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teniendo lugar en el interior del corazón, se del entendimiento divino, que nos permite
manifiesta al exterior a través del lenguaje –con la libre voluntad, otro don de Dios–
de la corporalidad. “Nos revela la Escritura conocer y amar” (ECP, 24;cfr. A cfr. AD,
Santa que esa obra grandiosa de la santi- 179). Y cuando ya no predominan “las as-
ficación, tarea oculta y magnífica del Pará- piraciones de la vida espiritual”, sino que
clito, se verifica en el alma y en el cuerpo” ese horizonte es presidido por la sensibi-
(AD, 178). lidad, el placer o la satisfacción, se oscu-
Como trasfondo doctrinal de la en- rece la luz de la inteligencia y se debilita la
señanza sobre la castidad subyace, entre voluntad. Si no se lucha por rechazar los
otros principios de la antropología cristia- desvaríos de la impureza se puede termi-
na, una idea del hombre que lleva a verlo nar, como advertía el confesor, “un poco
con lo que podríamos calificar como una rudo”: “andas ahora por caminos de va-
“totalidad unificada” (“unidad substancial” cas; luego, ya te conformarás con ir por
de cuerpo-alma, de que habla la explica- los de cabras; y luego..., siempre como un
ción hilemórfica) y una valoración de la animal, que no sabe mirar al cielo” (S, 843).
sexualidad como dimensión constitutiva La necesidad de contrarrestar esas
de la persona humana. consecuencias explica que san Josemaría
anime fuertemente a amar y vivir personal-
2. Importancia para la vida humana y mente esta virtud: “No olvides que la pure-
cristiana za enrecia, viriliza el carácter” (C, 144). Y
El papel decisivo de la castidad en la también, a que mediante su valoración, se
vida humana y cristiana viene determinado contribuya a humanizar la sociedad: “Hace
por su necesidad. Si esta virtud no se vive, falta una cruzada de virilidad y de pureza
el existir de las personas no se desarrolla que contrarreste y anule la labor salvaje de
de acuerdo con su dignidad, y tampoco quienes creen que el hombre es una bes-
es posible corresponder a la gracia que el tia” (C, 121). Esa afirmación de la castidad
Señor pide “a cada uno, de acuerdo con cobra un vigor y vibración especiales al
su situación personal, [que] exige la prác- situarla en relación con la vida cristiana.
tica de las virtudes propias de los hijos Después de haber enumerado los recursos
de Dios” (AD, 177). De la homilía “Porque (formación de la conciencia, guarda de los
verán a Dios” son unas palabras que, de sentidos, frecuencia de sacramentos, etc.)
algún modo, resumen el pensamiento de con que “contamos siempre los cristianos
san Josemaría sobre esta función e impor- para vencer en esta lucha por guardar la
tancia: “Ciertamente la caridad teologal se castidad” (AD, 185), añade: “Me diréis que
nos muestra como la virtud más alta; pero todo eso resume, sin más, la vida cristia-
la castidad resulta el medio sine qua non, na. Ciertamente no cabe separar la pureza,
una condición imprescindible para lograr que es amor, de la esencia de nuestra fe,
ese diálogo íntimo con Dios; y cuando no que es caridad, el renovado enamorarse
se guarda, si no se lucha, se acaba ciego; de Dios que nos ha creado, que nos ha re-
no se ve nada, porque el hombre animal no dimido y que nos coge continuamente de
puede percibir las cosas que son del Espí- la mano, aunque en multitud de circuns-
ritu de Dios” (1 Cor 2, 14)” (AD, 175). tancias no lo advirtamos” (AD, 186; cfr.
Espiritualmente hablando, los que “se S, 836, 837).
han entregado cobardemente a la lujuria”, Una vida cristiana auténtica no se
“no ven, ni oyen, ni entienden nada” (AD, puede separar del esfuerzo por guardar
181). Han abdicado de lo que es más pro- la castidad, ya que, según se argumenta
pio del ser humano, como imagen de Dios: en esta misma homilía, “Jesucristo es el
“la inteligencia, que es como un chispazo modelo nuestro, de todos los cristianos”
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(AD, 175). [... Y] “quiere que nosotros a quedar enlodados. Las alas –también las
conservemos ese ejemplo sin sombras: de esas aves majestuosas que se remon-
un modelo maravilloso de pureza, de lim- tan donde no alcanzan las nubes– pesan,
pieza, de luz, de amor que sabe quemar y mucho. Pero si faltasen, no habría vuelo.
todo el mundo para purificarlo” (AD, 176). Grabadlo en vuestras cabezas, decididos
Para reflejar ese modelo o “revestirse de a no ceder si notáis el zarpazo de la tenta-
Cristo”, es decir, “esa obra grandiosa de ción, que se insinúa presentando la pure-
la santificación”, necesitamos de la “tarea za como una carga insoportable: ¡ánimo!,
oculta y magnífica del Paráclito” (AD, 178); ¡arriba!, hasta el sol, a la caza del Amor”
por tanto el cristiano ha de luchar por ser (AD, 177). Jamás se debe olvidar que la
dócil a esa acción del Espíritu Santo. Sólo “carga” del Evangelio es “suave y ligera”
así el alma dispondrá de ese como instinto (Mt 11, 30).
sobrenatural para descubrir “a Jesús que
pasa quasi in occulto (Jn 7, 10) por las en- 3. La castidad en el propio estado
crucijadas aparentemente más vulgares”
(AD, 4). Esa motivación late en Camino: Valorar como se debe la importancia
“Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de de la castidad exige, junto a otras cosas,
podredumbre sensual que recubre mi co- advertir que, como recuerda san Josema-
razón, para que sienta y siga con docilidad ría, “vuestra vocación humana es parte,
los toques del Paráclito en mi alma” (C, y parte importante, de vuestra vocación
130). Y también en la invitación a poner los divina” (ECP, 46). Por eso, la castidad es
medios para vencer en el combate de la necesaria para todos. El ejercicio de esta
castidad. “¡Qué amor a la virtud encanta- virtud no queda “reducido” a la lucha con-
dora de la santa pureza, que nos ayuda a tra el desorden de la concupiscencia, que
ser más fuertes, más recios, más fecundos, acompaña al hombre mientras peregrina
más capaces de trabajar por Dios, más ca- por la tierra. Además, ha de hacerse en
paces de todo lo grande!” (AD, 176). todos los estados y etapas de la vida “de
acuerdo con su situación personal” (cfr.
La relación entre vida cristiana vibrante AD, 177), es decir, conforme lo exige la
y corazones limpios, entregados al Amor, propia vocación.
es también la razón de que la castidad sea
necesaria en el apostolado. “Sin la santa “Por vocación divina unos habrán de
pureza no se puede perseverar en el apos- vivir esa pureza en el matrimonio; otros,
tolado” (C, 129). No es posible, porque “tu renunciando a los amores humanos, para
apostolado debe ser una sobreabundancia corresponder única y apasionadamente al
de tu vida “para adentro” (C, 961; cfr. F, amor de Dios. Ni unos ni otros esclavos
708; AD, 5): de “una intensa vida interior”, de la sensualidad, sino señores del propio
que consiste “en ser, eficaz y realmente, cuerpo y del propio corazón, para poder
hombres y mujeres que hacen de su jor- darlos sacrificadamente a otros” (ECP, 5).
nada un diálogo ininterrumpido con Dios” “Pero, en cualquier caso, cada uno en su
(F, 572). Esa perspectiva hace ver que, sitio, con la vocación que Dios le ha infun-
entre otras cosas, vale la pena esforzarse dido en el alma –soltero, casado, viudo,
por superar las dificultades que pudieran sacerdote– ha de esforzarse en vivir deli-
presentarse y que, en ocasiones, pudieran cadamente la castidad, que es virtud para
parecer duras y pesadas. Es una exigencia todos y de todos exige lucha, delicadeza,
del amor a Dios y de la ayuda que se pue- primor, reciedumbre, esa finura que sólo se
de y debe dar a los demás. “Comparo esta entiende junto al Corazón enamorado de
virtud a unas alas que nos permiten trans- Cristo en la Cruz” (AD, 184).
mitir los mandatos, la doctrina de Dios, por Desde esa valoración positiva de la
todos los ambientes de la tierra sin temor vida matrimonial, san Josemaría anima a
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Amor conyugal y apertura a la vida con- con la perspectiva del reino de los cielos;
forman la castidad o constituyen la misma el matrimonio, que la castidad del celibato
realidad. Esto equivale a decir que la rela- no puede quedarse en una universalidad
ción conyugal es expresión verdadera del abstracta, ya que sólo las personas sin-
amor cuando se vive la castidad: “Cuando gulares pueden ser amadas. Por eso “no
la castidad conyugal está presente en el hay contradicción alguna entre tener este
amor, la vida matrimonial es expresión de aprecio a la vocación matrimonial y enten-
una conducta auténtica, marido y mujer se der la mayor excelencia de la vocación al
comprenden y se sienten unidos; cuando celibato” (ibidem). En el fondo, porque uno
el bien divino de la sexualidad se pervierte, y otro son modos que expresan que “la
la intimidad se destroza, y el marido y la existencia del cristiano –la tuya y la mía–
mujer no pueden ya mirarse noblemente a es de Amor” (AD, 183).
la cara” (ECP, 25).
Proclamando la grandeza de la voca- Voces relacionadas: Celibato; Matrimonio.
ción matrimonial, san Josemaría enseña
a la vez que a algunos Dios les pide más: Bibliografía: AD, 175-189; C, 118-145; ECP,
“entregarse por amor al Reino de los cie- 24-26; S, 831-849; Josef Pieper, Las virtudes
los sólo a Jesús y, por Jesús, a todos los fundamentales, Madrid, Rialp, 1980; Augusto
hombres” (AD, 184). Es el don de los que, Sarmiento, “La castidad, integración del bien
siguiendo la llamada del Señor, viven la de la sexualidad en el bien de la persona”, en
virginidad o el celibato por el reino de los Id. - Tomás Trigo - Enrique Molina, Moral de la
cielos, que exige, ciertamente, la continen- persona, Pamplona, EUNSA, 2006, pp. 197-211;
cia; pero sólo será expresión de la virtud Karol Wojtyla, Amor y responsabilidad, Madrid,
de la castidad si está al servicio del Amor Razón y Fe, 1978.
de Dios y de los demás. Y así “es algo más Augusto SARMIENTO
sublime que el amor matrimonial, aunque
el matrimonio sea un sacramento y sacra-
mentum magnum (Ef 5, 32)” (ibidem).
Esa sublimidad del celibato se debe CATEQUESIS, LABOR Y VIAJES DE
a su vinculación particular con el reino de
1. Durante los primeros años de su sacer-
los cielos. Objetivamente el celibato ex-
docio (1925-1931). 2. Desde la fundación
presa en forma más acabada la redención del Opus Dei hasta el comienzo de la Gue-
del cuerpo, como será en la resurrección. rra Civil española (1928-1936). 3. En los
El matrimonio expresa esa misma reden- años sucesivos (1939-1970). 4. Las gran-
ción mediante el sacramento, según la des catequesis en los últimos años de su
condición de este mundo. Pero desde la vida (1970-1975).
perspectiva de las existencias concretas,
“lo que interesa, sobre todo, es la corres- San Josemaría afirmó siempre que “el
pondencia de cada uno a su propia voca- Opus Dei es una gran catequesis”, pues
ción: para cada uno, lo más perfecto es se propone avivar en los fieles corrientes
–siempre y sólo– hacer la voluntad de la urgencia de la llamada a la santidad, al
Dios” (CONV, 92). El don del celibato y el tiempo que ofrece la formación doctrinal
matrimonio son dos tipos de llamada voca- de la fe cristiana y los medios ascéticos y
cional que se necesitan: ninguna expresa espirituales para alcanzar ese fin. El afán
completamente por sí sola el misterio del del fundador por difundir la doctrina cris-
amor de Cristo por la Iglesia. Y se comple- tiana comenzó muy pronto: desde que el
mentan: el celibato “recuerda” que la cas- Señor se cruzó en su vida, preparándo-
tidad propia del matrimonio ha de vivirse le para la misión a la que le destinaba, y
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