1) Los trastornos mentales son patrones de comportamiento de significados clínicos que son asociados a un malestar

emocional o físico, discapacidad, deterioro de lo cotidiano, a pérdida de libertad o riesgo de morir. ¡Bien Ana! sí,
pueden ser comportamientos, formas de percibir la realidad, y formas de sentir… repetidas, por eso hablamos de
patrones; y también conjuntos de síntomas y signos, es decir, de síndromes...

2)Hay que tener precaución ante nuevos diagnósticos clínicos como trastornos fosfórico premestrual,trastorno de
estado de ánimo disruptivo y no regulado ,duelo patológico , o el trastorno neurocognitivo leve . Las consultas
actuales no son por trastornos mentales sino por situaciones de infelicidad y malestar emocional. El profesional debe
aplicar estrategias de consejos o de tratamiento de crisis. Exacto, ya que sino existe el riesgo de psicopatologizar
todo sufrimiento humano. Esto a veces es frecuente. Por ejemplo, a veces todo lo que sienten o hacen nuestros
pacientes, que ya cuentan con un diagnóstico, puede ir a la cuenta de ese diagnóstico, psicopatologizando todo lo
que le pasa, ignorando que a pesar de su padecimiento también puede sentirse mal en ciertas circunstancias como
cualquier sujeto.

3) El modelo categorial comprende una serie de criterios con rasgos definitorios sobre los trastornos mentales
diagnosticados en la clínica. Se han clasificado las distintas patologías mentales en un manual que ha recogido la
documentación en base a registros de referencia clínica y de investigación para las conclusiones a las que llegan los
grupos de trabajo para la definición de trastorno mental. ¡Bien! En general, según este modelo, si un sujeto tiene un
diagnóstico perteneciente a una categoría, no puede ser incluido en otra categoría… por eso los autores dicen que
este modelo funciona mejor cuando las categorías son excluyentes… lo que pasa es que en la clínica a veces es difícil
incluir a determinados pacientes en una “categoría o diagnóstico”, porque justamente las cosas son más complejas.

4) La diferencia entre trastorno mental y enfermedad es que: trastorno mental implica un patrón de
comportamiento psicológico que tiene significado clínico que aparece asociado a un malestar, discapacidad, o a un
deterioro en una o más área de funcionamiento que incluye muchas variantes, ambientales, accidentales etc. El
término trastorno es polisémico. Una enfermedad en general tiene una causa, una descripción, un curso probable,
una determinada respuesta a un tratamiento...

5) Las preguntas con las cuales se realizan el diagnóstico son: ¿qué le pasa al paciente? Y ¿Porque le pasa al
paciente? Es necesario esto para describir detallado los diagnósticos actualizados por los terapeutas y ser
comunicados a los profesionales con lenguaje común. ¡Bien! Esta cuestión de la utilización de un lenguaje común y
entendible por todos es una ventaja del DSM.

6) Las limitaciones presentadas por el enfoque categorial son tales como la comorbilidad frecuentemente registrada
entre diversos trastornos psicológicos o presencia de características de más de un trastorno específico de la
personalidad. ¿Ubicas alguna más?

7) Las insuficiencias derivan del DSM5: se habla de trastorno mental y no de enfermedades mentales.

Las enfermedades se diagnostican por tener: a) etiología b) agrupación de síntomas c) curso de la enfermedad d) un
pronóstico e) una respuesta al tratamiento.

El DSM5 presenta limitación en la definición de trastorno mental de enfermedad porque por ejemplo no incluye en
el manual los trastornos mixtos de ansiedad y depresión que son los más frecuentes.

Las limitaciones justamente derivan de este modelo de categorías, al menos eso plantean estos autores. Te sugiero
volver al texto para releer ese fragmento y si lo necesitas nos comunicamos para una nueva explicación

8)Los diagnósticos clínicos válidos y fiables debería ser esencia para predecir el curso del trastorno , enfocar
adecuadamente el tratamiento, evaluar los resultados de la terapia, calcular las tasas de prevalencia de los
diferentes trastornos mentales a efectos de planificar los servicios asistenciales o identificar correctamente a los
paciente para las investigaciones clínicas. ¡Muy bien!