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¿Cómo ve usted el impacto del “Constantinismo” en su contexto y cultura?

¿Hay impactos
positivos? ¿Negativos?
Si ha vivido en varias culturas (su país en Latinoamérica o Europa, los E.E.U.U., por ejemplo)
¿Cómo ha visto el impacto?
¿Qué piensa la persona común y corriente en su cultura de ese “matrimonio” entre iglesia y
cultura/estado?
¿Existe alguna solución a este problema? ¿Si la hay, cuál sería?

Impacto positivo
La influencia del cristianismo como la religión oficial del estado por muchos siglos en nuestros
países ofrece facilidad y ventaja para compartir el evangelio por ser un contexto cultural
cristianizado, en el cual el pueblo reconoce en líneas generales a la Biblia como palabra sagrada
y a Dios como un ser supremo y bueno, en contraste con los países que se han declarado
musulmanes, mahometanos o budistas entre otros. Estos últimos ofrecen mucha mayor barrera
religiosa para recibir el evangelio y la acción misionera contemporánea. Los países que han
tenido por tradición al cristianismo como religión estatal ofrecen una puerta relativamente abierta
para compartir el evangelio.
Otro aspecto que se pudiera enumerar como una ventaja de nuestra cultura es que los
gobernantes reconocen que el cristianismo es la religión oficial, aunque en mi país Venezuela no
se enumera ninguna religión como oficial, es ampliamente aceptado que es un país cristiano.
Esto ofrece una ventaja ya que los gobiernos defienden, aunque sea con intereses políticos, a la
religión cristiana como herencia cultural. De esta manera se mantiene a raya la entrada de otras
religiones como el islam, judíos y otras manifestaciones religiosas. De igual modo, muchos
jerarcas de la iglesia católica y evangélica hacen vida política activa y cercana a los gobernantes
y esto se traduce en una influencia positiva hacia los valores cristianos básicos en nuestros países
a nivel general.
Impacto negativo
Uno de los aspectos negativos tiene que ver con lo superfluo de la fe cristiana de la gente y la
gran carencia de base sólida escritural del cristianismo en nuestros países, lo cual es traducido en
un profundo sincretismo religioso en el pueblo y gobernantes. El común denominador de las
personas se denomina cristianos y hasta respetan los símbolos cristianos tales como la cruz, la
Biblia o los templos católicos o evangélicos, pero no viven un verdadero evangelio. La mayoría
de las personas que se denominan cristianos les otorgan significados tergiversados a los símbolos
del cristianismo y los cargan de misticismo, ocultismo. Esta fe supuestamente cristiana está
ligada a otras prácticas paganas y a otros dioses, esculturas e imágenes que son representaciones
idolátricas.
Otro aspecto heredado del constantinismo es la injerencia de los católicos en la política pública.
El clero católico busca activamente participar de la toma de decisiones en la política cotidiana de
los países a través de su representación diplomática y cúpula religiosa. Esta práctica ha permeado
en el liderazgo de algunas iglesias evangélicas que miran codiciosamente esas cuotas de poder
que tienen los católicos y buscan de igual modo tener participación en las altas esferas del
gobierno. El problema se agudiza cuando se forman los grandes escándalos de corrupción debido
al mal uso del erario y recursos estatales y el evangelio es mancillado por la cercanía de lideres
evangélicos a estos actos indebidos.

¿Qué piensa la gente de la unión de la iglesia y estado?


Al menos en Venezuela el común denominador en el pensamiento popular es que los religiosos
no deben inmiscuirse en los asuntos del estado. La gente percibe que la política y la gobernanza
del país son asuntos que siempre están ligados a hechos de corrupción y escándalos de
malversación de fondos públicos. Sin embargo, el pueblo espera encontrar en la iglesia cristiana
y sus representantes una reserva ética y moral que no la puede encontrar en el gobierno civil y al
estado que representa. En este sentido, en líneas generales las personas prefieren no ver
inmiscuidos a los cristianos en política. Este esquema de pensamiento es acuñado por diversos
testimonios de algunos cristianos que han estado inmiscuidos en política y luego han comenzado
a vivir un estilo de vida oneroso que solo puede ser sustentado con dinero malversado o que
también se les ha ligado, sea cierto o no, a hechos de corrupción.
Una posible solución
Respecto a una posible solución a este dilema de la ligadura de iglesia y estado, parece ser que lo
más prudente y sabio es mantener una distancia bien marcada entre la iglesia y el estado. Sin
embargo, esta distancia se acorta cuando la iglesia llega a impregnar de una manera casi
completa a todo el tejido social con el evangelio. Esto resulta en que los miembros de las iglesias
se convierten en los políticos que gobernarán la nación.
El ideal sería que la iglesia gane a la mayoría del pueblo para Jesús y que de la misma forma
haga muy buenos discípulos del señor Jesucristo, garantizando de esta manera que los
gobernantes tengan principios éticos, morales y espirituales que hagan de su país una gran
nación. Sin embargo, siempre queda la verdad bíblica que mientras se habite en esta humanidad
caída, estaremos sujetos como sociedad a los embates del pecado que combaten en nuestro
cuerpo.

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