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Renovación sacerdotal
Llamada a la renovación.
o Pureza de intención: los santos no se ordenan y si lo hacen, obligados o signos.
o Mirada a la bajeza y frivolidad ministerial de algunos: maltratan al Señor.
Ser signo de Cristo.
o Representar a Cristo –tan verdadero que se transforme en Él mismo– en todo: mansedumbre,
obediencia, limpieza, humildad, caridad.
¿Crucificar a Cristo de nuevo?
o El sacerdote que no es digno crucifica y besa de nuevo a Cristo.
El sentido de pecado.
o ¿Qué tiene que ver tinieblas con luz?
o Osadía del mal sacerdote que se junta con mujer, insulta con su lujuria al Señor.
El pecado en el sacerdote.
o La boca del mal sacerdote es como terrible león ¿por qué salen de ella rugidos?
Pérdida del temor de Dios.
o No respeto de la presencia de Dios, celebrar sin dignidad.
o S. Bernardo: desesperación producto de haber perdido el temor de Dios y la vergüenza de los
hombres, pues besa con labios sacrílegos al Señor.
o Sacerdote en pecado carnal, acude a confesarse con otro en la misma situación.
Un fracaso posible.
o El juicio de los sacerdotes será más duro que el de los laicos., por su ministerio.
o Injuria a Dios al traicionar las virtudes recibidas y llevar una vida profana.
Condolerse con Cristo.
o Compadecerse de Cristo –buenos sacerdotes– por la afrenta que los malos hacen.
o El Espíritu sea enviado por el Padre a quienes lo puedan remediar: renovadores.
El dolor de la Iglesia.
o Realidad, no ficción: muchos viviendo con la miseria de sus apetitos, sin freno.
o Fruto de esta realidad: agrazones que provocan dentera a la Iglesia.
o Relicario de Dios, el sacerdote no debe tener pecado; no se debe encomendar a quien ha sido
traidor.
Falta el sentido de Iglesia.
o Dos motivos de mal acceso al ministerio que provocan que no se sienta la Iglesia:
o Sin tener la santidad que este oficio demanda. Juicio de Dios no justificará.
Situación penosa.
o Realidad penosa e indignante, que el Señor no halle un ministro idóneo.
De los confesores
El ministerio de la confesión.
o Ejercer bien el ministerio de confesor lleva al pueblo a dirigirse más santamente.
o Disponer al penitente para que sea capaz del fruto de la absolución sacramental.
Renovación.
o Necesario convertir las prácticas: dejar de hacer caso de Inquisición lo que entre confesores e
hijos de penitencia pasa.
La raíz del mal.
o Los prelados se escudan en que no tienen mejores ministros para desempeñar bien el oficio
sacerdotal y no cumplen la obligación de formar a sus sacerdotes.
La doctrina conciliar.
o No se ordene a quienes no sepan administrar y dispensar los sagrados misterios.
o No anhelar el sacerdocio y no formarse para responder a casos de conciencia.
No se cumplen los decretos conciliares.
o No se puede confesar sin licencias y examen del prelado.
De los predicadores
Anunciar la Palabra.
o Predican las perfecciones de Dios dando a los hombres remedio para su salvación.
o Riegan la sequedad de las almas como lluvia del cielo que obra bien.
Cristo, Palabra de Dios.
o Cristo: Palabra de Dios que obra grandezas desde su Encarnación y su vida.
La Palabra actual en la Iglesia.
o Con la Palabra que Cristo dejo sigue hiriendo las malas conciencias y da salud.
Su Palabra es sostén vital.
Conceptos avilistas:
Fe
La fe que ha de tener el hombre ha de ser sólida, sin mezcla de error y siempre acompañada por una
esperanza sincera y una caridad firme.
Viene a nosotros por la escucha, teniendo abiertos los oídos interiores a la Palabra de Dios.
Una fe que rechace certezas y ve lo invisible, lo escondido incluso en la contrariedad, es
verdadera al creer y esperar en la verdad y bondad de Dios contra toda esperanza.
La fe nos une a Cristo y prueba de ella han de ser las obras de caridad con Dios y con el prójimo. Es el
regalo del Señor para su servicio, por la que Él mora en nosotros.
Esperanza
La esperanza como estribo para dirigir la vida firmemente arraigada al amor que Cristo nos tiene por
encargo del Padre: una vida plenamente confiada en Dios que no nos defrauda. Si no hay en nosotros
esperanza no somos capaces de ver que debemos contar con los merecimientos de Cristo para
salvarnos y alcanzar la gloria de Dios, no sólo con los nuestros. Nos hacemos eternos, es Perdón
Ni todas las obras que realice el hombre, ayudado de la gracia de Dios recibida en los sacramentos,
pueden llevar al hombre a ver a Dios.
La esperanza siempre es un don de Dios que el hombre ha de mantener vivo; así ayuda a resistir los pecados.
La verdadera esperanza evita situaciones que ofendan a Dios y busca alcanzar los bienes celestiales que nos
tiene guardados; en el combate espiritual.