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"Sila, señor y tirando de Roma... Mamá se espantó, no sé por qué. - ¡Jesús!, ¡Pero qué
disparates estás diciendo? (…) - Lo que dice es: "Sila, señor y tirano de Roma... ¿Tú
sabes lo que es un tirano? - No, no: yo no sé lo que puede ser un tirano ni a nadie se
lo be oído decir nunca. - (...) Hija, así sin saber las palabras, no es posible que
aprendas la lección. - ¡Anda! ¡si es por eso! La lección nunca se sabe lo que dice…
Ninguna la entiende… Ni las profesoras tampoco. Elena Fortún: “Celia, lo que dice”
1939 - ¿Me permite V. ¿Una pregunta, Señor Maestro? dijo Pedro, el hijo del barbero.
- No está bien que los niños hagan preguntas en clase, porque si esto se consintiera y
a todos se les ocurriese hacerlas de ello podría resultar el desorden. Pero ya que estás
de pie y has hablado con cortesía, di lo que quieras. Teodoro de Baró, (1885). El Buen
Maestro. Historia, Cuentos y Fábulas. (Citado por López Facal, 1999)
Los ejemplos citados reflejan una forma de concebir el aprendizaje y la enseñanza que
tiene como base la repetición de memoria del conocimiento compendiado en un texto,
por un lado, y por otro la atribución de la actividad a realizar en clase exclusivamente al
docente. Aunque quizá las personas que daban clase en los años a los que se refieren
esos ejemplos se sorprenderían si alguien les preguntase por su modelo o perspectiva
didáctica, sin duda este modelo existe, aún cuando quienes lo ponían (o en ocasiones
siguen poniendo) en práctica no sean conscientes de ello. Toda propuesta docente se
inscribe en un marco epistemológico, sea implícito o explícito, y tiene asimismo
fundamentos psicológicos, pedagógicos y de otro tipo, aunque estos revistan la forma
de suposiciones acerca de la mejor forma de aprender y enseñar, y no necesariamente
de una reflexión teórica muy elaborada. Para llevar a cabo los objetivos de la
enseñanza de las Ciencias, las y los docentes seleccionan determinados contenidos,
programan distintas actividades, preparan materiales y recursos, es decir toman una
serie de decisiones sobre qué enseñar y cómo hacerlo. Estas decisiones y estrategias
responden a un modelo y el hecho de que sólo un cierto número de docentes afirmen
optar por modelos como el constructivista, o el de descubrimiento, no debe llevarnos a
creer que el resto no lo tienen, sino que es más bien de carácter implícito, como es el
caso de muchas personas que dan clases magistrales basadas en el modelo de
transmisión y recepción porque es el que conocen - al haber estado inmersas en él
desde la infancia - o porque es el único en el que se sienten seguras. Este capítulo
trata de modelos didácticos, tanto en sus aspectos de aprendizaje como en los de
enseñanza. El aprendizaje y la enseñanza tienen gran relación, lo que no quiere decir
que sean dos partes de un solo proceso; para algunos autores no existe una relación
lineal entre un modelo de aprendizaje y uno de enseñanza, y para Ausubel, Novak y
Hanesian (1983) enseñar y aprender no son coextensivos, pues “enseñar es sólo una
de las condiciones que puede influir en el aprendizaje” (op. cit. pág. 26), posición con
la que coincidimos. Otros autores, por ejemplo Gil (1993), escriben
enseñanza/aprendizaje para subrayar la estrecha vinculación entre ambos aspectos.
Una cuestión que surge, en trabajos que tratan sobre modelos didácticos, es
precisamente la de las distintas cosas a las que distintas personas denominan
"modelos". Por ejemplo, hay autores que llaman modelo de aprendizaje: modelo
antígeno-anticuerpo, modelo alostérico etc. a lo que, en nuestra opinión, 2 son más
bien metáforas o analogías. Entendemos que un modelo posee unas características de
articulación, coherencia, capacidad de predicción que una metáfora sobre el
aprendizaje (por afortunada que sea) no tiene por qué poseer. En la actualidad se da la
paradoja de que, mientras por parte de algunos autores, por ejemplo Black y Lucas
(1993), se llama la atención sobre la necesidad de articular un modelo de aprendizaje
consensuado, que proporcione un marco a los estudios sobre dificultades en el
aprendizaje de conceptos realizados durante la década de los 80, otras personas
proponen modelos de alcance restringido como los mencionados más arriba.
- sistema social: roles, interacciones, contexto. Es evidente que al hacer esto estamos
simplificando una realidad mucho más compleja, y tampoco hay que olvidar que los
que analizamos corresponden a tres modelos históricos, y aunque critiquemos las
deficiencias de los dos primeros (siempre es más fácil analizar los problemas del
pasado que los del presente) hay muchas estrategias de ambos que siguen siendo
aprovechables en la enseñanza de las Ciencias.
El modelo de transmisión-recepción
El modelo de descubrimiento
- Sistema social Papel del profesor: más bien coordinar actividades experimentales,
restringiendo sus intervenciones, proporcionar oportunidades de investigar, y
experiencias que ayuden al niño a desarrollar las habilidades de investigación; para
ello debe contar con formación psicológica y pedagógica. Activa participación de los
estudiantes. Las interacciones, además de profesor - estudiante y estudiante -
profesor, son también estudiante - estudiante y se promueven estrategias
cooperativas. Se evalúa la capacidad de utilizar los conocimientos en situaciones
nuevas y se diseñan pruebas para medir la adquisición de destrezas: clasificar, emitir
hipótesis, identificar variables etc. En lugar de o además del libro se emplean guiones
de trabajo con preguntas e instrucciones. Este modelo requiere la existencia de
recursos variados, seres naturales, aparatos de laboratorio, documentación etc. Se
han criticado tanto los fundamentos como los programas basados en este modelo pues
los procesos de la Ciencia son inseparables de los contenidos, y el desarrollo de las
destrezas intelectuales se produce sobre campos conceptuales concretos. Una
enseñanza basada en el descubrimiento favorece una imagen inductivista del trabajo
científico. Para Giordan (1982) es discutible que los estudiantes puedan descubrir una
interpretación determinada de una experiencia (a veces sólo leída) porque la
interpretación actual no es la única posible. En nuestra opinión estas críticas no deben
hacer olvidar que el modelo de descubrimiento supuso una revolución, un gran paso
en la ruptura con la transmisión. En España fue puesto en práctica sólo por un
pequeño número de docentes, una parte de los cuales fue transformando sus
perspectivas hacia otros modelos constructivistas o integrados; transición que resultó
más difícil para el profesorado instalado en la transmisión. Es obligado pues reconocer
la deuda que tenemos con el modelo de descubrimiento, su énfasis en la actividad de
la persona que aprende.
- Modelo en acción Las ideas de las y los estudiantes son el punto de partida de la
instrucción, sea como base para desarrollar otras más acordes con la ciencia escolar o
para confrontarlas con ésta y sustituirlas, y es importante no sólo su conocimiento por
el docente, sino que los estudiantes se percaten de que las usan en la interpretación
de fenómenos (Jiménez 1991), de que "piensan con teorías". El currículum se
configura como un programa de actividades, de situaciones de aprendizaje en las que
los estudiantes construyan sus propios significados. Ejemplos pueden ser los
programas-guía de Física y Química (Calatayud et al 1990), "Ciéncies 12-16"
(Izquierdo et al 1993) en secundaria e 1nvestigando nuestro mundo (Primaria)" de
Cañal et al (1993). En la secuencia instruccional encontramos fases de exploración de
ideas, reestructuración de conocimientos, introducción de ideas nuevas y aplicación de
las ideas a nuevos contextos; aunque hay diferencias sobre si la introducción de la
ciencia debe hacerse por parte del docente, o si los estudiantes deben llegar a estos
nuevos conceptos en un proceso de investigación dirigida. Se propone que los
estudiantes se impliquen en actividades mentales, cognitivas, no sólo de manipulación.
Una perspectiva interesante es la aportada por Deanna Kuhn en cuanto al
razonamiento científico, en particular el proceso de revisión de teorías y la forma de
relacionar las pruebas con las teorías o modelos (Jiménez 1998).
Hay otras perspectivas sobre el aprendizaje y la enseñanza de las ciencias que pretenden
dar respuesta a cuestiones específicas. En este apartado discutiremos dos de ellas que se
cuentan entre las que han tenido mayor influencia en la investigación didáctica - no
necesariamente en la práctica del aula - en los 80 y los 90, el cambio conceptual y la
resolución de problemas. Aunque se dirigen a objetivos de diferentes tipos, la primera más
relacionada con conceptos y modelos teóricos, la segunda más con la visión de la ciencia y las
destrezas científicas, ambas coinciden en asignar el protagonismo del aprendizaje al alumnado.
Por otra parte, las propuestas basadas en estas perspectivas suelen coincidir también en no
considerarlas como modelos únicos o excluyentes de otros, sino como parte de las estrategias
a tener en cuenta y a utilizar en el aula. El aprendizaje como cambio conceptual puede
considerarse como una versión o modalidad del constructivista (Hewson 1989), o según Pozo y
Gómez Crespo (1998) se sitúa en una posición intermedia entre la instrucción directa y el
descubrimiento. En todo caso, comparte con el constructivismo el considerar las ideas
alternativas del alumnado como punto de partida de la instrucción. Este modelo supone que,
bajo ciertas condiciones, estas ideas previas o alternativas pueden ser sustituidas por las ideas
nuevas, o aceptadas por la comunidad científica. El artículo de Posner, Strike, Hewson y
Gertzog que lo propuso ha sido uno de los más citados en Didáctica de Ciencias en la década
de los 80, a veces por las iniciales de sus autores PSHG. Estos lo relacionaban explícitamente
con la asimilación y acomodación de Piaget, y los cambios de paradigma según Kuhn por un
lado, y con la persistencia de las ideas alternativas por otro.
Esta inmersión en la cultura científica debe tener en cuenta que hacer ciencia no es sólo
"realizar experimentos" sino también proponer y discutir ideas, evaluar diferentes alternativas,
elegir entre distintas explicaciones. En otras palabras, debe reconocer la contribución de las
prácticas o procesos discursivos en la construcción del conocimiento científico (Latour y
Woolgar 1995). La construcción de modelos explicativos y las justificaciones o criterios que
llevan a escoger uno u otro están estrechamente relacionados. La justificación de las opciones
o enunciados teóricos en relación con los datos es lo que llamamos argumentación (Jiménez
1998). 14 A Latour y Woolgar (1995). Latour y Woolgar analizan el día a día de la actividad
científica en un laboratorio de Biología, caracterizando las prácticas científicas como un intento
de "poner orden en un conjunto desordenado de observaciones". Hay diferentes operaciones
encaminadas a crear orden, entre ellas la construcción y destrucción de "hechos científicos" en
las discusiones, la forma en que un enunciado que comienza siendo hipotético pasa a no ser
puesto en duda (o a ser descartado); otras son el registro de datos y la escritura, la producción
de artículos que, según Latour y Woolgar, parecen constituirse en uno de los fines de la
práctica científica. El análisis de las clases de ciencias puede poner de manifiesto que algunas
de estas operaciones también son efectuadas por los estudiantes cuando resuelven problemas
(Díaz y Jiménez 1998). Tomar decisiones sobre los datos, discutir qué pautas aparecen en ellos,
justificar una decisión, proponer una explicación, es participar en el discurso de las ciencias, se
haga en un laboratorio de investigación o (a otra escala) en el aula. Lemke (1997) distingue
entre las situaciones de clase en las que los estudiantes "hablan ciencias" y aquellas en las que
no hablan ciencias, por ejemplo cuando resuelven tareas estereotipadas a las que responden
según lo que creen que se espera de ellos. Para este autor hablar ciencias es distinto de hablar
"sobre" ciencias ya que significa participar en la construcción de las ciencias por medio del
lenguaje (entendido en sentido amplio), por ejemplo al describir un objeto o fenómeno, al
comparar, al discutir sobre un experimento, al justificar una opción, al comunicar a otras
personas una decisión o unos resultados.
En la actualidad parece ampliamente aceptado que las personas aprenden (Ciencias y otras
cosas), reconstruyendo los conocimientos, poniendo en relación lo nuevo con los
conocimientos que ya poseen. Para Aliberas et al (1989) este consenso sobre el
constructivismo es más fuerte sobre los aspectos prácticos, mientras que su modelo teórico se
encuentra en discusión. Algunas de sus fundamentaciones teóricas, particularmente en cuanto
a la epistemología, han recibido serias críticas en los últimos años. Coincidimos con Giere en
que es posible elaborar representaciones de la realidad (teorías científicas) que tienen utilidad
en la relación con el mundo que nos rodea. Hay que reconocer que la atención de la
perspectiva constructivista hacia las ideas de los alumnos ha generado datos de gran interés,
señalado problemas que no se tenían en cuenta. Otra cuestión es que hay problemas
interesantes para investigar, además de estas ideas: hay que prestar atención no sólo a los
productos del aprendizaje (o de la instrucción), sino a los procesos que tienen lugar en el aula.
Hay que señalar la relación del constructivismo con otros modelos anteriores de aprendizaje -
por ejemplo con Piaget -, más que buscar enfrentamientos artificiales. Además, aceptar que
muchas prácticas docentes incardinadas en los modelos anteriores son eficaces y deben ser
incorporadas a la nueva perspectiva, equivale a decir que más que derribar y construir de
nuevo, debemos reconstruir sobre lo anterior. Hay quien admite el constructivisimo como
modelo de aprendizaje, pero cuestiona que haya que asociarlo a un modelo determinado de
instrucción, argumentando por ejemplo que científicos y profesores de Ciencias no han
recibido ese tipo de instrucción y comprenden las Ciencias. Coincidimos con Ausubel en que la
instrucción es uno de los factores o condiciones del aprendizaje, no el único, pero quizá no sea
adecuado hablar de independencia entre instrucción y aprendizaje, que si puede ser cierta
para determinados estudiantes, no lo es para todos. El objetivo, compartido en muchos países,
de enseñar Ciencias a toda la población adolescente es una de las razones que obliga a buscar
fórmulas distintas de la transmisión verbal.. Más bien nos inclinamos, como Joyce y Weil
(1985) a pensar que no existe un modelo perfecto, ni enfoques que resuelvan todos los
problemas educativos, que no hay método que tenga éxito con la totalidad del alumnado y
para todos los objetivos. Para estos autores la profesión de enseñar se relaciona con un
dominio creciente de una variedad de modelos, ya que todos los docentes se enfrentan a una
amplia gama de problemas. En resumen, cuando proponemos plantear los problemas de la
enseñanza de las Ciencias en relación con la perspectiva constructivista, es desde la posición
de integrar aspectos positivos de diferentes modelos, y sin excluir estrategias de enseñanza
que se dirijan a distintos problemas.