El propósito de este ensayo es presentar algunas ideas sobre la figura del Buen
Pastor desde una hermenéutica existencial de la vida religiosa salesiana en la
aplicación del Sistema Preventivo y su vinculación a los procesos de
evangelización y educación para, con y por los jóvenes.
La figura del Buen Pastor es un icono de la tradición bíblica que tiene su plena
realización en la persona del Señor Jesús. En Él se cumplen las promesas
mesiánicas con respecto al Pastor de Israel. “La biblia utilizó esta experiencia
como símbolo y metáfora para expresar la relación entre los jefes y gobernantes
de Israel con su pueblo” (Peresson, p, 227) De esta manera la figura del Pastor
que guía las ovejas se convierte en el paradigma de todo evangelizador, es decir,
asumir las actitudes propias de un Buen Pastor en relación con su pueblo, es
configurarnos con la presencia de Cristo que nos pide que seamos buenos
pastores.
En este sentido, el Salesiano sigue a Jesús dejándose fascinar por la figura del
Buen Pastor, que desde una hermenéutica existencial, se convierte en punto de
partida para la vivencia auténtica de la vida religiosa salesiana en pro de la
salvación de los jóvenes. Al referirnos a hermenéutica existencial queremos decir
que el Religioso Salesiano hace una interpretación Salesiana del evangelio desde
la figura del Bueno Pastor; esa interpretación permea la existencia del Salesiano
que no sólo es norma de la misión en medio de los jóvenes, sino que es pauta que
se aplica en la vida religiosa, en la experiencia comunitaria entre los hermanos.
La máxima representación que Don Bosco hace de la figura del buen pastor la
expone en el sueño de los nueve años. Este sueño “tiene algunas connotaciones
muy particulares, y una referencia definitiva en el futuro de don Bosco” (Peraza 29)
en el desarrollo de su misión pastoral.
Sin hacer una presentación exhaustiva del sueño, se expondrá algunas ideas en
relación con la figura del buen pastor.
De esta manera se afirma y constata que el salesiano hace una hermenéutica del
evangelio acorde a la existencia y vida religiosa en comunión con la realidad
social, eclesial y cultural.
La figura del Buen Pastor nos motiva en la práctica pastoral y más aún nos define
en el carisma, la forma de seguir a Cristo, que siendo pastor nos invita a asumir la
misión evangelizadora de la Iglesia como pastores de los jóvenes. Seguimos a
Cristo por la realización de la misión: dar horizontes de sentido de vida a los
jóvenes, conducirlos a un encuentro personal con Jesús. Seguimos a Cristo desde
la vivencia de nuestro pastoreo en medio de los jóvenes.
Por esto, el salesiano fiel al llamado del Señor y atento a las necesidades de la
sociedad, es agente que educa y evangeliza promoviendo la formación integral del
joven. Es decir, “el educador en la fe elige y organiza sus actuaciones con la
mirada puesta en la imagen del hombre cuyo reflejo percibe contemplando el
misterio de Dios presente en Jesús de Nazaret” (CG XXIII 87)
En el anterior numeral analizábamos la relación que hay entre la figura del Buen
Pastor y la intención educativa y evangelizadora del salesiano, que en últimas,
pretender “la Promoción Integral del joven a través de la educación
evangelizadora” (Ibíd. 98). Ahora nos compete establecer la relación que hay entre
el pastor salesiano y la aplicación del método educativo por el cual el joven logrará
dicha formación integral.
Por el legado educativo de Don Bosco a sus salesianos, el Sistema Preventivo es
la forma privilegiada para educar y evangelizar al joven. Es “esta filosofía
educativa […] basada en un cúmulo de principios que se resumen en el trinomio
Razón, Religión y Amor.” (Lenti 80) Estos principios son la base de la acción
educativa que, desde la visión del Buen Pastor, se convierte en la forma específica
de conducir a los jóvenes al encuentro con Cristo.
El Pastor salesiano educa y evangeliza por medio del Sistema Preventivo. Educa
en tanto que propicia, por el uso de la razón la comprensión del mundo y su
realidad desde lo político, social y cultural. Esta razón no es solamente la del joven
sino también la del salesiano; razón que ayuda a comprender la situación del
destinatario y de esta manera dar respuestas asertivas a los procesos educativos
y evangelizadores. El pastor salesiano evangeliza en tanto que motivados por la
religión, es decir, el llamado del hombre a la transcendencia, hace que tanto el
joven y el salesiano se encuentren con la figura de Cristo. Educa y evangeliza por
un movimiento del corazón: la amabilidad. En esta característica se concentra la
forma de cómo llegar a los jóvenes y hacer la propuesta educativa y
evangelizadora; además motiva al joven a que acepte, por medio de esta actitud,
la intención del salesiano, el quererlo formar integralmente. Así se comprende la
dinámica del Sistema Preventivo en la educación y evangelización del joven.
Así pues, el Pastor salesiano por medio del Sistema Preventivo, hace que en una
dinámica de reciprocidad se vivan los principios educativos que motivan la
evangelización y educación, al buen cristiano y honrado ciudadano.
Conclusión
Por todo lo anterior se puede deducir que para el pastor salesiano se convierte en
una obligación dejarse permear por la figura del Buen Pastor en pro de la
educación y evangelización, en una dinámica concomitante en tanto que son
procesos que avanzan a la par en el proceso de la formación integral del joven.
Peresson, Mario Leonardo. Educar con el corazón de Don Bosco. CCS. Madrid.
2010.