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Conferencia General

30ª reunión, París 1999 30 C

30 C/56
11 de octubre de 1999
Original: Francés

Punto 4.13 del orden del día provisional

LAS OBRAS DEL INTELECTO DE INTERES UNIVERSAL


QUE HAN PASADO AL DOMINIO PUBLICO Y SE CONSIDERAN PARTE
DEL PATRIMONIO COMUN DE LA HUMANIDAD

PRESENTACION

Fuente: Punto propuesto por el Director General.

Objeto: En el presente documento se informa sobre los resultados del Coloquio


internacional sobre las nuevas perspectivas del patrimonio común de la
humanidad (Castellón, España, 12-14 de junio de 1999) y sobre la Reunión
internacional de expertos sobre el patrimonio común de la humanidad (La Valetta,
Malta, 3-4 de septiembre de 1999). En él figuran propuestas encaminadas a la
creación de mecanismos que permitan a las obras del intelecto de interés universal
excepcional que han pasado al dominio público ser consideradas parte del
patrimonio común de la humanidad.

Decisión pertinente: En el presente documento no figura ningún proyecto de


resolución.
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Las obras del intelecto de interés universal que han pasado al dominio público
y se consideran parte del patrimonio común de la humanidad

1. La idea de que determinados bienes, tanto materiales como inmateriales, son bien
común de todos los seres humanos, esto es, pertenecen a la humanidad en su conjunto, es tan
vieja como la toma de conciencia de la unidad del género humano; sin embargo, la magnitud y
condición jurídica de dichas res communis no han sido nunca determinadas de una vez para
siempre. Cabe señalar que correspondió a la UNESCO hacer que dicha idea plasmara por vez
primera en un instrumento jurídico. En efecto, ya en 1966, en su Declaración de los Principios
de la Cooperación Cultural Internacional, la Conferencia General hizo hincapié en que “todas
las culturas forman parte del patrimonio común de la humanidad” (artículo primero,
párrafo 3). Bien es verdad que la Convención del 14 de mayo de 1954 para la protección de
los bienes culturales en caso de conflicto armado (Convención de La Haya) formulaba la
misma idea al observar en su preámbulo la existencia de un “patrimonio cultural de toda la
humanidad, puesto que cada pueblo aporta su contribución a la cultura mundial”. El concepto
de “patrimonio común de la humanidad” ha tenido mucho éxito, ya que está relacionado con
ideas imperecederas, como las de comunidad humana y solidaridad entre los hombres; cabe
recordar que, durante los debates celebrados en la Asamblea General de las Naciones Unidas
en mayo de 1974, tras la primera crisis del petróleo, este mismo concepto fue invocado por los
representantes de varios países, en particular países desarrollados, para justificar la idea, si no
de una propiedad común, al menos de algún tipo de gestión común de las riquezas naturales, y
entre ellas el petróleo1.

2. Debemos al Sr. Arvid Pardo, Embajador de Malta, el primer intento de elaboración de


una teoría jurídica del “patrimonio común de la humanidad”. Y ello con motivo de la
codificación del derecho del mar, cuando propuso que el régimen futuro de los fondos
marinos y oceánicos se fundara en la idea de un “patrimonio común de la humanidad”; de ahí
que, según él, dicho régimen debiera ser concebido de tal modo que se excluyera toda
apropiación nacional y se facilitara la explotación de las riquezas que contiene el subsuelo de
los océanos en beneficio de toda la humanidad. Su propuesta fue recogida en la Convención
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 (Convención de Montego Bay). A
partir de ese momento, el concepto de patrimonio común de la humanidad ha estado
continuamente en el centro de debates en la comunidad internacional.

3. A fin de presentar un balance de la situación actual en lo tocante a un concepto en el que


queda bien reflejada la aspiración a la “solidaridad intelectual y moral de la humanidad” de
que se habla en la Constitución de la Organización, la UNESCO, a invitación del Centro
Internacional Bancaja para la Paz y el Desarrollo (Castellón, España), organizó conjuntamente
con éste, del 12 al 14 de junio de 1999, un coloquio internacional sobre “Las nuevas
perspectivas del patrimonio común de la humanidad”. En este coloquio, cuya financiación
corrió enteramente a cargo del Centro Bancaja, participaron expertos venidos de todas las
regiones del mundo. En su discurso de apertura, el Director General analizó el estado actual
de la cuestión del patrimonio común de la humanidad y formuló propuestas encaminadas tanto
a su ampliación como a su consolidación.

4. Al finalizar sus trabajos, los participantes en el coloquio aprobaron la “Declaración de


Castellón sobre las nuevas perspectivas del patrimonio común de la humanidad” que figura en
anexo. Esta Declaración retoma la propuesta del Director General referente a la ampliación

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Sexto periodo de sesiones extraordinario de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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del patrimonio común de la humanidad a las obras del intelecto de interés universal y que han
pasado al dominio público, formulada por el Sr. Mayor en los siguientes términos:

“En primer lugar, ¿no es evidente para todos nosotros que Tagore, Shakespeare, el autor
del Popol-Vuh, los Manes de Africa Central, o Averroes, por ejemplo, aun cuando
hayan concebido sus obras en distintos países y regiones del mundo, han dejado desde
hace ya mucho tiempo de ser creadores de un determinado país? Sus obras pertenecen
ahora a la humanidad entera. El terreno específico en el que surgieron ha sido sustituido
por ese horizonte universal que han descubierto y que nos han ofrecido. La humanidad
entera los ve ahora como algo suyo, fenómeno de apropiación que es al mismo tiempo
un homenaje a la dimensión universal de su obra. Si bien ha entrado desde hace ya
mucho tiempo en el dominio público, y para ella ya no hay derecho de autor, esa obra no
ha pasado a ser sin embargo una res nullius, ya que es ahora una res communis, un bien
común de todos nostros. ¿Por qué no reconocer, entonces, que nos encontramos ante un
auténtico patrimonio común de la humanidad, que esos autores han pasado a ser
universales, que ya se considera que son universales? ¿Por qué no reconocer que son un
common heritage of humanity, un legado que esos escritores, esos creadores han querido
dejar a las generaciones futuras? Reconocer esto es admitir que hay que determinar
cuáles son esas obras, ya sean éstas literarias, artísticas, musicales o de otra índole, lo
que va a permitir, por consiguiente, que sean utilizadas en interés de la humanidad
entera.”

5. Al hacer suya en su Declaración la propuesta del Director General, los participantes en


el coloquio de Castellón estimaron que convenía ahora “examinar en profundidad todas las
consecuencias culturales, jurídicas, políticas y sociales del reconocimiento de tales obras
como pertenecientes al patrimonio común de la humanidad”. Acogieron pues “con
agradecimiento la invitación para celebrar en La Valetta (Malta) una reunión de redacción con
el objeto de formular de forma precisa dicha propuesta, para que pueda ser sometida por
intermediación del Director General a la próxima Conferencia General de la UNESCO”. En
esta reunión, organizada por la Fundación Internacional de Malta en La Valetta los días 3 y 4
de septiembre de 1999, fue elaborado el presente documento, que el Director General somete
a la Conferencia General para que ésta tome las medidas que estime apropiadas al respecto.

1. ¿Qué obras del intelecto tienen interés universal?

6. El autor de una obra del intelecto –ya se trate de un libro, una pintura, una composición
musical, o de cualquier otra forma de creación cultural y artística- intenta siempre comunicar
con el otro, con los demás, y desea que el círculo de éstos sea lo más amplio posible. Sin
embargo, si la noción de difusión de la obra del intelecto forma parte en cierto modo de la
definición de ésta, no es por ello menos cierto que esa difusión puede limitarse al país o a la
comunidad para los cuales la obra fue inicialmente concebida, o bien extenderse a varios
países, y hasta al mundo entero. Es imposible prever si una obra del intelecto va a cobrar un
alcance y, por ende, un valor universal. Sin embargo, determinadas obras –por ejemplo, obras
literarias- tienen, para todos, una dimensión universal, mientras que otras, menos conocidas
porque han sido escritas en idiomas de menor difusión, merecerían tenerla. Es éste también un
campo en el que la UNESCO ha intentado, desde que fue creada, cumplir con su misión
universal, fomentando “el libre intercambio de ideas y de conocimientos” (Preámbulo de la
Constitución) y “velando por la conservación y la protección del patrimonio universal de
libros, obras de arte y monumentos de interés histórico o científico” (Artículo primero,
párrafo 2 c) de la Constitución).
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7. Para poder determinar cuáles son las obras del intelecto que tienen un interés universal
excepcional, parece indispensable fundarse en las propuestas de las autoridades competentes
de los Estados Miembros, así como en la apreciación de los especialistas de las distintas
formas de creación. A este respecto, el procedimiento que permita determinar cuáles son las
obras del intelecto reconocidas como parte del patrimonio común de la humanidad podría
inspirarse en el que fue establecido en la Decisión 155 EX/3.5.5 para proclamar determinadas
obras “obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad”.

2. La cuestión del dominio público

8. Las obras del intelecto disfrutan en casi todas las partes del mundo de una protección en
beneficio de sus autores y, en determinadas condiciones, de los herederos de éstos. Desde hace
algunos años, la duración de dicha protección tiende a ampliarse, como puede verse con la
Ley del 27 de octubre de 1998 promulgada por el Congreso de los Estados Unidos de América
(Sonny Bono Copyright Term Extension Act), por la que la duración de la protección de la
propiedad intelectual pasa de 75 a 95 años. Las obras del intelecto suelen estar libres de
derechos una vez transcurrido el plazo de protección, ya que pasan entonces al dominio
público. Puesto que ya no pertenecen a nadie, ¿no podría entonces considerarse que algunas
de ellas, debido a su interés universal excepcional, constituyen un elemento del patrimonio
común de la humanidad?

Se plantea entonces la cuestión del “dominio público de pago”.

9. El régimen del dominio público de pago que existe en algunos países –aun cuando no
pueda hablarse, empero, de una institución que esté generalmente prevista por el legislador-
permite cobrar, por las obras del intelecto que han entrado en el dominio público, un canon
que puede utilizarse de distintos modos; puede ocurrir que el canon no tenga ninguna
utilización precisa, y entonces se trata, indiscutiblemente, de una medida de tipo fiscal, pero
también puede utilizarse con fines exclusivamente culturales. La UNESCO se ha ocupado más
de una vez del problema de la extensión del dominio público de pago. Por lo que respecta a la
categoría de las obras del intelecto de interés universal excepcional, el sistema del dominio
público de pago es una especie de “re-nacionalización” de estas obras, que se habían
convertido, debido a su gran éxito e influencia, en propiedad de la comunidad humana en su
conjunto. Si se reconoce que las obras del intelecto de interés universal excepcional que han
pasado al dominio público constituyen un elemento del patrimonio común de la humanidad,
¿no va a llegarse así a la creación de un dominio público internacional de pago? La
Declaración de Castellón propone que esas obras sean utilizadas para la “promoción de la
creatividad presente y futura”, que es lo que permitiría precisamente la ampliación del
patrimonio común de la humanidad para abarcar las obras del intelecto de interés universal
excepcional. Por otra parte, la creación de un dominio público de pago podría verse fácilmente
asociada con el principio de la inclusión de las obras del intelecto de interés universal
excepcional en el patrimonio común de la humanidad.

3. Aplicabilidad del régimen jurídico del patrimonio común de la humanidad a las


obras del intelecto de interés universal excepcional y que han pasado al dominio
público

10. En la Declaración de Castellón se considera que el régimen jurídico del patrimonio


común de la humanidad debería caracterizarse por los cinco principios siguientes:
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i) el patrimonio común de la humanidad pertenece a la humanidad entera y no puede


ser objeto de apropiación;

ii) debe ser utilizado exclusivamente con fines pacíficos, conforme a la Carta de las
Naciones Unidas;

iii) debe ser salvaguardado y su explotación supervisada por la humanidad, en su


nombre y por su cuenta, en su interés exclusivo, es decir, en interés de todos los
seres humanos, de todos los pueblos y de todas las naciones sin discriminación;

iv) su utilización debe ser racional a fin de permitir su renovación y conservación,


especialmente en interés de las generaciones futuras; y

v) las ventajas de dicha utilización del patrimonio común de la humanidad deben


beneficiar equitativamente a todos los Estados, a todos los hombres y a todos los
pueblos.

11. Del examen minucioso de estos cinco principios se desprende que no sólo ninguno de
ellos está en contradicción con el hecho de que las obras del intelecto de interés universal
excepcional que han pasado al dominio público sean reconocidas como parte del patrimonio
común de la humanidad, sino que, en realidad, a esas obras podrían aplicarse cada una de esas
consideraciones.

Conclusión

12. Los precedentes de que disponemos, en particular en lo referente a los fondos marinos y
oceánicos, nos permiten pensar que sería necesario elaborar una convención internacional para
establecer un régimen jurídico aplicable a las obras del intelecto de interés universal
excepcional que han pasado al dominio público y que han de formar parte del patrimonio
común de la humanidad.

13. Mientras dicho instrumento no haya sido elaborado, podría establecerse un


procedimiento provisional, semejante al que se aplica a las obras maestras del patrimonio oral
e inmaterial de la humanidad (Decisión 155 EX/3.5.5), para empezar a determinar cuáles son
las obras del intelecto que forman parte del patrimonio común de la humanidad.

Dicho procedimiento comprendería, en particular, la creación de un emblema que


permitiría distinguir cuáles son las obras del intelecto de interés universal excepcional que han
pasado al dominio público y que forman parte del patrimonio común de la humanidad. Este
emblema sería atribuido por la UNESCO a petición de los Estados, los organismos públicos y
privados, los editores o cualquier otra persona física o moral que tuviera la intención de
publicar o difundir de cualquier otro modo dichas obras. La atribución del emblema se haría a
cambio de una pequeña contribución financiera cuya cuantía sería proporcional a la
importancia de la reproducción de la obra. El producto de dichas contribuciones permitiría la
creación de un fondo destinado a la promoción de la creatividad presente y futura, y en
particular a la ayuda a los jóvenes autores, compositores y demás creadores de obras del
intelecto.
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14. La aplicación de las propuestas que se presentan en los párrafos 12 y 13 podría ser
estudiada por un comité de expertos nombrados a título personal, que estaría encargado, por
un lado, de preparar un proyecto de convención internacional sobre la ampliación del
patrimonio común de la humanidad para abarcar las obras del intelecto de interés universal
excepcional que han pasado al dominio público y, por otro lado, de estudiar cuáles pueden ser
las modalidades del procedimiento provisional mencionado en el párrafo anterior, a fin de
someter al Consejo Ejecutivo las correspondientes propuestas.
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Anexo

ANEXO

Declaración de Castellón
sobre las nuevas perspectivas del patrimonio común de la humanidad

Los participantes en el Coloquio internacional de Castellón sobre las nuevas perspectivas del
patrimonio común de la humanidad, organizado del 12 al 14 de junio de 1999 por la
UNESCO y el Centro Internacional Bancaja para la Paz y el Desarrollo.

Considerando que el concepto de patrimonio común de la humanidad confirma, reforzándola,


la triple evolución del derecho y las relaciones internacionales:

i) La humanización en la medida en que, partiendo del acervo que constituyen los


derechos humanos, se reconoce a la Humanidad como titular de derechos propios, junto
a los de los Estados y de los individuos;

ii) La universalización, en tanto que toma en consideración los bienes, materiales e


inmateriales, que constituyen valores universales esenciales para el género humano, para
las generaciones presentes y futuras, para el Planeta Tierra y, de una manera general,
para el Universo entero; y

iii) La unificación de la familia humana por la fraternidad y la solidaridad que, sustituyendo


la exclusión, el egoísmo y el deseo de dominación por la justicia, la equidad y la
generosidad, permiten encontrar el sentido profundo de la unidad intrínseca del género
humano expresada por la Carta de las Naciones Unidas cuyo preámbulo comienza con
las palabras: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas”.

Considerando que en la actualidad los siguientes elementos han sido en particular propuestos
y algunos de ellos ya aceptados, en todo o en parte, como pertenecientes al patrimonio común
de la humanidad:

i) los fondos marinos y oceánicos situados más allá de los límites de las jurisdicciones
nacionales,

ii) los recursos biológicos del Alta mar,

iii) la Antártida,

iv) el espacio ultraterrestre, la Luna y otros cuerpos celestes,

v) el espectro de frecuencias radioeléctricas y las órbitas privilegiadas,

vi) los elementos del medio ambiente en la medida que conciernen a todos los pueblos del
mundo (aire, agua, suelo, fauna y flora),

vii) la diversidad biológica,


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viii) el clima global,

ix) los recursos alimenticios esenciales para la supervivencia,

x) los derechos humanos y las libertades fundamentales,

xi) el genoma humano,

xii) el patrimonio cultural y natural,

xiii) las obras del espíritu de interés universal que forman ya parte del dominio público.

Considerando que todos estos bienes constituyen valores esenciales para el desarrollo y la
perpetuación de la Humanidad y que podrían representar, por este motivo, elementos
constitutivos de la herencia común de la Humanidad entera.

Considerando que ya en 1966, en su Declaración de los Principios de la Cooperación cultural


internacional, la Conferencia General de la UNESCO afirmó que “todas las culturas forman
parte del patrimonio común de la humanidad” (artículo primero, párrafo tercero); que el
Embajador de Malta, Arvid Pardo, propuso en 1967 que los fondos marinos y oceánicos y su
subsuelo se acogieran al régimen jurídico propio del patrimonio común de la humanidad,
propuesta consagrada en la Convención de Montego Bay de 1982; y que la misma idea se
encuentra recogida tanto en la Convención de la UNESCO de 1972 sobre la protección del
patrimonio mundial, cultural y natural, como en la Declaración universal sobre el genoma
humano y los derechos humanos de 1997.

Considerando que se reconoce que dicho régimen jurídico debería caracterizarse


principalmente por los cinco principios siguientes:

i) El patrimonio común de la humanidad pertenece a la Humanidad entera y no puede ser


objeto de apropiación;

ii) debe ser utilizado exclusivamente con fines pacíficos, conforme a la Carta de las
Naciones Unidas;

iii) debe ser salvaguardado y su explotación supervisada por la humanidad, en su nombre y


por su cuenta, en su interés exclusivo, es decir, en interés de todos los seres humanos, de
todos los pueblos y de todas las Naciones sin discriminación;

iv) su utilización debe ser racional a fin de permitir su renovación y conservación,


especialmente en interés de las generaciones futuras; y

v) las ventajas de dicha utilización del patrimonio común de la humanidad deben


beneficiar equitativamente a todos los Estados, a todos los hombres y a todos los
pueblos.

Considerando que es del mayor interés que las instancias competentes de la Comunidad
internacional y, en primer lugar, las Naciones Unidas y las instituciones especializadas
procedan a examinar las diferentes propuestas dirigidas a ampliar el patrimonio común de la
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humanidad; y que debe ser así, principalmente, en el caso de la UNESCO, en especial por su
misión en el ámbito cultural, ético y moral.

Considerando que la humanidad ha hecho suyas ciertas obras del espíritu lo que constituye un
homenaje rendido a sus dimensiones universales, convirtiéndose así en un legado de los
autores a las generaciones futuras.

Hacen suya la propuesta del Director General de la UNESCO tendente a que las obras del
espíritu que sean reconocidas como integrantes del patrimonio común de la humanidad y
formen parte del dominio público, reviertan en la promoción de la creatividad presente y
futura.

Estiman la importancia actual de examinar en profundidad todas las consecuencias culturales,


jurídicas, políticas y sociales del reconocimiento de tales obras como pertenecientes al
patrimonio común de la humanidad.

Acogen con agradecimiento la invitación para celebrar en La Valetta (Malta) una reunión de
redacción con el objeto de formular de forma precisa dicha propuesta, para que pueda ser
sometida por intermediación del Director General a la próxima Conferencia General de la
UNESCO.

Expresan el deseo de que el Centro Internacional Bancaja para la Paz y el Desarrollo pueda
organizar una mesa redonda periódica sobre el patrimonio común de la humanidad para
examinar la situación de los progresos realizados y para formular nuevas propuestas que
permitan profundizar en esta cuestión.

Expresan su más vivo agradecimiento a la Fundación Caja Castellón-Bancaja por todas las
facilidades prestadas a la organización y al desarrollo de este Coloquio.

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