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Teologà A I - Modulo II
Teologà A I - Modulo II
Módulo II.
La Revelación y la Sagrada Escritura
Introducción
En nuestro primer encuentro hemos desarrollado la ciencia o estudio de Dios
(Teología), que nos permitió conocer a la misma en sus cuestiones fundamentales. Ahora
bien, el camino que empezamos a recorrer es, aquella ciencia o estudio de Dios que
incursiona en los temas capitales del saber teológico. Y el primero que vamos a analizar es
un tema que es la categoría primera de toda religión y en particular de la cristiana, tema
que se expresa a través de un concepto: revelación.
Nos hemos preguntado que en el tratamiento de todo tema hay algo que es punto
de partida, y la respuesta ha sido: (sí, es correcto)…el concepto. Seguidamente queremos
saber dónde se encuentra su contenido, como se ha dado a conocer en el tiempo hasta
nosotros y en nuestros días, en el marco de un contexto histórico. Finalmente, que
distinción hay en el darse a conocer de Dios en dos etapas y en quién se da la plena
realización de la revelación.
Sin embargo, hay que preguntarse nuevamente ¿todo lo dicho por Dios, dónde lo
podemos hallar?
La respuesta es: en un libro, que tanto creyentes como no creyentes conocen, y
que sin embargo, no es un libro cualquiera. Porque es un libro de carácter sagrado
considerado como tal por una autoridad. El libro que vamos a tratar de conocer, es en
realidad un conjunto de libros que tienen una unidad, y que necesariamente debemos
saber (como en todo libro) como interpretarlo, y si además cualquiera lo puede
interpretar.
Por lo tanto, en el presente Módulo expondremos el contenido de dichos temas y
molestarse en estudiarlos.
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ASIGNATURA: Teología I
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UNIDAD 4, 5 y 6
Objetivos
- Conocer el hecho de la revelación y su contenido, como así también
como ha sido transmitida.
- Reflexionar acerca del sentido de la historia de la revelación.
- Distinguir las etapas de la revelación y su pleno cumplimiento.
- Valorar la escritura bíblica como resultado divino-humano.
Bibliografía consultada
- Guillermo H. Witemburg y otros, Introducción a la teología para
universitarios. Editorial UniversidadLibros, Buenos Aires, 20081.
- F. Arduso y otros, Diccionario teológico interdisciplinar, tomo IV.
Ediciones SÍGUEME, Salamanca, 1987.
- Constitución Dogmática Dei Verbum.
- Latourelle R. Teología de la revelación. Ediciones SÍGUEME,
Salamanca, 1993.
- Biblia de Jerusalén, Libro del Pueblo de Dios, con sus respectivas
- introducciones y notas;
- Catecismo de la Iglesia Católica, n. 50-133;
- Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia,
- recomendamos la edición de Ágape, Buenos Aires, 1993;
- X. León-Dufour, Vocabulario de teología bíblica, Barcelona, Herder,
2001.
Unidad 4. La revelación
a. La Revelación: definición y fuentes b. La necesidad de la revelación c. La
revelación de Dios en la historia
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Así, pues, y más allá de la etimología del término revelación y su significado, algo
nos debe quedar en claro: hay motivos racionales de credibilidad, que nos hacen saber
que Dios realmente se ha revelado al hombre en la historia. Si no es cierto, cabe
1
Pio IX. Carta encíclica Qui pluribus. Sobre la fe y la razón, 9 de Noviembre de 1846, a. 6.
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Fuentes
Nos hemos referido en el Módulo I al exponer la Teología, el significado de
“fuente”. Ahora se trata de exponer las fuentes de la Revelación, es decir, donde se
encuentra el contenido de la palabra de Dios. Dichas fuentes son dos: la Sagrada Escritura
y la Sagrada Tradición.
Debemos aclarar que las fuentes citadas se tratadas consiguientemente, por lo
tanto, presentaremos el tema sucintamente.
Todas las religiones contiene un libro que se considerado sagrado, ya que en él
esta escrita la palabra de Dios. En el cristianismo católico ese libro es la “Sagrada
Escritura” o “Sagrada Biblia” y recibe el nombre de “tradición escrita”, es de algún modo
“el libro”.
La otra fuente es la llamada Sagrada Tradición, y es la trasmisión de la verdad
revelada a partir de lo dicho y revelado por Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, que
iniciaron los Apóstoles y que perdura en la Iglesia. (Estos temas los veremos
seguidamente)
b. La necesidad de la revelación
Se dice que la Revelación divina es completamente necesaria para llegar a conocer
las verdades sobrenaturales, p.ej.: el M isterio de la Santís ima Trinidad, la Encarnación del
Verbo, la Redención, etc. Sin esa manifestación de Dios el hombre no podría conocer con
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sus fuerzas naturales el último Fin sobrenatural -gozar de la misma vida divina,
conociendo y amando a Dios por toda la eternidad-, ni los medios que conducen a ese Fin,
que son la fe y la gracia santificante.
También se dice que la Revelación divina es moralmente necesaria para que todos
los hombres puedan conocer todas las verdades religiosas naturales de modo fácil, con
certeza y sin mezcla de error. Al calificar esta necesidad de "moral" se quiere dejar a salvo
la capacidad natural del hombre para llegar a Dios, pero también se quiere afirmar que es
relativamente necesario o muy conveniente que Dios haya revelado además verdades de
orden natural: por ejemplo, su propia existencia, la del alma única, espiritual e inmortal en
cada hombre, y la vida eterna. También ha revelado otras verdades pertenecientes a la ley
natural, como p.ej., la unidad e indisolubilidad del matrimonio, la ilicitud del aborto, etc.,
verdades que, hoy en día, son fuertemente cuestionadas por el distanciamiento personal y
social respecto a Dios.
Entre las verdades de orden sobrenatural cabe señalar la existencia de los
misterios: son las verdades; reveladas que pertenecen al orden sobrenatural y que
superan la capacidad del entendimiento del hombre y de cualquier otra criatura
inteligente que Dios pueda crear. En este sentido son misterios las verdades referentes a
la Santísima Trinidad, la Encarnación, la Inmaculada Concepción de la Virgen, la
concepción virginal de Cristo, la Redención por la Cruz, entre otros.
estudia la historia desde la filosofía, las concepciones acerca de su origen, sentido y fin,
son de tipo lineal o cíclica.
Los hebreos fueron los primeros (no los únicos, en el Islam también encontramos
un Dios que se revela en la historia y lo mismo cabe decir del cristianismo) en oponer una
concepción lineal del tiempo a una concepción cíclica del mismo; fueron los primeros en
dar a la historia valor de epifanía de Dios, es decir, valor de manifestación de Dios al
hombre en la historia. Fuera de Israel no se encuentra la idea, sólidamente arraigada, de
un a sucesión de acontecimientos temporales que abarcan el pasado, el presente y el
futuro, y que se desarrollan según una dirección y finalidad determinadas. Para Israel el
tiempo es lineal, tiene un principio y tiene un fin. Israel fue el primero en romper el círculo
fatídico de las estaciones y repeticiones del mundo antiguo. La salvación se realiza en la
historia temporal: está vinculada a una sucesión de acontecimientos que se desarrollan
según un designio divino y que se dirigen hacia un hecho único. En la historia de la
revelación Promesa y Alianza y realización, constituyen el dinamismo del tiempo que tiene
una triple dimensión: un presente que mira hacia el pasado y un presente que mira hacia
el futuro. Hay un punto de partida del encuentro entre Dios e Israel que cambió por
completo su existencia: la historia es el lugar de la revelación.
En dicha historia Dios intervino en momentos oportunos por una decisión libre y
gratuita por parte de Dios, no sujeta a la voluntad del hombre, pero en la que el hombre
participa de una activa y es su principal representante. Y si Dios ha intervenido en la
historia podemos describir la historia de la revelación.
Encontramos al principio de la revelación (en los libros del Antiguo Testamento)
una serie de acontecimientos que dieron lugar al nacimiento de Israel como pueblo y que
revelaron a Dios como el Dios de la historia, como el Dios que obra en la historia. Tales
acontecimientos son el éxodo, las alianzas, la entrada en la tierra prometida.
Acontecimientos no independientes, sino íntimamente vinculados entre sí. Uno de los
hechos más significativos es la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, liberación
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que tiene por fin la alianza (recordar la alianza de Dios con Moisés). La elección, el éxodo y
aun la entrega de la tierra prometida están ordenados a la alianza. El pueblo esclavo, sin
tierra y sin porvenir fue salvado gratuitamente para convertirse en el pueblo de Yahvé.
Así, el pueblo, se compromete a ser fiel a las cláusulas de la alianza, es decir, a cumplir la
ley de Dios. Y en la tierra prometida culmina lo que Dios comenzó en Egipto. Es la
realización de la promesa hecha a Abraham (Gen 17, 3-8) y el primer testimonio de la
fidelidad de Dios a la alianza. Serán estos los acontecimientos que marcan la historia de
Israel2.
El tema esencial es siempre idéntico: Dios eligió a nuestros padres y les prometió la
tierra de Canaán; la descendencia de Abraham llegó a ser un pueblo grande que habitó en
Egipto y allí fue sometido a esclavitud; Dios con poder maravilloso lo condujo a través del
desierto y lo introdujo en la tierra prometida. Pero la historia no culmina. Ese pueblo
elegido que ha sido infiel a la ley de Dios, espera una alianza última y definitiva, espera un
mesías, un nuevo salvador.
Con la llegada de Cristo, la historia adquiere un nuevo sentido, es más, le da el
sentido pleno a la historia y a los sucesos acaecidos en la historia de Israel.
Con Cristo nace un Nuevo Pueblo de Dios. Cristo es el nuevo Adán, el nuevo
Moisés, el rey que se espera, el sacerdote y profeta único., es en definitiva el que le dará
su verdadero sentido, al presente que mira hacia el pasado y al presente que mira hacia el
futuro.
Pero una vez sellada la última Alianza, Cristo dejará en unos hombres la
continuación de su obra redentora y así nacerá la Iglesia que fue anunciada tiempo atrás.
Sólo resta esperar el fin de la historia, la segunda venida del Hijo de Dios hecho hombre.
Como hemos podido ver, Dios se nos ha revelado en la historia. Revelación que
comienza en la historia de un pueblo y que adquiere su verdadero sentido en Cristo con el
2
Por supuesto que en esta rica historia hay otros acontecimientos, como el diluvio y Noé, la
instauración de la monarquía con Samuel y luego el gran rey de Israel David, el primer templo y el
profetismo.
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nacimiento de un nuevo pueblo. Pero cabe distinguir como Dios se revela, se da a conocer
en cada testamento o si se prefiere en cada una de las dos grandes partes de la historia.
Aclaremos esto.
En toda teofanía (manifestación de Dios) del Antiguo Testamento, no es lo
importante "hacerse ver" la divinidad, sino escuchar su palabra. Se quiere hacer notar en
esto la importancia de la revelación de Dios a través de su palabra.
Y así lo encontramos en las primeras palabras escritas del Génesis (Gn 1, 3. ss). En
la revelación de la Ley (la Tora): "Yo soy Yahvé tu Dios, que te ha sacado de Egipto, de tu
servidumbre" (Dt 5, 6). En la literatura profética es la palabra de Dios que se hace
escuchar: "Así ha dicho el Señor Yahvé..." (Jer 49, 1). Lo mismo acontece en los libros
sapienciales, (Job o la Sabiduría son excelentes obras de la literatura sapiencial) "...y me
dijo: Pon tu tienda en Jacob..." (Eclo 24, 8).
Pero la palabra de Dios no sólo se hace escuchar, es también la respuesta a su
palabra por parte de los hombres, el hombre que pide ser escuchado, pero que espera la
respuesta, como en la oración de David: "Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes" (Sal
17, 6). En este sentido, a la palabra de Dios que revela su misterio le sigue la respuesta del
hombre: la fe.
Así, la historia de la revelación bíblica del Antiguo Testamento, es la revelación por
la palabra. Pero esa palabra que el hombre desea y escucha (que no significa una mera
contemplación), debe ser aceptada por la fe, la obediencia y el amor. Ejemplo de esto ha
sido Abraham, que creyó en su palabra y promesa (Gn 15, 5-6). Dios por su palabra se
hace oír, promete y sella su alianza con el pueblo de Israel.
En el Antiguo Testamento la revelación es: automanifestación de Dios por la
palabra, la aparición de Dios nunca es visible, la manifestación de Dios (teofanías) sólo es a
través de signos: la zarza ardiente (Ex 3, 2) o el gran profeta que no lo puede ver (Ex 33,
20).
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La palabra que se anuncia y salva, en otro tiempo hablará por su Hijo, estamos en
el Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento la revelación adquiere un sentido no sólo distinto, sino
superior y más vivo, a causa de un acontecimiento central y único: la plenitud de la
revelación en la historia es Jesucristo. Lo atestigua el prólogo de san Juan: "Y la Palabra se
hizo carne y puso su morada entre nosotros..." (Jn 1, 14).
La palabra anunciada por Dios Padre, es ahora y siempre, la Palabra del Hijo de
Dios hecho hombre. El hombre ahora conoce la revelación por la palabra en la persona de
Jesús, la persona y el mensaje de Jesús son inseparables.
La revelación bíblica en todos los escritos del Nuevo Testamento es cristocéntrica.
En Jesucristo, la palabra que anunció la salvación, la palabra que promete y selló
una alianza, es la palabra que hace presente la salvación al hombre, que promete y sella
una alianza definitiva. Sin embargo, el concepto de revelación en los escritos del Nuevo
Testamento tiene diversidad de significados.
En los Evangelios sinópicos (Mateo, Marcos y Lucas) la revelación aparece bajo los
términos de "predicar", "evangelizar", "enseñar", pero como aquel profeta que anunciaba
la palabra de Dios, Cristo es más que un profeta, su palabra es, ya, palabra de salvación (Le
20, I).
En el Evangelio de san Juan, el término revelación aparece bajo la forma de
"logos", y ocupa el primer lugar. Logos, en vocabulario de san Juan, es la "palabra del
Maestro": "El que escucha mi palabra tiene la vida eterna" (Jn 5, 24). Es la palabra hecha
carne, Cristo es para san Juan, la Palabra de Dios, la palabra de Dios que salva y juzga.
Las Epístolas de san Pablo al referirse a la revelación lo hacen bajo las categorías de
misterio y evangelio, para proclamar lo que ha visto: a Cristo resucitado. El misterio es la
revelación de Dios en Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre (I Cor 2, 6-12). Y ese misterio se
hace anuncio, predicación, revelación de la buena nueva (evangelio). Misterio y evangelio
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son dos conceptos unidos sobre la revelación de Dios (Rom 16, 25-26), revelación que
espera la "obediencia de la fe".
En el Nuevo Testamento, por lo tanto, la revelación es el anuncio de la buena
nueva, es el misterio de la palabra hecha carne, la palabra del Hijo de Dios hecho carne
que salva. Es la plenitud de la revelación.
Hay que insistir en la plenitud de la revelación y en su realismo: Cristo es el Hijo de
Dios aun en su humanidad, la segunda persona de la Trinidad es personalmente hombre, y
ese hombre es personalmente Dios.
Dios mismo, en persona, se ha revelado concretamente en Cristo: he ahí el hecho
sorprendente, decisivo, que proclama el Nuevo Testamento. Y que quiere traducir con la
plenitud de sus fórmulas en las que Cristo y el conocimiento de Dios están
indisolublemente unidas: “Últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo” (Heb 1,2).
“A Dios nadie le vio jamás; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha
dado a conocer” (Jn 1,18). “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3). Estas citas bíblicas son el reflejo de la
nueva verdad que se predica y proclama a los hombres. La gracia de Dios fue
“manifestada al presentarse por la aparición de nuestro salvador, Cristo Jesús, que
aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del evangelio” (2 Tim
1,10). En Cristo, Dios mismo se dio al hombre sin reservas y por las vías del hombre: su
amor divino ha llegado a nosotros por medio de un corazón humano. Los padres de la
Iglesia expresan concisa y concretamente esa plenitud de la encarnación: “El co-
nocimiento de Dios es Jesucristo”, dice san Ignacio de Aritioquía. Para san Ireneo, la
revelación es la epifanía del Padre a través del Verbo encarnado: “Por el Verbo visible y
palpable se manifestaba el Padre”.
La plenitud de la revelación es la vía elegida por Dios para revelar y revelarse. Tiene
por fin hacer posible en nivel humano el conocimiento de Dios y de su designio salvífico;
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nos fue dada para que Dios expresase al hombre y en términos humanos y mediante todas
las dimensiones humanas el conocimiento y amor del único verdadero.
Hemos expuestos hasta aquí, las ideas y elementos esenciales de la revelación.
Hemos aclarado su concepto y hemos sabido que todo lo revelado por Dios se contiene y
se nos ha trasmitido por la Tradición oral y la Tradición escrita. También que dicha
revelación se da en una historia concreta, historia que narra el encuentro entre Dios y los
hombres, distinguiendo al mismo tiempo que dicha revelación en la historia se da en dos
grandes momentos. Y finalmente, como la revelación de Dios adquiere su verdadera
plenitud y sentido en su Hijo, Cristo.
En la siguiente Unidad desarrollaremos, de alguna manera, esa historia escrita: la
Sagrada Escritura.
Introducción
En la historia de las religiones encontramos ciertas notas esenciales que son
comunes a toda religión, y nos referimos particularmente a las religiones que tienen un
origen divino, tales como el Judaísmo, el Islam y el Cristianismo. La primera y más esencial
es la idea de un solo Dios (monoteísmo), un rito de iniciación, cierta estructura
eclesiástica. Sin embargo, por sobre estas se encuentra el hecho de que todas tiene un
libro sagrado, una escritura donde Dios le habla al hombre por medio de escritores
humanos. Justamente el tema de esta unidad es la escritura, de la Biblia, un conjunto de
libros que tiene a Dios como autor principal y al hombre que escribe como causa
instrumental.
a. Definición
La Biblia, podemos decir, no es un libro más. No es solo un libro escrito por
los hombres, es un libro que es la palabra de Dios que se revela, escrito por los hombres, y
es ante todo un libro que trasmite verdades reveladas
La palabra Biblia, proviene del griego “biblos” (=biblion=librito diminutivo de
biblos=libros) y por lo tanto no significa un libro, sino un conjunto de libros. La Biblia es
una verdadera biblioteca que comprende setenta y tres libros.
El término “sagrada escritura” es de origen bíblico, la palabra escritura se usa con
frecuencia en el nuevo testamento (Jn. 10, 34-35; Rom. 15, 4).
La palabra testamento, utilizada para referirnos al antiguo y nuevo
testamento, es una traducción griega de la palabra hebrea berith=alianza o pacto.
Los libros bíblicos narran la historia de la salvación, es decir, atestiguan y
trasmiten los hechos y las palabras de Dios en la historia, siendo Dios mismo la causa
principal y el hombre la causa instrumental de la Escritura.
La palabra de Dios contenida en la Biblia nos trasmite las siguientes
verdades fundamentales:
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Nos preguntamos: ¿hay una sola Biblia? ¿Todas las Biblias son iguales? A pesar de
lo que se dice, respondemos que no. Y mostramos un cuadro comparativo para que se
pueda ver las diferencias:
Hechos de los
Apóstoles
LOS LIBROS Epístolas de San II. LOS
HISTÓRICOS Pablo PROFETAS
Josué a los Romanos "Profetas
anteriores"
Jueces 1° a los Corintios Josué
Rut 2° a los Corintios Jueces
Samuel, 1" y 2° a los Gálatas Samuel (1° y 2°
reunidos)
Reyes, 1° y 2° a los Efesios Reyes (1° y 2°
reunidos)
Crónicas, 1° y 2° a los Filipenses
Esdras a los Colosenses "Profetas
posteriores"
Nehemías 1 ° a los Isaías
Tesalonicenses
Tobías 2°alosTesalonisenses Jeremías
Judit 1° a Timoteo Ezequiel
Ester 2° a Timoteo "Los Doce"
profetas: Osea
a Tito Joel, Amos,
Abdías, Jonás,
Libro primero de los a Filemón Miqueas,
Macabeos Nahúm,
Libro segundo de los a los Hebreos Habacuc,
Macabeos Sofonías, Ageo,
Zacarías y
Malaquías
LOS LIBROS Epístolas Católicas
POÉTICOS
Y SAPIENCIALES Epístola de Santiago LOS ESCRITOS
Job 1° de San Pedro (o Hagiógrafos)
Salmos 2° de San Pedro Salmos
Proverbios 1° de San Juan Job
Eclesiastés 2° de San Juan Proverbios
Cantar de los 3° de San Juan Rut
Cantares
Sabiduría Epístola de San Judas Cantar de los
Cantares
Eclesiástico Eclesiastés
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Apocalipsis Lamentaciones
LOS LIBROS Ester
PROFÉTICOS
Isaías; Jeremías; Daniel
Lamentaciones
Baruc; Ezequiel; Esdras-
Daniel; Oseas Nehemías
Joel; Amos; Abdías; Crónicas
Jonás;
Miqueas; Nahúm;
Habacuc;
Sofonías; Ageo;
Zacarías; Malaquías
La Biblia es un conjunto de libros que tiene a Dios como autor y al hombre como su
causa instrumental cuya finalidad es poner por escrito las verdades transmitidas por Dios
b. Inspiración y canonicidad
El análisis de la escritura merece poner su mayor interés en dos conceptos
fundamentales intrínsecamente relacionados: inspiración y canonicidad.
¿Qué es la inspiración?
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Las verdades reveladas por Dios contenidas en la Sagrada Escritura, fueron escritos
bajo la inspiración del Espíritu Santo, es decir, que tienen a Dios como Autor. En la
inspiración concurren tres factores: a. Dios que inspira b. El hombre inspirado c. El libro
escrito bajo la inspiración. Y para para la composición de los mismos, Dios eligió a
hombres para que pusieran por escrito sólo lo que Él quería. Estos autores inspirados
reciben el nombre de hagiógrafos, palabra que proviene del griego y se traduce como
autor o escritor sagrado. En la inspiración bíblica, según, la escritura, es Dios quien lleva al
hagiógrafo, es causa fundamental en el impulso y en el efecto a seguirse.
Pero es igualmente la misma escritura dice que los hagiógrafos son verdaderos
instrumentos y autores de estos libros inspirados, la inspiración no es algo al margen de
ellos, por dos motivos: por un lado la misma escritura testifica que Dios, el Espíritu Santo,
hablo por boca de los profetas, o de los autores inspirados. Para la tradición judía el
profeta, era el profeta “escrito”. Por otro lado, el mismo evangelio de San Lucas alude a
una minucia preparación y redacción ordenada por él mismo, bajo inspiración divina (Lc 1,
1-4).
A través de la enseñanza de Iglesia, lo mismo que del testimonio de la escritura, se
ve que el hagiógrafo es elegido por Dios, siendo “causa principal” para escribir un libro,
como instrumento de Dios, pero instrumento vivo y racional. Pero este instrumento
humano, para escribir una obra, dista mucho de ser un simple pincel, es un instrumento
complejo, compuesto: todas las facultades que el hombre tiene para componer un libro
entran en juego (esto incluye su psicología). Todas ellas van a ser instrumentos que va a
utilizar, el mismo Dios. La finalidad de los libros sagrados es una finalidad religiosa, para
esta finalidad el hagiógrafo posee sus propios elementos culturales y religiosos que
pueden ser: naturales (historia, costumbres, geografía, etc.), religiosos (iluminaciones,
mandatos de Dios y la misma inspiración). La cuestión bíblica de la inspiración y de los
autores sagrados nos llevan a describir sucintamente un concepto muy ligado a estos: la
inerrancia bíblica.
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Dato histórico: la lista de libros canónicos del Antiguo y Nuevo admitida por la
Iglesia, lo hizo el Concilio de Trento el 8 de Abril de 1546.
De lo expuesto se sigue que no podemos entender la inspiración y la canonicidad si
uno de ellos faltase.
La tarea de estudiar la Biblia no es sencilla, como todo estudio e investigación
escriturística se a de tener en cuenta ciertas reglas, como por ejemplo, el sentido literal y
el sentido espiritual.
Es necesario procurar definir el sentido preciso de los textos tal y como han sido
producidos por los autores sagrados: sentido llamado “literal”. No basta traducir un texto
palabra por palabra para obtener su sentido literal. Es necesario comprenderlo según las
convenciones literarias de su tiempo. Por ejemplo, cuando un texto es metafórico, su
sentido literal no resulta de una comprensión palabra por palabra, sino al que
corresponde al empleo metafórico de los términos:
Es tarea principal del exegeta. El vocablo “exégesis” (proviene del griego) y significa
explicación, llevar a buen término este análisis, utilizando todas las posibilidades de
investigación literaria e históricas, para definir el sentido literal de los textos bíblicos. Por
tal motivo los estudios de los géneros literarios antiguos es de suma importancia.
Como regla general se puede definir el sentido espiritual comprendido desde una
perspectiva cristiana, como el sentido expresado por los textos bíblicos, cuando se los lee
bajo la influencia del Espíritu Santo en el contexto del misterio pascual de Cristo. Uno de
los aspectos posibles del sentido espiritual es el tipológico: Adán es figura de Cristo, el
diluvio figura del bautismo. Comparativamente podemos decir que el sentido literal
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expresa el pensamiento del autor con las palabras, y el sentido espiritual lo expresa con
las realidades que se expresan con las palabras.
El canon Católico
Sobre el canon Católico debemos decir lo referido primeramente sobre la palabra
canon ¿se recuerda su definición? Y al mismo tiempo ir al listado que hemos transcripto
de los libros de una Biblia Católica. Si unimos ambos conceptos nos dará como resultado
la lista de libros inspirados y canónicos, es decir, el canon católico. Sencillo verdad.
nacimiento del Nuevo pueblo de Dios a la luz del antiguo. Los invito a buscar otros
ejemplos.
Los invito a
1. Elaborar un pequeño ensayo a partir del concepto de Revelación.
2. Argumentar la necesidad de la lectura de la Biblia, consultando la Dei Verbum,
capítulo VI, artículo 26-27.
3
El punto c determinado el significado de los términos
4
Los temas de la Unidad 3 y 4 se expondrán de acuerdo a una síntesis de los libros de la Sagrada
Escritura. Fuente: Biblia de Jerusalén
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una lección religiosa. Pero también nos han conservado los hechos salientes de la historia
de Israel. El hecho que se presente como una “historia sagrada” no disminuye su interés
para el historiador y realza su valor para el creyente.
De la conexión narrativa se puede decir brevemente, lo siguiente: Josué cuenta la
conquista y la distribución de la tierra de Cannán entre las tribus, empalma literaria e
históricamente con el Deuteronomio. Los Jueces son obra distinta, pero su historia
empalma con la que le precede y con la que le sigue, abarca el espacio de varios siglos que
median entre Josué y Samuel. Los que en hebreo llevan el nombre de Samuel forman
literariamente una sola obra, que narra los orígenes y la consolidación de la monarquía.
Con esta obra enlazan los libros de los Reyes y forman literariamente una obre
independiente, en que se narran la historia de la monarquía davídica en tres períodos:
reinado de Salomón, los dos reinos hasta la destrucción de Samaria y la historia de Judá
hasta la cautividad.
Crónicas es un resumen en forma de genealogías toda la historia entre Adán y
Samuel. Literaria e históricamente entroncan con el libro de Esdras, que narra los
esfuerzos para la restauración de Jerusalén, después de la vuelta de la cautividad.
NehemÍas completa la historia de este período, pero ni literaria ni históricamente enlaza
con las obras precedentes. Los dos de los Macabeos, comienza el primero contando la
historias de Alejandro Magno y de sus sucesores hasta Antíoco IV, que con su tiranía
originó la sublevación de los judíos, objeto principal de la obra. El libro segundo cuenta las
hazañas de los tres hijos de Matatías.
En cuanto a las historias episódicas particulares, Rut pertenece a la época de los
Jueces. Es la historia de una moabita, da una genealogía de David. Judit y Ester, refiere una
liberación de la nación por medio de una mujer. Tobías cuenta sucesos acaecidos bajo la
dominación asiria.
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MÓDULO II: La Revelación y la Sagrada Escritura
UNIDAD 4, 5 y 6
Los Salmos
Israel como sus vecinos de Egipto, Mesopotamia y Canaán, cultivó desde sus
orígenes la poesía lírica en todas sus formas y nos ha sido conservada por el Salterio. Ellos
son la oración del Antiguo Testamento, en el que el mismo Dios inspiró los sentimientos
que sus hijos deben albergar con respecto a él. La Iglesia cristiana ha hecho de ellos, su
oración oficial.
El Salterio (del griego psalterion, designa el nombre del instrumento que
acompañaba a los salmos) es la colección de los ciento cincuenta salmos. Se distinguen
tres grandes géneros: los himnos, las súplicas y las acciones de gracia.
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Los himnos comienzan con una exhortación a la alabanza divina, el cuerpo del
himno detalla los motivos de esta alabanza y la conclusión repite al fórmula de la
introducción o expresa una oración.
Las súplicas no cantan las glorias de Dios, sino que se dirigen a él. Comienzan con
una invocación, una petición de ayuda, el cuerpo del salmo se intenta conmover a Dios
pintando la triste situación de los que suplican y concluye a menudo, con la certeza de que
la oración es atendida y con una acción de gracias. Las acciones de gracias es a fin a las de
los himnos en cuanto a su estructura literaria. El pueblo da en ellos las gracias por la
liberación de un peligro, por la abundancia de las cosechas, por los beneficios concedidos
al rey.
4. El Nuevo Testamento
a. Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre b. El canon del Nuevo Testamento.
a. Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre (ver: La Plenitud de la Revelación,
Unidad 1, c.)
b. El canon del Nuevo Testamento
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Mateo escribe alrededor del 80. Utilizo a Marcos incorporándolo casi todo.
También saco de la fuente “Q”, y de otras fuentes personales. Así también como teólogo
hizo su interpretación y elaboración.
Lucas escribe hacia el año 90. También utilizo a Marcos y lo incorporó casi en su
totalidad. Además uso la fuente “Q”, y otras fuentes personales
A estos tres evangelios se los conoce con el nombre de “evangelios sinópticos”,
porque presentan entre sí tales semejanzas que pueden ponerse en columnas paralelas y
abarcarse con “una sola mirada”: de ahí su nombre de sinópticos.
El problema de sus relaciones literarias entre estos tres evangelios, es lo que se
llama la Cuestión Sinóptica.
Se han propuesto diversas soluciones, que transcribimos sucintamente:
- Una tradición oral común que los tres habrían puesto por escrito de
modo independiente.
- La teoría de las Dos Fuentes: una de ellas sería Marcos, de quién
Mateo y Lucas dependerían en sus relatos, y
- El supuesto de una fuente “Q”, el nombre de la fuente es dado por
la primera letra de la palabra alemana Quelle, que significa “fuente”, los
primeros cristianos fueron coleccionando recuerdos sobre Jesús, esta fuente
sería una colección de los dichos de Jesús
nuestra era, de una familia judía, pero al mismo tiempo ciudadano romano, se educó
según la doctrina de los fariseos. Perseguidor de la naciente Iglesia cristiana, por aparición
de Jesús resucitado, se convirtió en el Apóstol de los gentiles.
Su predicación es ante todo, “la predicación del kerigma”: proclamación de Cristo
crucificado y resucitado conforme a las escrituras.
Todas las epístolas tienen un plan general uniforme: después de un
encabezamiento de saludo, en que se asocia así a sus compañeros, seguido de una
introducción más o menos larga, en forma de alabanza o acción de gracias, sigue una
exposición de la doctrina evangélica o una defensa de la misma, luego una exhortación a
la práctica de la doctrina y vida cristianas, para finalizar con saludos y recomendaciones a
particulares
- Segunda de San Pedro: en está nos habla de los herejes que comenzaban a
predicar en la zona del Asia, y que no serían otros que los condenados por San Pablo.
- Primera de San Juan: es la más importante, tiene gran parecido a su
evangelio y según algunos fue escrita como prólogo del evangelio mismo. Habla de cómo
Dios es la luz, de la caridad fraterna, del Verbo de la vida, del amor de Dios y del prójimo,
del poder de la oración y de la confianza en el Señor.
- Segunda de San Juan: advierte sobre el peligro a una Iglesia en particular,
de la propaganda de falsos doctores que negaban la Encarnación.
- Tercera de San Juan: trata de regular un conflicto de autoridad que había
surgido en una de las Iglesias que dependían de la autoridad del Apóstol.