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Resignificación del rol del perro durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá

Valentina Estupiñán Forero

Trabajo de Grado para optar por el título de Comunicador Social

Énfasis en creación y producción audiovisual

Director
Maria Urbanczyk

Bogotá, 2021
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ARTÍCULO 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en
sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la
moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente
personales, antes bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
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Bogotá, 12 de noviembre de 2021

Doctora
Marisol Cano
Decana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Ciudad

Apreciada Decana
Me permito presentar mi trabajo de grado: Resignificación del rol del perro
durante la pandemia del COVID-19 en Bogotá, con el fin de optar al grado de
comunicadora social con énfasis en creación y producción audiovisual.

Cordial saludo,

Valentina Estupiñán Forero


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Bogotá, 17 de noviembre de 2021

Doctora
Marisol Cano Busquets
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
Decana

Respetada Decana:

En calidad de asesora, me permito presentar el Trabajo de Grado titulado “Resignificación del rol del
perro durante la pandemia del COVID-19 en Bogotá” realizado por la estudiante Valentina
Estupiñán Forero, como requisito para optar por el título de Comunicadora Social con Énfasis
Audiovisual.

Las indagaciones por los conceptos de la familia multiespecie, el cuidado del otro, los riesgos
relacionados con la humanización de los animales, la adopción responsable, son muy pertinentes para
los estudios de comunicación, sobre todo ahora, en la época de la pandemia.

Considero que el trabajo de Valentina cumple a cabalidad con los requisitos para grado exigidos por la
Facultad de Comunicación y Lenguaje.

Cordialmente,

Maria Urbanczyk, Ph.D.

Profesora Asociada

Departamento de Comunicación

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá

murbanczyk@javeriana.edu.co
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A mi mamá y mi hermana por impulsarme a cumplir mis sueños

y ser mi motivación para ser mejor cada día.

A María por orientarme y apoyarme en este proceso.

A mi pareja por ser mi soporte durante este proceso

y motivarme a seguir mis instintos.

A mis perritas Keka, Alaska y Alai, quienes inspiraron este trabajo

y son los ángeles de mi vida.


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Tabla de contenido

Introducción…………………………………………………………………………………………...7

Objetivos……………………………………………………………………………………………….8

Metodología…………………………………………………………………………………………....9

Abordaje teórico-conceptual………………………………………………………………………...10
LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ROLES SOCIALES DE LOS PERROS: DE LA
ANTIGÜEDAD HASTA EL PRESENTE………………………………………………………….10
El perro espiritual…………………………………………………………………………………....10
Del Antropocentrismo al Ecocentrismo………………………………………………………….…16
Reivindicación de los animales en el marco legal internacional……………………………….…..18
Reivindicación de los animales en la religión católica………………………………………………23
LA RELACIÓN DE LOS BOGOTANOS CON LOS PERROS DE COMPAÑÍA DURANTE LA
PANDEMIA DEL COVID-19……………………………………………………..28
Los animales en el marco legal colombiano………………………………………………...............28
Consecuencias biológicas y sociales de la pandemia y su influencia en el abandono de animales de
compañía……………………………………………………………………………………………...35
Influencia de los animales de compañía en el estado físico y emocional de los tenedores durante
la pandemia…………………………………………………………………………………………...38
Los perros como actores sociales en las familias multiespecie durante la pandemia…………….43
Los perros como agentes de socialización y transformadores de los espacios públicos durante la
pandemia ……………………………………………………………………………………………..49
Presencia de los animales de compañía en los medios de comunicación y las redes sociales durante

la pandemia………………………………………………………………………...............................55

Los perros como transformadores de la economía en Colombia durante la pandemia………….64

La importancia de no humanizar a los perros………………………………………………………72

El mundo actual alrededor de los perros……………………………………………………………82

Análisis y discusión de los resultados………………………………………………………………..89

Conclusiones………………………………………………………………………………………...131

Bibliografía …………………………………………………………………………………………134

Anexos……………………………………………………………………………………………….14
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Introducción

En Colombia, el rol de los perros de compañía ha ganado bastante importancia para la

ciudadanía. Tanto así, que actualmente, los perros han logrado consolidarse como miembros

activos de la sociedad y, por ende, de las familias. Este posicionamiento se ha visto influenciado

por una serie dinámicas de relacionamiento, construcciones de sentidos, cambios en el lenguaje

y contextos de vida característicos de los individuos que son tenedores de perros, que, de cierta

forma han privilegiado a estos animales de compañía por encima de otras mascotas.

En este sentido, el presente proyecto surge de la necesidad de indagar en los cambios en la

percepción de los bogotanos respecto a los perros y cómo se constituyen en diversas

transformaciones psicosociales, políticas y económicas, alrededor de estos seres: nuevas reglas,

nuevos conceptos y nuevas costumbres. No obstante, es importante señalar que los intereses

propios de este trabajo no pretenden desestimar el rol de otros animales de compañía; mi

propósito es investigar la resignificación de los perros específicamente porque siento una gran

afinidad hacia ellos y porque han ganado bastante terreno en diversas áreas interdisciplinares.

Por otro lado, la coyuntura social derivada de la pandemia del COVID-19 generó

significativas repercusiones en torno a los perros que consideré pertinente analizar. El concepto

de familia multiespecie se popularizó exponencialmente durante esta época en Bogotá, ya que

gran parte de la población que convivía con un animal de compañía, reconoció considerarlo

parte de la familia. La investigación evidenció que diversas circunstancias propias de esta

época influyeron en el incremento de esa tendencia. Esta percepción, en el contexto de los

perros, ha desencadenado un debate público, ya que hay quienes afirman que esto es

humanizarlos y otros aseguran que es reconocerlos como seres sintientes que merecen ser

dignificados.
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Sin embargo, el panorama no fue totalmente positivo para los perros durante la pandemia,

ya que, al tiempo que se incrementaron las adopciones a causa del confinamiento y diversos

factores procedentes de este, también aumentaron los casos de maltrato animal y abandono.

Así las cosas, la finalidad de la investigación es analizar algunos de los aspectos que

influyeron en el contexto y la resignificación social de los perros antes y durante la pandemia

del COVID-19 en Bogotá.

Objetivos

Objetivo general

Identificar las consecuencias de la convivencia con perros de compañía, comprendiendo su

complejidad desde el ámbito comunicacional, emocional, psicosocial y económico, antes y

durante la pandemia del COVID-19 en Colombia.

Objetivos específicos

• Identificar las transformaciones en el posicionamiento social de los perros de compañía

antes y durante la coyuntura derivada de la pandemia del COVID-19 en Colombia.

• Indagar sobre las concepciones, prácticas de vida y relacionamiento de los adultos y

sus perros de compañía durante la pandemia del COVID-19, a través de una encuestas

y entrevistas a residentes de Bogotá.

• A partir de las interacciones de los tenedores con sus perros, analizar sus percepciones

respecto al concepto de Familia Multiespecie.

• Determinar si los tenedores participantes conocen sus obligaciones y responsabilidades

al poseer un animal de compañía en Colombia.


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Metodología

Para realizar esta investigación opté por un trabajo de campo mixto, mediante la utilización

de tres instrumentos:

• La recopilación y comparación de datos, estudios e investigaciones sobre el contexto

de los perros callejeros y de compañía en Colombia antes y durante la pandemia del

COVID-19.

• Una encuesta cuantitativa y cualitativa dirigida a 100 adultos, con y sin perros,

residentes de Bogotá, en la que participaron 37 hombres y 63 mujeres.

• Una entrevista cualitativa dirigida a 4 tenedores de perros, residentes de Bogotá, en la

que participaron dos hombres y dos mujeres.

El propósito de los dos últimos instrumentos es el establecimiento de un entorno

sociocultural generalizado, que se acerque al contexto de los residentes bogotanos promedio

que son tenedores de perros, indiscriminadamente de su edad o estrato socioeconómico, antes

y durante la coyuntura derivada de la pandemia del COVID-19.

De esta manera, se obtuvieron diferentes variables, que, a través de las técnicas de

observación y de análisis, permitieron comprobar la siguiente hipótesis: la coyuntura social

derivada de la pandemia del COVID-19 visibilizó la importancia de los perros de compañía en

los hogares bogotanos y, a nivel nacional, aceleró muchos cambios en beneficio de su inclusión

en diversas áreas de la sociedad colombiana.

La investigación cualitativa parte de un análisis inductivo en el que los puntos de vista, las

perspectivas, las experiencias y las subjetividades de los participantes, cobran gran relevancia,

teniendo en cuenta que comprenden de forma distinta y en algunos casos, contradictoria, la


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tenencia de perros de compañía y el rol que cumplen estos animales en la sociedad colombiana,

el hogar y la familia.

Abordaje teórico-conceptual

LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ROLES SOCIALES DE LOS PERROS: DE LA

ANTIGÜEDAD HASTA EL PRESENTE

A lo largo de la historia, los perros se han consolidado como una parte fundamental de la

vida y evolución humana: desde brindarnos alimento, ayuda para la caza y compañía, en las

condiciones más arcaicas en las que los primeros hombres se pudieron encontrar; hasta

convertirse en seres sintientes, que cuentan con derechos, están protegidos en el marco de la

Ley Constitucional y juegan un rol sumamente importante en la sociedad moderna.

El perro espiritual

Existen muchas evidencias que denotan la cercana relación que durante siglos ha existido

entre los perros y los seres humanos: pues más allá de ser animales adecuados para el servicio

del hombre, los perros, han sido considerados guardianes espirituales y protectores de los

hombres en diferentes culturas y religiones. “En el antiguo templo de Göbekli Tepe en

Turquía, que data de hace al menos 12.000 años AC, varios arqueólogos han descubierto restos

de perros domesticados, que se relacionan con la evidencia más antigua de domesticación

canina en el Medio Oriente” (Mark, 2019). De hecho, en Ein Mallaha, Israel, se halló una

tumba natufiense, que data de la época ya mencionada, en la que reposaban los restos de un

anciano sepultado con su perro.

En el Gilgamesh de Mesopotamia, la época más antigua del Medio Oriente, que data entre

2.150 y 1.400 AC, la gente solía portar amuletos con imágenes de perros como el de Uruk, en
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representación de protección personal. Esto, debido a que el perro era visto como una criatura

divina enviada para proteger a los hombres por la diosa de la curación y defensora de los

hogares Gula-Ninkarrak (Mark, 2019).

Los famosos perros de Nimrud, unas figurillas de perros hechas de barro encontradas en la

ciudad de Kalhu, se convirtieron en un descubrimiento fantástico que dio lugar a una

comprensión reveladora y mucho más certera del concepto mágico que se tenía sobre estos

seres en aquella época. Estas esculturas, que usualmente se hacían de arcilla o bronce, eran

sepultadas debajo de las casas, en virtud de su poder protector (Mark, 2019).

La civilización mesopotámica, a gran escala, les otorgaba un carácter sagrado y curativo a

los perros; tanto así, que incluso su saliva era considerada curativa y medicinal, esto debido a

que las personas tenían la convicción de que cuando los perros lamían las heridas de los

hombres, presuntamente, se aceleraba la cicatrización (Mark, 2019).

Los perros también fueron percibidos como divinidades por los antiguos persas. En su

artículo Los Perros en la Antigüedad, el escritor y profesor de filosofía Joshua J. Mark afirma

que:

El Avesta (escrituras zoroastrianas) contiene una sección conocida como el Vendidad


que se extiende en la descripción de los aspectos benéficos de los perros; en cómo
debían ser tratados, las sanciones para aquellos que abusaran de ellos, y cómo dicho
abuso —o, en caso contrario, el buen trato— afectaría el destino final de una persona en
el más allá. De hecho, se decía que los perros vigilaban el puente entre el mundo de los
vivos y el de los muertos; y el modo en que uno los tratara a lo largo de su vida, influía
en las probabilidades de alcanzar el paraíso (2019).
En el Antiguo Egipto se tenía una percepción muy similar a la de los persas sobre los perros.

Los canes eran asociados con el guardián de las tumbas y dios Anubis: una deidad que era

representada físicamente como un hombre corpulento con cabeza de perro, que tenía la labor

de llevar a las almas de los muertos hacia el Salón de la Verdad, para que se encontraran con

el dios Osiris (Mark, 2019).


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Para esta civilización los perros domesticados y los gatos eran tan importantes como los

seres humanos, pues eran vistos y cuidados como un integrante más de la familia. Tanto así,

que, tras su muerte, los dueños se rasuraban las cejas para simbolizar su desconsuelo y rendirles

tributo a sus animales fallecidos. Además, los perros usualmente eran sepultados junto a sus

amos para trascender con ellos al más allá. Incluso hay evidencia de pinturas en la tumba del

faraón Ramsés el Grande en donde se le ve con sus perros de caza (Mark, 2019).

En la antigua Grecia, el perro también tuvo una presencia muy importante en la sociedad,

la cultura y la religión. Asimismo, se le otorgaba el don de proteger a los seres humanos de los

males terrenales, las deidades malignas, e increíblemente, los desequilibrios mentales: que, en

aquella época, solían ser asociados a la presencia de demonios. En su artículo Representaciones

e Imaginarios Perrunos: Desde Grecia hasta la conquista de América (2011) Megumi

Andrade, hace referencia a Henry Davis en su “Enciclopedia Moderna del Perro”, donde el

autor señala que en la antigua Grecia: "Si alguien sospechaba que se estaba volviendo loco,

llevaba a un perro con él adondequiera que iba, con la creencia de que dicho animal evitaría

que el diablo perturbara su cerebro” (1965, p. 21).

Esta significación espiritual, también puede tener una connotación metafórica, que, al ser

analizada desde una perspectiva traída a la actualidad, se podría remitir a la idea del perro como

un ser sanador: que incluso, desde aquel entonces, poseía un don magnífico e infalible para

hacer sentir mejor al hombre, dotándolo de paz y cordura; a tal punto, de ser capaz de derrotar

a los demonios de su cabeza.

Ahora bien, existe un gran repertorio de evidencias que comprueban que, en la Antigua

Grecia, el perro era reconocido como una criatura fiel, noble y bondadosa, que poseía un

estrecho vínculo con su amo y no solo lo protegía, también, le demostraba su amor. Esta

representación se ve reflejada en el Canto XVII de la Odisea, el cual relata que Argos, perro
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del héroe Odiseo, es el único en reconocer a su amo cuando éste vuelve a su hogar disfrazado

de mendigo, luego de su travesía de 20 años.

Al entrar a su hogar, Odiseo no es reconocido por sus amigos y criados. Sin embargo, su

perro Argos, a pesar de estar descuidado, viejo y enfermizo, lo reconoce inmediatamente, se

levanta del lugar donde lo había estado esperando pacientemente durante dos décadas y mueve

la cola, eufórico. No obstante, Odiseo decide ignorarlo para ocultar su identidad de la

servidumbre, ante lo cual, el perro se deja caer nuevamente en su lecho, para morir

instantáneamente (Andrade, 2011). Así pues, la devoción del perro hacia su amo era percibida

como algo tan fuerte e inexplicable, que trascendía los esquemas sociales que caracterizaban

aquella época.

La naturaleza del perro y su rol en la sociedad, también fueron aspectos muy debatidos y

estudiados en la filosofía. En La República de Platón, el filósofo Sócrates argumenta que el

perro es un verdadero amante de la sabiduría, puesto que, para desencadenar su cólera o

conservarse manso, recurre a su conocimiento o desconocimiento de las personas y las

situaciones que lo rodean (Almandós, López, 2021).

En este orden de ideas, el perro es capaz de reconocer y distinguir entre familiares, amigos

y enemigos. De esta forma, responde apropiadamente, apelando siempre a su experiencia y

conocimiento de la verdad. Este aspecto es muy importante, ya que diferencia al can de los

seres humanos, quienes naturalmente tienden a confundirse (Almandós, López, 2021).

Por otro lado, en el libro Los Animales en la Historia y en la Cultura (2011), Morgado y

Rodríguez afirman que:

Pitágoras sostenía que los animales y los humanos estaban equipados con el mismo tipo
de alma, y que entre unos y otros se reencarnaban. Debido a esto, el pensador fue
vegetariano. (...) Mientras que filósofos como Plutarco, Plotino y Porfirio, han llegado
a desaconsejar su sacrificio para ser utilizados como alimento (p. 192).
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En Europa, se sabe que los perros fueron domesticados desde hace unos 18.000 a 32.000

años. En 1998, arqueólogos descubrieron y preservaron las huellas de un niño que caminaba

junto a un perro sobre la tierra de la cueva de Chauvet, en el sur de Francia. Estas huellas datan

de hace 26.000 años aproximadamente (Mark, 2019).

Por otro lado, es sabido que Inglaterra tiene un trayecto histórico en el que la protección de

los animales fue un factor fundamental que revolucionó a la sociedad. Esto se debió en gran

parte, al relacionamiento de las personas con ciertas razas de perros, que denotaban clase,

dinero y alcurnia. La convivencia con perros era una práctica muy habitual y valorada por los

ingleses.

En 1654 se emitió en Inglaterra por parte de los puritanos la Ordenanza Protectorado,


primera legislación sobre la crueldad de los animales, como paquete de reformas en pro
de la sobriedad y el temor hacia Dios: en virtud de esta Ley se prohibían los
lanzamientos y peleas de gallos y demás «deportes» donde se peleaban toros y perros,
y donde participaba toda la comunidad. (Morgado, Rodríguez, 2011, p. 192)
No obstante, esta política, no estaba muy enfocada en la protección de los animales,

simplemente fue utilizada como un medio estratégico de protesta y rebelión contra la Corona

y los terratenientes. Aún así, los protestantes ingleses que buscaban purificar la Iglesia de

Inglaterra de las prácticas católicas romanas, insistían en el deber que tenía el hombre de evitar

el sufrimiento de los animales, tal y como mandaban Dios y la Biblia (Morgado, Rodríguez,

2011).

En el contexto de la clase media durante la Inglaterra victoriana, el desarrollo agrícola,


el crecimiento económico, la expansión urbana y el cambio político transformaron la
relación hombres-animales. El alejamiento natural entre los hombres intensificó la
relación con sus mascotas. La normativa proteccionista siguió fructificando en el
ámbito legal británico. En 1822, y aprobada por el parlamento, nace la Ley Richard
Martin para prevenir el trato cruel hacia el ganado; golpear a perros, caballos, ovejas o
ganado se consideraba un delito (Morgado, Rodríguez, 2011, p. 194).
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En cuanto al origen del perro en América, existen diversas explicaciones referentes a su

procedencia, sin embargo, ninguna ha podido ser comprobada. En primera instancia, “existen

estudios genéticos que indican que el perro llegó a América con el Homo Sapiens por el

estrecho de Bering, hace aproximadamente 11.000 años” (Cientificamerican.com, 2015). Sin

embargo, muchos historiadores creen que estos animales llegaron al continente gracias a la

conquista española y fueron utilizados como un instrumento de tortura para someter a los

indígenas. Por otro lado, también existen escritos del primer y segundo viaje de Colón, en los

cuales se confirma la existencia de los perros prehispánicos y se describen las características

de los perros traídos por la conquista (Andrade, 2011).

Con base en estos relatos, los perros nativo-americanos eran muy diferentes a los canes

europeos, pues no contaban con una contextura corpulenta y tampoco eran feroces. De hecho,

eran seres pequeños e indefensos, que presuntamente, no ladraban y casi no se movían. Así

pues, los indígenas los domesticaban con mucha facilidad, tanto para ser de compañía como

para ser sacrificados en rituales y utilizados como alimento (Andrade, 2011).

No obstante, curiosamente, el perro también tuvo una connotación religiosa y espiritual muy

importante para las comunidades prehispánicas. En palabras de Megumi Andrade (2011):

En las tradiciones religiosas de algunos pueblos americanos la presencia de los perros


adquiere un rol preponderante. Se han conservado representaciones tales como
esculturas metálicas y cerámicas utilizadas para estos fines e incluso se ha constatado
su participación en sacrificios y rituales a determinados dioses; los aztecas, por ejemplo,
tenían la creencia de que los perros acompañaban a las almas de los muertos en el
mundo subterráneo (Andrade, 2011).
Una de las razas de perro más antiguas y reconocidas por su bagaje histórico y gran

importancia en América, es el mexicano Xoloitzcuintle. Se cree que estos perros acompañaron

a los primeros emigrantes de Asia hace al menos 3.500 años y evolucionaron hasta convertirse

en la raza que conocemos hoy en día. El nombre del Xoloitzcuintle nace a partir de la

conjugación de dos palabras de la antigua lengua de los aztecas: Xólotl, quien era el dios del
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ocaso y de la muerte, y itzcuintli, que significaba perro. Según los aztecas, este perro fue creado

y enviado por su deidad sagrada Xólotl, como un regalo para la comunidad, que tenía la misión

de proteger a los vivos y guiar las almas de los muertos a través del inframundo. Por lo tanto,

eran muy honrados y respetados (Nationalgeographic.es, 2017).

Del Antropocentrismo al Ecocentrismo

En la búsqueda constante de nuevas estrategias para mitigar el daño ecológico producido

por los seres humanos a lo largo de la historia, una nueva forma de percibir la relación hombre-

naturaleza se ha instaurado de forma rigurosa y reiterativa en nuestra sociedad actual,

apartándose completamente de la clásica visión antropocéntrica, basada en la concepción del

hombre como el centro de todas las cosas (Martínez y Porcelli, 2018). Esta nueva visión

ecocentrista, supone que la naturaleza y cada uno de los seres vivos que habitan en ella, poseen

un valor único e inherente, que debe ser respetado y enajenado de los usos invasivos que los

seres humanos pretendan darle para satisfacer sus necesidades físicas y materiales.

Esta corriente va muy de la mano con el biocentrismo, una filosofía moral, que también
reivindica el valor primordial de la vida y el cuidado de la naturaleza, como valores en
sí mismos. Estas líneas de pensamiento propician el reconocimiento de los derechos de
la naturaleza y de todos los seres vivientes y sintientes que habitan en ella, ya no como
cosas u objetos de apropiación o utilidad humana, sino como poblaciones, con
características propias que deben ser respetadas (Martínez y Porcelli, 2018, p. 1).
Estas teorías han influido a lo largo de la historia en diversos aspectos de la sociedad y la

jurisprudencia, como, por ejemplo, en la forma en que concebimos al dominio y la propiedad.

O también, la manera en que tratamos y reconocemos a los animales.

Con el pasar de los años, el perro ha atravesado diversas facetas, que lo han hecho

trascender, hasta convertirse en un miembro más de la sociedad hoy en día. En las

civilizaciones más antiguas el perro tuvo un rol espiritual, luego, pasó a tener una labor

exclusivamente utilitaria (era concebido como una herramienta más de trabajo) y, finalmente,
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logró ser reconocido como un ser vivo, pensante y sintiente, al cual se le adjudicaron múltiples

derechos.

Como se evidenció antes, esta gran transformación se remonta al principio de los siglos,

cuando el hombre tomó la decisión de introducir a los perros en su ambiente social y

deliberadamente empezó a cambiar sus comportamientos naturales. No obstante, el perro,

terminó por acceder a estas condiciones ajenas a su especie y se dejó domesticar. Esto, de forma

indirecta, creó un acuerdo entre el ser humano y el perro, en el que se pretendía que ellos nos

sirvieran a cambio de los cuidados más elementales: un techo bajo el que dormir y un plato de

comida.

Esta dinámica se evidenció en el trato general que se les dio a todos los animales por siglos.

Animales domésticos, salvajes, silvestres, de granja, en cautiverio, de entretenimiento, de

actividades culturales, de comercio, todos y cada uno de ellos, resultaron afectados a través de

diversas formas de maltrato sistemático, cometido y fomentado por los seres humanos, que

incluso, ocasionó la extinción de muchas especies.

Sin embargo, con el pasar de los años, el hombre evolucionó y poco a poco, comenzó a

tomar en consideración los intereses particulares de los animales. Es decir, llegó al punto en

que se percató de que este acuerdo entre el ser humano y el perro, o a grandes rasgos, entre el

ser humano y los animales, no estaba siendo justo y mucho menos digno.

Así pues, muchos movimientos de bienestar y protección animal comenzaron a surgir y se

consolidaron en los gobiernos y en las políticas públicas de varios países alrededor del mundo.

Esto llevó a una eventual reestructuración de las prioridades y de las responsabilidades

globales, en función de dignificar la calidad de vida de los animales.

• Reivindicación de los animales en el marco legal internacional


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Las responsabilidades y obligaciones del hombre para con los perros, empezaron a ser

reconsideradas y reformuladas a partir de 1822, en Reino Unido, con la Ley de Tratamiento

Cruel del Ganado, y más adelante, con la Ley de Crueldad contra los Animales de 1835. Con

el paso de los años estas leyes fueron derogadas por otras disposiciones normativas más

complejas, que finalmente, terminaron por convertirse en la Ley de Protección de los Animales

de 1911 (Perales, 2018).

Esta estricta disposición del Parlamento Británico castigaba la crueldad ejercida contra los

animales, sobre la base de la relación de propiedad de estos. Incluso, terminó por convertirse

en el modelo a seguir de muchos países de Centroeuropa que empezaron a optar por medidas

similares (Perales, 2018).

Cabe destacar la importante labor que tuvo la perrita espacial Laika, quien se convirtió en

un ícono de la cultura popular mundial, a causa de su terrible tragedia. Lo que el Gobierno

Soviético le hizo a este animal y a muchos otros canes, que también fueron utilizados como

objetos experimentales en la época de los 50 y 60, sobrepasó los límites de la crueldad y causó

indignación en la gente.

Aunque la Unión Soviética se esforzó en ocultar los verdaderos detalles sobre la misión

espacial de Laika, esta información terminó filtrándose y llegando a los oídos de la gente. Se

conoció que, durante el lanzamiento, las pulsaciones cardíacas de la perrita se situaron tres

veces por encima del ritmo natural que presentaría en estado de reposo. Además, la temperatura

de la cápsula donde estaba confinada superó los 40 grados centígrados. Esto provocó que su

corazón se detuviera como consecuencia del sobrecalentamiento de la cabina y del gran estrés

al que estaba siendo sometida (Bbc.com, 2017).

Después de esto, muchos grupos animalistas en Europa y otras partes del mundo, salieron a

marchar como un acto simbólico en memoria de Laika y en modo de protesta por los derechos

de los animales. Gracias a estos movimientos algunas leyes animalistas fueron sancionadas.
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Así pues, la repercusión de lo que sucedió con Laika y los perros espaciales de la URSS fue

mundial y no pasó desapercibido para nadie (2014):

Ya que músicos, escritores, cineastas, ilustradores y publicistas, entre otros, se


encargaron de inmortalizar a estos canes de todas las maneras posibles. Especialmente
se recuerda a Laika de muchas maneras, ya sea como una heroína, una mártir de la
ciencia o un símbolo de lucha contra la crueldad hacia los animales (González, p. 6).
En el continente americano, la cruda realidad que vivían los animales no estuvo muy alejada

de la que conmocionó a Europa. Ya que, debido a las constantes tensiones entre los gobiernos

de la Unión Soviética y Estados Unidos; este último también se apresuró a mandar al espacio

a una gran cantidad de monos, que perdieron su vida bajo las mismas condiciones tortuosas,

hasta el año 1961.

No obstante, este suceso también conllevó a la aprobación de la primera Ley de Bienestar

Animal en la nación norteamericana en el año 1967. Esta Ley estipulaba los derechos básicos

de los animales y las sanciones aplicables a los propietarios que no los contemplaran o

directamente los vulneraran. Además, incluyó diversas cláusulas que aseguraban la protección

de los animales empleados en investigaciones de laboratorio (Animallaw.info, 2010).

Ahora bien, en la Reunión sobre los Derechos del Animal celebrada en Londres, Inglaterra,

en el año 1977, se presentó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales: una

proclamación que fue aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,

la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1978, y, posteriormente, por la Organización de las

Naciones Unidas (ONU).

Este documento reconoce que todos los animales del mundo son seres de derechos: dignos,

de manera obligatoria, de la atención, de los cuidados y de la protección del hombre. Además,

enfatiza en que el desconocimiento y la subestimación de tales derechos, han conducido y

siguen conduciendo al hombre, a cometer crímenes de todo tipo contra la naturaleza y contra
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los animales. Siendo esta, la problemática principal que conllevó a la creación de este

manifiesto (Fundacion-affinity.org, s.f.).

Teniendo en cuenta los intereses propios de este trabajo, destacaré algunos de los artículos

más importantes de esta Declaración, que establecieron al animal como un miembro más de la

sociedad, que sirve al hombre, y así mismo, debe ser retribuido por el hombre con un trato justo

y un ambiente digno en el que vivir.

En este orden de ideas, el animal, al ser integrado en la sociedad, automáticamente, pasa a

estar protegido por el marco de la ley, y el hombre que lo acoja en su vida, debe estar sujeto a

cumplir diversas responsabilidades que garanticen su bienestar y respeten su condición natural

de animal.

El artículo 1 dice: “Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos

derechos a la existencia”, mientras que el apartado B del artículo 2 dice: “El hombre, en tanto

que especie animal, no puede atribuirse el derecho a exterminar a los otros animales o de

explotarlos violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio

de los animales” (Declaración Universal de los Derechos de los Animales, 1977).

Estos apartados son muy importantes, ya que ponen en manifiesto que el ser humano es un

animal y todos los animales somos seres de derechos. Con esto, se entiende que todos, seres

humanos y animales, estamos sujetos a los mismos derechos por el simple acto de existir. Esto

nos pone en igualdad de condiciones ante la vida y ante la ley a todos.

Ahora bien, el segundo artículo habla sobre el acuerdo entre ambas especies, en el que se

estipula que el hombre no puede solo atenerse a beneficiarse del animal o darle cualquier uso

que se le ocurra, ya que tiene la obligación de poner sus conocimientos de cuidado y protección

al servicio de este.

Por otro lado, el apartado A del artículo 5 dice: “Todo animal perteneciente a una especie

que viva tradicionalmente en el entorno del hombre, tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y
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en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie”, mientras que el artículo

7 dice: “Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e

intensidad de trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo” (Declaración Universal de

los Derechos de los Animales, 1977).

Estos apartados reconocen que la integración de los animales a nuestro ambiente social debe

acogerse a las condiciones de vida que el animal naturalmente tendría si estuviera en el suyo.

Es decir, el hombre tiene el deber de adaptar su entorno para que el animal pueda vivir y

coexistir plenamente en él, sin restringirse a actuar acorde a su especie.

Además, se reconoce que el animal ha sido convertido en un ser de trabajo, por lo cual, —

una vez más— debe verse beneficiado por el acuerdo ya mencionado, al no solo prestar sus

servicios, sino también recibir unas condiciones de vida y trabajo óptimas a cambio.

Por esta razón, el hombre debe asimilar su decisión de incluir a los animales en su

cotidianidad, llevando a cabo una serie de transformaciones en su entorno, que aseguren su

libertad y les permitan convivir con nosotros de la mejor manera.

Por otro lado, el apartado A del artículo 13 dice: “Las escenas de violencia en las cuales los

animales son víctimas deben ser prohibidas en el cine y en la televisión salvo si tienen como

fin el dar muestra de los atentados contra los derechos del animal” (Declaración Universal de

los Derechos de los Animales, 1977).

Esto demuestra que los animales comenzaron a verse inmiscuidos en otro ámbito muy

importante, diferente al social, político y laboral: fueron considerados en una industria cultural.

Aquí se puede evidenciar el gran impacto que tuvieron estos seres en el mundo, ya que su

presencia en algo tan masivo como el cine, solo era aceptada y valorada por la gente, si se les

representaba con respeto. De hecho, en la época de los 50 y 60 se popularizó una tendencia en

Europa y Estados Unidos, que consistía en darle protagonismo a los perros, tanto en comics,
22

como en películas y series de televisión, donde se les caracterizaba como héroes. De esta forma,

el público los concebía con cariño, admiración y respeto.

A partir de esto, se construyó toda una franquicia cinematográfica y comercial, alrededor

de perros, que transformaron la cultura universal y la industria del entretenimiento, como

Snoopy (1950), Rin Tin Tin (1954) y Lassie (1954), personajes que siguen cobrando gran

relevancia hoy en día.

Por otro lado, si se mostraba a los animales siendo vulnerados y maltratados, se generaba

una reacción de indignación y protesta. Estas situaciones solo podrían exhibirse en la gran

pantalla y en la televisión, en función de generar conciencia y consolidar la reivindicación de

sus derechos; una norma, que increíblemente, hasta el día de hoy se mantiene vigente en

muchos países del mundo.

Así pues, la Declaración Universal de los Derechos de los Animales generó la difusión y

reivindicación de estos, al transformarse y consolidarse en un movimiento de protección animal

a nivel mundial. A través de ella, muchos países de Europa y América transformaron su visión

sobre el rol de estos seres en la sociedad y desarrollaron sus propias regulaciones

gubernamentales con el propósito de protegerlos.

En 1987, se publicó el Convenio Europeo para la Protección de Animales de Compañía, un

tratado del Consejo de Europa para promover el bienestar de las mascotas y garantizar los

estándares fundamentales para su tenimiento y protección. Entró en vigor el 1 de mayo de 1992,

después de que cuatro países lo hubieran aprobado y acatado. No obstante, la integración al

tratado siempre estuvo abierta a todos los países del continente, sin importar su pertenencia al

Consejo, y actualmente se conserva de la misma manera (Boe.es, 2017).

Cabe destacar que:

Por aquel entonces, la iniciativa presentaba importantes avances, como la prohibición


de las mutilaciones estéticas en perros de compañía, como puede ser el corte de orejas
y cola en numerosas razas. También, regulaba la utilización de animales en actividades
23

recreativas. El texto determina que los animales solo pueden ser empleados en
actividades que no impliquen cualquier tipo de sufrimiento, dolor o riesgos a su salud.
Otra importante contribución del Convenio Europeo es que obliga a los gobiernos
centrales de los países que lo ratifican a tomar medidas concretas para combatir y
prevenir la sobrepoblación callejera (García, 2019).

Además, el documento también enfatiza en que todo aquel que decida ocuparse de un animal

de compañía deberá proporcionarle “alojamiento, cuidados y atención, que tengan en cuenta

sus necesidades etológicas, de conformidad con su especie y raza, (...) el alimento y agua que

requiera; oportunidades de ejercicio adecuadas y tomar todas las medidas razonables para

impedir que se escape” (Boes.es, 2017). Asimismo, reitera que nadie podrá abandonar a un

animal de compañía.

Gracias a todo esto, “desde la década de 80, muchos países del continente europeo han

venido modernizando sus leyes y normativas públicas para reforzar el combate al maltrato

animal, fomentar la adopción y la tenencia responsable, y viabilizar el control reproductivo de

las mascotas” (Gracia, 2019).

• Reivindicación de los animales en la religión católica

Está claro que la transformación ideológica que se dio alrededor del mundo en función de

proteger la naturaleza y dotar a los animales de derechos, al punto de situarlos en la sociedad

de manera ecuánime a los seres humanos, se dio, en mayor medida, a través de la normativa

pública de muchos países. Sin embargo, la religión también jugó un papel muy importante en

este paradigma evolucionista.

La iglesia católica hizo grandes esfuerzos en difundir este pensamiento con sus adeptos. En

la década de los años 90 el papa San Juan Pablo II (1920-2005) fue bastante reconocido por

sus estimaciones ambientalistas y animalistas. “En su primera encíclica, advirtió que el ser

humano parece “no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos
24

que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo”. Sucesivamente llamó a una conversión

ecológica global” (Laudato Sí’, 2015).

Además, también sostenía que los animales eran una creación divina y estaban “tan cerca

de Dios como lo están los humanos” (Romero, 2015). De hecho, el 14 de enero de 1990, en su

alocución dominical, publicada en L'Osservatore Romano, el santo papa causó gran

controversia al dar a entender que los animales también pertenecían al reino de los cielos y eran

hermanos de los seres humanos:

"Los animales poseen un soplo vital recibido de Dios", aseguró citando los Salmos 103
y 104, y reconociéndoles, por tanto, el 'alma sensitiva'. También proclamó que "Los
animales poseen un alma y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con
nuestros hermanos menores". Incluso, llegó a decir que todos los animales son “fruto
de la acción creadora del Espíritu Santo y merecen respeto” (Romero, 2015).

De nuevo, una convicción osada pero muy acertada, que puso en igualdad de derechos a los

seres humanos y a los animales, pero no exclusivamente ante la ley, sino ante los ojos de Dios.

Estas declaraciones le dieron la vuelta al mundo y fueron aplaudidas por muchos seguidores

del santo padre.

Monseñor Mario Canciani (1928-2007), teólogo, filósofo y biblista, fue muy reconocido en

varias partes del mundo, especialmente en Italia, por ser un sacerdote fervientemente

animalista. Canciani fue párroco de la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini de Roma, durante

muchos años y siempre “permitía y animaba a los fieles a que fueran a misa con sus perros,

gatos y demás animales de compañía. Además, él también afirmaba que los animales tienen

alma y que en el paraíso hay un lugar especial para ellos” (Romero, 2015).

Este sacerdote poco convencional se hizo muy conocido por ser el autor del controvertido

libro En el Arca de Noé: religiones y animales, un escrito progresista, muy alejado de la clásica

visión católica sobre la Biblia, que propone una nueva perspectiva, fundamentalmente
25

ecologista, de la misma. En este libro, afirma que “Jesús y los apóstoles eran vegetarianos y no

comieron el cordero pascual en la Santa Cena” (Díaz, 2011).

Al ser cuestionado sobre la base probatoria de sus afirmaciones, el padre Canciani aseguró

que:

La primera ley divino-natural se refiere al alimento específico de los hombres y


de los animales. Estos últimos no han sido creados como alimento de nadie: los
hombres deben comer frutos, hierbas, cereales, como afirma el Génesis. Y San
Jerónimo, en un libro poco conocido pero que es uno de los más importantes de
la Patrística, llamado Contra Iovinianum, sostiene que el permiso dado después
a Noé para que pudiera comer la carne es una interpolación en el texto sagrado,
agregado tardíamente en una época de escasa religiosidad (Díaz, 2011).

El padre Canciani fue muy reiterativo con que todo creyente, tiene la obligación de renovar

su percepción sobre los animales, ya que son dones del Dios Creador y la responsabilidad de

los hijos del señor es cuidar todo aquello que Dios nos ha entregado como don (Díaz, 2011).

También aseguró que en una traducción que Edmond S. Bordeaux realizó de los textos

araméicos del Evangelio de la Paz, encontrados en Qumram, Jesús dice:

El Padre Celestial ha dicho: Os doy toda clase de hierba que crece en el campo, todas
las legumbres y verduras que producen vuestros huertos y también toda fruta de
vuestras arboledas, para que os sirvan de alimentos; además, la leche de vuestros
animales y todos sus subproductos y derivados. Pero respetaréis la vida de esos
animales, no los mataréis, ni comeréis sus carnes ni su sangre, pues, así no quebrantaréis
la suprema Ley de No Matarás. (…) Pero el que mate un animal, aunque éste no lo
ataque y solo por el placer de matar, o por la carne, su piel o sus colmillos, éste sí que
quebranta la Suprema Ley de No Matarás (Capítulo XXIII 10-14) (Díaz, 2011).

Las ideologías del padre Canciani fueron objeto de debate para muchos. Sin embargo,

también cimentaron el desarrollo de diversos movimientos ecologistas y animalistas, a los que

se sumaron una gran cantidad de seguidores de la religión católica, que optaron por
26

desconceptuar las tradicionales festividades religiosas y culturales que atentan contra la

integridad de los animales.

Por otro lado, el papa Francisco se ha convertido en el mayor exponente religioso de la

actualidad en manifestar la importancia del cuidado de la naturaleza y los animales y —al igual

que su antecesor San Juan Pablo II—, en hacer un llamado hacia la “conversión ecológica”.

Todo esto, a través de su encíclica histórica Laudato Si’, publicada en 2015. En este manifiesto,

el sumo pontífice hace una profunda reflexión en torno al cuidado del planeta tierra.

Se divide en seis capítulos en los que aborda temas sociales, económicos y políticos

relacionados al daño ambiental que los seres humanos hemos causado durante años y defiende

de forma reiterativa y directa la naturaleza, la vida animal y las reformas ecológicas y

energéticas. Además, “realiza una crítica mordaz del consumismo y el desarrollo irresponsable

con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada para combatir la degradación

ambiental y el cambio climático” (Lobos, 2018).

Con relación a los animales, el sumo pontífice enfatiza en que los seres humanos no tenemos

derecho a “pensar en las distintas especies solo como eventuales «recursos» explotables,

olvidando que tienen un valor en sí mismas” (Laudato Si’, p. 28, 2015). También afirma que

el cuidado de los ecosistemas requiere de medidas cautelares más estrictas, que garanticen su

preservación. Pues hoy en día, las grandes corporaciones y constructoras ignoran el daño

ambiental que causan sus intervenciones, ya que solo se interesan en obtener un beneficio

económico rápido y fácil. Afectando así, a muchas especies que se ven obligadas a migrar y

eventualmente terminan extinguiéndose.

Asimismo, el papa Francisco también ahonda en su postura frente a las experimentaciones

científicas realizadas en animales, asegurando que:

Si bien el ser humano puede intervenir en vegetales y animales, y hacer uso de ellos
cuando es necesario para su vida, el Catecismo enseña que las experimentaciones con
27

animales sólo son legítimas «si se mantienen en límites razonables y contribuyen a


cuidar o salvar vidas humanas» (...) El poder humano tiene límites y «es contrario a la
dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus
vidas». Todo uso y experimentación «exige un respeto religioso de la integridad de la
creación» (Díaz, 2020).

Así las cosas, es certero afirmar que los animales han jugado un papel muy importante en

las transformaciones sociales, políticas, culturales y religiosas que se han dado a través del

tiempo, y que han terminado por modificar drásticamente la conciencia que el ser humano ha

ido formando de sí mismo y del entorno natural que lo rodea.

Pasamos de ser una sociedad netamente antropocentrista a ser una sociedad que le da más

relevancia al medio ambiente y lo pone como el centro de diversas transformaciones, de escala

global, que tienen el propósito de fortalecer su cuidado y asegurar su prevalencia.

Las pretensiones de los seres humanos siempre tuvieron que ver con ser el centro de las

cosas, lo cual, va muy acorde con nuestra naturaleza egocéntrica y oportunista. Un factor, que,

durante siglos, nos orientó a sucumbir ante cualquier chance de conseguir algún beneficio físico

y/o material, a través de los recursos que nos proveía la madre tierra. Claro está, sin importar

los riesgos en los que tuviéramos que incurrir para satisfacer este caprichoso deseo.

De esta forma, le causamos un gran daño a la naturaleza: infravaloramos la magnitud de su

existencia al atentar contra ella y, de paso, al atentar contra nosotros mismos. Ya que, sin

naturaleza, sin animales y sin recursos ecológicos, la especie humana no puede existir. Después

de todo, nos dimos cuenta de que nunca fuimos el centro de las cosas, la naturaleza y los

animales que habitan en ella sí.

Es claro que todos los días aparecen cada vez más iniciativas novedosas para promover el

cuidado del planeta, reivindicar los derechos de los animales y reforzar la tenencia responsable

de los mismos. Estas dinámicas nos han hecho repensar y reestructurar muchos ámbitos de

nuestras vidas y le han dado paso a diversos conceptos que antes no eran tenidos en cuenta o
28

que sencillamente se desconocían. Conceptos, que hoy en día, están acelerando la integración

de los animales de compañía en la sociedad y en la familia.

LA RELACIÓN DE LOS DE BOGOTANOS CON LOS PERROS DE COMPAÑÍA

DURANTE LA PANDEMIA DEL COVID-19

Los animales en el marco legal colombiano

Al igual que en el resto del mundo, los animales también han sido objeto de debate en la

sociedad colombiana durante muchos años. Se han convertido en la razón de ser de diversas

transformaciones políticas y socioeconómicas, que los han consolidado como protagonistas de

muchos ámbitos del país: la familia, el comercio, e incluso, las regulaciones normativas y las

leyes.

No obstante, para que se dieran estos cambios tan importantes en un país subdesarrollado,

con problemáticas tan urgentes, tuvo que darse un proceso de readaptación social y

reivindicación del rol de los animales, que tardó en consolidarse, pero que hoy en día, se asume

con empeño.

Teniendo en cuenta que esta investigación se lleva a cabo en Bogotá, Colombia, es

importante retomar el contexto sociopolítico de los animales en el país, ya que esto permitirá

una conceptualización más clara de las dinámicas que se dieron en la relación de los bogotanos

y los perros de compañía durante la pandemia del COVID-19.

En el ordenamiento jurídico colombiano existen normas dedicadas a satisfacer

efectivamente las necesidades de los animales (Posada, Posada, 2011):

Consagradas en la Ley 5ª de 1972 “Por la cual se provee a la fundación y


funcionamiento de Juntas Defensoras de Animales”; la Ley 84 de 1989 “Por la cual se
adopta el Estatuto Nacional de Protección de los Animales, se crean unas
29

contravenciones y se regula lo referente a su procedimiento y competencia”; y la Ley


746 de 2002 “Por la cual se regula la tenencia y registro de perros potencialmente
peligrosos” (P. 61).
Es preciso decir que la Ley 84 de 1989, es la norma que cobra más relevancia en la apertura

que tuvo el país al empezar a considerar a los animales como seres sintientes y a sancionar

conductas de crueldad y de maltrato animal. Además, fue la primera que estableció de forma

clara los deberes de los ciudadanos para con estos seres, específicamente en el Artículo 2º, el

cual dispone:

Prevenir y tratar el dolor y el sufrimiento de los animales; Promover la salud y el


bienestar de los animales, asegurándoles higiene, sanidad y condiciones apropiadas de
existencia; Erradicar y sancionar el maltrato y los actos de crueldad para con los
animales; Desarrollar programas educativos a través de medios de comunicación del
estado y de los establecimientos de educación oficial y privados, que promuevan el
respeto y el cuidado de los animales, y, por último, desarrollar medidas efectivas para
la preservación de la fauna silvestre (Ley 84 del 27 de diciembre de 1989).
Sin embargo, más adelante, con Ley 1774 de 2016, la Corte Constitucional dispuso que los

animales son bienes muebles para efectos de comercialización y de propiedad de las personas

que los tienen, pero, para efectos de trato, son catalogados como seres sintientes (RCN Radio,

2016). El artículo 1° de dicha Ley estableció que:

Los animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra
el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los
humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican como punibles algunas conductas
relacionadas con el maltrato a los animales, y se establece un procedimiento
sancionatorio de carácter policivo y judicial (Ley 1774 del 6 de enero de 2016).
Además, esta Ley también cumplió la labor de explicitar por primera vez los deberes de un

tenedor para con su animal de compañía. El artículo 3° constata que:

a) El trato a los animales se basa en el respeto, la solidaridad, la compasión, la ética, la


justicia, el cuidado, la prevención del sufrimiento, la erradicación del cautiverio y el
abandono, así como de cualquier forma de abuso, maltrato, violencia, y trato cruel.
30

b) En el cuidado de los animales, el responsable o tenedor de ellos asegurará como


mínimo:
1. Que no sufran hambre ni sed
2. Que no sufran injustificadamente malestar físico ni dolor
3. Que no les sean provocadas enfermedades por negligencia o descuido
4. Que no sean sometidos a condiciones de miedo ni estrés
5. Que puedan manifestar su comportamiento natural (Ley 1774 del 6 de enero de 2016)
Por otro lado, es importante destacar que el artículo 5º de esta Ley adicionó al Código Penal

Colombiano un nuevo título, el XI-A: DE LOS DELITOS CONTRA LOS ANIMALES, en el cual

se estipulan las sanciones penales a los delitos contra la vida y la integridad física y emocional

de los animales. En este orden de ideas, podría argumentarse que:

Los animales son considerados sujetos de Derecho, al menos, por el ordenamiento


jurídico penal colombiano, que no se limitó a incluir los intereses colectivos e
individuales de los ciudadanos, sino que también incluyó los intereses particulares de
los animales. De esta manera, pasamos de tener una concepción del animal como un
instrumento para satisfacer los intereses humanos, a la de un ser considerado como fin
en sí mismo, protegido por el Derecho Institucional (Contreras, 2016).
Así las cosas, es interesante analizar la forma en que el país ha venido integrando a los

animales en el marco de la Ley, no solamente en función de protegerlos, sino para ponerlos en

igualdad de condiciones a los ciudadanos, al catalogarlos seres sintientes con derechos que

deben ser respetados.

Es certero que “las capacidades de sufrimiento, de goce y de felicidad, son determinantes

para atribuir a un ser vivo el derecho a una consideración igual” (Singer, 1975, p. 4). Y después

de muchos años en los que no se les atribuyeron estas particularidades y su dignidad animal

fue vulnerada, finalmente, la sociedad logró reconocerlos como semejantes.

En su libro, Liberación Animal, Peter Singer afirma que:

Si un ser sufre no puede haber ninguna justificación moral para negarse a tomar en
consideración este sufrimiento. El principio de igualdad requiere, independientemente
de la naturaleza del ser que sufra, que su sufrimiento cuente tanto como otro igual.
31

Cuando un ser carece de la capacidad de sufrir, o la de disfrutar o ser feliz, no hay nada
que tener en cuenta. Por lo tanto, la sensibilidad (entendiendo este término como una
simplificación conveniente, aunque no estrictamente adecuada, para referirnos a la
capacidad de sufrir y/o disfrutar) es el único límite defendible a la hora de sentirnos
involucrados en los intereses de los demás (1975, p.5).
Por otro lado, en 2019 se estableció que una política pública nacional de Protección y

Bienestar de Animales Domésticos y Silvestres se adoptaría en un plazo de seis meses. Sin

embargo, ya que el Gobierno Nacional incumplió el plazo que tenía para la expedición de esta

Ley y evidenció un retraso de 22 meses a octubre de 2021, el Tribunal de Cundinamarca ordenó

que las entidades encargadas elaboren esta política en un plazo máximo de tres meses.

Dicha política fue incluida en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, con el propósito

de:

Establecer los lineamientos en materia de bienestar de animales de granja, animales en


situación de calle, animales maltratados y especies silvestres objeto de tráfico ilegal,
entre otros. Esto, buscando promover la tenencia responsable, las campañas de
esterilización, la creación de centros territoriales de bienestar, rehabilitación y
asistencia integral de fauna doméstica y silvestre. (...) La inclusión de estos temas como
una prioridad dentro del Plan del Gobierno sienta las bases para la articulación
interinstitucional y de cooperación entre entidades públicas y organizaciones de la
sociedad civil y demuestra que el país está avanzando hacia un escenario de solidaridad
y convivencia armónica y respetuosa con todas las especies (Dnp.gov. 2019).
Gloria Alonso, directora del Departamento Nacional de Planeación (DNP) sostuvo que esta

política pública surge a partir de la necesidad de “declarar de interés nacional la protección de

los animales domésticos y silvestres, contra todo acto de crueldad, causado o propiciado por

los seres humanos, y promover la participación de la sociedad en la adopción de medidas que

aseguren su protección” (Dnp.gov, 2019).

Con este panorama, es factible reconocer que los intereses de los animales, indudablemente,

se volvieron fundamentales para la sociedad colombiana. Sin embargo, esta transición no se

dio solamente a través de la Ley, sino también, a través de diversos mecanismos de protección
32

como instituciones gubernamentales, confederaciones y alianzas, que fueron creadas

exclusivamente para hacer valer sus derechos, como los de cualquier otro civil.

Así las cosas, “con el propósito de garantizar una respuesta oportuna y eficiente en las

investigaciones por denuncias relacionadas con el delito de maltrato animal, en 2019 la Fiscalía

General de la Nación creó el Grupo Especial para la Lucha Contra el Maltrato Animal

(GELMA)” (Fiscalia.gov, 2019).

Este equipo competente, integrado por 38 Fiscales a nivel nacional, 38 investigadores


del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) y 44 agentes de la Policía Nacional, se
instauró con el fin de canalizar las más de 2.000 denuncias que se habían recibido en
aquella época desde la vigencia de la Ley de Maltrato Animal (Ley 1774 de 2016), y
para controlar los delitos que empezaran a ser denunciados después de su apertura
(Fiscalia.gov, 2019).
Por otro lado, en 2016, en el marco de la Ley 1774 de 2016 y bajo la administración del
exalcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, se inauguró el primer Instituto Distrital de Protección
y Bienestar Animal (IDPYBA) del país y el único en Latinoamérica.
Esta entidad pública se encarga de la protección y el bienestar animal, a través de la
formulación, implementación, seguimiento y evaluación de políticas públicas
sectoriales e intersectoriales. Sus objetivos principales son proteger la vida de los
animales, ser garantes del trato digno hacia los mismos y generar e impulsar procesos
ciudadanos innovadores de transformación cultural, mediante la promoción de prácticas
de relacionamiento humano - animal (Proteccionanimalbogota.gov, s.f.).
El instituto creó el Escuadrón Anticrueldad, un programa conformado por profesionales

voluntarios, que rescatan a los animales que sufren maltrato en la capital, al responder de

manera oportuna el llamado diario de personas que denuncian este tipo de delitos. “Su misión

es atender cualquiera de las seis formas de crueldad animal establecidas por la Ley colombiana:

negligencia, sobreexplotación, abandono, maltrato físico, abuso sexual, y maltrato emocional”

(Bogota.gov).

De acuerdo con el sitio web oficial de la ciudad de Bogotá:


33

El Escuadrón está conformado por diez médicos veterinarios, un abogado y un líder,


profesionales, que cuentan con un criterio amplio y suficiente para emitir conceptos
técnicos de bienestar y con conocimientos de la normatividad vigente en Protección y
Bienestar Animal. Por medio de visitas, los especialistas analizan el bienestar, la
nutrición, la salud, los espacios y el comportamiento del animal. Y dependiendo de los
resultados de sus visitas, emiten un concepto favorable o desfavorable, o sugieren al
tenedor un plan de mejoramiento. Llegado el caso de que el concepto sea desfavorable,
están autorizados a llevar a cabo un procedimiento de aprehensión material preventiva,
que se solicita a la autoridad competente, según lo dicta la Ley 1774 de 2016
(Bogota.gov).
Según el IDPYBA, la labor y presencia del Escuadrón Anticrueldad es fundamental para

dar garantías del cumplimiento de la Ley Animal, ya que, a pesar de sus esfuerzos, actualmente

las cifras reportadas por el instituto siguen sin ser alentadoras:

Al corte del 12 de julio de 2021, se han recibido 711 reportes a través de la línea contra
el maltrato animal de la entidad; de esta cifra solo el 27.8% corresponden a presunto
maltrato animal, el otro 72.19% pertenece a reportes fallidos, ya sea porque no hay
evidencias claras del presunto maltrato, no se encuentra en la ciudad de Bogotá o no se
tipifica como maltrato animal (Bogota.gov).
En este orden de ideas, la administración distrital ha optado por enfocarse en diseñar y

difundir diversas estrategias de concientización sobre el cuidado animal y de visibilización y

contacto en relación con las entidades competentes, para que los ciudadanos, no atenten contra

la dignidad de los animales y, asimismo, dispongan de los servicios que ofrece el equipo y el

Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal de manera eficiente.

Una de estas iniciativas, también promovidas a través del IDPYBA, consistió en la creación

del Centro de Atención Jurídica para la Protección y Bienestar Animal, “donde los bogotanos

pueden acudir, no solo para obtener información sobre derechos y deberes relacionados con los

animales, sino tramitar peticiones, quejas y denuncias particulares con el fin de lograr su

resolución” (Bogota.gov). La entidad dispone de estudiantes universitarios de último año de


34

las facultades de derecho de varias universidades, que, a su vez, son supervisados por expertos

del instituto.

Este servicio aparte de complementar y potencializar la labor que el instituto ya viene

realizando, se concentra en remediar el desconocimiento que tienen los ciudadanos respecto al

bienestar y la protección de los animales y las mascotas. Según Yuly Castro, jefe de Oficina

Asesora Jurídica del Instituto Distrital de Bienestar y Protección Animal:

El Centro de Atención Jurídica surge de la necesidad que tiene la ciudadanía de


encontrar un aliado institucional que resuelva integralmente sus inquietudes y
conflictos relacionados con el bienestar y la protección animal. A través del Centro se
fortalecerá la atención entre el Distrito y la academia. En el desarrollo de este proyecto
los estudiantes serán agentes claves para la difusión y apropiación de conocimientos,
herramientas jurídicas y socioculturales, que les permitan promover alternativas y
respuestas asertivas para la eliminación de cualquier forma de maltrato animal
(Bogota.gov).
La anterior revisión de esta larga trayectoria demuestra que Colombia ha incurrido en

diversos mecanismos de protección animal que deberían concordar con la percepción y el trato

de los ciudadanos para con estos estos seres. Sin embargo, la realidad es muy distinta. A pesar

de los esfuerzos por generar conciencia frente al maltrato y el abandono animal, estas prácticas

son muy comunes en Colombia. “Aunque no existe una cifra oficial, según estimaciones del

Departamento Nacional de Planeación, en las calles de Bogotá, Cartagena, Medellín y Cali

pueden estar deambulando cerca de dos millones de perros y gatos” (Radionacional.co, 2021).

Sin duda alguna, este es un panorama muy desalentador. Pero lo más preocupante es que en

el marco de la pandemia del COVID-19, las cifras de abandono de animales de compañía se

incrementaron de forma acelerada. Sobre todo, en la capital colombiana. Lo cual, me lleva a

analizar los factores más importantes de esta situación crítica en el siguiente capítulo.
35

Consecuencias biológicas y sociales de la pandemia y su influencia en el abandono de

animales de compañía

Desde que comenzó la pandemia del COVID-19, “en Cundinamarca se han abandonado

más de 12.000 mascotas y el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, reportó que

durante el año 2020 fueron registrados 29.419 incidentes relacionados con animales y más de

10.000 casos se trataban de maltrato” (Rcnradio.com, 2021).

Bogotá, a pesar de ser el centro de las instituciones públicas y las fundaciones sin ánimo de

lucro para el cuidado y la protección animal, resulta ser una ciudad en la que aún hay índices

de maltrato animal muy elevados que se han ido incrementando a través del tiempo. En el

marco de la pandemia, resultó siendo la ciudad con más casos de abandono y maltrato animal

del país. Las consecuencias de la pandemia del coronavirus a nivel socioeconómico tuvieron

mucho que ver con el incremento de estos casos.

En primera instancia, quiero tratar el panorama económico que perjudicó a los residentes de

Bogotá durante la pandemia. La población colombiana siempre se ha caracterizado por sus

índices de desigualdad y pobreza, los cuales afectan la calidad de vida y las prioridades de sus

habitantes.

Indudablemente, la medida de bioseguridad dispuesta por el Gobierno Nacional al declarar

un confinamiento masivo durante la pandemia causó un gran impacto de recesión en las fuentes

y actividades que mantienen a flote la economía del país. Lo cual generó, sistemáticamente,

que las tasas de desempleo y de pobreza también se incrementaran (Del Llano, Durán, Lanz,

Peraza, 2020).

De acuerdo con Del Llano, et al, en Solidaridad en la pandemia del Covid- 19: Un estudio

exploratorio en Bogotá, Colombia (2020):

Tanto los grandes sectores de la economía (turismo, restaurantes, tiendas mayoritarias),


como los pequeños negocios, emprendimientos y ventas informales se han visto
36

afectados. (…) A través de un estudio transversal realizado a la población colombiana


se encontró que el 32% de la muestra participante señaló no tener una fuente de ingreso
desde que llegó la pandemia al país. Adicionalmente, el 81% de los encuestados
manifestaron temor y preocupación frente al futuro debido a la recesión económica. A
esta preocupación se suman aquellas personas que actualmente se encuentran
desempleadas (28%) o no cuentan con un fondo de ahorros (85%); y aquellos
trabajadores informales, cuyo sustento depende del día a día (58%) (Cifuentes
Avellaneda, et al., 2020) (P 26).
Así las cosas, es de esperarse que los bogotanos que tenían un perro o algún otro animal de

compañía optaran por abandonarlo durante esta época debido a la falta de dinero para cubrir su

manutención. Sin embargo, esta situación no justifica la desconcertante manera en que

ejecutaron esta medida, ya que, como se mencionó antes, existen muchas opciones a las que

acudir cuando no se puede tener a un animal en el hogar. Esto demuestra que en la ciudad existe

un gran desconocimiento respecto a los deberes y las responsabilidades de los tenedores para

con sus animales de compañía. Además de una evidente falta de sensibilidad con relación a sus

sentimientos y su calidad de vida.

Otra consecuencia de la pandemia que perjudicó directamente a los animales de compañía

fue la desinformación de los ciudadanos respecto a la correcta implementación de las medidas

de bioseguridad para prevenir el contagio propio y colectivo. Durante los primeros meses de la

pandemia surgió el rumor de que los animales propagaban el coronavirus, lo cual, causó pánico

en la gente y provocó que muchos tenedores optaran por abandonar a sus mascotas en la calle.

Incluso, muchas personas llegaron al extremo de envenenar a los animales.

En abril de 2020 la organización Hada Caninos denunció a través de las redes sociales el

envenenamiento masivo de 70 perros en el barrio San Luis de la localidad de Chapinero (El

Tiempo, 2020) Mientras que, en diciembre del mismo año, la comunidad del barrio Limonar,

en el municipio de Soacha, Cundinamarca, denunció el asesinato de 37 perros por golpes y

envenenamiento (Rcnradio.com, 2020).


37

Durante ese año, más de 200 animales entre perros y gatos ingresaron al área de urgencias

del Instituto Distrital de Protección Animal por total abandono. Además, se evidenció un

drástico incremento en las llamadas a la línea 123, a través de la cual la ciudadanía reportó

diversos casos de maltrato y abandono animal (Bogotá.gov, 2020).

En su momento, Mauricio González, veterinario del Instituto, manifestó que:

Las causas de abandono se deben a que las comunidades están pensando que los
animales de compañía son transmisores del Coronavirus y a que la situación económica
actual no les permite mantener el sustento que estos seres de cuatro patas necesitan
(Bogotá.gov, s.f.).
Cabe destacar que tanto el Instituto de Protección y Bienestar Animal de Bogotá como la

Organización Mundial de la Salud (OMS), han declarado en varias ocasiones que ni los perros

ni los gatos pueden contagiar el COVID-19. Sin embargo, durante gran parte de la pandemia

muchas personas se han encargado de afirmar y difundir erróneamente lo contrario

(Bogotá.gov, s.f.).

Ante esta terrible situación, “la Alcaldía de Bogotá hizo un llamado a las familias para que

no abandonen a los animales, en especial aquellas que habitan en las localidades de Ciudad

Bolívar, Usme, Tunjuelito, Bosa y Kennedy, donde más se han reportado estos casos”

(Bogotá.gov, s.f.).

Además, la Organización Panamericana de la Salud publicó un comunicado titulado La

Covid-19: comunicado conjunto sobre el nuevo Coronavirus y los perros y gatos para levantar

conciencia a nivel mundial sobre el cuidado de los animales y desmentir que fuesen una fuente

de propagación o contagio. En el documento, la institución rechaza completamente la adopción

de cualquier medida en contra de la integridad física y psicológica de los animales, afirmando

lo siguiente:

Los animales de compañía no son una amenaza durante la pandemia del nuevo
coronavirus. (…) El abandono de perros y gatos es inadmisible, y no es, bajo ningún
concepto, la solución a la pandemia del COVID-19. Tampoco lo es el sacrificio de
38

animales. Esta pandemia no es, ni puede llegar a usarse, bajo ningún concepto, como
una justificación para practicar la matanza despiadada de animales (s.f).

Influencia de los animales de compañía en el estado físico y emocional de los tenedores

durante la pandemia

La pandemia del COVID-19 constituye una emergencia sanitaria global, con un elevado

impacto en la salud física, emocional y mental de las personas. Mientras que el establecimiento

de un periodo de cuarentena puede constituir una medida estricta, pero muy efectiva, en

salvaguardar vidas, el acoplo a la medida trae consigo un importante costo desde el punto de

vista psicológico (a corto, mediano y largo plazo), que eventualmente termina manifestándose

en diversos comportamientos, sentimientos y pensamientos, a los que bajo un contexto

cotidiano o normal (entendiendo este término como todo aquello que se halla en su estado

natural) las personas probablemente no acudirían (Broche, Fernández, Reyes, 2020).

Cabe resaltar que utilizo el término “acudir”, ya que todo ser humano siempre está sujeto a

experimentar las sensaciones que describiré. Sin embargo, bajo un contexto tan específico y

agobiante como una pandemia, diversos estudios científicos han comprobado que las personas

tienden a optar voluntariamente por estas emociones como un mecanismo de adaptación y

enfrentamiento.

En la actualidad, existe bastante evidencia sobre las emociones más frecuentes durante la

pandemia del COVID-19. “Se ha reportado que la primera reacción emocional de las personas

ha sido el miedo junto con la incertidumbre (Shigemura, Ursano, Morganstein, Kurosawa, &

Benedek, 2020)” (Vera, 2020, p. 14).

También, es común que aparezcan reacciones de angustia, ira y posterior miedo


extremo a la enfermedad; que terminan desencadenando trastornos de ansiedad y
depresión. Asimismo, estas últimas dos reacciones generalmente provocan un aumento
en el consumo de la comida. Con respecto al efecto específico de la cuarentena se han
39

reportado efectos psicológicos, como la ira y síntomas de estrés postraumático (Brooks


et al., 2020). Además, las condiciones extremas del confinamiento por el COVID-19,
también han ocasionado un aumento de la conducta agresiva, tanto en animales como
en seres humanos, que han sido restringidos de su libertad (Vera, 2020, pp. 13-14).
De acuerdo con Del Llano:

Otros factores como el miedo a infectarse o a infectar a otros, sentimientos de


frustración por los cambios sociales, aburrimiento debido al aislamiento, temor y estrés
asociado a no poder cubrir las necesidades básicas del hogar por disminución o pérdida
de los ingresos, y la reducción del contacto social con otros, también han influido
significativamente en el bienestar psicológico de las personas (Del Llano, et al, 2020,
p. 27).
Sin embargo, es en este contexto tan abrumador y desesperante, en el que los animales de

compañía entran a jugar un papel sumamente importante en la vida de sus tenedores. En febrero

de 2021, National Geographic publicó un artículo titulado Mascotas y pandemia: los animales

son un gran sostén para sus dueños, pero ¿cómo los afecta?”, en el cual se exponen varios

estudios realizados por un grupo de investigadores sobre las consecuencias de la pandemia en

la vida de los tenedores y los animales de compañía.

En este se menciona que, en abril de 2020, Jon Bowen, especialista en comportamiento, del

Royal Veterinary College de Londres, encuestó a 1.297 dueños de perros y gatos en España

sobre del vínculo que tenían con sus animales de compañía y el comportamiento de sus

animales:

La mayoría de los dueños afirmaron que sus mascotas habían sido un “apoyo
fundamental” durante la pandemia, pero el 62% de los encuestados sostuvo que la
calidad de vida de su mascota había disminuido. Un 41% también informó haber
observado cambios de comportamiento en sus animales durante la pandemia, sobre todo
en aquellos perros que ya habían tenido problemas de comportamiento en el pasado
(National Geographic, 2021).
Respecto a estos resultados tan alarmantes, Bowen enfatizó en que estaban relacionados

específicamente al acoplamiento de los canes y aseguró que “según varias investigaciones, los
40

perros tienen emociones y pueden absorber lo que sienten sus dueños, en especial si el dueño

depende emocionalmente de ellos” (National Geographic, 2021).

En este orden de ideas, se podría afirmar que en general, los perros y los animales de

compañía han sido un gran soporte emocional para sus tenedores durante la pandemia. Sin

embargo, como se ha mencionado antes, estos seres sintientes, dependen exclusivamente de la

calidad de vida que los seres humanos les proporcionemos.

Así pues, si su ritmo de vida se ve afectado al cambiar drásticamente durante esta época,

sus emociones también tenderán a desequilibrarse tal y como las nuestras. Lo cual puede

desencadenar comportamientos histriónicos, como ladrar más, tener ataques de hiperactividad,

e incluso, llegar a morder involuntariamente.

Por consiguiente, es fundamental que los tenedores se aseguren de ser comprensivos con sus

animales de compañía y adquieran hábitos sanos, que les ayuden a adaptarse de forma positiva.

En el caso de los perros, es muy importante sacarlos a pasear más, alimentarlos en horas

establecidas, incentivar su buen comportamiento con snacks y jugar con ellos en casa. Todas

estas actividades facilitan la convivencia y el estado anímico de ambos (tenedores y perros de

compañía) durante la pandemia.

Por otro lado, Elena Ratschen, profesora de la Universidad de York de Inglaterra, “realizó

una encuesta a 5.926 personas en el Reino Unido en la que indagó sobre la salud mental, el

bienestar y aislamiento durante la pandemia, así como sobre el vínculo afectivo de los tenedores

con sus mascotas” (National Geographic, 2021).

La investigación determinó que los animales de compañía han mejorado la calidad de vida

de la mayoría de los encuestados, al ser su principal apoyo emocional y generarles optimismo

frente a las circunstancias:

Los encuestados afirmaron que sus mascotas “eran una fuente importante de contención
emocional”. (…) Las personas que normalmente eran más susceptibles a problemas de
salud mental respondieron que los vínculos con su mascota se habían consolidado desde
41

el inicio de la pandemia. Además, los dueños de mascotas en general expresaron que


ahora se sienten menos solos y aislados. Esto se explica porque las mascotas tienen un
“efecto amortiguador": si bien no pueden reemplazar nuestras interacciones sociales
con otros humanos, son capaces de llenar ese vacío (National Geographic, 2021).
En este orden de ideas, los animales de compañía son fundamentales para atenuar el efecto

negativo del aislamiento social y los periodos de cuarentena que se han establecido. Ya que

proporcionan una compañía incondicional, en una época donde la soledad se ha vuelto un factor

predominante para muchas personas alrededor del mundo.

Bogotá no ha sido la excepción. A pesar de las cifras de maltrato y abandono ya

mencionadas, “paradójicamente, durante la cuarentena también han aumentado las solicitudes

virtuales de adopción de animales, el Instituto Distrital de Bienestar y Protección Animal ha

recibido más de 3.000 solicitudes y a la fecha, más de 100 perros y gatos han sido entregados

a familias dispuestas a brindar amor a estos animales” (Castiblanco, s.f.).

La razón principal del aumento de esta medida está relacionada con que muchas familias

están aprovechando la oportunidad de poder estar en el hogar, a causa del confinamiento y las

nuevas dinámicas de teletrabajo y estudio virtual, para dedicarle tiempo a un animal de

compañía.

Además, esta inclinación también tiene mucho que ver con que los potenciales tenedores

aspiran a obtener a un ser de apoyo que les amenice el día a día. Está comprobado que

interactuar con un perro o gato, “incrementa la producción y los niveles de oxitocina, la

hormona responsable de los sentimientos de confianza y amor. Esto genera un estímulo de

tranquilidad que reduce el estrés y por tanto ayuda visiblemente a la mejora del estado de

ánimo” (Castiblanco, s.f.). Sin duda alguna, tener un animal de compañía es una excelente

opción para obtener una mejoría en diversas áreas de la vida.

Por último, los animales de compañía también han influido positivamente en el incremento

de las actividades físicas de las personas. Los primeros meses del confinamiento fueron lo más
42

estrictos y el gobierno colombiano dispuso que la gente solo podía salir para abastecerse de

comida e insumos básicos y para sacar a pasear a sus perros por 20 minutos.

Ante esto, muchos ciudadanos optaron por llevar al parque a sus perros con más frecuencia,

ya que esto les daba una excusa para despejarse, interactuar brevemente con otras personas,

hacer ejercicio y poder cumplir otras diligencias. Además, en el caso específico de los

bogotanos, hubo una dinámica muy frecuente en distintos barrios de la ciudad, que consistía

en que las personas se prestaban a sus perros para poder salir a la calle más veces de las

establecidas.

Así las cosas, los animales de compañía resultaron influyendo positivamente en las vidas de

los tenedores durante la pandemia del COVID-19, al reducir el estrés de las rutinas diarias,

ayudar a canalizar las emociones negativas en actividades positivas relacionadas a ellos y

potenciar el contacto social y las salidas a la calle.

Los perros como actores sociales en las familias multiespecie durante la pandemia

Como se evidenció en la primera parte de este trabajo, los perros y los gatos fueron

representados como criaturas espirituales y deidades en diferentes momentos históricos de la

cultura occidental. Durante los siglos XIX y XX fueron vistos como herramientas de trabajo,

servían para la protección, el rescate y las investigaciones experimentales.

Hoy en día estos animales han sido integrados en diversas áreas de la sociedad, pero de una

forma completamente diferente, ya que no solo se les reconoce como mascotas o animales de

compañía, sino que, en muchos casos, son concebidos como integrantes de las familias.

La tenencia de perros y gatos es una tendencia que se mantiene en constante crecimiento en

las principales ciudades del mundo, debido a diversos cambios demográficos, culturales y

sociales. El aumento de la población humana, la urbanización, la soledad, el crecimiento de los


43

estándares de vida, la disminución en el tamaño de la familia, son, entre otros, factores que

explican este comportamiento (Acero, 2019, p. 161).

La empresa de investigación de mercados y consultoría en estrategia BrandStrat realizó un

estudio en alianza con Offerwise en 2019, en el cual se concluyó que Bogotá, Medellín y Cali

son las ciudades de mayor tenencia de perros y gatos en Colombia. Los analistas indicaron que

“la tenencia de mascotas presenta un comportamiento homogéneo en la mayoría de las ciudades

estudiadas, rondando entre 61% y 69%, a excepción de Bucaramanga que su tenencia de

mascotas es de 40%” (Guevara, 2019).

Figura 1

Tenencia de mascotas en los hogares de Colombia 2019.

Nota. La figura muestra los porcentajes de tenencia de perros y gatos en los hogares de 8

ciudades principales de Colombia. Fuente: La República (2019).


44

Por otro lado, los resultados entregados por las consultoras también confiaron que:

Los hogares donde hay hijos, son más susceptibles de tener mascotas. De hecho, de los
hogares encuestados que reportaron tener hijos, 67% dijo que tiene una mascota y 33%
contestó negativamente la consulta. Por el contrario, de los hogares encuestados que
dijeron no tener hijos, 45% aseguró tener una mascota, mientras que 55% respondió
negativamente (Guevara, 2019).
Finalmente, esta investigación también concluyó que seis de cada diez casas en Colombia

tienen una mascota (Guevara, 2019). En el caso particular de Bogotá, “las autoridades de salud

estiman que en la ciudad hay 903.573 perros de los cuales unos 90.000 son callejeros”

(Concejodebogota.gov). Esto quiere decir que aproximadamente 813.573 perros hacen parte

de las familias bogotanas. Esta cifra es sustancial para comprender la magnitud de las

construcciones y prácticas sociales que derivan de los modos de relación humano-animal, que

actualmente, han popularizado la adopción de los perros como mascotas o animales de

compañía en Bogotá.

En primera instancia, es primordial comprender que una “tenencia responsable genera

nuevos retos de transformación cultural sobre el comportamiento de la sociedad hacia los

perros como mascotas o animales de compañía (Cabra, 2012)” (Pinto y Patiño, 2018, p. 116).

Esta transformación cultural, sistemáticamente, genera nuevas percepciones y prácticas,

respecto a la forma en que las personas procuran el bienestar de los animales. En la capital

colombiana es muy notorio que estas dinámicas se han manifestado en las trasformaciones

políticas que han ido surgiendo, y también, en las costumbres que muchas familias que cuentan

con perros han ido adquiriendo.

En su artículo Esa relación tan especial con los perros y con los gatos: la familia

multiespecie y sus metáforas (2019), Myriam Acero Aguilar afirma que las construcciones

sociales que subyacen a la relación entre humanos y animales de compañía en la capital

colombiana se pueden incluir y diferenciar, a grandes rasgos, en tres categorías: el ámbito

doméstico, el económico y el público. La autora explica que:


45

El doméstico –referido a la comunidad, la familia y sus extensiones vecinales–, es en


donde de manera cotidiana se cuidan o se convive con animales de compañía. El
económico es el espacio en donde el mercado, en el caso de productos y servicios para
mascotas, establece unos lineamientos en la relación humano-animal, y el público es en
donde el animal y sus prácticas, salen de la esfera privada, para involucrar a otros
actores de la sociedad y del Estado (p.161).
En este orden de ideas, desde el construccionismo social de la realidad, los seres humanos

nos hemos encargado de resignificar lo que se entiende por “mascota” o “animal de compañía”,

y hemos restablecido el rol que les damos en las esferas más importantes de la sociedad y en la

familia.

Acero (2019), afirma que un hallazgo central de su investigación fue reconocer que:

La relación con los animales de compañía en el ámbito doméstico está constituida en


gran parte de metáforas. De acuerdo con Lizcano (1999) la metáfora además de
actividad meramente lingüística es una actividad en la que se devela el contexto y la
experiencia del sujeto social; sujeto que está histórica y socialmente situado (p. 168).
En este orden de ideas, todo concepto es metafórico y, por tanto, concepto social (Lizcano,

s.f, p. 31). Así pues, los conceptos de “familia” y de “animal”, son metáforas que siempre van

a estar sujetas a un contexto cultural y a las ideologías comunes de cada época. Actualmente,

el concepto tradicional de la familia humana ha cambiado, ahora, además de las familias

conyugales, conformadas exclusivamente por un padre, una madre, e hijos, hay muchas otras

formas de unión y constitución, que también son categorizadas como familia. El

reconocimiento y la aceptación de esta diversificación de las relaciones, así como de todas las

manifestaciones de unión y de afecto, enfatizando en las interespecie, han llevado a la

ampliación del concepto de familia. (Acero, 2019, p. 170).

Pasamos de adquirir a un perro, basándonos en propósitos netamente utilitarios, como que

cuide la casa o entrenarlo; a adoptar a un nuevo integrante de la familia al que le permitimos

ser parte de nuestra vida privada y gozar de grandes beneficios como dormir en nuestra propia

cama, comer nuestros alimentos, e incluso, asistir a los mismos eventos y realizar las mismas
46

actividades que nosotros. Teniendo en cuenta que a través de la integración constate del perro

en nuestras dinámicas cotidianas, “también se establecen vínculos afectivos con estas especies,

se ha venido reconociendo a los animales de compañía como parte de la denominada familia

multiespecie” (Acero, 2019, pp. 170, 171) en muchas partes del mundo y Colombia es una de

ellas.

En Colombia la mayoría de los hogares cuentan con un animal de compañía, en su mayoría

perros o gatos que se convierten en un integrante más de la familia, por ello, naturalmente, la

sociedad colombiana ya había interiorizado y normalizado el término de familia multiespecie

desde hace mucho tiempo, a pesar de que hasta hace un par de años no existía ningún

antecedente jurídico que lo respaldara (Vegetarianoshoy.org, 2021). Sin embargo, el 3 de abril

de 2019, una noticia causó revuelo en el país:

En Medellín se usó por primera vez en un fallo jurídico el término familia multiespecie
para fijar una conciliación entre una pareja que, al separarse, no llegó a un acuerdo
sobre la custodia de su perro. El fallo dice que se vinculan los derechos a la pareja que
tiene un apego afectivo e identifican al canino como parte de su familia. El fallo
menciona cuestiones, no sólo afectivas, sino vinculaciones y responsabilidades
económicas de los padres para con el canino. Aunque buscaron evitar que el perro fuera
sujeto de derechos, en el fallo se puede interpretar que su bienestar está garantizado a
través de este (Vegetarianoshoy.org, 2021).
Los vínculos afectivos son primordiales para comprender el trasfondo de este concepto, ya

que como es bien sabido, se forjan por medio de las costumbres que vamos desarrollando con

el perro a través del tiempo. Esto, naturalmente, va incrementando la relevancia que le damos

a su bienestar y existencia. Hábitos como levantarse y acostarse a dormir con él, mimarlo y

consentirlo, compartir las comidas del día, sacarlo a pasear en horas establecidas, llevarlo al

veterinario y a la peluquería, hacer citas de juegos en el parque con amigos que también tienen

perros, son actividades del día a día, que indudablemente transforman y resignifican el rol de

los perros en nuestras vidas. Según el artículo Animales como miembros de la familia, ¿es
47

necesaria una regulación? (2019) de Sara Milena Cruz Abril, para Ámbito Jurídico, el término

Familia Multiespecie es:

Una figura que incluye a los animales de compañía como integrantes de la familia, en
el entendido que dejaron de ser solo los mejores amigos del hombre para convertirse en
miembros plenos de las organizaciones familiares, de manera que la cotidianidad
familiar, salidas y vacaciones se planifican teniendo en cuenta sus necesidades e
invocando un amor incondicional que humaniza estas relaciones interespecie o
interacción humano animal. El lugar que ocupan actualmente los animales en la vida de
las personas y los cuidados hacia ellos hacen que, cuando existe una ruptura familiar,
se afecten no solo los propietarios, sino también el vínculo afectivo, ya que, siendo
considerados como miembros de la familia, los animales gozan de los derechos
equivalentes a los de los miembros humanos.
Por otro lado, las consideraciones que tuvo en cuenta el comisario encargado de mediar la

disputa familiar anteriormente mencionada, Carlos Alberto Velásquez Escobar, acerca de la

procedencia de la conciliación en estos casos y las nuevas dinámicas familiares son muy

interesantes (Cruz, 2019). En el acta oficial quedó estipulado que:

La sociedad actual ha ampliado su visión sobre la familia, su tipología, funciones y


relaciones, logrando acuñarse el término multiespecie, donde los animales ocupan un
gran espacio dentro de las familias y el hogar, sobre todo en las nuevas formas de
constitución: unipersonales, monoparentales, extensas y ampliadas (Cruz, 2019).
Además, “para Ramón Acevedo, abogado, médico psiquiatra y ex concejal de Medellín, las

personas están entendiendo que las mascotas son más que un bien mueble, por eso deben ser

reconocidos legalmente como miembros de la familia” (Ávila, 2020). Asimismo, aseguró que

“hay una existencia de vínculos afectivos que se dan entre el ser humano y el animal que son

demostrables y se expresan en el comportamiento humano y animal, lo que genera obligaciones

y derechos” (Ávila, 2020).

El exconcejal fue uno de los primeros en el mundo en crear una política pública enfocada

en el bienestar animal y como político y activista identificó que la existencia de lazos afectivos

entre las especies humana y animal. En el caso de los humanos hacia los animales, Acevedo ha
48

sido muy enfático en que, para él, adoptar a un animal obliga al tenedor a comprender que “no

soy dueño, sino que soy parte integral de una relación distinta de emoción y sentimiento, por

lo tanto, adopto conductas distintas en mi comportamiento” (Ávila, 2020).

En el contexto de la pandemia del COVID-19, los bogotanos reafianzaron e incrementaron

el vínculo afectivo con sus perros de compañía, debido a la constante cercanía y el apoyo que

representaban para ellos en un contexto de incertidumbre, soledad y lejanía. Las circunstancias

extremas y el sometimiento a una nueva estructura social, llena de restricciones y nuevas

demandas socioculturales, fueron factores que influyeron potencialmente en la resignificación

de estos seres. De esta forma, las familias bogotanas sucumbieron ante una nueva época y

forma de ver la familia. En este orden de ideas, el perro, pasó a convertirse en un integrante

esencial de estas.

Como se mencionó antes, las sensaciones de soledad y depresión derivadas del

confinamiento generaron que los capitalinos, y en general, todas las personas, en cierta medida,

comenzaran a depender de la estabilidad emocional que les brindaban sus perros. En este

mismo sentido, muchas investigaciones han comprobado que estos animales generan que

adquiramos una gran capacidad de compromiso y un sentido de responsabilidad, hacia ellos y

hacia nosotros mismos; ya que su bienestar depende exclusivamente de nosotros.

Así pues, a pesar de las difíciles circunstancias de la pandemia, los perros se convirtieron

en la razón de seguir adelante, para muchas personas que carecían de un propósito o se sentían

vacías.
49

Los perros como agentes de socialización y transformadores de los espacios públicos

durante la pandemia

Diversos estudios han comprobado que los perros son seres socializadores y catalizadores

de socialización. Esto quiere decir, que los canes tienen la capacidad de atraer la atención de la

gente, interactuar de forma positiva con ella, y establecer diversos procesos de comunicación

y relacionamiento entre los individuos.

La convivencia con los perros es estimulante para las habilidades sociales de las personas,

por lo que tantos programas de terapia grupal en centros educativos, terapéuticos y

hospitalarios, involucran perros. Con el paso de los años, los canes han sido utilizados para

influenciar positivamente el desarrollo cognitivo y conductual de niños, adultos, ancianos y

personas con discapacidades. Incluso, los casos más complejos de reformación social como lo

son los de presidiarios y pacientes mentales de todo el mundo, han sido tratados exitosamente

con estos animales.

Sin importar las condiciones demográficas, físicas, mentales o cognitivas de las personas,

el can, obra como un mediador que promueve intercambios culturales, verbales y físicos entre

la gente, ya que genera curiosidad y ganas de interactuar activamente con él. Explicado de otra

manera:

La presencia del perro funciona como “rompe hielo” y facilita la vía para que se den
más interacciones sociales luego de que la persona ya no se encuentre con él
(McNicholas & Collins, 2000); esto ha sido estudiado con casos de perros guía y perros
de asistencia, entregados a personas con alguna discapacidad física, las cuales luego de
recibir al animal no sólo han obtenido beneficios en cuanto a movilidad espacial y sus
quehaceres diarios, sino también beneficios psicológicos como mejora en su
autoestima, así como a nivel social, pues estos les facilitan las interacciones con
personas no discapacitadas, que de otra forma, serían menos propensas a acercarse a
ellos (Gunter, 2002) (Rodríguez, 2014, p. 115).
50

Así pues, es certero afirmar que el perro tiene la increíble capacidad de romper con los

paradigmas y prejuicios de la sociedad, que normalmente impedirían que diversos grupos de

personas se acerquen o interactúen entre sí. El perro es un ser reconocido y valorado de forma

universal, por lo cual, rompe las barreras de la cultura, el idioma, la edad, la apariencia física,

la clase social y las condiciones de salud. Este animal, involuntariamente, unifica a la gente.

En su artículo Los perros como catalizadores de socialización y de cambio en espacios

públicos, María José Rodriguez Terán expone que:

Guéguen & Ciccotti (2008), afirman que el perro como facilitador para la interacción
social, es percibido por la gente como un poderoso antídoto para el anonimato humano
en los sitios públicos de la actual sociedad, ya que promueve la interacción entre
personas desconocidas (Gómez, Atehortua, & Orozco, 2007), es así como estos
animales pueden servir como fuertes lubricantes sociales (Wells, 2004). Definición
respaldada por Wood, Giles-Corti, & Bulsara (2005) quienes sugieren que las mascotas
pueden enriquecer la salud mental al servir como catalizadores para fortalecer las redes
sociales, las cuales sirven de apoyo, distracción y esparcimiento a sus dueños (p. 114).
En este orden de ideas, los perros tienen la habilidad de facilitar los contactos sociales,

indiscriminadamente del contexto sociocultural del que se trate. Es por esto por lo que “la

promoción de contacto social es el mayor beneficio a nivel comunitario atribuido a los animales

de compañía hasta la fecha (Wood et al., 2005)” (Rodríguez, 2014, p. 115).

Así las cosas, durante la pandemia del COVID-19, los perros han obrado como agentes de

socialización para sus tenedores. Lo cual se debe a que, como se mencionó antes, estos animales

han requerido de más salidas al parque durante esta época, no solo para mantenerse activos y

en buen estado físico, sino para que sus tenedores también se pudiesen beneficiar emocional y

físicamente, saliendo, despejándose y socializando con otros ciudadanos a lo largo del

confinamiento.

Los perros son tan importantes como promotores de la paz, la armonía social y la buena

ciudadanía en los espacios públicos, que actualmente, diversos territorios urbanos se han
51

reorganizado y modificado en función de destinar un espacio exclusivamente para ellos. Esto

se puede evidenciar en la apertura de muchos parques para perros en la ciudad de Bogotá. Estos

espacios se han vuelto muy populares entre la gente, sobre todo, después del auge de la

pandemia. Según Tissot (2011):

La sociología de los animales ayuda en la comprensión de la vida urbana


contemporánea, pues la creación de parques para estas mascotas es una expresión de la
reestructuración del ambiente urbano. Todo amo y todo perro pertenecen a una zona
urbana específica, en ésta se mueven e interactúan con otros en zonas públicas como
calles, aceras y parques, pues los perros necesitan ejercicio y socialización, al igual que
sus amos. Hay evidencia que sugiere que los parques para perros brindan una mayor
oportunidad para el contacto social, más que cuando simplemente se sale a caminar con
ellos por las aceras (Wood et al., 2005) (Rodríguez, 2014, p. 115).
Así las cosas, es interesante analizar cómo, durante y después del auge de la pandemia, la

resignificación del rol y el valor de los perros como seres esenciales para las familias y la

socialización, generó que se construyeran más parques lúdicos en la capital, con juegos

especialmente diseñados para los perros, como aros de salto, balancines y plataformas para

hacer agilidad (Vargas, 2021), que actualmente, son un éxito entre los tenedores capitalinos.

Algunos de los parques para perros en Bogotá, creados durante la pandemia, son Instinto

Dog Park (2020), Guau Plaza (2021) y el Parque Familiar Canino ubicado en el Club Bellavista

de Colsubsidio (2021). Respecto a la inauguración de este último, representantes del club

afirmaron que:

“La iniciativa forma parte del nuevo portafolio de servicios, productos y experiencias,
diseñado por la compañía para familias multiespecie. Fue ejecutada por la alta demanda
de este tipo de servicios por parte de las familias en Colombia; cuatro de cada 10 tienen
al menos una mascota” (Morales, 2021).
Además, Luis Carlos Arango Vélez, director general de Colsubsidio manifestó que:

“Colsubsidio sabe y reconoce que las mascotas son cada vez más importantes en la vida
de los humanos. Estas ahora son tomadas en cuenta como integrantes de los hogares.
Progresivamente hemos venido rediseñando nuestra oferta, entendiendo a nuestros
52

afiliados, para así brindarles a estos y a sus mascotas, entretenimiento, educación y


bienestar” (Morales, 2021).
Además, en diciembre de 2020 se inauguró el primer parque para mascotas de la provincia

Sabana Centro, en el municipio de Tenjo, a 20 minutos de Bogotá. El proyecto se desarrolló

con el propósito de beneficiar a los 11 municipios que conforman el área. El proyecto, llamado

La Felicidad, contó con una inversión cercana a los 2.500 millones de pesos para una

infraestructura amplia, moderna y novedosa. Tiene un total de 4.708 metros cuadrados

conformados por zonas para trotar, zonas de razas grandes, zonas de razas pequeñas y una

plazoleta de eventos de mascotas (Bluradio.com, 2020).

Oscar Forero, secretario de infraestructura y obra pública, aseguró que: “este es un espacio

que reconoce a las mascotas como parte integral de la familia, y además cuenta con espacios

adecuados y diseñados para el disfrute de toda la familia” (Bluradio.com, 2020).

Instinto Dog Park (2020). Imágenes tomadas de:


https://www.facebook.com/instintodogpark/posts
/207126471231441
53

Guau Plaza (2021). Imágenes tomadas de:


https://www.facebook.com/MallplazaNQS/p
osts/4245467488866894

Parque Familiar Canino, Club Bellavista


(2021). Imágenes tomadas de:
https://www.facebook.com/MallplazaNQS/p
osts/4245467488866894

Parque Familiar Canino, Club


Bellavista (2021). Imágenes tomadas de:
https://www.facebook.com/MallplazaN
QS/posts/4245467488866894

En este orden de ideas, la concepción del perro como un integrante de la familia consiguió

involucrar a actores del sector público y empresarial colombiano, que optaron por acomodarse
54

a esta dinámica y priorizar las prácticas naturales de los animales de compañía y la familia, a

través de nuevas instalaciones y estrategias comerciales para promover su integración.

Otro ejemplo que evidencia esta transformación es que muchos centros comerciales y

restaurantes bogotanos readaptaron sus reglas y sus espacios de socialización y consumo, en

función de ser Pet Friendly. Esta estrategia, no solo consolidó el nuevo rol de los animales de

compañía en las familias colombianas, sino que también fue un gran incentivo para promover

las visitas y la reactivación económica después de más de un año de pandemia.

Algunos de los centros comerciales que aceptan perros y gatos, bajo la responsabilidad de

sus tenedores y a través de adecuaciones de salubridad y contando con la supervisión necesaria,

son: Centro Chía, Bima, Calima., Santafé, Plaza Imperial, Atlantis Plaza, Parque La Colina,

Hacienda Santa Bárbara, Paseo San Rafael y Plaza Central (Eltiempo.com, 2021).

Además, comercios como Hayuelos, Plaza Mayor y Unicentro optaron por una dinámica

similar al disponer de un espacio especial para guarderías caninas en sus establecimientos.

Finalmente, se ha popularizado un directorio web llamado Pet Friendly que incluye

almacenes, hoteles, supermercados, bares, restaurantes, entre otra gran variedad de servicios y

establecimientos a nivel Colombia, que permiten el ingreso de animales de compañía.


55

Imágenes tomadas de:


https://www.petfriendly.co/colombia/

Presencia de los animales de compañía en los medios de comunicación y las redes sociales

durante la pandemia

Los medios de comunicación, como las redes sociales, han constituido un papel

indispensable en la difusión de las obligaciones y responsabilidades de los colombianos para

con los animales de compañía durante la pandemia del COVID-19. El drástico incremento en

los casos de maltrato y abandono animal contribuyeron a que diversos noticieros y periódicos

favorecieran las secciones animalistas en sus parrillas. Esto, con el propósito de instruir a la

población sobre el correcto cuidado de los animales de compañía, desmentir los mitos de

contagio que surgieron durante esta época y exponer la opinión de profesionales respecto a los
56

retos que trajo la pandemia con relación al comportamiento de los perros y los gatos en el

hogar.

Por su parte, el canal RCN cuenta con una sección en su noticiero del medio día llamada Tu

Lado Animal, en la que se exponen diversas historias en las que los animales de compañía son

los protagonistas. Además, se promueven las actividades lúdicas con estos animales, se dan

consejos para el cuidado de su salud, se anuncian jornadas de adopción y se denuncian casos

de maltrato animal. Dentro de esta sección también hay un fragmento llamado Ayúdame a

Encontrarlo, en el que se difunde la información de perros y gatos perdidos.

Por otro lado, en el programa Buen Día Colombia, también de RCN, hay una sección

llamada Animaleando, en la que el veterinario Wilson Quevedo explica diversos temas

relacionados a los animales de compañía, como sus condiciones físicas y emocionales, cómo

bañarlos y limpiarlos apropiadamente, y la composición y usos de sus alimentos, medicinas y

vitaminas. En el contexto de la pandemia, el doctor ha sido enfático en que no hay que

abandonarlos al retomar la presencialidad, ha enseñado métodos para disminuir su ansiedad al

momento de quedarse solos y ha explicado cómo integrar a un nuevo animal en el hogar cuando

en este ya habita otro.

Captura tomada de:


https://www.youtube.com/watc
h?v=uFGKdFkuNgk&ab_chan
nel=CanalRCN

El canal Caracol cuenta con una sección en su noticiero del mediodía edición fin de semana

llamada Las Mascotas de Alejandra, donde la periodista Alejandra Garlado, desmitifica

diversas creencias en torno a la tenencia de perros y gatos, cuenta historias de vida de animales
57

que han atravesado duras circunstancias y da consejos para su correcto cuidado con la ayuda

de profesionales. Además, durante la pandemia, ha dedicado varios episodios para dar consejos

sobre cómo reintroducir a los animales en la nueva cotidianidad de forma sana y segura y ha

reflexionado respecto a la importancia del bienestar físico y emocional de estos seres ahora que

recobran su individualidad.

Por otro lado, Caracol incursionó con la creación del primer programa de radio en Colombia

dedicado a los animales de compañía llamado Mascotas Caracol, el cual se transmite los

sábados de 1:00 p.m. a 2:00 p.m. en Caracol Radio y cuenta con la participación de las

periodistas D'Arcy Quinn y Ana Ángel y el escritor y especialista en comportamiento canino

Mark Lee. En este programa se tratan diversos temas relacionados a los beneficios de tener

animales de compañía, como las ventajas de contar con ellos durante el embarazo, relacionarlos

con niños desde una temprana edad y la convivencia con estos seres durante la pandemia.

Imagen tomada de:


https://twitter.com/MascotasCar
acol/status/1449450069938167
811/photo/1

Además, también se tratan temas de actualidad para instruir y concientizar a las personas

respecto a sus derechos, como las esterilizaciones obligatorias en Colombia, la importación y

comercialización de mascotas, las normas del ICA para el ingreso y la salida de mascotas del
58

país, las nuevas normas para viajar con las mascotas en avión, cómo ayudar a animales en

situación de calle, la eutanasia, entre otros.

En esta misma línea, la cadena Blu Radio, también propiedad del Canal Caracol, cuenta con

un programa llamado Mascotas Blu que se transmite los sábados a las 2:00 p.m., en el que la

periodista Juanita Kremer invita a varios especialistas caninos y felinos para hablar sobre temas

divertidos, como las costumbres poco comunes de algunos tenedores con sus animales de

compañía, las travesuras de los animales en el hogar, las dinámicas de las familias

multiespecie, cómo comprender los gestos corporales de los animales y de qué forma tratar

oportunamente algunas de sus enfermedades. Además, también difunden diferentes tipos de

servicios para estos seres como el exequial, el de transporte, el de salud y el de alimentación.

Captura tomada de:


https://www.bluradio.com/
mascotas-blu

Por otro lado, los portales web de periódicos como El Tiempo, El Espectador, La República,

Pulzo, la Revista Semana, entre otros, cuentan con secciones dedicadas a los Animales, Las

Mascotas y la Fauna, donde actualizan diariamente diversas noticias relacionadas a sus

derechos, su cuidado y casos particulares de relevancia nacional.

Durante la pandemia, muchos portales de comunicación masiva incrementaron las notas

sobre maltrato y abandono animal y difundieron constantemente anuncios sobre

esterilizaciones caninas y felinas y jornadas de adopción.

Captura tomada de:


https://www.eltiempo.com/bog
ota/adoptar-mascotas-
tendencia-que-crecio-en-
bogota-605199
59

Captura tomada de:


https://www.eltiempo.com/colo
mbia/medellin/medellin-
pandemia-incremento-la-
adopcion-de-mascotas-583427

Captura tomada de:


https://www.eltiempo.com/vida
/mascotas/que-se-necesita-para-
adoptar-un-gato-o-un-perro-
624799

Captura tomada de:


https://www.elespectador.com/
colombia/mas-regiones/la-
pandemia-y-el-respeto-por-los-
animales-pensamientos-desde-
casa-dia-38-article-917399/

Captura tomada de:


https://www.elespectador.com/
bogota/mas-de-12000-
mascotas-han-sido-
abandonadas-durante-la-
pandemia-en-cundinamarca-
article/

Captura tomada de:


https://www.elespectador.com/
ambiente/fauna-silvestre-la-
otra-victima-de-la-pandemia-
article/

Captura tomada de:


https://www.elespectador.com/s
alud/la-clave-para-futuras-
pandemias-una-sola-salud-
humana-animal-y-ambiental-
article/
60

Finalmente, las redes sociales son de las principales herramientas utilizadas por la gente, los

gremios animalistas y las fundaciones para generar contenido de conciencia animal, difundir a

los animales de compañía perdidos, potenciar las adopciones y promover el amor, respeto y

cuidado hacia estos seres.

Hay varios grupos animalistas en Facebook en los que miles de personas de Bogotá y otras

partes de Colombia, interactúan diariamente con el propósito de salvaguardar la integridad

física y emocional de los animales. El grupo Bogotá Animal es uno de los más grandes del país,

cuenta con 229.600 miembros y uno de sus objetivos es obtener ayudas económicas para

animales de la capital en condiciones de calle, fundaciones animalistas de Colombia, e

independientes.

Este grupo es de gran utilidad para todo aquel que no cuenta con recursos suficientes para

ayudar a un perro callejero, ya que mucha gente se ofrece a hacerlo, ya sea con comida, un

hogar de paso o dinero para el servicio veterinario. Además, también se hacen difusiones

masivas de casos de animales encontrados, perdidos, secuestrados, maltratados o en adopción.

Durante la pandemia, este grupo cobró mucha relevancia ya que varias personas se

movilizaron a través de este para divulgar casos de abandono y maltrato, directamente

relacionados con la irresponsabilidad de muchos tenedores, que optaron por dejar a cientos de

perros en las calles, a causa de la crisis económica y la falsa creencia de que estos animales

eran trasmisores del virus. Sin embargo, muchos otros tenedores usaron el grupo para exponer

sus propias dificultades económicas para mantener a sus perros y gatos y pedirle cualquier tipo

de ayuda a la gente.
61

Capturas tomadas del grupo de


Facebook “Bogotá Animal”:
https://www.facebook.com/gr
oups/zoonosis.bogota/

Esta fue una causa de solidaridad colectiva en la que muchos ciudadanos participaron

voluntariamente para ayudar a que varias familias con perros y gatos no tuvieran que dar en
62

adopción a sus animales y pudieran solventar sus necesidades básicas durante esta complicada

época.

El grupo Adopción Perros y Gatos en Bogotá D.C., también es muy conocido entre la gente,

cuenta con 89.700 miembros. Lamentablemente, aunque la finalidad del grupo es la

publicación de animales rescatados que son puestos en adopción, la mayoría de las

publicaciones son casos de denuncia por maltrato animal, ocurridos en diferentes zonas de la

capital y diversas regiones del país.

Sin embargo, a través de la difusión de estos casos, muchos adeptos a la causa animal

encuentran la manera de optimizar la búsqueda de los responsables, llamar la atención de las

autoridades y concientizar a más personas para que no comentan estos actos ilícitos. De esta

forma, se consolida la protección de los derechos de los animales como seres sintientes entre

la ciudadanía.

Por otro lado, muchas personas también acudieron a este grupo para pedir ayudar económica

en función de mantener a sus animales durante la pandemia y denunciar a tenedores

irresponsables que los abandonaban en las calles o los maltrataban física y emocionalmente.

A continuación, algunos comentarios evidenciando dichas peticiones y denuncias:


63

Capturas tomadas del grupo de


Facebook “Adopción Perros y
Gatos en Bogotá D.C.”:
https://www.facebook.com/gro
ups/308761335823574/

Así como los grupos animalistas mencionados anteriormente, muchos más también fueron

utilizados con la misma finalidad. En este orden de ideas, durante la pandemia del COVID-19,

Facebook se convirtió en un medio sumamente importante para la visibilización masiva de la

situación precaria que estaban atravesando cientos de animales de compañía, perros y gatos en

condiciones de calle y muchos tenedores en Bogotá.


64

Por otro lado, como se ha constatado antes, el confinamiento, los cambios laborales,

económicos y sociales, no solo afectaron a la gente en el ámbito monetario, también en el

emocional. Así pues, muchos tenedores encontraron un refugio afectivo en la compañía de sus

perros y optaron por compartir sus experiencias en las redes sociales con la creación del

#PandemicDog. Cientos de familias alrededor del mundo usaron este numeral en Instagram y

Twitter para relatar cómo adoptaron a sus perros y de qué forma estos animales tuvieron un

impacto positivo en sus vidas durante la pandemia.

Los perros como transformadores de la economía en Colombia durante la pandemia

Como se ha evidenciado a lo largo de este trabajo, es un hecho que actualmente, el

involucramiento de los animales de compañía en diversas áreas de la sociedad ha transformado

las dinámicas poblacionales y resignificado las prioridades de los individuos, las familias y el

Estado. En este orden de ideas, es importante resaltar que el apogeo de los perros y los gatos,

no solo se ha materializado a través de las relaciones afectivas con lo seres humanos, o su

categorización como seres sintientes. De hecho, uno de los factores que más han influido en la

asentación de su impacto social, político y cultural, es el importante papel que han jugado como

protagonistas de diversos segmentos de la Economía.

Muchos estudios han comprobado que las personas se están inclinando cada vez más a

preferir la tenencia de animales en sus familias en lugar de bebés. De acuerdo con el artículo

La Economía alrededor de las mascotas en Bogotá de Jorge Arbey Martinez, publicado por la

Secretaria de Desarrollo Económico (2019):

El aumento en el número de animales de compañía presentes en los hogares


colombianos se ha dado como consecuencia de la reducción del tamaño promedio de
las familias en los últimos años. En Bogotá, según datos de la Encuesta Multipropósito
2017 del DANE, los hogares se redujeron entre 2014 y 2017 de 3,16 a 2,98 personas.
65

Asimismo, datos del Censo Poblacional realizado en el año 2005 revelaron que el
promedio de personas por hogar era de 3,9 individuos, mientras que para el 2018, el
promedio de personas por hogar fue de 3,1 (cifra preliminar). Por lo cual, hay más
hogares dispuestos a acoger animales como compañía adicional o como sustitutos de
los hijos.

Figura 2

Evolución del número de personas por familia, censo 2005 – 2018.

Nota. La figura muestra las cifras del Censo Poblacional 2005-2018 en Colombia. Fuente:

DANE (2018).

En 2018, “un informe de Statista y Merca estimó que, en el año 2019, las ventas de comida

para perros y gatos superarían las de alimentos para bebés en el mundo” (Portafolio, 2018).

Esta afirmación no estuvo muy alejada de la realidad, ya que, “tan solo en Estados Unidos, al

cierre de 2020, las personas gastaron más de 100 mil millones de dólares en productos y

servicios del mercado de lujo para mascotas” (González, 2021).

De acuerdo con el portal Merca20.com:

Para el consumidor, las mascotas han dejado de ser simples animales de compañía para
ser un miembro más de su familia, posición que los ha llevado a demandar una oferta
cada vez más especializada que no se limita a temas de alimentación, salud o cuidados
66

básicos. Para las marcas esta tendencia no es nueva; sin embargo, en medio de la
pandemia, tomó un nuevo impulso gracias a la convivencia de las personas con estos
animales, que se vio reforzada a través de las medidas de confinamiento (González,
2021).
Actualmente, en Latinoamérica, este mercado ha aumentado drásticamente, al punto de

cotizarse en $US 10.893 millones, convirtiéndose así en la región con un mayor incremento,

por encima de Asia y Europa. Por otra parte, Euromonitor International realizó un estudio en

2016 “en el que evidenció que, entre los países de Latinoamérica que lideran el sector de las

mascotas, con un crecimiento anual de aproximadamente 13%, Colombia se encuentra en el

cuarto puesto, siendo antecedido por Brasil, México y Chile” (Gabrica.cl, s.f.).

Cristina Católico, quien fue jefe de proyecto de la edición 2018 de Expopet, Feria
Internacional de Animales de Compañía, que se celebra cada año en Corferias, manifestó que:
Los perros y los gatos tienen cada vez más presencia en los hogares de Colombia, al ser
considerados un miembro más de la familia. Además, aseguró que otra de las causas
del crecimiento del mercado de mascotas, es la determinación de parejas jóvenes sin
hijos o de familias con un hijo único de adquirir un animal de compañía (Portafolio,
2018).
Expopet, es uno de los eventos más influyentes en la economía y el comercio del país,

“según datos revelados por Fenalco, tan solo el pabellón de PetEmprende, un área exclusiva de

la feria para que los emprendedores del sector de mascotas presenten sus innovaciones y

propuestas, movió más de US$ 300 millones en Colombia durante 2018” (Portafolio, 2019).

Aunque la pandemia del COVID-19 perjudicó a grandes rasgos la economía del país,

increíblemente, el mercado de productos para mascotas tuvo un balance positivo durante el año

2020.

Después de que las restricciones más fuertes durante los primeros meses de la pandemia
culminaran, muchos establecimientos pertenecientes al mercado de los animales de
compañía tuvieron más libertad de funcionar, motivo por el cual, el crecimiento del
sector en el segundo semestre de ese año presentó una gran mejoría y permitió cerrar el
año con un aumento del 17%, respecto al mismo periodo del año 2019 (García, 2021).
67

De acuerdo con el artículo Así se mueve el creciente mercado de artículos para mascotas

de Gabriel García para El Tiempo (2021):

El primer segmento en el cual invierten más recursos los colombianos para sus mascotas
es el del alimento: aquí se pueden encontrar los concentrados tradicionales, alimentos
naturales, suplementos nutricionales y también otros emprendimientos como golosinas,
helados, galletas, entre otros. Luego del alimento, los colombianos invierten más en
servicios profesionales veterinarios, productos farmacéuticos de todo tipo y, finalmente,
en productos especializados como juguetes, camas, entre otros.
Ahora bien, “en términos económicos, en 2020 se evidenció que el sector de las mascotas

redondeaba los USD$ 1.184 millones en el país. Por supuesto, las áreas urbanas fueron las que

sobrepasaron la magnitud del gasto en sus animales de compañía” (Ávila, 2021), ya que Bogotá

(25%), Cali (18%) y Medellín (17%) destacan como las ciudades que lideran en tenencias de

estos seres, según evidenció el estudio de 2018 de Brandstrat y Offerwise, que se mencionó

con anterioridad (Grupobancolombia.com, 2021).

En paralelo, en 2020, “Euromonitor reveló que, en los últimos 5 años, el gasto en Pet Care

(accesorios, salud y bienestar, suplementos, entre otros) en Colombia, se había incrementado

en un 63%” (Becerra, 2020).

Basta con ir a una tienda del sector de mascotas para percatarse del trascendental cambio en

la oferta:

Anteriormente se podrían encontrar productos muy básicos como alimentos


concentrados, juguetes, collares y camas; hoy en día, es posible encontrar una amplia
gama de productos y servicios para aquellos que, anteriormente eran vistos como
mascotas, y, actualmente, son considerados como un miembro más de las familias
multiespecie (García, 2021).
68

Figura 3

Mercado de mascotas en Colombia 2015 – 2020.

Nota. La figura muestra las cifras en millones y la tasa de crecimiento en porcentajes de los

gatos en el mercado para mascotas en Colombia. Fuente: La República (2020).

Según datos revelados por el DANE, “cerca de 3 millones de hogares en Colombia gastan

en alimentación y cuidado para las mascotas y en los últimos 5 años, este mercado ha crecido

en un 84.9 %” (Grupobancolombia.com, 2021). Ha sido tan grande “la relevancia que han

ganado los animales de compañía en los hogares del país, que incluso, en 2019 los productos

de este mercado ingresaron por primera vez a la medición de la canasta familiar que realiza el

DANE” (Becerra, 2020).


69

Con relación a esta decisión, Juan Daniel Oviedo, director de la institución pública, aseguró

que:

La tendencia cultural es darles derechos a las mascotas. Todos piensan que ya son un
miembro de la familia y esto se ve dentro de los comportamientos, hace 10 años, menos
de un millón de hogares decían que gastaban en la comida (de la mascota) y para llevarla
al veterinario. Ahora casi tres millones de hogares nos están diciendo que gastan en sus
animales (Traslaviña, 2019).
Hoy en día, la oferta de productos y servicios para animales de compañía es sumamente

amplia y variada, además se mantiene en constante expansión; ni siquiera la coyuntura de la

pandemia del COVID-19, repercutió en que las compañías que integran esta industria

quebraran. Por el contrario, la crisis socioeconómica derivada del confinamiento impulsó la

diversificación de los mecanismos de venta y atención al público de muchos establecimientos

para mascotas, que, ante las circunstancias, optaron por apostarle a la digitalización (La

República, 2020).

Empresas como Gabrica, distribuidor de 25 marcas para el mercado especializado de

mascotas (clínicas veterinarias, pet shops y veterinarios independientes) en Colombia, Chile y

Perú, lanzó una plataforma web, llamada Nuestro Pet, para facilitar la compra a los tenedores

de animales de compañía, a los veterinarios y a los dueños de almacenes para mascotas. De

hecho, Ana María Gómez Mahecha, gerente general de la empresa, destacó que el sector se ha

adaptado rápidamente a los pedidos por internet (Becerra, 2020).

Por su parte, Laika, un emprendimiento digital colombiano que fue fundado en 2017, “en

donde los tenedores pueden encontrar alimentos, snacks, medicinas, accesorios y servicios de

veterinaria y vacunación a domicilio para perros y gatos” (Portafolio, 2020) y que, actualmente,

también se encuentra operando en México y Chile, registró incrementos de 50% en las ventas

en marzo, abril y mayo del 2020 (Becerra, 2020).

El crecimiento comercial y económico de esta compañía, curiosamente, se dio a partir de

las necesidades que comenzaron a surgir en los tenedores de animales de compañía a lo largo
70

de la pandemia. Durante esta época, Camilo Sánchez, cofundador y CEO de la marca, estimó

tener un crecimiento cercano al 500% (Portafolio, 2020).

De acuerdo con Sánchez:

“El efecto de la pandemia tuvo dos repercusiones en el negocio. Operativamente fue


muy difícil porque tuvimos que contratar personal durante esta época. Sin embargo, la
repercusión positiva fue que las personas, al estar en sus casas, empezaron a adoptar
mascotas y eso nos ayudó a multiplicarnos por cinco en ventas” (Lorduy, 2021).
En este orden de ideas, la contingencia sirvió para estimular el acceso masivo a este mercado

a través de aplicaciones móviles y páginas web. Este dato resulta curioso, ya que, mientras se

experimentaba una crisis económica a nivel global, muchas familias priorizaron destinar sus

recursos a satisfacer las necesidades de sus animales de compañía, poniéndolos, incluso, por

encima de los suyos.

Lo más interesante de esta tendencia, es que, al contrario de lo que naturalmente se podría

pensar, los tenedores que más dinero invierten en productos y servicios para sus animales de

compañía pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos de Colombia. De hecho,

Camilo Sánchez aseguró que Laika prioriza la atención y oferta a los estratos medios y bajos,

ya que más del 40% de sus clientes son estrato 3 o menos (Portafolio, 2020).

Además, el estudio ya mencionado de Brandstrat y Offerwise, también concluyó que:

La tenencia de mascotas es inversamente proporcional al estrato de los hogares. Los


analistas explicaron que a medida que el estrato socioeconómico aumenta, la tenencia
de mascotas disminuye. Es por eso que, en los estratos de dos a cuatro, está entre 62%
y 65%, mientras que, en los estratos cinco y seis, ese indicador disminuye a 47%
(Guevara, 2019).
Al ser cuestionado sobre esta interesante tendencia y el crecimiento descomunal de su

compañía, a causa de una crisis socioeconómica mundial, el CEO de Laika aseguró que:

“Los negocios digitales en general sintieron un impacto positivo en la pandemia. La


gente estuvo mucho más abierta a considerar esta opción, sobre todo al principio. El
comercio electrónico avanzó en dos meses lo de 10 años. (…) El tema de las mascotas
71

ha sido históricamente un tema antirecesión. Por ejemplo, en la crisis del 2008 sólo
hubo dos categorías que crecieron en Estados Unidos: los helados y las mascotas. Y
esto, se da principalmente, porque uno tiene recursos limitados en una crisis económica
y prefiere gastarlos en cosas que generen satisfacción, y una mascota es de todos los
días y a toda hora. Por otro lado, la crisis vino acompañada de un encierro permanente
en la casa y la gente empezó a adoptar perros porque era una compañía. Y,
adicionalmente, también era una excusa para salir a la calle en el confinamiento. Eso
también nos favoreció mucho” (Portafolio, 2020).
En este orden de ideas, es certero afirmar que la manera en que convivimos y nos

relacionamos con los animales de compañía, genera y fortalece un vínculo afectivo que nos

hace procurar su bienestar a toda costa, al punto de querer suplir sus necesidades físicas a través

de diversos productos y servicios, que mejoren su calidad de vida.

Sin embargo, este panorama ha sido sumamente estratégico para muchas empresas del

sector de las mascotas, que, ante su afán de obtener mayores utilidades, optan por imponer

servicios innecesarios que provocan un consumismo desmedido, ante el cual, muchos tenedores

de animales, desprevenidamente, terminan sucumbiendo.

A través de estas dinámicas, se ha construido una gran industria mercantil, en la que muchos

empresarios generan nuevas necesidades en la vida de los animales de compañía,

prácticamente, todos los días. No obstante, es interesante analizar si estas necesidades

realmente repercuten en la vida de los animales, o más bien, en la de sus tenedores. Ya que,

son los seres humanos los que le otorgan significado a las cosas materiales y sienten la tentación

de invertir dinero en ellas; algo que, en el contexto de los perros y los gatos, simplemente carece

de sentido y no afecta en nada su día a día.

En este orden de ideas, es claro que el mercado de las mascotas, aunque es una gran industria

que le apuesta a diversas iniciativas innovadoras y necesarias, en pro de darle un lugar de

pertinencia y cuidado los animales de compañía en la sociedad actual, también está

directamente relacionado con la humanización de estos seres, una tendencia perjudicial para su
72

calidad de vida como especie animal. Así pues, aunque esta industria, se mantiene en constante

crecimiento y le aporta grandes utilidades económicas y financieras tanto a Colombia, como a

todos los pequeños y grandes empresarios que se desenvuelven en ella, es importante que los

tenedores de animales de compañía, quienes son los clientes que componen la mayor franja de

consumo, sean conscientes y responsables al momento de adquirir productos y servicios que

realmente beneficien a sus compañeros de vida.

La importancia de no humanizar a los perros

La humanización de los animales de compañía es una de las prácticas más comunes en la

sociedad actual. “Se trata de darle al perro o al gato atributos humanos que pueden causarle

trastornos en su conducta y ocasionarle problemas comportamentales asociados con el estrés,

la irritabilidad y la agresión” (Gabrica.cl, s.f.). Estos atributos pueden incluir, desde prácticas

netamente culturales como comer en la mesa, vestir ciertas prendas de ropa y celebrar fiestas

de cumpleaños, hasta la imposición de diversos rituales de estética, bienestar y cuidado humano

como asistir a un spa, un gimnasio o un salón de belleza.

De acuerdo con María Lucía Silva, en su proyecto de investigación Del mejor amigo del

hombre, al mejor hijo del hombre:

Con la humanización de los perros, se evidencian cambios en los valores morales y en


los deberes de los individuos, pues se invierte gran cantidad de dinero y tiempo en
actividades o accesorios innecesarios para los animales, como ropa, gafas de sol, fiestas
de cumpleaños y funerales, entre otras cosas. También se evidencia un cambio en las
prioridades de la sociedad, ya que, en muchas ocasiones se tiene como prioridad dotar
de lujos y comodidades a los animales de compañía, en lugar de darle más relevancia a
solventar problemas importantes que afectan a la sociedad como la guerra, el hambre y
la desigualdad (2018, pp. 3-4).
73

La pretensión de humanizar a un perro, usualmente, es vista como algo inocente que no

traerá consecuencias perjudiciales para la salud física y emocional del animal. La mayoría de

las veces, esta tendencia se asocia al gran vínculo afectivo que puede existir entre un tenedor y

su perro, el cual, incita al humano a procurar el bienestar de su animal y a sacarle provecho a

su fácil domesticación y entrenamiento de diversas maneras. No obstante, el cariño hacia un

animal y las ganas de verlo aprender o evolucionar no justifican pasar por alto sus verdaderas

necesidades:

Si un tenedor quiere alimentarlo con comida humana, olvida que él necesita nutrientes
para sus huesos y su organismo que solo una comida preparada especialmente para
perros y de alta calidad puede aportarle. Cuando un tenedor quiere que su perro vaya
en un carrito como si fuera un bebé, se olvida de que necesita correr, saltar, ensuciarse
y socializar con otros canes, para ser feliz y comportarse conforme a su especie
(Misanimales.com, 2016).

Imagen tomada del sitio web:


www.expertoanimal.com

Los perros son seres que por naturaleza pertenecen a una manada y la familia en la que

crecen, es lo más parecido a una. Siguiendo esta línea, toda manada necesita un líder, papel,

que regularmente debería desempeñar el humano. Sin embargo, al humanizar al perro es muy

fácil perder la noción de lo que puede y no puede hacer. Esto se debe a que se acostumbra al

animal a estar rodeado de atenciones que lo ponen por encima de su propio tenedor, e incluso,

lo hacen sentir distinto y superior a los de su especie. Esta situación, posteriormente, puede
74

generar que el animal sienta que puede hacer lo que quiera y que es el líder de la manada, ya

que nadie lo va a restringir o le va a poner límites. Lo cual, a futuro, es contraproducente y

peligroso, ya que puede desencadenar comportamientos agresivos en el animal al momento de

relacionarse con otras personas y otros animales (Misanimales.com, 2016).

Imagen tomada del sitio web:


www.expertoanimal.com

El fenómeno de humanizar al perro suele desarrollarse cuando el tenedor del animal se

encuentra solo, con su perro como única compañía. Esto lo hace más propenso a interactuar

con este, de forma consciente o inconsciente, de la misma manera en que lo haría con otra

persona, o incluso, un hijo. Por otro lado, “también puede surgir por un afán del tenedor en

comprender las emociones del perro, lo cual, lo lleva a interpretarlas de manera errónea, ya que

pretende encontrar un equivalente entre sus reacciones y las del ser humano” (Coello, 2018).

En algunos casos, los tenedores tienden a humanizar a sus perros, debido a un constante

anhelo de llenar un vacío emocional, que creen satisfacer, al gastar su dinero en cosas

materiales o servicios innecesarios para sus animales de compañía. La actividad de comprar

sin un propósito claro es muy común hoy en día, mayormente por la sobreexposición de todo

tipo de publicidad en los medios de comunicación y las redes sociales, factores que incitan a la

gente a consumir desmedidamente.

El mercado de las mascotas juega un papel muy importante en las dinámicas extremas de

consumo que eventualmente derivan en una humanización parcial o total de los perros. Esto se
75

debe a que existen muchos comercios en donde impera la estrategia de venderle la necesidad

de una experiencia grata y novedosa a las personas, a través de la idea de que esto mejorará la

calidad de vida de su perro. Cabe resaltar que la gran mayoría de productos y servicios

especializados para animales de compañía, sí cumplen con este propósito, sin embargo, hoy en

día se han popularizado muchos otros que realmente no le brindan ningún beneficio al animal.

En Bogotá, hay una gran cantidad de oferta y demanda de servicios caninos que se acoplan

a las características anteriormente mencionadas, como spas, colegios, peluquerías y tiendas de

ropa, que más allá de promocionarse como establecimientos por y para los perros, se enfocan

en vender experiencias netamente humanas.

Este mecanismo de mercadeo genera curiosidad y una necesidad en las personas de asistir

a estos lugares, para gozar de la experiencia y exhibirla en las redes sociales. Esto sucede,

debido a que darles lujos a los animales de compañía también denota prestigio social en los

tenedores, ya que pueden alardear ante sus conocidos, amigos y familiares que tienen suficiente

solvencia económica para invertir importantes sumas de dinero en productos, servicios y

actividades recreativas para sus perros (Silva, 2018, p. 69).

El negocio de los spas para perros es muy popular en la capital colombiana, uno de los más

conocidos es SpaTuperrro SpaTugato. El caso de este establecimiento es muy interesante, ya

que utiliza una estrategia de autopromoción y mercadotecnia muy similar a la descrita

anteriormente, pues enfatiza en que brinda una experiencia para “relajar y consentir” a los

animales, no a los humanos; idea que ingeniosamente también incluye en su nombre.

Sin embargo, los servicios que ofrece este lugar están enfocados en el disfrute y alarde de

la experiencia del cliente humano, lo cual se puede evidenciar en los siguientes apartados

recopilados de su página web: “Acompaña a tu mascota durante su baño de relajación,

diseñamos y creamos experiencias únicas para ella. - Disfruta de un buen café, trae y lee tu

libro preferido, o navega dentro de las redes sociales, mientras esperas a tu mascota. - Vive la
76

experiencia de tu mascota en el "sillón de los famosos", ve y comparte las fotografías y videos

de tu mascota en las redes”. Todos estos mensajes, indirectamente, incitan al tenedor a asistir

al spa para obtener contenido llamativo que publicar orgullosamente en las redes sociales, lo

cual, a su vez, le da promoción gratis al establecimiento.

Capturas tomadas de la página


web de SpaTuperrro SpaTugato:
https://www.spatuperrospatugat
o.com/

Por otro lado, algunos de los servicios que ofrece este spa para perros y gatos, no parecen

diseñados, precisamente, para estas especies. La “exfoliación e hidratación con mascarilla, el

masaje relajante y la televisión” no son actividades necesarias para procurar el bienestar y la

felicidad de estos seres, de hecho, normalmente ni siquiera son recomendadas por profesionales
77

del campo de la veterinaria. A decir verdad, todo esto son rituales de belleza y relajación

creados por y para seres humanos, no animales.

El acto de vestir, decorar o disfrazar a los animales de compañía también es una costumbre

humanizadora que no les proporciona ningún beneficio y, usualmente, es promovida y

celebrada por este tipo de establecimientos para mascotas. De acuerdo con una encuesta

dirigida a veterinarios realizada por Direct Line:

El 32% de los profesionales señalaron que vestir a los perros con ropa puede causar
irritación de la piel además de estrés. Las tres reacciones dérmicas más comunes en
perros señaladas por los veterinarios son la dermatitis atópica, enfermedades crónicas
de la piel asociadas con alergias, otitis, enfermedades inflamatorias en la parte externa
e intermedia del oído, y alergias provocadas por pulgas (Segurosveterinarios.com,
2017).
A pesar de que a la mayoría de los propietarios que suelen vestir a sus animales:

Justifican esta medida con la preocupación de que sus perros puedan sentir frío durante
el invierno o las temporadas de lluvias, el consejo de la mayoría de los profesionales
veterinarios es que, por lo general, no necesitan usar ropa. Esto se debe a que su piel
está suficientemente protegida por el pelo y, aunque pueden mojarse, se secan
rápidamente y es poco probable que la lluvia les cause algún daño (Grassby, 2017).
Con relación a este punto, Estefanía Pareja, administradora del Centro Comunitario por la

Liberación Animal (COLA) considera que los animales de compañía, sean perros o gatos, se

sienten mal emocional y anímicamente al usar ropa, “ya que tienen otros hábitos, como lamerse

el cuerpo y olfatearse con otros animales, siendo estos sus mecanismos de contacto social.

Adicionalmente, aseguró que el estar vestidos les menoscaba su manera de ser y su desarrollo

social" (Eluniverso.com, 2017).


78

Capturas tomadas del Instagram


del establecimiento colombiano
SpaTuPerro SpaTuGato:
https://www.instagram.com/exp
lore/tags/spatuperrospatugato/

El mercado de las fiestas de cumpleaños para perros y gatos también es muy conocido y

solicitado en Bogotá. Existen varios negocios pertenecientes a este nicho como Fest Pet, una

empresa colombiana de organización y distribución de decoraciones para fiestas de cumpleaños

caninas, Birthday Dog, una comercializadora de tortas y decoraciones para fiestas de

cumpleaños caninas y felinas, el Servicio de Fiesta de Cumpleaños para Mascotas en Suba de

Vetpoly y la panadería canina Puro Amor. Todos estos servicios solventan la necesidad de los

bogotanos de celebrar la vida de sus animales de compañía a través de un evento especial. Sin

embargo, una vez más, existe un factor común que destaca en todos ellos: vender una

experiencia humana a los tenedores.

Las fiestas de cumpleaños son actos simbólicos pertenecientes a diversas culturas humanas,

que se realizan con el propósito de celebrar el aniversario del nacimiento de las personas, e

incluso, de las empresas, instituciones y organizaciones de la sociedad. El objetivo de estos


79

eventos es compartir un momento agradable con la familia y los amigos, y en ocasiones, incluso

es una oportunidad para interactuar con gente nueva.

Así pues, aunque esta tendencia se ha popularizado bajo la justificación de celebrar la vida

del animal, lo cierto es, que este tipo de festejos no están enfocados en la diversión o el

entretenimiento de los perros, sino en el goce y la socialización de las familias humanas que

los celebran. De acuerdo con Tatiana Flórez y Juan Hernández, fundadores de Fest Pet, quienes

se han especializado en la organización de este tipo de eventos en el país:

Vale la pena hacer fiestas para perros. Desde el punto de vista familiar, porque los
perros además de ser compañeros de vida también se han convertido en el punto de
convergencia de las conversaciones de familia, reuniones, risas, buenos momentos,
tristezas y preocupaciones. (…) Nuestro trabajo consiste en planear una experiencia
para las familias donde los perros pasen un tiempo increíble y los dueños compartan
con sus amigos un buen rato (El Tiempo, 2018).

En este orden de ideas, es certero afirmar que hoy en día, muchas dinámicas de socialización

familiar se generan alrededor de la existencia de los perros. De hecho, el dúo de emprendedores

también reconoció que este tipo de eventos “nacieron gracias al espacio que se han ganado las

mascotas como integrantes activos de la estructura familiar en todo el mundo. Las nuevas

parejas ven en los perros una nueva opción de suplir el espacio de un hijo humano” (El Tiempo,

2018). De esta forma, el ser humano, instintivamente, traslada sus tradiciones y convicciones

culturales a la vida de su animal de compañía, sin siquiera considerar la pertinencia, los

beneficios o las desventajas de integrar todo esto en la cotidianidad de una especie animal.

Así las cosas, aunque una fiesta de cumpleaños canina termina siendo una reunión de

provecho humano, también es cierto, que, si se hace con responsabilidad, puede resultar en una

actividad lúdica y divertida para el perro. No obstante, hay que tener en cuenta que, en este tipo

de ambientes, donde hay una gran cantidad de perros, es primordial tener mucho cuidado al

momento de relacionarlos o dejarlos interactuar libremente. Por ende, no hay que caer en el
80

error de humanizarlos al tratarlos como niños, ya que su naturaleza tiende a ser territorial y en

algunos casos, agresiva. Hay perros temerosos, ansiosos, agresivos, poco sociables, e incluso,

impredecibles, lo cual puede desencadenar peleas o provocar graves accidentes en las fiestas.

Capturas tomadas del


Instagram de la empresa
colombiana Birthday Dog:
https://www.instagram.com/bi
rthdaydog/?hl=es

Capturas tomadas del


Facebook de la empresa
colombiana Fest Pet:
https://www.facebook.com/fie
stasparaperrosymascotasfestp
et/photos/?ref=&tab=album
81

Capturas tomadas del


instagram de la empresa
colombiana Puro Amor
Panadería Canina:
https://www.facebook.com/fie
stasparaperrosymascotasfestp
et/photos/?ref=&tab=album

En conclusión, humanizar a los perros y a los animales de compañía en general, es un acto

que en muchas ocasiones algunos tenedores tienden a confundir con el amor, el agradecimiento

y la empatía que sienten hacia sus animales. Sin embargo, en ningún caso y en ninguna

circunstancia es correcto someter a los animales a costumbres y actividades propias de los seres

humanos. De acuerdo con el experto en caninos, César Millán, “si bien los tenedores de perros

hacen esto porque los quieren mucho, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario,

humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e

inseguros” (Semana, 2016).

Esta problemática ya ha sido analizada por diversos expertos que han reconfirmado que

estas dinámicas no son correctas ni responsables, ya que atentan contra la integridad física,

psicológica y emocional de los animales, impidiéndoles llevar una vida normal y desarrollarse

apropiadamente. El estadounidense, Gary Francione, abogado y especialista en derechos de los

animales, considera que la humanización es moralmente negativa ya que los tenedores les

imponen sufrimientos innecesarios a los animales, a través de reglas humanas irrespetuosas


82

que van desde las costumbres y la ropa hasta los peinados y el maquillaje, y que atentan contra

la identidad del animal (Semana, 2016).

Así las cosas, es primordial que todo tenedor se comprometa a encontrar un equilibrio entre

el amor y los cuidados que se le brindan al perro y el reconocimiento y la satisfacción de sus

necesidades instintivas. Solo de esta manera el animal de compañía tendrá una vida saludable

y feliz y la relación entre este y la familia será armoniosa (Coello, 2018). Esto no significa

dejar de amar o mimar al perro y mucho menos dejar de percibirlo como un integrante de la

familia. Todo lo contrario, es importante demostrarle afecto y hacerlo sentir protegido, pero a

través de dinámicas que respeten su condición animal e incentiven positivamente el desarrollo

natural de su personalidad, sus capacidades y sus sentimientos.

El mundo actual alrededor de los perros

Como se ha evidenciado en este trabajo, a lo largo de la historia la humanidad se ha

transformado, en función de dignificar el rol del perro e integrarlo en diversas esferas de la

sociedad. Estos cambios han derivado en la creación de nuevos conceptos, percepciones,

dinámicas y políticas, que los han convertido en protagonistas de diversos debates y disyuntivas

ético-morales, que han desafiado y reformulado muchos paradigmas del mundo actual.

En Colombia, los animales de compañía han deconstruido la estructura familiar clásica, para

darle paso a una nueva tipología que se ha venido solidificando con bastante rapidez, conocida

como la familia multiespecie. Esta nueva visión del perro como un integrante más de la familia,

ha sido objeto de estudio y debate desde muchas áreas y ha tenido una gran acogida a nivel

nacional. Conforme a ello, actualmente, muchas políticas públicas están surgiendo y están

siendo debatidas, en función de adaptarnos a esta realidad.

Una de ellas, es el Proyecto de Ley que propone la creación de una cédula para perros y

gatos, junto a la Red Colombiana de Identificación Animal (RCIA), y establece la implantación


83

voluntaria de un microchip para identificar a los animales de compañía, propuesta por los

miembros de la Cámara de Representantes de Colombia Edward Rodríguez y Juan Fernando

Espinel. Hasta el momento, la Plenaria de la Cámara ha aprobado en el primer y segundo, de

cuatro debates, este Proyecto (El Tiempo, 2021). Al respecto, Rodríguez aseguró que:

Lo que buscamos es alcanzar una regulación para la movilización, sostenimiento,


cuidado e identificación plena de los animales de compañía dentro del territorio
nacional, donde se inscriben gatos, perros y equinos. Hoy muchas de las mascotas son
abandonadas, se pierden y por la falta de una plataforma de información centralizada
es muy difícil poder recuperarlos (Poveda, 2021).

Siguiendo esta misma línea, el documento oficial del Proyecto de Ley expone que:

En los últimos años la población colombiana ha mantenido una tendencia en aumento


respecto del número de familias que han tomado la decisión de optar por una mascota
para su hogar. Más allá de reconocer los beneficios que trae su presencia, tal y como
son la compañía, la diversión o, en algunas ocasiones, la seguridad, terminan finalmente
ocupando un lugar importante en los hogares, tanto así que son considerados como un
miembro más de las familias (…) por ende, esta iniciativa se suma a las que buscan
proteger a los animales de las condiciones vulnerables principales: el abandono, la
pérdida, el secuestro y el robo (El Tiempo, 2020).

En este orden de ideas, el surgimiento de la base de datos propuesta para la identificación


de los animales resulta indispensable. De acuerdo con El Tiempo (2021):

La Red Colombiana de Identificación Animal (RCIA), será una plataforma virtual que
consolidará y asegurará información como el nombre del animal, la información del
responsable de la mascota, el número de microchip, los datos de la veterinaria dónde se
implantó, el reporte de vacunas y esterilización, la raza, el sexo, la fecha de nacimiento
y la tipificación (cuando pertenezca a una raza que requiera manejo especial). Después
del registro del animal en la RCIA, se expedirá la cédula de forma digital.

Así pues, en caso de que este proyecto se convierta en Ley de La República, las veterinarias

legalmente autorizadas, tendrán la obligación de llevar a cabo el procedimiento de implantación


84

del microchip, deberán registrar a los animales en la RCIA, y posteriormente, expedir la

respectiva cédula de identificación (Caracol.com, 2021).

De esta forma, Colombia está sistematizando la tenencia de animales de compañía para

garantizar su seguridad y cuidado, ya no solo como seres sintientes o miembros de las familias,

sino como miembros de la sociedad, o incluso, parte de la ciudadanía.

Por otro lado, en septiembre de 2021, Alejandro Carlos Chacón, representante a la Cámara

por el departamento de Norte de Santander, presentó un Proyecto de Ley que dispone la

otorgación de dos días de licencia remunerada obligatoria, sin importar la modalidad de trabajo

o de contratación, por el fallecimiento de un animal de compañía. De acuerdo con Gabriel

García para El Tiempo, la motivación de este proyecto:

Parte de la base de que, en la actualidad, los animales de compañía dejaron de ser solo
mascotas para convertirse en miembros importantes de las familias multiespecie, ya que
“6 de cada 10 hogares colombianos tienen un animal doméstico”, y que, como tal, la
pérdida por el fallecimiento genera “afectaciones emocionales considerables” en todos
los miembros del hogar, motivado por el afecto y el vínculo emocional que se crea entre
los seres humanos y los animales (2021).

En consecuente, el objetivo de este proyecto es reconocer que la pérdida de un animal de

compañía puede causar que las personas experimenten momentos de dolor, tristeza, pánico y

ansiedad, tal y como naturalmente los experimentarían, si se tratase de la pérdida de un familiar

humano. Cabe mencionar que esta licencia no aplica para los tenedores que tengan animales

silvestres como mascotas, lo cual, una vez más, privilegia y reconoce a los perros y a los gatos,

específicamente, como seres que superan el rol de una mascota, al convertirse en miembros

activos de la familia y, por ende, de la sociedad colombiana.

En este sentido, el proyecto pretende que, al igual que sucede cuando los trabajadores

colombianos pierden a un familiar humano y se les brinda la posibilidad de ausentarse cinco


85

días en el trabajo debido a la inestabilidad emocional que pueden presentar, los tenedores

tengan derecho a dos días desconexión total del trabajo mediante una licencia remunerada, por

el fallecimiento de sus compañeros caminos o felinos. “Para acceder a dicha garantía, el

empleado tendría que informar al empleador sobre la muerte de su animal y presentar una

prueba verídica en la que conste el fallecimiento de este” (García, 2021).

De acuerdo con Juan David Palacio, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá,

en su columna de opinión Permiso laboral por muerte de un animal de compañía, cuestión de

empatía para Semana, la partida de un animal de compañía implica un duelo y una situación

compleja a nivel emocional y anímico, que merece toda la atención, el acompañamiento y la

consideración por parte de las empresas y la legislación laboral colombiana. Además, Palacio

también aseguró que:

No se trata de desviar el discurso o la discusión para hacer ver ante los demás que se
están humanizando a los animales de compañía -porque los que nos debemos convertir
en verdaderos humanos somos nosotros como sociedad- sino de hacer hincapié en que
lo económico no debería superar la solidaridad del empleador: hay estudios que
demuestran que “la pérdida del mejor amigo del hombre puede provocar un pesar tan
profundo como la pérdida de un familiar cercano”. (…) Las empresas y entidades
públicas podrían pensar en incluir esta posibilidad dentro de los programas de bienestar,
hasta que sea regulado por la Ley colombiana (2021).

Así las cosas, esta política está siendo deliberada por el Congreso de la República y el

presidente Iván Duque, actores que deberán considerar la pertinencia de construir un país donde

la salud mental y emocional de los individuos pertenecientes a familias multiespecie, sea igual

de importante a la de los demás, a través de la consolidación de esta pertinente legislación.

Ahora bien, dejando de lado el contexto de Colombia, es importante mencionar que, aunque

la mayoría de los países están respondiendo de manera empática y oportuna a una nueva

realidad social que prioriza a los animales de compañía, una gran parte de la opinión pública a
86

nivel mundial alega que concederles ciertos privilegios, especialmente a los perros, abarca

ponerlos por encima de los seres humanos, lo cual es un acto irracional e injustificable.

Una de las polémicas que evidenció esta creencia, fue la controvertida Operación Arca, una

misión planeada y ejecutada por el ex miembro de los Royal Marines del Reino Unido y

activista por los derechos de los animales, Paul Farthing, quien, en agosto de 2021, rescató y

evacuó a cientos de perros y gatos de Afganistán, dejando atrás a un gran número de personas,

luego de la llegada de los talibanes a Kabul.

De acuerdo con El Espectador (2021):

Farthing, quien ha servido durante 22 años en los Comandos de los Marines, se


convirtió en un activista defensor de los derechos de los animales luego de su
experiencia personal con un perro rescatado en Afganistán, el cual le ayudó a lidiar con
la situación en Kabul mientras se encontraba participando de una misión de paz en 2006.
A partir de entonces, su relación con los animales se hizo más profunda. Fundó una
organización para rescatarlos en Kabul llamada Nowzard, el mismo nombre que le dio
a su perro de compañía, y a través de esta logró ayudar y rehabilitar a más de 1.600
perros y gatos en la capital afgana.

Así las cosas, el exsoldado decidió priorizar la partida de sus compañeros animales, ya que,

la mayoría de las ayudas e intervenciones políticas y humanitarias internacionales, estuvieron

enfocadas en la salida del país y la reubicación de miles de personas, y ninguna autoridad

competente se encargó de los animales. Situación que llevó a Farthing a tomar cartas en el

asunto, aunque algunos de sus superiores lo criticaran y se opusieran.

Farthing quiso abandonar Afganistán, pero no sin sus animales de compañía, lo cuales había

resguardado en su fundación durante años. Así que le pidió ayuda al gobierno de Boris Johnson

y al Secretario de Defensa británico, Ben Wallace, pero ambos mandatarios se negaron

rotundamente a financiar la salida de estos animales, ya que no consideraron justo facilitar el

traslado de las mascotas antes que el de las personas (Rojas, 2021).


87

Debido a estos impedimentos, el activista decidió difundir la noticia en redes sociales.

Precisamente ahí surgió la denominada 'Operación Arca', con la que miles de usuarios

simpatizaron y se solidarizaron. Wallace y otros altos mandos británicos recibieron cientos de

solicitudes desde el Reino Unido y otras partes del mundo para apoyar la operación de Farthing.

La gran acogida del público a la misión de rescate de animales fue, finalmente, lo que obligó

al Secretario de Defensa a proporcionarle ayuda al rescatista de perros. Esta gestión, junto a las

donaciones de miles de usuarios, posibilitaron el alquiler de un avión privado para la

evacuación de Paul, 140 perros y 60 gatos de su refugio (El Espectador, 2021).

Sin embargo, un hecho que indignó a la gente es que Farthing, por alguna razón, decidió

viajar sin su equipo de empleados, quienes tenían la esperanza de acompañarlo en el avión

junto con sus familiares (Rojas, 2021). Esta situación desató una gran controversia en el Reino

Unido, ya que muchas personas criticaron el hecho de rescatar animales antes que a seres

humanos y cuestionaron la moral de Farthing. El legislador conservador Tom Tugendhat, quien

sirvió para el ejército británico en Afganistán, fue uno de los que criticó duramente la operación

durante su intervención en la emisora LBC: “¿Qué dirías si enviara una ambulancia para salvar

a mi perro en lugar de tu madre? Acabamos de utilizar un montón de tropas para traer 200

perros. Mientras tanto, es probable que la familia de mi intérprete sea asesinada” (El

Espectador, 2021).

El Secretario de Defensa, Ben Wallace, también manifestó su inconformidad con el

desenlace de la operación, ya que él tenía a su cargo la evacuación de miles de personas de

Afganistán, y a fuerza decidió ayudar a Farthing con el trasado de los animales. Por lo cual,

también terminó recibiendo duras críticas por parte de la opinión pública. Sin embargo, el

mandatario recalcó que las tropas tenían la orden de priorizar la salida de las personas sobre

las mascotas, pero la insistencia del activista los llevó a atender sus solicitudes primero (El

Espectador, 2021).
88

Por su parte, Paul Farthin, que se encuentra en Reino Unido, ha asegurado en reiteradas

ocasiones a través de sus redes sociales “que está gestionando la evacuación segura de 68 de

sus colaboradores del refugio de animales, pese a que los talibanes les negaron el ingreso al

aeropuerto, aunque contaban con una autorización del Gobierno británico para viajar a

Londres” (El Espectador, 2021). Finalmente, “aunque Reino Unido culminó sus operaciones

de rescate hace un par de meses, se estima que más de 1.000 afganos en la lista de las

autoridades inglesas no pudieron salir de Afganistán” (Rojas, 2021).

Es certero afirmar que los animales de compañía han ganado gran terreno, no solo en la

sociedad colombiana, sino en el mundo. Su presencia en los hogares, su pertinencia en la

actividad emocional de las personas y el gran vínculo que desarrollan con sus tenedores, son

factores que han determinado una dinámica poblacional, en la que su existencia es valorada y

protegida en la misma medida que la de los seres humanos. Hoy en día, los animales de

compañía, de cierta forma, son comprendidos como nuestros semejantes, una idea que poco a

poco ha deconstruido el concepto de mascota.

Sin embargo, como consecuencia, algunas personas tienden a priorizar y a prevalecer los

intereses de los animales de compañía por encima de las necesidades particulares de muchos

individuos. Llegar a esta instancia no es correcto en ninguna circunstancia, debido a que,

aunque los seres humanos tenemos la obligación ética y moral de procurar el bienestar de todo

ser sintiente, esto no significa desacreditar los menesteres propios de la humanidad con tal de

privilegiar la situación de los animales. Lo adecuado, sería seguir avanzando en la inclusión de

estos seres en diversas categorías de la sociedad, de manera justa y consciente, sin perder el

criterio respecto a la jerarquía propia y natural de los seres humanos.


89

Análisis y discusión de los resultados

Encuestas semiestructuradas

A continuación, se mostrarán los resultados obtenidos de las encuestas semiestructuradas

realizadas a 100 tenedores de perros que residen en Bogotá. Se organizaron en 4 temáticas

distintas (contexto de la obtención del perro, el rol del perro en la familia, la relación y

convivencia del tenedor con su perro durante la pandemia del COVID-19, y los deberes y

responsabilidades del tenedor respecto a su perro) y se ilustraron en diagramas de torta para

evidenciar las respuestas.

• Contexto de la obtención del perro

Respecto a la forma en que los encuestados obtuvieron a su perro, se evidenció que la

mayoría optó por la adopción. Sin embargo, los porcentajes de los mecanismos de adopción y

compra respectivamente, estuvieron muy reñidos, lo cual demuestra que no hay una preferencia

clara o realmente establecida respecto a alguno de los dos mecanismos. Se podría decir que

tanto la adopción como la compra de perros, son igualmente aceptados por los tenedores de

Bogotá.

Figura 4

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: obtención del perro.
90

Nota. La figura muestra los mecanismos por los que optaron los encuestados para obtener a
su/s perro/s.

No obstante, es pertinente resaltar que estas cifras resultan sugerentes, al ser comparadas

con las de un estudio liderado por la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, “a 658 dueños

de perros de raza de las ciudades de Bogotá y Barranquilla, que reveló que 56% de los

encuestados prefirió comprar un perro de raza en lugar de adoptar a un perro criollo porque les

da estatus” (González, 2019).

Sin embargo, aunque en Bogotá, una cantidad considerable de personas prefieren comprar

perros de compañía, mi encuesta también evidenció que la mayoría de los participantes

adquirieron a su perro antes de la pandemia del COVID-19 y si, actualmente, tuvieran el deseo

de adquirir otro más, optarían por adoptarlo. Esto podría significar que, a causa del maltrato,

el abandono y la discriminación que sufrieron los perros en condición de calle durante la

pandemia, los tenedores bogotanos ahora se estarían sensibilizando más con la adopción

canina, por lo cual, esta tendencia se estaría incrementando.

Figura 5

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: obtención del perro.

Nota. La figura muestra cuántos encuestados obtuvieron a su/s perro/s antes y después de la
pandemia del COVID-19.
91

Figura 6

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: obtención del perro.

Nota. La figura muestra los mecanismos por los que optarían los encuestados si desearan
obtener otro/s perro/s.

Por otro lado, en cuanto a las razones que llevaron a los tenedores a conseguir un perro,

antes de la pandemia, las respuestas “compañía” y “amor” resultaron ser las más elegidas por

los bogotanos. De acuerdo con la investigación de Myriam Acero Aguilar (2019), estas

significaciones son muy comunes en las familias multiespecie, ya que la relación con los

animales de compañía en el ámbito doméstico está constituida fundamentalmente por

metáforas en las que se devela el contexto y la experiencia del tenedor.

En primera instancia, el deseo de tener un perro, en la mayoría de los casos, parte de la

experiencia solitaria o incompleta del tenedor, la cual lo hace acudir a un perro en busca de

compañía. Al establecer un vínculo emocional con el animal, comienzan a surgir implicaciones

afectivas, que, en algunos casos, derivan en un sentimiento de amor. Así pues, el amor es la

metáfora que predomina en la relación de los tenedores y los perros de compañía, y que, a su

vez, suscita la creación de otras metáforas que, a largo plazo, se proyectan en diferentes

percepciones, imaginarios y prácticas, que el tenedor desarrolla en torno a ellos.


92

De hecho, la consolidación de estas metáforas se pudo evidenciar al cuestionar a los

tenedores sobre los sentimientos que les genera su perro, ya que, 73 personas votaron por la

opción “Todas las anteriores”. Es decir, la mayoría de los encuestados están de acuerdo con

que su perro les produce: amor, felicidad, lealtad, responsabilidad, tranquilidad y confianza.

Además, las 16 personas que eligieron “otros”, tuvieron la oportunidad de contestar

abiertamente a que sentimientos se referían y la mayoría escribió: amor, ternura y felicidad.

Cabe destacar que todos estos sentimientos también demostrarían los beneficios

psicológicos y emocionales que acarrea la tenencia de perros, además de los efectos positivos

en la calidad de vida de estas personas.

Figura 7

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: obtención del perro.

Nota. La figura muestra los sentimientos de los tenedores respecto a sus perros de compañía.

• Rol del perro en la familia

La dinámica mencionada anteriormente, es la que conduce al tenedor a otorgarle al perro un

rol especifico en su vida, en la familia y en el hogar. De acuerdo con el artículo Familia

Multiespecie En Colombia:
93

La Familia Multiespecie ha tenido gran acogida y así mismo ha recobrado la


importancia que nunca antes había tenido, ya que hoy día, quien tiene un animal de
compañía, se ve expuesto a forjar sí o sí, una relación sólida con este, por lo cual,
terminan siendo parte de la “familia”, y en la mayoría de los casos su presencia en ella
se empieza a hacer imprescindible para todo (Rodriguez, Vásquez, 2019, p. 22).
En este sentido, el artículo también explica que los tenedores optan por asignarle un rol a

en la familia a los animales, como agradecimiento por su compañía y todo lo que esta implica,

y a la vez, debido a que esperan que los animales, de alguna forma, perciban esta asignación

especial y los retribuyan con ciertos comportamientos de educación y gestos de afecto.

Videla (2015) relaciona que para (Merton, 1957) “la teoría de los roles” explica que los
individuos asumen comportamientos particulares basados en las expectativas de otros.
En el caso de los animales de compañía, sus propietarios les asignarían un conjunto de
roles específicos y desarrollarían expectativas, para que ellos lleven a cabo ciertos
comportamientos basados en el rol esperado (Turner, 2005). (…) Por otro lado, Cohen
(2002) citado en Díaz y Olarte (2016), sostiene que “estos animales parecen ocupar un
lugar con superposiciones, aunque diferente de los humanos en la familia, pudiendo
satisfacer algunas necesidades que los vínculos humanos satisfacen, pero también
ofreciendo beneficios a través de su consistencia y presencia sin juicios, lo cual los
humanos no pueden proveer” (Rodriguez, Vásquez, 2019, pp. 24-26).
Así las cosas, esta asignación de roles en los animales de compañía, también estaría muy

relacionada con las emociones humanas y la complejidad que estas acarrean. Es decir, el ser

humano, naturalmente, tiene necesidades afectivas, que de alguna u otra manera, busca

satisfacer, desarrollar y complementar. El humano quiere ser amado incondicionalmente y

quiere amar. Así las cosas, recurre a otro ser sintiente del que se puede ocupar y que no lo va a

juzgar y le asigna diversos roles y/o funciones sociales, relacionados a los sentimientos y a la

experiencia de vida que espera tener junto a este. De acuerdo con Myriam Acero:

Una de estas funciones es la del soporte social, es decir, la ayuda del animal para lidiar
con la soledad urbana. También se les reconoce como educadores, esto más que todo
en las familias que tienen hijos porque consideran que tener un animal de compañía les
ayudará a los jóvenes a ser responsables, a sensibilizarse con el mundo natural y a ser
94

hermanables. El animal terapeuta también hace parte de estas explicaciones, es aquel


que ayuda con la tristeza, el estrés y la enfermedad y en quien se pueden depositar
muchos secretos sin todas las complicaciones humanas (2019, p. 172).
Ahora bien, teniendo en cuenta los intereses propios de este trabajo, en la encuesta enfaticé

en los roles “integrante de la familia, mascota, animal de terapia y animal de trabajo”. La

investigación, evidenció que 98 tenedores bogotanos consideran a su perro como un miembro

de la familia, mientras que dos personas respondieron que no lo hacen. Estos resultados

demostrarían la consolidación de los perros como “familiares” en los hogares bogotanos.

En este orden de ideas, es certero afirmar que la integración de estos animales en la esfera

familiar, indiscutiblemente, ha trascendido el rol netamente utilitario que se les asignaba antes

y les ha otorgado una posición social sumamente importante, que, de cierta forma, los pone en

igualdad de condiciones a las personas. Esta tendencia, más allá de dotar al perro, literalmente,

de todas las cualidades humanas:

Denota una necesidad de expresar que el lugar del animal es la familia y que el perro
está al mismo nivel que cualquiera de sus integrantes humanos, siendo la familia el
núcleo social más importante definido en gran medida por relaciones de parentesco y
en donde habita el cuidado, la compañía y el intercambio de afectos (Acero, 2019, p.
169).
Sin embargo, para indagar más a fondo en las representaciones o roles específicos que los

tenedores les otorgan a sus perros y con el propósito de obtener respuestas más precisas, realicé

la pregunta “¿Qué rol tiene su perro en el hogar?”, la cual posicioné justo después de la

analizada anteriormente. Curiosamente, en esta ocasión, 80 de los encuestados volvieron a

categorizar a su perro en calidad de un integrante de la familia, mientras que 16 personas lo

categorizaron como una mascota, dos como el protector de la casa y una “como” si fuera un

integrante más de la familia.

Figura 8

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: rol del perro en la familia.
95

Nota. La figura muestra los porcentajes de tenedores, que consideran o no, a su perro como un
miembro de la familia.

Figura 9

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: rol del perro en la familia.

Nota. La figura muestra los roles que los tenedores le/s asignan a su/s perro/s en el hogar.

Este cambio en las consideraciones de los tenedores podría sugerir que una gran parte de

las personas que catalogaron a su perro como un “miembro de la familia” en la primera

pregunta, perciben el rol social de su animal en el hogar, exactamente de la misma manera. Es

decir, significan su comportamiento y pertinencia, como la de un familiar más. Mientras que,

las personas que esta vez optaron por asociar el rol de su perro al de una mascota,
96

probablemente consideran al animal como parte de la familia, pero no como un familiar en sí.

Lo cual podría indicar, que este grupo de tenedores en particular jerarquiza los roles sociales

del ser humano y el perro en la familia, acatando la condición de este último como una mascota

que está ahí para proporcionar compañía y apoyo, pero no se iguala en relevancia y poder a un

ser humano.

Por otro lado, la categoría “protege la casa” solo fue elegida por dos personas, mientras que

“es un perro de ayuda o terapia” y “es un perro de trabajo” no fueron elegidas por nadie. Así

que, en el caso de esta investigación, el rol del perro como un animal utilitario no tuvo lugar.

Por último, la opción “es como si fuera un integrante más de la familia”, fue incluida con la

intención de representar el escenario en el que el perro es concebido como un ser parecido o

similar a un integrante humano de la familia. Como, por ejemplo, un hijo, un hermano, o un

primo, una tendencia que está muy asociada a la humanización hoy en día. Sin embargo, esta

opción solo fue elegida por una persona.

• Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del COVID-19

Es bien sabido que los animales de compañía son altamente recomendados por la ciencia y

la medicina como animales de soporte, que ayudan al ser humano a canalizar sus emociones

negativas, en dinámicas afectivas y de relacionamiento que influyen positivamente en su estado

anímico, principalmente en momentos de crisis y desasosiego. “En estados de depresión,

ansiedad, estrés, duelo y aislamiento social, los perros se convierten en un acompañamiento

incondicional, aumentando la autoestima y el sentido de responsabilidad, lo cual,

necesariamente genera una mejor integración con la sociedad” (Gómez, Atehortúa, Orozco,

2007, p. 381). En este orden de ideas, durante la pandemia del COVID-19, el perro de
97

compañía, naturalmente, jugó un papel fundamental en la calidad de vida de los tenedores

bogotanos.

Mi investigación evidenció que la mayoría de los 24 tenedores que optaron por adquirir a

su perro durante esta contingencia biosocial, lo hicieron con el propósito de tener compañía,

debido a que ahora pasaban más tiempo en casa y se sentían solos. Además, el cuestionarlos

respecto a si la interacción con su perro había disminuido o se había incrementado durante esta

época, 57 personas respondieron que había aumentado.

Figura 10

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si la interacción entre los tenedores y su perro ha aumentado o ha


disminuido.

Estos resultados comprueban que sin importar si los tenedores adquirieron a su perro antes

o después de la pandemia, la mayoría de ellos se acercaron más a su animal de compañía

durante esta contingencia. Este acercamiento no se deriva exclusivamente del contexto de

confinamiento al que todos los tenedores tuvieron que someterse, sino del gran apoyo

emocional que fueron estos animales para la mayoría.


98

Figura 11

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si la interacción entre los tenedores y su perro ha aumentado o ha


disminuido.

Numerosos estudios han evaluado los atributos de establecer un vínculo afectivo con un

perro, sobre la salud mental de las personas. Estos animales ayudan a disminuir las alteraciones

psicológicas, reducen la sensación de soledad e incrementan el sentimiento de intimidad,

conduciendo a la búsqueda de la conservación de la vida en personas enfermas (Gómez,

Atehortúa, Orozco, 2007, p, 381). Sin lugar a duda, los perros de compañía gozan de una gran

capacidad para aliviar casi cualquier malestar físico y emocional que pueda perturbar la vida

de los seres humanos. Y durante la pandemia del COVID-19, una época llena de caos,

incertidumbre y enfermedad, sirvieron como catalizadores de las angustias, fueron una

compañía incondicional y disminuyeron la depresión de los tenedores bogotanos.

La mayoría de los encuestados señalaron que su perro les ayudó a disminuir la depresión,
la ansiedad y el malestar físico durante este complicada era. Algunas de las respuestas
obtenidas fueron:
“Siento menos depresión”, “El estrés que ocasiona el confinamiento, desaparece al
tener la grata compañía de un peludo, la actividad física se aumenta y el bienestar
99

emocional es evidente”, “Tuve covid, y al estar aislada de mi familia, sin tener contacto
entre nosotros, fue muy bonito ver como él seguía a mi lado”, “Definitivamente tiene
el mejor de los sensores, te buscan, te escuchan o simplemente te acompañan. Siempre
está dispuesto”, “Me genera más tranquilidad, más cercanía con los demás, más unión
familiar, más cariño y me baja los niveles de estrés” “Me hace compañía y más ahora
que falleció mi papá”.
Figura 12

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si los sentimientos negativos de los tenedores durante la pandemia han
disminuido a causa del perro.

De forma más especifica la mayoría de los encuestados respondieron cuáles fueron los

sentimientos negativos que el perro les ayudó a superar, la opción por la que votó la mayoría

fue: “Todas las anteriores”, es decir: soledad, ansiedad, preocupaciones, tristeza y depresión.

Mientras que el resto optó por elegir un sentimiento en específico, y la “soledad” y la

“ansiedad”, fueron, en segundo y tercer lugar, las opciones más elegidas. En este orden de

ideas, es certero afirmar que, para los bogotanos, el perro de compañía fue el antídoto para la

soledad y los sentimientos negativos derivados por la pandemia.


100

Figura 13

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra los sentimientos negativos que los tenedores lograron superar durante
la pandemia a causa de su/s perro/s.

Adicionalmente, el vínculo entre las personas y los animales de compañía se fortaleció,

debido a que la pandemia influyó positivamente en que los tenedores adquirieran nuevas

actitudes, nuevas hábitos y nuevas formas de afrontar el estrés, a partir de su constante

convivencia con los perros y el alivio que interactuar con ellos les genera. La oportunidad de

realizar más actividades lúdicas con los canes también fue un factor muy importante que

benefició a la mayoría de los encuestados.

Al ser cuestionados sobre este tema con la pregunta “¿Cómo influyó la pandemia del Covid-

19 en la relación con su perro?”, algunas de las respuestas que obtuve fueron:

“Mayor tiempo juntos, organizar más actividades para distraerlos, más entrenamiento”,
“Gracias a Zeus salía con él al parque a poder respirar otro aire”, “Yo como dueño he
disfrutado tener un perro estudiando desde casa, le he dedicado más tiempo que nunca”,
“Nos acercó, al convivir en el mismo espacio y al pasar más tiempo en casa,
comenzamos a disfrutar más de juegos y de su compañía”, “Realmente he podido tener
más cercanía con mi perro y encontrar momentos de juego con él que antes no tenía”,
101

“Al estar más tiempo con él, pude entenderlo mejor”, “Mayor cercanía, conocimiento
de hábitos y preferencias”.
Ahora bien, el cambio en las actividades diarias de los tenedores, a causa de las necesidades

de los animales de compañía, también benefició en gran medida sus vidas. Esto se debe a que

el perro es un animal que demanda actividad física y una de las responsabilidades del tenedor

es llevarlo al parque a jugar. Lo cual, en el contexto de la pandemia, les sirvió a los tenedores

bogotanos como una excusa para romper el confinamiento, salir de la rutina e interactuar con

otras personas.

Figura 14

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si los tenedores salieron más con su/s perro/s durante la pandemia.

Estás salidas tuvieron un efecto físico y emocional muy positivo en las personas, ya que les

sirvieron para relajarse, despejar la mente de los problemas y encontrar alivio a través de la

diversión y la actividad lúdica del perro. Al preguntarle a los tenedores si estas salidas con el

perro tuvieron beneficios, algunas de las respuestas obtenidas fueron:

“Si ayudaron para no sentirnos encerrados y tomar aire libre”, “Sí, me alegra verla jugar
y divertirse”, “Si, verlo jugar con otros perros me hace sentir feliz y en cierto modo
102

libre”, “Sí, al poder salir con él se olvida uno de los problemas”, “Por supuesto. Las
actividades lúdicas compartidas con mi perro redundaron en bajos niveles de ansiedad,
no experimenté sensación de soledad, depresión ni aislamiento”, “Salir de encierro,
socializar con vecinos, más actividad física, despejé la mente del tema de la pandemia”,
“Sí, me ayudaron a mejorar mi condición física y salud mental”.
Por otro lado, una de las características en las que el perro también tuvo una gran influencia,

fue en incentivar la socialización de los tenedores con otras personas de la comunidad o el

barrio en el que residían durante la pandemia. Los perros son bastante reconocidos “por ser

animales de soporte social, es decir, ayudan a lidiar con la soledad urbana y funcionan como

«lubricantes sociales» para facilitar las relaciones interpersonales, ya que muchas

conversaciones entre vecinos se inician gracias a estos animales” (Acero, 2019, p. 172).

Figura 15

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si los encuestados interactuaron más otros tenedores al salir con su/s
perro/s durante la pandemia.
103

La encuesta evidenció que casi todos los encuestados han interactuado con otros tenedores

de animales de compañía en el parque y en la calle, tan solo 22 personas respondieron que no

lo hacían. Estos resultados tan contundentes se pueden explicar debido a que:

Los vecinos frecuentemente se solicitan favores que giran en torno al perro, creándose
un lazo de alta confianza, solidaridad y gratitud entre ellos. Esto hace que se trascienda
más allá de la relación propietarios-mascota. El sentido de la reciprocidad es uno de los
pilares fundamentales de una comunidad y los perros son un catalizador que encamina
a los propietarios y demás integrantes hacia este (Gómez, Atehortúa, Orozco, 2007, p.
381).
Así las cosas, se podría afirmar que los perros también beneficiaron las habilidades sociales

de los tenedores bogotanos y los ayudaron a mantenerse en contacto con el mundo exterior

durante la pandemia. Estos aspectos cobran mucha importancia en una época en la que la

interacción social, de cierta manera, fue casi nula. Además de que el confinamiento en el hogar

generó que muchas personas se aislaran durante un largo tiempo, lo cual implicó que al tener

que volver a interactuar con otras personas en la nueva normalidad, sufrieran retraimiento y

crisis de ansiedad social. De esta forma, los tenedores de perros tuvieron la posibilidad de

mitigar estos cambios tan bruscos y readaptarse socialmente con mayor facilidad.

En el estudio The pet connection: pets as a conduit for social capital, los autores

encontraron que:

Los dueños de mascotas rara vez o nunca se sentían solos, les era fácil entablar nuevas
amistades y tenían un mayor número de personas a quien recurrir ante una eventualidad
o crisis —en comparación con personas sin animales de socialización—, de establecer
un vínculo de confianza en las relaciones interpersonales y de tener una mayor
participación en eventos comunitarios, parques y otras áreas recreativas con su animal
de compañía (Wood et al, 2005) (Gómez, Atehortúa, Orozco, 2007, p. 381).
Por otro lado, como ya se ha dilucidado antes, la incorporación de un animal de compañía

a la familia implica que este nuevo miembro debe adaptarse, así como también el antiguo

sistema familiar debe modificarse para incluir a este nuevo miembro y satisfacer todas sus
104

necesidades (Rodriguez, Vásquez, 2019, p. 26). En este orden de ideas, todo tenedor de un

perro debe tener presente que los contextos adversos que lo afectan a nivel personal,

naturalmente, también afectan al perro.

Lo anterior se debe a que los perros son seres sintientes e indefensos, que dependen

completamente de la estabilidad y calidad de vida que los tenedores les proporcionen. Así las

cosas, la crisis socioeconómica y el confinamiento, derivados de la pandemia, son situaciones

drásticas que, así como afectaron las dinámicas de vida de los tenedores bogotanos, también

cambiaron las de los perros. La encuesta evidenció que, curiosamente, estos cambios fueron

positivos. Ya que, por lo menos para los tenedores encuestados, la pandemia causó que sus

prioridades de vida giraran en torno al bienestar del perro.

Figura 16

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Relación y convivencia tenedor-perro durante la pandemia del
COVID-19.

Nota. La figura muestra si las prioridades de los tenedores se enfocaron su/s perro/s durante la
pandemia.
105

Ante la pregunta “¿Cuáles fueron estas prioridades y por qué empezó a prestarles más

atención?” la mayoría de los encuestados afirmaron que el confinamiento, aparte de permitirles

estar todo el tiempo con ellos, les dio la posibilidad de comprender las verdaderas necesidades

de sus perros, prestarle más atención a los detalles que influyen en sus comportamientos y

preocuparse más por sus hábitos de limpieza, alimentación y salud. Algunas de las respuestas

obtenidas fueron:

“Salidas frecuentes porque ya no tenía paseador, jugar más con él, me interese en cuidar
más su pelo”, “Peinado, cama, juguetes”, “Su salud, su bienestar, su alimentación, su
felicidad, etc.”, “En la alimentación de mi perro, porque encontré nuevos alimentos de
mejor calidad y eso ayudó a su condición física”, “Medicina, alimentación, juguetes,
limpieza”, “Al compartir tanto tiempo juntos, sus necesidades se hicieron mías, aprendí a
conocerlo mejor y a entender su comportamiento, “Estar pendiente de su comida, su
interacción, su estado de ánimo y su salud ya que antes por trabajo la dejaba sola la mayor
parte del día”.

• Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro

Como se expuso al principio de este trabajo, los animales de compañía están protegidos por

la Ley colombiana. Más concretamente, la Ley 1774 de 2016, dispuso una lista de deberes que

los tenedores tienen que cumplir y respetar, en función de preservar la integridad física y

emocional de cualquier animal. A pesar de esto, hoy en día, algunos tenedores desconocen esta

normativa, e incluso, infringen deliberadamente lo que manifiesta.

No obstante, es importante resaltar que no todas las prácticas de maltrato animal implican

violencia, abandono o descuido, que se podría decir, son las comunes entre los ciudadanos. De

acuerdo con Myriam Acero:

Así como tenemos en su mayoría prácticas de cuidado que buscan dar un buen trato al
compañero e integrante de la familia, también hay prácticas que derivan en maltrato
muchas veces sin ni siquiera ser consciente de ello. Al interior de la familia también
106

ocurren, desde expresiones contraproducentes del afecto, como, por ejemplo, la


sobreprotección, la infantilización o el exagerado consentimiento, hasta los abusos de
poder. Situación, que puede decirse, ocurre igual para humanos y para animales. La
diferencia está aquí en las posibilidades reales que tienen los animales para reaccionar
frente a las prácticas que afectan su bienestar (2019, p. 173).
En este sentido, hay que tener en cuenta que existen muchos casos de abuso animal,

consciente e inconsciente, que derivan de diversas percepciones, conductas y prácticas

humanizadoras, que son muy frecuentes en las familias multiespecie. Así las cosas, formulé

algunas preguntas relacionadas al tema, con el propósito de determinar si los tenedores están

al tanto de sus responsabilidades y obligaciones con el perro.

Figura 17

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro.

Nota. La figura muestra si los tenedores tienen conocimiento de sus deberes y


responsabilidades respecto a sus perros.

Los resultados evidenciaron que la mayoría de los tenedores encuestados, creen conocer sus

deberes y responsabilidades respecto a sus perros. Tan solo 6 personas manifestaron que no lo

hacen. Sin embargo, para conocer más a profundidad a qué obligaciones se refieren los

tenedores, realicé la pregunta: “¿Cuáles son los deberes y/o responsabilidades principales del

tenedor respecto a su perro?”. Algunas de las respuestas obtenidas fueron:


107

“Su salud, alimentación, bienestar, estabilidad, felicidad”, “Salud, alimentación,


recreación, amor, compañía y tolerancia ya que es otro miembro de la familia”,
“Alimentarlo, entrenarlo, recoger sus desechos, portar su carné de vacunación al día”,
“Suplir sus necesidades afectivas, físicas y recreativas”, “Brindarle tiempo, cariño,
cuidado, vacunarlos, educarlos”, “Proporcionarle un buen alimento, bañarlo y llevarlo
al veterinario”, “Prestarle atención permanente, revisar su cuadro de vacunación,
revisiones periódicas en el veterinario, no humanizar la mascota, vigilar cualquier
cambio en su comportamiento, recoger sus heces cuando las realiza, cuidar que no
agreda a nadie, brindarle cuidado siempre”.
Estos resultados son muy interesantes, ya que, aunque confirman que sí existe un

conocimiento general sobre los deberes más elementes de los tenedores respecto a sus perros,

también demostraron que aún prevalece cierto desconocimiento en cuanto a dos deberes

sumamente importantes que establece la Ley: la erradicación del abandono y que puedan

manifestar su comportamiento natural. Ningún tenedor se refirió al no abandono en sus

respuestas, y tan solo uno se acercó al segundo deber mencionado, al responder: “No humanizar

a la mascota”.

Así las cosas, es claro que los encuestados no asocian el no abandono con sus deberes

fundamentales como tenedores. O al menos, no de forma natural e inmediata, como sí lo hacen

con otras responsabilidades como proveer alimento, brindar afecto y cuidar de su salud. Sin

embargo, al hacer la siguiente pregunta, justo después de la anterior: “Si no pudiera cumplir

con sus deberes y responsabilidades como tenedor de un perro, ¿qué haría con este?”, los

encuestados demostraron que sí son conscientes y poseen cierto compromiso, respecto a no

abandonar a los animales de compañía, y en caso de no poder estar con ellos, optar por

mecanismos de reubicación adecuados. Algunas de las respuestas obtenidas fueron:

“Tengo muy presente bajo mis principios que de cualquier manera debo cuidarlo porque
es como mi hijo y los hijos no se abandonan”, “Buscaría la forma de cumplir con ellas,
es un compromiso para toda la vida”, “Buscaría un dueño que me asegure que sí podrá
cumplir de estas responsabilidades”, “Lo daría en adopción en una fundación donde
sepa que lo van a cuidar y va a tener una buena calidad de vida”, “¡¡¡Yo soy responsable
108

de ellos!!! Me los llevo a donde sea”, “Darlo en adopción a algún conocido


responsable”, “Es parte de la familia, por lo tanto, se tiene el deber moral de cumplir
con todas las obligaciones y responsabilidades a cabalidad”, “Llevarlo al Jardín de
Perros del Gobierno o conseguirle un lugar donde lo reciban, o buscarle un hogar
sustituto. Pero nunca abandonarlo”.
La mayoría de los encuestados eligieron dar al perro en adopción, sin embargo, una cantidad

considerable de personas aseguraron que jamás abandonarían a su perro y que harían lo posible

por encontrar una forma de cumplir con sus responsabilidades. En este orden de ideas, las

posturas frente al abandono de animales de compañía estuvieron muy divididas, pero en

general, fueron bastante positivas.

Ahora bien, con el propósito de indagar sobre la percepción de los tenedores respecto al

aumento de abandonos y maltrato animal a causa de la pandemia del COVID-19, pregunté si

consideraban que estas acciones se habían incrementado y, a los que contestaron

afirmativamente, les di la opción de justificar su respuesta.

Los resultados arrojaron que 44 personas creyeron posible que esto hubiera sucedido, 31

estuvieron de acuerdo con que sí sucedió, mientras que 25 tenedores no consideraron que los

abandonos y el maltrato animal se hubieran incrementado durante esta época.

Figura 18

Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia del COVID-19 en


Bogotá, Colombia. Temática: Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro.
109

Nota. La figura muestra si los tenedores creen que durante la pandemia se incrementaron los
abandonos de perros y el maltrato animal.

Estas cifran sugerirían que, aunque la mayoría de los tenedores reconocieron la condición

de vulnerabilidad a la que fueron sometidos los animales por la coyuntura de la pandemia, una

fracción importante de personas, no estuvieron al tanto de esta difícil situación o simplemente

no la consideraron factible. Así las cosas, es posible que las estrategias de difusión y

concientización sobre el maltrato animal, promovidas por diversas entidades del Distrito, no

estén cumplido a cabalidad con su propósito.

Respecto a los encuestados que estuvieron de acuerdo con que el abandono y el maltrato

animal se incrementaron durante la pandemia y justificaron sus respuestas, la mayoría

señalaron “las dificultades económicas”, “la creencia de que los animales contagiaban el virus”

y la “inestabilidad mental y emocional”, como las razones principales que llevaron a la gente

a actuar de esta manera. Algunas de las respuestas obtenidas fueron:

“Dificultades económicas y el aislamiento, que son causas de crisis emocional,


pudieron ser algunos factores”, “Al tener tal desesperación por alimento y la
enfermedad, las personas veían a las mascotas como una carga”, “Por la situación
económica o también emocional”, “Imposibilidad de seguir manteniendo la mascota
debido a situación económica precaria”, “Debido a desinformación en relación a la
actual pandemia y a las falsas alegaciones de que las mascotas pueden transmitirla”,
“Miedos y ansiedad con la interacción con otros, falta de compromiso y de herramientas
de ayuda”, “Porque la gente es ignorante y creían que los perros transmitían el virus del
Covid-19”, “Hay gente que no debería tener perros! En momentos de crisis, se desquitan
golpeándolos”, “El Covid trajo mucha incertidumbre y algunas personas creyeron que
los perros eran fuente de contagio”.
Así las cosas, es certero afirmar que la crisis de la pandemia en Bogotá repercutió

severamente a nivel económico y personal en los ciudadanos; y los animales de compañía y en

condición de calle, lamentablemente, tuvieron que pagar las consensuas. Esta dinámica se pudo
110

haber mitigado si en el país existiera una cultura del cuidado animal, mucho más consolidada,

que fuese promovida continuamente por el Gobierno nacional y diversos actores de la sociedad.

Hoy en día, muchas personas no son conscientes de la responsabilidad que acarrea tener un

animal de compañía, ya que no poseen una clara noción de lo que verdaderamente significa

acoger a un ser sintiente y pensante en sus vidas. Los animales de compañía ya no pueden

seguir siendo tratados como objetos que, ante cualquier circunstancia, pueden ser fácilmente

desechados. Es de gran importancia fomentar una cultura colectiva en Colombia, en la que se

procure, de manera reiterada, promover el respeto a los derechos de los animales.

Adicionalmente, es fundamental que las entidades púbicas, las fundaciones y los gremios

animalistas, trabajen conjuntamente para dar a conocer a todas las personas,

indiscriminadamente de la edad, el estrato socioeconómico o las condiciones de vida, las

obligaciones morales y jurídicas de los ciudadanos respecto a estos seres.

Entrevistas semiestructuradas

A continuación, se mostrarán los datos obtenidos a partir de las entrevistas

semiestructuradas realizadas a dos hombres y dos mujeres. Las preguntas se organizaron en

cinco temáticas (familia multiespecie, humanización de los perros, repercusiones de la

pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro, deberes y responsabilidades del

tenedor respecto a su perro, futuro de las relaciones humano-perro).

Los perfiles de los cuatro sujetos fueron seleccionados con el propósito de mostrar los

contrastes y las similitudes de sus percepciones sobre un mismo tema, teniendo en cuenta que

pertenecen a estratos socioeconómicos diferentes, se dedican a labores que demandan un ritmo

de vida particular y adquirieron a sus perros de forma distinta. Adicionalmente, aunque todos

los sujetos tienen una edad diferente, de cierta forma, pertenecen a la misma generación. Lo
111

cual consideré interesante analizar, ya que, como he evidenciado a lo largo del trabajo, existe

una creencia de que los jóvenes son quienes están resignificando el rol de los animales de

compañía al integrarlos en las familias, e incluso, preferir su tenencia en lugar de tener hijos.

Sujeto #1:

María Alejandra Estupiñán Forero es una abogada, de 28 años, es de estrato socioeconómico

alto (6), y adoptó a su perrita Alai (1 año y tres meses) en agosto de 2020, durante la pandemia.

Percibe a su perrita como su hija, invierte gran parte de sus recursos económicos en ella y

considera que la pandemia fue el momento ideal para adoptarla.

Sujeto #2:

Abraham Díaz Indaburo es un estudiante de ingeniería civil, de 22 años, es de estrato

socioeconómico medio (4), y le regalaron a su perro Beto (8 años), cuando tenía 14 años.

Percibe a su perro como un miembro de la familia, debido a que llegó a su hogar en un momento

muy difícil de su vida y fue una gran alegría. Durante la pandemia tuvo que volver a vivir con

sus padres después de cuatro años de no hacerlo y reconectar con su perro lo ayudó mucho

emocionalmente.

Sujeto #3:

Andera Gabriela Parra Serrano trabaja en un call center, tiene 24 años, es de estrato

socioeconómico bajo (3), y adoptó a su perro Coco (1 año y 9 meses) en junio de 2020, durante

la pandemia. Percibe a su perro como un miembro de la familia, debido a que crece y se

desarrolla en su entorno familiar y responde a las mismas necesidades que todos. Cree que los

animales de compañía pueden reemplazar a otros miembros humanos de la familia, debido a

que pueden ser hijos, para quienes no desean bebés. Su perro es su bebé.
112

Sujeto #4:

Nicolás Corzo Daza es un estudiante de tiene 21 años, es de estrato socioeconómico bajo

(3), y le regalaron a su perrita Mía (7 años) en mayo de 2021, durante la pandemia. Percibe a

su perrita como un miembro de la familia y resalta el gran cariño y afecto que siente hacia ella.

• Familia multiespecie

Para empezar, la primera pregunta que realicé fue “¿Sabe qué es una familia multiespecie?”,

ante la cual tres de los entrevistados respondieron afirmativamente, mientras que Nicolás dijo

no saberlo. Luego, formulé la pregunta “¿Considera a su perro un miembro de la familia? ¿Por

qué?”, en esta ocasión, todos los encuestados afirmaron hacerlo.

María Alejandra: “Sí la considero un miembro de mi familia. La considero mi hija, mi


responsabilidad, siento que depende 100% de mí”.
Abraham: “Yo considero a mi perro un miembro de la familia ya que él no vino aquí a
solo ser una mascota para ratos, ni para vigilancia, ni cuidados. Él llegó en un momento
un poco difícil, cuando éramos jóvenes mi hermano y yo, y nos dio mucha alegría. Lo
consideramos un miembro más de la familia justo como mi tío, mi padre, o mi
hermano”.
Andrea: “Sí lo considero un miembro de la familia porque es más que un perrito,
mascota, o animal: es una compañía para todos y responde a las mismas necesidades
que todos, comer, dormir, etc. Además, se desarrolla dentro de nuestro entorno
familiar”.
Nicolás: “Sí, lo considero un miembro. Debido al afecto que le tengo y a cómo nos hace
sentir a todos en la casa”.
En este orden de ideas, está claro que para todos los entrevistados el perro hace parte integral

de la familia, debido a que lo conciben como un ser que transciende el rol de una mascota. Sin

embargo, cada sujeto alude a una característica distinta para considerar al perro de esta manera:

María Alejandra dice que Alai es su hija, Abraham afirma que Beto es más que una mascota y

es un miembro igual a todos los demás, Andrea también reconoce que Coco es más que una
113

mascota e iguala sus necesidades a las de todos los que habitan su hogar y Nicolás alude al

afecto que le tiene a Mía. Ahora bien, al cuestionarlos sobre la diferencia entre un “integrante

de la familia” y una “mascota”, todos dieron respuestas bastante similares.

María Alejandra: “Un integrante de la familia tiene los mismos derechos y merece el
mismo trato que cualquier otro miembro, sea un hermano, la pareja, la mamá o el papá.
Los cuidados que hay que darle son los mismos que a un niño. Y una mascota tiene un
rol de compañía, de cuidar la casa, o de solo estar ahí en la casa, pero sin esa relevancia
que se le da a un miembro de la familia”.
Abraham: “Un integrante de la familia es un ser en igualdad de cuidados y de cariño al
resto. Mientras que una mascota puede ser un ser querido, que sí llega a alegrarnos un
tiempo, pero que no está al nivel de un integrante de una familia”.
Andrea: “Un integrante de la familia es una persona o animal que hace parte del núcleo
familiar, que se toma en cuenta, así como el resto de los integrantes de la familia. Y una
mascota, creo que ese nombre usualmente se le otorga a un animal doméstico que solo
está dentro de la familia”.
Nicolás: “Un integrante la familia es aquel ser vivo, porque no solo se trata de personas,
al que se le tiene un gran aprecio y se le quiere mucho. Una mascota es un animal
irracional que se tiene porque sí, sin ningún propósito”.
Así las cosas, el rol del perro como un miembro más de la familia se podría traducir en la

resignificación de la jerarquía que antes caracterizaba las relaciones humano-perro, en función

de otorgarle a estos animales una posición igualitaria en pertinencia, necesidades y afecto. Por

otro lado, es evidente que el concepto de “mascota” tiene una connotación inferior para los

jóvenes, ya que lo asocian a un ser utilitario y desigual respecto a los seres humanos.

Siguiendo esta misma línea, consideré relevante indagar en las percepciones de los

entrevistados sobre los perros siendo percibidos como seres que reemplazan a otros miembros

humanos de la familia y la preferencia de muchas personas en tener perros como hijos, en lugar

de bebés. Cabe mencionar que estas dinámicas se han popularizado entre los jóvenes, sobre

todo en Colombia. De acuerdo con un análisis publicado en Diario de Occidente:


114

El aumento de animales en los hogares colombianos es inversamente proporcional a la


disminución del número de hijos. Cada vez son más las parejas o las personas solteras
que deciden no tener hijos y adoptan animales de compañía. Esta tendencia es mucho
más marcada en los estratos medios de la población y en personas menores de 35 años.
Lo que sugeriría que, a menos años, menos ganas de tener descendencia y más
disposición para tener animales y colmarlos de cuidados (Occidente.co, 2020).
Ahora bien, en el caso de esta entrevista, los diferentes contextos socioeconómicos de los

entrevistados no fueron influyentes en sus respuestas con relación a este tema. Sin embargo, la

edad si fue un factor predominante, ya que todos son sujetos, estando por debajo de los 30 años,

respondieron de manera similar.

Esto sugeriría que la juventud sí contribuye en la construcción y consolidación de este

imaginario en sus vidas. Por otro lado, sus respuestas me indicaron que la tendencia en los

jóvenes a preferir a los animales como hijos, podría estar relacionada a que su cuidado y el

abastecimiento de sus necesidades básicas, son responsabilidades mucho más sencillas de

llevar a cabo, en comparación a las de los niños. Ante la pregunta “¿Cree que actualmente

algunas personas prefieren tener perros a tener bebés? ¿Por qué?”, estas fueron las respuestas:

María Alejandra: “Sí, creo que sí. No puedo decir si sea la mayoría, pero sí creo que
actualmente somos una generación que preferimos tener un perro en nuestros hogares,
antes que a un niño. Las razones, hemos generado un desinterés por tener un niño, o ser
padres de un bebé, y le hemos dado prevalencia a darle una oportunidad de vida digna
a seres que lo necesitan como los animales. Entonces, creo que sí ha cambiado la
prioridad de esta generación”.
Abraham: “Si, los jóvenes adultos de hoy en día prefieren tener perros a tener bebes, ya
que estos últimos requieren un nivel inmensamente diferente de cuidados, de
responsabilidad, de requerimientos, y de estabilidad, tanto económica como emocional,
por la cuidad. Así que las personas prefieren no encartarse”.
Andrea: “Sí, creo que hoy en día la sociedad no está muy adaptada a tener una niñez
correcta y especialmente en la capital, el ritmo de vida es duro para muchas personas.
Quizá esa puede ser una de las razones por las cuales las personas prefieren tener perros
115

en lugar de bebés. Ellos sí necesitan atención, pero no requieren las mismas cosas que
un bebé”.
Nicolás: “Sí lo creo. Desde mi punto de vista, algunas personas sienten que no están en
la capacidad de cuidar a otro ser humano, mientras que piensan que tener a un perro
sería un poco más sencillo”.
Por último, me resulta interesante que dos de los encuestados asociaron el complicado ritmo

de vida en Bogotá y lo que esto genera a nivel emocional en los jóvenes, con su preferencia a

responsabilizarse y cuidar de un animal de compañía, en lugar de un bebé humano. Esto podría

implicar que, para los jóvenes, el estrés que demanda vivir en la capital es un factor que los

cohíbe a procurar a un niño, ya que esto significaría tener una “carga” aún más grande. Por tal

motivo, buscan cuidar de un perro y consideran que sus necesidades son mucho más sencillas

de satisfacer. Ante la pregunta “¿Considera que es más fácil hacerse cargo de un perro que de

un bebé? ¿Por qué?”, estas fueron las respuestas:

María Alejandra: “Sí, es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé. Como lo
dije al principio, por lo menos en mi caso, sí considero que tengo un rol materno con
mi perrita, pero sin lugar a duda no se puede comparar un animalito con un ser humano
que es un bebé. Los cuidados y las atenciones que demanda los bebés no son
comparables a las de un perro”.
Abraham: “Claramente, hacerse cargo de un perro, aunque involucra muchas
responsabilidades y requiere mucha madurez, no se compara en nada a hacerse cargo
de un bebé. A un bebé hay que protegerlo de todo y hay que estar pendiente de él las
24 horas del día”.
Andrea: “No es más fácil, es diferente. Un bebé necesita el 100% de la atención de al
menos una persona al tiempo, un perro ya luego de 5 meses o un año, puede estar solo
por un periodo de tiempo, si uno le deja su comida y su agua. Pero el perro también
necesita atención médica y quizás algunas cosas parecidas a las que necesita un bebé,
desde una cierta edad hasta otra. Por eso, no es fácil, es diferente”.
Nicolás: “Sí lo creo. Porque uno les demuestra cariño a los perros con sacarlos a pasear,
alimentarlos bien y llevarlos al veterinario, con eso es suficiente. En cambio, a un bebé
hay que cuidarlo muchísimo, y cuando crece, hay que orientarlo y saber decirle las
cosas”.
116

• Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro

La pandemia del COVID-19 obligó a las personas de todo el mundo a confinarse en casa y

a readaptar sus dinámicas y hábitos de vida drásticamente. La brusquedad de estos cambios

influyó en que muchas personas se desequilibraran mental, emocional y físicamente. Sin

embargo, esta complicada etapa no afectó únicamente la calidad de vida de los seres humanos,

también tuvo grandes repercusiones en la vida de los animales.

En Bogotá, esta temporada tuvo un efecto inversamente proporcional, ya que, mientras más

ciudadanos decidían adoptar animales de compañía, más ciudadanos decidían abandonarlos en

las calles. Esta dinámica estuvo influenciada por la desinformación de los ciudadanos, que

erróneamente creían que los perros y los gatos eran fuente de contagio del COVID-19. Las

autoridades locales, aunque en repetidas veces desmintieron esta creencia, no hicieron los

esfuerzos suficientes para impartir conciencia e incentivar a los ciudadanos a solidarizarse y

responsabilizarse con estos animales.

Al preguntarle a los entrevistados si creían que la pandemia hizo que las personas adoptaran

más perros o se deshicieran de ellos, todos estuvieron de acuerdo con que ambas dinámicas

estuvieron presentes en esta época. Estas fueron las respuestas:

María Alejandra: “Yo creo que ambas situaciones se presentaron. Hubo personas
ignorantes que quisieron deshacerse de ellos al principio, pero creo que somos más los
que decidimos adquirirlos. Y, desde mi experiencia, he podido percibir, que sobre todo
las personas jóvenes, nos vimos más motivadas a darnos la oportunidad a nosotros
mismos y a darles la oportunidad a ellos. Fuimos más los que decidimos adquirirlos”.
Abraham: “Creo que la pandemia hizo que, lastimosamente, se deshicieran de más
perros, debido a una desinformación que hubo a nivel general, la cual básicamente decía
los perros podían contagiarse y así contagiar al resto de miembros de la familia del
actual virus CIVID-19. Pero esto claramente es falso. Pero sí, muchas personas se
deshicieron de sus mascotas a raíz de eso”.
117

Andrea: “Vi los dos casos. Vi personas que estaban buscando perros y vi personas que
ya no podían tenerlos por cuestiones de dinero. Entonces sí, fue un factor bastante
notorio de la pandemia”.
Nicolás: “Creo que un poco de ambas. He visto que muchas personas les han regalado
perros a sus hijos y también han adoptado. Pero, por otro lado, he visto que en muchas
partes de las calles hay muchísimos más perros callejeros”.
Así las cosas, aunque la población de perros callejeros se incrementó a niveles abismales en

la ciudad de Bogotá por esta falsa alerta, también hubo muchas otras personas que decidieron

adoptarlos debido a que las circunstancias les permitían estar más tiempo en casa. En estos

casos, los perros, específicamente, obraron como un gran apoyo emocional para muchos

ciudadanos, debido a que los ayudaron a afrontar la soledad y diversas emociones derivadas de

la pandemia. De hecho, todos los entrevistados estuvieron de acuerdo con que las personas

tienden a buscar apoyo emocional en los perros durante crisis sociales de gran magnitud como

la pandemia. Estas fueron algunas de las respuestas:

María Alejandra: “Creo que es porque el amor que le puede brindar a uno un animalito,
en este caso, los perros, es un amor incondicional, desinteresado, que, sin importar las
comodidades, o los lujos, o las cosas materiales que les podamos aportar, ellos siempre
van a estar agradecidos de igual manera. Creo que somos conscientes de ese amor
incondicional de los animales, el cual no siempre dan las personas y eso nos motiva a
refugiarnos más en el amor y en la compañía de un perrito”.
Andrea: “Sí, digamos que esta situación de pandemia genera ansiedad depresión,
cualquier cantidad de pensamientos negativos. Y está científicamente comprobado que
los animales absorben todas las energías de nosotros, creo que esa es una de las razones.
También el hecho de pasar de estar ocupado todo el tiempo a tener mucho tiempo libre
hace que las personas se sientan extrañas y decidan hacerse cargo de un perrito.
Además, la pandemia desató muchos pensamientos y patologías, eso es lo que más lleva
a las personas a buscar la compañía de un animal.
Con relación a las emociones negativas derivadas por esta coyuntura, la mayoría de los

entrevistados estuvieron de acuerdo con que la pandemia los hizo sentir depresión y pensar
118

más en la soledad y reconocieron que lograron superar esto gracias a sus perros. Estas fueron

sus respuestas:

María Alejandra: “Precisamente, uno de los motivos que me llevaron a decidir tenerla,
aparte de que siempre había querido tener un perro para acogerlo como hijo, fue que
estaba pasando por una etapa de ansiedad, de pensamientos no muy positivos. Y sabía
que la presencia de un perrito me iba a ayudar a superarlos y a tener alegría en mi vida.
Abraham: La pandemia claramente afectó a muchas personas de maneras diferentes, a
mí me causo problemas de estrés, de ansiedad y empeoró mi problema de depresión.
Andrea: “Definitivamente esas emociones fueron la razón por la que decidí adoptar a
un perro. Trabajaba en un lugar donde había muchas personas, y pasar de eso a estar
encerrada en una casa con solo una persona, nos llevó a mi mamá y a mí a pensar más
en la soledad, la depresión y la ansiedad que todo eso conllevaba”.
Por otro lado, al preguntarles a los entrevistados si la pandemia había afectado su actitud y

actividades con sus perros, las respuestas fueron muy variadas. Sin embargo, la mayoría

reconoció, de cierta forma, que sus actividades siempre han estado enfocadas en prestarle

atención y afecto a sus perros. Estas fueron sus respuestas:

María Alejandra: “No, no puedo decir que las haya afectado. Por el contrario, adquirí
una rutina o una serie de actividades durante la pandemia, ya que la adquirí a ella en
esta época, que cambiaron mi estilo de vida y las actividades que hacía cotidianamente.
Mis actividades cambiaron para enfocarlas más en ella y darle la atención que requiere”.
Abraham: “Mi actitud siempre ha sido la misma con mi perro, siempre he sido muy
cariñoso, responsable y afectivo con él. Y la pandemia no cambió mis actividades con
él, porque Beto siempre se la pasa adentro de la casa, él es un perro tranquilo y
sedentario”.
Andrea: “Vi reflejado el cambio una vez que todo se flexibilizó, ya que pudo salir más
al parque y fue mucho mejor para él. Quizá para nosotras sí hubo un cambio porque
tenemos que sacarlo más veces al parque y eso influye en el tiempo de trabajo y de vida
personal”.
Nicolás: “No, no la afectó. El vínculo con ella siguió completamente normal”.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la pandemia generó una crisis económica bastanteaste

grave a nivel Colombia, quise indagar en las posibles consecuencias que esto tuvo en los gastos
119

de los tenedores con relación a sus perros. Ante la pregunta “¿La Pandemia repercutió en los

gastos que tiene con su perro? ¿Recortó gastos? ¿Se incrementaron?”, estas fueron las

respuestas:

María Alejandra: “Los incrementó. Aunque, independiente de que uno adquiera un


perrito antes o después de pandemia, siempre va a suponer gastos. Tener a un perrito
implica gastos como los de un hijo, creo que hay que ser consciente de ello”.
Abraham: “No, siempre se le tuvo lugar a los gastos del perro como una prioridad, desde
inicios de la pandemia, desde antes de la pandemia y desde que tuvimos al perro. No se
recortaron sus gastos ni se incrementaron”.
Andrea: “No, porque la adoptamos durante la pandemia”.
Nicolás: “De pronto se incrementaron un poco por el aumento en el valor de ciertos
productos”.
Así las cosas, las situaciones de los tenedores estuvieron muy divididas. Es curioso analizar

que para María Alejandra y Nicolás, siendo de estratos 7 y 3 respectivamente, los gastos en sus

perros sí se incrementaron debido a la pandemia. Mientras que, para Abraham y Andrea, siendo

de estratos 6 y 3 respectivamente, no se incrementaron.

Cabe resaltar que estos factores también se deben al contexto de cada uno de los

entrevistados, por ejemplo, María Alejandra invierte en más productos y servicios para Alai en

comparación con el resto, mientras que Nicolás invierte en lo básico para Mía, pero ambos

notaron el alza en los precios.

Ahora bien, Abraham y Andrea designaron un monto especifico para cubrir las necesidades

de sus animales de compañía, pero, probamente no estuvieron muy al tanto de las variaciones

en los precios debido a que sus familiares también estuvieron involucrados en la cobertura de

estos, así que nos afectó directamente.

Finalmente, quise indagar en cuáles serán las medidas que tomarán los tenedores cuando

tengan que volver a dejar solos a sus perros. Esta situación cobra mucha relevancia debido a

que implica un cambio bastante brusco que puede afectar física y emocionalmente a los

animales, quienes, a causa del confinamiento, ya se han acostumbrado a convivir con sus
120

tenedores la mayor parte del día. Ante la pregunta “¿Qué hará cuando vuelva a la presencialidad

y ya no pueda pasar tanto tiempo con su perro?”, estas fueron las respuestas:

María Alejandra: “La idea sería mandarla a un lugar en el que esté cómoda, feliz, se
divierta estando con otros perritos y esté segura, en el que la estén supervisando y le
estén cubriendo sus necesidades básicas. Precisamente, para que no sienta ese cambio
por llegar a sentirse sola o abandonada, ya que está acostumbrada a estar con sus seres
humanos la mayor parte del tiempo”.

Abraham: “Tratar de aprovechar más el tiempo que se tiene con él y hacer más cosas.
Ser más activo con él en las horas que nos quedan”.

Andrea: “Pues ya está grande, ya puede estar un tiempo solo. De todas maneras, si yo
vuelvo a la presencialidad, mi mamá se queda acá con él. Pero en el caso en que se
quedara solo, tiene comida, tiene agua, tiene juguetes y se le pondría un patio para que
pueda hacer sus necesidades dentro de la casa”.

Nicolás: “Siempre se voy a tener un espacio para ella. Aunque vuelva a estar activo en
mis estudios o en algún trabajo, siempre sacaré una parte del tiempo para estar con ella”.

Es certero afirmar que la mayoría de los tenedores optarían por dejar a sus perros solos en

casa, solo María Alejandra dejaría a Alai en un colegio para perros en función de que no se

quede sola. Sin embargo, aunque todos los entrevistados demostraron que tratarían de

aprovechar el tiempo al lado de sus perritos mientras están juntos, ninguno evidenció tener

conocimiento de las cosas realmente beneficiosas y convenientes que se pueden hacer, con el

propósito de que los animales no se sientan abandonados o deprimidos al momento de quedarse

solos en casa.

Así las cosas, le pregunté si sabían cuáles pueden ser las consecuencias físicas y

emocionales que pueden experimentar los perros al volver a quedarse solos prolongadamente,

o al hacerlo por primera vez, y qué harían al respecto, si a sus animales de compañía les

sucediera esto. Estas fueron sus respuestas:


121

María Alejandra: “Me imagino que experimentan ansiedad, temor al abandono,


soledad. Pero creo que los perros son lo suficientemente inteligentes para comprender
que solo van a adquirir una nueva rutina de vida, y a cierta hora o momento del día, se
van a volver a encontrar con sus seres humanos y que no lo están abandonado. Creo que
eso puede fortalecer los lazos entre el perrito y su ser humano, ya que se extrañan y en
cierto momento del día se van a reencontrar y en ese momento, se aprovechará más el
tiempo con ellos ya que no será el mismo o el acostumbrado en pandemia”.

Abraham: “No, no conozco las consecuencias físicas y emocionales que pueden tener.
Pero supongo que después de un tiempo de estar acostumbrados a tener a la familia aquí
todo el tiempo, van a tener un shock emocional si de un momento a otro se van.
Trataríamos de recortar el tiempo por fuera de la casa y de hacer más actividades en las
cuales se incluya al perro”.

Andrea: “Yo actuaria de manera preventiva y lo dejaría solo todos los días por un poco
de tiempo más que el día anterior. Para que se vaya acostumbrando antes de volver a la
presencialidad. Pero a veces se pone triste cuando alguna se va, toma una actitud
depresiva. He visto documentales en los que dicen que no se puede saludar o despedir
a los perros de manera efusiva porque les puede dar un ataque al corazón, entonces
tomarían en cuenta esas cosas para poder evitar que él tenga un problema de salud”.

Nicolás: “Sí, las conozco. Al encontrarse sola puede llegar a deprimirse, también puede
comenzar a tener actitudes extrañas como dejar de comer. Y lo que haría seria buscar a
un profesional y consultar qué podría hacer. Porque la verdad no sabría cómo actuar”.

Con base en las respuestas obtenidas, puedo concluir que los tenedores no son del todo

consientes de las medidas que pueden implementar para controlar las sintomatologías que sus

perros pueden presentar al quedarse solos en casa. En este sentido, es fundamental difundir

estas tácticas de mitigación e incentivar a los tenedores a buscar consejo profesional, ya que el

síndrome de ansiedad por separación es muy común en estos animales y puede derivar en

diversos comportamientos depresivos que son perjudiciales para su salud.


122

Esto sucede debido a que “el perro sitúa a su dueño como una figura que lo protege y lo

educa, es su seguridad. Cuando desaparece y el perro no sabe sobrellevar esta independencia,

su mente crea dudas que le harán tener miedo, estrés y ansiedad” (Hogarmania.com, s.f).

Así las cosas, algunas de las acciones por las que los tenedores pueden optar para mitigar lo

que la separación produce en sus perros, es dejarles esencias con aromas relajantes, una prenda

de ropa con el aroma del tenedor, música tranquila, juguetes con los que se puedan entretener

y evitar la efusividad en los saludos y las despedidas.

Humanización de los perros

Como se ha mencionado antes en este trabajo, la humanización de los perros es una

tendencia que ha cobrado mucha popularidad actualmente. Así pues, es muy importante

conocer si los tenedores son conscientes de las practicas e imaginarios que pueden tener

respecto a sus animales de compañía y que, en algunos casos, sin siquiera saberlo, perjudican

la calidad de vida de sus animales.

Al preguntarle a los tenedores cómo se comportan usualmente con su perro, estas fueron

sus respuestas:

María Alejandra: “Con mucho cariño, le hablo como si fuera, literalmente, mi bebé, mi
hija. Mi rutina con ella es levantarnos, sacarla o abrirle para que haga sus necesidades
a primera hora, darle algo de snack en la mañana porque no desayuna, consentirla, estar
con ella, jugarle un ratito. Estoy atenta a lo que requiera, le presto atención, no la ignoro.
Le doy mucho amor y trato de que lo sienta de verdad”.

Abraham: “Con mi perro somos muy sociables. En la familia siempre estamos


jugándole o acariciándolo. Él no sale mucho a la calle, pero cuando sale, sale con
nosotros”.

Andrea: “En mi núcleo familiar solo estamos mi mamá mi perro y yo, entonces mi perro
es muy consentido, muy malcriado, él es como un bebé en esta casa”.
123

Nicolás: De manera cariñosa y juguetona. Siempre estamos peleando, jugando y así.

En este caso, todos los entrevistados demostraron tratar a sus perros con amor y mucho

afecto, sin embargo, no expresaron ningún tipo de práctica que pudiese afectarlos

negativamente. Ahora bien, es sabido que la humanización de los perros también se asocia a la

influencia que ejerce la industria para mascotas en la gente, para potenciar el consumo. Al

preguntarles si tienden a gastar dinero en productos y servicios para mascotas, diferentes a la

alimentación, el veterinario y las medicinas, estas fueron sus respuestas:

María Alejandra: “Sí, para mí mi perrita es como una hija. Entonces, aparte de sus
necesidades básicas, sí quiero darle cosas de más, como juguetes, comida distinta,
snacks. Como la saco mucho al parque, invierto mucho en correas, en pecheras, en
placas y demás para que se vea bonita, para que huela rico y para que esté bien, o
incluso, para que esté mejor de lo que podría estar con las necesidades básicas cubiertas.
Además, invertiría en una mejor educación, pese a que sí se ha hecho un buen trabajo
educándola, creo que merece ser educada por expertos en un colegio, o un lugar en el
que haya muchos perritos con los que pueda interactuar y de cierta forma tener una vida
social. Por otro lado, si quiero viajar, ella también viaja conmigo y eso implica gastos”.

Abraham: No, en mi caso no. Solo le compramos premios como dulces y galletas.

Andrea: “Sí, invierto en mi perrito, le compro ropa y juguetes. Él se baña y le hacen el


pelo en la veterinaria todos los meses. También estuvo en unas sesiones de
socialización”.

Nicolás: “No, normalmente no. Solo a veces invierto en algunos juguetes para ella”.

En este orden de ideas, es curioso analizar que las dos mujeres son las que más dinero

invierten en diversos productos y servicios para sus animales de compañía y ambas

manifestaron su afinidad hacia servicios de socialización con otros perros y estética. Mientras

que los dos hombres, únicamente aseguraron invertir en snacks y juguetes, además de lo básico.

Estos resultados son muy semejantes a las estadísticas entregadas por el portal

ciudaddemascotas.com en el 2015, “las cuales indicaron que, en Colombia, el 65% de las


124

personas que compran productos para mascotas a través de internet son mujeres. Ellas son las

que más invierten a la hora de comprar artículos para perros y gatos” (La República, 2015).

Así, las cosas, esto sugeriría que, en el país, existe una tendencia característica de las mujeres

en invertir más dinero en productos y servicios para sus perros.

Ahora bien, con el propósito de averiguar si esta tendencia deriva en que los tenedores

humanicen a sus perros, les pregunté directamente si consideraban que lo hacían, y en caso de

hacerlo, cuáles creían que eran las causas de esto. Estas fueron sus respuestas:

María Alejandra: “No, no creo que haya incurrido en ese error. Considerar que un
perrito es parte de la familia, no es igual a humanizarlo. Es decir, es parte de la familia,
sin olvidar que es un animalito. Entonces no creo que la haya humanizado. Siempre he
tratado de darle la mejor calidad de vida posible, sin olvidar su especie. No puedo
compararla o asemejarla con un ser humano”.

Abraham: “Conozco lo que es humanizar a los perros, ya que tengo personas cercanas
que lo hacen. Pero no, en ningún momento he humanizado a mi perro, ya que sigue
siendo un animal. Hay comportamientos que simplemente no son agradables ni para la
mascota ni para nosotros. No tratamos de humanizar a los animales, tratamos de
quererlos tal y como son”.

Andrea: “Sí, cuando le compro disfraces, cuando lo visto, cuando le pongo zapatos. De
cierta manera humanizo a mi perro”.

Nicolás: “No. Siento que lo trato como un animal, pero un animal al que quiero mucho”.

Por consiguiente, es claro que la mayoría de los tenedores están al tanto del daño que causa

la humanización en los animales y reconocen no hacerlo. Sin embargo, Andrea reconoció que

sí humaniza, en cierta medida, a su perro Coco, al vestirlo y disfrazarlo, una práctica que

normalmente se llevaría a cabo con un niño y que naturalmente perjudica al animal.

Así las cosas, es muy necesario difundir conciencia sobre las prácticas humanizadoras que

afectan a los animales de compañía, ya que algunos tenedores, que aman y respetan a sus
125

animales, al mismo tiempo, no son conscientes del daño que les pueden estar causando con

diversas prácticas que parecen inofensivas.

Al respecto, Jorge Gallego Rodríguez, Docente de Urgencias, Medicina Interna y

Toxicología Clínica, manifestó para El Tiempo, que:

La mascota jamás debe ser tratada como humano. El hecho de que se conviertan en
miembros de nuestra familia no nos da derecho a humanizarlos. Por eso debemos tener
bien claro el concepto de familia multiespecie, que hace referencia a un núcleo social
compuesto, en este caso, por dos especies totalmente diferentes, la humana y la animal.
Aquí no hay una fusión de especies. Lo que hay es una interacción entre dos especies
(2020).

• Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro

Siguiendo la línea de las responsabilidades de los tenedores respecto a procurar el bienestar

físico y emocional de sus animales de compañía, consideré pertinente preguntarle a los

entrevistados cuáles creen que son los deberes y las responsabilidades de un tenedor con su

perro, ante lo cual, todos respondieron de forma muy similar. Estas fueron sus respuestas:

María Alejandra: “Principalmente la alimentación, su salud, las vacunas, sus cuidados


básicos de aseo, la atención que hay que prestarles, el tiempo y la compañía”.

Abraham: “Las básicas, alimentación, salud física y emocional, compañía y cariño. Un


cariño incondicional”.

Andrea: “Tener el espacio adecuado para un perro, tener el tiempo adecuado para
invertir y disfrutar con el perro. Tener la economía suficiente para sostenerlo en sus
necesidades básicas que son comida, agua, medicinas y vacunas. Todo lo que involucre
la salud del animal y mantenerlos presentables. La compañía también es importante
para que no se deprima, saber quiénes están en la casa y qué efectos pueden tener esas
personas en el perro”.
126

Nicolás: “Darle alimentación, cuidarlo, llevarlo a un veterinario cada cierto tiempo,


ejercitarlo, limpiarlo y bañarlo”.

Así las cosas, es interesante que todos los participantes relacionaron sus deberes y

responsabilidades respecto a sus perros, con los cuidados más elementales. Sin embargo,

ninguno mencionó el deber legal de nunca abandonarlos. Con esto, no sugiero que los tenedores

consideren la opción de abandonar a sus perros, sencillamente no lo mencionaron porque,

probablemente, no es lo primero piensan al reflexionar sobe sus deberes con los animales.

Por consiguiente, como ya lo había mencionado antes en este trabajo, creo que es

sumamente importante potenciar el conocimiento y la adjudicación a nivel personal de este

deber en los ciudadanos, con el propósito de construir una cultura en la que no abandonar a los

animales de compañía sea una prioridad colectiva.

Ahora bien, al plantearle a los entrevistados un escenario en el que ya no pudiesen tener a

sus perros y preguntarles qué harían al respecto, todos respondieron de forma muy similar y

demostraron la importancia que le dan a no dejar a los animales en la calle o con alguna persona

irresponsable. Estas fueron sus respuestas:

María Alejandra: “Creo que siempre buscaría la manera de estar con ella, de verdad
sería un extremo considerar deshacerme de ella. Pero en ese sentido, trataría de
conseguir una familia, una persona cercana, un amigo, un conocido, alguien confiable,
que la pueda acoger y darle una vida similar o igual a la que tenía conmigo. Pero insisto
en que esa sería mi última opción. Siempre haría todo lo que esté en mis manos para
nunca tener que llegar a esa decisión”.

Abraham: “Sería terrible, es algo a lo que todo el mundo se tiene que hacer a la idea,
porque tarde o temprano sucederá. Pero no es algo que uno espere y que uno quiera
pensar, el día que ya no pueda tener a mi perro será un día desastroso, sinceramente, no
sé cómo respondería”.

Andrea: “No lo veo como un escenario, pero en el caso de que tuviese que pensarlo,
trataría de buscarle una familia que lo cuide igual que lo hago yo. Y asegurarme de que
127

esa persona lo va a querer, que se va a acostumbrar a él y que él se va a acostumbrar a


esa persona”.

Nicolás: “Buscaría a una persona que crea que la puede tener de una manera correcta.
Que pueda alimentarla y darle todo lo que necesita”.

En este orden de ideas, la mayoría de los entrevistados tienen muy presente que, en caso de

no poder seguir supliendo las necesidades de sus animales de compañía, buscarían a una familia

responsable y de confianza que tenga las posibilidades de acoger al perro y procurar su

bienestar. En este sentido, las respuestas fueron muy positivas.

• Futuro de las relaciones humano-perro

Para finalizar las entrevistas, quise conocer la opinión de los participantes respecto a las

futuras dinámicas de relacionamiento entre los seres humanos y lo perros. Ya que estas, de

cierta forma, se forjarán como la evolución de las prácticas y concepciones que se consolidan

y se expanden actualmente. Así las cosas, comencé por indagar sobre la percepción de los

entrevistados respecto a la adopción y compra de perros, esto, teniendo en cuenta que la

adopción canina está cobrando cada vez más importancia en el país.

Ante la pregunta “¿Qué prefiere, adoptar o comprar un perro? ¿Por qué?”, todos los

entrevistados manifestaron su preferencia por adoptar. Estas fueron algunas de sus respuestas:

Abraham: “Prefiero adoptarlo, no se trata de adoptar y no comprar porque a la final, los


perros que se compran también son animales que han pasado por cosas duras. Pero
estamos hablando de un perro que está en la calle y que cada día trata de sobrevivir con
lo que encuentra. Al menos en las perreras y los lugares en donde los venden ellos son
alimentados, tienen seguridad y un lugar donde dormir”.

Andrea: “Adoptar porque le doy una mejor vida a un perrito que lo necesita y evito caer
en el círculo de la compra y venta de los perros”.
128

Ahora bien, con el propósito de conocer más a fondo la perspectiva de los entrevistados

respecto a la compra y venta de perros, los interrogué sobre este tema. Estas fueron sus

respuestas:

María Alejandra: “Yo soy partidaria, principalmente, de adoptar. Creo que hay
demasiados perritos en las calles, que están siendo rescatados o abandonados,
que merecen una oportunidad. Pero, creo que la compra y venta de perros podría
manejarse de una manera responsable, sin someter a las perritas a condiciones
que atenten contra su salud, bienestar y demás. Mi primera opción siempre va a
ser adoptar a un perro, pero tampoco me niego a la posibilidad de darle una vida
feliz a un perrito que sea comprado, ya que todos merecen tener una vida digna
y una familia”.

Abraham: “Es un mal terrible ya que detrás de esa industria hay muchos
animales que son violentados, maltratados, y asesinados a causa de estar
procreando y procreando sin parar. Debería ser ilegal”.

Andrea: “Opino que es totalmente negativo y no debería existir la compra y


venta de perros. Eso se presta para que las personas se lucren de los animales
indefensos, también contribuye a la sobrepoblación de los perros abandonados
y a la explotación de los perritos para la procreación”.

Nicolás: “No estoy de acuerdo con la compra y venta de perros, pero es algo
que, básicamente, no se puede evitar. Es muy difícil hacer que las personas no
tengan esto como un negocio”.

Así las cosas, es certero afirmar que la mayoría de los entrevistados son conscientes del

maltrato y la explotación animal que hay detrás de la industria de la compra y venta de perros.

Sin embargo, es importante destacar el dilema moral que caracteriza esta problemática, debido

a que, como mencionó María Alejandra, los perros que pertenecen a criaderos y tiendas para

mascotas, merecen la oportunidad de tener una vida digna, tanto como los perros que habitan

en la calle.
129

No obstante, aunque esta industria es legal en Colombia, no cumple con los protocolos de

seguridad y bienestar de los animales y es muy complicado controlarla, como bien se ha

demostrado con el pasar de los años. Esto se debe a que siempre hay administradores que

incumplen la normativa pública y vulneran los derechos de los animales. Al tratarse de seres

vivos siendo creados y comercializados de forma masiva, como si fuesen objetos, es casi

imposible llegar a un verdadero control en el que se garantice la integridad física y emocional

de todos los animales.

Así pues, esta industria solo violenta sus derechos de forma directa, ya que no se les concibe

ni se les trata como seres sintientes, sino como objetos lucrativos de fácil reproducción y

distribución. Por otro lado, así como los entrevistados demostraron su descontento con esta

industria y su afinidad con la adopción, puede que cada vez más jóvenes opten por esta opción

y eso genere una posible desarticulación de la industria de compra y venta de animales o incluso

la resignifique.

Por otro lado, también les pregunté qué opinan respecto a que, actualmente, cada vez más

colombianos conciban a sus perros como integrantes de la familia y no mascotas. Estas fueron

sus respuestas:

María Alejandra: “Me parece muy bien. Me parece que es darles un rol más importante
a los animales en nuestra vida, es darles una vida y un trato mucho más digno. Creo que
un animal que llega a una casa llega a dar más felicidad, entonces tomarlo y hacerlo
parte, como un miembro más de la familia, tanto nos aporta a nosotros, como les aporta
a ellos en cuanto a dignificar su existencia al interior de un núcleo familiar”.

Abraham: “Me parece algo muy bueno. Pero aun cuando se da en la mayoría de las
mascotas, aún se encuentran casos de violencia animal, en los que no se les da el lugar
que ellos merecen. Básicamente son mascotas que son dejadas en la intemperie, que no
tienen un buen cuidado, tienen mala salud o son utilizadas para vigilar o cuidar una
zona”.
130

Andrea: “Me parece excelente que se les tome en cuenta como un miembro más de la
familia, como un ser vivo que necesita atención y que tiene básicamente las mismas
necesidades que todos nosotros tenemos”.

Nicolás: “Me parece muy bueno, porque esto quiere decir que a nivel Colombia, se está
teniendo un mayor afecto hacia estos seres vivos”.

Con base en las respuestas, es certero que los entrevistados conciben que esta integración

de los animales de compañía en el núcleo familiar es un hecho sumamente positivo que debería

seguir consolidándose en país.

Por último, le pregunté a los entrevistados cómo veían el futuro de las relaciones humano-

perro, ante lo cual, estas fueron las respuestas:

María Alejandra: “Creo que cada día se fortalecen y se dignifican más. Cada día, las
nuevas generaciones, espero y confío, son más conscientes del rol que los animales
tienen en nuestras vidas, en este caso, especialmente los perritos. Creo que cada día van
a haber menos abandonos y las familias serán cada vez más grandes al estar compuestas
por más perritos. Probamente la mayoría los vamos a considerar miembros y parte de
nuestras familias”.

Abraham: “Yo lo veo bastante brillante, cada día, socialmente están siendo más
aceptados en lugres públicos, se están adaptando más ideas y espacios para ellos”.

Andrea: “Cada vez van incrementándose, sin embargo, sigue habiendo casos de
maltrato animal, de mala crianza, estigmatización según las razas y compra y venta,
entonces la verdad no veo mucho cambio en el futuro. Sin embargo, creo que después
de esta pandemia muchas personas fueron conscientes de los animales”.

Nicolás: “Van a fortalecerse mucho más, las personas van a aprender que los perros son
una gran compañía y que ayudan mucho a nivel personal. Ayudan a superar ciertas
crisis”.

Así las cosas, la mayoría de los entrevistados pronostican un panorama muy positivo para

los perros, en el que hacen parte integral de muchas más familias y con concebidos y respetados

como un miembro más de estas. Su integración en los espacios públicos, en las familias y en
131

la sociedad son factores que han influido potencialmente en la aceptación colectiva de esta

transición. Y la pandemia del COVID-19, sin lugar a duda, ayudó a visibilizar su importancia

como seres sintientes. No obstante, aun hacen falta muchos cambios a nivel sociocultural, para

que la integración y dignificación de los perros se de en todo sentido, como la correcta

regulación o el desmantelamiento de la compra y venta de mascotas, la conciencia colectiva de

no abandonarlos y el compromiso por parte de los tenedores a no maltratarlos.

Conclusiones

El anterior repaso interdisciplinar y los resultados de la investigación me permitieron

comprender a mayor profundidad las causas y las consecuencias de las nuevas dinámicas de

relacionamiento y convivencia entre los seres humanos y los perros. Desde el ámbito

comunicacional, las relaciones multiespecie de la actualidad han transformado el lenguaje y

replanteado los imaginarios sociales que antes se tenían frente a los perros. Esto, para pasar a

darles una significación más justa y coherente respecto al rol activo que han desempeñado a lo

largo de la historia en la sociedad.

Considero que es pertinente analizar este tema desde la academia, en función de comprender

el desarrollo de nuevos sentidos, que derivan de diversos modos de comunicar la importancia

de los perros. La consolidación del concepto de familia multiespecie en Bogotá, por ejemplo,

en cierta medida, ha sido influenciado por el impacto de las decisiones legislativas, la difusión

de tópicos relacionados al bienestar animal en redes sociales y medios de comunicación y, más

recientemente, las consecuencias psicosociales que afectaron a los individuos durante la

pandemia.
132

Por otro lado, la investigación me permitió comprender que actualmente, en Bogotá, el

concepto de “mascota” está siendo deconstruido con relación a los perros, ya que muchos

tenedores le están dando una connotación negativa, al asociarlo con una concepción netamente

utilitaria. Así las cosas, los perros están siendo concebidos como integrantes o simplemente

parte de las familias, con el propósito de igualar su pertinencia a la de cualquier otro ser humano

que la conforme y reconocerlo como un ser sintiente que aporta al núcleo. Lo anterior, de cierta

forma, privilegia el posicionamiento social de los perros entre otras especies animales.

Adicionalmente, comprendí que el contexto de la pandemia del COVID-19, funcionó como

un acelerador de diversos cambios sociales en torno a los perros. Esto, debido a que visibilizó

su influencia positiva en el estado físico, psicológico y emocional de las personas, que al haber

sido sometidas a una crisis biosocioeconómica de calibre mundial, se refugiaron en la relación

con sus perros. Esto generó nuevas dinámicas de vida y sentidos personales, a partir de los

cuales las prioridades de los tenedores, en cierto sentido, se vieron direccionadas a procurar el

bienestar de sus animales de compañía y a valorar aún más su presencia.

Los nuevos modos de relacionamiento impuestos durante la pandemia también indujeron a

muchas personas a simpatizar con los perros. Esto se debe a que ellos fungieron como

catalizadores de socialización y les dieron razones a sus tenedores para salir a la calle, olvidar

el estrés del confinamiento por un rato e interactuar con otros. Por otro lado, esta temporada

también dotó a los tenedores de un mayor entendimiento respecto a las necesidades físicas y

emocionales de sus perros, ya que los obligó a pasar la mayoría del tiempo junto a ellos. Esta

convivencia también potenció el vínculo afectivo entre ambos.

Finalmente, desde el ámbito personal, considero que logré aportar a este debate

multidicplinar, ya que, a pesar no haber cubierto todas sus consideraciones y subejtividades,

logré examinar el desarrollo del relacionamiento interespecie (humano-perro) en su


133

complejidad y destaqué los componentes más importantes para llevarlo a cabo de forma

responsable y coherente. De esta manera, reitero la importancia de considerar a los perros como

seres sintientes, apoyo su integración en las familias en función de dignificar su rol en el hogar

sin caer en el error de la humanización y aporto a la causa de concientización animal.

A mi parecer, la pandemia del COVID-19, aunque afectó en primera instancia a muchos

perros, también les dio la oportunidad a los seres humanos de sensibilizarse con ellos y en

general, con todos los animales de compañía. Esto se debe a que fomentó la interacción entre

humanos y animales y dio paso a una nueva construcción de sentidos en la sociedad bogotana.

Como comunicadora, tenedora de una perrita y animalista, creo que es sumamente importante

seguir impartiendo estos conocimientos, en función de lograr una concientización colectiva que

garantice un futuro brillante para los perros y todos los animales de compañía, como integrantes

de la sociedad y las familias.


134

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143

Anexos

Encuesta a 100 personas: Dinámicas en la relación tenedor - perro antes y durante la pandemia
del COVID-19 en Bogotá, Colombia desarrolladas durante el periodo de septiembre a octubre
del 2021.
https://docs.google.com/spreadsheets/d/16xMATvbEpz01mrK5YxM466mYLyb25AgT3ikxQ
XkaDR4/edit?usp=sharing
Entrevistas a 4 tenedores residentes de Bogotá desarrolladas en octubre de 2021.

María Alejandra Estupiñán Forero

Familia multi-especie

¿Sabe qué es una familia multiespecie?

Me imagino que es una familia compuesta por personas y por animales, ya sean perros, gatos,
u otros.

¿Considera a su perro un miembro de la familia? ¿Por qué?

Sí la considero un miembro de mi familia. La considero mi hija, mi responsabilidad, siento que


depende 100% de mí.

¿Cómo definiría usted “integrante de la familia” y “mascota”?

Un integrante de la familia tiene los mismos derechos y merece el mismo trato que cualquier
otro miembro, sea un hermano, la pareja, mamá o papá. Los cuidados que hay que darle son
los mismos que a un niño. Y una mascota tiene un rol de compañía, de cuidar la casa, o de solo
144

estar ahí en la casa, pero sin esa relevancia que se le da a un miembro de la familia, como sería
en este caso mi perrita para mí.

¿Cree que su mascota remplaza, de alguna manera, a un miembro de su familia?

No reemplaza, la completa. Sí la considero una hija, requiere los cuidados que requeriría un
niño, pero no siento que reemplace. Sencillamente, complementa, suma, aporta a una familia,
pero no creo que reemplace pese a que sí la considero una hija. Pero si llegase a tener otro
perro, igualmente lo trataría y lo querría como un hijo.

¿Cree que actualmente algunas personas prefieren tener perros a tener bebés? ¿Por qué?

Sí, creo que sí. No puedo decir si sea la mayoría, pero sí que creo que actualmente somos una
generación que, probablemente, preferimos tener un perro en nuestros hogares, antes que a un
niño. Las razones, hemos generado un desinterés por tener un niño, o ser padres de un bebé, y
le hemos dado prevalencia a darle una oportunidad de vida digna a seres que lo necesitan como
los animales. Entonces, creo que sí ha cambiado la prioridad de esta generación.

¿Considera que es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé? ¿Por qué?

Sí, es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé. Como lo dije al principio, por lo
menos en mi caso, sí considero que tengo un rol materno con mi perrita, pero sin lugar a duda
no se puede comparar un animalito con un ser humano que es un bebé. Los cuidados y las
atenciones que demanda los bebés no son comparables a las de un perro.

Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro

¿Cree que su perro ha sido un apoyo emocional para usted antes y durante la pandemia?

Sí, lo ha sido.

¿La pandemia afectó su actitud y actividades con su perro? En caso de ser así, ¿cómo?

No, no puedo decir que las haya afectado. Por el contrario, adquirí una rutina o una serie de
actividades durante la pandemia, ya que la adquirí a ella en esta época, que cambiaron mi estilo
de vida o las actividades que hacía cotidianamente. Mis actividades cambiaron para enfocarlas
más en ella y darle la atención que requiere.

¿Cree que la Pandemia y el confinamiento lo hicieron tener emociones depresivas y


pensar más en la soledad?
145

Sí fue así. Precisamente uno de los motivos que me llevaron a decidir tenerla, aparte de que
siempre había querido tener un perro para acogerlo como hijo, fue que estaba pasando por una
etapa de ansiedad, de pensamientos no muy positivos. Y consideré que la presencia de un
perrito sí me iba a ayudar a superarlos y a tener alegría en mi vida.

¿Qué hará cuando vuelva a la presencialidad y ya no pueda pasar tanto tiempo con su
perro?

La idea sería mandarla a un lugar en el que esté cómoda, feliz, se divierta, esté segura, en el
que la estén supervisando y le estén cubriendo sus necesidades básicas, estando con otros
perritos. Precisamente, para que no sienta ese cambio por llegar a sentirse sola o abandonada,
ya que está acostumbrada a estar con sus seres humanos la mayor parte del tiempo.

¿Sabe cuáles pueden ser las consecuencias físicas y emocionales que puede experimentar
su perro al volver a quedarse solo prolongadamente o hacerlo por primera vez? ¿En caso
de que las presentara, qué haría?

Me imagino que experimentan ansiedad, temor al abandono, soledad, pero igual creo que los
perros son lo suficientemente inteligentes para comprender que solo van a adquirir una nueva
rutina de vida, y a cierta hora o momento del día, se van a volver a encontrar con sus seres
humanos y que no lo están abandonado. Creo que eso puede fortalecer los lazos entre el perrito
y su ser humano, ya que se extrañan y en cierto momento del día se van a reencontrar y en ese
momento, se aprovechará más el tiempo con ellos ya que no será el mismo o el acostumbrado
en pandemia.

¿Cree que la pandemia hizo que las personas adoptaran más perros o se deshicieran de
ellos?

Yo creo que ambas situaciones se presentaron. Hubo personas ignorantes que quisieron
deshacerse de ellos al principio, pero creo que somos más los que decidimos adquirirlos. Y
creo que, desde mi experiencia, he podido percibir, que sobre todo personas jóvenes, nos vimos
más motivadas a darnos la oportunidad a nosotros y darles la oportunidad a ellos. Fuimos más
los que decidimos adquirirlos.

¿Cree que, en crisis sociales de gran magnitud como la pandemia, las personas tienden a
buscar compañía en un animal? ¿Por qué?
146

Sí. Creo que es porque el amor que le puede brindar a uno un animalito en este caso, los perros,
es un amor incondicional, desinteresado, que, sin importar las comodidades, o los lujos, o las
cosas materiales que les podamos aportar, ellos siempre van a estar agradecidos de igual
manera. Creo que somos conscientes de ese amor incondicional de los animales, el cual no
siempre dan las personas, y eso nos motiva más a refugiarnos más en el amor y en la compañía
de un perrito.

Humanización de los perros

¿Cómo se comporta usualmente con su perro?

Con mucho cariño, le hablo como si fuera, literalmente, mi bebé, mi hija. Mi rutina con ella es
levantarnos, sacarla o abrirle para que haga sus necesidades a primera hora, darle algo de snack
en la mañana porque no desayuna, consentirla, estar con ella, jugarle un ratito. Estar atenta a
lo que requiera, darle sus comidas, sacarla al parque a que haga sus necesidades y a que juegue.
Prestarle atención, no ignorarla. Siempre que un perrito va a hacia su ser humano, creo que lo
ideal es prestarle atención, no hacerlo hacia un lado, sino ponerle cuidado a lo que le pueda
estar pidiendo a uno a su manera, ya que no pueden expresarse verbalmente. Darle mucho amor
y tratar de que lo sienta de verdad.

¿Tiende a gastar dinero en productos y servicios para mascotas, diferentes a la


alimentación, el veterinario y las medicinas? Si es así, ¿en qué productos o servicios
invierte?

Sí, considero que, como lo dije desde un principio, para mí mi perrita es como una hija.
Entonces, aparte de sus necesidades básicas, sí quiero darle cosas de más, como juguetes,
comida distinta, snacks. Como la saco mucho al parque, invierto mucho en correas, en
pecheras, en placas y demás para que se vea bonita, para que huela rico y para que esté bien, o
incluso, para que esté mejor de lo que podría estar con las necesidades básicas cubiertas.
Además, invertiría en una mejor educación, pese a que sí se ha hecho un buen trabajo
educándola, creo que merece ser educada por expertos en un colegio, o un lugar en el que haya
muchos perritos con los que pueda interactuar y de cierta forma tener una vida social entre
perros normal. Por otro lado, si quiero viajar, ella también viaja conmigo y eso implica gastos.

¿La Pandemia repercutió en los gastos que tiene con su perro? ¿Recortó gastos? ¿Se
incrementaron?
147

Los incrementó. Aunque, independiente de que uno adquiera un perrito antes o después de
pandemia, siempre va a suponer gastos. Tener a un perrito implica gastos como los de un hijo,
creo que hay que ser consciente de ello.

¿Cree que en algún momento ha llegado a humanizar a su perro? ¿Por qué?

No, no creo que haya incurrido en ese error. Considerar que un perrito es parte de la familia,
no es igual a humanizarlos. Es decir, es parte de la familia, sin olvidar que es un animalito.
Entonces no creo que la haya humanizado. Siempre he tratado de darle la mejor calidad de vida
posible, sin olvidar su especie. No puedo compararla o asemejarla con un ser humano.

Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro

¿Cuáles cree que son los deberes y las responsabilidades de un tenedor con su perro?

Principalmente la alimentación, su salud, las vacunas, sus cuidados básicos de aseo, la atención
que hay que prestarles, el tiempo y la compañía.

¿Qué haría si ya no pudiese tener a su perro?

Creo que siempre buscaría la manera de estar con ella, de verdad sería un extremo considerar
deshacerme de ella. Pero en ese sentido, trataría de conseguir una familia, una persona cercana,
un amigo, un conocido, alguien confiable, que la pueda acoger y darle una vida similar o igual
a la que tenía conmigo. Pero insisto en que esa sería mi última opción. Siempre haría todo lo
que esté en mis manos para nunca tener que llegar a esa decisión.

Futuro de las relaciones humano-perro

¿Qué opina de la compra y venta de perros?

Yo soy partidaria principalmente de adoptar, creo que hay demasiados perritos en el mundo,
en las calles, que están siendo rescatados o abandonados, que merecen una oportunidad, pero
no estoy en desacuerdo completamente de comprar. No es mi primer pensamiento el comprar
al querer tener un integrante más en la familia, pero creo que hay que hacerlo con
responsabilidad. La compra y venta de perros podría manejarse una manera responsable, sin
someter a las perritas a condiciones que atenten contra su salud, bienestar y demás. Creo que
no hay que satanizar a quienes desean adquirir a un perro de cierta manera y su primera opción
no es adoptarlo. Mi primera opción siempre va a ser adoptar a un perro, pero tampoco me niego
a la posibilidad de darle una vida feliz a un perrito que sea comprado, ya que todos merecen
tener una vida digna y una familia.
148

¿Qué opina respecto a que, actualmente, cada vez más colombianos conciban a sus perros
como integrantes de la familia y no mascotas?

Me parece muy bien. Me parece que es darles un rol más importante a los animales en nuestra
vida, es darles una vida y un trato mucho más digno. Incluso es hacernos más felices a nosotros
mismos, los miembros de las familias. Creo que un animal que llega a una casa llega a dar más
felicidad, entonces tomarlo y hacerlo parte, como un miembro más de la familia, tanto nos
aporta a nosotros, como les aporta a ellos en cuanto a dignificar su existencia al interior de un
núcleo familiar.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones humano-perro?

Creo que cada día se fortalecen y se dignifican más. Cada día las nuevas generaciones, espero
y confío, son más conscientes del rol que los animales tienen en nuestras vidas, en este caso,
especialmente los perritos. Creo que cada día van a haber menos abandonos y las familias serán
cada vez más grandes al estar compuestas por más perritos. Probamente la mayoría los vamos
a considerar miembros y parte de nuestras familias.

Abraham Díaz Indaburo

Familia multi-especie

¿Sabe qué es una familia multi-especie?

Tengo una idea, prácticamente la idea que yo tengo debido al nombre es cuando se tienen
muchos animales de varias especies y conviven juntos sin problema como una familia
149

¿Considera a su perro un miembro de la familia? ¿Por qué?

Yo considero a mi perro un miembro de la familia ya que el no vino aquí a solo ser una mascota
para ratos ni para vigilancia ni cuidados. Él llegó en un momento un poco difícil cuando éramos
jóvenes mi hermano y yo y nos dio mucha alegría. Lo consideramos un miembro más de la
familia justo como mi tío, mi padre o mi hermano.

¿Cómo definiría usted “integrante de la familia” y “mascota”?

Un integrante de la familia es un ser en igualdad de cuidados y de cariño, o sea, no los


dividimos, aquí a nadie se le quiere más que a otros. Mientras que una mascota puede ser un
ser querido, un ser vivo que sí llega a alegrarnos un tiempo pero que no está al nivel de un
integrante de la familia.

¿Cree que su mascota remplaza, de alguna manera, a un miembro de su familia?

No, ninguna mascota reemplaza a ningún integrante de la familia, es un integrante más, sí, pero
no viene a aquí a cumplir el rol de nadie. Como dije antes se trata con los mismos niveles de
afecto y de cuidado que con cualquier otro integrante de la familia, pero no viene a cumplir un
rol especifico.

¿Cree que actualmente algunas personas prefieren tener perros a tener bebés? ¿Por qué?

Sí, los jóvenes adultos de hoy en día prefieren tener perros a tener bebes, ya que estos últimos
requieren un nivel diferente de cuidados, de responsabilidad, de requerimientos y de
estabilidad, tanto económica como emocional para su cuidado. Así que las personas prefieren
no encartarse.

¿Considera que es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé? ¿Por qué?

Claramente, hacerse cargo de un perro, aunque involucra muchas responsabilidades y requiere


mucha madurez, no se compara en nada a hacerse cargo de un bebé. A un bebé hay que
protegerlo de todo y hay que estar pendiente de él las 24 horas del día.

Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro

¿Cree que su perro ha sido un apoyo emocional para usted antes y durante la pandemia?

Durante la pandemia sí, ya que llegué a una casa en la cual no había estado desde hace muchos
años. Reconectar con mi mascota fue algo especial, me ayudó mucho emocionalmente.

¿La pandemia afectó su actitud y actividades con su perro? En caso de ser así, ¿cómo?
150

Mi actitud siempre ha sido la misma con mi perro, siempre he sido muy cariñoso, muy
responsable y afectivo con él. Y no cambió mis actividades porque Beto siempre se la pasa
adentro de la casa, él es un perro tranquilo con el cual se juega por una hora, pero no mucho
más, es un perro muy sedentario.

¿Ve a su perro de una manera distinta a como lo hacía antes de la pandemia?

No, para mí siempre ha tenido el mismo valor, y el mismo nivel de respeto, cuidado y cariño.

¿Cree que la Pandemia y el confinamiento lo hicieron tener emociones depresivas y


pensar más en la soledad?

Sí, la pandemia claramente afectó a muchas personas de muchas maneras diferentes, pero en
mi caso, me causó problemas de estrés y ansiedad. Y últimamente empeoró mi problema de
depresión.

¿Qué hará cuando vuelva a la presencialidad y ya no pueda pasar tanto tiempo con su
perro?

Tratar de aprovechar más el tiempo que se tiene con él, tratar de hacer más cosas, de ser más
activos con él en las horas que nos quedan.

¿Sabe cuáles pueden ser las consecuencias físicas y emocionales que puede experimentar
su perro al volver a quedarse solo prolongadamente o hacerlo por primera vez? ¿En caso
de que las presentara, qué haría?

No, no conozco las consecuencias físicas y emocionales que pueden tener. Pero supongo que
después de un tiempo de estar acostumbrados a tener a la familia aquí todo el tiempo, van a
tener un shock emocional si de un momento a otro se van. Trataríamos de recortar el tiempo
por fuera de la casa y de hacer más actividades en las cuales se incluya al perro.

¿Cree que la pandemia hizo que las personas adoptaran más perros o se deshicieran de
ellos?

Creo que la pandemia hizo que, lastimosamente, se deshicieran de más perros, debido a una
desinformación que hubo a nivel general, la cual básicamente decía los perros podían
contagiarse y así contagiar al resto de miembros de la familia del actual virus CIVID-19. Pero
esto claramente es falso. Pero sí, muchas personas se deshicieron de sus mascotas a raíz de eso
151

¿Cree que, en crisis sociales de gran magnitud como la pandemia, las personas tienden a
buscar compañía en un animal? ¿Por qué?

Depende mucho de las personas, hay personas que son muy sociales y tienen mucha facilidad
de abrirse con otras personas, mientras hay personas que son más cerradas, el cual es mi caso.
No me es algo tan fácil o viable reunirme con otras personas tanto como lo hago con un animal,
en especial con mi perro. Ya que ellos no juzgan, ellos no tienen problemas contigo y ellos
siempre van a estar ahí para ti, tratando de animarte.

Humanización de los perros

¿Cómo se comporta usualmente con su perro?

Con mi perro somos muy sociables, siempre estamos jugando o acariciándolo. Él no sale
mucho a la calle, pero cuando sale, sale con nosotros.

¿Tiende a gastar dinero en productos y servicios para mascotas, diferentes a la


alimentación, el veterinario y las medicinas? Si es así, ¿en qué productos o servicios
invierte?

No, en mi caso no. Solo le compramos premios como dulces y galletas.

¿La Pandemia repercutió en los gastos que tiene con su perro? ¿Recortó gastos? ¿Se
incrementaron?

No, siempre se le tuvo lugar a los gastos del perro como una prioridad, desde inicios de la
pandemia, desde antes de la pandemia y desde que tuvimos al perro. No se recortaron sus gastos
ni se incrementaron.

¿Cree que en algún momento ha llegado a humanizar a su perro? ¿Por qué?

Conozco lo que es humanizar a los perros, ya que tengo personas cercanas que lo hacen. Pero
no, en ningún momento he humanizado a mi perro, ya que sigue siendo un animal. Hay
comportamientos que simplemente no son agradables ni para la mascota ni para nosotros. No
tratamos de humanizar a los animales, tratamos de quererlos tal y como son.

Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro

¿Cuáles cree que son los deberes y responsabilidades de un tenedor con su perro?

Las básicas, alimentación, salud, salud emocional, compañía y cariño, un cariño incondicional.
152

¿Qué haría si ya no pudiese tener a su perro?

Sería terrible, es algo a lo que todo el mundo se tiene que hacer idea porque tarde o temprano
sucederá, pero no es algo que uno espere y que uno quiera pensar. El día que ya no pueda tener
a mi perro será un día desastroso, sinceramente no sé cómo respondería.

Futuro de las relaciones humano-perro

¿Qué prefiere, adoptar o comprar un perro? ¿Por qué?

Prefiero adoptarlo, no se trata de adoptar y no comprar porque a la final, los perros que se
compran también son animales que han pasado por cosas duras. Pero estamos hablando de un
perro que está en la calle y que cada día trata de sobrevivir con lo que encuentra. Al menos en
las perreras y los lugares en donde los venden ellos son alimentados, tienen seguridad y un
lugar donde dormir.

¿Qué opina de la compra y venta de perros?

Está terrible, es terrible, es un mal terrible ya que detrás de esa industria hay muchas mascotas,
hay muchos animales que son violentados, que son muy maltratados, hay animales que son
asesinados por estar procreando y procreando sin parar. Debería ser ilegal.

¿Qué opina respecto a que, actualmente, cada vez más colombianos conciban a sus perros
como integrantes de la familia y no mascotas?

Me parece algo muy bueno. Pero aun cuando se da en la mayoría de las mascotas, aún se
encuentran casos de violencia animal, en los que no se les da el lugar que ellos merecen.
Básicamente son mascotas que son dejadas en la intemperie, que no tienen un buen cuidado,
tienen mala salud o son utilizadas para vigilar o cuidar una zona.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones humano-perro?

Yo lo veo bastante brillante, cada día socialmente están siendo más aceptados en lugares
públicos, se están adaptando más ideas y espacios para ellos.
153

Andrea Gabriela Parra Serrano

Familia multiespecie

¿Sabe qué es una familia multi-especie?

Sí, estaríamos hablando de una familia donde hay integradas varias especies, en este caso sería
la especie humana y la especie animal.

¿Considera a su perro un miembro de la familia? ¿Por qué?

Sí lo considero un miembro de la familia porque es más que un perrito, mascota o animal: es


una compañía para todos nosotros y responde a las mismas necesidades que todos nosotros,
comer, dormir, etc., y se desarrolla dentro de nuestro entorno familiar.

¿Cómo definiría usted “integrante de la familia” y “mascota”?

Integrante de la familia es una persona o animal que hace parte del núcleo familiar, que se toma
en cuenta, así como el resto de los integrantes de la familia. Y una mascota también puede ser
parte de la familia, pero ese nombre usualmente se le otorga a un animal doméstico dentro de
la familia.

¿Cree que su mascota remplaza, de alguna manera, a un miembro de su familia?

Sí, pues para las personas que no quieren tener hijos propios tener un perro o una mascota
puede ser una opción, entonces sí creo que reemplaza a algún miembro.

¿Cree que actualmente algunas personas prefieren tener perros a tener bebés? ¿Por qué?

Sí, creo que hoy en día la sociedad no está muy adaptada a tener una niñez correcta,
especialmente en la capital, el ritmo de vida es duro para muchas personas y quizá esa puede
154

ser una de las razones por las cuales las personas prefieren tener perros en lugar de bebés. Ellos
sí necesitan atención, pero no requieren las mismas cosas que un bebé.

¿Considera que es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé? ¿Por qué?

No es más fácil, es diferente. Digamos que un bebé necesita el 100% de la atención de al menos
una persona al tiempo, un perro ya luego de 5 meses o un año puede estar solo por un periodo
de tiempo, si uno le deja su comida y su agua. Pero el perro también necesita atención médica
y quizás algunas cosas parecidas a las que necesita un bebé, desde una cierta edad especifica
hasta otra. Por eso no es fácil, es diferente.

Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro

¿Cree que su perro ha sido un apoyo emocional para usted antes y durante la pandemia?

Justamente lo adopté durante la pandemia, porque necesitaba un apoyo emocional que no


estaba recibiendo. Y sí, fue totalmente un apoyo en esa etapa.

¿La pandemia afectó su actitud y actividades con su perro? En caso de ser así, ¿cómo?

Vi reflejado el cambio una vez que todo se flexibilizó, pudo salir más al parque y fue mucho
mejor para él. Quizá para nosotros sí cambió porque teníamos que sacarlo más veces al parque
y eso influía en el tiempo de trabajo y de vida personal.

¿Ve a su perro de una manera distinta a como lo hacía antes de la pandemia?

No, porque lo adopté durante la pandemia.

¿Cree que la Pandemia y el confinamiento lo hicieron tener emociones depresivas y


pensar más en la soledad?

Sí, definitivamente esa fue la razón por la que decidí adoptar a un perro. Trabajaba en un lugar
donde había muchas personas, y pasar de eso a estar encerrado en una casa con solo una
persona, nos llevó a ambas a pensar más en la soledad, la depresión y la ansiedad que todo eso
conllevaba.

¿Qué hará cuando vuelva a la presencialidad y ya no pueda pasar tanto tiempo con su
perro?

Pues ya está grande, ya puede estar un tiempo solo. De todas maneras, si yo vuelvo a la
presencialidad mi mamá se queda acá con él. Pero en el caso en que se quedara solo, tiene
155

comida, tiene agua, tiene juguetes y se le pondría un patio para que pueda hacer sus necesidades
dentro de la casa.

¿Sabe cuáles pueden ser las consecuencias físicas y emocionales que puede experimentar
su perro al volver a quedarse solo prolongadamente o hacerlo por primera vez? ¿En caso
de que las presentara, qué haría?

Yo actuaría de manera preventiva y lo dejaría solo todos los días por un poquito de tiempo más
que el anterior. Para que se vaya acostumbrando antes de volver a la presencialidad.
Normalmente cuando se queda solo no hace ningún desastre dentro de la casa, es un perro muy
tranquilo. Pero a veces se pone triste cuando alguna se va, entonces se acuesta a dormir, no
toma ninguna actitud destructiva pero sí depresiva. He visto documentales en los que dicen que
no se puede saludar o despedir a un perro de manera muy efusiva porque les puede dar un
ataque al corazón, entonces tomaría en cuenta esas cosas para poder evitar que él tenga un
problema de salud.

¿Cree que la pandemia hizo que las personas adoptaran más perros o se deshicieran de
ellos?

Sí, vi los dos casos. Vi personas que estaban buscando perros y vi personas que ya no podían
tenerlos por cuestiones de dinero. Entonces fue un factor bastante notorio de la pandemia.

¿Cree que, en crisis sociales de gran magnitud como la pandemia, las personas tienden a
buscar compañía en un animal? ¿Por qué?

Sí, digamos que esta situación de pandemia genera ansiedad depresión, cualquier cantidad de
pensamientos negativos. Y está científicamente comprobado que los animales absorben todas
las energías de nosotros, creo que esa es una de las razones. También el hecho de estar ocupado
todo el tiempo a pasar a tener mucho tiempo libre hace que las personas se sientan extrañas y
decidieran hacerse cargo de un animal, perrito o gato. Básicamente a nivel mental, eso es lo
que más conlleva a las personas a adquirir la compañía de un animal. Y la pandemia desató
muchos pensamientos y patologías.

Humanización de los perros

¿Cómo se comporta usualmente con su perro?

En mi núcleo familiar solo estamos mi mamá mi perro y yo, entonces mi perro es muy
consentido, muy malcriado, él es como un bebé en esta casa.
156

¿Tiende a gastar dinero en productos y servicios para mascotas, diferentes a la


alimentación, el veterinario y las medicinas? Si es así, ¿en qué productos o servicios
invierte?

Sí, invierto en mi perrito, le compro ropa, juguetes. Él se baña y le hacen el pelo en la veterinaria
todos los meses. También estuvo en unas sesiones de socialización.

¿La Pandemia repercutió en los gastos que tiene con su perro? ¿Recortó gastos? ¿Se
incrementaron?

No, debido a que lo adopté en ella.

¿Cree que en algún momento ha llegado a humanizar a su perro? ¿Por qué?

Sí, cuando le compro disfraces, cuando lo visto, cuando le pongo zapatos. De cierta manera
humanizo a mi perro.

Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro

¿Cuáles cree que son los deberes y las responsabilidades de un tenedor con su perro?

Tener el espacio adecuado para un perro, tener el tiempo adecuado para invertir y disfrutar con
el perro. Tener la economía suficiente para sostenerlo en sus necesidades básicas que son
comida, agua, medicinas y vacunas. Todo lo que involucre la salud del animal y mantenerlos
presentables. Tener un espacio adecuado y la compañía también es importante para que no se
deprima, saber quiénes están en la casa y qué efectos pueden tener esas personas en el perro.

¿Qué haría si ya no pudiese tener a su perro?

No lo veo como un escenario, pero en el caso de que tuviese que pensarlo, trataría de buscarle
una familia que lo cuide igual que lo hago yo. Y trataría de asegurarme de que esa persona lo
va a querer, que se va a acostumbrar a él y que él se va a acostumbrar a esa persona.

Futuro de las relaciones humano-perro

¿Qué prefiere, adoptar o comprar un perro? ¿Por qué?

Adoptar porque le doy una mejor vida a un perrito que lo necesita y evito caer en el círculo de
la compra y venta de los perros.

¿Qué opina de la compra y venta de perros?


157

Opino que es totalmente negativo y no debería existir la compra y venta de perros. Eso se presta
para que las personas se lucren de los animales indefensos, también contribuye a la
sobrepoblación de los perros abandonados y a la explotación de los perritos para la procreación.

¿Qué opina respecto a que, actualmente, cada vez más colombianos conciban a sus perros
como integrantes de la familia y no mascotas?

Me parece excelente que se le tome en cuenta como un miembro más de la familia, como un
ser vivo que necesita atención y que tiene básicamente las mismas necesidades que todos
nosotros tenemos.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones humano-perro?

Cada vez van incrementándose, sin embargo, se siguen viendo casos de maltrato animal, de
mala crianza, estigmatización según las razas y compra y venta, entonces la verdad no veo
mucho cambio en el futuro. Sin embargo, creo que después de esta pandemia muchas personas
fueron conscientes de los animales.

Nicolás Corzo Daza

Familia multiespecie

¿Sabe qué es una familia multiespecie?

No sé a qué se refiere ese término.

¿Considera a su perro un miembro de la familia? ¿Por qué?

Sí, lo considero un miembro. Debido al afecto que le tengo y a como nos hace sentir a todos en
la casa.
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¿Cómo definiría usted “integrante de la familia” y “mascota”?

Integrante la familia es aquel ser vivo, porque no solo se trata de personas, al que se le tiene un
gran aprecio y se le quiere mucho. Una mascota es un animal irracional que se tiene porque sí,
sin ningún propósito.

¿Cree que su mascota remplaza, de alguna manera, a un miembro de su familia?

Reemplazarlo no, no reemplaza a nadie.

¿Cree que actualmente algunas personas prefieren tener perros a tener bebés? ¿Por qué?

Sí lo creo. Desde mi punto de vista, algunas personas sienten que no están en la capacidad de
cuidar a otro ser humano, mientras que piensan que tener a un perro sería un poco más sencillo.

¿Considera que es más fácil hacerse cargo de un perro que de un bebé? ¿Por qué?

Sí lo creo porque uno les demuestra cariño con sacarlos a pasear, alimentarlos bien, llevarlos
al veterinario, con eso suficiente. En cambio, a un bebé hay que cuidarlo muchísimo, y cuando
crece, hay que orientarlo y saber decirle las cosas.

Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la relación del tenedor y el perro

¿Cree que su perro ha sido un apoyo emocional para usted antes y durante la pandemia?

La verdad no. Mi cariño hacia ella siempre ha sido el mismo.

¿La pandemia afectó su actitud y actividades con su perro? En caso de ser así, ¿cómo?

No, no la afectó. Todo el vínculo con ella siguió completamente normal.

¿Ve a su perro de una manera distinta a como lo hacía antes de la pandemia?

No, la sigo viendo con el mismo cariño y afecto que le he tenido desde siempre.

¿Cree que la Pandemia y el confinamiento lo hicieron tener emociones depresivas y


pensar más en la soledad?

No, al contrario. Me hizo conocerme más y apreciar muchas más cosas.

¿Qué hará cuando vuelva a la presencialidad y ya no pueda pasar tanto tiempo con su
perro?

Siempre se voy a tener un espacio para ella. Aunque vuelva a estar activo en estudios o en
algún trabajo, siempre sacaré una parte del tiempo para estar con ella.
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¿Sabe cuáles pueden ser las consecuencias físicas y emocionales que puede experimentar
su perro al volver a quedarse solo prolongadamente o hacerlo por primera vez? ¿En caso
de que las presentara, qué haría?

Sí, las conozco. Al encontrarse sola puede llegar a deprimirse, también puede comenzar a tener
actitudes extrañas como dejar de comer. Y lo que haría seria buscar a un profesional y consultar
qué podría hacer. Porque la verdad no sabría cómo actuar.

¿Cree que la pandemia hizo que las personas adoptaran más perros o se deshicieran de
ellos?

Creo que un poco de ambas. He visto que muchas personas les han regalado a sus hijos perros
y que han adoptado perros. Pero, por otro lado, he visto que en muchas partes de las calles hay
muchísimos más perros callejeros.

¿Cree que, en crisis sociales de gran magnitud como la pandemia, las personas tienden a
buscar compañía en un animal? ¿Por qué?

Sí, pienso que sí. Porque sienten un apoyo y una compañía con estos seres.

Humanización de los perros

¿Cómo se comporta usualmente con su perro?

De manera cariñosa y juguetona. Siempre estamos peleando, jugando y así.

¿Tiende a gastar dinero en productos y servicios para mascotas, diferentes a la


alimentación, el veterinario y las medicinas? Si es así, ¿en qué productos o servicios
invierte?

No, normalmente no. Solo a veces en algunos juguetes para ella.

¿La Pandemia repercutió en los gastos que tiene con su perro? ¿Recortó gastos? ¿Se
incrementaron?

De pronto se incrementaron un poco por el aumento en el valor de ciertos productos.

¿Cree que en algún momento ha llegado a humanizar a su perro? ¿Por qué?

No. Siento que lo trato como un animal, pero un animal al que quiero mucho.

Deberes y responsabilidades del tenedor respecto a su perro


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¿Cuáles cree que son los deberes y las responsabilidades de un tenedor con su perro?

Darle alimentación, cuidarlo, llevarlo a un veterinario cada cierto tiempo, ejercitarlo, limpiarlo
y bañarlo.

¿Qué haría si ya no pudiese tener a su perro?

Buscaría a una persona que crea que la puede tener de una manera correcta. Que pueda
alimentarlo y darle todo lo que necesita.

Futuro de las relaciones humano-perro

¿Qué prefiere, adoptar o comprar un perro? ¿Por qué?

Prefiero adoptar, no creo que los perros sean un objeto cualquiera que simplemente se puede
comprar y listo. Debe nacer de uno adoptarlo o tenerlo para que sea con más cariño.

¿Qué opina de la compra y venta de perros?

No estoy de acuerdo con ella, pero es algo que básicamente no se puede evitar. Es muy difícil
hacer que las personas no tengan esto como un negocio.

¿Qué opina respecto a que, actualmente, cada vez más colombianos conciban a sus perros
como integrantes de la familia y no mascotas?

Me parece muy bueno, porque esto quiere decir que a nivel Colombia, se está teniendo un
mayor afecto hacia estos seres vivos.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones humano-perro?

Van a fortalecerse mucho más, las personas van a aprender que los perros son una gran
compañía y que ayudan mucho a nivel personal. Ayudan a superar ciertas crisis.

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