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1.

La Virgen de la Medalla Milagrosa:


El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a
Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le
apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco.
Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la
cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos
fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la
tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:
"Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis
hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones
que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como
Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que
me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan
jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos,
porque pocas veces me rezan".

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un


círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin
pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y
una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla
semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la
lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M,
sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María.
Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual


había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los
milagros.
2. Nuestra Señora del Pilar:
En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se
encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó
voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio
aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de
mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal,
le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el
altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que
"permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la
virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión
con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".

Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol


Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron
inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el
concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con
rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia,
Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para
servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa
María del Pilar, antes de regresarse a Judea.
3. Virgen de Guadalupe:
Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio
llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en
que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de
catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro
llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba
por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana


belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con
palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más
pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre
del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que
se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar
todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los
moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en
Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un
templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con


la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que
al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le
repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan
Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese
alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era
su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La


Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar
pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo
volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy
enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego
marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues
se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía
encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para
evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a
dónde iba.
El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a
Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que
ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía
llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del
cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la
tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su


manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada
con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de
Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la
Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había
señalado el indio.
4. Virgen de Fátima:

Hubo tres apariciones de un ángel que se identificó como el Ángel


de la Paz, y preparo a los niños para las grandes revelaciones. El
13 de Mayo de 1917, en un día claro, los tres niños, Lucia, Jacinto y
Francisca, estaban pastoreando en las colinas, cuando sobre un
pequeño roble, surge una luminosidad después de un relámpago, y
una figura «de una Señora vestida de blanco, más brillante que el
sol, reluciendo más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de
agua cristalina, atravesado por los rayos de sol más ardientes».

Ella se dirige a los niños y les pide que recen el rosario todos los
días por la paz del mundo, que pidan por la conversión de los
pecadores, y por el fin de la guerra. Las apariciones continúan, y la
Virgen siempre repite que se ore por la paz y por la conversión de
los pecadores y que se rece el rosario diariamente.

Con el pasar de los días el pueblo acudió al lugar y presenció la


aparición de una nube blanca sobre el roble, mientras los niños
rezaban el rosario, Lucia conversaba en voz alta. La Virgen regresó
muchas veces, hablo mucho, y reveló terribles acontecimientos, que
podrían acontecer si el pueblo no se convirtiese y rezase el rosario.

5. Virgen de Lourdes:
Es una de las advocaciones de la Virgen María más
veneradas del mundo entero. Su historia comienza el 11 de
febrero de 1858 en Lourdes, Francia.

Bernadette Soubirous era entonces una niña de catorce años,


pobre e ignorante, pero muy devota de la Virgen María y el
Rosario. Bernadette fue a Massabielle a recoger leña con su
hermana y otra niña, pero al tener que cruzar un río, se quedó
atrás debido a su salud delicada.

Bernadette estaba cerca de una gruta cuando escuchó un


ruido y sintió un viento. La sorprendió la aparición de una
nube dorada y a una mujer vestida de blanco. La mujer
llevaba los pies descalzos y sobre cada uno tenía una rosa
dorada. En la cintura llevaba una cinta azul ancha. En las
manos, juntas y posición de oración, llevaba un rosario.

Ante la aparición de la señora, la reacción de Bernadette fue


comenzar a rezar el Rosario. Según algunas versiones de
esta historia, cuando Bernadette rezaba las Avemarías del
Rosario, la señora no decía nada y solo pasaba las cuentas.
Cuando rezaba los Padres Nuestros y las Glorias, la mujer
rezaba a la vez que ella. Cuando Bernadette terminó de rezar,
la señora regresó a la gruta y desapareció.

Bernadette contaba que ella no sintió miedo al ver a la señora


sino que hubiera deseado quedarse contemplándola por
siempre. Sin embargo, cuando regresó a su casa y su madre
se enteró de lo sucedido, no le creyó. Le prohibió volver pero
a los pocos días le permitió a Bernadette regresar a la gruta.
La señora se le apareció otra vez. Esta vez Bernadette fue
acompañada de otras personas.

Para comprobar si era cierto lo que veía, Bernadette le lanzó


agua bendita a la señora y le pidió que si venía en nombre de
Dios, diera un paso adelante. La señora dio un paso.

Más tarde pudo convencer a su padre de que la dejara


regresar a la gruta y él le permitió ir el 18 de febrero.
Fue durante esta tercera aparición del 18 de febrero que la
Virgen le pidió a Bernadette que regresara durante quince
días seguidos. Le habló en su propio dialecto gascón, y se
dirigió a ella usando el "usted" (voi) de cortesía. Le dijo: "¿Me
haría usted el favor de venir aquí durante quince días?".
También le prometió que sería feliz en el otro mundo.

Algunos que escucharon de las apariciones, creyeron en el


suceso y acudieron a la gruta. Otros se burlaron. El 25 de
febrero, Bernadette escarbó en la tierra para buscar un
manantial que la señora le indicó y tomó del agua con tierra
que pudo sacar.

Bernadette fue motivo de las burlas de muchos al ensuciarse


con lodo la cara por obedecer el mandato de la señora de que
se lavara en el manantial que aún no había aparecido
completamente. Poco después brotaron las aguas del
manantial milagroso, que desde entonces han sido vehículo
de muchos milagros certificados por la Iglesia Católica.

Las apariciones continuaron. La señora animó a Bernadette a


rogar por los pecadores y pidió que se construyera una capilla
en ese lugar. También le pidió a Bernadette que besara la
tierra como acto de penitencia y signo de humildad, una
práctica que continúa hoy en día en Lourdes.

El 25 de marzo de 1858 la señora apareció por decimosexta


vez. Fue entonces cuando Bernadette le preguntó 4 veces
quién era y ella por fin le respondió que era la Inmaculada
Concepción. Por ser Bernadette una joven analfabeta y sin
acceso al dogma católico de la Inmaculada Concepción de la
Virgen María que había sido proclamado el 8 de diciembre de
1854 por el Papa Pío IX, estas palabras permitieron que, por
fin, el sacerdote de su parroquia le creyera.

El 7 de abril, Bernadette permaneció en éxtasis durante la


aparición de la Virgen, aun cuando la vela que sostenía le
alcanzó las manos y se mantuvo encendida en ellas sin
quemárselas.

La Virgen se le apareció por última vez a Bernadette el 16 de


julio de 1858.
6. Nuestra Señora de Loreto:
A Ella se le dedicó, a mediados del siglo XVI, un Templo que
pervive hasta nuestros días, con artesonado mudéjar de nave
única y con posterior trazado de cruz latina y
decoración barroca de estilo puramente murciano, tanto en
arcadas laterales como centrales. El Templo Parroquial ha
llevado al cabo de los siglos varias remodelaciones
adaptándolo al gusto de la época, de ello dan muestra las
pinturas existentes en el Altar Mayor y en dos de las capillas
laterales del Siglo XVI y XVII, y las posteriores junto con las
yeserías de cornisas, medallones y capiles del siglo XVIII.
El retablo del Altar Mayor (desaparecido en la Guerra Civil)
era tallado en madera y dorado en su totalidad, como lo
demuestra la documentación gráfica existente, y el camarín de
Nuestra Señora, que aún se conserva, fue erigido a expensas
de un devoto en el cual se puede apreciar la siguiente
leyenda: “ESTE CAMARIN SE IZO Y SE DORÓ A
DEBOCIÓN DE JOSEPH BARZELÓN Y GONZALES Y
FRANCISCA MUÑOS SANCHES, SU MUJER, AÑO 1756”.
7. Virgen de Montserrat:
Según la leyenda, la primera imagen de la Virgen de
Montserrat la encontraron unos niños pastores en el año 880.
Tras ver una luz en la montaña, los niños encontraron la
imagen de la Virgen en el interior de una cueva. Al enterarse
de la noticia, el obispo de Manresa intentó trasladar la imagen
hasta esta ciudad, pero el traslado fue imposible ya que la
estatua pesaba demasiado. El obispo lo interpretó como el
deseo de la Virgen de permanecer en el lugar en el que se la
había encontrado y ordenó la construcción de la ermita de
Santa María, origen del actual monasterio.

Se comenta que el color negro de la cara de la Virgen y del


niño se debe a las velas o cirios que se encendían en su
honor en el interior de la cueva en la que ella se encontraba.
Debido al calor que emitían las velas sus caras fueron
quemándose, tomando este color negro.
8. Virgen del Rosario:

Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo


Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de
Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a
rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además,
le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo
se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV
de Montfort antes dela Batalla de Muret, cuya victoria se
atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla
dedicada a esta advocación.[1]
En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que
nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe,
le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los
milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las
promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.[2]

En el siglo XVI, San Pío V instauró su fecha el 7 de octubre,


aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto (atribuida a
la imagen),denominándola Nuestra Señora de las Victorias;
además, agregó a la letanía de la Virgen el título de Auxilio de
los Cristianos. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de
su festividad al de Nuestra Señora del Rosario.[2] A causa de
la victoria en la batalla de Temesvár en 1716, atribuida por
Clemente XI a la imagen, el papa ordenó que su fiesta se
celebrase por la Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por
esta advocación hizo que fuera apodado el Papa del Rosario,
escribió unas encíclicas referentes al rosario, consagró el mes
de octubre al rosario e incluyó el título de Reina de Santísimo
Rosario en la letanía de la Virgen.
9. Virgen de Pompeya:
A comienzos del siglo XIX se instalaron en las cercanías de la
antigua ciudad romana de Pompeya (sepultada por el volcán
Vesubio en el año 79 d. C), familias de campesinos que
erigieron una humilde capilla. En 1872 llegó al lugar un
abogado llamado Bartolo Longo1 (beatificado el 26 de octubre
de 1980), quien descubrió que, después de la muerte del
sacerdote, ya no habían misas en la capilla y pocos seguían
firmes en la fe católica.

Una noche Longo vio en sueños a un amigo muerto años


atrás que le dijo: "Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el
Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para
quienes lo hagan".1 A partir de aquí comenzó la reparación de
la capilla y la afluencia de fieles que acudían a la misma a
rezar el Santo Rosario.
En 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un cuadro
de Nuestra Señora entregando el Santo Rosario a Santo
Domingo y Santa Rosa de Lima. Puesta sobre el altar del
templo, la sagrada imagen comenzó a obrar milagros.

El 8 de mayo de 1887, el cardenal Mónaco de la Valleta


colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes
bendecida por el Papa León XIII. El día 8 de mayo se celebra
la festividad mayor de Nuestra Señora del Rosario de
Pompeya, llamada popularmente la "Madonna di Pompei" (la
Virgen de Pompeya).
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