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cráneo trepanado
En las sociedades preclásicas, las conductas anormales seguían interpretándose según
la concepción demonológica y sobrenatural. Se consideraba que el trastorno mental
era un castigo divino o la acción de algún demonio. El tratamiento para este tipo de
conductas desviadas se basaba en oraciones, fórmulas mágicas o sacrificios, siempre
de la mano de un sacerdote que hacía de intermediario entre las personas y los dioses.
Salud mental Greco-Romana
En culturas muy diversas entre sí (antiguos hebreos, griegos, chinos y egipcios) se
intentaba expulsar a los espíritus del cuerpo del enfermo a través de exorcismos,
realizados por hechiceros o sacerdotes.
En el mundo occidental, la concepción sobrenatural de las enfermedades mentales se
mantiene hasta la figura del médico Hipócrates de Cos (460-377 a.C.) que fue el
primero en señalar el origen natural de tales trastornos.
la clasificación de los trastornos mentales en tres categorías: Manía, Melancolía y
Frenitis, clasificación pionera que con escasas modificaciones se mantiene durante
toda la civilización griega y también en la romana.
El pensamiento de Hipócrates y sus seguidores se recoge en el llamado Corpus
Hipocraticum, colección de unas setenta obras médicas de la antigua Grecia escritas
en griego jónico. Aunque en la antigüedad eran totalmente atribuidos a Hipócrates,
tanto por los estilos de escritura como por los temas se cree que fueron escritos por
diecinueve autores diferentes, el propio maestro y algunos de sus estudiantes y
discípulos.
La medicina hipocrática destacaba por su estricto profesionalismo, caracterizado por
una disciplina y práctica rigurosas. En su escrito “Sobre el médico” recomienda que
éstos siempre fueran bien aseados, fueran honestos, tranquilos, comprensivos y serios.
El médico hipocrático daba especial atención a todos los aspectos de su práctica, debía
seguir especificaciones detalladas para la iluminación, los instrumentos, la posición
del paciente y las técnicas que utilizaba el médico. También se hacía hincapié a la
observación y a la documentación, debiendo registrar sus descubrimientos y métodos
medicinales de manera muy clara y objetiva, a fin de que estos registros se puedan
transmitir y utilizar.
Sorano (120 d.C.) revisó y amplió la clasificación hipocrática de los trastornos
mentales, incluyendo en ella la histeria y la hipocondría (relacionando la primera con
trastornos uterinos y la segunda como base en el hipocondrio).
Y finalmente llegamos a Galeno de Pérgamo (130-200 d.C.) que realizó una labor de
síntesis de los conocimientos existentes, y dividió las causas de los trastornos psíquicos
en orgánicos (como lesiones craneales, alcoholismo) y mentales (temores,
contratiempos económicos, desengaños amorosos). Galeno sostenía que la salud
psíquica dependía de la armonía adecuada de las partes racional, irracional y sensual
del alma.
salud mental edad media
En la Edad Media, la Iglesia tuvo una enorme influencia en la cultura occidental y en
la concepción de los trastornos mentales, que estaban muy relacionados con conceptos
como el pecado y la culpa. Las conductas desviadas se interpretaban como efecto de la
brujería y de la posesión de algún demonio. En esta época la intervención sobre estas
personas con este tipo de comportamientos era la de mantenerlas alejadas del resto de
la sociedad, encerrándolas.
No es hasta el siglo XVIII, cuando se produce el cambio de mentalidad y empieza a
abogarse por un trato más humano para el enfermo mental.
En el Renacimiento y la Ilustración, fueron aumentando progresivamente las voces que
cuestionan duramente la visión demonológica, y cogió fuerza la concepción (heredada
de la cultura grecorromana) de que la enfermedad mental se podía explicar por causas
naturales. Aparecieron los primeros estudios de anatomía del sistema nervioso y se
hacen las primeras descripciones clínicas de los diferentes trastornos. A pesar de todo,
la tendencia más generalizada seguía siendo la de recluir a estas personas con
trastornos mentales en instituciones como los famosos manicomios o en instituciones
similares a hospitales con regímenes carcelarios. No es hasta el siglo XVIII, cuando se
produce el cambio de mentalidad y empieza a abogarse por un trato más humano para
el enfermo mental.
En los siglos XIX Y XX vemos ya una gran evolución respeto a la salud mental. Aunque
se impone el modelo orgánico que afirma que las enfermedades mentales son causadas
por lesiones anatómicas en el sistema nervioso central, no se puede desestimar en esta
época la importancia de otra perspectiva: la psicologista, que considera que el origen
del trastorno mental era una causa psicológica. En cuanto a la consideración del
enfermo, en estos siglos se busca “normalizarlo”, es decir, tratarlo y curarlo para
poder volver a integrarlo en la sociedad. Se impone un trato más humano al enfermo.
La salud se entiende como un proceso o estado dinámico, la salud estándar no existe,
sino que es relativa a cada persona y en una misma persona depende de en qué época
de la vida se encuentre. Por lo que desde el ciclo vital pueden observarse las
diferencias en cognición, comportamiento y funcionamiento emocional entre niños,
adolescentes y adultos y advertir cómo la salud mental se manifiesta, cómo se altera a
lo largo de la vida y cómo además va vinculada no solo al estado biológico del ser
humano sino que comprende todos los planos que están en constante interacción, ya
que no se puede separar lo que es producto del pensamiento, creencias, sentimientos de
su entorno social.
Otra dificultad importante que complica la definición del término salud mental es el
concepto que cada cultura o sociedad tiene sobre la salud y la enfermedad mental. Lo
que en una cultura puede ser considerado como normal y sano en otro contexto
cultural o en otro momento social puede ser tomado por anormal o patológico. Así, se
ha definido salud mental en la sociedad como la ausencia de la dolencia llamada
enfermedad mental; como el polo positivo de un proceso continuo cuyo polo opuesto es
la enfermedad; como cualidades personales observables tales como lo son la
capacidad intelectual e interpersonal (social), compatibles con la edad y dones
naturales que faltan en el enfermo mental; la conducta social de adaptación
manifestada en una familia sana que vive en una sociedad “sana”; las habilidades
definidas mediante conceptos de eficacia, lucha y capacidad de relación social,
considerando la salud mental como lo opuesto a incapacidad, resignación
desesperanza y egocentrismo. En las diferentes culturas el concepto abarca, entre otros
aspectos, el bienestar subjetivo, la percepción de la propia eficacia, la autonomía, la
competencia, la dependencia intergeneracional y la autorrealización de las
capacidades intelectuales y emocionales.
Philippe Pinel
Fuentes bibliográficas:
Aldara Martitegui, De la perforación de cráneos como terapia, a la
normalización de los trastornos: la evolución de la salud mental, NIUS,
10/10/2020, https://www.niusdiario.es/salud-y-bienestar/coaching/como-ha-
evolucionado-la-salud-mental_18_3024270195.html