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L 23 DE ENERO
Alfredo Gosen M, M o rella Barreto,

)vera De-Sola, M a n u e l López, Roberto Briceño León,

_
Caracas
FUNDARTE/ Alcaldía del Municipio Libertador
1990
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Donación ,
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para ¿a Sibüoteca N acu^l.
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El 23 de Enero

Colección Rescate
Serie "Caracas toma Caracas" N ° 4

D ia gram ació n y p o rta d a : Edwin Martínez

Fotos: Vladimir Sersa

Im presión: Imprenta M unicipal

ISBN 980-253-008-5

FUNDARTE

Av. Lecuna. Parque Central


Ed. Tajamar, PH.
FOTOS

1) Entrada ha cia la c a p illa de El C a lv a rio . (Foto: V la d im ir Sersa)

2) El A rco d e la Federación. (Foto: V. Sersa)

3) Tres in s titu c io n e s castrenses distintas fu n c io n a ro n en este e d ific io . Fue con struido para

sede d e la Escuela M ilita r. M ás tarde fu e el M in is te rio d e la Defensa. En la a c tu a lid a d

a llí fu n c io n a el M useo H istórico M ilita r de las Fuerzas A rm adas. (Foto: V. Sersa)

4) O b s e rv a to rio C a jig a l. (Foto: V. Sersa)

5) C a p illa d e El C a lv a rio . (Foto: V. Sersa)

6) El progre so ha c a m b ia d o la zona. Jun to a las vie ja s casas de l lu g a r se ve la construcción

de l "M e tro d e C ara cas", in a u g u ra d o en 1983. (Foto: V. Sersa)

7) Los blo q u e s d e l 23 de Enero y a q u e llo qu e lo circ u n d a : los ranchos tra nsform ad os

en v iv ie n d a s construidas po r sus p ropios ha bitantes. (Foto: V. Sersa)

8) U na de las fa c h a d a s de "S a n ta In é s ", la casa que se hizo con struir e l P residente

Jo a q u ín C respo en la e n tra d a h a cia el 23 de Enero. (Foto: V. Sersa)

9) C arlos G a rd e l, c é le b re a rtista d e l ta n g o , lle g ó a C aracas en 1935 a través

de la esta ción de "C a ñ o A m a r illo " . Este c o n ju n to e scu ltó rico de la artista

M a riso l Escobar hace m e m o ria d e su paso po r C aracas y el a m o r de los caraqueños

po r el tan go. (Foto: V. Sersa)

10) Ruinas d e la estación de trenes de "C a ñ o A m a r illo " . (Foto: V. Sersa)

11) Una vista desde la A v e n id a Sucre. Se observa to d a la zona de C año A m a rillo . (Foto: V. Sersa)

12) U n id a d " 2 de D ic ie m b re " d u ra n te la construcción de los p rim e ro s bloq ues.

A la caída d e Pérez J im é n e z la zona pasó a lla m a rse "2 3 de E nero".

13) C onstrucción "C e rro Pilote»". Lomas de U rdaneta.

14) C erro P iloto. A rtiga s.

15) Entrada a l "M u s e o H istórico M ilita r " . (Foto: V. Sersa)


EL 23 DE ENERO

Alfredo Gosen M

AAorella Barreto
R. J. Lovera De Sola
Manuel López
Roberto Briceño León
Giovanna Mérola
M aria Laura Lombardi
Octavio Montiel
Orlando Hernández y
M aría Fernanda Madriz
PRESENTACION

El volumen que estamos presentando forma parte


de la serie “ Caracas toma Caracas” cuya
publicación inició nuestro fondo editorial en 1985
al poner a circular El Silencio y sus alrededores. A
éste siguieron, en 1986, El Valle y sus cercanías y
Alfredo Gosen en el año que corre La Pastora: cien años y San
Presidente de FUNDARTE Bernardino: una urbanización al pie del Avila. En
las obras citadas, y en las que vendrán después, el
equipo editorial de FUNDARTE se ha propuesto el
tesonero esfuerzo por contar otra vez, en lenguaje
sencillo, asequible a todos, la historia de nuestra
ciudad haciéndolo de tal manera que enlacemos el
pasado, en lo que tiene de vivo, con el presente, en
lo que tiene de desafío.

Así en estos tomos encontrarán los caraqueños de


hoy un doble espejo en el cual mirarse: lo antes
sucedido en cuanto tiene de estimulante, el
presente y sus retos. Estas mismas ideas son las
que ahora vienen a nuestra pluma en el momento
de ofrecer este estudio sobre ese singular sector
de nuestra urbe que es el 23 de Enero, zona por
cuyo desarrollo cultural siempre ha sentido
especial predilección nuestra fundación. En ella
laborarán varios de los talleres que conduce
nuestra “ Dirección de Producción” , en ella está
ubicado el “Teatro Cristo Rey” , dentro del cual
hemos realizado constante actividad a lo largo de
los tres lustros que lleva funcionando FUNDARTE. A
ese interés se suma hoy este libro. En las páginas
de El 23 de Enero, cualquiera de sus habitantes
encontrará una imagen, bastante nítida y precisa,
de la significación de esta zona en el desarrollo de
la Caracas de nuestros días.

Es la misma razón antes invocada que nos


alegramos en poder ofrecer este libro a la
comunidad del 23 de Enero, y a la ciudad toda, en
la ocasión de cum plir FUNDARTE este año tres
lustros de actividades, iniciadas el 7 de Octubre de
1975.

Caracas: Agosto 7 ,1 9 9 0 .
EL PASADO:

Cada vez que se ha escrito la historia de Caracas se ha


HISTORIA contado lo m aravilloso de su primaveral clima, la tran­
DE LA PA RR O Q UIA quilidad y caballerosidad de la ciudad, el coraje y urbani­
dad de sus hombres, y la dulzura y timidez de sus mujeres
“23 DE ENERO” educadas al estilo europeo. Abundan las descripciones ro­
mánticas de la Caracas "graciosa y g e n til" del siglo XIX, y
Por: M o re lla B arreto las añoranzas de una ciudad aparentemente humana, sin
las distorsiones que provoca el crecimiento urbano, en un
valle acostumbrado exclusivamente al sonido de sus
quebradas y las campanadas de la Catedral. Pareciera
que la historia de la ciudad, en su tranquilidad de cuatro
siglos, sólo hubiera transcurrido en las habitaciones de las
casonas coloniales del centro y los corredores de las ha­
ciendas que las bordeaban. Es la ciudad, en palabras de
M ariano Picón Salas, donde "m uchos venezolanos recla­
maban, en las horas del reparto, que eran descendientes
de proceres: que una prima suya casó con un ministro; y
que en su fa m ilia, a través de generaciones, todos tu­
vieron cargos en el g ob ie rno ".1
Pero además, para ser amplios y generosos, en las cró­
nicas de la "Caracas de siem pre" se describen los tipos
"pintorescos y folklóricos" del panadero, el aguador, el
velero, los campesinos canarios que frecuentemente ba­
jaban de Galipán a vender sus flores en una ciudad d e fi­
nida por la armonía de la convivencia humana. Hay más.
Esas manifestaciones musicales, un tanto "sa lvaje s" de
los negros que han ido invadiendo el alm a de todos los
venezolanos, y no sólo la de sus descendientes más direc­
tos.
Pero, esta ciudad tranquila y placentera, hizo crisis en un
momento del siglo XX. Fue a raíz de lo que Ortega y Gas-
set, refiriéndose a otros problemas, llamara " la rebelión
de las masas", cuando la muchedumbre, como tal, pose­
sionada de los locales y utensilios creados por la civiliza­
ció n ",2 se instaló precisamente en los lugares mejores, re­
servados antes a la minoría.
¿Cuándo comenzó la crisis? y ¿qué causa le dio origen?
Todos están de acuerdo en señalar que ese oro negro,
tan laboriosa y pacientemente trabajado por la naturale­
za en el subsuelo, es el culpable. Junto a una emigración
espontánea del país rural al urbano que nacía, desde las
altas esferas del poder se estimuló a su vez una inm igra­
ción para mezclar al natural con esa mano de obra "tra ­
bajadora" formada en los mejores talleres de la revolu­
ción industrial.Así, Caracas fue invadida por las masas, la
muchedumbre, el gentío, el pueblo, en fin.

1. M a ria n o Picón Salas. ' Caracas, a llí esta! ... en E lite , Caracas, 31
de agosto de 1957, N °\1666.
2. José O rtega y Gassef. La r e b e lió n d e las M a sas. Barcelona,
A lia nza Editorial, 1983 p. 41.

4
No es posible nom brar a todas las urbanizaciones
barrios, avenidas, autopistas, calles, puentes, viaductos,
túneles, bloques y casast que se han fabricado en sólc
cuarenta años. La ciudad se convirtió en un enorme
monstruo casi intransitable, pero aún habitable porque
nos gusta vivir en él. Se dirá que es porque nacimos aquí
y es nuestro espacio, pero también porque en alguna me­
dida todos somos creadores y creación de ella. En térm i­
nos de m entalidad somos la ciudad y la ciudad es lo que
nosotros hemos hecho de ella. El caraqueño de hoy es una
mezcla de añoranza de una Caracas desaparecida y sólo
en el recuerdo de los más viejos; de una ciudad cosmopo­
lita altam ente expresada en su actividad nocturna~y co­
mercial; un mosaico de cultiras regionales y extranjeras
qué conviven armoniosamente y en un aprendizaje per­
manente de sus valores morales; una "subcultura" naci­
da en los barrios que se expresa a través de su música y
que se impone al venezolano de hoy como su verdadera
y genuino expresión cultural.

Esta es la Caracas de hoy, m»y distante del país de hoy,


y la que se impone historiar. HBtoria que, describiendo el
proceso transcurrido desde su fjndacíón hasta el presen­
te, permita al caraqueño conocer el pasado de un espacio
que él habita, y que sólo en la nedida que lo dom ine, la
ciudad le será menos inhóspita,/ más placentera su exis­
tencia.

Esa historia no puede realzarse en térm inos de


Caracas, "la ciudad que se nos:u e", ni de Caracas "la
ciudad que no vu e lve ", porque ello sólo complace la
m entalidad de que "tod o lo pasato fue m ejor". Tampoco
debe realizarse en términos anodhos de la trayectoria de
una ciudad, con sus estampas, tipis folklóricos y alaban­
zas de sucesos y personajes que fciim e nte son desmoro­
n a re s en la acuciosidad histórica Siguiendo el espíritu
del transcurrir del tiem po en un epacio demarcado por
el valle del río Guaíre, genuinameite expresado en La
Ciudad de los Techos Rojos de Enrque Bernardo Núñez,
posiblemente la m ejor y más hemosamente historia
escrita de Caracas, y la bellísima noela de El Libro de
Caracas de G uillerm o Meneses, dode siguiendo el hilo
histórico de personajes, sucesos, lugass e ideas, se cuen­
ta la vida de la ciudad hasta hoy.
Es verdad, " la historia de la fo rm d ón de la ciudad
puede leerse en los nombres de sus alies y esquinas",
como acotaba el cronista,3 pero ella seo cuenta la histo­
ria de veinticuatro manzanas. La Caraca de hoy está muy
lejos de ser esa. Ha habido un nuevo corto transcurrir,
con ¡deas e ideologías, personajes y pesoneros, que re­
velan la m entalidad del caraqueño dehoy. Esta nueva
historia debe abordarse en términos de antar y explicar,

3. Enrique B ernardo N úñez. La C iu d a d d e los Tthos R ojos. C ara­


cas, Tipografía Vargas, 1947, libro I, p. 2.

ó
en sus manifestaciones más profundas, como la ciudad
ha llegado a ser la que es hoy, porque, en definitiva, no­
sotros somos sus descendientes y herederos más directos.

BALANCE El proceso urbanístico de Caracas, tantas veces relatado


DE U N A DECAD A Por cron'stas y caraqueños que han visto la ciudad tradi­
cional desaparecer, además del sudeste del valle, como
epicentro del crecim iento, ha tenido otros lugares que
también han sido presa de la voracidad de los constructo­
res. Hacia el noreste se construyeron, a partir de la déca­
da de 1930, las urbanizaciones de clase media como La
Florida, Los Caobos, Altam ira, Los Palos Grandes y las De­
licias de Sabana Grande; hacia el sur, después de 1950,
Los Chaguaramos, Santa Mónica, Las Mercedes y Bello
Monte; tím idam ente el Banco Obrero se encargó de la
fabricación de viviendas para los más pobres, ya que des­
de la construcción de San Agustín, a finales de los años
1920, y de Propatria en los '40, la clase trabajacíora cara­
queña empezó a contar con viviendas asequibles a sus re­
cursos económicos.
Fue a partir de la bonanza económica que vivió Vene­
zuela, después de term inada la Segunda Guerra M undial,
y de la ideología polítíca del Estado de "El Nuevo Ideal
N acional", cuando se invirtió una gran masa de capital
en la construcción de una infraestructura urbana y vial a
lo largo de todo el país. Caracas, por ser la capital, fue la
ciudad más beneficiada de los planes urbanísticos del Es­
tado.
Es impresionante la cantidad de obras que se realizaron
en la década perezjimenista. Se pueden citar la autopista
Caracas-La Guaira, la autopista del Este, la avenida Urda-
neta, avenida Guzmán Blanco, avenida Andrés Bello,
avenida Sucre, el viaducto Nueva República y el em pal­
me de las avenidas Urdaneta y Sucre, la Ciudad Universi­
taria comenzada en los años de M edina Angarita, quien
había comprado la Hacienda Ibarra en 1943 para sede de
la universidad, el Hotel Tamanaco, el Círculo de las Fuer­
zas Armadas, el sistema, vial y monumental de La Na­
cionalidad, el teleférico del Avila, la carretera Paname­
ricana, la Casa Sindical de El Paraíso, la Concha Acústica
de Bello Monte, y el sinfín de urbanizaciones de bloques
destinadas a los más pobres.4
Las memorias gubernamentales del dictador recogen la
lista de las zonas beneficiadas en las construcciones de
las urbanizaciones de bloques. Las primeras fueron
"Pedro C am ejo" y "C iudad Tablitas" en 1952. Les si­

4. V ene zuela b a jo el N uevo Ideal N a cio n a l: 2 de d icie m b re de 1954


a l 19 de a b ril de 1956. R ealizaciones durante el tercer año del g o ­
b ierno del G en era l M arcos Pérez Jim énez. Caracas, Im prenta N a­
c iona l, 1956, pp. 215-258.
guieron posteriormente las urbanizaciones "Carlos Delga­
do Chalbaud", en Coche, Cotiza y Diego de Losada en San
José, Simón Rodríguez en Sarria, El Paraíso y Francisco de
Miranda, Urdaneta, Lomas de Urdaneta, Lomas de Pro­
patria, Altos de Cútira, El Atlántico y Dos de Diciembre, lla­
mada posteriormente por el pueblo caraqueño como el
"23 de Enero", en Catia. También se construyeron en La
Vega y Quinta Crespo, urbanizaciones de bloques en la
misma techa. V
Fueron varios los factores que se aunaron en la transfor­
mación urbanística y paisajista de la ciudad y el país, por­
que es necesario destacar que en todo el territorio na­
cional fueron trazadas infinidad de carreteras que convir­
tieron al país en un inmenso tablero de juego de damas.
La unidad territorial, comenzada por Juan Vicente Gómez
treinta años atrás, fue profundizada por la dictadura de
Marcos Pérez Jiménez.
Por una parte, el flujo de capital de inversiones extran­
jeras a Venezuela, en un país de absoluta tranquilidad
política, garantizada por una dictadura que se había en­
cargado de silenciar cualquier oposición y protesta popu­
lar; en segundo lugar, la bonanza fiscal del Estado, pro­
ducto de los impuestos y regalías a las compañías petrole­
ras extranjeras, posibilitaron la inversión de capital en
planes de desarrollo urbano del país; como tercer factor,
la concentración humana en las ciudades, particularmen­
te Caracas, obligaba al Estado a resolver un problema de
viviendas que se hacía cada vez más grave; y en cuarto
lugar, la utilización de una mano de obra dócil y necesita­
da de inmigrantes europeos, quienes habían llegado al
país huyendo de los destrozos en sus países de la Segun­
da Guerra Mundial; todo ello dio al gobierno perezjime-
nista las herramientas para la transformación urbanística
del país.

EL 23 DE ENERO El 23 de Enero fue el nombre dado por el pueblo cara­


queño, en los días de la caída de la dictadura, a la urbani­
zación de bloques construida en 1955 por el Banco Obre­
ro. Marcos Pérez Jiménez la había bautizado como urba­
nización "Dos de Diciembre" con el objeto de conmemo­
rar la legalización de su mandato después de las elec­
ciones fraudulentas del 2 de diciembre de 1952. Estas
elecciones las había ganado Jóvito Vi Ila Iba, a quien se le
exilió después de usurpársele el triunfo.
La construcción' de la urbanización form aba parte del
"Plan Nacional de V ivienda", proyecto dirigido y fomen­
tado desde el Banco Obrero, por Carlos Raúl Villanueva,
entre otros. La ¡dea era ofrecer viviendas confortables y
baratas a la clase obrera en diferentes lugares del país.
Villanueva dirigía el Taller de Arquitectura del Banco
Obrero, lugar donde se diseñaron gran parte de las
urbanizaciones de la época, con el apoyo y auxilio de un

8
grupo de arquitectos y estudiantes de arquitectura de It
Universidad Central de Venezuela.
Lo que se inauguró el 2 de diciembre de 1955 —Pére;
Jiménez siempre utilizaba la fecha para entregar al públi
co sus obras— fueron cuatro grupos de viviendas forma
das por 13 edificios de 15 pisos y 52 edificios de 4 pisos
cada uno que agrupaban un total de 2.366 apartamentos
Son los edificios ubicados en los sectores de La Cañada d¡
la Iglesia y de Monte Piedad.IfTodo el resto de bloques,
ubicados más hacia el oeste —El Mirador y Sierra Maes
tra— estaban terminados ya pero sin entregar en los día:
de la caída de la dictadura en 1958, y fueron invadidos ',
tomados por el pueblo caraqueño inm ediatam ente des
pués de la huida de la "Vaca Sagrada".
Los edificios fueron construidos en la intersección de
centro y oeste de la ciudad, frente al Palacio de M iraflo
res, al pie de la antigua sede del Ministerio de la Defensc
en La Planicie, hoy convertido en Museo Histórico Militar
con acceso por la avenida Sucre, Caño A m arillo y La Pía
nicie. El grupo de 13 edificios de 15 pisos consta de 1.95(
apartamentos y costó, en la fecha de construcción
28.558.051 bolívares, y el otro grupo de 52 edificios de k
pisos tiene 416 apartamentos y su valor fue de 4.462.791
bolívares.5
M ediante la publicidad gubernamental se ofrecieron
los apartamentos como "destinados preferentem ente o
las fam ilias que habitaban los ranchos insalubres que
existían en la zona en que fue edificada la Unidad Resi­
dencial, porque al personal desalojado de los ranchos de­
molidos se les están dando amplias facilidades para ad­
quirir en propiedad los apartam entos",6 y promocionados
como un "com pleto sistema vecinal con zona comercial,
kindergarten, parque infantil y casa cuna o guardería con
capacidad para sesenta niños, con el objeto de guardare
los hijos de las mujeres que trabajan fuera del hogar, los
cuales están bajo el control de personal técnicamente
adiestrado y diariamente son examinados por médicos
especialistas en puericultura y pediatría, a fin de controlar
posibles irregularidades que se presenten en su desarro­
llo ".7 En fin, la política del Estado era otorgar viviendas
salubres y cómodas a aquéllos' con dificultad de cons­
truirlas y carentes de ellas.
Pero el mayor grupo de edificios estaba desocupado er
el momento de la caída de la dictadura. Todo el sector
que corresponde a Sierra Maestra, El M irador y el famoso
bloque "Siete M acho" estaba deshabitado. Esos fueron
los bloques tomados por la gente en el mismo día 23 de
enero de 1958.

5. Ibidem , p. 240.
6. Banco Obrero. La V iv ie n d a P o p u la r en V e n e z u e la , Caracas,
M ia n g o la n a Hnos., 1956, p. 12.
7. Idem.

10
Las tomas fueron espectaculares. Cerca de dieciséis mil
personas tomaron por asalto los departamentos y los loca­
les comerciales y educativos del sector, originándose infi­
nidad de incidentes entre ellos. Los camiones con
muebles iban y venían y todos trataban de entrar, forzan­
do puertas y ventanas. El mismo día 23 las mudanzas más
apresuradas fueron realizadas por los propios vecinos de
superbloques que, conocedores de las tomas populares,
aprovecharon la oportunidad. Mientras se rompían las
cerraduras de los apartamentos, otras personas "inescru­
pulosas" se tomaron la tarea de vender llaves, y aquellos
que las compraron, en el m omento de su mudanza, se en­
contraron con que otras personas ya habían ocupado los
apartamentos. A los pocos días ya funcionaban tintore­
rías, quincallas, sastrerías, bodegas, panaderías, zapate­
rías y hasta carnicerías con cavas frigoríficas. Lo grave de
la situación lo constituyó la carencia de agua y luz en la
urbanización, o ^ ig a n d o a los penitentes habitantes a
suplirse de ellos a toda costa.
En la sede del Banco Obrero de El Silencio, en pasillos y
corredores, era un ir y venir de gente pidiendo y recla­
mando la solución a su problema habitacional. Se es­
cuchaba decir "sí, yo me anoté en El Paraíso", otros "n o ­
sotros también fuimos y nos anotaron los estudiantes",
■más allá otro que afirm aba que "a h í fue donde nos con­
vocaron y yo que ellos tenían las llaves". ¿Quiénes eran
esos estudiantes? Miembros de la Comisión de Relaciones
Sociales de la Universidad Central de Venezuela, d irig i­
dos por el "b a ch ille r Francisco José Ferrer", quien pasó a
la historia caraqueña como el estudiante que logró reunir
veinte mil solicitantes en el Estadio Nacional de El Pa­
raíso, tratando de tranquilizara una multitud desesperada
por viviendas y organizándole al Banco Obrero la lista de
los nuevos ocupantes.
El 24 de enero, según cuenta el mismo Ferrer, más de
dieciocho mil personas, con llaves y sin ellas, llenaron el
Estadio Nacional, y en "ochenta cuadernos y otros tantos
lápices para efectuar las anotaciones respectivas, en tres
horas, esos ochenta cuadernos se llenaron y me fueron
restituidas unas mil seiscientas llaves que —así como los
cuadernos— entregué a funcionarios del Banco Obrero,
según recibos que obran en mi poder. Ahí nos pudimos
enterar que por las llaves se habían pagado desde treinta
hasta quinientos bolívares; pero nada pudimos hacer ni
para restituir el dinero que muchos pagaron por las llaves,
ni para desalojara los aue se habían instalado".8
Sin embargo las tomas no cesaron y, todavía hoy, existe
más de un habitante del 23 de Enero que en veintiséis
años de ocupante de algún apartamento no ha pagado
un solo bolívar.
8. "P rob lem a N ° 1: "O c h e n la m il fa m ilia s sin v ivie n d a s" en E lite ,
Caracas, 15 de fe b re ro de 1958, N ° 1.690, p. 48.

9. Banco O brero. Un a c to e je m p la r : e n tr e g a d e d ip lo m a s a
a d ju d ic a ta r io s s o lv e n te s con e l In s tit u to e n la A g e n c ia 7
(23 d e E n e ro ). Caracas, 26 de septiem bre de 1962, Banco O bre­
ro, p. 4. _______________________________

11
En 1963, cinco años después de la ocupación forzosa de
la urbanización, se entregaron los primeros diplomas de
buen pagador a los adjudicatarios solventes con el Banco
Obrero. Se le llamó la "conquista administrativa de la Ur­
banización 23 de Enero", y si bien ya se habían realizado
actos similares en otras zonas de la ciudad, éste cobraba
particular importancia puesto que "com o quiera que lo
mencionada urbanización ha servido de blanco para el
vilipendio y la calumnia de quienes pretenden descono­
cer los auténticos valores morales que, ¿por qué no?, pri­
van también entre las gentes de condición pobre y humil­
de, de extracción verdaderamente popular".9 Se agrega­
ba además que "u na lección esclarecedora han obtenido
aquéllos que, aunque de buena fe, dudaron consuetudi­
nariamente del hecho inobjetable de solvencia de los
adjudicatarios del 23 de Enero. Y es que no se han com­
penetrado de la realidad de que la situación y las con­
diciones de 1958 no son las mismas de estos dos últimos
años, ya que si en aquella época es cierto que nadie pa­
gaba un apartamento, en razón de una campaña irres­
ponsable y dem agógica", hoy por hoy todo el mundo lo
hace.'°Es decir, sólo cinco años después empezó a dar re­
sultado aquella lista y censo elaborados por los estudian­
tes universitarios, que ayudaron a los habitantes y admi­
nistradores del Banco Obrero a resolver un problema ¡ÍTV
perioso del sector.

M O N T E PIED A D Antes de la construcción de los superbloques había una


pequeña actividad vecinal en los barrios de "M onte
Piedad", "C o lo m bia" y "C anarias". Las casas de Monte
Piedad habían sido construidas a finales del siglo XIX y las
de Colombia y Canarias a comienzos del XX. Santiago
Key Ayala señala que "las casas de Monte Piedad perpe­
túan la memoria de épocas tristes, tiempos de miseria, en
que las casuchas de los pobres se encaramaban por las
áridas colinas del oeste con el triste recurso de las casas
de e m p e ñ o ".'1 A menos de que la ciudad haya cam
biado, ésta ha sido una realidad que ha perdurado a le
largo de un siglo de vida caraqueña, confirmando la vo­
cación de pobreza y m arginalidad del amplio sector de
Catia, habitado anteriormente sólo por chivos entre cujíes I
y cardones.
Los "M ontepíos" o "M ontes de Piedad" eran institu­
ciones de depósito de dinero, realizados a través de los
descuentos hechos a los individuos del cuerpo, o también
de otras contribuciones de los mismos, para atender a su
jubilación, socorrer a sus viudas y huérfanos, o para auxi­
liarlos en sus necesidades médico-sanitarias. Los monte-

10. Idem.
11. C itado por Rafael V alery en La N o m e n c la tu ra C a ra q u e ñ a .
Caracas, Ediciones de Petróleos de V enezuela, 1978, p. 30.

12
píos dieron origen después a las Cajas de Ahorro y al
fomento del ahorro en las instituciones bancarias.
Anteriormente el ahorro en las clases más pobres se
realizaba en las "sociedades de socorro m utuo" y las
"sociedades benéfico-religiosas", las que se habían fo r­
mado en Venezuela desde 1840, tomando como base las
cofradías religiosas de la época colonial. El I o de sep­
tiembre de 1855 se fundó el primer "M onte de Piedad"
en Venezuela promovido por José Martín'ez, con el objeto
de empeñar prendas y m uebles.'2 En 1910 se convirtió en
Instituto de Crédito M obiliario, y es posible que las casas
que se fabricaron desde 1887, en el hoy barrio M onte
Piedad, lo hayan sido con dineros del Monte de Piedad de
Martínez.
Por su parte los barrios de Colombia y Canarias apare­
cen en los planos de Caracas a principios del siglo XX. Es
probable que el nacimiento de estos barrios se diera co­
mo prolongación natural de La Pastora, que ya existía co­
mo parroquia civil desde 1890, o como poblam iento ur­
bano al lado del viejo camino de Catia. En 1929 un ramal
del tranvía de Caracas llegaba hasta el sector.
Todavía hoy se conservan algunas de estas casas, siendo
ellas testimonio leve de la Caracas de comienzos del
siglo. En Monte Piedad se recuerda aún al "Padrino Coli­
n a ", quien trabajó desde 1891 en la panadería del señor
Ramella. Colina había llegado a Caracas desde La Guaira
y fue uno de los primeros habitantes del barrio. "Por las
tardes, cuando regresaba de vender dulces y pan, ya an­
ciano y cansado por el peso del afanador trabajo, al cual
le había dedicado más de 50 años, una amplia sonrisa de
bondad ilum inaba su rostro, pues le iban a recibir veinte
o más niños a pedirle: "m i dulce Padrino C olina", y él a
cada uno iba dándole fracciones de dulces c rio llo s ".'3
Junto a sus hermanos construyó la que fue una de las pri­
meras casas de Monte Piedad, y él mismo puso nombre a
algunas de sus calles, por ejemplo, la calle de "El Lim ón"
porque a llí estaba un limonero, o "La Vuelta de los O li­
vos" frente a donde está hoy el bloque 7 del 23 de Enero..
En la década de 1930 el padre Martín Odriozola cons­
truyó las primeras dos iglesiasa que tuvo Monte Piedad.
Una, la capilla de El Carmen, y luego la pequeña capilla
de "Cristo Rey" en La Cañada de la Iglesia, la cuál fue
edificada posteriormente en el 23 de Enero. Era habitual,
el día 6 de enero de todos los años, celebrar la llegada de
los reyes magos a Belén, con la "bajada de los reyes"
desde la colina Cajigal hasta la capilla de Cristo Rey. A un

12. Idem.
• 13. Erasmo C olina. "U n recuerdo para el Padrino C o lin a ", en P a tr ia ,
A m o r y S e n d a . Caracas, ab ril, mayo y ¡unió de 1985, N ° 25,
p. 60.

14
lado de M onte Piedad se alza desde 1905, cuando fue
construido, el edificio de la antigua Academ ia M ilitar
siendo, para la fecha, el mayor en su género de América
Latina.

C A LV A R IO , C A R O A TA La colina de "El C alvario" es el extremo de una fila


montañosa llam ada "M ontaña de Los Teques". El sabio
Y A G U A SALUD Cajigal la llam aba "G u a ra im a ", y sólo hasta su pobla-
miento y dom inio por parte del hombre, al serle cons­
truidas carreteras, las montañas impedían la comunica­
ción de Caracas con los valles de Aragua. Desde El Calva­
rio se divisaba la ciudad colonial, cuando todavía sus
techos eran rojos.14
Su nombre recuerda el lugar donde crucificaron a Jesús
en Jerusalén. Existía posiblemente desde 1603 cuando
fray Juan Cataneo Bohórquez colocó a llí tres cruces. "Los
miércoles y viernes de la cuaresma los católicos llegaban
allí con velas encendidas y camándulas rezanderas".'5
Después de 1765 surgió en la colina la ermita de Jesús
Nazareno y Nuestra Señora de Valvarena, pero, al igual
que las cruces de fray Bohórquez, desapareció, posible­
mente por la lejanía de la colina a la ciudad de la época.
Fue realmente con la llegada de Guzmán Blanco al poder
cuando se incorporó el sector a la ciudad y se le dio senti­
do urbano.
Guzmán transformó la colina árida en el "Paseo Guz­
mán Blanco", adornándolo con bellos jardines y aveni­
das. A llí se construyó el Observatorio Cajiga!, se coloca­
ron estatuas de artistas famosos, se hizo el estanque de
agua del río Macarao y colocó su propia estatua. Crespo
también colaboró en el em bellecim iento del parque, co­
locándole luces, las graderías Colón y la estatua del A lm i­
rante. Se hicieron la capilla de Lourdes y la capilla del
Calvario, el viaducto y el Arco de la Federación, a seme­
janza del Arco de Triunfo de París.
En estas colinas, al lado de El Calvario, fueron cons­
truidos los barrios de Monte Piedad, Colombia y Canarias,
y posteriormente los bloques del 23 de Enero, Sierra
Maestra y El Mirador.
Al pie de ellas corrían, hasta tiempos recientes, la
quebrada del Caroata y las de Agua Salada y Agua Salud.
El nombre de "ca ro a ta " deriva de una voz chaima que
significa cocuiza, y sufrió cambios como muchas voces in ­
dígenas, al ser escritas por los españoles con ortografía
castellana. El valle del Caroata era elmás despejado de la

14. M arco A u re lio V ilo. A r e a M e t r o p o lit a n a d e C araca s. Caracas,


Concejo M u n ic ip a l del Distrito Federal, año cua tricentena rio de
Caracas, 1966, p. 17.
15. Enrique B ernardo N úñez. Ob. cit., lib ro I, p. 110.

15
región. Su vegetación eran cujíes y cardones, más la co­
cuiza con la que los indígenas fabricaban mecates y a l­
pargatas. A su lecho llegaban las aguas de las quebradas
de "A gua Salud" y "A gua Salada". Agua Salud era lla­
mada así por los españoles, porque en ella bebían agua’
siguiendo la ruta hacia La Guaira, y la otra, Agua Salada,
porque no era tan sana como la anterior. Las dos caían al
Caroata desde el norte y, entre ambas, siglos después, se
form ó el barrio de Agua Salud.
El río Caroata se formaba al pie del Topo "Las Piñas" a
1.316 metros de altura, siguiendo la ruta desde el oeste
hasta El Calvario y desembocando en el Guaire a la altura
de El Paraíso, delim itaba toda la amplia región de Catia.
La ciudad bebió sus aguas en el transcurso del siglo XVII,
y luego tomó del río Catuche y el XIX del M acarao.'6
En los días de Gómez, el viejo camino de Catia fue
am pliado y pavimentado, y sobre el Caroata fue cons­
truido un puente, muy famoso porque fue realizado por
los presos políticos del gomecismo. Al lado del puente,
Gómez hizo instalar uha estatua de Diego de' Losada, en
1911, como parte de los actos de celebración de los cien
años de emancipación venezolana. La estatua estuvo allí
hasta que fue trasladada a la escuela homónima en San
José por orden de Pérez Jiménez, a raíz de los trabajos de
ampliación de la avenida Sucre. El puente-desapareció
recientemente al ser dem olido por el Metro de Caracas
en la construcción de la estación de Agua Salud.

LA PARROQUIA El am plio sector que comprende los barrios de Monte


Piedad, Colombia, Canarias, La Cañada, La Planicie,
Cerro de Belén, Los Flores y Puerto Rico, formaba parte de
la parroquia Catedral. En 1936, en vista del alto creci­
miento alcanzado por la zona, por la construcción de la
urbanización "N ueva Caracas" en Catia, y la aparición
de nuevos barrios, fue decretada la creación de la Parro­
quia Sucre, la cual nacía como una escisión de las parro­
quias Catedral y La Pastora. Los barrios que darían naci­
miento a la parroquia 23 de Enero quedaron formando
parte de la parroquia Catedral.
De acuerdo a los censos realizados en el siglo XIX, el
poblam iento del sector era bastante bajo. En 1873, "C a­
tia " aparece descrita como una calle y perteneciente a la
parroquia Catedral, con 42 casas y 225 habitantes.’7 Es
decir, casi o ninguna persona habitaba la colina al mar­
gen izquierdo del río Caroata. Los censos siguientes no
aportan cifras considerables de vecinos en el sector, salvo
aquellos que vivían a los lados del camino de Catia. En

16. M arco A u re lio V ilo. A sp ecto s g e o g rá fic o s d e l D is tr ito F e d e ­


r a l. Caracas, C orporación V enezolana de Fomento, 1976, serie
M onografías Económicas de los Estados, p. 90.
17. Primer Censo de la República, 1873, p.

16
1936, fecha en la que se erige la parroquia Sucre, los
habitantes de los barrios Monte Piedad, Colombia y Cana­
rias alcanzan el número de 8.676 ocupando 4.293
casas.18
El sector, en los primeros años , del siglo XX, estaba
poblado por pocos habitantes que conformaban un pe­
queño caserío. Casi sin actividad económica importante,
sin producción agrícola o artesanal, sus pobladores eran
trabajadores de manufacturas y tiendas de servicio en la
Caracas provinciana de los años 1920 y 30. Fue a partir de
esta década que surgieron las pequeñas industrias que
dieron trabajo a sus habitantes, como talabarterías, zapa­
terías, fábricas de telas y vestidos, que permitieron, en to­
do el vasto sector de Catia, su urbanización y crecimiento
poblacional.
Influyeron en este cambio por una parte la migración
de campesinos a las zonas urbanas del país, siendo Cara­
cas el primer polo de atracción, y el creciente desarrollo
manufacturero que demandaba mano de obra. El creci­
miento de la población fue tan vertiginoso que en 1950 la
parroquia Sucre cuenta con 112.758 habitantes y 202.990
en 1961. Es por ello que en 1966 se decretó la creación
de la parroquia "2 3 de Enero".
La nueva parroquia tiene como límites por el norte la
tercera avenida de Nueva Caracas desde su intersección
con la calle Aguadillo hasta encontrarse con la calle Bella
Vista de Los Flores, y siguiendo hasta el sur por la ruta
principal de la misma urbanización, hasta encontrarse al
norte con la calle El Diamante, calle real de Los Flores y la
avenida Sucre hasta la calle Los Jobillos; por el sur, diviso­
ria de Agua de la Loma Quintana desde la avenida M o­
rón en su unión con la avenida Bolívar de Pro-Patria hasta
el estanque El Calvario, incluyendo los edificios residen­
ciales del Atlántico Norte (Banco Obrero) y el edificio Ob­
servatorio Cajigal; por el este, desde la intersección de la
avenida Sucre con la calle Los Jobillos hasta el Estanque
de Agua del Calvario, pasando por la calle de Caño Am a­
rillo en su unión con la calle El Limón y sigue hasta el sur
por la calle real de Monte Piedad; y por el oeste, con la
calle Aguadillo desde su intersección con la tercera aveni­
da de Nueva Caracas hasta la unión con la avenida Bolí­
var y avenida M orán19
Un año después, el 23 de enero de 1967, se inauguró
la jefatura civil de la parroquia ubicada en el sector de El
Mirador. Desde esta fecha, el crecimiento poblacional se
ha acentuado convirtiéndose el 23 de Enero en una de las
parroquias más populosas de la ciudad. De acuerdo al
censo de 1971, su población ascendía a 113.865, en tanto
que la parroquia Sucre contaba con 322.304.20

18. Sexto Censo de Población. Caracas, 1936, p. 33.


La historia de los últimos años es conocida por todos.
Una parroquia form ada espontáneamente, al unísono de
las necesidades habitacionales de la población cara­
queña y la migración interna, ha ocasionado el hacina­
miento de gran parte de sus habitantes. Sus repercusiones
en el ám bito social son claras: m arginalidad, delincuen­
cia, drogadicción y otros similares, al lado de una pobla­
ción trabajadora que intenta sobrevivirá esas condiciones
socioeconómicas y el acoso de una ciudad inhóspita.
Sin embargo, con todos los problemas que confronta la
parroquia, el "2 3 de Enero" aloja hoy a gran parte de esa
población caraqueña que un día de 1958 se levantó
contra la dictadura en nombre de los mejores ideales hu­
manos de libertad y democracia. Y todavía hoy, 25 años
después, la gente de la parroquia sigue luchando por
esos principios.

19. Acta de creación de la pa rroq uia "2 3 de E nero". Caracas, C oncejo


M u n ic ip a l del Distrito Federal, 1966.
20. OCI. Censo de población de la R epública, Caracas, 1971.

19
EL 23 DE ENERO:

A LG U N O S SITIOS, En la entrada de lo que es hoy la Urbanización 23 de


Enero, o dentro de sus límites, se encuentran algunos si­
VA R IA S CASAS, tios en los cüales se llevaron a cabo sucesos que nuestra
historia refiere. Hay dentro de su perímetro edificaciones
CIERTAS PERSONAS cuya biografía debemos contar.

U N A C O LIN A AL OESTE:
Por: R. J. LOVERA DE-SOLA
Casi a las puertas del 23 de Enero se encuentra una coli­
na. Fue denom inada El Calvario —como ahora veremos—
durante el siglo XVII. En ese lugar, poco después de 1567
—año en que fue fundada Caracas—, en momentos en los
cuales aún no se había consolidado el establecimiento de
la ciudad, se enfrentaron en los alrededores del cerro el
indio Taramaina Carapaíca1 y los soldados del capitán
poblador Rodrigo Ponce de León, un hijo del conquistador
del mismo apellido,2 quien se contó entre los fundadores
de Caracas.3 A este encuentro lo denomina Oviedo y
Baños "B atalla de La Q uebrada".4 No hay que confundir
a este Rodrigo Ponce con un homónimo suyo, quien vivió
en M argarita pocos años más tarde de los hechos que
hemos relatado.5

M IRAD O R DE LA CIUDAD Desde aquellos lejanos días el alcor era sitio desde el
cual se dom inaba todo el valle en donde está construida
nuestra capital. Era también su lim ite Oeste. La denom i­
nación del sitio era ya conocida en 1603 como El Calvario
como señala M orelia Barreto.6 Para ese momento, Cara­
cas sólo tenía treinta y seis años de haber sido fundada.
Durante el tiempo en que fue Obispo de Caracas, Juan
Cataneo Bohorques (1612-18) se extendieron los cultos
que allí se celebraban.7
El Calvario recibió su nombre porque hacia su loma se
dirigían las procesiones del Nazareno de San Pablo du­
rante la Semana Santa. Estas rememoraban el camino
hecho por Jesús camino del Gólgota. De a llí que en 1765
se haya construido una ermita la cual fue dedicada al cul­
to del Nazareno y de Nuestra Señora de Valvarena.

1. Ismael Silva M ontañés: H o m b re s y m u je re s d e l sig lo X V I


v e n e z o la n o . Caracas: A cadem ia de la Historia, 1983, t. I, p. 295.
2. Ismael Silva M ontañés: H o m b re s y m u je r e s ..., t. Ill, p. 467.
3. Ismael Silva M ontañés: H o m b res y m u je r e s ..., t. I, p. 293.
4. José O viedo y Baños: H is to ria d e la C o n q u is ta y P o b la c ió n
d e la P ro v in c ia d e V e n e z u e la . Caracas: Ed. H om e naje al
C uatricentenario de Caracas, 1967, p. 417.
5 Ismael Silva M ontañés: H o m b res y m u je r e s ..., t. Ill, p. 464.
6 M o re lia Barreto: C aracas en C a to rc e E stacion es. Caracas: Ed.
Tropycos/Metro de Caracas, 1984, p. 39.
7. Ernesto O tanduy: Ig le s ia s d e la a n tig u a C araca s. Caracas:
Imp. M u n ic ip a l, 1974, p. 50.

20
JU A N PEDRO LOPEZ: Y fue precisamente desde esta altura de El Calvario des­
de donde el notable pintor Juan Pedro López (1724-1787),
abuelo materno de Don Andrés Bello, plasmó en el lienzo
"la más antigua perspectiva del centro histórico cara­
que ño " como señala un cronista.8 Esta vista la realizó el
artista en 1760 y aparece en su cuadro "Nuestra Señora
de Caracas".
Y de la misma forma que para López ese montículo fue
sitio ideal para observar la ciudad, de la misma manera
se convirtió en mirador predilecto para cuantos viajeros
llegaban a Caracas. Además, muchos artistas del pincel
siguieron el ejem plo de López. Así hombres como Sir Ro-
bert Ker Porter, Joseph Thomas, Ramón Irazábal, Fritz
M elbye o Antonio Alcántara nos legaron obras en las
cuales se ven panorámicas de Caracas desde ese collado.
Otro tanto hicieron los fotógrafos. Tal fue el caso del a le ­
mán Federico Lessmann (1826-1886).

U N COMBATE: El tiempo fue pasando hasta que amaneció el 3 de


Junio de 1821. En ese momento desde el llano el Liberta­
dor había ya preparado toda la estrategia de la campaña
que concluiría victoriosamente veintiún días más tarde en
la llanura de Carabobo. Dentro de la planificación de la
misma, Bolívar había confiado al General José Francisco
Bermúdez una maniobra de "d iversión " sobre Caracas.
Se trataba con ello de confundir a las tropas realistas.
Ellas podían pensar que hacia donde se dirigía el Ejército
Libertador era hacia Caracas. Fue así como Bermúdez to­
mó la urbe (Mayo 14-26). Al hacerlo tomó posesión del
periódico oficial, la G a c e ta de Caracas, e hizo im prim ir
dos números y un suplemento con noticias del bando
p a trio ta .9 Esto confundió a las tropas españolas. Así, a po­
co de haberse Bermúdez alejado de Caracas, las tropas
españolas, al mando del brigadier José Pereira, se
enfrentaron a las patriotas el 3 de junio en el cerro de El
Calvario. El combate se llevó a cabo "detrás de los
barrancos del riachuelo C aruata".'0 Bermúdez atacó por
la Faltriquera mientras que Pereira lo hizo desde las calles
que rodeaban a la Iglesia de San Pablo —en donde en la
actualidad está el Teatro M unicipal—, fue un combate lar­
go y sangriento en el cual vencieron las tropas del Rey. Al
atardecer, Bermúdez huyó hacia Guarenos. El 24, Bolívar
venció a La Torre en Carabobo. El 3 de julio, Pereira capi­
tuló en La Guaira.

8. Raúl Díaz Legorburu: La C aracas d e B o lív a r. Caracas-, G o b e rn a ­


ción del Distrito Federal, 1983, p. 109,
9. Pedro Grases: "Dos Gacetas de Caracas Patriotas antes de la Ba­
ta lla de C a ra b o b o " en O b ra s . Barcelona: Seix Barral, 1982, t. IX,
p. 353-356.
10. Luis Enrique González: l a G u a y r a : Dos S iglo s d e H is to r ia .
Caracas: C oncejo M u n icip a l del Distrito Federal, 1983, p. 147-149.

22
LA FEDERACION: Durante los días de la Federación (1859-64) se llevó a
cabo en la plaza situada frente a la Iglesia de San Pablo
el combate que los caraqueños denom inaron la "Sam ­
pablera". Este se realizó el 2 de agosto de 1859. Una vez
concluido el encuentro entre las dos facciones conten­
dientes, el General Pedro Vicente Aguado huyó del lugar
hacia La Guaira a través de la colina de El C alvario.12

G U Z M A N BLANCO: Fue durante el prim er gobierno del general Antonio


Guzmán Blanco cuando surgió El Calvario tal y como lo
conocemos todos hoy. Fue él quien decretó el, 19 de
febrero de 1873, la realización del paseo El Calvario.
La nueva construcción incluía hermosos jardines, "un
poco a la francesa" como apunta Díaz Legórburu,13 la
ampliación de las vías de acceso, la construcción de
nuevas aceras, el empedrado de los senderos, la construc­
ción de muros de piedra para dar mayor solidez al terre­
no, la construcción de avenidas para pasear. Todo esto
convirtió al sitio en lugar de gran belleza y el paseo prefe­
rido de los caraqueños. En el sitio se mandó a construir
también un acueducto que traía hasta Caracas las aguas
del río Macarao. Todas estas obras fueron confiadas al in­
geniero Luciano Urdaneta. Una vez term inado, el Paseo
fue denom inado "G uzm án Blanco". El 14 de febrero de
1875 la M unicipalidad de Caracas mandó a erigir en la
parte alta deMugar una estatua de pie del Autócrata Civi­
lizador. Fue inaugurada el 1° de enero de 1876 junto al
acueducto. Fue derribada por una turba cuando en 1889,
Guzmán Blanco se alejó del poder. En la actualidad presi­
de el Paseo una efigie del Libertador.'4
El 23 de julio de 1883 fue el Paseo El Calvario el primer
parque público en ser ilum inado con luz eléctrica. Al año
siguiente, Guzmán Blanco mandó a construir una Iglesia
no lejos del Paseo. Fue la denom inada Capilla de
Pagüita.
Fue gracias al ánimo innovador de Guzmán Blanco co­
mo se incorporó "e l sector a la ciudad y se le da sentido
urbano", como reconoce una estudiosa de nuestros.
días.15

EL OBSERVATORIO: En una colina —situada al oeste de El Calvario— fundó


el Presidente Juan Pablo Rojas Paúl el Observatorio Astro­
nómico y M eteorológico. Fue bautizado con el nombre
del sabio Juan M anuel Cajigal (1803-1856), fundador de

11. Sobre este suceso ver el lib ro de esta m ism a colección El S ile n c io
y sus a lr e d e d o r e s . Caracas: FUNDARTE, 1985, p. 36-37.
12. Luis Enrique G onzález: La G u a y r a : Dos S ig lo s ..., p. 249.
13. Raúl Díaz Legórburu: La C a ra c a s ..., p. 109.
14. Carlos Eduardo M isle: V e n e z u e la : S ig lo X IX e n F o to g r a fía s .
Caracas: CANTV, 1981, p. 173, nota 163.
15. M o re lia Barreto: C araca s e n C a to r c e ..., p. 40.

23
la Academia de Matemáticas de Caracas. La Idea del
establecimiento la tuvo el Ingeniero Jesús M uñoz Tébar.
Tuvo muchas dificultades el instituto para funcionar hasta
que lo puso en marcha el científico italiano M auricio Bus-
calioni, quien lo dirigió durante largos años.'6

CRESPO: Durante sus dos pasos por la Presidencia, el General


Joaquín Crespo se distinguió por haber auspiciado la
creación de varias sólidas edificaciones que aún persis­
ten. Durante su primer gobierno (1884-86) residió un tiem­
po en una casa situada de Cují a Romualdo. En esa época
la sede oficial de los Presidentes era la Casa Amarilla,
Meses más tarde de haber tomado posesión, el 29 de
abril de 1885, Crespo ofrecía al General Guzmán Blanco,
el verdadero dueño del poder, quien se encontraba en
París, la lujosa casa construida en Caño Am arillo, sitio que
recordaba el nombre de una de sus victorias militares al
servicio del Ilustre Americano. Nos referimos a "Santa
Inés". Pero en aquellos días también el Jefe del Estado se
había hecho edificar otra casa de recreo al sur de la
ciudad, cerca del Guaire. Fue "Q uinta Crespo" que con el
tiempo le dio su nombre a toda una zona de Caracas.
También en aquellos días se ponían los cimientos de la
más célebre de sus residencias: M iraflores.'7
Crespo también se ocupó de El Calvario. Fue él quien
mandó a construir escalinatas, la Capilla de Lourdes
—que fue inaugurada el 27 de abril de 1885—, reedificó
la Iglesia de Pagüita'8 e hizo construir el viaducto que
unía este templo con el Paseo. Fue él quien ordenó erigir
el Arco de la Federación. Así dejó su huella en toda esa
zona de Caracas. Y dejó también mucha confusión en los
gastos, ya que no ha sido fácil a los historiadores estable­
cer si aquellas viviendas fueron construidas con dinero de
su peculio o con bienes del Estado. Tal era el embrollo
que existía en aquellos tiempos entre lo que pertenecía al
General Crespo como persona y aquello que era pro
piedad del Estado, lo cual durante el siglo pasado pareció
siempre a los gobernantes una misma cosa.19

EL ARCO: El Arco de la Federación decidió levantarlo el Genera


Joaquín Crespo durante su segunda Presidencia. El 20 de
febrero de 1895, dictó el decreto. La idea original fue le
vantar dos: uno.alusivo a la independencia y otro relativo
a la Federación. Ambos fueron iniciados. Pero los trabajo
del segundo, puestos en manos del ingeniero Evaristo Ba
diIlo y luego dirigidos por el arquitecto Alejandro Cha
taing, fueron concluidos con celeridad. El Arco de la Fede

16. Eduardo A ra la Farías: C e n te n a rio d e l M O P . Caracas: Italgráfi-


ca, 1974, p. 173-174.
17. Sobre esta últim a ver El S ile n c io ..., p. 39-40.
18. Ernesto O tanduy: Ig le s ia s ..., p. 51-52.
19. Casi todos los datos que hemos utilizad o los hemos tom ado de R.
A. Rondón M árquez: C respo y la R e vo lu c ió n L e g alista .
Caracas: Ed. de la C ontraloria G eneral de la República, 1973, p.
151-156.

24
ración fue inaugurado el 28 de octubre del mismo año en
que fue decretado. Con el tiem po se desistió de la cons­
trucción del segundo.20

LA PLANICIE: En La Planicie se encuentra el edificio en el cual en la


actualidad funciona el Museo Histórico de las Fuerzas Ar­
madas. Este tiene una historia mucho más larga.2'
Su construcción se debió a una decisión tomada por el
Presidente General Cipriano Castro. En 1903, éste decretó
la creación de la Escuela M ilita r de Venezuela (Julio 4), la
cual tendría como sede la ciudad de Caracas. En verdad,
como señala un historiador castrense de nuestros días,
más que la creación de la Escuela se trataba de reacti­
varla.22
Y para alojar a los cadetes, decidió también el gobierno
construirle una sede. Se confió su realización al Ministerio
de Obras Públicas. Este Despacho abrió un concurso entre
los ingenieros del país. El proyecto ganador fue el presen^
tado por los arquitectos Alejandro Chataing y Jesús María
Rosales Bosque. Tal decisión fue hecha pública el 27 de
octubre del mismo año.
Mientras los proyectistas de la futura Academ ia Militar
elaboraban sus planos, el lugar donde sería edificado yo
había sido elegido por el gobierno. El 28 de septiembre
fue aprobado el presupuesto para llevar agua desde El
Polvorín hasta la colina Cajigal, que tal es el nombre del
sitio en donde se construiría la Escuela. El 5 de noviembre
ya había agua en La Planicie. Los trabajos podían co­
menzar.
El 2 de enero de 1904, el gobierno aprobó el presu­
puesto presentado por Chataing. Dos días más tarde se
iniciaron los trabajos. La construcción fue realizada en
poco más de dos años, ya que el 4 de abril de 1906, Cha­
taing anunció al Presidente Castro la conclusión de la
obra. Una vez terminado el edificio fueron reparadas las
vías de acceso al sitio. Un año más tarde la Escuela fue
inaugurada (Mayo 23, 1906), pero la institución no fue
puesta en marcha sino después que Castro fue desplaza­
do del poder por el General Juan Vicente Gómez. Este
decretó otra vez la creación de la Escuela de Formación
de Oficiales (Marzo 19, 1910). El mismo instaló la Acade­
mia (Julio 5, 1910). Se confió la formación del cuerpo de
Cadetes al oficial chileno Samuel McGill.
En 1911 comenzaron a egresar las promociones de ofi­
ciales. Entre los primeros grupos de cadetes form ados en.
La Planicie se encontraba el futuro General Isaías Medino

20. G raciela Schael M artínez: "El Arco de la F e d e ra ció n " en'Estanv


pas, Caracas: S eptiem bre 30, 1984, p. 50-51.
21. Todos los datos que utilizam os los tom am os del G en era l Héctor
Bencomo Barrios: B io g ra fía d e un E d ific io . Caracas: Ministerio
de la Defensa, 1981.
22. Héctor Bencomo Barrios: B io g r a fía ..., p. 7.

26
Angarita, quien fue ei prim er oficial graduado en la Es­
cuela en ejercer la Presidencia de la República (1941-45).
También en sus aulas se formó, años más tarde, otro Jefe
de Estado: ei General Marcos Evangelista Pérez Jiménez.

Entre los años 1931-37 la Escuela M ilita r se trasladó a


Maracay. Durante este período egresaron 137 oficiales.
Siendo Presidente el General Eleazar López Contreras, los
cadetes retornaron a La Planicie. La Escuela siguió fun­
cionando a llí hasta el 26 de marzo de 1950 cuando la
casa de formación de nuestros militares fue trasladada a
la nueva sede construida en El Valle. Hasta ese momento
habían gresado 597 oficiales de ella.

TRES PRESIDENTES PRESOS: Hay al menos tres hechos sucedidos tras los muros de La
Planicie que no deben escapar a nuestro registro. A llí es­
tuvieron detenidos —antes de ser expulsados del p a ís -
tres Presidentes venezolanos. El prim ero de estos hechos
sucedió como consecuencia de los sucesos del 18 de oc­
tubre de 1945. A raíz del pronunciamiento cívico-m ilitar
de aquel día fueron llevados en calidad de detenidos tan­
to el Presidente depuesto, General Isaías M edina Angari­
ta, como el ya por entonces ex-Presidente General Ele-
azar López Contreras.
En ese mismo edificio fue encarcelado Rómulo G alle­
gos (1884-1969) después del golpe de Estado que lo derri­
bó del poder (Noviembre 24, 1948).
Desde La Planicie estos tres hombres se dirigieron a to­
mar el camino del exilio. López Contreras regresó en
1951. M edina en 1952. Gallegos en 1958.23

El edificio construido por Chataing pasó a ser sede del


Ministerio de la Defensa en 1950. Y lo fue hasta el 15 de
mayo de 1981 cuando su sede fue trasladada al Fuerte
Ti una. Se transformó así ía edificación en la sede del M u­
seo Histórico M ilitar.

C A Ñ O AM A R ILLO : Ya hemos señalado que este lugar —una de las vías de


acceso actuales al 23 de Enero— debió su nombre a un lu-,
gar del actual Estado Apure en el cual Guzmán Blanco ob­
tuvo una victoria m ilitar durante la Guerra Federal (Agos­
to 7, 1861). Aquel día, Joaquín Crespo, quien ostentaba el
grado de Segundo Comandante,24 se encontraba también
entre las tropas. Por ello los dos consideraron que aquel
día había brillado su estrella.

LA ESTACION: Fue a partir del 27 de junio de 1883 cuando fue inaugu­


rado el ferrocarril entre Caracas y La Guaira, el momento

23. G u ille rm o M orón: Los P re s id e n te s d e V e n e z u e la . Caracas:


M e neven , 1981, p. 237, 244 y 261.
24. G u ille rm o Morón.- Los P re s id e n te s ..., p. 181.

27
en que se puso también en servicio la Estación de Caño
Am arillo. El lugar se convirtió en sitio de llegada a la
ciudad. De a llí que muchas personalidades llegaran a Ca­
racas por él. Escogemos aquí sólo algunos ejemplos signi­
ficativos entre los muchos que se podían elegir.

TERESA CARREÑO: A llí llegó el 15 de octubre de 1885 nuestra exim ia pia­


nista Teresa Carreño (1853-1917). Ya era artista m undial-
mente famosa. Retornaba al país tras veintitrés años de
ausencia. Fue grande el gentío que se reunió aquel día
para saludarla.25.

CIPR IAN O CASTRO: Allí se bajó del tren —que había tomado en Valencia-
el 22 de octùbre de 1889 el general Cipriano Castro. Este |
había conducido desde los Andes la llamada "invasión
de los sesenta", la cual tras cruzar la frontera con Colom­
bia (Mayo 23), y obtener la victoria en numerosos comba­
tes, lo encaminó hacia.la Presidencia, la cual asumió ese I
día. Llegaron aquel día los andinos al poder. La integra-]
ción de Venezuela se iniciaba.26

GARDEL: Y el 25 de abril de 1935 se reunió allí una inmensa m ul­


titud —la mayor reunida hasta ese momento en Caracas
según el historiador Ramón J. Velásquez— para recibir a
Carlos Gardel (1890-1935). El gran artista del tango
—quien estaba en el apogeo de su carrera— había llega­
do ese mismo día a La Guaira. Todos los caraqueños!
querían conocerlo. Y para ello fueron a Caño Am arillo.!
Gardel venía acompañado por el compositor Alfredo Le-1
pera —el autor y arreglista de la mayor parte de las can-[
ciones que le hicieron célebre—, su secretario Henry Plaja
y los guitarristas José María Aguilar, Domingo Riverol y
Guillerm o Barbieri. Gardel actuó en Caracas, en Maracay
—ante el General Gómez, quien lo invitó para es­
cucharlo—, en La Guaira, en Maracaibo y en Cabimas. El
18 de mayo, Gardel se despidió de los caraqueños. Trein-Í
ta y siete días más tarde falleció en un accidente aéreo al j
salir de la ciudad colombiana de M édellín.27
Caracas: Junio 27-Julio 1, 1985.

(25) Marta Milinoswskí Teresa Carreño Caracas: Ed, Edime,


1953, p. 158-159. La fecha exacta de su llegada a Caracas la
, tomamos de Mario Milanca Guzmán Teresa Carreño: gira
caraqueña y evocación. 1885-1887. Caracas: Cuadernos
Lagoven, 1987, p. 36
26. G u ille rm o M orón: Los P re s id e n te s ..., p. 217.
27. Carlos O rtega: "Y o lo vi de c e rq u ita ". Entrevista a Juan A rrá iz y |
A le ja n d ro Messuti. F e ria d o , Caracas: Junio 23, 1985, p. 4 y Luisj
Enrique González: La G u a y r a : Dos S ig lo s ..., p. 369-371.

28
EL PRESENTE:

LA ARQUITECTURA Revisar críticamente las realizaciones arquitectónicas y


urbanísticas promovidas por el Banco Obrero durante el
DEL "2 DE DICIEMBRE" período de la dictadura pereziimenista se presenta como
tarea extremadamente actual en la m edida que en [
aquellas obras se puede vislumbrar la aparición de una ;
----------- --------------------------- 1— ------ praxis am pliam ente asumida, con posterioridad, como !
M anuel López objetivo específico de la arquitectura de vanguardia
venezolana.
Los grandes temas .de la elim inación de la vivienda
marginal en cerros y quebradas, de la lucha contra la ren­
ta del suelo urbano, de la gestión pública de la edilicia
popular, de la renovación tecnológica del ciclo constructi-}
vo, de la "in filtra c ió n " arquitectónica en las instituciones
y de un trabajo intelectual dentro de la selva del burocrá­
tico, aparecen efectivamente, en el período considerado,
como motivos tan vinculados a la gestión del Banco Obre­
ro que ofrecen, en forma muy evidente, razones de crítica
para el análisis histórico de la tradición de las reivindica­
ciones proclamadas por la arquitectura de vanguardia, en
el campo de la política de vivienda y de la adm inistración1
urbana.

EL NUEVO IDEAL N A C IO N A L No es extraño que hoy se conviertan en objeto de inte­


rés tanto la Venezuela de Pérez Jiménez como las expe­
riencias arquitectónicas y urbanísticas del perezjimenis-
mo. Ni resulta tampoco peculiar que en los análisis donde
se plantean las conexiones entre nivel político de inter­
vención e investigación disciplinar en el campo arquitec­
tónico, los significados esenciales de la misma conexión
resulten finalm ente ambiguos o equívocos. En efecto, ac­
tualm ente parece difícil prescindir de análisis y señala­
mientos como los ofrecidos recientemente por Freddy Rin­
cón en El N u evo Id e a l N a c io n a l. 1 "A d ife re n c ia de
lo que se piensa co m ú n m e n te —escribe Rincón-
sostenem os q ue a p a r tir d el 2 de d ic ie m b re de
1 9 5 2 , m o m e n to en e l cual se desconocen los re­
sultados e le c to ra le s d e l 3 0 de n o v ie m b re y se de­
signa P re s id e n te P rovisio n al a l entonces Coronel
M arcos P é re z J im é n e z, tr iu n fa d e fin itiv a m e n te
la te n d e n c ia m ilita ris ta q u e p ro p o n ía un modelo
de d e s a rro llo de claro c o rte tec n o c rá tic o y de-
s a rro llis ta , basado en e l e jerc ic io a u t o r it a r io del
p o d e r. Este m o d elo se exp re só en una doctrina
conocida como e l N u ev o Id e a l N a c io n a l, instru­
m e n to id eoló gico que a ctu ó como fa c to r le g iti­
m a d o r de los p lanes económicos y m ilita re s , en
los cuales se s in tie ro n re p re s e n ta d o s sectores del
e m p re s a ria d o y d e las Fuerzas A rm a d a s " .2 Me

1. Freddy Rincón N., El N u e v o Id e a l N a c io n a l, Caracas, Ediciones


Centauro, 1982.
2. Ibid., p. 25.

30
diante estos planes, el espectacular desarrollo alcanzado
por Venezuela durante el período dictatorial es reflejado
en form a neutral por diversas estadísticas e indicadores
económico-sociales.3
En cuanto ideología oficial del régimen, el Nuevo Ideal
Nacional pretendía " lo g r a r p a ra V e n e z u e la un
puesto de h o n or e n tr e las naciones y h ac er una
P a tria cada d ía más p ró sp e ra, d ig n a y f u e r t e " .4
Este " id e a l n a c io n a l" se alcanzaría mediante "la
tra n s fo rm a ió n n acio n al d e l m e d io físico y e l m e ­
jo ra m ie n to d e las condiciones m o ra le s , in te le c ­
tu a le s y m a te ria le s d e los h a b ita n te s d el p a ís " .5
El primado de la "transformación del m edio físico", co­
mo condición previa para la felicidad posterior y motivo
justificador de los grandes programas de construcción de
la dictadura, puede explicar algunos aspectos de la políti­
ca perezjimenista "clásica" sobre inversiones y gastos en
obras públicas. Pero, para comprender los fenómenos his­
tóricos que siguen al glorioso "2 de D iciem bre" y conclu­
yen el igualmente célebre "23 de Enero" es necesario
considerar la otra cara de la moneda, no señalada por la
copiosa crítica posterior: el nivel de mediocridad intelec­
tual, de pseudo-cientificismo, de miseria teórica, que el
Nuevo Ideal Nacional perezjimenista presupone.
El nuevo recetario de la dictadura hundía sus raíces en
el viejo positivismo local, con sus llamados al "o rd e n " y
al "gendarm e necesario" como condición para el progre­
so social. Bajo el ingenuo paternalismo de una camarilla
ilum inada, repartiendo dádivas sin el concurso de un
reclamo popular, se ocultaba el deseo de asegurar la per­
petuación del régimen mediante un utópico consenso na­
cional. Para lograrlo, la dictadura utilizó diversos factores
de tipo cohesionador o co e rc itivo , que permitieron al
sector empresarial desarrollar un proceso de acumulación
de capital sin mayores conflictos.6

3. A lgunos de ellos se encuentran en trabajos que estudian el pe­


ríodo perezjim enista, com o los siguientes: M a n u e l Rodríguez
Campos, V e n e z u e la 1 9 4 8 -1 9 5 8 : El p roceso e c o n ó m ico y so­
cia l d e la d ic ta d u r a , Caracas, A lia n za G rá fica, 1983; Andrés
S tam bouli, Crisis p o lític a , V e n e z u e la 1 9 4 5 -1 9 5 8 , Caracas,
A tene o de Caracas, 1980; C lem y M a chado de A cedo, Elena Plaza,
Em ilio Pacheco, E stado y G ru p o s Económ icos e n V e n e z u e la ,
Caracas, A teneo de Caracas, 1981; Sergio A ran da, La E conom ía
V e n e z o la n a , Bogotá, Siglo XXI, 1977; D om ingo A lb e rto Rangel,
C a p ita l y D e s a rro llo . Tom o II: El R ey P e tr ó le o , Caracas,
UCV, 1970, 1977.
4. "Discurso de C lausura de la Semana de la Patria (5 de ju lio de
1954) ', en: Ladislao Tarnoi, El N u e v o Id e a l N a c io n a l d e V e n e ­
z u e la , M a drid, Verdad, 1954, p. 336. En el "E s q u e m a d e las B a­
ses D o c trin a ria s d e l N u e v o Id e a l N a c io n a l" , Pérez Jim énez
exp lica su fun c io n a m ie n to : "El Id e a l N a c io n a l g e n e r a un a
D O C TR IN A : la d e l B ien C om ún . La D o c trin a g e n e r a P LA ­
NES q u e p ro p o n e n la r e a liz a c ió n d e los o b je tiv o s . Los p la ­
nes g e n e r a n OBR A S s o m e tid a s a l c r ite r io d e la D o c trin a " .
(Véase: Marcos Pérez Jim énez, P e n s a m ie n to p o lític o d e l P re ­
s id e n te d e V e n e z u e la , Caracas, Im prenta N acion al, 1954).
5. Cinco Discursos d e l G e n e r a l M a rco s P é re z J im é n e z , P re s i­
d e n te d e la R e p ú b lic a , p ro n u n c ia d o s d u r a n te e l a ñ o 1 9 5 5
y o b ra s r e a liz a d a s p o r e l G o b ie r n o e n 1 9 5 5 , Caracas,
Im prenta N acion al, 1955, p. 37.
6. Véase: F. Rincón, ob. cit., p. 26.

31
GESTION PUBLICA Es claro el papel que las grandes obras de arquitectura
y urbanismo impulsadas por el régimen jugaron dentro
Y A C U M U L A C IO N PRIVADA de su proyecto político y la función cumplida, aunque tu­
viesen ideales distintos, por los intelectuales y técnicos a
su servicio. El propio dictador se encargó siempre de ha­
cer notorios tales apoyos disciplinares para avalar sus pla­
nes y ratificar sus objetivos.7 Lo realmente singular es que
la gestión "social" del Banco Obrero no haya hecho más
que seguir fielmente la política del gran capital nacional.
Como ha evidenciado Clemy Machado de Acedo, el rol
del Estado venezolano durante los años '50, en cuanto
eje sobre el que rota el proceso económico del país, es
fundam ental.8 Máximo receptáculo de los crecientes
ingresos económicos derivados de la renta petrolera, el
Estado ve aumentar en forma progresiva sus disponibili­
dades fiscales y sus posibilidades de intervención institu­
cional, convirtiéndose en el factor prim ordial de acum ula­
ción al transferir sus ingresos al sector privado de la eco­
nomía nacional. La vía fundam ental de esta transferencia
es el gasto estatal en obras públicas, que alcanzará a más
d e ja tercera parte del gasto público total. La intensa acti-
"vI3ad constructora del Estado durante esos años, en don­
de sobresale la construcción masiva de viviendas, se ca­
naliza y ejecuta a través de empresas privadas que en
cortos plazos incrementan sus ganancias y duplican su ca­
pital, especialmente las de mayor envergadura y vincula­
ción con el régimen. Además, esta transmisión de recur­
sos tiene un efecto multiplicador: el dinamismo inm ediato
que produce en la industria de producción de materiales
y en el comercio de insumos para la construcción, ambos
en manos del sector privado, repercute rápidamente
sobre el resto de las actividades económicas de la so­
ciedad civil.
El proceso de acumulación se desarrolla a ritmos inusi­
tados debido a la satisfacción por parte de la dictadura de
las demandas del empresariado en cuanto al finan-
ciamiento de la industria de la construcción, a favorables
condiciones y costos de producción, a exenciones fiscales
e incremento de las tasas de beneficio, a fijación de siste­
mas administrativos y de licitación de obras favorables a
las grandes empresas y, particularmente, a una política
laboral que garantiza la disponibilidad de la fuerza de
trabajo y la "paz social". Es decir, una política de gasto
público que, por un lado, tiende a gestar y favorecer la
acumulación privada, sobre los intereses de los trabajado­
res y bajo el amparo estatal y, por otro lado, que actúa
claramente en función de contención de la presión popu­
lar en el mercado de trabajo y de paralizar los.enfrenta­
mientos de clase, que se perfilan peligrosamente bajo el
régimen dictatorial.
7. Inclusive en sus Discursos y Exposiciones de M otivos a n te las
Camaras del Congreso N acional. (Véase. Cinco Discursos d e l
G e n e r a l M arco s P é re z J im é n e z ..., cit.).
8. C. M achado de Acedo, "El Estado y su papel en la con form ación
de la sociedad capitalista v e n e zo la n a ", en. E stado y G ru p o s
Económ icos e n V e n e z u e la , Ob. cit., pp. 19-93).

32
No vincular la gestión del Banco Obrero entre el 52 y el
58 con esta doble ofensiva contra el m ovim iento popular
significa descartar toda posibilidad de comprender la
estructura real de las operaciones de política urbanística,
exaltadas por la crítica nacional e internacional como mo­
delos, aunque imperfectos o limitados en su instrumenta­
ción disciplinar, de un momento estelar de la arquitectura
y el urbanismo venezolanos.
El fracaso de esa política de gastos indiscriminados sola­
mente se hará manifiesto cuando el gobierno, para fin an ­
ciar los ambiciosos programas de obras públicas a los que
se había lanzado, y que excedían con creces su capaci­
dad de pago, tenga que recurrir al otorgamiento de
nuevas concesiones petroleras como m edio de obtener
ingresos adicionales. Esta inflación del gasto público y el
consiguiente deterioro de la situación fiscal se convertirán
en factores decisivos para el desmoronamiento de la dic­
tadura.9
Lo que es necesario subrayar, en todo caso, es la
estrecha vinculación entre los intereses del capitalismo
nacional y su acelerado proceso de acumulación durante
el período, y la desenfrenada política de gasto público
realizada por el Estado, a través de la labor "s o c ia l" de
organismos como el Banco Obrero.10

LA UTOPIA DEL PLAN Sobre ese telón de fondo, sé puede decir estructural,
pasaremos ahora a valorar la actuación de los gestores de
la política gubernamental en el campo de la arquitectura
y del urbanismo. Observaremos, particularmente, cómo
los intelectuales insertos en la propia institución estatal
sublimarán los equívocos de aquellas políticas inflaciona­
rias para dar vida a sus modelos de intervención proyec-
tual.
Un principio que parece destacarse al respecto es la in­
tención de enfrentar el grave problema de la vivienda
m arginal, de los 40.000 ranchos que a principios del '50
ocupaban cerros y quebradas del Distrito Federal, de­
mostrando la capacidad organizadora y de gestión ra-

9. Posteriorm ente se re velaría que la deuda contraída por el Estado,


al m argen de toda n o rm ativa legal, alcanzaba a los 4.500 m illo ­
nes de bolívares y a fectaba no sólo a la solvencia estatal sino ta m ­
bién a las fina nzas de num erosasa em presas constructoras que
augura ron la inm in encia de la q u ie bra y la liq u id a ció n genera l.
Por otra parte, los crecientes niveles de de sem pleo y el pelig roso
au m ento del ejército de reserva social que presentan los últim os
años de la dictadura, cuyos program as de obras públicas p re te n ­
dían reducir, dem uestran la inefica cia específica de tales m edidas
inflacio naria s. (Véase: A. S tam bouli, Ob. cit., p. 129).
10. Críticas explícitas a esta p o lític a sóío se producirían en la sem ana
an te rio r a la caída del dictador. Hasta entonces, ap aren tem e nte ,
las "Fuerzas V iv a s " del país, incluye ndo a p la n ifica d o re s y té cn i­
cos ligados a la adm inistración del Estado, p a rticiparon en la m e­
d id a de sus po sib ilid ade s en la alu cin a n te carrera de gastos g u ­
be rnam enta l. (Véase: A. S tam bouli, Ob. Cit., pp. 326-328).

34
cional del régimen y su empeño de adelantar "la trans­
formación del medio físico" postulada por el Nuevo Ideal
Nacional.
La primera ejemplificación de tal capacidad, a través
del Banco Obrero como órgano de gestión fundam ental,
lo constituye la formulación del "P la n N a c io n a l de la
V iv ie n d a , 1 9 5 1 -1 9 5 5 " . A lo largo de 1951 se de­
sarrolla un proceso de cambios internos en el Banco, que
abarca desde el nombramiento como director del inge­
niero Julio Bacalao Lara, antiguo contratista de obras pa­
ra la institución, hasta la reestructuración de la Sala Técni­
ca para adecuarla a los nuevos compromisos y tareas. A
Carlos Raúl Villanueva, único arquitecto ("consultor") del
Banco Obrero, en los primeros meses del año se le suman
los aún estudiantes de arquitectura Guido Bermúdez y
Carlos Brando y el arquitecto colombiano Carlos Celis Ce-
pero, quien se convertirá en el motor inicial del nueivo
“T a lle r d e A rq u ite c tu ra d e l Banco O b re ro " (TABÓ).
En poco tiempo el Taller ve engrosar sus efectivos con
otros arquitectos, y con un grupo de estudiantes de ar­
quitectura, algunos de los cuales, como José M anuel M i­
jares y José Hoffman, permanecerán ¡unto a Villanueva
en el TABO hasta el final del "2 de Diciem bre", en 1957.
De ese grupo nacen los proyectos para el "Plan Na­
cional de la V ivienda", que se exponen públicamente en
noviembre de 1951 en la sede del Colegio de
Ingenieros.n El entusiasmo es general: la incorporación
de ingenieros calculistas, como José Antonio Pizzolante, o
de artistas de regreso de la m etrópoli parisina, como M a­
teo Manaure, revela las ansias universalistas y de "sínte­
sis" que mueven al juvenil equipo que dirige el maestro
Villanueva. Las conexiones internacionales se m ultiplican
y el propio Bacalao Lara descubre en México los grandes
bloques m ultifam iliares de M ario Pañi, inaugurados re­
cientem ente.12 En ellos parece gestarse todo un mundo
de nuevas posibilidades: para el Plan de cuatro años, Ba­
calao Lara proyecta construir más viviendas que las reali­
zadas por el Banco durante toda su historia. En base a los
Planes Reguladores elaborados por la Com isión N a ­
cional de U rb an ism o , cuyo Secretario es el propio
Villanueva, el TABO produce los proyectos de conjuntos
residenciales y unidades vecinales para "so lu c io n ar el

11. Con m o tivo del "D ía Internacional del U rb a n ism o ". Véase el catá­
logo de la Exposición 1 9 5 1 -1 9 5 5 - p la n n a c io n a l d e la v iv ie n ­
d a (Caracas, BO, 1951 ) que, ¡unto con el libro La v iv ie n d a p o p u ­
la r e n V e n e z u e la (Caracas, BO, 1952), constituyen inapreciadas
fuentes de docum entación sobre la arquitectura del Banco O bre­
ro.
12. Véase: M ax Cetto, A r q u it e c t u r a M o d e r n a e n M é x ic o , N ew
York, F. Praeger, 1961, pp. 158-165. Tam bién en los libros de I.
Katzman, A r q u it e c t u r a c o n te m p o r á n e a m e x ic a n a (M éxico,
INAH, 1963) y -de I.E. Myers, M e x ic o 's M o d e r n A rc h ite c tu r e
(N ew York, A rchitectural Book, 1952).

35
p ro b le m a d e la v iv ie n d a en V e n e z u e la " :13 la id e ­
o lo g ía d e l Plan se convierte en empresa colectiva.
En el TABO se siguen atentamente los laberínticos re­
corridos de la rech erch e p a tie n te de Corbusier,
viajero consecuente por diversos países latinoam erica­
nos, buscando orientación en sus propuestas arquitectóni­
cas y convirtiendo al Taller en una "se ccional" del m ovi­
miento internacional corbusierano.14 El espíritu moderni-
zador lleva hasta a rebautizar la producción anterior del
maestro Villanueva: las alemanas s ied lu n g en de Coche
y Casalta se convierten en unidades "vecina les" y "c o ­
operativas".15 Bajo cambios aparentemente superficiales
se desliza una utopía que pretende rescatar, en controla­
dos conjuntos residenciales de la periferia urbana, la míti­
ca "unión con la N aturaleza" y el "a lm a de la Comuni­
dad perdida". Ante el caos de la m etrópoli y sus rela­
ciones masificadas y conflictivas, la Unidad Vecinal ofre­
ce la "síntesis" entre clases, los valores comunitarios y las
cualidades subjetivas. A la irracionalidad de la gran
ciudad capitalista, con su totalizador anonimato y eficien­
te extracción de plusvalía, se le opone la imagen del t r a ­
b ajo lib e ra d o y la fragmentación en "islas cooperati­
va s".16
Una vez expuesto el Plan, queda form ulada la utopía
de la arquitectura moderna venezolana: con la construc­
ción de la Comunidad "2 de D iciem bre" en 1957, será
utopía realizada. En su núcleo, como en el de la Exposi­
ción de 1951 en la sede del Colegio de Ingenieros, se en­
cuentra la tipología anhelada: el gran edificio m ultifam i-
liar, la U n ité d 'H a b ita tio n corbusierana, el superblo-
que.

13. C atálogo de la Exposición 1 9 5 1 -1 9 5 5 - p la n n a c io n a l d e la v i-


v ie n d a , cit., s.p. El Banco O brero había construido, desde 1928
hasta fina le s de 1950, la cantidad de 12.125 viviendas y el Plan
N acional de la V ivie nda con tem p la ba la construcción de 12.185
viviendas. Solam ente con e l núm ero de viviendas que se constru­
yeron entre 1954 y 1955, se había sobrepasado a m p lia m e n te
a q u e lla cifra (12.689 viviendas).
14. "El T a lle r d e A r q u ite c tu r a d e l Banco O b r e r o se h a p r o ­
p u e s to d e sd e sus co m ie n zo s s e g u ir las d ire c tric e s d e la
A r q u ite c tu r a c o n te m p o r á n e a , q u e sin lu g a r a d u d a s d a n
a la V iv ie n d a las c a ra c te rís tic a s n e c e s a ria s p a ra q u e en
e lla s se d e s a r ro lle la fu n c ió n d e la e x is te n c ia , q u e t ie n e
com o su m á x im a e x p re s ió n : UNA ALEGRIA DE VIVIR ", (la cor­
busierana "¡o ie de v iv re "), del catálogo de la Exposición 1 9 5 1 -
1 9 5 5 - p la n n a c io n a l d e la v iv ie n d a , cit., s.p.
15. Véase el Catálogo de la Exposición 1 9 5 1 -1 9 5 5 - p la n n a c io n a l
d e la v iv ie n d a , cit., s.p. Tam bién en La v iv ie n d a p o p u la r en
V e n e z u e la , cit., pp. 49 y 67.
16. Sobre el tem a de las unidades cooperativas, vecinales y co m u n i­
dades existe una cuantiosa b ib lio g ra fía , aparte de los clásicos
libros de C larence Stein, T o w a rd N e w Tow ns fo r A m e ric a
(N ew York, R einhold, 1957) y Gastón Bardet, M is ió n d e L 'U rb a -
n is m e (París, Les Editions O uvriéres, 1949). Para su a p lica ció n en
V enezuela, véase: La v iv ie n d a p o p u la r en V e n e z u e la , cit., la
revista In te g r a l, n. 7, m ayo de 1957; y la revista C ru z d e l S ur, n.
6, 1952, pp. IX-XIII, en la cual se reseña una discusión entre a r­
quitectos venezolanos que d e fin e n cada "u n id a d " en fu n ció n al
nivel educativo que a tie n d e (preescolar, p rim a ria , secundaria).

37
LA IDEA DEL SUPERBLOQUE Le Corbusier siempre ubicó el origen de la Unidad de
Habitación (1945) en su descubrimiento de la Cartuja de
Erna, cerca de Florencia, durante uno de sus viajes de es­
tudio en 1907. En esa edificación del Renacimiento vio un
m odelo de perfecta armonización entre la vida privada
(la celda donde cada monje se retira a estudiar y descan­
sar) y la vida social que el colectivo religioso desarrolla
en el resto del com plejo.17 Ese modelo estará presente co­
mo objetivo a lograr a lo largo de toda su obra, desde los
proyectos iniciales hasta los últimos publicados en la
O e u v re C o m p léte . En 1922 aparecería el antecedente
directo de la Unidad de Habitación: el In m e u b le -V illa s .
Se trataba de una edificación de 10 pisos, ocupando peri-
metralmente una manzana completa, con 120 aparta­
mentos d ú p le x de amplias terrazas-jardín y espacios a
doble altura, y con una serie de servicios colectivos ubica­
dos sobre el techo del prototipo. Tres años más tarde, Le
Corbusier am pliará su capacidad a 340 apartamentos y li­
gará los grandes edificios entre sí mediante pasarelas
sobre las calles de la ciudad. La idea-base de la Unidad
ya estaba allí: proporcionar un esqueleto estructural en el
que toma form a física un montaje indefinido de células
habitables y que incorpora los servicios colectivos
necesarios.
En esta época, Le Corbusier trabaja con una noción de
ciudad "e ntra m a d a", apoyándose sobre la morfología de
la ciudad tradicional. En la V ille R adieuse (1930), los
bloques de vivienda y las autopistas se levantan del terre­
no sobre p ilo tis , para perm itir un "c o n tin u u m " urbano
dom inado por las áreas verdes y la vida peatonal. Pero, a
partir de varios proyectos de mediados de los '30, la uto­
pía de un tejido urbano "tre nza do ", orgánico, interconec-
tado, desaparece y e n su lugar emergen, particularmente
sobre terrenos accidentados, los grandes bloques aislados
y rigurosamente orientados en dirección norte-sur. En
ellos se concreta la idea de integrar la vivienda y los ser­
vicios colectivos en una propuesta arquitectónica unitaria.
Es decir, que la concentración vertical de las viviendas en
un gran bioque aparece justificada en tanto se produce la
asociación inextricable con sus servicios primarios.
Sin embargo, para comprender el carácter de síntesis
de la Unidad de Habitación corbusierana, todavía sería
necesario observar la "búsqueda paciente" realizada
sobre otro de sus componentes: la célula de habitación.
Se trata de un apartamento d ú p le x que se desarrolla

17. Véase: Le Corbusier, O e u v r e C o m p lé te 1 9 4 6 -1 9 5 2 , Zurich, Les


Editions d'A rchite cture , 1953, p. 189. Tam bién G uido B erm údez
presentaría su proyecto de " U n id a d d e H a b ita c ió n C e rro
G r a n d e " con una cita de Le Corbusier en ese sentido: " Y o in s ta ­
lo la v iv ie n d a e n e l c o ra zó n d e l b in o m io IN D IV ID U A L C O ­
LECTIVO y , e s ta n d o a s e g u ra d a la lib e r t a d in d iv id u a l p o r
la v iv ie n d a , o r g a n iz o to d o a q u e llo q u e p u e d a a p o r t a r lo
c o le c tiv o " (" R e v is ta d e l Banco O b r e r o " , n. 8, d ic ie m b re de
1954, p. 32).

38
"e n profundidad" a todo lo ancho del edificio, con venti­
lación cruzada y doble exposición por las fachadas longi­
tudinales, y al que sirve un corredor interno (la “ru é ¡n-
te r ie u r e " ) cada tres pisos. Estos apartamentos, que en la
Unidad de Marsella serán hasta de 23 tipos diversos y que
implican una form a altamente "u rba nizad a " de vida,
aparecían en los bloques de vivienda de la V ille Ra-
d ieuse en 1930 y en los proyectos de Unidades de Habi­
tación de 1945, contemporáneass a la que se construirá
en Marsella a partir de esa fecha.18
La U n ité d 'H a b ita tio n , pues, como síntesis de un
conjunto de investigaciones previas. La de Marsella cons­
ta de 337 apartamentos, protegidos por lo g g ias de una
orientación este-oeste, para 1.600 habitantes que cuentan
también, con 26 servicios colectivos ubicados en el
"techo-jardín" (desde gimnasio hasta "m ontañas a rtifi­
ciales" para juegos infantiles) o en la "ca lle com ercial"
(peluquería, farmacia, restaurant, etc.) ubicada en el
séptimo piso a 25 metros del suelo. Sobre éste, el escultu­
ral "trasatlántico" de concreto sólo apoya los p ilo tis ,
que esconden en su interior toda las canalizaciones del
edificio.
A pesar de las adversas críticas que recibió en su tiem ­
po, el prototipo corbusi&rano demostró que su propuesta
residencial era asequible, no para el granjero provenzal o
el proletario marsellés, sino para la educada clase m edia
(profesionales, artistas, profesores universitarios, etc.) de
grandes ciudades europeas.
Nos hemos detenido en la génesis de la U n ité d 'H a b i­
ta tio n porque, m anifiestamente, constituye el m odelo
que los arquitectos del TABO intentarán trasplantar a los
cerros caraqueños. Efectuar una comparación entre el
m odelo corbusierano y los superbloques del "2 de Di­
ciem bre" revelaría, de manera trágica y concluyente, el
alienante proceso de “ red ucció n" a que fue sometida la
compleja propuesta del maestro suizo, para su adapta­
ción "re a lista " a las exigencias y objetivos del régimen
perezjimenista.
Reseñaremos, ahora, los puntos cardinales de ese pro­
ceso reductivo que culmina en el "2 de Diciem bre".

LOS PRIMEROS No hay "recherche patiente" entre los arquitectos del


TABO. Lo que existe es un sentido de urgencia ante la in­
SUPERBLOQUES mediatez de los requerimientos que plantea la gestión
perezjimenista del problema de la vivienda. Para respon­
der a ellos los arquitectos venezolanos recurren a los mo­
delos "universales" garantizados por el prestigio de fig u ­
ras internacionales, sin que haya tiem po o los instrumen­
tos críticos necesarios para realizar una exhaustiva eva-

18. Se trata de ocho U nidades de H abitación para la Reconstrucción


de Sain Dié, cinco U nidades en el p la n de La R ochelle-Pallice y
tres en el prim e r proyecto para M a rsella. (Véase: l. C., O e u v r e
C o m p le te 1 9 3 8 -1 9 4 6 , Zurich, Les Editions d 'A rc h ite c tu re ' 1946,
pp. 132-139, 166-169 y 172-193).

39
luación de prototipos generados en otras latitudes, capaz
de verificar su adecuación a las condiciones locales. Por
otra parte, el ejemplo de otros arquitectos latinoamérica-
nos, como el mexicano Mario Pañi, el argentino Eduardo
Catalano o el brasileño Oscar Niemeyer, que han hecho
suyas con antelación la tesis corbusierana, refuerza las
convicciones de los arquitectos del TABO.'9
En la mencionada Exposición de 1951 del "Plan Na­
cional de la V ivienda" se presentan los primeros su-
perbloques venezolanos. La "U n id a d de H a b ita c ió n
Q u in ta Crespo", proyectada por Villanueva y Celis Ce-
pero consistía en un edificio de 13 plantas y 118 aparta­
mentos de varios tipos, con espacios a medios niveles y
acceso por un corredor central que se am pliaba hacía la
fachada del edificio. La doble exposición norte-sur de los
apartamentos, también protegidos por lo g g ias, permitía
visuales sobre el Avila y El Paraíso a sus 600 habitantes
que, además, contaban con servicios colectivos en el
techo-terraza (gimnasio, biblioteca, club social, etc.) y en
la planta baja (peluquería, farmacia, etc.), pues los corbu-
sieranos p ilo tis también desaparecían y el nivel del
suelo era ocupado. Desafortunadamente, su ubicación
junto al Mercado de Quinta Crespo chocó con disposi­
ciones municipales para la zona y la primera Unidad de
Habitación venezolana se quedó en proyecto.
La "U n id a d de H ab ita c ió n El P a ra íso ", proyectada
también por Villanueva y Celis Cepero, tuvo m ejor fortu­
na y fue inaugurada en 1956, aunque sólo se realizó uno
de los tres superbloques programados y un prolongado
proceso constructivo hiciese que al final su aspecto fuera
bastante distinto del original. Se trataba de una edifica­
ción de 18 plantas (las dos inferiores destinadas a esta­
cionamientos) y 182 apartamentos d ú p le x de varios ti­
pos, para 1.120 personas que disponían, también, de una
serie de servicios en el techo-jardín y la planta baja del
edificio. En lugar del bloque lineal orientado en una sola
dirección, los apartamentos se organizaban en tres cuer­
pos articulados perpendicularmente, con lo g g ias que
protegían su diversa orientación y brindaban a las facha­
das, al igual que en Quinta Crespo, una gran riqueza plás­
tica y contrastes visuales desde el exterior. Esto se pierde
en el superbloque finalm ente construido, en honor a la
exhibición del esqueleto estructural sobre fachadas pla­
nas, cuya mayor innovación reside en el uso de la " p o ­
lic ro m ía " sobre las paredes exteriores del edificio. Se
trata de uno de los aspectos más resaltantes, tam bién, de

19. Ya m encionam os los " M u lt if a m ilia r e s " de Pañi, con los que
construyó con ju ntos re sid e n cia le s com o el " P r e s id e n te
J u á r e z " , en M éxico, D.F. C atalano proyectaba U nidades de H abi­
tación, com o el " B lo q u e Río d e la P la ta " , desde 1949. Sin e m ­
bargo la influe ncia más im po rtan te sobre los arquitectos del TABO
la ejercerá la "to rc id a " obra de N iem e yer, qu ie n después los visi­
taría en el Taller, pa rticularm en te con su curvilín eo Hotel de A p a r­
tam entos " Q u it a n d in h a " para Petrópolis, de 1950. (Véase: Sta-
mo Papadaki, O scar N ie m e y e r ; W o rk s in P ro g ress , N e w
York, Reinhold, 1956, pp. 18-39).

41
los superbloques del "2 de Diciem bre" y de otra deform a­
ción del m odelo corbusierano, en el cual la pintura de co­
lores vivos sobre las paredes internas de las lo g g ias pre­
tendía corregir los imprevistos errores de la construcción
en concreto armado, así como acentuar la autonomía
expresiva de cada célula "m o n ta d a " idealm ente en la
estructura edilicia. Pero aquí, la ¡dea de pintores y ar­
quitectos es distinta y pone en cuestión la misma noción
de gran edificio m ultifam i|iar, buscando "a le g ra r" la ho­
mogénea masa edificada mediante el tratamiento facial
de colores alternados al "g u sto " de los artistas.
El empeño por la "p olicrom ía " resulta altam ente signi­
ficativo de la "re b e lió n " ante las limitaciones expresivas
y de la sufrida condición en que se desarrollará la labor
de los arquitectos. En principio pareciéramos estar frente
a la aceptación de un nuevo rol del trabajo intelectual, en
el que han desaparecido las componentes utópicas para
dar paso a la labor técnico-administrativa y a un compro­
miso directo en la gestión concreta del ciclo ediIicio. La
institucionalización de un trabajo intelectual insertado en
la productividad conllevaría al nuevo papel del arquitecto
como o rg a n iz a d o r del ciclo económico, perdida ya toda
valencia como variable independiente de m anipulación
form al de los edificios. Sin embargo, en la obra de los ar­
quitectos del TABO hay demasiados indicios de un proce­
so enrarecido por la persistencia de viejos anhelos "artís­
ticos" y por la ausencia de sólidas convicciones sobre los
fenómenos de la producción masiva.
Esa am bigüedad también impregna al últim o superblo-
que expuesto en el "Plan Nacional de la V ivien d a" de
1951, que es el más corbusierano de los tres a pesar de
sus evidentes diferencias con el bloque de Marsella. La
"U n id a d d e H a b ita c ió n C erro G ra n d e " , proyectada
por Guido Bermúdez como tesis para el grado de ar­
quitecto, será el-punto de partida del sistema de superblo­
ques para "Cerro Piloto", en 1954. Consiste en un edificio
de 15 plantas, con p iio tis en la primera y servicios colec- I
tivós en la quinta, que se proyectaban ligar mediante una
pasarela a las áreas verdes de la colina que tapa el su-
perbloque. Otros servicios comunales para sus 900 habi­
tantes se localizan en el techo-jardín y en una edificación
independiente construida con posterioridad. La estructura
aporticada de concreto, con vigas en voladizo y marcos rí­
gidos de dos patas en sentido transversal, sirve de soporte
a 144 apartamentos d ú p le x y s im p le x, con doble expo­
sición norte-sur y acceso mediante corredores externos ca­
da tres pisos, a los que sirven dos torres de circulación ver­
tical independizadas del edificio.
En 1953 la tipología del superbloque se ve incrementa­
da con el que proyecta Carlos Brando, también como tesis
de grado, para la "U n id a d d e V iv ie n d a D iego d e Lo­
s a d a ". Su importancia radica, aparte de mostrar la facti­
bilidad de los superbloques "apareados" (pues se cons­
truyeron uno de 15 plantas y otro, "d o b le ", de 11
plantas), en que será el tipo utilizado masivamente en la.

42
com unidad " 2 de D icie m b re ". Se trata de un e d ific io de
casi 80 metros de largo y 12 de ancho, con una torre de
dos ascensores independizada de la estructura principal
que sirve, cada tres pisos, a los corredores externos de ac­
ceso a los apartam entos. Estos se localizan diez en cada
planta, la m ayoría tien e tres habitaciones y el ingreso a
los ubicados en un piso in fe rio r o superior se realiza por
escaleras internas. Un entram ado esqueleto de concreto a
la vista, form a d o en sentido transversal por marcos rígidos
de cuatro patas, asegura el soporte del m acizo vo lu m e n
de viviendas y de los escuálidos lavaderos del techo.

En realidad, es aquí cuando concluye la operación re-


ductiva del m odelo corbusierano, convertido ahora en
"s u p e rb lo q u e " de viviendas y listo para su aplicación m a­
siva. El saldo de esta operación repercutirá n e g a tiva m e n ­
te, especialm ente en cuanto a la e lim in a c ió n de los servi­
cios colectivos y a la conversión de a m p lio s apartam entos
en células de "v iv ie n d a m ín im a ", en la gran obra del " 2
de D icie m b re ".

EL PLAN "CERRO PILOTO” En su alocución de Año Nuevo, el 31 de diciem bre de


1953, el Presidente Pérez Jim énez a nunciaba al país la
"reu b ic ac ió n " en viviendas adecuadas de la población
m a rg in a l de la República, com o p rim e ra realización del
" p la n de desocupación de los c e rro s ".20 Cuatro m e­
ses más tarde, al reseñar las obras " e n m a rc h a ", será más
específico: "D e e lla s m e n cio n a ré e l d esp ejo d el
que se ha d en o m in a d o C erro P ilo to , q u e im p lica
m e d ia n te la ejecución de un p la n e sp ec ia l, la so­
lución o rig in a l de uno de los aspectos de m a y o r
in te ré s social y u rb an ístico d e l p ro b le m a de la v i­
v ie n d a . Tal o b ra com pren d e la e d ific a c ió n , a un
costo a p ro x im a d o d e 9 0 m illo n e s d e b o lív a re s , de
4 0 bloques d e a p a rta m e n to s d es tin ad o s a a lo ja r
las 4 0 .0 0 0 personas q u e a c tu a lm e n te h a b ita n en
los ranchos hacinados en dicho c e rro " .21
Los preparativos de la m agna em presa se desarrollan a
lo largo de 1953 y a fin a le s com ienzan los desalojos de
ranchos en La Vega. En enero del 54, m ientras que se rea­
lizan los m ovim ientos de tierra, se te rm in a el In fo rm e
P re lim in a r sobre e l C erro P ilo to : El p ro b le m a de
los cerros en e l A re a M e tr o p o lita n a (sic), re a liza d o
en los cuarenta días precedentes por el Banco O b re ro .22

20. V e n e z u e la b a jo e l N u e v o Id e a l N a c io n a l. R e a liz a c io n e s
d u r a n te e l G o b ie r n o d e l G e n e r a l M a rc o s P é re z J im é n e z :
2 d e D ic ie m b re d e 1 9 5 2 -1 9 d e A b r il d e 1 9 5 4 , Caracas, Servi­
cio Inform a tivo V enezolano, 1954, p. 30.
21. "M e n s a je al C ongreso del 25 de A b ril de 1954", en: L. Tarnoi, Ob.
cit., p. 324.
22. Fue elab ora do por la nueva "Sección de Investigación Social, Eco­
nóm ica y T e c n ológ ica"de l Banco, entre los meses de n o vie m b re y
dic ie m b re de 1953. Para com pren der las condiciones de urgencia
que lim ita n el alcance de estos estudios, así com o los problem as
envueltos en la arquitectura del período que estudiam os, resultan
esenciales las re flexione s críticas y la perspectiva m u ltifo ca l de
Juan Pedro Posan i en C aracas a tr a v é s d e su a r q u it e c t u r a
(Caracas, Fundación Fina G óm ez, 1969, e sp ecialm e nte pp. 374-
378 y 502-506).

43
E videntem ente, era un in fo rm e supertluo: la decisión de
in te rve n ir sobre el sector sur lla m a d o "c e rro c e n tra l", con­
siderado com o lugar de ensayo o "c e rro p ilo to '' para rea­
lizar un program a de vivie n d a espectacular, se había to ­
m ado con a n te rio rid a d y al m argen de inform es so cio ló g i­
cos, económ icos o constructivos. Para el N uevo Ideal N a­
cional, el p roblem a era sencillo: por un lado, existía un
p ro b le m a de vivie n d a m a rginal que afectaba dire cta ­
m ente a 300.000 personas (el 40% de la po b lació n de la
ciudad) y el m ayor porcentaje se concentraba en el
"c e rro c e n tra l"; por otro lado, este cerro gozaba de una
ubicación estratégica, que reforzarían las obras e dilicias y
de v ia lid a d que se proyectaban, ofre cie n d o a cam bio una
im agen d e p lo ra b le y antiestética del progreso alcanzado
por la capital bajo la dictadura m ilita r y lim ita n d o la
"tra n sfo rm a ció n del m edio fís ic o " a p a labrería sin con­
tacto con la re a lid a d ; por lyltimo, tanto la industria de la
construcción com o la "clase té c n ic a " nacional parecían
dispuestos a asum ir la responsabilidad: el Plan R egulador
de 1951 recom endaba para la zona " v iv ie n d a m u ltifa -
m ilia r " y en el TABO se habían puesto a punto las tip o lo ­
gías para realizar tal Plan. N ingún "in fo rm e p re lim in a r"
podía contestar, sino al contrario c o rro b o ra r, el pra g m a ­
tism o an a lítico de los gestores de la v iv ie n d a y de la cúpu­
la m ilita r.

Desde m ediados de 1953 el Banco O brero sufre otro


proceso de reorganización para e n fre n ta r lo que se ave ci­
na: Bacalao Lara pasa a ser M inistro de Obras Públicas,
M arco A. Casanova asum e la dirección después de su pa­
santía d irig ie n d o las obras de, la autopista a La G uaira, la
Sala Técnica se reestructura y am plía. En el TABO, Bermú-
dez proyecta el sistema constructivo de los superbloques
del "C e rro P ilo to ". La aristocrática "U n id a d de H abitación
Cerro G ra n d e " será som etida a las exigencias y re a lid a ­
des de la p oblación m a rg in a l: al fin a l habrán desapareci­
do los p ilo tis , los apartam entos d ú p le x y sus loggias,
los servicios colectivos y las torres de circulación vertical.
La e fica cia plástica de las fachadas ahora se concentra en
la e x h ib ic ió n de las escaleras a u xilia re s para acceder a
los apartam entos de los pasillos.

La fra g m e n ta ció n del superbloque en m ódulos de 27


metros de longitud, unos con las escaleras a u xilia re s y
otros con el núcleo de circulación vertical in clu id o , p e rm i­
te la com binación de dos de los prim eros con uno de los'
•últim os, en el centro, para fo rm a r el "c lá s ic o " superblo­
que de "C e rro P ilo to ". Para insertarlos en su m a lla estruc­
tu ra l, Berm údez estudió ocho tipos dife re n te s de a p a rta ­
mentos, pero la " re a lid a d " re d u jo la teórica fle x ib ilid a d a
la construcción de sólo tres tipos, desde luego, en un tie m ­
po récord de seis meses.

Para enero de 1955 y sobre los terrazados cerros de Cú-


trra, La V ega, El A tlántico, Artigas, U rdaneta, Pro-Patria y
Cotiza, una m u ltitu d de desalojados del lugar, c o n virtié n ­
dose en espectáculo de sí m ism a, retornaba al "paraíso
p e rd id o " y encontraba en los 6.000 apartam entos de es­
beltos superbloques construidos por el e fic ie n te empresa-
nado nacional, el instrum ento espacial y visual para una
autoeducación desde el punto de vista de los ideales de
la dictadura m ilitar.
A hora, la función debía continuar.

LA C O M U N ID A D La "tra n sfo rm a ció n del m edio fís ic o " se trasladaría al


" o Pie rM n c A A D D C '' sector norte del "c e rro c e n tra l". El proceso de conform a-
Z D t DICIEMBRE c¡6n de los barrios a llí existentes se rem onta a fin a le s del
siglo XIX, con el surgim iento de “ M o n te P ie d a d " al
oeste de la estación del ferrocarril Caracas-La G uaira. Po­
co tie m p o después, siem pre hacia el oeste y contenidos
por la carretera al litoral, aparecerían " C o lo m b ia " y
"Las C a n a ria s ", cuyo proceso de urbanización d iri­
gieron los propios dueños de los terrenos. La d e m o lició n
de estas consolidadas y tradicionales barriadas de la
Parroquia C atedral, p erm itirá la construcción, en 1955, de
la Primera Etapa del " 2 de D icie m b re " (Sector Este). Un
proceso s im ila r se inicia en la década del '20 con la urba­
nización de “ La C añada de la Ig le s ia " , re a liza d a por
sus propietarios en torno al cam ino ascendente desde la
a ve n id a Sucre al v ie jo hospital. Cuando sea d e m o lid a con
sus consolidados barrios internos ("San J o sé ", "L a Palesti­
n a " , "L a Y e rb e ra "), a llí se construirá la Segunda Etapa
del " 2 de D ic ie m b re " (Sector Central). El proceso v u e lve a
repetirse, a principios de los '30, con la urbanización de
"Los Flores" por sus dueños. Después se conform arían
"San Luis", "B a rrio N u ev o " y " P u e rto Rico" (ubica­
do al lado de N uevo Pérez B o n a ld e "). Una vez d e m o li­
dos, se levantará la Tercera Etapa (Sector Oeste), en 1957.

Para la época, todo este conjunto de barrios se unían


desde El C alvario hasta Catia, con fo rm a n d o una entidad
urbana consolidada, y el equipo del TABO que dirige
V illa n u e v a ela b ora un plan director constituido p o r tres
grandes U nidades V ecinales, que corresponden a las tres
etapas de realización del proyecto.23 La "C o m u n id ad "
qu e d a b a lim ita d a al norte por la a ve n id a Sucre y la calle
Real de Los Flores, m ientras que a todo lo largo de la cres­
ta del cerro se desarrollaba un parque en co n tin u id a d con j
el de El C alvario y orgánicam ente lig a d o a las zonas ver­
des de cada una de las U nidades Vecinales, que se inde­
pendizaban ante la presencia de la a n tig u a C añada de la
Iglesia y el paso de la nueva autopista Caracas-La G u a ira .;
El proyecto preveía un gran "C e n tro C o m u n a l" para todo
el conjunto (que no se construyó) y un "C e n tro C ívico" |
para cada U nidad V ecinal (el de la p rim e ra , ubicado en el
espacio que ocupa la A ca d e m ia M ilita r, que no se pudo
construir). Ello sólo revela un aspecto de la utopía que se­
guían los arquitectos y su incom prensión de la operación
en la que estaban inmersos: los servicios com unales, zo-

23. Véase: In te g r a l, s.p., donde se encuentra la descripción genera!


de l proyecto.

46
ñas verdes o campos deportivos proyectados resultaban
prescindibles ante la "p rim e ra p rio rid a d " de la célula de
vivienda.
Las edificaciones de cada U nidad Vecinal se distribuyen
sobre grandes terrazas de taludes reforestados, en cuyos
bordes serpentean las vías de circulación a u tom otor y, a
su lado, los estacionam ientos procuran no in te rru m p ir la
co n tin u id a d del espacio "c o o p e ra tiv o " exterior. Este es el
tem a central que m ueve la com posición de las Unidades
Vecinales y que muestra otro aspecto del idílico sueño
perseguido por los arquitectos: el logro de un espacio ex­
terno caracterizado, que se d e fin e m e diante la adecuada
disposición de los bloques, capaz de a le n ta r los en­
cuentros colectivos y de procrear valores civiles y co m u n i­
tarios.

A p arentem ente, se trata de un o b je tivo contradictorio


con la rigurosa, " m ilita r " , disposición de la m ayoría de
los superbloques sobre las terrazas, en función absoluta
de la clásica orientación norte-sur. Pero esta orto d o xia de
los superbloques, que les sirve para colocarse in d ife re n ­
tes a la tram a urbana de la ciudad o al histórico e d ific io
de la A cadem ia M ilita r, no es tan rígida com o pretenden
a p arentar: no son las mismas fachadas las que m iran a un
m ism o punto cardinal, ni las torres de circulación vertical
se ubican siem pre en el m ism o lugar o las habitaciones
de los apartam entos reciben de igual m anera el sol m a ti­
nal (lo intercam bian con las cocinas con gran fa cilid a d ).
En el caso de la disposición de los bloques de cuatro p la n ­
tas la h eterodoxia solar alcanza la herejía com positiva. En
el fo n d o , una misma am bición m otiva a unos y otros,: la
d e fin ic ió n del espacio e xte rio r en un sentido "in tim is ta ",
s o m e tié n d o lo a un control p e rim e tra l e im p id ie n d o su
huida. En ese m ágico espacio se ubican, ta m b ié n , la m á­
xim a libertad fo rm a l y el d e spliegue de la cre a tivid a d
"a rtís tic a " en los hexagonales servicios colectivos: Kin­
der, guardería, comercio), que en los superbloques esta­
ban necesariam ente constreñidas.

La disposición de las e d ificaciones en la Tercera Etapa


(Sector Oeste y Terraza " H " ) e, incluso, el e m p le o de los
grandes superbloques " trip le s " que la caracteriza, pare­
cen m ucho más condicionados por las angostas terrazas
escalonadas donde se ubican. Las m egaestructuras de v i­
v ie n d a se ven obligadas á d e s e rta r del ríg id o m andato de
la o rie n ta ció n horte-sur y de la utópica búsqueda de un
espacio e xte rio r sagrado, para exhibirse en toda su lo n g i­
tud hacia varias direcciones.
Las libertades expresivas que anu n cia n los servicios
"c o o p e ra tiv o s " entre los bloques lle g a rá n hasta sus ú lti­
mas consecuencias en los centros cívicos desagregados.
A llí, entre plaza, escuela, cine, iglesia y centro com ercial,
desaparece la m onotonía de la v iv ie n d a y reina el e cle cti­
cismo tip o ló g ic o y la " v a rie d a d " fo rm a l. Hay una patria
para los obreros, un lu g a r existe contra la u n ifo rm id a d :

47
el centro cívico se abre para los contactos sociales de los
que renuncian al inhum ano superbloque y desean recibir
un baño pu rifica d o r de "C o m u n id a d ” .

Pero el sím bolo m áxim o de la C om unidad " 2 de


D ic ie m b re " y de los afanes constructivos de la dictadura
p erezjim enista será el "p o lic ro m a d o " superbloque. Razo­
nes de índole pragm ática y de estabilidad estructural con­
d u je ro n a descartar el esbelto superbloque de "C e rro Pi­
lo to " y a seleccionar para su construcción m asiva el de
"D ie g o de Losada". Los m ayores cam bios, y después las
m ayores criticas, se concentran en las escaleras internas:
pasarían a servir de acceso a los apartam entos del piso
superior y de los dos inferiores a los corredores y, a partir
de la Segunda Etapa, cam biarán de posición para p e rm i­
tir am bientes fa m ilia re s integrados.

En d icie m b re de 1955, después de un fe b ril proceso


constructivo de seis meses, el Presidente de la República
inauguraba la Primera Etapa del " 2 de D ic ie m b re ".24 El
proceso y el acto se repetirían en d icie m b re d e 1956 y
1957 para las etapas siguientes.25 En tres años se habían
construidos más de 9.000 apartam entos para a lo ja r a más
de 60.000. personas, constituyendo una e x p e rie n cia so­
ciológica y arquitectónica sin p a ra le lo en A m érica. He­
mos señalado algunos de sus problem as y otros aparecen
condensados en el "P ro y ec to de Evaluación d e los
S u p e rb lo q u e s ",26 realizado por un e q u ip o interna­
cional de expertos en 1959, a solicitud del Banco Obrero.
El o b je to fu n d a m e n ta l de su crítica es, desde luego, el
derrocado régim en de Pérez Jim énez, pero ta m b ié n , el
e le m e n to que se había convertido, nacional e interna­
cio n a lm e n te , en su expresión m a te ria l más acabada: el
p o licro m a d o superbloque del " 2 de D ic ie m b re " (ahora,
"2 3 de E nero". La recom endación fin a l del in fo rm e fue
seguida al pie de la letra y el Estado suspendió in d e fin i­
da m e n te "to d o tip o de construcción de su p erb lo ­
q u e s ",27 com o en Caricuao, El V a lle y Parque C entral se
dem uestra. Grandes empresas, nuevos ropajes, viejas
ideas. ________________________________________ _
24. En la Primera Etapa (Sector Este) se construyeron 12 superbloques.
uno de ellos " d o b le ” ; 26 bloques de cuatro plantas; 4 kindergar-j
ten, 4 guarderías y 4 ed ificio s de com ercio, para una población!
cercana a los 15.000 habitantes de los 2.366 apartam entos.
25. En la Segunda Etapa (Sector Central) se construyeron 13 superblo­
ques, tres de ellos 'dobles ',- 9 bloques de cuatro plantas, también
'd o b le s "; 2 escuelas prim arias, 6 kinde rga rten , 4 guarderías, 1
mercado, 1 1 ed ificio s de com ercio y 1 centro cívico con diversos
edificios, para una población a p ro xim a d a de 20.000 habitantes
de los 2.688 apartam entos.
En la Tercera Etapa (Sector Oeste y Terraza " H " ) se construyeron
13 superbloques, cinco de ellos " tr ip le s " y tres "d o b le s"; 7 blo­
ques de cuatro plantas, uno de ellos " tr ip le " y tres "d o b le s "; 3
escuelas prim arias, 7 kinde rga rten , 1 m ercado, 10 e d ificio s de co­
m ercio y 1 centro cívico con diversos ed ificio s, para una poblacion
ap ro x im a d a de 25.000 habitantes de los 4.122 apartam entos.
26. P ro y e c to d e E valu ació n d e los S u p e rb lo q u e s Caracas, B0
1959.
27. Debe suspenderse todo tipo de construcción de superbloques por
parte del go biern o, en tanto no se tenga una p o lítica definido
sobre la v iviend a en relación al desarrollo eco nóm ico y social de
país y de ntro de una p la n ifica ció n y coo rdina cion n a cio n a l’
P ro y e c to d e E valu ació n d e los s u p e rb lo q u e s cit., p. 114

48
Para los caraqueños, la im agen del 23 de Enero como
LOS HABITANTES parroquia es, quizás, una de las más nítidas y precisas: fí­
sicam ente, está perfectam ente delin e a d a en las torres de
DEL 23 DE ENERO: los apartam entos que eclosionaron sobre grandes exten­
siones vacías en una ciudad aún modesta en alturas y m o­
Una ra diografía social d e rnidad; socialm ente, en la com batividad de una juven­
tud enfrentada a la policía de turno, im agen p rim a ­
riam ente construida por las gestas populares y d em ocráti­
cas que le dieron su nom bre y, luego, reiteradas por unas
Por.- Roberto Briceño León acciones encapuchadas cuya fin a lid a d , las más de las ve­
ces, resulta incom prensible, incluso para los iniciados en
el m undo de los partidos y las luchas sociales.
Pero... ¿cómo son los hom bres que habitan la parro­
quia? Todos viven en las inmensas torres que se aparecen
en nuestra m ente; son acaso los hombres de los barrios
que luego fu eron a v iv ir a los apartam entos; cuál es su
educación; cuántos son sus ingresos; en qué tra b a ja n ; có­
mo son sus fa m ilia s, hay muchos extranjeros, hay muchos
jóvenes, tienen carros...

LA IM A G E N U R B A N A En la parroquia 23 de Enero no todo son apartam entos y


ALTERADA... edificios, esta im agen d o m in a n te de las torres es verdad,
pero no es toda la verdad, en la parroquia hay casas y
hay ranchos. El Censo de 1981' d io un total de 16.454 v i­
viendas u hogares censales, de esta cantidad, 10.204
eran apartam entos, es decir, el 62% de las viviendas de
la zona son los apartam entos construidos por el Banco
O brero; pero hay, adem ás, casas; son 5.209, lo cual sig n i­
fica el 31 % de las viviendas de la parroquia, una cifra im ­
portante, sobre todo si se confronta con la apreciación in i­
cial que uno puede tener de la zona com o exclusiva de
apartam entos. Y hay tam bién ranchos: 531 ranchos u rba­
nos, lo cual es el 3,2% del total de viviendas, cifra p e ­
queña, incluso si uno la com para con la que puede surgir
de algunas urbanizaciones de prestigio. Por lo tanto, no
todo son las torres levantadas ai fin a l del g o b iern o de Pé­
rez Jim énez. El censo registró, adem ás, la existencia de
117 casas de vecindad, menos del 1% de las viviendas. El
resto de hogares censales, re a lm e n te no son viviendas,
son fa m ilia s que viven en piezas que a lq u ila n sea en las
casas, sea en los apartam entos y representan el 3% del
total de hogares.

LA PO BLAC IO N TOTAL En la p a rroquia el Censo del 81 contó a 86.767 perso­


nas, más personas que en muchas ciudades de V enezuela
y el tam año a p ro x im a d o de lo que se considera una
"c iu d a d m e d ia " en el m undo europeo. Hay una leve m a­
yoría de m ujeres —52% —, m ayoría ésta que se m anifies-

1) GIL, ELINOR. "La integración del hom bre con su esp a cio ". El D iario
In m o b ilia rio . (El D iario de Caracas), 28 de octubre de 1981. Caracas.

49
ta sobre todo a partir de los 35 años, cuando aum entan
las m ujeres en relación a los hombres. Casi las dos terce­
ras partes de la población tie n e menos de 15 años, y más
de la m itad —el 56'%— tie n e menos de 25 años, una
población bastante ¡oven. La p irá m id e de edad tie n e una
fo rm a norm al en relación a V enezuela, pero lla m a la
atención que los grupos de edad que van de 1 5 a 19 y de
20 a 24 años sean los que tengan m ayor p o b lació n , es de­
cir, son in dividuos nacidos entre 1957 y 1966, el m o m e n ­
to de in icio del 23 de Enero com o urbanización.

LAS FAMILIAS De los habitantes que tienen más de 12 años de edad,


Y LA SITUACION resultaron ser solteros y el 41% vivían en pareja,
de éstos un 73% estaban casados y un 26% unidos; llam a
CONYUGAL la atención que una cuarta parte de las parejas no esté
casada, pues es una situación a m itad de cam ino entre las
cifras que se pueden encontrar en los barrios —don d e es
m ayor el núm ero de unidos— y en las urbanizaciones de
más altos ingresos —donde es m ayor el núm ero de casa­
dos—. Los divorciados eran apenas el 2% y los separados
cerca del 4%. Llama la atención que dos tercios o más de
quienes declararon ser divorciados, separados o viudos
eran m ujeres.
En cuanto a su lugar en la fa m ilia , encontram os que el
18% de las personas declararon ser jefes de fa m ilia , un
11% eran esposas o com pañeras, un 45% decla ra ro n ser
hijos, un 8,6% eran nietos y un 9,6% eran herm anos u
otro tip o de parientes. Obsérvese la existencia de una fa ­
m ilia a m p lia d a donde están presentes tanto los nietos co­
mo los herm anos, pero no así los suegros, quienes no lle ­
gan al 2%.

Los jefes de fa m ilia eran en dos tercios hom bres, pero


en un tercio eran m ujeres, cifra de cu a lq u ie r fo rm a in te re ­
sante. Un d e ta lle lla m a tiv o en los datos de las esposas fue
que dos m ujeres que declararon ser esposas o concubinas
tenían 10 y 14 años de edad.
Los prom edios de habitantes por hogar censal, que nos
dice el ta m a ñ o p ro m e d io de las fa m ilia s , varía de las ca­
sas y ranchos a los apartam entos,.siendo el más a lto el de
los apartam entos: 5,5 habitantes por a p a rta m e n to ; m ie n ­
tras que en las casas y ranchos era de 5,2 habitantes por
u nidad censal. Están eran cla ra m e n te fa m ilia s com pletas,
pero igual sucede en las piezas, no son in d ivid u o s solos,
sino fa m ilia s cuyo p ro m e d io de ocupación es de 3,9 h a b i­
tantes por pieza en las casas de vecindad y d e 3,6 en las
piezas de ¡as casas fa m ilia re s y apartam entos.

50
VENEZOLANO S El 96,6% de la población de la p a rroquia 23 de Enero
son nacidos en Venezuela y de éstos el 75,5 en el Distrito
Y C ARAQ UEÑO S Federal: venezolanos y caraqueños en su casi totalidad.
Este hecho es im portante, pues siendo Caracas una ciu­
dad de migrantes, hay una generación que ha nacido en
Caracas y que uno puede pensar ha crecido en el propio
23 de Enero, sobre todo si piensa en la p irá m id e de edad
y se observa que el 56% de esos habitantes tienen menos
de los 25 años. Esto es im portante para la com prensión de
la conducta de los jóvenes y, tam bién, para e n fre n ta r esa
d ifu n d id a idea de la existencia de una población rural
que fu e m etida de pronto en unos apartam entos a los
cuales trasladaron sus hábitos campesinos.
A l ser preguntados sobre cuánto tiem po tenían vivie n d o
en la localidad, el 41 % respondió que siem pre había v iv i­
do a llí y el 20% declaró que tenía más de 20 años, lo cual
muestra que el 61% tie n e más de 20 años en Caracas, no
sabemos en este caso si tam bién se re fiere al 23 de Ene­
ro, pero en cu a lq uie r caso nos da una p oblación p ro fu n ­
dam ente caraqueña.

Los no-nacidos en Caracas son básicam ente de tres esta­


dos: M ira n d a —un 4,3% —, lo cual es bastante com pren­
sible; Táchira —4,7% — y Sucre —4% —, m igrantes de los
dos extrem os del país, el resto se distribuye entre el resto
de Estados del país.

Los nacidos en el exterior son bastante pocos: 3,3%. De


ellos más de la m itad —58,3% — son colom bianos, 8,5 na­
cidos en España y 5,8 en Portugal. Cuando intentam os in­
da gar sobre el año en el cual habían llegado al país, para
p oder conocer su presencia en la zona, nos encontram os
con que el 99,5% no respondió a esta pregunta del
Censo.

LOS NIVELES EDUCATIVOS El 41,6% de los habitantes de más de 5 años del 23 de


Enero tienen a lgún grado de p rim a ria cursado y en su m a­
yoría estudió entre el 4 ° y 6 o grado. Las dos terceras par­
tes de la po b lació n que d e cla ró tener estudios de entre 4 °
y 6 o grado, tie n e más de 20 años, por lo tanto, no es una
población en edad escolar, pareciera que este es un tipo
de estudio m uy h abitual entre los venezolanos que in i­
cian sus estudios de p rim a ria , pero, o no la concluyen o
no ingresan al b achillerato. Un 35% tie n e a lg ú n g rado de
b a ch ille ra to y un 45 algún grado de estudios superiores.

No se observa ninguna d ife re n c ia en el nivel educativo


entre hom bres y m ujeres, de p rim a ria a universidad es si­
m ila r la proporción de varones y hem bras en cada uno de
los niveles educativos.
El a n a lfa b e tism o es re a lm e n te pequeño, se puede
calcular en un 3,2%, por supuesto que uno siem pre duda
sobre estas cifras, pues la vergüenza social lle va a ocultar

51
la condición de an a lfa b e to , pero tam bién es cierto que
ésta es una población urbana y con tradición de vida en
la ciudad que ha p odido y tenido p o sib ilid a d de b e n e fi­
ciarse de las oportunidades educativas. En conclusión, no
hay ni muchos analfabetas, ni muchos universitarios, es
una población de fines de la p rim a ria a inicios del
b ach ille ra to .
23 DE ENERO: SITUACION EDUCATIVA 1981
ANALFABETA ALGO SUPERIOR
ALGO PRIMARIA ALGO BACHILLERATO

O CUPADOS El 48% de la población de más de 12 años estaba ocu-


Y DESOCUPADOS Pac^a Y tra b a ja n d o de una m anera rem unerada en el m o ­
m ento de realizarse el Censo de 1981, es una p oblación
trabajadora. De dichos trabajadores, el 62% eran
hom bres y un 37% mujeres, cifra sin lugar a dudas im p o r­
tante, pues dem uestra la creciente incorporación de la
m u je r al m ercado de trabajo.

De la población en edad de tra b a jo (más de 12 años),


dos tercios de los hombres trabajan y un tercio de las m u­
jeres ta m b ié n lo hacía. De todos modos, en la población
inactiva se encuentra que las tres cuartas partes es fe m e ­
nina. Este hecho es siem pre s ig n ifica tivo , pues perm ite
mostrar una de las grandes d ificu lta de s en el cálculo del
desem pleo, por e je m p lo , la población que d e cla ró des­
e m p le o era en sus tres cuartas partes hom bres; creem os
que esto en buena parte se explica por la tendencia en
las m ujeres a d eclarar que se está de d icad a a los oficios
del h o gar cuando se está sin e m p le o y nunca "d e s e m ­
p le a d a "; lo cual en estricto sentido es verdad, pues la m u­
jer nunca está "d e s e m p le a d a " ya que siem pre se ocupa
del hogar, pero, técnicam ente, introduce d ificu lta d e s pa­
ra el cálculo de la desocupación. Los desem pleados
representaban, para el año de 1981, el 10% de la p o b la ­
ción económ icam ente activa.

En g e n e ra l, se encuentra una incorporación tem prana


al m ercado de trabajo: el 30% de los jóvenes entre 15 y
19 años y el 65% de quienes tenían entre 20 y 24 años, se
e ncontraba tra b a ja n d o de m anera rem unerada.

Los jefes de fa m ilia varones estaban en un 85% traba-


s ¡ando en ocupaciones rem uneradas, m ientras que sólo el
50% de los ¡efes de fa m ilia hem bras estaban ocupadas;
el 10% de los varones declaró estar desocupado, pero só­
lo el 2% de las hem bras hizo lo propio.

EMPLEADOS, La p o b lació n ocupada es p re d o m in a n te m e n te em plea-


M A S QUE TODO ^a' cercanía al centro, am én de la incesante ter-
ciarización del e m p le o en V enezuela, ha p e rm itid o este
in cre m e n to n otorio del e m p le o ; el 54% de los tra bajado-

52
res son em pleados. De ellos, el 30% están em pleados en
el sector privado y el restante, 24%, en el sector público.
Los obreros, quienes representan el 25% de la población
ocupada, se reparten en casi igual la proporción entre los
que trabajan en el sector público y quienes lo hacen en el
privado. Es im portante insistir en estas cifras, pues existe
una d ifu n d id a im agen de 23 de Enero com o zona de
obreros, lo cual, com o se ve, no es del todo verdad. Es
una población de lo que podem os lla m a r la "m o d e sta
clase m e d ia ",2 compuesta por em pleados de nivel b ajo o
m edio en la escala jerárquica de las empresas privadas y
oficinas públicas.
Los trabajadores por cuenta propia: vendedores, artesa­
nos solitarios, trabajadores calificados a destajo o por
contrato, son el 9,6%; esta cifra es m enor que la que se
puede encontrar en ciudades del in te rio r o en barrios. Es­
ta categoría social que muestra m ucho de las aspira­
ciones laborales del venezolano —la de tra b a ja r sin
patrón y sin reglas externas— es confusa en su sim ple in-
•terpretación estadística, pues por su carácter socialm ente
polisém ico puede significar, adem ás de su d e fin ició n
exacta, un sub-em pleo o desem pleo disfrazado o un tipo
de patrono de corte pequeño burgués, que contrata per­
sonal sin tener la fo rm a lid a d ni las obligaciones que
im plicaría el patronazgo. Los que declararon ser patrones
resultaron ser el 1%, cantidad pequeña pero im portante,
fu n d a m e n ta lm e n te cuando se piensa en los niveles de
ingreso a los cuales más a d e lan te nos referirem os. Los
trabajadores com o servicio dom éstico, o las trabajadoras,
pues es ése un oficio con sexo im plícito, representan m e­
nos del 1% de la población ocupada. En conclusión, ni
patrones, ni obreros, sino em pleados.

COM ERCIO Y SERVICIOS Una tercera parte de las personas ocupadas se e n ­


contraba trab a ja n d o en servicios com unales, sociales y
personales, y si a e llo le sumam os las personas que tra b a ­
jan en comercios, restaurantes y hoteles, tenem os que ca­
si la m itad —46% — trabaja en servicios, y si, adem ás, le
a ñadim os los que trabajan en establecim ientos fin a n ­
cieros, nos encontram os con que más de la m itad —56% —
labora en servicios. Como es de suponer, las personas d e ­
dicadas a la agricultura son casi inexistentes, los de las in­
dustrias m anufactureras representan el 14,7% de la
p o b lació n ocupada, y los trabajadores de la construcción
no llegan al 6%.
En g eneral, se m antienen las proporciones educativas
para todas las ramas de a ctivid a d económ ica, e, incluso,
en núm eros absolutos, tienden a ser sim ilares las ca n tid a ­
des de personas que tienen p rim a ria a las que tienen
ba ch ille ra to . La excepción se nota cuando se pasa al d e ­
ta lle : en la industria de la construcción hay una m ayoría
de los trabajadores que estudiaron sólo los prim eros años
2) F.N.—"El M etro le regalará a Caracas un B o u le va rd ". Caracas a
D iario. El Diario de Caracas, 15 de agosto de 1982.

53
de p rim a ria ; en la industria m anufacturera son tam bién
m ayoría, pero en m enor cantidad y d o m in a n las personas
que estudiaron los últim os años de p rim a ria ; por el contra­
rio, en las entidades financieras, seguros, etc., son m a yo ­
ría las personas que estudiaron b a ch ille ra to . Y, por ú lti­
m o, la m ayoría de las personas que hicieron alg ú n estu­
d io superior se encuentran tra b a ja n d o en el área de los
servicios personales.
En cuanto a su lugar de nacim iento, la po b lació n ocupa­
da resultó ser en un 51% nacidas en el Distrito Federal y
en un 43% nacidos en otros Estados de V enezuela. El 3%
extranjerosy el 1% Venezolanos por naturalización. La pro­
porción en las distintas ramas de a ctivid a d económ ica es
s im ila r a la de los datos generales, salvo en dos casos-, en
las e ntidades financieras, don d e antes veíam os q u e d o ­
m in a b a n las personas con b a ch ille ra to , pues a h ora son
tres veces más los nacidos en Caracas q u e los nacidos en
el interior,- y, el otro caso, ta m b ié n distinto, era el de la in­
dustria dé la construcción, donde antes observábam os era
m a y o rita rio el estudio exclusivo de la p rim a ria , pues a h o ­
ra destacam os que son más del d o b le quienes nacieron
en el interior; todo lo cual pareciera c o n clu ir en el si­
g u ie n te esquem a de recurrencias: por un lado, nacido en
el interior, estudio de prim a ria , industria de la construc­
ción; por otro lado, nacido en Caracas, b a ch ille ra to , e n ti­
dad fin a n c ie ra o seguros.

LOS INGRESOS MEDIOS


Los resultados del análisis de cuánto gan a n las personas
que tra b a ja n en el 23 de Enero nos refuerza la idea de
una m odesta clase m edia. El renglón más im p o rta n te de
ingreso y en el cual se concentra cerca del 40% de la
p o b lació n ocupada, es el que va de los 1.001 a los 2.000
bolívares, y el segundo grupo en im p o rta n cia es el si­
g u ie n te , de 2.001 a los 4.000 bolívares, d o n d e están el
35% de los ocupados, es decir, que la p o b lació n q u e g a ­
na entre 1.001 y 4.000 bolívares es el 75% de la p o b la ­
ción ocupada del 23 de Enero. Q uienes para el m o m e n to
del censo ganaban menos de 500 bolívares m ensuales,
eran el 2,2% de la p oblación y eran tra b a ja d o re s perso­
nales: servicio dom éstico o e m pleados de restaurantes y
hoteles. El g rupo que ganaba entre 500 y 1.000 bolívares
era el 6,5% y la b oraban en trabajos sim ila re s al a n te rio r
grupo. Es decir, que el grupo por d e b a jo de los 1.000 b o lí­
vares m ensuales no lle g a .a l 9% y el g ru p o por a rrib a de
los 4.000 bolívares m ensuales es de apenas el 7,4% .

C uando los ingresos se observan en re la ció n al sexo se


nota la ten d e n cia ya conocida a que la m u je r reciba me-

54
nos ingresos, obsérvense estas com paraciones: el grupo
que gana entre 500 y 1.000 bolívares representa el 4% en
los hom bres y el 9% en las m ujeres; en el grupo de 1.001
a 2.000 bolívares, los hombres son el 33%, las m ujeres el
50%, hasta aquí, y en los m enores ingresos, son m ayoría
las mujeres, veamos el siguiente grupo: de 2.001 a 4.000
bolívares, los hom bres son el 40%, las m ujeres el 26% y
en el grupo de 4.000 a 6.000 bolívares, los hom bres son
el 7% y las m ujeres el 2%. Si no hay d ife re n cia sig n ifica ti­
va en la educación, pues las proporciones de estudio rea­
lizados son sim ilares por sexo, entonces la d ife re n cia de
ingresos debe ser a trib u id o a otras razones, im posibles de
indagar aquí.

LA PROPIEDAD La m ayoría de los habitantes del 23 de Enero son pro-


DE LA VIVIENDA Pie ,a r¡os sus viviendas, menos de una cuarta son
quienes viven alquilados. La proporción de a lq u ila d o s y
propietarios es sim ila r en las casas que en los a p a rta m e n ­
tos.- el 74% de las casas son propias, el 76% de ios a p arta­
mentos tam bién.
Las piezas en las cuales habitan hogares censales no
son, por supuesto, propias, n in guna es p ro p ia , lo que v a ­
ría es el tipo de nexo que establecen con el pro p ie ta rio .
Dos tercios de quienes a llí habitan están a lq uilados,
. m ientras el resto declaró tener "o tra fo rm a " de relación
con el dueño. Pensamos que hay muchos del estilo de
ayuda fa m ilia r, sea para los hijos, sea para alg ú n fa m ilia r
cercano, com o el caso de los herm anos de la pa re ja que
ya en los datos fa m ilia re s se mostraba com o im portante.

Llama la atención el hecho de que el más a lto n ive l de


p ro p ie d a d de la v ivie n d a se encuentre en los ranchos,
más del 90%, el m e n o r de los a lq u ila d o s —3,7% — y el
más alto de otra fo rm a —5,7% —. Esto es com prensible,
pues una de las razones de la construccióndel rancho es
p o der tener una v iv ie n d a propia, incluso en iguales con­
diciones el in d ivid u o del p u e b lo p re fie re el rancho, pues
no está o b lig a d o al pago del a lq u ile r de una v ivie n d a , lo
cual es d ifíc il y angustiante en condiciones norm ales de
inseguridad laboral.

LOS MATERIALES Los m ateriales utilizados en la construcción pueden dar-


DE LA VIVIENDA nos una '^ ea ^'P0 v 'v 'enc^a del c u a ^ estamos
h a b lan d o : las paredes, para com enzar, nos muestran una'
d ife re n c ia interesante: las paredes de b lo q u e frisado son

55
usadas en el 92% de los apartam entos, en el 77% de las
casas y en el 38% de los ranchos. Obsérvese com o son
menos en las casas, lo cual puede hacernos com prender
que hay una buena cantidad de casas de condiciones no
m uy óptim as y distintas a la im agen que podríam os ha­
cernos de las quintas. En los ranchos era de esperar estos
resultados: el 58% utilizaba m ateriales com o el cartón,
cinc, desechos.

En cuanto a los techos, el 96% de los apartam entos usa


pla ta b a n d a , en las casas el 58% usa plata b a n d a y el 38%
lám inas de cinc; en los ranchos el 92% usa lám inas de
cinc. En cuanto al piso el 95% de los apartam entos los
tiene de la d rillo o terracota, el 75% de las casas lo tie n e
de cem ento y el 24 de terracota o mosaico o granito; en
los ranchos el 86% lo tie n e de cem ento y el 13% de tierra.

LOS SERVICIOS PUBLICOS En relación a los servicios públicos y el e q u ip a m ie n to


encontram os que se pueden d e fin ir tres estilos de vida a
Y EL ESTILO DE V ID A
lo interno de la población del 23 de.E nero y pareciera
que el más acom odado no es de las casas —com o p u ­
diera suponerse—, sino el de los apartam entos y, por su­
puesto, el de m ayores carencias es el de los habitantes de
los ranchos. Veam os algunas d iferencias y características:
el 100% de los apartam entos tie n e agua corriente por tu­
bería dentro de la vivienda, el 81 % de las casas y el 61 %
de los ranchos. En los barrios un 16% recoge el agu a de
una p ila pública. El 100% de los apartam entos tie n e W.C.
conectado a cloaca, el 94% de las casas y el 77% de los
ranchos. El 100% de los apartam entos tie n e al m enos un.
cuarto de baño con ducha, el 90% de las casas y el 59%
de los ranchos.

Estos datos en relación a los servicios públicos se ven


ig u a lm e n te refrendados en la caracterización que p o d e ­
mos hacer de su estilo de vida por el e q u ip a m ie n to : en
ge n e ra l todo el m undo cocina con gas, m u y pocos con
e le ctricid a d ; de cu a lq uie r m anera llam a la a tención el
porcentaje que cocina con kerosene, lo cual no es sólo há­
bito, sino señal de ahorro en la pobreza: en el 0,9% de
apartam entos se cocinaba con kerosene, en el 3,7% de
las casas y en el 16% de los ranchos. En re la ció n al
e q u ip a m ie n to del hogar veam os com o esto se repite, con
la nevera, por e je m p lo , en el 93% de los a partam entos
hay nevera, en el 84% de las casas y en el 67% de los
ranchos. Las lavadoras: el 72%, 53% y 31% en a p a rta ­
mentos, casas y ranchos. En cuanto a los televisores, las
cantidades son 93%, 86% y 80% , nótese a lg o sabido co­
mo es la a b u ndancia de televisores y del te le viso r com o
hecho esencial en la vida contem poránea para todos los
grupos sociales, lo p a rticu la r es que si uno lo com para con
la re frig e ra d o ra , por e je m p lo , se encuentra q u e no sólo
en los ranchos hay más televisores que neveras, sino ta m ­
bién en las casas; claro, llam a la atención en los ranchos,
pues la d ife re n c ia es más grande, don d e el 67% tie n e ne-

56
vera y el 80% televisor. En otras oportunidades he expre­
sado que si bien esto pudiera resultar poco com prensible
en una lógica de econom ía fa m ilia r estricta, es bastante
com prensible, pues, para unas personas siem pre acos-
tum bradqs a v iv ir sin nevera y sin dem asiadas cosas que
guardar dentro de e lla , es más racional a d q u irir un te le v i­
sor a una nevera, pues le añade más calidad y goce a su
vida.
En referencia a los autom óviles la situación no se hace
distinta: en el 32% de los apartam entos hay un vehículo,
en el 21% de las casas y en el 9,5% de los ranchos. For­
m ulado a la inversa: en un 62% de apartam entos no
tienen carro, en el 75% de las casas y en el 90% de los
ranchos. Los prom edios de habitantes por vehículo re fle ­
jan esta situación: 5,8 habitantes por carro en los ranchos;
5,6 en las casas y 5,5 en los apartam entos.

LA MODESTA CLASE M E D IA En conclusión nos encontramos con una típica modesta


clase m edia urbana, de em pleados de com ercio y servi­
cios, con unos modestos ingresos que les p erm iten ciertos
lujos y un recatado confort, que viven en apartam entos
de gran violencia espacial pero que les han pro p o rcio n a ­
do com odidad y servicios públicos, o en unas casas que
son ranchos m ejorados por su p ro p io esfuerzo; nacidos en
Caracas, han p odido o btener algunos beneficios de la V e­
nezuela petrolera, tienen un m odo de vida urbano y una
educación que no excede los prim eros años de b a ch ille ­
rato; sus carencias no se com paran ni a los más pobres de
Caracas ni a los de quienes han vivid o en la zona de
exclusión del ingreso petrolero, tienen ciertos aspectos de
bienestar urbano dentro de sus casas y muchos problem as
en la calle, viven al día con las dificu lta de s y modestias
que les im pone la vida en Caracas. Son un e je m p lo de la
vida urbana d e rivada del p etróleo y caraqueños a todo
dar.

Caracas, junio, 1984

REFERENCIAS 1) Todos los datos sociales a quí utilizados se fu n d a n en


los cruces que solicitam os y g e n tilm e n te nos fu e ro n pre­
parados y proporcionados especialm ente para la re a liza ­
ción de este trabajo por la O ficin a Central de Estadísticas
e Inform ática (OCEI), con base a las inform aciones del
CENSO 1981.
En la recolección de la in fo rm a ció n pa rticip ó el sociólo­
go Andrés Ruiz.
2) Para una d e ta lla d a exposición acerca de la com posi­
ción de las clases sociales en V enezuela y de lo que sig n i­
fico con "m o d e sta clase m e d ia ", consúltese m i tra b a jo
LOS EFECTOS PERVERSOS DEL PETROLEO, Tomo II: las cla­
ses sociales, UCV, 1984.

57
EL PARQUE DEL OESTE En el estudio de la OMPU "C aracas 2 0 0 0 ", se establece
que " la d is p o n ib ilid a d de espacios para la recreación
--------------------------------------- pública en Caracas, representa un índice inferior a 1,5
Giovanna M érola m2/h a b ." ,’ en el mismo estudio se propusieron políticas
■ en cuanto a la recreación, conducentes a solucionar, en
parte, este p ro b le m a específico,- sin em bargo, los parques
urbanos siguen siendo deficientes.
Es por esto que en lo que se re fie re a los mismos d u ra n ­
te el g o b ie rn o de Luis Herrera Campíns se in icia la cons­
trucción del Parque del Oeste, proyecto que data de los f i ­
nales de los años cincuenta, cuando Burle M a rx trabaja
en el proyecto del Parque del Este. En ese tie m p o él mis­
mo p re paró un anteproyecto para el Parque del O este,1 el
cual du ra n te casi veinte años no lle g ó a m aterializarse. Es
apenas en estos años que, a raíz de la presión p o p u la r de
los residentes de Catia y Pro-Patria, se vu e lve a m a n e ja r
la p o sib ilid a d de crear este parque en una zona densa­
m ente p o b lad a de la ciudad, y c®n un porcentaje de
áreas verdes prácticam ente inexistentes.

Por otra parte, el Parque C ultural de Caracas fu e p ro p i­


ciado por algunos concejales, después de la reiterada pe­
tición por parte de grupos organizados del Sector Oeste
de la ciudad. El mismo com prende la zona de El C alvario-
Caño A m a rillo ; se unirían el Parque de El C a lva rio con la
Q uinta Santa Inés, el Arco de la Federación, el Túnel de
Pagüita y la Estación del M etro "C a ñ o A m a rillo " , hasta
lle g a r al m ism o Palacio de M ira flo re s. El Estudio fu e enco­
m e n d a d o desde el año 1977 a la OMPU, por el C oncejo
M u n ic ip a l. En su prim era etapa se realizó un proyecto de
rescate de "El C alvario y sus a lre d e d o re s ", re a liza d o por
un e q u ip o m ú ltip le de la OMPU.2 En el estudio se propuso
una o rganización especial, que incluyera la creación de
más plazas, parques y jardines a través de un sistema de
servicios culturales y con senderos peatonales a todo lo
largo del proyecto. De aquí surgió la idea del "P arque
C ultural de C aracas", y que luego se a n e xa ra al "P arque
del O e ste ". Según el arquitecto Oscar Tenreiro, respon­
sable del proyecto, los espacios abiertos "c o m p re n d e n
unas 7 Has. de plazas, parques y ja rd in e s" y se podrá circu­
lar a p ie desde la Plaza B olívar.hasta el sur del Palacio
de M ira flo re s. Se construirá ig u a lm e n te en el lu g a r la G a­
lería de A rte N acional "c o n cuatro patios-jardín con á rb o ­
les, inspirados en la casa c o lo n ia l", el e d ific io sede de
Danzas V enezuela, el e d ific io sede de la Escuela de Artes
P lásticas y d e l In s titu to L a tin o a m e ric a n o d e Etno-
M usicología y Folklore. Es posible que todo este co m p le jo

1) ALCOCK PEREZ, JAMES.—"El pro b le m a de la recreación en la C ara­


cas del Futuro". Rev. El Farol, N ° 217, ju n io 1966, Caracas.
2) BUITRAGO SEGURA, LUIS.—"S obre las ruinas de C año A m a rillo sur­
g irá el Parque C ultural de C aracas". E! N acion al, 18-8-81. Caracas.

M.A.R.N.R. El índice no rm ativo e stip ulado en m edios in te rn a cio n a ­


les, oscila entre 8 y 12 m 2/hab. "D iag nóstico A m b ie n ta l del A rea
M e tro p o lita n a de C aracas". Rev. A m b ie n te N ° 5, 1982. Caracas.

58
cultural y recreacional sea una re a lid a d para el año 1983?
d e b ido a que el 90% de los terrenos son propiedad a'el Es­
tado. La excusa del alto costo de la tierra en este caso no
opera, así que es posible que sí se realicen estos proyec­
tos.

El "P arque del N o rte " es otro proyecto que está en vías
de ser realizado, se trata de rescatar la zona noroeste de
la ciudad, donde se construye el nuevo Edificio de la
Biblioteca y el A rchivo N acional, cercanos al Panteón N a­
cional y el viejo Cuartel San Carlos.

Debidamente enlazado al "P arque del N o rte ", otro pro­


yecto de envergadura y de rescate de las zonas aledañas
al Panteón N acional, es el conocido com o "Foro Liberta­
d o r" ,' centro cívico construido por edificaciones culturales
y adm inistrativas: auditorios, teatros, plazas, áreas verdes
y un boulevard desde la A ve n id a Baralt hasta el Panteón.
Se rescatarán elem entos naturales de va lo r tradicional en
la ciudad, que contribuirán a e nlazar el entorno a m b ie n ­
tal de la zona, tales com o el Samán de Bello y las Q uebra­
das de Catuche y Aguacatico, así com o los puentes Páez y
Trinidad. Un m agnífico proyecto que esperam os sea rea­
lidad.
Para concluir hay que a ñ a d ir dos parques que conquis­
taron los vecinos; se trata del Parque "A n to n io José de
S ucre", inaugurado en C aurim are el 5-6-82 y el Parque
"L ice n cia d o Sanz", en El M arqués, puesto en servicio el 7-
6-82.
En resum en, podem os decir que es m uy poco a le n ta d o r
el panoram a de la vida urbana en la Caracas de estos ú l­
tim os años; los problem as siguen m ultiplicándose: tráfico,
contam inación del aire, basura, aguas negras, ruido, a lte ­
ración del m icroclim a, e nferm edades respiratorias, etc.

A toda esta serie de calam idades, generadas por d iv e r­


sas causas, desde un pésim o servicio de transporte colecti­
vo, así com o el de recolección de basura, escaso m a n te n i­
m ie n to de alcantarillas, sistema in e fic ie n te de cloacas,
etc.; hay que a ñ a d irle el dram a de la burla constante que
se sigue haciendo de ordenanzas y legislaciones sobre
porcentaje de áreas verdes en las zonas residenciales de
la ciudad. El escándalo más reciente, es el caso de las
Areas Especiales (AE) e n ’el Distrito Sucre, donde con p la ­
nos m odificados por las mismas personas que supuesta­
m ente deben ve la r por los intereses de la com unidad, se
pretende seguir haciendo negocios fabulosos, en d e tri­
m ento de la p oblación urbana.

Con estas prácticas, ningún p lan que pretenda m u d a r a


la ciudad de Caracas correrá con suerte, porque el p ro b le ­

1) "U n C entro Cívico para C aracas". Él D iario de Caracas (Caracas a .


D iario) 26-7-82, "1 6 4 m illon es se invierten en el F oro". El D iario In­
m o b ilia rio (El D iario de Caracas) 14-7-82.

59
m a no está en la ciudad que crece sin control, sino en la
in m o ra lid a d de ciertos grupos que la gobiernan.

En cuanto al aspecto recreativo, hay que d e cir que unos


cuantos proyectos de parque se han in icia d o b ajo esta
gestión a dm inistrativa, com o el Parque del Oeste, el Par­
que C ultural de Caracas y el Foro Libertador, sin em bargo,
la po b lació n caraqueña apenas ha p o d ido disfrutar de
obras realizadas como los boulevares del M etro, en la zo­
na de Sabana G rande hasta Chacaíto y en Catia, adem ás
d el B oulevard de La Pastora. Por últim o, hay que recalcar
que sólo la m o vilización de los vecinos en urbanizaciones
com o C aurim are y El M arqués, hizo posible la in a u gu ra ­
ción de dos nuevos pequeños parques para la ciudad en
1982.
TESTIMONIO Para Sofía Loren siem pre fue m otivo de o rg u llo haber
nacido en Pozzuoli, un suburbio de Nápoles. Nunca
DE LOS VECINOS: ocultó su hu m ild e extracción y no sólo eso, sino que a
lo largo dé su vida artística se consagró desem peñando
HABLA FLOR NUÑEZ: roles de mujeres que, com o e lla , vivieron la
V iv ir en el 23 de Enero m a rg in a lid a d en carne propia. A lo m ejor,
precisam ente el ham bre que pasó de niña, le p e rm itió
m e forta le ció .
convertirse en una exquisita actriz.

Lo m ism o sucede en el caso de Flor Núñez. Ella nació y


v ivió con cinco herm anos hasta hace pocos años en "e l
Por: M aría Laura Lombardi
23 de Enero" y el hecho de h a b ita r en el bloque 11 de
M onte Piedad fo rta le ció su carácter, la sensibilizó en
relación a determ inadas facetas de la vida y ta m bién le
sirvió, según d ijo , a la hora de protagonizar la
te le n o ve la de Cabrujas "La m u je r sin rostro",
especialm ente desde el punto de vista del lenguaje.

Conversamos con Flor Núñez para que nos cuente


aspectos de su vida, pero elige, entre tantos recuerdos,
aquellos que tienen que ver con su casa y su barrio.
¿Cómo incidió en su personalidad y fo rm a ció n " e l 23
de E nero"? ¿Cómo fue su relación con los vecinos?
¿Participó en algún hecho de sangre ocurrido en M onte
Piedad?
—No —dice la actriz— m e contaron que un día un
estudiante se asomó por una ventana y un policía lo
mató. Con la sangre del joven escribieron una
consigna: "Fulano, te v e n g a re m o s", y yo vi esas letras
escritas con sangre en una de las paredes del bloque
años más tarde.
—Yo nací —arranca el testim onio de Flor N úñez— en la
Parroquia San Juan. Somos ocho herm anos en total.
Seis de mi m am á y papá. Tres hem bras y tres varones.
Yo soy la tercera de los mayores, y dos los tuvo mi
padre con otra m ujer.

—El p rim e r recuerdo de mi casa es m uy general. La


p rim era im agen: mi padre. El era m uy m achista, fuerte,
a lgo violento. No nos d ejaba salir. A él le agradaba
m ostrarm e a sus am igos cuando los traía a casa. Le
gustaba mucho la música flam enca. Esto porque mi
a b u e lo era español. Fue g o b e rn a d o r de Trujillo. Dejó a
mi a b u e la em barazada y regresó a España, pero mi
padre heredó su a m o r al canto y a Joselito.

-M i padre —continúa la actriz— me ponía a cantar


d e la nte de los am igos: "V e n acá, N e n a " —d e cía —,
"cá n ta le s tal canción de Jo s e lito ", y yo me inspiraba,
cantaba y hasta lloraba. Los demás a p la ud ía n mucho y
mi papá, en son de brom a, pasaba un som brerito de
paja.
¿Cómo era tu casa?

-Bastante escueta. Cuatro habitaciones, en una


dorm ían papá y m am á; en otra todos los varones,- en la

61
tercera mis herm anas y yo, y en la otra una. tía que
estuvo muchos años con nosotros. Era una casa pobre,
pero había lo suficiente. Papá tra b a ja b a en la CANTV.

—¿Tu m am á?

—M i m am á siem pre ha sido m uy dulce, sumisa. Hay


m om entos en los que actúa con d e te rm in ació n , pero,
por lo g e n e ra l, es suavecita, tra n q u ila . En esa época
era alegre.

—¿Cómo era la escuela?

—Estudié p rim a ria en una escuelita fre n te al b lo q u e


donde vivía. Mis herm anos y yo nacim os m u y cerca
uno del otro y nos m antuvim os unidos a lo largo de
toda la vida. Si uno estaba en p rim e r grado, el otro
estaba en tercero y el otro en segundo. Tenía ta m b ié n
a m ig u ita s en la escuela y dos o tres en el b loque.
—A mi papá —agrega Flor N úñez— le m olestaba que
a lg u n a hem bra jugara en la ca lle o en las escaleras.
Recuerdo que un día yo estaba ju gando con la niñ a de
en fre n te en el pasillo. Tenía seis años. El lle g ó y m e
pegó y todo. M e pareció terrible.
—¿Qué sentías cuando salías def "2 3 de E nero"?

—A l p rin cip io no tenía m argen de com paración. Lo


aceptaba. Después, cuando com encé a salir, de a llí a
Santa Eduvigis o a La Boyera, a casa de mis tíos de
vacaciones, em pecé a e ntender la d ife re n cia . En la
casa fa lta b a n tantas cosas, y yo m e p re guntaba por qué
no teníam os lo que los demás.

—¿Otros recuerdos de la infancia?

—Arturo. En la clase. En tercer grado. M e m ira b a


m ucho y me d ijo que m e iba a esperar a la salida. Yo
le respondí: "D é ja m e tra n q u ila , po rq u e si no te voy a
acusar con mi h e rm a n o ". Un día m e esperó y me
siguió, y yo grité: "¡D a vid , ese m uchacho me
p e rs ig u e !" La gran pelea. Los dos p e le a n d o p o r mí.

—En otro m o m e n to distinto David p e le a b a con otro


m uchacho más gra n d e que él y yo, p o r m eterm e, me
corté con una lata de café y m e cogieron d ie z puntos
en la ro d illa .
—¿Las maestras?

—Buenas, y yo era un poco la p re fe rid a, porque


cantaba y b a ila b a . En cierta ocasión la maestra de
q u in to g rado nos d ijo en clase que la directora se
ju b ila b a y para hacerle un h o m e n a je una de nosotras
tenía que ir a su casa a recitarle un poem a de
despedida. Preguntó qu ié n quería leer los versos en voz
alta y otras niñas levantaron la m ano. Yo quería, pero
no lo decía. La maestra e lig ió a M á x im a y eso me
d o lió , pero al fin a l de la clase e lla m e d ijo : "Tú lo vas
a h a c e r".

62
—Llegó el m om ento. Empecé a leer: " M i querida
directora, usted se va y nosotros siem pre la
recordarem os...", em pecé a llo ra r y las maestras
lloraron, y la directora. Todo el m undo lloraba.
—¿Alguna vez te tocó llo ra r de verdad?

— ¡Claro! A los siete años, cuando mis padres se


separaron. Quedam os re alm ente desam parados. M i
m am á tuvo que salir a ver cóm o resolvía la com ida de
nosotros. Tam bién vivim os de la buena volu n ta d de
unos tíos y de la abuelita.

—M i m am á em pezó a tra b a ja r com o cocinera en la


M a te rn id ad "C oncepción Palacios". Nos d e ja ba solos y
encerrados en la casa. Un día lle g ó toda quem ada
porque se le cayó encim a una o lla de sopa hirviendo.
Dejó ese tra b a jo y consiguió e m p le o com o cajera en el
cine "A y a c u c h o ", donde perm aneció por diez años.
G anaba una miseria, llegaba tarde por las noches y eso
era m uy peligroso. ¿Te im aginas?
A propósito de esos peligros, de la v io le n c ia en " e l 23
de E nero", Flor Núñez dice enfáticam ente: "M ira , yo
recuerdo gente m uy sana, m uy buenas fa m ilia s y
tam bién supe de muchachos que se dañaron. Am igos
míos que cayeron presos. Gente que había jugado con
uno v o lib o l y a la vuelta de los años estaba en la
cárcel por robo y atraco. Siem pre corren más p e lig ro de
ser atracados los extraños que los del m ism o barrio. Yo
siem pre vu e lvo al "2 3 de E nero" y siem pre he pensado
que el hecho de que trabaje en televisión, no significa
que tengo que ocultar nada. A hí está mi gente, mi
in fancia y mis recuerdos.
—¿Han ca m b ia d o o em peorado las cosas en " e l 23 de
E nero" a través de los años?

—Sí. Antes era todo más sano. R ecientem ente fu i a


visitar a m i herm ano y vi m uchachitos de 12 y 13 años
fu m a n d o m arih u a n a , jugando d o m in ó y tom ando anís
en las escaleras del bloque. Lo que pasa es que
qu ie re n ser adultos antes de tiem po.

—Cuando se desata la vio le n cia entre los habitantes del


b lo q u e y la policía, ¿de qué bando está usted?
—S entim entalm ente, con o sin razón, estoy con los
míos. Al com ienzo uno los ve com o más desvalidos,
después se da cuenta de que a llí el hom bre descarga,
a g re d ie n d o , su vio le n cia innata.
—¿Qué hacían en la casa cuando se producía un
tiroteo?

—Todos asustados al suelo.

—¿Cómo eran los servicios públicos?

—Se iba la luz sin m otivo aparente y no volvía. El aseo


no venía por largas tem poradas. Habían ratas, ratones,

63
cucarachas por doquier, pero recuerdo sólo dos
fum ig a cio n e s en muchos años. Eso era terrible.

—¿Los vecinos, están organizados en " e l 23 de Enero?"


—Sigue existiendo el C om ité —dice Flor N úñez— y se
encarga de m e jo ra r algunas cosas. Una vez se creó un
grupo de teatro y realizaban partidos de vo lib o l.

—Hay un p in to r n a to .—agrega con entusiasm o— que se


dedica a p in ta r im ágenes históricas en las paredes del
b lo q ue y siem bra matas. Es un ser especial.
Lam entablem ente se me escapa su nom bre.
Flor N úñez, de adolescente, estudia b a ch ille ra to en el
Liceo Andrés Bello. El profesor Eduardo C alcaño
descubre su talento artístico y le dice q u e el teatro la
necesita. Ella em pieza a desear ser actriz. Se inscribe
en la Facultad de Derecho de la Santa M aría, tra b a ja
com o secretaria en el Banco U nión, ta m b ié n com o
escribiente en los tribunales, hasta que un día decide
a b a n d o n a rlo todo y estudiar teatro en la Escuela Juana
Sujo.

—Cuando eso se supo en la casa —dice Flor—, hubo


gran revuelo. Todos estaban en contra y hasta a p areció
mi padre.

—Al p rin cip io recorrim os el país con obritas m uy


pobres, hasta que me contrataron en televisión para
tra b a ja r en la novela "B uenos días, Isa b e l". Ese año
recibí el G uaicaipuro de Oro y al m ism o tie m p o hice
"Lecho n u p c ia l", en el Teatro de la CANTV, con Daniel
Farías, y tuvim os éxito.
—¿Cómo recibieron tu éxito en el barrio?

—M e causó m ucha tristeza un co m e n ta rio que hizo


entonces uno de los m alandros del barrio. M e d e tu vo y
d ijo que no fu e ra más por " e l 2 3 ", que m e estaban
cazando y. me iban a asaltar porque tenía m ucho
din e ro . Empecé a tem er.

—La m ayoría de la gente, en cam bio, fu e m uy


cariñosa. Se a legraron porque d ije p ú b lic a m e n te dón d e
vivía. Llegó la belleza, la reina, decían cuando m e
veían pasar.

—Una noche regresé tarde de un ensayo en el teatro y


uno de los jefes del b lo q ue m e paró, y con los ojos
rojos, porque estaba drogado, m e d ijo : "¿ Q u é haces
por a q u í a esta hora? Yo te a c o m p a ñ o ". Así, cayéndose
por las escaleras, me lle vó hasta la puerta de mi casa.
—¿Hay mucha s o lid a rid a d entre los habitantes del
m ism o bloque?

—Hay un cariño. El desam paro une a la gente.


Recuerdo que cuando mis herm anos tenían problem as,
los buenos y los m alos iban.

¿Te enam oraste en " e l 23 de E nero"?

64
—M i p rim e r a m o r fu e un m uchacho de por a llí. Alto,
corpulento, deportista. Tenía otra novia. El no me
m iraba mucho. Ese am or, al p rincipio, no prosperaba;
después, sí. M e propuso m atrim onio, pero ya era
dem asiado tarde.
—¿Cómo te afectó de adulta la separación de tus
padres?

—Yo trato de m irar las cosas positivam ente. No me


am argo con el pasado. A raíz de esa separación yo
aprendí a ser m uy m ujer. Tuve que salir a trabajar. Fui
la p rim e ra de mis herm anos que lo hizo. Tuve
necesariam ente que resolver cosas y eso me hizo bien.
Tam bién hubo aspectos negativos, traumáticos. Me
preguntaba, a veces, ¿dónde está mi papá?, ¿por qué
no pudieron ser felices?

—Cuando protagonizaste "La m u je r sin rostro", ¿te


identificaste con ese personaje?
—M e parece estar en mi barrio. Todo m e resultó
fa m ilia r.

—¿Te pareció, en algún m om ento de tu vida, que el


m edio que te rodeaba te podía corrom per?
—Entendí un día que las cosas por las buenas se tienen
que dar,- por las malas, no. Siem pre m e gustó conseguir
cosas y tuve que crear mis propios valores para
superarm e. Yo pude ser una de tantas mujeres que se
casaron con hombres del "2 3 de E nero" y tuvieron
muchos hijos. M e da tristeza pensarlo.

—Cuando llegué al teatro me d ije : "Esto era lo que yo


quería. Esta era la habitación que yo buscaba. Qué
m a ra v illa poder estar en e sto ". Yo adoro mi trabajo y
disfruto mucho los ensayos.
—¿Cómo es tu casa actualm ente?

—Una casa grande, con dos jardines y otro sitio para


sem brar. Tiene cinco habitaciones, tres baños. La
decoración es m uy sencilla porque todavía tengo que
p a gar la casa. El com edor es de m adera oscura; el
recibo, m odular; la cocina, em potrada. Sembré muchas
matas y tengo dos perritos.
—¿Podrías establecer una com paración entre tu antigua
vivie n d a y la de hoy?

—En el b loque lo que sentía era encerram iento. Tenía


que oír las conversaciones de todos. No podía dorm ir,
porque mis herm anos traían amigos. A hora, en casa,
d uerm o cuanto quiero, puedo gritar, cantar, hacer
ejercicios, ensayar en libertad. En el b loque siem pre
habían muertos,- ahora vivo en un sitio m uy sano y creo
que me lo merezco.
—En conclusión, ¿qué significó para ti v iv ir en " e l 23
de E nero"?

—Creo que me fo rtaleció.

65
Desde el uso de razón "U so de ra z ó n ". De tanto escuchar esa frase, a los siete
años m e co m p ro m e tie ro n con e lla . Sólo una responsabili­
en el 23 de Enero dad fa m ilia r y social, porque desde hacía m ucho tie m p o
ya la usaba. Una de las prim eras obligaciones, supongo,
era la de revisar mi pequeña historia: nacido en Caracas,
en el año de 1949, h ijo de A lirio M o n tie l y de A na G onzá­
Por: O ctavio M o n tie l
lez de M o n tie l. El m ism o lugar com ún ese " d e fa m ilia
m u y h u m ild e ". Expresión sin sentido lógico para mí,
puesto que aún estoy pelando.
Los recuerdos, antes de ese com prom iso ra cio n a l, son
los de un c a lle jó n p lateado y negrorrójizo;qra tejas viejas,
ora sólo cinc, piedras y todo tip o de cachivaches para ase­
g u ra r esos techos. A hora sé que aquel p antano seco del
que estaban construidas algunas casas se lla m a b a baha-
reque. M i casa era de tablas y cinc. Para e ntrar había que
subir un escaloncito de tierra sujeta por unos listones
viejos. En tiem pos de llu via no cesaba el compás de una
gotera cayendo dentro de una perola de leche: tip top...

...Hubo que salir de aquel ranchóte p ro p io cuando la


dictadura am enazó con tu m b a r el m odesto caserío de San
José, y en su lugar construir edificios.

De a llí pasamos a v iv ir "a rrim a d o s " a un a p a rta m e n to


ubicado en las Lomas de U rdaneta... Donde m e tocó p re ­
senciar el zaperoco ese de la caída de Pérez Jim énez. El
te m o r a los fantasm as, por tanto cuento cam pesino,
que d ó desplazado por a q u e lla re a lid a d de disparos,
piedras, botellas y gritos cargados de consignas.

En a q u e lla b a ta lla dispareja se hizo fam oso M a rce lin o ,


q u ie n se paró en la copita de un cerro situado entre los
bloques de a rriba y sin ninguna protección, com enzó a
lanzar piedras e insultos a los policías. Lógicam ente que
aq u e l arre b a to de patriotism o le costó la vida. Fue mi p ri­
m er héroe extratelevisión.
De pronto estaba todo el m undo en el b a rrio a b ra zá n ­
dose y ce le b ra n d o , carrozas de presos "c o c o p e la d o s ", co­
m o observábam os algunos niños. Ellos eran saludados co­
m o los m uchachos de la película.

A sim ism o fu i testigo de algunos saqueos. A q u e lla era la


casa de un ag e n te de la S eguridad N acional que, al p a re ­
cer, había sido un vecino prepotente y todo lo que se dice
y se sintetiza com o "g u a p o y a p o y a o ". En m e d io d e las
súplicas de la pobre m ujer, todos los corotos d e aq u e l
a p a rta m e n to fu e ro n expropiados p o r la turba.

A l día siguiente, 24 de enero, se a p a re ció en la casa la


fla c a Elba. Ella, vecina consecuente, sabía de las co n d i­
ciones en que vivíam os a llí m i m am á, viu d a y con cuatro
hijos pequeños.

—A n ita , se están cog ie nd o los a partam entos de los b lo ­


ques de enfrente. ¡Corre!

—No hay m al que por bien no venga —repetía mi


m a m á —.

66
Tomándonos de la m ano a mi herm ana y a mí, atrave­
samos parte de Catia hasta lle g a r a los edificios esos que
tanto contem plábam os desde lejos.
Cam inábam os, había más recuerdo que futuro, ob­
viam ente: nuestra casa de San José, el patio, las matas,
las p iedritasdel ca lle jó n , mi a b u e lia rociando el piso de
agua para no levantar mucho p o lvo m ientras barría, la se­
ñora Rosina con su escuelita, donde enseñaba las p rim e ­
ras letras. Por cierto que a mí no me soportó ni un sólo
día.
—¿Cómo se llam a usted, m ijo?

—O ctavio Luis M o n tie l González.


—¿Qué sabe hacer?

A esa pregunta, m e subí en el pupitre y com encé a can­


tar y b a ila r El G avilán Pío Pío. Lo peor fu e que los demás
alum nos me acom pañaron.

Llegam os tarde, los apartam entos de a q uel superblo-


que ya estaban invadidos. Lo que sí se escuchaba era un
raro com entario en cada grupo.
—Los de arriba son hasta de cuatro habitaciones.

—Sí, pero están ocupados.

—Dígame eso, yo había agarrado cinco y todos los re­


partí entre mis fa m ilia re s y am igos.
—O iga, señora, por un m arrón le dam os este de dos ha­
bitaciones. Eran jóvenes de 15 a 20 años que habían
hecho el gran negocio: se dedicaron a ocupar a p a rta m e n ­
tos Dara lueao vendérselos a personas desesperadas co­
mo mi m am á. Ella los consiguió prestados. No sé si fu e en
la M a te rn id a d Concepción Palacios, lu g a r donáe trabajó
más de 30 años com o enferm era.
A hora venía a lgo así com o el período de vig ila n cia . M i
herm anita de nueve años y yo tuvim os que cu id a r el
apartam ento. Hubo hasta que d o rm ir en el suelo frío cer­
ca de la puerta, a o b je to de hacer ver que estaba h a b i­
tado.
Así nos instalamos en a q u e lla nueva vivie n d a . ¡Qué co­
m od id a d ! Adem ás, pondríam os, com o muchos, la tan a n ­
siada p la q u ita que d iría "F lia. MONTIEL".
S orprendió m ucho el entorno: farm acias, superm erca­
dos, cines, parques, abastos... Y a propósito, ¿cómo haría
m i m am á, tan acostum brada a p e d irle fia d o al portugués
S alvador a llá en el callejón?
Ya para 1959 los vecinos se habían integrado a lo que
propiam ente sería la com unidad. Y, por supuesto, nosotros
los niños conform ábam os tam bién varias cuerditas.
Ya estaban seleccionados los lugares de juego: frente
al p a sillo de planta baja, metras, trom po, stop. Era el
a propiado. A llí teníam os una pared —la fachada del as­
censor 4 4 —, de la cual qu ie n lanzara más cerca era la

67
m a n o y podía "a c u la rs e " al " r a y o " para sacar muchas
metras, incluso hacer la " r e n d i" y " e lim in a r " a "lo s p e ­
p o n e s". A dem ás, el terreno ofrecía la ve n ta ja de ju g a r
"c h o rre a o o a pepazos". "L a T ro ya " ta m b ié n era posible,
porque la tierra negruzca perm itía trazar la circunferencia
do n d e caían los trom pos que recibirían "c la v a o s ". En los
ascensores, fusilado. Claro, el g ra n ito era el más a d e ­
cuado para d ib u ja r el cuadrado con los nom bres de los par­
ticipantes. Y de la casa de Cali, lanzábam os nuestras fichas
buscando acertar cinco caídas en c u a lq u ie r otro para
arrin co n a rlo y fu s ila rlo con la pelota.
Detrás de la escuelita, A l que le caiga la chupa, Escondi­
do, La Ere y Policía y Ladrón. En este ju ego na d ie quería
ser policía, por eso se lanzaba una chapa al a ire, lata o
corcho, y los que perdían serían los policías, t i buen ju g a ­
d o r era aq u e l ladrón que sacara más chicha y liberara
más am igos. Para esto, los apresados de b ía n hacer una
cadeneta larga en el poste que fu n g ía de g u a rim b a , cosa
de que el único ladrón suélto tocara el d e d o del ú ltim o y
q u edaran todos libres nuevam ente. C uando todos eran
apresados los policías pasaban a ser ladrones y viceversa.;
Eso sí, la pelotica de gom a, "b a te a n d o p a 'tra s ", la jugába­
mos en la parte posterior del superbloque. A llí m uy pocas
veces la pelota daba m al bote y uno podía hacer su a tra ­
pada con mucho a g u a je , m irando luego hacia las ve n ta ­
nas para saber quién lo había visto. C laro que cuando so­
naban los cristales, había que correr sin ver para n ingún
lado. Era una de las pocas cosas que nos o b lig a b a n a
regresar a la casa tem prano para hacer las tareas. Tam ­
bién había un gran cerro virgen, el cual era visitado por la
p a n d illa a m anera de excursión. Pero estos paseos tan
sabrosos fu eron suspendidos cuando los m ayores in v a ­
die ro n con sus ranchos nuestra celada zona verde.
Muchos habitantes del superbloque, confesando su ina­
daptación a éste, comenzaron a construir en el cerro y con
el tie m p o se fo rm ó a llí lo que hoy se conoce com o el
Barrio La Si Isa.
En la década de los 60, cuando las g u e rrilla s, una de las
parroquias más convulsionadas fu e la d e l 23 de Enero.
Recuerdo que la orden de mi m am á fu e la de d o rm ir y
pe rm a n e ce r en el piso para e vita r el ser alcanzados por
las balas. Era otra a ventura para los m uchachones un p o ­
co m ayores que yo, quienes se subían a la azotea, lle v a n ­
do piedras y botellas de refrescos re llenas de estopas y
ga so lin a para lanzarlas a los cuerpos de seguridad. Esto,
o b via m e n te , ocasionaba la respuesta de p lo m o por parte
de los últim os.

M is herm anos y yo casi siem pre estuvim os solos. La con­


d ic ió n de e n fe rm e ra de m i m am á la o b lig a b a a estar la
m a yo ría de las veces, com o decían, "e n c u a rte la d a ".
Pienso que estas circunstancias com o otras hicie ro n que
mis he rm a n itos y yo m aduráram os con m ucha p ro n titu d ;
puesto que, a nuestra vez, d e bim os a te n d e r a otras her-
m anitas menores.
Ya estaba consolidada la fa m ilia de 7 Machos, zona
que ganó el nom bre dizque por ofrecer m ayor resistencia,
es decir, por contestar a la policía con piedras y bombas
molotovs. No sé p o rq u é asociaba este nom bre con un su-
p e rbloque volador, con una capa negra y un antifaz.
Cuando por algún m otivo venía a lg u ie n de ese lugar todo
el m undo lo rodeaba com o si se tratase de un artista, para
.preguntarle sobre las vicisitudes de su superbloque. De
hecho, la valentía, crédito guerrero, prestigio o como
quiera llam ársele de cada bloque se m edía por la canti­
dad de agujeros que hubiera en su fachada a causa de
los disparos.

A esto le sucedió la época reafirm adora. Era com o una


especie de protección de fronteras en los diferentes b lo ­
ques d e l 23 de Enero. Previam ente se habían estructura­
do las p andillas con jefes y todo. Para esto se pasaba p ri­
mero por las peleas internas, luego, escogido ya quién
m andaba, se procedía a los e n frentam ientos con las p a n ­
dillas d e otros bloques. La pregunta que se hacía en ios
lugares de guardia com o esquinas, era "¿De qué bloque
eres tú ? " Esto no pasaba de un sim ple y sano boxeo que
era hasta e ntretenido ver. De esto recuerdo la b atalla
contra los del bloque 51 que quedaba encim a del nues­
tro. Después de una andanada de piedras, donde lógica­
m ente ellos nos llevaban mucha ventaja por la ubicación,
se llegó a un acuerdo m uy caballero de enfrentarse uno
contra uno. Nuestros principales jefes, Javier y Egidio, pe­
leaban contra los dos del 51, la pelea era m uy lim p ia has­
ta que Capriles, quien habíá estado a u pando a Javier, re­
cibió una guaratara en la boca perd ie n d o tres dientes. Pa­
recía que estaba a guantando la risa hasta que dijo:
"¡C ónchale, y son de hueso!"-
Los años que siguieron fueron los de la época de humo.
A q uellos muchachones que habían tirado piedras y bo­
tellas, los mismos que hicieron derrota con otros bloques,
vestían ahora pantalones tornasoles, camisas a rayas, za­
patos silenciosos y p e inaban el célebre corte francés.
Tam bién se había o rig in a d o un cam bio radical en el
hablar, m anejaban unos códigos com p le ta m en te desco­
nocidos hasta ese entonces; asim ism o, era m uy d ifíc il es­
cuchar lo que hablaban, porque siem pre le decían a uno,
que era pequeño: "¡C h a m o , a rranque o le doy su pataón
p o 'e l g u a s o !".

Una vez un ex-liceísta nos lla m ó a la fu rg o n e ta en la


que estaba y nos d ijo : "¡C h a m o , vacilen que yo tam bién
m e a rre b a to !", esto m ientras mostrabq un m ontecito'
m arrón en una caja de fósforos. A l poco rato su h a b lar
era otro, arrastraba las palabras y sus ojos se enrojecieron
y, lo peor, el trato con nosotros era agresivo.

Lo que si se notó desde el p rin cip io de esta nueva fase


fu e la d ivisión existente entre dos bandos: los que no fu ­
m aban y los que sí. Estos últim os fu eron g a n a n d o terreno,
no sólo en el superbloque, sino en toda la parroquia.

69
El punto crítico de esto fu e cuando el único id io m a vino
a ser el de la agresividad en todas sus form as; los atracos
eran cosa norm al de todos los días y d e la n te de quien
fuera. Los mismos habitantes eran asaltados por esta
nueva clase parroquiana.

Sin em bargo, no hubo una sólida reacción por parte de


los muchachos sanos, sólo hasta que com enzaron los pro­
blem as pasionales. Ya las noviecitas se estaban entusias­
m ando con los fum ones. Quizás porque éstos siem pre es­
taban a la m oda, eran más decididos... bueno, ¿quién sa­
be p o r qué? Lo cierto fu e que Pedro no podía p e rm itir que
un m a la n d ro del b lo q u e 2 de La Silsa le q u ita ra su ¡eva y
encim a lo am enazara a él con d a rle b o llo —m a ta rlo —;
tam poco el otro que un fu la n o fu m ó n abusara de su her­
m ana y se quedara tan tra n q u ilo . En consecuencia, a p a re ­
ció la te m ib le COBRA, suerte de g rupo a rm a d o , cubierto
d e capuchas negras que salía por las noches a g o lp e a r a
los m alandros o al desconqcido que encontrara en a lg o
sospechoso por ahí.

A la sazón, mis a m ig u ito s cierta vez se encontraron con


la negra organización y cuentan que les d ije ro n : "c a ra ji-
tos, a hacer p ip í y a d o rm ir". A h o ra el co m e n ta rio jocoso
fu e el haber reconocido a uno d e e llo s porque calzaba un
par de zapatos bastante m altratados, el cual era el único
con el que contaba.

Llegó el m o m e n to en que las capuchas para cubrirse el


rostro no hicieron fa lta porque la Cobra re cib ió el a p o yo
de casi toda la gente. Los m alandros fu e ro n sacados de
sus casas, g olpeados y entregados a las a u toridades. Ca­
be destacar que ta m b ié n hubo m uchos excesos. Ya n a d ie
podía vestir a la m oda, ¡y lib re de aq u é l q u e usara el
p e in a d o francés! m ucho m enos lentes oscuros. Nosotros,
q u e com enzábam os a ser ya hom brecitos, pasábam os
muchos m alos ratos con estos jerarcas del su p erbloque.
A h o ra resultaba que los sanos de otrora venían a ser un
p e lig ro ; la m ayoría borrachos, acab a b a n con las fiestas,
corrían a los visitantes y ponían en prácticas las fam osas
"re d o b lo n a s " con las m ujeres q u e a n d u v ie ra n solas por
las escaleras.

O b lig a to ria m e n te hay que a la b a r a nuestra g e n e ra ció n


qu e al desarrollarse puso com o una especie d e o rden en
la co m u n id a d con el e q u ilib rio dem ostrado. Lo nuestro ha
sido música, d e p o rte y estudio.
Hay a lg o m u y curioso que vo y a d e cir aqu í: a lo largo
de m i vid a siem pre ha e xistido co m o un otro YO q u e v ig i­
la lo que yo hago. M u ch o de mis fracasos en la p e lo ta y el
boxeo, por citar dos actividades, se d e b ie ro n a la fa lta de
in te g ra ció n entre él y lo que yo re a liza b a . Por e je m p lo ,
no tenía p o r q u é h a b e r d e sd o b la m ie n to a q u e lla vez que
ju g a n d o la segunda base, m e q u e d é m irá n d o m e con cara
de tonto, a llí se m ia g a ch a d o esperando a q u e ba te a ra n ;
re cu p e rán d o m e s o la m e n te cu a n d o sentí el p e lo ta zo en el
estóm ago. O cuando, p e le a n d o con M o n e a d a , salí a ve r­

70
me. Había una m arcada d iferencia entre los del pasillo
del piso cuatro y nosotros los de la planta baja. Pasaba yo
por los dom inios de nuestros antagonistas cuando e m p e ­
cé a escuchar cómo me gritaban im properios, mientras le
daban a la voz ese m atiz agudo que hace más hiriente la
burla.
Pues bien, me d evolví a m irar a quienes estaban a llí
m etiéndose conm igo. Al ver que eran muchos, ba jé a la
planta a buscar a los míos: César, Pepiola, Donato, Pedro,
Enrique, Correcaminos y otros que se unieron con la sola
intención de curiosear. Después de la discusión vin o la d e ­
cisión: m uy sim ple, M oneada sería mi contendor, p e le a ­
ríamos y todo quedaría resuelto.
Nos cuadramos. Al em pezar a jabear, mi vista y a te n ­
ción se perdió en todo el público que me rodeaba en ese
m om ento. No supe nunca desde donde escuchaba yo los
gritos de mis am igos: —¡Tú le ganas. Octavio, dale,
d a le ¡—, sentí un fuerte go lp e en la boca y el sabor de la
sangre. Todavía no sé que hacía yo fuera de mí, quizás
buscando ver la pelea.
Ahora lo que sí hice a plenitud fu e todo lo concerniente a
la música. Siem pre tuve m uy buena voz. Desde pequeño,
mis fa m ilia re s m e pedían que les cantara. Con el tiem po,
llegada la fie b re de los Beatles, m i com padre A lirio (Pe-
piola), Tulio y Nelson —herm anos del p rim e ro — fo rm a ­
mos un conjunto m oderno del cual yo era el cantante y
com positor. Esto ú ltim o era com o una tram pa que hacía
p o n ié n d o le letras en español a las canciones am ericanas,
ya que cuando las cantaban en su fo rm a o rig in a l, lo hacía
en lo que yo lla m a b a "¡n g lé s-ca ru p a n e ro ". Todos esos
sueños de fam a se quedaron a llí. No éram os tan malos,
sólo que nos fa ltó una buena orientación.

Hasta ese entonces las actividades estudiantiles estu­


vieron un poco relegadas. A paratosam ente había
concluido la p rim a ria y cursaba estudios técnicos en la Es­
cuela Industrial del Oeste. Los talleres a los que debía
asistir los lunes y los martes, lite ra lm e n te me e n fe rm a ­
ban. Dígame eso, pasar toda la noche tratando de re b a ja r
una pieza de hierro con una pequeña lim a, y encim a d e ­
bía q u e d a r com p le ta m en te igual por todos lados. No lo
soporté.
No sé qué resolución del g o b ie rn o de C aldera e q u ipa ró
los estudios técnicos con los de b a ch ille ra to . Esta coyuntu­
ra la aproveché para d e d icarm e a estudiar Hum anidades.
El cupo lo conseguí bien lejos de la p a rro q uia 23 de Ene­
ro: en el Liceo Gustavo H errera, ubicado en Chacao.

Ya tenía varios años tra b a ja n d o com o m otorizado y no


había e xp e rim e n ta d o lo m ágico de co m b in a r las a c tiv id a ­
des de cobranzas con la lectura de Séneca, Platón, M arco
A u re lio , Andrés Eloy Blanco, El H um or y A m o r, de A q u ile s
N azoa; La M etafísica, de C onny M éndez. ¿Cómo iba a
disgustarm e si se tardaban en e la b o ra r el cheque que le
cobraba a cu a lq u ie r em presa?

71
Estas lecturas fuera de a ula y el texto de filo so fía de Ig­
nacio Burk, se convirtieron en una droga para mí. Era un
estoico desadaptado que la m ínim a cosa quería e x p li­
carla con una parábola que siem pre resultaba confusa
para mis interlocutores. Para ese tie m p o llevaba yo el pe­
lo bastante largo, cosa ésta que m e hacía parecer más
extravagante aún. He llegado a pensar que fu e ese otro
yo que se salió por com pleto en ese tiem po.
Esa actitud mía durante esos años em pezó a traerm e d i­
ficu lta d en el m edio a m biente de m i parroquia. Hasta m í
llegaron rumores de las cosas que se hablaban del "F iló ­
s o fo ".
—¡No vale, ese tipo es loco. Tú le estás hablando de
una cosa y te sale con otra vaina rara. Q ue si Platón d ijo ,
que si yo no sé quién, zape!—.
Pero esto d ejaba de preocuparm e cuando esgrim ía el
"D é ja lo se r", de los Beatles, o a lg u na sentencia presocrá-
tica. Sin em bargo, poco a poco tuve que e q u ilib ra rm e -
cuando la re alidad del trabajo me o b lig ó a cortarm e el
pelo y a m a n e ja r códigos comunes a todo el m undo. Se
acabó la loquera, ¡qué lástim a!... por lo menos en la
calle.
Pero hay tres form as de ser: Com o se es, com o se cree
que se es y com o los demás creen que uno es. De m odo
que a actuar se ha dicho, porque la com edia del m undo
es fá cil de interpretar.
Una vez, después de haber recibido la cobranza de la
com pañía para la cual prestaba mis servicios, me paré en
una puerta a esperar a que cesara de llover. A llí escribí
un enredo endecasílabo asociando los caballitos de la llu ­
via con mi enduro 250 Y am aha —¡qué bueno
re co rd a rla !—M e pareció tan re g u la r aquel poem a que
m e d e vo lví a enseñárselo a mi jefe.

—M ira , O ctavio, dedícate a tu trabajo. La poesía es para


q u ie n tie n e tiem po, tú no, chico.
A l p rin cip io me a c o m p le jé y observé m ecánicam ente
m i rea lid a d : ya estaba casado. Lo había hecho con la
m uchacha más linda que yo hubiera im a g in a d o —y eso
que soy fe o —. Unos cuantos años de am ores y..., com o lo
hacem os los desesperados, a em barazarla se ha dicho.
Yo tenía 21 años cuando nació mi p rim e r h ijo (ya son
cuatro los descendientes). Por lo tanto, sólo había que
pensar en trabajar. Sin em bargo, este período no fu e tan
largo y m e reincorporé a esa inclinación por el m undo
p a ra le lo , la poesía, los sueños o no sé qué.

Después de muchos años de sacrificio, estudiando


siem pre por las noches, te rm in é el ú ltim o año de H um a­
nidades, m e inscribí en el Consejo N acional de U niversi­
dades, colocando com o principales carreras las de Letras,
Filosofía y A n tro p o lo g ía . Pero, qué va, en ninguna quedé.
C uando fu i a buscar mi resultado en el m ism o Liceo Gus­
tavo Herrera, escuché al profesor decir: "O c ta v io M o n tie l,
no b a c h ille r". In va lid ab a n mi e q u iv a le n c ia de técnica a
b a ch ille ra to , gestionada cuando cursaba el tercer año.

73
S olucionado este p ro b le m a —me costó bastante—, me
inscribí en el Instituto U niversitario de Nuevas Profesiones
con la intención de estudiar una carrera corta. M e atra jo
la Publicidad.

De esa época universitaria recuerdo al profesor M ayor-


ca, qu ie n una vez me vio a los ojos y m e d ijo : "T ú eres
p o e ta ". Por supuesto que yo se lo creí, de a llí para acá
te n g o fastidiadas a las letras.

C uando uno es pro ven ie n te de una p a rro q uia h u m ild e


aun cu lm in a n d o una carrera se hace d ifíc il la cosa. Esto lo
corroboré quizás con m ayor certeza por estudiar en un lu­
g a r no precisam ente para pelagatos. La m ayoría d e mis
condiscípulos apenas con el p rim e r semestre ya estaban
tra b a ja n d o en la "a g e n c ia del v ie jo " , m ientras que yo se­
g uía d á n d o le d u ro con la moto.

Pero siem pre hay un hado m adrino. Cuando cursaba el


cuarto semestre a p areció M a rce lin o Bisbal, qu ie n al ver­
m e lle g a r a su exam en co m p le ta m en te m o ja d o , m e pre­
gu n tó el por q u é y a mi respuesta de tra b a ja r con la m oto,
él se asom bró m uchísim o y me consiguió un cargo donde
cargo la flo je ra a cuestas: en la a d m inistración pública.
El hecho d e m o v é rm ^ 'e n otro a m b ie nte de t rabajo, más
respetable, don d e ya no era el m otorizado subestim ado
en la ca lle y en la com pañía, no m o d ific ó mi rutina d e jo­
ven p a rro q u ia n o veintitresdenereño. Igual seguí cantan­
d o salsa con mis am igos en la placita o parado en la es­
q u in a d e l bloque.

Un escritorio, una m á quina de escribir para m í solo, tra­


b a ja r d ia ria m e n te con la prensa, todo eso le fu e dando
paso a los poem as. Los prim eros fu e ro n alusivos a mis
com pañeros de o ficin a iu e g o pasaron a ser un instrum en­
to de o p in ió n m ío sobre política y todo el e m b ro llo na­
cio n a l.

MI PARROQUIA 23 DE ENERO
M e basta con d e ja r la b a ta h o la
que envuelve al cita d in o , al ira cun d o
p a ra que, con mis ojos, una a u reo la
le pinte a lo más bello d e este m undo.

Al clim a que me o b lig a a una sonrisa,


o rg u llo b a rn iz a d o de misterio
al ser a c a ric ia d o p o r la brisa
ca m ino h acia el a n tig u o m inisterio.

El Siete, d o n d e co m p ro mi e m p ó n a d a ,
sa lu d o y, con la prensa vespertina,
o bservo ensim ism ado La C a ñ a d a
en el Itinerario de rutina.

74
Bodegas en el barrio Libertad
cum pliendo una misión de pulpería
artículos de to d a va rie d a d :
farm acia, cu alqu ier cosa, barbería.

La Sierra con su enorm e cinturón


sujeta atrás al barrio O bservatorio,
e inventa uno que otro callejón,
cam inos al tra b a jo perentorio.

Redom a Treinta y Siete a la C entral,


pendiente que se erige en el señuelo
que atrae hacia algún centro com ercial
d o n d e se com e el más rico buñuelo.

La E que es la p a rro q u ia en m ovim iento


de gente que se cuela en c a d a la d o ,
un cliente, un buhonero muy contento
g rita n d o en el festín de aquel m ercad o.

Allí está El M ira d o r muy vigilante


a lm o h a d a de la brisa fugitiva,
un soplo p a rro q u ia n o refrescante
que arrulla a los vecinos desde arriba .

La F con sus árboles activos


que miman a su gran C hato C a n d e la ,
raíces con sus tallos extendidos
que llevan a los niños a la escuela.

4 2, 4 3, 44,
lug ar en d o n d e h abita un servidor
y sitio sobre el cual haré un retrato
tra ta n d o de ponerle algún color.

Allí consigue Ud. al G o rd o José,


contento, quizás, hoy; m añana, bravo,
pero es muy servicial, porqu e lo sé,
es una institución y yo lo a la b o .

Y G u ich o con sus gallos, pintorescos,


p o n ie n d o cierto am biente cam pesino
con un qui qui ri quí casi burlesco
m ejor d e sp e rta d o r d e 'lo s vecinos.

El C ali que es un tip o fam oso


quizás más le g e n d a rio de este b lo qu e
con ese cam inar harto g ra cio so
que pone en el pasillo un lan dro to qu e.

75
Los am igo s de siem pre, algún co m p a d re ,
la gente que con chiste a p a rta el tedio
y la ce le b ra ció n que hace mi m adre
cu a n d o se me p ub lica en algún m edio.

¡Ah, m alha ya ! p a rro q u ia , quién pudiera


esgrim ir la inspiración más o po rtu n a
con musas que nos sirvan de b a n d e ra
p a ra n om brar tus cosas una a una.

O c ta v io M o n tie l
El P o e ta d e l 2 3 d e Enero

76
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CONVERSACION Don A d a lb e rto A iva re z es caraqueño. Pertenece ín­
tegra m e n te al 23 de Enero, donde ha v iv id o gran parte de
CON su vida. Fabulador, cuentista, sastre, fo tó g ra fo y a lg u na
vez m ilita n te p olítico, jam ás ha creído que cu a lq u ie r tie m ­
ADALBERTO ALVAREZ po pasado fu e ra m ejor. Y e llo lo sabe por riesgo propio.
A h o ra se dispone a calcar la m e m o ria de su infancia
sobre papel para que, al p ublicarla, a lg u n o que otro la
lea. Pensando siem pre que le ha servido to ta lm e n te al
El 23 de Enero país com o hubiera querido.
es un barrio
—Recuerdo a La Cañada de la Iglesia estando m uy
de trabajadores m uchacho. Lo que existía era una callecita p a ra le la a una
q u ebrada de agu a que se a n egaba cuando llovía. A l fin a l
e intelectuales. había una iglesia que se lla m a b a El C arm en, creo, donde
todos los años se hacía una fiesta m uy p opular: la b a ja da
de los Reyes. A lo largo de esa calle, al m argen derecho,
Por: O rland o H ernández subiendo la a ve n ida Sucre, estaba un cerro y al lado iz­
q u ie rd o la quebrada. El otro lado de la q u e b ra d a era bas­
tante pintoresco porque habían puros puentecitos. Re­
cuerdo q u e había una siem bra de uvas con sus trojas. Y
cerca de donde pasaba el tren, un aserradero que se lla ­
m aba Pichipén.
Era una época en que se vivía en casa o en una pieza.
Lo d ifíc il no era conseguir v ivie n d a , sino el d in e ro para
p agarla. La construcción de los bloques com enzó cuando
Pérez Jim énez. La gente que vivía en M o n te Piedad, al
com enzar las d e m oliciones, fu e lle va d a a los bloques de
las Lomas de U rdaneta y a otros les dab a n unos papeles
que no valían nada en la práctica. M e a cuerdo que unos
fa m ilia re s de mi esposa, estando nosotros en V a lle d e La
Pascua, nos escribieron y nos hicieron el p la n o d e l a p a rta ­
m ento d o n d e ellos iban a vivir. Para entonces era una co­
sa sum am ente rara v iv ir en un piso a lto . A h o ra lo raro es
v iv ir en una casa.

C uando Pérez Jim énez nos a d ju d ica ro n el a p a rta m e n to


d o n d e todavía vivim os. En un piso 6 o. Nos p a re ció m uy
bueno y, en re a lid a d , bastante barato.

C om o arquitectura, m e parece que los bloques son


co m p le ta m e n te inhum anos en cuanto a las relaciones. En
tantos años que tenem os ahí, aun siendo gen te co rd ia l,
que estam os pondientes de a yu d a r a los vecinos, te n e ­
mos pocos am igos. La vida de los barrios de antes era
m ucho más co m unicativa.

EL INSTINTO Eso sucedi ó así. Ya el I o de e n ero a m a n e cim o s oyendo


DEL 23 DE ENERO DE 1958 el ta b le te o de las a m e tra lla d o ra s y a vio n es v o la n d o a lre ­
d e d o r de La Planicie. In m e d ia ta m e n te com enzó a aso­
marse la gente y em pezó el a g ite . Se decía q u e le esta­
ban e chando p lo m o a M ira flo re s y al cuartel de La P lani­
cie. Salim os a la c a lle y com enzaron los com entarios,
a u n q u e con m ie d o , porque no estábam os seguros. Sólo
se m u rm u ra b a b a jo cuerda.

78
El día 21 comenzó la huelga general. Y allí fue cuando
se evidenció que la gente del 23 de Enero —entonces
2 de Diciembre— era combativa. Desde el primer mo­
mento salió la gente a la calle, se hicieron barricadas con
palos, piedras y cauchos prendidos. Cuando pasaban las
camionetas de la policía o el ejército, la gente les tiraba
piedras. La policía no iba mucho porque era más cobarde.
El ejército respondía con tiros. Un fam iliar de mi esposa
murió allí.
La cuestión se agravó el 22. Piedras y tiros. Esa noche
nadie durmió en el 23. El ejército sacó tanques de guerra
colocándolos en sitios estratégicos.

En la madrugada del 23 se sintió cuando pasó un avión.


Pero, no sé. La gente tiene un instinto bárbaro, un sexto
sentido; apenas pasó el avión todo el mundo salió a la
calle gritando que Pérez Jiménez se iba. Y en efecto así
fue. En ese mismo momento, completamente oscuro, sen­
tí un escándalo que venía de La Cañada, un gentío con
una bandera dé'Venezuela enorme y gritando vivas a la
democracia. Sentí una gran emoción,.pero aún tenía cier­
ta incredulidad. Como a las cinco de la m añana, la radío
confirmó lo de la caída. ¡Ahí salió todo el mundo! Y se su­
cedieron entonces las invasiones a aquellos bloques que
estaban sin habitar.

HACIA LOS SESENTA *-a única vez que agarré un arma fue en el 23 de Enero
para aprender a manejar un fusil; afortunadamente nunca
lo disparé. Eso fue cuando Rómulo Betancourt, que fue la
época donde la vida estaba más expuesta. Era un am ­
biente de guerra. Cuando Pérez Jiménez se trataba de un
gobierno aislado contra todo un pueblo. Cuando Betan­
court había un gobierno respaldado por un gran sector
del pueblo en guerra contra otro sector. Pueblo contra
pueblo. Betancourt era un político con claridad en sus ob­
jetivos.
Entonces, las relaciones entre los habitantes del 23 de
Enero eran bastante serias, una lucha muy cruda, sectores
enemigos viviendo en los mismos bloques. Llegaron a
quemarse puertas de algunas casas con estopas llenas de
gasolina. Y hubo mucha gente muerta con los disparos.
Existió una consigna muy famosa que pintaron en un
bloque y que, claro, yo no la comparto. Decía " P é re z J i­
m é n e z, p erdó n ano s, q u e no sabíam os lo q u e h a ­
cíam os” . Era evidente que habían muchos que no tenían
clara conciencia política.
El 7 Machos no era el bloque más politizado, aunque sí
uno de los más tirapiedras. Pero era porque allí habían
más malandros que políticos. Donde había gente politiza­
da era en el bloque 20 de La Cañada y en el bloque 7 de
Monte Piedad. Incluso en el bloque 20 se realizaban
"prácticas". En muchos sitios el malandraje desbordaba a
los políticos, pero los respetaban. Uno de los malandros
más conocidos fue el hombre de la chaqueta negra,

79
quien en un momento dado se puso al frente de una gran
masa de malandros y, como era "pico de oro", se monta­
ba en un muro y agitaba a su masa. Eso duró breve
tiempo.

Pero también habían políticos importantes como Eloy


Torres y su esposa, que aún viven allí; Carlos Del Vecchio,
quien estuvo al frente de la Junta Patriótica del 23 de Ene­
ro, y Carlos Arturo Pardo, entre los que recuerdo.
Cuando empezaron a bajar las guerrillas, todo comen­
zó a calmarse. Y la gente intentó vivir y hacerlo lo mejor
posible. Cundió así lo que yo llam aba el individualismo.

LAS DEUDAS Don Adalberto sugiere la sensatez, la calma. No hay en


él asomo de angustias o amarguras. Si estos sentimientos
DE LA DEMOCRACIA lo arroparan, no mantendría tan sanos sus 63 años. Como,
tampoco, su espontánea caballerosidad y el gesto de un
padre, insistente en su'humildad.

—Son muchas las cosas que la democracia no le ha da­


do al 23 de Enero. A lo que aquí se le llam a democracia
pareciera que le resultara un estorbo los grandes barrios
populares. No nos toman en cuenta sino en época de
elecciones porque la masa es grande. Pero al pasar las
elecciones, por ser grande la masa, al igual que los
problemas, éstos últimos no los resuelven. Por eso viene
la reacción de los barrios —como cuando falta el ag u a—,
muchas veces con tragedias.

Uno de los problemas más graves es el de la inseguri­


dad personal. Y pienso que no se va a resolver este
problema mientras la policía y demás organismos sean
una cosa aparte del pueblo. Aquí se ve a la policía como
un peligro más, antes que como un defensor. Llega una
jaula de policía y la primera reacción es esconderse aun­
que debería suponerse que quienes vienen son nuestros
amigos. Pero la realidad no es así. A los hijos míos bastan­
tes veces he tenido que irlos a buscar.

UN BARRIO PRODUCTIVO La gente tiene un concepto muy equívoco de lo que es


un marginal. Es verdad que en el 23 hay sectores m argi­
nales, pero como barrio no es marginal; es un barrio in­
corporado a la producción y al consumo. Es un barrio,
incluso, más productivo que muchos barrios del Este, que
sólo son consumidores.
El 23 de Enero es un barrio de trabajadores e intelec­
tuales: periodistas, obreros, concejales, deportistas, como
el 2° base de La Guaira, Carrasco; boxeadores, como Ed­
gar Román; basquetbolistas y equipos futbolísticos muy
buenos. Y es un barrio de hombres como Rafael Contre-
ras, llam ado tam bién Rafael M arín, quien vivía en el 7
Machos. Fue un dirigente comunista que tuvo un acciden­
te en un campo petrolero y quedó inutilizado de las pier-

80
ñas. Pero por e llo no d ejó de trabajar.- cosía ropa acosta­
do, boca a b a jo en su cam a, con una m áquina que se pre­
paró. M ig u e l Otero Silva estuvo en su casa para docu­
m entarse y lo integró com o personaje de su novela O f i­
cina N ° 1. A su m uerte, Jesús Faría pronunció las pa­
labras de despedida.
En el 23 de Enero se han hecho muchos murales, muy
bonitos, incluso de concepción a n tim ilitarista. M i hijo, que
es p in to r 1 realizó muchos de ellos. Hasta Diego A rria fue
al 23 y regaló una cantidad enorm e de pintura. ¡Y enton­
ces la gente iba a la casa a buscarlo para pintar su aparta­
m ento!

Los muchachos tienen teatros, conjuntos musicales, en­


señan pintura y hasta im prim en libros para subsidiarse. La
m ayor ayuda que prestan los organism os culturales es la
entrega de locales, aquellos que existen desde Pérez Ji­
ménez. En realidad, la ayuda es m uy precaria. Y la m e n ­
tab le m e n te hay gente del barrio que, en vez de conside­
rar eso suyo, entra a los locales y destruye los instru­
mentos.

EL 2 3 DEL 2 0 0 0 —Caracas es una ciudad sobresaturada. Tú vas un d o ­


m ingo al Parque del Este y eso es horroroso, de m ila g ro
puedes cam inar. Hay pocos campos deportivos.

Yo no desligo al 23 de Enero del destino del país en ge­


neral. M e parece que el país es un 23 de Enero más
grande.
Pero si m iram os hacia atrás, vemos que antes estaba
Pérez Jim énez, que más atrás estaba Gómez, Guzm án
Blanco y que más atrás de los españoles estaba el im p e ­
rio rom ano. Entonces, vemos que la hum a n id a d siem pre
va hacia adelante. Por eso, lo que viene, tiene que ser
m ejor.

81
LOS PENULTIMOS

M a ría Fernanda M adriz ^as m u ¡eres de m¡ casa tenían la costum bre de p a rir a
______ ___________ ._____ la vez, y por eso nosotros somos de la misma edad y
guardam os los mismos recuerdos infantiles. Hacia 1957
nacimos los penúltim os —los de la dem ocracia
representativa— con la m em oria llena de un tiem po del
que nadie parece querer acordarse. Y es que las
mujeres y los hombres de mi casa se insurreccionaron
siem pre, y por eso los niños crecimos deslum brados por
la conspiración.
Nosotros —los penúltim os— nacimos con la curiosa
facultad de recordarlo todo. Recordamos incluso el
m om ento en que en las cuatro salas de parto de la
Clínica Córdoba, los médicos dije ro n no te preocupes
más M ercedes-Flora-Nelly-Alicia, que todos son
normales. Recordamos habernos oído llorar los unos a
los otros, y recordamos el escándalo del cuarto piso
donde nuestros padres brindaban con cham paña y
cantaban rancheras, mientras nosotros —los penúltim os—
nos recuperábam os lentam ente de eso que los loqueros
llam an el traum a de nacer.
La euforia que produjo nuestra venida al m undo pasó
rápidam ente a un plano secundario, porque los
hombres y las mujeres de mi casa estaban
com prom etidos todos en la conspiración antidictatorial.
Nuestros padres entraban y salían, y no me puedo
quedar a comer, Mercedes, porque tenemos una
reunión con los m ilitares que andan arrechos y quieren
dar un golpe. M i padre decía tam bién que es que a
Pérez Jim énez se le pasó la m ano y no se dio cuenta
de que las Fuerzas Arm adas ya no son la tropita de
cuando Gómez. Al ejército no le ha gustado en lo más
m ínim o que la Seguridad N acional se ande m etiendo
en sus asuntos, y los oficiales dicen que no le aguantan
ni un solo arresto más a Laureano V a lle n illa y a Pedro .
Estrada.
M ientras los penúltim os éram os rigurosam ente
am am antados cada cuatro horas, M ercedes-Flora-Nelly-
A licia com entaban que no seas tan pesimista, N elly,
que el golpe del .1 0 de enero se cayó porque el
" p e rro " Jim énez no lo tum ba solam ente el ejército. Si la
Junta Patriótica hubiera conversado con los m ilitares
antes, todos nos hubiéram os m etido en la cuestión y
otro g a llo cantaría. ¡Pero si hasta los curas andan
haciendo propaganda antid icta toria l y te la sueltan
com o quien no quiere la cosa cuando vas a confesartei

1) Edgar A lvarez Estrada.

83
M i m am á estuvo a ye r en la iglesia para a rre g la r lo del
b autizo de los penúltim os, y regresó a la rm a d ísim a
po rq u e el padre H enríquez se había a b ie rto la sotana y
le había d a d o un fa jo de papeles, para q u e m e los
g uarde, por fa vo r, hasta el d o m in g o .
M ientras m i tía N e lly nos ponía cuid a do sa m e n te los
am u le to s que había preparado la noche a n te rio r para
cada uno de nosotros, y este a zu lito para tí, mi a m or, y
este ro jito para ti, mi cielo, y este a m a rillo para Javier,
porque es com o sus ojos, M e rcedes-F lora-N elly-A licia
seguían com e n ta n d o que lo que pasa es que yo ayer
m e concentré y lo que vi fu e a lg o te rrib le . Toda la
g e n te en la c a lle y m uchísim o ruido. No sé si
estábam os contentos o indignados, pero yo estoy
segura de que a lg o gordo va a pasar en estos días. Y
m ientras nos ca m b ia b a n los pañales y nos echaban el
ta lq u ito , y nos ponían los escarpines que mi m am á
había te jid o p o r docenas, pero claro que a lg o g o rdo
tie n e que pasar, N e lly, si tenem os más d e un año
m etidos en esto. Todo el m undo está conspirando, los
adecos, nosotros los comunistas, los curas, los m ilitares,
¡hasta los M endoza le están se rruchando el piso a
Pérez Jim énez! Los p enúltim os sabíam os que lo que mi
m a m á decía era cierto, porque los hom bres d e mi casa
le habían contado a mi papá, m ientras nos d a b a n el
tetero de la tarde, que el g o b ie rn o está co m p le ta m e n te
aislado, que incluso la burguesía v e n e zo la n a q u ie re
salir del d icta d o r porque el g o b ie rn o le d ebe una
ca ntidad de pla ta a los industriales y, e n cim a de que
no les paga, no los d eja tam poco m e te r las m anos en
los grandes negocios que V ene zu e la está haciendo.

El 9 de e n ero m u rió la M a m a ín a , a b u e la -b is a b u e la de
nosotros los penúltim os. Los hom bres y las m ujeres de
mí casa se vistieron de negro, porque' mi fa m ilia ha
d e c id id o negarse para siem pre a c o m p re n d e r la
m uerte. Por eso nos vestimos de n e g ro , para que e lla
sepa que no la perdonam os... Dos días después de
a q u e llo , los hom bres avisaron a las m ujeres de m i casa
que Pérez Jim énez desarm ó a la M a rin a , a H éctor le
d ie ro n orden de acuartelarse en La G u a ira , pero antes
se lo lle va ro n todo, no les d e ja ro n ni una china con
q u é defe n d e rse porque el g o b ie rn o sospecha de otro
g o lp e. Los p e n ú ltim o s nos p re ocupam os m ucho fre n te a
la n oticia, pero M e rcedes-F lora-N elly-A licia y Socorro
nos tra n q u iliz a ro n de in m e d ia to . Nos ca rg a ro n a todos
y m ientras nos decían cállate, niño, que no pasa nada;
c á lla te , mi a m or, que todavía no te toca c o m e r; cállate,
m i cielo, que su m am á la va a d o rm ir c a rg a d ita ; las
m ujeres le propusieron a los hom bres de m i casa que,
entonces, vam os a lle va rle nosotras mismcis las arm as
que necesiten.

84
Y así com o los penúltim os fuim os dejados en nuestras
cunas m ientras M ercedes-Flora-Nelly-Alicia y Socorro
llegaban hasta el puerto, y venim os a avisarle al
Capitán de N avio que la m adre de su esposa m urió
ayer, y los esbirros que vieron en los ojos de las
mujeres de mi casa el d o lo r y la tristeza que sí sentían,
y que se asom aron por las ventanillas y sólo vieron
lágrim as de verdad verdad y vestidos de luto, y que
puede pasar a d e lan te con nuestro más sentido pésame,
y Héctor, abrázam e que te tengo una m ala noticia, y
di le a tus hombres que saquen del carro las granadas y
las m etralletas que traíam os debajo de las faldas, y
siéntate a llo ra r con nosotras porque la m uerte vo lv ió a
faltarnos el respeto.

El 21 de enero de 1958 los penúltim os nos quedam os


sin el tetero de las doce, porque los adultos salieron a
la calle a tocar las cornetas. Según habíam os oído en
la m añana, la Junta Patriótica llarhó a huelga general y
todos los que estaban m etidos en la conspiración
debían co n trib u ir a que la gente no trabajara y se
sumara a la protesta. El 21 y 22 fueron días de toque
de queda, de tiros anónim os y reuniones clandestinas,
m ientras mí m adre le decía a mi papá que consigas un
salvoconducto para el m édico porque el niño tiene
cuarenta de fiebre.

En la m adrugada del 23 de enero nos despertó el


escándalo. ¡Suegro, tráigase las botellas que Pérez
Jim é n e z se fu e !. Nos d e sp e rtó el te lé fo n o y ¡coño
N elly la pegaste, éste fu e el a lb o ro to que v is te el o tro
día! Nos desp e rta ro n las voces en el jardín, las
lu ce cita s rojas de los c o h e te s que mi tío lanzaba
desde la azotea, el ruido de la calle con la gente
c a n ta n d o el him no nacional, con la gente sin tié n do se
d is tin ta , con la gente m e n tá n d o le la m adre a ta n to s
años de angustia.

Y aquí e stam os n o s o tro s - los p e n ú ltim o s - luchando,


para que los ú ltim o s , por fin , sean los prim eros.

85
INDICE

Alfredo Gosen M P rólogo

EL PASADO:
M o re lla Barreto H isto ria de la p a rro q u ia 23 de E n e ro ......................
El 23 de Enero: alguno s sitio s, alguna s casas,
R.J. Lovera De-Sola cie rta s p e rs o n a s ............................................................
EL PRESENTE:
M a n u e l López La a rq u ite c tu ra del 2 de D ic ie m b re .........................
Los h a b ita n te s del 23 de Enero: una ra d io g ra fía
Roberto Briceño-León social ................................................................................
G iova n n a M érola El pa rq u e del o e s t e .......................................................
TESTIMONIOS DE LOS VECINOS:
H abla Flor N úñez: V iv ir en el 23 de Enero
M a ria Laura Lombardi me f o r t a le c ió ..................................................................
O ctavio M o n tie l Desde el uso de razón en el 23 de E n e ro ................
C onversación con A d a lb e rto A lv a re z :
El 23 de Enero es un b a rrio de tra b a ja d o re s
O rla n d o H ernández e in te le c tu a le s ...............................................................
M a ria Fernanda M adriz Los P enúltim os ..............................................................
L e yendo El 23 de Enero c u a lq u ie r p ersona p o d rá hacerse una im a g e n b astante
n ítid a y precisa de la s ig n ific a c ió n dé esta zona en el d e s a rro llo de la C aracas d e
nuestros días. Pero co m o la se rie "C a ra c a s to m a C a ra ca s", de la cual este lib ro
fo rm a parte, trata a la vez d e o fre c e r una im a g e n del pasado y p re se n te de
d iversas zonas d e la ciu d a d en este v o lu m e n e n c o n tra rá su le cto r e studios q u e le
d a rá n cue nta de l p re té rito d e esta fra n ja d e nuestra c a p ita l desde los días en q u e
in d io s y e sp añ oles se e n fre n ta ro n en e lla ; desde el m o m e n to en q u e en los
a lre d e d o re s d e su c o lin a p e le a ro n p a trio ta s y realistas. Podrá co n o ce r el m o m e n to
en q u e el P residente G u zm á n B lanco tra n s fo rm ó su e n tra d a c re a n d o el paseo de
"E l C a lv a rio " , el m o m e n to en q u e el G e n e ra l Jo a q u ín C respo m a n d ó a e d ific a r el
" A rc o de la F e d e ra c ió n " o c u a n d o el P residente C ip ria n o Castro o rd e n ó la
con strucción d e la Escuela M ilita r en La P la n ic ie y así su ce siva m e n te hasta estos
dícs. L e .h isto ria de esta á re a de C aracas la tra za n aqi i M o re lla B arreto y R.J.
Lovera D e-Sola. A su pre se n te nos p o d e m o s a so m a r gra cia s a v a rio s a n á lis is : el del
a rq u ite c to M a n u e l López q u ie n nos m uestra su d e s e n v o lv im ie n to u rb a n o ; el d e l
s o c ió lo g o R oberto B riceño León con q u ie n p o d e m o s o b se rva r su p ro b le m á tic a ■
social y el de la e có lo g o G io v a n n a M é ro la q u ie n p o n e a n te nuestros o jo s las
perspectiva?, d e l tie m p o lib re en esc a m p lia b a rria d a ca ra q u e ñ a . Diversos vecinos
d e l lu g a r: la a ctriz Flor N ú ñ e z — cuyas p a la b ra s re c o g ió la p e rio d is ta M a ría Laura
L o m b a rd i— , el p o e ta O cta v io M o n tie l o A d a lb e rto A lv a r e - — cuyos re cu e rd os nos
co m u n ic a n a través de l cronista O rla n d o H e rn á n d e z — p o d e m o s se g u ir la m e m o ria
q u e e llo s hacen de sus viv e n c ia s en esos lares. C ie rra este rom o un te x to d e M a ría
Fernanda M a d riz q u ie n m ira la a c titu d d e los más jó ve n es m o ra d o re s d e l 23 de
Enero.

Im p re so en la I m p r e n ta Municipal

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