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"Cuando me gradué tuve que mandar hacer mi overol; ahora yo lo arreglo, porque ni modo
que éstos se hicieran para los pilotos y otro para Karmina", comenta con sonrisa a flor de
piel esta mujer que ha roto esquemas y se ha ganado "con mucho esfuerzo" su lugar en la
Armada.
No sólo fue la primera mujer que terminó la Escuela de Aviación en 1998; la primera que
ingresó a la parte operativa en una base aeronaval en 1999; la primera en convertirse en
comandante de un avión en febrero pasado; sino que también, al haberse casado en
septiembre con un piloto helicopterista de la Marina, introdujo otra novedad.
"En el medio nunca había habido pilotos que se hubieran casado, somos los primeros",
señala sonriente.
A sus 28 años, recuerda que una tía la enseñó a leer cuando tenía tres años de edad, a los
cinco ingresó a segundo de primaria; a los 13 terminó la secundaria. Después su meteórica
carrera estudiantil la interrumpió un año porque fue a Italia cuando su abuelo, el almirante
retirado Carlos Vorrath Ponce, fue agregado naval.
Sin embargo, a su regreso en 1986 entró a la Preparatoria Número 5, para pasar después a
la Facultad de Odontología de la UNAM, en donde se graduó con mención honorífica como
cirujano dentista en 93.
Su madre quedó viuda cuando Karmina tenía cuatro años. La mujer sirvió como cirujano
dentista en la Armada por más de 20 años, y esta joven nacida en Veracruz decidió seguir
sus pasos al darse de alta como odontóloga en el Hospital Naval con sede en el puerto
jarocho, en enero de 1995; tiempo después pasó a la Escuela de Aviación de la Armada a
impartir la materia de medicina de aviación, en donde se enteró que por primera vez se
abría la convocatoria al personal de servicios.
Su antecedente más cercano con el espacio fue cuando era chica. "Recuerdo que en los
parques de diversión todos los juegos que subían y bajaban, mientras más vueltas daban,
más me gustaban".
Rememora en entrevista con La Jornada que al inicio tenía cierto temor al rechazo, "pero
pues uno es punta de lanza cuando uno empieza algo; en este caso, pues no hay ninguna
otra mujer".
"ƑPiropos? ųresponde con una sonrisa coquetaų No, realmente no van más allá de qué rico
perfume o qué bien te ves".
Aunque aclara que este momento de confusión "fue cuestión de media mañana Ƒeh?, no
crea que fueron muchos días.
El esfuerzo, el ser la pionera en una escuela en donde era la única mujer, el sacrificio y los
desvelos tuvieron su recompensa el 28 de julio de 1998, cuando voló por primera vez sola
el avión tipo Maule en la Escuela de Aviación. "Sentí mucha emoción, muchos nervios,
pero ya cuando me bajé sentí mucha satisfacción y mucho orgullo en nombre de tantas
mujeres que empezaron a abrir una brecha que estaba tan cerrada para una como mujer;
muchas no han tenido la oportunidad de llegar a la cumbre, a mí me ha tocado, soy de las
afortunadas que han llegado, y lo hice en nombre de todas ellas porque siempre hubo
alguien antes de uno que inició".
Rechaza la lucha de sexos, cree que las mujeres son capaces de hacer lo que se propongan
al igual que todos, pero destaca que actualmente "existe un cambio en el concepto de mujer
en la sociedad de nuestro país, un cambio muy importante, muy bonito, que se viene
dando". Y reflexiona: "yo invito a todas las mujeres que no frustren sus deseos, sus metas,
su desarrollo profesional, las invito que lo realicen, no tienen por qué truncarlo".
Enfatiza en que no está en la vida para competir con nadie ni para demostrarle nada a nadie,
y que lo más importante es encontrar lo que uno quiere hacer con su vida.
En un vuelo de "tres toques" a una altura de 700 pies con este enviado, Karmina demuestra
su pericia y seguridad, sobrevuela la Base Aérea de Tampico y demuestra por qué tiene en
su haber 300 horas de vuelo y 100 horas más de experiencia en el simulador del Centro
Superior de Estudios Navales.
Dice que volar es su vida y se le ilumina el rostro cuando comenta que le gustaría "algún
día" pilotear un avión Rédigo, que es una nave acrobática que además puede artillarse y que
"es más de combate". Aunque aclara que los cambios de personal responden únicamente a
las necesidades del alto mando. ƑPero le gustaría, no?, "pues, sí" ųresponde tímidaų.
Participa cotidianamente en
vuelos de patrullaje
Su vida personal no es fácil, tiene el mismo horario que su esposo, "aunque su base está en
Veracruz y la mía en Tampico"; afortunadamente y para evitar "celos profesionales" él es
helicopterista y ella pilotea avión; difícilmente les tocará algún día tener misiones juntos
ųaceptaų.
Ante la pregunta de qué haría en caso de ser comandante de la base, Karmina reconoce que,
a pesar de la apertura en la Armada que le ha permitido llegar a donde está, "como mujer yo
siento que hace falta más apoyo en lo que son guarderías o espacios donde uno pudiera
dejar a sus hijos en horas de trabajo, porque efectivamente la falta de esos sitios llega a
truncar muchas veces el desempeño profesional de una mujer; si contáramos con más ayuda
de este tipo, tal vez tendríamos mejores oportunidades de seguir creciendo", comenta
segura, quien es la responsable de que por primera vez se adaptaran alojamientos femeninos
en la Escuela de Aviación y en esta base.
Su acoplamiento con el resto del personal de la base, que es del sexo masculino, ha sido
total, "el respeto y las cortesías son por jerarquías (militares) y yo he luchado para que me
vean como elemento de trabajo; cuando estoy laborando debo olvidarme de que me tengan
ciertas condescendencias por ser mujer. Toda mujer está acostumbrada a cierto tipo de
consideraciones, pero aquí es otra cosa, y si quiero que me vean como todos, tengo que
comportarme como todos; es cuestión de sentido común y de ubicación".
Ubicación que se da también cuando practica deportes con sus compañeros: "juego futbol
con ellos y a veces meto goles", dice sonriente Elsa Karmina.