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Prefacio

La resolución 3.325, adoptada en la decimocuarta reunión de la Conferencia General de la Unesco


(París, 1966), autorizó al Director General “a emprender el estudio de las culturas de América
Latina en sus expresiones literarias y artísticas, a fin de determinar las características de dichas
culturas”. Este plan, continuado luego por las Resoluciones 3.321 (decimoquinta reunión de la
Conferencia General, París, 1968) y 3.312 (decimosexta reunión de la Conferencia General, París,
1970), se integra en un sistema mucho más vasto, según el cual la Unesco tiende a articular el
conocimiento de la cultura universal en dos etapas: estudio de las grandes regiones culturales del
mundo actual y difusión de los caracteres de cada región en todas las otras. Procura así remplazar
una concepción atomizada de las distintas culturas por otra más estructural, a base de las más
grandes zonas en que esas culturas pueden ser divididas, de forma tal que cada una de esas zonas
puede utilizar creativamente los recursos descubiertos por las otras.

La investigación comenzó con una reunión de expertos que tuvo lugar en 1967, en la ciudad de
Lima. El primer problema de esa reunión era precisar los límites de la región en estudio, y lo
resolvió tomando como base las deliberaciones de la 13ª Conferencia General de la Unesco,
celebrada en París (1964). En ella se habían establecido los países que participarían en “las
actividades regionales para las cuales la representatividad de los estados constituye un elemento
importante”, enumerándose en consecuencia los estados miembros que integran la región
denominada América Latina y el Caribe. Los expertos de Lima delimitaron así, de norte a sur, las
siguientes subregiones: 1) México, América Central y Panamá; 2) Cuba, República Dominicana,
Haití y demás Antillas; 3) Colombia y Venezuela; 4) Bolivia, Ecuador y Perú; 5) Brasil; 6) Argentina,
Chile, Paraguay y Uruguay. Y formularon dos aclaraciones sobre esta regionalización:

a) Que ella constituye una manera de introducir un método para la ejecución del proyecto,
pero no una división en circunscripciones de tipo administrativo o funcional.
b) Que otros territorios del continente americano donde se desarrolla una cultura de tipo
latino deberían ser estudiados en el proyecto en cuanto éste los englobe en su aspecto
cultural, y aunque jurídicamente no estén considerados por la Unesco como integrando la
región de América Latina.

Después de esta reunión en Lima, donde se asentaron los lineamientos generales del
proyecto en su conjunto, se designó una vasta comisión interdisciplinaria de personalidades
latinoamericanas, que se va enriqueciendo a medida que el estudio va cumpliendo sus
distintas etapas. La misión de este “panel of experts” es asesorar a la Unesco a lo largo de todo
el proyecto. En consecuencia, tanto las reuniones realizadas como las que están en vías de
realización para cada disciplina son integradas atendiendo a su consejo.

Como resultado de la básica reunión de Lima, la Unesco estableció también que el estudio
debería iniciarse por la literatura, seguir por la arquitectura y el urbanismo y continuar por las
artes plásticas y la música. De este modo, los principios generales sentados en Lima fueron
luego ratificados y particularizados por las reuniones de San José de Costa Rica de 1968 (en lo
que se refiere a la literatura), por la de Buenos Aires de 1969 (por lo que toca a la arquitectura
y al urbanismo), por la de Quito de 1970 (en lo que respecta a las artes pláticas) y por la de
Caracas de 1971 (en lo que concierne a la música).
A partir de la reunión de Lima inclusive, los expertos han actuado en sus respectivas
reuniones a título individual y sin representación ni de su país ni de las instituciones a que
pudieran pertenecer. Han sido convocados, digamos así, en su carácter de representantes de
América Latina toda, ya que el proyecto apunta precisamente a definirla como una totalidad.
En los años inmediatamente próximos, el estudio proseguirá con las artes del espectáculo para
culminar con una historia social y cultural de las ideas. En este último coloquio se procurará
realizar un esfuerzo de síntesis que, en alguna forma, coordine y corone todos los anteriores
estudios particulares.

Cada una de estas reuniones ha recomendado muchas medidas y muchas iniciativas, pero
se ha resuelto en todas ellas, por unanimidad, realizar una serie de estudios ensayísticos que
ha sido llamada con el título general de “América Latina en su cultura”. Esta serie se inicia con
este volumen y seguirá con otros que se llamarán “América Latina en su arquitectura”,
“América Latina en sus artes”, y así sucesivamente. Si, de este modo, la Unesco logra
concentrar en seis o siete volúmenes de tipo ensayístico una visión completa de América
Latina a través de su producción cultural, considero que habrá aportado al mundo una
importante obra destinada a facilitar la comprensión de esta gran región.

Se ha deseado llamar para la realización de esta obra colectiva a los más lúcidos críticos de
América Latina, y para ello cada reunión ha asesorado a la Unesco sobre las personalidades
que pueden colaborar en la redacción de cada obra sobre cada una de las materias de estudio.
Sus trabajos particulares son luego coordinados por la Secretaría con la ayuda de otros
expertos (relatores y revisores de cada obra). A través de este matizado procedimiento, la
Unesco busca garantizar, a la vez, la objetividad y la unidad de la obra emprendida,
procurando que ella no sea la mera suma de una serie de voluntades individuales sino el
resultado de un equipo diverso pero homogéneo. En lo que se refiere a “América Latina en su
literatura”, todo el proceso finalizó en el segundo semestre de 1970.

Dentro de la Secretaría de la Unesco, el conjunto de este proyecto quedó radicado en el


Departamento de Estudios, Desarrollo y Difusión de las culturas, pertenecientes al Sector de
Ciencias Sociales, Ciencias Humanas y Cultura. Y este sector ha estado a cargo del especialista
de programa César Fernández Moreno, actualmente responsable de su oficina regional de
Cultura para América Latina y el Caribe, con sede en la Habana.

Contando con la colaboración inmediata del relator Julio Ortega y del Revisor Héctor L. Arena,
Fernández Moreno ha coordinado las colaboraciones de cada redactor, asumiendo así en este
volumen la función de “editor”. Es en tal carácter que suscribe la Introducción que se lee en las
páginas siguientes.

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