, los desafiaban a una norma educativa más
alta. Su propósito no era simplemente llenar de información el cerebro de los
oyentes, sino condicionar su modo de pensar. Escuche los pensamientos de
uno de los grandes maestros del cristianismo del siglo n, Clemente de Alejan-
dría, cuando exhorta a los creyentes hacia la excelencia en la educación:
nes de Nueva Inglaterra. Los puritanos fijaron el principio del santo aprender
sobre el pináculo de su recién hallada «Ciudad sobre la colina». Como ejem-
plo, la Universidad de Harvard fue establecida en 1636, solamente seis años
después del primer gran éxodo de puritanos de Inglaterra al nuevo continente.
En sus propias palabras, el establecimiento de Harvard fue motivado por su
«temor a tener un ministro analfabeto para las iglesias, cuando nuestros pre-
sentes ministros estén tendidos en el polvo». Y así, Harvard, junto con Yale y
Princeton, fue responsable de popular los púlpitos vacíos y los campos misio-
neros destituidos durante más de un siglo. 6
Estas universidades influyeron a muchos de los óptimos líderes cristianos
en la historia americana, incluso «al último puritano», Jonathan Edwards.
Edwards, que comenzó el primer gran despertar, era graduado de y tutor en
YaIe y luego fue rector de Princeton. El gigantesco avivamiento que tuvo lugar
bajo su ministerio fue encendido mientras Edwards prestaba servicio en una
iglesia en Northampton donde su abuelo, Saloman Stoddard, había pastoreado
por cincuenta y siete años. El mismo Stoddard era graduado y bibliotecario
de Harvard. El nieto de Edwards, Timothy Dwight, era graduado de Yale, con
doctorados honorarios de Princeton y Harvard. Llevando el manto ungido de
su abuelo y de su bisabuelo: Dwight ayudó a llevar a nuestra nación hacia el
segundo gran despertar, que comenzó en 1802 mientras era rector de Ya1e.
Los padres peregrinos no solo enfatizaban la educación superior sino
también la educación primaria. En 1647 procedieron con lo que se llamaba el
«Acta de Satanás, el gran engañador», exigiendo que todo pueblo contratara
y pagara a los maestros de escuelas. La ley adquirió su nombre de la idea de
que Satanás guía con más facilidad a aquellos cuya mente no ha sido formada
para pensar eficientemente. 7 Tomaban en serio el mandato bíblico de preparar
el entendimiento para la acción (1 Pedro 1:13). Nosotros también debemos
soportar la tentación de mantener la vida espiritual en una esquina y la vida
intelectual en otra. Debemos volver a unirnos a lo que la crema de la cosecha
de Dios históricamente ha esposado: El Espíritu de Dios y la mente humana.
Los maestros y predicadores del siglo veintiuno tenemos que luchar para
no promover la escucha pasiva; tenemos miedo de enseñar cosas demasiado
elevadas para el oyente, no dándonos cuenta con frecuencia de que la pasivi-
dad hace avanzar la hipocresía y de que nada puede elevar la mente a menos
que esté «por encima de la cabeza de uno». Así que calculamos cuál es el de-
nominador común de más bajo nivel intelectual de un grupo, y lo convertimos
en nuestro blanco. Al hacer eso, dejamos que la mente término medio siga
siendo término medio, y que la que esté por encima de la media baje un pun-
to. Y después decimos que los oyentes han recibido instrucción o enseñanza,
cuando en realidad la mayoría de ellos simplemente ha escuchado el sonido
de la voz de un maestro exponiendo de forma difusa hechos u opiniones inco-
nexas en un espacio común.
En el púlpito hacemos lo mismo al predicar hasta la muerte «el simple
evangelio», trillar generalidades o los temas «mascota» de nuestra denomina-
ción, cavando ranuras estrechas pero profundas en las mentes poco exigentes,
poco concienciadas, de los pagadores de diezmos. Y lo que es más: tendemos
a evitar sermones complicados bien porque eso nos exigiría demasiado rigor y
dolor mental, o bien porque se aparta de la ocupación que produce resultados
inmediatos, lo que a su vez nos ayuda a sentirnos útiles. Algunos de nosotros
dejamos a un lado los asuntos difíciles y bajamos de nivel nuestros mensajes
porque la multitud quizá vaya disminuyendo si insistimos en la excelencia
intelectual y en la vida espiritual. Si nuestro público comienza a buscar en
186
Moldeemos la mente humana: Educación
cualquier otro lugar sermones de menor resistencia, puede que nuestra frágil
auto estima (basada en el presupuesto y en el número de asistentes) comience
a desmoronarse, y esto nos reporta un nuevo tipo de dolor.
La verdadera instrucción solo puede darse cuando se enseña a los oyen-
tes cómo pensar por ellos mismos. Obviamente, quien educa tiene que enseñar
lo que es correcto, pero eso solo ocurre sabiendo cómo pensar y siendo crítico
con uno mismo. Lo que se aprenda fuera de estos parámetros es menos que
educación verdadera. La instrucción sin pensamiento crítico, preguntas creati-
vas y rigor lógico no es realmente instrucción en absoluto, sino solo compartir
información y, en el mejor de los casos, almacenar datos.
Cuando hoy día los cristianos oyen la palabra «liberal», la mayoría de ellos la
relacionan con flojedad de extrema izquierda. Nos imaginamos que tiene algo
que ver con elliberal-ismo. Vivimos en una época en la que los padres cristia-
nos están preocupados por el excesivo involucrarse del gobierno federal a la
hora de acunar a nuestros niños de guardería. Nos asustan los objetivos de la
educación basada en los resultados, y nos frustra la instrucción relativista que
es tan habitual en muchos de los colegios de la nación. En este tipo de ambien-
te la idea de «educación liberal» puede sabernos a intromisiones ateísticas en
las mentes de nuestros retoños. Por el contrario, una educación verdaderamen-
te liberal desempeña el papel opuesto: libera al que aprende, al proporcionar
generosamente las municiones intelectuales necesarias para liberar las mentes
de quienes de otra forma serían capturados por cosmovisiones falsas.
Una buena educación nunca es el resultado de meramente meter en el
cráneo de un pupilo tanta información como sea posible, sobre tantos temas
inconexos como sea posible, sino que apunta a limpiar la mente del estudiante
del pensar defectuoso, de hacer su juicio más preciso y a ayudar al cristiano
a entender la experiencia humana como un todo. Esto, a su vez, le ayudará a
pensar con la suficiente excelencia como para afectar al mundo temporal para
el honor de su Hacedor.
El problema perenne de contemplar la vida de una forma fragmentada
(algo aun más acuciante hoy día) parece ser una buena evidencia de que la
caída ha afectado todo aspecto de nuestras vidas. Nos cuesta trabajo relacio-
nar hechos y fe, la historia y lo contemporáneo, la cultura y Cristo, las modas
pasajeras y la filosofía, la teología y las cosas prácticas, la oración y la mano
de obra, las obras y la gracia, las leyes de la naturaleza y la intervención so-
brenatural, el corazón, la cabeza, la mente, el alma, y etcétera. Una educación
liberal puede contribuir a volver a coordinar todas esas cosas y miles de otros
187
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
de que el cultivo del intelecto solo apunta a un componente del ser humano,
inevitablemente esa alma comenzará a resbalar por la oscura y resbaladiza
pendiente de la arrogancia y del sentirse perdido. El desarrollo de la mente
tiene que darse bajo el señorío de Cristo. Aunque las emociones sin sentido,
el sentimentalismo almibarado, la fe ignorante en nombre de la simple fe, la
superstición mística y el sectarismo sean todos evidencia de una vida cristiana
retorcida, una persona religiosa bien educada que haya perdido la fe por causa
del secularismo es una deformación de la vida misma ...
Hemos de tratar de equilibrar una medida buena de humildad con las ar-
tes liberales, y aunque quizá arrastremos un montón de papeles buscando una
beca, nunca debemos permitir que estas cosas se conviertan en sustitutos de
los sacrificios con un propósito y de una vida de servicio consagrada a Cristo.
Si no sopesamos las verdades que descubrimos, nunca sabremos si de verdad
son verdad. Y si no demostramos con pasión que conocemos la verdad, no la
conocemos en absoluto. Así que, usemos nuestro cerebro para explorar todas
las verdades de Dios, se encuentren donde se encuentren, pero hagámoslo con
humildad, con cuidado, con sinceridad, y sobre todo, ¡con un cerebro que ha
sido bautizado en el Espíritu Santo!
189
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
razonar con cierta proximidad». Y explicaba que esas aptitudes solo se tienen
estudiando las artes liberales. lO
El estudio de la lógica y las matemáticas le ayuda a la mente a razonar
de una forma auténtica. El lenguaje nos ayuda a comunicar nuestros pensa-
mientos razonados. Las ciencias naturales y sociales agudizan nuestra capaci-
dad de plantear las preguntas apropiadas. Las humanidades (literatura, bellas
artes, filosofía y ética) disciplinan la imaginación y entrenan a la mente para
discernir cuál de muchas respuestas es probablemente la más superlativa. Es-
tudiar filosofía, historia y teología le permite al estudiante captar las distintas
corrientes de pensamiento y seguirles el rastro en diferentes épocas y latitudes.
Poseer una perspectiva histórica resulta de incalculable valor como correctivo
para prejuicios y estrechez de pensamiento. La exposición a los pormenores
de la filosofía le ayudará a la persona a demostrar la relación entre diferentes
sistemas de pensamiento. Y esto a su vez ayuda a mostrar por qué otros creen
lo que creen, y por qué quizá resistan la oferta del evangelio.
Estas disciplinas no solo le proporcionan al estudiante la habilidad de
pensar de una forma coherente, de comprender las interconexiones de la vida y
de adquirir conocimiento, sino que le ayudan al cristiano a caminar en fe. Con
estos atributos el creyente está mejor equipado para refutar la filosofía mala,
defender la fe con integridad y claridad, interpretar la Escritura con más cui-
dado, y con eso estar en una posición mejor para comprender por qué alguien
piensa de la forma en que lo hace.
y por último, los instrumentos de extensión intelectual expuestos arri-
ba sirven para desafiar las ideas que tanto atesoramos, pero que a veces es-
tán equivocadas. Si pensamos de forma razonable y con la necesaria dosis de
humildad, las artes liberales nos permiten revaluar nuestras creencias. Solo
entonces estaremos equipados para reconfigurar ideas a medio entender, para
rechazar nociones falsas, para reformar verdades a medias, o para alegrarnos
porque somos capaces de retener con firmeza lo que ha sido probado entera-
mente. Para quienes aman la verdad esto resulta una experiencia auténtica-
mente liberadora.
CONCLUSiÓN
190
Moldeemos la mente humana: Educación
..... o
NOTAS
1 Sam Cook, «Wonderful World» [Mundo maravilloso].
2 Pink Floyd, «El muro».
2, p. 484.
5 Charles Bigg, The Christian Platonists of Alexandria [Los platonistas cristianos de
Saints: The Puritans as They Really Were [Santos mundanos: los puritanos tal y
como eran], Zondervan, Grand Rapids, MI, 1986, p. 186; Peter Toon, «John Har-
vard», en The New International Dictionary of the Christian Church, 453.
7 Samuel Blumenfeld, Is Pub/ic Education Necessary? [¿Es necesaria la educación
9 Martín Lutero, Works of Martin Lutero [Obras de Martín Lutero], Holman, Filadel-
191
13
¡Mi teología! No sabía que tuviera una. Quisiera que usted me dijera
cuál es mi teología.
DWIGHT L. MOODY
192
C6mo definir la fe: Teología
Se ha esparcido una crisis sobre el paisaje del cristianismo moderno; sus ten-
táculos han llegado hasta los recesos de mucho del evangelicalismo y del mo-
vimiento pentecostal carismático. La crisis es la de menospreciar y descuidar
la teología. Una afición por lo espectacular, por la manipulación emocional y
por el discipulado superficial con frecuencia toma el lugar de la provechosa
práctica de forjar un sistema de creencias ortodoxo, es decir, un sistema que
nos pueda proteger contra la herejía, auxiliamos para articular los principios
de nuestra fe, apartarnos de los prejuicios y ayudarnos a tender la mano a un
mundo confundido por el clamor de un millón de opiniones turbias.
Por nuestro método cuasi democrático para la exposición de la Biblia,
muchos fieles llenos del Espíritu dicen que su verdad es la verdad, encaje
bien o no su descubrimiento con los principios probados y ciertos de la inter-
193
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
pretación bíblica. Estos aumentan los rangos de los relativistas religiosos que
tienen poca necesidad de las manos hermenéuticas del cuerpo de Cristo. Se
convierten en arquitectos de su propia «ortodoxia», trivializando dos mil años
de arduo pensamiento teológico. Como resultado, algunos de los que chillan
más fuertemente en contra del autoritarismo papal, a su vez, se convierten en
Papas del reino, hablando ex cátedra, denigrando a cualquiera que pone en tela
de duda su interpretación privada.
En medio de esta garduña doctrinal, un sinnúmero de verdades a me-
dias reinan supremas; Pues ¿quién puede errar en un ambiente saturado de los
credos mudos: «A mí me da resultado»; «Eso es lo que significa para mí»; y
«Dios me lo ha dicho»? Seguramente, las presas de la teología histórica han
sido destrozadas por las presiones de la popularidad, donde la técnica vence a
la verdad, los métodos son más importantes que el mensaje, lo práctico brilla
más que la predicación que hace pensar y los que «se sienten bien» destronan
a la convicción.
Cuando se descuidan los ricos depósitos de la teología, las superficiali-
dades de la religión popular se levantan para situarse al frente y al centro, y
los teólogos de una época más reflexiva son reemplazados por personalida-
des del tipo de Hollywood. Sin una pasión por la doctrina fértil, el cuerpo se
puede convertir muy fácilmente en un híbrido estéril, incapaz de generar una
progenie vibrante, muchas veces conformándose con un crecimiento que se
compone de no mucho más que de creyentes reciclados que han sido trocados
en la mesa de la conveniencia y de la gratificación inmediata. Tal es el estado
de una iglesia que se deshace de su herencia doctrinal, el estado de muchos
sectores de la tradición evangélica y pentecostal.
RAíCES ANTITEOLÓGICAS
Son notables los paralelismos entre los primeros días del evangelicalismo del
siglo diecinueve (1801-1825) y las primeras etapas del movimiento pentecos-
tal (1901-1925). Ambos decían ser la fuerza soberana que Dios había levan-
tado como protesta contra las iglesias no espirituales que lo rodeaban. Ambos
censuraban con dureza a los ministros que invertían su mente en estudios teo-
lógicos seculares y/o graduados. Los dos movimientos también decían que
su credo era la Biblia solamente y que los sistemas doctrinales muchas veces
eran complicadas falsificaciones de la sencilla Palabra de Dios. En vez de con-
sultar libros meramente humanos, ambos veían hacia el cielo para recibir su
teología. Ya en 1800, la intuición individualista tuvo un importante lugar en el
establecimiento del movimiento renovador. Un líder del movimiento declaró:
«Yo podría decir en verdad que el evangelio que fue predicado por mí, no fue
194
Cómo definir la fe: Teología
al estilo del hombre; pues yo ni lo recibí de hombre, ni fui enseñado por hom-
bre, sino por Jesucristo, a través del Espíritu Santo».l
La noción de que uno no necesitaba ninguna preparación especial para
interpretar la simple Escritura era prevalente entre los primeros renovadores
y los proponentes pentecostales. Ambos decían no tener obligación de con-
sultar a ni conectar con otros, puesto que no necesitaban ningún sistema de
creencias. Como lo dijo orgullosamente un predicador: «Yo me encerré, le
pedí a Dios que me dirigiera hacia la verdad y que no me permitiera abrazar
ningún error; me dispuse a creer lo que el Señor me iba a reve1ar».2 Es extraño
que este método de discernir textos bíblicos «simples y sencillos» produjera
(y sigue produciendo) docenas de resultados contradictorios, generando un
conjunto extravagante de creencias marginales, sectarias y hasta de cultismo.
Mientras los evangélicos estaban ocupados levantando bellas estructu-
ras para alojar a los santos, Darwin (1809-1882) y Wellhausen (1844-1918)
estaban destruyendo los cimientos del libro del Génesis, uno por medio de
la «ciencia» especulativa, el otro por medio de descubrimientos hechos en la
alta crítica. Mientras las almas reavivadas competían con la «Primera Iglesia»
a la vuelta de la esquina y las damas hacían protestas frente a las tabernas,
Marx (1818-1883) y Nietzsche (1844-1900) tramaban la «muerte de Dios»
y Friedrich Hegel (1770-1831) y William James (1842-1910) discutían sobre
cuán relativa era la llamada verdad fundamental. En medio de los esquemas
de Freud (1856-1939) y de Dewey (1859-1952) para hipnotizar la psique de
las masas, muchos predicadores populares se preocupaban por la causa del
mensaje democrático. Sin embargo, los creyentes no ignoraban todas las arti-
ficiosas filosofías que flotaban; junto con el «santo del racionalismo» (como
ha sido denominado John Stuart Mill), los santos del nuevo avivamiento se
tragaron entera la teoría del pragmatismo. Amenazantes desafíos de todo el
mundo tocaban a nuestra puerta, pero ¿había alguien en casa?
Esta falta de vigilancia mental que permitió que las teologías arriba
mencionadas echaran raíces también hizo surgir una gran variedad de sectas.
Esta breve ventana de tiempo vio a Joseph Smith (1805-1844) y a Brigham
Young (1801-1877) engendrar a miles de pequeños dioses de los últimos días,
mientras Miller (1782-1849) y sus seguidores acampaban en la cima de una
montaña esperando la Segunda Venida. Mientras tanto, Mary Baker-Glover-
Patterson-Eddy (1821-1910) estaba ocupada arreglando un matrimonio entre
el panteísmo, el gnosticismo y el cristianismo. Virtualmente al mismo tiempo,
Russell y Rutherford trabajaban arduamente, haciendo reservas para el ban-
quete para los 144,000 que al ser testigos se habían ganado la entrada a los
salones del reino.
Todo esto sucedió mientras los líderes del cristianismo popular, conser-
vador, insistían en disminuir la importancia de participar en la vida de la men-
195
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
DEFINICIÓN DE TEOLOGíA
Dados estos matices, uno se podría preguntar cómo es que un cristiano podría
haber descuidado, o hasta denigrado, el acto de entregarse a la teología. Yo
sugiero varias razones. Primero, muchos quizás sean simplemente muy pere-
zosos como para consagrar el tiempo necesario para cultivar el jardín teológi-
co de su corazón. Pablo instruye a Timoteo a que se dedique a la predicación
pública y a enseñar doctrina (1 Ti 4:13) y le advierte: «Ten cuidado de tu con-
ducta y de tu enseñanza» (4:16). En una carta posterior, Pablo le encarga a su
hijo en la fe: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad»
(2 Ti 2:15). Aunque los campos de la teología están maduros y las recompen-
sas están listas para la cosecha, pocos parecen inclinados a invertir el interés,
tiempo y sudor necesarios para cosechar su regalo.
Segundo, muchos pueden evitar meterse en las profundidades de la in-
vestigación doctrinal por su mal entendimiento de la naturaleza de la teolo-
gía. La consideran electiva en vez de necesaria, periférica en vez de central.
Señalan a los que han sido usados por Dios aunque carecían de penetrante
comprensión teológica; dicen que eso es prueba de que no necesitan aplicarse
196
C6mo definir la fe: Teología
a los estudios doctrinales para poder ser un instrumento del propósito de Dios.
Las personas así ignoran la regla de la historia de la iglesia y se afianzan de las
excepciones. Además, raramente exhiben pasión por la oración, por el extraor-
dinario fervor evangelístico o por una vida de sacrificio por los que sus repu-
tados héroes vivieron y murieron. Los lentes pragmáticos por los que miran
les hacen considerar la teología como algo opcional y así deciden no aceptar
la amplificadora aventura que podría haber aumentado su reducida visión.
Debo recalcar que los que dicen que pueden irse al cielo sin acumular
grandes medidas de conocimiento teológico se traicionan a sí mismos con
su manera de comportarse en otras áreas de su vida. En su trabajo, matrimo-
nio, asignaturas tecnológicas y otras cosas como estas, la mayoría no posee
la actitud necesaria para poder valerse sin mucho conocimiento. ¡Ni tampoco
los estudiantes universitarios se niegan a pagar $500 por una clase aburrida,
dictada por un monótono «profe» en una fría sala de discurso, sentados en
asientos duros para más! Se dan perfecta cuenta de que cuanto mejor sea la
nota, mejor será el trabajo, y cuanto mejor sea el trabajo, mejor será el pago. A
la luz del pago monetario, el detallado conocimiento de hechos supuestamente
sin importancia de repente garantiza la inversión de largas horas y mucho café
fuerte. Así que, a la luz de esta doble norma, ¿cómo debemos considerar al
cristiano que corteja una aversión contra el esfuerzo intelectual cuando se trata
de la investigación teológica para toda la vida y la excelencia doctrinal?
Una tercera razón por la que muchos de nuestra tradición le prestan solo
una atención menor a la reflexión teológica quizá sea su lenta recompensa.
Aunque podríamos regocijarnos por una valiosa pepita de discernimiento teo-
lógico instantáneo, es más probable que el proceso se parezca al constante
tictac del reloj. Como el paciente alumno de música que quiere lograr dominio
de Las campanas de Rachmaninoff, el estudiante de teología cuya búsqueda lo
lleva a las complejidades y sublímites del pensamiento teológico debe pagar el
precio con tiempo, práctica, habilidad, oración -¿ya mencioné tiempo? , - de
esa manera posponen la genuina satisfacción.
Cuarto, muchos evaden el tema de la teología simplemente porque lo
temen. Creen que aprender acerca de Dios y amar a Dios están tan distantes
entre sí como lo están los planetas. Olvidan que es imposible amar a alguien
a menos que primero se conozca a ese alguien, y que no es probable llegar
a conocer a la persona si no se sabe algo acerca de ella. Para conocer a al-
guien, uno debe saber lo que ha hecho en su vida y cómo piensa. Ya sea que
nos propongamos forjar una relación con un amigo, con nuestro cónyuge
o con nuestro Dios, debemos primero saber quién es esa persona antes de
poder amarla por quien es. Es cierto, saber acerca de Dios no exige que lo
conozcamos o lo amemos, pero amarlo sí exige que sepamos acerca de él.
197
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Sin embargo, algunos temen que al aprender más sobre de Dios, se enfriarán
en su amor para él.
Yo sugiero que cuando los creyentes se enfrían hacia su Salvador, ya
sea mientras se dedican al debate doctrinal, mientras coleccionan peluches
o mientras corren maratones, es porque están experimentando un anhelo por
una intimidad más profunda con Dios pero optan por no ir a él para satisfacer
esa necesidad. Así, llenan el vacío (que ya había surgido) con lo que esté a la
mano. Cuando vemos que esto le sucede a la persona que está en el campo de
golf cuatro días a la semana, nos preguntamos qué habrá sucedido en su vida
para alejarlo de su fe, que una vez fue ferviente. Cuando somos testigos de lo
mismo en la vida de uno que estudia teología todas las noches hasta oscurecer,
lamentamos que el demasiado «conocimiento teológico de la cabeza» ha apa-
gado su vela espiritual. Los prejuicios no mueren fácilmente, pero debemos
esforzarnos por ser humildes, coherentes y sinceros con estos asuntos.
caña, la más débil de la naturaleza, pero es una caña que piensa».4 Cuando nos
vaciamos de la razón, invitamos a la herejía, y si despreciamos la lógica en
los asuntos teológicos, optamos por proceder neciamente. Dios ha escogido
revelarnos sus tesoros a través de medios racionales. La raza humana ha caído,
pero todavía llevamos la imagen de Dios en nuestra capacidad para razonar.
La teología, aunque espiritual, es también un proceso genuinamente intelec-
tual. Dios nos ha hablado a través del medio racional del lenguaje escrito, y
a través de nuestro corazón pensador es como entendemos el lenguaje de su
«carta de amor».
Tercero, el respeto para los gigantes espirituales del ayer ofrece un sal-
to gigante a los que desean entrar a la aventura teológica de la historia. Al
consultar con los que Dios ha nombrado guías de enseñanza en el pasado,
encontraremos suficiente oportunidad para practicar la virtud de la humildad.
Eso es, cuando contemplemos el discernimiento, la riqueza, la sabiduría y la
discreción de nuestros hermanos espirituales del ayer, andaremos humildes y
más suavemente por el electrizante, aunque a veces enmarañado, laberinto de
la teología.
en una tierra
Segundo,
na nuestra vida
tamos {'{"\lnpt'pnTf
que fueron los pincharon el
orgullo de San de San Agustín
llevaron a Lutero al final de su cuerda legalista. A su vez, el bien conocido co-
mentario de Lutero sobre Gálatas llevó a Charles Wesley al arrepentimiento, y
su tratado exegético del libro de Romanos aportó una santa tibieza al corazón
del Wesley más famoso: John. Luego los comentarios de Wesley sobre el co-
mentario de Lutero encendieron un fuego dentro del alma del reverendo que
ambulante galopaba por todas las regiones interiores de América. El mismo
Francis Asbury no solo consumía vorazmente miles de páginas de teología,
sino que incansablemente exhortaba a otros miles de jinetes itinerantes a que
hicieran lo mismo.
Es un grave error considerar los estudios doctrinales como una empresa
seca, polvorienta, que simplemente infla las células del cerebro. El autor britá-
nico C. S. Lewis tenía una fuerte convicción de que evitar las obras teológicas
abstractas era privarse uno mismo de una sublime bendición. Según afirma:
más bien sospecho, yo creo, que muchos que dicen que «nada sucede»
cuando se sientan o se arrodillan ante un libro de devoción, encon-
trarán que su corazón canta sin pedírselo mientras se abren camino a
través de un fuerte trocito de teología. 5
Con respecto a cambiar la vida del cristiano, la teología también les in-
forma a los creyentes sobre quiénes son y qué privilegios tienen como hijos de
Dios. Cuando sabemos mejor cómo orar y cuando aprendemos por qué esta-
mos aquÍ, somos más propensos a amar a Dios en dimensiones más profundas,
a ofrecernos en mayor servicio a él y a seguir en un discipulado más resuelto.
A su vez, estos productos del estudio teológico contrarrestan la saturadora
superficialidad que tipifica a nuestra sociedad en peligro.
El tercer beneficio principal del pensamiento doctrinal devoto es poder
articular nuestros dogmas de fe. Probablemente todos hemos luchado con la
frustración de tratar de informar a otro individuo sobre nuestras creencias,
pero nos vemos incapaces de ponerlas en palabras. Cuando esto sucede, no es
solo desconcertante para el que habla sino frustrante para el que escucha. En-
tonces, la dedicación a la contemplación doctrinal ayuda a desenredar nuestros
pensamientos confusos sobre la vida y sobre Dios. La deficiente expresión de
nuestras creencias es con más frecuencia que no el resultado del pensamiento
confuso, que, a su vez, es la marca clásica de la pereza para la investigación
teológica. A la inversa, estudiar teología nos ayudará a entender claramente lo
que estamos tratando de comunicar a los demás.
Cuando entendemos mejor el significado del evangelio, nos hacemos
mensajeros mejor calificados para los que están en peligro de perder su alma.
Si por ninguna otra razón, los cristianos deben estudiar para presentarse apro-
bados para poder relatar mejor el mensaje de realidad a los que están presos
por el pecado. Muchos cristianos dicen saber lo suficiente como para salir del
paso, o dicen que no tienen tiempo para invertir en las imprácticas diversiones
de la teología. Nunca debemos pensar que el estudio de la teología es pura-
mente para la fortificación de nuestra propia vida. En este asunto, también
debemos considerar a los perdidos.
Cuarto, el estudio teológico a su vez ayuda a darle la vuelta a la ola del
daño a las homilías. O sea, a medida que los pastores minan el tuétano de la
teología, les dan su vez sustento teológico a sus rebaños. A medida que las
ovejas se alimentan del tuétano, comienzan a desear una dieta de doctrina.
Los sermones superficiales que son teológicamente raídos son muy baratos.
Estos mensajes provisionales compuestos de graciosas ilustraciones, material
prestado, meros textos bíblicos y respuestas simplistas tienden a aumentar la
anemia teológica que se encuentra en sus oyentes.
Los sermones del tipo instructivo, de «cómo hacer», aunque evocan
lOl
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
NOTAS
n
•
1 Caleb Rich, «A Narrative of Caleb Rich» [Narrativa de Caleb Rich], Candid Exami-
ner 2, 1827, pp. 205-8.
2 Elhanan Winchester, The Universal Restoration [La restauración universal], Lon-
dres, pp. xvii-xviii; Elias Smith, The Life, Conversion, Preaching, Travels, and
Sufferings of Elias Smith [Vida, conversion, predicación, viajes y sufrimientos
de Elias Smith], Beck & Poster, Portsmouth, NH, 1816, pp. 257-258. Todas estas
referencias son citadas por Hatch, Democratization, pp. 40-43.
3 Thomas Merton, Thoughts in Solitude [Pensamientos en solitario], Burns and Oates,
Londres, 1958, p. 67.
4 Blaise Pascal, Pensamientos, Penguin Books, NY, 1975, p. 95.
5 C. S. Lewis, «On the Reading of Old Books» [Sobre la lectura de libros antiguos],
God in the Dock, Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1970, p. 205.
6 Vea Douglas Webster, Selling Jesus [Vender a Jesús], InterVarsity Press, Downer's
Grove, IL, 1992, p. 82ss., para comentarios sobre el problema de sermones abre-
viados tipo «cómo hacer».
202
14
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tual. Así fue que surgió la inspiración para el volumen que ahora usted sostie-
ne en su mano. La importancia de la vida de la mente es la clave para aceptar
la validez de la apologética. Si uno cuestiona seriamente el mérito de la razón,
de la lógica, de la argumentación, de la filosofía, de la ciencia y de la teología
en la vida del creyente, hay poca necesidad de demostrar cómo utilizar estas
para defender la fe.
Por tanto, al igual que Judas (menos la inspiración canónica), yo escri-
bo: Amados, cuando yo emprendí toda diligencia para escribirles acerca del
camino de la apologética, se me hizo necesario escribirles y exhortarlos a que
consideren que la ventaja de la razón, de la teología, de la educación y del
intelecto una vez fue entregada a los santos, pero que ha sido descuidada por
muchos de ellos.
DEFINICiÓN DE APOLOGÉTICA
205
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
a nosotros mismos mientras nos preparamos para dar buenas respuestas a los
que hacen preguntas difíciles.
DEFENDAMOS LA DEFENSA DE LA FE
tas y a las almas que buscan, sin duda siguen a Pablo, así como Pablo seguía a
Cristo (1 Co 11:1).
En Tito 1:9, Pablo usa terminología apologética para instruir a los lí-
deres de la iglesia sobre cómo «exhortar ... a los que se opongan» a la sana
doctrina. La palabra «exhortar» (elencho) quiere decir «convencer». Pablo
hizo esto mismo durante dos años en el salón de discursos efesio de Tirano,
donde exhortó a los obstinados y enseñó a los dóciles hasta tal grado que
todos los que vivían en la provincia de Asia oyeron el mensaje y su defensa
(Hch 19:9-10).
(5) El apoyo bíblico mejor conocido para la apologética se encuentra en
1 Pedro 3:15. En este pasaje Pedro manda a los cristianos a también estar pre-
parados para presentar defensa cuando los que buscan a Dios o los escépticos
les pregunten cuál es su razón, o explicación lógica, para creer que el cristia-
nismo es verdad. El verbo «exigir» (aiteo) indica que estas preguntas ocurren
en la conversación normal cotidiana, no en un tribunal formal. Las palabras
clave «siempre)) y «a todo el que)) indican el alcance de tiempo e influencia
para la actividad apologética. En otras palabras, todos los cristianos han de
prepararse para responder a todas las preguntas que haga cualquier persona
en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. jLo más importante es
que esto se ha de hacer con gentileza y respeto!
(6) Los padres de la primera iglesia recibieron su lugar como apologistas
de parte de los apóstoles y de los autores del Nuevo Testamento. De hecho, el
siglo 11 d.C. se ha llamado «La época de los apologistas»."3 A medida que el
cristianismo se expandió desde los bordes de Palestina hasta los confines del
imperio romano, se encontró con toda clase de oposición. Las falsas filosofías,
las religiones paganas, el pensamiento humanista, los edictos imperiales, las
rarezas de la cultura y restricciones de toda clase se le presentaban a la iglesia
novata. En respuesta a eso, los patrísticos «profetas guerreros» que se pegaban
al gabán de los apóstoles se levantaron para defender el cristianismo en contra
de las injustas acusaciones que habían llevado a la persecución y al martirio.
Quadrato (120 d.C.) le escribió al emperador Adriano arguyendo .por la
superioridad de la fe cristiana, contrastándola con la adoración judía y la paga-
na. Arístides (c.130) describió al único Dios y mostró que las nociones sobre
la deidad de los caldeos, de los griegos y de los egipcios eran inferiores a las
del cristianismo. Justino Mártir (c. 100-165) escribió Against Heresies [Contra
las herejías], donde combatió contra el hedonismo y el gnosticismo. Atenágo-
ras defendió la resurrección de Cristo. Tatiano (110-172) demostró la armonía
de los Evangelios, y Orígenes (185-254) luchó por la causa de la creación so-
bre las insuficiencias de las cosmologías alternativas. Otros contendieron por
la deidad de Cristo y la inspiración de las Escrituras. Pelearon con el ateísmo,
hicieron frente al politeísmo y dieron respuesta a las alegaciones de contradic-
208
Cómo defender la verdad: Apologética
ción entre los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Como sus hermanos
mayores en la fe, los santos del siglo JI se preparaban para responder a los que
con malicia trataban de arremeter sus lanzas de crítica en la armadura de los
justos y daban satisfacción intelectual y espiritual a muchos que sondeaban
buscando resoluciones razonables para sus inquietantes dudas. 4
(7) Los seres humanos han sido creados a imagen de su Dios racional.
Cuando nosotros razonamos, explicamos, probamos, debatimos y ofrecemos
buenos argumentos, exhibimos los atributos que nos ha dado nuestro Creador.
¿QlJ.é mejor manera de hacer uso del divino don de la razón que dar razones
satisfactorias de la veracidad de Cristo? Contrario al dogma popular cristiano,
la fe no tiene lugar en una cabeza vacía, y la razón y el conocimiento no son lo
opuesto de la fe y de la experiencia; son aliados, no rivales. Permanecen juntos
en contra del pensamiento irracional, de los sentimientos, de la superstición y
del prejuicio.
La fe en el mensaje del evangelio no tiene la intención de estar ausente
de la razón, y el Espíritu Santo no convierte al alma sin darle información.
¡Asimismo, un evangelio vacío de su contenido oscila al borde del misticismo
irracional, produciendo no solo «otro evangelio», sino a cristianos híbridos
cuya fe está firmemente enraizada en el aire! Como el evangelio tiene sentido,
lo~ creyentes son llamados a usar el razonamiento apologético, que a su vez
refleja el carácter de su Dios.
(8) Los cristianos están obligados a participar en la apologética porque
los incrédulos tienen muy buenas preguntas. La persona que hace preguntas
quizás solo esté buscando escapatorias, usando una cortina de humo o de-
safiando al cristianismo por diversión, o quizás sinceramente esté buscando
alivio para la duda agonizante. No importa el motivo por el que pregunte, los
cristianos deben poder dar respuestas justas y competentes. Aunque la apo-
logética puede ganar adeptos para el cristianismo, su principal diseño es dar
buenas respuestas a buenas preguntas.
(9) La apologética puede ayudar a eliminar las barreras a la fe y ayudar
a los que no son creyentes a recibir el mensaje de Jesucristo. Por supuesto,
la apologética no produce conversión; solo el Espíritu Santo a través de la
Palabra compartida puede lograrla. Pero al demoler las objeciones (no a los
objetores), se puede aclarar el camino para que la persona considere el evan-
gelio. Dios no está desvalido sin los apologistas; pero ha decidido usarnos
para preparar la tierra del alma de los hombres de la misma manera que nos
usa para compartir el mensaje de Cristo mismo. Sin un predicador, ninguno
oirá el evangelio (Ro 10: 14-15). Sin apologistas oirán muchos, pero algunos
no podrán tragarse la verdad debido a las barreras intelectuales y culturales.
Estos son a los que Dios se refiere como los que necesitan buenas respuestas
para poner su esperanza en Cristo.
209
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
211
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
nENEMOS RESPUESTAS?
¿Me entiende? Hay cientos de buenas preguntas que plantean no solo los es-
cépticos y los críticos sino también los cristianos pensadores. Solamente el
debate de la creación y la evolución rinde una multitud de intrigantes pregun-
tas. Toda herejía, todo dicho difícil en la Biblia y toda supuesta discrepancia
212
Cómo defender la verdad: Apologética
también ofrecen abundante munición para el sectario o para el que duda since-
ramente. El pragmatismo, el pluralismo, el secularismo y el postmodernismo
todos rinden su propia legión de controversias que tuercen el cerebro y escu-
driñan el alma. Y cuando uno considera las áreas problemáticas más recientes
de los campos de la medicina, la ciencia, la tecnología, la cibernética y la
bioloética, el escenario se expande exponencialmente.
En un ambiente tan complicado, debemos ser escrupulosos con nuestros
hechos, actitudes y respuestas. Muchos que dicen tener respuestas, simple-
mente se vuelven al razonamiento circular o no ofrecen nada más que réplicas
gastadas y simplistas, que no califican como soluciones satisfactorias. Pero
el proteccionismo de sí mismo, las creencias dogmáticas pero no probadas
y las respuestas emocionales no se prestan para el soldado de Cristo. Somos
llamados a destrozar argumentos, a ceñirnos los lomos de la mente, a estudiar
para presentarnos aprobados y a prepararnos para dar excelentes respuestas
a grandes interrogantes. Cuando funcionamos en esta capacidad con humil-
dad, compasión y gentileza, no solo pasaremos a la obediencia del llamado
apologético de nuestro Maestro, sino que glorificaremos a Dios al reflejar su
mente, su amor y su sabiduría ante los que desesperadamente necesitan de un
Salvador.
...,
1
-- NOTAS
Colin Brown, New International Dictionary of New Testament Theology [Nuevo
•
diccionario internacional de teología del Nuevo Testamento], 1, p. 51.
2 Henry Morris, El diluvio del Génesis, Baker, Grand Rapids, MI, 1976, pp. 37-38.
3 F. F. Bruce, The Defense of the Gospel in the New Testament [La defensa del evan-
D
urante los años 1985-1988 yo pasé muchas de mis calurosas y húmedas
noches en el sur de Louisiana, alIado de la empapada ribera del río Mis-
sissippi. Mi esposa y yo vivíamos a solo una milla de esta vía de agua
teñida por el lodo. Así que, por las noches yo corría hasta el dique, me abría
camino entre los cenagosos jardines de cedros cargados de musgo y oraba a mi
Padre en secreto mientras meditaba en la belleza de su creación. En la lengua
nativa americana algonquina, esta enorme vía de agua se llamaba «Misi-Sipi»,
literalmente «Agua grande».
Con frecuencia me sentaba, cautivado, junto a esta gigantesca arteria
continental, imaginándome el apuro por el que pasaba su maduro contenido
de camino a la costa del Golfo. Hacía un mapa mental de su navegación más
norteña desde Sto Paul, Minesota, donde los cristalinos arroyos se convergían,
hasta sus convulsivos choques con los lodosos ríos Missouri y Ohio. Me sen-
tía intrigado por el hecho de que lo que yo veía danzando hacia el sur era una
mezcla determinada de elementos absorbidos de treinta y un estados y dos
provincias canadienses. A lo largo de su viaje de 2,350 millas, este serpentino
río había colado sedimento de los glaciales canales de Wisconsin, de las tierras
214
Pensemos en la realidad: Filosofía
bajas del interior y de las Grandes Llanuras, y hasta de los majestuosos Apa-
laches: un río vital para millones de personas dentro de Estados Unidos.
Muy fácilmente uno se podría imaginar que de alguna manera miste-
riosa, por su gran poder y fuerza, este poderoso arroyo dependía directa y
únicamente del Creador. Pero Dios con frecuencia usa lo que ya existe para
poder «crear» lo que parece nuevo. Respecto al Misi-Sipi, no sería más que
una serpenteada cama de polvo si no fuera por las donaciones voluntarias de
un sistema de drenaje de 1,2 millones de millas cuadradas. El poderoso Mis-
sissippi fue compuesto de miles de sacrificados afluentes. En una vena similar,
las vías de agua de la teología, de la metodología y de la práctica cristiana son,
de igual manera en muchos respectos, los resultados de arroyos y riachuelos
ideológicos. A lo largo de la historia el cristianismo ha sido formado y dirigido
por las corrientes culturales y por los sedimentos filosóficos que lo han prece-
dido.
¿Por qué esta lección de geografía? Simplemente porque tendemos a ol-
vidar que los sucesos grandes, y hasta sobrenaturales, las formaciones y los
movimientos resultan de cosas que los han precedido. Dios usó aguas catastró-
ficas y basura para cavar el grandioso cañón del Colorado; maniobró la venida
del Mesías a través de los genes de por lo menos cuarenta y dos generacio-
nes de judíos; y da cumplimiento a las fuentes de los fuegos de avivamiento
cuando prepara a su pueblo. A veces, este proceso puede extenderse desde las
promesas de Joel, el profeta de Petuel, hasta el cumplimiento que se encuentra
en Pentecostés bajo el profeta Pedro. Quiénes somos, qué pensamos y cómo
nos comportamos se basa todo en las ideas de los que han existido antes de
nosotros. Pero las fuerzas filosóficas de cada época no solo han estimulado el
pensamiento cristiano, sino que han ayudado a los creyentes a hacer que su fe
sea relevante para la sociedad en que viven.
A lo largo de la era de la iglesia, la relación entre la filosofía y el cris-
tianismo ha sido de tensión, de competencia y a veces de plena hostilidad. La
discusión sobre la parte que le toca a la filosofía en el desarrollo de la mente, el
origen de su disciplina y los valores o peligros de profundizarse en su materia
ha sido parte integral del flujo y reflujo de la historia de la iglesia.
Respecto a una mención explícita de filosofía en la Biblia, hay solamente
una, y esta parece advertirles a los creyentes en contra de ocuparse superficial-
mente del pensamiento filosófico. Sin embargo, al escudriñarlo más deteni-
damente, el texto simplemente advierte a los cristianos colosenses que eviten
cierto tipo de filosofía. Específicamente, Pablo les advierte a los colosenses
que eviten la clase de filosofía que es hueca y engañosa (Col 2:8). La culpa
aquí no la tiene la filosofía, al igual que la fe no es el delincuente de Santiago
2:14-26, ni que Corintios 1:22 trata de señales y sabiduría, ni que la oración
es el problema en Mateo 6:7. Para ser más preciso, estas advertencias tienen
215
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
que ver con la fe muerta, con la alabanza vacía, con la oración repetitiva, con
la búsqueda de señales, con el orgullo en el conocimiento, con el falso cono-
cimiento (1 Ti 6:20) y con la filosofía engañosa y vacía.
En el Antiguo Testamento nunca aparece la palabra «filosofía»; sin em-
bargo, sí se señala repetidamente la sabiduría que está inmediatamente fuera
del reino de la mancomunidad de Dios. Los de Egipto (ls 19:11-13), los des-
cendientes de Esaú (Jer 49:7), los de la cultura fenicia (Zac 9:2) y muchos
otros sabían mucho del mundo en que vivían. El mismo Moisés «fue instruido
en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabra y en obra» (Hch
7:22).1 En las Escrituras se nos informa que Dios es un Dios de conocimiento,
y que los creyentes han de buscar apasionadamente el conocimiento, que han
de amar a Dios con toda la mente y hacer 10 mejor que puedan para mostrarse
aprobados ante Dios (Pr 1:7, 13:16; Mt 22:37; 2 Ti 2:15). Estos son indicado-
res implícitos del deseo de Dios de que busquemos la sabiduría dondequiera
que se encuentre.
La filosofía en sí nunca es condenada en las Escrituras. La idea de un
amor por, o estudio de, la sabiduría (la palabra filosofía literalmente quiere
decir «amar» [fíleo] «sabiduría~> [sofia]) no solo se escapa de la divina denun-
ciación sino que suena fiel a lo que Dios aprueba. Uno solo necesita rebuscar
el contenido de Proverbios para observar que en veintitrés de sus treinta y un
capítulos, el autor le ruega al lector que busque, consiga y atesore la sabiduría.
Además, cualquier análisis informal de Proverbios certificará que una saluda-
ble porción de su contenido no tiene que ver con lo que de otra manera podría
llamarse «conocimiento religioso». Proverbios, como también Eclesiastés,
Job y muchos otros segmentos más pequeños de la Escritura, tienen una clara
inclinación filosófica.
Entonces, ¿qué debe deducir el cristiano de la guerra de ideas que con
frecuencia pone las especulaciones de la filosofía en contra de las llamadas
sencillas, conspicuas enseñanzas de la Biblia? ¿Tiene la filosofía un lugar en
la vida de fe, o es simplemente una entrometida falsa religión que trata de
engañar a sus inocentes víctimas con verdades a medias? ¿Estas disciplinas
son amigas o enemigas del cristianismo? ¿En realidad son archienemigas o
amistosas socias que pertenecen a una familia común de la verdad?
la Biblia. El simple hecho es que todos creemos que hay verdad fuera de las
palabras de las Escrituras, aunque la mayoría no está pronto a decirlo por te-
mor de que alguien podría sospechar que es demasiado «progresista» o hasta
relativista. La razón por la que pensamos así es porque hemos dedicado poco
tiempo a la empresa de pensar sobre cómo pensamos y por qué pensamos lo
que pensamos. Cualquier cristiano que ha andado con Dios por largo tiempo
ya debe haberse dado cuenta de que no todo en la Biblia es verdad y de que
hay verdad fuera del reino del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Antes que el lector prematuramente cierre este libro de golpe, déjeme
explicar. Cuando Satanás le dijo a Eva «No moriréis» (Gn 3:4, RVR), estaba
mintiendo; pero esta mentira se encuentra en las Escrituras. Cuando Pedro,
hablando a la criada, sostuvo que ni siquiera conocía a ese hombre llamado
Jesús, él también estaba mintiendo. Pero ahí está, exactamente al comienzo del
Nuevo Testamento, un profeta que no está diciendo la verdad. ¿Entonces, qué?
Alguien podría decir (como yo lo he oído): «Sí, pero Pedro todavía no "tenía"
el Espíritu Santo». No tenemos tiempo para examinar esto en profundidad
ahora mismo, pero diré que debemos tener cuidado con esta línea de pensa-
miento; fácilmente nos podemos atrapar a nosotros mismos al darnos cuenta
de que Pedro también reconoció a Jesús como «el Hijo del Dios viviente» (Mt
16:16) antes de «tener» el Espíritu Santo.
De modo que Pedro sí esperaba el derramamiento y ser lleno del Espíritu
Santo el día de Pentecostés ¡tal como todos los profetas delAntiguo Testamen-
to! No obstante, confiamos en que los arquitectos del Antiguo Testamento,
desde Moisés hasta Malaquías, fueron dirigidos por el Espíritu Santo, ¿no es
así? Por lo menos Pedro así lo creía (2 P 1:21). Al final, no importa en qué lado
de Pentecostés estaba Pedro; el caso es que mintió. De modo que, ya sea en el
ejemplo de la serpiente del huerto del Edén hablándole al primer Adán -«no
moriréis»- o la serpiente en Cesare a de Filipo, hablándole al último Adán a
través de Pedro «de ninguna manera ... Esto no te sucederá» (Mt 16:22)-las
mentiras no son verdad, aunque se encuentren en la Biblia. En una vena simi-
lar, la verdad no es falsedad, aunque no se encuentre en la Biblia. San Agustín
contendía que toda verdad es verdad de Dios, dondequiera que se encuentre.
Él dijo: «Debemos mostrar que nuestras Escrituras no están en conflicto con
ninguna cosa que [nuestros críticos] pudiera demostrar la naturaleza de las
cosas de fuentes confiables».2
Ahora, volvamos a la sugerencia de que todos los cristianos creen en
la verdad fuera de la Biblia. Aunque confiamos en que «2 + 2 = 4» es abso-
lutamente cierto cien por ciento de las veces, ¿cómo explicamos el hecho de
que no se encuentra en ningún lugar en la Santa Escritura? También creemos
que dos cosas no pueden simultáneamente, exactamente de la misma manera,
ser precisamente lo mismo y exactamente lo opuesto. Otra verdad que los
217
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
¿QUE ES LA FILOSOFIA?
219
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
EL CRISTIANISMO Y LA FILOSOFíA
Gran Avivamiento, no tiene más que ir al índice de sus obras y ver la letanía
de referencias que hacen a los gigantes de la filosofía. Hay buenas razones por
las que los campeones prominentes del cristianismo se han propuesto conocer
la mente de los filósofos. Estas mentes humildes, con hambre, se daban cuenta
de que quizás no sabían todo acerca de la verdad y que podían aprender de al-
gunas de las otras mentes de Dios. En contraste con esto, tenemos el conspicuo
hecho de que pocos líderes (mucho menos laicos) dentro de las tradiciones de
santidad y pentecostal carismáticas se han interesado por estudiar y escribir
filosofía, lo que dice muchísimo.
Además, la filosofía nos puede servir para recordarnos el campo en co-
mún que compartimos con las culturas paganas. Es siempre de interés espe-
cial, particularmente para los misioneros, cuando la filosofía de la cultura a la
que van ofrece puentes por los que pueden compartir el mensaje del evangelio
de una forma más significativa. La disciplina del rigor filosófico es también
de incalculable ayuda a la ciencia de la interpretación de la Biblia. Solamente
el ejercicio intelectual, que surge como resultado de trabar combate con pers-
pectivas divergentes, prueba poder afilar la sensibilidad de la persona hacia
los sutiles matices de significado e insinuaciones culturales. Además, el pen-
samiento filosófico, cuando lleva a mayores descubrimientos o desarrollos,
como la forma de la tierra, la centralidad del sol, la geometría, el cálculo o la
clasificación biológica, puede beneficiar a la iglesia al revelar la verdad sobre
la creación de Dios.
También es cierto que practicar filosofía y estudiar la filosofía de otros
nos ayuda a formar nuestras ideas sobre asuntos particulares para los que la
Biblia no da respuestas concretas. Es aquí cuando los aspectos prácticos de
las filosofías personales llegan a hacer su nido. Las ideas tienen consecuen-
cias (no tiene más que preguntarles a los judíos de Auschwitz, o a las masas
mal manejadas bajo Stalin, el invento de Marx) y las ideas que atesoramos,
ya sea que estén enraizadas en una filosofía cultural, de familia, antigua o de
comunidad, rigen nuestra vida cotidiana. Finalmente, en muchos casos nuestra
filosofía puede dictar hasta cómo vemos la Escritura en su totalidad y cómo
interpretamos pasajes individuales.
Algunas de nuestras soluciones para los problemas de la vida nos llegan
como resultado de pertenecer al «occidente»; otras nos vienen por los medios
publicitarios. Y aún otras son el producto de nuestras raíces grecorromanas,
judeocristianas, europeas, puritanas, pioneras, sureñas o norteñas. Algunas
de nuestras convicciones sobre estos asuntos se deben a una filosofía norte-
americana y algunas las sostenemos simplemente por mera superstición. Sin
importar sus raíces, nuestras filosofías se convierten en el filtro por el que
resolvemos y sacamos los matices de nuestra existencia cotidiana.
222
Pensemos en la realidad: Filosofía
ZZ3
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
P: ¿Qué podemos decir del hecho de que Dios estableciera la nación de Israel
sobre la poligamia de Jacob?
P: ¿Debe la iglesia reconocer el matrimonio de derecho consuetudinario?
P: ¿Qué constituye suicidio? ¿Es suicidio pedir que se suspendan las interven-
ciones vitales?
P: ¿Qué de los testamentos en vida sobre tratamientos médicos?
P: ¿Causa Dios lo que permite?
P: ¿Han sido los Estados Unidos alguna vez una nación cristiana?
P: ¿Cómo ve Dios el pecado de la glotonería en la vida de los cristianos?
P: ¿Es echar suertes una manera viable de determinar la voluntad de Dios?
. P: ¿Tenía razón Pablo al condonar las «dictaduras», o tenemos razón al des-
tronarlas?
Hasta cierto grado, todas estas preguntas son filosóficas. Si trata de con-
testarlas, usted está ofreciendo soluciones que son una mezcla determinada de
teología, cultura y filosofía. Y si no hace un sincero intento para contestarlas,
usted está permitiendo que la filosofía de otra persona dicte la vida de usted.
Así que, ¿hasta qué punto son filosóficas sus creencias?
CONCLUSiÓN
La filosofía es la búsqueda de las ideas correctas y del ideaL Y como las ideas
intensas al final dejan una ola de consecuencias en su camino, la filosofía afec-
ta directamente la vida cotidiana. A pesar del hecho de que las Escrituras se
dirijan de forma general a cientos de cuestiones y de forma explícita a algunas,
está esa multitud de asuntos para los que el Espíritu Santo no da resoluciones
detalladas. Las nociones modernas sobre la democracia, la sexualidad, la ciu-
dadanía, la diplomacia, la economía, la familia, la psicología, la regla pública,
la industria y la tecnología, como también las costumbres educativas, políticas
y éticas del mundo de hoy, son todas producto de las energías teóricas de las
mentes ponderantes.
Todos hemos sido hechos a la imagen de Dios y se nos ha inculcado
la capacidad para el pensamiento reflexivo e innovador. Como criaturas que
pertenecemos a la comunidad de Dios, hemos oído este llamado a amarlo con
toda nuestra mente. Como espíritus afines de la raza humana, somos invita-
dos a participar en el continuo simposio de pensamientos donde la constante
conversación de intelectos curiosos habla y dirige nuestro mundo. Por tanto,
estamos obligados a ofrecer a este gran depósito de pensamiento esa pizca
singular de la mente de Dios que él ha depositado en cada uno de nosotros.
Al hacerlo así, no solo ejercitaremos su imagen en nosotros, ¡sino que quizás
hasta cambiemos nuestro mundo!
227
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
..
1
........
NOTAS -
Como indica cualquier «Comentario sobre el trasfondo de la Biblia», hay numerosas
reflexiones de la sabiduría del mundo antiguo en pasajes de la Biblia cuando
el pueblo de Dios interactuaba con sus vecinos; ver, por ejemplo, John Walton,
Victor Matthews y Mark Chavalas, The IVP Bible Background Commentary: Old
Testament [El comentario de transfondo bíblico IVP: Antiguo Testamento], Inter-
Varsity Press, Downers Grave, IL, 2000.
2 San Agustín, The Beginning of Truth [El comienzo de la verdad], en Nicene and
Post-Nicene Fathers, ed. Schaff, 1, p. 21.
3 Ravi Zacharias ofrece esta ilustración graciosa pera verdadera en su cinta titulada
gelio en el Nuevo Testamento], Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1977, pp. 44-45;
Christopher Stead, Philosophy in Christian Antiquity [La filosofía en la antigüe-
dad cristiana], Athenaeum, Gateshead, Inglaterra, 1995, p. 115.
7 Ver Edin Hatch, The Influence of Greek Ideas and Usages on the Christian Fathers
228
16
de mí gritó diciendo que no se podía distinguir un gallo del otro, que eran
exactamente iguales. En ese momento, el dueño de una de las aves contestó:
«Así es como debe ser, son hermanos». Esa noche, por unos pocos momentos,
el tiempo se detuvo ... dos hermanos, criados por la misma madre, en pugna
el uno contra el otro ... hasta la muerte ... algo impresionante, inquietante y
perturbador.
No es secreto que la ciencia y la religión, o más específicamente la cien-
cia moderna y el cristianismo, han tenido sus desacuerdos. El libro de John
Draper The Conflict between Religion and Science [El conflicto entre religión
y ciencia) (1876), el estudio monumental de Andrew White A History of the
Warfare of Science with Theology in Christendom [Historia de la batalla de la
ciencia con la teología en el cristianismo] (1896) Y la obra de Henry Morris
The Long War against God: The History and Impact of the Creation/Evolution
Conflict [La larga guerra contra Dios: Historia e impacto del conflicto entre
creación y evolución] (1989)1 representan la constante y tirante relación que
existe entre la ciencia y la fe. El hecho de que estos dos campos de conoci-
miento tienen sus diferencias no se pone en duda; sin embargo, cuánto difie-
ren, cuánto se relacionan y por qué estas dos hermanas están en conflicto son
cuestiones tan grandes como el universo mismo.
Raramente las convicciones de los santos y las convicciones de la ciencia
han dejado de afilar el hierro. A veces han luchado lado a lado contra un ene-
migo común. Otras veces, en combate mortal se han lanzado palabras capaces
de penetrar armaduras, tan pesadas y tan mortíferas como cualquier espada.
Ya sea que la controversia haya sido la revolución de Copérnico, la evolución
de Darwin, el aborto de nacimiento parcial, la manipulación genética, los sis-
temas para mantener la vida, la eutanasia, las armas nucleares o cualquiera de
otros cientos de temas, la iglesia se encuentra una y otra vez en medio de las
turbulentas y engañosas encrucijadas donde se encuentra la Escritura con la
ciencia, y la teología con la tecnología.
Aunque la iglesia estaba en error cuando condenó la teoría heliocéntrica
de Galileo, la mayoría de ese entonces elogió a la jerarquía religiosa por su
postura. En contraste, muchos condenaron a la iglesia cuando esta faltó en
unirse al atrevido joven Darwin en su búsqueda de nuestros elusivos oríge-
nes. Uno apenas puede ver que por su propia naturaleza, la iglesia tiene que
maniobrar a través de las difíciles y delicadas aguas filosóficas y científicas.
La iglesia está compuesta de seres humanos imperfectos, y por tanto posee la
intrínseca capacidad de errar. Por eso, a veces desempeña el trágico papel del
gigante dormido en una tierra de pigmeos y a veces el del rabioso toro en un
reino de cristal. No obstante, en otras épocas es la sagaz doncella que difunde
sabiduría y realidad a todos los que están a su alcance, defensora de la ciencia
230
Descubramos las realidades de la naturaleza: Ciencia
Como he indicado una y otra vez, una de las grandes mentiras que los cristia-
nos se han tragado es la de divorciar el intelecto de la vida espiritual. Otro mito
que prevalece y que está íntimamente relacionado y que muchos cristianos
acogen es el que dice que la ciencia moderna tuvo su origen en la mente de
los técnicos de laboratorios fríos, teoréticos, incrédulos. Uno de los secretos
mejor guardados del cristianismo es que la ciencia moderna nació en el regazo
de devotos creyentes temerosos de Dios.
Docenas de expertos en varios campos de la ciencia admiten el papel
principal del cristianismo en la época científica moderna. El bioquímico Mel-
vin Calvin, ganador del Premio Nóbel, enfatizó que debido a que los antiguos
judíos consideraban que el universo estaba gobernado por un solo Dios y de-
bido a que los cristianos heredaron este concepto, el cimiento histórico para la
ciencia moderna se encuentra en el monoteísmo. De igual manera, el notable
filósofo de los siglos diecinueve/veinte Alfred North Whitehead creía que el
cristianismo es el padre de la ciencia debido a la insistencia medieval en la
racionalidad de Dios. Escribiendo sobre el carácter de la ciencia moderna en
el celebrado periódico inglés Mind, M. B. Foster propone que la respuesta está
en la revelación cristiana y en la doctrina cristiana de la creación. El profesor
inglés James Moore dio un paso más adelante para proponer que existe una
obvia evidencia de que el protestantismo dio auge a la ciencia moderna. El
distinguido filósofo cristiano del siglo veinte Francis Schaeffer concede lo
mismo, repetidamente mencionando a lo largo de sus obras las raíces cristia-
nas de la ciencia moderna. 2
Muchos otros eruditos prominentes reconocen la íntima conexión exis-
tente entre la espiritualidad cristiana y la ciencia, la Palabra de Dios y el mun-
do de Dios, la Reforma y la revolución científica moderna, la época puritana
y la época de experimentación científica. Hay buenas razones por las que las
otras grandes religiones y culturas de la antigüedad fallaron a la hora de desa-
rrollar la investigación científica como la conocemos hoy. Por ejemplo, aun-
que los árabes tenían un profundo conocimiento del mundo, muy poca ciencia
evolucionó de su conocimiento, principalmente porque la mente islámica se
inclina al fatalismo (que la vida sigue un destino predeterminado); si el destino
reina, entonces las reglas para la obra de las manos de Dios están fijadas y son
invencibles ante la manipulación humana. El sistema de pensamiento chino
también restringió el progreso científico por su falta de confianza en que el
231
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
código de las leyes de la naturaleza podía ser descubierto y que se podía leer.
El ingrediente clave de que un ser divino, mucho más racional que ellos, había
formulado ese código para poder ser leído estaba prácticamente ausente. 3
Sin duda, los griegos ofrecieron importantes elementos intelectuales que
ayudaron a establecer el escenario para la explosión de investigación científica
del siglo dieciséis. Sin embargo, como algunos han indicado, no cumplieron
con verdaderamente producir algo parecido a la ciencia moderna por su falta
de interés en la experimentación práctica. Como para ellos las cosas creadas
eran simples formas de las realidades eternas, no trataron de trazar las causas
de estas simples formas. Para la mente griega, los elementos eran algo sobre lo
que se ponderaba y se especulaba, no algo con lo que se experimentaba y que
luego se usaba para el avance de la sociedad. Otros han llamado la atención
sobre los puntos de vista del hinduismo que derrotan la ciencia, destacando
que los hindúes creen que el mundo material no es un mundo «reah> en abso-
luto. En ese caso, ¿qué valor hay en investigar lo que no existe en realidad?
La fe hindú también aplasta la investigación científica con la creencia de que
una multiplicidad de dioses rige el llamado universo. Esta es una monstruosa
contradicción en sí, que a su vez destruye la idea de una continuidad coherente
en el reino material, haciendo de la ciencia algo dudoso. 4
Un observador llega tan lejos como para decir que «la ciencia moderna
ni siquiera podría haberse levantado en medio de nuestra cultura moderna
porque el hombre moderno cree que la vida es irracional e ilógica».5 De todas
estas cosmovisiones, solamente la fe judeocristiana ve el mundo natural de
acuerdo a su total realidad. De ese modo, en el cumplimiento del tiempo, los
que se adhieren a este punto de vista ponen su corazón, cabeza y manos a tra-
bajar para la gloria de Dios, para el aprecio de su creación y para el amor y la
ayuda de la humanidad.
232
Descubramos las realidades de la naturaleza: Ciencia
233
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
le había dado para evitar teorías no ortodoxas. Como con cada uno que siguió
sus revolucionarios pasos, él se abandonó totalmente a la confiabilidad de su
Creador. 12
A Francis Bacon, el padre del método científico, le parecía extraño
que aunque había disponible mucho conocimiento del mundo natural, no
había sido utilizado por los cristianos para restaurar el dominio que se ha-
bía perdido en la caída de la humanidad. Como ya se explicó arriba, según
su evaluación Dios había proveído dos cuerpos esenciales de conocimiento
de revelación: «las Escrituras, que revelan la voluntad de Dios, y la crea-
ción, que expresa su poder»."13 Además, estaba convencido de que estos
dos depósitos divinos de sabiduría le fueron dados a la humanidad para que
después de haber caído «de su estado de inocencia y de su dominio sobre la
creación ... la religión y la fe» le restauraran lo primero, y que «las artes y
ciencias podrían ayudarle a reparar el postrero»Y
Galileo, que defendió el modelo de Copérnico, se convirtió en el ilumi-
nador del primer conflicto mayor entre el cristianismo y la ciencia moderna.
Por supuestamente enseñar herejías (que el sol era el centro del sistema solar),
la Inquisición lo puso bajo arresto en su casa durante los últimos diez años de
su vida. Aunque fue acusado y declarado culpable de tener estos puntos de
vista contrarios a la supuesta clara enseñanza de la Biblia, él era un hombre
de Dios cuya vida y obra fueron profundamente influidas por las Escrituras.
Resulta significativo que también fuera un lector devoto de San Agustín. A
medida que la Reforma aumentaba su velocidad por toda Europa, principal-
mente como resultado de la voz, labores y valentía de un monje agustino, la
revolución científica se estaba formando en Italia como resultado en parte de
la meditación de Galileo sobre Agustín. Lutero había sido impulsado por la in-
sistencia de San Agustín en la justificación por fe; Galileo había sido ayudado
por la opinión linear de la historia que sostenía San Agustín, sometiendo que
la progresión hacia metas era una empresa válida para los seres humanos.1 5
Galileo ilustra su confianza en la Biblia al escribir lo siguiente: «La San-
ta Escritura nunca podría mentir ni errar, sus declaraciones son de absoluta
inviolable verdad ... no obstante, algunos de sus intérpretes podrían a veces
errar de varias maneras».16 Él consideraba a Dios no solo como la fuente de
las Santas Escrituras, sino también como «un divino Artesano o Arquitecto
que creó el mundo como un intricado mecanismo», que debe estudiarse para
la gloria de Dios y para el beneficio práctico del hombre.!7
El gran astrónomo Johannes Kepler también dijo repetidamente que las
Escrituras eran su medida para la vida y su guía para la ciencia. A lo largo de
sus escritos se hallan docenas de referencias a su amor y aprecio por las cosas
de Dios, además de su aguda conciencia del poder de la oración. Cuando esta-
ba en la Universidad de Tubingia, Kepler escribió: «Mi deseo es poder percibir
235
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
dentro de míM Dios que encuentro en todas las partes del mundo externo».18
De ahí en adelante muchas veces atestiguó el hecho de que su deseo se había
cumplido. Por ejemplo, más adelante declara: «Mi vida está únicamente dedi-
cada al servicio de Jesucristo. En él está todo refugio, todo solaz».19
Como fundador de la astronomía física, Kepler ciertamente no era dado
a disgustarse por la proposición de que la ciencia y la religión marcharan to-
madas de la mano. A diferencia de Darwin, que aspiraba a estudiar teología y
luego se disgustó con Dios, Kepler había deseado dedicarse a la teología, pero
estudió al Dios de los cielos al estudiar los cielos de Dios. En el ocaso de su
gigantesca vida pudo decir: «Tuve la intención de ser teólogo ... pero ahora por
mis esfuerzos, veo que Dios es también glorificado en la astronomía, pues "los
cielos declaran la gloria de Dios"».2o
Robert Boyle, el pionero de la química moderna, estaba «interesado par~
ticularmente ... en demostrar que la ciencia y la religión no solo eran reconeÍ-
liables, sino de hecho estaban integralmente relacionadas».21 No solo escribió
libros sobre química, sino que dedicó mucho tiempo a traducir obras sobre los
Evangelios y a escribir impresionantes volúmenes sobre apologética. Además,
dejó una suma substanciosa de las ganancias de toda su vida para la defensa
del evangelio. 22
Sir Isaac Newton, al igual que Boyle, escribió penetrantes libros sobre
la veracidad del cristianismo. En sus años posteriores, este hombre, que es
considerado uno de los grandes matemáticos que jamás vivió, invirtió mucho
tiempo en el estudio de las profecías bíblicas. Algunos hasta lo ridiculizaban
por su inmoderada devoción a ese interés, acusándolo de desperdiciar tanto
tiempo en la investigación bíblica que descuidaba sus esfuerzos científicos.
Pero como indica Schaeffer: «Si Newton y otros no hubieran tenido una base
bíblica, no habrían tenido ninguna base para su ciencia».23
Aunque Newton, como sus contemporáneos Pascal y Leibnitz, contri-
buyó mucho al campo de la matemática, él también, como estos dos, creía
que «para conocer verdaderamente al Creador uno debe estudiar el esquema
natural de las cosas: el origen ordenado de la materia y las leyes que gobiernan
su composición y moción».24 Él conocía bien la gravedad de navegar simultá-
neamente en las esferas de la ciencia y de la religión, pero parece que, quizás
por providencia, estaba destinado a convertirse en una de las mejores niñas de
los ojos de Dios; puesto que era un hombre de Dios, que conocía el corazón
del Maestro a través de su Palabra y que descubrió todavía más la mente de
Dios a través de su mundo.
Por razones de espacio no puedo tratar con cada una de las grandes men-
tes científicas que también poseían gran fe. En vista de esto, ofreceré solo un
rápido cuadro de los pioneros más prominentes de la ciencia moderna que
también declaraban su confianza en Dios.
236
Descubramos las realidades de la naturaleza: Ciencia
237
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
CONCLUSiÓN
Cuando los humanistas del Siglo de las Luces consideraron su época como
«La época de la razón», las masas cristianas reaccionaron debidamente al cas-
tigar a la falsa «diosa de la razón~~; pero reaccionaron demasiado cuando fo-
mentaron un prejuicio irracional contra el Dios de la razón al dudar de su don
racional para la raza humana. De igual manera, cuando los naturalistas secu-
lares afirmaron que el relato de la creación del Génesis era fraudulento y que,
prácticamente, Dios estaba muerto, los cristianos reaccionaron violentamente
en contra de esta ciencia atea. Pero nosotros como cristianos también cometi-
mos el error de entregar la ciencia de Dios a los que habían difamado al Dios
de la ciencia. Al hacerlo así, los románticos reservados, los pesimistas pasivos,
los avivadores evangélicos y la vasta mayoría de dentro del movimiento de
santidad han desdeñado la importancia de la participación de los cristianos en
los esfuerzos científicos. Los evangélicos, fundamentalistas y pentecostales
del presente heredaron esta predisposición y todavía, hasta un notable grado,
239
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
faltan en ver la tremenda responsabilidad y valor del interés activo del creyen-
te en la ciencia.
Por supuesto, la investigación, los descubrimientos y las aplicaciones
científicas van paralelos, o están entretejidos, con una multitud de asuntos de
vida o muerte. De modo que, naturalmente, nuestra participación es vital. Pero
aparte de estos asuntos y aparte de los beneficios materiales que nos llegan
como resultado de la ciencia, hay otras ventajas que resultan de participar.
Al acoger la misión científica nuestra cosmovisión se refina, nuestras facul-
tades críticas se ejercen y nuestros poderes investigadores se llenan de vigor.
Cuando exploramos la belleza, la inmensidad y la profundidad de la creación,
nuestra pasión por aprender aumenta, nuestro corazón se humilla, nuestra cu-
riosidad se incita, nuestro sentido de maravilla se amplifica, nuestra mente se
despierta y nuestro aprecio y estima de Dios se ensanchan y se enriquecen.
Debido a que el tema de la «ciencia y fe» es tan astronómico en pro-
porción, la prudencia dicta que en esta sucinta sección solo tratemos con los
puntos elementales y no con los periféricos. Esto no quiere decir que las dis-
cusiones sobre la física de partículas quantum, los cuarzos, quásares y miles
de otros temas subsidiarios sean insignificantes; son vitales, pero el espacio
aquí no nos permite examinarlos. Y aunque me siento tentado a elaborar algo
sobre el charlatanismo científico antes de cerrar este capítulo, solo hay espacio
para mencionar los famosos fraudes como los que se asocian con el hombre
de Piltdown, el hombre de Java, el hombre de Rodesia, el hombre de Pekín, el
hombre de Nebraska y así por el estilo. Pero estos fraudes y cientos de otros
que se han tratado de diseminar en los paraninfos de la ciencia empalidecen
a la luz del ilustre mito de que la ciencia y el cristianismo son esencialmente
enemigos y no amigos.
Se nos presentan dos libros para estudiar, para evitar que caigamos en
error: el volumen de las Escrituras y el volumen de la creación. Uno es la Pala-
bra y el otro es el mundo creado por la Palabra. Se nos presentan dos leyes: las
leyes de Dios grabadas en nuestro corazón y las leyes de Dios indeleblemente
estampadas en la naturaleza. Hay dos hombres. De uno se dice: «porque por
medio de él y para él fueron creadas todas las cosas» (Col 1:16) y todas las
cosas «por medio de él forman un todo coherente» (1: 17). Él es quien sostiene
toda la creación y el que ha reconciliado todas las cosas en la tierra y en los
cielos con él (1:20). ¿Y el segundo hombre? Es usted, soy yo, el hombre de
quien se dijo: «lo entronizaste sobre las obras de tus manos, ¡todo lo sometiste
a su dominio!» (Sal 8:6; He 2:6-8). Y, el primer Hombre --el Creador, el Le-
gislador, el Sustentador- mora en nosotros.
240
Descubramos las realidades de la naturaleza: Ciencia
......
NOTAS
1 John Draper, The Conflict between Religion and Science [El conflicto entre religión
y ciencia], Henry King, Londres, 1876; Andrew White, History 01 the Warlare 01
Science and Theology in Christendom [Historia de la batalla de la ciencia con la
teología en el cristianismo], Bfaziller, NY, 1955; Henry Morris, The Long War
against God [La larga guerra crntra Dios], Baker, Grand Rapids, MI, 1989.
2 Melvin Calvin, Chemical Evolution [Evolución química], Clarendon, Oxford, 1969,
p. 258; Francis Schaeffer, How Then Shall We Live? [¿Cómo viviremos enton-
ces?], en The Complete Works 01 Francis Schaeffer, Crossway Westchester, IL,
1982, 5, pp. 157-61 (ver también 1, pp. 225, 309, 328; 4:6, 9, 79; 5:27); Beck,
Opening 01 the American Mind [Apertura de la mente americana], p. 155; Tim
Dowley, ed., The History olChristianity [Historia del cristianismo], Lion Publis-
hing, Oxford, 1977, p. 48.
3 Ian Barbour, Religion in an Age 01 Science [La religión en una era de ciencia],
Harper & Row, San Francisco, 1990, pp. 3-30; Schaeffer, «The Rise of Modern
Science» (La ascension de la ciencia moderna], en Complete Works, 5, pp. 155-
56; Joseph Needham, The Grand Tradition: Science and Society in East and West
(La gran tradición: ciencia y sociedad en Oriente y Occidente J, Univ. of 'lOronto
Press, Toronto, 1969, p. 327.
4 Arthur Holmes, The Making 01 a Christian Mind [La hechura de una mente cristia-
na], InterVarsity Press, Downer's Grove, IL, 1985, p. 63; D. James Kennedy y
Jerry Newcombe, What 11 Jesus Had Never Been Born? [¿Qué pasaría si Jesús
nunca hubiera nacido?], Nelson, Nashville, 2005, p. 95.
5 D. James Kennedy y Jerry Newcombe, What 11 the Bible Had Never Been Written?
[¿Qué pasaría si la Biblia nunca hubiera sido escrita?], Nelson, Nashville, 1998,
p.lOl.
6 Francis Schaeffer, How Then Should We Live? [¿ Cómo viviremos entonces?], en Tite
241
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
12 Lawrence McHargue, «The Christian and Natural Science» [El cristiano y la ciencia
pasaría si la Biblia nunca hubiera sido escrita?], pp. 105-6; Beck, Opening ofthe
American Mind [La aperture de la mente americana], pp. 164-65; Ann Lamont,
21 Great Scientists Wha Believed in the BibZe [21 grandes científicos que creían
en la Biblia], Creatíon Science Foundation, Brisbane, Australia, 1995, pp. 14-23;
Morris, Men ofGod [Hombres de Dios], pp. 11-12; Pearcey y Thaxton, The SauZ
of Science [El alma de la ciencia], p. 23.
242
Descubramos las realidades de la naturaleza: Ciencia
of Science, 16.
23 Schaeffer, How Should We Then Live, en Complete Works, 5:160; Morris, Men of
Science, 26; Kennedy y Newcombe, What IfJesus HadNever Been Born? [¿Qué
habría pasado si Jesús nunca hubiera nacido?), p. 100.
24 Gale Christianson, In the Presence of the Creator: Isaac Net1fton and His Times [En
presencia del Creador: Isaac Newton y su época], Free Pr~ss, NY, 1984, p. 4l.
25 Para varias listas que catalogan a muchos más científicos temerosos de Dios, ver
Roy Varghese, The Intellectuals Speak about God [Los intelectuales hablan sobre
Dios J, Regnery Gateway, Chicago, IL, 1984; Henry Morris, Men of Science; Ann
Lamant,21 Great Scientists.
243
11
S
e cuenta la historia de un hombre que habló con el Señor sobre el cielo y
el infierno. El Señor le dijo: «Ven, y te mostraré el infierno». Entraron en
un cuarto donde varias personas estaban sentadas alrededor de una gran
olla de comida. Todos tenían hambre, estaban desesperados y flacos. Cada uno
tenía una cuchara que llegaba hasta la olla, pero las cucharas tenían mangos
mucho más largos que sus brazos de modo que no podían usarlas para meterse
la comida a la boca. La frustración y el sufrimiento eran horripilantes.
Después de un rato el Señor dijo: «Ven, ahora te mostraré el cielo». En-
traron en otro cuarto, idéntico al primero: la olla de comida, el grupo de perso-
nas, las mismas cucharas con mangos largos; pero ahí todos estaban contentos
y bien alimentados. «No entiendo», dijo el hombre. «¿Por qué están tan con-
tentos aquí cuando eran tan terriblemente miserables en el otro cuarto?; todo
es igual». El Señor sonrió. «Es sencillo; aquí han aprendido a darse de comer
los unos a los otros».
La historia de la iglesia está llena de hombres y mujeres que han in-
clinado su corazón al cielo y han recibido vislumbres de las cosas eternas.
Con frecuencia estos siervos del reino han escrito estos tesoros para ayudar a
otros fatigosos viajeros a lo largo del Camino Real. Con su conversación, nos
llaman a nosotros, los peregrinos del último día, a que oigamos su sabiduría
más antigua. Pero a veces cortejamos la actitud de los corintios diciendo: «No
te necesito» (1 Co 12:21). Al hacerlo así, trágicamente renunciamos a la sus-
tentadora gracia que de otra manera nos podría dar mejor capacidad, alcance,
gozo y equilibrio. Necesitamos desesperadamente el sustento que se encuentra
en las cucharas rebosantes, con largos mangos, de las otras almas. A veces es-
tas cucharas vienen en la forma de libros, y a veces sus mangos son tan largos
como los siglos, ofreciendo a nuestra famélica alma el revitalizador potaje de
antaño. Este capítulo trata de los libros y de cómo la lectura puede expandir la
vida de la mente.
245
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Leer muy poco, leer solo aquello con lo que estamos de acuerdo o leer solo li-
teratura contemporánea son tres de los síntomas más comunes del problema.
A partir de la década de 1820, los predicadores populares de la «religión
del pueblo» virtualmente guardaron silencio sobre la importancia de examinar
las grandes obras literarias de la antigüedad. Al contrario, hombres como Fin-
ney, Cartwright, Moody, Sunday y otros no solo atacaron a los renombrados
clásicos, sino que también fallaron a la hora de apoyar la lectura de los Padres
de la iglesia, de los eruditos, de los reformistas, de los puritanos y de otros
como estos. Algo temible sucedió en la religión de avivamiento en la nueva
república; en gran medida, fue cortada la comunión con las mentes gigantes y
los líderes cristianos brillantes del pasado.
Con el añadido empuje del movimiento de santidad de mediados y fina-
les del siglo diecinueve, los atesorados tomos de tiempos pasados se alejaron
dos veces del interés de los círculos cristianos populares. Y cuando el pente-
costalismo fue lanzado a principios del siguiente siglo, el «pueblo del Espíri-
tu» supuso que tenía poca necesidad de libros anticuados garabateados por los
protestantes anteriores a los pentecostales, y de los enmohecidos volúmenes
de los enclaustrados místicos católicos.
No es ningún secreto que la mayoría de los líderes de los movimientos
del evangelio completo hayan fallado a la hora de promover la causa de los
grandes libros de todas las épocas. Piense en ello por un momento. ¿Cuándo
fue la última vez que le fue recomendado un libro escrito antes de 1900? ¿Re-
cordamos diez o cinco o tan siquiera un solo artículo en nuestra revista del
evangelio completo favorita que proclamara las alabanzas de Dante, Donne,
Doddridge o de Dostoevsky, Baxter, Boston, Brooks, San Agustín o San An-
selmo, Law o Lancelot Andrews, Sertillanges o St. Thomas, Temple o Jeremy
Taylor? ¿O cuántas manos necesitamos para contar o calcular las veces que
nuestro predicador favorito se refirió a Flavel, Fenelon, Frost, Plutarco, Pascal,
Pound, Woolman o Watts? A más de esto, ¿es de admirarse que pocos, si es
que algunos, pentecostales han ocupado puestos eminentes en el mundo litera-
rio durante los últimos cien años?
Queda mucho que desear al comparar las listas de lectura prescritas por
Edwards, Wesley, Spurgeon, Lewis, Sanders, Lloyd-Jones y Tozer con los há-
bitos de lectura del pueblo contemporáneo del evangelio completo. El abis-
mo entre la gran literatura del ayer y lo que es popular hoyes ancho y va en
aumento. Además de los cientos de pastores y laicos con los que he hablado
sobre sus hábitos de lectura, y además de las numerosas bibliotecas de iglesias
que he examinado, también he hecho varias encuestas sobre lo mismo.
En tres ocasiones, he recogido información de líderes laicos y pastores
del evangelio completo. Una pregunta en las encuestas pedía que los partici-
pantes nombraran el clásico cristiano de más efecto que habían leído. Entre los
246
Ensanchemos la mente: Lectura
citados los más frecuentes fueron: La serie de Dejados atrás, My Utmost for
His Highest [Lo máximo de mí por lo más alto de él], La cruz y el puñal, En
sus pasos, The Pursuit of God [La búsqueda de Dios], Hinds Feet in High Pla-
ces [Pasos de cierva en lugares altos], The Great Late Planet Earth [El gran
planeta tierran, fallecido] y Piercing the Darkness [Perforemos la oscuridad].
A un tercio de los encuestados no se les ocurrió ninguna obra que consideran
ser un «clásico». Además, un abrumante noventa y sies por ciento confesó
leer exclusivamente volúmenes escritos en el siglo veinte. Entre los autores
cristianos más comúnmente mencionados, favoritos de todos los tiempos se
contaban Chuck Swindoll, Janette Oke, Max Lucado, Frank Peretti, Watch-
man Nee, John Maxwell, James Dobson, Neil Anderson y Tim LaHaye. Cada
uno de estos escritores le ofrecen ayuda al cristiano de hoy; sin embargo, yo
sospecharía que muchos de ellos nombrarían a autores de la antigüedad como
su carne y bebida cerebral y espiritual. ¿Por qué?
Es verdaderamente trágico que ninguna de la literatura teológica o de-
vocional superior de los primeros 1,800 años de la iglesia resaltara en las
encuestas de «Hábitos de lectura de los pentecostales». Si los creyentes llenos
del Espíritu proclaman su estado de evangelio completo, por lo menos deben
sentirse obligados a mostrar un interés en la manera en que Dios ha depositado
esta verdad, por medio de la plenitud de su Cuerpo, por todos los eones de los
siglos cristianos pasados.
Ser del evangelio completo quiere decir confiar completamente en que
Dios es capaz, y estar dispuesto, en todo tiempo, a hacer todo lo que se hizo
en la era apostólica. Esto tiene implicaciones directas para la forma en que los
pentecostales deben considerar a los grandes escritores de Dios de hoy y de la
antigüedad. El discípulo del evangelio completo profesa creer que Dios toda-
vía opta dar sabiduría celestial a través de sus imágenes terrenales imperfec-
tas (palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, lenguas e interpretación,
profecía, etc.). De toda la gente, tenemos confianza en que, como lo expresa
Francis Schaeffer, «él está aquí y no guarda silencio». A la vista de esto, ¿no
parece que los creyentes pentecostales no solo deben estar entre los escritores
más grandes, sino también entre los lectores más astutos? Pero este no parece
ser el caso. 2
Una rápida ilustración confirmará la falta de interés que con frecuencia
tenemos hacia el buen material de lectura. Pocos años atrás se les envió una
hoja suelta a los pastores pentecostales de cierta región, que indicaba que se
regalaría una colección de entre 5,000 y 10,000 libros cristianos. Después de
viajar casi doscientas millas para participar en lo que me imaginaba sería un
sueño demasiado bueno como para ser de verdad, me quedé atónito al ver que
ni un solo pastor se presentó antes de que yo rebuscara entre toda la bonanza
de libros durante casi dos horas. Como un remolino, me había apoderado de
247
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
248
Ensanchemos la mente: Lectura
249
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Más rápidamente que cualquier otra práctica, una pasión por la lectura de bue-
nos libros puede moverlo a uno hacia la vanguardia del crítico conflicto de hoy
por el dominio de la mente humana. No es casualidad que los principales lí-
deres cristianos del pasado, que han ayudado a revivir, a infundir nuevo vigor
revigorizar y reformar a la descarriada iglesia, hayan sido, casi todos, lectores
voraces. Pero no solo han leído, también han expresado su convicción de que
leer es el camino para ensanchar la mente, ejercitar el intelecto y traer mejor
enfoque a las imágenes que tenemos de la realidad.
Con los años he ido recopilando más de cien declaraciones de las figu-
ras cristianas más notables del pasado sobre el valor de leer buena literatu-
ra. Cuando medito sobre este testimonio coherente y convincente, me siento
desalentado porque la iglesia norteamericana moderna al parecer ha ignorado
esta lección en su totalidad. O sospechamos que estos líderes están diciendo la
verdad pero nos negamos a pagar el precio necesario, o nos negamos del todo
a ver su sabiduría. Quizás simplemente hemos fallado a la hora de reconocer
su admonición a leer las grande obras espirituales y clásicas porque no hemos
tomado el tiempo, o no hemos tenido el interés, para leer sus pensamientos
sobre la lectura. 6
Al regalarse leyendo escritos excepcionales, el lector puede ornamentar
su capacidad para hablar; aprender de los errares de otros; mejorar su profun-
didad de conversación, o sea, ¡convertirse en una persona más interesante!
Los lectores están inclinados a hacerse más esclarecidos respecto a cuánto no
251
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Un pastor distinguido, que escribía con frecuencia sobre el valor de los buenos
libros, perfiló los enemigos de la lectura: pereza, dormir demasiado, pasar
mucho tiempo en el cuerpo, cantidades indebidas de diversión, conversación
inútil, tiempo con amigos indisciplinados, demasiado ocio y deportes, buscar
ganancias materiales y mantener las cosas materiales. Alguien podría decir:
«Vivimos en un mundo lleno de ocupaciones, distinto del de los ratones de
biblioteca del ayer que no tenían mucho que hacer excepto pasar el tiempo
hojeando las páginas de manuscritos encuadernados en piel». Ah, se me olvi-
dó mencionar que el distinguido pastor era el puritano Richard Baxter. i Y él
252
Ensanchemos la mente: Lectura
escribió sobre estos ladrones de la lectura en los 1600, cuando los hombres se
agotaban partiendo leña para el fuego, arando a mano, acarreando agua del río,
moliendo grano y cargando carbón, junto a otros cientos de deberes durante
más de dieciocho horas al día! Antes de convertirnos en lectores proficientes,
primero debemos sacar tiempo adecuado y de calidad para hacerlo. Otros han
tenido el mismo desafío. Si ellos sacaron tiempo en sus terribles horarios,
también nosotros debemos hacerlo. 7
El «padre de las misiones modernas», William Carey, se educó a sí mis-
mo leyendo mientras hacía zapatos. Abraham Lincoln cultivó el suelo de su
mente mientras cultivaba el suelo de la tierra amarrando libros en el mango de
su arado para poder leerlos. Los hermanos Wesley leían a los grandes poetas
y filósofos griegos por diversión y aprendieron español y francés mientras
andaban a caballo por toda Inglaterra. De igual manera, Francis Asbury, el
más grande de los jinetes itinerantes, se cultivó al leer casi 60,000 páginas por
año ¡mientras montaba a cabal/o! Aunque con frecuencia estaba en peligro,
cansado y era abofeteado por el mal tiempo, hizo el propósito de leer un míni-
mo de cien páginas al día. Por supuesto, las cosas eran mucho más diferentes
para él; no tenía que liderar con todas las conveniencias de las que gozamos
doscientos años después. No obstante, si aspiramos a ello, nosotros también
podemos triunfar sobre la tiranía de estar muy ocupados, del materialismo y
del hedonismo, designando un lugar y sacando tiempo para alimentar nuestra
mente. 8
Todos tendríamos más tiempo para leer si apagáramos la TV o la compu-
tadora, si tuviéramos «menos» cosas que mantener, si trabajáramos menos ho-
ras extra opcionales y si incorporáramos más lectura en nuestro tiempo social,
de recreo, de familia y de ocio. También estaríamos más prontos a introducir
estos cambios si nos deleitáramos más en la lectura, y nos deleitaríamos en
la lectura si probáramos sus grandes beneficios. Quizás estaríamos más dis-
puestos a probar esos beneficios si entendiéramos mejor la naturaleza de los
libros, pues son, en su esencia básica, el depósito y pozo de los mejores y de
los peores pensamientos de la raza humana.
Leer lo que dice un autor es como oír una conversación. Los libros son,
en un sentido, la parte inmortal de la experiencia terrenal de la humanidad,
la parte más duradera de su personalidad. Si son buenos, son oráculos de sa-
biduría y verdad, provenientes del Padre de las luces, colados por el alma de
uno que fue hecho a su imagen y entregados en lenguaje impreso sobre una
página para que todos los leamos, los contemplemos, los absorbamos y luego
los apliquemos. O simplemente los desechemos. ¡Pero los libros nos ofrecen
mucho más! Muchos que se han atrevido a invitar a la literatura excelente a
las cámaras de su alma interior han recibido más de lo que esperaban. Busca-
ban recreación, relajación, consideración informal o simple cosquilleo mental,
253
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Hay muchos más aspectos de los libros y de la lectura que debemos tra-
tar aquí, pero una vez más, el espacio no nos permite hacerlo. Por esto, en un
volumen futuro espero tratar de lleno con la filosofía de la lectura, examinar
la cuestión entera de la elección de Dios de la palabra y la impresa para co-
municarse con nosotros, disertar sobre la naturaleza de «los clásicos» y poner
en palabras sencillas cómo podemos promover mejor la lectura de literatura
de primera. La importancia de conocer a autores y de estudiar prefacios, de
leer «cristianamente», de formar una biblioteca, de la variedad de géneros, de
planes de lectura y de los volúmenes sugeridos por los gigantes espirituales,
todo esto puede servirnos para convertirnos en lectores llenos del Espíritu
que saben cómo poner en libertad la mente, disciplinar la mente, alimentar
la mente, reforzar la «vida de la mente» y extraer la verdad de los atesorados
volúmenes del mundo.
CONCLUSiÓN
Cierro esta parte de nuestro viaje con dos ejemplos sobre dos libros con los
que me topé en dos bibliotecas diferentes, pues ambos personifican nuestra
renuencia a invertir en la lectura de buena literatura. El primer libro se titula-
ba Rediscovering the Great Ideas [Redescubrimiento de grandes ideas]. Tenía
que ver con la significancia de las ideas de la antigüedad que el autor percibía
como trágicamente abandonadas. El libro, que fue escrito en 1874, había sido
donado a la biblioteca de la universidad en 1922, y había sido prestado por
la primera y única vez en 1924. Cuando yo saqué el volumen de su olvidada
tumba, hacían setenta y tres años que no se codeaba con la sociedad a la larga.
Si, como cultura, tenemos tan malos modales hacia las grandes ideas de un
siglo dos veces alejado del nuestro, no nos debe sorprender que en el siglo
veintiuno nos encontremos a personas que exclaman: «Mira, he inventado un
mecanismo revolucionario que verdaderamente transformará la vida como la
conocemos, creo que lo llamaré "rueda"».
El segundo libro fue escrito por C. S. Lewis. Lo descubrí en una venta de
la biblioteca local en 1996. El libro estaba en perfectas condiciones: no tenía
páginas dobladas, no estaba subrayado, ni siquiera una tarjeta que indicara
que había sido prestado. Solo había dos marcas en el libro. Una estaba atrás,
indicando la fecha en que fue puesto en circulación (20 de enero de 1965). La
otra marca estaba en el frente del libro, simplemente decía en letras oscuras
«DESECHAR». Este volumen era una copia de la primera edición de 1964 de
la defensa de Lewis de la literatura medieval y renacentista. En este libro él
defiende la importancia de leer las obras de la antigüedad y subraya la influen-
cia negativa en la mente cuando se descuidan los clásicos. El título de este
256
Ensanchemos la mente: Lectura
brillante volumen, que nunca fue prestado en treinta y dos años y que ahora
estaba marcado como DESECHAR, irónicamente es: The Discarded Image:
Medieval and Renaissance Literatura [La imagen descartada: literatura me-
dieval y renacentista]Y
Solamente por nuestros números (600-700 millones por todo el plane-
ta), nosotros los del movimiento pentecostal carismático podemos marcar una
tremenda diferencia en una cultura en la que las pantallas llenas de imágenes
hipnotizan la mente de millones y donde la población en general ha olvidado
el poder de la palabra escrita. Los creyentes llenos del Espíritu, si lo desean,
pueden levantarse para convertirse en la vanguardia en el campo de la lectura.
Las oportunidades que están frente a un pueblo bien leído, del evangelio com-
pleto, de profundo pensamiento, son insondables. Pero en una sociedad cada
vez más entorpecida, analfabeta, sensiblera y secular, la ventana de oportuni-
dad podría cerrarse más pronto de lo que uno se podría imaginar. Si nos ence-
rramos, si ignoramos la escritura en las paredes de la historia y si insistimos
en pontificar detrás del velo del proteccionismo, solo ayudaremos a avanzar el
problema y de ese modo facilitaremos algo que se parece a una nueva «edad
de oscurantismo». Sin embargo, como hombres y mujeres que decidimos con-
vertirnos en agentes de luz y que amamos a Dios con toda nuestra mente,
podemos ayudar a repudiar los bárbaros ataques del anti-intelectualismo al
trabajar mientras todavía es de día, al recobrar el paraíso de la gran lectura que
tristemente está a punto de perderse.
NOTAS
1 Howard Goss fue el sucesor de Charles Parham, el «Padre del pentecostalismo».
2 Francis Schaeffer, He Is There and He Is Not Silent [Él está aquí y no está en silen-
cio], Crossway, Westchester, IL, 1982, 33 parte en vol. 1 de The Complete Works
of Francis Schaeffer: A Christian Worldview [Obras completas de Francis Schae-
ffer: cosmovisión cristiana].
3 K. Barrow, «Achievement and the Three R's: A Synopsis of National Assessment
Findings in Reading, Writing, and Mathematics», [Logros y las tres Rs: Sinop-
sis de Evaluaciones Nacionales sobre lectura, escritura y matemáticas], NAEP-
SY-RWM, 50, 1982 (ED 223658); Diane Ravitch y Chester El Finn, Jr., What
Do Our 17-Year Olds Know? [¿Qué saben nuestros hijos de 17 años?], Harper
& Row, NY, 1987; K. Reed, «Expectations vs. Ability: Junior College Reading
Skills» [Expectativas vs. habilidad: pericia lectora de estudiantes universitarios
de cuarto curso], Journal of Reading, marzo 1989; J. Kozol, Illiterate America
[La América analfabeta], NAL, NY, 1986. Según se cita en Jane Healy, Endan-
gered Minds [Mentes en peligro], Simon & Schuster, NY, 1990, p. 24. Stephen
257
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
Garubard, Reading in the 1980's [La lectura en la década de 1980], Bowker, NY,
1983, p. 13.
4 Según informes del superintendente del S1. Louis School District en ABC Nightly
News, 2 de mayo de 2000; ver también James Dobson y Gary Bauer, Children at
Risk [Niños en peligro], Word, DalIas, TX, 1990, p. 30.
5 Neil Postman, Amusing Ourselves to Death [Divirtiéndonos hasta la muerte], Pen-
guin, NY, 1985; Gene Edward Veith, Jr., Reading Between the Lines: A Chris-
tian Guide to Literature [Cómo leer entre líneas: guía cristiana de literatura],
Crossway, Wheaton, IL, 1990; Earnest Dimnet, The Art of Thinking [El arte de
pensar], Premier, Greenwich, CT, 1963.
6 Entre los muchos que hablaron sobre la importancia de leer grandes libros se cuentan
San Agustín, Martín Lutero, John AngelIs, Richard Baxter, Charles Spurgeon,
Oswald Sanders, Santo Thmás de Aquino, C. S. Lewis, John Wesley, A. W. Tozer,
Isaac Watts, A. G. Sertillanges y Martyn Lloyd-Jones.
7 Richard Baxter, The Practical Works of Richard Baxter Select Treatises [Obras
practices de los tratados selectos de Richard Baxter], Baker, Grand Rapids, MI,
1963.
8 John D. Woodridge, Great Leaders of the Christian Church [Grandes líderes de
la iglesia cristiana], Moody, Chicago, IL, 1988, pp. 306-12; Douglas, The New
International Dictionary [Nuevo diccionario internacional], p. 192; Tipple, Pro-
phet of the Long Road [Profeta de la larga ruta], p. 90; Dobtree, The Biography of
John Wesley [Biografía de John Wesley], p. 82; Sam WelIman,AbrahamLincoln,
Barbour, Uhrichsville, OH, 1985, pp. 48, 54, 78, 90.
9 George McCutcheon, Books Were Men [Los libros eran hombres], Dodd, NY, 1931;
Ethel Sawyer, Books Are People [Los libros son personas], Alan SwalIow, Den-
ver, CO, 1951.
10 John Milton, según citado en James Baldwin, The Book Lover [El amante de los
258
18
------------------------~~~ -------
Dé un paso hacia la generación que siguió a la de los escritores
del Nuevo Testamento para conocer a los hombres que fueron
discipulados por los apóstoles y encontrará tratados, apologías y cartas
circulantes de increíble inteligencia por parte de esos intensamente
devotos Padres de la Iglesia.
DAVID HAZARD, PEDAGOGO CRISTIANO
Cuando servía su propósito [de Pablo]' citaba a los autores griegos tal
como en otras ocasiones empleaba las sutiles líneas del razonamiento
rabínico ... San Ambrosio, San Jerónimo y San Agustín, imitando a
Pablo, aprendieron a apreciar y a utilizar el conocimiento clásico.
FRANClS SCHAEFFER, FILÓSOFO CRISTIANO
259
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
testó: «Bueno, la carne siempre queda mejor cuando se prepara de este modo;
mamá nunca la cocinó de ningún otro modo».
Aquí, el joven le instó a su esposa a que llamara a la abuela para poder
llegar a la solución de este misterio; su escepticismo prevaleció. Cuando se le
preguntó a la abuela cuál era el secreto culinario de la familia, ella se rió y res-
pondió: «Cuando yo era pequeña, mi mamá siempre cocinaba el jamón entero;
pero cuando tu abuelo y yo nos casamos, éramos tan pobres que solo teníamos
una cazuela. Como el jamón era muy grande para la cazuela, le cortábamos
la punta para que cupiera. Simplemente nos acostumbramos a cocinarlo en la
misma cazuela vieja; ¡no tenía nada que ver con mejorar el sabor!»
Solo porque las cosas son como son no quiere decir que siempre hayan
sido así. Y solo porque suponemos que sabemos por qué hacemos lo que hace-
mos no indica necesariamente que lo sabemos de verdad. El dilema moderno
de la falta de una mente cristiana es un tanto como «la historia del jamón acor-
tado». Como durante cien años tantos buenos líderes cristianos han acortado
su alcance intelectual, haciéndolo caber dentro de una cultura entorpecida do-
minada por el pragmatismo, la opinión y la experiencia, las masas creyentes
dan por hecho que siempre ha sido así. Es más, creen que en cierto modo el
sabor del cristianismo será dañado si se expande para abarcar la «vida de la
mente». En otras palabras, muchos todavía temen lo que un líder pentecostal
bien intencionado conjeturó hace muchos años al preguntar: «¿Nuestro mo-
vimiento se está desgajando de la experiencia al intelecto? Esta es la piedra
de tropiezo que ha ocasionado el declive en el ministerio de todas las demás
denominaciones» .1
De lo que muchos creyentes pentecosta1es carismáticos parecen no darse
cuenta es de que antes del siglo diecinueve, no era poco común que las figuras
cristianas más apreciadas cultivaran altamente su mente y experimentaran una
profunda y apasionada devoción. Desde los primeros Padres de la Iglesia (100
a.C.) hasta los primeros días del segundo gran despertar (1800), no era raro
descubrir un afecto por la emoción y la experiencia, la investigación filosó-
fica y científica, la intimidad espiritual y el profundo pensamiento, todo en
el mismo corazón. Pero, como he explicado en capítulos anteriores, para los
creyentes modernos este modelo del cristianismo ha estado fuera de la vista
por tanto tiempo que también está fuera de la mente.
En un ambiente como este, solo tenemos espacio para dar un superficial
paseo por los salones históricos de la fe, resaltando a unos pocos de esos lí-
deres que sobresalían entre sus contemporáneos. En una obra próxima espero
extender el alcance y la profundidad para incluir por lo menos a setenta y siete
gigantes de la fe, cada uno de los cuales demostró un asombroso equilibrio
entre la razón y la fe. Pero por ahora demos este corto paseo, observando al
andar que siempre que encontramos resultados óptimos y duraderos en la saga
260
Ponderemos las grandes mentes de Dios
SIGLO I
Si todavía queda algún lector escéptico hasta este punto, ese lector todavía
debe tratar con el apóstol Pablo. Aquí tenemos a un misionero, un hombre
de potente oración y multiplicados milagros, que poseía una mente increíble
y que desafiaba a los demás a usar su capacidad para razonar. Pablo estaba
al tanto de las falsas filosofías y las religiones medio amartilladas de su día,
sin embargo sabía cómo clamar a su Dios para recibir poder. El citaba a los
célebres pensadores y poetas, debatía, defendía, probaba, argüía, persuadía,
discursaba y razonaba; no obstante hablaba en lenguas con facilidad y regu-
laridad.
Este hombre de gran sabiduría, a quien Dios enviaba sueños y visiones,
también desafiaba a los creyentes a orar en el Espíritu en toda ocasión y a
demoler fortalezas con los buenos argumentos. Visitó el tercer cielo, echó
fuera demonios y levantó a los muertos, pero también nos ordenó, a usted y a
mí, que estudiáramos para estar aprobados, para defender la fe y para formar
sana doctrina. Dio la orden de ser llenos del Espíritu y, al mismo tiempo, nos
encargó que nos preparáramos para enseñar, para reconocer la falsa ciencia,
para identificar las tramas de Satanás, para discernir la filosofía descuidada y
para ser transformados por la renovación de nuestra mente. ¡Este es Pablo, la
primera mente cristiana prendida en fuego!
SIGLO 11
Esta fue la época en que los creyentes se levantaron para defender su fe ante
la creciente persecución y las usurpadoras herejías. En una cultura saturada
de filosofía griega popular, los cristianos educados recomendaban su fe con
defensas muy bien afinadas, volviendo la cabeza de los que estaban en lugares
tanto bajos como altos e incluso cautivando la atención de emperadores.
Atenágoras (c. 140-190) estaba entre los santos más célebres del siglo
II. Se le describe como «un cristiano filósofo de Atenas», que se dirigió a los
emperadores Marco Aurelio y Cómodo. Escribió en el exquisito estilo clásico
para poder defender la historicidad de la resurrección de Cristo y exonerar
261
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
SIGLO 111
Tertuliano (c. 160-220) era de una familia de alto rango en el ejército real ro-
mano, y estudió arte literario, retórica, derecho, filosofía, literatura antigua y
medicina. Haciendo uso de su erudición, escribió más de cuarenta volúmenes
sobre la fe. Hizo un llamado a los cristianos a entregarle todo a Cristo, esta-
bleció una importante base para la doctrina de la 1finidad, disputaba con los
herejes y llamó al arrepentimiento al mundo pagano. Escribía con fluidez en
griego y en latín estableciéndose así como «el primer autor cristiano signifi-
cativo que escribía en dos idiomas». Sus obras, junto con las de San Agustín,
fueron el instrumento que agitó el corazón de los que dirigieron la Reforma.
Muy interesante resulta el hecho de que la Apología de Tertuliano fuera uno de
los primeros libros publicados con la imprenta móvil, impreso por el mismo
Gutenberg (1483).3
Se dice que Tertuliano arremetió un ataque devastador contra la herejía
más peligrosa de su tiempo: el gnosticismo. Muchos creen que esta falsa re-
ligión era la verdadera amenaza que extinguiría del todo la fe cristiana. Pero
fueron las obras producidas por otros, como Tertuliano, las que detuvieron el
asalto de esta mortífera secta e hicieron avanzar la causa de Cristo.
Además, este «padre de la teología latina» escribió los argumentos más
desarrollados a favor de la Trinidad (hasta su época), escribió poderosos tra-
tados sobre la saludable relación entre la fe y la razón y entre el cristianismo
y la cultura, y defendió el lugar de la continua actividad del Espíritu Santo
en el cuerpo de Cristo. Es muy importante destacar que Tertuliano se unió al
movimiento montanista, un grupo que profetizaba, obraba milagros y hablaba
en lenguas. He aquí un hombre que no veía ninguna contradicción en el habla
extática, en los encuentros milagrosos, en los intereses intelectuales, en la pe-
ricia teológica ni en la profunda vida devocional.
Z6Z
Ponderemos las grandes mentes de Dios
SIGLO IV
Desde el comienzo del siglo III (202) hasta los comienzos del siglo IV (311),
las tormentas de la persecución azotaron con fuerza a la iglesia de Jesucristo,
pero esos días se acercaban a su final. Para 325 el mismo emperador Cons-
tantino se sentaba con los Padres de la Iglesia mientras componían los manus-
critos originales del Credo de Nicea. Resulta interesante que siendo la iglesia
el objeto de ridículo y tortura o la recibidora de la admiración imperial, los
líderes del cuerpo de Cristo trataran de mantener altas normas intelectuales. El
pensamiento crítico, la exactitud doctrinal, la disciplina mental, la conciencia
cultural, la astucia filosófica y el debate apologético seguían compartiendo
una sociedad respetable con un concentrado esfuerzo misionero, con la fer-
viente devoción y con la participación en la manifiesta presencia de Dios.
fue en el siglo cuatro cuando surgió Eusebio (c. 263-339), el padre de
la historia de la iglesia; Atanasio (c. 296-373), que una vez fuera casi el único
defensor de la teología trinitaria; San Juan Crisóstomo (c. 374-407), llamado
«boca de oro», porque era considerado como el mejor predicador de la iglesia
antigua; y San Jerónimo (c. 345-420), el arquitecto de la traducción latina de
la Biblia (la Vulgata). De muchas maneras, en estos 165 años entre el apogeo
del dominio de Diócleto (303-311) y la Edad Media, que oficialmente comen-
zó en 476 d.C. con la caída del Imperio romano occidental, fue cuando más
brilló la luz.
San Hilario de Poitiers (c. 291-371) también estaba entre los que poseían
una admirable mezcla de piedad, poder y racionalismo. De joven se procuró
una sobresaliente educación en filosofía y en los clásicos, pero como todos
los Padres de la Iglesia ya mencionados, trató apasionadamente de aprender
durante toda su vida. A los treinta años, por ejemplo, Hilario aprendió grie-
go para poder beber de la sabiduría de los anteriores Padres de la Iglesia. Su
trabajo principal fue defender la doctrina de la Trinidad, pero también se de-
leitó en componer muchos grandes himnos. San Jerónimo, su contemporáneo,
cuenta de las poderosas maravillas que seguían a Hilario: sanidades, milagros
y expulsión de demonios. Jerónimo escribe: «No habría tiempo si yo quisiera
contarles todas las señales y maravillas de Hilario».4
Otras dos notables figuras de esta época fueron San Basilio el Grande
(c. 329-379) y San Gregorio de Nisa (c. 330-397). Estos dos hombres eran
hermanos. Su padre se había desempeñado como presbítero y ambos lo fueron
también. Eran conocidos por su oratoria, su poesía, su lucidez teológica, su
cristianismo práctico, su vida de sacrificio y su gran sabiduría. Los estudios
concentrados de San Basilio fueron en filosofía, literatura y retórica; su pasión
era la unidad y la «vida del cuerpo». Los puntos fuertes de San Gregorio eran
la teología y la filosofía, que usaba en combinación con la demostración de
263
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
poder para ganarse a los perdidos y para combatir herejías. Muchos de los
escritos de Gregorio también tenían como centro el Espíritu Santo y la santi-
dad.
Además de su saludable interés por la vida de devoción, ambos tuvieron
múltiples ocasiones de ser testigos personales del poder de la sanidad. En una
ocasión fue la propia hija de Gregorio quien fue sobrenaturalmente levantada
de los muertos. Gregario de Naziano, otro padre de la iglesia y amigo de estos
hermanos, escribe de las frecuentes demostraciones de los poderes para obrar
maravillas de San Basilio. 5
SIGLO V
264
Ponderemos las grandes mentes de Dios
ha tocado los corazones con hambre durante 1,600 años. ¡Un verdadero arque-
tipo de las grandes mentes de Dios!8
SIGLO VI
San Gregorio de Tours (c. 538-594) era un historiador francés altamente pre-
parado que nació en una familia romana noble y fue ascendido al puesto de
obispo a la edad de treinta y cinco años. Hablaba varios idiomas, tenía cono-
cimientos de astronomía, estudió lógica y retórica y había leído extensamente
los clásicos antiguos. Era un escritor prolífico que produjo diez volúmenes
sobre historia, un libro sobre la vida de los padres de la iglesia, obras sobre
los oficios en la iglesia y una variedad de comentarios sobre varios libros de
la Biblia. No solo escribió obras sobre teología e historia sino también siete
libros sobre milagros confirmados en la vida de creyentes.
En su obra Diálogos, Gregorio habla de su íntimo amigo Eleuterio, que
oró por un hombre muerto, levantándolo vivo. También tiene una crónica de
un episodio de unos demonios que fueron reprendidos de un niño y de su pro-
pia sanidad de un padecimiento físico. Gregorio es un hombre que, siguiendo
los pasos de los primeros Padres de la Iglesia, no solo estaba dedicado a la
erudición de primera categoría para el Salvador sino que también estaba con-
vencido totalmente de la intervención sobrenatural de Cristo. 9
Beda (c. 673-735) era un sajón nacido en Inglaterra que personificaba el bello
equilibrio entre la íntima espiritualidad y la ardiente actividad intelectual. La
combinación de la rica tradición celta y la pasión por la lectura son la razón
de su rara mezcla de verdad evangélica, educación elevada y fe basada en la
experiencia. Beda es conocido como el erudito y escritor más importante entre
la época de los padres de la iglesia y el avivamiento carolingio del aprender
(c. d.C. 800). Sobresalía en geografía, teología, historia, educación religiosa y
biografía. También era un tremendo expositor de la Biblia y maestro de ética.
Este sabio doctor también se deleitaba en escribir himnos, en cantar y en ex-
tensas temporadas de oración. lO
Una cosa más sobre Beda. Sí, lo ha adivinado, como las otras persona-
lidades que ya hemos mencionado, también poseía un agudo interés por el
«movimiento del Espíritu». Hace abundante mención de los sucesos sobrena-
turales a través de su obra clásica Ecclesiastical History 01 England [Historia
265
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
eclesiástica de Inglaterra]. Escribe relatos de los ciegos que vieron, los mudos
que hablaron, los que iban a ser sacrificados y fueron puestos en libertad, los
que eran agobiados por demonios y fueron liberados y los que se levantaron de
los muertos. Para este santo erudito, espiritual, Dios era el autor de la historia,
el dador del conocimiento y la fuente de los dones sobrenaturales. u
SIGLO XIII
SIGLO XV
267
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
SIGLc9xVI
Se dice de Martín Lutero (1483-1546) que «se han escrito más libros sobre
él que sobre cualquier otra figura en la historia, con la excepción de Jesús de
Nazaret».17 A Lutero se le conoce como un monje, profesor, teólogo, autor de
himnos, traductor, revolucionario, reformador de la pedagogía, figura política
y místico. De cualquier manera que se le llame, todos están de acuerdo en que
fue un hombre que cambió el mundo. Dicho sencillamente, su misión era la de
liberar la mente de las masas del dominio absoluto de un evangelio hecho por
el hombre, híbrido que se había convertido en todo menos en buenas nuevas.
Lutero asistió a la Universidad de Erfurt y luego a la Universidad de
Wittenberg, donde recibió el título de Doctor en Teología. Invirtió el resto
de su vida (treinta y cuatro años) dando discursos en las aulas de esta última.
Aunque criticaba el excesivo énfasis en el intelecto, como cualquier creyente
equilibrado, valoraba grandemente el uso de la razón, la lógica, la filosofía,
los clásicos, la teología, la historia y todos los otros componentes de la vida de
la mente. Lutero era un lingüista maestro y reformador político; le interesaba
la astronomía (no la astrología) y las matemáticas y recibió con entusiasmo la
«nueva ciencia» (con excepción de la teoría heliocéntrica de Copérnico). Su
propósito era que una sólida educación fuera obligatoria para todos los hijos
de los campesinos, civiles importantes y clérigos por igual (Lutero rompió el
molde del celibato obligatorio).18
Aunque algunos han tratado de adueñarse de Lutero como un antepasado
que hablaba en lenguas, no parece haber ninguna evidencia en sus escritos de
que este fuera el caso. No obstante, Lutero creía en el llamado divino, hablaba
frecuentemente de la necesidad y del poder del Espíritu Santo y declaró una
y otra vez el significante lugar y poder de la oración en la vida del creyente.
Lutero definitivamente no temía proclamar la dependencia del creyente en el
Espíritu Santo en la vida cotidiana. 19
Resulta significativo que aunque Lutero a veces pareciera abogar por un
punto de vista cesacionista (que dice que los dones espirituales cesaron con la
época apostólica), su correspondencia personal y su oración privada revelan
algo diferente. Una cita de los escritos de Lutero, que exhibe su creencia en la
corriente intervención sobrenatural de Dios, viene de una carta personal escri-
ta a unos amigos. Aquí les aconseja que clamen por el «poder de Cristo con
la oración de fe» para poder contrarrestar la «aflicción que viene del diablo».
Él los anima a que hagan como indica Santiago 5:14-15, que tomen a dos o
tres diáconos o «buenos hombres» de la iglesia, diciéndoles que «pongan las
manos sobre él» y que oren. Luego los desafía a que «benignamente se dignen
librar a este hombre de todo mal y que hagan desvalida la obra que Satanás
ha hecho en él». Antes de dejar la habitación del hombre indispuesto, Lutero
268
Ponderemos las grandes mentes de Dios
les instruye que «Pongan la mano sobre el hombre otra vez y digan: "Estas
señales seguirán a todos los que creen; pondrán las manos sobre los enfermos,
y sanarán"».20
También se encuentran escondidas en sus escritos varias menciones fa-
vorables del don de profecía. Él asegura que el don de profecía todavía es-
taba presente en su día, aunque no tan conspicuamente como en los días de
los apóstoles; y que los cristianos podían recibir conocimiento del futuro. Sin
embargo, no estaba dispuesto a aceptar al profeta que da revelación que va en
contra de la revelada palabra de fe en la Escritura. No solo fue un brillante eru-
dito y un intelectual perdurable, sino también un hombre de oración poderosa
que se apoyaba en la presencia del Espíritu Santo. Seguramente era un hombre
para toda época, otro ejemplo de una mente en fuego para Cristo,21
SIGLO XVIII
Uno se podría preguntar cómo es que una mente que escribió penetrantes tra-
tados a la edad de once años y que conocía bastante bien latín, griego y hebreo,
a la edad de trece años pudo haber dirigido uno de los principales despertares
espirituales en la historia del mundo. 22 En realidad es bastante elemental; J 0-
nathan Edwards (1703-1758) estaba convencido de que la mente humana de-
bía ser un reflejo del Dios omnisciente. Él veía toda la verdad como verdad de
Dios y por tanto se negaba a poner la realidad científica y filosófica -que la
mente es capaz de comprender- contra la realidad religiosa y experimental,
la que el espíritu y los sentidos están hechos para comprender. En resumen,
Edwards simplemente trataba con ahínco de amar a Dios con todo su espíritu,
alma, mente y fuerza.
Con frecuencia a Edwards se le acusaba de ser un entusiasta; alguien que
promovía el emocionalismo y la religión sin pensar. Pero nada puede estar
más lejos de la verdad. Edwards ciertamente era un hombre apasionado, pero
sus puntos fuertes intelectuales son lo que lo distinguían de la mayoría de los
demás que, aunque apasionados, faltaban en amar fastidiosamente a Dios con
la mente. Como ha dicho el biógrafo Perry Miller: «La verdadera vida de Jo-
nathan Edwards era la vida de su mente}}.23
Edwards fue un erudito notable, un científico curioso, un teólogo de
profundo pensamiento, un amante pastor, rector de universidad, un humilde
misionero, un escritor prolífico y un tremendo evangelista. Aunque padecía
de debilidad física, invertía un mínimo de trece horas al día en su estudio. Y
aunque se apoyaba del púlpito, con frecuencia leyendo sus mensajes escritos
con una lenta y monótona voz, fue la chispa que dio fuego al movimiento de
Dios que llegó a ser el Gran Avivamiento de las colonias americanas. Esto, a
269
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
CONCLUSiÓN
Aunque no hay espacio en este capítulo para tratar con los incontables otros
que claman desde el pasado para que nosotros los modernos fragmentados
volvamos a unir la fe con la razón, sí debe haber espacio en nuestro corazón.
270
Ponderemos las grandes mentes de Dios
..." ......... n
NOTAS
1 Blumhofer, TheAssemblies ofGod [Las Asambleas de Dios], 2, p. 117.
271
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
2 Robert Grant, GreekApologists ofthe Second Century [Apologistas griegos del s. I1],
Westminster, Filadelfia, PA, 1988, pp. 102-9.
3 John Wimber, A Brief Sketch of Signs and Wonders through the Church Age [Esbo-
ces of Ideas [Las consecuencias de las ideas], vol. 2, cinta AP 12.9/10, lado #2.
7 Alister McGrath, A Cloud ofWitnesses: Ten Great Christian Thinkers [Nube de tes-
tigos: diez grandes pensadores cristianos], Zondervan, Grand Rapids, MI, 1990,
p. 27; Ron Nash, «Augustine of Hippo» [Agustín de Hipona), Great Leaders of
the Christian Church [Grandes líderes de la iglesia cristiana], p. 85; Wright, «Au-
gustine» [San Agustín], New International Dictionary of the Christian Church
[Nuevo diccionario internacional de la iglesia cristiana], p. 88.
8 San Agustín, Nicene and Post-Nicene Fathers [Padres nicenos y postnicenos], ed.
De Schaff, 112; pp. 486-489. Moyer, Who Was Who in Church History [Quién fue
quién ... ], p. 22; Ferguson, Encyclopedia of Early Christianity [Enciclopedia del
cristianismo primitivo], pp. 121, 489-90; ver también San Agustín, Confesiones,
9.7.16, para comentarios sobre sanidades, visiones y expulsión de demonios.
9 Moyer, The Wycliffe Biographycal, [El Wycliffe biógrafo], p. 171; Who Was Who,
4 de Books for the Ages, Albany, OR, AGES Software; Version l.0, 1997, pp.
532-537.
11 John Giles, editor, The Venerable Bede's Ecclesiastical History of England [Histo-
Paulist, NY, 1978, pp. 4-9; Douglas, New International Dictionary ofthe Chris-
tian Church [Nuevo diccionario internacional de la iglesia cristiana], p. 140.
13 San Buenaventura, Major and Minor Life of Sto Francis [Vida mayor y menor de
San Francisco], ed. Benen Fahy, Franciscan Herald Chicago, IL, 1973; para otras
272
Ponderemos las grandes mentes de Dios
referencias a profecía, sanidad, milagros y dones, ver Ewert Cousins, ed., Bona-
venture: The SouZ' s J ourney into God [San Buenaventura: Itinerario de la mente a
Dios], Paulist, NY, 1978, pp. 4-9, 85, 113, 163, 164, 174, 184, 195, 196,225-38,
247-50,267,277-81,295-309.
14 Para ejemplos de esta delicada mezcla, ver especialmente: The Soul's Journey into
God, de Buenaventura.
15 Holmes, The Making of a Christian Mind [La hechura de una mente cristiana}, p.
30.
16 Kepler, Fellowship af/he Sain/s [Comunión de los santos], pp. 247-52; Schaff, His-
sobre Romanos], pp. 444-51. Ver también Lutero, Sermons of Luther [Sermones
de Lutero], ed. John N. Lenker, Baker, Grand Rapids, MI, 1983, 1, p. 5.
22 C. H. Faust, «Edwards as Scientist» [Edwards como científico], American Litera-
ture, American Books, NY, 1930, 1, p. 393-404; Winslow, Jonathan Edwards:
Basic Writings [Escritos básicos de Jonathan Edwards], p. 31; Douglas, New In-
ternational Dictionary of the Christian Church, 334.
23 Perry Miller, Jonathan Edwards, Sloane Associates, NY, 1949, p. xi.
trescientas millas para recoger información para «probar» que Edwards estaba
equivocado. Su convicción era que Edwards llevaba a la región al caos religioso
por medio de la emoción y el entusiasmo sin restricción. Para una explicación de
este relato, ver Keith Hardman, Issues in American Christianity [Asuntos sobre
273
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
el cristianismo americano], Baker, Grand Rapids, MI, 1993, pp. 44-46; lain Mu-
rray, J onathan Edwards, Banner of Truth, Carlisle, PA, 1987, pp. 204-8, 244-46,
252-54,281-83. Sobre los hábitos de estudiar y escribir de Edwards, ver Serono
Dwight, «Memoirs» [Memorias], en The Works of Jonathan Edwards [Obras de
Jonathan Edwards], ed. Ed Hickman, 2 vols., Banner of1tuth, Carlisle, PA, 1987,
1, pp. xxii, xxxvi; Edwards, «1tue Excellency» [Verdadera excelencia], en íb, 2,
p.957.
25 Sam Davies, de Sermons on Important Subjects [De Sermones sobre temas impor-
tantes], p. 456; Sang Hyun Lee, Edwards in Our Time [Edwards en nuestra épo-
ca], Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1999, p. vii; Miller, Jonathan Edwards; John
Gerstner, Jonathan Edwards: A Mini-Theology [lonathan Edwards: Miniteolo-
gía], 1)rndale, Wheaton, 1987, p. 11; G. Whitfield, Journals [Diarios], Banner of
1tuth, Edimburgo, 1960, pp. 476, 486, 517, 567.
26 Jonathan Edwards, una carta a William McCulloch, The Woks of Edwards [Obras
de Edwards], ed. C. C. Goen, Yale Univ. Press, New Haven, CN, 1972,4, p. 560;
John Opie, Jonathan Edwards and the Enlightment [Jonathan Edwards y la Ilus-
tración], Heath, Lexington, MA, Heath, 1969, p. 33; Chauncy, citado en Murray,
Jonathan Edwards, p. xxiii.
27 Edwards, «Dissertation concerning the End for Which God Created the World» [Te-
sis concerniente al fin para el que Dios creó el mundo], en Works, 1, pp. 94-121;
«The Christian Pligrim» [El peregrinaje cristiano], Works, 2, p. 224.
214
19
DESAFíos y ADVERTENCIAS
~--------------~.. --
Ortodoxia quiere decir no pensar, no necesitar pensar. Ortodoxia es
incoherencia ... No era el cerebro del hombre el que hablaba; era su
laringe ... Ya estamos rompiendo los hábitos de pensamiento que han
sobrevivido desde antes de la Revolución... ¿No ves que todo el
propósito es reducir el alcance del pensamiento? .. Cada año menos
y menos palabras y el alcance de la conciencia siempre un poco más
pequeño. .. Pero solo necesitan levantarse y sacudirse como un caballo
que se sacude las moscas.
GEROGE ORWELL¡ FRAGMENTOS DE 1984
A
hí estaba, apiñado en una esquina con veinte libros modernos amonto-
nados encima de él y con otros cien volúmenes amontonados alrededor
de ese promontorio. A lo largo de los años los compradores de libros de
bolsillo habían deambulado cerca de él sin darse cuenta de su presencia. Ahí
había estado todo el tiempo -pero escondido- hasta que un día el bibloma-
niático que hay dentro de mí me provocó a desmantelar la montaña de litera-
tura que ahogaba este librito, escrito sobe el tema de «conocer la verdad». Era
una edición de 1657 de los comentarios de John Cotton sobre la primera epís-
275
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
tola de Juan. Este encuadernado tesoro del siglo diecisiete no solo preservaba
las palabras del primer pastor de la Iglesia Congregacional de Bastan, sino
que poseía notas escritas a mano del mismo viajero que lo había procurado en
Inglaterra y lo había transportado a Nueva Inglaterra.
Dentro de la cubierta de piel de vaca, el orgulloso dueño puritano había
escrito notas sobre peregrinos y extranjeros. También él y dueños posteriores
habían escrito su visión para el futuro y las referencias bíblicas en las que se
basaban. La última nota fue escrita alrededor de 1800, hace casi doscientos
años. Yo tengo muchas preguntas acerca de este viejo y curioso volumen.
¿Llegaron a ser realidad los sueños del custodio original? ¿Qué podría pensar
de América y de la iglesia de hoy? ¿Cómo es que este libro llegó a ser enterra-
do debajo de un desordenado promontorio de basura literaria en una oscura es-
quina de una tienda de segunda mano? Todavía más inquietante: ¿Cómo pudo
semejante crónica de la historia del nuevo mundo pasar escondida durante casi
doscientos años?
Yo he sugerido que a lo largo de este libro los puntos de vista inclinados
hacia la participación de la mente en la vida de la fe cambiaron radicalmente
cerca del fin del siglo dieciocho y el comienzo del diecinueve. De este modo,
mientras escribía este libro, más de una persona me preguntó: «Si el descuido
del intelecto ha sido tan serio durante doscientos años, ¿por qué lo han men-
cionado tan pocos?» Al decir esto, algunos dan a entender que «la vida de la
mente» no es muy importante, mientras que otros sugieren que es importante
pero que probablemente hemos salido muy bien en esta empresa; de otra ma-
nera muchos otros hubieran llamado atención a ello.
A menos que olvidemos, la verdad bíblica de la «justificación por fe»
estuvo en una esquina, cubierta por las telarañas de la tradición durante más
de mil años. Dese cuenta también de que nuestra postura como pentecosta1es
y carismáticos en general es que el uso de «los dones del Espíritu» y la doctri-
na «del bautismo en el Espíritu Santo» prácticamente descendieron al olvido
durante gran parte de dieciséis siglos. De este modo, las joyas de la corona del
protestantismo y del pentecostalismo son arrebatadas súbitamente de nuestra
posesión si Suponemos que una idea debe ser sospechosa por haber sido des-
cuidada por tanto tiempo. Seguramente estamos agradecidos de que Lutero,
Calvin y Knox no pensaran así, y sin duda nos alegramos de que los primeros
pentecosta1es no se amedrentaran ante ese pensamiento.
Los que piensan saben que las verdades pueden desvanecerse tan rápida-
mente como surgen. No olvidemos que el Holocausto transcurrió en los salo-
nes una vez santificados de la Alemania de Lutero, que el islamismo ahora se
ha convertido en un manto asfixiador sobre el Magreb de San Agustín y que la
Irlanda de San Patricio y la Inglaterra de Wesley son solo fantasmas del pasado
cristiano. Para volver a traer a la mente lo rápidamente que se puede volver la
276
Desafíos y advertencias
277
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
cos héroes que a su vez son adictos al opio de su preferencia: íconos que con
demasiada frecuencia borran su propia mente con una sobredosis de droga o
con una mágnum de .357. Lamentamos la muerte de las celebridades del ayer
mientras seguimos sin darnos cuenta de los verdaderos héroes del ayer.
Vivimos en una civilización en la que es común trivializar las relaciones,
en la que el señuelo del ocio se encuentra en sus cualidades escapistas y en la
que la propaganda de la publicidad dirige a un ejército de glotones materiales
jalándolos por el anillo de sus callosos hocicos. Los magnates del mercadeo
se aprovechan de nuestras pasiones animales, preparándonos para el añoro de
mañana de posesiones desechables al crear nuevos valores e incitar deseos
dormidos. En este ambiente, es fácil borrar las líneas entre los bienes tempora-
les y el Dios eterno, entre la información y la sabiduría, entre ser espectadores
o tomar acción.
El occidente se enfrenta con la lucha por su vida. Su cosmovisión re-
lativista y resignada ha domesticado su antiguo fervor por la prudencia y el
honor que poseía. La pasividad reina con supremacía; nuestra banda de honor
es la llamada tolerancia. En vez de carácter, la «imagen» se ha convertido en
la fuerza que impulsa. Somos una cultura que trabaja más duramente en la
diversión que en el trabajo, a menos que trabajar más duro en el trabajo se
convierta en el medio por el que podemos gozar de una mayor variedad de
placeres temporales. Y nuestra definición de éxito, radicalmente alterada, en
vez de comunicar la venerable sustancia de dedicación, coherencia, paciencia
e integridad, ha sido reducida a popularidad, posesiones y posición.
Lo admitamos o no, de muchas maneras la tela ideológica de nuestra
amada patria se está gastando, convirtiéndose en un simple y andrajoso trapo
filosófico. La verdad es que los seres humanos luchan, las naciones se compo-
nen de humanos, y Dios tiene que ver con el alzamiento y la caída de naciones.
¿Quiere decir esto entonces que ya no podemos ser reparados?
Una vez le oí decir a Chuck Colson que probablemente nunca ha habido
ningún otro intervalo en toda la historia en el que tantos cristianos han sido
tan inefectivos a la hora de darle forma a la cultura en la que viven. Por eso, la
respuesta es que no estamos más allá de ser reparados, sino que la iglesia debe
levantarse y sacudirse como un caballo que se sacude las moscas; debemos re-
parar su moralidad, volver a concentrarnos en su misión y despertarle la mente
una vez más. Antes de poder cambiar nuestra nación, debemos defendernos en
contra del salvajismo y la falta de pensamiento.
279
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
SALIR DE ELLOS
Que el cuerpo de Cristo en América siga a una cultura perdida hacia la aguda
falta de mente es algo asombroso, pero todavía es más misterioso que nosotros
que profesamos ser llenos del Espíritu Santo descuidemos la vida intelectual.
La palabra «santo» conlleva el significado de «calidad de ser otro» o de «ser
280
Desafíos y advertencias
apartado para». Siendo este el caso, los que dicen poseer una mayor medida del
Espíritu Santo deben exhibir una vida apartada para Dios en mayor medida que
los que no dicen estar llenos del Espíritu. Si el Espíritu Santo satura nuestra vida,
entonces nuestro intelecto también debe ser apartado para el uso en el reino.
Esto sucede cuando participamos en alterar la cultura, no solo al evangelizar
sino también al convertirnos en pensadores disciplinados, defendiendo el evan-
gelio y tomando parte en la constante conversación de grandes ideas a lo largo
de las épocas, pues de nuevo, las ideas tienen consecuencias.
La adoración de la alabanza, una predilección por los sermones cortos,
la exigencia de señales y prodigios en el altar y una adicción a «sentirse bien»
demuestran que muchos de los del evangelio completo están tratando de lograr
el Edén del mismo modo que el resto de nuestra sociedad. Nuestra fascinación
por la fama y las modas, y nuestro desprecio por la enseñanza llena de doctrina
también indican que poseemos muy poco apetito intelectual. Además, debe-
mos desistir de culpar a los demonios por el pecado y la mala fortuna, resistir
adornar los testimonios y renunciar a las técnicas de oración chamanista de
nombrar y reclamar. Las creencias comunes de que «cuanto más grande, me-
jor» y «lo que da resultado es bueno» deben salir; solo las mentes no críticas,
que no disciernen, caen en un pragmatismo así.
Además, con demasiada frecuencia confundimos los propósitos del po-
der pentecostal, dando por cierto que este poder es casi sinónimo de «con-
trol» y al mismo tiempo nos olvidamos voluntariamente de que el poder
sobrenatural del Espíritu tiene mucho que ver con el poder para negarnos a
nosotros mismos. No hay nada tan poderoso -tan sobrenatural- como los
seres humanos caídos que voluntariamente se niegan a sí mismos para elevar
a los que los rodean. ¿Los que están llenos del Espíritu de Cristo no deben
también estar llenos de la humildad de Cristo?
Además, ¿los que son bautizados con el Espíritu Santo no deben ser do-
blemente sensibles al contraste entre sus preferencias y la voluntad de Dios?
Con demasiada frecuencia y con alarmante casualidad, substituimos la voz
de nuestra conciencia por la voz del Creador, usando lo que mejor le sirve a
nuestros planes preconcebidos. Son demasiados los que dentro de nuestros
rangos usan la carta todopoderosa de «Dios me dijo» o «Dios me mostró»
como una manera de ejercer poder o de evitar responsabilidad. A cada uno de
estos se podrían añadir docenas de luchas. Por supuesto, el buen pensamiento
sin una conciencia de Dios, y la excelencia cerebral sin el fruto del Espíritu
hacen avanzar muy poco nuestra causa. Sin embargo, ser ungidos sin tener
equilibrio intelectual y tener carisma sin fidelidad mental lleva a una hueste
de problemas que afectan todo aspecto de la fe individual y comunal.
¡Tenemos ante nosotros una tarea monumental! Dentro de los círculos
del evangelio completo debemos pensar bien, más exactamente y más profun-
281
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
damente, sobre los asuntos que rodean nuestra plenitud, fraternidad y fe. Con
la mente encendida, debemos forjar los asuntos de doctrina, de devoción, de
demonios y de discipulado. Con corazones abiertos debemos volver a visitar
una y otra vez los asuntos de los milagros, las misiones y el misticismo, la
santidad y la sanidad, la cultura y el cultivo de la mente. Y sin la máscara
del proteccionismo, tenemos la obligación intelectual de hablar libremente
sobre ellegalismo, el nepotismo, la burocracia y cosas por el estilo. Las téc-
nicas cuestionables que rodean la recolecta de dinero, inducir a los creyentes
al bautismo del Espíritu y traer a los no creyentes a Cristo, como también los
importantes temas de la sensibilidad del que busca, del postmodernismo y del
relativismo, deben encontrar su turno en la mesa redonda de la discusión.
Tratar de convencer a los perdidos de que «vale la pena probar» a Jesús
por los beneficios prácticos que acompañan la salvación se parece más a los
métodos de venta de los modernos hedonistas que al mandato evangelístico
del Maestro. Y si basamos nuestra fe en las experiencias extravagantes, en la
prosperidad personal o en las bendiciones emocionales, estamos entregándo-
nos directamente en las manos del pensamiento amenazador, relativista que
impregna nuestra confusa cultura. Al final, quedamos sin ninguna defensa
distintiva cuando los que estamos tratando de ganar para Cristo dicen que
ellos también poseen la verdad basados en su experiencia, su prosperidad o
su bienestar emocional.
La filosofía del relativismo que tanto prevalece encontrará poca resis-
tencia por parte del campo del evangelio completo si persistimos en nuestra
postura anti-intelectual. Tendemos a derrotar el propósito de proliferar la ver-
dad cuando promovemos nuestras interpretaciones y nuestras directivas «de
parte del Espíritu», o sea, nuestra fe orientada a los sentimientos. Aunque no
usamos la frase de moda «es cierto para mí y no cierto para ti», sí optamos
por otra terminología peligrosa: «Dios me dijo que esto es cierto, ya sea que
se lo haya dicho a otro o no». Cuando decidimos despreciar el discernimiento
racional y seguimos tras la verdad por medio de la interpretación privada, los
vellones y los sentimientos, no hay lugar para la verdad y la simple opinión
humana reina de forma suprema. Claramente, será imposible rescatar a un
mundo que prostituye la verdad por medio del relativismo si nosotros mismos
coqueteamos con sus elusivos hermanos: el misticismo, el individualismo y el
sensacionalismo.
Como pueblo que dice haber sido transformado por la renovación de la
mente, debemos abandonar nuestra avenencia con el pensamiento del mundo.
Esto incluye resistir la manipulación emocional, negarse a enfatizar la alaban-
za más que la predicación y dejar las maneras de Hollywood, donde las estre-
llas hipnotizan a sus admiradores y donde personas perfectamente fotogénicas
282
Desafíos y advertencias
~"III"'=iII_MIl!lIIIIiII._lIIr_rIfIII-"'"",--'"- - ...
NOTAS
1 Ver Carl F. Henry, The Christian Mindset in a Secular Society [La predisposición
cristiana en una sociedad secular], Multnomah, Portland, OR, 1978; Jacques
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1994; James Burnham, The Suicide ofthe West [El suicidio del Oeste1, Regnery
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zatíon [El alzamiento y la caída de la civilización], Columbia Univ. Press, NY,
283
¿EVANG ELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
1951; Sam Einstadt, The Decline 01Empin3'S [El declive de los imperio
s J, Prenti-
ce, Englewood, NJ, 1967.
2 Sproul, «Buming Hearts, Empty Minds» [<::orazones ardientes, mentes
vacíasJ,
Christia nity Today, 3 de septiembre de 198~, p. 100; ver también Charles
H. Ma-
lik, The Two Tasks [Las dos tareas], Corner~tone, Westchester, IL, 1980,
p. 33.
284
20
-------------::::::>='" - -
A pesar de todo lo que se ha dicho en este libro sobre nuestra relación con el
intelecto y nuestra opinión del mismo, nos encontramos can -quizás- una
oportunidad sin precedentes en la historia del mundo. UI:l autor ha escrito
285
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
A los once años aprendí una gran lección sobre lo que poseía y lo que me fal-
taba. Aprendí que tenía la habilidad de correr bien y de correr muy lejos. Me
había apuntado para una carrera/caminata de veinte millas para la March of
Dimes. La noche antes del evento, se me metió en la cabeza la noción del tipo
Forrest Gump de que trataría de correr la carrera entera. Así que la mañana
siguiente, hice exactamente eso. De los miles de participantes, solo veinte ter-
minaron antes que yo, y fui el primero en la categoría de mi edad. Aprendí que
podía correr. También ese día aprendí que entré en la carrera innecesariamente
incapacitado: No sabía qué otra cosa hacer. Nadie me lo había dicho.
Nadie me dijo que me pusiera zapatos para correr, de modo que me puse
287
¿EVANGElIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
zapatos para jugar al tenis. Nadie me dijo qt1e me pusiera pantalones cortos,
así que me puse pantalones largos de pana. Nadie me dijo que habría refrige-
rios a lo largo del camino, así que llevé bolsas de maníes salados, dulces y un
termo de limonada. Qué espectáculo más extraño debí haber sido, cargando
con esa bolsa color beige sobre el hombro y pasando con velocidad con mis
pantalones de pana color marrón. Ese día descubrí que tenía un don, pero tam-
bién me di cuenta de que al combinar mi don con un poco de conocimiento
podría haber evitado los innecesarios estorbas y abarcar más terreno en menos
tiempo. Había corrido bien, pero aprendí a correr mejor.
En muchos respectos, el movimiento pentecostal carismático ha corrido
muy bien. Ha llevado a millones a descubrir de nuevo el lenguaje del cora-
zón, lejos del contagio de la religión fría como el hielo. Se ha concentrado
en nuestras necesidades humanas y en nuestra capacidad para gozar de una
directa experiencia con Dios. Se han promovido con persistencia y fervor una
expectación de su presencia sustentadora, y dones que dan poder, y una antici-
pación de su intervención sobrenatural. De ese modo, nuestro movimiento ha
corrido bastante bien. Pero como el niño que llevaba puestos pantalones largos
en un maratón, nosotros también abrigamos estorbos que nosotros mismos nos
ocasionamos, y por eso no hemos corrido la carrera tan bien como podríamos
haberlo hecho.
En un sentido, nuestro movimiento se parece a un edificio que vi una vez
cuando viajaba por Centroamérica. Contemplé una línea de prístinos pilares
que rodeaban el patio de lo que habrá sido una casa impresionante. Pero al dar
la vuelta a la esquina, vi que las magníficas columnas rodeaban una estructura
mucho menos impresionante. Los poderosos y magníficos pilares sostenían
solamente un pórtico pegado a una casa, ¡una casa sin ventanas, hecha de
hojas de metal oxidado y desfigurado! Se había invertido mucho en acentuar
un aspecto de este edificio, pero el resto había sido construido con simples
desperdicios, con sobras. Por alguna razón, los dueños no habían calculado
el costo de levantar una casa con simetría, donde la fuerza y la belleza de una
parte complementaran la otra. Aunque nuestrO movimiento posee sus propios
pilares prístinos, por alguna razón, como un todo no ha sido construido simé-
tricamente.
Por supuesto que, como se ha dicho a lo largo de todo este libro, estas son
las razones de nuestro fallo. A muchos de nosotros simplemente nunca se nos
ha dicho que al cultivar fielmente la vida de la mente, podemos gozar de un
andar y un ministerio más enriquecido, más creativo y productivo, o sea, que
podemos cubrir más terreno en menos tiempo, o levantar una casa espiritual
mejor equilibrada. Otros nunca han pensado seriamente que podemos glorifi-
car a nuestro Señor al reflejar su imagen a través de nuestras facultades racio-
nales y así cumplir con una obediencia más profunda a su supremo mandato
288
Conclusión y ayuda práctica
de amarlo con todo el corazón, toda el alma y con toda la mente. A los que han
fallado a la hora de darse cuenta de estos hechos, esperamos que las anteriores
páginas les hayan ayudado a revelar estas verdades.
Algunos de dentro de nuestros rangos han sido desafiados en la dimen-
sión intelectual de su fe, siéndoles algo refrescante e intrigante. Pero muchos
de estos también han descubierto que puede ser una empresa bastante solitaria
la de deleitar a un intelecto inflamado, envuelto en una fe del evangelio com-
pleto. Estos ahora pueden sentirse animados al saber que no están solos. Y
tenemos a los que están completamente emocionados por la tarea de cultivar
el jardín de su intelecto, pero que han deseado tener a mano un tipo de manual
para informar y desafiar a los que los rodean y que todavía entretienen prejui-
cios en contra de «la cabeza». Ahora estos tienen un manual así a la mano.
En 1947 el amado teólogo pentecostal Stanley Horton, que en muchas
maneras es ejemplo del equilibrio entre el Espíritu, la mente, la erudición y la
devoción, escribió sobre la aguda falta de enseñanza sobre el tema del Espíritu
Santo en los círculos cristianos. 2 Uno de los profesores del Dr. Horton había
preguntado muchos años atrás cuántos estudiantes de la clase habían oído un
sermón sobre el Espíritu Santo en los últimos cinco años. Casi un noventa y
cinco por ciento no lo había oído. Desde ese entonces, el mensaje del Espíritu
Santo se ha proliferado de un modo maravilloso. ¡Por esto le damos gloria al
Señor Jesucristo!
Durante estos últimos años he ido a casi treinta países. Les he pregunta-
do a estudiantes de cuatro continentes si alguna vez han escuchado un sermón
sobre la importancia de la vida intelectual. En la mayoría de las ocasiones,
nadie ha levantado la mano, y no recuerdo más que uno que la levantó en una
sola ocasión. Ahora es el momento en que debemos tratar de añadir conoci-
miento a nuestro celo, verdad a nuestra adoración en el Espíritu, y el acto de
amar a Dios con nuestra mente a nuestros esfuerzos para amarlo con nuestras
emociones. Quizás dentro de veinte o treinta años algún otro pueda escribir
sobre la maravillosa manera y el esmerado estilo en que hemos esparcido el
mensaje de la necesidad de cultivar las dimensiones intelectuales de nuestra fe
pentecostal.
La segunda mitad de este libro contiene muchos campos de estudio que, al se-
guirlos y aplicarlos, pueden ayudar a despertar las mentes que duermen, ayu-
darnos a corregir nuestros errores mentales y a mezclar una vida de la mente
saludable con los aspectos más experimentales, emocionales y devocionales
de nuestra fe. Hay, por supuesto, cientos de maneras de desarrollar mejor la
289
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
mente para que pueda ser usada para la gloria de Dios. En las siguientes pági-
nas propongo solamente unas cuantas.
(1) Como he mencionado en otro lugar, leer es, quizás, la manera ópti-
ma de ejercitar la mente: estirarla, facilitar su capacidad de ver cosas nunca
vistas antes, y de repensar los factores a los que durante demasiado tiempo no
se ha dado importancia. Pero para podernos beneficiar de la lectura, debemos
leer «entre líneas». O sea, debemos leer ampliamente y atrevernos a leer a los
autores provocativos que se apartan de nuestro pensamiento más estrecho.
Debemos leer a los «pensadores»; y si no conocemos a los que piensan con
tinta, siempre podemos preguntar a alguien que esté informado. Una forma en
la que yo he sido dirigido a algunos de los alimentos para el pensamiento más
sabrosos es escudriñando las bibliografías de los libros que han sacudido mi
complacencia, que han estirado mi imaginación y que han irrigado los pozos
poco profundos de mi mente.
¡También debemos leer «cosmovisionalmente», con el gorro de pensar
puesto! Con nuestro intelecto completamente empleado, debemos preguntar
«por qué», «qué», «cómo» y «si»; y debemos bromear con la línea de pensa-
miento, las suposiciones filosóficas y la confiabilidad del autor. Haga pregun-
tas como:
en algo
II1tJ,prlrp
291
¿EVANGELIO COMPLETO EN MENTES INCOMPLETAS?
¿No sería increíble saber que hay una persona en la congregación que ha
dedicado cientos de horas al estudio del mormonismo o del matrimonio, del
creacionismo o de los pactos, finanzas, las bellas artes o uno de la miríada de
otros temas? Si necesita respuestas a las urgentes preguntas de los buscado-
res, escépticos, vecinos, maestros, familiares o compañeros de trabajo, usted
tendría a un miembro del cuerpo de su unidad en quien podría confiar y de
quien podría obtener ayuda condensada. ¿O cuán emocionante no sería ofrecer
varias clases de ocho semanas de duración sobre cómo pensar cristianamente
sobre docenas de temas útiles, interesantes y vitales? Yo creo que este tipo
de estudio diverso dentro del cuerpo unificado local no está solo dentro del
alcance, sino que quizás sea la clave para preparar a la iglesia para dar buenas
respuestas a las buenas preguntas que se le hagan y para fortalecer el cimiento
intelectual del cuerpo de Cristo.
292
Conclusión y ayuda práctica
parece extraño que creamos raro predicar este tipo de mensaje. ¡Pero a mí me
parece todavía más extraño que rara vez le hablemos a la gente sobre cómo
puede hacer bien lo que ha venido a hacer: oír --oír de verdad- un mensaje
de la Palabra de Dios!
(5) Finalmente, y lo más importante, debemos tratar de despejar nuestro
pensamiento confuso, arreglar las ideas confusas, aumentar nuestro alcance
de perspectiva y estimular nuestro intelecto por medio de la oración. ¡Nos
haría bien recordar que la vida de oración no es contraria a la vida de la mente,
que la oración con más frecuencia es un acto intelectual y que la dimensión
intelectual de nuestra fe es también algo espiritual! Jesús se interesa por lo que
pensamos, por cómo pensamos, por lo que sabemos, por qué creemos y por
cómo usamos la mente para nuestro propio bien y para la gloria del Padre.
Oramos por sanidad física, protección cuando viajamos, ayuda econó-
mica, pruebas de trigonometría, actitudes nobles y entrevistas de trabajo. Nos
acercamos al trono de Dios para pedir bendiciones para nuestras hamburgue-
sas y para los animales de nuestro vecino y para que detenga la lluvia de los
agricultores y así poder pasarlo bien durante el paseo de campo de la iglesia.
Si nos presentamos ante Dios por todo esto y más, también debemos conside-
rar acercarnos a él por el elemento sin el cual no podríamos orar: ¡la mente!
Podemos orar por humildad, para no ser orgullosos en la manera segura
pero estrecha en que vemos las ideas de otros. También necesitamos humildad
para que cuando abramos nuestra mente no nos creamos ser algo especial. Más
bien, mantendremos en mente que Jesús fue el humano más sabio que jamás
vivió, sin embargo, j al mismo tiempo el más humilde! Podemos orar por fle-
xibilidad para cambiar, mansedumbre para admitir error y valentía para que
no permitamos que el temor del error nos estorbe en la búsqueda de la verdad
dondequiera que se encuentre.
A estas podemos añadir peticiones de franqueza, disposición, firmeza y
pasión cuando tratamos de «pensar cristianamente». Y, por supuesto, siempre
debemos orar por la inmanente protección contra la penetración de ideas pe-
ligrosas. El Padre desea que seamos dirigidos por la sabiduría de Cristo y por
el poder del Espíritu Santo para que podamos pensar correctamente. Él quie-
re participar en la formación, santificación y fortificación de nuestra mente.
Pues, como lo dice Sertillanges, el que trata de desarrollar su intelecto «no se
engendra a sí mismo; es el hijo de la Idea, de la Verdad de la Palabra creativa,
el Dador de la vida inmanente en su creación. Cuando el pensador piensa co-
rrectamente, está siguiendo a Dios paso a paso».3
También podemos orar con las Escrituras, pidiéndole al Padre que nos
ayude a amarlo con toda nuestra mente (Mt 22:37), que nos ayude a preparar
nuestra mente para la acción (1 P 1:13) y que maduremos en nuestro pensa-
miento (1 Ca 14:20). Según su voluntad, estamos invitados a pedir su ayuda,
294
Conclusión y ayuda práctica
...... m
•
NOTAS
1 Thomas Cahill, How the Irish Saved Civilization [Cómo los irlandeses salvaron la
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2 Stanley Horton, The Holy Spirit [El Espíritu Santo], Gospel Publishing, Springfield,
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