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Los dones del Espíritu Santo

Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto


Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto de Dios. Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de
frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de Dios. El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando los entreguen, no se preocupen de
cómo o qué van a hablar. Lo que tengan que hablar se les comunicará en aquel
todo lo que le pueda desagradar. Por eso, Jesús siempre tuvo momento. Porque no serán ustedes los que hablaran, sino el Espíritu de su Padre
cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías el que hablará en ustedes” (Mt 10, 19-20). La verdadera sabiduría trae el gusto
había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: de Dios y su Palabra.
espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y
fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is 11,2). El don de sabiduría es la mirada suprema de Dios comunicada por gracia a una
simple creatura.
El don de temor, valioso auxiliar de la templanza, desempeña A los ojos del alma, esclarecida por el don de sabiduría, todo se hace luminoso.
un papel decisivo, más importante todavía para la economía de El espíritu de sabiduría le descubre en la cima de todos los seres –e infinitamente
nuestra vida espiritual, en el florecimiento de la esperanza. por encima de ellos–: “Aquel que Es”, el Único necesario, el Eterno viviente
Ayudando al alma a acordarse de su fragilidad natural y a no
apoyarse en ella misma, la impulsa a refugiarse en Dios, a Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades
confiarse en Él solo. Despojada de todo amor propio, libertada reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las
de todo repliegue sobre sí, el alma cuenta en adelante profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular
únicamente con los méritos de Cristo y con la soberana bondad participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la
de Dios. El espíritu de temor la arroja en una confianza audaz y intimidad del mismo Dios. El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme,
filial, que muy pronto la conduce al abandono total, forma pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
suprema del amor.
El don de entendimiento entreabre ante nuestras miradas deslumbradas todo ese
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. mundo sobrenatural donde el alma, amada de Dios, se siente en su casa como el
hijo en la de su Padre. Sólo el Espíritu Santo, que conoce todo, que escruta todo,
puede hacerle tocar esos abismos de la Divinidad. El don de entendimiento es
Y enciende en ellos el fuego de tu amor. esa mirada simple y profunda en lo interior de toda cosa, a la manera intuitiva y
luminosa de la mirada misma de Dios.
Envía tu Espíritu y serán creadas todas las cosas.

Y renovarás la faz de la tierra.


Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la
saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive
su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se
lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso. Sobre Jesús reposó el
siente también invitado a ser piadoso con todos. En la Primera Carta de San
Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había profetizado Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero,
Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará hermanos, que estén en la ignorancia. Saben que cuando eran gentiles, se
con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la dejaban arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso les hago saber
tierra” (Is 11, 3-4). que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es
Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo”
El don de consejo es el que nos ajusta prácticamente al plan de Dios. El (1Co 12, 1-3).
mismo Espíritu, que asiste a la Iglesia de Jesús, a fin de que no se desvíe El don de piedad inspira a los santos esa exquisita y conmovedora
un ápice de su misión de verdad y de santidad, acompaña en particular a familiaridad con Cristo, la Virgen y todos los ángeles del Paraíso, que a todos
cada una de nuestras almas con su luz vigilante y rectora. De ahí les hace considerarse como miembros de una misma familia, llamados a una
misma vida de dicha en una ciudad eterna donde “Dios será todo en todos” ( I
proceden, en ciertas horas, en todas las existencias, esas iluminaciones
Co 15, 28).
súbitas que cambian todo el plan de una vida, esas inspiraciones
repentinas que descubren en una luz decisiva nuestra manera propia de Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las
asemejarnos al rostro de Cristo. dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe.
Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las
Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por decisiones. Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y
este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre. El Apocalipsis
Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el dice: “No temas por lo que vas a sufrir: Manténte fiel hasta la muerte y te
Espíritu de Dios” (1Co 2, 11). daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
El ser humano, que camina hacia Dios en este universo visible, no debe
Con el don de fortaleza, el cristiano avanza, pues, hacia la vida eterna sin
quedarse en su fugaz belleza; ni quedar cautivo en ella. Todo ha sido
dejarse detener por las resistencias humanas o las dificultades de la vida. Con
hecho para elevarle hasta Dios. El papel del don de ciencia es descubrir él triunfa de todos los peligros, supera todos los acontecimientos, como
a través de todas las cosas la Faz de Dios y no quedarnos meramente en revestido de la fortaleza misma de Dios. Parece que participa de la
lo que es transitorio inmutabilidad divina, dominadora de todas las potencias del universo. Nada
es obstáculo para las almas llevadas por el Espíritu de Dios. El espíritu de
fortaleza es el que hace a los mártires y a los santos.

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