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Preámbulo
podrán proceder con un cierto orden en el estudio de la Teología, y parece que ese sea el rol
de esta asignatura Teología ciencia de la revelación, que se presenta como una introducción a
la Teología.
1.2. Ciencia: Cuestión muy candente en la actualidad, es la que se refiere a la Teología que
se afirme como ciencia o que se niegue como tal. Actual porque en la práctica -como en
España desde hace más de un siglo- se le niega una tal categoría, principalmente fuera del
ámbito de la Iglesia.
1.3. Revelación: En el momento presente ustedes están cursando la asignatura anual que
explica el tratado de la revelación y de la fe. Lo que puede ocurrir es que se repitan algunas
cosas de aquella asignatura en la nuestra. Se comprende fácilmente, puesto que para entender
y exponer lo que sea teología necesitaremos un concepto de revelación, se lleguen a repetir
algunas cosas, de manera necesaria. Y, por supuesto, tratándose de teología católica, se
requiere un concepto católico de revelación, pues de ahí saldrá el discurso teológico. En
ningún caso piensen que se trate de una invasión en campo ajeno. Haremos menciones
puntuales que serán necesarias para el avance necesario del discurso de nuestra materia. Cada
asignatura conservará su sentido.
2. Actitud teológica
2.1. Para estudiar teología, más que para cualquier otra ciencia, tendréis que ir un poco
contracorriente. Si en nuestros días todo se sucede con vertiginosa velocidad, el estudio de
una ciencia que aspira al conocimiento de Dios con la sublime finalidad de alcanzarlo por la
vía unitiva de la contemplación, encuentra el peor enemigo en la prisa. Aunque no todo en la
prisa es negativo, pues ésta se compone del deseo vehemente de alcanzar una meta o un
objetivo, y para alcanzar a Dios el deseo es imprescindible, pero eso sí, al ritmo que Dios
marque para cada uno. Si conocer es asimilar, asimilar a Dios os llevará todo el tiempo de
vuestra vida; las prisas, por tanto, son un obstáculo, mientras que la vehemencia del deseo es
necesaria.
Introducción a la teo logía 3
2.2. Cuando lo que se busca no es exactamente un saber, sino una sabiduría, de nada sirve
tampoco la mentalidad del continuo cambio. En este sentido se hace necesaria una cierta
conversión, de modo particular en la mente, que ha de comenzar ya, en este preciso instante,
para no perder desde el principio ni un solo elemento del discurrir sin pausa que el Señor
realiza ante nosotros cada día... y cada día lectivo. Merece la pena, y hasta diría que es
necesario, meditar sobre estos dos párrafos con el fin de que se llegue a crear en cada uno la
actitud necesaria que permita asimilar al Dios conocido en el estudio de la Teología.
Ahondando en este concepto, y de cara a la materia que nos ocupa, hemos de decir que lo
que la fenomenología religiosa nos enseña, queda elevado a la categoría de condición
necesaria para que podamos llevar adelante un discurso sobre Dios. Si el hombre es capaz de
hablar de Dios y con Dios, exteriorizando así el ineludible elemento de su naturaleza que lo
vincula a la trascendencia, la teología no resultará ser producto ni del ingenio humano ni de
una supuesta debilidad que relegue lo inexplicado en manos de un ser misterioso, tan
misterioso como inalcanzable, sino que será el desarrollo natural de su capacidad
trascendente.
2.4. El estudio de esta materia no requiere actitudes diferentes del estudio de otras materias
teológicas. Por esta razón, el ejercicio de la teología que se haga en la asignatura, y puesto que
se trata de una introducción, además, servirá al alumno para practicar y habituarse al estudio
del resto de asignaturas teológicas.
Introducción a la teo logía 4
INTRODUCCIÓN
El Concilio ha querido estar presente en todos los campos de la vida para, con sus
documentos, análisis, directrices y exhortaciones, cumplir con su misión de ser luz para la
humanidad desde el mensaje evangélico genuino.
La fuerza renovadora, derramada por doquier, ha venido a parar también en la parcela del
saber que es la Teología. En seis de sus documentos, además del decreto de convocatoria del
Concilio Humanae salutis, aparece continuamente la urgencia de revisar la teología,
subrayando su importancia, acomodando sus métodos, exhortando a nuevas y más profundas
investigaciones, animando a todos, fieles, seminaristas y sacerdotes, a adquirir un
conocimiento cada vez más completo de las disciplinas eclesiásticas, especialmente de la
Sagrada Escritura y de la Teología.
La teología, al ocuparse del misterio de Dios y del hombre en cuanto criatura suya, creado
a su imagen y salvado por su Hijo, trata del hombre completo. Por ello podemos decir que es
una disciplina abierta a todos los hombres; que no es un campo cerrado exclusivamente para
los teólogos, catequistas y pocos más entendidos, sino, una ciencia que se ofrece a todo aquel
que desee una respuesta a los interrogantes más profundos de la vida humana, un
conocimiento más perfecto del Dios Amor, Creador y Salvador, y un camino seguro para
llegar a la comunión total con Él, camino que se nos ha revelado plenamente en la persona de
su Hijo Jesucristo.
Introducción a la teo logía 5
La teología, como conocimiento de las causas últimas, expone el lugar que los diversos
aspectos de la realidad creada ocupan en el plan divino.
Más que aprender nociones, siempre necesarias, se trata de formarse una nueva
mentalidad, al estilo paulino, un espíritu, una forma de ser que, desde la sabiduría de Dios,
sabe juzgar, opinar, aconsejar y comportarse ante los múltiples retos de la sociedad actual.
Finalmente, hay que tener en cuenta que la teología tiene dos momentos: uno que deriva
de su ser ciencia, como veremos, por su método y su objeto propio. Y otro que supera la
cientificidad propiamente dicha: se trata de un momento sapiencial que va más allá de lo que
el conocimiento humano puede alcanzar por sí sólo. Este momento se refleja principalmente
en la vida del cristiano-teólogo, y está guiado por el Espíritu Santo, luz de la mente.
La Teología se apoya sobre la revelación. No es algo llovido del cielo, pues sus
componentes son hechos concretos y palabras concretas provenientes de Dios; son eventos
salvíficos, que es lo mismo que decir historia. La revelación culmina con una persona, Cristo,
que muere y resucita. Todo esto es revelación, la cual tiene muchos aspectos: influye en el
pensamiento, en el culto, en nuestras acciones. O lo que es lo mismo: influye en la teología
dogmática, en la liturgia, en la moral, etc. Claro que esta división la hacemos nosotros por
comodidad pedagógica, pero teología solo hay una.
Dogma es lo definido por la Iglesia como tal. Dogmas son pronunciaciones solemnes de la
Iglesia dadas en ciertas circunstancias. Una posible definición de dogma sería la siguiente: de-
claración refleja, explícita y autorizada hecha por la Iglesia sobre la doctrina revelada, como
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1º. Como declaración refleja debe suponer un avance en la comprensión del misterio al
que se refiere.
2º. En cuanto declaración explícita supone su preexistencia como tal verdad, y que, al
mismo tiempo, no existía como explícitamente definida. La necesidad de la apología por una
parte y del culto por otra, contribuyeron a la elaboración de fórmulas expresivas de la fe y de
su contenido en un lenguaje explícito y apto.
3º. Como declaración autorizada hecha por la Iglesia se indica principalmente el contexto
eclesial vivo en que tal afirmación viene a la luz, y por tanto la fuerza de la autoridad que la
propone. La fuerza del Magisterio es un servicio para salvación.
5º. Todo dogma debe ser comprendido en el contexto de toda la revelación, de todo el
misterio de Dios y su plan de salvación universal preparado para el hombre. La historia de la
salvación se encuentra en un momento de tensión escatológica, que a la vez forma parte del
misterio, por tanto, se puede esperar, con la adaptación del lenguaje y el cambio de las
categorías comprensivas del hombre, una comprensión mayor para el futuro.
Algunas doctrinas han sido profundizadas por razones apologéticas, no pastorales, que
después han sido tomadas del conjunto de la doctrina católica, y promulgadas solemnemente.
No representan, pues, toda la teología y, sin embargo, hubo un tiempo en que sólo se estu-
diaba la teología dogmática1.
La llamada teología sistemática quiere organizar toda la teología, con sus distintas
vertientes: dogmática, patrística, bíblica, pastoral, litúrgica... ¿Cómo llegar a sistematizar toda
la teología?
1 cf. Grabmann, Historia de la teología católica desde fines de la era patrística hasta nuestros días,
Madrid 1940, pp.1-2.
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-Primero: estudiando la teología bíblica2, alma de toda la teología3. ¿La Biblia lo trata todo?
En general depende de quién y cómo interpreten los textos sagrados; podemos decir que en
conjunto todos los libros nos dan el todo de la teología bíblica, pero sin la Tradición, ob-
tendríamos una teología de corte protestante.
-Cuarto: teología antropológica, puesto que todo pasa por el hombre, y toda la revelación se
ha dado para su salvación. El estudio teológico del hombre buscará en cada elemento humano
aquella imagen y semejanza en la que fue creado y proyectará en la realidad del presente el fin
último que lleva escrito es su naturaleza. En las últimas décadas, gran parte del discurso
teológico ha discurrido entorno a esta ciencia y, porque el hombre no deja de estudiarse a sí
mismo, la antropología teológica tiene la responsabilidad de orientar al hombre hacia la
trascendencia en todos los aspectos de la vida. Solo así será fiel a sí mismo.
Responde al Yo creo, pero ¿por qué someter mi razón a una revelación? Pretende que el
acto de fe sea un acto razonable y voluntario.
La teología nos adentra en el campo de la fe, que exige del hombre una respuesta
comprometida. Una verdad de fe, afirma U. von Balthasar, exige del hombre un compromiso
total y existencial.
5 En la parte histórica del curso trataremos el indiferentismo, una de cuyas formas afirma ser igual
profesar una religión u otra. Es de suma utilidad la lectura y meditación del De vera religione de
San Agustín.
6 cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, La vocación eclesial del teólogo, Madrid, 1990; R.
Berzosa, Hacer teología hoy, retos, perspectivas, paradigmas. Madrid 1994, pp. 203-215.