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EL PERRERO, O “EL PEDRERO” DE MOTA DEL MARQUÉS

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (18/02/2018)

Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario
explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará
con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.

ANTES DE COMENZAR; HEMOS DE AGRADECER A LA COORDINADORA CULTURAL AREPA XXI


(Asociación para la Recuperación del Patrimonio de Mota del Marqués) LA AYUDA QUE SIEMPRE NOS
FACILITA -EN ESTE CASO, QUE NOS PERMITA DIVULGAR LAS IMÁGENES DEL PERRERO). EN
ESPECIAL HEMOS DE AGRADECER A DIEGO ALONSO ALONSO, LA INFORMACIÓN Y DATOS QUE
NOS HA PROPORCIONADO SOBRE ESTE MONSTRUO FUSTIGADOR DEL CARNAVAL, QUE A “CARA
DE PERRO” PERSIGUE A LAS GENTES EN MOTA. FIGURA QUE ÉL ENCARNA Y QUE SE HA
RECUPERADO A TRAVÉS DEL ESFUERZO Y EL RECUERDO DE MUCHOS MOTANOS.

En la imagen junto a estas lineas, Diego Alonso (en este caso disfrazado de San Fermín santico).
Incluimos esta divertida foto, para que podamos conocer a quién protagoniza El Perrero de Mota en
nuestros años.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: El Perrero persiguiendo y descansando. Arriba, imagen tomada el año
pasado (2017) y subida a Facebook por Arepa siglo XXI, donde les vemos siguiendo a
jóvenes. Abajo, una fotografía de El Norte de Castilla, diario al que agradecemos nos permita
divulgarla (1) . Tomada en la cafetería El Casino de la Plaza Mayor; en ella se encuentra El Perrero,
junto al Alcalde de Mota del Marqués (Sr. D. Gerardo Hernández Álvarez) y a una de las directoras de
Arepa XXI (Sra. Da. Gloria Hernández Martín).

El Perrero
sale en febrero.
Con su flagelo
y cual herrero
a golpe de arriero
azota guerrero... .

El Perrero
sale en febrero
y corre torero.
¡Ay compañero
si no das dinero
te pega fiero...! .

El perrero,
el perrero
carnavalero... .

Comenzamos esta leyenda con una copla infantil que se solía cantar en el siglo XIX al famoso
Perrero de Mota; cuyos orígenes son ancestrales y su historia tan curiosa como divertida. Todo lo
que iremos descubriendo en el presente artículo, que comenzaremos con el análisis de las
Mascaradas en nuestro folklore peninsular (tal como las explica una página que la Junta de Castilla y
León ha liberado en la red con el fin de que las conozcamos). Tras ello, seguiremos con una
investigación propia acerca de estas celebraciones, para terminar narrando la leyenda de El Perrero
de Mota.

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS


LINEAS: Diversas fotos de el Perrero de 2017 divulgadas en la página de Mota del Marqués de
Facebook. Al lado, persiguiendo a jóvenes por las calles de Mota. Abajo y arriba, mientras entraba en
la cafetería Ruy Wamba de la Plaza Mayor, ante el asombro de los allí reunidos (hemos tapado los
rasgos en el rostro de posibles menores de edad, por previsión a la ley de protección).

A) ORÍGENES Y SIGNIFICADO DE LAS MASCARADAS:

Como dijimos, analizaremos primero estas fiestas comenzando desde las páginas que la Junta de
Castilla y León divulga en internet, con el fin de dar a conocerlas. Resumiendo los diferentes
epígrafes que han incluido acerca de estas celebraciones; que comienzan con una “Introducción”
donde se explica “que máscaras, fiestas y religión formaron la trilogía que dieron origen a nuestras
mascaradas invernales. No porque sean paganas, son menos religiosas que cualquiera de las
celebraciones litúrgicas cristianas. Tienen otro tipo de religiosidad, incluso más intensa” (3) .
Sigue el portal digital de la Junta con el título “Carácterísticas”, escribiendo:
“Las mascaradas de invierno en Castilla y León tienen como caracteres definitorios (...) los
siguientes:
-La época en que se desarrollan (…) de la Navidad al Día de Reyes o Epifanía. Después, algunas se han
ubicado en épocas distintas.
-Uso de máscaras demoníacas o zoomorfas (...) hay que incluir también las caras pintadas.
-El empleo y sonido de cencerros, esquilas o campanillas, como recurso purificador de los males de
la localidad, por lo que recorren todas sus calles, haciéndolos sonar sin parar.
-Uso de instrumentos fustigadores (tenazas articuladas, vejigas hinchadas, pelotas, ...), a las que hay
que sumar el lanzamiento de diversos materiales (ceniza, paja, harina,...) o el roce con otros (corcho
quemado, anilina,...). Unos y otros tienen sentido fertilizador.
-Protagonismo de los mozos solteros, como organizadores y actores de las mascaradas; en muchos
lugares, se concretaba y aún se concreta toda la organización y realización en el subgrupo de los quintos.
-Las mascaradas significan un rito de paso para estos jóvenes, que han de demostrar su capacidad
organizativa y fuerza física necesaria para entrar en el mundo de los adultos.
-El ámbito de actuación es la propia localidad (…) .
-Rasgo inherente a la fiesta es la generación de desorden, carreras, gritos, saltos,..., pues las máscaras
les confieren un estatuto de superioridad por encima de la normas, al tiempo que estos actos reflejan el
caos invernal de la naturaleza.
-Casi todos los actos rituales que se ejecutan tienen importante carga simbólica y componentes
mágicos” (4) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes mías de los campos de Mota del Marqués y sus
trigales. Arriba, en el camino de subida a Tiedra, llamado por muchos “la cuesta tijeras”. Abajo, la
población y sus cultivos vistos desde el Camino de Santiago, en el tramo entre Vega de Valdetronco
y Mota. Como podemos observar, la agricultura fue y sigue siendo una de las dedicaciones más
importantes en este pueblo vallisoletano. Consecuentemente, hemos leído antes que todas las
mascaradas tienen un sentido fertilizador y de beneficio para las tierras o para el ganado. Las
celebradas en los meses de Febrero y Marzo (como la de El Perrero) son a mi juicio herederas de las
festividades del fin de año agrario antiguo. Una anualidad que comenzaba con Aries (el 21 de marzo) y
terminaba con Piscis (el 20, un día antes). Por su parte, este era el mes de Marte -como dicta su nombre
“marcial”-; durante el cual decidían en Grecia y Roma, qué hombres y jóvenes se iban para servir al dios
bélico (lo que después fueron los “mozos” o “quintos”) . Marchando los de Marte a la guerra, separados y
distinguidos de aquellos otros varones del pueblo que se quedaban para laborar la tierra y cuidar del
ganado. Estas circunstancias y las fechas del Carnaval explican las numerosas fiestas que de
celebran, descendientes de otras más antiguas: Unas ancestrales, para celebrar la llegada de las
lluvias y el final de los fríos invernales; otras -de origen grecorromano- para conmemorar la marcha de
los que se iban para servir a Marte, luchando en tierras lejanas (tras ser elegidos como soldados).
Sigue el texto que analizamos, con un apartado dedicado al recuerdo más antiguo de las mascaradas,
donde escribe: “El origen de estas fiestas es controvertido (...) hunden sus raíces en los ritos
prerromanos de las sociedades agrícolas y ganaderas. Estas creencias y ritos primitivos van a
integrarse en el cuerpo religioso romano, principalmente en las celebraciones Lupercales, Saturnales
y Kalendas, cuyos ritos se difundirán por el Imperio (...) las que más intensamente han influido en nuestras
mascaradas han sido las Lupercales, ligadas a Fauno y al mundo pastoril, lo que se confirma con la
atribución popular de las mascaradas a pastores en bastantes de nuestras fiestas. (...) El hecho de que
hayan llegado al siglo XXI mascaradas con ritos tan antiguos demuestra el arraigo de tales
celebraciones entre la población, singularmente, entre la rural. Y eso que desde muy pronto, la Iglesia
empezó a condenar la celebración (...) Tras este primer intento por erradicar estas fiestas paganas
sin conseguirlo, viene un período caracterizado por el impulso hacia un sincretismo” (5) .

Pasa finalmente la web de la Junta a explicar los diferentes estilos de mascaradas, distinguiendo
entre tres formas principales:
-Mascaradas demoníacas: Aquellas en las que el protagonista lleva máscara de carácter demoniaco, que,
la Iglesia, por su aspecto, las va a convertir en símbolo del Diablo cristiano.
-Mascaradas zoomorfas: En las que el protagonista es una máscara con forma animal, bien sea de toro,
características de la provincia de León
-Mascaradas demoníacas al servicio de la liturgia cristiana: (...) a partir del Concilio de Trento (…)
potenciando la fiesta de Corpus Christi”.
Termina el texto exponiendo que:
“Todas las máscaras demoníacas realmente representan a unos seres intermedios entre los dioses y
los hombres, los démones, en quienes se encarnan los espíritus de los antepasados, que regresan a la
tierra, aprovechando el parón invernal, para pasar revista a nuestras formas de vida, purificar nuestros
pueblos y a sus gentes y fertilizar nuestros campos, ganados y mujeres (...) por el rito que realiza,
golpeando con barro, también es símbolo de fertilidad agraria y humana” (6) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Una extraña máscara que
guarda el claustro de la Catedral de Braga (Portugal) -a la que agradecemos nos permita divulgar
nuestras imágenes-. En foto, al lado, vemos ese raro ser mascarado, que nadie sabe qué sentido tiene
y que preside actualmente el patio de salida de la Seo Bracariense (una de las más importantes de la
Edad Média). El tipo de trabajo en piedra de la cabeza es tosco y popular, pareciendo una imitación del siglo
XVIII de modelos románicos. Por lo que quizás se corresponda con una imagen hecha en épocas tardías
(durante La Ilustración y tras la expulsión de los jesuitas por el Marqués de Pombal); queriendo parodiar la
lucha que San Martín de Braga realizó contra toda mascarada. Pues tal como explica la página que hemos
estudiado de la Junta de Castilla y León, este santo portugués “en los concilios de Braga de los años 561
y 572, así como en sus libros De correctione rusticorum y Capitula Martini, condena las kalendas” y
toda fiesta relacionada con las máscaras. Celebraciones que posteriormente dieron origen al
Carnaval, que tan de moda puso la Ilustración en el siglo XVIII (principalmente en Venecia y
Francia). Abajo, foto del patio de la Seo Bracariense, donde se encuentra este extraño ser
“enmascarado”.
.
B) SIMBOLISMO, PROCEDENCIA Y SIGNIFICADO DE SUS ATRIBUTOS Y RITOS:

1º-B) EL FLAGELO:

A mi juicio y sin lugar a dudas, se encuentra en el Egipto faraónico el origen ritual de este instrumento
que servía para azotar bestias y personas. Donde en las primeras épocas dinásticas ya vemos
flagelos sagrados fabricados en metales preciosos y adornados con gemas -iguales a los utilizados
comúnmente, para golpear o quitarse insectos-. Siendo este uno de los dos atributos que el faraón
lucirá siempre; reyes que veremos siempre representados con los brazos cruzados y portando un
cayado (o bastón corto) en una mano, mientras sujetan el flagelo con la otra. El significado de ambos
objetos es tan obvio como ancestral, pues el cayado es el símbolo ganadero y también bastón de
mando militar; mientras el flagelo se ostenta como signo de poder y represión, por cuanto sirve para
castigar o corregir. Siendo los dos instrumentos el distintivo de la disciplina y del gobierno; tal como lo son
todavía el bastón de mando y los fasces en el mundo militar (cuyo simbolismo es paralelo -por no decir, el
mismo-).

De tal manera, encontraremos ya el flagelo como atributo real en las representaciones de Min o
Minu; el dios de la fertilidad que se considera primer faraón, fundador del Egipto dinástico y de su
capital homónima (Menfis -del nombre Min o Men-). La historia de esta deidad faraónica la hemos
relatado en numerosos artículos, de los que recogeremos un breve resumen tras las imágenes, con el
fin de conocer el significado de su flagelo; que para la mayoría de expertos es un símbolo de
fertilidad, sexualidad y hasta de erotismo (7) .

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Representaciones del dios Min. Al lado relieve de la capilla blanca
de Sestrosis I, en Karnak (XII dinastía). Abajo, relieve del mismo dios en los pasillos del Templo de
Luxor (también Karnak; XVIII dinastía). Observemos en las imágenes: El pene erecto (circuncidado, lo
que indica su rango de sacerdote-rey) y el flagelo en sus manos; ambos, símbolos de fertilidad.
Decíamos en anteriores artículos nuestros que: Entre todos los dioses de fertilidad mediterráneos, el
"padre" o "abuelo" de aquellos fue Min (o Minu) de Egipto; dios-faraón del Nilo y una de las deidades
más antiguas del Antiguo reino. Su representación es la de un hombre de piel oscura, con corona
imperial, alas de halcón y flagelo. Atributos reales, pero también sexuales; pues la figura de Min es
además itifálica y para colmo carente de un brazo (o con uno de ellos atado al cuerpo). Más tarde
explicaremos el significado de esa representación de un faraón de tez oscura, con el sexo erecto y manco;
pero expondremos primeramente el origen de tan extraña divinidad, cuyo culto se refería a las
siembras y a las buenas cosechas:

Creen los egiptólogos que este Minu es la personificación del primer faraón llamado Men (Min), cuya
existencia histórica se testimoniaría hacia el 3150 a.C. y que se considera el unificador del Alto y el
Bajo Egipto. Pese a ello, el dios de igual nombre se documenta mucho antes, y ya hacia el 3500 a.C. en el
valle del Nilo existen evidencias de su adoración. Hecho por el que los expertos en esta civilización
opinan que aquel es el recuerdo de las tribus o gentes nubias, que llegaron del Sur hacia mediados
del IV milenio y alcanzaron las tierras del Bajo Egipto (el delta). Debido a ello, se tiene al Min como una
deidad originada en la zona de Nubia, por lo que se deduce que su representación sea la de un
hombre de piel muy oscura; pero los atributos reales que porta serían el recuerdo del mencionado primer
faraón (Mene).

Por lo demás, la historia de esta deidad itifálica, narra que habiendo tenido que ir todos los hombres
del Nilo a la guerra, se quedó solo Minu en tierras del Nilo cultivando las riberas. Un oráculo le
advirtió que todos los egipcios morirían en la lucha y que él debía preñar a cuantas más ciudadanas
pudiera, para perpetuar la raza en el lugar (algo que parece hizo con gran efectividad). De ello que sea
tenido por dios de la fertilidad y de las cosechas, siendo su rasgo el prominente pene erecto con el
que siempre se le representa. Siguiendo con su historia, en lo que refiere a la falta de un brazo, unas
versiones narran que no hubo de ir a batallas por carecer de este, siendo ejecutado al regresar sus
compatriotas y ver la prole que había generado con sus mujeres. Aunque el mito más común es aquel que
cuenta cómo el apéndice le fue cortado por sus compañeros, a su vuelta de la guerra y ver a sus mujeres
con hijos; todos del color de piel de Min.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el faraón Akhenatón
(Amenofis IV) en una imagen de la fototeca universidad de Bruselas –a la que agradecemos nos permita
divulgarla-. Abajo, el famoso Tuthankhamón (suegro del anterior) en su sarcófago de oro; foto tomada
directamente en el Museo de El Cairo -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra
imagen-. Observemos en ambos, el flagelo que portan en una de sus manos; que en el caso de
Tuthankhamón es de bronce, oro y gemas preciosas.
Posteriormente, aquellos niños que generó el oscurito y recio nubio Min, crecieron con mayor fuerza que el
resto de los egipcios; por lo que se enfrentaron a los blancos y les vencieron, llegando a reinar y gobernar
en el Nilo. Narrando la leyenda de este dios Min, la llegada de los fuertes centroafricanos a Egipto;
que en principio pudieron ser usados como esclavos (o sirvientes para la agricultura), pero que por
su mayor fuerza física y resistencia, acabarían haciéndose con el reino. Pese a ser Min el recuerdo de
estas primeras dinastías tinitas, el dios representa fundamentalmente a la casta de agricultores y a las
crecidas del Nilo, que cubrían de un denso y negro fértil limo las llanuras del desierto. Siendo aquel
Minu con su falo erecto, la divinización del río desbordándose, cuyas aguas procedían del mismo
lugar que los nubios (el eje central de África). Su figura simboliza el mestizaje, aunque es la única
representación verdaderamente obscena que existía en el panteón faraónico (que carecía de formas
explícitas en figuras sexuales). Pero que se relaciona plenamente con el Osiris agrario, padre fallecido y
resucitado que simbolizaba la semilla que muere necesariamente, para germinar tras ser enterrado.

Al parecer, muy semejante en su valor simbólico debió de ser el "objeto sagrado" que luce siempre
Min: El flagelo. Pues aunque el dios es representado comúnmente junto al símbolo del Ank; Min lleva en la
única mano que le queda, ese “látigo de faraón” (en actitud de golpear -véase imágenes, más
arriba-). Herramienta que al parecer tiene un significado muy unido al del arado, por cuanto "abre
surcos al utilizarse" -aunque el flagelo los deje sobre la piel y no en la tierra...-. Por lo que siempre se ha
considerado este atributo de Minu como un símbolo de fertilidad; que unido a su carácter agrario
completa sus similitudes con Osiris. De cuanto vamos deduciendo y comentando, ya podemos conocer
las particulares aproximaciones entre el dios del Sol y el faraón flagelador, itifálico y manco; deidad
de la fertilidad que se asimilaba a Príapo por los griegos. Un dios que se documenta en el 3500 a. C.,
pero cuyos cultos y formas han permanecido hasta nuestros días.

De tal manera, terminaremos diciendo que no solo Príapo se parecía a Min en su gran falo; sinó que
el flagelo también era típicamente usado en los ritos de fertilidad grecorromanos.
Consecuentemente, era normal celebrar las fiestas priápicas con procesiones en las que los
asistentes llevaban látigos con los que golpeaban a las mujeres. Aquellas iban a estos rituales de
flagelación, para hacerse más fértiles. Así sucedía en Roma en las Lupercales, procesionadas por
jóvenes en taparrabos que simulando a Fauno, golpeaban con cintas de cuero a toda fémina que se
cruzaba en el camino. Mientras las griegas o romanas asistían en masa a estas fiestas, pues se
suponía que ese flagelo Lupercal era de gran efecto fertilizador. Hechos y costumbres que
permanecieron hasta nuestros tiempos, en fiestas principalmente celebradas en el Carnaval; donde
es normal que los mozos salgan disfrazados con sus látigos, para flagelar a la ciudadanía
-concediendo a la población, al ganado y a los campos, el don de la fecundidad-.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, látigo córciro, tal como lo


recoge Philip Vandenberg en su magnífico libro EL SECRETO DE LOS ORÁCULOS -al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. En la obra, Vandenberg explica cómo este flagelo
-hecho con puntas metálicas- se batía contra los calderos y servía para ahuyentar los males del
Oráculo de Dodona. Siendo el látigo Corciro a mi juicio un espantapájaros, que en Dodona hacía ir venir
con sus sonajas a las palomas, y en cuyos vuelos los augures leían el futuro. El uso del flagelo como
ahuyentador de demonios, es típico en las religiones mediterráneas; incluso en las de Asia, donde
es común ver al sacerdote con un instrumento de este tipo en la mano, gesticulando al oficiar
ceremonias (tal como sucede en las sintoístas).

Abajo, los campos de Mota del Marqués, vistos desde el camino de San Cebrián -con su castillo y colina
que le da el nombre de “mota”-. Estos trigales han de regarse con las lluvias caídas del cielo; siendo
las más comunes aquellas que se producen desde febrero, cuando hay que comenzar a preparar la
labranza, para sembrar la primavera. De todo ello, las fiestas de Carnaval indican el comienzo del año
agrario y el deseo de fertilidad durante la época de labor que llega. Su nombre procede de la “carne”
como símbolo de la fecundación o del sexo; aunque en verdad se refiera más a la fertilidad de los
campos y del ganado.

2º- B) LA FLAGELACIÓN RITUAL SEGÚN MARIANNA SCAPINI:

En un trabajo publicado recientemente por esta autora, podremos comprender qué significaba la
flagelación ritual entre griegos y romanos; tanto como su sentido de fertilidad. El estudio que
referimos de Scapini se intitula WHIPPING IN MYTH, RITUAL AND MAGIC PRACTICE -flagelación en el
mito, en rituales y prácticas mágicas- (8) ; donde se exponen las siguientes ideas (que resumo,
traduciéndolas del libro):

“Entre las imágenes griegas y romanas -convenidas tanto por la poesía como por la iconografía- los
instrumentos cotidianos como látigos, aguijones y aguijones (μάστιγες, κέντρα, οἶστροι, stimuli,
verbera, flagella, virgae) se representan como armas divinas muy comunes, básicamente dirigidas en
transmitir dos significados: En primer lugar, los azotes son una representación frecuente del castigo
divino. En segundo lugar, a menudo representa una intervención divina dirigida a obligar a algo o a
alguien a reaccionar en un asunto determinado. Ambas están claramente inspiradas en las
principales funciones de los latigazos en la vida cotidiana de estas sociedades rurales: conducir
animales, obligar o castigar a los esclavos y castigar a los delincuentes (8a) .

Como vemos en los textos griegos, cuando los azotes punitivos o estimulantes se dirigen a una
persona, su primer efecto es a menudo una identificación con lo sagrado. Sobre la base de una
posesión tan sobrenatural, la persona azotada sufrirá una paliza de castigo, o reaccionará y será
obligado de acuerdo con la voluntad de dios -en el caso de un azote estimulante- (8b) . Los mitos
griegos son ricos en ejemplos de tales castigos divinos punitivos donde aparecen los
azotes; fundamentalmente, en la descripción bien conocida de la posesión dionisiaca (...) A partir de
estos casos, vemos cómo las posesiones tanto dionisíacas como eróticas frecuentemente implican
escapar de la sociedad o romper lareglas de la vida civil. Tanto en la situación de las ménades
Bacantes y de Phaedra, se trata de mujeres que dejan sus roles y deberes tradicionales -como
Olivier de Cazanove tiene precisa-. (…) En la literatura romana, un ejemplo de estimulación erótica
descrito con la metáfora del látigo y más definido del flagelo; fue descrito y mencionado por Horacio que
habla del flagelo sublime de Venus. (8c) .

Tenemos textos que aluden a las prácticas de azotes en Rituales griegos y romanos de diferentes
épocas. Dos ejemplos de ello fueron recogidos por Pausanias (8,23), que habla de mujeres azotadas en
el templo de Dionisos en Alea y muchachos espartanos azotados en honor a Artemis Orthia (...) En
cuanto al mundo romano, los autores antiguos hablan del ritual de la Lupercalia, donde los jóvenes
nobles corrían subiendo y bajando desnudos por toda la ciudad; golpeando a aquellos que se
encontraban en las calles, con sus correas peludas y sobre todo dando en las manos a las mujeres,
para propiciar su fertilidad. Plutarco, (Caes. 61) escribe que: Muchos de los jóvenes nobles y de la
magistrados recorren la ciudad desnudos, de un modo impactante (..) para divertir a los que se encuentran
con taparabos lanudos (..) Y muchas mujeres nobles vienen a ellos con el propósito, tirándoles como a un
maestro; así le ofrecen sus manos para ser golpeadas (..) creyendo que ello propiciará la fertilidad y el
embarazo” (8d) .

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado; Carantoña, máscara del día de San
Sebastián (20 de enero) celebrada en el pueblo extremeño Acehuche -tal como la muestra el Museo
Provincial de Cáceres; al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Abajo, los campos de
Mota del Marqués durante la siega en verano y que en estos días de febrero se riegan con las
primeras grandes lluvias, augurando una buena cosecha.
En nuestra cita (8e) incluyo -traducidos- el resto de párrafos interesantes de este gran trabajo de Marianna
Scapini, en el que podemos ver claramente el significado del azote ritual durante las procesiones
grecorromanas. En especial de aquellas que se celebraban al final del invierno y al comienzo de la
primavera. Pudiendo concluirse a través de estos estudios, que toda celebración primaveral donde se
azotaba, se relacionaba con los cultos agrarios y de fertilidad. Rogando al dios, a través del dolor y
de esos golpes, para que la cosecha fuera propicia y las lluvias benéficas; sin enviar desde cielo
granizos, ni hielos (en épocas de germinación). Todo lo que uniría aquellas fiestas grecorromanas de
Baco o de Dionisos, con las de Min o Minu. El primer faraón egipcio, que simbolizaba las crecidas y
los limos del Nilo; cuyos cultos de fertilidad fueron el origen de aquellos famosos ritos orgiásticos de
Príapo. El dios griego de enorme pene, que servía para asustar a los extraños con su deformación
(ahuyentando así a los extranjeros de los campos) y simbolizaba la fecundidad de las aguas y de las lluvias
(con ese gran falo semejante a un arado).

Unos extraños cultos, conservados en Egipto, Grecia y Roma; que procedían -a mi juicio- desde
rituales ancestrales nacidos en el Neolítico. De celebraciones trogloditas o de la última Edad de Piedra;
donde el hombre realizaba danzas semejantes a las de la “lluvia” y festivales de fertilidad,
celebrando orgías cavernícolas para aumentar la tribu y mejorar las cosechas o el ganado. De
aquellos remotos tiempos, procedería esta costumbres de flagelar, como medio de fertilizar los
campos. Debiendo entenderse que aquellas gentes tan precarias y remotas del Neolítico incitaban al
sexo de ese modo (golpeándose). Todo lo que tiene su origen en una psiqué de personas que desde niño
han sufrido el dolor y el azote (como sucedía el la Edad de Piedra). Hechos que estudiaremos de un
modo más preciso en nuestro siguiente epígrafe.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, Jarramplas; otra máscara del
día de San Sebastián que sale en la población castúa de Piornal -tal como la muestra el museo
provincial de Cáceres, al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes-. Este Jarramplas, al
igual que las anteriores Carantoñas de San Sebastián; actúan cuando termina el invierno en
Extremadura (a fines de enero) y son demonios o ancestros primitivos que golpean a cuantos
encuentran por las calles. Su sentido -a mi juicio- se relacionaría plenamente con las celebraciones
neolíticas de fertilidad; pidiendo a los dioses lluvia y buen año de cosechas. Siendo aquellos
azotadores de las fiestas de iniciación a la primavera, “daimones” que nos han llegado directamente de el
Neolítico. Simbolizando los tiempos en los que el hombre dependía plenamente de la Naturaleza para
subsistir; cuando se organizaban las primeras Sociedades agrarias (desde el 8000 a.C.). Por cuanto
expreso, la importancia de conservar estos ritos y costumbres es crucial; todo lo que agradecemos a
AREPA MOTA XXI que ha recuperado El Perrero de Mota (en este caso, en la figura de Diego Alonso,
que en los días de Carnaval luce su máscara, de tipología “daimónica”).
.
3º-B) FLAGELACIÓN RITUAL EN LAS FIESTAS DE INICIACIÓN DE LA PRIMAVERA: PROHIBICIÓN Y
POSTERIOR SÍNCRESIS EN EL CRISTIANISMO:

Decíamos en artículos míos anteriores (9) , que el año comenzaba en la Antigüedad hacia el 21 de
marzo. Debido a que en las zonas de latitud mediterránea (entre el paralelo 30 y el 45); en esta la época
se inician las labores agrícolas. Siendo las fiestas que se celebraban en estos meses, las que
señalaban el final del frío y el principio de las lluvias -que hacen su aparición en estas tierras de latitud
mediterránea desde febrero-. De tal manera, con el ciclo de Piscis (del 22 de febrero al 20 de marzo)
concluía el año, que se iniciaba con el nacimiento del Aries. Días en los que se rendía culto a los dioses
de la labranza; para solicitarles lluvias, prosperidad y fuerzas en los trabajos del campo.

A estos festivales de final de año agrícola, también se trasladaron en época romana tardía, las
Saturnales. Que antes de la profusión del Mitraismo se habían celebrado al final del año solar (entre el 15 y
el 24 de diciembre, días en los que "muere y renace" el Sol). Saturnales romanas, que como su nombre
indica, eran fiestas de orgía y desenfreno; aunque en su comienzo no se relacionaban con las
ceremonias agrarias, ni con los misterios agrícolas que hablamos. Correspondiendo esos festivales de
Satuno más bien un tributo u homenaje que se rendía al dios de los infiernos; permitiendo a los ciudadanos
durante esos días -del 15 al 24 de diciembre-, cometer todo tipo de excesos y hasta atrocidades. De la
modificación calendárica, llevando Las Saturnales a los Idus de Marzo (comienzo del año agrícola);
creemos que derivaron aquellas primeras celebraciones relacionadas con los misterios paganos (del
campo) hacia cultos más aberrantes. Puesto que en un principio, los rituales agrícolas debieron ser
simplemente de adoración a la fertilidad y al sexo, en forma semejante y tal como los egipcios realizaban
sus Faleriadas (festival del Falo de Osiris, que apenas tenía cultos obscenos, ni excesivos).

Desde estas Saturnales, trasladadas al fin de año agrícola y unidas a ciertas celebraciones del
comienzo de la cosecha (de tipo orgíastico); nacerían y permanecerían ciertos ritos, que nos
llegaron convertidos y sincretizados como los Carnavales de Occidente. Una celebración que en
tiempos de La Ilustración quiso recuperarse, para devolverla al pueblo; por cuanto se recordaba que
esos días prohibidos del Carnaval, habían sido los más divertidos de la Historia. Pese a ello, no está tan
claro su carácter lúdico inicial y ni siquiera su alegría en la participación o en sus festivales; puesto
que muchos de los cultos que se seguían eran durísimos. Flagelando de manera terrible a quienes se
ofrecían voluntariamente; o incluso, dando muerte a los elegidos por sorteo para este fin.

Conforme a todo ello, hablaremos primero de las religiones frigias que se impusieron en Grecia y
Roma; donde al parecer los piratas carios (cilicios de las costas anatólicas) importaron los ritos de Cibeles
y su hijo Attis. Cuyos misterios se celebraban al inicio de cada primavera del modo que ya hemos
relatado en algunos artículos nuestros; principalmente recogiendo cuanto de ellas narra el profesor
Alvar (10) . Quien trata sobre las emasculaciones de Attis en su obra mencionada anteriormente, citanto a
Ovidio en Fastos (IV, 179; 372); expresando que en las fiestas de Cibeles de primavera, los más
devotos seguidores se castraban. Siendo este un hecho que interesaba tremendamente a los
romanos para explicarse el significado de los misterios frigios. Por su parte, Fírmico Materno (11) ,
enseña que todo ello puede comprenderse porque las fiestas de Attis eran consideradas como una
acción de gracias a las cosechas; en las que el dios y sus seguidores se identificaban con el trigo.
Debido a ello, el castigo que se aplicaban a sí mismos -o unos a otros- era similar al que realiza el
segador en los campos. Debido a esos ritos de sangre, los sacerdotes de Cibeles obligatoriamente eran
eunucos y estaban regidos por los superiores (de mayor rango) que carecían de pene y testículos, llamados
galli (galos). Aunque existían otros tipos de castrados; que tan solo habían aplastado sus testículos, o los
que los habían quitado por ablación (unos al cortárselos y los primeros al golpeárselos con piedras). Siendo
aquellos un "segundo grado" de oficiantes o de fieles devotos, que conservaban el pene y tenían erecciones
-pudiendo participar en las orgías de aquellos misterios-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, ostostato de la Diosa
Kubaba ( fragmento ciudad Karkemish) fechado en el siglo IX a.C. -propiedad del Museo de Ankara al
que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Esta deidad hitita adorada desde mediados del
segundo milenio a,C., era llamada Kuba-Ba y su nombre significaba la cúbica. Siendo el símbolo del
aerolito y por ende, del mineral del cual se extraía el metal. Como diosa de la minería y del meteorito, su
culto era ctónico (referido al inter-nos, al interior de la tierra y de la mente) y se la consideraba generadora
de la civilización. Todo lo que se comprende desde su significado como deidad de los metales, que
permitían la creación de sociedades avanzadas. Tanto fue su simbolismo como deidad de las urbes,
que su nombre latinizado en la forma de Cibeles (Kybele desde Kubaba) dio origen a Civile (de donde
deriva nuestra voz “civilización”). Abajo, un dibujo mío de la estatua de Cibeles en el centro de Madrid;
lugar y plaza en la que dicen los madrileños se celebraban ritos de “magia blanca”.
.

En el artículo donde analizaba y relataba estos misterios agrarios de Attis (12) pedíamos perdón a
los lectores, para poder seguir describiendo lo que fueron aquellos cultos de flagelación y
amputaciones. Expresando nuestras disculpas del siguiente modo: Rogando al lector nuestro perdón, pues
sabemos lo poco grato que puede resultar tener que entrar en menudencias acerca de un tema tan
"doloroso" (nunca mejor dicho...). Pero en verdad, si no estudiamos la Historia tal como era, podemos
limitarnos a pensamientos o imágenes idílicas. Con las cuales soñemos que aquella Roma Imperial era
una gran civilización y que todas las que se le opusieron, no fueron más que un detritus que no comprendía
la grandeza de la cultura latina. Evidentemente, no cabe la menor duda de que Roma tuvo grandes méritos;
entre ellos ser la "madre de Europa". Pese a todo -en mi opinión- entre las virtudes del latino no estaba la
mística ni la espiritualidad religiosa, quizás por herencia etrusca; quienes les enseñaron a vaticinar el futuro
destripando humanos... . Aunque posiblemente la falta de misticismo del romano estuviera motivada por la
propia estructura de su Estado, basado en los éxitos y en la ambición de expansión. Sea como
fuere; parece cierto que muchas de estas fiestas del Carnaval "clasico y romano", tenían más de
sanguinoliento que de carnales.

Destacaban entre todos aquellos festivales de Cibeles en Roma, los que daban comienzo en nuestro
mes de marzo y en honor a Attis. Celebraciones que se llevaban a cabo del 15 al 27 de ese mes y
entre cuyos ritos era principal el del día 24, llamado "jornada de sangre" y donde se hacían las
emasculaciones. Mientras, durante el resto de días se representaba fundamentalmente el mito de este hijo
de Cibeles, con diferentes procesiones y actos (todos bastante exaltados, por no decir de enajenación
generalizada y en los que la flagelación colectiva era contínua). Aunque el peor era el denominado "Dies
Sanguis", que sucedía tras el 23, llamado "el Saliar"; en el que los sacerdotes de Marte bailaban las
famosas "saliares", acompañados de címbalos e instrumentos de viento. Desfile y danzas que se
consideran muy relacionados con los rituales de los Curetas o los Coribantes (danzas militares y de
iniciación a la guerra). En todos ellos se sucedían los azotes de los asistentes que deseaban ver
estos ritos sanguinolientos y que eran fuertemente flagelados dos por ayudantes de
sacerdocio (quienes a su vez se golpeaban a sí mismos, con enorme furia).

Todo lo que hemos relatado, se explicaría -a mi modo de ver- al ser esta de Cibeles una religión
procedente de gentes sometidas a la esclavitud (principalmente libertos). Unos hechos que se
demostrarían observando como el atributo de Attis era el gorro frigio, prenda típica de los esclavos
liberados. Debido a ello, creemos que los ritos de Cibeles darían a entender la esclavitud como un
método de civilizar pueblos; lo que concedería derecho a los "civilizadores" para cometer
atrocidades con quienes llevaban hasta su estado cívico. Primero incorporándolos a su Sociedad como
esclavos y más tarde, concediéndoles la libertad (hasta la ciudadanía romana). Por lo que en sus ritos se
llevaba a cabo la castración; una costumbre con la que se solía castigar al prisionero de guerra
antes de venderle y que se practicaba con muchos de los esclavos domésticos (para evitar que
tuvieran relaciones sexuales con las mujeres de la casa).

Siguiendo con este tipo de ceremonias agrarias de primavera, probablemente nacidas en la Edad de Piedra
y conservadas hasta el cristianismo. Destacaron también como duras y terribles, las flagelaciones de
jóvenes ante la Artemisa de Esparta. Unos feroces ritos que ya hemos descrito en otros de nuestros
artículos del siguiente modo (13) : En el recinto sagrado de la Artemis Orthia, se llevaban a cabo
algunos de los cultos más cruentos de la antigüedad, entre los que se encontraba la flagelación
sagrada (denominada en griego "diamastigosis" = "azotar severamente"). Martirio ritual, al que se
sometían los jóvenes de la ciudad de manera voluntaria, alentados por sus familias, pese a que en
numerosas ocasiones les provocaba la muerte -siendo preciso en algunas CiudadesEstado iniciarse en
esta ceremonia para poder ingresar en el ejército-. Un sacrificio cruento que en muchos casos
necesitaba del fallecimiento de un inmolado, por lo que en algunos templos de Artemisa -como el de
Éfeso o el de Esparta- ofrecían anualmente una víctima propiciatoria humana. El elegido (en ocasiones por
sorteo) era sometido a las más aberrantes torturas o azotes, hasta que dejaba de vivir frente al altar de la
diosa. Unos rituales cruentos, de los que ningún ciudadano digno se podría librar; ya que las familias o
grupos sociales obligaban a sus hijos a ser uno de los flagelados, para poderse considerar de ese modo,
entre los má valientes.

En el epígrafe primero (A) recogíamos cuanto decía sobre las mascaradas una página de la Junta de
Castilla y León; donde explican con las siguientes palabras el arraigo popular que estas debieron tener,
debido a lo que han sobrevivido: “El hecho de que hayan llegado al siglo XXI mascaradas con ritos tan
antiguos demuestra el arraigo de tales celebraciones entre la población, singularmente, entre la
rural. Y eso que desde muy pronto, la Iglesia empezó a condenar la celebración (...) San Martín de
Braga, que en los concilios de Braga de los años 561 y 572, así como en sus libros De correctione
rusticorum y Capitula Martini condena las kalendas (...) Tras este primer intento por erradicar estas fiestas
paganas sin conseguirlo, viene un período caracterizado por el impulso hacia un sincretismo” (14) . Pese a
todo y en mi opinión, no eran iguales todas las celebraciones; pues algunas mascaradas tendrían
como misión la iniciación a la guerra, mientras otras fueron de carácter puramente agrario. Cuanto
se comprende porque aquel mes de marzo era en el que reclutaban los jóvenes para llevarlos a servir
a Marte -dios bélico-; mientras otros varones quedaban guardando el ganado o las
cosechas (principalmente por motivos de edad o minusvalías). Sea como fuere, parece claro que cuando
la Iglesia prohíbe las fiestas de máscaras y las flagelaciones colectivas, la mayoría de la población
del imperio romano debió “descansar”. Pues la depravación de las Saturnales y Lupercales, unida al
horror de ritos como los de Attis y Artemisa; harían de las iniciaciones de primavera unas épocas de
abusos, fechorías y terror. Fiestas que finalmente se sincretizaron en otras muy diferentes; como las
múltiples mascaradas de Navidad, La Candelaria, San Sebastián, San Blas, Las Águedas y un largo
etcétera de celebraciones a las que sumaron nuestros Carnavales (en recuerdo de aquellos festivales
agrarios y tras erradicar totalmente las fiestas cruentas).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, grabado antiguo con la


famosa Artemisa de Éfeso; diosa a la que se ofrecían jóvenes para ser azotados hasta la muerte. Su
figura va adornada con pechos en forma de testículos de toro (para destacar el poder genésico de la
diva) y con bestias como leones (con el fin de recordarnos su unión con la antigua Kubaba y con la
Kybele griega). Es muy conocida la predicación de San Pablo a los Efesios; ante el santuario de esta
Artemisa. Una plática de la que se dice, motivó la destrucción del templo y la biblioteca por parte de los
cristianos; que acabaron con todo resto de esta diosa de los bosques y los animales, llamada por los
romanos Diana. Tal fue el poco acierto de San Pablo al predicar ante los efesios, aconsejando mantener
posturas duras y patriarcales sobre las mujeres (a cuenta de los ritos en el artemisión). Que comúnmente se
denomina un “Ad-Efesios” -adefesio- algo horrible o monstruoso. Pese a ello, hemos de recordar que no
eran muy recomendables las celebraciones de la Artemisa efesia, donde se inmolaban jóvenes a golpes del
flagelo. Asimismo tampoco fueron ritos comprensibles los de Cibeles (principalmente en Roma), por cuanto
los cristianos desearon elevar su ciudad de religión sobre el antiguo templo de esa diosa. Habiendo
investigadores que consideran cierto que el baldaquino de San Pedro se encuentra en el lugar donde los
“galos cibelinos” realizaban las castraciones humanas rituales (pese a que no se corresponde el lugar con el
del Templo de Cibeles, Palatino). Unos y otros cultos nos llevan a comprender por qué los romanos
abrazaron pronto la religión cristiana; máxime desde el momento en que Diocleciano cometió todo
tipo de aberraciones contra los devotos de esa nueva fe. Abajo, un dibujito mío de San Pedro de
Roma.
4º-B) LA MÁSCARA DEL GUERRERO:

Lo último que nos queda por estudiar en estas fiestas, es el sentido de la propia máscara; que
muchos identifican con demonios, otros con totems como el toro y que a mi juicio se trata de
caretas rituales -neolíticas-, reconvertidas en un modo para esconderse del pueblo, aquellos que
daban o recibían los terribles azotes (en tiempos antiguos y cuando las mascaradas eran muy cruentas).
Pues desde mi punto de vista, la máscara fundamentalmente servía para que los mozos así ataviados
no fueran del todo reconocidos, pudiendo hacer cuanto desearan. Quizás como un uso ritual
antiquísimo y heredado de un “festín” previo a la guerra; donde los reclutados para ir a batalla eran
iniciados de esta forma. Dejándoles hacer lo que quisieran con su propia población: Sometiéndoles,
fustigándoles y hasta abusando del pueblo; como un paso previo a lo que tendrían que realizar en el
campo de batalla. Todo ello expresado en las mascaradas, como un derecho consuetudinario admitido
por la población a la que servirían aquellos nuevos soldados y que cada mes de marzo partían para
“los campos de Marte”.

De esta forma, la mascarada como iniciación a la guerra tendría un similar sentido a la costumbre del
“novio” en la caza; uso ancestral que aún permanece en nuestras tierras y que hemos tenido que sufrir
quienes matamos por primera vez una pieza mayor. Siendo considerado el neófito cazador “el novio”
del pobre guarro o del infortunado venado que se cruzó en nuestro camino. Con el cual
compartiremos momentos de asco y risa, mientras los perreros nos embadurnan con su sangre, nos
cortan el pelo, nos arrastran junto a las tripas del animal y hasta nos hacen comer su carne o entresijos
crudos... . Una costumbre en la que los perreros son los dueños por unas horas de aquel novato que
ha cazado; aplicando al que llaman “el novio” el castigo de haber acabado con “la novia” (la pieza abatida).
Un rito ancestral y posiblemente neolítico, que se conserva intacto en nuestra cultura y por el que
aún pasan todos los cazadores (desde el rey hasta el más humilde hombre).

Pero regresando a la máscara griega -madre de las carnavaladas-, veremos lo que sobre ella nos
explican los expertos en religiones grecorromanas. Entre los que he elegido a Friedich Georg
Jünger ; que aplica el epíteto de “dios enmascarado” al hablar de Dionisos del siguiente modo: “El
dios, que cambia y se transforma, no adopta sólo apariencias zoomorfas, sino que también se muestra
caminando entre la multitud festiva, cubierto por un ropaje bajo el que cabe sospechar su presencia aunque
su ser esté allí envuelto de un modo irreconocible. Llega disfrazado, como un dios con máscara, como el
enmascarado Dioniso. Por todas partes se encuentran sus máscaras (...) El dios con máscara da a conocer,
como la máscara misma, una duplicidad. La máscara oculta y revela.(...) La máscara es un rostro y ha sido
formada para el rostro, pero no es una imagen, no es una copia que pretende la semejanza individual, pues
el hombre con máscara no se reproduce a sí mismo ni a otra persona sino al dios. (...) La máscara y el falo
que se pasea en las procesiones celebradas en honor a Dioniso guardan una relación: la máscara
evidencia la vitalidad fálica. Estas procesiones marcan el inicio de la naturaleza bufonesca que se ha
propagado por todas partes y que no niega su origen dionisiaco. Bajo la máscara de su bufonada el
bufón es hombre dionisiaco, es el señor del mundo invertido, al igual que Dioniso. Desde las
Dionisiadas, pasando por las Saturnalias romanas y el Festum Stultorum o el Festum Fatuorum, la
verdadera fiesta de los bufones de la Edad Media, llega hasta el presente la esencia del
payaso” (15) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Los cultos de flagelación en
primavera son de origen ancestral. En Roma y Grecia destacaban por su crueldad los de las diosas
Artemisa y Cibeles, cuyas raíces se remontan al cuarto milenio a.C.. Como muestra de ello, traemos
a imagen dos dibujos míos de deidades previas a Kubaba y a Kybele helena; tanto como a la Artemisa
griega y la Britomartis cretense. Al lado, Hebat hurrita del III milenio a.C., amamantando sobre
leones. Abajo, Hana-hana diosa madre anatólica del IV milenio a.C. y antecesora de Kubaba, Kybele
o Cibeles; tanto como de las Artemisas helenas. Se representa como una gran matrona de grandes
pechos, sentada en un trono sujetado por dos leones.

En las anteriores palabras de Jünger podremos ver claramente la diferencia entre el dios de la
fertilidad enmascarado y el guerrero con máscara. Pues el Dionisos con careta se refiere a las fiestas
de lujuria y lujo; a las celebraciones de primavera que tenían como finalidad la fertilidad (la
procreación, la fecundidad del ganado y las buenas cosechas). Aunque no hemos de olvidar que este
dios Dionisos fue asesinado de niño, “enmascarándose” para intentar evitar que le dieran muerte. Lo
que le sucede en la figura de Dionisos-Zagreo, deidad cretense cuyo culto y nacimiento es paralelo al
de Zeus. Pues Zagreo, tras ser engendrado por el rey del Olimpo y Perséfone; es ocultado en la cueva del
Dicte, en Creta (donde también nació y escondieron a su padre). Pero los Curetas -que simbolizan los
soldados cretenses- atrajeron hacia el exterior de la caverna a Zagreo, ofreciéndole juguetes y
manzanas de oro. Cuando salió el niño de la gruta se lanzaron contra él para matarlo, y el hijo de Zeus
dio tremendas muestras de valor, transformándose en distintos totems; aunque finalmente los
titanes lo capturaron, despedazándolo y devorándolo (16) . Esta forma de Dionisos cretense, según
Robert Graves explica y expone los terribles ritos dionisiacos que existían en la antigüedad; entre los que no
faltaban las inmolaciones de niños, ricamente vestidos o enmascarados y representando así en efigie al
monarca, que se mataba en la figura del pequeño (lo que explicaría las transformaciones de Zagreo en
diversos animales).

Los ritos del anterior Dionisos cretense (Zagreo) se explican mejor si recordamos que en las
flagelaciones de Artemisa Orthia o en las de Artemisa de Éfeso, quienes portaban caretas eran los
chicos ofrecidos a la diosa (para ser azotados hasta la extenuación). De ese modo, todo lo explicado
puede llevarnos a entender por qué “el enmascarado” goza del derecho a repartir golpes o del deber
de recibirlos (sea Perrero, Carantoñas, Botarga, Demonio o Jarramplas). Pese a todo, cuanto quedó
de las fustigaciones y latigazos rituales antiguos, fue tan solo la anécdota divertida. Donde la
mascarada se centra en producir la risa y -a lo máximo- propiciar algún susto. Hechos que se
sincretizaron por el catolicismo, que no permitió la flagelación ritual ajena y que tan solo toleró la
propia a quienes desearan borrar sus pecados con dolor físico (permitiéndoles auto-penitenciarse bajo
unas normas de dignidad). Dejando tan solo la autoflagelación en determinados ritos y celebraciones
-principalmente de primavera-; siempre bajo el control de todos (sin que pudieran golpear libremente a
quienes participaban de las procesiones). Quedando así la mascarada con azotes como una fiesta de
risa y bufonadas; donde los quintos o los mozos reparten “estopa” para celebrar el comienzo del
año agrario o su marcha a la Mili.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del rey D.


Pedro I, sobre el que versa la leyenda de El Perrero de Mota del Marqués. Al lado, grabado con la
efigie de Pedro de Castilla que encabeza la edición de la Crónica de Pédro López de Ayala; Tomo I
"CRONICA DEL REY DON PEDRO IMPRENTA DE DON ANTONIO DE SANCHA EN EL AÑO DE M. DCC.
LXXIX". Abajo, estatua del rey Pedro en alabastro (tal como la exhibe el Museo Arqueológico Nacional, al
que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Es una estatua póstuma fechada a mediados del
siglo XV y procedente del desaparecido monasterio de Santo Domingo, en Madrid; que pertenecía a un
monumento funerario levantado en memoria de este monarca de Castilla.
C) LA LEYENDA DE “EL PERRERO” O “EL PEDRERO”:

La leyenda del “perrero”


antes llamado “pedrero”,
en su recuerdo postrero
nos habla del traicionero
que mató a Pedro primero:
Duguesclin, perro rastrero
del bastardo Enrique mercero;
es el satán callejero
de Mota. El carnicero,
fustigador, bandolero.

Copla motana, que recoge la leyenda del perrero; historia que antaño se llamó “el pedrero”, al estar
fundado su personaje en la afrenta y muerte de Pedro I -asesinado por su hermano bastardo, con el
engaño y ayuda de Bertrand Duguesclin-. Don Pedro era muy querido en la zona de Mota del Marqués,
donde vivió sus mejores momentos, junto a su amante (María de Padilla, que vivía en Urueña) . Así
fue recordado en aquella mascarada protagonizada por un demonio fustigador; quien rememora la
figura del traidor que provocó la muerte del rey castellano: Bertrand Duguesclin (que se supone sale
vestido de Bafomet, fustigando al pueblo).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, grabado antiguo de


Bertrand Guguesclin; terrible general formado en la Guerra de los Cien Años, famoso por lograr
cuanto se proponía por cualquier medio (principalmente con la traición o con su particular técnica
militar llamada "arrasar tierra"). El general llegó a ser Condestable de Francia, aunque el odio que le
granjeaban sus sucios métodos de guerra, le provocó una pronta enfermedad y la muerte (al poco de su
nombramiento). Fue este guerrero bretón, sin prejuicios, ni honor; el que fraguó la traición del rey
D.Pedro. Haciéndole ir hacia un lugar, prometiéndole darle ayuda y escape; aunque le llevaba a solas hasta
la tienda de campaña de su hermano Enrique, donde el bastardo le esperaba para darle muerte a traición y
proclamarse así rey de Castilla.

ABAJO: Campos de Montiel, con el castillo de la Estrella; donde se refugió el rey Pedro, perseguido
por su hermano. Conociendo que aunque Duguesclin fuera el general enviado por los franceses (para
ayudar de su hermanastro); era mercenario y traidor. Pedro pensó en comprarle y que le procurase
escape de esas murallas, donde le sitiaban. De ese modo, durante la noche del 23 de marzo de 1369, el
monarca intentó huir del castillo de Montiel siguiendo los consejos y la ayuda que le ofreció el galo; quien
realmente le llevó hasta el campamento de Enrique. Al llegar el verdadero rey a la tienda del bastardo,
se enzarzaron ambos en una pelea y Duguesclin sujetó a Pedro para que o apuñalase libremente
Enrique. Se dice que mientras le ayudaba de ese modo (para que matase al hermano), Duguesclin
pronunció la famosa frase de “ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor...” (con la que se disculpan
muchos traidores...). Hemos elegido y trabajado las imágenes del castillo de Montiel que el precioso blog
“Buscando Montasalvage” publica; recomendando a los interesados en el tema de Montiel y Don Pedro,
visiten esta web y su artículo dedicado al Castillo de la Estrella:
http://buscandomontsalvatge.blogspot.com.es/2012/09/normal.html
.
1º- C ) Pedro I y Mota del Marqués:

En los epígrafes anteriores hemos visto cómo los orígenes de aquellos ritos de Carnaval con
protagonistas luciendo caretas y fustigando, hunden sus raíces al comienzo de los tiempos. Aunque
la historia del perrero es un tanto diferente, pues parece que fue una adaptación de las mascaradas
de antaño, revitalizada tras la llegada de los Trastamara. Todo ello para homenajear al rey Don
Pedro; un monarca muy querido en la zona y que -como sabemos- fue asesinado a traición por su
hermano bastardo Enrique; quien se proclama rey de Castilla de ese modo tan aberrante. Siendo
posteriormente conocido por la Historia como Enrique “el de las Mercedes”; ya que al carecer de autoridad,
daba títulos y mercedes a cuantos se los pedían, ganando solo así los adeptos. Pero comenzaremos por el
principio, para saber qué significó inicialmente aquel Perrero de Mota del Marqués, tan ligado a Pedro
I que originalmente se llamaba “El Pedrero” al recordar la afrenta hecha a D. Pedro.

Este monarca, único en reinar nuestras tierras con el nombre del patriarca de la Iglesia, nace en 1334 por
el enlace entre María de Portugal y Alfonso XI. Su padre no se hizo nunca cargo de él (apenas lo
conoció); al tener otra familia y vida, compartida con su verdadero amor: Leonor de Guzmán. Una
bellísima mujer que le dio a Alfonso diez hijos; todos ellos, hermanos bastardos de Pedro (17) . Al morir
Alfonso XI (por peste) sube su único vástago legítimo al trono, coronado como Pedro primero. Tenía
el nuevo rey por entonces solo quince años y ya era amante de una bella y delicada castellana
llamada María de Padilla. Pese a todo, su padre había acordado que se casara con una princesa
inglesa y a la vez concertó su matrimonio con otra gala; todo lo que comenzó a dificultar la vida del
infortunado nuevo monarca. Pues Europa vivía la llamada Guerra de los Cien Años, más de un siglo
en los que Inglaterra y Francia luchaban encarnizadamente; practicando de continuo razzias. Sistema
terrible de desgaste del enemigo también llamado “cabalgadas”, en los que se pasaba a territorio ajeno,
provocando a la población civil todo el daño que se pudiera. Matando niños y mujeres, infectando las
ciudades con peste y enfermedades, quemando poblados y cosechas, violando y torturando. Un terrible
sistema de guerra que generó una casta de generales anglofraceses mercenarios, impíos y sin
honra; quienes durante ciento veinte años pretendieron acabar por esos medios tan horribles con su
contrario y en favor de quienes les pagasen.

Por su parte, Aragón y Castilla vivían entonces una época de próspera expansión -con los
acostumbrados enfrentamientos-; habiendo logrado retirar a los árabes al extremo sur de Iberia (tras la
batalla de Salado). Teniendo como gran negocio Castilla, la venta y distribución de lana merina por
toda Europa; lo peor en esa situación era tomar partido entre Francia o Inglaterra - que vivían una
contienda centenaria-. Por ello, la decisión del padre de Pedro I (Alfonso XI) prometiendo a su hijo
desde niño con una princesa francesa y a otra inglesa, era más que un despropósito heredado. Pues
obligaba a Castilla a no ser neutral, viéndose adscrita en uno de los bandos; lo que provocaría ataques a
sus barcos que transportaban por el Cantábrico las lanas castellanas (carabelas que partían desde
puertos como los de Asturias, Santander o Vizcaya, rumbo a las Islas Británicas, Francia, Flandes o
Alemania).
JUNTO; SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías
de Urueña. Arriba, subida al castillo y muralla desde el Sur. Al lado, vista a lo lejos, desde la carretera hacia
Toro-Tiedra. Abajo, una imagen interior; su lago y castillo (hoy cementerio). En esta villa residió durante
largo tiempo Maria de Padilla, junto a sus parientes y caballeros de mayor fidelidad al rey D.Pedro.
Aquí acudía y se escondía el monarca, junto a su amante y sus hordas más cercanas. Así lo hizo el 5
de junio de 1353, tras casarse con Blanca de Borbón y huir de su recién desposada; seguramente al
ver que Francia le había traicionado, mandando a la princesa sin dote. Todo lo que indicaba que la
boda con la francesa había sido de nuevo una patraña urdida por sus hermanastros, para crearle
problemas (en este caso con Inglaterra, que se hallaba en guerra con Francia desde hacía casi un siglo).
.

Para peor destino y presagio de lo que sería el reinado y vida de D. Pedro; durante el entierro de su
padre, tomaron prisionera a la amante de Alfonso: Leonor de Guzmán (que en pleno sepelio pasó a
vivir bajo vigilancia; primero en Sevilla y luego en Carmona). Un año después, fue enviada a Talavera;
ciudad de la “reina” madre (María de Portugal) y donde la verdadera viuda ordena que la ejecuten.
Una terrible venganza realizada de un modo tan cruel como inhumano, realizada frente a alguno de
sus vástagos. Esta impía ejecución de Leonor de Guzman provocó el odio fratricida y atroz de sus
diez hijos, hacia su hermanastro Pedro. Quienes desde entonces se sublevan en continuas revueltas y
alzamientos, pretendiendo siempre dañar o destronar al verdadero rey de Castilla. En esta situación, el
preceptor del monarca -llamado Alfonso de Alburquerque- le convence de que la mejor solución para
mantener la paz, era casarse con Blanca de Borbón. Una francesa que sus hermanastros aceptarían
como reina; logrando con ello calmar los ánimos de los hijos de Leonor y de su padre, acallando así las
continuas sublevaciones (que se producían por todo el reino, bajo el mando de aquellos numerosos
bastardos).

La boda se celebró en junio de 1353, en Valladolid; prometiendo Francia una gran dote y
acompañando Don Fadrique (el segundo vástago de Leonor de Guzmán) a la novia desde la Frontera, hasta
la capital castellana. Tras ello, el resto de hermanastros que acudieron al enlace permanecieron en
Cigales, en actitud semibeligerante, pero acatando a Pedro como monarca. Aunque a los dos días de
la ceremonia y viendo el rey que Blanca llegaba sin dote alguna, decidió abandonarla e irse con su
amante a Urueña. Población donde solía residir María de Padilla y en la que se refugió el rey Pedro
desde aquel 5 de junio de 1353 (huyendo de su séquito); ordenando que encerrasen a su esposa
Blanca de Borbón en el Alcázar de Sigüenza -y más tarde en el de Toledo; quizás en espera de que
pagasen la dote-.

Desde aquellos hechos, todo fueron sublevaciones y problemas para el rey Pedro; cuyas iras y
malos consejos, le llevaron incluso a matar algunos de sus hermanastros -a Fadrique, Juan y
Pedro-. Aunque también es verdad que perdonó varias veces la vida al mayor de ellos -Enrique- tras
haberle vencido en batallas sucesivas. De tal manera, tras lo narrado, comprendemos cómo la
repudia de Blanca de Borbón hizo que Francia apoyase la causa de los hermanos bastardos; a los
que más tarde conoceremos como Trastamara (por el título que usaba Enrique: conde de
Trastamara). Por todo ello, el monarca -todavía con apenas veinte años- decide divorciarse de la
francesa; preparando casarse con una nueva pretendiente al trono, en este caso española y llamada
Juana de Castro -hija de un fuerte noble gallego-. Logra el beneplácito de nulidad matrimonial gracias a
varios obispos (como el de Ávila o el de Salamanca), celebrando bodas con Juana en la primavera de
1354; solo diez meses después de haberlo hecho con Blanca. Aunque de nuevo, al poco tiempo del
enlace vuelve a abandonar a la esposa (con la que nunca más tendrá contacto pese a haberla dejado
embarazada); pensándose que actuó así porque el Papa le recrimina y excomulga debido a la falsa
nulidad y al matrimonio ilícito contraído con Juana.

JUNTO; SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías de Urueña. En este caso, Nuestra Señora de la
Anunciada (ermita de estilo románico lombardo) sita en las faldas de su subida a la muralla. Abajo,
los muros y la entrada sur de la Villa.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Nuestra Señora de la Anunciada, Urueña (ermita de estilo románico lombardo). Abajo, los muros y la
entrada sur de la Villa de Urueña.

Estos últimos hechos enfurecieron a la familia Castro -fuertes nobles castellano gallegos-, que ante
la afrenta del abandono de su hermana se adhieren al bando de Enrique de Trastamara (sumándose a
los bastardos en múltiples sublevaciones y revueltas). En esta situación y momento, apareció muerto el
preceptor del rey, quien le aconsejó casarse con Blanca de Borbón: Juan Alfonso de
Alburquerque. Que asimismo había sido Alférez Mayor de Alfonso XI y ayo de su hijo, cuando lo abandona
su progenitor para vivir con Leonor de Guzmán. Aunque aquel consejero y amigo del rey Pedro había
caído en desgracia desde que concertó la boda y el pacto con Francia. Por lo que el monarca le
destituye en 1353, prescindiendo por entonces de todo hombre con confianza a Alburqueque; pasando a
situar en esos puestos principales a los parientes de María de Padilla. Tras lo que su preceptor actuó
de forma traicionera, asociándose con los hermanastros del rey, con el fin de que formasen una liga
contra la corona -entregándoles él mismo, las tierras entre Alburquerque y Ciudad Rodrigo; llegando los
bastardos pronto a dominar hasta Medina del Campo-. Tal fue la inquina que tomó el rey contra su
valido por aquella traición, que cuando Juan Alfonso aparece muerto en Medina del Campo -pocos meses
después-, todos pensaron había sido envenenado por orden real. Siendo convertido en mártir para la
causa de los hermanos del rey, que desde ese momento no cesaron en su intento por derrocar al
monarca.

Fue entonces, cuando los contrarios a D.Pedro logran asediar la ciudad de Toro; plaza hasta
entonces de su madre y que pasa al bando contrario. Pese a ello, Pedro llega hasta aquella ciudad
ocupada, entrando en ella (con solo veinte años); debido a que no temía los encierros, ya que poco
antes había sido sitiado en Tordesillas, habiendo logrado batir el cerco perfectamente. En esta situación; el
monarca y sus principales caballeros permanecieron junto a la villa de Toro, mientras los partidarios de los
bastardos acamparon en San Román de Hornija; donde le daban cerco. Tras ello, se consideró preso el
rey en aquella plaza de Toro; pero finalmente huye a Urueña, donde permanecía su amada María de
Padilla junto a los caballeros más fieles. Pero la reina madre (María de Portugal) obliga al hijo a
volver a Toro, para conversar con sus adversarios. Momento que sus rivales (ayudados por varios
caballeros e incluso con la presencia de los infantes de Aragón) le vuelven a dar cerco y le plantean
unos acuerdos. Unas “vistas” que se llevarían a cabo en varias reuniones realizadas en Tejadillo -a
medio camino entre Toro y Morales, y a tres kilómetros de esas poblaciones-. Allí pactaron que Pedro
volvería con Blanca de Borbón, que repudiaría para siempre a María de Padilla y que apoyarían todos
a la causa francesa. Cuanto firmó como pacto el rey (ya preso); aunque durante una cacería
celebrada en los campos de San Román en el mes de diciembre, logró huir a Segovia y desde allí a
Burgos (con el fin de seguir reinando y quebrar aquellos acuerdos firmados bajo un cerco).

Arriba, mapa donde recogemos las poblaciones que están relacionadas con estos episodios de la
vida del rey D.Pedro.
JUNTO; SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías y lugares de los hechos que relatamos. Arriba,
mapa donde recogemos las poblaciones que están relacionadas con estos episodios de la vida del
rey D.Pedro. Hemos marcado con un círculo y número cada una de estas; señalando
especialmente Tejadillo con el 3. Habiéndolo localizado desde la situación que menciona Pedro López
de Ayala (18) y la referencia que nos da el “diccionario geográfico” de Isabel II (19) . Pudiendo
determinar finalmente que Tejadillo -“sito a legua y media de Toro y a la misma distancia de Morales”-,
es un lugar al Sur de ambas poblaciones, cercano al Duero y también a medio camino entre Toro y
San Román (donde asentaron su campamento los sublevados).

Al lado, fotografía del rio Duero a su


paso por San Román de Hornija, vista tomada desde Castronuño. Como exponen las Crónicas de
López de Ayala; los partidarios de Enrique se establecieron en la famosa villa visigoda de San Román,
mientras asediaban al rey en Toro y paseaban el ataúd de Alburquerque por las murallas exteriores de la
urbe, gritando que el monarca había envenenado a su preceptor. Finalmente, Pedro ya cansado del asedio
y de mentiras, decide huir a Urueña, aunque la madre le insta a entablar un acuerdo con sus hermanos y
los infantes de Aragón -que le esperaban en San Román-. Aquellas vistas falsas se celebraron en 1354
en ese lugar llamado Tejadillo, una población abandonada desde 1490, pero que hemos localizado
en un montículo entre Toro, Morales y San Román de Hornija.
Abajo, imagen del lugar que yo identifico con el lugar donde se establecen los infantes de Aragón en
los “pactos de Tejadillo”.

Tras los pactos rotos de Tejadillo y la huida del rey Pedro (en 1354), ya no hubo más posibilidad de
acuerdo entre ambas facciones. Se sucedieron las batallas y las guerras entre hermanastros; y los
bastardos finalmente se alían con Francia, que les presta enorme ayuda al saber que el rey había
logrado el apoyo del Príncipe Negro. Así llegará ese famoso guerrero británico hasta nuestras tierras,
acompañando a Pedro I, entrando por Bayona y situándose en Navarra -tras haberle prometido el monarca
español entregarle Vizcaya si lograba la victoria frente a los bastardos-. Conociendo los franceses la
ayuda enviada desde las Islas Británicas al rey de Castilla, deciden poner al mando de Enrique a su
más fiero y terrible general: Bertrand Duguesclin (famoso como mercenario cruel, paro también por sus
alianzas y su astucia). Un guerrero tan bueno en sus intrigas como malo en el terreno militar; que había
caído preso de los ingleses varias veces, aunque se libraría siempre de enemigo gracias a cuanto pagaban
por él. Pues el general era de gran utilidad para su país, ya que seguía una durísima estrategia
denominada “arrasar las tierras”; por lo que su impericia en el manejo de armas, era suplida con sus
maldades. Logrando cualquier fin dañando sin miramientos a la población civil, aplicando todo
despropósito o por medio de la traición. Tanto, que sabemos cómo Bertrand Duguesclin siquiera
manejaba la espada, siendo el hacha su único arma en el campo de batalla; al igual que utilizaba cualquier
método sucio, para batir y combatir al enemigo.

Frente a Duguesclin y sus “compañías blancas” -unidas a las fuerzas de los bastardos-, se situaron
en Nájera (en 1367) los ejércitos del rey D.Pedro y del Príncipe Negro. Fue tal el miedo que el francés
siente al observar la superioridad del bando contrario, que aconseja a Enrique se rinda sin ni siquiera
batallar. Los del hermanastro no le hicieron caso y presentaron la cara; siendo pronto vencidos,
aunque pudiendo huir. Mientras, Bertrand Duguesclin quedaba en la retaguardia, entregándose
como prisionero al final de la contienda. De nuevo tuvieron que pagar rescate los franceses por aquel
general, que incluso llegó a considerar demasiado bajo para su rango, el precio que D.Pedro y el Príncipe
Negro ponían a su libertad... . Tras regresar a Francia le llegó la suerte al conocer que el inglés
abandonaba nuestras tierras, porque el rey castellano no le entregaba Vizcaya ni pagaba sus deudas
bélicas. Por cuanto fue a presentarse de nuevo para servir a Enrique, ya en 1369 y en Toledo. Así lo
hizo de nuevo, al mando de sus “compañías blancas”; sus mesnadas particulares, temidas por traicioneras y
salvajes. Fue entonces cuando los del bastardo deciden dar un golpe a D.Pedro; quien estando en
Carmona se ve obligado a huir sobre La Mancha, donde le vencen fácilmente en Montiel (mientras el
monarca huía hacia el Norte, con el fin de reclutar de nuevo la ayuda del Príncipe Negro).

Es en este desafortunado momento, cuando debe refugiarse el rey en el castillo de la Estrella (en el
alto de Montiel); pero Pedro, conociendo que Duguesclin era un traidor, envía a uno de sus caballeros
a entablar contactos con el francés. Viéndose sitiado y sin buena salida, pensó que podía comprar el
favor del galo, para que le facilitase una huida. Es así como Duguesclin se ofrece para ayudarle,
prometiendo sacarle de Montiel sin daño y pidiendo a cambio una enorme cantidad de dinero.
Confiado, el rey D.Pedro se dirige solo y sin escolta, en la noche (del 23 de marzo de 1369) hacia
donde aquel francés le había indicado; aunque pronto se da cuenta de que el canalla le había llevado
hasta el campamento enemigo. Haciéndole llegar hasta la tienda de su hermano bastardo, con el que
-al parecer- entabla una pelea en la que interviene Duguesclin; sujetando al monarca para que
Enrique lo apuñale si problemas. Quien de ese modo tan indigno toma el trono de Castilla; llegando la
nueva dinastía (de origen bastardo) y que conoceremos como los Trastamara o los Enríquez.

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías de Toro y Mota del Marqués.


JUNTO; SOBRE Y BAJO ESTAS
LINEAS: Fotografías de Toro y Mota del Marqués. Arriba, Mota vista desde un lugar cercano a Morales
de Toro. Al lado, la colegiata de Toro, coetánea a los hechos que relatamos, sucedidos en 1354.
Abajo, el Duero y el puente romano de Toro; a cuyo lado Este se sitúa San Román de Hornija y el
lugar de Tejadillo.

2º- C ) El Pedrero:

Sabemos que el rey D.Pedro fue muy querido en la zona de Mota, Tiedra, Urueña, Morales y Toro;
donde habitaban sus caballeros más fieles y donde se refugiaba cuando se veía asediado por sus
hermanastros. Debido a todo ello, dicen que tras producirse su vil asesinato, los de Mota cambiaron
la mascarada, sacando al “Pedrero” en vez del “Perrero”. Recordando con ello al que dio muerte a
D.Pedro, en la figura de un demonio vestido como un Bafomet. Pues decían que Bertrand Duguesclin
era el quinto Gran Maestre del Temple, tras su disolución (llevada a cabo en 1314); comentando que
aquellas “compañías blancas” que formaba como ejército el general galo, eran una copia y recuerdo de los
caballeros templarios. Por todo ello, al conceder el rey de Francia el título de condestable a Duguesclin (tras
la victoria de Montiel y el asesinato de Pedro I), se dijo que su grado equivalía al de maestre de la Orden
del Temple. Debiendo considerarle un nuevo Bafomet; el diablo al que se creyó adoraban aquellos
caballeros extintos. Por todo ello, dicen que en Mota del Marqués; desde el asesinato de Pedro I,
salía en Carnaval “El Pedrero”; que representaba la figura del traidor Duguesclin convertido en un
demonio, como el famoso Bafomet del temple. Siendo llamado “pedrero” en recuerdo del rey Don Pedro,
al que traicionó y logró dar muerte de la forma más vil imaginada.

JUNTO; SOBRE Y BAJO ESTAS


LINEAS: Arriba, posible figura de Bafomet en la entrada de la iglesia de Amuscos (Palencia). Al lado,
escultura tenida como un Bafomet en Tomar (centro templario de Portugal). Abajo, posible Bafomet en
la iglesia templaria de Santoyo (Palencia).
Abajo, posible Bafomet en la iglesia templaria de Santoyo (Palencia).

Arriba, mención a El Perrero en el libreto de LAS FIESTAS DE VALDEMOTA (1898, recientemente


representada y reestrenada por miembros de AREPA Mota XII; a los que agradecemos nos hayan hecho
llegar el documento).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al
lado, vista desde el alto de Mota, donde llegamos a divisar tierras de Toro, y de Morales; la foto está
tomada desde un arco de la caída ermita del Salvador -que aún soporta los avatares
climatológicos-. Abajo, detalle del Monasterio de las Clarisas en Tordesillas. En esta ciudad fue
sitiado D.Pedro y en el palacio que allí tenía, construyó varias estancias (creando unos baños
árabes). Posteriormente el edificio fue convertido en convento, donde ingresó una de las hijas de
María de Padilla y D.Pedro: Beatriz, que fue abadesa de Las Claras. Sus hermanas, Isabel y
Constanza, se casaron con los hijos del rey de Inglaterra Eduardo III (el duque de York y el duque de
Lancaster). Pensándose que quizás de ese modo llegaría el trono de Castilla hasta Inglaterra; aunque
finalmente los Trastamara pudieron resolver su falta de legitimidad, casando a sus descendientes con los de
Pedro I.
BAJO ESTAS LINEAS: Terminamos esta leyenda con algunas fotografías más de Urueña, Tordesillas
y Toro; poblaciones donde tuvo una gran relevancia la presencia de Pedro I y María de Padilla.
Sugiriendo que creemos sería un recuerdo merecido, elevasen una estatua o un monolito en
memoria de estos dos grandes personajes.
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CITAS:
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(1): PARA QUIENES DESEEN VER EN VIDEO LA SALIDA DE EL PERRERO DE MOTA, RECOMENDAMOS VELO EN:
https://www.facebook.com/ViveMotaDelMarques/videos/795908640561296/
LA FOTO QUE VEMOS ESTÁ RECOGIDA DESDE LA QUE CONTIENE El Norte de Castilla
EN, TRADICIONAL SALIDA DEL PERRERO DE MOTA DEL MARQUÉS
VER:
http://www.elnortedecastilla.es/fotos/castillayleon/carnavales/201602/08/tradicional-salida-perrero-mota-30123328490330-mm.html
.
(2): MASCARADAS DE CASTILLA Y LEÓN
Dirección General de Patrimonio Cultural
Consejería de Cultura y Turismo
Junta de Castilla y León
noviembre de 2012
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/concepto.html
.
(3): INTRODUCCIÓN
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/introduccion.html
.
(4): CARACTERÍSTICAS
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/caracteristicas.html
.
(5): ORIGEN
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/origen.html
.
(6): TIPOS DE MASCARADAS
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/tipos.html
.
(7): VER MI ARTÍCULO: Dioses de la Fertilidad; Min o Minu egipcio. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro
de El Carambolo. Parte XXX).
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/
.
(8): Los papiros mágicos griegos: entre lo sublime y lo cotidiano
Madrid 2015 (VV AA)
PAG 94 y ss.
WHIPPING IN MYTH, RITUAL AND MAGIC PRACTICE: A CASE OF CONVERGENCE
MARIANNA SCAPINI
(8a): Within Greek and Roman imagery –conveyed by both poetry and icono-graphy– everyday instruments such as whips, goads and
stings (μάστιγες, κέντρα, οἶστροι, stimuli, verbera, flagella, virgae) are depicted as very com-mon divine weapons basically aimed at
conveying two meanings. Firstly, whipping is a frequent representation of divine punishment. Secondly, it often depicts a divine
intervention aimed at compelling something or someone to react in a certain matter. Both functions are clearly modelled upon the main
functions of whipping in the everyday life of these rural societies: to drive animals, to compel or punish slaves and to punish criminals.
(8b): As we learn from Greek texts, when the punitive or stimulating whipping is addressed to a person, its first effect is often a form of
divine. On the very basis of such a supernatural possession the whipped person will suffer, in the case of a punitive whipping, or will
react or be compelled according to the god’s will, in the case of a stimulating whipping.
(8c): From these examples we see how both Dionysiac and erotic possessions frequently imply escaping from society or breaking the
rules of civil life. Both in the case of the maenads in Bacchae and of Phaedra, we deal with women who leave their traditional role and
dutie (…) In Roman literature, an example of erotic stimulation described with the metaphor of the whip, in this case defined as
flagellum, is provided by Horace, who speaks of the sublime flagellum of Venus
(8d): We have texts alluding to whipping practices in Greek and Roman rituals of different epochs. Two examples are recorded by
Pausanias (8,23), who speaks of whipped women in the Dionysos’s temple in Alea and Spartan boys whipped in honour of Artemis
Orthia (...)
As regards the Roman world, ancient authors speak of the ritual of the Lupercalia, where noble youths ran up and down naked through
the city, striking those they met with shaggy thongs and the hands of women in particular, in order to propitiate their fertility Plutarch,
(Caes. 61) writes that: Many of the noble youths and of the magistrates run about the city naked, striking (...) for fun those they meet
with shaggy thongs (...). And many noble women come to them on purpose, and like with a teacher offer their hands to be struck (...) ,
believing that it would propitiate fertility and pregnancy.
(8e):
“As regards the divine punitive whipping which produces madness, in Greek and Roman literature this action is usually
ascribed to infernal Furies, both in texts and iconography Furies, both in texts and iconography. Indeed, as De Cazanove
points out, the Furies, who embody precisely human madness, are the ‘déesses aguillonnantes’ par excellence. It must be
observed that the boundary between stimulating and punitive whipping is often subtle, since in ancient myths a divine
uncontrolled possession is frequently a punishment in itself”.
En lo que respecta al azotes punitivos divinos que producen locura, en la literatura griega y romana esta acción generalmente se
atribuye a las Furias infernales, tanto en textos como en iconografía. De hecho, como señala De Cazanove, Las Furias, que encarnan
precisamente la locura humana, son los deseos de agujones por excelencia. Hemos de observar que la unión entre estimulación y
castigo en el azote esta ujnida comúnmente; desde los antiguos mitos en que hay una divina e incontrolable posesión que
frecuentemente de autocastigo.
.
“The old synthesis proposed by the anthropologist Arnold van Gennep in 1909 is still valid. The scholar underlines that ritual
whipping and beating may be either an instrument aimed at stimulation -which was frequently sexual- or an expiatory practice
intended to expel an evil spirit or an impurity. More generally, as a number of studies have underlined, many societies of
different epochs have ascribed to the whipping of both living beings and in-animate objects an effect of renovation, good
health, happiness and fertility. No doubt we have to interpret in this sense the tradition of Pheneus, where the priest of
Demeter hits the ground with a rod. In case of whipping aimed at propitiating rebirth and good health, the expiatory meaning
is not necessarily excluded, since the good effects can be achieved only after a purification from evil influences. In other
words, the stimulating and expiatory function of whipping are to some extent complementary. When whipping regards human
beings, such a positive effect of renovation manifests itself as an improved fertility (as in the Lupercalia) or as an ecstatic
status, as is the case with many practices, including several rituals of initiation of different epoch and socie-ties, from New
Guinea to Africa, as underlined by Van Gennep”.
La vieja síntesis propuesta por el antropólogo Arnold van Gennep en 1909 sigue siendo válida. El erudito subraya que los latigazos y
los latidos rituales pueden ser un instrumento dirigido a la estimulación -que con frecuencia era sexual- o una práctica expiatoria
destinada a expulsar un espíritu maligno o una impureza. En términos más generales, como han subrayado varios estudios, muchas
sociedades de diferentes épocas se han adscrito al azotar a los seres vivos y a los objetos animados en un efecto de renovación,
buena salud, felicidad y fertilidad. Sin duda tenemos que interpretar en este sentido la tradición de Fenéus, donde el sacerdote de
Deméter golpea el suelo con una vara. En el caso de los azotes destinados a propiciar el renacimiento y la buena salud, el significado
expiatorio no se excluye necesariamente, ya que los buenos efectos se pueden lograr solo después de una purificación de las
influencias malignas. En otras palabras, la función estimulante y expiatoria de los latigazos es en cierta medida complementaria.
Cuando azota a los seres humanos, un efecto tan positivo de la renovación se manifiesta como una fertilidad mejorada (como en la
Lupercalia) o como un estado de éxtasis, como es el caso de muchas prácticas, incluyendo varios rituales de iniciación de diferentes
épocas y sociedades. , de Nueva Guinea a África, como lo destaca Van Gennep.
.
“As Van Gennep underlines, the mechanism of ritual stimulating whipping is often based upon the transfer into the body of
the energy of the plant or animal whose parts are used as a whip. The scholar calls this particular type of stimulating whipping
a ‘rite of incorporation’. It is the case, for example, of the fecundative whipping of the Lupercalia, where whipped women are
given the vitality of the billy or nanny goats whose skin is used to fabricate the whip. The same mechanism occurs in the
etiological myth of Faunus whip-ping Bona Dea proposed by the ancients in order to explain precisely the rite of the
Lupercalia. Indeed, as we have seen, the god uses a scourge of aphro-disiac myrtle to seduce his daughter. An expiatory
function, however, might also be ascribed to the ritual, as suggested by Piccaluga, who connects the lashes addressed to
Bona Dea to the fabrication of the passum , a syrupy ‘raisin wine’ .”
Como subraya Van Gennep, el mecanismo de estimulación ritual de los latigazos a menudo se basa en la transferencia al cuerpo de la
energía de la planta o animal cuyas partes se utilizan como látigo. El erudito llama a este tipo particular de azotes estimulantes un "rito
de incorporación". Es el caso, por ejemplo, de los latigazos fecundativos de la Lupercalia, donde a las mujeres azotadas se les da la
vitalidad de las cabras monteses o niñeras cuya piel se usa para fabricar el látigo. El mismo mecanismo ocurre en el mito etiológico de
Faunus whip-ping Bona Dea propuesto por los antiguos para explicar con precisión el rito de la Lupercalia. De hecho, como hemos
visto, el dios usa un azote de mirto afrodisíaco para seducir a su hija. Una función expiatoria, sin embargo, también podría ser atribuida
al ritual, como lo sugiere Piccaluga, quien conecta las pestañas dirigidas a Bona Dea con la fabricación del passum, un vino espumoso
de pasas.
.
(9): NOS REFERIMOS PRINCIPALMENTE AL ARTÍCULO DEDICADO A LOS DIOSES DE LA FECUNDIDAD; A LOS
INTERESADOS LES FACILITAMOS LINK
Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a Japón-.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/
.
(10): LOS MISTERIOS Religiones "orientales" en el Imperio Romano; Jaime Alvar (Crítica; Bacelona 2001)
.
(11): Idem cita anterior; Jaime Alvar (página 71) citando a Fírmico Materno, en SOBRE EL ERROR DE LAS RELIGIONES PROFANAS
(III, 2)
.
(12): LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA, EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE SEGUNDA: Cultos y ritos
heredados desde Frigia.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_28.html
.
(13): PARA CONOCER MÁS SOBRE EL TEMA, RECOMENDAMOS CONSULTAR EL LIBRO:
LA RELIGIÓN GRIEGA, FERNAND ROBERT, Mexico 1991, pags 27 y ss-.
.
(14): IDEM CITA (2) MASCARADAS DE CASTILLA Y LEÓN // Dirección General de Patrimonio Cultural
Consejería de Cultura y Turismo // Junta de Castilla y León // noviembre de 2012
http://www.jcyl.es/jcyl/patrimoniocultural/mascaradas/concepto.html
.
(15): Friedich Georg Jünger // Los Mitos Griegos // BARCELONA 2006 (pag 70)
“El dios, que cambia y se transforma, no adopta sólo apariencias zoomorfas, sino que también se muestra caminando entre la multitud
festiva, cubierto por un ropaje bajo el que cabe sospechar su presencia aunque su ser esté allí envuelto de un modo irreconocible.
Llega disfrazado, como un dios con máscara, como el enmascarado Dioniso. Por todas partes se encuentran sus máscaras, que a
menudo son de tamaño colosal y constituyen una especie de envoltura de su ser, en la que se introduce y de la que sale (...) El dios
con máscara da a conocer, como la máscara misma, una duplicidad. La máscara oculta y revela. Es encubrimiento, una forma rígida e
inerte que sólo deja pasar la luz y el aire a través de la rendija de los ojos, de la cavidad de la boca. La máscara retiene el instante de
la vida petrificada, el instante de la vida que se ha detenido, inamovible, y que, detenida con violencia, se desfigura de un modo
fantástico y demoníaco. En sus rasgos puede haber miedo, asombro, sorpresa, pero siempre una extrañeza de la que emana un
estremecimiento capaz de conmover al hombre en lo más profundo. La máscara es un rostro y ha sido formada para el rostro, pero no
es una imagen, no es una copia que pretende la semejanza individual, pues el hombre con máscara no se reproduce a sí mismo ni a
otra persona sino al dios. (...) La máscara y el falo que se pasea en las procesiones celebradas en honor a Dioniso guardan una
relación: la máscara evidencia la vitalidad fálica. Estas procesiones marcan el inicio de la naturaleza bufonesca que se ha propagado
por todas partes y que no niega su origen dionisiaco. Bajo la máscara de su bufonada el bufón es hombre dionisiaco, es el señor del
mundo invertido, al igual que Dioniso. Desde las Dionisiadas, pasando por las Saturnalias romanas y el Festum Stultorum o el Festum
Fatuorum, la verdadera fiesta de los bufones de la Edad Media, llega hasta el presente la esencia bufonesca”.
.
(16): Menciona Robert Graves, en LOS MITOS GRIEGOS II (30) como fuentes del mito a:
Diodoro Sículo: v.75.4; Nono; Dionisíacas vi.269 y xxvii.228; Harpócrates sub apomatton; Tzetzes: Sobre Licofrón 355; Eustacio sobre
la Ilíada de Homero ii.735; Firmicus Maternus: Respecto a los errores de las religiones profanas vi; Eurípides: Los cretenses,
Fragmento, 475. Fragmentos Órficos (Kern, 34).
.
(17): De la relación que mantuvo con el rey Alfonso XI nacieron diez hijos:
Pedro Alfonso (1330–1338), señor de Aguilar de Campoo, muerto en la infancia.
Sancho Alfonso (1331–1343), llamado «el Mudo», fue señor de Ledesma, Béjar, Galisteo, Montemayor del Río y Granadilla.
Enrique II de Castilla (1333–1379), señor de Trastámara, fundador de la Casa de Trastámara, de quien vienen las casas reales de
Castilla y de Aragón.
Fadrique Alfonso (1333–1358), gemelo del anterior, maestre de la Orden de Santiago y señor de Haro, de quien descienden los
Almirantes de Castilla-Duques de Medina de Rioseco (Casa de Enríquez). Fue el primero de los hermanos asesinado por orden del rey
Pedro. Fue maestre de la Orden de Santiago, señor de Haro, adelantado mayor de la frontera de Andalucía y camarero mayor del rey,
y fue asesinado en la ciudad de Sevilla en 1358 por orden de su hermanastro, el rey Pedro I de Castilla.
De Fadrique desciende el linaje de los Enríquez.
Fernando Alfonso (1334–1350), señor de Ledesma, Haro, Béjar y otras villas
Tello Alfonso (1337–1370), primer señor de Aguilar de Campoo y Lara, señor de Vizcaya y de quien descienden los marqueses de
Aguilar de Campoo;
Juan Alfonso (1341–1359), señor de Badajoz y de Jerez de la Frontera a quien su hermano Pedro mandó matar;
Juana Alfonso (1342–¿?), señora de Trastámara, casada en primeras nupcias con Fernán Ruiz de Castro y en segundas con Felipe
de Castro;
Sancho Alfonso (1343–19 de febrero de 1374), conde de Alburquerque, señor de Ledesma, de Alba de Liste, Medellín, Tiedra y
Montalbán. Sucedió a su hermano Tello como alférez mayor en 1371;
Pedro Alfonso (1345–1359), lo mandó matar su hermano Pedro.
.
(18): Nos dice la crónica de los reyes de Castilla
ACUERDOS DE TEJADILLO Y REY PEDRO EN CRÓNICAS
Cronicas De Los Reyes De Castilla
Escrito por Pedro Lopez De Ayala
CAPITULO XXXII.
COMO EL REY SE VIO CON LOS INFANTES de Aragon , é el Conde Don Enrique , e el Maestre Don Fadrique , / Don Tello , é Don
Ferrando de Castro , é Don
Juan de la Cerda , / los otros Caballeros , segund era tratado,
El trato de las vistas fué fecho segund dicho avernos: é vieronse el Rey é estos Señores entre Toro é Morales en un lugar que dicen
Tejadillo , ca aíli fueron las vistas acordadas, é es á media legua de Toro, é á otra media de Morales. E vinieron de caballo , armados
todos (...) E fueron estos de cada parte : de la parte del Rey eran estos cincuenta (...) Alvar González Moran
.
CAPITULO XXXIIL
COMO LOS INFANTES DE ARAGON Don Ferrando i Don Juian , / el Conde Don Enrique , é los otros Señores pasaron delante de la
tilla de Toro , donde el Rey estaba : / como el Rey partió de Toro , e la Reyna Dona María su madre envió por los Señores , é los
acogió en Toro.
.
Estando el Rey Don Pedro en Toro , é los Señores, de quien avernos contado , en Morales, é en Sant Román, e en otros lugares do
posaban (...) partió el Rey de la villa de Toro , é con él fasta ciento de caballo , castellanos é ginetes, é fuese para Urueña , una villa é
castillo muy fuerte do estaba Doña María de Padilla; ca allí la avía dexado el Rey, é con ella algunos sus parientes , porque la villa es
muy fuerte (...) vieron cartas de la Reyna Doña María madre del Rey , que estaba en Toro, faciéndoles saber , que luego que ellos
pasáran por Toro , partiera el Rey de Toro , é se fuera para Urueña , do estaba Doña María de Padilla : é que fuesen ciertos que el Rey
non curaba de estar á ninguna ordenanza de lo que entre él é ellos era acordado en las vistas de Tejadillo , de lo qual á ella pesaba
mucho.
.
CAPITULO XXXIV.
COMO EL REY ACORDÓ DE SE PONER EN poder di la Reyna su madre , é de los dichos Señores :/ lo que y acaesció.
CAPITULO XXXV.
COMO EL REY DON' FEDRO VINO A TORO, dó las Reynas é los Señores estaban , é lo que y acaesció.
.
(19): DICCIONARIO GEOGRÁFICO UNIVERSAL DEDICADO A NUESTRA SEÑORA LA REINA
TOMO IX
BARCELONA 1833
“TEJADILLO: desp R de Esp provincia obísp y á 5 1/2 s leguas de Zamora part y á 1/ 2 al E. N.E. de Toro y a 36 de Madrid. Este
despoblado fué aldea muy conocida en otro tiempo y célebre en el año de 1 354 quinto del reinado de D Pedro I el Justiciero en que
fué el teatro de las visitas famosas de 50 por 50 entre los caballeros del reino y del rey para que hiciese vida marital con la reina, su
legítima muger, la infeliz Doña Blanca de Borbón y se mantuvo poblado hasta el año 1490. Situado entre Toro y Morales á igual
distancia de ambos cerca de una laguna que aun subsiste”
HADA LÍA Y EL CABALLERO DE RODAS (SOBRE LA
FUNDACIÓN DE MOTA Y DE ADALIA).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (03/04/2018)

Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario
explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará
con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, Vista de los campos de Mota del Marqués, con su castillo en
el centro; en una imagen tomada desde Adalia, por la arquitecta Clara Justo Alonso. Al lado
izquierdo de la fotografía podemos distinguir esta población junto a Mota, que dista unos tres
kilómetros de su cabeza de partido judicial (tal como se aprecia al fondo del
paisaje). Abajo, fotografía de Adalia -realizada también por Clara Justo Alonso- desde un alto de los
montes Torozos, donde se aprecia alguno de sus palomares. La leyenda de hoy trata de una historia
sucedida en esta pequeña población cercana a Mota y se fecha hacia el fines del siglo XIV; momento
en que se considera que Adalia fue fundada por los cruzados de San Juan de Jerusalén (por entonces
conocidos como caballeros de Rodas).
JUNTO ESTAS LINEAS: Senda de “La Pelibaya”; camino
entre Mota del Marqués y Adalia, en el que se recuerda que hace siglos murió una mujer arrollada
por una tormenta. Junto a este lugar -hace algún tiempo- se halló una cruz tallada en caliza blanca,
que presentaba varias inscripciones. La fotografía que vemos, me fue enviada por Clara Justo
Alonso, con el fin de proporcionarme datos acerca de la historia de esta extraña señora; que se
recuerda de pelo “bayo”, de la que se dice vivió en tiempos de la fundación de Adalia y que murió en estos
caminos, tras ser alcanzada por un rayo (en tortuosas circunstancias).

Al lado: Imagen que también nos envía Clara Justo Alonso,


con la cruz tal como fue descubierta. En sus brazos leemos raras letras, que a mi juicio fueron
inscritas de un modo esotérico o “extraño” y mucho después de la creación del pedernal. Sobre la
época en que puede fecharse esta lápida; a mi entender la considero del siglo XVI y más bien del XVII;
aunque podría remontarse a una etapa anterior (no sobrepasando nunca el Renacimiento). Al parecer, hay
quienes afirman que se trata de la losa original que pusieron en memoria de La Pelibaya en su
momento; al morir esta mujer allí, atravesada por un relámpago durante la Baja Edad Media. No lo
creemos; aunque sí pudiera tratarse de una segunda lápida depositada en el lugar, tras haber
trasladado la primera estela (bajomedieval) a la tumba definitiva de “La Pelibaya”. Puesto que dice la
leyenda, esta mujer fue enterrada tiempo después junto su amado, inhumada en las cercanías del Castillo
de Mota del Marqués.
Abajo: Otra imagen también tomada por la arquitecto de Mota, Clara Justo Alonso. En
esta observamos la misma cruz sobre caliza blanca y podemos considerar su tamaño, al contener la
foto un pié de mujer sito junto a la lápida. Tratándose a mi juicio, de una pieza de unos sesenta
centímetros de alto, por unos cuarenta de ancho y diez de grosor (aproximadamente). Sus dimensiones y
trabajo nos llevan a pensar que sería una piedra tallada en tiempos cercanos al siglo XVII, mientras
los ilegibles signos que aparecen en los brazos de la cruz -a mi juicio- fueron añadidos muy
posteriormente. Quizás con fines recordatorios sobre la vida y nombre de la mujer que referimos: La
Pelibaya, famosa por sus amoríos y por su mala vida; cuya existencia pecaminosa terminó en este lugar,
por el destino de un rayo (tal como narra la leyenda que a continuación leemos).

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1) INTRODUCCIÓN:

La historia que hoy recojo, nos ha sido referida en parte por Clara Justo Alonso, arquitecta de Mota
del Marqués. Quien junto a algunos amigos, no hace mucho vio esta cruz tallada sobre caliza blanca.
Una pequeña lápida que -según mencionan los más viejos del lugar- pertenecía a una mujer apodada
“La Pelibaya”. Personaje unido a Adalia y a Mota, que fue calcinada hace siglos por un rayo caído
sobre ella en el mismo punto del camino donde encontraron el pedernal blanquecino -en imágenes,
sobre este párrafo-.

Acerca de todo ello, hace unos días me envió Clara Justo las fotografías que tomaron de la estela,
preguntando si conocíamos la leyenda de esa mujer y sugiriendo una traducción para los signos
escritos en aquella cruz. Sobre de lo primero, hube de reconocer no haber oído jamas hablar de esta
Pelibaya que habitó en Adalia; de enorme belleza, cuyo vello y cabello eran de extraños tonos
discordantes (similares a los del caballo bayo, que tiene crines negras y pelaje blanquecino). En cuanto a
los signos inscritos en el pedernal, hube de comentar que a mi juicio eran apócrifos (por no decir
falsos, o muy posteriores a la talla de la cruz en caliza). Creyendo que alguien los habría marcado allí
para señalar la historia, o incluso para darle más morbosidad al caso; aunque ya tiene mucho de
terrible el suceso que refiere la historia, marcando el lugar en que fue atravesada por un rayo, aquella mujer
de “pelo bayo”, mientras escapaba durante una noche de tormenta.

Al carecer de datos y al no tener noticia alguna de su leyenda, pregunté a los lugareños sobre la
historia; quienes pronto me fueron explicando quién fue esa fémina de rubios rizos y de melena
negra, que encandilaba a los caballeros de Mota y a los asentados junto Adalia (en los días que se
fundaba esta última población). Consecuentemente deduje que su historia se debe situar entre 1310 y
1520, pues en toda ella se hace referencia a los soldados de la Orden de Malta, como caballeros de Rodas;
también mencionándolos con el nombre de caballeros de San Juan. Así pues, sabiendo que los cruzados de
San Juan de Jerusalén tuvieron su sede en la isla de Rodas entre los años 1310 y 1520, hemos de calcular
-por las referencias de esta historia-, que la leyenda narra unos sucesos acontecidos hacia 1400.
Cuando Mota del Marqués era ya un conocido emporio teutón; y en los años en que podemos
suponer se fundaría Adalia (por los caballeros de San Juan, establecidos junto a Mota). Partiendo de
estos datos nos será fácil fechar y conocer la curiosa historia de la Pelibaya; de quien los vecinos del lugar
nos han ido reconstruyendo su leyenda (para que pudiéramos finalmente redactarla).

Al lado: Imagen de la piedra tallada, en la que hemos


intentado leer lo que inscribieron. Pudiéndose interpretar en este caso (según las sombras de la
fotografía):
LA PELI VALLA -texto que hemos destacado en azul, arriba-
A su vez es posible ver también:
APELIS MALA VID -en rojo sobre la imagen-

Abajo: Otra foto similar, con luz diferente y en la que hemos distinguido la siguiente inscripción
posible:
APELI MIA RIP
Al lado: De nuevo, foto de la misma piedra, con sombreado
distinto y donde parece leerse:
ADALIA MIA ?O
.
Abajo: Última imagen, en la que vemos los signos y conforme la luz deja interpretar, veríamos:
ADALIA MALA VID.
Durante la leyenda comprenderemos por qué el apelativo de Pelibaya puede mezclarse con el
nombre de Adalia; ya que dicen también llamaron “Hada Lía” a esta mujer, porque con su belleza
embelesaba a los cruzados, encantándolos cual un “hada liadora”. De ello la posible alusión en la
lápida, a “Hada Lía de la mala vida”.

.
.
2) LEYENDA DEL CABALLERO DE RODAS Y LA PELIBAYA:

Dice la Historia que cuando los caballeros de San Juan se establecieron en el llano que hoy
llamamos Adalia -con el fin de proteger el Camino de Santiago-; hasta allí se llegaron también bellas
meretrices, de mala “profesión” y de peor “pelaje”. Era común que así lo hicieran, pues la función de
aquellas lozanas era tan antigua como conocida; sacando el dinero a los soldados, quienes tan solos como
aburridos -apostados en un lugar determinado- no tenían más entretenimiento que estas compañías en sus
horas tristes. Pese a todo, algunos las llamaban “bruxas” o “encantadoras”, ya que su “trabajo” se
consideraba un oficio tan antiguo como pecaminoso. Incluso peligroso, pues en ocasiones caían en
sus brazos los más valerosos soldados; quienes tras yacer con ellas, ya no veían más destino en su
vida que dedicar su oro y su tiempo, en retornar a su regazo... .
.
Así fue como apareció una de las más bellas meretrices en ese llano, sito junto a Mota del Marqués
-lugar al que después dijeron Adalia-. El nombre de esa preciosa ninfa lo desconocemos, aunque se
hacía llamar “La Pelibaya”, pues aunque lucía un precioso cabello negro, presumía de tener el “pelo
bayo”. Todo aquello era un desplante, expresado con tal descaro ante la soldaresca; que cuando los
caballeros la escuchaban, quedaban ruborizados. Sobre todo mientras la mujer decía:
.
- ¡A vos... Caballero, soldado!.
Si mi melena negra oteas,
sé que conocer deseas,
mi pelo bayo, encalado;
de tono rubio y rizado...
Que no luzco en la azotea,
sino en un umbral muy tapado... -
.
Pese a aquellas insinuaciones tan groseras, que continuadamente expresaba en verso La Pelibaya; todos
reían a su paso, sin tenerla por ordinaria. Pues era tan maravillosa la perfección de sus rasgos y la
languidez de su cuerpo; que nadie -hombre o mujer- podía dejar de admirarla. Más aún sucedía con
los tristes cruzados de San Juan, que en ocasiones llegaban hasta Valladolid, tras años en el campo
de batalla. Quienes al enfrentarse a tanta hermosura, no dudaban en pagar altas sumas por conocer
el misterioso “bayo”, que aquella Venus predicaba. De quien todos sabían que guardaba como tesoro,
un vellocino áureo y muy distinto a sus cabellos -negros-; tal como sucede en los caballos bayos, cuyas
preciosas crines azabache contrastan con el curioso color blanquecino del cuerpo.
.

SOBRE Y JUNTO A ESTAS


LINEAS: Dos fotografías de la arquitecto Clara Justo Alonso, tomadas en Adalia. En la imagen superior,
subida a la ermita de Nuestra Señora de las Viñas, en los campos donde sucede la leyenda del
caballero de Rodas y La Pelibaya. Al lado, el pequeño templo humilladero dedicado a las viñas,
situado a la salida de esta población. Es uno de los pocos edificios sagrados que se conserva en
este pueblo junto a Mota, donde al menos hubo tres iglesias (casi todas fundadas por los caballeros
de San Juan de Jerusalén -antes de Rodas y hoy Malta-). El pequeño pueblo, de gran solera
nobiliaria, perteneció en dos tercios a esta Orden Hospitalaria Sanjuanista, por entonces asentada en
la isla de Rodas (mientras una tercera parte era señorío de los hijos de Garcí Fernández
Sarmiento). Siendo su principal templo y advocación por entonces, la de Santa Olalla (Santa Eulalia);
cuyo santuario desapareció en el siglo XIX, al igual que sucedió con la iglesia de El
Salvador. Como indica Jose Ma. Arévalo, quien añade que esta Santa Eulalia pudo ser el origen
etimológico de Adalia; aunque muchos otros consideran que el nombre de esa población nace
desde la voz Adalid (propia de los caballeros medievales y como señala la historia que relatamos).
SOBRE, Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del castillo y ermita de Mota del Marqués, tomadas
desde diferentes ángulos y en el camino de Adalia (en las proximidades de esta localidad). La leyenda
que hoy recogemos tiene su desenlace en una noche de tormenta, en las tierras que vemos en estas
imágenes. Para hacernos una idea del poder que la luz y las sombras contienen en estos lugares,
recojo algunas fotos de atardeceres -comunes en los meses de primavera y de otoño-. En los que los
cielos se cubren de nubes y producen efectos lumínicos que bien parecen artificiales. Los lugareños
atribuyen este juego de luces y sombras, al recuerdo y a las apariciones de La Pelibaya (junto a su
amado caballero de Rodas); quienes fueron víctimas del rayo y de las tormentas.
.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Otras dos fotografías del atardecer en Mota del Marqués, con su
castillo y ermita en el alto. En este caso las imágenes fueron tomadas durante el verano y desde el
camino a San Cebrián de Mazote. Observemos cómo el ocaso y el amanecer en la zona es de una
tremenda teatralidad liminosa; todo lo que se atribuye a esta extraña mujer que murió junto a Adalia
(víctima de una tormenta) y a sus apariciones en el cielo motano.
Así -como antes narrábamos- fue el modo en que La Pelibaya enamoró a uno de los mejores
caballeros de San Juan; quien tras regresar de la Isla de Rodas y haber luchado en Tierra Santa,
pasaba por aquel llano vallisoletano, rumbo a Santiago. Allí tomó el soldado unos días de reposo,
durante los que la mujer no reparó en enseñarle su “vellocino” y cuantas artes amatorias conocía.
Porque el cruzado venía cargado de “bezantes”; como llamaban a las monedas bizantinas de oro,
que traían algunos de los más ilustres guerreros, en su triunfal retorno a nuestras tierras. De ese modo,
este insigne soldado que pasaba por Adalia como peregrino, quedó embelesado con aquella mujer a
la que todos ya apodaban el “Hada Lía” -porque sabía liar a los caballeros como solo un hada lo
lograba-. Y aunque el infanzón iba camino de Santiago, para entregar gran parte de su fortuna al
Apóstol; con el posterior fin de contraer matrimonio en tierras gallegas. Tras conocer a “Hada Lía”
no pudo seguir más en la ruta jacobea; entreteniendo el resto de sus días con esta bella, de curiosos
vellos.

Tan absorto estaba aquel jinete y tan abducido por la mujer; que pronto le propuso matrimonio. Pero
La Pelibaya, para casarse solicitó que le regalase toda su bolsa con bezantes de Constantinopla -
como prueba de amor inquebrantable-. El caballero, muy afligido, le repitió que en la saca llevaba más
de mil monedas de oro ganadas en justa batalla; de las que quería entregar la mitad al Apóstol
Santiago, dedicando el otro medio a casarse y fundar mayorazgo. Deseando guardar tras su diezmo, al
menos unos quinientos bezantes para comprar tierras y vivienda, en un lugar próximo a Galicia. Por lo que
si deseaba contraer matrimonio con él, debía adherirse a la misma promesa; marchar juntos hasta la
tumba del Apóstol, dejando la mitad de los dineros en el limosnero de la catedral compostelana. Solo
después de eso, contraerían matrimonio; disponiendo ya ella el resto del capital, para comprar
hacienda y terrenos con los que vivir juntos para siempre.

Fue así como la Pelibaya (“Hada Lía”) accedió a los deseos de su amado y con ese fin decidieron
emprender viaje hacia Santiago. Durmieron la primera noche en el llano de Adalia, preparando la salida
inmediata hacia la Ruta Jacobea; aunque la mujer ya tenía pensado robar la saca con mil monedas y
huir ese mismo día. Así fue como lo hizo; en cuanto pudo tomó a escondidas el odre pleno de oro y
aprovechando una fortísima tormenta, corrió, alejándose del lugar (sin que nadie apercibiera su falta).
Para que no pudieran seguirla, ni más encontrarla; partió por los caminos aledaños del llano, con el fin
de esconderse en los Montes Torozos. Y mientras se aferraba a su bolsa de riquezas, anduvo a toda
prisa entre las lluvias con truenos; apresurándose más al verse ayudada por la noche y la tormenta,
sabiendo que al día siguiente sus pasos no podrían ser seguidos -pues era tal el aguacero, que las
pisadas se borraban al levantar las suelas-. En esos momentos, mientras escapaba a escondidas y
viéndose ya segura, quiso comprobar la cuantía del saco que había robado a su amado. Así,
parapetada bajo un enorme árbol seco, abrió el odre y allí aparecieron las mil monedas de oro , todas
en un puñado, resbalando entre sus manos... . Pero en ese mismo instante, un tremendo rayo cayó
desde el cielo, y dirigiéndose hacia el alto tronco, fue atraído por el noble metal; llegando a fundir las
monedas de oro, atravesó el cuerpo de La Pelibaya. Quien hasta el último instante sujetaba los bezantes
con avaricia, mientras quedaba junto al árbol convertida en carbón; a la vez que los dineros hervían,
transformándose en un bloque amorfo.

A CONTINUACIÓN: Varias imágenes de los campos cercanos a Adalia y a Mota del Maqués durante
las noches, cuando las nubes y las lluvias conforman luces que los lugareños dicen están enviadas
por La Pelibaya sosteniendo sus bezantes y su rayo. Como podemos ver, el juego de luces y sombras
es espectacular en cualquier época del año.

Abajo: En el camino a Adalia.


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Abajo: En el camino a San Cebrián de Mazote.

Al lado: En los montes Torozos, un


extraño haz de luz surgido entre Mota, Adalia y San Cebrían.

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Abajo: Otra imagen de los Montes Torozos, en las cercanías de Alalia; durante los atardeceres rojos,
cuyo color se atribuye a La Pelibaya que desde los cielos aún arde junto a sus monedas de oro.

A la mañana siguiente, se despertó el pobre caballero de Rodas y al ver que su amada no estaba,
faltándole también la bolsa con los dineros; pronto comprendió quién se los había hurtado. Tardó en
entenderlo, pero al fin admitió su error; dando gracias al Apóstol por haber evitado de ese modo su boda con
una mujer que no le amaba. Al menos era ese su consuelo, aunque su infortunio no había terminado aún,
pues pronto le llamaron algunos vecinos, llegados desde los caminos; narrando que en uno de ellos
habían visto el cuerpo calcinado de su prometida, junto a un extraño bloque de oro. El triste soldado
se acercó hasta aquel lugar donde estaban los restos de su amada. Recogió lo que de ella quedaba y
cuanto había de las monedas de oro, partidas y convertidas en una masa fundida, que ya muchos
habían expoliado. Dispuso que la enterrasen allí mismo, cristianamente; y que se levantase una cruz
en ese lugar del camino donde murió. Pagando una fuerte suma para que en ese punto colocaran un
crucero en su memoria; sin apodo alguno, ni menos leyenda que narrase la triste historia (siquiera con su
nombre, pues todos la denominaban “Hada Lía” o la “Pelibaya” -apodos que nadie vería nobles; ni menos,
apropiados...-).
Días después, el caballero se dirigió hasta Santiago de Compostela, donde entregó cuanto quedaba
de la saca de oro; ya fundida y medio hurtada por quienes antes que él, pasaron por ese desdichado
camino -donde el rayo cayó-. Tras ello, el soldado regresó al lugar donde todo había sucedido, y
arrodillado ante la tumba de su amada, prometió acompañarla para siempre. Así, haciéndose
lego, tomó hábitos; ingresando en la Santa Espina, para vivir en este monasterio el resto de su vida
-próximo al sepulcro de su adorada-.

Dice la leyenda, que para estar más cercano de ella, finalmente se trasladó en solitario y como
ermitaño, a una pequeña cueva abierta, sita bajo el castillo de Mota del Marqués. Donde a su muerte
levantaron un santuario al que llamaron Santibañez, por haber sido aquel venerable hombre, un
caballero de San Juan ó Rodas -aunque más tarde el lugar sacro se convirtió en la ermita del Salvador
(hoy derrumbada)-. Se narra también, que al fallecer el cruzado, ambos amantes fueron enterrados
finalmente juntos en aquel lugar del alto de Mota, donde por entonces se hallaba el cementerio de
los caballeros teutones (quienes tuvieron a bien admitir entre los suyos a ese valeroso soldado de
Rodas). Y por este “adalid” de bravura y bondad del cruzado de San Juan, es por lo que este lugar
fue llamado Santibañez de Mota y a su pedanía vecina se la denominó “Adalia”. Una población cuyo
nombre no procede de esa mujer a la que todos decían “Hada Lía” -tal como algunos afirman-; sino por el
adalid de aquel gran soldado, que un día vino triunfante desde Rodas a Valladolid.

Y como muestra de que todo lo narrado sucedió y fue cierto; dicen que aún se pueden ver entre las
nubes, en los cielos de Mota y de Adalia, al caballero de Rodas y a su amada (La Pelibaya). El
primero, enamorado, surge vistiendo armadura y como figura yacente entre las nubes. Mientras ella
se manifiesta provocando luces de fuego en los atardeceres, componiendo preciosos cielos de
colores -como fueron los de su pelo-. Aunque su rostro aparecido entre los nubarrones a la puesta
del Sol, siempre manifiestan una cara horrible, de mujer asustada y abrasada.

DOCUMENTACIÓN ICONOGRÁFICA: A continuación recogemos varias imágenes tomadas en la


zona, donde podemos observar las famosas apariciones del caballero de Rodas y de La Pelibaya
(sobre los cielos de Mota y Adalia). Asimismo, veremos fotografías del castillo de Mota y de su
ermita, originariamente dedicada a San Juan. Templo actualmente derruido y que fue reedificada en el
siglo XVII como iglesia del Salvador, aunque como sabemos era un pequeño santuario de advocación a
la Orden Hospitalaria y dependiente de la diócesis de Zamora (no de Valladolid). Todo lo que explica
el antiguo nombre de Mota del Marqués como Santibáñez de Mota (San Juan del montículo) en
memoria seguramente de esos caballeros hospitalarios (de San Juan de Jerusalén) que convivieron
junto a los cruzados teutones, también establecidos desde el siglo XIII en aquella “Mota”.

Arriba y abajo:
Atardeceres y luna, en Mota.
ARRIBA Y ABAJO: Aparición del caballero de Rodas, en una nube sobre Adalia y Mota, en verano de
2018. En la foto superior vemos el paisaje general, con el nubarrón sobre las tierras de estas dos
poblaciones. Abajo, la misma imagen recortada, en la que explicamos la posición del aparecido en el
cielo.
MÁS ABAJO: De nuevo el caballero de Rodas, sobre los cielos de Mota una tarde de verano de este
año. En la imagen se puede apreciar perfectamente el soldado vistiendo yelmo con cuernos y
lambrequines; sujetando una espada, tumbado y vistiendo una gran capa.
.

ARRIBA, AL LADO Y ABAJO: Aparición de la


dama Pelibaya sobre el castillo de Mota. Como hemos dicho, es normal la aparición de esta dama en
forma de fuegos y nubes extrañas durante las puestas de sol; produciendo luces y figuras en las
que veremos su rostro expresando el horror de la abrasada por el rayo. En la foto superior, el paisaje
con “Hada Lía” entre rayos y nubes, sobre Mota; en la de al lado, el rostro de ella recortado
(explicado); abajo, la primera foto, con la cara de la Pelibaya en detalle y en la parte baja.
Al lado: Subida al castillo de Mota; en el altozano,
antes de alcanzar la torre, llegamos a la ermita del Salvador (antaño santuario de Sant Iván de Mota).
.
.
Abajo: Estado en el que se encuentra esta ermita del Salvador desde los años sesenta (cuando cayó su
techumbre y fue expoliada por la rapiña y por interesados en adquirir lo que en ella había).
Al lado: Vista lateral de esta pequeña iglesia, hoy
derruida, pero que hace unos setecientos años fue un santuario dedicado a San Juan (de Jerusalén).
Seguramente levantado por los caballeros de esta advocación, que junto con los tutones se establecerían
en este punto, para guardar el Camino de Santiago.

Abajo: Vista de Mota del Marqués, tomada desde la parte alta del castillo; en primer término la iglesia de
San Salvador.

Abajo: Otra vista de Mota y de los campos de Adalia (a nuestra derecha, en la foto). Sobre aquellos
dos pueblos, lo que parece una lengua de fuego, luminosidad espectacular que se produce en los
atardeceres motanos y que muchos identifican con el espíritu de Hada Lía, La Pelibaya.
ADENDA: Tras publicar la leyenda un lector nos avisa de que la silueta de Hada Lía se manifiesta
sobre los cielos de Mota y Adalia comúnmente en forma de dragón (gran serpiente voladora).
Indicándonos que en las anteriores fotografías no habíamos explicado bien la silueta de la dama de
las nubes; tal como (ver en la imagen superior el rastro similar al de un enorme ofidio y

abajo la cabeza del dragón).


ARRIBA, AL LADO Y ABAJO: Aparición de la dama de los
cielos sobre Mota, en forma de sierpe voladora. Arriba, la foto anterior más destacada. Al lado, la
silueta del dragón destacada. Abajo, la aparición de la gran sierpe de nubes, recortada.

.
ARRIBA Y ABAJO: Aprovechamos para divulgar de nuevo las dos fotografías iniciales del artículo,
con Adalia y Mota (tomadas por la arquitecto Clara Justo Alonso). Publicándolas al tamaño mayor
posible; para observar claramente las distancias entre ambas poblaciones y con el fin de poder
disfrutar de la calidad de estas imágenes.
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ÍNDICE DE LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS

-CAPÍTULO I: EL CABALLERO DE SUABIA


PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/07/1-6.html
-CAPITULO II: DON JUAN DE AUSTRIA EN MOTA Y SU VISIÓN DEL EMPERADOR.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/07/1-8-7.html
-Capítulo III: San Francisco de Borja en el Castillo de Mota del Marqués (Parte primera: LA LIBERACIÓN DE CESAR BORJA Y SU TUMBA SECRETA)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/07/1-6_28.html
-Capítulo III: San Francisco de Borja en el Castillo de Mota del Marqués (Parte segunda: LA ENFERMEDAD DEL SANTO Y SU CURACIÓN GRACIAS A
UN "CUERNO DE RINOCERONTE" HABIDO EN MOTA)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/07/1.html
-Capítulo IV: FRAY CALDERO Y EL LICOR DE CAFÉ
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-8-8.html
-Capítulo V: EL ÚLTIMO VIAJE DE DON JUAN DE AUSTRIA (parte primera).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-9-7.html
-Capítulo VI: EL ÚLTIMO VIAJE DE DON JUAN DE AUSTRIA (parte segunda).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-9-7_15.html
-Capítulo VII: JUAN DE AUSTRIA Y EL HEREDERO AL TRONO DE FELIPE II
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-5.html
-Capítulo VIII. LA MUERTE DE DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-8-7.html
-Capítulo IX: EL REGRESO DE DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/08/1-9-6.html
-Capítulo X: CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA (parte primera)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/09/1-9-6.html
-Capítulo X: CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA (parte segunda)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/09/1-9-9.html
-CAPÍTULO X (parte tercera): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/09/1-9-7.html
-CAPÍTULO X (parte cuarta): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/09/1-9-8.html
-CAPÍTULO X (parte quinta): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2011/09/1-9-9_14.html
-Historia del Marqués de Almeida (quien fuera Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque de Almeida, héroe en la Guerra de la
Independencia)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2013/02/blog-post.html
-ISABEL CLARA EUGENIA Y LAS ÁGUEDAS, EN LA MOTA DE MARQUÉS.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2014/07/isabel-clara-eugenia-y-las-aguedas-en.html
-La leyenda del chorizo y del pimentón Jeromín.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2015/06/musica-para-celebrar-los-mas-de-17000.html
-Del modo en que Nuestra Señora de Castellanos inspiró uno de los palacios más bellos del islam.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2015/07/musica-para-celebrar-los-18000-lectores.html
.
-LAS SIETE DONCELLAS DE SANTIBÁÑEZ (de cómo ganaron la batalla de Simancas, los caballeros de Mota del Marqués).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2017/07/las-siete-doncellas-de-santibanez-de.html
.
-LA FUNDACIÓN DE SANTIBAÑEZ DE MOTA (el origen de Mota del Marqués)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2017/09/la-fundacion-de-santibanez-de-mota-el.html
.
-ESPAÑA Y SU SIGNIFICADO (EL PODER DE LAS LEYENDAS Y LAS LEYENDAS DEL PODER)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2017/10/espana-y-su-significado-el-poder-de-las.html
.
-EL PERRERO, O “EL PEDRERO” DE MOTA DEL MARQUÉS
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2018/02/el-perrero-o-el-pedrero-de-mota-del.html
.
-HADA LÍA Y EL CABALLERO DE RODAS (SOBRE LA FUNDACIÓN DE MOTA Y DE ADALIA).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2018/04/el-hada-lia.html
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ADEMÁS:
Para celebrar que este blog ha superado los treinta dos mil lectores (más de 32.000 lecturas), aprovechamos incluir mi música para quienes quieran
escucharla.
En primer lugar podremos oir PLÉYADES, sexto movimiento de los doce que tiene mi ballet TARTESSOS, compuesto y terminado cuanto estaba en La
Mili en Sevilla, en 1982 (grabación en semidirecto en Japón 1991). PULSAR SOBRE:
https://www.youtube.com/watch?v=Nw1g-OKTqyQ
.
Tras ello invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también consta de doce
movimientos, compuesta entre 2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta en Japón, pueden escuchar las
tres piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y Luz de Maebashi).
PULSAR SOBRE SUS ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=NV8uqxKW434
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
EL REY DON PEDRO Y SU LEYENDA EN JAPÓN
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (28/07/2018)

Los capítulos contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario
explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará
con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas. En la anterior entrada (ver) hay un índice con
todas las leyendas recogidas hasta hoy.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de


la colección “manga” japonés ALCÁZAR; donde vemos los trece tomos que comprenden su serie
completa, que fue premio nacional del “comic” en Japón. Redactada y dibujada por Yasuko Aoike, la
colección trata sobre la biografía del rey Don Pedro I de Castilla. El argumento está perfectamente
documentado, desde el punto de vista histórico; asimismo los dibujos reproducen la moda, los
edificios y el entorno en el que se movió este monarca castellano (mostrando fielmente los gustos
modistas y arquitectónicos de mediados del siglo XIV).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, portada
y dorso del volumen décimo tercero -y último- de este “manga” que referimos: “Alcázar” (del que
fue autora Yasuko Aoike -premio nacional de “comic japonés”-). Observemos a la izquierda al rey
D.Pedro en el dibujo de “carátula”; con vestimenta y armas que se corresponden con la indumentaria de la
época. A la derecha el dorso del libro, con Pedro I a caballo; a su lado, las mujeres que amó -en un caso
con moda de corte y en el otro vestida como reina-. En la foto de abajo: Portadas y reversos de los libros
1º, 2º ,3º y 4º; pudiendo ver en la primera a D.Pedro frente al Alcázar de Sevilla (edificio que reconstruyó
durante su reinado y donde vivió de niño). En las restantes imágenes de los diferentes volúmenes del
manga, se observa al monarca idealizado y vestido de distintas formas; siempre con ropas
coetáneas a su tiempo (en moda hispana, árabe o judía, pero siempre con arreglo al estilo del sigo
XIV).
1) INTRODUCCIÓN “Pedro I, una leyenda en Japón”:

Nos parecerá increíble conocer que un importante rey castellano es un héroe del “manga” del Sol
Naciente; tanto como resulta inverosímil que hoy en día este monarca sea desconocido para casi todos los
jóvenes de España. No diremos que en Nippón Pedro I ha sido tan famoso como Superman o
Spiderman; porque el mercado norteamericano, no solo ha divulgado mundialmente la hamburguesa y el
refresco con gas y azucarado. Sino ha invadido también el campo de las letras; cambiando los mitos
históricos, por la “mitología basura”. Una mítica basúrica encabezada por héroes tan absurdos como los ya
citados -Superman o Spiderman- a los que se unen algunos más extraños, como lo son “La Masa”, “La
Cosa” o “Wonderwoman”. Esta última, llegó a ser tal heroína del manga que en su día fue elegida
embajadora por la ONU, para representar a la mujer. Aunque al poco tiempo las Naciones Unidas tuvieron
que desdecirse de tal elección; quitando a ese monigote llamado Wonderwoman su título de “embajatriz” de
las féminas (por cuanto de ridículo tenía tal nominación).

Pero olvidando las rarezas americanas, lo que más nos extraña es que el “cómic” apenas se ha utilizado
en Occidente para divulgar relatos con valor cultural o histórico -a excepción de mangas similares a
Ásterix o algunos cuentos de Disney-. Por el contrario, en Japón hay centenares de tebeos que sirven
para culturizar a quienes los consumen. Entre los que nos han llegado casos como el de Heidi y Marco,
en el que los lectores no solo se entretienen, sino también aprenden. Tal como sucede con este “manga”
llamado “Alcázar”, que narra la historia del rey D.Pedro con absoluta fidelidad y de un modo
romántico; lo que le llevó a lograr un enorme éxito entre las lectoras japonesas. Al haber creado la
Sra. Aoike un personaje muy sofisticado y cargado de romanticismo; describiendo la vida de aquel
monarca de Castilla, como un hombre de gran valentía y destacando a las mujeres que le rodearon.
Todo ello, redactado junto a un dibujo y relato en el que Pedro I se convierte en un ser con enorme
“glamour”; en el que la intriga de sus amoríos y de los familiares en contra, que siempre tuvo cerca,
le costaron no solo la corona, sino también la vida.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes más en las que podemos ver las portadas y dorsos
de los tomos de “Alcázar”, ejemplares 5, 6. 7 y 8 (arriba); junto a los números 9, 10, 11 y 12
(abajo). Observemos la cuidada ambientación de los atuendos que luce el personaje (Pedro I); rey del que
sabemos hablaba hebreo y árabe, vistiendo del modo hispano musulmán, tanto como con moda
judía. Asimismo podremos ver en las viñetas los detalles de arquitectura andalusí, mudéjar y
cristiana (que por entonces se construía); a la vez que instrumentos de época y diseños basados en
códices o miniaturas de la época (algunos procedentes de Las Cantigas a Santa María -de Alfonso X “El
Sabio”; tatarabuelo de Pedro I-). Evidentemente, el personaje y su entorno están idealizados por la
dibujante; aunque todos los detalles de atrezzo y fondos carecen de anacronismos. Por lo que todo
el manga lleva impregnado un enorme realismo, plasmando de manera romántica cómo pudo ser la
corte y vida del rey D.Pedro.
BAJO ESTAS LINEAS: Un dibujito mío con un chiste, que subí a mi página de Facebook, cuando
hace años la ONU eligió a Wonderwoman como embajadora femenina de las Naciones Unidas (me
preguntaba en la viñeta si no hubiera sido mejor elección Juana de Arco; caricaturizando una escultura de
esta santa francesa). Pareciéndonos absurdo la elección de un personaje de este tipo como
“embajadora”; resulta más incomprensible no utilizar recursos como el “manga” o el “comic”, con
el fin de publicar libros e historias que culturicen a los jóvenes. Aunque tristemente se promocionan
tebeos e historietas que hablan de héroes como Superman, Sipderman o “La Masa”; cuyas dotes y vida no
solo son irreales, sino -sobre todo- cuasi idiotas.
2) EL REY QUE LUCHÓ Y AMÓ JUNTO A MOTA (infancia y carencias):

Quizás la etapa más interesante de este monarca fue aquella en la que comenzó su “crisis”; una
etapa que transcurrió en tierras cercanas a Mota del Marqués. Nos referimos a cuanto sucedió desde
el tercer año de su reinado -1353-, cuando Pedro I fue obligado a casarse con María de Borbón (pese
a tener ya una hija con su amante, María de Padilla). Boda tras la que decide huir, para regresar junto a
su enamorada; sin cumplir con sus obligaciones como marido de la nieta del rey de Francia. Pero
antes de narrar esta importante parte de la vida del monarca castellano, vamos a referir algunos datos
generales sobre su biografía; para entender su persona y los hechos que se acontecieron durante esos
años que habitó junto a Mota del Marqués.

De tal manera, recordaremos que Pedro I fue el único hijo legítimo de Alfonso XI; un rey “extraño” con
su verdadera familia. Tanto que abandonó a su mujer al poco de parir a este primer niño, dejando de
por vida a la madre y a su real retoño al cuidado de uno de los hombres de su confianza (llamado
Juan Alfonso de Alburqueque, quien hizo de “ayo”). Así, mientras otorgaba la custodia de su unigénito y
de su esposa a ese noble portugués; Alfonso XI pasó el resto de su existencia junto a su “querida”
Leonor de Guzmán, con la que tuvo diez hijos (nueve de ellos varones) (1) . Enamorado sin igual y
buen padre con la descendencia que su amante le dio, fue feliz con la bella Leonor; viviendo junto a
ellos y batallando para recuperar las zonas de la actual Andalucía todavía no reconquistadas. Pese a
que este concubinato le costó la enemistad de su suegro, el rey de Portugal; quien en ocasiones se negaba
a ayudarle a combatir contra los andalusíes. Al saber que su nieto Pedro y su hija -María de Portugal-,
vivían prácticamente en soledad y bajo la custodia de aquel Juan Alfonso de Alburquerque. Quien
dedicaba al niño poca atención y una triste educación (manteniéndole lejos de su padre, en
Sevilla). Todo lo que se complicaba por el difícil carácter de la madre; que -tal como veremos- era mujer
de mala cabeza y de peor corazón, tan solo capacitada para dar nefastos consejos a su hijo y crear los
mayores problemas a cualquiera.

Así fueron los padres de este infeliz niño llamado Pedro y así transcurrió su infancia: Entre los
muros del antiguo Alcázar de Sevilla, con las mayores carencias de afecto y con una educación
descuidada. Promovida por la mano de una reina y madre, loca por celos -llena de odio hacia su
marido y a su rival amorosa-. Aunque todo aquello cambió en la primavera de 1350, cuando el heredero
tenía quince años y tras haber contraído la peste su real padre (que parece se contagió en el Sitio de
Gibraltar). Siendo coronado el joven como “Pedro primero” de Castilla en marzo de aquel año;
cuando aún no había cumplido los dieciséis años. Por su parte, el entierro de Alfonso XI se complicó
desde el momento en que su amante decide dirigirse hacia Sevilla, para asistir a las exequias
fúnebres. Pues la presencia de Leonor de Guzmán en el sepelio del rey, fue aprovechada por la
madre de D.Pedro (María de Portugal), para hacerla prisionera y ponerla a buen recaudo en el Alcázar
sevillano, bajo la vigilancia de Alfonso de Alburquerque.

JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, portada de las crónicas de


Ayala, con la supuesta efigie del rey D. Pedro (dibujo de A.Carnicero, grabador J.J. Fabregat 1739). Este
grabado encabeza el primer volumen del Canciller López de Ayala, intitulado (SIC): “COLECCIÓN DE
LAS CRONICAS Y MEMORIAS DE LOS REYES DE CASTILLA. REY DON PEDRO” escrito por PEDRO
LOPEZ DE AYALA, CHANCILLER MAYOR DE CASTILLA -TOMO I; EN LA IMPRENTA DE DON ANTONIO
DE SANCHA; AÑO DE M. DCC. LXXI-. Una edición que utilizaremos para el análisis de la leyenda de
este rey castellano; del que se han escrito múltiples biografías, aunque la primera y coetánea es esta
que referimos. Redactada por el canciller López de Ayala y publicada en vida del rey Enrique II
(hermanastro y adversario de Pedro); por cuanto la visión que nos da del monarca anterior, es un tanto
“sesgada”.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del


Monasterio de Las Clarisas, en Tordesillas; un edificio mandado construir por Pedro I como palacio
y donde incluyó unos bellísimos baños árabes. Más tarde se convertiría en convento, donde entraría
a profesar su hija mayor: Beatriz. Nacida de María de Padilla y del rey en 1353; vino al Mundo antes de
que su progenitor se casara con la hija del de Francia (con la que no tuvo descendencia). Debido a
ello, esta Beatriz de Castilla se consideró la legítima heredera al trono, cuando es asesinado su
padre a manos de Enrique (su hermanastro). Pero poco después de ser jurada como reina de
Castilla, Beatriz fallece; una muerte sobre la que -a nuestro juicio- se observa la sombra de su tiastro
Enrique, quien es coronado monarca castellano a la vez. El edificio que vemos en imagen pertenece
aún en nuestros días al Patrimonio Real, aunque la comunidad monacal de clarisas conserva desde 1360 el
usufructo del bello palacio creado por Don Pedro y cedido por la Corona castellana (para ser convertido en
convento). Se caracteriza por una arquitectura mudéjar sin parangón en otros lugares de España, a
excepción de los palacios andaluces. En este edificio de Tordesillas nacieron dos de los cuatro hijos que
María de Padilla tuvo con Pedro I; viniendo al mundo los otros dos -y primeros- en la ciudad de Toro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Otras dos imágenes de
Tordesillas; al lado un detalle del estuco mudéjar que decora el patio de entrada del Monasterio de
Las Clarisas. Abajo, un panel pintado sobre una pared de Tordesillas, por el conocido dibujante
toresano Carlos Adeva. Este murete sito junto al monasterio de Sta. Clara, representa (imaginados) a
Pedro I y a su padre, Alfonso XI.

3) CORONACIÓN DE DON PEDRO Y ASESINATO DE LEONOR DE GUZMÁN (madre de sus


hermanastros):

Como dijimos, al poco tiempo de morir Alfonso XI fue coronado su primogénito -Pedro-, subiendo al
trono en marzo de 1350. Dada la juventud del nuevo monarca, las decisiones de Estado serán
tomadas por su madre y su “ayo”, Juan Alfonso de Alburquerque; quien tenía una enorme ascendencia
sobre aquel “chico” al que había educado -solo y junto a su madre-. No sabemos si Alburquerque tuvo una
relación “intima” con la abandonada esposa de Alfonso XI; a quien ese monarca encomendó el cuidado y
cargo de su mujer y el de su hijo -antes de abandonarlos-. Pero sí podemos afirmar que Juan Alfonso
era como un padre para Pedro I. Ello, unido a que la única figura familiar que conocía era su madre;
permitió por entonces gobernar indirectamente en Castilla a ambos (a Alburquerque y a María de
Portugal). De tal manera, el nuevo reinado comenzó con la detención y el encarcelamiento de sus
hermanastros, por consejo de Juan Alfonso; quien indicó que debería tomar presos a Enrique y
Fadrique (los dos mayores). Apresamiento que tenía como finalidad hacerles desistir en sus intentos
por llegar al trono y sobre todo, atemorizar a la madre (Leonor de Guzmán, la “favorita” del difunto
Alfonso). Aunque poco después libera Pedro a los que se le habían rebelado, y les perdona, con
motivo del sepelio de su padre común (al llegar el cadáver del progenitor de todos a Sevilla, donde lo
recibirá junto a sus hermanastros).

Es entonces cuando la madre de Pedro I decide vengarse de la amante que tuvo su esposo;
aprovechando la asistencia de Leonor de Guzmán al sepelio del rey muerto, para tomarla
presa (2) . Momento en que aquella bella mujer que le dio a Pedro diez hermanastros, encargó al mayor
de sus hijos (Enrique), se casase con Juana de Manuel -mujer de sangre real, señora de Vizcaya e hija
del Infante Don Juan Manuel-. Ya que aquella boda claramente dotaba a Enrique de posibilidades en
su pretensión hacia el trono -pese a ser un bastardo real-. Todo ello provocó que en 1351 la reina
madre trasladase a Leonor de Guzmán hasta su tierra natal (Talavera), donde María de Portugal
encarceló a la amante de su difunto marido, para condenarla a muerte. Un hecho terrible en el que no
tuvo parte ni arte el joven rey, pero que le costó la enemistad y el odio de sus hermanastros; quienes
vivieron con horror la ejecución de su progenitora. Asesinada en el “garrote” después de despedirse de
algunos de hijos en Llerena (antes de ser llevada a Talavera); y muerta por voluntad de la madre de Pedro I,
que así vengaba los años de felicidad que habían tenido Alfonso XI y Leonor de Guzmán. Narrando la
leyenda que María de Portugal mandó dar tantas vueltas a la cuerda del “garrote”, como años habían
convivido unidos los reales amantes y sus diez hijos (3) .

Durante este tiempo el joven rey Pedro estuvo enfermo y apenas pudo participar en la vida social ni
política, a consecuencia de unas terribles fiebres que le llevaron al borde de la muerte. Lo que sucede
desde agosto de 1350, cuando el recién coronado entra en estado grave; pero durante su
convalecencia -que dura seis meses- observa cómo sus parientes más cercanos preparan el reparto
de propiedades de su corona, llegando a elegir un nuevo sucesor. Pese a esos “preparativos”, en
navidades de 1351 comienza a recuperarse y debemos pensar que este adolescente de dieciséis años
creería que le habían envenenado. Por lo que tras sanarse decide vengarse de aquellos que habían
propuesto ser sus herederos, ante su inminente muerte -que no se produjo-. Ello, junto a la terrible
ejecución de Leonor de Guzmán (llevada a cabo por su madre), le granjeó el odio de casi todos sus
familiares.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de los restos


de la muralla y Alcázar de Talavera de la Reina. En este antiguo palacio de Abderramán -que a
mediados del siglo XIV regentaban los Álvarez de Toledo- es donde María de Portugal manda ejecutar a
Leonor de Guzmán (quien tristemente había nacido en aquella misma ciudad, que más tarde Alfonso XI
regaló a su mujer, la cruel reina María). Tan solo movida por los celos y el ánimo de venganza; la
madre de Pedro I ordenó matar a su rival en amores; con tanto rencor que siquiera tuvo dudas al tomar
tan terrible decisión. Pese a saber que aquello granjearía el odio hacia su hijo (el rey D.Pedro),
hermanastro de los diez hijos que Leonor tuvo con Alfonso XI. El canciller López de Ayala narra del
siguiente modo la ejecución de la amante del rey Alfonso: “por consejo de Don Juan Alfonso de
Alburquerque , que levasen á la dicha Doña Leonor presa á Talavera , que era villa de la Reyna Doña María
madre del Rey. E tenía el alcázar de la dicha villa Gutier Ferrandez de Toledo , é el Rey mandó á Gutier
Ferrandez , que tomase á Doña Leonor, é la levase á Talavera. é asi lo fizo , que luego partió dende, é la
levó presa á Talavera, é púsola en el alcázar de la dicha villa , que tenia por él un Caballero natural dende ,
que decían Gutier García de Talavera. E dende á pocos días envió la Reyna Doña María un su Escribano
que decían Alfonso Ferrandez de Olmedo, é por su mandado mató á la dicha Doña Leonor en el alcázar de
Talavera” (3) .

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías de


Llerena, población a medio camino entre Sevilla y Talavera, donde sabemos que Leonor de Guzmán
se despidió de algunos de sus hijos (especialmente de Fadrique, gemelo de Enrique -el
mayor-). Quienes ya suponían que al llegar a la ciudad de la reina María (Talavera), sería muerta por
mandato de la madre del rey, que tanto odiaba a la amante de su esposo.
4) SUBLEVACIÓN DE LOS HERMANASTROS; EL REY ES OBLIGADO A CASARSE CON BLANCA DE
BORBÓN:

La consecuencia inmediata a la decisión de la reina madre (matando por celos a su rival); fue el odio
y el levantamiento de los hijos de Leonor y Alfonso XI. A quienes siguieron muchos caballeros,
especialmente algunos muy notables. Vengándose entonces el joven rey Don Pedro de quienes apoyaban
la causa real de los bastardos y acabando por ello con personajes como Alfonso Fernández de Coronel o el
famoso Garcí Lasso de la Vega. Por su parte, Enrique (el mayor de los hermanastros) se hizo fuerte en
los dominios de su protector, el conde de Trastamara. Quien no solo le legó sus tierras en Asturias y
su título, sino también el refugio entre los suyos, que apoyaban a Enrique en sus revueltas. En estas
circunstancias de enorme tensión, decide Don Pedro pactar con sus hermanastros y claudicar a sus
deseos; acordando casarse en Valladolid en 1353 con Blanca de Borbón, que era la candidata a reina
de los hijos de Leonor y Alfonso XI. Pese a todo, la llegada de la sobrina del rey de Francia fue tan
“accidentada”, que los hermanos de Pedro asistieron a las bodas como una “banda armada”.
Reuniéndose con su hermanastro en Cigales (días antes del matrimonio); mostrando actitud amenazante
y obligando al rey a casarse, sin ni siquiera poder revisar la dote que la francesa debía traer. Un
dinero que -al parecer- no portaba la novia. Además, dice la leyenda, que el viaje desde tierras galas hasta
las castellanas lo hizo acompañada de Fadrique (el gemelo de Enrique); quien la “poseyó”. Suponiendo la
imaginación popular, que este segundo hermanastro del rey -tras dejar embarazada a Blanca de Borbón-
decidió retrasar su aparición en Valladolid hasta que pariera ese hijo (al que llamaron Juan); para después
de aquella afrenta, desposarla con el monarca castellano.

Todo cuanto narramos y la existencia de María de Padilla (amante de Pedro I, con la que había tenido
ya a su primera hija, Beatriz); hizo inviable la convivencia marital entre Blanca de Borbón y el rey de
Castilla. Unos hechos que recoge de manera magistral el ilustre Gonzalo Pintos Reino (4) en su
biografía sobre el rey D. Pedro; un libro que de algún modo seguiremos, para narrar lo que se aconteció a
partir de este momento. Sucedido después del 3 de junio de 1353, cuando Pedro decidió realizar la
“pantomima” de su boda con la nieta del rey de Francia, para contentar a sus hermanastros. A
quienes apoyaban los aragoneses, intentando controlar a través e ellos Castilla. Aunque el punto crucial era
que con ese enlace los bastardos de Leonor recibían el beneplácito los monarcas galos, quienes
inmersos en la Guerra de los Cien Años, veían en ellos un modo de herir los intereses de la casas
reales hispanas y de la Inglesa (por entonces aliada con la castellana en sus batallas contra Francia).

Pero regresando a D. Pedro -como dijimos- se casó con Blanca de Borbón un 3 de junio de 1553;
aunque dos días después ya había huido de su mujer, marchando hacia Toledo para unirse de nuevo
con María de Padilla. Al conocer toda la Corte que el monarca no había pernoctado siquiera con la
francesa y que escapó de Valladolid, para no tener que hacer vida marital; salieron en su busca, intentando
obligarle a volver, aunque no pudieron alcanzarle (5) . Pues tal como afirman los textos, en primera jornada
de escapada (el 5 de junio), marchó a caballo desde Valladolid hasta un lugar próximo a Olmedo, llamado
Pajares –población que personalmente creo se trata de Pajares de Adaja, entre Olmedo y Ávila; a unos 90
kilómetros de Valladolid (recorriendo pues unas veinte leguas y no dieciséis, tal como dictan las
crónicas)-. En los dos días siguientes, D.Pedro llegaría a Torrijos para recoger a María; tras realizar a
toda prisa un camino que pasaba por Ávila, las Navas del Marqués, cruzaba el Puerto de Arrebatacapas y
llegaría a Maqueda; bajando por San Martín de Valdeiglesias y Escalona (lo que hoy se denomina Ruta del
Lazarillo, debido a que este libro sitúa muchos de sus pasajes en esta zona que hemos definido en el mapa
-en imagen abajo-). Sabiéndose que el 8 de junio ya había recogido en Torrijos a su amada María de
Padilla, para llevársela a Toledo y disfrutar junto a ella del reino y de sus amores (6) .

JUNTO ESTAS LINEAS: Mapa que he trazado del camino


que en el siglo XIV seguían desde Valladolid a Toledo. Esta ruta se testimonia en los textos sobre el
rey D. Pedro, cuando nos dicen que: "D. Juan Alfonso no anduvo tanto porque no le permitía la
impedimenta militar igual celeridad. Dejó Valladolid el miércoles 12 de Junio y tomó el camino de Toledo,
porque ya sabía donde posaba el rey, y llegó a unas aldeas cerca de Olmedo; el 13 durmió en Parraces; el
14 lo hizo en Filipal; el 15 en San Martín de Valdeiglesias y el 16 en Almorox, aldea de Escalona".

JUNTO Y BAJO ESTAS


LINEAS: Dos dibujitos míos de la ciudad de Toledo, donde se halla el palacio que habitó el rey Don
Pedro, hoy edificio de Fuensalida.
AL LADO Y ABAJO: Dos imágenes de detalles
decorativos en los palacios en que se considera habitó la corte del rey Don Pedro (hoy escuela de
Traductores de Toledo).
AL LADO Y ABAJO: Dos imágenes con fachadas y
detalles decorativos de los palacios que se considera habitó la corte del rey Don Pedro (hoy escuela
de Traductores de Toledo)
5) DON PEDRO REGRESA A TIERRAS VALLISOLETANAS, NEGÁNDOSE A VOLVER CON BLANCA DE
BORBÓN:

Aquella huida de Valladolid para no hacer “vida marital” con Blanca de Borbón debió ser un motivo
de preocupación para muchos; pero también de mofa para casi todos. Pues cuanto le pasó al pobre de
D.Pedro en estos días de junio en 1353, es lo que en Andalucía se denomina “dar la espantá”. Algo que
sucede al torero, cuando ve que por la puerta de chiqueros le sale un morlaco con más cuernos que una
vedette y con mayor sobrepeso que un alemán aficionado a la cerveza. Todo lo que suele provocar “la
espantá” del infeliz que espera encontrarse algo tolerable y “toreable”. Aunque en el caso del rey castellano,
parece que huyó por no enfrentarse a una fémina que carecía de un “buen pasar nocturno”, y que además
no tenía dote. Pues aquella francesa que de dieron por esposa, que para colmo venía sin dinero; parece
que tenía ya más batallas ganadas en la alcoba que el mismo Cid (y menos atractivo que una octogenaria
con bigote). Por todo ello, tras casarse, salió Pedro I de Valladolid corriendo más presto que un perro
apaleado y llegando en dos días hasta Toledo; donde decidió continuar su vida de amores con la
bella María de Padilla.

Muchos se preocuparon por tal decisión, que podía provocar las iras del rey de Francia; aunque parece que
el monarca de Castilla no estaba dispuesto a cambiar una “foca” de las Galias, por una preciosa noble
castellana. Menos aún, si la gala venía sin dinero... . Pero cuando regresa a Toledo, le aconsejaron los
más allegados no rechazar a la sobrina del monarca francés; insistiendo incluso en ello su banquero
y asesor de finanzas (Samuel Leví). Pese a todo, D.Pedro se negó a volver con la recién desposada; por
lo que para intentar convencerle se llegaron a Toledo los principales de la Corte, quedándose en Almorox
(población muy cercana). Donde intentaron repetidamente ir al palacio para hablar con el rey y
obligarle a cumplir su compromiso marital. Así lo hizo su “ayo” (Juan Alfonso de Alburquerque)
quien viendo que el monarca no daba su brazo a torcer, decide encaminarse hacia sus posesiones
junto a Portugal y abandonar la escena -no sin antes informar a quienes permanecían en Valladolid de
cuanto sucedía por Toledo-. Es en este momento cuando las diferentes mesnadas de unos y otros vagaban
por la meseta, realizado todo tipo de tropelías, llegando a las razzias. Debido a que el gobierno del Estado
había quedado sin control y desunido, después de que D.Pedro desobedeciera el compromiso
contraído con sus hermanastros (7) .

En esta situación, el monarca decide volver a la zona de Valladolid; instalándose con María de
Padilla en Olmedo y escribiendo al Papa, para que le ayudase en tan extravagante
situación. Rogando al Sumo Pontífice que le enviase al cardenal Gil de Albornoz, para remediar los
entuertos que vivía su castellano reino. Pero el Santo Padre (desde Avignon) le responde afirmando que
necesitaba la presencia en Italia del Cardenal Albornoz; por lo que no podía prescindir de aquel colaborador,
ni menos solucionar los extraños problemas de D.Pedro. Así transcurre el verano de 1353, durante el que
varios caballeros de confianza intentan disuadir al rey para que ceda el puesto de su mujer, a Blanca
de Borbón. Aunque era tal el enojo que le provocaba oír estas ideas, que tenía decidido matar a
quien volviera a mencionarle el tema. Tanto fue así, que la misma María de Padilla se vio obligada a
salir de Olmedo, en busca de dos de los principales de D.Pedro, para advertirles que no intentasen
convencerle de que se uniera a la francesa. Logrando de este modo María de Padilla salvar la vida de
Alvar Pérez de Castro y del asturiano Alvar González-Morán; evitando que entrasen el Olmedo y
poniéndoles en alerta para que huyeran; antes de que se atrevieran a aconsejar a D.Pedro regresar a
Valladolid con Da. Blanca.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos esculturas


atribuidas a Egas de Cueman. Al lado, retrato del Obispo Barrientos tal como lo exhibía el Museo de
las Ferias, en Medina del Campo -muy cerca de Olmedo- (agradecemos a esta institución y a la Fundación
Simón Ruiz nos permita divulgar nuestra foto). Esta pieza se fecha hacia 1450 y está considerada la
primera efigie en mármol del arte español, en posición orante; aunque no sabemos si la del rey
Pedro I fue anterior a ella (ya que está encargada en 1447). Ambas son muy semejantes y la que
vemos abajo, es la que mandó hacer la nieta de Pedro I para rememorar la figura de su abuelo, cien
años después de su muerte. Elevándole una capilla en Santo Domingo el Real (de Madrid); de donde
procede esta gran figura que hoy se mantiene en el M.A.N., tras haberse destruido el convento de los
dominicos madrileños.

Esta efigie de Don Pedro (atribuida a Egas), fue un encargo de sus nietas cuando vuelven de las
Islas Británicas para casarse con los reyes castellanos (los Enríquez). Quienes legitiman así su
dinastía, matrimoniando con los descendientes de Pedro I; después de que las hijas de aquel rey
huyeran a Inglaterra tras el asesinato de su padre. Pues -como sabemos- este monarca fue muerto por
la mano y traición de su hermanastro Enrique, quien sube de este modo fratricida al trono. Debido a ello, el
rey D.Pedro no tuvo ni sepelio, ni un mausoleo digno; levantando cien años después Constanza de Castilla
una capilla a su abuelo en Madrid. Abajo vemos esta figura de Pedro I, tal como actualmente la expone
el Museo Arqueológico Nacional -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto-. Muchos son los
parecidos con la del Obispo Barrientos, aunque la cabeza del rey parece desproporcionada (para observarlo
mejor, he situado a mi mujer junto a ella, pudiéndose ver que la escultura es tamaño natural y su testa
resulta muy pequeña). Hay dos teorías acerca de ello; la primera afirma que la cabeza era de una talla
anterior y la segunda cree que es el cuerpo lo que se recompuso y desajustó; pues las piernas de mármol
aparecen cortadas y posteriormente hechas en posición de rodillas (siendo posiblemente antes una estatua
yacente). Mi teoría, es que las hijas del rey llevarían la cabeza hasta Inglaterra, en su huida de
España y que posteriormente su nieta Catalina encargó a la familia de los Egas que recompusiera
una pieza entera de mármol donde ajustarla (haciéndola primero yacente y posteriormente,
orante). En dos magníficos artículos de Bonifacio Esteban y de Rosa López (del MAN) -que recojo en
cita (8) - podemos leer los pormenores y la historia de esta escultura de Pedro I (atribuida por algunos a
Egas Coeman).

6) ALBURQUERQUE APROVECHA LA SITUACIÓN PARA CREAR UNA LIGA EN CONTRA DE DON


PEDRO:

Tras todos estos acontecimientos y viendo Juan Alfonso de Alburquerque que ya no podía dominar,
ni manejar al joven rey; decide aliarse con los hermanos bastardos del monarca para crear una liga
en favor de Blanca de Borbón. Así va fraguándose la traición de aquel que fuera el “ayo” y el único
padre que de niño conoció D.Pedro. Retirándose Alburquerque ese verano de 1353 a sus dominios
cercanos a Portugal (manteniéndose en Zamora) y recibiendo en sus fortalezas de Castrotorafe a los
caballeros que apoyaban a la reina francesa. Por su parte, Blanca de Borbón se traslada a vivir a
Medina del Campo (muy cerca de Olmedo); junto a la madre del rey. Quien invita a la gala a residir a
su lado, con la intención de que Pedro fuera hacia allí, para unirse con su mujer y su progenitora.
Por su parte, los dos nobles que enviaron hasta Olmedo para convencer al monarca de que se
trasladase a Medina, para convivir junto a su esposa y su madre; sabemos no llegaron a su destino y
pudieron huir (por consejo de la amante María de Padilla; salvando así la vida Alvar Pérez de Castro y
Alvar González Morán). Y mientras el asturiano González-Morán se retira en sus dominios de
Salamanca; Pérez de Castro llega hasta Castrotorafe, donde advierte a Juan Alfonso de que Pedro
está dispuesto a todo, para mantenerse al lado de su “favorita”. Ante tal noticia, Alburquerque teme
verse descubierto como instigador de la facción a favor de la francesa y escapa hacia sus castillos de
Portugal; donde prepara junto a los hermanastros del rey la llamada “Liga”, que se enfrentaría a
D.Pedro para arrebatarle el trono (en caso de que no les obedeciera).

Pese a todo, la verdadera traición procedía de la madre del monarca, quien decide marchar junto a
su nuera en Medina y reconocer públicamente así que su hijo está cometiendo un terrible adulterio
-abandonando sus obligaciones como marido y rey-. Debido a ello y sabiendo el joven D.Pedro (con
solo dieciocho años) que la verdadera culpable de todo era su progenitora; manda separarla de su
esposa Blanca, impidiendo que permanezcan juntas en Medina. Trasladando a su mujer hasta la Villa
de Arévalo, en noviembre de 1553 -sin mantenerla allí prisionera, tal como afirma falsamente el Canciller
Ayala- (9) . Asimismo, decide quitar muchas de sus posesiones a Juan Alfonso de Alburquerque, por
traidor; cercando sus castillos y fortalezas (que en ocasiones se niegan a obedecer al rey). Por lo
que finalmente intenta llegar a un pacto con los sublevados, que se habían reunido para su conjura
en Évora, donde se celebraba una boda real. Pretendiendo Pedro que mediara en tales
negociaciones su abuelo, el rey de Portugal y padre de Da. María (la madre que a todos inducía a la
sublevación). Solicitando a su abuelo -Alfonso de Portugal- que durante los desposorios de su hijo en Évora,
aprovechase para llegar al pacto entre él y los sublevados por Alburquerque. Pero en esta ocasión de
nuevo la progenitora de Pedro actúa en contra de su hijo y uniéndose a los de Alburquerque; por lo
no se llega a reconocimiento alguno de Pedro I como monarca (argumentando que permanecía en
amancebamiento con la Padilla, tras abandonar a la hija del rey de Francia).

Así regresan desde Évora y por Estremoz los asistentes a los desposorios de Portugal, sin haber tenido en
cuenta las peticiones que Pedro hizo a su abuelo. Pero antes de entrar en Castilla se les ocurre
proponer como nuevo monarca de Castilla a uno de los hermanos menores de Da. María. Aunque al
enterarse el rey luso de tal proyecto, entra en cólera y desautoriza a su hijo pequeño para usurpar el
trono castellano; debiendo huir apresuradamente de sus dominios los conspiradores, para que el monarca
no les matase (10) . Ante esta situación de permanente traición y sabiendo D.Pedro que nada tenía
que ver la situación de Blanca de Borbón con las sublevaciones de Juan Alfonso y sus hermanos
-instigados por su propia madre- . Decide proponer un nuevo enlace para serenar a los traidores;
ofreciendo entonces casarse con la hermana de Alvar Pérez de Castro, uno de los más fuertes en la
causa contra él, cuya familia gozaba de un enorme poder militar. Siendo aceptada esta nueva
propuesta, promete a los sublevados que anulará su anterior matrimonio y reconocerá ante el mismo
Pontífice que su relación con María de Padilla fue un concubinato. Asimismo se comprometió el
monarca a que su amante ingresara como monja clarisa en el Convento de Tordesillas; dejando de tener
contacto con ella y admitiendo que la descendencia habida entre ambos era de origen bastardo (11) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes más del
conocido convento de las Claras, en Tordesillas; donde en 1354 prometió ingresar María de Padilla,
para lograr la paz entre Pedro I y los sublevados. A lado, un capitel mudéjar en el patio del
convento y abajo, vista general de la preciosa población tordesillana, donde podemos observar a
nuestra derecha el edificio creado en gran parte en tiempos de Pedro I.
JUNTO ESTAS LINEAS: Otra imagen del convento de
Santa Clara, en Tordesillas (observemos su estilo mudéjar; muy cercano al del Alcázar de Sevilla).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el llamado “palacio


del rey Don Pedro” de Cuéllar. En este edificio celebraron los banquetes de boda entre Pedro I y
Juana de Castro. Un enlace que se lleva a cabo en 1354, después de que los obispos de Salamanca
y Ávila dieran por nulos los anteriores “enredos” del rey (el matrimonio celebrado un año antes con
Blanca de Borbón y el cocubinato con María de Padilla, que le había dado ya hijos). Abajo,otra fotografía del
mismo palacio.

JUNTO Y BAJO ESTAS


LINEAS: Ábside y frente de la Iglesia de San Martín de la Villa, en Cuéllar; donde el año 1354
contrajeron matrimonio Juana de Castro y Pedro I. Actualmente el templo se ha convertido en un centro
de interpretación del románico mudéjar (pues tristemente, tampoco se ha conservado muy bien su interior).

7) NUEVA BODA DE DON PEDRO Y FRACASO EN EL INTENTO DE PAZ:

Ya hemos visto que tras anular el matrimonio que el rey había celebrado el año anterior (con Blanca de
Borbón); el obispo de Salamanca casó a D.Pedro con la hija de una de las familias más poderosas de
los sublevados. Contrayendo enlace con Juana de Castro (hermana de Alvár Pérez de Castro y de
Fernán Ruiz de Castro); viuda y bella, pero con la que tampoco pasó más de una noche, tras las
nupcias. Pues durante la celebración de esas bodas, llegó un emisario al palacio de Cuéllar,
advirtiendo al rey de que su reciente cuñado (Alvar Pérez de Castro) había tomado prisioneros a varios
caballeros fieles a Don Pedro. Confirmando, además, que sus hermanastros regresaban a Castilla con las
peores intenciones -al ser partidarios de Blanca de Borbón-.

De tal manera, un día después de las nupcias tuvo que huir de nuevo; aunque en este caso con
motivo de defenderse -no solo a él, sino ya también a María de Padilla, que era foco de las
envidias-. Refugiándose ambos en la villa de Castrojeriz, donde ya se encontraba la amante que
semanas antes había parido allí la segunda hija tenida con el rey (Constanza). Por todo cuanto
narramos, “la Padilla” estaba profundamente preocupada, no solo por su situación de rival frente a la dos
mujeres del monarca, sino también por el futuro de sus dos niñas (bastardas de D.Pedro). En esta
situación, ella misma escribió al Papa, pidiendo fundar un monasterio de Santa Clara en Astudillo y
profesar allí el resto de sus días -con e fin de mostrar su intención de desaparecer del marco social-. Y
aunque la fundación fue llevada a cabo en esos años, al regresar el rey con ella no pudo entrar como
monja en el lugar de Astudillo; debiendo acompañar a D.Pedro en sus “andanzas” (que ya eran
muchas y muy peligrosas; pues tenía a todos en contra cuando tan solo y traicionado estaba. Eso que aún
no había cumplido los veinte años).

Por su parte, aquel rey no volvió a ver más a Juana de Castro desde el día de su boda en Cuéllar;
pero a regañadientes hubo de concederle el título de “reina”, pues aunque solo pasó una noche con
ella, la nueva esposa quedó encinta. Así, unos meses después y cuando Pedro cumplía los veinte
años, tuvo dos nuevos hijos: Una tercera niña con María de Padilla y llamada Isabel, venida al Mundo
en la ciudad de Toro; y un pequeño nacido de Juana de Castro, al que pusieron por nombre Juan. Hijo
del monarca, considerado heredero a la corona; pero que nunca reinaría gracias a las tropelías de
Enrique de Trastamara (su tío bastardo, que asesinó a D.Pedro y años más tarde mandaría encarcelar a
este Juan).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de


Castrojeriz; al lado el castillo y abajo el claustro de San Juan. En esta villa se esconde Don Pedro
tras casarse con Juana de Castro, huyendo de sus hermanastros y de los hermanos de su
mujer. Durante su refugio, nace aquí su segunda hija (Constanza) fruto de su unión con María de Padilla.
Finalmente le entregaría Castrojeriz a Juana de Castro, junto a Dueñas, como regalo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes del monasterio
fundado por María de Padilla en Astudillo (agradecemos a la congregación de Santa Clara que lo
conserva y habita, nos permita divulgar nuestras fotografías). Al lado, restos de artesonado mudéjar del
edificio, en que vemos las armas de María de Padilla y de los Enríquez (el León rampante con cuatro
“padillas” (palas de horno), es el de María). Abajo, detalle del actual salón principal del convento y que
antes fue palacio del rey D.Pedro.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes del


monasterio fundado por María de Padilla en Astudillo (agradecemos a la congregación de Santa Clara
que lo conserva y habita, nos permita divulgar nuestras fotografías). Al lado, parte del artesonado
mudéjar, con las armas de Pedro (Castilla y León) y las de María de Padilla (León con las
padillas). Abajo, exterior del convento de Las Clarisas, patio, fuente mudéjar y fachada mudéjar del
palacio.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes del


monasterio fundado por María de Padilla en Astudillo (agradecemos a la congregación de Santa Clara
que lo conserva y habita, nos permita divulgar nuestras fotografías). Al lado, detalle de las yeserías
góticas y mudéjares que hay repartidas por las salas del convento. Abajo, ventana mudéjar (muy
semejante a las de Santa Clara de Tordesillas).
8) LOS INFANTES DE ARAGÓN, EN EL CONFLICTO:

Para completar el escenario castellano y el enredo de la época -que ya parece más bien un “vodevil”
que una relación de hechos históricos- llegaron desde Aragón los primos de Don Pedro. El rey creyó en
un principio que venían a protegerle, para ayudarle a prescindir de Blanca de Borbón y apoyarle en su vida
de monarca. Aunque aquellos infantes aragoneses vinieron solo atendiendo a sus expectativas de
pretensión al trono; pensando en qué podrían sacar de todo ese embrollo, en beneficio propio. Por
ello, muy pronto pasaron a apoyar a Juan Alfonso de Alburquerque y a los bastardos -hermanastros
del rey-; tal como relata el ilustre Gonzalo Pintos Reino -ver cita (12) - : “Ya todos reunidos, haciéndose
fuertes en Cuenca y considerándose señores de Castilla, dieron el golpe final, intimando al rey en
Tordehumos, por cartas y mensajeros, sus condiciones de paz, pidiéndole que dejase a Da. María e
hiciese vida con Doña Blanca” (…) “Viendo el rey en tan apurado trance que las deserciones
habían reducido su hueste a seiscientos hombres de a caballo, incluyendo sus principales capitanes y los
deudos de Da. María de Padilla, quiso poner a ésta en seguridad y partió con ella y su madre a Tordesillas,
que reunía buenas condiciones de defensa, permaneciendo allí todo Septiembre, Octubre y gran parte de
Noviembre, agotando los medios de vencer la conjura, cada vez más fuerte y más poderosa. La reina
madre lo abandonó pronto, marchando con su licencia para Toro”. -SIC cita (13) -.
Así, sitiado en Tordesillas, escribió a su tío que gobernaba en Aragón (también llamado Don Pedro);
relatándole con tristeza cómo los infantes desde su reino habían venido para colaborar con los bastardos y
para rodearle junto a los sublevados; teniéndole confinado en aquella ciudad junto al Duero -carta que
Pedro de Aragón, ni conestó-. Pero los conjurados no se atrevieron a realizar un verdadero “sitio” en
Tordesillas y se limitaron a establecer junto a esa población sus campamentos; con el fin de
amedrentarle y rendir al joven y solitario rey. En estas circunstancias de debilidad, aprovecharon para
intentar tomar otras plazas cercanas y aún fieles a D.Pedro; atacando ciudades como Valladolid,
Salamanca o Segovia. Pese a ello, muchas zonas se mantuvieron firmes a la corona; aunque los
bastardos, junto a los de Aragón (capitaneados por Alburquerque) las atacaron con fuerza. Y tal fue la
desvergüenza de estos sublevados y sus hordas, que entraban en ciudades arrasando y cometiendo
todo tipo de pillaje -destacando el modo en que saquearon Medina del Campo-.

Finalmente, estas tropelías y las celebraciones que llevaban a cabo los guerreros cada vez que caía
una plaza en sus manos, parece que hizo mella en la salud de Alburquerque. Quien fallece durante
estos meses en Medina del Campo; redactando un testamento en el cual dictaminaba no ser
enterrado hasta que Don Pedro fuera puesto bajo el recaudo de La Liga (hasta que le obligasen a
cumplir las órdenes dadas por los de Aragón y los hermanastros del rey). Además, los conjurados culparon
al monarca castellano de haber mandado envenenar a su “ayo” -Juan Alfonso-. Una acusación absurda,
pues era imposible que D.Pedro le hubiera suministrado ponzoña alguna; ya que el rey estaba cercado en
Tordesillas y Alburquerque murió junto a sus hombres en Medina. Por ello y conforme al deseo del
difunto, conservaron su cuerpo en un ataúd, reuniéndose los sublevados siempre junto al muerto ;
presididos así y de forma tan macabra, por los restos de Alburquerque (14) .

En esta situación y mientras los de “La Liga” se entretenían paseando el sarcófago de Alburquerque; logró
escapar el rey de Tordesillas y llegar a Toro -donde se hallaba su madre-; dejando además a María de
Padilla en Urueña. Fortaleza bien guardada, que gobernaba el mayor de los Padilla; sabiendo que allí su
amada estaba a buen recaudo, pues en Urueña se alojaban los más fieles al monarca. Pero entonces, el
rey fue nuevamente cercado en Toro, cuando supieron todos su nuevo paradero; un momento en
que aprovecharon los conjurados para pasear junto a las murallas toresanas aquel ataúd con los
restos de Juan Alfonso -gritando a todos y desde lejos, que aquel el “ayo” real había sido envenenado por
su pupilo-. En esta desagradable situación, pasó a mediar la reina madre (quien siempre perjudicó a
Pedro); cuando los sublevados proponen un “pacto” entre ambas partes -al observar el gran coste que
suponía el cerco a Toro y la paralización de sus hombres junto a aquella ciudad-. Acuerdo que se llamó
“Las Vistas de Tejadillo”, donde los bastardos y los aragoneses obligarían a Pedro a dejar a María,
para volver con Blanca de Borbón y a quedar bajo el consejo de los de “La liga” (aunque en verdad
pretendían que el rey quedase a su merced y gobierno).
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de Urueña. Arriba, vistas desde la muralla, donde se
observa a nuestra derecha Tordehumos, el lugar donde los de Aragón y los sublevados dan por vez
primera caza a Don Pedro en 1454. Abajo, paisaje tomado desde la Muralla de Urueña, donde vemos
el camino hacia Toro; que dista unos treinta y cinco kilómetros (unas tres horas a caballo). Como
sabemos, el rey dejó a Maria de Padilla en la fortaleza de Urueña, mientras él queda junto a su madre y sus
más cercanos, en Toro (asediado por los sublevados). Durante este cerco de sus adversarios, varias veces
sube a ver a su amante a Urueña, donde estaba protegida por su hermano y los caballeros de mayor
confianza de D.Pedro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de
Urueña. Al lado, interior del castillo. Abajo, vista en la bajada (camino de Toro).

JUNTO Y BAJO ESTAS


LINEAS: Imágenes de Urueña, Villa del Libro. Al lado, librería ALCARAVÁN, la primera que hubo en
este pueblo (regentada por uno de los mejores libreros que jamás he conocido: Jesús -por todos conocido
como “Jesús el de Alcaraván”-). Abajo, otra imagen del exterior de Urueña en el camino hacia Toro.

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Camino entre Urueña y Toro a su paso por Tiedra.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Camino entre Urueña y Toro, a su paso por Tiedra. En las dos
imágenes vemos al fondo Mota del Marqués (su castillo y colinas torozas).

9) DON PEDRO EN TIERRAS CERCANAS A MOTA DEL MARQUÉS; LOS ACUERDOS DE TEJADILLO
Y EL TRIUNFO DE “LA LIGA”:

Fue así, tal como narramos, el modo en que acorralaron todos a Don Pedro, cuando apenas este
tenía veinte años, tres mujeres y tres hijos... . Pero además, teniendo en su contra a todos: A sus
hermanos bastardos, a los de Aragón, a los franceses y hasta a su madre. Quien no hizo más que perjudicar
y traicionar a su hijo, quizás con el fin de salvar “su propio pellejo”; después de cometer atrocidades como la
ejecución de Leonor de Guzmán -amante de su marido y madre de los bastardos que rivalizaban con Pedro
(a los que ahora ayudaba la progenitora del rey)-. Pese a todo, aquel noble monarca se dispuso a vivir
tranquilamente en Toro, junto a su pérfida madre -perdonando cuanto le había hecho- y estando
prácticamente cercado (saltando la vigilancia cuando le placía, para llegarse a Urueña, para ver a su
amante). Pero con el fin de mantenerle en “sitio” los bastardos acamparon con sus huestes en
Morales de Toro (apenas a cuatro kilómetros); los infantes de Aragón y sus hombres lo hicieron en
San Román de Hornija (al Sur, junto al Duero y a unos diez kilómetros de Toro); mientras que el resto
de enemigos se situaron junto a Castronuño (en las inmediaciones de Siete Iglesias, al otro lado del
río) (15) .

En este estado de “cerco” hicieron saber al rey que lo mejor era llegar a un acuerdo y obedecer las
órdenes que todos le iban a dar; proponiendo llegar a un pacto, que se llamó “Las Vistas de
Tejadillo” (por el lugar donde se celebraron estas reuniones). Cuanto allí se trató y allí se habló, está
recogido por las Crónicas del Canciller López de Ayala; quien en su juventud asistió y fue testigo de esas
“visitas”. Así se sabe todo lo que se dijo y propuso en aquellas Vistas de Tejadillo; intentando
convencer al joven Pedro de que dejase a María de Padilla, repudiase a Juana de Castro, reconociera
a todos sus vástagos como bastardos y sin derechos a la corona, para regresar junto a Blanca de
Borbón. En cita (17) hemos recogido cuanto narra sobre Tejadillo Pintos Reino; y en la (16) podemos leer lo
que sobre esas reuniones relata López de Ayala. Quien da la lista de los cincuenta caballeros que asistieron
por cada parte. Donde bien sabía el rey que a aquellos sublevados poco les importaba “la francesa” y
menos aún, sus mujeres o amantes; pues lo que realmente buscaban era deslegitimar a sus hijos
con el fin de esperar la muerte de Pedro (por vía natural o “artificial”), para sucederle. Todo cuanto
debió ser más que un problema terrible para una persona de unos veinte años, al que todos debían
obedecer y que muy por el contrario, casi ninguno era fiel y la gran mayoría quería perjudicar. Siendo
evidente que lo único que esperaban sus familiares era que él muriese sin descendencia legítima,
con el fin de tener los demás acceso -o derecho- a su trono. Por todo ello, aquellas “vistas” terminan
con su apresamiento en Toro -donde finalmente estuvo confinado y controlado, gracias a una traición de
su madre-. Situaciones que serían la luz que iluminaría la verdad de D.Pedro, cuya vida solo tenía una
solución: Luchar por sí mismo y sus herederos; o bien, que le matasen antes de que ninguna otra
nación reconociera a sus hijos como sucesores.

Así y viendo todos que el monarca hacía caso omiso a las recomendaciones de Tejadillo y había
escapado hacia Urueña, los sublevados llegaron a un acuerdo con la madre de Pedro. Lo que se logra
cuando esta progenitora aprovecha la situación para entregar varias villas a los hermanastros, como señal
de gratitud. Momento en que tiende una trampa a su hijo, al ver que él se mantenía junto a su amante
en Urueña y los demás que asediaban aquella zona, se retiraban. De tal modo, cuando aquellos
enemigos de su hijo se marchaban y levantaban los campamentos, les prometió que haría regresar
al monarca a Toro. Por lo que Da. María pidió a Pedro que volviera junto a ella y en ese instante el rey
cayó preso de los sublevados. Siendo capturado de un modo vil, tal como relata Pintos Reino, cuando
escribe: “el rey decidió ir para Toro al otro día, como lo hizo, acompañándolo únicamente el hidalgo
caballero, su canciller Fernán Sánchez de Valladolid y su tesorero Samuel Leví, además de algunos
oficiales y hasta cien hombres de muías que no pudieron entrar con él en la plaza. No expresa la crónica de
Ayala que medidas de seguridad haya tomado antes respecto a la persona de D.a María de Padilla” (17) . Y
de esta forma tan absurda como innoble, fue hecho prisionero Don Pedro en Toro; mientras
regresaba junto a su madre -sin protección alguna, ni tomar medidas de cautela-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes
de Morales de Toro. Al lado, la iglesia. Abajo, los campos de Morales frente a la ciudad de Toro y
donde se establecerían las huestes de los hermanastros de Don Pedro (Enrique y Fadrique). La
distancia desde Morales hasta Toro es de una legua (aproximadamente); unos 4,2 kilómetros.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de


San Román de Honija. Al lado, su plaza y una de sus casa mudéjares. Abajo, los campos que rodean
a San Román, donde se establecieron los infantes de Aragón, cercando a Don Pedro (la distancia
desde este punto hasta Toro es de unos diez kilómetros -algo más de dos leguas-).
JUNTO Y BAJO ESTAS
LINEAS: Imágenes del Duero a su paso por Castronuño (cerca de Siete Iglesias) donde se
establecen los infantes “De la Cerda” y el resto de rivales de Don Pedro. Estas poblaciones se hallan
al otro lado del Duero, aunque dominan desde el altozano todo movimiento que se realizase en Toro (pese a
ello, distancia hasta Toro es de más de veinte kilómetros). Al lado, la Iglesia de Castronuño. Esta
población probablemente perteneció a los Castro; pues a ella se dirigieron Alvar Pérez de Castro,
junto a Alvar Gónzalez Morán, cuando ambos huyen tras avisarles María de Padilla de que el rey les
mataría si entraban en Olmedo intentando convencer al monarca de que volviese con Blanca de
Borbón. Abajo, el Duero en Castronuño; en la margen contraria vemos tierras de San Román y de
Toro.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de Morales y de Toro. Arriba, vista de Toro tomada desde
Morales; en su zona intermedia se halla el lugar de Tejadillo, donde se reunieron los sublevados con Don
Pedro (para intentar llegar a un pacto). Abajo, el campo llamado Tejadillo; a medio camino entre
Morales y Toro.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos de Tejadillo. La superior está tomada desde las cercanías de
Toro; en un punto cercano a las bodegas toresanas Liberalia. Abajo, foto tomada en el lugar llamado
Tejadillo, que se halla frente a las actuales bodegas del vino Sobreño.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes imágenes tomadas en Morales de Toro. Arriba, vista del
camino desde Toro hasta Urueña (al fondo Villalonso y después el castillo de Tiedra). Abajo, vista de
los campos de Morales (Tejadillo) vistos desde Toro; al fondo vemos Mota del Marqués y sus montes
Torozos (toresanos).
BAJO ESTAS LINEAS: Vista tomada desde Toro, en el atardecer. Al fondo se divisan los montes de
Ávila (la cordillera que separa Madrid de Castilla -de Guadarrama a San Vicente-); alcanzándose más de
ciento cincuenta kilómetros a la redonda, de la llanura castellana. Frente a nosotros, el Duero y los
campos de San Román -en una margen- y de Castronuño, en el otro lado. Observando esta imagen,
podemos darnos cuenta de la importancia estratégica de la ciudad de Toro; que no solo vigila cientos
de kilómetros cuadrados, sino además contiene una vega riquísima (donde se obtienen algunos de los
mejores vinos, hortalizas y frutas de España).
10) DON PEDRO EN TIERRAS CERCANAS A MOTA DEL MARQUÉS; PRISIONERO EN TORO:

Según afirma Gonzalo Pintos Reino fue en Noviembre de 1354 cuando los conjurados “detienen” a
Don Pedro en Toro. La escena y condiciones de su apresamiento la narra este autor con las palabras que
a continuación resumimos y que recogemos enteramente en cita (18) : “salieron de la plaza a recibirlo y su
encuentro determinó la escena más cómica que imaginarse pudiera. Ofrecióse allí el rey en plena confianza
a sus enemigos y mostráronse éstos hipócritamente respetuosos y hasta serviles. El primero les dio la paz
emocionado, besando a todos en la boca y ellos, arrodillados, besáronle la mano demandándole perdón
(....) así, entre las reinas viudas, Da. María y Da. Leonor, los infantes, los bastardos y otros muchos
conjurados, entró en Toro el desgraciado monarca y tras él se cerraron las puertas de la plaza; sin que se
permitiese el paso a más gente suya que a los mencionados Fernández de Henestrosa, Fernán Sánchez y
Samuel Leví, que con él desde aquel momento fueron considerados prisioneros (…) cierto es que no lo
pasaron bien los tres servidores del rey: a Fernán Sánchez le arrebataron los sellos y a Samuel Leví los
tesoros, poniendo al primero, con Fernández de Henestrosa, bajo la guarda del infante D. Fernando, y al
segundo bajo la del bastardo D. Tello. Y al triste monarca lo recluyeron en unas casas que allí poseía el
Obispo de Zamora, dándole de Camarero mayor a otro de los bastardos, a D. Fadrique, quien, para mayor
vejación, confió su inmediata custodia al enemigo personal del prisionero”.

Tras tomar preso por traición al rey, los conjurados deciden enterrar por fin los restos de Juan
Alfonso Alburquerque, cuyo sepelio se realiza en el monasterio próximo de La Santa Espina
(cercano a Urueña). Tras ello, el rey admitió haber sido capturado por los de La Liga, ofreciéndose a
firmar cuanto ellos solicitasen -seguramente por tener ya pensado un plan de escape-. Curiosamente, en
este momento ya todos dejaron de pensar en Blanca de Borbón y lo único que preocupaba a los
sublevados era de que el monarca les firmase prerrogativas y concesiones. Así D.Pedro logra sembrar
entre ellos la cizaña; dando mercedes a quienes las solicitaban y negando a algunos poderlas conceder,
porque ya habían sido pedidas antes en nombre de otros. En esta situación y viendo la ruptura de
quienes formaban La Liga (que solo la aprovechaban para beneficiarse), tenía D.Pedro ganado el
respeto de numerosos caballeros que le custodiaban como prisionero. Quienes observando que
aquellos sublevados solo deseaban sacar “tajada” de la triste situación del rey, optaban por pensar que
Pedro y no otro, era su señor; despreciando así a la banda de asaltadores que le habían tomado preso a la
traición.

De tal manera, una mañana de niebla que D.Pedro salía a cazar acompañado por centenas de
caballeros, en las proximidades de Toro; parece que un hermano de Juana de Castro (Fernándo de
Castro) le preparó la huida. Así escaparon, y junto a él otros doscientos a caballo; que protegían al rey
para salir presto de la zona donde le habían confinado. Llegando acompañado por todos ellos muy
pronto a Tordesillas (a unos veinte kilómetros de Toro); allí paró y almorzó, viendo a María de
Padilla que se hallaba refugiada en esta urbe junto al Duero. Tras ello, salió con toda su comitiva hacia a
Segovia, ciudad que se había mantenido fiel al rey y donde llegó de noche -ya que dista unos 130
kilómetros de Tordesillas-. En esta capital pasó Don Pedro varios días, redactando edictos que
anulaban todo aquello que preso en Toro había firmado y tras ello, preparó su venganza contra los
conjurados.
Cuanto sucedió después, es fácil suponerlo; pues aquel monarca con apenas veintiún años, debió sentirse
tan traicionado como engañado por todos. Por lo que ideó vengarse de los sublevados y de sus plazas
de apoyo; atacando a quienes le habían apresado por engaño, pretendiendo gobernar así el reino.
Logrando vencerles en 1356; pese a que tras la derrota, su los hermanastros siguieron intrigando y
buscando apoyos para derrocarle. Por ello, después de 1356 la vida de aquel monarca solo fueron
batallas, pactos, contubernios y más traiciones. Casi todas organizadas por sus hermanos bastardos,
que no cesaron en el intento por quitarle el trono. Lo que consiguieron en 1369; cuando D.Pedro tenía
treinta y cinco años y lo asesinó su hermanastro Enrique.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotos de


Toro. Al lado, la colegiata. Abajo, el castillo alcázar.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al
lado, la colegiata toresana y junto a ella un famoso palacio castellano del siglo XIV. En este segundo
edificio nació Juan II (padre de Isabel la Católica) y a mi juicio puede ser el lugar donde estuvo preso
el rey D.Pedro; del que se sabe habitó en las dependencias del obispo de Zamora, mientras fue
detenido en Toro. Abajo, fotografía del famoso palacio de Toro donde nació Juan II (junto a la
colegiata, lo que nos lleva a pensar que allí vivió Pedro I prisionero).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos del Monasterio de
La Santa Espina Valladolid. Al lado, entrada al recinto sagrado; abajo, fachada de la iglesia del
monasterio. En este templo fueron inhumados los restos de Juan Alfonso de Alburquerque, después
de que D.Pedro cayera preso de los conjurados.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del
interior de la iglesia de La Santa Espina. Al lado, la sala antigua capitular del monasterio. Abajo, dos
tumbas exhumadas y vacías, junto al altar mayor. Quizás en este lugar estuvo el sepulcro de Juan
Alfonso de Alburquerque, del que nada queda hoy (tras los muchos expolios y las diferentes
reformas llevadas a cabo en la iglesia).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del interior y
del exterior de la iglesia de San Román de Hornija, donde dejaron el ataúd con el cadáver de Juan
Alfonso de Alburquerque, mientras asediaban Toro y hasta que lo llevaron a enterrar a La Santa
Espina.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del camino entre San Román de Hornija y La Santa
Espina; poblaciones que distan unos treinta kilómetros. Antes de llegar al monasterio donde fue
enterrado Alburquerque, se halla San Cebrián de Mazote; donde se encuentra una de las iglesias
mozárabes más importantes de España. En imagen, al lado vista de San Cebrián camino de La Santa
Espina; abajo, el interior de su impresionante iglesia de origen visigodo, posteriormente reconstruida
por los mozárabes en el siglo X.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del camino entre Toro y Tordesillas (por donde
huyó el rey D.Pedro). Arriba, la zona de Tejadillo que se encuentra en la salida hacia Tordesillas
(vemos en imagen las bodegas Liberalia y Sobreño). Abajo, la autovía que une Tordesillas con Toro
(al fondo, vemos la ciudad toresana).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías
del camino entre Toro y Tordesillas (por donde huyó el rey D.Pedro). Al lado, las márgenes del
Duero, después de San Román y antes de llegar a Tordesillas. Abajo, campos de Pedrosa del Rey
-más allá de Morales-.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del palacio de D.Pedro en Tordesillas; donde
estaba refugiada María de Padilla, mientras el rey permanecía preso en Toro. Como sabemos, poco
después, este edificio mudéjar fue convertido en convento de las madres clarisas, quien lo mantienen en
uso y usufructo hasta nuestros días.
11) LA MUERTE DEL REY DON PEDRO:

Terminaremos esta leyenda de hoy, relatando brevemente el final de este monarca nacido en 1334 y
que reinó menos de dos décadas; viviendo treinta y cinco años, casi en soledad y traicionado
prácticamente por todos. Un gobernante al que no solo se sublevaron sus hermanastros bastardos; sino
que fue continuamente asediado debido a las intrigas de los reinos colindantes y de cuantos pretendían su
corona. Lo que supuso ser odiado y vilipendiado por la mayoría de sus familiares (incluida su propia
madre); quienes ya desde su infancia se repartían su reino y su reinado -viendo que no viviría mucho
aquel niño al que su padre había dejado diez hermanos ilegítimos; todos ellos deseando robarle el trono-.

Pero de forma casi milagrosa llegó Don Pedro a los treinta y cinco años, después de miles de
vicisitudes y cientos de batallas. Aunque ocho años antes de morir, dicen que mandó matar a su
esposa Blanca de Borbón; al parecer cansado de las traiciones y de las alianzas francesas que le
proporcionaba a sus hermanastros. Su intención era la de coronar a María de Padilla en 1361 (cuando
fallece Blanca); aunque poco después la madre de sus hijos también muere. Contagiada por la peste,
según afirman las crónicas. Pero no sería labor inútil estudiar sus huesos (primero enterrados en Las
Clarisas de Astudillo y luego en la catedral se Sevilla); por ver si Blanca fue vengada y también murió
envenenada esta otra, la “reina Padilla”. Fuera verdad o no que Pedro ordenase matar a la Borbón; la
sospecha de haber asesinado a la sobrina del rey francés le trajo la desgracia, pues desde ese
momento los monarcas galos dieron todo su apoyo a los hermanastros de Pedro. Siendo así como se
llega a continuadas guerras civiles fratricidas, en las que Inglaterra facilitaba ayuda al rey castellano y los
francos a los bastardos. Pues, a su vez, ambas naciones estaban inmersas en la famosa Guerra de los Cien
Años (contienda galo británica que parecía no tener nunca fin y donde estos países realizaban las mayores
tropelías a sus poblaciones colindantes).

Fue de ese modo, como luchando junto a sus fieles, el 13 de marzo de 1369 se vio Don Pedro cercado
en el campo de Montiel (en plena Mancha castellana). Allí le dio refugio el alcaide del castillo de
Montiel; un asturiano llamado Garcí Morán y que según Jovellanos era el hijo de Alvar Gónzalez
Morán (19) -caballero este último que ya vimos en el episodio de Olmedo, tanto como acompañando al rey
en Tejadillo (entre los más cercanos a Don Pedro)-. Tras diez días de asedio en Montiel y viendo su
estado de debilidad, el monarca decide pactar con Bertrand Duclesclin, enrolado en las tropas de su
hermano Enrique. Pues en una ocasión no lejana, el mismo Pedro había liberado a Duguesclin (preso
entre los suyos); por lo que creyó que este francés le correspondería, proporcionándole también un
escape de aquel castillo manchego (llamado “la estrella de Montiel”). De tal manera mandó emisarios
para hablar con Duguesclin; quien prometió sacar al monarca indemne de allí. Por lo que Don Pedro,
confiando en la palabra de aquel traidor galo, se acercó de noche hasta el lugar indicado, creyendo
que le iban a ayudar a saltar el cerco. Pero muy al contrario, en la tienda que le marcó Duguesclin, le
esperaba su hermanastro Enrique con una daga en la mano. Quien utilizando el puñal contra el
confiado rey, a traición y esperando el momento en que lo tuvo más cerca; le asestó varios golpes.
Matando de ese modo a Pedro para proclamarse rey de Castilla -en cita (20) recogemos el modo en que
Pintos Reino describe este final del rey Don Pedro-

Así llegó al trono Enrique II; llamado “el de las mercedes” porque al carecer de autoridad moral para
ser monarca, había de entregar mercedes -concesiones y prerrogativas-, para lograr que le
obedecieran. Pero no todos creyeron legitimada la corona en la figura del bastardo Enrique, por lo que ese
mismo año de 1369 fue jurada como reina la hija mayor del monarca asesinado (Beatriz), que
profesaba en Las Claras de Tordesillas. Aunque a los pocos meses de aquella proclamación, la
primogénita de María y Pedro extrañamente también murió. Momento en el que las otras dos hijas de
ambos huyeron a Inglaterra; donde se casaron con los vástagos del rey Eduardo III (Constanza con el
duque de Lancaster e Isabel con el de York). Finalmente, el nieto de Enrique II (coronado como Enrique
III), decide casarse con la hija de Constanza y el duque de Lancaster. Con el fin de legitimar su linea
sucesoria; pues la sombra del fratricidio y de la bastardía no se despegaba de aquel nuevo linaje
llamado de los Trastamara -o de los Enriquez-.

Acerca de Pedro I, la visión y opinión histórica ha cambiado mucho a lo largo de los tiempos. Pues
habiendo sido llamado inicialmente “ Pedro el Cruel”, posteriormente pasó a denominarse “Pedro
primero, el justiciero”. En nuestros días se ha llegado al convencimiento de que no fue, ni más ni
menos cruel, que todos sus coetáneos; sabiéndose además que ese “sobrenombre” se debió a la
difamación continuada de aquellos que se sublevaban. Además, el mote de “El Cruel”, fue principalmente
impuesto por quienes le sucedieron; especialmente por Enrique II. Quien lo asesinó, decapitó y tiró sus
restos al campo; para luego colgarlos a “secar” clavando su cabeza en una pica y su cuerpo en unas tablas,
sobre las murallas del castillo de Montiel (todo lo que muestra la crueldad de Enrique II). Por lo demás, en lo
que se refiere a las artes, las letras y Los Derechos; Pedro I fue un monarca muy benéfico y
destacado. Famoso por defender a los débiles de los fuertes, concediendo Fueros a los abusados
por sus señores; y conocido por proteger a las minorías (ayudando a los judíos y a los musulmanes,
que vivían en tierras de cristianos). Su labor como rey protector de las artes y constructor, fue
indescriptible; pues en tan solo diecinueve años de reinado acometió innumerables
proyectos. Habiendo realizado mejoras y grandes obras en los Alcázares de Sevilla, Carmona y Córdoba
(entre otros); levantando palacios en Torrijos, Toledo y Tordesillas y potenciando numerosos conventos en
Castilla (como el de Astudillo). En cita (21) resumimos cuanto expone Wikipedia acerca del significado y
trascendencia cultural del reinado de Pedro I. En cita (22) recogemos el índice de las Crónicas de López de
Ayala, donde podemos ver lo que sucede en ese lustro que el rey Don Pedro vive en la zona de Mota del
Marqués. Momento que López de Ayala fecha desde el “cuarto año” de su reinado (1353) hasta el “séptimo”
(1356).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, famosa
miniatura medieval inglesa que representa al rey D.Pedro degollado y a su hermano bastardo
proclamándose monarca, tras poner su cabeza en una pica. Tal como muestra esta xilografía iluminada
del siglo XV; parece que Enrique, después de apuñalar a Pedro, lo decapitó y clavó en una punta de
lanza su cabeza tirando su cuerpo al campo (para luego colgarlo entre unos maderos). Cuando
Enrique dejó Montiel, los fieles al antiguo monarca recogieron sus restos, que guardaron y llevaron
hasta la iglesia de Puebla de Alcocer. Más tarde, al regresar los nietos de Pedro I a la Península, fueron
recuperados sus huesos; y finalmente enterrados por Constanza de Castilla en Santo Domingo el Real de
Madrid, donde se elevó la capilla con la estatua que vemos abajo. Habiendo mandado Constanza
construir la tumba en 1446; trajo desde La Puebla sus restos y parece que encargó una estatua a los
Egas. A mi juicio, la cabeza es anterior al resto de la escultura y quizás la trajeron desde Inglaterra los
descendientes de D.Pedro; siendo probablemente una pieza original que la familia se llevó hacia 1370
(cuando se trasladan a vivir a las Islas Británicas). Además, esta figura presenta otra irregularidad; pues
parece que antes estaba en posición yacente y alguien cortó las piernas, añadiendo unas “canillas” distintas
para colocar al representado en forma orante (tal como era la moda a mediados del siglo XV y no del XIV,
cuando solían esculpir al difunto yaciendo).

Bajo estas lineas, talla en mármol que actualmente exhibe el M.A.N. -al que agradecemos nos
permita divulgar nuestra fotografía-. Esta escultura llegó al Museo Arqueológico Nacional hacia 1870,
tras la desamortización del Monasterio de San Domingo el Real de Madrid. Al estudiarla, vieron que venía
acompañada de una caja con los huesos del rey; por lo que varios directores del M.A.N. solicitaron al
gobierno que enterrase como era debido esos restos de D.Pedro. Finalmente, en 1876, se enviaron a
Sevilla -por tren y en un cajón- y cuando fue a recogerlos el famoso Luis Montoto, solo pudo expresar con
horror que se lo habían mandado como si fuera “una caja de pasas de Málaga o de higos de Fraga”.
Después de constatar que debían ser los huesos de D.Pedro y tras realizar las consabidas ceremonias, los
restos del monarca asesinado fueron inhumados en la catedral sevillana; junto a sus abuelos y a María de
Padilla (que en su día también fue trasladada desde Astudillo, aunque en este caso en el siglo XV).
AL LADO: Página quinta, del 5 de diciembre del 2000,
publicada por el diario ovetense LA NUEVA ESPAÑA -al que agradecemos nos permitan divulgarla-. Se
trata de una hoja heráldica donde se explica el origen de los Morán-Lavandera (o Morán de
Labandera); cuyo tronco según Jovellanos, son los caballeros de Gijón: Alvar Gónzalez Morán y
Garcí Morán. Para saber más, ver cita (19) o consultar el siguiente enlace, pulsando este link:
http://www.euskalnet.net/laviana/gen_astures/moran.htm

ABAJO: Famosa “gran dobla de oro” por valor de diez “doblas” de Pedro I, que guarda también el
M.A.N. (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto de esta moneda). En el renverso representa
los escudos de este rey y en el anverso de la moneda le vemos reflejado de perfil. Quizás en el único
retrato del que podemos tener cierta seguridad de que contiene parecido físico. Aunque si
observamos el perfil de la escultura de mármol anterior, se le asemeja bastante. Todo lo que me hace
sospechar que la cabeza de esta talla es muy anterior al resto del cuerpo; y que se trata de una escultura
que llevaron las hijas de Pedro I a Inglaterra, cuando huyen de Castilla. Regresando las nietas con aquella
testa en mármol de su abuelo, para la que encargan a los Egas un cuerpo donde “ponerla”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Sepulcros en la
iglesia de Santiago de Toro, donde aparecen escudos que posiblemente se relacionen con la casa
real de Inglaterra. Al lado, las armas con leoncitos de tipo Lancaster; abajo, mi mujer junto a una de
estas tumbas, en la iglesia toresana de Santiago.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos vistas de


la iglesia de San Lorenzo el Real, de Toro. En este templo mudéjar del siglo XII, está enterrado uno
de los nietos de Pedro I, llamado Pedro de Castilla “el viejo”; casado con Beatriz de Fonseca (que
comparte allí sepulcro gótico, junto a su marido).
BAJO ESTAS LINEAS: Mapa de la zona. 1-Valladolid // 2-Olmedo // 3-Cuéllar // 4-Medina del Campo //
5-Tordesillas // 6-Toro // 7-Tejadillo // 8-Morales de Toro // 9-San Román de Hornija // 10-Siete
Iglesias // 11-Urueña // 12-Tordehumos // 13-Monasterio de la Santa Espina // 14-Mota del Marqués.

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CITAS:

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(1): LOS DIEZ HIJOS HABIDOS ENTRE LEONOR DE GUZMÁN Y ALFONSO XI FUERON:

1- Pedro Alfonso (1330–1338), señor de Aguilar de Campoo, muerto en la infancia.

2- Sancho Alfonso (1331–1343), llamado «el Mudo», fue señor de Ledesma, Béjar, Galisteo, Montemayor del Río y Granadilla.

3- Enrique II de Castilla (1333–1379), señor de Trastámara, fundador de la Casa de Trastámara, de quien vienen las casas reales de
Castilla y de Aragón.
4- Fadrique Alfonso (1333–1358), gemelo del anterior, maestre de la Orden de Santiago y señor de Haro, de quien descienden los
Almirantes de Castilla-Duques de Medina de Rioseco (Casa de Enríquez). Fue el primero de los hermanos asesinado por orden del rey
Pedro. Fue maestre de la Orden de Santiago, señor de Haro, adelantado mayor de la frontera de Andalucía y camarero mayor del rey.
Asesinado en la ciudad de Sevilla en 1358 por orden de su hermanastro, el rey Pedro. De este Fadrique desciende el linaje de los
Enríquez.

5- Fernando Alfonso (1334–1350), señor de Ledesma, Haro, Béjar y otras villas

6- Tello Alfonso (1337–1370), primer señor de Aguilar de Campoo y Lara, señor de Vizcaya y de quien descienden los marqueses de
Aguilar de Campoo;

7- Juan Alfonso (1341–1359), señor de Badajoz y de Jerez de la Frontera a quien su hermano Pedro mandó matar;

8- Juana Alfonso (1342–¿?), señora de Trastámara, casada en primeras nupcias con Fernán Ruiz de Castro y en segundas con Felipe
de Castro;

9- Sancho Alfonso (1343–19 de febrero de 1374), conde de Alburquerque, señor de Ledesma, de Alba de Liste, Medellín, Tiedra y
Montalbán. Sucedió a su hermano Tello como alférez mayor en 1371;

10- Pedro Alfonso (1345–1359), lo mandó matar su hermano Pedro.

(2): “COLECCIÓN DE LAS CRONICAS Y MEMORIAS DE LOS REYES DE CASTILLA. REY DON PEDRO” escrito por PEDRO LOPEZ
DE AYALA CHANCILLER MAYOR DE CASTILLA -TOMO I; editado EN LA IMPRENTA DE DON ANTONIO DE SANCHA; AÑO DE M.
DCC. LXXI-.

AÑO PRIMERO

Cap. X. Como Doña Leonor de Guzman fué presa en Sevilla públicamente: é como el Conde Don Enrique su fijo, é los otros Señores
fueron en la merced del Rey.

Cap. XII. Como el Conde Don Enrique vio á Doña Leonor de Guzman su madre en Sevilla : e como por su consejó casó con su esposa
Doña Juana , é como á poco tiempo se fué el Conde de Sevilla.

(3): IDEM CITA (2)

AÑO SEGUNDO- Cap. III. Como el Maestre de Santiago vio á Doña Leonor de Guzman su madre en Llerena : é como el Rey envió
presa á la dicha Doña Leonor á Talavera , é la mataron allí.

SIC pag 36: “por consejo de Don Juan Alfonso de Alburquerque , que levasen á la dicha Doña Leonor presa á Talavera , que era villa
de la Reyna Doña María madre del Rey. E tenía el alcázar de la dicha villa Gutier Ferrandez de Toledo , é el Rey mandó á Gutier
Ferrandez , que tomase á Doña Leonor, é la levase á Talavera. é asi lo fizo , que luego partió dende, é la levó presa á Talavera , é
púsola en el alcázar de la dicha villa , que tenia por él un Caballero natural dende , que decían Gutier García de Talavera 1. E dende á
pocos días envió la Reyna Doña María un su Escribano que decían Alfonso Ferrandez de Olmedo , é por su mandado mató á la dicha
Doña Leonor en el alcázar de Talavera”.
.

(4): EL REY D.PEDRO DE CASTILLA VINDICACIÓN DE SU REINADO

GONZALO PINTOS REINO, ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA HISTORIA Y PRESIDENTE DE LA AUDIENCIA


TERRITORIAL DE LAS PALMAS (fallecido en 1926, obra póstuma)

SANTIAGO: IMPRENTA, LIBRERÍA Y ENC. DEL SEMINARIO M C M X X I X

pag 54 y ss;

Cap. I; VI: NUEVAS REBELDÍAS: ANTECEDENTES DE LA LIGA FORMADA CONTRA EL REY

al regresar de Asturias el rey D. Pedro, triunfante de la aventura en que se había metido su hermano D. Enrique, había dado su mano
en matrimonio a juras, que se publicó más tarde, a la gentil D.a María de Padilla (...) Vencedor después en Aguilar, marchó pronto a
Córdoba, donde D.a María se encontraba próxima ya a darle el primer fruto de sus amores, naciendo allí, en efecto, la infanta D a
Beatriz, el día 23 de Marzo de 1353. Formó el patrimonio de ésta dándole parte de las tierras y castillos confiscados a Fernández
Coronel, o sean los castillos de Montalbán, Capilla, Burguillos, y los lugares de Mondéjar y Juncos. Pasó después a Torrijos con D.a
María, celebrándose allí grandes festejos en obsequio de la infanta. (...) Entre tanto esto sucedía, y él iba publicando por tales medios,
lo lejos que se hallaba de ser libre para dar su mano a Da. Blanca de Borbón, ésta había llegado a Valladolid, donde también se hacían
fiestas en su honor, tomando parte en ellas D. Fadrique. Grave por demás era la situación de todos: en ella jugaba el rey acaso su
corona.

D. Juan regresaba a la sazón de Portugal de desempeñar una embajada, y al darse cuenta de lo que ocurría, y fiado aun de su poder,
se presentó al rey en Torrijos, suponiendo empresa fácil obligarlo a seguirle. Allí le recordó el conflicto surgido cuando su reciente
dolencia, por la incertidumbre de quien había de heredarlo, «otro si, que parase mientes -le dijo- en como la Reyna D.a Leonor de
Aragón su tía, é sus fijos los Infantes D. Ferrando é D. Juan eran legitimos herederos destos Reynos, é que non estaban por al salvo si
el moriese sin fijos legitimos (...) Pavoroso era el problema que al rey se presentaba sin que para su solución tuviese otro dilema que el
de quedar en Torrijos sin más apoyo que el que le pudiesen prestar los deudos de D.a María, desafiando con él a su madre y a su
ministro, desairando a la Corte de Francia y haciendo caso omiso de la nobleza congregada en Valladolid para las bodas, o someterse
a las circunstancias y marchar con D. Juan a realizar un acto que pasivamente Venía ya resistiendo.

(5): Idem (4) SIC:

“Cedió en mal hora, salvando tal vez su corona pero echando sobre su conciencia un borrón de que jamás pudo lavarse (...) el lunes 3
de Junio, pero todo fué para el rey pura ficción. El amor no entró con él en la cámara nupcial; entró, sí, el Juez frío que acabó con las
ilusiones de la desgraciada esposa (....) comenzó a correr el rumor de que el rey se marchaba y dejaba a Da Blanca. Cundió la alarma
y llegó a la reina madre y D.a Leonor, tía del rey, las que en la mañana del miércoles se acercaron al monarca, que comía sólo y
sombrío en el palacio separado en que se aposentaba (...) Dos horas después de esto, pretextando querer ir a cazar, pidió que le
trajesen muías y cabalgando en compañía de Diego García de Padilla, Juan Tenorio y Suer Pérez de Quiñones, salió de Valladolid
corriendo sin descansar dieciséis leguas para dormir en una aldea próxima a Olmedo, desde la cual al otro día marchó a la Puebla de
Montalbán. All lo esperaba D.a María (...) D. Juan Alfonso, D. Juan Núñez de Prado y otros caballeros, fueron después de la marcha de
D. Pedro, a ver a las reinas Da María,Da Blanca y Da Leonor; teniendo consejo con ellas y acordando todos que los primeros fuesen
«para el Rey» y «trabajasen mucho» para hacerlo volver a su mujer Da Blanca.

Por distintos caminos salieron los principales caudillos, D. Juan Alonso y D. Juan Núñez. Iban con el primero, además de mil y
quinientos hombres de caballo y muías, Juan Rodríguez de Cisneros, Juan Rodríguez de Sandoval, Alvar Rodríguez Daza, Lope
Rodríguez de Villalobos, Ferrand Ruiz Girón, Alfonso Téllez Girón, Juan Alfonso Girón, Alvar Pérez de Castro, García Ferrández
Manrique, Lope Díaz de Rojas, Rui González Castañeda, Suer Yáñez de Parada, Alvar González Moran, García Jufre Tenorio, Gutier
Gómez de Toledo, Juan Martínez de Rojas, Diego Pérez Sarmiento, Rui Díaz Cabeza de Vaca, Ferrand García Duque, Pero Díaz de
Sandoval, Ferrand Gutiérrez, Ferrand Sánchez de Tovar, Juan Ferrández de Tovar, Martín Alfonso de Arenillas, Juan Ferrández
Cabeza de Vaca, y otros muchos” (CITANDO AL CANCILLER LOPEZ DE AYALA Año 1353, cap. XV)

(6): Idem (4) SIC: "el 8 salió para Toledo llevándola consigo hasta el Alcázar". D. Juan Alfonso no anduvo tanto porque no le permitía la
impedimenta militar igual celeridad. Dejó a Valladolid el miércoles 12 de Junio y tomó el camino de Toledo, porque ya sabía donde
posaba el rey, y llegó a unas aldeas cerca de Olmedo; el 13 durmió en Parraces; el 14 lo hizo en Filipal; el 15 en San Martín de
Valdeiglesias y el 16 en Almorox, aldea de Escalona.

(7): Idem (4) SIC:

"La ausencia inesperada de D. Pedro, al segundo día después de su boda, no tenía carácter alguno de agresividad contra los que de
tal modo acababan de perseguirlo y si en su ánimo pudo cobijarse algún rencor y deseo de castigo para los perseguidores, sus
insistentes llamadas a D. Juan Alfonso revelan el propósito de tratar con él de los sucesos pasados. No pudo realizarse eso, y natural
era que eliminados de la escena por su propia voluntad aquellos falsos amigos, pensase el rey en normalizar su vida y en solucionar el
conflicto que en Valladolid habían creado (...) D. Pedro, y esto es lo creíble, volvió a Valladolid para normalizar la situación creada, pero
sin alterar sus definitivas resoluciones. Comunicó a su madre su firme resolución de no dar eficacia a la dramática boda y aun su
propósito, que realizó, de alegar ante la Corte de Aviñón los motivos de tal ineficacia, y señaló a ambas como residencia la villa de
Tordesillas, aunque ni como destierro ni como reclusión"

(8): Bonifacio Esteban

La estatua de Pedro I, una obra de arte excepcional en el Museo Arqueológico Nacional.

http://caballerosyarte.blogspot.com/2014/05/pedro-i-de-castilla-los-enigmas-de-su.html

ESTATUA de don Pedro I

(Texto original: Rosa López, marzo 2010)

http://www.man.es/man/dms/man/actividades/pieza-del-mes/historico/2010-tesoro-a-tesoro-III/3-Marzo--1-/MAN-Pieza-mes-2010-03-
Estatua-Pedro-I.pdf

(9): Idem (4) SIC:

"En el mes de Noviembre se encontraba en Sevilla, pero antes de haber ido allí, comprendiendo que la autora de todas las rebeldías
había sido su madre y que sólo a ella era debida la nueva actitud de Juan Alfonso, a quien él redujera en vano a la obediencia, dispuso
separar de ella a Da Blanca, ordenando fuese llevada desde Medina del Campo, donde la tenía aquélla, a la villa de Arévalo, "é que alli
estuviese en guisa que la reina Maria non la viese", pero no la envió presa, como con su insidiosa manera de decir sienta Ayala. Sino
con los mayores respetos, según el mismo cronista expone, contradiciéndose, coincidiendo con lo que el propio rey escribió al Romano
Pontífice dos años después, diciéndole que le daba trato decoroso y honesto. Da. María incitaba a todos a separarse del rey,
preparando la fuerte liga que luego se dirá: previsora y política fué, pues, la medida. En Arévalo tuvo Da Blanca casa y corte, siendo
oficiales de ésta el Obispo de Segovia (...) Quedábanle al rey, como enemigos manifiestos, D. Juan Núñez de Prado, D. Juan Alfonso,
y su madre. Por respeto a ésta nada hacía el rey que pudiese molestarla, salvo haberla apartado de Da. Blanca".

“Restábale aquietar a D. Juan Alfonso, que en Portugal seguía conspirando. Quísole quitar los castillos y villas de Medellín y
Alburquerque, que eran la base de su señorío en Castilla, y en efecto sitió a Medellín que se le rindió y seguidamente cercó también a
Alburquerque, pero no pudo tomar ni esta plaza ni su castillo, como tampoco Codesera, otro castillo importante del mismo D. Juan.
Entonces proyectó obligar diplomáticamente a éste a presentarse en la corte a responder de su conducta y, dejando a los fronteros
antedichos D. Enrique, D. Fadrique y D. Juan García de Villagera vigilando las plazas, envió a Évora dos mensajeros para tratar con el
rey, su abuelo, del suceso de D. Juan”.

(10): Idem (4) SIC: pag 66 y ss. cap I ; VII:

FORMACIÓN DE LA LIGA Y MANEJOS DE LA MISMA HASTA LAS LLAMADAS «VISTAS DE TEJADILLO»

“estuvieron cuatro días discurriendo Da. María cómo haría para desorientar a su hijo el rey D. Pedro, pero entendiéndose ambos con
los bastardos y D.Juan mediante los buenos oficios de Da Inés de Castro, hermana de D. Alvar y mujer o querida del infante D. Pedro.
La intervención de esta dama se explica porque a la sazón y para completar los rebeldes su plan, pensaron, y eso es lo asombroso,
ofrecer al infante la corona de Castilla (...) El gozo del infante por el ofrecimiento de la corona de Don Pedro, trocóse en decepción,
porque sabedor su padre de tan atroz felonía, que al fin tuvo que ser conocida en Portugal, no obstante la reserva con que era tratada,
le previno por sus mensajeros Fernán González Cogomino y Juan de las Leyes, que se abstuviese de aceptar la tentadora oferta. Mas
no se arredraron por eso los traidores y comprendiendo que era preciso obrar antes de que el secreto fuese conocido de D. Pedro,
juntáronse todos ellos cerca de Badajoz y dispusiéronse a entrar en Castilla. El infante no volvió a entenderse con ellos y la irritación
de D. Alfonso, su padre, fué tanta que, de ser cierto lo que el escritor portugués antes citado dice, vino a pagar su culpa la triste D.a
Inés de Castro «que a esta intriga debeu a morte». No cabe dudar cual habría sido también la suerte de los otros conspiradores si no
se hubiesen apresurado a salir de aquel reino”.

(11): Idem (10) SIC:

"D. Pedro a estos tres momentos de la porfía, supo adoptar en cada uno aquel sistema de defensa que más convenía a sus
circunstancias (...) El plan de defensa que adoptó, deducido de los hechos, no pudo ser más diplomático y más adecuado. Prestóse a
él su noble consorte D.a María y no lo contrariaron en lo más mínimo los deudos de ésta, tan poderosos ya en su consejo. Consistía en
separarse los esposos, ingresando ella en religión, para lo cual, primero ella y después el rey, solicitaron del Romano Pontífice permiso
para construir un monasterio de Santa Clara donde, en compañía de sagradas Vírgenes que se le señalasen, se proponía Da. María
pasar el resto de sus días; y en casarse él con una dama castellana a quien conocía por haberla visto en Valladolid cuando su boda
con Da. Blanca, dama de estirpe regia, emparentada con las familias más poderosas del reino y hermana del intrigante D. Alvar Pérez
de Castro. Con tan cuerdo sistema, conseguía de una vez acallar a los enemigos de los Padillas y atraer a sí lo más florido y pujante
de la nobleza. Prestóse también la dama, pudiendo notarse por la clase de preliminares que precedieron a la bendición nupcial, en otro
lugar referidos, que más que boda de pasión fué un enlace de razón de estado, aceptado por la consorte, D.a Juana de Castro, por
vanidad y conveniencia (...)

D. Pedro y Da. María, para mejor conseguir su intento, aparentaron someterse al criterio mantenido hasta entonces por el Romano
Pontífice de no reconocer en su unión marital más que un concubinato, ansiando ella lavar las manchas de la pasada culpa con
lágrimas de penitencia, y él quedar libre para la nueva unión proyectada en aras de la paz de sus estados. Al fracasar el plan con la
invasión de Castilla por los conjurados, figurando entre ellos el propio hermano de la dama elegida por clave, volvieron ambos esposos
uno a otro con más cordialidad que nunca sin Volver jamás a intentar separarse”.
.

(12): Idem (10) SIC:

"Forzoso fué para D. Pedro ponerse inmediatamente en defensa, como lo hizo, desentendiéndose de su fracasado plan, en todos sus
extremos. No volvió a ver más a Da Juana, a quién sólo quedó como recuerdo de su soñado encumbramiento el título de reina, a que
nunca quiso renunciar y que el rey le toleró con disgusto, y la villa de Dueñas que recibió en compensación de su abandono, y
recobrando al otro día el castillo de Castrojeriz, que diera en rehenes a D. Enrique Enríquez, tío de D.a Juana, juntamente con el de
Jaén, paró en Castrojeriz y allí se dispuso a resistir con las armas y con la diplomacia la tormenta que se le venía encima. Para
asegurar la fidelidad de sus primos, los infantes de Aragón, los hizo venir a dicho punto, sabiendo su recién llegada a Toledo desde
Portugal, donde casara D. Fernando (...) sabedor ya de que D. Juan Alfonso y los bastardos llegaran a Ciudad Rodrigo, desde donde
marchara D. Fabrique a los estados de la Orden de Santiago para ocupar sus castillos y reunir gente, envió algunos caballeros a
Salamanca para contener la invasión y él emprendió una serie de acciones encaminadas al mismo fin.

Quedábanle todavía a D. Pedro, en aparente obediencia, los infantes de Aragón, no obstante haber dado el primer síntoma de
deslealtad, dejando que aquéllos pasasen sin resistencia el vado de Tormes, entre Alba y Salamanca, tratando después con los
bastardos y Alburquerque,engrosando, por último, sus filas, a fines del propio mes de Agosto, en compañía de Diego Pérez Sarmiento,
el padre del cronista Ayala, los Albornoces, Sancho Ruiz de Rojas, Rui González Castañeda, Pero Alvarez Osorio, Alvar Rodríguez
Daza, Juan Ramírez de Guzmán, Pero Fernández de Velasco y Carrillo de Quintana; y no faltó tampoco a la cita D.a Leonor, la madre
de los infantes. Éstos para dar color a su traición, mandaron decir al rey que lo querían y ansiaban su servicio, pero que se apartaban
de su corte por haber dejado él a Da Blanca y porque los parientes de Da María de Padilla no gobernaban bien el reino ni su casa ni
hacían honra a los señores y caballeros que en la corte andaban y, finalmente, para colmo de irrisión para un rey que había puesto en
ellos su confianza y que temían por sus vidas”.

(13): Idem (10) SIC:

"Ya todos reunidos, haciéndose fuertes en Cuenca y considerándose señores de Castilla, dieron el golpe final, intimando al rey en
Tordehumos, por cartas y mensajeros, sus condiciones de paz, pidiéndole que dejase a Da María e hiciese vida con Da Blanca y lo que
era para ellos esencial, aunque no lo invocasen como pretensión única, «que fuese la su merced de poner buen regimiento en el
Regno, é en su casa, porque los que le hubieren de seguir tuviesen honra é bien del, cada uno en su estado» (...)

Viendo el rey en tan apurado trance que las deserciones habían reducido su hueste a seiscientos hombres de a caballo, incluyendo
sus principales capitanes y los deudos de Da. María de Padilla, quiso poner a ésta en seguridad y partió con ella y su madre a
Tordesillas, que reunía buenas condiciones de defensa, permaneciendo allí todo Septiembre, Octubre y gran parte de Noviembre,
agotando los medios de vencer la conjura, cada vez más fuerte y más poderosa. La reina madre lo abandonó pronto, marchando con
su licencia para Toro. Desde Tordesillas, en 28 de Octubre de 1355 D.Pedro, escribió al infante D. Pedro de Aragón, que en ausencia
de su padre venía siendo lugarteniente general del reino, una carta llena de tranquila serenidad y de un dejo de amargura”

(14): Idem (10) SIC:

"No se atrevieron los conjurados a sitiar la plaza en que el rey permanecía, pero distribuidos en grupos más o menos numerosos, sin
distanciarse y siempre en contacto, pusieron sus tiendas por las plazas comarcanas, pudiendo en tal sentido decirse que habían
privado a D. Pedro de toda clase de movimientos y, singularmente, de recibir auxilios de fuera. Ante la firmeza de éste y la augusta
majestad con que recibía, oía y contestaba sus baladronadas, incluso el mensaje, que personalmente se atrevió a llevarle por todos los
ligueros, la reina viuda de Aragón, Da. Leonor, dedicáronse aquellos a quebrantar más su poder, pensando tomarle las pocas plazas
que le quedaban afectas, yendo juntos, en quijotesco alarde de confianza, a tomar Valladolid y Salamanca, fracasando sus proyectos
por la lealtad de sus moradores, aunque consiguieron rendir por las armas, el Veintiocho de Septiembre, a Medina del Campo, de
donde salió honrosamente, la hueste del rey que la guarnecía.
Da Leonor en la embajada referida, concretando más, según Ayala, las intimaciones de la Liga, puso al rey por condición para que
todos sus vasallos viniesen a su merced, además de tomar a Da Blanca y traerla consigo, que pusiese en orden, en Francia o en
Aragón, a Da María de Padilla y que no fuesen sus privados los parientes de ésta (...) Para que se tenga una idea exacta de la falta de
sinceridad con que procedían los de la Liga y de cómo iba cada uno buscando en ella la satisfacción de sus particulares ambiciones,
nos haremos cargo de lo que, a propósito de este momento histórico refiere Zurita, exacto compilador de las cosas de Aragón. Dice
que el infante de Aragón, no obstante recibir la carta del rey D. Pedro, que tan afectuosamente le pedía ayuda contra sus primos, no se
cuidó de contestarle, pero que ordenó al gobernador general de Valencia que tuviese prevenidas las fronteras.

Los conjurados, al entrar en Medina, unieron a sus jactancias la cobardía de entregarse al pillaje, según testimonio de la misma crónica
de Ayala, que termina la narración del suceso diciendo que los caballeros y señores que allí iban, entraron en la villa y posaron todos,
«é ovieron ende muchas viandas». Sin duda éstas se indigestaron a alguno, pues a los pocos días «murió ende de su dolencia D. Juan
Alfonso de Alburquerque, de lo cual peso mucho a todos los otros que con el eran. E algunos decían que el Rey le fizo dar yerbas por
un físico que envió allí, que era de Italia, al qual dezian Maestre Pablo, empero esto non era cierto» (....) La afirmación del cronista en
la abreviada, nos excusa de hacer el juicio que merece la vil imputación de la vulgar, toda vez también hemos de volver a ocuparnos
en otra parte de este traído y llevado físico. (...)

No fué la muerte de D. Juan Alfonso tan rápida e inesperada, que no hubiese podido él antes de ocurrir, otorgar testamento con la
cláusula más macabra que puede concebir la mente humana, cláusula que por sí sola revela el orgullo y la tenacidad que el en diosado
procer había puesto en la afortunada aventura en que se encontraban los conjurados. Dispuso, en efecto, excitando a sus
acompañantes a proseguir aquélla, que no se diese sepultura a su cuerpo hasta llegar al fin de la demanda, «é que los sus vasallos
non se partiesen del su cuerpo fasta ser todo esto complido é oviesen licencia de los Infantes é del Conde D. Enrique como les piada
que ficiesen del dicho su cuerpo», y que llegado el caso, lo enterrasen en el monasterio de Espina, como se hizo, según se verá
después.

Bien procuraron los rebeldes sacar de esta orgullosa disposición el mayor fruto posible y tal vez ella fué la que sirvió para mantenerlos
desde entonces unidos, haciendo conducir por los vasallos del finado el féretro que contenía sus restos, en cualquier cambio de
residencia que hiciesen, colocándolo en medio de ellos cuando se reunían en junta para adoptar cualquier resolución. Si el espíritu
acompañase en esas ocasiones el putrefacto barro, sería de admirar la fatuidad del muerto, presidente de la comitiva o de la
asamblea”.

(15): COLECCION DE LAS CRONICAS Y MEMORIAS DE LOS REYES DE CASTILLA.

REY DON PEDRO, PEDRO LOPEZ DE AYALA / CHANCILLER MAYOR DE CASTILLA

TOMO I; EN LA IMPRENTA DE DON ANTONIO DE SANCHA. / AÑO DE M. DCC. LXXI

“E luego ellos partieron de Medina del Campo donde estaban , é vinieron á la comarca de Toro , por estar mas cerca del Rey , é
partieron sus posadas en esta guisa : en Morales posaban el Conde Don Enrique , é el Maestre Don Fadrique su hermano : é en Sant
Román de Ornija posaban el Infante Don Ferrando de Aragón , é su hermano el Infante Don Juan de la Cerda en Siete Iglesias i é
posaba Don Ferrando de Castro eso mesmo en el dicho Sant Román de Ornija , é otrosi Don Juan Alfonso , que era muerto 5 pero
traían sus vasallos su cuerpo, é non le querían enterrar fasta que oviese fin esta demanda que comenzaron , que asi lo mandára Don
Juan Alfonso en su testamento , é posaban en el dicho lugar de Sant Román de Ornija con los otros Señores , é alli tenían en la
Iglesia el cuerpo de Don Juan Alfonso”. (FIN DEL CAPÍTULO XXXI, "Cómo respondió el rey a los mesageros que los Señores enviaron
d él, é cómo trataron que se viesen con el Rey". AÑO QUINTO)

(16): COLECCION DE LAS CRONICAS Y MEMORIAS DE LOS REYES DE CASTILLA.


REY DON PEDRO, PEDRO LOPEZ DE AYALA / CHANCILLER MAYOR DE CASTILLA

TOMO I; EN LA IMPRENTA DE DON ANTONIO DE SANCHA. AÑO DE M. DCC. LXXI

(LOS ACUERDOS DE TEJADILLO DEL REY PEDRO)

Capítulo XXXII

CAPITULO XXXII.

COMO EL REY SE VIO CON LOS INFANTES de Aragon , é el Conde Don Enrique , e el Maestre Don Fadrique , / Don Tello , é Don
Ferrando de Castro , é Don

Juan de la Cerda , / los otros Caballeros , segund era tratado,

El trato de las vistas fué fecho segund dicho avernos: é vieronse el Rey é estos Señores entre Toro é Morales en un lugar que dicen
Tejadillo , ca aíli fueron las vistas acordadas, é es á media legua de Toro, é á otra media de Morales. E vinieron de caballo , armados
todos (...) E fueron estos de cada parte : de la parte del Rey eran estos cincuenta (...) Alvar González Moran

CAPITULO XXXIIL

COMO LOS INFANTES DE ARAGON Don Ferrando i Don Julian , / el Conde Don Enrique , é los otros Señores pasaron delante de la
tilla de Toro , donde el Rey estaba : / como el Rey partió de Toro , e la Reyna Dona María su madre envió por los Señores , é los acogió
en Toro.

Estando el Rey Don Pedro en Toro , é los Señores, de quien avernos contado , en Morales, é en Sant Román, e en otros lugares do
posaban (...) partió el Rey de la villa de Toro , é con él fasta ciento de caballo , castellanos é ginetes, é fuese para Urueña , una villa é
castillo muy fuerte do estaba Doña María de Padilla; ca allí la avía dexado el Rey, é con ella algunos sus parientes , porque la villa es
muy fuerte (...) vieron cartas de la Reyna Dña María madre del Rey , que estaba en Toro, faciéndoles saber , que luego que ellos
pasáran por Toro , partiera el Rey de Toro , é se fuera para Urueña , do estaba Doña María de Padilla : é que fuesen ciertos que el Rey
non curaba de estar á ninguna ordenanza de lo que entre él é ellos era acordado en las vistas de Tejadillo , de lo qual á ella pesaba
mucho.

CAPITULO XXXIV.

COMO EL REY ACORDÓ DE SE PONER EN poder di la Reyna su madre , é de los dichos Señores :/ lo que y acaesció.

CAPITULO XXXV.

COMO EL REY DON' FEDRO VINO A TORO, dó las Reynas é los Señores estaban , é lo que y acaesció.

(...)
CAPITULO XXXII. COMO EL REY SE VIO CON LOS INFANTES DE ARAGÓN, é el Conde Don Enrique , é el Maestre Don Fadrique , /
Don Tello , é Don Ferrando de Castro , é Don Juan de la Cerda , / los otros Caballeros , segund Era tratado,

El trato de las vistas fué fecho segund dicho avernos: é Á vieronse el Rey é estos Señores entre Toro é Morales en un lugar que dicen
Tejadillo , ca aíli fueron las vistas acordadas, é es á media legua de Toro, é á otra media de Morales. E vinieron de caballo , armados
todos de lorigas, con almófares , é con quexotes é canilleras é espadas, é non traia Doncel en caballo ninguno dellos, salvo el Rey ,
que traia un Doncel con una lanza é un yelmo ; é de la otra parte el Infante Don Ferrando de Aragón , que traia otro Doncel: é todos
traian sobreseñales á sus armas. E fueron estos de cada parte : de la parte del Rey eran estos cincuenta :

(...)

Primeramente el Rey Don Pedro , é venían con él Don Diego García de Padilla Maestre de Calatrava , é Don Garci Ferrandez
Manrique Adelantado mayor de Castilla , é Don Pero Nuñez de Guzman Adelantado mayor de León, é Juan Alfonso de Benavides
Justicia mayor de la casa del Rey , é Juan Ferrandez de Henestrosa Camarero mayor del Rey , é Pero González de Mendoza , é
Gutier Ferrandez de Toledo Alcalde máyor de Toledo, é Pero Suarez de Toledo su hermano , é Diego Gómez de Toledo Notario mayor
del Regno de Toledo , é Don Garci Alvarez de Toledo é Ferrand Alvarez su hermano , é Iñigo López de Orozco, é Gutier Gómez de
Toledo , é Pero Suarez de Toledo el mozo , é Suer Pérez de Quiñones, é Juan Rodríguez de Cisneros , é Ferrand Sánchez de Tovar, e
Don Juan Rodríguez de Sandoval; é Sancho Sánchez de Rojas, é Juan Martínez de Rojas su fijo , é Iñigo Ortiz de las Cuevas , é Rui
Pérez de Soto, é Pero Alvarez Osorio j é Ferrand Gutiérrez de Sandoval, é Día Gómez de Sandoval , é Diego Gutiérrez de Zavallos, é
Pero Gómez de Porras el viejo, é Suer Martinez Clavero de Alcántara, é Ferrand Ruiz Girón , é Alfonso Tellez Girón, é Lope Rodríguez
de Villalobos , é Pero Ferrandez Quexada, é Ruí Martinez de Solorzano , é Lope García de Porras, é Alvar González Moran , é Gómez
Pérez de Porras , é Juan Sánchez de Ayala , é Men Rodríguez de Senabria , é Juan Alfonso Girón , é Martin Alfonso Tello , é García
Ferrandez de Villodre , é Gómez Carrillo fijo de Pero Ruiz Carrillo , é Pero González Orejón , é Gonzalo González de Lucio , é Diego
Ferrandez de Córdoba Alcayde de los Donceles , é Rodrigo Rodríguez de Torquemada , é Men Rodriguez de Biedma , é Juan
Ferrandez de Tovar , é un Doncel del Rey que levaba su lanza.

E de la otra parte de los que tenían la voz de la Reyna Doña Blanca, que se vieron con el Rey en el sobredicho lugar , eran estos
cincuenta : El Infante Don Ferrando Marques de Tortosa Señor de Albarracin, é el Infante Don Juan su hermano, é Don Enrique Conde
de Trastamára , é Don Fadrique su hermano Maestre de Santiago , é Don Tello su hermano Señor de Vizcaya é de Lara é de Aguilar ,
é Don Ferrando de Castro , é Don Juan de la Cerda , é Don Alvar Pérez de Castro , é Don Alvar Nuñez de Guzman Comendador
mayor de León, é Don Lope Sánchez de Bendaña Comendador mayor de Castilla, é Pero Carrillo , é Don Ferrand Pérez de Ayaía , é
Diego Pérez Sarmiento , é Pero Ruiz de Villegas , é Andrés Sunchez de Grez é Suer Yañez de Parada , é Ferrand Yañez de
Sotomayor, é Pero González de Agüero , é Rui González de Castañeda, é el Arcediano Don Diego Arias Maldonado, é Sancho Ruiz de
Rojas , é Ferrand Garda Duque , é Juan Rodríguez de Villegas, é Gutier Ferrandez Delgadillo, é Sancho Sánchez de Hoscoso , é Alvar
Rodríguez Daza , é Juan Remirez de Guzman , é Rui Diaz de Rojas , é Pero Ferrandez de Velasco , é Juan Alfonso de Haro , é Rui
Diaz Cabeza de Vaca , é Furtado Diaz de Mendoza ; é Pero Ruiz de Sandoval, é Alfonso Gómez de Lira, é Gonzalo Sánchez de Ulloa,
é Lope Pérez de Moscoso, é Juan Martínez de Huelgue Freyre de Santiago Comendador de Alhange , é Don Ramón de Rocafull, é
Ferrand Sánchez de Rojas, é Diego Gutiérrez Calderón , é Gómez Manrique de Uruñuela, é Alvar Rodríguez'de Bendaña Comendador
de Montetemolín , é Ferrand Sánchez Manuel nieto de Don Juan Manuel, é Gómez Carrillo de Quintana, é Pero Ferrandez de
Villagrande, é Ferrand Alvarez de Escobar , é Alvar Diaz de Escobar, é Juan de Herrera , é Día Sánchez de Terrazas, é Ferrand
Alvarez de Nava , é Gonzalo Bernal de Quiros, é un Doncel del Infante Don Ferrando que le levaba su lanza en un caballo. E legaron
todos estos Señores é Caballéros al Rey , é besáronle las manos.

(17): Idem (4) SIC: Pag 76 y ss: Cap. I; VIII

“VISTAS DE TEJADILLO Y TRIUNFO DE LA LIGA”


“Aunque eran grandes las impaciencias de los ligueros para gozar del triunfo que consideraban seguro, la calma del rey los
desconcertaba, no atreviéndose a dar contra éste el golpe definitivo. Y lo peor era que escaseaban ya los recursos para mantener en
pie aquel ejército, siendo necesario que el Maestre D. Fadrique, que se hallaba en Toledo al lado de D.a Blanca, acudiese llevando
consigo seiscientos de a caballo «é muchos dineros que habia fallado en Toledo en las casas de D. Samuel Levi, Tesorero mayor del
Rey». Y hasta D.a Blanca de Borbón, dejando la pasividad de los primeros tiempos, secundaba a sus paladines, enviándoles a Medina
«la mas moneda que habia podido aver»

(...)

el rey, preso en Toro, ni gobernaba el reino ni disponía siquiera de su persona. Mayor desconcierto llevó a sus filas el hecho de que D.
Pedro, burlando su estrategia, llevó a D.a María de Padilla para Ureña, que eran villa y castillo más fuertes que los de Tordesillas,
encomendando su defensa a alguno de sus parientes, yéndose él después a Toro, donde permanecía su madre. Antes de levantar
ellos sus tiendas, pues ya ninguna utilidad podía reportarles continuar en Medina, tomaron el acuerdo de mandar al rey una última
embajada (...) hablaron al rey los embajadores, repitiendo las consabidas proposiciones, pero si ellos las formularon como ultimátum,
aun supo el rey darles nuevas largas respondiendo que las razones expuestas por los embajadores «eran luengas para luego
responder, é que su voluntad era de verse con los Infantes, é Conde, é Maestre, é D. Tello, é D. Fernando de Castro, é D. Juan de la
Cerda, é los otros grandes é caballeros que eran en su compañía, sobre todas estas cosas (...) señalándose el día y lugar
determinados, y número de los que habrían de concurrir por cada parte y las armas que podrían llevar todos.

(...)

Aceptadas estas condiciones por los de la liga, salieron de Medina y acamparon en la comarca de Toro, para estar más cerca del rey,
sentando D. Enrique y D. Fadrique su campamento en Morales, aldea próxima a la plaza; el Infante D. Juan, D. Tello y Don Juan de la
Cerda en Siete Iglesias y todos los otros en San Román de Ornija, en cuya iglesia, de cuerpo presente, guardó también ceremonia el
asendereado cuerpo del altivo Alburquerque (...) llegado el día de las vistas, acudieron las dos partes a Tejadillo, en impresionante pie
de igualdad por estar Tejadillo equidistante de Toro y de Morales, ser igual al número de los parlamentarios y no haber la menor
diferencia en la clase de armas que consigo llevaban. En cuanto a éstas se permitió que todos vistiesen lorigas, con diversas piezas de
armadura, y que tuviesen espadas; pero sólo se consintió usar lanza al rey y al infante D. Fernando, sin duda en razón a su categoría
de presunto heredero de la corona, o acaso para igualar los dos bandos.

(...)

Aceptadas estas condiciones por los de la liga, salieron de Medina y acamparon en la comarca de Toro, para estar más cerca del rey,
sentando D. Enrique y D. Fadrique su campamento en Morales, aldea próxima a la plaza; el Infante D. Juan, D. Tello y Don Juan de la
Cerda en Siete Iglesias y todos los otros en San Román de Ornija, en cuya iglesia, de cuerpo presente, guardó también ceremonia el
asendereado cuerpo del altivo Alburquerque; y llegado el día de las vistas, acudieron las dos partes a Tejadillo, en impresionante pie de
igualdad por estar Tejadillo equidistante de Toro y de Morales, ser igual al número de los parlamentarios y no haber la menor diferencia
en la clase de armas que consigo llevaban.

(...)

Habló por éste Gutier Fernández de Toledo, mesurado en la expresión, valiente en cuanto a los derechos de la corona, conciliador en
lo demás y celoso por los intereses del reino, y terminado su discurso, dijo al rey si era aquello lo que le había mandado decir,
contestando el rey, que sí. Este discurso desenmascaró a los contrarios, pues anteponiéndose a su manifestación les hizo ver que D.
Pedro conocía bien el motivo de su rebeldía, ya que, aunque ponían por delante el hecho de la reina D.a Blanca (...) Díjoles también
que siempre fué derecho de los reyes elegir sus privados, pero que él tenía voluntad de honrar a todos, y que si hubiese en el reino o
en su casa oficios que a ellos perteneciesen, que se los daría y que les haría otras muchas mercedes. Les rogó que despidiesen sus
gentes allí reunidas, por los daños que ocasionaban y no parecer bien que estuviesen en aquella actitud cerca de su persona, y
terminó añadiendo que enviaría por D.a Blanca y que la traería como a su mujer, honrándola según debía.

(...)
En nombre de la liga habló el padre del cronista, disculpando ante todo a sus amigos por ir armados a su presencia en uso del permiso
que les había dado, aunque reconociéndolo todos por rey y señor natural; afirmó, en contra de lo dicho por Gutier respecto a D.a
Blanca, que verdaderamente su intención era pedir que ésta fuera honrada y traída con él; culpó a D.a María de Padilla y a sus
parientes de haberle aconsejado el traslado de aquélla a Toledo, defendiendo a los que allí se pusieran al servicio de la misma, y
repitió las peticiones ya hechas anteriormente, concluyendo su discurso con una proposición que agradó a D. Pedro por lo bien que se
ajustaba a su plan antes dicho, de ganar tiempo, y fué que designase cuatro caballeros, que con otros cuatro de la liga, conviniesen en
lo que debía hacerse por su servicio, seguridad de los caballeros y pro del reino. Ofreció hacer la designación, y terminaron las vistas,
besándole todos las manos. Él se marchó a Toro y los de la liga volvieron a sus campamentos.

(...)

Pasados días, como viesen los últimos que el rey no daba señales de cumplir lo convenido y que, por el contrario, traía con algunos las
hablas referidas, siéndoles ya imposible continuar allí por escasear las subsistencias, acordaron ir todos para Zamora, que era tierra
rica y bien guardada; y en recio contraste desfilaron por delante de Toro, con el cuerpo de Alburquerque en andas, cubiertas de ricos
paños, en número de cinco mil de a caballo y mucha gente de a pie, en tanto que D. Pedro sólo contaba con ochocientos hombres.
Desde fuera de las murallas pudo éste presenciar el paso del ejército enemigo, y tal vez temiendo el peligro que podría correr D.a
María de Padilla, marchó también, el mismo día, para Ureña, donde hemos dicho la había dejado. Y entonces se dio el caso inaudito,
colmo de las defecciones, de que la reina madre, a media noche, contra toda ley divina y humana, enviase cartas a los rebeldes, que
pernoctaban en un pueblo del camino, enterándolos de la ausencia de su hijo, llamándolos y ofreciéndoles acogerlos en aquella plaza.
Con la natural satisfacción Volvieron ellos a levantar sus reales y el alba del nuevo día los vio entrar en Toro, a donde acudieron
también a su llamamiento D.a Leonor de Aragón, la mujer de D. Enrique, y la viuda del insepulto Juan Alfonso.

La reina madre selló el pacto con los hijos de aquella odiada rival, que hiciera su víctima en Talavera de la Reina, regalando a D.
Enrique la villa de Palenzuela, que fuera de D.a Leonor, por donación del rey Alfonso y que ahora era suya por bondad de su hijo.

(...)

Llegado este momento trágico cambió ya el temperamento de la liga y desaparecieron aquellos aparentes respetos con que, en medio
de violencias, era tratado el rey. Todos los conjurados «en acuerdo é consejo é mandamiento de la reyna Da Maria madre del Rey, é de
la Reyna Da Leonor de Aragón enviaron sus cartas al Rey, que fuese la su merced de venir para Toro, é que alli se ordenarían todas
las cosas que cumplían a su servicio». Llevaron estas cartas a Ureña los caballeros D. Juan Rodríguez de Sandoval y Juan González
de Bazán quienes, también de palabra, intimaron a D. Pedro «las razones que las reinas D.a Maria, é D.a Leonor, é los Señores que
eran en Toro le facian saber». El conflicto había llegado de este modo al principio del fin.

(...)

Pero una inspiración caballeresca del más pundonoroso de sus amigos de entonces salvó la situación. Fué éste Fernández de
Henestrosa que, aun cuando otros opinaban en contra, él aconsejó al monarca que fuese para Toro y que allí se arreglase con aquella
gente, y que ni por él ni por D. Diego García-que seguramente eran los más odiados por sus perseguidores—pusiese en aventura su
reino, ya que estando entre ellos el infante D. Fernando, que era heredero en Castilla, fácilmente podría ser tomado por rey (.... ) el rey
decidió ir para Toro al otro día, como lo hizo, acompañándolo únicamente el hidalgo caballero, su canciller Fernán Sánchez de
Valladolid y su tesorero Samuel Leví, además de algunos oficiales y hasta cien hombres de muías que no pudieron entrar con él en la
plaza. No expresa la crónica de Ayala que medidas de seguridad haya tomado antes respecto a la persona de D.a María de Padilla”

(18): Idem (4) SIC: pag 83 y ss.; Cap. I; IX:

PRISIÓN DEL REY EN TORO Y SU EVASIÓN


Para fijar de un modo aproximado la fecha memorable de la entrada y prisión del rey en Toro, nos han quedado tres documentos de
plena eficacia, fechados dos de ellos fuera de aquella plaza y fechado el otro dentro de la misma. Los primeros, mencionados por
Argote de Molina, presentan a D. Pedro sólo, demostrando corresponder al breve período en que abandonado por su madre, que
dejándolo en Tordesillas había ido para Toro, gobernaba por sí, sin limitación alguna. Son la carta escrita en 28 de Octubre de 1354 al
infante de Aragón, lugarteniente de aquel reino, que dejamos transcrita, y el privilegio que otorgó en 10 de Noviembre siguiente,
haciendo donación de Villafranca de Valcárcel a D. Juan Alfonso de Benavides. De ambos se deduce que la salida de De ambos se
deduce que la salida de Llerena (URUEÑA) no pudo tener lugar antes de la segunda quincena del mencionado Noviembre de 1354. El
tercer documento está fechado en Toro en 3 de Diciembre, y corresponde a los que en Toro le fueron impuestos por la Liga triunfadora,
conteniendo la donación de la villa de Guardo, su fortaleza y términos, a Juan Rodríguez de Cisneros y ordenando al adelantado mayor
Garci Fernández Manrique que respete esta merced.

Noticiosos los de Toro de la resolución de D. Pedro, salieron de la plaza a recibirlo y su encuentro determinó la escena más cómica que
imaginarse pudiera. Ofrecióse allí el rey en plena confianza a sus enemigos y mostráronse éstos hipócritamente respetuosos y hasta
serviles. El primero les dio la paz emocionado, besando a todos en la boca y ellos, arrodillados, besáronle la mano demandándole
perdón (....) así, entre las reinas viudas, D.a María y D.a Leonor, los infantes, los bastardos y otros muchos conjurados, entró en Toro el
desgraciado monarca y tras él se cerraron las puertas de la plaza sin que se permitiese el paso a más gente suya que a los
mencionados Fernández de Henestrosa, Fernán Sánchez y Samuel Leví, que con él desde aquel momento fueron considerados
prisioneros.

Cierto es que no lo pasaron bien los tres servidores del rey: a Fernán Sánchez le arrebataron los sellos y a Samuel Leví los tesoros,
poniendo al primero, con Fernández de Henestrosa, bajo la guarda del infante D. Fernando, y al segundo bajo la del bastardo D. Tello.
Y al triste monarca lo recluyeron en unas casas que allí poseía el Obispo de Zamora, dándole de Camarero mayor a otro de los
bastardos, a D. Fadrique, quien, para mayor vejación, confió su inmediata custodia al enemigo personal del prisionero (...) El triunfo
postumo de Alburquerque superaba a todos los cálculos, pero la ambición de sus aliados vino pronto a destruirlos, evitando que los
triunfadores gozasen mucho tiempo la satisfacción alcanzada (...) Cumpliendo la voluntad del tristemente célebre organizador de la
Liga, llevaron los conjurados a Espina el cuerpo de D. Juan Alfonso, de esta vez si que pudiera decirse en triunfo, celebrándose por él
en aquel monasterio grandes exequias, a las cuales asistieron su viuda y el que había sido su camarero mayor, Rui Díaz Cabeza de
Vaca, la reina Da. Leonor, el bastardo D. Tello, D. Juan de la Cerda y otros caballeros; y aun eso fué poco para el merecimiento
contraído.

Reducido el rey a la condición de pupilo, supo hacerse superior a las circunstancias, disimulando su justa cólera hasta el extremo de
firmar sin protesta cuanto sus opresores quisieron que firmase o dejando que ellos firmasen en su nombre cuantas cartas reales
tuvieron por conveniente, que muchas debieron ser, aunque ahora no se conozcan, toda vez que, uno de sus primeros acuerdos al
verse libre, fué revocarlas (...) Y nadie pensaba ya ni en el abandono en que se hallaba D.a Blanca de Borbón ni en las preferencias del
rey por Da María de Padilla «con quien a muchos decían estar aquel casado» (...) Pero tal estado de cosas no podía ser duradero,
porque Don Pedro, con habilidad sin igual, había sembrado entre ellos la cizaña, y como cada cual aspiraba en secreto a acrecentar su
personal fortuna, faltaba ya el estímulo de la finalidad común, y todos, unos a espaldas de los otros, adulaban al prisionero esperando
ser los más gananciosos. Aprovechando D. Pedro esta disposición de ánimo, no fué parco en promesas y así, cautelosamente, fué
preparando el día de su libertad, tal vez en reserva sólo para su madre y para los bastardos. Estos no podían admitir promesas porque
ya lo tenían todo en la mano.

Salía el rey a cazar cuando se lo consentían, aprovechando tan buena ocasión para ultimar cada uno sus tratos, pensando también los
tiranos, hacer así más llevadera la vida del cautivo; pero éste iba siempre vigilado, montado en una mula y seguido de cerca por mil
hombres cuya dirección corría por turno entre los principales enemigos (...) Quieren suponer algunos que fué D. Tello quien, en el
momento oportuno, facilitó la evasión al monarca; pero no es así. Ni éste, ni sus hermanos, ni su madre D.a María, habían hecho con
aquél trato alguno (...) Ayala calla la intervención que en este suceso tuvo D. Fernando de Castro, y sólo dice que el rey montó
temprano, para ir de caza una mañana que había mucha niebla, y cuando se vio lejos de la Villa, apretó el andar cuanto pudo y se
marchó camino de Segovia, yendo con él hasta doscientos de mulas y de caballo y D. Samuel Leví que ya andaba en libertad sobre
fianza por mucho dinero que había dado a D. Tello.

Pag 91 y ss: Cap. I; 10:

CAMPAÑA EMPRENDIDA POR D. PEDRO CONTRA LOS REBELDES NO SOMETIDOS AUN


A SU OBEDIENCIA

Fugado D. Pedro de Toro en la forma que hemos dicho, fué su primer cuidado ver a Da. María de Padilla en su segura
residencia, y así, en una sola carrera, aunque renovando dos veces las monturas, llegó a Tordesillas, donde comió ; y desde allí
marchó a Segovia que, alzada durante su cautiverio por la reina madre, no había admitido aún otra autoridad , llegando de noche a la
misma. Desde esta ciudad, en la que pasó breves días, escribió a diversas Villas y lugares participándoles lo sucedido y revocando las
cartas que en Toro se dieran en su nombre.

(19): JULIO SOMOZA

Gijón en la historia general de Asturias. Volumen II, Tiempos medievales.

Oviedo, 1908; Talleres de La Cruz

En esta interesante obra, Julio Somoza García Sala, expone la tesis de Jovellanos acerca de estos dos caballeros de Gijón: ALVAR
GONZÁLEZ MORÁN y GARCÍ MORÁN. Considerando al primero el padre del segundo y a ambos el tronco común del linaje Morán-
Lavandera (o Moran de Labandera). Siendo posible que Jovellanos mantenga este como el origen de los Moran-Lavandera al estar
emparentado con ellos.

.
En la página 653 de este Tomo II, Julio Somoza expresa que los únicamente astrurianos (entre los nobles destacados en el siglo XIV)
estaban los Morán y los Valdés. Sus palabras son las siguientes:
"Por genuniamente locales estimamos a Alvar González Morán y a Garcí Morán su hijo y al Señor de Beloño (en cenero), Arias
Gónzales de Valdés. Del primero supone Jovellanos que descienden las familias gijonesas de los Morán y Alvargonzález (Gijón en la
Edad Media; pag 25) (....) A Alvar González Morán (que seguía la causa de Don Pedro contra el conde de Gijón) debió el monarca la
conservación de Salamanca cuando los coligados quisieron ocuparla en 1354 (ibidem 26)".
En otros capítulos nos hablará de esos Morán y de Garcí Morán (alcaide del castillo de Montiel) que acompañó a Don Pedro en sus
últimas horas.
.

De cómo María de Padilla salva las vidas de Alvar Gónzalez Morán y de Alvar Pérez de Castro, trata un capítulo que nos narra López
de Ayala en su "Tercer Año", Cap XXIV.“Como Doña Maria de Padilla envió apercebir á Don Alvar Pérez de Castro , é á Alvar González
Moran que non fuesen al Rey”.
.

Muy interesante es también la obra de Ramón Ma. Alvargónzalez

ALVAR GÓNZALEZ MORÁN Y GARCÍ MORÁN; dos caballeros asturianos en las luchas nobiliarias castellanas del siglo
XIV (Boletin del Instituto de Estudios Asturianos, Nº 80) OVIEDO 1983

Donde el autor dice no reconocer que la familia Alvargónzalez tenga el origen en este caballero. Pese a ello, comenta cómo Jovellanos
afirmaba que los Morán de Lavandera procedían desde aquellos dos caballros de Don Pedro (quizás por estar emparentado Jovellanos
con estos Morán-Labandera). Sea como fuere, es sabido que este es el origen del apellido Gómez-Morán es este de los Morán-
Lavandera; que desciende de José Gómez Morán de Labandera, cuyos hijos pasaron a llamarse a comienzos del pasado siglo:
Gómez-Morán.

(20): Idem (4) SIC: Pag 288 y ss. CAPÍTULO III; VIII
DE SEVILLA A MONTIEL

“Y así, desbandados y ciegos llegaron a Montiel, acampando D. Pedro con muy poca gente en la villa o próximo a ella y esparciéndose
los demás por las aldeas inmediatas, «ca de ellos posaban dos leguas dende, e otros a una legua de Montiel» (...) No está muy claro
en la vulgar si D. Pedro en aquella noche, 13 de Marzo, acampó en el lugar o si se acogió al castillo, pero aclara esta duda la
abreviada refiriendo que, en llegando él a ojo de dicho castillo vino a él un mandadero del alcaide manifestándole que lo acogería en el
mismo, aunque lo tenía por el maestre de Santiago, y que el rey fué para allí, apoderándose de la fortaleza y de la villa, y que si bien el
castillo era pequeño, estuvieron dentro, él y todos los suyos. Esta entrada en la fortaleza la aprovecha el cronista para encuadrar la
última conseja de su desdichada leyenda, diciéndonos que al entrar D. Pedro en el castillo vio una piedra que estaba en la torre del
homenaje, que decía: «esta es la torre de la Estrella», considerándose entonces perdido porque muchas veces le habían pronosticado
grandes astrólogos que en la torre de la estrella había de morir. El alcaide del castillo, leal caballero, se decía Garci-Morán y era
asturiano.

Su buena (de Enrique) suerte quiso que ya próximo a Orgaz, se uniese a él Duguesclín, quede Francia Venía con las ofrecidas lanzas,
habiendo atravesado Aragón sin dificultad alguna, y con tal refuerzo continuó hasta alcanzar al rey en el mismo campo de Montiel. Ni la
oscuridad de la noche lo contuvo, que su gente, siempre sobre aviso, ponía fuegos por la tierra para Ver mejor el camino (...)
Sobresaltados los del castillo con tales luminarias, que se distinguían hasta dos leguas, advirtieron al rey del suceso; mas una fatalidad
invencible perseguía a éste. Suponiendo que las fogatas fuesen obra de las fuerzas de los traidores Muñiz y Mejía, no dio a esos
providenciales avisos significación alguna, y tranquilo y confiado pasó la noche sin otra precaución, más que la de enviar sus cartas a
todas sus gentes para que se juntasen con él al rayar el alba. Y hasta esa previsión fué ineficaz, porque los portadores de las cartas,
después de largo caminar, sólo pudieron, sin llenar su cometido, confirmar la presencia del enemigo y correr desolados a comunicar a
D. Pedro la sorprendente realidad, cuando no había ya tiempo ni forma para dominarla.

(…) llegando Duguesclín, que había quedado atrás, perdiendo tiempo en atravesar un paso difícil, la derrota fué completa y arrastrado
por los fugitivos, tuvo que meterse al fin, con algunos caballeros de su séquito en el castillo seguido de cerca por el Vegue de Vilaines
que corrió tras él hasta la barrera (...) Así es que, no bien se había alzado el rastrillo de la fortaleza, ya toda salida de allí se hacía
imposible (...) Y, sin embargo, aún pensó el desgraciado monarca en salir, en la confianza de que si lograba hacerlo y entraba en
Toledo todavía haría salir del reino a D. Enrique”.

Pag 290 y ss. Cap. III, IX:


MONTIEL

“Encerrado D. Pedro por su mal en el castillo de Montiel, donde la noche anterior había descansado con tanta confianza, pensó
astutamente D. Enrique acabar con él, cercándolo, de manera que toda salida fuese imposible. La configuración del terreno favorecía
extraordinariamente su proyecto, porque aquella fortaleza asentaba en lo alto de un cerro de forma cónica, de unos 80 metros de
altura, y abriendo en la base circular del cerro anchas trincheras reforzadas con tapias de piedra seca, que el mismo cerro le ofrecía
abundantemente, ni un pájaro podría evadirse sin ser visto y cazado (...) En Vano intentó el alcaide, Garcí Moran, engañar a los
sitiadores, haciendo descender hasta la tapia un heraldo que les hiciese creer que D. Pedro no estaba allí y ofreciéndoles rendir la
plaza si éste no la socorría en el término de un mes. El mensaje fué recibido con burlas, y el mensajero llevó la repuesta de que antes
del mes, el castillo y D. Pedro estarían en poder de D. Enrique, puesto que lo habían reconocido cuando allí se refugiara

(…) aún así, con tan estrecha prisión y faltos de todo auxilio, pudieron los sitiados resistir Valerosos durante varios días, oyendo los
denuestos de aquella gentuza que se acercaba de noche a las barreras para hacer mofa del infeliz monarca. Era éste un hábil tirador
de ballesta y no cesó de hacer buenos tiros sobre los insultadores, disparando sobre ellos al tino de la palabra, consiguiendo herir a
muchos (...) perdida ya toda esperanza de salvación, no fué la voz conmovida de Men Rodríguez de Sanabria, la que se dejó oir para
proponer al monarca una fantástica fuga, sino la voz traidora de Beltrán Duguesclín que motu proprio buscó modo de hablarle,
pidiéndole grandes concesiones a cambio de ponerlo en salvo en el reino de Granada (...) queda, como verdad demostrada, que
viéndose perdido el rey concertó a Men Rodríguez, camarada en otros tiempos de Duguesclín, que hablando con él, desde el castillo,
le pidiese una entrevista secreta. Hízolo así el'fiel castellano, y en el silencio de la noche conversaron ambos, proponiendo Men
Rodríguez al francés librar a D. Pedro de aquel encierro, dejándolo salvo y seguro, haciéndose él de su partida y recibiendo engaje las
villas de Soria, Almazán, Atienza, Monteagudo, Deza y Serón por juro de heredad, más 200.000 doblas de oro castellanas.
Ofreció, en efecto, D. Enrique al aventurero francés, darle las mismas villas y dinero que D. Pedro le prometía, a cambio de que lo
hiciese ir engañado a su posada, fingiendo que lo pondría en salvo como él deseaba, y que en cuanto el confiado rey estuviese en
aquélla, se le diese aviso. Fué tan infame esta combinación, que hasta el mismo Duguesclín, al parecer, se resistió a entrar en ella
(....) Hizo creer Duguesclín a Men Rodríguez su conformidad en lo propuesto, y para engañarlo mejor, y engañar al rey, le garantizó
que pondría a éste en salvo y que algunos de sus deudos, interesados ya en ello, hicieran entre sí grandes juramentos (...) Túvose por
seguro D. Pedro, y en una noche triste, Vestido con . una armadura de hojas, montado en su caballo y acompañado de D. Fernando de
Castro, Diego González de Oviedo, Men Rodríguez de Sanabria y pocos más, cuyos nombres nos son desconocidos, aventuróse a
salir de la fortaleza y fuese para la posada del francés.

Descabalgó en llegando allí, y a poco, impaciente ya, dijo a Duguesclín: «caValgad, que ya es tiempo que Vayamos», mas nadie le
respondió, porque se esperaba la Venida de D. Enrique, a quien habían pasado el aviso convenido. Comprendió el rey la traición y
quiso montar de nuevo, pero fuéle imposible, porque uno de los que allí estaban trabó de él, diciéndole: «esperad un poco» y no lo
dejó partir (...) D. Enrique en tanto habíase armado de todas sus armas, sin olvidar el bacinete en la cabeza, e impaciente a su vez,
esperaba el aviso, y tan luego supo de la presencia del rey en la posada, fuese a ella, dudando al entrar cuál de los que allí estaban
sería su hermano, que tiempo hacía que no lo había visto y no lo conocía. Uno de los cómplices de Duguesclín díjole entonces: «catad
que este es vuestro enemigo» y cómo aún dudase D. Enrique, exclamó aquél valientemente y por dos veces: «yo só, yo só».

Hiriólo don Enrique en el rostro con una daga y no tuvo D. Pedro otra defensa que abrazarse a él, cayendo ambos en tierra, donde con
otras heridas sucumbió y quedó la traición consumada. La realidad es ésta: al exponerla Ayala pinta en tonos magistrales la perfidia del
bastardo, la doblez de Duguesclín, la villanía de los secuaces de éste y de todo cuanto hace falta para que el lector conozca la
horripilante escena. ¿Qué hubo más? Seguramente que sí, pero de lo referido no puede borrarse la más mínima parte.

En las notas que Llaguno pone a este capítulo de la crónica, dice que un autor catalán, que fué de aquel tiempo y no se dice su
nombre, añade después de referir lo mismo que el cronista, que Oliver de Manny fué quien guió al rey hasta la tienda de su primo, que
cuando D. Pedro vio que lo guiaban por aquel camino, se tuvo por muerto, y que en la tienda, cuando abrazados los dos hermanos
cayeron al suelo, quedó debajo D. Enrique, el cuál hubiese perdido la vida si D. Pedro tuviera una arma con que poderlo ejecutar. Que
entonces el vizconde de Rocaberti dio un golpe de daga a D. Pedro, trastornándolo de la otra parte, y que, finalmente, D. Enrique
estuvo sobre él y lo mató, y le cortó la cabeza con sus manos y echáronla a la calle y pusieron el cuerpo en el castillo sobre las
almenas, entre dos tablas.

Pedro IV en su crónica. Esta dice lo siguiente (...) al verlo el rey D. Pedro, hizo ademán de defenderse, pero al cabo los que estaban
con el rey D. Enrique le dieron muerte, y luego le cortaron la cabeza, la cual dicho D. Enrique hizo llevar a Sevilla». Del último detalle
hay pruebas contrarias, porque la cabeza, o sea su mísero despojo, se conserva en el mismo sarcófago que encierra los otros restos
de aquel desventurado rey

De los trabajos que los historiadores portugueses dedicaron a describir la escena de Montiel, es seguramente el más importante el del
cronista Fernando Lopes (...) escribiendo en sus libros, que viéndose D. Pedro en poder de su hermano y cómo era traicionado, se
lanzó a él fieramente, diciendo: «Oh traidor, aquí estás tú», y como hombre de gran corazón quísole dar con una daga que le habían
quitado, y como no la halló le echó los brazos y dio con él en tierra; mas entonces, Fernán Sánchez de Tohar, que era uno de los
caballeros que D. Enrique llevaba consigo, arrancó de encima a D. Pedro y volteó sobre él a D. Enrique; y de esta manera fué muerto
el rey que, a no ser así, si los dejan solos, créese que D. Pedro matara a su hermano».

Dos traidores resultan por estos relatos causantes, con D. Enrique, de la infame muerte dada a D. Pedro: uno Duguesclín, cuyas
bellaquerías oscurecen totalmente la gloria que, como feliz caudillo, pudo ganar en su patria. Otro, el vizconde de Rocaberti, que
prestando ayuda a D. Enrique en aquel solemne momento en que ambos hermanos luchaban a brazo partido, aunque armado D.
Enrique y desarmado D. Pedro, agravió a éste poniéndolo debajo del primero”.

(21): PEDRO I de Castilla (Wikipedia), SIC:


El Justiciero o el Cruel. Trascendencia en la literatura y las artes: El reinado de Pedro fue fructífero para las artes y las letras. Por
orden suya se erigió el palacio mudéjar que lleva su nombre sobre los restos del Alcázar de Sevilla, palacio de los antiguos reyes
musumanes (...) También dejó recuerdo en Carmona, donde mandó erigir el imponente Alcázar de Arriba, hoy en ruinas, sobre los
cimientos de una antigua fortaleza musulmana, y lo dotó con estancias similares a las del Alcázar de Sevilla. De él hizo una de sus
residencias favoritas (...) Igualmente ordenó la fortificación del llamado Áccázar de la Reina, cerca de la Puerta de Córdoba en
Carmona, luego demolido por orden de los Reyes Católicos (...) En Toledo y en otras muchas partes los judíos defendieron con
decisión la causa del rey don Pedro. Este los protegió sin vacilar y trabó amistad con varios de ellos (...) Los cronistas contemporáneos
de Pedro lo calificaron de el Cruel; pero en los siglos XVII y XVIII aparecieron defensores, e incluso apologistas, que lo apellidaron el
Justiciero (...) La tradición popular ha visto en este monarca un rey justiciero, enemigo de los grandes y defensor de los pequeños; hay
motivos históricos para ello, pues, en efecto, mandó que se elaborase el BECERRO DE BEHETRÍAS DE CASTILLA (1352) que
consignaba los derechos de algunos súbditos a elegir su señor contra las pretensiones de la nobleza en las Cortes de Valladolid, de
1351, de que se sustituyeran por señoríos solariegos. Además, el pueblo recelaba de la nobleza, por lo que las venganzas del
monarca, que recaían por lo general en aquella clase, a menudo fueron percibidas como legítimos actos de justicia (...) Es importante
recordar que su fama de cruel es consecuencia de cuanto expresa PEDRO LÓPEZ DE AYALA en su CRÓNICA DE LOS REYES DE
CASTILLA, escrita durante el reinado de su enemigo y sucesor, su medio hermano Enrique II, a cuyo servicio trabajaba este canciller.
En siglos posteriores, sin embargo, su figura fue reivindicada por sus descendientes en la realeza y la nobleza (...) En el siglo XIX se
revitaliza la historia del rey don Pedro gracias al Romanticismo y su retorno a la temática medieval (...) La opinión actual, generalizada
entre los historiadores, es que Pedro I de Castilla no fue más ni menos cruel que sus coetáneos. Tal vez el mejor romance sobre don
Pedro es "A los pies de don Enrique", porque equilibra a ambos contendientes en el duelo: Riñeron los dos hermanos / y de tal suerte
riñeron / que fuera Caín el vivo / a no haberlo sido el muerto"

(22): IDEM (16) , ÍNDICE de las Crónicas de López de Ayala:

AÑO QUARTO.

V: Como el Rey Partió de Torrijos para ir á Valladolid para facer sus bodas: é como dexó á Doña Maria de Padilla en Montalvan.

VI: Como el Rey oviera de pelear con el Conde Don Enrique en Cigales ; é como vinieron el Conde é Don Tello á la su merced

VII: Como fizo el Conde Don Enrique quando sopo en Cigales que venia el Rey.

XI. Como el Rey Don Pedro fizo bodas en Valladolid con la Reyna Doña Blanca de Borbon.

XXII: Como el Rey partió de Valladolid é fue a Olmedo , é como vino y Doña María de Padilla : é de las pleytesias que traía Don Juan
Alfonso de Alburquerque con el Rey.

AÑO QUINTO

XXVIII. Como el Maestre Don Fadrique , que estaba en Toledo , vino para Medina del Campo , dó estaban los otros Señores.

XXIX. Como estos Señores que estaban en Medina enviaron sus Mensageros al Rey : é de la pelea que fué en Toro entre algunos
Caballeros.

XXXIII. Como los Infantes de Aragón Don Ferrando é Don Juan , é el Conde Don Enrique , é los otros Señores pasaron delante de la
villa de Toro , donde el Rey estaba : é como el Rey partió de Toro , é la Reyna Doña María su madre envió por los Señores , é los
acogió en Toro.

XXXVII Como levaron el cuerpo de Don Juan Alfonso á entemr á el Monesterio del Espina.
XXXVIII. Como el Rey se partió de Toro , é se fue para Segovia.

XXXIX. Como el Rey envío demandar a los que estaban en Toro , que le enviasen sus sellos é la Chancilleria que dejara y.

AÑO SEXTO

XII. Cómo el rey fiel para Todo, do estaba la rayna Da.Maria su madre , é el Conde Don Enrique y D. Fadrique, su hermano.

XIII. Como el Rey partió de Morales , é fue para Valderas , é la fizo combatir , é non la pudo tomar : é como tornó otra vegada , é la
tomó: é como combatió á Rueda.

XVII. Como el Rey partió de Morales , é puso su Real en las huertas de Toro.

XX. Como fué tomada la torre de la puente de Toro por las compañas del Rey.

AÑO SÉPTIMO

I. Como algunos vecinos de Toro traian fabla con el Rey Don Pedro de le dar la villa de Toro : é como el Maestre Don Fadrique se vino
á la su merced.

II. Como el Rey entró en Toro , é mató algunos Caballeros , é prisó la Condesa Doña Juana , é lo que y acaesció.

III. Como el Rey Don Pedro cercó la villa de Palenzuela, é lo que se ordenó alli.

IV. Como el Rey después que tomó á Palenzuela fué á Oterdesillas , é del torneo que se fizo alli.

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