Está en la página 1de 3

Who’s Afraid of Conceptual Art?

(62-104)

El libro publicado en 2009 aborda el arte conceptual desde una perspectiva filosófica. El
autor británico Peter Goldie, que incursiono en la filosofía en sus últimos 20 anos de vida
después de oficiar como CEO por 25 anos, utiliza los capítulos 3 y 4 para señalar la forma
de tratar el arte conceptual, desde su definición, ontología y epistemología, y una
profundización en la estética del arte.

Inicialmente el autor indica la familiaridad que tenemos con el arte tradicional, y el


conocimiento que tenemos para definir el arte, entender la obra ontológicamente y
apreciarla (epistemología), centrándonos en sus cualidades estéticas que nos proporcionan
cierto placer. Este conocimiento básico que tenemos es basado en la idea desarrollada en
Europa occidental sobre las finas artes, las que se consideran la pintura, la música, la
arquitectura, la posesiva y la escultura. No obstante, con el arte conceptual nos encontramos
en un campo inexplorado donde estos tres aspectos son desconocidos (definición,
ontología, epistemología).

Goldie plantea la pregunta de si nuestro sentido común de ontología nos permite apreciar
únicamente los objetos físicos. Para esto propone el termino object model, que se preocupa
en encontrar la categoría a la que pertenece la obra y los factores relevantes para su
apreciación, además los físicos. De igual forma, como un factor para entender la obra, le da
importancia a la llamada narrativa del trabajo (work-narrative) detrás de la misma, que
muestra una conexión coherente entre eventos que hacen parte de la historia. En este punto
no solo se toman en cuenta los eventos del contexto histórico de la obra, si no también la
motivación y proceso de creación del trabajo.

El autor propone un ejemplo en el que se hace una copia físicamente exacta de una obra e
indica que puede ‘no importar’ cuál es la verdadera pues son físicamente iguales, sin
embargo, para la epistemología, esa ‘no importancia’ no es completamente aceptada,
entendiendo la obra real como la portadora de una historia única que la distingue
especialmente. Así, concluye que para la apreciación epistemológica de una obra es
únicamente necesaria la narrativa del trabajo, dejando de lado el objeto físico.

Otro aspecto relevante en la apreciación del arte conceptual, radica en la distinción de que
es lo que hay que apreciar y como tomarlo, entre un medio o meramente un significado.
Para esto, se propone el ejemplo de un pergamino al que se puede aproximar de dos formas
diferentes, una es teniendo en cuenta que lo escrito allí es un poema, por lo que su
significado es ‘meramente’ lo único necesario para su apreciación, dejando de lado las
líneas de los trazos. Y la otra seria teniendo en cuenta la caligrafía como el punto principal
de la obra, por lo que además de un ‘medio’ pasaría a ser directamente el objeto a apreciar.

La ya nombrada familiaridad con la física del objeto, considerada necesaria para la


apreciación del arte, se acepta como un requisito de percepción que trae consigo una
apreciación estética. Esta idea de apreciación estética y la experiencia que esta trae es única
de cada individuo y no es transferible, la percepción que recibimos depende de un primer
encuentro propio con la obra, por ejemplo, una novela no puede ser entendida o apreciada
correctamente al ser descrita por alguien más, es la experiencia propia leyendo las palabras
escritas originalmente las que nos llevan a una completa apreciación de la estética en la
obra. Para esta noción, el arte conceptual puede verse como un contraejemplo. El autor se
basa en la explicación del filósofo Timothy Binkley, el cual hace una distinción entre la
Mona Lisa de Leonardo da Vinci y una copia de Marcel Duchamp (LHOOQ), donde indica
que la obra original entendida como arte tradicional, no puede ser descrita y transmitida a
otros de manera verbal, mientras que la copia de Duchamp, entendida como arte
conceptual, sí puede ser descrita exitosamente.

La profundización en la estética, se da desde el entendimiento de los significados ortodoxos


tradicionales y su aproximación con el arte conceptual, esto utilizando las nociones de
contra estética, estética tradicional (¿si es arte valioso?) y estética idealista (hay estética en
arte conceptual). Estas diferentes posiciones presentan todas argumentos válidos que evitan
ubicar una sobre otra, no permite más que una escogencia personal. Para el arte conceptual,
entendido como antiestético por la falta del medio físico por el cual ser apreciado, Goldie
buscará explicar que significa que sea antiestético. Los artistas conceptuales reaccionan
frente a la noción tradicional de estética y mantienen una posición en contra de su presencia
en el arte conceptual. Una noción que, en un primer momento, provoca la aparición de
imágenes asociadas a las cosas bellas del mundo, y en un segundo momento la aparición en
la mente de una obra conocida anteriormente. Estas experiencias iniciales de la estética,
aunque ciertas, configuran únicamente una de las propiedades de la estética, propiedades
varias como la elegancia, harmonía, luminosidad, oscuridad entre las cuales algunas que se
aproximan a los sentimientos y las emociones.

Finalmente, lo construido alrededor del arte conceptual utilizando las nociones de contra
estética, estética tradicional y estética idealista nos indica que el arte conceptual no
transmite completamente una experiencia estética tradicional.

También podría gustarte