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LA NEUROCIENCIA SOCIAL

EN SUDAMÉRICA

Una aproximación multinivel a perspectivas

biológicas y sociales

Agustín Ibáñez 1, 2, 3­­, Rodrigo Riveros 1, 5,


Mª Josefina Escobar 1, 4 y Joaquín Barutta 2, 6

1. Laboratorio de Neurociencia, Universidad Diego Portales,


Santiago, Chile
2. Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), Buenos Aires,
Argentina
3. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
(CONICET), Argentina
4. Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
5. Unidad de Neurología Cognitiva y Demencias,
Hospital El Salvador, Chile
6. Laboratorio de Epistemología e Historia de la Medicina,
Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires,
Argentina

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Los editores de este libro han reunido ensayos que nos presentan la idea de que los
procesos sociales y los procesos cerebrales parecen no estar tan separados como muchos
de nuestros departamentos de Ciencias Sociales y Neurociencias. Las Socioneuro-
ciencias estudian los fenómenos sociales desde las Neurociencias, y son algunos de los
desarrollos emergentes más prometedores de las Ciencias Cognitivas y la Neurocien-
cia, con aplicaciones que van desde la Cognición Social hasta la Neuropsiquiatría.
Esta perspectiva requiere del abordaje multidisciplinario de los fenómenos sociales,
combinando técnicas y perspectivas psicológicas, sociales y neurocientíficas. Por
ello, los tópicos de las Socioneurociencias presentes en este libro son igualmente
diversos e interesantes : Procesos asociados al prejuicio y sus correlatos cerebrales;
la dinámica cerebral y el desarrollo de la empatía; los aportes hechos a la
Neuropsiquiatría y a la Terapia psicológica; el rol del contexto social en
la dinámica cerebral; etc. Este libro (el primero en español sobre el tema)
convoca a algunos de los más eminentes científicos internacionales de
esta área y a equipos de investigación multidisciplinaria de Sudamérica.

Josefina Escobar dedica este libro a sus padres, hermanos, a Betty y Titi por
acompañarla y apoyarla siempre.

Rodrigo Riveros dedica este libro a Carolina, Constanza, Magdalena, Joaquín


y Segundo por su amor y apoyo incondicional.

Joaquín Barutta agradece la invalorable compañía de sus padres, sus hermanos


y de Soli.

Agustín agradece la inspiración de Phil Baker y dedica este libro a la larga


amistad de Carlos y Álvaro.

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Índice GENERAL

Dedicatoria................................................................................................. 5
Índice general.............................................................................................. 7
Índice de figuras.......................................................................................... 9
Índice de tablas ........................................................................................ 10

PARTE I. INTRODUCCIÓN A LA NEUROCIENCIA SOCIAL

Capítulo 1. Introducción a la Neurociencia Social y al Enfoque


Multinivel................................................................................................. 13
Rodrigo Riveros, Mª Josefina Escobar, Joaquín Barutta y Agustín Ibáñez

Capítulo 2. Sensibilidad Interpersonal : La contribución de la


Neurociencia Cognitiva............................................................................. 37
Jean Decety

Capítulo 3. La regulación del Sí mismo en el mundo social :


Factores sociales y mecanismos neurales..................................................... 57
David M. Amodio

PARTE II. NEUROCIENCIA SOCIAL EN SUDAMÉRICA

Capítulo 4. Neurociencia Social en Sudamérica: La Cognición Sujeta


a Claves Emocionales, Sesgos Raciales, Procesos Empáticos, Efectos
Contextuales y Toma de Decisiones........................................................... 89
ERPLab Working Group, Universidad Diego Portales

Capítulo 5. Neurobiología de la toma de decisiones y de la Cognición


Social...................................................................................................... 147
Facundo Manes, Ezequiel Gleichgerrcht y Teresa Torralva

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Capítulo 6. Aportes de las Neurociencias en la comprensión y
direccionamiento de los procesos de cambio psicoterapéuticos en
terapia de pareja...................................................................................... 175
Diana Rivera Ottenberger

Capítulo 7. Hacia la construcción de un modelo multinivel para la


comprensión de la intimidación entre estudiantes: psicológico, familiar,
de la sala de clases, escolar y sociocultural................................................ 205
María Isabel Toledo Jofré y Pedro Pablo Castro Farías

Capítulo 8. Razonamiento, Argumentación y Cognición Social :


El caso del subproceso Esquema-Imagen................................................. 247
Cristián Santibáñez Yáñez

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PARTE I.
INTRODUCCIÓN A LA NEUROCIENCIA SOCIAL

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capítulo i

INTRODUCCIÓN A LA NEUROCIENCIA SOCIAL


Y AL ENFOQUE MULTINIVEL

Rodrigo Riveros 1, 5, Mª Josefina Escobar 1, 4,


Joaquín Barutta 2, 6 y Agustín Ibáñez 1, 2, 3­­

1. Laboratorio de Neurociencia, Universidad Diego Portales,


Santiago, Chile
2. Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), Buenos Aires,
Argentina
3. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
(CONICET), Argentina
4. Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
5. Unidad de Neurología Cognitiva y Demencias,
Hospital El Salvador, Chile
6. Laboratorio de Epistemología e Historia de la Medicina,
Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires,
Argentina

Facultad de Psicología
Vergara 275, Santiago de Chile, Chile

Email Dr. Agustín Ibáñez : agustin.ibanez@udp.cl

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INTRODUCCIÓN A LA NEUROCIENCIA SOCIAL

Resumen

Si bien los seres humanos son una especie intensamente social, las
bases neurales que subyacen a los procesos de cognición social están
recién develándose. Como un nuevo campo de estudio, la Neuro-
ciencia Social está produciendo grandes cantidades de datos acerca
de nuestro comportamiento social usando diferentes metodologías
de aproximación. Esto nos ha llevado a una mejor comprensión de
los vínculos entre razón y emoción, acción y percepción, y en la
comprensión de los otros y de uno mismo. En este texto se presentan,
además, las contribuciones de cada capítulo de este libro enfatizando
la convergencia de disciplinas como Neurociencia, Psicología Social,
Lingüística y Psicoterapia.
Palabras claves: Neurociencia Social – Aproximación Multinivel
– Cerebro Social.

Abstract
Although human beings are intensely social species, the neural basis un-
derlying the processes of social cognition are being recently revealed. As a
new field of study, social neuroscience is producing large amount of data
about our social behavior using different methodological approaches.
This has led us to a better understanding of links between reason and
emotion, action and perception, understanding of others and ourselves.
In here, we review the contributions of each chapter stressing the con-
vergence of disciplines like neuroscience, social psychology, linguistic,
and psychoteraphy.
Key words: Social Neuroscience – Multilevel Approach – Social Bra-
in.

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1.1. Introducción

En términos generales, la Neurociencia Social puede ser definida


como una área de investigación relativamente nueva dedicada al
estudio empírico de los mecanismos neurales subyacentes a procesos
de cognición social (Blackmore, Winston, & Frith, 2004). A su vez,
la Cognición Social puede ser definida como la suma de procesos que
permite a individuos de la misma especie interactuar unos con otros
(Frith & Frith, 2007). Esta disciplina intenta responder preguntas
fundamentales de la cognición social humana agregando técnicas
propias de la Neurociencia al conjunto de técnicas experimentales
tradicionalmente aplicadas por psicólogos sociales (Lieberman,
2005).
La Neurociencia Social ha sido una área de emergente desarro-
llo durante la última década y ha producido una amplia diversidad
de estudios (Todorov, Harris, & Fiske, 2006). Existe un abordaje
pluralista tanto en el uso de técnicas, en las diferentes disciplinas de
las que provienen sus investigadores, como en las áreas de interés,
por lo que el estudio va desde relaciones humanas complejas hasta
relaciones animales básicas (Dunbar & Shultz, 2007).
De acuerdo con Lieberman (2005), un número aislado de
estudios usando técnicas de potenciales evocados, relacionados a
eventos (ERPs) y Neuropsicología, conducidos en la década de los
90, pueden ser considerados pioneros en la actual investigación en
Neurociencia Social. Estudios en creencias evaluativas y no evalua-
tivas en ERPs estaban dirigidos a disociar procesos independientes
que sostenían aspectos de la Cognición Social. Si bien existen
estudios previos, tal como registros neurofisiológicos de células en
primates no humanos que constituyen estudios inspiradores en la
área, estos modelos aún no estaban ligados a la Psicología Social
(Todorov et al., 2006).
Con la aparición de técnicas de Neuroimagen Funcional,
la Neurociencia Social se comienza a consolidar como una área
coherente de estudio. Si bien los primeros estudios se enfocaron

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a estereotipos, autoconocimiento y teoría de la mente, actualmente el
foco se ha extendido hacia las más variadas áreas de la Psicología
Social, incluyendo toma de decisiones (Sanfey, 2007), exclusión social
(Eisenberger, Lieberman & Williams, 2003), relaciones intergrupales
(Amodio, 2008), cognición moral (Greene, Nystrom, Engell, Darley
& Cohen, 2004; Moll & Oliveira-Souza, 2007), toma de perspectivas
(Saxe & Wexler, 2005) y Neuroeconomía (Camerer, Loewenstein,
& Prelec, 2005).
Según trabajos de revisión (Adolphs, 2003a; Amodio & Frith,
2006; Blackmore et al., 2004; Lieberman, 2007), la investigación en
Neurociencia Social se ha enfocado en los procesos de percepción y
comprensión del self; en los procesos de autoregulación emocional
y de la acción; y en los procesos que ocurren en la interface entre
uno y los otros. Los procesos de comprensión del uno mismo y de
los otros se han abordado a través de estudios de teoría de la mente,
empatía, autoreconocimiento visual, agencia y reflexión sobre las
propias experiencias.
La autoregulación se ha estudiado mediante tareas que requie-
ren la inhibición de impulsos emocionales y de la reevaluación de
experiencias emocionales negativas. Por su parte, los procesos que
ocurren entre uno mismo y los otros han sido estudiados mediante
la teoría neuronal de la simulación y otras teorías que abordan ac-
titudes, conexión y rechazo social, y procesos de toma de decisiones
(incluyendo razonamiento moral y neuroeconomía). El estudio del
substrato neuroanatómico de estos procesos ha dado paso a la emer-
gencia de lo que se ha denominado “Cerebro Social”, y que puede
ser definido como la compleja red de trabajo que permite reconocer
a otros y evaluar sus estados mentales y sentimientos, permitiendo
la predicción de interacciones sociales (Frith, 2007).
El estudio de la comprensión de las intenciones de otras per-
sonas se ha hecho a través de la llamada Teoría de la Mente (ToM).
La ToM examina la habilidad para razonar acerca de cómo operan
otras mentes, cómo son distintas de la nuestra y cómo situaciones
sociales afectan estados mentales (Siegal & Varley, 2002). Esta línea

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de trabajo no proviene de la psicología social en sí, sino de la psi-
cología del desarrollo trabajando con niños, personas con sordera
profunda, pacientes con trastorno del desarrollo y trastornos del
lenguaje. La investigación en Teoría de la Mente ha establecido que
para la edad de 4 años todos los niños han desarrollado la habilidad
de evaluar estados mentales de otros. Este proceso podría partir de la
capacidad de reconocer movimientos biológicos y acciones dirigidas
a metas que emerge alrededor de los 6 meses, y se iría complejizando
a lo largo del desarrollo de la persona.
Diferentes estudios en Neuroimagen usando tareas de la ToM
han mostrado consistentemente la activación de áreas dorso-mediales
del córtex prefrontal, surco temporal superior y polos temporales
en la corteza temporal lateral. Además, tanto estudios en pacientes
como de Neuroimagen en sujetos sanos han sugerido que el surco
temporo-parietal estaría también involucrado en operaciones de la
ToM, particularmente en procesos de toma de perspectiva (Saxe &
Wexler, 2005).
Otra manera de estudiar la comprensión de los otros −más
corporeizada que de razonamiento lógico− se refiere al estudio de
la empatía. La empatía requiere al individuo mantener conciencia
de que la respuesta emocional es una simulación corporeizada de la
experiencia de otras personas, y no debe ser confundida con la propia
experiencia. Estudios en empatía usando el dolor como modelo de
trabajo han encontrado un sistema altamente distribuido que incluye
la ínsula anterior, el periacueducto gris, el sistema sensoriomotor y
la corteza cingulada anterior. Estas regiones se activan cuando los
sujetos observan a otras personas teniendo experiencias dolorosas,
sugiriendo que son áreas necesarias para la representación subjetiva
y afectiva de esta experiencia (Singer et al., 2004).
Existe un amplio acuerdo en que la empatía se refiere a una
respuesta afectiva a otras personas, la cual puede (o no) requerir
compartir su estado emocional, pero que además implica la capa-
cidad cognitiva de comprender el estado de otra persona y regular
nuestra respuesta emocional (Decety & Jackson, 2005). En este

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sentido, se han observado activaciones del giro frontal superior
izquierdo, orbitofrontal y precuneus, así como la parte medial ante-
rior del lóbulo temporal izquierdo y el giro inferior frontal cuando
los sujetos deben realizar juicios empáticos en comparación a otros
tipos de razonamiento social (Farrow et al., 2001). Por otra parte,
un estudio reciente (Decety, Michalskaa & Akitsukia, 2008), ha
enfatizado que para el ejercicio de la empatía no sólo es necesario
ser capaz de simular el estado emocional de otra persona, sino
compartir y comprender este estado emocional en relación a uno
mismo. La relación entre empatía e intencionalidad será revisada
por el Dr. Decety en el capítulo 2.
Con respecto al reconocimiento visual de uno mismo, éste
ha sido estudiado en infantes colocados frente a un espejo, quienes
alcanzan la habilidad de reconocerse a sí mismos frente al espejo
entre los 21 meses y el segundo año de vida, estando esto relacionado
a otras conductas tales como el uso de pronombres personales y el
desarrollo de juegos simbólicos. Esto ha llevado a considerar el auto-
reconocimiento visual en niños como evidencia de que es alrededor
del segundo año de vida cuando emerge la autocomprensión del
self en el niño (Lewis & Ramsay, 2004). Cuando se contrasta con
el reconocimiento de la madre a través de un espejo, que se logra
de manera más prematura, a los 9 meses de vida, se ha sugerido que
se necesita un mayor tiempo de maduración de las bases neurales
asociadas al autoreconocimiento. Estudios en Neuroimagen, llevados
a cabo en este tema, si bien han mostrado resultados discrepantes,
han mostrado de manera consistente una mayor activación de la
corteza lateral prefrontal y parietal derecha cuando las personas son
expuestas a imágenes de sí mismas en comparación a imágenes de
otras personas familiares (Kaplan, Aziz-Zadeh, Uddin & Iacoboni,
2008; Sugiura et al., 2005; Uddin, Kaplan, Molnar-Szakacs, Zaidel
& Iacoboni, 2005).
Como otro modo de estudiar la comprensión de uno mismo,
se ha utilizado el concepto de “agencia” para estudiar el reconoci-
miento de las propias partes del cuerpo y movimientos propios, un
proceso que involucra tanto inputs del sistema visual como internos

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propioceptivos en los músculos. Estudios de Neuroimagen, Neu-
ropsicología y de Estimulación Magnética Transcraneal sugieren
que regiones bilaterales de la corteza parietal lateral estarían activos
cuando hay un conflicto entre el feedback visual y los inputs soma-
tosensoriales (Farrer et al., 2003; Farrer et al., 2007). Similarmente,
en pacientes esquizofrénicos experimentando pasividad, donde el
paciente reporta no sentir sus movimientos como propios, tam-
bién se ha encontrado una activación de la corteza parietal lateral
derecha (Farrer et al., 2004; Franck, O’Leary, Flaum, Hichwa &
Andreasen, 2002).
La capacidad de reflexionar explícitamente acerca de las propias
experiencias y comunicarlas es quizás únicamente humana. Estudios
en la reflexión de la actividad actual han mostrado activación de la
corteza prefrontal medial. Estos trabajos han comparado la actividad
cuando los sujetos responden a preguntas como “¿Cuánto agrado
siento cuando veo esta imagen?” en comparación con : “¿Es la ima-
gen un escenario exterior o el de una habitación?” (Johnson et al.,
2002). Así mismo, estudios en pacientes con lesiones en la corteza
prefrontal medial los muestran menos conscientes de sus propias
emociones cuando realizan conductas inapropiadas comparadas con
controles, sugiriendo la asociación de la corteza prefrontal medial en
la reflexión en experiencias actuales (Beer, Heerey, Keltner, Scabini
& Knight, 2003; Beer, John, Scabini & Knight, 2006). Además,
se ha encontrado que la reflexión acerca de estímulos emocionales
está asociado con una disminución de actividad de la amígdala
–región implicada en procesos afectivos automáticos– sugiriendo
que los sentimientos en sí mismos y la reflexión acerca de éstos no
es necesariamente isomórfica. Mientras que la reflexión, que es un
proceso internamente enfocado, está fuertemente asociada con ac-
tividad fronto-parietal medial, el autoreconocimiento y agencia; los
procesos externamente enfocados están asociados con la actividad
fronto-parietal lateral (Lieberman, 2007).
Además de la capacidad de reflexionar sobre experiencias
actuales, los seres humanos somos capaces de reflexionar acerca de
eventos autobiográficos. Nuestra memoria autobiográfica tiende a

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ser llenada por eventos que tienen una significancia personal, más
que ser un simple registro de eventos, por lo que el substrato neural
de la memoria autobiográfica y episódica está sólo parcialmente
traslapada. Estudios de Neuroimagen controlando contenidos de
memoria autobiográfica y episódica han mostrado que aunque la
activación de la corteza prefrontal ventrolateral ha sido reportada
en ambos tipos de memoria, la activación de la corteza prefrontal
medial y ventromedial han sido asociados sólo a memoria autobio-
gráfica, en tanto que la activación de corteza prefrontal dorsolateral
se ha asociado sólo a tareas de evocación de memoria episódica. Una
activación similar en corteza prefrontal medial ha sido encontrada
en tareas en que a los sujetos se les pide que identifiquen cualidades
que son autodescriptivas (Gilboa, 2004).
La autoregulación es una capacidad crítica para lograr metas
personales y sociales, y requiere actuar en función de objetivos inhi-
biendo respuestas preponderantes tales como impulsos emocionales.
Dos regiones cerebrales han sido consistentemente asociadas con la
regulación de respuestas preponderantes en estudios de Neuroima-
gen : la parte dorsal de la corteza cingulada anterior y la corteza pre-
frontal lateral. Mientras que la porción dorsal de la corteza cingulada
anterior ha sido asociada a la detección de conflicto entre una meta
y una respuesta preponderante, la corteza prefrontal lateral ha sido
asociada con mantener la meta en la memoria de trabajo para poder
implementar el control top- down necesario para poder producir la
respuesta apropiada (Aron, Robbins & Poldrack, 2004).
Otros estudios se han enfocado en la reevaluación de experien-
cias emocionales como una medida de autocontrol. La reevaluación
requiere reenmarcar una experiencia desagradable para que resulte
menos aversiva. La reevaluación típicamente produce activación de
corteza prefrontal lateral y ventrolateral, así como tiende a modular
la reactividad de la amígdala (Banks, Eddy, Angstadt, Nathan &
Phan, 2007; Schaefer et al., 2002).
El estudio de los procesos que ocurren entre la persona y el
mundo social ha sido un campo reciente para distintos temas de

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estudios. A comienzo de los 90 se descubrió una clase de neuronas
que respondían tanto cuando primates realizaban una acción diri-
gida a una meta, como cuando ellos observaban al experimentador
realizar la misma acción (Di Pellegrino, Fadiga, Fogassi, Gallese &
Rizzolatti, 1992; Gallese, Fadiga, Fogassi & Rizzolatti, 1996). En
los humanos, los estudios han encontrado una activación similar
en áreas homólogas, en particular en la corteza parietal y prefrontal
lateral, tanto cuando las personas observan una acción intencional,
como cuando la imitan. Se ha considerado a este tipo de neuronas
como la base neural de la comprensión de la intencionalidad y ju-
gando un rol en la evolución del lenguaje, pero esto es aún materia
de discusión y controversia (Rizzolatti & Craighero, 2004).
Las actitudes permiten compartir un mapa de las tendencias
de nuestra conducta. Estudios de Neuroimagen se han enfocado en
el correlato neural de actitudes explícitas e implícitas. Cuando las
personas expresan de manera explícita sus actitudes (experimental-
mente se han usado conceptos, nombres famosos, figuras geomé-
tricas o pinturas como estímulos), tiende a aparecer una activación
tanto lateral como medial de redes frontoparietales, que incluyen la
porción medial de la corteza prefrontal, parietal medial, prefrontal
ventrolateral y parietal lateral, las cuales son regiones asociadas a
procesos controlados (Cunningham, Espinet, DeYoung & Zelazo,
2005). Por otro lado, estudios en actitudes implícitas de sesgo racial
poseen correlatos neurales. Esto ha sido estudiado mostrando caras
de personas caucásicas y afroamericanas a personas estadounidenses
mientras realizan tareas no-evaluativas. Típicamente, la activación
de la amígdala ha sido asociada a actitudes implícitas (Cunningham,
Johnson, Gatenby, Gore & Banaji, 2003). Estudios más detallados
de actitudes implícitas hacia personas de otro grupo social puede ser
encontrado en el capítulo 4, mientras que en el capítulo 3 del Dr.
Amodio se puede leer acerca de estudios en regulación de actitudes
y del sesgo racial.
La mayor parte de los estudios de Neuroimagen en conexión
social se han dedicado a estudiar la respuesta neural asociada a las
repuestas hacia otras personas. La mayor parte de estos estudios

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muestra a personas emocionalmente cercanas al participante junto
con imágenes de personas desconocidas. La mayor parte de estos
estudios ha mostrado una activación de los ganglios basales (Aron
et al., 2005). Por su parte, actividad del córtex cingulado anterior
dorsal ha sido asociada con el estrés de perder las conexiones sociales.
Roedores madres con lesiones en el cíngulo no manifiestan cuidado
maternal hacia sus crías, resultando en una baja tasa de supervivencia
de éstas comparadas con roedores controles (Stamm, 1955).
En seres humanos, estudios de Neuroimagen en exclusión
social han encontrado asociación entre el autoreporte de estrés
social y actividad de la parte dorsal de la corteza cingulada anterior
durante la exclusión social. La porción ventrolateral de la corteza
prefrontal estaría modulando la actividad de la corteza cingulada
anterior (Eisenberger et al., 2003)
Se ha hipotetizado que en los mamíferos, el dolor social habría
evolucionado de los sistemas existentes del dolor físico, jugando, la
porción dorsal de la corteza cingulada anterior, un rol en el estrés
emocional del dolor físico. La actividad aumentada de la parte dorsal
de la corteza cingulada anterior y la sustancia gris periacueductal
(otro componente del sistema de dolor) durante un episodio de
rechazo social ha sido asociada a mayores reportes de desconexión
social en la vida diaria (Eisenberger & Lieberman, 2004). Las rela-
ciones entre emociones y relaciones interpersonales son abordadas
en el capitulo 6, en el que la Dr. Rivera desarrolla un interjuego
entre los aportes de las Neurociencias y la Psicoterapia.
Por otra parte, el razonamiento moral ha estado recibiendo
atención recientemente. Dentro de la Neurociencia, la moralidad ha
sido definida como el set de costumbres y valores que son abrazadas
por un grupo cultural para guiar la conducta social, sin asumir un
punto de vista absolutista acerca de este tema (Moll, Zahn, de Oli-
veira-Souza, Krueger & Grafman, 2005). El hallazgo más común
ha sido que tareas de razonamiento moral implican la activación
de la corteza prefrontal ventromedial, mientras que también se ha
reportado activación en el córtex cingulado, la parte posterior del
surco temporal superior y polos temporales (Greene et al., 2004; J.

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Moll & de Oliveira-Souza, 2007; Young & Koenigs, 2007). Tanto
en Cognición Moral como en Neuroeconomía se ha resaltado el
valor de usar paradigmas experimentales ecológicamente válidos. Un
buen ejemplo de esto ha sido el estudio del rol de las porciones más
anteriores del córtex prefrontal involucradas en las donaciones de
caridad, como un tipo de conductas altruistas, que ha sido llevado
a cabo por Moll et al., 2006.
La Neuroeconomía es una reciente área de investigación que
combina la Conducta Económica y la Neurociencia. Estos estudios
examinan las respuestas neuronales asociadas a procesos psicológicos
y emocionales que guían el proceso de toma de decisiones subyacente
a conductas cooperativas, de competencia, justicia y confianza, usan-
do paradigmas experimentales como el Juego del Dictador, o el del
Ultimátum entre otros (Camerer, Loewenstein & Prelec, 2005; para
un ejemplo ilustrativo, el lector puede ver Sanfey, Rilling, Aronson,
Nystrom & Cohen, 2003). Cooperación, justicia y juego limpio
activan típicamente la corteza prefrontal ventromedial, la porción
medial del córtex prefrontal y la parte medial del córtex parietal;
mientras que respuestas injustas y poco limpias activan la ínsula, el
núcleo caudado o la corteza prefrontal dorsomedial (de Quervain
et al., 2004; King-Casas et al., 2008).
En resumen, la aproximación de la Neurociencia Social, la cual
se dirige a los fenómenos de la Psicología Social desde la Neurocien-
cia, es uno de los desarrollos emergentes más promisorios dentro
de la Psicología y las Neurociencias Cognitivas (Adolphs, 2003b).
Si bien las ciencias conductuales han demostrado claros defectos al
momento de abordar conductas culturales complejas, debido a los
desafíos que involucra el desarrollo de teorías no reduccionistas, la
Neurociencia Social ha buscado explicaciones pluralistas para tratar
de mostrar la contribución de aspectos neuronales, cognitivos y
emocionales de la conducta social. Esto ha llevado al desarrollo de
explicaciones de la conducta social con abordaje en múltiples niveles,
que van desde lo celular hasta lo cultural. En Neurociencia Social
se ha vuelto evidente que la completa comprensión del cerebro no
puede estar reducida a mecanismos neurales.

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1.2. ¿Cuál es la relevancia y el impacto de la Neurociencia So-
cial?

La Neurociencia Social es una de las áreas de mayor desarrollo en la


última década y sigue atrayendo no sólo a investigadores y estudian-
tes, sino también a la opinión pública. Uno de los puntos críticos a
considerar al hablar del impacto de la Neurociencia Social ha sido
apuntado por Decety (2008). Mas allá del impacto claro que la
investigación científica tiene en el ámbito académico, es necesario
tomar con precaución cuáles son las conclusiones que se pueden
extraer válidamente de estos trabajos y cómo la sociedad usa estos
hallazgos. Explicaciones sobresimplificadas de fenómenos culturales
complejos no sólo dan paso a una descripción deformada de ellos e
ignora los alcances de estos trabajos, sino que además permite que la
sociedad tienda, basándose en esta “evidencia”, a reforzar supuestos
morales y sesgos presentes en el momento actual. Dilemas éticos
en torno a la aplicación del conocimiento y técnicas usadas en
Neurociencia se pueden encontrar en investigación de adicciones,
envejecimiento, farmacoterapia, violencia y aplicaciones clínicas de
técnicas de Neuroimagen (Farah, 2002).
Las conclusiones en Neurociencia ofrecen un vocabulario
tanto del “día a día” como del substrato neurológico de fenóme-
nos que son cercanos al común de la gente. Por ello, la tentación
de relacionar directamente ambos niveles es alta. ¿Qué parte del
cerebro se encarga de la justicia, el altruismo y el engaño? Esto
lleva a respuestas sobresimplicadas y a lo que se ha denominado
“Neofrenología”. Por ello, apunta Blackmore (2004), es necesario
ser cuidadoso al momento de interpretar los resultados de estudios
en Neuroimagen reportando actividad cerebral durante procesos de
alto nivel. Los procesos de cognición social son difíciles de emular
y controlar en el contexto de laboratorio, y en algunos casos lo que
ha sido denominado decepción o moralidad en un experimento, no
está necesariamente cerca del uso que le damos a aquellos conceptos
en la vida diaria.

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Particularmente importante es entonces el rol de la reflexión
de nuestros resultados en Neurociencia Social, donde nuestras
conclusiones pueden ser parte de la “evidencia” en la discusión de
políticas y temas controversiales o de apoyo en la implementación
de programas que no están apoyados por la ciencia en sí misma.

1.3. Síntesis

Los seres humanos somos inherentemente sociales. Una gran parte


del cerebro está involucrada en interacciones sociales y en compren-
der a otras personas. La Neurociencia se dedica al estudio de las
bases neurales que permiten estos procesos. En este acercamiento al
estudio de fenómenos sociales, una de las principales críticas que ha
recibido es que toma muchos conceptos ampliamente estudiados por
la Psicología Social sin entregar mucho de vuelta (Lieberman, 2005);
sin embargo, la Neurociencia Social no sólo ha permitido identificar
el substrato neuroanatómico de los procesos de cognición social, sino
que ha permitido establecer la distinción entre procesos enfocados
en estados internos o externos como un elemento que cruza todas
las operaciones de cognición social (Lieberman, 2007).
Finalmente, una de las mayores virtudes de este nuevo campo
de trabajo es que atrae a científicos desde diferentes áreas, como las
Ciencias Cognitivas, Computación, Biología, Matemáticas, entre
otras. Cada una de estas disciplinas provee sus únicas visiones para
dar paso a aproximaciones multinivel de fenómenos intrínsecamente
multifactoriales y que encuentran su expresión desde el nivel celular
hasta el social.

1.4. Contribuciones específicas

El conjunto de trabajos que se presentan en este libro tuvieron su


origen en las First International Conferences on Multilevel Approaches
and Social Neuroscience organizadas por el Laboratorio de Neuro-

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Ciencias Cognitivas de la Escuela de Psicología de la Universidad
Diego Portales en noviembre del 2008. Estas conferencias contaron
con el patrocinio de prestigiosas universidades y centros de estudio
tales como el Social Neuroscience Laboratory of New York University,
el Social Cognitive Neuroscience Laboratory of University of Chicago,
el INECO (Instituto de Neurociencias Cognitivas, Argentina), la
Fundación Favaloro (Argentina), la Unidad de Neurología Cognitiva
y Demencias del Hospital Salvador (Chile), la Universidad de Chile,
el CREAR (Centro de Estudios de la argumentación y el razona-
miento de la Universidad Diego Portales), y la Sociedad Chilena
de Neurociencias (Chile). El presente cuerpo de trabajos constituye
un selecto grupo de conferencias en torno a la temática propuesta.
Los mismos cuentan con la particularidad de abordar diversos
temas que presentan enfoques diferentes. Sin embargo, todos ellos
realizan un aporte desde una mirada que implica la comprensión de
fenómenos sociales desde múltiples niveles de análisis, dando lugar
así a la publicación de este primer libro escrito en español sobre
Neurociencia Social y aproximaciones multinivel.
La secuencia de la presentación de los capítulos parte con los
aportes desde la Neurociencia Social, a partir de estudios empíricos,
luego desde la perspectiva de la Psicoterapia, y finalmente desde la
Psicología Social y la Lingüística. A continuación se presenta una
sinopsis de cada uno de ellos. Este libro está dividido en dos partes.
La primera (que incluye este capítulo) refiere a temas de Neuro-
ciencia Social a nivel internacional. La segunda parte describe las
aproximaciones desde estudios realizados en Sudamérica.
El capítulo 2, del Dr. Jean Decety, presenta la idea de poder
aproximarse desde las Neurociencias al concepto utilizado por la
Psicología Social de “sensibilidad interpersonal” equiparándolo al
concepto de empatía. De esta manera el autor desarrolla el concepto
de empatía desde un modelo neurofuncional y se aproxima a la com-
prensión del mismo desde una dimensión cognitiva, social y luego
neurocientífica. Posteriormente presenta estudios de Neuroimagen
donde se evalúa la empatía en relación a la percepción de dolor en
otros, tanto en sujetos sanos como en participantes adolescentes con

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trastorno disocial de la conducta (esta patología presenta déficit en
la capacidad de empatía). Finalmente se realiza una breve discusión
en torno a la relevancia del estudio de la temática propuesta desde
estos diferentes niveles de análisis.
El texto del Dr. David Amodio (capítulo 3), pionero en la
investigación en Neurociencia Social, plantea la problemática de la
discriminación de las minorías raciales presente en Estados Unidos.
De este modo el autor aborda la pregunta de cómo se regula el com-
portamiento endogrupal, partiendo por comprender cuáles son los
mecanismos neurales involucrados en este proceso. De este modo
busca generar una discusión, dar luces respecto a cómo abordar
fenómenos propios del estudio tradicional de la Psicología Social
desde una aproximación multinivel que permite la integración de
los hallazgos de las Neurociencias abriendo así un espectro más
amplio en la comprensión de estos fenómenos. Asimismo plantea
la posibilidad de que estos nuevos conocimientos den pautas más
claras para comprender y reducir las conductas de prejuicio racial.
La segunda parte del libro, centrada en estudios realizados en
Sudamérica, comienza con el capítulo 4 del Laboratorio de Neu-
rociencias Cognitivas de la Universidad Diego Portales, acerca de
diversas líneas de investigación desarrolladas en el laboratorio. Los
autores del capítulo desarrollan, en primer lugar, una introducción
a la Electrofisiología y a las diferentes técnicas de estudio utilizadas
en el estudio de las Neurociencias Sociales, dando así lugar a la
descripción de los estudios que se están llevando a cabo en el mismo
laboratorio. Entre los fenómenos que se abordan se encuentran la
empatía, el uso de claves contextuales, los sesgos étnicos y actitudes
desde y hacia minorías indígenas (mapuches), el interjuego de regula-
ción socio-emocional a nivel de sistema nervioso periférico y central,
las diferencias de género y la toma de decisiones, entre otros.
En la contribución del Dr. Facundo Manes, Ezequiel Gleich-
gerrcht y Teresa Torralva (capítulo 5) se aborda empíricamente la
relación entre Cognición Social y toma de decisiones en humanos.
Situados en el supuesto de que existe una relación entre la corteza

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orbitofrontal en humanos y la toma de decisiones, los autores
estudian a un grupo de pacientes con demencia fronto-temporal
precoz y los evalúan con tareas de laboratorio en las funciones de la
Teoría de la Mente y la toma de decisiones. El capítulo aborda de
manera ordenada lo que se entiende por estas funciones, las pato-
logías neuropsiquiátricas en las que se pueden encontrar déficit en
estas funciones y finalmente se discute la relación entre estos dos
sistemas cognitivos.
El capítulo 6, la Dra. Diana Rivera propone hacer una pre-
sentación del estado actual respecto a los aportes realizados desde
las Neurociencias a la Psicoterapia, ya que existe una necesidad en
las últimas dos décadas de conocer los parámetros que regulan la
efectividad de la Psicoterapia. De este modo, el enfoque de la autora
consiste en revisar estudios realizados desde la Terapia Focalizada en
las Emociones, y relacionarla con los aportes desde las Neurociencias,
promoviendo así la co-construcción teórica-empírica orientada a
intervenir desde el conocimiento del sustrato neuronal asociado a
un desorden emocional, para así poder modificarlo. La propuesta es
sumamente interesante ya que intenta enlazar un abordaje mucho
más clínico con los conocimientos neurocientíficos.
En el capítulo 7, la Dra. Mª Isabel Toledo y Pedro Pablo Castro
Farías nos presentan una mirada multinivel de analizar el bullying o
intimidación, como un fenómeno social vigente en las escuelas chi-
lenas, que tiene gran impacto actualmente. Si bien es un fenómeno
que ha sido muy estudiado, la propuesta de los autores es revisar la
multiplicidad de variables y niveles de descripción diferentes (a nivel
psicológico, familiar, escolar y social) que hacen que este fenómeno
se esté desarrollando en la realidad social chilena. Así, se realiza un
desglose de los diferentes niveles involucrados, que abarca los niveles
individual/psicológico, del niño intimidado y del intimidador, un
nivel familiar, de la sala de clases, la escuela y finalmente situaciones
históricas nacionales que facilitan que el fenómeno del bullying se
sostenga en el tiempo.

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Para finalizar, en el último capítulo, desde una propuesta dife-
rente, el Dr. Cristián Santibáñez, lingüista del Centro de Estudios
de Argumentación y el Razonamiento de la Universidad Diego
Portales, genera una discusión en torno al vínculo entre el proceso
de desarrollo de inferencias, la actividad argumentativa y el uso del
esquema-imagen a partir de la expresividad metafórica, todo ello
desde una mirada de análisis multinivel. El autor presenta en su
ensayo la idea de que el subproceso “esquema-imagen” es utilizado
en el razonamiento práctico para orientar estratégicamente la co-
ordinación de base de la cognición social.
De este modo las temáticas desarrolladas en los capítulos
que van desde el dos al seis tienen la particularidad de presentar
investigaciones realizadas en Neurociencia Social por los mismos
autores, enriqueciendo la mirada porque se presenta el uso de dife-
rentes técnicas de Neurociencias. Así, los resultados de las mismas
nos permiten descubrir los alcances que tiene esta perspectiva en
investigación, ya que brinda la posibilidad de combinar técnicas y
enfoques psicológicos, sociales y neurocientíficos. Por otro lado, los
últimos tres capítulos son propuestas de un abordaje mayormente
teórico, que nos invita a reflexionar respecto a la necesidad de mi-
rar a los fenómenos sociales desde diversos niveles de análisis y la
necesidad del enfoque multidisciplinario (y neurocientífico en el
caso del artículo de la Dra. Rivera).
Esperamos que el lector disfrute de la diversidad de perspectivas
y disciplinas involucradas en la Neurociencia Social y las aproxima-
ciones multinivel, tanto en el contexto internacional, como en el
ámbito de la emergente investigación sudamericana. Los autores de
este capítulo, en su carácter de editores, desean agradecer el aporte
de cada autor, en especial por el interés y la dedicación demostra-
da, que ha hecho posible la publicación de este, el primer libro en
español sobre Neurociencia Social y aproximaciones multinivel.
Esperamos que este sea el primer paso de una futura consolidación
de esta increíblemente diversa y ambiciosa área de investigación.

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Nota biográfica de los autores

Agustín Ibáñez

Agustín Ibáñez se doctoró en Psicología por la Pontificia Universidad


Católica de Chile, se especializó en Electrofisiología en el Max Planck
Institute for Brain Research (Alemania) y realizó estudios postdoctorales de
Neurociencia en el Centro de Neurociencias de Cuba y en la Universität
Heiderlberg de Alemania. Ha publicado más de una docena de artículos
internacionales en Neurociencias y Ciencias Cognitivas. Es autor del
libro Dinámica de la Cognición (Editorial J.C. Sáez Editor) y coautor de
los libros Nuevos enfoques de la Cognición y Moving Beyond Cognitivism:
Social Minds in Action. Actualmente es Postdoctoral Research Fellow del
departamento de Psiquiatría de la Universität de Heiderlberg (Alema-
nia); investigador del Instituto INECO y el CONICET (Argentina);
investigador afiliado del Center for Social and Cognitive Neuroscience, The
University of Chicago e investigador asociado del Laboratorio de Neuro-
ciencias Cognitivas de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego
Portales (Chile; http://neuro.udp.cl/). Este centro ha sido creado por el Dr.
Ibáñez para el desarrollo de investigación en Neurociencias Cognitivas,
estudiando claves contextuales, coordinación de lenguaje e información
no-lingüística, toma de decisiones e integración de valencia semántica,
procesamiento de expresiones faciales y claves sociales, focalizándose en
las Ciencias Cognitivas y la Neuropsiquiatría.

María Josefina Escobar

Mª Josefina Escobar es psicóloga de la Universidad Católica de Cuyo,


Argentina. Obtuvo su grado de Magíster en Psicología, Mención Psico-
logía Clínica Infanto-Juvenil por la Universidad de Chile. Actualmente
es estudiante del Doctorado Internacional en Psicoterapia, programa
conjunto de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad de
Chile y Universität de Heiderlberg, Alemania. Coordinadora de investi-
gación del Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la Universidad
diego Portales, Chile y miembro del equipo de investigación del Proyecto
Estudio transcultural de endofenotipos neurocognitivos múltiples en esqui-
zofrénicos y familiares de primer grado (Cuba-Chile) del Laboratorio de
Neurociencias Cognitivas de la Universidad Diego Portales. Se especializó
en la aplicación del sistema SCAN (Schedules for Clinical Assessment in

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Neuropsychiatry) certificada por la OMS, el Centro de Neurociencias de
Cuba y la Universidad de Cantabria.

Rodrigo Riveros Miranda

Psicólogo de la Universidad de Chile y Master en Investigación en Neu-


ropsicología y Rehabilitación en la Universidad de Birmingham (UK).
Investigador joven, sus áreas de interés son el estudio de alteraciones neu-
rocognitivas en familias con esquizofrenia múltiplex, procesos inhibitorios
en pacientes con TEC y la evaluación neuropsicológica de las demencias
y la depresión de inicio tardío. Actualmente, trabaja como investigador
en el Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la Universidad Diego
Portales, Facultad de Psicología de la Universidad Mayor y en la Unidad
de Neurología Cognitiva y Demencias del Hospital El Salvador.

Joaquín Barutta

Médico recibido en el Instituto Universitario del Hospital Italiano de


Buenos Aires (Argentina), se encuentra actualmente desarrollando su
doctorado en Epistemología e Historia de la Ciencia en la Universidad
Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) en Argentina. Es investigador en
el Laboratorio de Epistemología e Historia de la Medicina del Instituto
Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires y docente de Ciencias
Humanas de dicha institución. Es también docente de Neuroanatomía
y Neurofisiología de la Universidad Católica de Santiago del Estero. Ha
realizado trabajos de investigación básica en el Instituto de Biología y
Medicina Experimental (IBYME – CONICET), desempeñándose como
becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), y actualmente es también investigador colaborador del
Laboratorio de Neurociencias Cognitivas del Instituto de Neurología
Cognitiva (INECO) de Argentina.

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capítulo II

SENSIBILIDAD INTERPERSONAL:
LA CONTRIBUCIÓN DE LA NEUROCIENCIA COGNITIVA

Jean Decety

Departamentos de Psicología y Psiquiatría,


Centro de Neurociencia Cognitiva y Social,
Universidad de Chicago

5848 S. University Avenue


Chicago, Illinois 60637

E-mail: decety@uchicago.edu

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SENSIBILIDAD INTERPERSONAL

Resumen

Los seres humanos son intrínsecamente sociales. Nuestra super-


vivencia depende críticamente de la interacción social con otros.
La mayoría de nuestras acciones están dirigidas, o se producen en
repuesta, a otros. La “sensibilidad interpersonal” es la habilidad de
percibir y responder conforme con los estados internos (cognitivo,
afectivo, motivacional) de otros, entender los antecedentes de
esos estados y predecir los eventos subsecuentes que resultarán de
ellos (Decety & Batson, 2008). Más aún, las personas poseen una
sensibilidad innata por medio de la cual se relacionan con otras
personas. En este capítulo se discutirán los aspectos de la interac-
ción social desde el punto de vista de la Neurociencia. Pero para
lograr una sólida investigación empírica en Neurociencia Social,
primero debemos realizar una sólida Neurociencia Cognitiva.
Entonces, si queremos realizar una investigación seria, debemos
combinar dos disciplinas: Psicología Social y Neurociencia, que
se hallan muy distantes. Estas disciplinas no utilizan los mismos
conceptos, utilizan lenguajes diferentes y tienen diferentes posicio-
nes sobre la especificidad de dominio, los diseños experimentales,
etc. Es, entonces, bastante desafiante articularlas, pero de esto se
trata la Neurociencia Social: articular diferentes niveles de análisis
para lograr un mejor y más completo entendimiento de la mente
humana en interacción con el mundo social.
Palabras claves: Sensibilidad Interpersonal – Empatía – fMRI.

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Abstract

Human beings are intrinsecally social beings. Our survival critically


depends on social interactions with others. Most of our actions are
addressed to, or produced in response to, others. “Interpersonal Sensi-
vity” is the ability of perceiveing and responding in accordance with
other’s internal states (cognitive, emotional, motivational states),
understanding the preceding states and predicting the subsequent
resulting events (Decety & Batson, 2008). Moreover, persons possess
an innate sensibility through which they interact one another. In this
chapter, the aspects of social interactions are discussed from the neu-
roscience perspective. However, in order to achieve a solid empirical
research in social neuroscience, we must carry out a solid cognitive
neuroscience. Then, if we want to carry out a serious research, we
must combine two disciplines: social psychology and neuroscience,
which are separated. These disciplines do not use the same concepts,
they do utilise different languages and have different oppinions about
the domain specificity, experimental desings, etc. It is, therefore, quite
challenging to articulate them, but this is social neuroscience about:
to articulate different levels of analysis in order to obtain a better and
more comprehensive understanding of human mind in interactions
with the social world.
Key words: Interpersonal Sensitivity – Empathy – fMRI.

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2.1. Un abordaje multidisciplinario

Un aspecto importante de la interacción social, que da cuenta de


la intersubjetividad, es lo que llamamos “sensibilidad interperso-
nal”. Podríamos pensar en el concepto de empatía, que es similar.
Y dada la complejidad del concepto de empatía, uno debe tener
en cuenta diferentes niveles de análisis, incluyendo:

– La dimensión cultural (por ejemplo, los filósofos escoceses del


siglo XVIII, los filósofos alemanes del siglo XIX y, más reciente-
mente, la Fenomenología).
– La dimensión social (la similitud entre miembros, procesos in-
ternos/externos del grupo).
– La dimensión psicológica (arquitectura cognitiva, desarrollo del
niño y psicopatología).
– La dimensión neurobiológica (arquitectura neural, neuroquímica
y hormonas).
– La dimensión genética (construcción del sistema nervioso).

Para nosotros será más interesante echar un vistazo a los es-


tudios sobre empatía realizados en la dimensión social, utilizando
el abundante conocimiento acopiado por la Psicología Social. Por
ejemplo, ¿poseen las personas mayor empatía por individuos de su
propio grupo (el “grupo adentro”)? Esto es importante porque nada
tiene sentido excepto a la luz de la evolución. De hecho, nuestros
ancestros han evolucionado en grupos pequeños. Lo que trae segu-
ridad. Luego, el mundo social se volvió más y más complejo, y el
lenguaje, la cultura y la comunicación masiva actuales, nos condu-
jeron (a algunos de nosotros, al menos) a extender la denominación
del “grupo adentro” y denominar, por ejemplo, a América Latina
como un “grupo adentro”. Y quizás debamos denominar a todos los

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seres humanos como un “grupo adentro”. Esta es la única manera
de vivir pacíficamente.
En Neurociencia Social queremos explorar cuáles circuitos
cerebrales están involucrados en la interacción social. Podemos tam-
bién obtener información preciada estudiando qué tipos de lesiones
cerebrales se asocian con déficit en la empatía. Utilizando técnicas
electroencefalográficas, tales como los Potenciales de Respuesta
Evocados (del inglés, ERPs), podemos observar el curso temporal
del proceso de la empatía. Podemos también investigar cómo se
desarrolla la empatía en los niños mediante medidas de Resonancia
Magnética Funcional (del inglés, fMRI), dado que ya están en con-
tacto con otras personas y, por lo tanto, desarrollan empatía.
Es también muy interesante e instructivo observar personas
que no poseen empatía. Hay muchas condiciones psiquiátricas en
que los individuos poseen un déficit en la empatía, como en los
desórdenes borderline de la personalidad, los desórdenes narcisistas
de la personalidad, la psicopatía, los desórdenes del espectro autista,
etc. Todos estos individuos tienen una carencia de empatía pero por
diferentes razones (Decety & Moriguchi, 2007). Esto demuestra
que la empatía es un constructo psicológico complejo, y no un
único módulo.
Si estudiamos la empatía en la dimensión neurobiológica,
encontramos algo muy interesante: las hormonas. Hay hormonas
vinculadas a la empatía, y que están asociadas a la sensibilidad
interpersonal, como la oxitocina y la vasopresina. Sue Carter, neu-
robióloga de la Universidad de Illinois en Chicago, es líder en el
estudio del impacto de la oxitocina y la vasopresina en la interacción
social. También podemos estudiar la empatía desde la dimensión
genética.
Sin embargo, no podemos saltar del primer nivel (dimensión
cultural) al último (dimensión genética) sin atravesar todos los otros
niveles de análisis. Debemos articular cada nivel con el otro. Y de-
bemos tener cuidado con el modo en que lo hacemos. No podemos
vincular, por ejemplo, la empatía con un gen sin relacionarlo con

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todos los otros niveles de estudio. La sensibilidad intersubjetiva es
un sistema muy complejo que es producto de millones de años de
evolución del cerebro mamífero.
A continuación presentaremos un modelo en desarrollo sobre
los procesos involucrados en la empatía. En Neurociencia, como
en cualquier otra disciplina científica, es esencial tener un modelo
porque no queremos obtener información sin un medio coherente
para darle sentido, hacer predicciones e interpretarla. El primer
componente del modelo se basa en la habilidad innata que posee-
mos para imitar las conductas de otros. Esta imitación depende
del acoplamiento automático “percepción – acción” (sistema de
neuronas espejo) y ocurre subconscientemente. Es el primer paso
a través del cual los bebés desarrollan la capacidad para compartir
emociones. La regulación de las emociones es también muy impor-
tante en la empatía. Trabajos en psicología del desarrollo indican
que los individuos que no son buenos para regular sus emociones
(especialmente emociones negativas) tienen problemas para la em-
patía y la simpatía por otros.

2.2. La empatía en la Psicología

La empatía ha sido sujeto de estudio en muchas áreas diferentes


de la investigación y la práctica. En primer lugar, psicólogos de la
personalidad (Allport) se hacen una pregunta primordial : ¿Hay
una disposición estable (rasgo de personalidad) que puede asociarse
con la empatía? ¿Poseemos diferencias individuales en la empatía?
Para responder a este tipo de preguntas muchos estudiosos utiliza-
ron medidas de informes autoadministrados. La empatía también
se ha estudiado en investigación en Psicoterapia y su práctica
(Kohut, Rogers). Aquí la pregunta es : ¿Es crucial la empatía para
la relación terapéutica? ¿Cómo podemos desarrollar esta aptitud
cuando nos encontramos en relación con un paciente? Por ejemplo,
estamos desarrollando un estudio en Japón con médicos oncólo-
gos que deben informar a sus pacientes alguna noticia dramática.

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Quisiéramos saber cuáles son los mejores doctores, aquellos que
poseen más empatía y simpatía por sus pacientes con cáncer. En
el campo de la psicología del desarrollo (Eisenberg), la pregunta
es: ¿Cómo y cuándo se desarrolla la empatía? En Psicología Social
(Bastón, Ickes) analizan las situaciones y motivaciones que condu-
cen a conductas prosociales, la relación entre empatía y altruismo.
Los psicólogos de la personalidad generalmente postulan que
los rasgos de personalidad son mejores para predecir actitudes,
como por ejemplo, quién será una persona altruista. Sin embargo,
para los psicólogos sociales lo que importa es la situación. Para
nosotros, neurocientíficos cognitivos, ambos modelos opuestos
son correctos y deben ser combinados. Por ejemplo, un estudio
de fMRI que estamos realizando en la Universidad de Chicago
tiene que ver con niños con desórdenes agresivos de la conducta
y tendencias psicopáticas. Son niños extremadamente agresivos y
violentos; también padecen de “desorden por déficit de atención
e hiperactividad”. Es un extenso proyecto que involucra genética,
dopamina, serotonina, fMRI, conducta, etc. Si miramos a estos
niños como psicólogos sociales, podemos decir que se volvieron
violentos y agresivos porque crecieron en la pobreza extrema, no
tienen recursos y fueron abusados mental y físicamente. Eso es
cierto, y a veces es la única causa de su comportamiento, pero no
todos los que han vivido en estas situaciones difíciles se vuelven
violentos y agresivos o sociópatas. Las situaciones sociales tienen
un impacto en estos niños, pero hay otros factores biológicos que
contribuyen a la conducta agresiva. Debemos combinar estos
niveles (social, económico y biológico) para entender y predecir
mejor, con la esperanza de intervenir lo más temprano posible en
individuos que manifiestan conductas antisociales.

2.3. ¿A qué nos referimos con “empatía”?

Definiré la empatía como una especie de proceso de inducción


a través del cual las emociones, tanto positivas como negativas,
se comparten. Implica al menos una distinción mínima entre el

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propio self y los otros. Es importante notar que esta definición es
neutral en lo que respecta al resultado motivacional de la expe-
riencia de la empatía. La gente puede utilizar la empatía para ser
agradable y dar apoyo a los otros o para torturar a otras personas.
La empatía es un proceso adaptativo, que ha evolucionado dentro
de grupos pequeños. La gente no quiere ser agradable con todo el
mundo, no con sus enemigos, por ejemplo.
La empatía puede conducir a un estado mental diferente de-
nominado “distrés personal”, que es una especie de estado aversivo
(ansiedad, preocupación, molestia) que no debe ser necesariamente
congruente con el estado del otro y que conduce a una reacción
egoísta, orientada hacia uno mismo. Es decir, la gente quiere escapar
de situaciones negativas y distresantes. Otro aspecto importante
relacionado con la empatía es que este mecanismo para compartir a
través de la inducción puede llevar a la “simpatía”. La simpatía (inte-
rés o preocupación empática) involucra sentimientos de compasión,
preocupación y bondad, que están asociados con otra motivación
orientada en dirección del altruismo.

2.4. Un modelo neurofuncional de la Empatía

La empatía se basa en un número de componentes que interactúan


unos con otros, pero que pueden ser disociados (Decety, 2007;
Decety & Meyer, 2008) (figura 1). Un componente primario es el
mecanismo de acoplamiento “percepción – acción”, que permite
compartir automáticamente los estados emocionales de otros. Este
mecanismo crea lo que llamamos “representaciones compartidas”,
que son activaciones en el observador de representaciones motoras
y respuestas autonómicas y somáticas asociadas, que resultan de
la observación del target. Así es como se desarrolla la empatía,
porque este mecanismo es innato y está listo para funcionar justo
después del nacimiento. Este mecanismo de imitación es esencial
para la supervivencia.

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Figura 1. Modelo de empatía en base a los hallazgos de la Neurociencia. Descripción de la reso-


nancia sensoriomotora y procesos top down/bottom up implicados en los procesos empáticos.

Para hablar sobre empatía madura y preocupación empática,


uno necesita de algo mucho más complejo que el mecanismo de
acoplamiento “percepción – acción”. La empatía involucra la regu-
lación de la emoción y la conciencia del propio self y del otro. Estos
componentes dependen de la corteza prefrontal y sus conexiones
recíprocas con el sistema límbico. Entender (y no sólo compartir)
las emociones de los otros en relación con uno mismo, y responder
a ellas, se relaciona con la metacognición o teoría de la mente. Tiene
que ver con las cosas que son intencionales, reflexivas y concientes.
Este más alto nivel posee una regulación top down (de arriba abajo),
del procesamiento de la información, sobre el mecanismo automáti-
co para compartir. En sentido inverso, este mecanismo automático
provee información para procesar.
Pero esto todavía no es suficiente. A este modelo debemos
agregar también que la empatía es modulada por la historia indivi-
dual de las personas, las disposiciones personales, la motivación y

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también las situaciones. Si queremos tener el panorama completo de
la sensibilidad interpersonal, consideramos todos estos mecanismos,
pero también debemos prestar atención a los aspectos sociales y a
las situaciones.
El mecanismo de la “percepción – acción” postula que cuan-
do la gente atiende a los estados conductuales de los otros, las
representaciones neurales del sujeto para situaciones similares son
activadas automática e inconcientemente. Esta idea es similar a la
que William McDougall escribió en 1908 en su introducción a la
Psicología Social : “Observar las emociones en otros tiende a pro-
ducir las mismas emociones en un observador, porque para cada
una de las representaciones primarias, hay un mecanismo perceptivo
específico (automático y estructurado) diseñado para recibir claves
afectivas particulares de otros y traducir esas claves en respuestas a
emociones compartidas”.
Por ejemplo, cuando los individuos ven a alguien sonriendo
ellos tienden a sonreir. Cuando ven a alguien disgustado, tienden
a estar disgustados. Esa es una respuesta de imitación motora. Las
personas aprehenden las emociones de otros como resultados de un
feedback aferente generado por una imitación motora elemental de
las conductas expresivas de los otros.
La imitación toma 20 milisegundos en aparecer (Cacioppo).
Es una respuesta muy rápida (menos de 200 mseg), automática y no
aprendida. De acuerdo con el descubrimiento de neuronas espejo
en las cortezas promotora y parietal posterior del mono (Rizzolatti
y sus colegas), que disparan tanto cuando el animal realiza una ac-
ción como cuando ve a otro realizar la misma acción, es posible que
exista un mecanismo neural semejante en el cerebro humano. Un
número creciente de experimentos de neuroimágenes demuestran
que un conjunto de regiones distribuidas en las cortezas promotora
y parietal es activado durante la percepción de las acciones de otros
y la propia producción (circuitos neurales compartidos).

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2.5. Percibiendo el dolor de otros

2.5.a. El dolor como herramienta para el estudio de la empatía

En nuestro laboratorio, en los últimos cinco años, hemos utilizado


la percepción del dolor de otros como herramienta para estudiar la
empatía. ¿Por qué? Porque el dolor tiene muchos valores adaptati-
vos. Ayuda a las personas a distinguir entre situaciones inofensivas
y dañinas, y esto no es cognitivo. La gente no le enseña a un bebé
lo que es doloroso y lo que no lo es, el bebé lo aprenderá por si
sólo. Es también importante porque puede ayudar a la gente a
escapar de situaciones peligrosas. Si la gente no tuviera un sistema
nociceptivo, no sobreviviríamos. El dolor es ubicuo a través de
los individuos y las culturas. Existe también la naturaleza social
del dolor. ¿Por qué la gente expresa dolor? Es una expresión que
provee de una señal crucial, que puede motivar conductas de ayu-
da en otros. Tiene que ver siempre con la evolución. Un hombre
prehistórico no lloraría, porque si hubiera un depredador cercano
a él, lo atacaría. Entonces, hoy en día expresamos dolor porque
buscamos ayuda, buscamos que alguien nos cuide.
Es interesante para nosotros utilizar el dolor como una herra-
mienta para investigar los mecanismos neurológicos subyacentes a la
empatía porque ya sabemos bastante sobre su fisiología, dada la gran
cantidad de estudios realizados por neurólogos y neurofisiólogos.
Sabemos bastante sobre este complejo sistema de redes.
Cuando las personas ven a otros sintiendo dolor, están pre-
dispuestas para experimentar el distrés de los otros como aversivo y
aprender a evitar las acciones asociados con este distrés. Por ejemplo,
si la gente ve a un bebé llorar, tratan de reconfortar al bebé. No les
gusta ver al bebe llorar. Pero miles de años atrás, cuando un bebé
lloraba demasiado fuerte, se lo abandonaba para morir, porque algo
estaba mal y era anormal en ese bebé. Entonces, otra vez es algo
que tiene que ver con la evolución, porque si la gente hiciera eso
hoy iría a la cárcel.

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Habitualmente queremos ayudar cuando vemos a alguien
sufriendo. Eso no es específico de los humanos, tenemos un ejem-
plo de un estudio realizado en ratas, muchos años atrás (Church,
1959). Aquel estudio mostró que las ratas que habían aprendido a
presionar una palanca para obtener comida dejarían de hacerlo si
su respuesta se apareaba con la aplicación de un electroshock a una
rata vecina visible.

2.5.b. Redes neuronales asociadas al procesamiento empático del


dolor

En nuestro laboratorio realizamos algunos estudios en dolor y


empatía en colaboración con el psicólogo social D. Bastón, quien
realizó numerosos estudios en su área que demostraron cómo
se siente la gente cuando se les solicita que piensen o imaginen
cómo se siente otra persona en una situación dolorosa; y cómo
se sentirían ellos en la misma situación (self/otro). Este estudio
demostró que imaginar a otro en una situación dolorosa, conduce
a la preocupación empática, y que imaginarse a si mismos en esa
situación, conduce a distrés personal. El distrés personal se asocia
con la motivación egoísta centrada en el self. La preocupación
empática o simpatía es una emoción para el otro.
Nos propusimos evaluar si en el scanner podríamos observar
diferentes redes neurales trabajando para esas dos situaciones dife-
rentes de toma de perspectiva, asociadas al procesamiento del dolor.
Los participante observaron, dentro del scanner, fotos de partes
del cuerpo (manos y pies) sufriendo o no sufriendo (Jackson et al.,
2006). Luego de observar cada estímulo, se les preguntó cómo se
sentirían si estuvieran en una situación semejante de sufrimiento o de
no sufrimiento, o cómo se sentiría otra persona en esas situaciones.
Disponían de una escala visual análoga que podían mover dentro
del scanner para manifestar cuánto dolor pensaban que había. Lo
que encontramos fue que cuando contrastábamos las situaciones
de dolor y no dolor, había una activación muy clara de la red que

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nosotros llamamos “matriz del dolor”, que incluye la corteza cingular
anterior, la ínsula, la corteza somatosensorial, el tálamo y la sustancia
gris periacueductal. Este circuito neural está involucrado en el proce-
samiento de la información nociceptiva (Price, 2000). No hubo un
incremento significativo de la señal en la corteza visual. El contraste
entre imaginarse a uno o imaginar a otros sintiendo dolor condujo
a distrés personal (que puede asociarse al deseo de escapar de esa
situación), en el primer caso, y a una activación mas completa de la
matriz del dolor, incluyendo la corteza somatosensorial, la zona de
la corteza posterior al surco central que contiene una organización
somatotópica del cuerpo. Encontramos una activación clara de la
matriz del dolor para el self, y menor para el otro.
Los resultados de ese estudio también demostraron que el
lenguaje es una herramienta muy poderosa para regular la emoción,
porque cuando instruimos a alguien para que tome la perspectiva
de alguien más, cambios sutiles en las palabras alteran los resultados
de la emoción empática, específicamente al afectar la mezcla de pre-
ocupación empática y el ditrés personal. Cuando los sujetos vieron
imágenes y videos de personas sufriendo, esto gatilló un modelo
de resonancia automática somática sensorial en ellos (self), pero la
empatía es un poco más compleja que eso.

2.5.c. La empatía del dolor en la interacción social y el desorden de


conducta

A continuación realizamos otro estudio con un propósito más


complejo, teniendo en cuenta que cuando los sujetos experimen-
tales observaron un dedo con dolor, por ejemplo, eso no fue una
interacción social (Decety et al., 2008). Realizamos un estudio
con niños de entre 7 y 11 años. Dentro del scanner se les presentó
cuatro condiciones dinámicas: películas cortas. Cuando los niños
observaban una situación dolorosa, activaban la matriz del dolor
(ínsula, corteza cingular anterior, área motora suplementaria,
corteza somatosensorial, sustancia gris periacueductal y corteza

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prefrontal medial). Hubo una intensa activación de la corteza
paracingular (CPC), la unión temporoparietal (UTP), que está
involucrada en la comprensión de los estados mentales de un agente
en una interacción social, y de la corteza orbitofrontal (COF),
debido al monitoreo de los resultados que se relacionan con las
recompensas y los castigos.
Luego del scanning realizamos un informe con los niños.
Todos ellos estaban preocupados y preguntaron el motivo que
podría explicar el comportamiento de la gente que provocó estas
situaciones dolorosas. Ellos preguntaban: ¿Por qué lastimarían a
alguien? Esto muestra que los niños son sensibles al razonamiento
moral y la justicia.
Recientemente realizamos el mismo estudio en un grupo de
adolescentes con desorden agresivo de la conducta. El desorden
de la conducta (DC) es un desorden mental serio de la niñez y la
adolescencia que se caracteriza por un patrón duradero de violación
de reglas y leyes. Los síntomas del DC incluyen la agresión física,
mentiras manipuladoras, robo, sexo forzado, intimidaciones, fuga de
los hogares durante la noche y destrucción de la propiedad. El DC
es un problema importante de salud pública porque estos jóvenes
no sólo inflingen daño severo físico y psicológico a otros, sino que
se encuentran además en un riesgo muy incrementado de encarcela-
ción, lesión, depresión, abuso de sustancia y muerte por homicidio
o suicidio (Loeber et al., 1998). Más aún, el DC es importante
porque es el mayor precursor infantil del desorden de personalidad
antisocial en la adultez (Lahey, Loeber, Burke & Applegate, 2005).
Podemos hipotetizar dos razones diferentes (y opuestas) para explicar
por qué esos jóvenes son agresivos y violentos : que no comparten las
emociones de otros, especialmente las emociones negativas (ceguera
emocional); o que tienen dificultades en regular sus emociones en
general y el alerta negativo en particular. Una razón adicional para
esta conducta anormal sería que son muy sensibles a las emociones
negativas, pero no pueden regularlas, entonces tienden a atacar y
ser violentos.

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En el scanner, los adolescentes observaron dos situaciones
diferentes : dolor versus no dolor. Más aún, estas situaciones podían
representar dolor provocado por uno mismo por accidente o dolor
inflingido intencionalmente por otro individuo. En el grupo control
(adolescentes saludables de la misma edad), observamos, como en
el caso de los niños, la activación de la matriz del dolor cuando
observaron las situaciones dolorosas. En los adolescentes con DC
agresiva también observamos la activación de la matriz del dolor,
pero en este grupo la amígdala y el estriado ventral se activaron
intensamente especialmente cuando se les presentaron situaciones
dolorosas causadas intencionalmente por otros. Sabemos que la
amígdala cumple un rol en el afecto positivo y negativo y su acopla-
miento con el estriado permite un efecto de alerta generalizado de la
recompensa. Es entonces posible que los jóvenes con DC agresiva se
pusieran felices y alertas al observar el dolor de otros, y que activaran
su sistema dopaminérgico. Es interesante que sus escalas de ítems de
temeridad (exposición a riesgos) e ítems de sadismo correlacionaron
con la respuesta de la amígdala.

2.6. Conclusiones

El interés por entender los mecanismos cognitivos, sociales y


biológicos que subyacen a la sensibilidad interpersonal, se debe
a muchas razones. Si estudiamos la empatía, la preocupación
empática y el distrés personal, ello arrojará luz sobre algunos
aspectos importantes de lo que nos convierte en humanos, cómo
evolucionamos, por qué se puede ser un buen psiquiatra, un buen
psicólogo, un buen padre, un buen maestro, etc.
La empatía y la sensibilidad interpersonal son también inte-
resantes porque muchos desórdenes psiquiátricos se relacionan con
déficit en la empatía.

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Otro aspecto interesante es que existe también un costo cuando
se es demasiado empático. Las emociones estresantes insumen mu-
chos recursos psicológicos a escalas mucho mayores que las basales
y no pueden mantenerse sanamente por un período de tiempo
prolongado. Si eres muy sensible hacia los demás puedes tener fati-
ga de compasión, distrés personal, ansiedad y burnout profesional.
Las personas deben ser capaces de regular sus emociones negativas,
porque si no lo logran no servirán de ayuda para asistir a nadie. La
sensibilidad interpersonal necesita ser regulada.

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Referencias

Church, R. M., (1959), “Emotional reactions of rats to the pain of others”, en Journal
of Comparative and Physiological Psychology, 52, 132-34.
Decety, J., (2007), “A social cognitive neuroscience model of human empathy”, en
E. Harmon-Jones and P. Winkielman (Eds.), Social Neuroscience: Integrating
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York: Guilford Publications.
Decety, J., & Moriguchi, Y., (2007), “The empathic brain and its dysfunction in
psychiatric populations: implications for intervention across different clinical
conditions”, en BioPsychoSocial Medicine, 1, 22-65.
Decety, J., & Batson, C. D., (2007), “Social neuroscience approaches to interpersonal
sensitivity”, en Social Neuroscience, 2(3-4), 151-157.
Decety, J., & Meyer, M., (2008), “From emotion resonance to empathic unders-
tanding: A social developmental neuroscience account”, en Development and
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MRI investigation of empathy and intentionality in children”, en Neuropsychologia,
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Decety, J., Michalska, K.J., Akitsuki, Y., & Lahey, B., (2008), “Atypical empathic
responses in adolescents with aggressive conduct disorder: a functional MRI
investigation”, en Biological Psychology, Epub ahead of print.
Jackson, P. L., Brunet, E., Meltzoff, A. N., & Decety, J., (2006), “Empathy examined
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feel pain: An event-related fMRI study”, en Neuropsychologia, 44, 752-61.
Lahey, B. B., Loeber, R., Burke, J. D., & Applegate, B., (2005), “Predicting future
antisocial personality disorder in males from a clinical assessment in childhood”,
en Journal of Consulting and Clinical Psychology, 73, 389-399.
Loeber, R., Farrington, D. P., Stouthamer-Loeber, M., & Van Kammen, W. B., (1998),
Antisocial behavior and mental health problems: Explanatory factors in childhood and
adolescence, Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates.
Price, D. D., (2000), “Psychological and neural mechanisms of the affective dimension
of pain”, en Science, 288, 1769-1772.

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Nota biográfica del autor

El Dr. Jean Decety es profesor en la University of Chicago and the College


desde 2006. Previamente fue director de investigación en el INSERM (Na-
tional Medical Research Institute) en Lyon, Francia. Profesor en la University
of Washington, Seattle y director (head) del Social Cognitive Neuroscience
Laboratory (2001-2004). Además, es miembro del Comité Ejecutivo del
Center for Cognitive and Social Neuroscience y miembro del The Center
for Integrative Neuroscience and Neuroengineering. Es editor de la revista
Social Neuroscience y colabora con la junta editorial de Neuropsychologia y
también con el Scientific World Journal en dominios de nivel superior de la
función cerebral. El Dr. Decety es codirector del centro de Investigación
de Imagen Cerebral (BRIC) en el University of Chicago Medical Center. Sus
áreas de investigación son : Neurociencia Social Afectiva, Psicopatología,
Neuroanatomía y Neurofisiología Humana, Functional brain imaging
(PET, fMRI, DTI, ERPs, MEG), Neuropsicología, Psicología Cognitiva
y Neurociencia Social.

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capítulo III

La regulación del si mismo en el mundo social :


Factores sociales y mecanismos neurales

David M. Amodio

Department of Psychology, New York University

New York University


6 Washington Place
New York, NY 10003

E-mail David M. Amodio : david.amodio@nyu.edu

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LA REGULACIÓN DEL SÍ MISMO

Resumen

La Neurociencia Social integra teorías y métodos de la Psicología


Social y de la Neurociencia con el fin de responder preguntas
acerca de la conducta social en múltiples niveles de análisis. Este
enfoque multinivel ha sido particularmente útil en el dominio de
las relaciones intergrupales y el sesgo social implícito, dado que
esta área de investigación entrega un marco de trabajo para inte-
grar mecanismos neurocognitivos básicos con procesos grupales
y sociales de más alto nivel. Aquí, entrego una breve descripción
de mi enfoque de investigación en Neurociencia Social, y luego
describo algunos estudios que han usado este abordaje para exa-
minar tanto el sesgo racial implícito y sus efectos en la conducta,
como la regulación de la conducta intergrupal. Finalmente, sugiero
cómo un enfoque multinivel podría indicar algunos refinamientos
a concepciones teóricas en sesgo implícito.
Palabras claves : Neurociencia Social – Enfoque multinivel – In-
tergrupal – Sesgo implícito – NRE.

Abstract
Social neuroscience integrates theories and methods of social psychology
and neuroscience in order to answer questions about social behaviour
at multiple level of analysis. This multilevel approach has been par-
ticularly useful in the domain of intergroup relations and control of
racial bias, since this area of research provides a framework for inte-
grating basic neurocognitive mechanisms to higher level, group and

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societal processes. In here, I provide a brief description of my research
approach in social neuroscience, and then describe some studies which
have used this approach for examining implicit racial bias and their
effect on behaviour, as well as and self regulation of intergroup be-
haviour. Finally, I suggest how a multilevel approach might indicate
some refinements to theoretical conceptions of implicit bias.
Key words : Social Neuroscience – Multilevel approach – Intergroup
– Implicit bias – ERN.

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3.1. Introducción

Comenzaré este capítulo estableciendo cuál será mi enfoque de


investigación. En investigación intento usar múltiples niveles de
análisis. Estudio Psicología Social, lo que significa que me ocupo
de la conducta humana, acerca de cómo las personas interactúan
unas con otras. Estoy aún más interesado en cómo las personas
regulan su conducta. A veces las personas no quieren expresar todo
lo que están pensando, entonces ellos necesitan contenerse y con-
trolarse. Yo examino estos procesos en el contexto de las relaciones
intergrupales. En Estados Unidos, existe una mayoría de personas
caucásicas y una minoría afroamericana. Existen estereotipos acerca
de la gente afroamericana en Estados Unidos. Cuando una persona
caucásica interactúa con una persona afroamericana, a menudo
ellos no quieren expresar esos estereotipos, entonces deben regular
sus conductas (Devine, 1989). Debido a esto, mi pregunta es:
¿Cómo la conducta intergrupal es regulada? Para comprender
este proceso, pienso que es importante examinar el cerebro para
intentar ganar una comprensión de los mecanismos neurales sub-
yacentes. Yo soy un psicólogo social que usa la Neurociencia para
ver cómo las cosas están conectadas. Estudio este proceso en el
contexto intergrupal porque es un ámbito muy rico para estudiar
esta pregunta. Uds. pueden ver las motivaciones de las personas,
actitudes, factores sociales y también pueden examinar cosas más
básicas, como sistemas perceptuales en el cerebro y procesos cogni-
tivos y emocionales. La importancia acerca de hacer Neurociencia
Social y tomar un enfoque multinivel es usar cualquier método
con el que tú te puedas dirigir a tu pregunta central.

3.2. Visión general de los estudios presentados aquí

Me voy a enfocar en el control cognitivo: ¿Cuáles son los meca-


nismos de control y cómo operan en situaciones de la vida real?
En el primer estudio que expondré aquí se utilizaron potenciales
evocados relacionados a eventos (ERPs), así que podemos observar

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el proceso a través del cual el control es activado, en primer lugar.
Por ejemplo, cuando las personas están teniendo una conversación,
están constantemente regulándose a sí mismas. El control ocurre
automáticamente, y esto es lo que queremos comprender.
En el siguiente estudio, usé Resonancia Magnética Funcional
(fMRI) para intentar mirar más allá y ver cómo diferentes partes
del córtex frontal están involucradas implementando una respuesta
controlada. Finalmente, examinaremos los procesos de control en
situaciones de la vida real. Las situaciones intergrupales son inte-
resantes pues las personas a menudo sienten ansiedad, y en este
contexto, veremos cómo la ansiedad afecta a los mecanismos de
control.

3.3. Teorías de control no deliberativo

Cuando comencé esta investigación como un estudiante graduado


de Psicología Social, estaba interesado en el control en diferentes
teorías. En aquel período, había muchas teorías acerca de cómo
funciona el control en Psicología Social, pero estaban enfocadas en
las maneras deliberadas y conscientes del controlar. De acuerdo con
estos modelos, las personas tienen que saber conscientemente que
algo está equivocado, estimar conscientemente cuánto tienen que
ajustar sus conductas, y deliberadamente ponerlo en acción (e.g.,
Wilson & Brekke, 1994). El problema es que, en las interacciones
de la vida real, las personas no van a través de estos pasos. Por lo
que estos modelos no pueden explicar las conductas espontáneas
de la vida diaria. Como ejemplo de un tipo rápido de respuesta
regulada que las personas pueden hacer, consideren la “Tarea del
Tirador” (Correll, Judd, Park, & Wittenbrink, 2002). En esta tarea,
cuando las personas ven a un hombre caucásico o afroamericano
empuñando un arma, ellos deberían dispararle. Si el hombre está
empuñando algo que no es un arma –como un teléfono móvil o
una lata de bebida– ellos no les deben disparar. Básicamente es
así cómo la tarea funciona. Sin embargo, en USA, hay un fuerte
estereotipo de que las personas afroamericanas son más peligrosas

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(Devine & Elliot, 1995). En línea con estos estereotipos, la ma-
yoría de las personas que participaron en la investigación tendían
a disparar a personas afroamericanas sin armas durante la tarea.
Como las respuestas deben ser hechas muy rápidamente, dentro de
los 500 milisegundos, los sujetos no pueden comenzar un control
deliberativo. Mi intención era comprender este tipo de control
desplegado rápidamente.
Para intentar comprender esta rápida forma de control, co-
mencé a mirar la literatura en Neurociencia Cognitiva, dado que
las teorías de control de la Psicología Social en aquel período no
podían explicar este fenómeno. Estaba particularmente atraído por
la Teoría del Monitoreo de Conflicto en la literatura de Neurociencia
Cognitiva (Botvinivk, Braver, Bargh, Carter & Cohen, 2001). El
primer componente funciona para detectar cuándo una tendencia de
respuesta difiere de las intenciones de uno. Se detecta que algo está
equivocado, que la conducta está desalineada con las metas. Muchas
investigaciones sugieren que hay un tipo de proceso o función en
que el monitoreo de conflicto está siempre encendido. Éste opera
de manera inconsciente y atiende a las tendencias conductuales en
curso (Berns, Cohen, Mintun, 1997; Neiuwenhuis, Ridderinkhof,
Blom, Band & Kok, 2001). El proceso de monitoreo de conflicto
ha sido asociado a nivel cerebral con la corteza cingulada anterior
(CCA), especialmente en su región dorsal (figura 1, Panel A). Este
es el primer componente del control.
Una vez que la CCA detecta que se necesita control, otras partes
del cerebro comienzan a involucrarse. La corteza prefrontal (CPF) es
importante para implementar la respuesta pretendida o inhibir una
respuesta no prevista (figura 1, Panel B). El primer componente de
control envuelto en monitoreo de conflicto parecía reflejar el gati-
llamiento de control más espontáneo en que estaba interesado con
respecto a la regulación de interacciones intergrupales. El segundo
componente parecía reflejar la forma de control más deliberado en
que previas teorías de Psicología Social se habían enfocado. Por lo
tanto, la literatura en Neurociencia sugería una forma de control que
era nueva para la Psicología Social, y debido a esto quise aplicar esta

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teoría de Neurociencia a mis preguntas de Psicología Social acerca
de la regulación de la conducta intergrupal.

Figura 1. El área prefrontal del cerebro. Panel A: Vista medial del cerebro mostrando la corteza
cingulada anterior (CCA) y la porción medial del córtex prefrontal (CPFm). Panel B: Vista
lateral del cerebro mostrando la porción lateral del córtex prefrontal (lateral PFC).

3.3.a. Estudio 1

En el primer estudio que conduje en esta línea de trabajo examiné


el rol del CCA en el control del sesgo social. La primera pregunta
fue: ¿El control del sesgo racial involucra mecanismos no delibe-
rados? Si es así, esto podría sugerir una nueva manera de mirar
el control en la conducta social. Para el primer estudio, recluté
34 participantes, todos ellos estudiantes caucásicos con bajas ac-
titudes prejuiciosas. Los participantes completaron la “Tarea de
Identificación de las Armas” (Payne, 2001) en privado, mientras
que la electroencefalografía (EEG) se llevaba a cabo durante la
realización de la tarea. La “Tarea de la Identificación de las Ar-
mas” es conceptualmente similar a la “Tarea del Tirador”, pero
tiene un mayor control experimental. Dos muestras diferentes
de ensayos son mostrados en la figura 2. Primero, una máscara

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aparece como punto de fijación en el medio de la pantalla. Enton-
ces, un estímulo inicial o prime, el cual es la cara de un hombre
afroamericano o caucásico, aparece durante 200 milisegundos. A
los participantes se les dijo que no prestaran atención a estas caras,
pero que atendieran al objetivo, el cual es un revólver o una llave
inglesa. La tarea consiste en presionar un botón para identificar
si es un arma o una herramienta. Las respuestas deben ser hechas
muy rápidamente, dentro de 500 milisegundos. De esta manera,
una respuesta controlada, no puede ser atribuida a una reflexión
deliberada y consciente. Un aspecto importante de esta tarea se
refiere a la asociación entre estereotipos hacia personas afroame-
ricanas y armas o violencia. Por ello, los que importaron fueron
los ensayos que incluían caras afroamericanas y luego, un arma o
herramienta. Debido a los estereotipos hacia personas afroame-
ricanas, los participantes deberían ser más rápidos para presionar
el botón “arma” siguiendo el prime de una cara afroamericana.
Aún más importante, cuando una cara afroamericana es seguida
por la imagen de una herramienta, los participantes deben anular
automáticamente la tendencia para presionar “arma” con el fin
de responder con “herramienta”. Este tipo de respuestas requiere
control.

Figura 2. Payne Paradigm. Representación esquemática de la tarea de identificación del arma,


adaptada de Payne (2001), ilustrando el curso del tiempo de los eventos (Panel A) y estímulos
(Panel B).

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Nuestros resultados mostraron que cuando los participantes
vieron una cara caucásica como prime, esto no tenía efecto en cuán
rápido los participantes categorizaban armas y herramientas. Pero
cuando una cara afroamericana era usada como prime, ellos eran
más rápidos para identificar armas y más lentos para identificar
herramientas, demostrando un fuerte efecto del estereotipo racial
(figura 3, Panel A). Asimismo, una mirada a las tasas de error mostró
que cuando una cara afroamericana era el prime, los participantes
cometían más errores cuando era necesario identificar herramien-
tas (figura 3, Panel B), cometiendo errores el 30-35% de las veces,
indicando una mayor necesidad de control en este tipo de ensayos.
Este patrón significa que la tarea fue buena en crear la necesidad de
control sobre estereotipos raciales.

Figura 3. Latencia de respuesta. Respuestas correctas (Panel A) y tasa de errores (Panel B) para
armas versus herramientas en la tarea de identificación del arma, como una función de la cara
del estímulo inicial.

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Luego, examinamos la actividad cerebral de los participantes
mientras ellos completaban la tarea. Recolectamos la actividad eléc-
trica de electrodos ubicados en el cuero cabelludo, y calculamos los
ERPs que correspondían a las respuestas correctas e incorrectas en
cada uno de los diferentes tipos de ensayos. En particular, mirando a
la onda específica de ERP llamada “negatividad relacionada a error”
(ERN) (Gehring, Goss, Coles, Meyer & Donchin, 1993). La onda
ERN está relacionada con la actividad en el CCA, la cual, cómo
se mencionó antes, es importante para detectar cuándo el control
sobre una respuesta es necesario. Esta medida cerebral “en línea”
del procesamiento de monitoreo de conflicto nos permitió probar
la hipótesis de que el monitoreo de conflicto estaba involucrado en
el control del estereotipo en la respuesta. De hecho, encontramos
que cuando las personas realizaban respuestas que requerían control,
sobre los ensayos “afroamericanos/herramientas”, ellos mostraban
amplitudes de ERN más grandes (incluso cuando ellos cometían una
respuesta errónea en última instancia), (figura 4). En comparación,
las amplitudes de ERN fueron más pequeñas para las respuestas
que no requerían el control de estereotipos, tal como en los ensayos
“afroamericanos/armas”. Asimismo, no hubo diferencias en ampli-
tudes en ERN para los ensayos que involucraban caras caucásicas
y armas o herramientas.
El análisis de ERN se enfocó en ensayos donde las personas
cometieron un error. Hicimos otro análisis para observar la activi-
dad del CCA que ocurría previo a una respuesta correcta. La acti-
vidad de la onda de negatividad relacionada a respuestas correctas
mostró que el mayor control se alcanzaba a los 300 ms antes que
la respuesta fuese ejecutada en los ensayos “afroamericanos/herra-
mientas” en comparación con los ensayos “afroamericanos/armas”
o los ensayos con caras caucásicas. Esta respuesta de ERP reveló un
aumento en la actividad en monitoreo de conflicto que llevó a un
control exitoso.

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Figura 4. ERPs. Ondas de potenciales evocados relacionados a eventos según respuesta para
ensayos correctos e incorrectos en herramientas (Panel A) y armas (Panel B) en función de la
raza de la cara. La negatividad relacionada a error (ERN) más grande elicitada en los ensayos
“afroamericanos/herramienta” refleja el aumento de la actividad del sistema de monitoreo
de conflicto cuando una tendencia a la estereotipación automática entra en conflicto con las
intenciones de los participantes de correctamente categorizar el objetivo con herramienta. El
cero indica el tiempo de respuesta.

Lo último que hicimos en este estudio fue analizar la conduc-


ta de los participantes en la tarea sometiéndolos a una técnica de
modelamiento matemático llamado “procedimiento de proceso de
disociación” (Jacoby, 1991; Payne, 2001). Esto permitió extraer
patrones de conducta que calzaban con modelos de conducta más
controlados o con conductas de estereotipos más automáticas.
Lo que encontré fue que amplitudes de ERN más fuertes en los
ensayos “afroamericanos/herramientas”, esto es, un monitoreo de
conflicto más fuerte, eran altamente predictivas de una conducta
más controlada de la tarea. La figura 5 (Panel A) muestra la relación
entre la amplitud ERN y los patrones de respuesta controladas. Por
el contrario, no hubo relación entre amplitudes ERN y patrones de
respuestas automáticos (figura 5, Panel B). Fue una buena manera
de validar que el efecto que había encontrado en ERP se remitía
al control de la respuesta conductual. En resumen, fue importante
en este estudio identificar este proceso de monitoreo de conflicto
en el contexto de control de estereotipo, y mostrar que el control
podría pasar muy temprano en el procesamiento con poca, si es
que algo, de deliberación. Esto fue para mí, y para la Psicología

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Social, una buena demostración de control no consciente. Además,
este estudio, el cual se reportó en Amodio et al. (2004), demostró
el rol del monitoreo de conflicto en la regulación de respuestas en
Psicología Social.

Figura 5. Correlaciones del ERN. Correlaciones respecto la estimación de control en el proceso


de disociación (Panel A) y patrones de respuesta automática (Panel B).

3.3.b. Estudio 2

Cuando sea que un nuevo mecanismo psicológico es descubierto,


es probable que hayan diferencias individuales en cómo opera este
mecanismo. Así, los resultados de este primer estudio sugirieron
que con el monitoreo del conflicto algunas personas eran proba-
blemente más sensibles al conflicto que otras. Este descubrimiento
sería especialmente útil si pudiese ayudar a arrojar luz sobre pre-
guntas existentes en Psicología Social, tales como por qué algunas
personas son mejores regulando sus expresiones de prejuicio en
comparación con otras.
La investigación en prejuicio y estereotipo muestra que la
mayoría de los caucásicos americanos piensa que ser prejuicioso
está mal, y así, están motivados a controlar sus expresiones de este-
reotipos. Sin embargo, a pesar de mostrarse en contra del prejuicio,

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algunas personas, aún muestran una tendencia a mostrar un sesgo
en sus conductas. Esto es, ellos tienen problemas controlando su
conducta cuando están en situaciones intergrupales, y se les escapan
los estereotipos. La pregunta es : ¿Por qué igualitarios autodeclarados
tienen problemas respondiendo sin sesgo?, ¿es debido a este proceso
de monitoreo de conflicto? Mi hipótesis es que las personas que
tienen creencias igualitarias, pero tienden a mostrar evidencia de
sesgo racial, lo hacen porque ellos tienen problemas con el proceso
de monitoreo de conflicto.
Para examinar mi hipótesis acerca de las diferencias individuales
en el control de sesgo recluté a 45 participantes caucásicos concor-
dando con 3 perfiles diferentes, determinados por sus respuestas
en las Escalas de Motivaciones Internas y Externas para Responder
Sin Prejuicio de Plant y Devine (1998). El primer grupo –buenos
reguladores– reportó que tenían bajas actitudes de prejuicio en un
cuestionario que recolectamos antes que el estudio se realizara, y de
trabajos anteriores que habíamos realizado. Sabíamos que ellos eran
buenos regulando su conducta (Amodio, Harmon-Jones & Devine,
2003; Devine, Plant, Amodio, Harmon-Jones & Vance, 2002). El
segundo grupo –pobres reguladores– reportaron tener igualmente
un bajo nivel de actitudes de prejuicio, pero nosotros sabíamos por
nuestros trabajos anteriores, que ellos no eran buenos regulando su
conducta. Esto es, a pesar de su bajo nivel de actitudes prejuiciosas,
participantes con este perfil tendían a mostrar un sesgo racial hacia
personas afroamericanas más grande en sus respuestas conductuales
y fisiológicas (Amodio et al., 2003; Devine et al., 2002). Al tercer
grupo –no reguladores– no les importaba el control en absoluto;
ellos reportaron que tenían actitudes relativamente negativas hacia
personas afroamericanas, y esto quedo reflejado en estudios con-
ductuales y fisiológicos previos. Los 3 grupos completaron la “Tarea
del Tirador” mientras EEG fue registrado.
La figura 6 presenta la conducta para los 3 grupos. Esta figura
muestra las estimaciones del proceso de disociación para auto-
maticidad y control. Los resultados para respuestas automáticas
revelaron que todos los grupos mostraron evidencia de estereotipos

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automáticos para ensayos con caras caucásicas y afroamericanas. Los
ensayos con caras caucásicas son expuestas en Panel A. La segunda
figura (Panel B) muestra las diferencias grupales en las respuestas
controladas. Primero, el tercer grupo –no reguladores– tenían el
nivel más bajo de control conductual, el cual es consistente con
sus autoreportes de ser relativamente altos en prejuicio. De los 2
grupos reportando bajo nivel de actitudes prejuiciosas, los buenos
reguladores mostraron un grado significativamente más alto de
control sobre las respuestas, para ensayos que involucraban tanto
caras afroamericanas, como caucásicas. Esto es, cuando participaba
el control durante esta tarea, llevaba a los participantes a ser más
cuidadoso en todos los tipos de ensayos. El grado de control fue
significativamente más bajo para los reguladores pobres.

Figura 6. Procesos automáticos y controlados. Estimación del proceso de disociación automático


y de control en la tarea de identificación de arma en función de los grupos reguladores.

Luego examinamos las repuestas ERP para probar la principal


hipótesis que estos grupos diferirían en su proceso de monitoreo de
conflicto durante la tarea. Encontramos que los buenos reguladores
mostraron mayor actividad ERN respondiendo a ensayos “afroame-
ricanos/herramientas” –los cuales requieren control– que respon-
diendo a ensayos “afroamericanos/armas”, los cuales no requieren
control. Esto sugiere que para los buenos reguladores los procesos
controlados eran gatillados rápidamente cuando la clave de que el
control era necesario aparecía. El cerebro de los pobres reguladores

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no respondió a estos ensayos de la misma manera. Para ellos, las
amplitudes ERN fueron similares en ensayos que requieren control
y en aquellos que no lo requieren, incluso cuando ellos pensaban
que estaba mal responder con prejuicio. Esto apoyó la principal
hipótesis. Finalmente, los no reguladores no intentaron control,
basado en sus reportadas actitudes prejuiciosas, y esto fue evidente
en la amplitud de sus ERP.
Como último análisis, queríamos probar la hipótesis que el
conflicto de monitoreo, medido como la onda ERN, era el meca-
nismo a través del cual buenos y pobres reguladores diferían en su
conducta. Para hacer esto, probamos un modelo de mediación en
el cual la pertenencia a uno de estos dos grupos era el predictor. Las
amplitudes para los ensayos “afroamericanos/herramientas” eran el
mediador y la medida de los procesos de disociación del control
era el resultado. Primero, comparé los dos grupos, los buenos y
los pobres reguladores, y encontré que la membresía grupal era un
predictor significativo de las amplitudes ERN así como del control
conductual. Cuando ingresé las amplitudes de ERP en este modelo
como el mediador, la membrecía grupal dejó de ser un predictor
directo de control. Esto indicó que, como fue hipotetizado, las
diferencias en los procesos de monitoreo de conflicto explicaban la
diferencia entre estos dos grupos con participantes de bajo nivel de
prejuicio. Entonces, fuimos capaces de aplicar nuestro trabajo a los
componentes de control del monitoreo de conflicto para dirigirnos
a una antigua pregunta acerca de las diferencias individuales en la
expresión de estereotipos y prejuicio. Este trabajo fue reportado en
Amodio, Devine & Harmon-Jones (2008).

3.3.c. Estudio 3

Al comienzo de este capítulo, dije que yo me ocupaba de la regula-


ción social de la conducta. Sin embargo, la “Tarea de Identificación
del Arma” no es muy social, debido a que las personas estaban
básicamente sentadas a solas en una cabina presionando botones,

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y no interactuando con otros. Si se quiere realmente estudiar la
regulación de las respuestas sociales, es importante verlas en el
contexto de las relaciones interpersonales. Por ejemplo, podría
haber diferencias en la manera en que las personas regulan sus
respuestas hacia una persona con la que ellos podrían ser amigos,
y respuestas relacionadas a la impresión general o juicio de rasgos
acerca de una persona. Estas dos situaciones describen tipos de
respuestas sociales personales e impersonales.
Cuando se consideran los mecanismos de regulación, investi-
gaciones previas sugieren que el CCA es importante para detectar
cuándo el control es necesitado en primer lugar. Una vez que se
detecta la necesidad de control, otras partes del cerebro se involucran
en implementar este control. El CPF es importante aquí. Algunas
de las investigaciones previas que usaron fMRI han sugerido que
una región de la CPF derecha está involucrada en el control del
prejuicio. Estos estudios han demostrado, por ejemplo, que esta área
se vuelve más activa cuando participantes americanos simplemente
veían fotos de caras afroamericanas o caucásicas (Cunningham et
al., 2004; Lieberman et al., 2005). Pero estos estudios no podrían
decirnos qué estaban controlando exactamente los participantes,
porque no había respuesta conductual o meta social involucrada en
la tarea que fue usada. Entonces, no está claro si la activación estaba
relacionada al control en lo absoluto. Por esta razón, quise usar una
tarea que involucrara más claramente el control.
La parte derecha del CPF parecía ser importante para una for-
ma general de control, específicamente involucrando la inhibición
de una respuesta (Aron, Robbins & Poldrack, 2004). Sin embargo,
cuando las personas piensan en otras personas y planean conductas
involucrando a otros, una parte diferente del cerebro, el córtex
prefrontal medial (CPFm), parece ser muy importante (Amodio &
Frith, 2006) (ver también el capítulo 5). Las personas no piensan
en otras personas sin razón. Ellos piensan en otras personas porque
esperan, en algún nivel, interactuar con ellos. Y así, predije que el
CPFm estaría involucrado en la regulación de respuestas relacionadas
con una futura interacción. Por lo tanto, independientemente de si

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una respuesta es social o no, el CCA estaría involucrado tan pronto
como las personas supiesen que ellos necesitarán algo de control.
Entonces, el CPFm sería importante específicamente para regular
respuestas socialmente relevantes.
Para probar esta hipótesis, conduje un estudio en fMRI con 16
participantes caucásicos. Ellos completaron una tarea que representó
nuestro primer intento en un procedimiento para llevar a los par-
ticipantes a regular sus respuestas hacia personas afroamericanas o
caucásicas relacionando juicios personales versus impersonales. Esto
es, los participantes regularon sus conductas de modo que ellos no
mostrarían prejuicio.
La tarea principal involucró una historia encubierta muy
elaborada. Les dijimos a los participantes que estábamos midiendo
la habilidad de las personas para inferir información acerca de una
persona sobre una foto : si la persona en la foto es alguien de quien
ellos serían amigos –un juicio personal– o si la persona en la foto
es alguien con quien ellos disfrutarían ciertos tipos de actividades y
pasatiempos –un juicio impersonal–. A los participantes se les dijo
que ellos verían caras de personas y que deberían juzgarlas basados
en estos diferentes tipos de criterios : esto es, amistad o pasatiempo.
También se les dijo a los participantes que los examinadores serían
capaces de saber si ellos estaban en lo correcto o incorrecto en sus
respuestas, porque ellos recogían información de las personas en las
fotos acerca de las cualidades que ellos prefieren en un amigo y los
tipos de actividades que ellos disfrutan. De esta manera, ellos serían
capaces de comparar las respuestas de los participantes con datos
reales. Luego, los participantes tenían que completar medidas de
sus propias preferencias de amistades y actividades.
La tarea incluyó bloques con diferentes tipos de juicios. El
primer tipo consistía en que el participante tenía que ver dos caras
y juzgar cuál de las personas era más probable que pudiese ser su
amigo. Este tipo de juicio era de tipo general. Pero en el juicio de las
actividades, tuvimos que usar algunas artimañas, porque queríamos
ver los juicios relacionados a los estereotipos africanos americanos.

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Así, “atlético” es un estereotipo muy fuerte para gente afroamericana
en USA, y queríamos que los participantes juzgaran las caras según
cuál estaba más involucrada en actividades atléticas. Como parte de
la historia encubierta, se les pidió a los participantes elegir al azar
de un set de actividades y pasatiempos para determinar la categoría
en la cual ellos juzgarían las caras. Para hacer esto, los participantes
eligieron una tira de papel de una jarra. Les dijimos a los partici-
pantes que cada pieza de papel listaba una actividad diferente. Pero
en realidad, todos los papeles tenían la palabra “atlético” escrita. De
esta manera, los participantes podrían estar preocupados de juzgar
a una persona afroamericana de una manera estereotípica, lo que
los habría llevado a regular sus respuestas.
Para cada tipo de juicio, “amigo” o “atlético”, los participantes
eligieron entre un par de caras presentadas cerca una de la otra en
la pantalla de video (el cual ellos veían a través de un espejo). En
algunos ensayos, la raza de la cara era la misma –ellos elegían entre
dos caras caucásicas o dos caras afroamericanas–. Para los ensayos de
la misma raza, no era posible mostrar prejuicio, así como tampoco
había razón para regular la respuesta. En otros ensayos, la raza era
diferente y los participantes tenían que elegir entre la persona afro-
americana o caucásica que era más atlética o con más probabilidades
para ser su amigo. En estos ensayos de diferente raza, los participantes
podrían necesitar regular su propia respuesta, de manera tal de que
no mostraran sesgo.
En estudios que usan fMRI, hay una tendencia a mirar qué
se enciende sin cuidadosamente considerar la tarea conductual.
Desafortunadamente es difícil saber qué significa la activación de
una área particular del cerebro. Es importante tener en mente que el
cerebro es la variable mecanismo, y la conducta es la variable resul-
tado, entonces pienso que deberíamos siempre mirar a la conducta
primero, y luego interpretar la actividad del cerebro en el contexto
de la conducta. Esta tarea no es la mejor para observar control, pero
era un paso en la dirección correcta en comparación con el trabajo
anterior. Por ejemplo, podíamos observar cuánto tomaba a las per-
sonas responder, e inferir que respuestas más largas reflejaban una

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mayor regulación. Encontrarnos que, de hecho, cuando las personas
juzgaban fotos de diferente raza, tendían a hacerlo más lentamente.
Esto indicaba que ellos estaban pensando acerca de algo o siendo
más cuidadosos, y por lo tanto regulando su respuesta. El grado
en el cual ellos se enlentecían en los ensayos con diferente cara en
comparación con los ensayos de la misma cara fue correlacionado
con el grado de autoreporte de prejuicio en 3 diferentes medidas
de actitudes prejuiciosas: Escala de Actitudes hacia los Negros
de Brigham (1993), Escala de Motivaciones Internas de Plant &
Devine’s (1998), y un Termómetro de Sentimientos Cálidos–Fríos
hacia Americanos Blancos–Negros.
Este patrón de resultados confirmó que los participantes es-
taban regulando sus respuestas a las caras, y que el despliegue de la
regulación estaba relacionado con sus actitudes raciales.
En nuestro análisis de actividad cerebral, comparamos la activi-
dad asociada con los ensayos de misma raza versus diferente raza.
Este contraste revelaría las activaciones asociadas con el proceso
general de regulación. El análisis reveló significativas activaciones
en la CCA y en PFC derecho –áreas que han sido asociadas en el
pasado con control–. Además, encontramos que el grado de control
relacionado con la actividad (esto es, contraste de diferente-raza
menos misma-raza) fue correlacionada con más lentos tiempos
de reacción en los ensayos de diferente-raza (versus misma raza).
Esto entregó importante evidencia para conectar estas activaciones
cerebrales al control. Quiero alentar a las personas a conectar más
a menudo la actividad cerebral a la conducta y a las diferencias
individuales, ya que esto ayuda mucho con la interpretación de
la actividad cerebral.
La siguiente pregunta era: ¿Dónde estaban las diferentes
regiones cerebrales involucradas en la regulación de juicios perso-
nales (“amigos”) versus impersonales (“atléticos”)? Para probar esto,
examinamos un contraste entre juicios “amistad/atlético” en los
ensayos de diferente raza. Encontramos que cuando la gente necesita
regular juicios personales, el CPFm estaba altamente activado, y no

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hubo efecto para CPF derecho (figura 7, Panel A). Por contraste,
cuando las personas necesitaban regular una respuesta impersonal
(contraste “atlético/amistad”), el CPF derecho estaba altamente ac-
tivado, pero no hubo efecto para el CPFm (figura 7, Panel B). Estos
resultados sugieren una doble disociación entre los roles del CPFm
y CPF derecho en la regulación de juicios sociales personales versus
impersonales. Más ampliamente, ellos mostraron que el CPFm es
importante para la regulación de respuestas sociales –una función
que no había sido previamente demostrada.

Figura 7. ERPs. Patrones de activación neural asociados con la regulación en los juicios amistad
versus actividad en pares de caras mezclados (afroamericanos versus caucásicos). Juicios de amis-
tad versus atléticos produjeron una mayor activación de la corteza prefrontal medial (CPFm)
(Panel A), pero no de la corteza prefrontal ventrolateral (CPFvl) (Panel B). En contraste, juicios
atléticos versus amistad no activaron la CPF m (Panel C), pero aumentaron la actividad en el
CPFvl (Panel D).

3.3.d. Estudio 4

El siguiente paso en esta línea de investigación era examinar


cómo operan estos mecanismos de control. Hasta ahora, los estudios
describieron personas realizando respuestas provocadas a miembros
de diferentes grupos sociales, pero ello no supone ninguna interac-
ción social. Cuando las personas tienen interacciones interraciales

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reales, nuevos asuntos aparecen, y la ansiedad intergrupal es un
aspecto importante de la interacción (Stephan & Stephan, 1985).
Las personas podrían estar preocupadas cuando estuvieran teniendo
una interacción interracial. Aunque ha habido mucha investigación
en ansiedad en interacciones raciales, ninguna ha examinado real-
mente el mecanismo a través del cual aquella ansiedad impacta al
control. ¿Cómo afecta la ansiedad a los mecanismos cerebrales de
control? Para responder a esta pregunta, es importante pensar acerca
del efecto del estrés en el cuerpo y el cerebro.
Yo defino la ansiedad como una compleja respuesta psicoló-
gica a un estresor. En Psicología Social, se ha abordado la ansiedad
como la experiencia subjetiva del estrés. Pero esta es sólo la punta
del iceberg. Hay procesos del sistema nervioso central ocupados
en la detección de amenazas y la activación del arousal, tal como
la amígdala. Estos interactúan como procesos neuroquímicos,
tal como la liberación de norepineferina (NE), la cual gatilla una
respuesta endocrina, arousal autonómico y cambio en la actividad
inmune. Todos estos elementos interactúan en el cuerpo, y muchos
de los cambios hormonales inmunes retroalimentan al cerebro, el
cual puede luego afectar los mecanismos neurales de control. Es
un proceso muy complejo. Trabajos previos en ansiedad habían
sólo observado la experiencia subjetiva de la ansiedad o aspectos
periféricos del estrés (Mendes et al., 2002), pero creo que una parte
importante de la historia involucra al cerebro. En la construcción
de un modelo de trabajo de cómo la ansiedad intergrupal afecta el
control, me enfoqué en el rol de la NE. Existen conexiones recípro-
cas entre el locus coeruleus y la CCA. A través de esas conexiones, la
NE puede modular mecanismos de control, que puede mejorar o
inhibir (Aston-Jones & Cohen, 2005).
¿Cómo la ansiedad afecta el control? ¿Por qué vemos peor con-
trol en la personas cuando ellas están ansiosas? Es completamente
independiente de la experiencia subjetiva de ansiedad. El problema
es que si se quiere estudiar estos mecanismos, no se puede medir la
NE en el cerebro cuando la gente está interactuando. Así, ¿cómo
podemos medir esta respuesta de la NE en el escenario de la inte-

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racción intergrupal? Mi estrategia era observar los productos de NE
centralmente liberada. Uno de los mayores blancos u objetivos de la
NE liberada por estrés en el cerebro es el hipotálamo, el cual gatilla
actividad junto con el mecanismo eje hipotalámico–pituitaria–adre-
nal (HPA). Un mayor producto de la actividad del eje HPA es la
liberación de la hormona cortisol en el flujo sanguíneo. Cambios en
el humor producidos por el cortisol pueden entonces ser detectados
en la saliva casi 20 minutos después de que se hayan producido. El
cortisol es necesario en el cuerpo de las personas para reaccionar a
un estresor. Éste las prepara para poder actuar. Si ellos no pueden
actuar, quizás se debe a que están en una situación donde ellos
están desamparados, entonces esos cambios serán desadaptativos.
Esto es, el aumento en la NE mejora la vigilancia de las personas
hacia cosas que no están relacionadas a acciones intencionales, lo
cual interfiere con el control efectivo. Cuando una persona está en
una situación en la que se siente en control y sabe exactamente qué
acciones son necesarias, entonces el aumento de NE relacionado
a vigilancia es una buena cosa, porque los enfoca en las acciones
necesarias y ayuda a implementarlas. Así, aunque no puedo medir
la NE directamente, yo puedo medir la reactividad del cortisol en
participantes durante una interacción interracial ansiosa como un
indicador de la actividad de la NE relacionada a estrés.
Para examinar estas ideas, evaluamos a 40 participantes caucási-
cos a quienes se les dijo que habían sido reclutados para un estudio en
“actitudes sociales”. Se les informó que iban a ser entrevistados acerca
de sus actitudes sociales. Después de hacer una evaluación basal de
ansiedad subjetiva, sentimientos de desamparo y una muestra de
saliva, a la mitad de los sujetos se les informó que ellos interactuarían
con un entrevistador caucásico, y la otra mitad fue informada que
ellos lo harían con entrevistador afroamericano. Inmediatamente
después de la entrevista, los participantes completaron una segunda
lista de emociones para medir su ansiedad subjetiva y sentimientos
de desamparo, y luego, como parte de la entrevista, completaron
la “Tarea de la Identificación del Arma”. Finalmente, la muestra de
saliva fue recogida aproximadamente 20 minutos desde el punto
medio de la entrevista, para que correspondiese con el momento

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en que el cortisol relacionado a estrés hubiese sido liberado en el
flujo sanguíneo.
Nuestros resultados mostraron que la interacción con el entre-
vistador afroamericano elicitó ansiedad, mientras que la interacción
con el entrevistados caucásico no lo hizo (figura 8). Los participantes
en la condición “entrevistador afroamericano” también reportaron
sensación de desamparo, mientras que aquellos en la condición
“entrevistador caucásico” no lo hicieron (figura 9). Luego, observa-
mos los cambios en el cortisol asociados con la interacción. Cuando
comenzamos este estudio, pensamos que íbamos a encontrar una
mayor reactividad del cortisol en la condición “entrevistador afro-
americano”, sin embargo, no encontramos una diferencia significati-
va. La ansiedad autoreportada no correlacionó con la reactividad en
el cortisol, tampoco. Sin embargo, hubo una alta variabilidad en el
grado de reactividad en el cortisol de las personas, así que la princi-
pal pregunta era si el grado de reactividad del cortisol predeciría el
grado de control en la “Tarea de Identificación del Arma”. Como
fue predicho, encontramos que, para las personas en la condición
“entrevistador afroamericano”, la reactividad del cortisol predijo
un peor desempeño en la “Tarea de Identificación del Arma”. En
particular, la reactividad en el cortisol fue asociada con más bajas
estimaciones de control, usando el procedimiento de disociación
de proceso (figura 10). Esta relación no fue encontrada en la con-
dición “entrevistador caucásico”. Sí es cierto que la reactividad en
el cortisol en la condición “entrevistador caucásico” predijo mejor
control, consistente con la idea de que en esta condición los parti-
cipantes no se sintieron desamparados y, por lo tanto, cambios en la
NE relacionados al estrés ayudaron al control. Además, la relación
entre la reactividad del cortisol y el control conductual en la “Tarea
de Identificación del Arma” no estaba relacionada con los reportes
subjetivos de ansiedad, lo cual sugirió que la ansiedad intergrupal
afecta el control a través de mecanismos que no involucran la ex-
periencia subjetiva. Los resultados de este estudio están reportados
en Amodio (2009).

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Figura 8. Medidas de ansiedad. Ansiedad autoreportada en línea base y durante la interacción
de los participantes en las condiciones entrevistador caucásico versus afroamericano. Los puntajes
de ansiedad variaron desde 1 (No en lo absoluto) a 7 (Muy alto).

Figura 9. Resultados de autoreportes. Autoreporte de sentimientos de desamparo en línea base


y durante la interacción de los participantes en las condiciones entrevistador afroamericano y
caucásico. Los puntajes de desamparo iban de 1 (No en lo absoluto) a 7 (Muy alto).

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Figura 10. Valores predichos para el cálculo del proceso de disociación de las respuestas de
control. La figura ilustra la interacción de la raza del entrevistador y del cambio en el cortisol
relacionado a la entrevista. Cambios en los valores de cortisol registrados en una desviación
estándar sobre y bajo la media. Estimados de control del proceso de disociación representa la
probabilidad de puntajes variando de 0 a 1.

3.4. Conclusiones

La conclusión global desde esta línea de investigación general en


control y autorregulación es que el éxito de la autorregulación
requiere de la coordinación de múltiples componentes de pro-
cesamiento controlado. Una razón para hacer esta investigación
es comprender cuándo funciona el control y cuándo no. Este
trabajo muestra que el control puede ser interrumpido en cual-
quiera de estos componentes. Más aún, diferencias individuales
están probablemente ligadas con cualquiera de estas etapas, y así
algunas personas podrían ser más expertas en algunos aspectos del
control pero peor en otros. Esto nos ayudaría a explicar mejor la
conducta.
La aproximación multinivel será de enorme ayuda para la
Psicología Social, en parte porque provee de conexiones con la Neu-

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rociencia. Si podemos conectar procesos psicológicos sociales con
procesos neurales, podemos abrir la puerta de acceso a una enorme
literatura de investigación en Neurociencia humana y animal para los
psicólogos sociales, con el fin de tener nuevas idea para comprender
y explicar la conducta social. En otras de mis principales líneas de
investigación, usé este abordaje para comprender cómo el sesgo
racial se forma y cómo puede ser cambiado. Esto es, si podemos
saber cómo diferentes formas de aprendizaje y memoria operan en el
cerebro, podemos concentrarnos en ellos más específicamente para
intentar reducir el prejuicio en los individuos y la sociedad.
Finalmente, la investigación básica en Neurociencias Cogniti-
vas ha sido muy importante para avanzar nuestra comprensión acerca
de lo que el cerebro hace. Pero la investigación en Neurociencia ha
puesto poca atención a funciones sociales hasta hace poco. Si estu-
diamos el córtex frontal, estamos, en un modo, estudiando la parte
social del cerebro –la parte del cerebro que está más evolucionada
en humanos y probablemente la más importante para la mayoría
de las más complejas operaciones hechas para coordinar nuestra
conducta con nuestra compleja red social–. De esta manera, la
Psicología Social tendrá mucho para contribuir a la Neurociencia
en los años venideros. El abordaje de investigación en multiniveles,
nos proveerá de los medios para avanzar en nuestra comprensión
de la mente y el cerebro.

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Referencias

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85

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Nota biográfica del autor

David Amodio es profesor asistente en Psicología en la Universidad de New


York y Director del Social Neuroscience Laboratory de dicha universidad.
El Dr. Amodio es consulting editor de revistas como : Social Cognitive and
Affective Neuroscience, Social Cognition, Social Neuroscience, además de
revisor ad hoc de numerosas revistas de Neurociencia. Sus investigaciones
examinan el rol de la cognición social y la emoción en la regulación del
comportamiento y los mecanismos neuronales subyacentes a esos procesos.
Muchos de esos trabajos en el contexto de fenómenos como el prejuicio y
los estereotipos. Sus áreas de interés se basan en la psicología de la motiva-
ción y de la salud, teniendo el foco de sus investigaciones en la regulación
del comportamiento y sus mecanismos. El trabajo del Dr. David Amodio
abarca las Socioneurociencias, utilizando EEG, event-related potentials
(ERPs), y fMRI en combinación con medidas de comportamiento y
autoreportes para el estudio de procesos sociales.

86

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PARTE II.
NEUROCIENCIA SOCIAL EN SUDAMéRICA

87

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capítulo IV

Neurociencia Social en Sudamérica :


La cognición sujeta a claves emocionales, sesgos
raciales, procesos empáticos, efectos
contextuales y toma de decisiones

Alejandro Lobos Infante 1, Esteban Hurtado 1, 7, René


San Martín 1, 5, Rodrigo Riveros 1, Natalia Trujillo 4,
María Josefina Escobar 1, 7, Michele Dufey 1, Ana Maria
Fernández 1, 6, Agustín Ibáñez 1, 2, 3

1. Laboratorio de Neurociencia, Universidad Diego Portales,


Santiago, Chile
2. Instituto de Neurología Cognitiva (INECO),
Buenos Aires, Argentina
3. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
(CONICET), Argentina
4. Grupo de Neurociencia, Universidad de Antioquia,
Medellín, Colombia
5. Universidad de Chile, Santiago de Chile, Chile
6. Universidad de Santiago de Chile, Chile
7. Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile

Facultad de Psicología
Vergara 275, Santiago de Chile, Chile

Email Dr. Agustín Ibáñez : aibanez@neurologiacognitiva.org

89

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90

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Neurociencia Social en Sudamérica

Resumen

Las Neurociencias Sociales permiten abordar un gran número de


fenómenos sociales desde la perspectiva de la Neurocognición. En
la actualidad el Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la Uni-
versidad Diego Portales brinda la posibilidad de estudiar algunos
de estos fenómenos en áreas muy dispares como empatía, claves
contextuales, emociones, diferencias de género y toma de decisiones,
entre otros. En este capitulo se presentan algunos experimentos
prototípicos, que ilustran cómo la emergente investigación en
Sudamérica del área de las Socioneurociencias presenta un potencial
importante para el desarrollo de enfoques basados en el pluralismo
explicativo/metodológico de la mente como un fenómeno simultá-
neamente biológico y social, y no únicamente cognitivo.
Palabras claves : Neurociencia Social – ERPs – N400 – LPP – LPC
– ERN – EPN – N170 – VPP – Tono Vagal – Lenguaje – Contexto
– Empatía – Diferencias de Género – Imaginería – Valencia Emo-
cional – Sesgos Raciales – Toma de decisiones – Psicofisiología.

Abstract

Social neuroscience enable us to begin to deal with a large number


of social phenomena from a neurocognitive perspective. Currently,
Cognitive Neuroscience Laboratory of Universidad Diego Portales
offers the possibility of studying some of these phenomena in very di-
fferents areas such as empathy, contextual cues, emotions, gender based
differences and desicion making, amongst others. In this chapter, some

91

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prototipical experiments are presented, they illustrate how the emerging
social neuroscience research in South America represents an important
potencial for developing of approaches of the mind based on theoretical/
methodological pluralism, and considering the mind as a simultaneously
biological and social, and not purely cognitive, phenomenon.
Key words : Social Neuroscience – ERPs – N400 – LPP – LPC – ERN
– EPN – N170 – VPP – Vagal Tone – Language – Context – Empathy
– Gender Based Differences – Imagery – Emotional Valence – Racial
Bias – Desicion Making – Psychophysiology.

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4.1. Introducción

Las Neurociencias Sociales constituyen una disciplina nueva e


innovadora en el campo de las Neurociencias que se ocupa de la
investigación de fenómenos sociales desde perspectivas neurofi-
siológicas, psicológicas y psiquiátricas. En términos generales, la
Neurociencia Social puede ser definida como una área de inves-
tigación relativamente nueva dedicada al estudio empírico de los
mecanismos neurales subyacentes a procesos de cognición social
(Blackmore, Winston & Frith, 2004; Véase el capítulo 1 para más
detalles al respecto).
Desde la perspectiva de las Neurociencias, el estudio de fenó-
menos sociales cobra nuevo interés ya que sería posible responder
bajo el esquema de la investigación neurocientífica a preguntas de
corte eminentemente cotidiano y masivo, como por ejemplo acerca
de fenómenos socioculturales.
El Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la Universidad
Diego Portales (ver sitio en http://neuro.udp.cl/) busca responder a
preguntas relevantes acerca de la relación entre cognición, neurofi-
siología y fenómenos sociales. Las investigaciones que realiza nuestro
laboratorio apuntan a responder a ellas mediante el uso de la técnica
de los Potenciales Evocados Relacionados a Eventos (ERPs1), además
del uso de registros de la actividad psicofisiológica relacionada a
emociones. Con estas técnicas, la idea central de las investigaciones
postula que la cognición no sólo está situada en el lenguaje, sino
también en los afectos, la intersubjetividad y la ecología desde un
enfoque multinivel empírico. El Laboratorio de Neurociencias
Cognitivas funciona desde comienzos del año 2007, y desde el 2009
logró ser acreditado como laboratorio afiliado al Center Cognitive
and Social Neuroscience de la Universidad de Chicago.
En las páginas siguientes el lector podrá conocer investiga-
ciones ya terminadas y otras en curso llevadas a cabo en nuestro

1
Por sus iniciales en inglés: event related potential.

93

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laboratorio, con el fin de tener un primer acercamiento a las Socio-
neurociencias en Sudamérica.
4.2. Neurociencia Social (o Socioneurociencias)

Con la aparición de técnicas de Neuroimagen Funcional, la Neu-


rociencia Social se comienza a consolidar como una área coherente
de estudio. Si bien los primeros estudios se enfocaron en estereoti-
pos, autoconocimiento y Teoría de la mente, actualmente el foco
se ha extendido hacia las más variadas áreas de la Psicología Social
incluyendo toma de decisiones (Sanfey, 2007), exclusión social
(Eisenberger, Lieberman & Williams, 2003), relaciones intergru-
pales (Amodio, 2008), cognición moral (Greene, Nystrom, Engell,
Darley & Cohen, 2004; Moll & Oliveira-Souza, 2007), toma de
perspectivas (Saxe & Wexler, 2005) y Neuroeconomía.
Según trabajos de revisión (Blackmore et al., 2004; Lieberman,
2007), la investigación en Neurociencia Social se ha enfocado en
cuatro principales áreas de interés: a) comprensión de otros, b)
comprensión de uno mismo, c) control de uno mismo, y c) proce-
sos que ocurren en la interfase entre uno y los otros. El estudio del
substrato neuroanatómico de estos procesos fue dando paso a lo que
se ha denominado “Cerebro Social”, y que puede ser definido como
“la compleja red de trabajo que permite reconocer a otros y evaluar
sus estados mentales y sentimientos, permitiendo la predicción de
interacciones sociales” (Frith, 2007).
La aproximación de la Neurociencia Social, la cual apunta a los
fenómenos de la Psicología Social desde la Neurociencia, es uno de
los más promisorios desarrollos emergentes dentro de la Psicología
y las Neurociencias Cognitivas (Adolphs, 2003). Si bien las Cien-
cias Conductuales han demostrado claros defectos al momento de
abordar conductas culturales complejas debido a los desafíos que
involucra el desarrollo de teorías no reduccionistas, la Neurocien-
cia Social busca explicaciones pluralistas para tratar de mostrar la
contribución de aspectos neuronales, cognitivos y emocionales de
la conducta social. Esto ha llevado al desarrollo de explicaciones de

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la conducta social con abordaje en múltiples niveles, que van desde
lo celular hasta lo cultural.
Dado que el presente capítulo está centrado en las investi-
gaciones con psicofisiología, a continuación se describe la técnica
utilizada.

4.3. Técnica de Potenciales Relacionados a Eventos

4.3.a. ¿En qué consisten los Potenciales Relacionados a Eventos


(ERPs) y cuál es su contribución a la Neurociencia Social?

Diferentes técnicas de Neuroimagen han sido ampliamente usadas


para estudiar diversas conductas sociales, tales como cognición moral
(Greene et al., 2004; Moll & Oliveira-Souza, 2007), cooperación so-
cial (Rilling et al., 2002), empatía (Decety, Michalskaa, & Akitsukia,
2008) o relaciones amorosas (Bartels & Zeki, 2004). No obstante, el
estudio de Potenciales Evocados Relacionados a Eventos (ERPs) ha
enriquecido notablemente el conocimiento existente en Psicología
Social acerca de estereotipos, afectos, sesgos, prejuicios y otras formas
de percepción grupal (para ejemplos ilustrativos ver Cunningham
et al., 2005; Sabbagh, 2004). Además de la relativa accesibilidad
en términos de disponibilidad del equipamiento necesario para la
realización de ERPs, una de las principales ventajas de los ERPs por
sobre las técnicas de Neuroimagen, es la posibilidad de examinar
la fina dinámica temporal de los fenómenos sociales y su correlato
neuronal. Como esta técnica es la usada en los trabajos expuestos a
lo largo de este capítulo, se hará aquí una breve explicación de ella
(para lectores interesados en una descripción más detallada de ERPs
en el ámbito del estudio de los fenómenos sociales puede consultarse
Ibáñez, Haye, González, Hurtado & Henríquez, 2009).

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4.3.b. Génesis y características de los ERPs

Los ERPs se constituyen como una técnica de medición electrofi-


siológica basada en la Electroencefalografía (EEG), la que podría-
mos definir sucintamente como un procedimiento capaz de medir
los cambios en la actividad eléctrica2 del cerebro en respuesta a la
actividad sensorial, motora o cognitiva. Los ERPs son la actividad
electroencefalográfica continua resultante de la activación sincrónica
de varias subpoblaciones neuronales (Hillyard & Picton, 1987). Los
ERPs reflejan la suma de la actividad de potenciales postsinápticos
excitatorios e inhibitorios activados en respuesta a cada estímulo.
Esta técnica tiene una excelente resolución y correlación temporal
de milisegundos. Sin embargo, los ERPs son menos precisos para
la localización anatómica de generadores neurales en comparación
con técnicas de Neuroimagen (Kutas & Federmeier, 2000).
En el procedimiento de medición de ERPs, los electrodos son
ubicados en varios puntos del cuero cabelludo usando referencias
topográficas y son luego conectados a amplificadores eléctricos.
Normalmente, este procedimiento implica registrar la actividad
electroencefalográfica asociada a varias presentaciones de estímulos
similares para luego promediar los registros. Estos son sometidos a
diferentes procesos de filtrado que tienen como finalidad la obten-
ción de un registro que no contenga actividad que no esté relacio-
nada a los estímulos experimentales. De esta manera se obtiene un
registro con menos actividad ruidosa (respuestas sólo a los estímulos)
y más cercana a la relacionada a los eventos. En síntesis, las ondas
de ERPs son el resultado de la suma y la cancelación de registros
de actividad neural de un gran número de generadores neurales
de diferentes áreas del cerebro, que se promedian en conjuntos de
estímulos específicos.

2 Lo que se mide son pequeñas diferencias de potencial eléctrico, que se


generan entre electrodos colocados sobre el cuero cabelludo, las cuales son
consecuencia, entre otras cosas, de la actividad eléctrica del cerebro y cuya
magnitud es usualmente del orden de unos cuantos microvoltios.

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Los ERPs implican cambios de voltaje positivos o negativos
que aparecen en latencias3 específicas desde la presentación del
estímulo. Se piensa que la latencia de estas respuestas entrega una
medida de la temporalidad del procesamiento cerebral. La mayoría
de los componentes de los ERPs son nombrados por una letra pre-
cedente (N: negativo o P: positivo) que indican la polaridad más
el tiempo de latencia que se mide en milisegundos. Por ejemplo, el
componente de ERP llamado “N400” es descrito como una des-
viación negativa del voltaje que ocurre aproximadamente 400 ms
(milisegundos) después del inicio del estímulo (Ibáñez et al., 2006).
Las características de las ondas eléctricas son descritas de acuerdo
a: 1) latencia (cuánto tiempo después del evento aparece ésta), 2)
dirección (polaridad positiva o negativa), 3) amplitud (la fuerza de
cambio en el voltaje) y 4) la distribución topográfica del compo-
nente en la superficie de la cabeza (frontal, parietal, occipital, etc.).
Mediante este procedimiento, diferentes estímulos o condiciones
pueden ser contrastadas en términos de amplitud o latencia (Ibáñez
et al., 2008). De acuerdo a estos parámetros es posible establecer
que un ERP es “modulado por”, es “sensible a”, o “discrimina en
un cambio en cierta condición” cuando diferencias estadísticas se
encuentran en su latencia, amplitud o morfología, como resultado
del cambio de la condición.
Una vez realizada esta breve introducción a la técnica utilizada,
a continuación se presenta una selección de estudios de nuestro
laboratorio.

4.4. Gesto, metáfora y claves contextuales en el lenguaje

El lenguaje cotidiano requiere una integración de múltiples elemen-


tos además del discurso en tiempo real, la información del contexto,

3 En un ERP, la latencia corresponde al tiempo que transcurre desde el


instante en que comienza a desplegarse el estímulo.

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los gestos y las posturas corporales (Clark, 1996; Kelly, Barr, Church
& Lynch, 1999; Krauss, 1998; Krauss, Morrel-Samuels & Colasante,
1991; McNeill, 1992). El componente de ERPs llamado “N400”
es un indicador de congruencia semántica y se modula en base a
factores contextuales (Ibáñez et al., 2006). El N400 modulado por
claves contextuales parece explicar muchos aspectos de la compren-
sión semántica, y sus déficits respectivos en patologías psiquiátricas,
tales como la esquizofrenia (Guerra, Ibáñez, Martin, Bobes, Bravo,
Mendoza, Valdes-Sosa, 2009, ver la figura 1).
En el caso del lenguaje figurativo, las expresiones corporales,
particularmente faciales y los gestos con las manos parecieran jugar
un rol muy importante en la comprensión (McNeill, 2000). La
comprensión y la producción de la metáfora aparecen como un
fenómeno lingüístico fuertemente contextualizado (Cornejo, 2007;
Leezenberg, 2001; Shanon, 1993).

Figura 1. Resultados obtenidos en la tarea de integración semántica contextual en esquizofrénicos,


familiares y controles. Izquierda: Mapas topográficos que evidencian un déficit fronto-izquierdo
en pacientes y familiares. Centro: Análisis estadístico realizado sobre la anterior topografía que
evidencia déficits fronto-izquierdos asociados a procesamiento contextual semántico en fami-
liares y pacientes. Derecha: Latencia temporal del componente N400. Note que los pacientes
presentan la mayor latencia seguido por los familiares con respecto a los controles. Modificado
de Guerra et al., 2009.

En los últimos años, los estudios en Neurociencias han de-


mostrado que los gestos influyen en la comprensión de la expresión
lingüística. En la cotidianeidad, la gestualidad debe estar integrada
en el proceso de darle sentido a las metáforas, y la posible incon-

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gruencia entre gesto y expresiones metafóricas debería modular la
amplitud del componente N400. En este apartado se presentan
entonces los estudios realizados y que se están desarrollando en
ERPs relacionados con la modulación de claves pragmáticas y con-
textuales del lenguaje.

4.4.a. Claves contextuales y lenguaje figurativo

Una primera aproximación al estudio de claves contextuales y de


lenguaje figurativo (Cornejo et al. 2009) tuvo como objetivo pre-
sentar evidencias electrofisiológicas sobre la integración de la infor-
mación gestual en la comprensión de las metáforas. Se incluyeron
para este experimento el uso de vídeo clips ya que se buscó una
mayor aproximación a la comunicación cotidiana (esta metodología
elicita o genera experiencias similares a la percepción de eventos en
el mundo real; Levin & Simon, 2000) y puede ser empleado para
obtener ERPs durante su exposición. Otros estudios con videos en
otras áreas han mostrado que se modula el componente N400 en
respuesta a acciones incongruentes o inesperadas (Reid & Striano,
2008; Sitnikova et al., 2003) y que tanto el N400 como el LPC
se modulan por videos con gestos incongruentes (Kelly, Kravitz &
Hopkins, 2004, Kelly, Ward, Creigh & Bartolotti, 2007; Özyüreck,
2007; Wu & Coulson, 2005; 2007).
En el estudio de Cornejo et al. (2009) se registraron ERPs mien-
tras los participantes observaban un video donde se escuchaba una
metáfora y un actor acompañaba a la misma con gestos congruentes
e incongruentes con lo que expresaba la metáfora. La mitad de los
videos contenían gestos congruentes con el significado metafórico
y la otra mitad contenía gestos incongruentes (figura 2). Luego se
utilizaron 68 expresiones metafóricas previamente validadas en los
videos. Todas las oraciones tenían la misma estructura sintáctica:
“Esos X son Y” (Ej. “Esos hombres son luces”) donde “Y” corres-
pondía a una palabra tri o bisilábica que era acompañada del gesto.
El gesto se iniciaba en la mitad de la primera palabra; en el ejemplo

99

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anterior, el actor abría sus dedos sobre su cabeza representando la
apertura de mente. A su vez, un ejemplo de gesto incongruente se
daba en la frase “Esos proyectos son historia” donde el actor con
su dedo índice señalaba para abajo en el centro, es decir, indicando
presente, lo que constituía un gesto contradictorio a la palabra
“historia”. Se registraron 18 estudiantes universitarios chilenos,
diestros, que participaron voluntariamente en el estudio. Todos eran
monohablantes nativos de español. Ninguno tenía historia familiar
de enfermedades neurológicas, ni psiquiátricas.

Figura 2. Co-gesture paradigm : A. Imágenes estáticas representativas de los videos mostrando


acciones congruentes e incongruentes con afirmaciones verbales. B. Esquema del diseño expe-
rimental. Modificado de Cornejo et al., 2009.

Los resultados mostraron que los gestos incongruentes con


expresiones metafóricas modulaban la amplitud del N400 y del LPC
(ver la figura 3). Esto sugiere la idea de que el significado es una
construcción de un contexto global integral y altamente sensible al
contexto. La relevancia de esta investigación está puesta en que es
el primer estudio en ser reportado con ERPs sobre la coordinación
entre secuencias de acción (gestos) y lenguaje figurativo (metáforas).
Sin embargo, tiene como limitación la ausencia de contraste (entre
estímulos literales y metafóricos) reduciendo la conclusión sobre el
procesamiento de la metáfora y sobre los tópicos relacionados (sen-
sibilidad al contexto, lenguaje figurativo e integración del gesto).

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Figura 3. Regiones de interés (ROIs) asociadas a la modulación del componente N400 en base
a gestos congruentes e incongruentes. Modificado de Cornejo et al., 2009.

A partir de ello se diseñó un segundo estudio que se realizó


en la Universität de Heiderlberg, Alemania (Ibáñez, Toro, Cornejo,
Weisbrod & Schöder, accepted), donde se mantuvo el diseño del
primer experimento pero se agregó la complejidad de presentar un
nivel literal. Aquí se buscó responder a las preguntas que se abrie-
ron al término del primer estudio, así como dar más luces sobre la
naturaleza de la metáfora. Se hipotetizó que las expresiones meta-
fóricas eran más dependientes del contexto de los gestos, por lo que
deberían encontrarse mayores diferencias entre las condiciones de
“congruente” e “incongruente” en la condición metafórica.

4.4.b. Prevalencia contextual de las expresiones figurativas en la


integración multimodal (gesto/palabra) de significado

En esta nueva investigación se empleó un paradigma similar al usado


en el primer experimento, se tradujeron las metáforas al alemán y
se realizó el mismo proceso de validación de las mismas. Además

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los videos fueron nuevamente filmados con una actriz de habla
nativa alemana. Se construyó un paradigma con cuatro tipos de
videos: a) expresiones literales y gestos congruentes, b) expresiones
literales y gestos incongruentes, c) expresiones metafóricas y gestos
congruentes, d) expresiones metafóricas y gestos incongruentes. A
los sujetos se les indicó que clasificaran los gestos que acompañaban
a las expresiones como congruentes o incongruentes, presionando
una tecla, mientras se registraba su actividad eléctrica cerebral. Se
compararon las medidas conductuales y ERPs.
Se registraron 12 alumnos universitarios los que participaron
voluntariamente, todos los estudiantes eran diestros, con un pro-
medio de edad de 23 años. Todos eran monohablantes, nativos de
alemán. Ninguno tenía historia familiar de enfermedades neuroló-
gicas, ni psiquiátricas. Los resultados mostraron, como se esperaba,
que el componente N400 en los gestos incongruentes para las ex-
presiones metafóricas producía mayor negatividad; la modulación
del N400 en las expresiones metafóricas mostró grandes diferencias
entre las categorías “congruente” e “incongruente”. Además las
expresiones literales presentaron una modulación menor en la con-
gruencia de los gestos. Y lo que es más importante, las condiciones
de “congruente/literal” tanto como “congruente/metafórico” no
mostraron diferencias. Estos resultados sugieren una fuerte sen-
sibilidad contextual del lenguaje metafórico. La mayor diferencia
que se observó en la amplitud del N400 y LPC en respuesta a la
congruencia de los gestos en las expresiones metafóricas sugieren un
efecto de mayor intensidad e importancia del contexto en este tipo
de lenguaje figurativo. Este es el primer reporte que muestra una
modulación basada en la integración de la información contextual
y las expresiones metafóricas.
Estos resultados confirman la hipótesis de que la interacción
humana en contextos naturales implica una continuidad entre el
sentido de las acciones (ej. lenguaje del cuerpo), y la comunicación
de los gestos, combinada con el lenguaje hablado y claves contex-
tuales en una secuencia dinámica y temporal (Cosmelli & Ibáñez,
2008).

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Una línea diferente de investigación en el uso de gestos es la que
involucra al aprendizaje de la segunda lengua (L2). A este respecto
se pueden mencionar datos que sugieren que el discurso visual de
gestos mejora la percepción de la segunda lengua por medio de la
integración multisensorial (Navarra & Soto-Faraco, 2007). Por otro
lado el estudio de la L2 también ha sido abordado desde el campo
de las Neurociencias y en ellas ha mostrado ser sensible a la modu-
lación de N400 y LPC al presentar oraciones con errores semánticos
(Ojima, Nakata & Kakigi, 2005; Weber-Fox & Neville, 2001)

4.4.c. Influencia de claves no-lingüísticas en la comprensión experta y


novata de la segunda lengua

Un tercer experimento (Ibáñez et al., submitted) que se llevó a


cabo en nuestro laboratorio consistió en replicar el segundo expe-
rimento mencionado en participantes cuyo lenguaje nativo era el
español, y su segunda lengua el alemán, considerando dos niveles
de experticia.
20 sujetos participaron voluntariamente, contactados por
un convenio con el Instituto Goethe, 10 sujetos con un nivel de
alemán avanzado (A-A) y 10 sujetos con un nivel de alemán básico
(A-B). Se emplearon los videos realizados en Alemania, y los sujetos
fueron contactados en una primera instancia debiendo completar
un cuestionario que permitiera ver la capacidad de comprensión
del alemán que tenían.
Los resultados de nuestra investigación muestran que la in-
formación gestual modula el procesamiento de lenguaje figurativo
y literal, tanto en A-B como en A-A (ver la figura 4). En A-B no
se observó modulación en el tiempo de 300-500 ms y un mayor
efecto fue observado en la ventana de tiempo de 500-700 ms. En
la primera ventana, no se observaron efectos de gestos o de tipos
de expresiones. En la segunda ventana de tiempo, sobre la ROI
anterior izquierda, sólo la expresión incongruente metafórica fue

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significativamente diferente de las otras categorías, sugiriendo que
los participantes de A-B sólo discriminaron la información más
contextual (metáforas) y multimodal incongruente. Diferencias
más sutiles no fueron procesadas en este grupo.
Los resultados del grupo A-A de la ventana de 500-700 ms,
mostraron una mayor negatividad o componente N400 de gestos
incongruentes de expresiones metafóricas; una mayor diferencia
entre categorías congruentes e incongruentes en caso de expresio-
nes metafóricas (y las expresiones literales mostraron una menor
modulación en la base de congruencia gestual); y no se observaron
diferencias entre las categorías “congruente literal” y “metafórico
congruente”. Los potenciales del tiempo 500-700 ms mostraron un
patrón similar obtenido con el N400. Estos resultados se parecen
fuertemente a la modulación reportada entre nativos de lengua
alemana con el mismo paradigma (Ibáñez et al., accepted).
Estos resultados confirmaron informes obtenidos previamen-
te que permiten la comprensión del lenguaje cogestual figurativo
como parte de una comprensión altamente contextualizada. Para
nuestro conocimiento éste es el primer estudio de sensibilidad
contextual de expresiones gestuales y figurativas usando video clips
y ERPs en hablantes L2. La información contextual es crucial en
la competencia de L2, así como el dominio del lenguaje involucra
no sólo comprender el significado literal, sino también el figurati-
vo y en relación a la integración con otras fuentes de información
contextual paralingüística (por ejemplo, gestos). Nuestro informe
muestra que el nivel de dominio L2, afecta el procesamiento cerebral
de coordinación del significado entre el tipo de gesto (congruente o
incongruente) y el tipo de expresión (literal o metafórica). Esto abre
una nueva puerta que acentúa el uso de lenguaje multimodal, claves
paralingüísticas y lenguaje figurativo, para estudiar los correlatos
electrofisiológicos de L2.

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Figura 4. Efecto de las claves gestuales en la comprensión de la segunda lengua. Cada ERP es una
región de interés ubicada en áreas frontales (izquierda y derecha) centrales (en Cz) y occipitales
(izquierda y derecha). A) Resultados para los participantes con dominio básico del alemán. B)
Resultados para los participantes con dominio avanzado de alemán. Se muestran además 4
ejemplos de gestos literales (L) y metafóricos (M) tanto congruentes (C) como incongruentes
(I). Las fotos de la actriz muestran ejemplos de las siguientes expresiones: (A) Esos instrumentos
son teléfonos: L-C; (B) Esos animales son elefantes: L-I; (C) Esos combatientes son leones: M-C; (D)
Esas virtudes son diamantes: M-I.

4.4.d. Síntesis

Los diferentes experimentos desarrollados por nuestro laboratorio


en el ámbito del lenguaje y las claves contextuales, evidencian que
la información gestual es tan relevante como la lingüística a nivel de
procesamiento cerebral, tanto en la lengua nativa como en la segunda
lengua. Igualmente las claves contextuales, usadas en paradigmas
más ecológicos, cercanos a la comunicación cotidiana, brindan una
herramienta potente para las Neurociencias Cognitivas.

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4.5. Teoría y modelos electrofisiológicos de estudio de la empa-
tía por dolor

Otra área de creciente interés en las Socioneurociencias es la del


estudio de la empatía (ver también el capítulo 2). Las demandas y
ritos sociales a los que nos enfrentamos de manera cotidiana han
favorecido al desarrollo de protocolos de comportamiento que po-
seen características comunes a ambientes y grupos específicos, a la
anticipación de la conducta de otros y al desarrollo de la empatía.
El concepto de empatía en las Neurociencias Cognitivas se
ha derivado principalmente de las teorías de simulación, según las
cuales, de manera imaginaria el sujeto puede reproducir sus propias
experiencias con el fin de extraer placer, motivación o propiedades
representacionales que se encuentran en ellas. Este proceso está a
su vez constituido por varios subtipos; el primero se relaciona con
la simulación de las acciones, en donde un sujeto puede activar
representaciones neuronales motoras durante las acciones cotidia-
nas que no generan movimientos observables (Decety et al., 1994;
Jeannerod, 1999). En segundo lugar encontramos la simulación de
la percepción donde el sujeto al imaginar algo previamente percibido
genera la activación de estructuras cerebrales sin la presencia de estí-
mulos externos. Por último, el proceso de anticipación se genera ante
la asociación entre la simulación de una percepción y una acción, lo
que origina la imaginación de un fenómeno previo a su ocurrencia,
activando áreas cerebrales de procesamiento sensoriales. El enlace
entre la percepción y la acción tiene muchas consecuencias y valor
adaptativo, incluida la mímica social y la activación de estereotipos
(Ruby & Decety, 2004, Decety & Grèzes, 2006; Decety, 2008).
El concepto de imaginación en empatía se refiere a la per-
cepción de naturaleza ficticia que desarrollamos en la relación con
los otros, es decir, el resultado de lo que sentimos por el otro es el
producto de la imaginación de lo que deseamos, planeamos y fan-
taseamos de nosotros mismos. De esta forma, la empatía derivaría
de la reactivación conciente de acciones previamente ejecutadas y

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almacenadas en la memoria. Investigaciones recientes sostienen que
la empatía tiene correlatos cerebrales, en la área por ejemplo de la
observación del comportamiento del otro, el autoreconocimiento,
la diferenciación de la acción propia y la intersubjetividad (Decety
& Grèzes, 2006; Decety, 2008). Estudios en primates han encon-
trados dos áreas primarias en el cerebro (corteza premotora ventral
y surco temporal superior), en donde se localizan las llamadas neu-
ronas en espejo las cuales serían selectivas durante la observación
de una acción ejecutada por otros como en la propia ejecución de
dicha acción (Perrett et al., 1989). En humanos, las áreas cerebrales
implicadas en el control motor son la corteza premotora dorsal, la
corteza parietal izquierda y el cerebelo derecho, las cuales se activa-
rían cuando las personas hacen juicios sobre sus propias acciones y
las de otros (Buccino et al., 2006; Decety & Grèzes, 2006).
Existe también una activación similar cuando se observa la
propia acción de manera simulada o percibida pero es diferencial
cuando se aprecia la de los otros (Decety & Jackson, 2004). Se ha
observado que en las emociones negativas hay un grado de sincro-
nización fisiológica (Wicker et al., 2003). Para el dolor, estudios
de fMRI han identificado activación de neuronas de la corteza
cingulada y la ínsula, relacionadas con el reconocimiento del dolor
(Hutchison et al., 1999). Desde la perspectiva personal, altos ni-
veles de dolor se relacionan con la activación extensa de la corteza
somatosensorial secundaria, la parte posterior de la corteza anterior
del cíngulo y la ínsula. Estudios funcionales señalan que la toma de
perspectiva del dolor en primera persona se asocia con el incremento
de la actividad en el lóbulo parietal inferior izquierdo y la corteza
somatosensorial izquierda. Por otro lado la toma de perspectiva en
tercera persona del dolor recluta regiones del lóbulo parietal dere-
cho, cíngulo posterior y corteza fronto-polar, estas últimas regiones
parecen estar implicadas en el mantenimiento de la perspectiva de
tercera persona (Ruby & Decety 2003; Decety 2005).
Otro concepto básico en la empatía es la “agencia”, que corres-
ponde a la habilidad para reconocer la emocionalidad de si mismo
con el objeto de identificarla como una experiencia emocional

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diferente a la de los otros (Decety & Grèzes, 2006). Hay partes
del circuito emocional que están sobrepuestas, mientras que otras
se diferencian.
Los estudios en ERPs han buscado dar respuesta al fenómeno
de la empatía por dolor, partiendo del hecho de que funcional-
mente la empatía se ajusta a dos procesos básicos. El primero es
una evaluación temprana automática de atributos emocionales y el
segundo una evaluación tardía relacionada con procesos de análisis
cognitivo (Han et al., 2008). Hasta ahora pocos estudios dan cuenta
del abordaje de este fenómeno por medio de ERPs. A continuación
describiremos los estudios que a la fecha han usado esta metodología
en la exploración de empatía por dolor en adultos.
Un estudio compuesto por una muestra de 31 sujetos normales
tuvo por objeto identificar el efecto de la realidad contextual en las
respuestas empáticas por dolor en imágenes reales de situaciones
dolorosas versus dibujos de las mismas situaciones. Se observó una
diferenciación frontal temprana (140 ms), entre los estímulos dolo-
rosos y los neutrales, un procesamiento tardío (380ms), relacionado
con la respuesta empática en función de la realidad contextal en la
región centro parietal izquierda (Fan et al., 2007). En esta línea otro
estudio con una muestra de 26 sujetos normales, tuvo por objeto
identificar los mecanismos neurales que subyacen a la empatía
por dolor en hombres y mujeres. Se observó mayor modulación
temprana (140-180 ms) en mujeres, lo que se correlacionó con la
percepción subjetiva del dolor en otros. En los hombres se observó
una mayor latencia inicial (Han et al., 2008).
Un estudio sobre la actividad eléctrica oscilatoria, buscó iden-
tificar la asociación de ondas theta y alfa en la empatía por dolor. Se
encontró que los estímulos dolorosos inducían hacia un incremento
de la sincronización evento relacionado (ERS) de tetha entre los 200-
500 ms y un decremento de la desincronización evento relacionado
(ERD) de alfa entre los 200 y 400 ms, lo que sugiere una relación
entre la actividad de las ondas, la empatía por dolor y las escalas de
percepción subjetiva del dolor (Mu et al., 2008).

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Un estudio que usó una tarea tipo gambling (juego), contó con
una muestra de 21 sujetos normales. Aquí se buscó elicitar o producir
un componente relacionado con la retroalimentación positiva (del
inglés: Feedback related negative, FRN). En el primer experimento
el sujeto obtenía una ganancia o pérdida en función del desempeño
del contrincante (la computadora), en el segundo experimento el
sujeto perdía dinero frente a la ganancia del adversario y viceversa.
Se identificó que la FRN fue elicitada en las situaciones de pérdida
del compañero en el experimento 1 y ante la ganancia de éste en
el experimento 2. Lo que indica que el sujeto prioriza su propia
ganancia independientemente del resultado monetario que obtenga
el otro (Itagaki & Katayama, 2008).

4.5.a. Investigaciones del Laboratorio de Neurociencias (UDP)

En la actualidad estamos realizando una propuesta para el estudio


de la empatía por dolor a partir de ERPs. El primero de los diseños
experimentales se basa en la metodología del priming (aparición
rápida e imperceptible conscientemente de estímulos), por medio
del uso de la propia cara versus otra cara, en situaciones de dolor y
neutrales, posteriormente se presenta un segundo estímulo de ma-
nos o pies en situación de dolor o neutrales. En esta tarea el sujeto
deberá hacer un juicio de dolor o no-dolor frente a las imágenes
de manos o pies (figura 5). Realizamos estudios preliminares con
priming conductual que sugirieron una discriminación temprana en
base a la distinción si mismo versus otro (Hurtado et al., submitted
b). Se espera, en el estudio de ERPs, obtener componentes similares
a los encontrados por Han et al., (2008), en donde se observa una
modulación temprana positiva frontal alrededor de los 120 a 280
ms (P1 like), una negatividad occipito-temporal entre los 80 y 320
ms (N1) y un componente positivo tardío entre los 350 y 750 ms
de tipo LPP y P3. Se espera al mismo tiempo que la propia cara
module el procesamiento temprano relacionado con la empatía y
que ocurra una evaluación cognitiva tardía.

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Figura 5. Self/Other priming and pain matrix paradigm. Esquema del procedimiento experi-
mental. En este caso se muestra un ejemplo con el priming del rostro del participante y una
imagen de dolor.

El segundo experimento consiste en una tarea explícita, en


ella se le presentará al sujeto gestos de dolor y neutros, en donde
se observará la sobreposición de la propia cara versus otra cara del
mismo género en cada caso. Se le pedirá al sujeto que haga un juicio
de congruencia o incongruencia entre el gesto y la expresión de la
cara (figura 6). Se espera observar mayor modulación de la señal en
presencia de la propia cara versus la de otro y obtener componentes
relacionados con la percepción inicial de estímulos y reconocimiento
de atributos faciales (P1 y N170) y un componente tardío sensible
al procesamiento emocional posterior (LPP y P3).

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Figura 6. Co-gesture and pain expressions. Este experimento de empatía consiste en una tarea
explicita, en ella se le presentará al sujeto gestos de dolor y neutros, en donde se observará la
sobreposición de la propia cara versus otra cara del mismo género en cada caso. Se le pedirá al
sujeto que haga un juicio de congruencia o incongruencia entre el gesto y la expresión de la
cara. Los ejemplos muestran : A) gesto neutral con el propio rostro del participante; B) gesto
de dolor con el propio rostro del participante; C) gesto neutral con el rostro de otra persona,
D) gesto de dolor con el rostro de otra persona.

4.5. Tareas de asociación implícita de Psicología Social y ERPs:


Señales cerebrales tempranas (N170) y tardías (LPP) de
sesgo racial

El favoritismo del endogrupo (ej., negros frente a blancos) ha sido


a menudo la base para sentimientos positivos de pertenencia, se-
guridad y familiaridad, pero al mismo tiempo para discriminación,
batallas religiosas y la guerra. Los marcadores raciales (por ejemplo
los gestos faciales) se desarrollan con otros rasgos culturales, siendo

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usados como indicadores de la relativa posición del endogrupo (ver
también capítulo 3).
Particularmente, la percepción del rostro y la categoría social
relevante implican un proceso simultáneamente perceptual y de
alta categoría. En unos pocos milisegundos, rasgos extremadamen-
te sutiles pueden ser distinguidos, permitiendo la distinción entre
el endogrupo y los exogrupo. Además, los procesos de asociación
contextual (por ejemplo señales de contexto para valencias o evalua-
ción negativas y positivas) podrían intervenir en esta percepción y
desarrollo de actitudes hacia ellos. Sin embargo, se sabe poco acerca
de la integración temprana o tardía de señales raciales y valencias
contextuales positivas/negativas.
Los estudios de ERPs han identificado que entre 130 y 170
ms, existe modulación cerebral temprana causada por estímulos de
imágenes de rostros en las zonas occipito-temporal y centrofrontal
del cráneo (N170/VPP, Joycea & Rossion, 2005). Estudios previos
de focos atencionales en el procesamiento de señales raciales de
rostros mostraron una modulación del N170 (por ejemplo, Ito &
Ulrand, 2003; Ito & Ulrand, 2005). Por otro lado, el potencial
positivo tardío (LPP) ha sido asociado con tareas de categorización
evaluativa y valencia de los estímulos (Cunningham et al., 2005).
Numerosos descubrimientos sugieren que el LPP presenta una
mayor amplitud cuando es evocado por estímulos emocionalmente
relevantes como las imágenes que generan placer o displacer.
Aunque existen reportes previos de efectos tempranos y tardíos
de raza y valencia, para nuestro conocimiento no hay reportes de
efectos contextuales de estímulos de endogrupo/exogrupo, valencia
semántica y raza de los participantes. Estos componentes tempranos
y tardíos, dada su modulación específica, pueden ser usados para in-
vestigación en cognición social, particularmente en lo concerniente
a las distinciones implícitas/explícitas y tempranas/tardías.
Investigaciones contemporáneas sobre prejuicios han usado
técnicas de medición implícita que reflejan señales introspectivamen-
te inidentificadas o inadecuadamente identificadas de experiencias

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pasadas (Greenwald & Banaji, 1995). Por otro lado, mediciones
explícitas que directamente le piden al sujeto que evalúe al exogru-
po, corrigen u ocultan este enfoque espontáneo dependiendo de
la deseabilidad social (pautas o concepciones político-sociales) o
estándares sociales que sancionan expresiones públicas o prejuicios.
Una medida de actitudes implícitas utilizada en la Psicología Social
es el Implicit Association Test (IAT; Greenwald, McGhee & Schwartz,
1998), entre otros. El IAT consiste en una tarea de categorización
simultánea de estímulos y funciona comparando los tiempos de
reacción que emplean los participantes al clasificar distintas pala-
bras y/o imágenes presentadas en la pantalla del ordenador en dos
categorías de respuesta.
Nosotros usamos un IAT racial. Las categorías del presente
experimento, situadas a izquierda o derecha de la pantalla, fueron:
fotografías endogrupo u exogrupo, palabras con valencia positiva o
negativa (figura 1). Hay numerosas investigaciones sobre actitudes
implícitas o explícitas en el campo de las diferencias raciales. Además,
numerosos hallazgos se han reportado en negros y blancos, asiáti-
cos, germanos, turcos e incluso indígenas chilenos (por ejemplo,
Gonzalez et al., 2008; Ibañez et al., 2008b).

4.5.a. Marcadores neurales de sesgo racial entre mapuches y no-indí-


genas

Los mapuches son el mayor grupo indígena de Chile y al mismo


tiempo uno de los grupos sociales más desposeídos tras su histórica
batalla contra la corona española y después con la República de
Chile (Bengoa, 2000). Los mapuches enfrentan creencias negati-
vas sobre ellos mismos, las cuales impregnan a la sociedad chilena.
Los estereotipos los describen como violentos, rudos, flojos y poco
inteligentes (Saiz, 2002). Nosotros registramos ERPs mientras par-
ticipantes indígenas y no-indígenas controlados por edad y género
realizaban una tarea de asociación implícita (ver figura 7) con rostros
(endogrupo y exogrupo) y palabras (positivas y negativas).

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Figura 7. Esquema experimental del IAT (o test de asociación implícita). Este ejemplo refiere
a todas las combinaciones posibles del bloque de asociaron indígena-positivo y no-indígena-
negativo. Modificado de Hurtado et al., 2009.

Encontramos una modulación temprana (N170) por raza y


variables valencias semánticas, estructural-perceptual (figura 8.a). El
procesamiento tardío (LPP) se moduló de forma similar a los resul-
tados conductuales clásicos del IAT. El procesamiento tardío mostró
una mayor modulación en base al nivel de sesgo racial y un patrón
similar a los resultados del IAT de comportamiento (figura 8.b).
Además, el potencial N170 reveló que no sólo hubo influencia de
la valencia semántica y la raza al mismo tiempo en el procesamiento
estructural temprano, sino que también la integración contextual
de ambos moduló los componentes.

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Figura 8. Resultados del experimento IAT. A) Mapas topográficos y distribución de la señal
eléctrica con respecto a los componentes VPP y N170. B) Modulación del componente N170
en base a valencia de los estímulos semánticos y pertenencia grupal de los rostros. En el mismo
sector se presentan ejemplos de los estímulos utilizados. C) Modulación del componente LPP
en base al efecto IAT compatible e incompatible con sesgo racial hacia laminaría indígena (ERPs
de participantes indígenas solamente). Modificado de Ibañez et al., submitted y de Hurtado
et al., 2009.

Hasta donde sabemos, estos son los primeros estudios que pre-
sentan correlatos cerebrales del IAT (Ibáñez et al., 2008, submitted;
González et al., 2008; Hurtado et al., 2009; Ceric et al., submitted),
y sugiere que los procesamientos de valencia y raza pueden ocurrir
no sólo antes o en paralelo al proceso de codificación estructural de
rostros, sino también en una manera discriminada y combinada.
Nuestros resultados apoyaron una modulación temprana del com-
ponente N170 por clasificación de rostros de exogrupo, cuando los
contextos negativos fueron asociados a una categorización de endo-
grupo (y un contexto positivo a una categorización de exogrupo).
Además, detectamos un LPP tardío de discriminación de contenidos
semánticos basados en bloques compatibles con sesgo racial en la
condición de estimulación con palabras, sólo en participantes in-
dígenas (según las medidas de comportamiento IAT).
Nuestros resultados sugieren que hay un procesamiento
cerebral temprano (perceptual) frente a la estimulación que es

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semánticamente desfavorable al endogrupo, y que esta reacción es
coherente con la dificultad mostrada por los sujetos en tareas que
implican trabajar con tales estímulos. Similarmente, los resultados
LPP muestran que reacciones electrofisiológicas tardías pueden ser
coherentes con mediciones implícitas de actitudes, dado que, en
participantes con mayor sesgo racial, las mayores amplitudes que
fueron observadas son las que están relacionadas a estímulos (pala-
bras) en un contexto desfavorable para el endogrupo.

4.5.b. Síntesis

Estos resultados sugieren que un aspecto crucial de las tareas cog-


nitivas del IAT recae en el procesamiento (relaciones) de estímulos
que son contrarios a una representación positiva del endogrupo.
Además, es posible que el reconocimiento de cualquier forma de
procesamiento de estimulación semánticamente desfavorable al
grupo objetivo sea una clave para entender la dinámica del prejuicio
y la expresión de actitudes en contextos intergrupales en general.
A nivel de dinámica cerebral, estos estudios sugieren que tem-
prana y perceptualmente la información cultural endo/exogrupal
y la valencia semántica asociada están siendo discriminadas por el
cerebro. A su vez, los resultados obtenidos sugieren que el proce-
samiento racial no ocurre en una etapa controlada y tardía, sino
en un proceso temprano, lo que complicaría la clásica distinción
especulativa entre procesos automáticos y controlados que han sido
ampliamente asumidos en la investigación en Psicología Social. Por
otro lado, los resultados sugieren un modelo dinámico de relaciones
implícitas-explícitas (Ibáñez et al., 2009), en el que algunos procesos
comienzan muy temprano antes de que exista cualquier oportunidad
de conciencia y control, alrededor de 170 ms como fue registrado
a través de mediciones electrofisiológicas, y se desarrollan a través
de diversas etapas más tardías y explícitas.

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4.6. Una mirada integrativa de la relación entre actividad vagal
y cerebral : ¿Existen diferencias en el procesamiento de imá-
genes afectivas acordes a respuestas periféricas no-cerebrales?

La Neurociencia Social estudia cómo es que las personas nos des-


envolvemos adaptativamente en nuestro entorno social a través
del continuo enfrentamiento a una diversidad de información que
varía ampliamente en su grado de relevancia para nuestro actuar y
supervivencia. Se ha observado que el proceso de extracción y cla-
sificación de dicha información ocurre de un modo automático y
facilita estrategias cognitivas específicas que influyen en la selección
de respuestas (Frith y Singer, 2008). Distintas investigaciones dan
cuenta que el cerebro responde de manera robusta y diferenciada
ante estímulos emocionales positivos y negativos en relación a
estímulos neutrales, en etapas tempranas, medias o tardías del pro-
cesamiento de información (Keil et al., 2002; Schupp, Junghöfer,
Weike y Hamm, 2004).
Pero no sólo es el cerebro quien responde con mayor o menor
grado adaptativo ante la información emocionalmente relevante,
sino que el organismo completo se involucra y participa de la
conducta social. A nivel periférico, se han identificado patrones de
respuesta diferenciados ante la información de valencia hedónica
(afectivo) positiva, neutral y negativa (Bradley, Codispoti, Cuthbert
y Lang, 2001). Asimismo, el sistema nervioso autónomo ha mostra-
do la existencia de diferencias individuales en la capacidad que tienen
las personas para responder afectivamente ante situaciones que son
emocionalmente desafiantes, las cuales se han evaluado a través del
tono vagal, indicador del sistema nervioso parasimpático. Existen
múltiples estudios que muestran cómo las diferencias en tono vagal
también se acompañan de diferencias afectivas, cognitivas y sociales
(para una detallada revisión ver Beauchaine, 2001).

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4.6.a. Relaciones entre correlatos cerebrales de estímulos emocionales
complejos y tono vagal

Esta investigación (Dufey, Hurtado, Fernandez & Ibáñez, submit-


ted) buscó establecer si las diferencias en tono vagal se acompañan,
asimismo, de modos diferentes de procesar información afectiva
a nivel cerebral, medida a través de ERPs. Si bien existen estudios
que han encontrado correlación entre la variabilidad de la alta
frecuencia de la actividad cardíaca (parasimpáticamente mediada)
y la activación de ciertas áreas cerebrales (p. ej., Lane, McRae, Rei-
man, Chen, Ahern y Thayer, 2009), las diferencias en la actividad
cerebral por el nivel de actividad vagal aún no han sido indagadas,
considerándose de esta forma a la población adulta, sana. De existir
tales diferencias, la técnica de los ERPs posibilitará establecer con un
grado de precisión importante en qué ventana temporal ocurren y
con ello, cuáles etapas del procesamiento de la información se ven
diferencialmente involucradas.
Se utilizó una muestra de 28 participantes (57% mujeres; edad
M = 21.56; DE = 2.56). A los sujetos se les tomó un registro de su
actividad cardiaca con electrocardiograma (ECG) y su frecuencia
respiratoria (FR) durante cinco minutos en condiciones de reposo,
para con los datos obtenidos, posteriormente conformar dos grupos
de estudio. El ECG permitió obtener valores de la arritmia sinusal
respiratoria (ASR) acorde al método propuesto por Porges (1985)
lo cual permitió dividir la muestra en dos : el grupo de alto tono
vagal (M = 7.18, DE = 0.74) y el grupo de bajo tono vagal (M =
5.06, DE = 0.74), diferenciados estadísticamente. Posteriormente
se obtuvo el registro del EEG a través de una tarea de presentación
de imágenes afectivas, las cuales fueron obtenidas del International
Affective Picture System (IAPS; Lang, Bradley y Cuthbert, 2005)
mediante un estudio piloto, extrayéndose 20 imágenes para cada
categoría afectiva : positiva, neutra y negativa. La figura 9 muestra
la secuencia de presentación de estímulos.

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F­igura 9. Esquema del paradigma IAPs. Ejemplo de secuencias de un estímulo de valencia
negativa y otro de valencia positiva.

En un nivel temprano de procesamiento de información,


entre los 115-125 ms posteriores a la presentación del estímulo,
se observó en el componente N1 que el grupo de BTV mostró
mayores amplitudes negativas, así como una mayor negatividad
en la categoría afectiva negativa (ver figura 10.a). La negatividad
temprana posterior (EPN) mostró entre los 220-290 ms posterior al
estímulo una mayor modulación para la categoría negativa, seguida
de la neutral y luego de la positiva, así como mayores amplitudes
lateralizadamente hacia el hemisferio derecho. Más interesante aún,
se observó para el grupo de alto tono vagal una mayor diferencia de
lateralización hacia el hemisferio derecho para las categorías positiva
y negativa, en comparación con el grupo de bajo tono vagal (figura
10.b). A partir de esto, se procedió a sustraer la categoría positiva
de la negativa (“positiva-menos-negativa”), a fin de comparar la
discriminación del contenido emocional a través de la diferencia
de amplitud entre valores de valencia opuesta en ambos grupos de
participantes, lo que evidenció una mayor diferencia en el hemis-

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ferio derecho entre las categorías positiva y negativa en el grupo de
alto tono vagal.
En una etapa tardía de procesamiento de información, entre
los 350-500 ms postestímulo, se observó en el potencial positivo
tardío (LPP) una mayor amplitud para el grupo de mayor tono va-
gal, independientemente del tipo de categoría afectiva (figura 10.c).
Finalmente, la variable “categoría” mostró mayores amplitudes para
la categoría positiva, en relación a la neutral y negativa.

Figura 10. Modulación de componentes en base al paradigma IAPS en grupos de alto y bajo
tono vagal. A) Componente N1 frontal y P1 occipital para ambos grupos y categorías (neutral,
positiva y negativa). B) Componente EPN para ambos grupos y categorías, así como ondas de
diferencia y mapas topográficos de la sustracción “positivo-menos-negativo” de cada grupo. C)
Componente LPP situado en la línea media del cuero cabelludo (anterior, frontal y posterior).
ERPs de cada categoría y grupo. Modificado de Dufey et al., submitted.

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4.6.b. Síntesis

Los resultados del estudio muestran que existen diferencias acorde


al nivel de tono vagal en diferentes componentes de los ERP, in-
dexados por el N1, EPN y LPP. Esto sugiere que las diferencias de
tono vagal se acompañan de estrategias distintas de procesamiento
de información, a nivel temprano, intermedio y tardío. Así, los
efectos tempranos observados en el N1 pudieran indicar una mayor
sensibilidad en el grupo de bajo tono vagal ante información de
carácter negativo. Por otro lado, las diferencias observadas entre los
grupos de alto y bajo tono vagal muestran que el primero tiene una
mayor diferenciación en las respuestas para las categorías afectivas
positiva y negativa, lateralizadamente hacia el hemisferio derecho,
lo cual pudiese avalar la hipótesis de que el grupo de alto tono vagal
discrimina de mejor modo la información afectiva. Finalmente, es
posible encontrar diferencias grupales generalizadas en el LPP inde-
pendientemente del contenido afectivo de los estímulos, lo cual se
podría interpretar como una mayor activación de las redes neurales
de alto nivel que modulan el compromiso emocional (Pastor et al.,
2007) en el grupo de alto tono vagal.
Es probable que las diferencias en tono vagal impliquen modos
diferentes de regularse en el entorno social, tal como ha sido sugerido
por algunos estudios. Ello podría estar dado, al menos en parte, por
un modo diferente de enfrentarse a la información emocional de alto
valor adaptativo, tanto en su percepción, como en las etapas más
complejas de discriminación y categorización de orden superior. En
efecto, se ha establecido que la organización exitosa de las estrategias
conductuales depende de la extracción eficiente de información crí-
tica del entorno (Öhman, Flykt y Lundqvist, 2000), lo cual podría
redundar en el valor adaptativo de una discriminación más certera
de los estímulos emocionales, dada por la activación diferencial de
los sistemas motivacionales entre el grupo de alto tono vagal, en
comparación con el grupo de bajo tono vagal.

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4.7. Neuroeconomía y toma de decisiones

La Neuroeconomía es un campo transdisciplinario emergente que


utiliza técnicas neurocienctíficas para identificar el sustrato neuro-
nal asociado a las decisiones económicas. “Económicas” debe ser
interpretado aquí en el sentido más amplio, como cualquier proceso
de decisión (humano o no humano) que se da por la evaluación
de alternativas (Zak, 2004). Metodológicamente sigue las ideas de
David Marr (1982), en el sentido de que para entender mejor la fun-
ción del cerebro es preciso desarrollar una descripción matemática
de las metas que éste debe resolver, y utilizar esa descripción en la
investigación neurofisiológica y comportamental. La Neuroecono-
mía formaliza a través de la Teoría de juegos, compara las soluciones
óptimas con las soluciones reales a través de la Psicología, e identi-
fica el sustrato biológico de las diferencias y similitudes mediante
técnicas neurocientíficas.
En nuestro grupo de la Universidad Diego Portales hemos
comenzado a aplicar este enfoque al estudio del procesamiento
cognitivo de ganancias y pérdidas económicas, entendiéndolas como
casos especiales de recompensas y castigos ambientales que entregan
información para la adaptación del comportamiento a constreñi-
mientos ambientales. Nuestro trabajo ha girado principalmente en
torno a una deflexión negativa, una baja en la intensidad de voltaje
promedio que se registra en sujetos mediante el uso del electroen-
cefalograma, que aparece tras la constatación de resultados peores
que los esperados por dichos sujetos. Por este motivo, dicho patrón
es denominado “negatividad relacionada con el error” (“ERN” por
“Error Related Negativity”). Investigando este fenómeno esperamos
concluir algo acerca del sustrato biológico de las desviaciones del
comportamiento respecto de las prescripciones de la Teoría de
decisión racional; las mismas que se evidencian cada vez que nos
embarcamos en apuestas por montos que no alcanzan a compensar
las bajas probabilidades de ganar, o cuando rechazamos situaciones
o eventos que poseen riesgos moderados en contraste a las ventajas
que puede suponer al final. Para explicar cómo una investigación

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en Electrofisiología Cognitiva puede indagar en estos asuntos, es
necesario abordar con mayor detalle el ERN.
A comienzos de los 90’s Falkenstein et al. (1991) y Gehring et
al. (1993) describieron, independientemente, una deflexión negativa
en el registro promedio del electroencefalograma (EEG), asociado
a la comisión de errores en tareas de tiempo de reacción. Este po-
tencial relacionado a eventos (ERP) es denominado “error related
negativity” (ERN). El ERN se caracteriza por una deflexión negativa
en el ERP, cuyo peak se ubica alrededor de los 80 milisegundos que
siguen a la comisión de errores en tareas mecánicas. Dicho patrón
se genera en el momento mismo de la iniciación de la respuesta, por
lo que es referido como ERN de respuesta (response locked ERN).
Posteriormente se descubrió un patrón similar elicitado por mensa-
jes respecto del desempeño de los sujetos. Gehering y Willoughby
(2002) realizaron un estudio que hoy es citado como referente al
respecto. En esa ocasión se utilizó un paradigma de juego o apuesta
donde se describió una deflexión negativa del ERP con un peak en
los 250 ms siguientes a la entrega de un feedback negativo (la pérdida
de dinero), comparado con el ERP que sigue a un feedback positivo
(la ganancia de dinero). Nieuwenhuis y Holroyd, con sus respectivos
colaboradores, mostraron durante 2004 que el hallazgo de Gehering
y Willoughby (2002) puede asumirse como un equivalente para el
feedback del ERN de respuesta. Por lo mismo la literatura refiere a
este componente como ERN de feedback (feedback locked ERN).
Desde el comienzo mismo de los estudios en torno a ERN
(sea de respuesta o feedback) se vinculó dicho componente con un
mecanismo de monitoreo del comportamiento y aprendizaje por
reforzamiento para la optimización de la conducta. El descubri-
miento de esta relación está a la base de la utilización de paradigmas
de juego económico para estudiar el ERN, así como la apelación
al ERN para el estudio de los mecanismos neurocognitivos de los
procesos humanos de toma de decisiones.
Para entender como se vinculan ERN, aprendizaje por refor-
zamiento y procesos cognitivos de toma de decisiones, es necesario

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tener una noción de la teoría más aceptada respecto del mecanismo
generador del ERN. Según dicha teoría (Holroyd y otros, 2002;
2003; 2004; 2005), los ganglios basales continuamente evaluarían
los eventos externos, y contrastarían los resultados con expectativas
respecto de los mismos. Cuando los resultados son peores que los
esperados, se produciría una disminución en la actividad de las
neuronas dopaminérgicas del mesencéfalo. El consiguiente descenso
en los niveles de dopamina llegaría al córtex cingulado anterior
(CCA) como señal de error para su entrenamiento en el control de
la conducta. Esta señal también desinhibiría las dendritas apicales de
las neuronas motoras del córtex frontal, lo que generaría el ERN.
Así, el factor clave para entender la modulación de la amplitud del
ERN, es la diferencia existente entre las consecuencias reales de
las acciones y las consecuencias esperadas de las mismas; es decir,
expectativas y resultados.
El aporte diferencial que buscamos hacer en el grupo de in-
vestigación de Neurociencias Cognitivas de nuestra universidad se
refiere a la aclaración del significado del término “expectativas” en
la investigación sobre el ERN, dado que el mismo es tratado de dos
formas alternativas en la literatura. Mientras algunas investigaciones
ponen el énfasis en el tamaño de las recompensas esperadas, otras lo
hacen en las probabilidades de las mismas. Para abordar estas cues-
tiones utilizamos la noción de “valor esperado” (“EV”, por “Expected
Value”) de la clásica teoría de la decisión racional. Esta nos habla
acerca de las expectativas que debieran guiar las decisiones de los
agentes racionales. Señala que entre varias opciones, debe tomarse
aquella con el mayor valor esperado :

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En esta ecuación Xi es el resultado (ej: monto) asociado al
estado i, y Pi es la probabilidad del estado i. De esta forma, por
ejemplo, un agente racional puesto ante la disyuntiva de salir con o
sin paraguas a la calle, un día en el cual le parece igual de probable
que llueva y que no llueva (p = 0,5), donde andar sin paraguas le
significa 100 unidades de satisfacción si no llueve y 0 si es que llueve;
y donde andar con paraguas le significa 60 unidades de satisfacción
si es que llueve y 30 si no llueve; debiera salir sin paraguas según la
teoría de la decisión racional, dado que esta opción tiene un valor
esperado (EV = 0,5 x 100 + 0,5 x 0 = 50) mayor que la opción de
salir con el paraguas (EV = 0,5 x 60 + 0,5 x 30 = 45).
Esto nos lleva a una reflexión sobre el ERN : si su amplitud
es proporcional a la diferencia que existe entre resultados esperados
y obtenidos, y si las personas estiman los resultados esperados a
partir de la función del valor esperado, entonces el valor esperado
de una situación debiera de predecir la amplitud del ERN en dicha
situación.

4.7.a. Investigación

Los sujetos son enfrentados a un juego de azar (figura 11) de cuatro


condiciones, dos de las cuales (D y A en la figura 12) tienen valores
esperados equivalentes, pero distintas relaciones “tamaño-probabi-
lidad”. De este modo, si el ERN está modulado por expectativas y
las expectativas son racionales, desviaciones negativas equivalentes
respecto del valor esperado de ambas situaciones debieran reflejarse
en amplitudes equivalentes del ERN.
También podrá observarse que en la formulación del valor
esperado entran en juego las dos versiones del término “expectativa”
utilizadas en torno al ERN, tamaños de recompensas (Xi) y proba-
bilidad de recompensa (Pi). Hemos sumado dos condiciones (C y
B en la figura 12) que son equivalentes en tamaños de recompensas
en juego y en probabilidades de recompensas, respectivamente,

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con D y A. De este modo, a partir de una serie de sustracciones de
señales promedio del EEG, podemos aislar el efecto de probabilidad
y tamaño de recompensas en la generación del ERN.

Figura 11. Paradigma de toma de decisiones. Esquema del juego de azar y ejemplo de secuencia
de estímulos para la condición de baja probabilidad de perder y bajo monto por ganar con un
resultado negativo (pérdida).

Tras una cruz en una pantalla negra se muestran cartas que


exhiben montos posibles de perder o ganar (condiciones A, B, C y
D de la figura 12, presentadas de forma pseudoaleatorea). El sujeto
debe decidir entre dos “sistemas crupiers” que seleccionarán azaro-
samente una de las cartas presentadas para, tras una segunda cruz
de fijación, mostrar un resultado.

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Figura 12. Diagrama de condiciones de juego (A, B, C, D) y sus relaciones matemáticas. Las
flechas azules indican la dirección de las diferencias por distintos tamaños de probabilidad. Las
flechas rojas indican la dirección de las diferencias por distintos tamaños de recompensa.

4.7.b. Resultados

A la fecha de este escrito contamos con resultados preliminares que


deben ser evaluados estadísticamente, pero que ya develan ciertas
tendencias. Primero: El juego modula la amplitud del ERN, dado
que para todas las condiciones éste es más negativo para pérdidas
que para ganancias. Segundo: Las dos condiciones con valores espe-
rados equivalentes arrojan amplitudes distintas del ERN cuando se
produce el resultado negativo (-100). Específicamente, la condición
A entrega mayores amplitudes que D, insinuando una inclinación
hacia la sobrevaloración de recompensas altas a pesar de sus bajas
probabilidades de ocurrencia, o la subvaloración de altas probabi-

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lidades cuando las recompensas no son tan vistosas. Por último, y
en la misma línea, los resultados insinúan que, si bien el ERN es
modulado tanto por probabilidades como por tamaños de recom-
pensas, son las diferencias en estas últimas las que tienen mayor
impacto. Para la vida cotidiana estos tres hallazgos significarían que
nuestro cerebro se fija más en cuánto podemos ganar o perder, que
en las probabilidades reales de ganar o perder; fenómeno al que,
entre otras cosas, se debería la existencia de empresas de lotería y
las burbujas financieras (San Martin, Hurtado, Isla, & Ibañez., in
preparation).
Para finalizar es importante mencionar que con este trabajo
hemos iniciado una línea de investigación en Neurociencia de la
toma de decisiones o Neuroeconomía, esfuerzo interdisciplinario
que busca comprender cómo el cerebro genera las decisiones co-
tidianas que, por agregación y concatenación en la sociedad y las
sociedades, producen los fenómenos masivos que conocemos a través
de noticiarios y libros de Historia.

4.8. Una aproximación al estudio de la infidelidad y los celos


integrando Psicofisiología y técnicas de imaginería para la
inducción emocional

Un aspecto intrigante de las emociones humanas son aquellas social-


mente complejas como el amor fraternal, la vergüenza y los celos;
sin embargo los celos románticos, como respuesta a la posible pér-
dida de una relación valorada, solamente se comienzan a investigar
sistemáticamente a partir de la década de los 80, desde el enfoque
de la Psicología Evolucionista (Buss et al., 1999).
Más de dos décadas de estudio han permitido cuestionarse
acerca de si los celos son característicos del repertorio de respuestas
afectivas humanas, así como establecer diferencias en el tipo de even-
tos que gatilla la respuesta de celos por sexo. Existen dos posiciones
claras en torno a estas diferencias, la primera representada por la

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postura de Eagly y Wood (1999) y DeSteno, Bartlett, Baraverman
y Salovey (2003), quienes proponen que la respuesta de celos ante
infidelidad sexual y emocional se adquiere por medio de la socializa-
ción, altamente dependiente del tipo de cultura en que se encuentre
el individuo. Por otro lado, Buss et al. (1999) y Schützwohl (2004),
han establecido que existen diferencias sexuales en el tipo de even-
tos de infidelidad que provocan la mayor intensidad de celos. La
infidelidad romántica (que un tercero pudiese acaparar el amor, la
preocupación y la inversión económica y emocional de la pareja)
sería mas desagradable para las mujeres, mientras que la infidelidad
sexual (pérdida de la exclusividad sexual de la pareja) sería altamente
desagradable para los hombres. La explicación de esta diferencia
desde distintos enfoques, puede ser consultada en las referencias del
capítulo. Sin embargo, desde la perspectiva evolucionista, el tipo de
infidelidad que provoca mayores celos responde a las contingencias
encontradas históricamente por hombres y mujeres durante la evolu-
ción de la especie, y emerge como solución a problemas adaptativos
diferenciados sexualmente (Buss & Schmitt, 1993).
Otro aspecto relevante es determinar si todas las personas
responden con celos ante eventos de infidelidad y, aún más im-
portante, establecer si esta respuesta, al igual que los eventos que
la desatan, tendría particularidades que aplican de forma diferente
hombres y mujeres. Sabini y Green (2005) postularon que los celos
serían una emoción básica, es decir una respuesta típica de nuestra
especie ante eventos de infidelidad, pero sin una expresión facial
que la caracterice. Ekman (1993) ha establecido que además de
expresiones faciales particulares, las emociones básicas deben con-
tar con respuestas fisiológicas predecibles, que emergen de forma
automática y sin control consciente del individuo.
Por lo tanto, resulta relevante indagar si la infidelidad produce
celos como una emoción básica predecible, pero sin una expresión
facial particular, o si ésta provoca un sinnúmero de emociones ne-
gativas (como lo muestran Shackelford, Leblanc & Drass, 2000).
Para ello, la observación de las respuestas fisiológicas que se evocan
ante el recuerdo de la vivencia personal de infidelidad (imaginería),

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permitirá luego indagar si existen diferencias sexuales en la afecti-
vidad que la acompaña.

4.8.a. Investigación

El objetivo de este apartado es dar cuenta del registro fisiológico


(cambios en la actividad cardíaca) ante la evocación de infidelidad,
en un contexto de imaginería en el cual los participantes fueron
guiados en el recuerdo de esta situación. Esta técnica ha sido des-
crita por Rainville, Bechara, Naqvi y Damasio (2006) quienes nos
proveen de información acerca de que la inducción del recuerdo de
situaciones que provocan emociones básicas (rabia, tristeza, alegría y
miedo) produce cambios específicos y diferenciables en la actividad
cardíaca y respiratoria de las personas.
Ésta es una investigación de carácter piloto que permitirá,
luego de establecer que el recuerdo de infidelidad produce cambios
fisiológicos distintos al de una situación de amor, y que ambas
condiciones se diferencian de una línea base, diseñar un estudio
que especifique si la respuesta ante la infidelidad se distingue de la
generada al evocar situaciones que son producto de la vivencia de
emociones básicas.
Se utilizó una muestra de 11 mujeres y cinco hombres (M
edad = 28.25 años). Se entrevistó a los participantes, a los que
podían recordar vívidamente una situación de infidelidad de la
pareja. Durante la entrevista inicial, se extrajeron los aspectos con-
textuales necesarios para evocar el recuerdo del evento, además de
solicitar que también relataran una situación que les produjera un
fuerte recuerdo de amor o felicidad, la cual fue presentada como
condición de salida de la investigación y comparación con las otras
condiciones. La observación de los cambios fisiológicos se basó en
el registro de la frecuencia cardíaca de forma continua, para poste-
riormente ser procesada y obtener la tasa de variabilidad cardíaca
(TVC) y el período entre intervalos cardíacos (PIC), que han sido
utilizados como medidas de alteración emocional en investigacio-

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nes recientes como la de Landolfi, Geher & Andrews en el año
2007. Los registros del estudio se llevaron a cabo por dos minutos
y medio, con un descanso de cinco minutos entre condiciones
(línea base, infidelidad y amor) inducidas mediante imaginería. La
configuración de electrodos (preparación Einthoven 2) se situó en
ambas muñecas, con una tierra en el pie derecho. El procedimiento
consideró la firma de un consentimiento informado por parte de
los participantes. Luego, se realizó la instalación de electrodos y se
tomó la línea base con los ojos cerrados y sin realizar movimientos.
Tras una pausa, se le pidió a la persona que nuevamente cerrara los
ojos, para realizar la imaginería de la condición de infidelidad. Se
realizó otra pausa, y finalmente se hizo la imaginería de la situación
de amor. Se constató que los cambios fisiológicos que se producen
al evocar situaciones de infidelidad, presentan las características
hipotetizadas. La TVC y el PIC fueron significativamente diferentes
entre las condiciones de registro.
Específicamente y como lo muestra la tabla 1, se observó un
aumento en la TVC en las condiciones de infidelidad y amor, siendo
solamente significativa la diferencia en la TVC para la infidelidad
comparada con la línea base y la diferencia para la infidelidad com-
parada con el amor, como se ilustra en la figura 13.

Figura 13. Resultados de TVC. Diferencia en la TVC para la infidelidad comparada con la línea
base y la diferencia para la infidelidad comparada con el amor.

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Condición TVC PIC
Linea base 78.5 126.6
Infidelidad 81.9 131.4
Amor 79.8 128.0

Tabla 1. Medias y desviación estándar de la tasa de variabilidad cardiaca y periodo entre inter-
valos cardiacos por condición.

El resultado del PIC reafirma lo anterior, mostrando que la


infidelidad produce un período de intervalos cardíacos significativa-
mente más alto que la línea base. Asimismo, el PIC de “infidelidad”
es significativamente más alto que el de “amor”; la diferencia entre
el recuerdo de “amor” y la línea base no resulta significativa (ver la
figura 14).

Figura 14. Resultados de PIC. PIC de “infidelidad” (significativamente más alto que el de
“amor”). La diferencia entre el recuerdo de “amor” y la línea base no resulta significativa.

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Como se planteó en el estudio, la fisiología asociada a una
situación de infidelidad produce cambios en medidas cardíacas que
son distinguibles de otra condición emocional (amor), permitiendo
especular que en futuras investigaciones podría encontrarse un pa-
trón de actividad fisiológica común a la infidelidad. Esto quiere decir
que el recuerdo de situaciones emotivamente intensas (infidelidad
y amor) se diferencia de la condición de línea base. Asimismo, no
es la mera actividad emocional la que produce el cambio cardíaco,
ya que sólo la condición de “infidelidad” alcanza una intensidad
significativamente diferenciable de la línea base, no ocurriendo así
con la condición de “amor”.
De esta forma, dependiendo de la universalidad que se obtenga
en este tipo de resultados, será posible establecer si es que la infideli-
dad evoca un patrón de respuesta (celos románticos) diferenciables
de otras emociones básicas, si existen diferencias sexuales en dichos
patrones de actividad fisiológica y si sería sustentable la explicación
evolucionista de los celos románticos, como una forma adaptativa
de enfrentar situaciones que han tenido un impacto importante en
la especie humana.

4.9. Conclusiones

La intención de este capítulo ha sido mostrar el interjuego y co-


construcción de conocimiento acerca de los fenómenos sociales,
considerando hechos y teorías de niveles biológicos, cognitivos y
sociales. Desde el estudio de claves contextuales y paralingüísticas
en el lenguaje; el rol de la empatía como fenómeno altamente bio-
lógico y social; los correlatos cerebrales, perceptuales y cognitivos de
los sesgos sociales y el prejuicio; el estudio de relaciones existentes
entre actividad central y periférica en respuesta a estímulos sociales
con carga emocional positiva y negativa, el reporte de modulación
cerebral de toma de decisiones en contextos de “pérdida-ganancia”
y su relación con las teorías económicas; hasta el estudio de la ac-

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tividad periférica (cardíaca) asociada a experiencias de infidelidad
configuran un amplio campo de investigación. Este conjunto de
estudios, pioneros en Sudamérica, ofrecen nuevas posibilidades de
investigación para el estudio de la Cognición Social. La extracción y
discriminación de la información social es un tópico de relevancia en
las Neurociencias Sociales. El Laboratorio de Neurociencias Cogni-
tivas de la Universidad Diego Portales ha dado un paso importante
en esta área, casi ausente en Sudamérica.
Para el estudio de las Socioneurociencias es importante hacer
una caracterización conceptual clara del fenómeno de estudio y
poseer un criterio de agrupación preciso que permita el uso de
técnicas de estudio neurobiológico como los ERPs, fMRI, PET,
etc. El desarrollo de teorías y modelos explicativos de las Socio-
neurociencias, sólo debe hacerse en el marco de múltiples estudios
que busquen explicar el mismo fenómeno, es decir, lo detallado y
poco generalizable de los resultados de cada uno de los experimentos
usados requieren de la replicación o uso de modelos experimentales
similares por parte de múltiples grupos, con el fin de crear teorías que
puedan impactar el estudio de las Socioneurociencias que puedan
ser aplicables en diferentes contextos y que puedan ser usados en la
explicación de fenómenos de otros niveles de análisis.
Sintetizando el aporte de este capítulo, el mismo ha versado
sobre la multiplicidad de aplicaciones de las Socioneurociencias. Se
describieron una serie de estudios desarrollados por el Laboratorio
de Neurociencias Cognitivas de la Universidad Diego Portales, a fin
de ilustrar posibles áreas futuras de investigación sistemática, tales
como el efecto de claves contextuales en el lenguaje, la empatia y
otras emociones, estudios neurocientíficos del sesgo racial, relacio-
nes del sistema nerviosos central y periférico en el procesamiento
socio-emocional, los correlatos cerebrales de la toma de decisiones,
o los correlatos periféricos de las emociones desencadenadas por
percepción de infidelidad. En este capítulo se presentaron algunos
experimentos prototípicos, que ilustran cómo la emergente inves-
tigación en Sudamérica del área de las Socioneurociencias presenta
un potencial importante para el desarrollo de enfoques basados

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en el pluralismo explicativo-metodológico de la mente como un
fenómeno simultáneamente biológico y social, y no únicamente
cognitivo.

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Referencias

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