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TEOLOGÍA FUNDAMENTAL ANTONIO DEL RIO MENA

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS - B. SESBOUE


Al cristiano se le puede definir como el que cree en Cristo resucitado
de entre los muertos. Esto tiene un carácter provocador, dado que esto
contradice nuestra experiencia de lo irreversible de la muerte. A pesar de
que solemos decir que «nadie ha vuelto del otro lado», refiriendo a después
de la muerte, nuestra fe nos dice que Cristo si lo hizo y su resurrección la
hacemos promesa de la nuestra.

1. Historicidad de la resurrección

Sobre la historicidad de la resurrección, contrasta que mientras la


pasión y muerte de Cristo fue pública, su resurrección se anunció
públicamente a través de sus discípulos como un testimonio de fe, ya que
nadie estuvo de testigo en el momento mismo de la resurrección, así, este
anuncio se presenta como un movimiento trascendente de Cristo que
escapa a la continuidad de nuestro espacio-tiempo. En este sentido esto
resulta para nosotros un misterio.
Una consecuencia de la discontinuidad espacio-temporal, es que el
modo de relacionarse de Jesús con sus discípulos cambia, se manifiesta y
desaparece según su libre iniciativa, porque vive en “otro” mundo, en el
mundo de Dios mismo. Por lo que se puede definir la resurrección como un
abandono de nuestra condición mortal para entrar en el mundo propio de
Dios. Esto descarta la resurrección como una reanimación del cuerpo o una
vuelta a la vida para volver a morir después.
Sobre las pruebas históricas de la resurrección de Jesús, Sesboue
responde primero que no las hay, porque Jesús salió de la historia con su
cuerpo cuando resucitó para entrar al mundo de Dios. Es por ello que se da
una anarquía de testimonios, porque el relato de la resurrección pertenece a
un orden distinto de los demás y la metodología histórica, limitada por el
continuo espacio-tiempo, no puede medir lo que está fuera de la historia, no
puede dar cuenta y razón de ello. La resurrección es transhistórica.
Esto no significa que no sea un acontecimiento real, ya que aconteció en la
persona de Cristo, un hombre que pertenece a nuestra historia.
Sesboue, después del no, responde sí a la existencia de pruebas
históricas por tres motivos: por los testimonios de los que han creído en la
resurrección, porque es un suceso anclado en la historia desde su antes, el
cual presenta una fecha y un lugar, y por las huellas duraderas que ha
dejado en la historia después de veinte siglos.
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Con todo esto, podemos decir que la resurrección de Cristo no es una


constatación empírica, sino una expresión de un acto de fe, el cual no es
posible sin el testimonio dado por la Iglesia en su conjunto.

2. El cuerpo humano

Nuestro cuerpo obedece a todas las leyes de la biología y las rebasa


por su conciencia reflexiva, por su racionalidad, capacidad de lenguaje.
Con el cuerpo entramos en contacto con nuestro entorno y somos capaces
de transformarlo, también con él amamos y sufrimos y según avanzamos en
años cargamos con las heridas físicas y morales vividas. Nuestro cuerpo es
un cuerpo humano y por tanto, un cuerpo espiritual.
Percibimos la muerte como una destrucción de nosotros mismos, el
cuerpo se convierte en cadáver y es enterrado. Pero el mismo hecho de una
respetuosa sepultura deja entrever que hay esperanza de que no es el final,
así lo podemos ver en diferentes culturas con momificaciones,
embalsamamientos, etc.
La resurrección del cuerpo es punto y aparte, no tiene que ver con el
estado de conservación de un cadáver, la Iglesia afirma que es mantener
una cierta continuidad en la discontinuidad del tiempo y el espacio, de lo
cual solo tenemos algunos signos relatados en los Evangelios.
Como nadie ha resucitado, es una realidad de fe y esperanza.

3. Fe en la resurrección

Análisis recientes de la esperanza humana afirman que la vida más


allá de la muerte no puede ser concebida ya bajo la forma de la
inmortalidad del alma, sino solo como otra forma de existencia del hombre
entero.

4. El mensaje de la resurrección de Jesús

Los discípulos de Jesús recibieron el testimonio de la resurrección


por medio de tres signos: la tumba vacía, el mensaje del ángel y las
apariciones de Jesús.
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4.1 La tumba vacía


Los Evangelios relatan con detalle el momento de la sepultura de
Cristo. El significado de estas escenas es muy importante porque nos dicen
que Jesús, al ser enterrado, verdaderamente murió y además pasó un tiempo
entre su muerte y resurrección.
En las tradiciones sobre la tumba vacía hay una variante importante,
el descubrimiento de la tumba vacía por Pedro (Lc24,12), el cual no le lleva
en sí a creer, es toda la historia santa y del itinerario de Jesús el que le
permite llegar a la fe. Así, el sepulcro vacío es signo generador de fe no una
prueba en sí misma de la resurrección.
4.2 El mensaje del ángel
Las mujeres fueron las primeras destinatarias del mensaje de la
resurrección. Esto choca con la ley judía, en la cual el testimonio de las
mujeres no era admisible, por eso sus palabras provocaron incredulidad y
no fueron tomadas en serio.
La relevancia del papel que juegan las mujeres y que ocupen el primer
lugar en la recepción del mensaje, frente a lo que marcaba la ley, es
reconocida como criterio de historicidad.
4.3 Las apariciones
Jesús se apareció en varias ocasiones a sus discípulos, llevándolos a
la fe a pesar de las dificultades manifestadas en los Evangelios. Lo hizo por
iniciativa propia y de forma inesperada, pero sus discípulos nunca le
reconocieron a primeras, debido a su cuerpo glorioso frente al de ellos, no
resucitados.
El medió a través de los sentidos corporales, dejándose ver, comió y bebió,
pero fue reconocido sino por la fe y su palabra. Por ello también no se
manifestó a la multitud, porque no conociendo suficientemente a Jesús, no
estaban preparados para recibirlo. Cristo optó por el testimonio que se
transmite.
Una vez que los apóstoles reciben el Espíritu Santo es cuando salen a
proclamar la buena noticia (kerygma) «...Jesús ha resucitado, todos
nosotros somos testigos...».

5. Testimonio de Pablo

Pablo, que no conoció a Jesús, pretende ser también su testigo de la


resurrección tras su aparición camino de Damasco. Discute en sus cartas
con los corintios que no creen en la resurrección de los muertos,
explicándoles que sin la resurrección el mensaje apostólico se queda vacío
de contenido y con él la fe cristiana, los testigos sería falsos y el don de la
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salvación nunca habría tenido lugar. Para explicar la resurrección recurre a


la imagen de un grano de trigo que muere en la tierra para dar origen a una
planta generosa.

6. El sentido del mensaje

Jesús, antes de su resurrección usaba nuestro lenguaje y hacía lo


posible por ser entendido, después de la resurrección es un lenguaje
distinto, que no podríamos entenderlo si no lo contextualizamos en el
itinerario de Jesús, es decir, su resurrección adquiere valor de rúbrica
divina en el itinerario humano de Jesús.
Para la Iglesia, la resurrección es la gran prueba de la divinidad de Jesús.
Dios quiso que Jesús resucitara para que todo hombre viva. La resurrección
es pues, la victoria de la vida sobre la muerte, nos da la imagen de lo que
estamos llamados a ser. Se abre entonces un porvenir de esperanza nueva.

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