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Seminario Silvia Bleichmar 2000

“Traumatismo y simbolización: los modos del sufrimiento infantil”

Clase N° 1 dictada el 3 de abril de 2000

Este año el Seminario tiene una característica particular y es que ya no va a estar


en el Hospital de Niños. Lo cual no quiere decir que no va a seguir cumpliendo la
función que cumplió hasta ahora. Para eso hemos reactivado la Fundación “Trabajo del
Psicoanálisis” que era la revista que sacamos durante varios años, y lo primero que les
quiero plantear es lo siguiente: los ingresos de este Seminario son absolutamente
públicos; cualquiera de ustedes puede acercarse a cualquiera de los asistentes que
tenemos, y pedirle que para la vez siguiente, si quiere consultar el estado de las finanzas
del Seminario, tiene derecho a hacerlo. Las finanzas del Seminario son destinadas de la
siguiente manera: una parte es para cubrir los gastos que tenemos, de local, de distintas
necesidades que tenemos, específicas; una parte se va a destinar a hacer donaciones a
servicios hospitalarios, siempre en bienes materiales, no en dinero, a partir de ahora. Esto
quiere decir que hay una propuesta ya del servicio del Posadas, que hemos hecho, de
acercarles computadora y algunas reformas edilicias que necesiten, y si hay acá gente de
servicios de hospital que quiera hacer algún pedido, puede hacerlo. En la medida en la
que los recursos se vayan estabilizando, podremos ofrecerlo. La otra parte que queda va a
ser destinada a publicaciones. Esto quiere decir que este Seminario, aspiramos también a
que sea un espacio de producción. De manera que nuestra idea es que para fin de año
haya al menos una publicación específica del Seminario, y contribuiremos también para
volver a sacar “Trabajo del Psicoanálisis” a partir de este año. Pero aparte de “Trabajo...”
la idea es sacar una publicación específica del Seminario, con los aportes de quienes
quieran participar en ella, y vamos a formar un Consejo de Redacción en cuanto estén
estabilizados los recursos.
A partir de esto, no vamos a tomar las medidas que tomaba el hospital respecto a
la actualización de los pagos. Vamos a pedir que cada uno en lo posible se haga cargo de
cumplir con los pagos, en la medida en que este Seminario está garantizado por todos
nosotros; por mí, por ustedes y por todos quienes participan, de manera que vamos a
pedirles que en la medida de lo posible, y conociendo perfectamente las dificultades que
hay en este momento, se trate de pagar. Si no al día, que se trate de pagar. Y si puede ser
al día, mejor.
Segunda cuestión. A partir del mes de mayo vamos a tener talleres, como
siempre. Los talleres se pueden hacer en este mismo local, antes o después. No en este
recinto sino en otro espacio que hay acá. De manera que quienes quieran participar en
talleres, la próxima reunión vamos a pasar una lista para que apunten su participación en
los talleres. Teníamos dos opciones para elegir, respecto al recinto. Uno era este, que era
el más grande, y otro era otro que está en el tercer piso, y que es para 120 personas. Dado
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que el número excedía esa cantidad, y bastante, nos parecía que era un poco estrecho
someternos al otro espacio. De manera que bueno, entre un espacio como este, en el que
quedan algunos lugares y el otro, en donde íbamos a estar un poco apiñados, decidimos
elegir este lugar, que es un poco más amplio, aunque queden lugares vacíos, y luego
veremos en el transcurso del Seminario si podemos sostener este lugar y si es el más
adecuado. De manera que por ahora vamos a funcionar acá. Entre las novedades, está
que salió mi libro “Clínica psicoanalítica y neogénesis” que es la mitad del primer año
de Seminario, corregido. Para la próxima reunión le he pedido a Amorrortu que nos
mande ejemplares para ser ofrecidos a ustedes. De manera que, para la próxima, los que
quieran el libro, pueden traer 20 pesos como máximo, que es lo que puede llegar a
costarles, para poder recogerlos.
Bueno, mientras pasé las informaciones, fueron llegando. Los que no tienen las
informaciones, le pueden preguntar a los compañeros o a cualquiera de los miembros del
Seminario. Este año la coordinación general, que estuvo hasta ahora en manos de Marina
Rizzani, va a ser relevada por Alicia Lurie, porque Marina ya llevó cuatro años
coordinando y este año lo va a llevar Alicia Lurie, y la coordinación docente va a estar en
manos de Graciela Rajnerman. Desde el punto de vista de la secretaría científica, como
siempre, va a estar en manos de Marina Calvo, el sonido a cargo de Pablo Schenquerman,
como siempre. Respecto a los talleres, cualquier duda o cualquier problema, pueden
hablar con Graciela Rajnerman, para arreglar los detalles. Ella se hace cargo de todo con
la mejor voluntad; cambios de un lugar a otro, problemas con los horarios... tiene una
voluntad de hierro y una paciencia santa. Entonces todo lo arreglan con ella. Un último
problema que vamos a tener: el 24 de abril, que es lunes, es un aniversario más del
genocidio armenio en manos de los turcos, con lo cual esta institución va a estar cerrada.
El lunes siguiente es 1º de mayo. Entonces, para que no quedemos dos semanas así, yo
he pedido que nos den un sábado para poder reemplazar una de las clases, para todos
aquellos que quieran venir. Porque en realidad, el feriado corresponde, pero el cierre de
la institución podemos reemplazarlo. De manera que están pensando qué sábado tienen
libre para poder ofrecernos el recinto para recuperar una de las clases. El calendario va a
ser igual que todos los años. Vale decir que tendremos vacaciones en julio, todavía no se
si una o dos semanas, de acuerdo con lo que ocurra acá, porque este es siempre un
acuerdo que tomamos en común, y en principios de noviembre yo no voy a estar un lunes
porque tengo una actividad en el exterior, y eventualmente también puede ocurrir que
otro lunes ocurra lo mismo, por una cuestión de viajes. El resto del año vamos a
funcionar y los feriados no son recuperados, como nunca han sido, salvo aquellos que no
son feriados, sino que lo han sido por una circunstancia como la que acabo de informar,
que vamos a reemplazarlos.
El Seminario de este año, que está, como ustedes tienen en los programas, se
llama “Traumatismo y simbolización: los modos del sufrimiento infantil”, tiene un
programa ambicioso que, francamente, yo no me voy a preocupar por terminar porque, en
la medida en la que no tenemos compromisos públicos, podemos tomarnos el tiempo que
necesitemos y trabajaremos en profundidad todo lo que sea necesario, y si no lo
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cumplimos, seguiremos el año próximo con otros módulos en los cuales incluyamos
aquello que nos ha quedado pendiente. Pero esto un poco aludiendo al espíritu poco
académico de nuestras reuniones, pero sí riguroso. Ustedes saben que lo académico y lo
riguroso no siempre son compatibles. En este caso la idea es que podamos profundizar lo
más posible. En general, el tema cada año se desprende de un seminario anterior. Hay
algo como que va decantando. A medida que han ido pasando los años, los temas han ido
surgiendo, y a mediados de año uno iba teniendo la sensación de que había una
problemática que insistía, y sobre esa problemática que insistía se definía el proyecto para
el año siguiente. Esto ha ocurrido un poco con el tema de este año, el de traumatismo...
que, entre paréntesis, me encontré con que ya en el de Clínica psicoanalítica y neogénesis
hay varios apartados sobre la cuestión del traumatismo y sobre la función del
traumatismo, y en general hemos ido hablando a lo largo de este tiempo, y en este
Seminario vamos a sistematizarlo, y a profundizar una serie de materiales desde distintas
perspectivas. Por un lado, por supuesto, vamos a dedicar un tiempo importante a los
aspectos teóricos, vale decir, a lo que ustedes han encontrado en el programa, ustedes
vieron que no hay ninguna referencia concreta a ninguna experiencia traumática en
particular. Lo cual no quiere decir que no van a estar presentes todos aquellos elementos
en los cuales está implicado, no sólo en la clínica sino también en la práctica, los
traumatismos. Porque una de las características del tema de este año es que se abre sobre
problemas de la práctica social, en la medida en que los traumatismos geográficos e
históricos no singulares son abarcados bajo modelos que implican un trabajo compartido
en instituciones o en espacios que no son precisamente los del consultorio. De manera
que no vamos a hablar sólo de la práctica clínica sino de la práctica en general, en
relación al traumatismo. Pero también todo aquello que tiene que ver, entonces, con las
experiencias singulares y la función del traumatismo como problemática que se desplaza
alrededor de la cuestión, digamos, de los aciertos y las impasses del psicoanálisis.
Ustedes saben que este Seminario es un lugar, además, en el cual repensamos problemas
del psicoanálisis. Hace poco tiempo publiqué un texto en Topía que se llamaba “La
acumulación no hace la riqueza”, donde planteaba qué cuestiones en el psicoanálisis no
me llevaría al siglo próximo y cuáles sí me llevaría, porque ustedes saben la diferencia
entre acumular cosas valiosas y juntar trapos viejos, agujereados, apolillados y, en
algunos casos, capaces de dañar las cosas buenas del placard.
En este caso, entonces, la idea de que la acumulación no hace la riqueza nos está
planteando permanentemente cómo los problemas teórico-clínicos o teórico-prácticos que
vamos planteando actúan también como ejes disparadores de acumulaciones de hipótesis
adventicias del psicoanálisis y de impasses, y vamos a trabajar, como lo hemos hecho
siempre, en cuáles son las respuestas que se intentan a estas dificultades. El tema de este
año, además, tiene una raigambre ética importante. El psicoanálisis guarda una profunda
deuda, una deuda con aquellas víctimas en las cuales se ha desconocido el carácter de
víctimas, frente a los acontecimientos padecidos, y se les ha entendido en muchas
situaciones, por una cuestión de método, no por mala fe, pero sí por una cuestión de
método y tal vez por una cuestión de teoría, se ha entendido sus padecimientos como
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padecimientos autoproducidos. Esta idea de padecimiento autoproducido tiene un... yo


decía que ¿vieron que todo el mundo pide perdón este año? Pide la iglesia, piden los
rabinos, pedimos nosotros, ya que estamos y nos sentimos importantes, de paso, de tener
una deuda con la humanidad. Pero de todas maneras esto que estoy planteando tiene un
aspecto ético que es absolutamente válido y pone el dedo en la llaga de un problema
teórico. Pero al mismo tiempo, plantea algo que es interesante, que es si los hechos
mismos son los causales de los padecimientos de los seres humanos. Quiero decir con
esto, si los hechos mismos fueron los causantes de los padecimientos por supuesto
neuróticos, no del sufrimiento cotidiano, como decía Freud, si los hechos mismos fueran
los causantes del padecimiento neurótico en los seres humanos, tenemos que archivar la
teoría del inconciente, en la medida en que no habría ninguna forma con la cual lo real
fuera reformulado de alguna manera para producir un sufrimiento que en lugar de ser
cotidiano fuera neurótico. Más todavía, una de las características que tiene el traumatismo
es su imposibilidad de procesamiento por vías normales, con lo cual está planteando ya
de entrada una cuestión que va a estar en el eje de nuestras preocupaciones, y es algo que
venimos trabajando desde hace tiempo, que es qué ocurre entre aquello que ingresa al
psiquismo y aquellos efectos que se producen a partir de lo que ingresa. Vale decir ¿qué
ocurre en el interior del aparato psíquico en el procesamiento de las cuestiones que le
llegan?
Una autora que ha dicho cosas realmente muy interesantes sobre esta cuestión del
traumatismo y el problema de las víctimas, cuestionando la teoría pulsional freudiana, es
Alice Miller, fundamentalmente en un libro al cual accedí hace poco tiempo y que creo
que no está traducido al castellano, está traducido en 1986 al francés, está escrito en el
´81 en Alemania y hasta ahora yo no supe que estuviera traducido al español, que es El
niño bajo terror, en el cual Alice Miller, con esa inteligencia, que es notable, y esa
claridad con la que expone plantea desde una perspectiva diferente a la que yo les voy a
proponer, problemas comunes. Entre otras, una de las cuestiones que plantea es cómo el
psicoanálisis... lo leo, porque creo que es interesante. “En la experiencia personal del
psicoanálisis a partir de su propio inconciente y de la posibilidad profesional de
descubrir el inconciente de otros, representa indiscutiblemente el comienzo, para todo
analista debutante, una inmensa liberación. La única experiencia fundamental y
asombrosa de sus propios mecanismos de defensa, renegación, represión, proyección,
modifica muy profundamente lo que era hasta ahora, entonces, su perspectiva y su
reflexión. La estrechez de las representaciones y las ideas de su propia infancia
devienen más claramente concientes y, por comparación, el psicoanálisis pese a haber
sido durante un largo tiempo combatido o raleado o ignorado por amplias capas de la
sociedad burguesa, aparece ya como un hecho revolucionario. Cuando uno nació en un
estrecho valle de montañas y se encuentra bruscamente una amplia pradera, experimenta
en el momento el mismo sentimiento de liberación que el niño educado en una familia
religiosa y estricta cuando descubre el sistema de pensamiento del psicoanálisis. Puede
lanzarse en dos direcciones; el mundo le tiende los brazos. No se choca más con las
paredes montañosas. Pero ¿qué puede entonces sentir cuando se da cuenta de que esta
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maravillosa pradera que desemboca sobre el mundo está totalmente encerrada en


paneles de interdicciones, y que la extensión del valle no es el comienzo de una vía nueva
sino que debería ser el final de su viaje.” Es una formulación extraordinaria respecto al
dogmatismo psicoanalítico y a la emoción que produce la aproximación al psicoanálisis y
el tedio cuando el psicoanálisis se encierra en fórmulas canónicas ya incapaces de
explicar los fenómenos. Y luego, entonces, una de las cuestiones que ella plantea como
más discutibles es la posición que ella va a plantear entre teoría de las pulsiones y teoría
traumática, diciendo: “... la teoría psicoanalítica de las pulsiones viene a conformar en
mi paciente la tendencia a negar su traumatismo y a acusarse a sí mismo, y lleva más
bien a enmascarar la explotación sexual y narcisística del niño, que a denunciarla,
porqué los psicoanalistas no se dedican más a los traumatismos reales de la infancia.”
Por supuesto esta opción, que parece seductora de entrada y que ha sido tomada
por mucha gente y que ha terminado abandonando la teoría sexual infantil freudiana,
aparece planteando dos opciones que son falsas, en mi opinión. Por un lado, una teoría
de las pulsiones que está caracterizada por el endogenismo, en el cual la fantasía está
producida a partir de la delegación, ustedes saben, de lo somático en lo psíquico; una
teoría de las pulsiones en las cuales el preformado a lo sumo arrastra en lo histórico algo
del traumatismo de la especie, como ocurre con los fantasmas originarios en relación a la
teoría filogenética freudiana y la idea de que los fantasmas originarios son hechos
traumáticos que han ingresado, a través de la filogénesis, en el inconciente o en el ello
originarios. Pero la teoría de las pulsiones, entonces, aparece contrapuesta a una teoría de
la seducción que tiene mucho que ver en lo que plantea Alice Miller, con el planteo ya no
de Freud sino pre-freudiano, más cercano les diría al pre-freudismo anterior a 1895. ¿Por
qué? Porque va a plantear en una unidad de enfrentamiento del adulto con el niño al
adulto como seductor y al niño como seducido, vale decir al adulto como no atravesado
por sus propios fantasmas inconcientes y al niño como no produciendo ante eso nada.
Quiero decir con esto que, las dos falsas opciones que están planteadas, son la de
considerar a la víctima puramente como el producto de un hecho contra ella, y al
victimario como a aquel que culpable y alevosamente está produciendo acciones que son
acciones traumáticas sobre la víctima. Ustedes saben que esta idea de Alice Miller
respecto de adultos y niños es una idea absolutamente discutible en la cual ya en otros
textos como El drama del niño dotado ella llegó a comparar a los padres con los
guardianes de los campos de concentración. Vale decir que tiene una postura frente a la
infancia en la cual el niño aparece siempre como capturado en las redes del adulto, como
víctima inocente, y acá me parece que es importante esta idea de víctima inocente, porque
precisamente el eje de la cuestión psicoanalítica es la caída de la teoría de la inocencia
infantil. Creo que si hay algo que el psicoanálisis ha dejado de lado, es la teoría de la
inocencia. Lo cual no quiere decir que la teoría de la inocencia se reemplace por una
teoría de la culpabilidad, y creo que el problema es ese, trasladar la teoría de la inocencia
a términos morales, a culpabilidad-inocencia, y no a términos de deseante-no deseante.
Ahora, entre estas dos opciones entre las que ha circulado el psicoanálisis desde
siempre, y se ha enfrentado históricamente a lo largo de su historia a problemas muy
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serios, por supuesto se van planteando opciones. Ustedes saben que hace tiempo que yo
trabajo con dos ideas que rigen de algún modo la forma en la que voy a pensar este
Seminario. Por una parte, el concepto de metábola, vale decir, la idea de que entre
aquello que ingresa del exterior y aquello que aparece como producción psíquica, hay un
procesamiento y este procesamiento le da su especificidad y singularidad a las formas con
las que los seres humanos organizan, recrean, articulan su relación con los sufrimientos y
los modos con los cuales se inscriben los padecimientos a los que son sometidos.
Entonces, concepto de metábola, por una parte. La segunda de ellas es concepto de
aparato psíquico, en el cual lo que caracteriza al aparato psíquico es, precisamente, el
hecho de que no hay un sujeto homogéneamente instalado frente a aquello que le ocurre,
sino un sujeto que está procesando de distintas maneras simultáneamente y en conflicto
frente a las cosas que padece. El año pasado, para los que estaban, les recuerdo un
ejemplo de algo que me ocurrió en una supervisión en Córdoba, en la cual trajeron el
material de un niño que había sido abusado sexualmente y que intentó abusar de un
compañerito. En realidad la consulta había sido así: el niño intentó abusar de un
compañero y a partir de esta situación se descubrió que el niño era abusado. Cuando la
terapeuta lo recibió le dijo: “Bueno, estamos acá para entender eso que te hicieron.” Y
yo le dije: “No, no estamos acá para entender lo que le hicieron. Estamos acá para
entender lo que él hace y para ver de qué manera lo que él hace tiene que ver con lo que
le hicieron.” Porque en última instancia, si no, nunca uno podría analizar las
consecuencias de los actos de ningún ser humano, en la medida en que más allá de lo que
a uno le hicieron, justamente el procesamiento psíquico de lo que le hicieron es lo que
determina las formas con las cuales opera en el mundo. De manera que uno de los ejes
con los que vamos a trabajar es el concepto de aparato psíquico y junto a ello la idea de
metábola.
Desde esta perspectiva del aparato psíquico, por supuesto, vamos a recorrer
algunas de las cuestiones del modelo freudiano. La forma en la que se va planteando en
los distintos modelos freudianos y en el post-freudismo, por supuesto, y porqué no en el
para-freudismo... porque cuando uno habla del post-freudismo no puede olvidar también
que hubo pensadores paralelos a Freud en su época, desprendidos por supuesto del tronco
del psicoanálisis, pero que participaron ampliamente del movimiento psicoanalítico en la
misma época. Por ejemplo, gente como Adler que ocupó un lugar muy importante en la
cuestión del traumatismo. U Otto Rank, gente de la socialdemocracia, muy preocupados
por la situación de víctima del niño, muy en particular, como decían ellos, en la ideología
de la época, por lo que Otto Rank llamó “el alma del niño proletario.” Con cuestionarios
extensísimos respecto a los traumatismos padecidos, por ejemplo si los padres habían
sido perseguidos por la policía, si habían tenido que mudarse... en fin, una serie de
preguntas que tienen que ver con la concepción del traumatismo como el traumatismo
político-histórico. Pero justamente estos personajes trabajaron mucho en la concepción
del traumatismo. Lo que pasa es que el traumatismo, es muy interesante esto, queda
completamente desexualizado, cuestión que Freud va a intentar que nunca ocurra de ese
modo. Si no es a través, digamos, de la primer teoría genital, sí a través de la teoría
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pulsional. Teoría traumática, vale decir, de las experiencias precoces infantiles ligadas a
mociones deseantes y relacionadas con objetos.
Bueno, entonces, vamos a trabajar un poco con los modelos freudianos. Por
supuesto que el paradigma sobre el que vamos a trabajar es Más allá del principio del
placer, que es el modelo eje a partir del cual se define la cuestión del traumatismo, y en el
cual ocupa un lugar muy importante, sobre todo para lo que Freud va a plantear sobre la
teoría de las neurosis traumáticas. Ustedes saben que hace tiempo yo ya formulé una
diferencia en La fundación de lo inconciente respecto a las neurosis traumáticas y una
teoría traumática de las neurosis, en la cual retomo la idea de una teoría traumática de las
neurosis, idea que Freud tiene hasta 1897, hasta la famosa Carta del equinoccio, pero en
ese desarrollo que Freud plantea hasta 1897, la génesis traumática de las neurosis es una
génesis que se define en relación al traumatismo en relación al traumatismo genital o
sexual, como lo llamaba en ese momento, porque no había teoría de la sexualidad amplia,
y lo que nosotros vamos a introducir acá que es la idea del traumatismo en relación a la
teoría sexual extensa, vale decir, en relación a el modo de inscripción en la tópica, de las
formas con las cuales se van a constituir las estructuras deseantes.
En esa dirección es que yo voy a retomar una diferencia que hicimos hace ya
muchos años, y en la que viene trabajando Laplanche y yo junto a él, que es la diferencia
entre una génesis o una tópica concebida como endógena y por diferenciaciones respecto
a una tópica concebida como producida traumáticamente, exógena y por décalage. Vale
decir, una tópica que se va a constituir, por supuesto, a partir de determinantes exógenos.
Pero cuando uno dice “una tópica exógena” se abren varios problemas al mismo tiempo,
porque hay una tendencia en los últimos años a sacar materiales que cuestionan el
abandono de Freud de la teoría de la seducción, vale decir, teoría de la seducción que es
la teoría traumática de las neurosis, en última instancia, reinscripta a posteriori en las
series complementarias, pero hay una tendencia a debatir el abandono de la teoría
traumática en Freud a partir de razones totalmente personales. Si ustedes leen, por
ejemplo, un libro de Marianne Krul, que se llama Sigmund, hijo de Jacob, en ese libro
Marianne Krul explica a partir de la relación de Freud con su padre y de los problemas
que se arrastraban en la vida de Freud la imposibilidad de él de sostener la teoría
traumática. O, por ejemplo, el mismo Geoffrey Mason que, en su libro sobre la
seducción también se sostiene mucho más en cuestiones personales de Freud que en un
trabajo sobre aquello que llevaría a Freud a abandonar la teoría traumática tal como fue
formulada. Yo creo que realmente el único que lo hizo en serio fue Laplanche con el
concepto de exigencia, vale decir, de ver de qué manera la teoría misma llevaba por cierto
camino a tener que abandonar la primera teoría traumática. Más allá de que en este
momento él lo plantea como que a Freud le tembló la mano para continuar profundizando
en eso. En mí opinión, más allá de que le temblara o no la mano, creo que lo más
importante de lo que ocurrió es que era imposible sostener una teoría traumática en esos
términos, y al mismo tiempo consolidar una ciencia del inconciente. En la medida en que
dónde acaba el exterior y dónde comienza el interior, definen la posibilidad de que haya
práctica analítica. Si uno se sostiene en las circunstancias, es imposible que uno pueda
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analizar. Uno termina diciéndole al niño “vamos a hablar de lo que te hicieron.” No,
“vamos a hablar de lo que vos pensás, sentís o hacés a partir de lo que te hicieron.” Más
todavía, la mayoría de los tratamientos no empiezan con “lo que te hicieron” sino con “lo
que vos pensás y sentís.” El hecho de que uno, por supuesto, lo remita a experiencias
vivenciales metabólicas, abre una dimensión totalmente distinta de la práctica y genera
condiciones, también, para pensarla de otra manera. Más aún, el hecho de que uno crea
en el clivaje psíquico y que uno hace años que está luchando contra la intencionalidad del
inconciente posibilita que uno pueda interpretar algo del deseo inconciente sin por eso
considerarlo que es eso lo que él desea como sujeto. No sé si está claro. Creo que una de
las impasses mayores que se plantean en el trabajo con gente traumatizada de todo tipo,
cuando digo traumatizada de todo tipo hablo desde abuso hasta cualquiera que el papá
una vez le dio una paliza o un beso baboso de la tía, no importa. Lo que fuera. Todo lo
que un ser humano pueda traer como traumático en los mismos términos. Eludí
cuidadosamente la palabra “abuela” por razones obvias (risas). Creo que en los
historiales clásicos, después de la niñera, las abuelas se llevan el segundo lugar. Pero
volviendo a la cuestión del psiquismo escindido, por supuesto, se plantea con el
traumatismo el mismo problema que se plantea cuando se pretende interpretarle al sujeto
algo del orden del inconciente como patrimonio de sí mismo. De sí mismo en el sentido
estricto. Por ejemplo, cuando se pretende considerar que la excitación concomitante del
traumatismo en realidad es un deseo en el sentido clásico, en el sentido restringido, de un
deseo que el sujeto se rehusa a sí mismo. Porque no es verdad que el sujeto se está
rehusando a un deseo, más allá de que pueda ser excitado y más allá de que su
inconciente lo fantasmatice de cierta manera.
Creo que el problema que se plantea claramente respecto de la problemática del
traumatismo, mucho más claramente que en otras situaciones, es la reintencionalización
del inconciente en lo que yo he llamado en muchos momentos esta preocupación que
venimos arrastrando por desintencionalizar el inconciente y por plantearle... por salvar el
error cometido durante años, a partir de homogeneizar al sujeto y no pensarlo como un
sujeto clivado, al homogeneizarlo plantearlo como un patrimonio de su yo, de su
conciencia, algo que siendo en todo caso patrimonio del inconciente, no necesariamente
es asumido por el sujeto, ni tiene porqué serlo. Esto no quiere decir que el sujeto no
pueda reconocerlo como una parte de sí mismo. El problema es que esta parte de sí
mismo releva a la otra parte de sí mismo en la cual siente otra cosa. Justamente este es
uno de los ejes con los que venimos trabajando con respecto a la constitución de la
intencionalidad del inconciente. De manera que aparato clivado, o aparato psíquico, y
metábola, son dos elementos que me parecen centrales para repensar la cuestión del
traumatismo. El tercer elemento, que tiene que ver con la metábola y tiene que ver con el
aparato, se relaciona a concebir el traumatismo en términos de capacidad del aparato de
entramar o de simbolizar aquello que le ocurre. Vale decir, por eso el Seminario se llama
Traumatismo y simbolización. Vale decir bajo qué formas, bajo qué redes, bajo qué
modelos el traumatismo deviene específicamente traumatismo, o logra un destino
diferente. Vale decir, se sostiene bajo modos irreductibles destinado a la compulsión de
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repetición en el sentido estricto, a la búsqueda de lo idéntico, o no puede evitar la


aparición de lo idéntico, o bajo qué modos se produce su transformación en síntoma o su
posibilidad de recomposición en el interior del psiquismo. Porque si ustedes vuelven a
las conferencias de Freud sobre el traumatismo, en la conferencia sobre La fijación al
trauma, lo inconciente, la Conferencia 18° de las conferencias del tomo XVI ¿verdad?,
Freud dice una cosa que es muy interesante. Dice… acá hay dos o tres definiciones que
valdría la pena detenernos unos minutos antes de empezar a abrir el intercambio. Por una
parte marca claramente el sentido económico del concepto de traumatismo. Vale decir, el
hecho de que el traumatismo no puede ser pensado sino en relación con la teoría
económica, lo cual no quiere decir que lo que se abreaccione sea el afecto en sí mismo,
como leí el otro día en un diccionario de psicoanálisis de alguien llamado Chemama, que
no sé quién es, cuyo nombre no lo invalida pero sus definiciones sí, en el cual dice que la
teoría traumática implica una técnica que es la abreacción del afecto, como si se tratara
simplemente de dejar salir un afecto, que esta es la teoría vulgar de la abreacción. En
realidad lo que Freud plantea es la relación entre el afecto y la representación. Vale
decir, lo que plantea es que la abreacción es siempre un modo de ligazón. Y en ese
sentido la abreacción por eso es un antecedente de la clínica psicoanalítica. Porque lo
que está planteando es la correlación entre afecto y representación, que se sostiene en la
disociación producida en la histeria, precisamente entre estos dos elementos.
De manera que la abreacción no es abreacción del afecto. No tiene nada que ver
con el grito primario, que hace 30 años estuvo de moda. Todo el mundo se paraba bajo el
puente y “¡Ah!” No, no tiene nada que ver con eso, si bien es cierto que en las histerias
de retención, como decía Freud, se planteaba xxxxxx conversivos y todos sabemos cómo
la retención de ciertos afectos cuyas representaciones están en la conciencia, y esta es la
diferencia, produce una especie de “empacho” con incomodidad y traumatismo. Pero no
quiere decir que sea porque está en el inconciente. No sé si es claro. La retención de
ciertos afectos, de ciertas emociones en ciertas situaciones donde el sujeto tiene que
cuidar algo más... que no le permite, digamos, dar salida a ciertos afectos, queda ahí bajo
un modo patógeno sin que necesariamente esto sea en sí mismo la teoría catártica o el
modo de la abreacción en el sentido freudiano. Bueno, pero de todos modos teoría
económica. Y dice, “... una definición que conocemos, la aplicamos a una vivencia.”
Tomo acá otra vez la diferencia entre vivencia y experiencia. No sé si ustedes recuerdan,
que lo hemos trabajado xxxxxx el año pasado a partir de la diferencia establecida por
Kant, donde necesariamente la experiencia implica una asunción por parte del sujeto de
aquello vivido, y la vivencia puede ser perfectamente algo que ocurra al margen del
sujeto. Con lo cual yo vuelvo a usar la palabra tomada por Freud, vivencia y no
experiencia, y me parece que es importante porque el año pasado yo decía que Freud
conocía muy bien esta... si había un filósofo que conocía, ese era Kant. No sé cuánto,
pero uno de los que más conocía, y estaba muy impregnado de sus categorías. De sus
categorizaciones, no sólo de sus categorías. “... vivencia que en un breve lapso provoca
en la vida anímica un exceso tal en la intensidad de estímulo...” y acá les recuerdo que
estamos trabajando con la categoría de estímulo y en el ingreso al psiquismo, tiene que
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ser excitación. Pasaje de afuera a adentro, pasaje de estímulo a excitación. Y dice que
“... su tramitación o finiquitación -Aufarbeitung, trabajo de finiquitación, tradujeron- por
las vías habituales y normales, fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos
duraderos para la economía energética o económica.”
Ustedes se dan cuenta que hay acá varios elementos que son centrales. Primero, el
traumatismo se produce en un tiempo restringido; tiene una posición en el tiempo. En ese
sentido ustedes saben que hay toda una cuestión con respecto a la relación entre
traumatismo y acontecimiento, respecto a la temporalidad. Pero podríamos decir que no
todo lo acontecido es traumático, y que para el psicoanálisis la categoría que nos interesa
es la de traumatismo porque es aquel acontecimiento capaz de producir esto, un aflujo de
excitación no domeñable por las vías habituales y que produce trastornos duraderos en la
economía energética. En sentido amplio, porque ustedes saben que hay traumatismos que
producen trastornos breves en la economía psíquica y que se reabsorben en el lapso de
unos días, pero Freud está trabajando la relación entre traumatismo y síntoma en la
fijación a lo inconciente. Todos sabemos que hay traumatismos que tienen una eficacia en
el tiempo durante un breve período y después como que el tejido psíquico los reabsorbe.
Y luego, retomando ejemplos, va para Ana O., evidentemente, habla de Breuer, la
fijación al padre y se pregunta lo siguiente: ¿qué es lo que hace que algo en común a
cualquier niña, que es el amor por el padre, devenga en un caso traumático y en otro no
traumático? Lo cual yo creo que es importantísimo porque rompe con esta idea de la
explicación “por las generales de la ley.” Tema también que nos interesa mucho. En este
libro que yo acabo de editar, que Amorrortu acaba de editar, en el cual recupero cosas del
Seminario, justamente uno de los tema que aparecen muy claramente planteados es la
diferencia entre causa y ley. En la medida en que no se puede explicar la singularidad
por la ley. Digamos, nadie dice que una manzana se cayó del árbol por la ley de
gravedad; se cayó porque la tiró el viento, porque llegó el otoño, prque se pudrió o por lo
que ustedes quieran. Una de las bromas que yo hago ahí -horrible-, es que si uno se tira
de un piso alto uno no puede decir que se cayó por la ley de gravedad. Del mismo modo,
decir que la causalidad del síntoma es el Edipo es absolutamente ridículo. La pregunta es
¿por qué un sujeto hace un síntoma y otro no? Pero bajo esto que les digo, que también
aparece, digamos, la discusión con la ley tomada como causa, también podemos abrir la
discusión con la causa exógena tomada como determinación. Porque no toda causa
exógena tiene idoneidad determinadora en relación al traumatismo. Florencia, esa
“idoneidad determinadora” estaría bien, porque ella siempre me lo corrige. No todo
acontecimiento tiene idoneidad determinadora detrás de un síntoma.
Ustedes saben que ahí se plantea un problema de la insuficiencia de la teoría
económica y, hace tiempo, recuerdo y hoy lo busqué para traérselo a ustedes, yo escribí
un pequeño texto que puede ser hoy revisado y discutido y que decía así: “El umbral en
el ser humano está determinado por la capacidad metabólica, vale decir simbolizante,
con que cuenta el aparato psíquico para establecer redes de ligazón que puedan
engarzar los elementos sobreinvestidos que tienden a romper sus defensas habituales. Si
estos elementos son incapturables en el entramado yoico porque están más allá de la
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simbolización que se ha ido estableciendo a lo largo de las experiencias significantes que


la vida ofrece, quedarán librados sea a un destino sintomal, sea a una modificación
general de la vida psíquica -y digo algo que hoy no se si puedo sostenerlo así- al modo
de una cicatriz queloide, una insensibilización de la membrana efecto de ese
engrosamiento por contrainvestimiento masivo, puede establecerse residualmente y para
siempre hasta que algo venga a atravesarla.” Sigo sosteniendo esto, pero sólo para
aquellos casos en los cuales el traumatismo nunca fue metabolizado y entonces obligó a
un engrosamiento. Ustedes saben que este es todo un tema respecto a las víctimas de
catástrofes históricas, y las formas en las que queda una parte del psiquismo con una
cicatriz queloide y con una parte de insensibilización, lo cual no quiere decir que todo el
psiquismo se haya insensibilizado. Yo creo que si hay un error terrible es esa tendencia
de los psicoanalistas en considerar que todo es así. Por ejemplo, si hay un déficit de
simbolización respecto de una psicosomática: “Ah, los psicosomáticos tienen déficit de
simbolización.” Que me vengan a contar con el Che Guevara que era asmático a ver si
tenía déficit de simbolización, o tantos otros personajes históricos que han sido realmente
grandes psicosomáticos. Lo cual no quiere decir que no tenían capacidad de
simbolización. Lo que tenían era una incapacidad para simbolizar, en cierto momento,
aspectos de sus propias problemáticas angustiosas, que se depositaban en las
psicosomáticas. Pero no eran gente que... después viene cualquier tarado que no
psicosomatiza y se cree que tiene derecho a decir que todo el que tiene una psicosomática
tiene un déficit de simbolización.
Y luego Freud empieza a trabajar sobre... bueno, perdón. Vuelvo a lo del umbral,
entonces. Creo que el problema es qué quiere decir que algo pueda quebrar el umbral.
Qué quiere decir que pueda quebrar las defensas virtuales. Creo que hay que pensar la
defensa virtual en relación a las simbolizaciones establecidas. Vale decir ¿qué se
reprime? ¿Qué se reniega? No voy a decir “qué se forcluye” porque no me animo a tanto,
pero ¿qué se reprime, qué se reniega y qué se niega?, cada uno lo ha ido estableciendo a
lo largo del tiempo y más o menos se las arregla con eso. Esto lo hemos hablado muchas
veces respecto a las fobias, el hecho de que las fobias, cuando no son graves, son
desplazables porque siempre se busca aquello fobizante que esté alejado en la realidad
exterior, como está alejado en el interior de la tópica. Que cuando está cerca de la barrera
de la represión también está cerca en la realidad exterior. De manera que el umbral de
sensibilidad está dado en relación a aquellas defensas habituales. Quiere decir, a aquellas
formas con las cuales se organiza o se codifica la realidad. Para una mujer de cierta
cultura en algunos países de Centroamérica, la infidelidad del marido no es un
traumatismo. Es como un hecho de la vida, digamos. Mientras que en nuestra cultura la
infidelidad es un traumatismo severo. Se sobrelleva, se hace algo con eso, pero digamos
que todo el mundo lo vive como una situación traumática y en los consultorios nadie
viene a hablar de las infidelidades como “lo normal de la vida” o “me gané un visón
porque él se acostó con una rubia.” No, nadie dice estas boludeces. Pero sí es cierto que
hay niveles de traumatismo diferentes respecto a esto. Entonces hay que diferenciar entre
el traumatismo y el acontecimiento. Pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que el
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concepto de traumatismo es absolutamente solidario con la idea de algo relacionado con


lo real exterior, vale decir, con algo que ingresa al aparato.
Yo voy a, si les parece bien, cinco minutos más y después empezamos el
intercambio. Voy a hacer en el pizarrón los dos modelos, digamos, modelos clásicos que
ya conocemos...

(cambio de lado)

... la metapsicología viene a plantear un cierto endogenismo de delegación, sin


embargo el modelo queda abierto a recibir de algún lado. En El yo y el ello el modelo ya
se cierra sobre sí mismo, y este modelo que se cierra sobre sí mismo es un modelo que
queda totalmente cerrado, produciendo endógenamente representaciones fantasmáticas
que se consideran de la producción del sujeto mismo, e inclusive que vienen a través de la
historia de la humanidad, como decía antes, a constituirse como un basamento con el cual
se nace, de representaciones ya coaguladas. Y no sólo de representaciones sino de
sistemas de sentido, porque ustedes se dan cuenta que este fantasma de escena primaria,
el fantasma de seducción, cualquiera de estos de los que estamos hablando viene con una
alta coagulación de sentido. Los modelos estos, capítulo VII o de El proyecto, que son
modelos abiertos, donde siempre hay un polo abierto para recibir, no plantean sin
embargo que el polo de salida esté siempre abierto, y este es uno de los problemas del
aparato. El problema del aparato es, precisamente, que teniendo abierta la recepción no
tiene abierta la salida de lo que recibe. Con lo cual tiene que ingeniárselas para hacer
algo con lo que ingresa. Más todavía, lo que ingresa no ingresa tal como está afuera.
Ingresa bajo modos diferentes. Con lo cual aquello que ingresó desde afuera va a ser
recompuesto internamente o, si no puede ser recompuesto, y este es otro problema del
traumatismo: hasta dónde puede haber o no recomposición, qué arrastra en su
encaminamiento hacia la salida, donde rebota y vuelve. Yo no lo voy a desarrollar, esto
hoy. No es el objetivo de esta reunión, sino simplemente plantear la relación que hay
entre el concepto de traumatismo reabsorbido en el concepto de serie complementaria por
Freud, y sostenido hasta el final de su obra en Análisis terminable e interminable, por
ejemplo, con apariciones periódicas pero no determinante, no determinante de la
neurosis. ¿Por qué no determinante de la neurosis? Y porque si Freud lo hace
determinante de la neurosis, en una contraposición simple entre exterior e interior,
desaparece el concepto de inconciente. Con lo cual es por esta razón que se mantiene el
traumatismo como algo en los límites de las series complementarias. De manera que la
única manera de reinscribir el traumatismo en el interior de la problemática del
inconciente es a través de una concepción exógena del psiquismo. Y esta concepción
exógena del psiquismo, sin embargo, no da cuenta de la realidad que la constituye sino
que se articula de espaldas a esa realidad. No lo voy a desarrollar hoy, la próxima vamos
a trabajar un poco este modelo que la mayoría de ustedes ya conoce, pero vamos a volver
sobre él respecto a la forma en la que se inscribe lo real exterior en un aparato a partir de
su descomposición por líneas que no son las líneas de la significación del yo o las líneas
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del lenguaje –digamos-, el modo en que eso ingresa. Sobre todo cuando no están
constituidos los significantes capaces de atraparlo. Porque algo que tienen los
traumatismos severos, y que se asemeja al originario, es la ausencia de significantes. Que
no hay palabras, digamos. La ausencia de significantes que marca, precisamente, la
imposibilidad de retranscripción o de recomposición de aquello traumático, no solamente
por la defensa extrema que opera en el sujeto, sino por lo inédito, por la falta de
elementos previos de simbolización para poder operar sobre ello.
Bueno, paro acá, nos quedan 20 minutos para intercambiar. Ya saben que pese a
que este recinto es un poco más solemne, siempre nuestro estilo es muy coloquial. De
manera que pueden decir lo que quieran, preguntarme lo que quieran... bueno, si tiene
algo que ver con el tema (risas).
Les voy a pedir a todos los que intervengan, si no los nombro yo porque no los
conozco o porque no recuerdo el nombre, por favor que vuelvan a decir su nombre para
que se conozcan entre ustedes y para que quede, porque uno de los problemas que tiene la
transcripción es que prácticamente no tiene nombres, la del primer Seminario. Si,
Graciela.

Intervención: Lo primero ¿cuál es el concepto de acontecimiento con el cual te


manejás? Porque vos planteás… ¿todos los acontecimientos son traumáticos?

No.

Intervención: Bueno, ¿cuál es el concepto de acontecimiento que estás manejando?


Esto es lo primero. Y lo segundo es el lugar de la teoría económica. Porque en líneas
generales, solemos pensar poco en términos de teoría económica salvo cuando hablamos
de traumatismo. Ahí parece que todos necesitamos acudir a la teoría económica. Eran
estas dos preguntas.

Respecto al concepto de acontecimiento. Por supuesto, le vamos a dedicar alguna


reunión especial, hay mucho trabajado en los últimos tiempos con esta cuestión del
acontecimiento, porque además el acontecimiento es una problemática de las que yo
llamo como que atraviesan transversalmente, digamos, a varias disciplinas. Está en este
momento, en problemas de ciencias sociales, está en la historia y está en psicoanálisis la
cuestión del acontecimiento. Sin embargo, a fines... y es más todavía, ya desde la
discusión que inauguré con el estructuralismo en mi tesis, en Los orígenes del sujeto
psíquico, ya ahí yo comienzo a plantear la cuestión del acontecimiento, en oposición al
estructuralismo, para dar lugar a la historia, digamos. A lo realmente acaecido ¿si? Creo
que este es un tema muy importante y lo vamos a tomar también para pensar la relación
entre fantasía y vivencia. Entonces... pero te diría, muy sucintamente, que el
acontecimiento que me interesa en psicoanálisis es aquel que de alguna manera se
engarza con la producción traumática o sintomal que encuentro. Vale decir que hago al
revés, busco los elementos de la historia a partir de lo que encuentro, y no me
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obstaculizan los elementos de la historia para ver aquello que encuentro. No sé si está
claro. Hay una tendencia a rellenar las ausencias de conocimiento sobre la producción
del síntoma por la historia. Creo que no, que hay que diferenciar entre los
acontecimientos y lo traumático. No todo lo acaecido en la vida del sujeto es
necesariamente traumático. Entonces tengo que encontrar series de acontecimientos que
se encadenen traumáticamente. El modelo es, por ejemplo, el del Caso Paula, en La
fundación, que está muy claro ahí planteado, donde el hecho de que la niña haya ido de
viaje me importa poco. Lo que me importa es que hizo cohabitación con los padres. Con
lo cual les diría que desde el traumatismo construyo el acontecimiento relevante, más
bien.

Intervención: Sería como un concepto clínico...

No sé si clínico. Un concepto psicoanalítico, digamos, en este sentido. Lo voy a


desarrollar un poco más, pero tiene un espesor teórico en la manera que plantea un
recorte de los objetos a abarcar. Tiene que ver con la relación que vengo planteando hace
tiempo entre objeto y método: ¿a qué universo interpelo? Y entonces qué considero en
mi interpelación del universo a rastrear, potencialmente traumático. Como tengo una
teoría de la sexualidad infantil considero potencialmente traumático el colecho con los
padres, y no otra cosa. Quiero decir con esto, si lo encuentro en el síntoma. Esto es
importante porque inevitablemente uno está trabajando con abducciones, como venimos
diciendo hace tiempo, y estas abducciones implican necesariamente hipótesis. Con lo
cual el acontecimiento no es acontecimiento, sino que es, si ustedes quieren, forma de
inscripción indiciaria de aquello que deviene traumático. Pero bueno, esto lo vamos a
desarrollar bien en una reunión, o a lo largo de trabajos. La segunda cuestión que me
planteaste, Graciela ¿cuál era? Ah, el problema de la teoría económica. Bueno, lo que
ocurre con la teoría económica es lo siguiente, es cierto que se apela. No sólo apelamos
para el traumatismo. Yo apelo para más cosas a la teoría económica. Bueno, será porque
tengo muy presente una teoría traumática en la cabeza. Pero por ejemplo cuando uno
habla de modos de contrainvestimientos, formas de ordenamiento de la tópica, piensa en
la teoría económica.

Intervención: Cuando uno piensa en la pulsión...

Bueno, cuando uno piensa en la pulsión, piensa en la teoría económica. Cuando


Lacan dice que lo único que queda de la pulsión es el esfuerzo, por ejemplo, claramente
lo único que queda ahí es la teoría económica. De todas maneras, cuando pienso en la
transformación del estímulo en excitación, pienso en teoría económica. Pero además hay
un eje que me parece que es central, que es el problema de la teoría de la angustia. ¿Es
posible sostener la teoría de la angustia sin la teoría económica? Esto es interesante. Por
supuesto, cuando Freud discute con Rank respecto al trauma del nacimiento, está
planteando claramente que la teoría de la angustia no es una teoría puramente económica,
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por eso no se puede producir en los comienzos de la vida. ¿Qué quiere decir? Cuando él
dice que no hay trauma de nacimiento, porque en el momento del nacimiento no hay
aparato psíquico ¿qué está planteando? Que no alcanza con la cantidad pura para
producir un traumatismo. Que tiene que haber un aparato que procese la cantidad y una
significación a otorgar. Entonces el traumatismo no puede ser pensado sino en la
interdicción entre la teoría económica y una teoría de la representación como simbólica, o
simbolizaciones ¿si? Entonces no es puramente económica la teoría. Claro que Freud se
sostiene mucho en una teoría económica y en la teoría de neurosis de guerra, por ejemplo,
o en las teorías de las neurosis traumáticas el peso está puesto en lo económico. Siempre
está puesto en lo económico. Si, Lidia Orbe.

Intervención: Creo que el problema ahí es a veces reducir lo económico a la idea de


cantidad, no a una idea de lo económico que está ligado a lo dinámico,
fundamentalmente.

Pero yo creo, Lidia, que no se puede separar lo económico de la cantidad. No de


una cantidad medible, pero de una cantidad que no se despeja nunca, que opera como una
X pero que uno sabe que tiene la X ahí. Por ejemplo, ¿se acuerdan de que hemos hablado
del contrainvestimiento? Que por supuesto no se puede pensar que el contrainvestimiento
sea exactamente fuerza proporcional inversa al investimiento. Que no se puede decir de
alguien: “¡Qué reactivo es! Debe ser tan agresivo...” Como se decía en una época, era
ridículo. Porque no necesariamente es reactivo porque es agresivo. Puede ser reactivo
porque está tan significada la agresividad como algo terrible que no puede... que es muy
reactivo. Ustedes saben muy bien que hay chicos que tienen padres con una muy baja
tolerancia a la agresividad. O padres muy dañados. Con lo cual cualquier moción hostil
es vivida por el chico como altamente destructiva. No sólo porque es significada por el
otro como altamente destructiva, sino porque es simbolizado el otro como altamente
destructible, con lo cual es complejo esto. Pero de todas maneras, lo que si sabemos es
que si hay contrainvestimiento es porque hay investimiento, con lo cual aunque no
despejemos la x mecánicamente, pensamos que algo del orden de una fuerza hay del otro
lado. Pero no alcanza con el contrainvestimiento, tiene que aparecer el síntoma. Porque
si no estamos haciendo enjuiciamientos morales respecto a cómo debe reaccionar la
humanidad frente a sus vínculos o sus angustias. Esto quiere decir que alguien que no es
agresivo puede perfectamente provenir de una cultura no agresiva, y esto no quiere decir
que sea un reactivo; un reactivo es alguien que como sofoca la agresividad tiene
síntomas, no alguien que no tiene agresividad. No sé si está claro. Si bien la gente que
no tiene ninguna agresividad uno piensa que le pasa algo. Pero no importa. Tal vez
porque somos argentinos y algunos hasta porteños. Entonces uno piensa que no puede
ser que alguien no sea agresivo, que está un poco loco. Pero no necesariamente. Hay
gente que no es agresiva y proviene de culturas no agresivas, por ejemplo los niños de
otras culturas son mucho menos agresivos que los niños de nuestra cultura, y los niños de
provincia son mucho menos agresivos que los niños porteños. En esto no hay duda, sobre
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todo en el salvajismo y en la crueldad con que se evalúan mutuamente y en los niveles de


competencia que establecen. Hay culturas en que los niños son muchísimo menos
agresivos entre sí que en la nuestra. Nuestra escolaridad arrastra, además del sufrimiento
que imponen los métodos, un terrible sufrimiento de convivencia en los niños. Gran
parte de nuestras consultas son atravesadas por conflictos de convivencia entre pares, lo
cual da cuenta de un modo, digamos, de constitución del país que bueno, que ha tenido la
historia que tuvo y que tiene hasta ahora las dificultades que tiene, y que las va a seguir
arrastrando en la medida en que seguimos teniendo este problema con los niños ¿verdad?,
el hecho de que niños de una determinada escuela de clase baja se llamen “villeros” uno a
otro, que ya, está bien, es ideológico pero además de ideológico está hablando de formas
de agresión brutales entre ellos. Por eso, yo insisto en la imposibilidad de desechar la
teoría económica salvo que uno tenga con qué reemplazarla, y la verdad es que no
tenemos con qué todavía. La sigo considerando un pilar central en nuestro pensamiento.
No para explicar, sino para interrogar, y acá viene la diferencia. A mí la teoría económica
no me sirve como explicación sino como lugar de interrogación. A mí no me sirve decir
“¡Ah, qué reactivo! Entonces es porque tiene agresividad reprimida.” No, mi pregunta
es ¿por qué es tan reactivo, y qué es lo que llevó a este modo de correlación entre
investimiento y contrainvestimiento? Con lo cual la teoría económica viene a ser el lugar
de interrogación y no el lugar de explicación. Lo mismo ocurre con la teoría... bueno, en
general con la metapsicología. La tópica no es explicativa. Es un modelo que vamos
llenando de ciertas formas. Nos preguntamos qué tipo de tópica está constituida y cómo
está constituida, cómo fue afectada por un traumatismo. Quedan cinco minutos ¿alguien
puede preguntar alguna otra cosa?

Intervención: ¿Qué tal? María Daniela soy. Te quería pedir, si es posible, que vos
vayas adelantando cada lunes algo que podamos leer o que podamos ir viendo, que se
vaya a trabajar el lunes siguiente.

Hay un problema, que es que yo nunca sé qué voy a trabajar al lunes siguiente

Intervención: En la medida de lo posible...

Siempre me pasa eso. Me pasa como a los chicos, el domingo a la tarde estoy
pensando sobre qué quiero hablar, lo voy pensando toda la semana, lo termino de armar.
Lo que quiero decir es que a partir de lo que hablamos hoy me van apareciendo cosas que
voy a decir, otras nuevas que voy encontrando. Ustedes saben cómo se arma este
Seminario, con lo cual no puedo decirles. Lo que sí se es que hay materiales que hay que
leer en general. Por ejemplo, yo les diría que los que no han leído nunca el Seminario de
La angustia de Laplanche, sobre todo la parte en la que él trabaja la tópica, y Más allá del
principio de placer, vale la pena que lo relean los que hace mucho que no lo leen, y la
correlación que tiene con el Proyecto. Los que no han leído nunca el capítulo del Caso
Paula de mi libro sobre la teoría traumática de las neurosis, vale la pena que lo lean. Los
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que sí lo han leído, vuelvan a revisar, en todo caso, el concepto de serie complementaria
en Freud, que está discutido en ese caso, y el material actual que hay tiene un problema.
Me voy a dar una vuelta por librerías para ver qué hay de nuevo en español, porque hay
poco material sobre esta cuestión, desde el psicoanálisis. Hay poco material. Por
ejemplo, el libro este de Alice Miller no fue traducido...

Intervención: (no se escucha)

Si, el Caso Paula está en La fundación de lo inconciente. Es el material sobre las


neurosis traumáticas. Es el capítulo que se llama “Teoría traumática de las neurosis.”
Les decía, lo de Laplanche... para que vayan leyendo, digamos, como sostén de lo que
vamos trabajando. Hay mucho en este nuevo libro mío, hay muchas cosas sobre esta
cuestión del traumatismo, la cuestión del xxxxxxxxxx, del desarrollo, la cuestión de la
génesis. Vamos a mirar entre todos dónde hay cosas y la próxima les vamos a decir otros
materiales ¿si? No sé si a alguien se le ocurre algo más. Pero para este primer módulo,
Lugar del traumatismo en la teoría y la práctica, por ejemplo, el concepto de metábola, yo
les diría que tal como está planteado el Laplanche mucho no nos sirve, en el texto del
inconciente, porque está planteado en un formuleo que a esta altura no es muy fecundo.
Es un debate de él con Lacan respecto a la metáfora paterna, y al modo con que define
metábola. Los conceptos que da ahí yo los voy a incluir; si alguien quiere leer, él incluye
ahí el concepto de metábola, por primera vez, pero es un concepto muy amplio. Él nunca
desarrolló el concepto de metábola. Todos saben del texto sobre implantación e
intromisión que está en La prioridad del otro en psicoanálisis, que es un textito que sí,
que yo siempre recomiendo porque es muy interesante respecto a lo no metabolizable.
Aunque sean formulaciones, no está trabajado pero puede servir.

Intervención: (no se escucha)

Sí, por supuesto. Los que nunca leyeron Los nuevos fundamentos… la parte de la
Teoría de la seducción generalizada, léanlo. Vale la pena porque ahí se desarrolla toda la
teoría de seducción y traumatismo en Freud. Así que denle una leída para ver los
destinos. Yo voy a ir retomando esas cosas, de todos modos, en el Seminario.
Bueno, vamos a dejar acá.

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